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Las creencias suelen ofrecernos un sistema de comprensión del
mundo.
Tres caracteristicas esenciales de las creencias:
Ejemplos de creencias:
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“Romper un espejo trae siete años de mala suerte”, “El alcohol te
mantiene caliente”, “Los magos eran tres y eran reyes”…
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adaptación al medio, de comprensión y de crecimiento. El problema
es que, con frecuencia, las creencias radican en el inconsciente y por
eso es dificil detectarlas… y, desde el incosciente, las creencias
determinan nuestra vida y nuestras elecciones. Otro problema es el
apego a las creencias, apego que genera fanatismo y nos impide
movernos y crecer: las creencias se convierten en cárcel.
Toda creencia es, en el fondo, un intento por calmar la angustia que
nos produce vivir en un mundo desprovisto de más sentido que
aquél que nosotros mismos le otorguemos. Una creencia responde a
la exigencia de seguridad de nuestra psique.
La emuná
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Normalmente se traduce el termino hebreo emuná con fe, pero
emuná es un termino mucho más profundo, más amplio y que tiene
un esencial enraizamiento con la vida.
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Su etimología es maravillosa y nos ayuda a comprender su
significado.
Emuná es una palabra hebrea que comparte su origen y raíz con tres
palabras.
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La emuná, nuestra fe, así como también la verdad, es en donde nos
apoyamos, por eso esta palabra tiene la definición de ser un soporte.
Una cosa que sostiene a otra. Una persona fiel (que tiene fe) en
hebreo es ne’emán; una persona que tiene una base de apoyo firme.
Tal vez una de las figuras más impresionantes que esta palabra nos
puede enseñar está en la relación con una madre; em ()ֵאם. Una
madre es la que sostiene y sustenta al bebé. Esta palabra está dentro
de la palabra emuná y el verbo amán.
Consecuencias prácticas
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Un paradigma bíblico fundamental en cuanto a la emuná es
Abraham.
La emuná es la virtud fundamental del patriarca.
Dios llama a Abraham y lo desinstala, para que crezca su emuná.
“El Señor dijo a Abrám: deja (para ti) tu tierra natal y la casa de
tu padre, y ve al país que yo te mostraré” (Gen 12, 1); así empieza
toda la historia de la salvación de las grandes religiones del libro:
judaismo, cristianismo, islamismo. ¡Y Abraham es el patriarca de las
tres! Todo comienza por la emuná de Abraham… si Abraham no
hubiera tenido emuná, hoy no estaríamos acá.
Así también lo reconoce y confirma la carta a los hebreos:
“Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia
el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba” (Heb
11, 8).
Abraham no sabe adónde ir, no sabe adónde va, pero va: tiene
emuná.
Acá notamos la dimensión activa de la emuná: caminar, hacer,
comprometerse. Dios nos entrena en la emuná a través de la vida; es
la vida que me enseña a confiar.
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¿Por qué nos levantamos por la mañana sin saber lo que nos ofrecerá
el día? Por la emuná….
¿Por qué se decide tener un hijo, cuando sabemos que no la tendrá
fácil? Por la emuná…
¿Por qué seguimos creyendo en la bondad de las personas? Por la
emuná…
¿Por qué seguimos viviendo, haciendo cosas, construyendo casas y
relaciones, cuando sabemos que tendrán un fin? Por la emuná…
Esta emuná que se nos regala de fábrica es una semilla que estamos
llamados a desarrollar, es la semilla de mostaza que se convierte en
árbol de vida, donde anidan los pájaros.
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Cuando estoy sin fuerzas y sin ganas… ¡emuná!
Cuando no me entiendo y no entiendo a los demás… ¡emuná!
Cuando no le encuentro sentido a la vida y a las cosas… ¡emuná!
Cuando me atrapa una tormenta emocional… ¡emuná!
Cuando mi mente está inquieta… ¡emuná!
Cuando me visita la ansiedad o la angustia… ¡emuná!
Cuando estoy enfermo… ¡emuná!
Cuando me critican y calumnian… ¡emuná!
“Uno tiene que luchar contra la ansiedad, contra los miedos. Estos
son pensamientos erróneos, son pensamientos de falta de emuná.
¡Uno tiene que luchar por su emuná! Uno tiene que negarse a
resignarse: ¡yo no tengo miedo! Tengo un papá en el cielo que me
ama. Y un verdadero padre solamente hace bondad con su hijo. Un
verdadero padre no le hace cosas malas a su hijo. Yo sé que mi padre
divino solamente hace el bien conmigo. Y yo sé que Él siempre me
va a traer cosas buenas a mi vida. ¡Tenemos que luchar! ¿Y cómo
luchamos? Con pensamientos de genuina emuná. Tenemos que
luchar y arrancar las malas hierbas de la falta de emuná”.
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La emuná no sustituye, ni anula las creencias y la fe, sino que las
asume y trasciende y las ubica en su verdadero significado y
proceso.
La emuná precede las creencias y la fe, las sostiene y las trasciende.
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