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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

Tesis de Licenciatura
“Las redes sociales en la construcción de la
subjetividad e identidad de la época”

Estudiante: Nicole Daiana Davidovich

LU: 387953670

Tutora: Mónica Graciela Gurevicz

DNI: 12498854
Indice

Introducción ......................................................................................................... 3
Objetivos ............................................................................................................. 4
Objetivo General .............................................................................................. 4
Objetivos específicos ....................................................................................... 4
Metodología ......................................................................................................... 5
Planteo del problema .......................................................................................... 5
Estado del arte .................................................................................................... 7
Marco teórico ..................................................................................................... 13
Desarrollo .......................................................................................................... 25
Corporalidad y narcisismo en las redes sociales ........................................... 29
La representación virtual del sujeto ............................................................... 32
Nuevas formas de vínculos en el espacio virtual. ¿Una posible explicación
freudiana? ................................................................................................... 25
Conclusión ......................................................................................................... 33
Bibliografía ........................................................................................................ 34

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Introducción
El siglo XXI está signado por los avances tecnológicos y la proliferación
de las telecomunicaciones a gran velocidad. La influencia de este fenómeno en
la construcción de las identidades y las interrelaciones es harto evidente. La
aparición de la web 2.0, el uso generalizado de las redes sociales y su
implicancia a este respecto han sido estudiados por muchos autores desde
diferentes disciplinas. En el ámbito académico son moneda corriente los trabajos
desde las perspectivas de las ciencias sociales, la crítica cultural y la
antropología. No obstante, los desarrollos desde el marco psicoanalítico resultan
escasos.

En el presente trabajo nos preguntamos por qué sucede esto. ¿Acaso no


concierne al psicoanálisis el modo en que las subjetividades emergen en las
redes sociales? ¿Por qué existe cierta preponderancia a considerar el estudio
de las redes sociales desde su uso? ¿Es posible aplicar los conceptos de la
teoría psicoanalítica al estudio de las redes sociales?

A lo largo del trabajo se abordaran estas cuestiones. Se trata, por un lado,


de elaborar un marco teórico que nos permita explicar los nuevos modos de
subjetividad que emergen del uso de las redes sociales desde una perspectiva
psicoanalítica preguntándonos de qué manera circulan el deseo y las pulsiones
a través de la web 2.0 y cómo se ubica el sujeto respecto del Otro en dicho
contexto. Asimismo, se intentará relacionar la lectura psicoanalista de las redes
sociales con discursos de otras disciplinas más difundidos a este respecto.

Objetivos

Objetivo general
• Analizar si es posible aplicar algunos de los conceptos de la teoría
psicoanalítica en el estudio de las redes sociales y si dicha aplicación
contribuye efectivamente a los estudios de otras disciplinas en torno a
dicho fenómeno.

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Objetivos específicos

● Describir las características de las redes sociales dentro de un entorno de


realidad virtual.
● Entender el concepto la subjetividad dentro de la Red en el que el sujeto
“se crea a sí mismo”.
● Analizar los motivos por los que el individuo proyecta su yo y crea
determinada imagen de sí mismo, en el espacio virtual.
● Comprender por qué los usuarios de las redes sociales buscan la
aceptación del otro y cómo lo llevan a cabo.
● Indagar acerca de cómo se construye la “Identidad” y el concepto de “self
en el mundo virtual.”

Metodología

Esta investigación tendrá un enfoque metodológico cualitativo, el cual busca


comprender la realidad desde las interpretaciones que realizan los sujetos sobre
ella. Se analizará en profundidad el tema de las redes sociales, la subjetividad y
la imagen sin recurrir a datos numéricos y estadísticos.

Asimismo, el tipo de investigación será descriptiva y explicativa, ya que


pretende describir situaciones y eventos, cómo son y cómo se presentan
determinados fenómenos y las tendencias de un grupo o población. Se hará una
descripción del tema que se ubica dentro de una realidad virtual. Interesa
también explicar por qué ocurre este fenómeno y en qué condiciones se da éste,
intentando determinar las relaciones causales entre los eventos, sucesos o
fenómenos estudiados. Se analizarán las razones por las los sujetos se
comportan de determinada manera dentro de la dinámica de las redes sociales.

El método de investigación será el del análisis documental, por lo cual se


recurrirá al análisis de fuentes secundarias bibliográficas como libros, revistas
especializadas, ponencias, artículos de interés y teorías más relevantes acerca
del tema a tratar.

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El diseño de la investigación será no experimental ya que se manejará en el
ámbito teoríco donde no habrá ningún tipo de manipulación de variables.
Además, será un estudio transaccional ya que se explora el tema en un
determinado momento sin establecer un período temporario del que se haga
seguimiento.

Planteo del problema


En la actualidad, la tecnología se encuentra completamente integrada en
nuestra vida diaria. La adopción, penetración y omnipresencia de los dispositivos
digitales no implica un fenómeno cuantitativo, una mera posesión incremental de
tecnología, sino que modifica la cualidad de las relaciones humanas en la
sociedad contemporánea. La amplia distribución de lo digital, su customización
(la oferta digital ajustándose a las demandas de cada persona) y la posibilidad
de conexión permanente que crean, contribuyen a reconfigurar varios aspectos
de la vida social así como la forma contemporánea de subjetivación del individuo,
tal como indica Vogler (2015) desde el campo de la comunicación social.

Atravesamos una época en que las redes sociales, plataformas virtuales


que conectan a personas a través de Internet por medio de mensajes inmediatos
o mediados, han permitido el surgimiento de una nueva capa de “realidad dentro
de la realidad” y la aparición también de identidades virtuales. Al self de la
socialización se suma ahora un self diferente, virtual, el Avatar, la representación
del self en el entramado de relaciones virtuales. Vicedo Conca (2016), magister
en comunicación social de la Universidad de Islandia, explica que en la cultura
mediática los medios de comunicación y las tecnologías logran moldear
subjetividades y modos de ser en la vida en sociedad. Con la llegada de Internet
“el cuerpo físico se separó del yo.” Con esta incorporeidad, sumada a la
posibilidad de anonimato que ofrece el contexto virtual, se dan las condiciones
ideales para crear diferentes identidades o identidades alternativas.

Esto acontece en el contexto de un nuevo paradigma, según Vicedo


Conca, (denominado por algunos autores “prosumo” o “prosumption”) según el
cual el auge de las tecnologías digitales elimina las barreras que separan la
producción del consumo, en referencia a contenidos, textos y discursos. Esto

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modifica conceptos antes trabajados por la sociología y la psicología como los
de agencia y subjetividad. A diferencia de una era previa, donde la dimensión
subjetiva y emocional de una persona era confinada al contexto de la vida
privada o de las relaciones primarias que uno mantenía con personas cercanas,
hoy estamos inmersos en una cultura de comunicación masiva fuertemente
subjetivada, narrada desde el Yo, cargada de intimidad, que permea la vida
social compartida a través de los dispositivos de Internet.

Es mucho lo que se ha dicho sobre la nueva subjetivación y socialización


que posibilita el entorno digital desde miradas sociológicas, antropológicas y
diferentes escuelas psicológicas. No obstante, no son muchas las elaboraciones
que investigan esta “nueva realidad” desde un enfoque psicoanalítico sobre este
tema.
El término sujeto es y ha sido empleado por muchas disciplinas con distintas
acepciones. Cabe, por tanto, en este punto, aclarar qué se entiende por sujeto
desde el psicoanálisis. De acuerdo con Lacan (2007a),

El sujeto que nos interesa, sujeto no en la medida en que hace el discurso,


sino en que está hacho por el discurso, e incluso está atrapado en él, es
el sujeto de la enunciación (p. 53).

A este respecto, surge desde el psicoanálisis la siguiente pregunta: ¿hay


sujeto en las redes sociales? En este trabajo se propondrá avanzar en pensar la
subjetividad en la era digital con todas sus especificidades, y hacerlo desde el
psicoanálisis, el andamiaje teórico inaugurado Freud. Se considerarán, para este
fin, algunos conceptos desarrollados por el mismo Freud y por Lacan, que se
pondrán en diálogo con los discursos sobre redes sociales elaborados desde
otras disciplinas, como las ciencias de la comunicación, la sociología y la
antropología.

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Estado del arte

Existen diversos trabajos que, desde diferentes disciplinas, analizan la


construcción de la subjetividad en las redes sociales. A continuación se dará
cuenta de aquellos que consideré pertinentes como estado del arte para el
desarrollo de este trabajo.

Trabajos sobre redes sociales elaborados desde las ciencias sociales

Para comenzar, Carlos Arcila Calderón (2010), Doctor en Sociología por


la Universidad de Salamanca, en su Tesis doctoral “La presentación del sí-
mismo en los entornos virtuales Comunicación, alteridad e identidad en chats,
blogs y redes sociales”, analiza el tema de la presentación personal en los
entornos virtuales, desde la comunicación, identificando los componentes
identitarios a los que se recurre para hablar de uno mismo y la relación que tiene
“el-otro”. La metodología utilizada fue la investigación de campo donde se
realizaron experimentaciones en Chats y se analizó el contenido de material
discursivo extraído de Blogs y Redes Sociales, aplicando cuatro técnicas de
obtención de datos: experimento, encuesta, análisis de contenido y autoinforme.
Como conclusión, asegura el autor que la presentación narrativa del sí mismo es
esencial para entender las descripciones que se hacen sobre uno mismo en los
contextos virtuales de comunicación. Existen determinadas categorías
identitarias que mejor definen al sujeto durante una interacción virtual como
gustos, preferencias, pertenencias, distintos tipos de respuestas o estilos de
conducta, que implican que se realiza un esfuerzo comunicativo para la
elaboración de categorías identitarias que generalmente cambian con el tiempo
o en la misma interacción.

Desde las ciencias de la comunicación, Serrano-Puche (2016) analizó la


exposición de la emocionalidad en Internet, el que considera que es un nuevo
campo de investigación hasta hace diez años inexplorado. Su propósito es hacer
un análisis de la dimensión digital como un espacio en que se activan y expresan
fuertemente emociones. Internet es una tierra fértil para una gran diversidad de
comunicaciones de un grupo también amplio y diverso de personas. Gran parte
de la comunicación en las redes tiene un carácter emocional, que refleja

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sentimientos inmediatos, pero que guarda el interés, adicionalmente, de que
todos los actos de comunicación quedan registrados, lo que vuelve más fácil su
análisis. A partir de eso se despliegan una gran cantidad de artículos (desde
diferentes escuelas psicológicas, no necesariamente desde el psicoanálisis) que
se proponen diseccionar cada emoción que tiene cabida en las redes. En esta
misma línea, Pantti & Tikka (2014) estudiaron la empatía, a partir de la capacidad
de mostrar pena y pesar por las tragedias de los otros y producir videos de
YouTube a partir de ese sentimiento; Livingstone et al (2014) estudiaron el
malestar frente al encuentro de contenido inapropiado en Internet (sexting);
Sagioglou & Greitemeyer (2014) estudiaron la envidia frente al status de otros
en Facebook; Lin & Utz (2015) estudiaron el odio a partir de la identidad anónima
que permite la mayoría de los foros de comentarios y finalmente Jakoby & Reiser
(2014) estudiaron el duelo y luto por la muerte de seres queridos expresado en
redes sociales.

También desde las ciencias de la comunicación, Nahl (2005) ha hecho


también un análisis sobre la subjetivación y socialización en los nuevos entornos
virtuales y ha concluido que la popularización de estas tecnologías ha permitido
un contacto permanente entre los sujetos. El contacto sensorial es el primer paso
para el establecimiento de una relación emocional entre el usuario y el
dispositivo, que será la base desde la que se proyectarán las relaciones
emocionales del sujeto en los entornos virtuales. La esfera digital a la que se
accede a través de las pantallas es también un espacio donde la dimensión
afectiva de la tecnología emerge y se expresa. Según el autor, Internet es una
“tecnología afectiva”, en el sentido de que es un canal para la expresión de
emociones y participa en la constitución de la subjetividad individual. Posibilita la
fijación de las emociones, transformándolas en inscripciones digitales, objetos
que pueden ser almacenados, gestionados, observados, comparados y
compartidos.

Trabajos sobre redes sociales elaborados desde el psicoanálisis

El psicoanalista Valentino Bistolfi (2015) en su estudio “Redes sociales y


Psicoanálisis”, investigó cómo afecta el uso ilimitado de las redes sociales en la

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subjetividad desde el enfoque psicoanalítico y la estructuración del psiquismo. El
autor plantea interrogantes tales como de qué manera circulan el deseo y la
pulsión del sujeto a través de las redes sociales y cómo se ubica el sujeto
respecto al deseo del Otro en las redes sociales. Como metodología lleva a cabo
un análisis teórico relacionando las nociones de Internet, Redes Sociales, y
Facebook, con conceptos psicoanalíticos aportados por Freud y Lacan en cuanto
a la estructuración del psiquismo. También aborda el tema desde lo teórico-
clínico con el análisis de una película que describe posicionamientos subjetivos
respecto al uso de las redes sociales. Finalmente, llega a la conclusión de que
el uso ilimitado de las redes sociales puede generar efectos de desubjetivación.

En su tesis de grado de la carrera de Psicología de la Universidad de


Buenos Aires, denominada “Adolescencia en la actualidad: la era de las redes
sociales y el espejo.”, Julieta Aguirre (2016) explora el concepto lacaniano de
“Estadio del Espejo” y su uso en la actualidad en las nuevas maneras de
vinculación de los adolescentes a través de las redes sociales, considerando la
desproporcionada importancia otorgada a la imagen, en contraposición con una
deficiencia en lo simbólico. El enfoque metodológico se realizó partiendo de una
investigación bibliográfica que posibilite relacionar los conceptos principales. El
estudio tiene un carácter exploratorio y desarrolla los conceptos de adolescencia,
estadio del espejo, narcisismo, articulados con la época actual, donde el uso de
las nuevas tecnologías adquiere gran importancia. El estudio es también de tipo
descriptivo. Concluye la autora que las redes sociales ocupan el lugar de
suplemento imaginario debido al déficit simbólico, a fin de cubrir una una
ausencia o una falla.

Otros autores como Gabriel Artur Marra e Rosa, Doctor en Psicología de


la Universidad de El Salvador, en su publicación “Estetización del self en redes
sociales: contradicciones humanas y producción subjetiva contemporánea”
analizan los sentidos que los usuarios de las redes sociales de internet.
Atribuyen al fenómeno de la estetización del self, derivado del proceso de
negociación de identidades entre sus participantes, con el objetivo de unir
esfuerzos para poder superar la dicotomía entre concepciones dispares de las
identidades en el ambiente de redes sociales y proveer una concepción que

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favorezca la operacionalización de esta categoría de estudios. La metodología
se llevó a cabo como una investigación cualitativa con base en entrevistas
semiestructuradas con usuarios del Facebook. Como conclusión, el autor pudo
comprobar la existencia de un proceso dialéctico de producción subjetiva entre
los usuarios de las redes sociales. Las repercusiones de la estetización del self
son la expresión de las contradicciones de las personas por medio de los
recursos audiovisuales de las redes sociales. Esto vuelve a los sujetos más
visibles e interactivos, así como más capaces de evidenciarse a sí mismos y a
los otros dentro de una trama intersubjetiva de las redes.

Por su parte, Graciela Brodsky (2016), psicoanalista argentina de


orientación lacaniana, hace un “elogio” de la virtualidad y responde a los
cuestionamientos de quienes sostienen que las redes sociales, al aislar a los
individuos en los confines de su pantalla, retraen las posibilidades de
socialización y comunicación cara a cara. En primer lugar, sostiene en este
escrito en el marco de las Jornadas Anuales de la Escuela de Orientación
Lacaniana, que en la crítica a la era digital hay una cuota sospechosa de
nostalgia e idealización del tiempo pasado. Traza el paralelismo de lo que
pudieron haber sentido los otros mayores de esa época con el surgimiento de la
tecnología del teléfono, que venía a destruir el embelesamiento con lo epistolar
y a reemplazarlo por una oralidad más informal en que las palabras “se perdían”.
Según la autora, la creencia de que sin las pantallas las relaciones entre padres
e hijos, entre parejas y amigos serían más fluidas y armónicas es ingenua y
desconoce principios básicos del psicoanálisis, como que nuestro acceso a la
realidad está siempre velado, el Otro está siempre tachado y la relacion sexual
no existe. La realidad no es completa ni armónica y trasladar la responsabilidad
de esa constatación a “los dispositivos” es otro mecanismo defensivo para no
reconocer la ausencia en pleno del Otro. La autora se refiere a los dispositivos
como “muletas” subjetivas frente a esta incompletud del cuerpo, ese cuerpo que
se construye como un rompecabezas con mucho esfuerzo y atravesando
diferentes etapas, narradas por Lacan en el estadio del espejo. Para eso pone
el ejemplo del recurso al walkman, en tiempos antiguos, de un joven para acallar
las voces alucinatorias que lo asediaban. Las personas incorporan tecnología a
sus vidas para ocupar ese agujero de lo que falla en la relación entre los cuerpos.

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Como dice la autora, con amor cortés del siglo XIX o con Tinder y sexo virtual
del siglo XXI, la relación sexual es tan inexistente antes como ahora. Lo que hay
son realidades veladas, identidades que se alcanzan a través de la máscara y la
pretensión y relaciones sexuales inexistentes.

Este pensamiento también es compartido por el psicoanalista uruguayo


Ernesto Anzalone (2015) para quien las distintas tecnologías de la comunicación
de todos los tiempos (desde el telegrama al whatsapp, este último el foco del
estudio) son formas de postergar el encuentro con el objeto del deseo,
postergación que en sí misma resguarda la tensión como fuerza vital. Según el
autor, estas aplicaciones son nuevas modalidades de un “engaño a la
imposibilidad”. Al menos, como puede interpretarse siguiendo al autor, nos
hemos desembarazado de la creencia naive de que la represión sexual era la
causa de la imposibilidad, comprobación que se alcanzó al comprobar que la
liberación de los 60s y después no eran capaces de “arreglar” la falla. El autor
introduce en su trabajo un concepto muy interesante que es el de la asunción del
velo a través de los dispositivos; con la pantalla de por medio, las apps nos
permiten acercarnos a la “soledad acompañada”, de esta forma “evitando el
encuentro con el imposible de la relación sexual, de la que cada vez menos
queremos saber, los sujetos se sumergen en una relación celsexual” (2015: 2).

Otra autora que también trabajó la virtualidad desde un enfoque


psicoanalítico es la psicoanalista lacaniana argentina Amalia Passerini (2018).
Comienza su tesis doctoral reconociendo que el uso de la tecnología llegó con
mucho énfasis a los consultorios y esto necesariamente condujo a que los
psicoanalistas tuvieran que empezar a debatir nuevos tópicos y su aproximación
clínica. La autora coloca la atención sobre el cuerpo de la experiencia virtual, que
no es el cuerpo de la materialidad, o más bien es un cuerpo de una materialidad
distinta. Desde el psicoanálisis el cuerpo de las experiencias virtuales es otro y
la autora lo enfoca desde tres dimensiones: el cuerpo narcisista de la imagen en
el espejo, el cuerpo atravesado por la red significante y el cuerpo pulsional causa
del deseo y excedente de goce. Comienza la investigación reconociendo esta
explosión de conectividad y de dispositivos que se comportan como una
extensión de la corporalidad, para luego enfrentarse al concepto de “identidad

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virtual”. La identidad virtual es la forma en que se encarna un sujeto en una
materialidad distinta, lo que permite entender la idea de avatar, de identidad en
red. El avatar posibilita una multitud de operaciones de reinvención sobre la
propia identidad, por ejemplo la elección de cero de un género, una edad, un
estilo y una nueva apariencia, sin las limitaciones que impone el mundo físico.
La autora siempre se mantiene apegada al punto central de su investigación: la
detección de los efectos subjetivos del uso de las tecnologías y el examen del
cuerpo en la experiencia virtual y su singularidad. La inquietud surge de la misma
práctica clínica, a partir de registrar en el decir de los analizantes, el orden de lo
virtual en la causa de una angustia o malestar.

Marco teórico
Conceptos fundamentales del psicoanálisis para el análisis de las redes
sociales
En este apartado, se introducirán algunos de los conceptos de la teoría
psicoanalítica que serán considerados en el análisis sobre las redes sociales.

La constitución del aparato psíquico según Freud


Freud (1978) encuentra el origen de la constitución del aparato psíquico
en las vivencias de satisfacción y dolor del infante. Cabe considerar que éste,
debido a su estado de prematuro inicial, no posee las capacidades y recursos
necesarios para sobrevivir por cuenta propia, por lo que, siendo incapaz de
valerse por sí mismo, depende de la asistencia de otro ser humano capaz de
proveerle auxilio. En su estado inicial, por tanto, el viviente no puede responder
a los propios estímulos internos en pos de cancelarlos, lo cual genera un cúmulo
de excitación que, en un momento determinado, tiende a estallar mediante algún
tipo de descarga motora, principalmente a través del llanto.

De acuerdo con Freud (1978), si el cuidador del infante opera el trabajo


de acción específica en el mundo exterior de acuerdo a sus necesidades, éste
adquiere la capacidad de consumar en el interior de su cuerpo la operación
adecuada para cancelar el estímulo endógeno, consumando una vivencia de
satisfacción cuyas consecuencias inciden directamente en el desarrollo del
sujeto. De este modo, el otro ha de ser concebido como una pieza fundamental

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y necesaria para dicho desarrollo. En efecto, la tarea del cuidador es la de
interpretar el llanto del infante y cancelarlo mediante una acción específica,
cancelando también el estímulo endógeno que causa ese llanto y aplacando la
sumatoria de excitación que lo había desestabilizado. A través de la misma se
produce en el infante una vivencia de satisfacción que ha de quedar inscripta en
el psiquismo del sujeto mediante una huella mnémica que buscará ser revivida
en forma de identidad de pensamiento.

Es a través de este mecanismo, en el que se satisface una “necesidad”


mediante un proceso de interpretación, acción específica y cancelación del
estímulo, entonces que se origina el deseo inconsciente. Es preciso considerar
que dicha satisfacción es parcial, puesto que el proceso en cuestión no puede
ser total, quedando siempre un resto de la necesidad no satisfecha por estar
fuera del entendimiento de quien interpreta la necesidad. Dicho resto tiene como
consecuencia el advenimiento de una vivencia de dolor, que determina que se
genere un monto de afecto dentro del psiquismo. A este último, que será
disociado de la escena y reprimido en el inconsciente, Freud (1993) lo denomina
pulsión.

La noción freudiana de pulsión


La noción de pulsión hace referencia a un concepto que oscila entre lo
somático y lo anímico. Se trata, tal como la desarrolla Freud (1993) de una fuerza
de empuje constante que se encuentra íntimamente conectada a lo corporal y
que requiere de una apoyatura psíquica para expresarse. Asimismo, cabe
destacar que las pulsiones no pueden ser nunca objeto de la conciencia, aunque
sí su representación.

Freud (1993) se vale de la diferenciación entre la sexualidad biológica y


el instinto para construir el concepto de pulsión. En términos generales, la pulsión
se presenta en el sujeto como un estado de excitación que es percibida como
corporal y está dirigida a un fin específico, a saber suprimir un el estado de
tensión. De acuerdo con Freud (1993), es preciso distinguir cuatro elementos
básicos implicados en las pulsiones:

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1. La fuente: Se trata del punto de anclaje de la pulsión en el cuerpo, el
proceso somático de excitación de un órgano o parte del cuerpo. La
misma está ligada a la zona de intercambio de los cuidados
maternales del infante prematuro, mediante el cual se establecen las
zonas erógenas del cuerpo.
2. El esfuerzo: Se trata de la fuerza o el empuje constante que constituye
el motor de la pulsión. El mismo surge del efecto de la pérdida del
objeto que impide la satisfacción plena.
3. Meta: Consiste en la satisfacción que ha de alcanzarse únicamente
mediante la cancelación del estado de estimulación de la fuente de la
pulsión.
4. Objeto: Se trata de aquello por lo cual se alcanza la meta. El objeto
aparece como perdido, pero el sujeto puede hallar objetos sustitutivos.
Cabe considerar que estos últimos no logran alcanzar nunca al objeto
original. Asimismo, es preciso indicar que no existe un único objeto
sustitutivo, sino que éste consiste en algo variable y contingente.

Las pulsiones son siempre autoeróticas y están sometidas al principio de


placer. Asimismo, es preciso considerar que Freud (1993) determina la
existencia de cuatro destinos diferenciados de pulsión:

1. El trastorno hacia lo contrario, que oscila entre una meta activa (mirar) y
una de pasiva (ser mirado);
2. La vuelta a la propia persona;
3. La represión;
4. La sublimación.

Asimismo, Freud a partir de 1920 indica que las pulsiones pueden ser de dos
tipos, de vida o de muerte. No obstante, cabe considerar que no existen, de
acuerdo con la teoría freudiana, mociones pulsionales puras, sino que ambas
clases de pulsiones se dan en una suerte de amalgama en la que existen
mayores proporciones de una sobre la otra. Esta clasificación, propuesta por
Freud (1992) en la segunda tópica, implica entonces un dualismo en el que se
proponen como contrarias, aunque inseparablemente unidas, por una parte el

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conjunto de pulsiones que habían sido descriptas en la primera tópica, a saber
las pulsiones sexuales, las pulsiones de autoconservación y las pulsiones yoicas,
englobadas bajo la clase se pulsiones de vida (Eros) y por otra la pulsión de
muerte (Thánatos), que implica la tendencia de todo ser vivo al retorno a un
estado inerte e inorgánico.

El narcicismo
El concepto de narcisismo fue introducido por Freud (1984) para explicar
aquella conducta mediante la cual un sujeto busca alcanzar la satisfacción a
través de su propio cuerpo, usándolo como utilizaría cualquier otro objeto sexual.
No se trata, cabe destacar, meramente de un cuadro de perversión o parafrenia,
sino de una característica de la constitución normal del sujeto ligada a la pulsión
de autoconservación. En efecto, Freud (1984) plantea al narcisismo como una
fase normal de la libido intermedia entre el autoerotismo y la elección de objeto
en el contexto del desarrollo sexual del hombre. De acuerdo con este desarrollo,
se trata de una fase en la que las pulsiones sexuales, disociadas hasta entonces,
logran conjugarse en una unidad. De este modo, el yo es investido como objeto
para poder, más adelante, investir a otros objetos del mundo exterior.

A través de esta caracterización del narcisismo Freud (1984) intenta explicar


el cuadro esquizofrénico de acuerdo con la teoría de la libido. En efecto, este
tipo de narcisismo, que llama primario, consiste en un estado precoz del
desarrollo normal en el que el sujeto infante catectiza toda su libido sobre sí
mismo, tomando a su propio cuerpo como objeto de amor antes de elegir objetos
exteriores.

Esta forma de narcicismo se diferencia del denominado narcisismo


secundario, el cual puede ser caracterizado del siguiente modo:

El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del


narcisismo primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este
distanciamiento acontece por medio del desplazamiento de la libido a un
ideal del yo impuesto desde afuera; la satisfacción se obtiene mediante el
cumplimiento de este ideal. Simultáneamente, el yo ha emitido las

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investiduras libidinosas de objeto. El yo se empobrece en favor de estas
investiduras así como del ideal del yo, y vuelve a enriquecerse por las
satisfacciones de objeto y por el cumplimiento del ideal (Freud, 1984: 96-
97).

Cabe considerar que la referencia freudiana al paso del autoreotismo al


narcisismo da cuenta del advenimiento de un nuevo acto psíquico, el cual puede
ser conceptualizado en términos de la identificación, que opera como condición.
Este acto será retomado por Lacan (2009) en el desarrollo del estadio del espejo,
tal como veremos más adelante.

El estadio del espejo


De acuerdo con Lacan (2009), el estadio del espejo ha de comprenderse
como una identificación en sentido pleno, una trasformación que se produce en
en el infante al asumir su imagen. El mismo se da alrededor de los seis meses
de edad, cuando el infante, debido al desarrollo de la visión, puede percibir su
propia imagen en el espejo.

Del mismo modo que Freud (1984), Lacan (2009) parte del carácter
prematuro del infante, que no puede valerse de sí mismo y, por tanto, requiere
del auxilio de otro cuidador. El cuerpo del infante se encuentra, en un primer
momento, fragmentado. Dicha fragmentación corresponde al momento del
autoerotismo para Freud. La unificación del cuerpo propio se da a través del paso
del infante por el estadio del espejo: éste le brinda una imagen de totalidad,
unificadora. Sostenido por su cuidador frente al espejo, el infante se reconoce a
través de dicha imagen totalizante que éste le devuelve.

Lacan (2009) indica que esa captación del sujeto de su propia imagen en
el espejo corresponde a la noción freudiana de narcisismo primario. En efecto,
el fenómeno de alienación a la imagen se da de forma análoga a la identificación,
puesto que para reconocerse en la imagen devuelta por el espejo es necesario
que haya allí un Otro que confirme que es su propia imagen lo que devuelve el
espejo.

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En efecto, Lacan (2007) indica que, puesto que no basta con poseer una
noción de la propia imagen corporal, la cual procede de otro, el Sujeto en sentido
estricto tiene su surgimiento a través de su inscripción en el registro simbólico, a
saber el orden del lenguaje.

Discursos en torno a las redes sociales


Redes sociales y realidad virtual
En la era de las redes sociales, las actividades que dominan nuestras
vidas serían difícilmente imaginables para Freud o cualquier pensador de la
subjetividad que haya atravesado los tiempos de la Revolución Industrial. La
circunstancia en la que vivimos no se caracteriza por una abundancia de bienes
materiales, sino por la abundancia de información digitalizada. La producción y
el consumo de textos y discursos no aparecen como esferas separadas, si
analizamos la circulación social de información digital hiperabundante. La
producción es crecientemente realizada en sitios de consumo, y el consumo
hecho cada vez más productivo. Cuando pensamos en nuestra actividad
mediatizada por lo digital, prácticamente todo lo que hacemos puede ser
descripto como prosumo, mezcla de producción y consumo. (Ritzer & Jurgenson,
2010).

Las redes sociales fueron adquiriendo cada vez más popularidad en los
últimos tiempos y su éxito radica en que los usuarios pueden interactuar con una
infinita cantidad de personas, sin importar la distancia física o las diferencias
culturales. Pero además del componente interactivo, hay que destacar la
novedad que generan en lo que podemos denominar la presentación pública del
sujeto, tal como sugiere Seidman (2013) desde la psicogía social. A través de
blogs y microblogs, páginas web personales, sitios para subir fotos y videos,
páginas de citas virtuales y todo tipo de foros de debate y redes sociales, las
personas pueden de forma continua crear, refinar y actualizar sus auto-
presentaciones. Cuando otros nos etiquetan en fotos o responden a cualquier
elemento de esta auto-presentación, agregan una nueva capa digital, en este
caso externa, a este artefacto del self. Aún más, podemos mandar un mensaje
de whatsapp o escribir un mail con la facilidad asincrónica de nunca tener que
vernos con aquellos con los que nos comunicamos cara a cara.

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Nos enfrentamos a fenómenos que no estaban presentes antes o que,
aun estando presentes, no tenían la posibilidad de vehiculizarse con la agilidad
e intensidad con la que sucede en los tiempos presentes. Los psicoanalistas
norteamericanos Desmond y Lambert (2013) en su trabajo una línea posible
sobre cómo Internet podría estar afectando el narcisismo y la importancia del
reconocimiento público y la celebridad. La atomización de los grupos de interés
junto con elementos como el anonimato, el pseudoanonimato y los sentimientos
de distancia creados por Internet todos destacan el impulso por obtener
reconocimiento virtual, por adorar a figuras y ser adorado, por desarrollar
conductas online que no tendrían lugar (o no tendrían esa intensidad al menos)
en la realidad tridimensional.

Otro efecto de las redes, que analizaremos con más detalle a


continuación, es que el self está construido en conjunto en mayor medida por
tramas sociales online, antes que ser puramente una expresión del deseo de
mostrar de las personas. Las confesiones online empiezan a tener un rol
importante en la auto-representación y en el camino hacia la celebridad (Belk,
2015).

Construcción de identidad en las redes sociales


En la teoría freudiana, el concepto de identidad figura en distintos
contextos pero no como un concepto psicoanalítico definido y acotado. Freud no
elaboró una teoría sobre la identidad pero sí sobre la identificación, la cual “es
conocida en el psicoanálisis como la manifestación más temprana de un enlace
afectivo a otra persona” (Freud, 1955: 99). En el caso de las redes sociales, el
enlace se produce a través de objetos que sirven de manera simbólica para el
proceso de identificación. De acuerdo con el psicoanalista de orientación
lacaniana Roberto Julio Elgarte (2009), para Freud y para Lacan, la identificación
es un instrumento necesario para la constitución del yo y del Sujeto. Sin
embargo, Lacan hace una diferenciación entre las identificaciones imaginarias
formadoras del yo y las identificaciones simbólicas, al significante, productoras
de Sujeto.

18
Según Erik Erikson (1902-1994), psicoanalista estadounidense de origen
alemán, destacado por sus contribuciones a la teoría del desarrollo, la identidad
es psicosocial. Considera que es en parte consciente y en parte inconsciente
(Revilla, 1996). Erikson se refirió a la formación de la identidad como uno de los
elementos fundamentales del desarrollo de la personalidad en la adolescencia.
Consideraba que el desarrollo de la identidad era importante para poder llevar
una vida adulta completa y productiva. Erikson, define a la identidad como el
desarrollo en términos de coherencia individual y continuidad, que tiene un
rumbo lineal y se orienta hacia agentes de socialización como la familia, la
escuela o el trabajo.

Por su parte, Sherry Turkle (1997), socióloga y psicóloga de la


personalidad estadounidense, reconocida por sus investigaciones sobre el
psicoanálisis y la interacción humano-tecnológica, explica cómo Internet funda
una “cultura de la simulación” y cómo ésta afecta las ideas de los individuos
acerca de la mente, del cuerpo, de la identidad y de la máquina. El ciberespacio
ya forma parte de las vidas de las personas y en él es posible intercambiar ideas
y representar personalidades creadas. La construcción de la identidad en la
“cultura de la simulación” dentro de Internet fomenta que los usuarios piensen
sobre sí mismos como “fluidos, emergentes, descentralizados, múltiples,
flexibles y constantemente en proceso”.

Subjetividad en redes
Desde el punto de vista psicoanalítico, Oleaga (2011) explica que la
subjetividad se considera una creación que surge cuando se produce en la
presentación amorosa y con palabras entre el bebé y el Otro que lo atiende,
donde la narratividad o textualidad, es el punto central del encuentro.

La producción de la subjetividad incorpora todos los aspectos que


permiten la construcción y reproducción social del sujeto, sumado a la
transferencia ideológica. Brunno et al (2008), investigadores del psicoanálisis en
la Universidad de Mar del Plata, entienden la construcción subjetiva como el
producto de una interacción dinámica entre lo intrasubjetivo (el ello), lo
intersubjetivo (atinente a los vínculos objetales) y lo transgeneracional (lo

19
recibido a través de la historia familiar). De esa forma, el yo sucede en un mundo
de lenguaje que lo antecede y designa.

El psicoanalista francés René Kaes (2007) interesado en el


funcionamiento de los grupos, discípulo de Dindier Anzieu y estudioso de la obra
de Freus, afirma que los aseguradores metapsíquicos son los tabúes
fundamentales y las normas estructurantes, los rasgos identificatorios, las
representaciones imaginarias y simbólicas, los pactos y contratos que garantizan
la organización del psiquismo respondiente a principios. Para Kaes (2007), la
subjetivación individual acontece en el marco de una matriz relacional, ya que el
sujeto aparece anudado a una trama más amplia, es un sujeto sujetado, y por
ello su propio inconsciente es el del Otro, el deseo del Otro, de la otredad como
radicalidad.

Quizá el punto de ambigüedad y dualidad es que la subjetividad nos lleva


a pensar en la singularidad individual, pero al mismo tiempo el proceso tiene un
doble requerimiento en la medida en que requiere de Otro que le reconozca.
Entonces el proceso de subjetivación tiene el desafío y al mismo tiempo
requerimiento de la intersubjetividad. Esa intersubjetividad se comporta como un
basamento de la cultura, de enorme influjo en el desarrollo de la vida psíquica.
Esta dualidad aparece de manifiesto en los procesos de subjetivación y
socialización en Internet. Allí las redes sociales exponen un modo de
manifestación de la subjetividad donde puede entreverse a un sujeto particular
en su expresión auténtica y singular, o a un sujeto indistinguible con la masa y
tironeado por los movimientos del sentir popular y masivo (Kaes, 2007).

Desde la perspectiva de Lacan (2007a), el sujeto es el sujeto de la


enunciación, que

…no tiene nada que ver con lo que se llama lo subjetivo en sentido vago,
en el sentido de lo que mezcla todo, ni tampoco con lo individual. El sujeto
es lo que defino en sentido estricto como efecto del significante. Esto es
el sujeto, entes de poder situarse por ejemplo en tal o cual de las personas

20
que están aquí en estado individual, antes incluso de su existencia de
vivientes (p. 55).

Desde un enfoque social y cultural, la tecnología antes que ser vista como
herramienta, puede pensarse como una suma de dispositivos que potencian
modos de actuar y de interactuar, modalidades de estar con otras personas y
con uno mismo. Las redes sociales son un modo privilegiado para la
comunicación y por lo tanto, también lo son para sostener el proceso de
subjetivación y socialización, especialmente considerando la corta edad que
caracteriza a los usuarios de la mayoría de las redes sociales (en todas ellas el
segmento mayoritario es menor a 25 años). El encuentro con el semejante existe
pero se produce en un espacio virtual. Éste tiene características que lo
distinguen notoriamente del espacio tridimensional, entre ellas la inmaterialidad,
el protagonismo de las imágenes, y la tendencia a la exposición de lo privado en
la esfera pública. Esto se da en el contexto de lo que el filósofo francés Guy
Debord (1967) denominaría una espectacularización de la intimidad.
Recordemos la cita de Debord (1967) que tanto viene al caso en esta exposición:
“Toda la vida de las sociedades en las que domina las condiciones modernas de
producción, se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo
lo que era vivido directamente se aparta en una representación” (Debord, 1967:
1).

Esta espectacularización de la vida privada se produce en el interior de


una sociedad sumamente mediatizada, que muestra fascinación por la visibilidad
y por la promoción de la visibilidad así como por la exaltación de las celebridades.
Por lo tanto, el desplazamiento de la subjetividad interiorizada hacia formas de
construcción de la subjetividad en la visibilidad narcisista nos propone nuevas
formas establecidas de habitar el mundo. Hay una explosión de la exposición del
dominio privado, no sólo de aquellos que han sido erigidos en el lugar de
celebridades sino de todos quienes manejan sus redes sociales como si
efectivamente fueran celebrities.

Pero sumado a la espectacularización de la vida privada aparece la


cultura de las apariencias y al estetización de la experiencia. Según la

21
psicoanalista Blanca Sánchez (2008) atravesamos el terreno que va del tener,
propio del siglo XX, al parecer, sostenido por los avances tecnológicos que
priorizan lo visual. El consumo exacerbado de publicidades que denotan de
forma indiscutida ciertos mandatos estéticos y de belleza conducen a la
exaltación de la imagen y de la fotografía compartida. En este contexto es que
se hace presente la selfie o autofoto, estandarizando modos de sensualidad (con
qué frecuencia aparece la selfie femenina colocando la boca en forma de pico o
tomada en el espejo del baño, una completa normalización de un tipo
determinado de imagen) y convirtiendo a la pieza fotográfica en una imagen
construida de sí mismo.

La no aceptación de la falta en el Otro


Slavoj Zizek (2001), crítico cultural de formación lacaniana, trabajó en
gran parte de su obra para poner de manifiesto como las fantasías conspirativas
y paranoicas en que se adjudica a Otro, la capacidad de controlar los hilos tras
los grandes sistemas económicos y digitar los resultados de estas complejas
interacciones sociales propias del mercado, son formas de postular un Otro
completo, no barrado. Ante la angustia del sujeto frente a la corroboración de la
falta en el Otro, se intenta remedar esta falta, esta inconsistencia, mediante la
postulación de un Otro no barrado que podría dar cuenta, tras todas las fallas al
nivel de la superficie, de la existencia de una trama organizada y con sentido.
Una experiencia sin duda tranquilizadora, pero al mismo tiempo falsa. La
constitución de un Otro (de distintas maneras) para descargar sobre esta entidad
odio y hostilidad, responderían a la operación subjetiva antes señalada. Por eso
no llama la atención que una consecuencia no intencionada de la extensión de
la realidad virtual haya sido el grado en que algunos individuos y grupos se hayan
amparado en la libertad que ofrece la participación online para volcarse a
comunicaciones discriminatorias y cargadas de odio.

Algunos estudios realizados desde las ciencias de la comunicación


caracterizan al espacio en el que esto sucede como un espacio débilmente
regulados, la mayoría de las veces protegidos en el manto del anonimato
(Papacharissi, 2004). Uno de los ejemplos más tempranos fue el #gamegate, un
evento online en que los usuarios sistemáticamente hostigaron a mujeres

22
gamers y desarrolladoras, periodistas y críticas mujeres de videojuegos
cuestionando la capacidad de las mujeres para usar tecnología y participar con
ella de la vida pública (Massanari, 2017). Este fenómeno, al mismo tiempo, tuvo
picos y momentos de ascenso en relación a la agenda política global. Luego de
la votación del Brexit se registró en Reino Unido un aumento de los casos de
discurso racista y discriminatorio incluyendo islamofobia y antisemitismo, con
una fuerte notoriedad de los casos online por sobre los offline (Devine, 2018).

La evolución de Internet ha demostrado que la disponibilidad de medios


digitales, con las características que ya conocemos, ha servido para replicar,
perpetuar y muchas veces intensificar inequidades sociales que se
experimentaban anteriormente. Pero al mismo tiempo existen varios estudios
realizados desde la teoría social por autores como Catterjee (2018) y McGlynn,
Rackley y Hougton (2017) que demuestran que la ubicuidad de los dispositivos
y la enorme extensión del mundo online han entregado nuevas herramientas
para el daño y el ciberdelito. Por ejemplo, existen apps de celulares inteligentes
que pueden ser usadas por los perpetradores para stalkear (acción de saber todo
lo que una persona hace en el día y seguir sus movimientos) y generar coerción
sobre sus parejas sobre las que ejercen violencia. Catterjee (2018), teórico social
hindú, encontró que cerca de 200 app y servicios tienen un potencial de uso para
stalkeadores, como por ejemplo el rastreo de la ubicación geográfica del celular
o la posibilidad de accionar a distancia la cámara del dispositivo y grabar videos
o tomar fotos sin que el mismo dueño del dispositivo se entere. Los medios
digitales también han permitido incidentes de ciberbullying, que ofrecieron una
caja de resonancia para que el daño se amplifique dada la circulación ampliada
que ofrece Internet. Puede darse también, abusos sexuales basados en el robo
de imágenes o circulación de imágenes comprometedoras (McGlynn, Rackley y
Houghton, 2017).

Los cientistas sociales también han prestado en forma reciente atención


al fenómeno denominado trolling. El trolling puede ser asociado a una forma de
ciberbullying y consiste en el envío o posteo de mensajes provocativos en redes
sociales (especialmente en Twitter), con la intención de incitar una respuesta
iracunda o cargada de malestar por parte de la víctima intencionada. En

23
contraste con la visibilidad, el anonimato se vuelve una cualidad importante en
los entornos online (Hardaker y McGlashan, 2016). El trolling tiene la intención
de generar disrupciones en el intercambio ordinario y normativo en un foro y,
luego de reiterados ataques sobre una misma víctima, el propósito de segregarlo
de la participación e integración colectiva.

El interés de esta construcción paranoica de un Otro sobre el que


descargar el odio puede ser encapsulado en el término de otrificación (othering).
Este fenómeno ha sido considerado por las ciencias sociales. En esta línea,
según Krumer-Nevo y Benjamin (2010) se trata de un proceso de diferenciación
y demarcación, por el cual se traza la línea entre un nosotros y un ellos, entre
los más y los menos poderosos, y por la que se establece la distancia social y
se la mantiene.

Finalmente, debe decirse que la contracara de esta paranoia es la


dependencia en el que el Otro desafiante impone la disponibilidad plena del
sujeto. Marcela Negro (2015) sostiene que cuando a los adolescentes se los
confronta con el desapego a su dispositivo atraviesan una reacción que empieza
con la desautorización del Otro (intentan continuar), luego la agresividad, intento
de seguir con otro dispositivo y finalmente, dejar pasar un tiempo y retomar
posteriormente, como si el Otro llamase a través del celular y su llamado no
pudiera ser evitado.

Desarrollo
En las páginas que siguen, se abordará la incidencia de las redes sociales
en la construcción de la subjetividad y las nuevas formas de interacción social
desde la perspectiva psicoanalista. Para ello, nos valdremos de algunos
conceptos del psicoanálisis freudiano y lacaniano. Se trata de poder dar cuenta
de los modos en que los sujetos se crean a sí mismos en el contexto del
ciberespacio.

Se entiende que, por lo general, los usuarios de las redes sociales


construyen su identidad en el espacio virtual mediante la proyección del yo y la
configuración de una determinada imagen de sí mismos, buscando la aceptación

24
del otro. Es por esta razón que, desde la perspectiva escogida, se considea ir a
los conceptos básicos del psicoanálisis para dar cuenta de cómo y por qué se
generan estas formas de construcción de identidad e interacciones mediante el
empleo de las redes sociales.

Nuevas formas de vínculos en el espacio virtual. ¿Una posible explicación


freudiana?
En la época de las redes sociales, el espacio virtual ha cobrado un lugar
fundamental en lo que respecta al desarrollo de las relaciones humanas. En
efecto, la actualidad está signada por el desarrollo de vínculos de amor, amistad
y trabajo en el ciberespacio. Esto supone cierta modificación en la esfera de las
relaciones interpersonales, lo cual implica nuevas formas de vincularnos que se
diferencian de las interacciones cara a cara, así como de la sociabilidad y la
reciprocidad entre personas (Sibilia, 2009). Entonces, podríamos preguntarnos,
desde el psicoanálisis, si este fenómeno afecta de alguna forma a los procesos
de identificación y de qué forma.

Otro interrogante que puede surgir a este respecto es si es posible


analizar un fenómeno tan propio de esta época, como es el advenimiento de
nuevas formas de vinculación social de la mano con la aparición de las redes
sociales virtuales, a través de conceptos elaborados por Freud y Lacan en el
siglo pasado. ¿Existe, en efecto, una forma de explicar el origen y las
consecuencias de estas modificaciones vinculares a partir de los desarrollos
freudianos y lacanianos?

A este respecto, se sostiene que ciertos desarrollos freudianos podrían


dar cuenta de por qué, en la actualidad, tantos sujetos acuden masivamente a
las redes sociales para vincularse con los demás. El malestar de la cultura
(Freud, 1992) constituye, sin lugar a dudas, uno de los textos críticos más
influyentes del siglo XX y uno de los desarrollos más fundamentales en torno al
funcionamiento de la sociedad y la cultura por parte de la teoría psicoanalítica.
En este texto Freud (1992) da cuenta de cierto sentimiento de atadura indisoluble
con la totalidad del mundo exterior por parte del sujeto, el cual denomina
sentimiento oceánico.

25
De acuerdo con lo desarrollado por Freud (1992), el sentimiento oceánico
proviene del contacto del sujeto con una totalidad, el cual tiende a generar una
sensación de ilimitación eternidad, de unión con el mundo, que deriva en un
sentimiento de atadura y co-pertenencia: en otras palabras, se trata de ser uno
con el todo. Asimismo, el autor en cuestión indica que el origen del sentimiento
oceánico reside en los estadios más primitivos del desarrollo del yo.

En este sentido, se puede entender al uso generalizado de las redes


sociales como producto de este sentimiento de co-pertenencia. En efecto, las
redes sociales facilitan cierta forma de vinculación con el otro, siempre
enmarcada en el espacio virtual, en tanto que permiten el acceso a las relaciones
humanas en tanto vehículo para la comunicación. No obstante, no se debe
olvidar que este nuevo medio de comunicación tiende a redefinir las pautas
culturales de interacción. La pregunta que podemos hacernos a este respecto es
cómo inciden las redes sociales en el establecimiento de los vínculos entre los
sujetos. O, en otros términos, si efectivamente el fenómeno de las redes sociales
se trata de una forma nueva de vinculación y en qué sentido se diferencia esta
forma de otras formas análogas.

Como bien mencionaba, una de las consecuencias del uso generalizado


de las redes sociales reside en la disminución de las relaciones cara a cara, ya
sea en el contexto de la amistad, del amor, la familia o el trabajo. El modelo
tradicional de socialización, aquel que ha sido analizado por Freud (1992) en El
malestar de la cultura, comienza así a sufrir procesos significativos de
modificación.

Comprender la importancia que concierne al contexto virtual en el cual se


dan las relaciones mediante redes sociales, constituye una tarea fundamental en
el desarrollo de este trabajo. En primer lugar, es preciso indicar que, a diferencia
de los medios de socialización tradicionales, los medios virtuales, como son las
redes sociales, permiten un margen de anonimato social que da lugar a la
posibilidad de simular o disimular determinados indicadores de posición social,
así como rasgos de la personalidad del sujeto.

26
En esta línea, se debe considerar que el fomento de una nueva forma de
socialización ligado al uso de las redes sociales tiene su anclaje en los nuevos
modos de comunicación inaugurados tras la aparición del espacio virtual,
principalmente con el uso de la web 2.0. Estas formas novedosas de
comunicación se diferencian de las tradicionales puesto que dan lugar a modos
discursivos y de despliegue de fantasías que no se dan en las relaciones cara a
cara. Asimismo, es preciso tener en cuenta que estos cambios conciernen al
modo en que el cuerpo se hace presente en la ausencia en el contexto virtual.

Se volverá sobre este último punto más adelante en los siguientes


apartados. Cabe considerar ahora que la sociedad actual es una sociedad
signada por la posibilidad de crear, distribuir y manipular la información y que
esto se debe, principalmente, al uso de las nuevas tecnologías y, en particular,
en lo que respecta a este trabajo, de las redes sociales virtuales (Carrión, 2009).

Entonces, la necesidad de vincularse con los demás, suscitada por el


sentimiento oceánico caracterizado por Freud (1992), suele ser satisfecha, en el
contexto de la sociedad de la información (Carrión, 2009), por el empleo de las
redes sociales. Esto implica que dicha vinculación tienda a darse en un espacio
virtual que trasciende las fronteras espaciotemporales propias de los modos de
sociabilidad tradicionales.

En este sentido, es preciso considerar, siguiendo a Thompson (2016) que


la innovación tecnológica ha trasformado efectivamente las condiciones sociales
en las que la subjetividad se produce. En este contexto, resulta indicado pensar
a los dispositivos tecnológicos como artefactos capaces de potenciar
determinados modos de relacionarse, de estar con el otro y con uno mismo.
Internet, y en particular la web 2.0, han revolucionado tanto las formas de
comunicación social como los modos de intercambio y construir la propia
identidad, a través de nuevas maneras de mostrarse y definirse en la elaboración
de perfiles y publicación de material visual y audiovisual autorreferencial.

27
En esta misma línea, desde la sociología, autores como Aguilar Rodríguez
y Said Hung (2010) indican que la espacialidad del sujeto ya no puede limitarse
a un territorio determinado por la espacialidad física, sino que permite el ejercicio
de la subjetividad en y desde diferentes espacios. En efecto, estas nuevas
subjetividades se caracterizan por haber modificado sus relaciones con el cuerpo
(Gelende, 1998), el cual tiende a adquirir, en el contexto de la nueva
socialización, significados y sentidos novedosos.

Corporalidad y narcisismo en las redes sociales


A este respecto, cabe interrogarse en torno al lugar que ocupa el cuerpo
en estas nuevas formas de comunicación y socialización. Para poder responder
a esa pregunta, es preciso considerar el lugar que la noción de cuerpo ocupa en
la teoría psicoanalítica. A este respecto, Topa (2011), investigadora y docente
de Teoría Psicoanalítica de la Universidad Nacional de La Plata, da cuenta que
no existe un tratamiento lineal de dicha noción en la obra freudiana, aunque
identifica un momento crucial en el desarrollo del concepto en cuestión a partir
de la constitución del narcicismo en 1914.

En una primera instancia, Freud (1984) caracteriza al narcisismo como


una peculiar conducta en la cual el individuo da al propio cuerpo un trato análogo
al que daría al cuerpo de un objeto sexual. Cabe considerar que, en la definición
en cuestión, la noción de cuerpo es definida en un doble sentido: por un lado,
como propio y singular y, por el otro, como posible objeto sexual.

Más adelante en el texto, no obstante, Freud (1984) vuelve a definir al


narcisismo en tanto conducta que resulta de la sustracción de la libido del mundo
exterior conducida al yo. En este sentido, produce un desplazamiento del objeto
del narcisismo del cuerpo al yo. Así, es preciso preguntarnos, tal como lo hace
Topa (2011) si existe efectivamente en la obra freudiana una relación entre el
cuerpo y el yo y, de ser así, de qué naturaleza es dicho vínculo.

A este respecto, debemos indicar que, de acuerdo con Freud (1984), el


yo, en tanto unidad, no se encuentra constituido desde un principio, sino que
supone un determinado desarrollo:

28
… un supuesto necesario es que no esté presente desde el comienzo en
el individuo una unidad comparable al yo, el yo tiene que ser desarrollado.
Las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales, por tanto, algo tiene
que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el
narcisismo se constituya (Freud, 1984: 74).

El narcisismo opera así como un movimiento libidinal a partir del cual se


instaura el yo como unidad a la misma vez que lo hace el cuerpo propio en tanto
cuerpo unificado de una imagen (Topa, 2011). Freud (1984) ubica al narcisismo
en aquella etapa en la que el infante se encuentra en total dependencia respecto
al cuidado del otro materno. Asimismo, ubica a la práctica del autoerotismo en el
estadio narcisista de colocación de la libido.

En este sentido, es preciso indicar que el estadio en cuestión


corresponde, en la teoría psicoanalítica lacaniana, al estadio del espejo, fase en
la cual se pone en juego la estructura narcisista. En efecto, la misma se
caracteriza, por un lado, por la presencia en el infante de la posibilidad de muerte
por insuficiencia vital, así como por la dirección de la libido al cuerpo propio
Lacan (2009).

¿Cómo incidiría, a este respecto, el fenómeno de las redes sociales? Por


un lado, como hemos visto, varios autores, desde la filosofía, autores como
Castellanos (2017) identifican al usuario de las redes sociales ya sea como un
sujeto narcisista que busca el reconocimiento del Otro mediante sus
publicaciones en las redes. Por el otro, desde la ciencias de la comunicación,
algunos autores, como García (2018), dan cuenta de la mercantilización del
sujeto de las redes sociales, el cual se construye a sí mismo atendiendo a las
pautas estéticas del consumo. Cabe considerar que las pantallas de nuestras
computadoras y dispositivos móviles funcionan en este contexto como una
suerte de espejo digital en el cual solemos, en tanto usuarios de redes sociales,
compartir imágenes autorreferenciales en un gesto análogo al del infante cuando
supera, mediante la unificación libidinal, la fragmentación del cuerpo real.

29
En este sentido, podemos afirmar que los usuarios de las redes sociales
transitan sus vidas cotidianas reforzando el registro de lo Imaginario, mediante
publicaciones que ponen en escena de distintas formas al Yo en el espacio
cibernético. Siguiendo a Lacan (2007), tal vez podriamos decir que, el fenómeno
de la totalización del registro de lo Imaginario que se da en las redes sociales
mediante esa puesta en escena sería, de acuerdo con nuestra interpretación, un
síntoma generalizado en el socavamiento del eje de lo Simbólico.

De acuerdo con Thompson (2016),

No habría que ubicar lo que del cuerpo queda allí en suspenso como un
déficit de las redes. Por el contrario, es una característica que abre a otro
tipo de mediación entre los seres hablantes. Literalmente, un nuevo
discurso-pantalla, una forma de hacer lazo que permite construir las
coordenadas del encuentro de los cuerpos, en el marco de un particular
ordenamiento subjetivo. Por otra parte, la dimensión imaginaria del cuerpo
esta todo el tiempo presente. Lo que Lacan ubicó como la dimensión del
semblante: el cuerpo como representación, lo que se da a ver y hace de
soporte a un discurso, se despliega mediante los recursos que ofrecen las
redes. La imagen cuerpo digitalizado, la voz, la palabra escrita, funcionan
como el anzuelo que se tiende para atrapar el deseo del otro (p. 780).

Siguiendo a Debord (1967), la antropóloga Paula Sibilia (2009) pone de


manifiesto que una de las características más significativas de estos tiempos en
los que la comunicación y las relaciones sociales están signados por el uso de
las redes sociales, la frontera entre las esferas de lo público y lo privado se
vuelve cada vez más difusa. A partir de estos desarrollos, se puede explicar este
fenómeno desde el discurso psicoanalítico. En efecto, el contexto descripto en
los párrafos anteriores da cuenta del advenimiento de nuevos modos de
convivencia con los otros, caracterizados por el consumo social de aquellas
imágenes destinadas a la esfera de lo íntimo. Lo íntimo, gracias a la publicación
compulsiva de las imágenes autorreferenciales del cuerpo en las redes sociales,
se convierte en objeto de consumo.

30
En consecuencia, la publicación de las fotografías del propio cuerpo –
generalmente idealizado mediante la selección o los programas de edición –
para el consumo del Otro anónimo confirma el excesivo “narcisismo”, no en el
sentido freudiano, que indica aquel proceso por el cual la libido se dirige hacia
uno mismo, sino en un sentido más bien general, en tanto que los usuarios
tienden a destacar aspectos “admirables” de su propia en sus publicaciones.
Este fenómeno resulta ser propio de estos tiempos, en los que los vínculos
sociales se caracterizan por el consumo de imágenes más que por el encuentro
cara a cara, erosionándose así la figura del Otro en el intercambio social. En este
sentido, quizás sea posible hablar de un narcisismo generalizado en tanto
síntoma de época. Gracias a la cercanía digital, el Otro se aleja, habiendo
espacio únicamente para un Yo omnipresente que tiende a borrar el registro
Simbólico en el que el Otro habita.

La representación virtual del sujeto


Siguiendo la línea de los planteos anteriores, es preciso señalar que los
usuarios de las redes sociales tienden a re-crearse mediante una intención
comunicativa en la que la intención de expresarse tiene un lugar primordial y
fundante. En efecto, mediante la selección de determinados rasgos personales,
en función de agradar al Otro anónimo, el sujeto deposita una serie de
contenidos en perfiles públicos y virtuales, configurando así una representación
virtual de sí mismo, dotada de atributos culturalmente valorados. Se trata, por
tanto, de una configuración de una imagen narcisista ideal netamente
autorreferencial, aunque esté destinada a ser expuesta ante los otros usuarios.

Desde la antropología, Sibilia (2009) relaciona las nuevas formas de


subjetivización “hacia afuera” con la ulterior aparición de las redes sociales. De
acuerdo con la autora, en la web 2.0 los sujetos existen únicamente
mostrándose, siendo para un Otro, perdiéndose así cualquier forma de
privacidad del sujeto. El resultado de este mecanismo es la puesta en escena de
una realidad subjetiva que tiende a modificar el concepto que el sujeto considera
que los demás tienen de él. Esta puesta en escena, ligada a la posibilidad de
editar y modificar los contenidos publicados, opera como un proceso de

31
autodefinición en el que diferentes aspectos subjetivos son exhibidos y ocultados
simultáneamente.

Gracias al anonimato en el mundo virtual de las redes sociales, el sujeto


puede establecerse a sí mismo como una creación fantaseada de aquello que le
gustaría ser y relacionarse con los demás desde ese lugar. En este sentido, es
preciso tener en cuenta que la ilusión narcisista de ser visto por todos,
desarrollada en el uso de las redes sociales, permite la recreación de la fantasía.
De acuerdo con Freud (1976), la fantasía surge de la insatisfacción. En otras
palabras, la fantasía opera como una suerte de rectificación de la realidad
insatisfactoria con la que el sujeto ha de lidiar cotidianamente. Esto nos da la
pauta a pensar que una de las razones por la cual, tras su aparición, en la última
década, las redes sociales se han proliferado de forma tal que han alcanzado un
lugar fundamental en las interrelaciones sociales actuales. Podríamos, en
función de esto, preguntarnos si es las redes sociales operan como una suerte
de escape a la insatisfacción mediante la fantasía por parte de los sujetos
contemporáneos.

Conclusión

El fenómeno de las redes sociales ha revolucionado las


telecomunicaciones en el curso de la última década. A este respecto, se ha
escrito una cantidad considerable de páginas sobre el uso de las mismas,
principalmente desde la perspectiva de las ciencias sociales. Surge entonces la
pregunta, qué lugar ocupa la teoría psicoanalítica en el estudio de las redes
sociales.

A lo largo de este trabajo se ha intentado, por un lado, establecer una


posible relación entre los estudios sociológicos sobre las redes sociales y la
teoría psicoanalítica y, por el otro, dar cuenta de una posible aplicación de los
conceptos desarrollados por Freud y Lacan para contribuir, desde el marco
psicoanalítico, al estudio de las redes sociales. Para ello, se ha realizado una
revisión bibliográfica exhaustiva sobre el tema.

32
En lo que respecta al primer punto, se ha considerado una serie de
estudios, principalmente desde la teoría social, ligados al uso de las redes
sociales y a su incidencia en la interrelación humana. A partir de la lectura de
estos trabajos, puedo concluir que una de las principales preocupaciones de los
teóricos de las redes sociales de distintas disciplinas concierne a la modificación
que el uso de las mismas provoca en las relaciones interpersonales. Esto implica,
principalmente, una disminución considerable de las interrelaciones cara a cara,
así como de la sociabilidad y reciprocidad entre las personas. La aparición de
las redes sociales trajo consigo, entonces, nuevas concepciones del amor, la
amistad y el trabajo que inciden directamente en la vida cotidiana de las
personas.

Ahora bien, desde una perspectiva psicoanalítica, es posible considerar


que estas nuevas formas de vínculo afectan significativamente los procesos de
identificación y definición. Nos preguntamos, entonces, si era posible analizar las
nuevas formas de vinculación social y sus consecuencias en la construcción
identitaria de los sujetos a través de los conceptos de Freud y Lacan.

En el intento por aplicar nociones de la teoría psicoanalítica al estudio de


las redes sociales, se ha tomado, en primer lugar, el modo en que Freud aborda
la constitución del aparato psíquico humano, así como el desarrollo del estadio
del espejo de Lacan. A este respecto, cabe pensar que las redes sociales dan
lugar a un espacio en el que se apuntala el narcisismo del sujeto: el sujeto virtual
se configura con atributos ideales en virtud de mostrarse a los demás, de ser
aceptado por los otros usuarios. Esta lectura está en consonancia con los
análisis de varios autores provenientes de otras disciplinas, quienes intentan
explicar cómo se construye el sujeto de las redes sociales en pos de agradar a
los otros usuarios. Así, la espectacularización de la intimidad (Sibilia, 2009 y la
estetización del sí mismo (Sánchez, 2008) pueden explicarse a partir de la
noción psicoanalítica del narcisismo

Este recorrido, que es sólo una posibilidad entre muchos, da cuenta de la


utilidad del discurso psicoanalítico para explicar las nuevas formas vinculares y

33
los modos de subjetivación de los usuarios de las redes sociales originados a
partir de la aparición de la web 2.0.

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