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FR. BARTOLOMÉ DE LAS CASAS 103
natural, contenidos todos en un hábito que
llaman los teólogos sindéresis, impreso en
CAPÍTULO XL nuestra mente, y aquella es la centella de la
lumbre del ya dicho entendimiento agente,
Donde secontinúa probando lo mismo que
como si estuviesen en un vaso de cristal ó de
en el capítulo precedente.
vidrio muy transparente. Contiene lo mismo
en sí ciertas conclusiones, que son las razo-
Proltado hasta aquí que estas intlianas nes de los medios proporcionados que, según
gentes son de su naturaleza de buenos en- razón, se deben tomar y tener para alcanzar
tendimientos por las causas naturales, de el fin, á las cuales devenimos guiados por los
aquí adelante quiero probar y demostrar fines, porque así como sirve
y guia el prin-
serlo asimismo por sus manifiestos propios '
cipio en las cosas especulativas ó de escien-
efectos. Estos no pueden proceder sino de
'^
cia, de la misma manera sirve y encamina
sotiles ingenios y muy buenos entendimien- el fin, y tiene razón de principio en las cosas
tos, uno de los cuales y muy principal es la operables, y que deben los hombres, bien
y
política y regimiento que tenían entre sí, el ordenadamente obrar ó hacer, según el Filó-
cual manifiesta su prudencia é ingenio, y sofo en el 2." de los Phisicos y en el 7." de
actos de buenos ^ juicios y de hombres * tan las Etílicas. Y porque por todo agente se pre-
bien como otras razonables gentes entendi- tende obrar por algún fin, como parece en
dos. Pero porque la gobernación y regimiento el 2." de los Phisicos^ y por consiguiente,
político y prudencia con que se rige presupo- por algún bien, porque el fin tiene razón de
ne á la gobernación y regimiento económico bien, de aquí es que todas las cosas apetecen
que es el de la casa y á la prudencia con que y desean, como dice el Filósofo en el i." de
se rige, y esta gobernación económica presu- las Etílicas; por esto el primer * precepto de
pone á la monástica, que es la gobernación la ley natural, y que contiene el hábito ya
de cada un hombre y á la prudencia con que dicho sindéresis, es: que habemos de obrar
se rige, veamos primero que de la política el bien y proseguillo, y huir el mal, y sobre
hablemos cómo los indios de estas tierras se este precepto se fundan todos los otros pre-
habían en las dos primeras; y así veremos ceptos de la ley natural que la razón prac-
cómo se proveían y gobernaban, ó se habían tica, que es la que discierne j distingue el
en el regimiento de sí mismos, que se llama bien del mal cuanto al obrar, naturalmente
monástica, quasi gobernación de uno, y en la aprehende y juzga ser bienes humanos y
doméstica ó paternal ó económica, en lo que convenir á los hombres. Y porque (como está
concierne al entendimiento y uso de razón, dicho) el bien tiene razón de fin y el mal
y después tractaremos cómo se habían y sus- razón de contrario, de allí es que todo aque-
tentaban antes que viniésemos los españo- llo á que el hombre tiene inclinación natural
les en la de la ciudad ó política. Para ^ ma- ó se inclina naturalmente, naturalmente lo
yor entendimiento de todo lo que se ha de aprehende ^ y juzga la razón ser bueno, y
decir, es bien presuponer según el Filósofo
, por consiguiente ser digno de proseguillo
en el 6." de las Ethicas^ y Sancto Thomas en hasta alcanzallo, y lo contrario de aquello
la Prima seeandce, cuestión 67, y en otras ser malo y digno de huillo y evitallo, por
muchas partes, que el fin de las virtudes manera que según la orden de las inclina-
morales es el bien humano, y este bien hu- ciones naturales que los hombres tienen, así
mano es vivir el hombre según razón cada es la orden de los preceptos de la ley natu-
uno, según el estado que tiene y según lo ral. Lo primero el hombre se inclina natu-
que pide y requiere aquel estado. El cual fin ralmente á que el fin ó bien, en el cual co-
no lo ponen de nuevo los hombres, sino que munica con todas las otras sustancias sensi-
el Hacedor de la naturaleza imprimió en bles ó insensibles,animadas ó inanimadas,
nuestra razón práctica ciertos principios na- y que toda cosa que tiene
esta inclinación es
turalmente claros, y notas que nadie puede ser apetece naturalmente la conservación de
ignorarlas por la lumbre que tiene cada uno su ser según la naturaleza de cada una, y
en su ánimo, que es el entendimiento que según esta inclinación pertenece á la Ifty
llaman agente, si naturalmente no es ligado natural todas aquellas cosas por las cuales
en el uso de la razón, como en los niños y la vida de los hombres es conservada, y por
bobos y mentecaptos; y estos principios, así las que es impedida la muerte que corrompe
notos y claros, son los fines de las morales su ser y las otras cosas nocivas é impeditivas
virtudes, son también los preceptos de la ley de la vida. De aquí es que el hombre es obli-
la primera prudencia, que es la de sí mis- tiempo; y porque á los mozos falta el luengo
mo, traen origen y fundamento las otras eco- tiempo para tener noticia y cognoscimiento
nómica y la constitutiva de las leyes y la de muchas cosas y casos particulares, y por
política. Luego no á sinrazón la llama el Filó- consiguiente, la experiencia; por esta causa
sofo, máxime prudentia.Así dice él: Illeenim dice el Filósofo allí que los mozos pueden
qtdpofestbene speculari singula qucp pertinent ser instruidos y bien doctos y sabios y llegar
ad seipsum, diceretiir utriqíie es.se prnde^is, et á perfección en las esciencias de Geometría y
huir con ceder ent ipsa., scüicet singvlaria quo- Mathemática y otras disciplinas, pero no se
rum est prudentia, hoc est., conceditur sive at- podrá bien decir por esto que son ni podrán
trihíiitur prudentia; y por esto también dice ser prudentes. Requiérese, pues, uso y buen
allí que aunque el propio bien y utilidad de uso de razón y buen consejo para inquirir lo
cualquiera singular persona no puede ser ni bueno y lo conveniente, y buen cognosci-
sustentarse perfectamente sin la económica y miento y discreción para cognoscer y dis-
sin la urbánica, esto es, sin recta gobernación tinguir lo malo y disconviniente á la vida
de la casa y de la ciudad, como ni el bien ^ de humana, y buen juicio para considerar y
la parte sin el bien de su todo, como quiera juzgar y sentenciar muchas cosas contingen-
que el bien de la parte se sustente perfecta- tes, y también luengo tiempo y no menos
mente y tenga su perfecto ser mientras lo tie- buena memoria para adquirir experiencia y
ne el todo, y no por el contrario, como abajo los hombres ser prudentes como está proba-
parecerá, empero, dice que no basta la pruden- do. De aquí se sigue bien, que será buen ar-
cia política ni la económica sin la prudencia gumento (como arriba tocamos), que donde
de las cosas propias; que es la gobernación de quiera que hubiere buen regimiento de la
sí mismo, porque ya que esté rectamente dis- casa ó familia y de la ciudad, los subjectos
puesta y ordenada la casa ó familia y la ciu- de ellas, que son los hombres, ternán pru-
dad, aun resta que mirar y considerar por la dencia y suficiente razón para regirse y or-
primera prudencia, lo que conviene á la pro- denarse á sí mismos por naturaleza, porque
pia persona, y así la prudencia económica y sin ésta (como es manifiesto) no es posible
la política no pueden ser sin la propia de sí haber orden ni gobernación económica ni
mismo. Quamvis forte (inquit) non est hoc política, ni alcanzarse el fin de ellas, que es
ipsius sine económica ñeque sine urbatiitate, el bien y utilidad y perpetuidad de los hom-
adhtcc autem qucc ipsis qualiter oportet dis- bres.
ponere immanifestum est et intendendum.
Otra translación lo dice más claro Quam- : CAPÍTULO XLn
qxiam forte non est eius scilicet monastice gu-
hernationis sine disciplina rei familiaris et Que los indios tuvieron buena gobernación
de sí mismos.
sine civili. Insuper res sua cuiquam quemad-
modum administranda sit, ohscurum est ac
difficilicognitu. Luego la prudencia primera, Todas las cosas en estos dos capítulos pre-
por la cual el hombre sabe gobernar á sí mis- cedentes de las tres especies de la prudencia,
dichas, con todo lo demás que para prueba y
' de ra todo. explanación de ellas se ha traído, supuestas
108 HISTORIADORES DE INDIAS
que las gentes de este uüiverso indiano orbe árboles, y hallándolas sabrosas y después
sean prudentes y bien racionales y do bue- provechosas, comenzaron poco á poco, con el
nos entendimientos cuanto al regimiento de buen juicio de la razón natural que tenían,
sí mismos y de sus casas y de sus ciudades, á tomar experiencia de las cosas comesti-
pueblos y reinos, que dijimos arriba querer- bles para sustentación y conservación del
lo probar por los mismos efectos, probamos ser y de la vida humana. Después, de los
lo de cada prudencia por esta manera. Cuan- ríos, cuando se secaban ó cuando venían de
to á la primera, que es la gobernación de sí avenida ó demasiada agua tomaban, pesca-
mismos, probado queda que según la orden ron; el tiempo andando, sintieron convenir-
de las inclinaciones que los hombres natu- les cazar animales para de los cueros ves-
ralmente tienen, así son los preceptos de la tirse y comer su carne, y así al principio vi-
ley natural, porque aquello á que se incli- vían durísima y trabajosa vida. Después, el
nan naturalmente, aprehende la razón y lo tiempo andando, enseñáronse á vivir la re-
juzga ser bueno y digno de ser proseguido y galada. Este discurso pone Diodoro en el
alcanzado y gozarse y aprovecharse de ello; principio de su Historia, y en el cap. I
y lo primero á que los hombres universos se del segundo libro dice que así vivían los
inclinan y juzga de vello proseguir y alcan- egipcios. Por esta manera no hay que dudar
zar y su contrario huir y desechar, es la que comenzaron los indios á los principios
conservación de sí mismos, y por esto de antiguamente como las otras gentes, convie-
ley natural es adquirir y conservar todas ne á saber: que con el buen juicio de razón
aquellas cosas que para conservar los hom- que como las otras naciones tenían, y por la
bres su ser y evitar la corrupción del son experiencia de mucho tiempo que la misma
necesarias. De aquí es que lo primero que necesidad les enseñó, y después por las mu-
incumbe á los hombres es negociar cómo vi- chas cosas particulares que ocurrieron y al-
van y en sus individuos cuanto por natura canzaron, de donde se les causó la experien-
les fuere posible en la vida se sustenten, y cia y de ella prudencia, que es -la que pone
así al principio los primeros hombres debe- (como fué dicho) los medios y ordena las
mos imaginar y creer no absurdamente que operaciones convenientes para conseguir el
lo hicieron •, porque como las gentes se di- fin, que era la vida y sustentación y conser-
vidiesen por las tierras y estuviesen en una vación del ser de los individuos, que es cada
simplicidad columbina (como parece por lo uno de los hombres: vieron serles necesario
que refieren los autores de las historias an- hacer primero cuevas donde se meter, y
tiguas de las gentes del siglo dorado, del ochocientos años atrás (según se dice) los
cual diremos algo abajo) y naciesen los hom- flamencos vivian en ellas. Comían primero
bres desnudos y estuviesen ó viviesen así al- yerbas y raíces y frutas monteses; después
gvinos años, sin casas, sin fuego y sin cog- curaron hacer labranzas sembrar y co-
,
noscer los frutos de la tierra de que se ha- ger grano que hallaron nacido por el campo
bían de mantener, ni supiesen cómo los ha- montesino, y así los frutos otros de la tierra,
bían de guisar, viésense padecer frió en los haciéndolos con su industria domésticos, que
inviernos y calor en los veranos y hambre es el oficio de la que llaman agricultura,
cada hora, y por esto algunos muriesen. La primera y natural granjeria, según el Filó-
misma necesidad que es maestra de las co-
,
sofo, 7.° de las Políticas. De esto hallamos
sas, les hizo meterse, primero en cuevas, asaz abundancia en estas tierras por el abun-
después cayeron en liacer las casas de cañas dancia de las labranzas de pan y de vino ó
ó de palos y yerba 2. Otras gentes, como las brebajes donde los quisieron usar, y en mu-
de África y cuasi las fronteras de España, chas partes frutas domésticas que hallaron
que es Mauritania ó liácia el nombrado mon- é inventaron, no sólo para sustentarse, pero
te Allantia, hacían sus casas de piedras de para recrearse, como abajo parecerá; i3or
sal, cubiertas por tecliumbre de sal en lugar manera que tenían y ttivieron siempre copia
de tejas ^ ó de otra cobertura, porque en sobrada de todos los mantenimientos * nece-
aquella región nunca llueve. Así lo dicePli- sarios para su vida. Edificaron también sus
nio, libro I, cap. 4, y Herodoto en el lY li- casas materiales, que es la defensa que pro-
bro de su Historia. Gustando también las hibe las corrupciones que causan los vientos
yerbas monteses, las coles, cebollas y ajos^, y las lluvias y tempestades y calores, como
las raíces, bellotas, castañas y frutas de los trae el Filósofo en el 1." De anima: Ibi est
coopcrimentum prohibens ah imbribus et
'
y los ingleses, según Diodoro, libro VI, cap. 8; pluviin et fulgore et calore., refiriendo ^ las
y lo mismo Irlanda, según Vulanteno, libro III —
' Asi los tenían los pueblos septentrionales, según
De éstos mataba tantos cuantos via y podia Por esta manera haber comenzado estas '
llevar á cuestas, y no mataba más porque gentes en sus principios como comenzaron
no podia llevar más. Los papagayos, senta- todas las otras naciones, conjeturarlo no será
dos en el árbol, no se huian mientras oian grande absurdidad. Los cuales, cumpliendo
al que estaba atado. El vestido procuraban con la inclinación natural, guiados y alum-
hacer, donde habia frió, de algodón hilado y brados de su natural y buen juicio y alcan-
tejido, y en la tierra ñrme que habia bes-
' zada experiencia de sus necesidades (j[ue se
tias y animales por artificio é industria y vian tener, j por consiguiente hechos pru-
mucha solercia de que usaban, los prendían dentes; ordenándose y aplicándose para al-
y de las pieles y eneres de ellos se vestían y canzar los susodichos fines (conviene á sa-
hoy visten donde la persecución y pestilen- ber) para ser ayudados en las cosas necesa-
cia española no ha llegado; maravillosamen- rias de la vida y jDara vivir en compañía,
te adobados, muy mejor que en Castilla se alegría y solaz comunicándose, y para sus-
adoban los guantes, y en la tierra firme que tentación y perpetuidad de la especie huma-
llamamos Florida, se visten de mantas he- '^
na tomaron sus mujeres, hicieron sus con-
chas de pluma y de muy buenas mantas ciertos y contractos matrimoniales según les
adobadas. Y porque lo segundo á que natu- pareció en aquellos primeros y rudos tiem-
ralmente el hombre se inclina es á aquello pos convenilles, porque la compañía del
en que se comunica con los otros animales marido 3" de la mujer es según naturaleza y
y la naturaleza enseñó á todos éstos, y esto la primera cuasi cierto elemento de la fami-
es el ayuntamiento del macho y de la hem- lia, según el Filósofo, y es necesaria para
bra y la crianza de los hijos ', y porque hacer la especie en los animales por un cir-
también tiene inclinación, lo tercero, á ser cuito sempiterna, ya que, según el número,
sociable para vivir en compañía, como ya se no puede por el dicho apetito de la naturale-
ha visto arriba y prueba el Filósofo en el za que es de perpetuarse, y esto es imposi-
1.° de la Política j en otras partes; por esto ble alcanzarse sinmacho y sin hembra, por-
la * naturaleza y la razón juntamente incli- que el marido y la mujer en todos los ani-
nó y enseñó á los primeros hom'^res mucho males recibe ayuda el uno del otro, y más
más que á las bestias donde quiera que se parece aquesto claro en los domésticos y ca-
desparcieron cuando se comenzó á multipli- seros, y mucho más en los hombres, que son
car el linaje humano, que tomasen mujeres: animales sobre todos perfectos, los cuales no
lo uno para ser ayudados de ellas " y de los solamente pretenden sustentar su ser cuanto
hijos que de ambos procediesen en los tra- les es posible por naturaleza como los otros,
bajos, y esta compañía es ya multitud ó co- poro también con la razón, en que les hacen
mienza á ser, que se llama doméstica (ó eco- ventaja, pretenden y procuran su bueno y
nómica, como queda dicho), cuya parte es mejor y más próspero ser y procrear sus hi-
cada uud d(^ los hombres (pie se ayuntan y jos, no solamente para cumplir con la incli-
tiene necesidad de muchas cosas á la vida nación natural de multiplicarse y perpe-
necesarias, las cuales, por sí solo, no puede tuarse cuanto es ¡¡osible, pero porque ellos
cómoda ó perfectamente cumplillas ó supli- rescibau utilidad ios hijos no tanto cuando
llas. Lo otro, para tener solaz y consuelo son chicos en los alimentos donde no pasan
los otros animales, pero también siéndoles
suscipiant valentes enim ipsi imbeciUes suos haber agora como hay y hallamos tales y
labore tuentur et alunt. Et simul natura per tantas j tan espesas congregaciones, pobla-
hunc circuituní adiniplent sempiternitatem, ciones, tantos y tan grandes ayuntamientos
ex quo sed numerum non j^otest at sed, spe- de tan diversas lenguas y naciones y tanto
ciem. Si enim diuina prooidentia utriusque tiempo perpetuadas; luego estas gentes in-
natura ordinata est^ viri scilieet et nmlieris dianas hombres son muy racionales, j)ru-
ad societatem tendunt enim eorum omnia in deutes y que sabían y supieron bien gober-
Ídem utilitatis, &. Todo esto es del Filósofo. narse de su natural, como queda claro por
Pues haber hecho los indios á los principios los mismos efectos y actos humanos. Lo di-
todo lo susodicho y gober nadóse para alcan- cho se confirma porque aquellas dos poten-
zar el fin de su conservación individua y cias (conviene á saber) el entendimiento y
específica por la orden industria y pruden-
, el aj)etito racional, que es la voluntad son ,
cia que el Filósofo incluye y aprueba en las principios de los actos y operaciones huma-
palabras referidas, quien pidiere probanza nas, según el Filósofo, y." De Anima. Dícen-
de ello, cognóscalo por el infinito número se actos humanos ó propios de hombres en ,
de gentes, por los grandes ayuntamientos, cuanto el hombre es hombre, las obras que
tan inmensas poblaciones, lugares, villas y proceden de la voluntad, según la orden de
ciudades que por estas tan luengas y anchas razón (conviene á saber) que son ordenadas
tierras é innumerables reinos por todo este entre sí ó que se hacen ordenadamente ó de
nuevo orbe hallamos de ellos. Y quien no lo tal manera que se proporcionan para alcan-
quisiere creer, respóndame cómo cree que lo zar el fin que por el hombre se pretende.
hicieron las gentes primeras que á poblar á Las otras obras ú operaciones que se hallan
España vinieron, y si cree que por esta ma- en el hombre que no están subjetas á la vo-
nera y no lo probara sino por las multitudi- luntad y á la razón, como son las operacio-
nes que lioy en España vee, crea también nes de la potencia vegetativa, como haber
haber llevado aquel camino y orden los in- hambre, nutrir y crecer comiendo ó to-
el
dios, pues esto no pudo ser sino con cognos- mando alimento y otras semejantes; estas
cimiento y consideración del fin y de la or- tales operaciones no se dicen ni pueden de-
den y medios que para alcanzarlo tomar de- cir humanas, sino naturales. Otras hay que
bieron, ni sin discurso, sin inquisición, sin se hacen sin atención ni deliberación de la
razón ni de la voluntad, que tampoco son
* valentes .n. ipsi. humanas propiamente, como es rascarse el
FR. BARTOLOMÉ ÜE LAS CASAS 111
hombre la barba sin en ello advertir ni pen- hombre de que consta la casa, como el Filó-
sar, por alguna súpita imaginación ó algún sofo dice y queda también dicho, y esta no
principio natural, como es bullir la sangre, es del todo perfecta, porque algunas faltas
porque se requiere preceder C(jnsideracion ' padece, como á todas las nceesidatles por ella
6 atención en acto, tpie es obra de razón, y no pueda ser pro vellido. La otra compañía ó
deliberación, que es acto de la voluntad, para multitud de que el hombre puede ser ayu-
que cualquiera operación ú obra de los hom- dado es la de la ciudad, y esta es perlecta
bres se pueda decir humana, según prueba porque ha de ser por sí misma (como se dirá)
Sancto Tilomas en la Prima secunda, quíes- suficiente, la cual llamamos política. Des-
tio 1.*, y en otras muchas jDartes: luego pués que los hombres por la lumbre natural
las gentes de estas Indias en las obras su-
''*
del entendimiento y por la inclinación de la
sodichas que hiciei'on á los principios, que voluntad cognoscieron y procuraron llegarse
no podian ser sin la consideración del fin y á la compañía de las mujeres y procrearon
elección de los medios y atención actual en los hijos, y así constituyeron casas y fami-
la prosecución, monstraron y muestran ser lias, y esta multitud primera que el Filósofo
liombres racionales de buena razón, intelec- llama cuotidiana compañía según natura,
tivos y deliberativos, que hacen é hicieron tuvieron precepto de la ley natural que los
actos y operaciones humanas concertadas y obligaba y obligó al regimiento y goberna-
ordenadas entre sí ', proporcionadas y con- ción recta y cómoda ó provechosa de la casa
venientes para alcanzar el fin que les dicta- para alcanzar el fin de toda ella, que es tener
ba y dictare la razón natural ó para el fin suficiencia de las cosas necesarias á la vida,
que ellos á sí mismos con la razón se cons- porque jiara este efecto y fin se juntan los '
liablamos, ni que sean malos por costumbres mienza el libro de sus Políticas; y porque en
ó buenos, porque después hablaremos de ello,' el cjp. 39 se vido según la diversidad de los
sino que para el mal ó para el bien son hom- fines se diversifican las especies de la virtud
bres racionales, de habilidad y buenos in- de la prudencia que se presupone en toda
genios y juicios y prudentes, como los otros gobernación, como de las cosas dichas parece.
hombres, y más hábiles, discretos, ingenio- i)e allí es que las casas (tomando casas por
sos y de mejores entendimientos por la ma- familia) que estuvieren bien proveídas de las
yor parte que otras muchas naciones: y esto cosas necesarias, será señal y argumento
baste cuanto á la primera especie de pru- manifiesto que ha habido en ella buena go-
dencia y gobernación monástica ó de sí mis- bernación, y por consiguiente haber pruden-
mos, la cual tuvieron y tienen hoy estas cia económica ó paterna en el que la gobier-
Sientes indianas. na ó rige; y porque la prudencia regitiva
presupone buen cognoscimiento del fin y la
"*
rese que ella cure del nutrimento de los hijos monio certísimo de que alguna gente ó na-
y él de su erudición y crianza, todo esto se- ción tuvo y tiene buena gobernación en su
gún las leyes y orden que el marido y padre casa, y prudencia económica ó doméstica y
de las familias en toda la casa y familia pu- paternal será si viéremos y experimentáre-
siere, y no solamente á la mujer y á los hijos mos tener ayuntamientos ^, comunidades,
y á los siervos, pero también á sí mismo pueblos, lugares populosos donde viven las
ponga leyes, de manera que no sea injurioso gentes quietas y pacíficas, concertadas y
'*
á la mujer, y entonces le harían sin justicia, ordenadas, y esto sólo debe bastar, y es la
cuando en mala parte á otra cognosciere; y razón, según el Filósofo, en las el 1." de Fo-
porque entre las posesiones numera el Filó- liticas, cap. 2.", porque la sustancia de las
solo los siervos como principalísima, por comunidades, que son los pueblos grandes
tanto dice que se les debe dar el trabajo mo- y ciudades, es engendrada de la multitud ó
derado y el mantenimiento suficiente * (el comunidad de las casas ó familias, que son
cual se les da en higar do soldada) y el cas- el primer ó segundo elemento de la ciudad.
tigo necesario. Dice más, que sería justo y Que los indios y naciones de este orbe india-
útil prometelles libertad después de algún no sean tales y que hayan tenido y tengan esta
tiempo, i)or(]ue más de buena gana servirán segunda prudencia y regimiento de sus casas
teniendo esperanza que se ha de acabar su y familias ^, doméstico y j)aternal,cognoscer-
captiverio. Requiérese también que la mujer lo hemos noescuramente, si la dicha general
obedezca en todas las cosas que fueren ho- razón, señal y testimonio evidente de las
nestas al marido, como si fuese comprada por grandes y chicas comunidades po]3ulosas,
dineros, y grande precio (dice el Filósofo); congregaciones, multitudes, pueblos y luga-
es comprada, pues vino á casa para ser com- res que vivían en paz, en quietud, orden y
pañera por toda la vida y para procreación ocncierto como los hallamos, quisiéremos con-
de los hijos, que otra cosa no puede ser ni siderar. Pero apliquémosles las condiciones y
mejor ni más santa, según dice. Asimismo leyes del Filósofo, dichas en particular. Lo
se requiere haber entre ellos grande confor- primero que dice el Filósofo que incumbe á los
hombres para la gobernación del filósofo, es
' requiérese según el Filosofo. — " adquisición.
' y la mujer.—* y el castigo necesario. * pueblos. — ^ pacificos.—-5 paterna.
FR. BARTOLOMÉ DE LAS CASAS 113
hacer sus casas materiales: éstas liacían estas ban ó ponian, curaban y hacian con muy
gentes según la región que liabitalian y la '
buena industria, de lo cual asaz abundaban.
experiencia que de las necesidades que ocu- En la Tierra Firme hacian su pan de mahiz,
rrian tenian provechosas y convenientes y que es un grano como garbanzos; en unas
tuertos y también curiosas mu}'' bien ediftca- partes lo comían por pan tostado en grano;
ihis. Los vecinos de esta isla Española y de en otras hacian de ello, molido con agua,
estas islas concercanas y parte de Tierra Fir- pan amasado y cocido como lo del trigo nos-
me hacia la costa de Paria, y en otras muchas otros amasamos ', y de esto por muchas le-
partes, hacían sus casas de madera y de paja, guas se comía distantes de la Nueva España;
de la forma de una campana. Estas eran muy pero el artificio de cernerlo, amasarlo y ha-
altas y muy capaces, que moraban * en cada cello, excedió el de la gente de la tierra firme
una de ellas diez y más vecinos; hincaban los Florida á todas las otras partes. En los reinos
palos gruesos como la pierna y aun el muslo del Perú, donde proveyó Dios de haber mu-
en rededor, medio estado en el suelo y espeso, chos ganados, alli los domesticaban con gran-
y todos ellos veníanse á juntar en lo alto, de industria y tuvieron grandes y numerosas
donde los ataban con ciertas correas como greyes ó manadas de ovejas y carneros de
raices, que arriba dijimos llamarse bexucos, diez mil cabezas y quince mil y más milla-
la media silaba luenga; sobre aquellos pri- res '^. De estos ganados se servían y aprove-
meros'palos ponian al través y cruzados otros chaban de la lana para vestirse, de que hacían
muchos delgados y muy atados con aquellas sus mantas muy finas y de ellas sus camisas
raices, y de estas raices y cortezas de árbo- ó manera de vestidos que usaban, y de llevar
les teñidas con tinta negra, y otras desolla- en los carneros, por ser muy grandes, sus
das que quedaban blancas, hacian lazos ^ y cargas de tres y cuatro y cinco arrobas, y
señales ó follajes como pinturas por la parte de ir en ellos por los caminos cabalgando, y
de dentro, que no parecía sino que eran de al cabo también de comer su carne. Aves
otra hermosa y pintada materia. Otras ador- que habían hecho y tenian domésticas, mu-
naban con carrizos mondados y muy blan- chas abundaban en muchas partes, como ya
cos, que son unas cañas muy delgadas y de- parece haberlas llevado de acá en España y
licadas, y de ellos hacian sus labores y lazos aun en Francia. ítem, el marido trabajaba en
muy graciosos, que pintaban ó parecían pin- las labranzas y cosas del campo, pesquerías
tadas las casas; por de fuera cubríanlas de y cazas, como está contado; traía la madera
paja muy delgada y muy hermosa y odorí- y los otros materiales para hacer sus casas y
fera, que según arriba ya dijimos la habia, edificios, y él por sus manos y por su artifi-
que esto que ya los ganados la han destrui- cio hacia su morada, y todas las otras cosas
do en esta isla. Yo vide casa de éstas, hecha que como á hombre le pertenecían ó tocaban;
de indios, que vendió un español á otro por lo que no tenian dentro de su casa, íbanlo á
seiscientos castellanos ó pesos de oro, que comutar con otros vecinos lejos ó cerca por
cada uno valía cuatrocientos y cincuenta ma- cosas que ellos tenian y por aquellas lleva-
ravedís. En la Nueva España, y por más de ban. En estas islas comutaban sus cosas lar-
quinientas leguas al rededor de México, ha- gamente de esta manera: que si yo tenía una
cian las casas de adobes y madera y cante- cosa por preciosa que fuese, como un grano
ría muchas y en la Florida y en Cíbola. En de oro que pesase cieut castellanos, lo daba
el Perú, de gran cantería y quasi como for- por otra que no valia sino diez, y esto acos-
talezas fuertes y muchas de edificios admi- tumbraban mucho en los juego de la pelota:
rables, como abajo se dirá más luengo '. Cerca cada uno ponía lo que tenia, no curando si
de las posesiones mayormente la i)otísima ^ era más ó mayor. De estas y de otras mane-
según natura, porque más necesaria y es la ras a'lquirian pecunias ó cosas que le valían,
que con el agricultura se alcanza (conviene que es una de las solieitudines que el padre
á saber) las labranzas y fructos de la tierra, de familia debe tener, según el Filósofo,
aves y caza del campo y pescados del agua, 1." Etílica, j en la Económica^ y así adquirían
que son las riquezas naturales para mante- sus posesiones, como parece en la Nueva Es-
ner á sí y á sus hijos y familia, tuvieron, paña, donde por dineros tienen y usan el
como arriba se ha mostrado, grande abun- cacao, que .son unas almendras, y en el Perú
dancia. En estas islas todo lo hallaban y cierta yerba que llaman coca, que por mone-
traían del campo á cada paso, excepto el pan da también tractan, por la mayor parte; pero
del ca^abi, lo cual, como se dijo ®, sembra- en todas estas Indias de conmutaciones ' tro-
necesidad — en ellas diez, veinte y más vecinos. '
así otras muchas —
partes. * aves domésticas que
—
'
^ muy hermosos
*
— * los mantenimientos tuvieron. ellos hablan, sacaron en muchas partes, tenian. —
» que es.—' hacian y se. ^ dando.
H. DE INDIAS. —
114 HISTORIADOEES DE INDIAS
cando unas cosas con otras, como en todo el '
todos lo usaban llama Plinio felices ó más pechos; andaban con báculos en las manos;
felices, que fue (según Homero) en los tiem- su comida era de lo que comunmente comen
pos cuando florecía Troya, algunos por cue- los pastores; abundaban en estaño y plomo,
ros de vacas ó bueyes ú otras bestias, otros por lo cual en griego se llamaban Cassiteri-
por hierro, otros por las cosas que tomaban des, según Herodoto, libro 3." Estos me-
en las guerras, compraban lo que hablan tales y cueros de los ganados daban y con-
menester y les faltaba. Y maravillábase Ho- mutaban á los que venían á tractar con ellos,
mero, según dice Plinio, que el oro pusiese que les traían tejas para cubrir las casas y
tal estimación en las cosas que se diesen ó sal y vasos de cobre ó fluflera y otras cosas
trocasen cien bueyes por unas armas de oro,
'
que á ellos les faltaban, como Strabon dice.
como hizo Glauco con Diomedes. Otros dicen
que Grlauco dio á Diomedes las armas que
tenia de oro, y Diomedes dio las de cobre
"^
CAPÍTULO XLIV
ó metal que llaman fluflera; otros dicen que
trocaron las armas de metal por nueve bue- En el cual se prosigtce la misma onateria de
yes. Este Grlauco fué hijo de Hippolocho y como estas gentes tienen prudencia econó-
nieto de Velleroponto, rey de Ephira, ciudad mica.
de Laconia, provincia de Achaya e de Pelo-
poneso, según Servio en el 4." de las Geór- Prosiguiendo el intento, la mujer por or-
gicas. Diomedes fué rey de Aetolia, región den é imp>erío del marido se ocupaba y en-
de Grecia, que peleó con Eneas. En España, tendía en todas las cosas pertenecientes á las
entre las naciones que se llamaban lusitanos, mujeres 3, que son de dentro de sus casas,
que son los portugueses, y quiza Lusitania con solicitud y diligencia. Esto era amasar
se extiende ó comienza desde Extremadura, su pan, curar sus gallinillas y otras aves sí
usaban de tres comutaciones, que es dar unas las tenían, ir por agua al rio, guisar de co-
cosas por otras, porque daban pedazos de mer, hilar, tejer algodón para hacer sus ca-
plata por lo que habían menester, como tes- misas y mantas que usan por vestidos, y unas
tifica Strabon en el 3." de su Oeografía^ pero que llamaban naguas, con que se cubrían las
principalmente se usaba conmutar las bestias mujeres desde la cinta hasta la medía pierna,
de cuatro pies por otras cosas, quasi como por faldillas en esta isla, y las como redes
más común moneda, porque debían ' de darse que decían hamacas, en que dormían, hechas
á criar ganados * á los principios como pa- harto con lindo artificio. Tenían también
rece de Abraham y de los ^ primeros padres. grande cuidado y mayor que otras mujeres
De aquí dice Plinio que procedió aun en de criar y regalar sus hijos; los maridos en
Roma constituir las penas en ganados, como ínstruillos en los oficios y en las cosas de sus
penas pecuniarias, según las antiguas leyes.
*^
costumbres y ritos, así en su religión y culto
De esto Plinio, libro 33, cap. 1.". Asimismo divino como en las de su policía; i)orque esta
en las islas Cassiterides ó Cattiterides, que es la gente del mundo que más ama y se des-
según Plinio, libro 4.°, cap. 20, y Estrabon haga (porqiie así lo digo) por sus hijos, y por-
en el fin del libro 3." '', eran diez islas que que no tenían esclavos comunmente, sí no
estaban frontero del puerto de la Coruña ó eran los señores y reyes; las mujeres y los
del cabo de Finisterre, que es en * Galicia, hijos todo lo que había que hacer dentro y
de las cuales hecimos mención en nuestra fuera de casa suplían según lo que á cada
general historia 9, aunque según parece que uno pertenecía, ayudando á los padres y ma-
atina Plinio "^ eran las Canarias, pero mejor ridos que hubieran de hacer los esclavos sí
parece que siente Strabon, porque dice estar los tuviera, como dice el Filósofo en fin del
sexto libro de las Políticas, conviene á saber:
' ó comprasen. —
» de cobre ó de metal que llaman
que necesario es á los j)obres usar de sus mu-
fluflera. —* —
de hace de tractar. * en los tiempos pri- jeres é hijos, así como de ministros, porque
meros.—" padres.— 8 leyes.—' estaban.-» Vizcaya. no tienen facultad para comprar ó tener es-
— ' se hundieron ó son las Canarias.—'" habia pero
yo creo que estaban más cerca de la costa de Espa-
ña como parece por lo que dijo ¡Strabon, la descrip- • por,— 5 á ellos les falt.— ' con solicitud y dili-
ción que lleva Strabon y dice estar al Norte. gencia.
FR. BARTOLOMÉ DE LAS CASAS 115
clavos: Nam pauperihus necesse est uíi mu- y por esto no hay necesidad de pecunias ni
Ueribus ct pneris tamqnam ministris, quuní dineros, como no les falte nada, y esto es lo
servos non habent. Pero los que entro ellos que el Filósofo dice en el ?>." de las Etílicas,
alcanzaban á tener esclavos, como en al- (¡ue el fin do la Económica (conviene á saber)
gunas partes de la Tierra Firme (porque en do los trabajos y solicitud del marido y de
esta isla ninguno hovo entre los indios) era la mujer es allegar riquezas, dol
marido ad-
tanto el amor y buen traetamiento que les quirillas mujer giuirdallas, y tamliion
y de la
tonian y liacian, que muy
poco difirian de ayudallas á ^ ganar por los actos á ella pro-
ios ju'opios hijos, así en porque
los trabajos, porcionados, porque con éstas es proveída,
eran moderantísimos, como en la familiaridad sustentada y prosperada y felice la casa, que
que les mostraban, y no por eso los esclavos es el otro fin [Jiincipal de esta comi)añia del
eran insolentes ni sesoberbecian, como de su marido y do la mujer, para que so ayuntaron,
naturaleza sean los siervos y los libres liu- cuanto más que la i)ecunia no solamente con-
milísimos y mansuetísimos antes entraña- , sisto y es en los dineros, ni se entiende ])or
blemente amaban como á padres y hermanos solos los dineros, sino que por todo aquello
á sus señores, y los servicios que hacian con que puedo valer ó ser estimado por dineros,
tanta simplicidad y diligencia y alegría, los como el Filósofo en el principio del libro 4."
obraban como si fueran los provechos para si de las Etílicas determina Después que los
.
mismos, por lo cual nunca era menester po- hijos eran crecidos ayudaban á los padres
y
nerles la mano de castigo. En algunas partes á las madres en los trabajos y oficios que te-
tenían sus haciendas ó i)eculios con sus mu-
'
nían, y enseñábanles cómo en todo por sus
jeres é hijos pro}das como los otros vecinos trabajos é industria habían de vivir. Llega-
libres, salvo que cuando el señor habia me- dos á la edad do casarlos, los casaban con-
nester que se hiciese algo en su casa ó ha- forme á sus costumbres y con sus acostum-
cienda ó algún servicio, aquellos lo hacian. bradas cerim<mias concertaban sus matrimo-
Otros residían continuamente en casa del se- nios, de los cuales abajo se dirá. Las muje-
ñor, y eran cuasi ni más ni menos que los res obedecían á sus maridos en suma manera,
liijos, puesto que siempre aquestos obraban porque de su naturaleza todas aquellas gen-
las cosas que se habían de hacer para servi- tos, más que nación del mundo, son á sus
cio de los señores. En la isla de Cuba era mayores, las mujeres a sus maridos, los hijos
esto mejor que en otra parte, porque cuando á sus padres, los siervos á sus señores, los
pasó la gente de esta isla Española, y poco á subditos á sus reyes, príncipes y principales,
poco sojuzgó á la de aquella, que era xana gen- obedientísimos. Conformidad y unanimidad,
te simplicísíma y mansuetísima la misma , paz y amor entre marido y mujer, nunca ma-
que la de los Lucayos de que arriba en el ca- yor ni quiza tanta en gente se vido, porque,
pítulo habemos hablado y hablaremos, como arriba muchas veces se ha dicho, todos
placiendo á Dios, adelante; tuviéronlos como son de su naturaleza mansos y pacíficos,
por esclavos y llamábanlos exbuneyes, la amadores y reverencíadores de los suegros y
penúltima sílaba luenga, pero ninguna ó suegras y deudos como á sus padres mismos;
cuasi ninguna diferencia era entre los
'^
hacerse injuria el uno al otro por cognosci-
hijos y aquellos que habían sojuzgado. Y míento ilícito de otra tercera persona muy
porque todas las gentes de estas tierras no pocas veces y muchas menos que en otras
tenían buey que arase, como dice el Filó- naciones acaecía. De esta manera crescian, '^
dianas gentes eran por sí cuanto era posible sin tomar á nadie lo suyo, antes en toda quie-
en las cosas necesarias á la vida y propaga- tud y sosiego, amor y paz y en alegría vi-
ción y conservación. Pues las gentes que de vían; y es verdad que algunas veces á los
la manera susodicha gobernaban y reglan mismos españoles que mal tractaban y trac-
y '
proveían sus casas y familias '^, maniíiesto es taron estas gentes oí decii-, no pudíendo ne-
que cognoscian el fin de sus ayuntamientos; gar la tranquila y modesta y alegre vida de
hacían y hacen, tenían y tienen artificiosa y estas gentes, su bondad natural, su humil-
diversamente sus casas materiales hechas por dad y su mansedumbre, placabílídad y afinen-
sus manos conforme á sus necesidades j aun cía de lo que habían menester y su conten-
á su placer, así fuertes como curiosas y de- tamiento, decían, digo, ¡oh qué gentes eran
leitosas, sus posesiones y riquezas naturales estas tan bien aventuradas si cognosiñeran á
y aun artificiales, con que estaban y tenían Dios! Pues todas las obras susodichas es ma-
proveídas * y mantenidas sus familias y nifiesto hacellas y procurarlas y ordenarlas
abundantes, así de la agricultura, de las ca- como medios á su fin aquestas gentes ]>or
zas y pesquerías, como de otras cosas de gran- consideración, discurso, inquisición, juicio,
jerias de oficios y artificios, haciendo los consejo, imperio y orden de razón, con deli-
hombres las operaciones humanas que como á beración, elección y aprobación y prosecu-
hombres les eran y son propias, y las muje- ción y expeiieucía, que todos son actos de
res las suyas: ellos adquirir é granjear por buen entendimiento y de voluntad adguiada
de fuera; ellas trabajar y gobernar y guardar y regida y corroborada''* por la lumbre racio-
lo que se traía de dentro; ellas, en nutrir nal ó intelectual del entendimiento; luego
y
criar con suma diligencia los hijos; ellos, des- aquestas gentes tuvieron y tienen la pruden-
pués de criados, doctrinallos en sus costum- cia segunda económica, paterna, doméstica
bres, ínformallos é ínstruillos en lo que ade- ó familiar (conviene á saber) supieron 3^ sa-
lante habían de hazer cada uno en sus oficios ben bien y ordenadamente regir, gobernar,
y ejercicios; sembrar ^ los mahíces y los
ellos, conservar y acrecentar sus familias y casas,
otros panes, poner los algodonales y otras y por consiguiente, son hombres humanos,
plantas y arbustas ^ plantas ó arbolecillos de razonables, intelectivos y que producen actos
que sacaban materia como de cáñamo ó lino; que verdaderamente son humanos guiados
eihis, cardallo, liilallo, tejello y cosello ¡jor por buena razón. La prueba clara de esto y
harta industria y artificio, de"^ lo cual á sí su confirmación no es menester adevínalla,
mismas y á sus maridos y hijos, según sus pues por los ojos vemos tan notorios efectos.
necesidades y á su manera, vestían, donde la Estos son las grandísimas multitudes de gen-
tierra lo requiria por ser fresca ó fría; pero tes, casas, barrios, lugares, ciudades que por
en estas islas por ser más calientes que frías todo este orbe ^ tan espesas y multiplicadas
vestirse cosa alguna sino eran las mujeres, hallábamos, porque si en el regimiento de
como se dirá, no acostumbraban, y otras mu- sus casas y familias (q\ie son, arriba dejimos,
chas cosas por industria, diligencia, solici- la sustancia de las ciudades) no hubieran
tud, artificio y estudio que los maridos usado de buena razón y regídose por ella, no
y
mujeres é hijos y siervos, donde los había, fuera posible mucho tiempo en aquel con-
ejercitaban y hacían, con que tenían, como cierto y orden (como por lo dicho parece) las
dicho es sus casas y familias suficientes,
, casas ó familias sustentarse, y por consi-
abundantes, prósperas, acrecentadas, multi- guiente, tanto ni en número tan inmenso,
plicadas y proveídas, y por consiguiente, al- ordenado y multiplicado haber crecido (como
canzaban el fin de la económica compañía, dejimos hablando de la ijrímera prudencia
y
así cuanto á esto según su manera
y lo que monástica) como hallamos y hoy las hay
de este mundo querían, eran bíenaventura- donde quiera qtre no las han destruido nues-
' 8U8.—
» conviene á saber, cognoscian el fin. — 3
abundantes sos.—* el algodón.— ^ de que sacaban.
y '
proporcionaban los medios. — 'y clarificada.
3 hallamos.
FR. BARTOLOMÉ DE LAS CASAS 117
tros cristianos,tantos y tan grandes reinos no puede suplir. La segunda, cuanto á los
tan llenos de tantas y tan numerosas, egre- bienes morales, que son las virtudes; porque
gias y ordenadas polDl aciones y po|míísimas por el poder público que llamamos ejercicio
ciudades y tantos tiempos en orden y policia y ejecución de justicia, los mancebos inso-
sustentadas y perpetuadas; ¿'jué mayor argu- lentes y que salen traviesos y desconcerta-
mento de lo que pretendemos se puede dar? dos, que turban las partes de la ciudad, que
y que sean de luengos y antiquísimos tiem- son los vecinos de ella, por el miedo de la
|)0s perpetuadas parece claro, porque tanta pena suelen ser constreñidos á vivir ordena-
inmensidad do pueblos y naciones no se pu- dos, á los cuales las amonestaciones paternas
dieron multiplicar sino en longísima cuanti- no bastan á corregir y concertar, y también
dad y número de años. Luego estas indianas los homlires nocivos y dañosos forasteros ó
gentes de estas nuestras Indias occeanas, gen- de otras naciones no se atreven á ser inquie-
tes de buenos juicios, ingenios y entendi- tos, á hacer agravios y violencias, robos
'
y
mientos son, prudentes, humanas y bien ra- otros daños ,como se atrevieron a una ó á
cionales, y con esto cerremos lo que á estas pocas casas, como son las de los barrios ó
naciones de est« orbe toca de la segunda pru- vicos á una * multitud grande, como es la
dencia económica. de la ciudad; así, que visto cómo estas na-
ciones destas Indias son bien intellectivas y
racionales por razón de saber bien regir y
CAPÍTULO XLY gobernar sus casas, que son los primeros
elementos y principios, ó quizá segundos de
De como los indios vivían en buena los aj^untamientos y poblaciones grandes de
sociedad. hombres que llamamos ciudades, inquiramos
de aquí adelante si lo son por razón de ser so-
Y porque para cumplir con las necesida- ciales y naturalmente inclinados como todos
des de la naturaleza humana y que la vida los hombres á vivir en compañia, y en los
de los hombres sea cumplida y perfectamen- ayuntamientos grandes si saben ó sabían ^^
te ayudada y socorrida de la suficiencia de antes que á ellos viniésemos, regirse ó go-
las cosas que para totalmente no sólo vivir, bernarse. Para esto mejor declararse debe-
pero bien vivir, le son necesarias, no le bas- mos presuponer lo que dice Aristóteles en el
ta la primera compañía, cuyas partes es el principio del segundo libro De Repühlica
hombre, y la mujer, y los hijos, y las pose- (conviene á saber), que ala perfecta policia
siones que llamamos la económica, sino que pertenece que los hombres vivan en ella á
también ha menester tener otras cosas que toda su voluntad. La razón es porque la vo-
le causen perfecta suficiencia y le hagan la luntad pretende el fin de la vida humana
vida segura, pacífica j quieta, por ende tie- principalmente, como su principal objeto y
ne el hombre necesidad de la segunda com- materia, cerca de la cual con sus actos y
pañía ó sociedad, que es la perfecta, cuya operaciones negocia, al cual fin se ordena
parte toda su casa es, y por consiguiente ha toda la política conversación, y por tanto,
menester de necesidad la segunda ayuda de según que los hombres estiman del fin de la
que arriba en el capítulo 42 hecimos men- vida humana en diversas maneras, así di-
ción, y ésta es la ciudad y multitud ó gran- versamente sienten y estiman de la conver-
de ayuntamiento de hombres que se hace de sación, de la política ó ciudad. Los que el
muchas casas y de barrios muchos Por esta fin de la vida humana ponen ser las delec-
compañía segunda y multitud junta que lla- taciones ó poder, ó las honrras ó riquezas,
mamos ciudad, como deba ser, según el Filó- sienten yestiman ser aquella bienaventurada
sofo, por sí misma suficiente, perfectamente repi'iblica, y que muy bien está regida y dis-
se provee á todas sus necesidades, teniendo puesta, en la cual los hombres pueden vivir
todo aquello que ha menester para la vida y en deleites ó alcanzar riquezas, honrras, ser
para la buena, segura y tranquila vida, por- poderosos y mandar á otros; pero los que
que por la vivienda en la ciudad ó multitud sienten que el fin de la humana conversa-
de vecinos grande, el hombre es ayudado y ción consiste en aquel bien que es iiremio
socorrido en dos maneras. La primera, en de la virtud, estos tales juzgan la república
cuanto á los bienes temporales y corporales, ó ciudad estar muy bien y perfectamente
según que en las ciudades hay muchos arti- ordenada, regida y ser bienaventuraila, que
ficios y oficios, que son al hombre y á su más aparejada es para vivir los hombres en
casa necesarios, y que una casa ni un barrio ella pacífica y tranquilamente y más sin zo-
religión, donde se vive á toda su voluntad remos algo dello. Bastábales, pues, á estas
reglada, empero con las reglas divinas y de gentes hasta que los visitase Dios enviáudo-
razón, porque los que la vida religiosa gus- les el Evangelio y dándoles su santa fé, tener
tan, que no es otra cosa sino perfecta vida por fin último lo que otras infinitas naciones
cristiana, todo consuelo y contentamiento en el mundo que Dios después trujo para si
alcanzan, y lo mismo gozan todos aquellos por fin tuvieron (conviene á saber), vivir en
que con simplicidad buscan y tienen por fin paz cada uno 2, estando con lo suyo conten-
á Dios donde quiera que estuvieren y en to, cerca de lo cual dice Sant Chrisóstomo
cualquiera estado de los aprobados que vivie- sobre Sant Matheo, cap. 10, homil. 33: Gen-
ren, reservando siempre algunos privilegios tibiis satis ad anücitiam est unius esse civi-
tendimiento (conviene á saber), la contem- das estas Indias viviesen comunmente quie-
plación de las sustancias separadas ó espiri- tos y en paz entre sí, al menos todos los po-
tuales y cosas divinas (como tracta el Filóso- pulares, que ninguno hacia daño ni agravio
fo en el 1." de las Etílicas ),]}xies que aun mu- al otro sino por maravilla (como abajo pare-