Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Edad Media
Tema 1: Periodización de la Historia. La Edad Media como etapa historia
Historia general
Tendencias cronológicas
Los problemas de estos medios historiográficos son que las periodizaciones son
aleatorias y se ven influidas por el tiempo pasado del mismo modo en el que estas van
a influir en el futuro. No se puede ser consciente de la importancia del tiempo en el
que se vive. El historiador es libre de escoger el punto de ruptura entre etapas a
condición de justificarlo: la historia hereda las fechas, los acontecimientos, pero cada
uno puede tener mayor o menor importancia en un mundo, sociedad o geografía
determinada.
La idea de la tripartición histórica atiende a una finalidad (teleología). Se tiene a
pensar que hay una continua evolución y siempre se avanza hacia un estado y sociedad
mejor.
El primer autor en definir la Edad Media fue Giovanni Andrea dei Bussi, obispo
de Aleria. Definió este período histórico como “Media Tempestas” en 1469.
Sin embargo, el primer personaje histórico en establecer una división tripartita
(Antigua- Media- Moderna) fue Flavio Biondo (1392-1463). Se limitó a señalar que
había tres etapas, pero sin llegar a fijar su duración. Tras él, Gisberto Voetius (1589-
1676), estudioso de la historia eclesiástica, definió la historia según los cambios en el
seno de la Iglesia:
La transición del mundo antiguo al medieval y la Alta Edad Media son unas
etapas que se caracterizan por la falta de información documental. Todo lo que se
conoce sobre estos periodos es a través de vías arqueológicas.
Fueron épocas de escasa entidad demográfica con alta mortalidad infantil. La
economía era de base rural con bajos rendimientos, y la producción industrial
(entendida como artesanía), así como la actividad comercial y la circulación de moneda
estaban reducidas a su mínima expresión. El mundo está encerrado en la comarca.
En el ámbito político, toma fuerza el reino carolingio y el nuevo Imperium
alrededor de la figura de Carlomagno.
Durante la Plena edad media, se produce en el terreno social una expansión
demográfica acompañada de una mejora agrícola. El foco se traslada de las aldeas y los
monasterios a las ciudades y se fundan universidades, produciéndose una expansión
cultural.
Tiene lugar el Cisma de Oriente en el seno de la Iglesia Católica entre el poder
romano papal de occidente y el de los patriarcas ortodoxos en el oriente. Nacen las
monarquías nacionales y comienzan las cruzadas al mismo tiempo que se produce un
debilitamiento del mundo musulmán. Por último, la Baja edad media se suele tratar
como un periodo oscuro (otoño de la Edad Media).
Se produce un estancamiento económico y demográfico debido a hambrunas,
peste (Gran Peste de 1348) y diversas crisis. Fue un momento de inestabilidad y
conflictividad bélica (Guerra de los Cien Años, 1337- 1457). Este contexto se vio
agraviado por una grave crisis religiosa, el Cisma de Occidente (1378- 1417).
- Paleografía: ciencia que se estudia del estilo de las grafías antiguas (visigótica,
carolina, gótico) en soportes blandos (documentos, pergaminos, papel…). A
partir del siglo XVII cobra gran importancia. Se consideran a Papenbroek y a
Mabillou los creadores de esta ciencia por el conflicto que tuvieron entre sí, no
de ellos atacando la originalidad de los documentos conservados en la abadía
de Saint Denis y el otro de ellos, defendiendo dicha originalidad. De esta
discusión hay que apuntar una diferencia entre originalidad y autenticidad: una
copia de un texto del siglo XV escrita también en ese siglo no es original pero sí
auténtica.
- Diplomática: ciencia que se estudia los documentos atendiendo a la estructura
del documento y sus características formales para poder descubrir la
autenticidad de los de los textos.
- Epigrafía: ciencia que estudia inscripciones o epigrafías (literalmente significa
“escrito sobre…”) sobre materiales como piedra y metales (las inscripciones en
bronce son las que más se han conservado). Está más orientada al análisis y
conocimiento sobre la configuración social. Algunas de las inscripciones
conservadas se encuentran parcialmente eliminadas (dommiato memoriam) lo
que indica que se quería borrar la huella de ciertos personajes.
- Numismática: Ciencia que se dedica al estudio de la evolución en el proceso de
fabricación de monedas. Permiten conocer también los elementos de poder
político, movimientos de población, conexiones económicas y comerciales, la
riqueza de la sociedad. Las devaluaciones nos hablan de las épocas de crisis.
- Sigilografía: Estudio de los sellos. Permite identificar a las autoridades,
concejos, colectivos… pues tener un sello no está al alcance de todas las
instituciones y era un sinónimo de riqueza. Hay diversos tipos de sellos:
colgantes, pegados de plata, de plomo, de cera, de oro, de papel, estampadas o
rotos (como cierre).
- Genealogía y heráldica: ambas tienen un campo propio. La primera permite
reconstruir los lazos de parentesco tanto reales como ficticios (padrinazgos,
adopciones) y la segunda sirve para representar gráficamente los emblemas de
cada familia.
El término “Bizancio” fue acuñado para una antigua colonia griega ubicada en
la zona en la que Constantino fundaría su ciudad en el 330, aunque nunca fue utilizado
por los propios bizantinos, que se consideraban romanos o romanos de Oriente, sino
que su uso se remonta al s. XVI.
Este concepto nace cuando en el 395 el emperador Teodosio decide repartir el
Imperio entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio, y termina con la conquista otomana de
Constantinopla en el 1453. En el 324 d.C. Constantino se hace con el control de todo el
Imperio Romano después de una guerra civil, reunificando ambas partes; a las seis
semanas de reinado viaja hacia la zona de Bizancio y planifica la construcción de una
gran ciudad, empezando por formar el pommerium. El nombre original sería Nova
Roma, y más adelante Constantinopla, “la ciudad de Constantino”.
Se trata del único imperio de la Historia que no surge de las cenizas de otro o
va extendiéndose lentamente, sino que cuenta desde su nacimiento con unos recursos
y dimensiones elevados heredados del Imperio Romano.
El Imperio Bizantino se fundamenta en dos fuertes pilares: el Estado,
personificado en un emperador sacralizado, y la Iglesia, representada por el Patriarca.
Se trata de un sistema cesaropapista en el que el emperador interviene en asuntos de
fe y toma decisiones de carácter teológico. Las cuestiones de este carácter tenían
claras vinculaciones políticas: quien apoyaba el cristianismo ortodoxo era fiel al
Emperador, quien se apartaba hacia herejías como el arrianismo era un enemigo del
Estado y del poder absoluto imperial.
En materia religiosa uno de los principales problemas es el cristológico, sobre la
verdadera naturaleza de Jesús Cristo. Las principales corrientes heréticas sobre esta
cuestión son dos:
La administración romana
estaba diseñada para un territorio
de gran extensión, por lo que al
heredar un imperio más reducido
Justiniano ve la necesidad de
adaptar el sistema de funcionariado
a los nuevos tiempos.
Una de sus primeras medidas para mantener feliz al pueblo fue bajar los
impuestos, aunque más adelante el esfuerzo militar de la Renovatio imperii y las
múltiples y ambiciosas obras públicas que mandó construir le obligaron a incrementar
de nuevo las tasas, causando la revuelta de la Niká en el 532.
La expansión imperial fue posible gracias al genio militar de Belisario. Los
puntos más conflictivos fueron el Danubio, la zona de dominio persa y la frontera
oriental.
Además de la reconquista militar del Imperio Romano se llevó a cabo una
renovatio en política interior, dotando de carácter sagrado la figura del Emperador y
dejando muy clara su autoridad absoluta; aunque existía un Senado, era únicamente
consultivo, siendo el único motor político la voluntad del emperador.
La gran crisis del reinado de Justiniano fue la revuelta de la Niká , en el 532.
Este suceso fue protagonizado por los equipos verde y azul de aurigas, pues en esta
época las ideas políticas bizantinas eran representadas por estos los cuatro equipos
que competían en el hipódromo como si de partidos políticos se tratara: los azules
eran los aristócratas partidarios del emperador y de la ortodoxia, mientras que los
verdes eran una clase comercial y de pequeños propietarios muy influenciados por el
monofisismo y detractores de la opresión del emperador.
Se produce una manifestación que arrasa la ciudad y obliga a Justiniano a
refugiarse en el palacio sagrado y plantearse la huida, aunque su esposa Teodora le
convence para quedarse en la ciudad y aplacar a los protestantes. De esta forma, el
emperador acuerda reunirse con los líderes verdes en el hipódromo para llevar a cabo
unas negociaciones; una vez los disidentes se hubieron congregado en este espacio,
hizo cerrar las puertas y mandó a los soldados pasar a cuchillo a las 30.000 personas
allí presentes. Después de esto, nadie le volvió a toser por la cuenta que les traía.
Tras aplacar la rebelión Justiniano se encargó de
reconstruir la ciudad, que había quedado destrozada por las
revueltas. Esta reconstrucción es aprovechada para utilizar el
arte como un manifiesto del poder del emperador, con
conciencia de legado histórico; para dejar clara su autoría,
Justiniano encarga a Procopio de Cesarea que escriba De
Aedificiis, donde se habla de todas las obras del emperador
(más de 300 edificios). Su ópera magna fue la basílica de Santa
Sofía.
Santa Sofía (532-537) se construyó como la basílica
más grande y majestuosa de la historia de la cristiandad, para
manifestar el poder del emperador de Bizancio. Los arquitectos
son Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, estando también
Justiniano muy involucrado.
Fusiona planta centralizada dando protagonismo absoluto de la cúpula y
basilical a través de 3 naves y cabecera; la cúpula se sustenta en machones y columnas
especialmente fuertes. Se entra por un nártex cubierto con cúpulas cuyos arcos se
sustentan con tirantes (barras que hacen presión para mantener el arco en tensión y
que no se derrumbe).
Se trata de un edificio enorme en el que cabía toda la población de
Constantinopla. Esto, sumado a su resistencia, la hizo servir como refugio durante la
toma de la ciudad por los otomanos.
Gran parte de la decoración se perdió durante la querella iconoclasta y la
conversión en mezquita. Se mantienen representaciones de serafines (ángeles
protectores de Dios) en las pechinas al ser figuras presentes en el islam.
Las decoraciones dedicadas a la Virgen no fueron destruidas, sino cubiertas con
una nueva capa de pintura, ya que los otomanos respetaban a la Virgen como madre
del profeta (que no mesías).
Procopio dice: “los destellos de luz que impiden ver al hombre, detener su
mirada en los detalles”. La abundancia de ventanas, los mosaicos dorados y los objetos
litúrgicos reflejantes inundaban el edificio de luz. Se busca recrear una sensación de
estar en la Ciudad de Dios.
Tras la
muerte de Justiniano
el Imperio se vio sumido en un periodo de decadencia, haciendo frente a eslavos,
avaros o persas y perdiendo los territorios ganados durante la Renovatio imperii,
incluida Italia tras la conquista lombarda; a esto se sumaba el progreso de la Yihad y el
consiguiente enfrentamiento con los musulmanes.
Finalmente el Imperio acaba reducido a la Grecia continental y Asia Menor, con
lo que se consolida la prevalencia de la cultura helenística en detraimiento de la
romana; como símbolo de esto, el idioma oficial pasa a ser el griego y el emperador
adopta el nombre de basileus.
Ante todos estos problemas se reorganiza el imperio en los llamados thémata,
unidades administrativas que militarizan las provincias, creadas para facilitar la
defensa. Por la misma razón, se lleva a cabo una selección del Codex Iuris Civilis
adaptándolo a las necesidades de la época: las Eklogai, que constituyeron el manual
básico de la administración de la justicia hasta los días de los emperadores
macedonios.
La querella iconoclasta
Este periodo iconoclasta fue causa de fuertes tensiones entre la iglesia cristiana
y la ortodoxa, e influyó en que el Papa nombrara emperador de Roma a Carlomagno.
Esta medida supuso una gran ofensa para los bizantinos, tanto porque un germano
recibiera la corona como porque fuera coronado por el Papa, lo cual significaba que el
poder religioso estaba por encima del imperial; estas tensiones acentuaron la grieta
entre Oriente y Occidente, aislando ambas culturas y llevando a un olvido de lo griego
en Europa que no tendría solución hasta el fin de la translatio studiorum.
La época de decadencia del Imperio Bizantino llega a su fin a mediados del s. IX,
en una época en la que sus principales enemigos, los pueblos eslavos y el imperio
islámico, se hallan en una fase de inestabilidad; a esto se une una versión más
manejable del imperio, pues la pérdida de territorios lo hizo más compacto y fácil de
gobernar.
Entre el 842 y el 1054 se produce una expansión política y territorial dentro de
lo que se conoce como “renacimiento bizantino”, de la mano de una nueva dinastía:
los macedónicos. Este resurgir viene dado por una serie de medidas:
El primer monarca de esta dinastía fue Basilio I el Grande, quien trajo de vuelta
la Renovatio Imperii en un programa de restauración imperial que abarcaba tanto la
expansión militar como reformas legislativas, así como un embellecimiento de
Constantinopla, la “nueva Roma.” Este fue sucedido por su hijo León VI, quien amplió
la reforma legislativa, pasando después al reinado de Constantino VII Porfirogénito,
responsable tanto de un renacimiento cultural como de la extensión de una red
diplomática que alcanzó incluso al Sacro Imperio Romano Germánico. A este seguiría
Nicéforo II, muy influido por su esposa Teófano.
A continuación tuvo lugar un reinado de gran
relevancia, el de Basilio II Bulgaróctono, quien se encargó
de limitar el poder de los grandes terratenientes y la
aristocracia militar, lo que resultaría en una revuelta
exitosamente aplacada. Cabe mencionar que fue en su
reinado, a raíz de una alianza con Kiev para frenar las
sublevaciones, cuando se creó la guardia varenga.
En cuanto al ámbito militar, llevó a cabo una
importante campaña contra la escoria sarracena,
movilizando a un ejército de 40.000 hombres que si bien
no fue suficiente para penetrar en Palestina y tomar
Tierra Santa sí que le granjeó el control de buena parte
de Siria.
Tampoco hay que olvidar el sobrenombre de “Bulgaróctono”,
pues su gran rival fue el tsar Samuel de Bulgaria, responsable de la
flagrante derrota bizantina en la batalla de las Puertas Trajanas. Los
territorios de Samuel se extendían desde el Danubio hasta Atenas y
desde el Adriático al Mar Negro, y la inteligencia de ambos
generales prolongó la guerra durante doce largos años. El clímax
llegaría tras la batalla de Kleidion, donde Basilio arrinconó al
ejército búlgaro aprovechando que Samuel se hallaba lejos; tras
conseguir una victoria holgada y tomar 14.000 prisioneros, según
las fuentes bizantinas, se marcó un Edipo con 99 de cada 100,
dejando tuerto al otro para que pudiera guiar a los demás de vuelta
a casa. Al ver el estado en el que se hallaban sus tropas, Samuel
sufrió una apoplejía y murió en el acto; tras la muerte de su líder
Bulgaria resistió cuatro años más, rindiéndose en el 1018.
El cisma de Oriente
Tras la dinastía macedónica llegó la comnena, y con ella una serie de fracasos y
presiones militares que se sumaban a fuertes rivales comerciales y una pérdida de
prestigio en el mundo ortodoxo debida a la posición ambigua de Constantinopla en las
relaciones con la Iglesia católica; además, las numerosas querellas dinásticas e
ideológicas dieron lugar a un estado de desunión y debilidad.
Hacia el Este, Bizancio rivalizaba política y comercialmente con los turcos, y
hacia el norte con los eslavos; en esta situación intentó acercarse a Occidente en busca
de un aliado poderoso, dentro del contexto de las Cruzadas, aunque terminaron
surgiendo tensiones y los cruzados arrasaron, saquearon y tomaron Constantinopla en
el 1204, quedando incorporada al Imperio Latino mientras la capitalidad bizantina era
trasladada a Nicea. En el 1261 Constantinopla fue reconquistada, pero siguió en cierto
modo bajo control de Occidente tanto por la vía comercial como por el
establecimiento de la dinastía títere de los Paleólogos.
De esta forma, Occidente no sería el aliado de Bizancio sino su dominador, y la
participación en las Cruzadas solo habría servido para perder cualquier tipo de vínculo
con los reinos orientales. En esta posición de debilidad y carente de aliados, el Imperio
Bizantino no pudo hacer frente al avance de los otomanos, que tomaron
Constantinopla el 29 de mayo de 1453.
Tema 4: El Islam. Política, sociedad, religión y cultura.
La Arabia preislámica
El islam
- Un solo dios, frente al politeísmo pagano. Un dios que exige una relación
personalizada con cada hombre, al que ha creado a partir de un coágulo de
sangre al que guía en vida y juzgará cuando muera.
- Mahoma es el mensajero humano de Dios, no el mediador divino hecho
hombre; es el último profeta.
- Creer en los ángeles, servidores de Allah.
- Creer en el libro sagrado, el Corán.
- Creer en el Juicio Final.
El primer califa fue Abu Bakr, fiel colaborador de Mahoma. Adoptó el título de
“jalifat rasul Allah,” es decir, representante del enviado de Dios, título que pronto se
abrevió en “jalifa ” o “califa. ” Como representante del profeta tenía tres grandes
cometidos: velar por el cumplimiento de la doctrina islámica, presidir y gobernar la
umma, de la que es defensor, y salvaguardar la ley de Dios. Durante su corto mandato
5 tuvo que hacer frente a la rebelión de tribus beduinas que no veían en él un sucesor
adecuado para Mahoma, así como a la aparición de profetas impostores entre los que
destacaría Maslama.
A la muerte de Abu Bakr le sucedió Umar I (634-644), responsable de unificar
toda Arabia y expandir las fronteras hacia Mesopotamia, Irán, Siria…
Tras diez años de gobierno, Umar murió apuñalado por un esclavo en Basora;
su sucesor fue Utman (644-656), la cabeza del clan Omeya, perteneciente a uno de los
sectores de La Meca y que en un principio había rechazado el islam. Durante su
gobierno se finalizó la primera y definitiva versión del Corán, pero también se
produjeron los primeros síntomas de descontento y tensión en el centro de la umma, a
causa de la oposición al cierre oligárquico del régimen islámico en torno a un puñado
de quraysíes ahora representados por el clan Omeya.
Utman fue asesinado y se colocó como califa a Alí (656-661). El clan Omeya en
ese momento era dirigido por el gobernador de Siria, quien no veía con buenos ojos a
Alí, por lo que se produjo un enfrentamiento con resultado dudoso.
Años más tarde de este enfrentamiento por motivos religioso-políticos los
súbditos de Alí se fueron separando de él y dividiéndose en distintas ramas hasta que
terminaron asesinándole a la entrada de una mezquita.
Durante esta época ortodoxa la Shia sufrió una fractura, dividiéndose en:
Lo primero que hacen los Abasíes con su primer califa Abu-l-al Saffah es
destruir todo el legado Omeya en una damnatio memoriae, dentro de lo cual trasladan
la capital a Bagdad y destruyen Damasco.
Es al segundo califa abasí, al-Mansur (754-775) a quién debemos las decisiones
fundadoras de la identidad abasí y, en primer lugar, el desplazamiento del centro de
gravedad del Imperio musulmán hacia el este con la elección de una nueva capital,
Bagdad, fundada en Irak en la orilla occidental del Tigris.
Los Abasíes no son solo líderes políticos, sino que también se convierten en
líderes religiosos que pasan de ser únicamente califas a ser también imanes y visires.
Con el tiempo el Imperio abasí se fue fragmentando en numerosos califatos:
Con imperio nos referimos únicamente a las etapas Omeya y Abasí, ya que
la etapa ortodoxa no se considera como tal.
En un principio el ejército tiene la intención de consolidar un imperio, no
solo de conquistarlo, para lo que se crean
campamentos de los cuales acaban naciendo grandes
ciudades como El Cairo. Además, muchas veces el
ejército tuvo un papel administrativo que consistió en
la recaudación de impuestos.
La capital imperial, que inicialmente se
encontraba en la Meca, por el incremento demográfico
y la expansión territorial fue trasladada a Damasco y
posteriormente Bagdad.
La máxima autoridad política y religiosa era el
califa, aconsejado por un visir que era la segunda
persona más poderosa. Cada provincia estaba en
manos de un gobernador que representaba al califa; el
poder legislativo era repartido entre diversos jueces (cadí), y el tesoro público era
administrado por los diwán.
Anexo: La mezquita
La revolución tecnológica
El uso del molino, aunque presente ya en Roma, tuvo una gran difusión sobre el
s. X; el más habitual era el de agua, reservando el de viento para zonas muy ventosas.
A partir del molino surgió el batán, utilizado para apelmazar los tejidos.
El arado simétrico romano, pensado para las tierras mediterráneas, era efectivo
en suelos secos y poco profundos, pero en el norte de Europa su eficacia se veía
mermada. Por ello se introduce el arado asimétrico, pesado o de vertedera, con una
cuchilla que corta más profundo y con una placa de madera o vertedera que va
volteando y aireando la tierra apartándola fuera del surco, de forma que la tierra del
surco se renueva y es más fértil. Este arado más aparatoso influye en el tipo de
parcelación, en campos alargados y estrechos.
Hasta el s. X lo habitual era la rotación bienal, que consistía en cultivar la mitad
de las tierras y dejar la otra en barbecho, e ir alternándolas cada año. Esto cambió con
la rotación trienal, que dividía los cultivos en tres zonas: cereal de otoño (trigo y
centeno), cereal de primavera (cebada y avena) y barbecho, que van rotando
anualmente. Este sistema, además de aumentar la zona cultivable, previene el riesgo
de un año malo que estropee o destruya una de las zonas de cultivo.
El mundo urbano
Con el paso del tiempo, las ciudades perdieron sus murallas, los barrios se
especializaron por el oficio de sus habitantes y comenzaron a crecer
desordenadamente.
El atractivo que las ciudades medievales ejercieron sobre los campesinos
introdujo a partir del s. XII cierta cantidad de mano de obra que trabajó en la
producción artesanal. Los artesanos del s. XII retornaron a las viejas técnicas olvidadas
y aprendieron de los artesanos islámicos y bizantinos, ya que a diferencia de Europa
estas regiones contaron con una industria muy desarrollada a lo largo de toda la Edad
Media.
El poderío económico de los mercaderes estuvo estrechamente vinculado al
desarrollo de las ciudades, que fueron sus centros de negocios; en el s. XIII las ciudades
estaban dominadas por ellos. Los grandes mercaderes, a los que a veces se unieron los
nobles, ocuparon los puestos de gobierno y constituyeron un patriciado urbano, que
controló la vida municipal y que no encontró oposición violenta hasta la crisis del s.
XIV.
El papel protagónico en el desarrollo de las ciudades lo tuvieron sus habitantes:
los burgueses. Bajo este nombre pasó a designarse a todas aquellas personas cuya
riqueza se basaba en el dinero y no en la tierra: el enriquecerse con dinero y no
dedicarse a actividades rurales distinguió a los burgueses de los campesinos y de la
nobleza feudal.
La aparición de la burguesía rompió el rígido esquema de la sociedad feudal de
órdenes, ya que la mayoría de los burgueses no pertenecía a ninguno de los órdenes;
eran mercaderes y artesanos especializados en diversos trabajos: panaderos, herreros
y carpinteros, entre otros oficios.
A la larga irían surgiendo enlaces matrimoniales entre la nobleza y los grandes
burgueses o simplemente compraron títulos nobiliarios. La Iglesia no vio con buenos
ojos el rápido ascenso de la burguesía, ya que sus ocupaciones encaminadas a
acumular dinero fácil fueron consideradas por los clérigos síntomas de avaricia, por lo
que pasaron a formar parte de una lista de oficios deshonroso. Con el tiempo, sin
embargo, la Iglesia se volvió más tolerante con los burgueses, que eran muy religiosos
(y pagaban donativos), y convino en que eran necesarios para la sociedad.
Las ciudades medievales fueron muy activas. Al contrario de lo que sucedía en
el campo, la división de tareas caracterizó la vida económica urbana y la vida cultural
recobró importancia. Los habitantes de la ciudad se especializaban en un oficio y
compraban en el mercado lo que no producían. Los artesanos de un mismo oficio y los
comerciantes se agruparon en gremios, los cuales fijaban los procedimientos de
fabricación, las normas laborales, las horas de trabajo y los salarios; también
aseguraban la destreza en el oficio: se accedía al grado de oficial tras un aprendizaje de
diez años, como mínimo, en el taller de un maestro. Así, los productos eran semejantes
en calidad y en precio, ya que nadie podía ejercer un oficio si no pertenecía al gremio
respectivo. Los gremios eran muy poderosos y, frecuentemente, se enfrentaron con
violencia por el control de la ciudad.
Como las actividades urbanas requerían nuevos conocimientos como, por
ejemplo, llevar libros de cuentas, escribir cartas o redactar inventarios, los burgueses
fundaron las primeras escuelas laicas; así, la actividad intelectual dejó de ser exclusiva
del clero. También se fundaron las primeras universidades, que introdujeron al sistema
antiguo de enseñanza estudios de leyes y de teología y otras disciplinas como, por
ejemplo, la medicina.
Al principio, había igualdad en la ciudad: la sociedad urbana contrastaba con la
jerarquización feudal. Sin embargo, con el tiempo se acentuaron las diferencias entre
ricos y pobres y nació el concepto de ciudadanía: para ser ciudadano y obtener las
ventajas urbanas, había que tener recursos para pagar un impuesto especial a la
comuna y poseer una casa en la ciudad.
Desde el punto de vista religioso, el contraste entre ricos y pobres provocó una
necesidad de reforma, y en el s. XIII aparecieron las órdenes mendicantes: franciscanos
y dominicos. Ambas adoptaron una moral basada en la austeridad y se instalaron en
las ciudades, relacionándose con sus problemas, y sus ocupaciones principales fueron
la prédica y la enseñanza. Se debe tener en cuenta que ambas órdenes rivalizaban por
la hegemonía y por el control de las universidades.
Tema 6: El occidente cristiano medieval (II): Concepción del poder, práctica,
política y ámbito religioso-cultural
El Imperio Carolingio
Pipino tuvo dos hijos: Carlomagno y Carlomán, entre los que dividió su
reino, aunque Carlomagno mató a su hermano produciéndose con esto una
reunificación.
En seguida comenzó un proceso expansionista que buscaba unificar
Europa en un gran imperio cristiano, exigiendo a los pueblos sometidos el
juramento personal de lealtad a Carlomagno por parte de sus líderes.
El
punto álgido del aumento del poder carolingio llega en el año 800, cuando es
nombrado emperador romano por el Papa. En el 799 los lombardos suponían
una amenaza para Roma, y el Sumo Pontífice se vio obligado a refugiarse como
huésped de Carlomagno; el rey le mandó de vuelta a Roma con una escolta que
le ayudara a recobrar su posición y se presentó personalmente en la ciudad al
año siguiente para celebrar las navidades junto al Papa recién restaurado.