Está en la página 1de 36

Introducción al Estudio de la

Edad Media
Tema 1: Periodización de la Historia. La Edad Media como etapa historia

La historia es la ciencia que estudia el pasado humano y es a la vez el producto


que se consigue debido al transcurso del tiempo y el avance de la civilización humana
con todos los acontecimientos y cambios que supuso. El elemento central de la historia
es, por tanto, el ser humano:

- Historia como res gestae.


- Historia como ciencia (procedimiento y resultado)

Debido a la dificultad de estudiar en conjunto la evolución del ser humano, es


necesario parcelar, dividir las etapas. La historia es continua y la división una
herramienta al servicio del historiador.

Historia general

- Clasificación por temática (historia del derecho, de las mentalidades…)


- Clasificación temporal

Periodización: es la división y agrupación del tiempo en función de unas


características comunes enmarcadas por grandes eventos que constituyen su principio
y su fin. No hay que entenderlas como divisiones estancadas.

Tendencias cronológicas

- Positivismo: concepción lineal de la historia. Positivista, concepción tripartita de


la historia. Tripartita porque la historia contemporánea no es aceptada por
todos los historiadores, se considera un “invento” de los herederos de la
historia francesa.
- Escuela de los Annales (Braudel). Concepto de larga duración:
o Tiempo corto (acontecimiento, el día a día)
o Tiempo medio (coyuntura, líneas políticas del momento)
o Tiempo largo (estructuras, grandes hitos culturales)
- Modelos de producción del materialismo histórico: concepción dialéctica de la
historia. Evolución de los modelos sociales y económicos.
- Marx: su análisis de la historia humana se realiza a partir de sistema
económico, quedando periodizada la historia de la siguiente manera:
esclavista- feudalista- capitalista- comunista.
- Modelos antropológicos: contraposición de salvajes y civilización.

Los problemas de estos medios historiográficos son que las periodizaciones son
aleatorias y se ven influidas por el tiempo pasado del mismo modo en el que estas van
a influir en el futuro. No se puede ser consciente de la importancia del tiempo en el
que se vive. El historiador es libre de escoger el punto de ruptura entre etapas a
condición de justificarlo: la historia hereda las fechas, los acontecimientos, pero cada
uno puede tener mayor o menor importancia en un mundo, sociedad o geografía
determinada.
La idea de la tripartición histórica atiende a una finalidad (teleología). Se tiene a
pensar que hay una continua evolución y siempre se avanza hacia un estado y sociedad
mejor.

1.1 Periodización y límites cronológicos de la Edad Media

La Edad Media es uno de los periodos mejor definidos de la historia:

- S. V: caída del Imperio Romano Occidente, de su forma de administración y


sociedad.
- S. XV: grandes descubrimientos territoriales, escisiones religiosas y
pensamientos humanista.

El primer autor en definir la Edad Media fue Giovanni Andrea dei Bussi, obispo
de Aleria. Definió este período histórico como “Media Tempestas” en 1469.
Sin embargo, el primer personaje histórico en establecer una división tripartita
(Antigua- Media- Moderna) fue Flavio Biondo (1392-1463). Se limitó a señalar que
había tres etapas, pero sin llegar a fijar su duración. Tras él, Gisberto Voetius (1589-
1676), estudioso de la historia eclesiástica, definió la historia según los cambios en el
seno de la Iglesia:

Antiquitas Ecclesiae (hasta s.VI)


Intermedia Aetes (hasta 1517). Adulteración y corrupción.
Nova o Receus Aetas (hasta s. XVII)
Más tarde. Cristóbal Keller modifica esta cronología y la establece de la
siguiente manera en su obra. <<Historia medii aevi a temporibus Constantini Magui ad
Constantinoplum a furcis captam>> (1688):
- Historia Antiqua (hasta Constantino el grande)
- Historia Medii Aevi (hasta caída de Constantinopla)
- Historia Nova (siglo XVII)
En la actualidad seguimos manteniendo esta concepción tripartita, pero en el
siglo XX, al ser demasiado generalista, es discutido y ligeramente modificado por Henri
Pirenne en sus obras Mahoma y Carlomagno (1937) y Ciudades de la Edad Media
(1937) y Ciudades de la Edad Media (1939).
Pirenne afirma que la gran ruptura europea no se produjo con los bárbaros, a
los que entiende como unos sustitutos de los romanos, sino con la entrada de los
musulmanes. El reino occidental romano unido pasa a estar fragmentado en diversos
pueblos germanos herederos directo de Roma y esta unidad mediterránea colapsa con
los musulmanes.
Finalmente, se establece el comienzo de la Edad Media con la caída del Imperio
Romano, entendida esta caída a partir de la crisis económica del s. III hasta la
deposición del último emperador ya que así entra en decadencia el sistema cultural,
político y económico. A partir del s. III y hasta el s. VI termina con el fortalecimiento de
las monarquías germánicas. El límite final se establece con la toma de Constantinopla a
manos de los turcos en el año 1453 puesto que afectó a las 3 grandes civilizaciones del
momento: islam, Bizancio y cristianismo.
En el caso de Europa se tienen en cuenta otros factores como la invención de la
imprenta, el fin de los universales (el papado y el Sacro Imperio porque aparecen
fuerzas monárquicas individuales que comienzan a oponerse a su alianza). En el caso
concreto de España hay que señalas también la expulsión de los judíos, la toma de
Granada y el descubrimiento de Américas en el año 1492.

1.2 Periodización interna de la Edad Media

Transición de la antigüedad a la Edad Media (s. V-VIII)

- Alta Edad Media (s. IX-XI)


- Plena Edad Media (s. XII- XIII)
- Baja Edad Media (s. XIV- XV)

1.3 Características de los distintos periodos

La transición del mundo antiguo al medieval y la Alta Edad Media son unas
etapas que se caracterizan por la falta de información documental. Todo lo que se
conoce sobre estos periodos es a través de vías arqueológicas.
Fueron épocas de escasa entidad demográfica con alta mortalidad infantil. La
economía era de base rural con bajos rendimientos, y la producción industrial
(entendida como artesanía), así como la actividad comercial y la circulación de moneda
estaban reducidas a su mínima expresión. El mundo está encerrado en la comarca.
En el ámbito político, toma fuerza el reino carolingio y el nuevo Imperium
alrededor de la figura de Carlomagno.
Durante la Plena edad media, se produce en el terreno social una expansión
demográfica acompañada de una mejora agrícola. El foco se traslada de las aldeas y los
monasterios a las ciudades y se fundan universidades, produciéndose una expansión
cultural.
Tiene lugar el Cisma de Oriente en el seno de la Iglesia Católica entre el poder
romano papal de occidente y el de los patriarcas ortodoxos en el oriente. Nacen las
monarquías nacionales y comienzan las cruzadas al mismo tiempo que se produce un
debilitamiento del mundo musulmán. Por último, la Baja edad media se suele tratar
como un periodo oscuro (otoño de la Edad Media).
Se produce un estancamiento económico y demográfico debido a hambrunas,
peste (Gran Peste de 1348) y diversas crisis. Fue un momento de inestabilidad y
conflictividad bélica (Guerra de los Cien Años, 1337- 1457). Este contexto se vio
agraviado por una grave crisis religiosa, el Cisma de Occidente (1378- 1417).

1.4 La percepción de la Edad Media a través de la Historia

En el periodo renacentista, la Edad Media fue duramente criticada.


Un claro ejemplo de esto es el caso de Lorenzo Valla, humanista del
Quattrocento, estudioso del latín centrado en el fin de la lengua debido a la
vulgarización y la aparición de las lenguas romances. Apostaba por recuperar la lengua
clásica y las enseñanzas propias del Imperio Romano.
En la Europa temprano moderna, fue clave también la influencia teológica. El
protestantismo, queriendo volver a la pureza religiosa, juzgó duramente la época
medieval (post tenebras, lux).
En la época Barroca, el intelectual Jean Bodin (<<Methodus ad facilem
historiam congnitionem>>) escribió la frase siguiente “la edad media fueron doce siglos
de barbarie universal”, repetida hasta el siglo XIX. La memoria cercana de los
intelectuales es sobre los dos últimos siglos de la Edad Media, época de crisis,
catástrofe, epidemias, hambrunas y decadencia. Entienden que toda la Edad Media se
desarrolló al igual que en el final y por tanto las opiniones son tremendamente
negativas y críticas.
Sin embargo, el peor de los juicios llega con el racionalismo dieciochesco. A esta
época llega una mala definición de Edad Media, corrompida por la exageración y los
tópicos tratados a lo largo de los dos siglos anteriores.
Los racionalistas franceses acuñan muchos de los términos que hoy asociamos
al Medievo, entre ellos el feudalismo. Este concepto se define en el siglo XVIII, bajo la
monarquía absolutista centralizada de Luis XIV, reflejando así el sistema político de su
época (presentismo) considerando que el sistema francés es heredero de los feudos
medievales.
Uno de los críticos más duros fue Voltaire, quien concibe la Edad Media como
una etapa de superstición, dominación y oscurantismo. Para estos pensadores, la Edad
Media suponía todo lo contrario a lo que promulgada la Ilustración. Sin embargo, el
s.XIX el fenómeno se invierte y el movimiento romántico genera una Edad Media
idealizada y positiva, con la creación al mismo tiempo de tópicos con un nuevo valor.
Es clave en el proceso de recuperación del patrimonio medieval Víctor Hugo. A
partir de entonces comenzó la conservación, recuperación y rehabilitación de edificios
y ciudades medievales al mismo tiempo que el gusto por lo medieval resurgió con
movimientos artísticos como el neogótico.
Los procesos políticos del momento también contribuyeron a esta valoración
de lo medieval. Debido al auge del nacionalismo, todos los estados se dedicaron a
buscar sus raíces para poder encontrar su identidad y tienen que remontarse a la Edad
Media, ya que es el punto de origen de la mayoría de las civilizaciones europeas.
Por otro lado, en este siglo nace la investigación científica. Los investigadores se
dedicaron a buscar y transcribir archivos para poder conocer de primera mano las
gestas de sus países.
En la actualidad, el concepto de la Edad Media se ve adulterado por los medios
de masas que se dedican a la divulgación de contenidos de temática medieval. Lo
medieval sobrevive ahora siendo entendido de dos formas como barbarie y
decadencia y, simultáneamente, como sinónimo de poder y celebración pues son muy
frecuentes las actividades de ocio de tipo medieval (ferias, banquetes…)

1.5 Las raíces medievales de la Europa actual

La Edad Media es la infancia de Europa, momento en el que se funden las


tradiciones grecolatinas, los cristianos, los musulmanes y el germanismo. Se originan
las naciones-estado con su consiguiente desarrollo a la largo de las diferentes etapas
históricos.
Así mismo, con el nacimiento de parlamentarismo en Inglaterra comienza un
ligero resurgir de la democracia. En esta etapa nace también la burguesía, cuyo origen
fue un grupo de población dedicado a la artesanía y al comercio.
Por último, nacen las enseñanzas superiores con las universidades y se
desarrolla la ciencia de la mano de Guillermo de Ockam, quien impulsa el método
científico.

Tema 2: Fuentes y métodos para el estudio de la Edad Media


Para el estudio de la Edad Media, es necesario acudir a un número muy variado
de fuentes, para ello la historia se ve ayudada por diversas ciencias auxiliares:
paleografía, diplomática, epigrafía, heráldica, numismática o genealogía. Además,
existe gran cantidad de ciencias colaboradas: lingüística, geografía, arqueología,
historia del arte, etnología, estadística, economía. La diferencia es que las ciencias
auxiliares son una disciplina en sí mismas y su objetivo es crear conocimiento histórico
mientras que las ciencias colaboradoras tienen otros objetivos.
El problema con las ciencias auxiliares es que los historiadores no se ponen de
acuerdo respecto a cuáles son. Por ejemplo, Brandel entiende que las únicas válidas
son la paleografía y cronología.
Sin embargo, Topolski afirma que son mucho más amplias ya que todo lo que te
ayude a conocer y situar la materia de estudio tiene valía. Por último, Delort asegura
que la dimensión de las ciencias auxiliares depende de la materia que se esté
investigando.

2.1 Ciencias auxiliares de la Historia

- Paleografía: ciencia que se estudia del estilo de las grafías antiguas (visigótica,
carolina, gótico) en soportes blandos (documentos, pergaminos, papel…). A
partir del siglo XVII cobra gran importancia. Se consideran a Papenbroek y a
Mabillou los creadores de esta ciencia por el conflicto que tuvieron entre sí, no
de ellos atacando la originalidad de los documentos conservados en la abadía
de Saint Denis y el otro de ellos, defendiendo dicha originalidad. De esta
discusión hay que apuntar una diferencia entre originalidad y autenticidad: una
copia de un texto del siglo XV escrita también en ese siglo no es original pero sí
auténtica.
- Diplomática: ciencia que se estudia los documentos atendiendo a la estructura
del documento y sus características formales para poder descubrir la
autenticidad de los de los textos.
- Epigrafía: ciencia que estudia inscripciones o epigrafías (literalmente significa
“escrito sobre…”) sobre materiales como piedra y metales (las inscripciones en
bronce son las que más se han conservado). Está más orientada al análisis y
conocimiento sobre la configuración social. Algunas de las inscripciones
conservadas se encuentran parcialmente eliminadas (dommiato memoriam) lo
que indica que se quería borrar la huella de ciertos personajes.
- Numismática: Ciencia que se dedica al estudio de la evolución en el proceso de
fabricación de monedas. Permiten conocer también los elementos de poder
político, movimientos de población, conexiones económicas y comerciales, la
riqueza de la sociedad. Las devaluaciones nos hablan de las épocas de crisis.
- Sigilografía: Estudio de los sellos. Permite identificar a las autoridades,
concejos, colectivos… pues tener un sello no está al alcance de todas las
instituciones y era un sinónimo de riqueza. Hay diversos tipos de sellos:
colgantes, pegados de plata, de plomo, de cera, de oro, de papel, estampadas o
rotos (como cierre).
- Genealogía y heráldica: ambas tienen un campo propio. La primera permite
reconstruir los lazos de parentesco tanto reales como ficticios (padrinazgos,
adopciones) y la segunda sirve para representar gráficamente los emblemas de
cada familia.

2.2 Ciencias colaboradoras de la Historia

- Geografía: El paisaje es capaz de proporcionar información valiosa para la


historia. “El hombre es prisionero de la geografía”, Brandel. La cartografía
antigua es una fuente iconografía y proporciona conocimiento de realidades
perdidas. La fotografía aérea nos muestra la actualidad.
- Lingüística: Estudio histórico del lenguaje. Es básico conocer la forma de
comunicación de cada periodo, la lengua es un organismo vivo y por tanto, el
lenguaje evoluciona. Los términos pueden perder su significado concreto
(vicioso = rico, fértil) o tener uno en función de cada época (villa = romana,
finca o ciudad). Toponimia y onomástica (antroponimia).
- Arqueología: Es simultáneamente una ciencia paralela a la historia, con un
elemento de estudio muy característico: los yacimientos.
- Otras disciplinas (etnología, sociología, antropología) : salvo que se conserve
una fuente escrita, para conocer el modo de vida de nuestros antepasados, es
necesario estudiar las festividades, ceremonias y rituales. (Jacques le Goff)

2.3 Concepto general de fuente histórica. Tipología y problemática de las


fuentes de información de la historia.

La materia prima de la historia es el documento, escrito o no, y todo aquello


que proporcione material que permita reconstruir la vida histórica es válido. Son
instrumentos, escritos, objetos, restos y testimonios directos e indirectos que
muestran cómo eran los tiempos pasados.

Clasificación de las fuentes

- Fuentes escritas: literarias (historia, anales, crónicas, biografías, relatos y


narraciones de viajes) y documentación, archivos… Cada una tiene un
tratamiento particular por el carácter narrativo de uno frente al técnico del
otro.
- Fuentes no escritas: materialidad (arquitectura, arqueología, arqueología, artes
figurativas, artes industriales) y el paisaje geográfico.
Tema 3: El mundo bizantino

Consideraciones generales sobre el Mundo Bizantino

Los bizantinos o los “romanos de Oriente”

El término “Bizancio” fue acuñado para una antigua colonia griega ubicada en
la zona en la que Constantino fundaría su ciudad en el 330, aunque nunca fue utilizado
por los propios bizantinos, que se consideraban romanos o romanos de Oriente, sino
que su uso se remonta al s. XVI.
Este concepto nace cuando en el 395 el emperador Teodosio decide repartir el
Imperio entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio, y termina con la conquista otomana de
Constantinopla en el 1453. En el 324 d.C. Constantino se hace con el control de todo el
Imperio Romano después de una guerra civil, reunificando ambas partes; a las seis
semanas de reinado viaja hacia la zona de Bizancio y planifica la construcción de una
gran ciudad, empezando por formar el pommerium. El nombre original sería Nova
Roma, y más adelante Constantinopla, “la ciudad de Constantino”.

Bizancio, una historia propia. Su idiosincrasia

Se trata del único imperio de la Historia que no surge de las cenizas de otro o
va extendiéndose lentamente, sino que cuenta desde su nacimiento con unos recursos
y dimensiones elevados heredados del Imperio Romano.
El Imperio Bizantino se fundamenta en dos fuertes pilares: el Estado,
personificado en un emperador sacralizado, y la Iglesia, representada por el Patriarca.
Se trata de un sistema cesaropapista en el que el emperador interviene en asuntos de
fe y toma decisiones de carácter teológico. Las cuestiones de este carácter tenían
claras vinculaciones políticas: quien apoyaba el cristianismo ortodoxo era fiel al
Emperador, quien se apartaba hacia herejías como el arrianismo era un enemigo del
Estado y del poder absoluto imperial.
En materia religiosa uno de los principales problemas es el cristológico, sobre la
verdadera naturaleza de Jesús Cristo. Las principales corrientes heréticas sobre esta
cuestión son dos:

- Monofisismo: Jesucristo es únicamente Dios, sin parte humana.


- Arrianismo: Jesucristo es una criatura de Dios, y por lo tanto en caso de ser una
divinidad sería de una categoría inferior al Padre.

Constantinopla: valor estratégico de la ciudad imperial

La administración del Imperio estaba


totalmente centralizada en Constantinopla. La
ciudad está rodeada por mar en tres de sus
puntos cardinales, siendo fácilmente
defendible primero por la muralla de
Constantino y después por la de Teodosio.
La ciudad sufría escasez de agua, por lo
que fue necesario levantar el sistema de
acueductos más largo del mundo, con la
misma longitud que toda la red del Imperio
Romano hasta entonces, para traer agua del
Mediterráneo. El gran problema era mantener
una pendiente constante para que el agua cayera, teniendo el tramo más alto 27 m.
Esto fue realizado en época del emperador Valente.
Para almacenar el agua se creó el sistema de almacenamiento subterráneo más
complejo de la Antigüedad, con un total de 150 depósitos subterráneos, el más grande
la “cisterna de Basílica.”
La primera etapa de la historia bizantina viene caracterizada por la llegada de
los bárbaros procedentes de Asia. En el 410 Roma cayó ante los germanos y sus
ciudadanos se refugiaron a Constantinopla, trayendo detrás a sus perseguidores
hunos; para defenderse de los ataques de Atila, se erigieron las murallas de Teodosio,
así llamadas por ser construidas en época de Teodosio II (410-450), aunque este solo
tenía 12 años y la obra debe atribuirse a su consejero Antemio. El muro tenía una gran
capacidad de absorción al estar constituido por escombros contenidos entre cajones
de ladrillo, lo que le confería de cierta flexibilidad, además de tener unas dimensiones
considerables en grosor y altura y elevados torreones.

A pesar de esta firme defensa el gran


terremoto hizo estragos, y debieron
reconstruir la muralla en cuestión de
semanas añadiendo una tercera línea de
defensa, sumada a la muralla original y el
foso. Atila nunca llegó a entrar en
Constantinopla.
Para defender posibles ataques por
mar se extendió una enorme cadena de
hierro que flotaba sobre troncos de
madera y cortaba el paso a los barcos,
pudiendo ser extendida o retirada desde el
Cuerno de Oro.

Justiniano y su Renovatio Imperii

La política de Justiniano (527-565) se basa en dos directrices básicas:

- Restaurar la antigua unidad del Imperio Romano mediante la conquista de los


territorios usurpados por los bárbaros.
- Lograr el bienestar de sus súbditos a través de la justicia y la paz social, creando
para ello el Codex Iuris Civilis.

La administración romana
estaba diseñada para un territorio
de gran extensión, por lo que al
heredar un imperio más reducido
Justiniano ve la necesidad de
adaptar el sistema de funcionariado
a los nuevos tiempos.
Una de sus primeras medidas para mantener feliz al pueblo fue bajar los
impuestos, aunque más adelante el esfuerzo militar de la Renovatio imperii y las
múltiples y ambiciosas obras públicas que mandó construir le obligaron a incrementar
de nuevo las tasas, causando la revuelta de la Niká en el 532.
La expansión imperial fue posible gracias al genio militar de Belisario. Los
puntos más conflictivos fueron el Danubio, la zona de dominio persa y la frontera
oriental.
Además de la reconquista militar del Imperio Romano se llevó a cabo una
renovatio en política interior, dotando de carácter sagrado la figura del Emperador y
dejando muy clara su autoridad absoluta; aunque existía un Senado, era únicamente
consultivo, siendo el único motor político la voluntad del emperador.
La gran crisis del reinado de Justiniano fue la revuelta de la Niká , en el 532.
Este suceso fue protagonizado por los equipos verde y azul de aurigas, pues en esta
época las ideas políticas bizantinas eran representadas por estos los cuatro equipos
que competían en el hipódromo como si de partidos políticos se tratara: los azules
eran los aristócratas partidarios del emperador y de la ortodoxia, mientras que los
verdes eran una clase comercial y de pequeños propietarios muy influenciados por el
monofisismo y detractores de la opresión del emperador.
Se produce una manifestación que arrasa la ciudad y obliga a Justiniano a
refugiarse en el palacio sagrado y plantearse la huida, aunque su esposa Teodora le
convence para quedarse en la ciudad y aplacar a los protestantes. De esta forma, el
emperador acuerda reunirse con los líderes verdes en el hipódromo para llevar a cabo
unas negociaciones; una vez los disidentes se hubieron congregado en este espacio,
hizo cerrar las puertas y mandó a los soldados pasar a cuchillo a las 30.000 personas
allí presentes. Después de esto, nadie le volvió a toser por la cuenta que les traía.
Tras aplacar la rebelión Justiniano se encargó de
reconstruir la ciudad, que había quedado destrozada por las
revueltas. Esta reconstrucción es aprovechada para utilizar el
arte como un manifiesto del poder del emperador, con
conciencia de legado histórico; para dejar clara su autoría,
Justiniano encarga a Procopio de Cesarea que escriba De
Aedificiis, donde se habla de todas las obras del emperador
(más de 300 edificios). Su ópera magna fue la basílica de Santa
Sofía.
Santa Sofía (532-537) se construyó como la basílica
más grande y majestuosa de la historia de la cristiandad, para
manifestar el poder del emperador de Bizancio. Los arquitectos
son Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, estando también
Justiniano muy involucrado.
Fusiona planta centralizada dando protagonismo absoluto de la cúpula y
basilical a través de 3 naves y cabecera; la cúpula se sustenta en machones y columnas
especialmente fuertes. Se entra por un nártex cubierto con cúpulas cuyos arcos se
sustentan con tirantes (barras que hacen presión para mantener el arco en tensión y
que no se derrumbe).
Se trata de un edificio enorme en el que cabía toda la población de
Constantinopla. Esto, sumado a su resistencia, la hizo servir como refugio durante la
toma de la ciudad por los otomanos.
Gran parte de la decoración se perdió durante la querella iconoclasta y la
conversión en mezquita. Se mantienen representaciones de serafines (ángeles
protectores de Dios) en las pechinas al ser figuras presentes en el islam.
Las decoraciones dedicadas a la Virgen no fueron destruidas, sino cubiertas con
una nueva capa de pintura, ya que los otomanos respetaban a la Virgen como madre
del profeta (que no mesías).
Procopio dice: “los destellos de luz que impiden ver al hombre, detener su
mirada en los detalles”. La abundancia de ventanas, los mosaicos dorados y los objetos
litúrgicos reflejantes inundaban el edificio de luz. Se busca recrear una sensación de
estar en la Ciudad de Dios.

El repliegue de Bizancio (610-842)

Tras la
muerte de Justiniano
el Imperio se vio sumido en un periodo de decadencia, haciendo frente a eslavos,
avaros o persas y perdiendo los territorios ganados durante la Renovatio imperii,
incluida Italia tras la conquista lombarda; a esto se sumaba el progreso de la Yihad y el
consiguiente enfrentamiento con los musulmanes.
Finalmente el Imperio acaba reducido a la Grecia continental y Asia Menor, con
lo que se consolida la prevalencia de la cultura helenística en detraimiento de la
romana; como símbolo de esto, el idioma oficial pasa a ser el griego y el emperador
adopta el nombre de basileus.
Ante todos estos problemas se reorganiza el imperio en los llamados thémata,
unidades administrativas que militarizan las provincias, creadas para facilitar la
defensa. Por la misma razón, se lleva a cabo una selección del Codex Iuris Civilis
adaptándolo a las necesidades de la época: las Eklogai, que constituyeron el manual
básico de la administración de la justicia hasta los días de los emperadores
macedonios.
La querella iconoclasta

A la crisis militar acontecida en este periodo se suma otra de carácter


sociocultural, con la querella iconoclasta, un conflicto entre dos posiciones
radicalmente opuestas:
- Iconoclastas. Se ceñían a la prohibición original del judaísmo de adorar ídolos y
buscaban destruir las representaciones de la Virgen, Cristo, los santos…
- Iconódulos. Defendían el culto a los ídolos.

En este conflicto se dividen tres periodos, o más bien un solo periodo


iconoclasta con un paréntesis iconódulo:

- Primer periodo iconoclasta (726-787). Comienza con las predicaciones del


basileus León III el Isáurico, las cuales dieron lugar a varias revueltas y a la
destitución del Patriarca, iconódulo. El hijo de León III, Constantino V, fue quien
prohibió oficialmente el culto a los ídolos en el Concilio de Hieria (754).
- Periodo iconódulo (787-814). A la muerte de Constantino V heredó el trono
León IV, pero su juventud hizo necesario que la Basilisa Irene ejerciese como
regente; fue durante esta regencia cuando se convocó el Concilio de Nicea II
(787), que restableció la iconodulia.
- Segundo periodo iconoclasta (814-843). León V el Armenio llegó a la conclusión
de que Constantino V fue el último basileus en morir de viejo porque Dios
estaba castigando la iconodulia, y para prevenir un final aciago restableció la
iconoclastia; este periodo termina con la muerte de su hijo Miguel II y regencia
de Teodora, iconódula.

Este periodo iconoclasta fue causa de fuertes tensiones entre la iglesia cristiana
y la ortodoxa, e influyó en que el Papa nombrara emperador de Roma a Carlomagno.
Esta medida supuso una gran ofensa para los bizantinos, tanto porque un germano
recibiera la corona como porque fuera coronado por el Papa, lo cual significaba que el
poder religioso estaba por encima del imperial; estas tensiones acentuaron la grieta
entre Oriente y Occidente, aislando ambas culturas y llevando a un olvido de lo griego
en Europa que no tendría solución hasta el fin de la translatio studiorum.

La dinastía macedónica (842-1054)

La época de decadencia del Imperio Bizantino llega a su fin a mediados del s. IX,
en una época en la que sus principales enemigos, los pueblos eslavos y el imperio
islámico, se hallan en una fase de inestabilidad; a esto se une una versión más
manejable del imperio, pues la pérdida de territorios lo hizo más compacto y fácil de
gobernar.
Entre el 842 y el 1054 se produce una expansión política y territorial dentro de
lo que se conoce como “renacimiento bizantino”, de la mano de una nueva dinastía:
los macedónicos. Este resurgir viene dado por una serie de medidas:

- Sacralización de la figura del basileus, considerado intermediario entre Dios y


los hombres (misma atribución que se le da al Papa).
- Reforma de la administración y el funcionariado acorde al reducido tamaño del
Imperio en comparación con época de Justiniano, agilizando las gestiones y
reduciendo considerablemente la plantilla.
- Organización militar completamente thematica.
- Aumento del poder ostentado por el Patriarca, aunque siempre por debajo del
basileus, tensando cada vez más las relaciones con el papado hasta llegar en el
1054 al Cisma de Oriente.

El primer monarca de esta dinastía fue Basilio I el Grande, quien trajo de vuelta
la Renovatio Imperii en un programa de restauración imperial que abarcaba tanto la
expansión militar como reformas legislativas, así como un embellecimiento de
Constantinopla, la “nueva Roma.” Este fue sucedido por su hijo León VI, quien amplió
la reforma legislativa, pasando después al reinado de Constantino VII Porfirogénito,
responsable tanto de un renacimiento cultural como de la extensión de una red
diplomática que alcanzó incluso al Sacro Imperio Romano Germánico. A este seguiría
Nicéforo II, muy influido por su esposa Teófano.
A continuación tuvo lugar un reinado de gran
relevancia, el de Basilio II Bulgaróctono, quien se encargó
de limitar el poder de los grandes terratenientes y la
aristocracia militar, lo que resultaría en una revuelta
exitosamente aplacada. Cabe mencionar que fue en su
reinado, a raíz de una alianza con Kiev para frenar las
sublevaciones, cuando se creó la guardia varenga.
En cuanto al ámbito militar, llevó a cabo una
importante campaña contra la escoria sarracena,
movilizando a un ejército de 40.000 hombres que si bien
no fue suficiente para penetrar en Palestina y tomar
Tierra Santa sí que le granjeó el control de buena parte
de Siria.
Tampoco hay que olvidar el sobrenombre de “Bulgaróctono”,
pues su gran rival fue el tsar Samuel de Bulgaria, responsable de la
flagrante derrota bizantina en la batalla de las Puertas Trajanas. Los
territorios de Samuel se extendían desde el Danubio hasta Atenas y
desde el Adriático al Mar Negro, y la inteligencia de ambos
generales prolongó la guerra durante doce largos años. El clímax
llegaría tras la batalla de Kleidion, donde Basilio arrinconó al
ejército búlgaro aprovechando que Samuel se hallaba lejos; tras
conseguir una victoria holgada y tomar 14.000 prisioneros, según
las fuentes bizantinas, se marcó un Edipo con 99 de cada 100,
dejando tuerto al otro para que pudiera guiar a los demás de vuelta
a casa. Al ver el estado en el que se hallaban sus tropas, Samuel
sufrió una apoplejía y murió en el acto; tras la muerte de su líder
Bulgaria resistió cuatro años más, rindiéndose en el 1018.

El cisma de Oriente

El principal punto de conflicto entre la Iglesia católica y la ortodoxa tiene lugar


respecto a la autoridad del Papa; mientras que el catolicismo lo postula como
representante único de Dios en la Tierra, heredero de San Pedro y cabeza de toda la
cristiandad, incluyendo a los patriarcas, la Iglesia ortodoxa niega esta supremacía y
postula que el Papa debe ser un primus inter pares respecto a los patriarcas.
La situación explotó cuando en el 1054 el papa León IX se valió de su supuesta
autoridad para exigir a los bizantinos ayuda contra los normandos; estos se negaron y
el Papa excomulgó al patriarca de Constantinopla, que a su vez excomulgó al Sumo
Pontífice, produciéndose así una separación entre ambas iglesias que sigue hasta
nuestros días.

La decadencia del Imperio Romano de Oriente

Tras la dinastía macedónica llegó la comnena, y con ella una serie de fracasos y
presiones militares que se sumaban a fuertes rivales comerciales y una pérdida de
prestigio en el mundo ortodoxo debida a la posición ambigua de Constantinopla en las
relaciones con la Iglesia católica; además, las numerosas querellas dinásticas e
ideológicas dieron lugar a un estado de desunión y debilidad.
Hacia el Este, Bizancio rivalizaba política y comercialmente con los turcos, y
hacia el norte con los eslavos; en esta situación intentó acercarse a Occidente en busca
de un aliado poderoso, dentro del contexto de las Cruzadas, aunque terminaron
surgiendo tensiones y los cruzados arrasaron, saquearon y tomaron Constantinopla en
el 1204, quedando incorporada al Imperio Latino mientras la capitalidad bizantina era
trasladada a Nicea. En el 1261 Constantinopla fue reconquistada, pero siguió en cierto
modo bajo control de Occidente tanto por la vía comercial como por el
establecimiento de la dinastía títere de los Paleólogos.
De esta forma, Occidente no sería el aliado de Bizancio sino su dominador, y la
participación en las Cruzadas solo habría servido para perder cualquier tipo de vínculo
con los reinos orientales. En esta posición de debilidad y carente de aliados, el Imperio
Bizantino no pudo hacer frente al avance de los otomanos, que tomaron
Constantinopla el 29 de mayo de 1453.
Tema 4: El Islam. Política, sociedad, religión y cultura.

La Arabia preislámica

La palabra “árabe” vendría a significar “nómada,” y era utilizada en un principio


por asirios y babilónicos para referirse a un conjunto heterogéneo de pueblos diversos
que llegaron a servir en sus ejércitos. El punto de conexión de estos pueblos es que
habitaban en Arabia, un extenso territorio de tres millones de km 2 , pero no contaban
con una fuerte tradición religiosa unitaria ni con un sistema de escritura común; en
cuanto a sus patrones de asentamiento, podemos diferenciar tres tipos de sociedades
árabes basándonos en este aspecto:

- Sociedades sedentarias. La más antigua y desarrollada fue la de lo yemeníes,


con una riqueza propiciada por una agricultura que aprovechaba los monzones;
estaban también los tamudeos, habitantes de la ciudad-estado de Palmira y
dedicados al comercio, y de menos importancia los lajmíes de Hira y los
gassaníes de Gassan, estos últimos fuertemente romanizados, por lo que
suponían de tránsito entre el mundo cristiano y el persa.
- Beduinos del desierto. Se movían en caravanas por los bordes del desierto
arábigo, dedicándose al pastoreo, el saqueo y le comercio; no tenían un
concepto marcado de la propiedad privada, y fueron los primeros en utilizar el
camello.
- Ciudades del desierto. Formadas en torno a los oasis cercanos a la costa oeste;
destaca La Meca.
La agricultura del sur de la península era de secano, mientras que en el resto
del territorio solo podía ser llevada a cabo en lugares que contaran con fuentes o
donde se pudieran crear pozos; los productos más explotados eran el trigo y la cebada.
Las poblaciones nómadas y las asentadas en zonas secas vivían de la ganadería de
camellos y ovicaprinos y del comercio.
Dentro del comercio, los productos principales eran incienso, mirra y pieles, a
través de caravanas de mercaderes que recorrían vías comerciales desde la Arabia
meridional hacia Egipto, Palestina y Siria; en este movimiento hubo puntos
intermedios que se formaron como centros comerciales, véase La Meca por ser un
cruce de caminos al estar situada en la ruta del incienso (Saba-Gaza) y a medio camino
entre Eurasia y África.
No se sabe mucho sobre sus creencias, que se resumen en que antes del Islam,
la religión estaba constituida por los Djinn o genios y los Ghul u ogros; es una imagen
frecuente la Mano de Fátima. Había lugares sagrados, como el pozo Zam Zam, y se
llevaban a cabo ofrendas y sacrificios para aplacar la ira de las divinidades.

Mahoma y el nacimiento del islam

Mahoma era un comerciante de familia modesta que vivió en los suburbios de


La Meca. Era un hombre muy religioso que practicaba el culto de sus antepasados,
probablemente influenciado por que su tío fuera el guardián del pozo Zam Zam, hasta
que a los cuarenta años tuvo la primera revelación y siguiendo las indicaciones del
arcángel Gabriel comenzó a aprender y recitar las palabras de Dios (Allah).
Durante algún tiempo, impresionado y en parte temeroso, no contó lo sucedido
más que a algunos miembros de su familia y a su fiel sirviente Zaid, quién fue el
primero en confesar que creía abiertamente en Mahoma y en lo que representaba. Los
primeros adeptos fueron su mujer, su primo Alí, y dos hombres notables de la Meca.
En el 613 comenzó a predicar la palabra divina, considerándose el último de
una serie de profetas enviados por Allah: Abraham, Moisés y Jesús. En el año 619, tras
unos altercados, se vio obligado a abandonar La Meca y trasladarse primero a Yatrib y
más tarde a Medina, donde vivían numerosos clanes y un importante número de
judíos con los que Mahoma inició una serie de conversaciones debido a que vieron en
él la persona adecuada para resolver la tensa situación que reinaba por entonces en la
ciudad. En estas circunstancias es cuando se firma en el año 620 el Pacto de ‘Aqaba, en
el cual setenta y tres hombres y dos mujeres prestaron juramento de obediencia a
Mahoma, comprometiéndose a acogerle y defenderle, afianzándose así su poder
político.
Esta emigración de La Meca a Yatrib es conocida como Hégira, y supuso la
ruptura de la cohesión tribal, por lo que el lazo de la comunidad (umma) sería la
religión y nunca más el espíritu del clan.
Los primeros problemas a los que tuvo que hacer frente Mahoma fueron con la
comunidad judía, la cual no se sentía cómoda con las predicaciones del profeta; tras
una serie de discusiones se rompieron las relaciones y Mahoma cambió la dirección de
la plegaria hacia la Kaaba, en La Meca, pues antes se hacía mirando a Jerusalén.

El islam

Los principios del islam son:

- Un solo dios, frente al politeísmo pagano. Un dios que exige una relación
personalizada con cada hombre, al que ha creado a partir de un coágulo de
sangre al que guía en vida y juzgará cuando muera.
- Mahoma es el mensajero humano de Dios, no el mediador divino hecho
hombre; es el último profeta.
- Creer en los ángeles, servidores de Allah.
- Creer en el libro sagrado, el Corán.
- Creer en el Juicio Final.

Los preceptos o seis pilares del islam son:

- La Profesión de Fe o Sahada. “No hay más Dios que Allah y Mahoma es su


profeta.”
- La oración o Salat. Cinco veces: alba, mediodía, tarde, atardecer, noche. Se
anuncia por el Muezzid. Rezo dirigido hacia La Meca. En mezquita o no, basta
una Sayyada. Previo al rezo, la ablución de pies y manos en la Mida. El Imán da
la Jutba, se dirige al Mihrab y dirige el rezo.
- La limosna o Zika. Voluntaria u obligatoria.
- El ayuno o Sawm. Mes de Ramadán, conmemora el mes que Mahoma estuvo
en el Monte Hira.
- La peregrinación o Hayy. Peregrinación a La Meca. Visita a la Kaaba y el Pozo
Zam Zam.
- Guerra Santa o Yihad. Luchar para defender la religión verdadera. Si mueres en
batalla vas directo al Paraíso.

El Corán, cuyo nombre significa “recitación” o “lectura,” recoge las palabras de


Dios manifestadas a los hombres por misericordia. Se divide en 114 suras o azoras
(capítulos) y 6.200 aleyas (versículos), ordenados por la extensión de cada uno. No se
trata solamente de un libro religioso, sino que constituye un código jurídico.

Expansión de los primeros califas: ortodoxos (632-660), Omeyas (661-750) y Abasíes


(750-1258)
Ortodoxos: (632-660)

El primer califa fue Abu Bakr, fiel colaborador de Mahoma. Adoptó el título de
“jalifat rasul Allah,” es decir, representante del enviado de Dios, título que pronto se
abrevió en “jalifa ” o “califa. ” Como representante del profeta tenía tres grandes
cometidos: velar por el cumplimiento de la doctrina islámica, presidir y gobernar la
umma, de la que es defensor, y salvaguardar la ley de Dios. Durante su corto mandato
5 tuvo que hacer frente a la rebelión de tribus beduinas que no veían en él un sucesor
adecuado para Mahoma, así como a la aparición de profetas impostores entre los que
destacaría Maslama.
A la muerte de Abu Bakr le sucedió Umar I (634-644), responsable de unificar
toda Arabia y expandir las fronteras hacia Mesopotamia, Irán, Siria…
Tras diez años de gobierno, Umar murió apuñalado por un esclavo en Basora;
su sucesor fue Utman (644-656), la cabeza del clan Omeya, perteneciente a uno de los
sectores de La Meca y que en un principio había rechazado el islam. Durante su
gobierno se finalizó la primera y definitiva versión del Corán, pero también se
produjeron los primeros síntomas de descontento y tensión en el centro de la umma, a
causa de la oposición al cierre oligárquico del régimen islámico en torno a un puñado
de quraysíes ahora representados por el clan Omeya.
Utman fue asesinado y se colocó como califa a Alí (656-661). El clan Omeya en
ese momento era dirigido por el gobernador de Siria, quien no veía con buenos ojos a
Alí, por lo que se produjo un enfrentamiento con resultado dudoso.
Años más tarde de este enfrentamiento por motivos religioso-políticos los
súbditos de Alí se fueron separando de él y dividiéndose en distintas ramas hasta que
terminaron asesinándole a la entrada de una mezquita.
Durante esta época ortodoxa la Shia sufrió una fractura, dividiéndose en:

- Chiítas: Partidarios de que el califa sea descendiente de Mahoma, Alí.


- Summitas: Partidarios de la teoría ascendente del poder, que el califa sea
elegido.

De los primeros surgirían los Jariyíes, una rama radical.

El Imperio Omeya (661-750)

La implantación de la dinastía Omeya se hace en circunstancias poco


favorables: la autoridad califal había quedado mermada como consecuencia de la
primera ruptura del Islam. El califato se convierte en un régimen que podría calificarse
de monárquico hereditario, al suprimirse el órgano consultivo de notables (Shura) que
de forma más simbólica que efectiva había intervenido en la elección de los primeros
califas. Por otra parte, el hecho de que los omeyas fuesen árabes establecidos en Siria
resultó decisivo a la hora de elegir Damasco como capital del califato; Arabia perdió de
esta forma la importancia política que había tenido en tiempos de Mahoma y sus
primeros sucesores. El predominio de los Omeyas de Siria, muy influenciados por la
cultura bizantina, se impuso a las costumbres de los árabes de la península arábiga y
de Irak, de espíritu nómada y más vinculados a las tradiciones procedentes del Imperio
Persa. La Meca y Medina continuaron siendo los núcleos religiosos más importantes,
pero quedaron alejados del centro del poder.
Los dos principales califas Omeya fueron Muawiya y Abd al-Malik. Este último
fue el primero en acuñar moneda de forma oficial en un imperio en el que hasta
entonces primaba el trueque; otro gran cambio fue que por la extensión del Imperio se
profesionalizó el ejército.
A los Omeya se les critica su falta de piedad religiosa siguiendo los preceptos
del islam, además de una actitud centralista inspirada en Bizancio: todo pasaba por
Damasco. Esto lleva a que en el año 750 los Abasíes masacrasen a todos los Omeya
excepto a uno, Abderramán, que consiguió huir a la Península Ibérica y formó un
califato independiente de Damasco.

El Imperio Abasí (750-1258)

Lo primero que hacen los Abasíes con su primer califa Abu-l-al Saffah es
destruir todo el legado Omeya en una damnatio memoriae, dentro de lo cual trasladan
la capital a Bagdad y destruyen Damasco.
Es al segundo califa abasí, al-Mansur (754-775) a quién debemos las decisiones
fundadoras de la identidad abasí y, en primer lugar, el desplazamiento del centro de
gravedad del Imperio musulmán hacia el este con la elección de una nueva capital,
Bagdad, fundada en Irak en la orilla occidental del Tigris.
Los Abasíes no son solo líderes políticos, sino que también se convierten en
líderes religiosos que pasan de ser únicamente califas a ser también imanes y visires.
Con el tiempo el Imperio abasí se fue fragmentando en numerosos califatos:

- El Califato Abasí de Bagdad.


- El Califato Fátima de El Cairo (909), que no reconocía al califa de Bagdad.
- El Califato Omeya de Córdoba (929), con Abderramán III a la cabeza
pretendiendo rescatar el legado de su familia.

Organización territorial del Imperio

Con imperio nos referimos únicamente a las etapas Omeya y Abasí, ya que
la etapa ortodoxa no se considera como tal.
En un principio el ejército tiene la intención de consolidar un imperio, no
solo de conquistarlo, para lo que se crean
campamentos de los cuales acaban naciendo grandes
ciudades como El Cairo. Además, muchas veces el
ejército tuvo un papel administrativo que consistió en
la recaudación de impuestos.
La capital imperial, que inicialmente se
encontraba en la Meca, por el incremento demográfico
y la expansión territorial fue trasladada a Damasco y
posteriormente Bagdad.
La máxima autoridad política y religiosa era el
califa, aconsejado por un visir que era la segunda
persona más poderosa. Cada provincia estaba en
manos de un gobernador que representaba al califa; el
poder legislativo era repartido entre diversos jueces (cadí), y el tesoro público era
administrado por los diwán.

La sociedad estaba organizada de la siguiente forma:

- Musulmanes: Grupo privilegiado, con árabes y sirios en lo más alto y seguidos


por los bereberes; la clase más baja de este grupo eran los muladíes, cristianos
conversos al islam.
- Otras religiones: judíos y mozárabes, principalmente.
- Esclavos
A los ciudadanos que se incorporaban al imperio no se les forzaba a la
conversión, pero sí se otorgaban privilegios a los conversos. Muchas veces los
impuestos a las personas no conversas eran tan altos que prácticamente la conversión
era “forzosa,” ya que eran incapaces de sufragar dichos gastos.

Anexo: La mezquita

El origen de la estructura de las mezquitas está en la casa de Mahoma en


Medina, consistente en un gran patio amurallado con una zulla o cobertizo (espacio
techado al aire libre) adosada al muro, donde se llevaban a cabo las reuniones, en el
lado opuesto a las habitaciones de Mahoma y su familia.

Las mezquitas están formadas por una parte


cubierta o haram y un patio abierto o sahn. Dentro del
haram está el madr, el muro que indica la quibla, con un
mihrab que indica el madr y que puede adoptar múltiples
formas (un pequeño nicho, una zona especialmente
ornamentada…). La maqsura es una zona de separación
paralela al muro, para separar a los califas de la plebe. El
alminar, minarete o manara es una torre de llamada;
cuantos más minaretes hay, más sagrada es la mezquita.
Para hacer las abluciones, todas las mezquitas
contaban con una fuente (la fuente en sí se llama sabil y la
estructura mida). Los riwaqs son espacios techados al aire
libre. La ziyada es el muro de separación entre la mezquita y la ciudad.
En las grandes mezquitas hay un minbar o manibar, portátil, siempre ubicado a
la izquierda del mihrab, desde donde el Iman da su discurso, sin subir nunca hasta el
final, espacio vacío en recuerdo de Mahoma. En ocasiones puede ser una estructura
permanente, pero no es lo común. La dikka, en ciudades densamente pobladas, es otra
estructura móvil desde la que un asistente del Iman repetía sus palabras cuando no se
oían bien.
Fundamentalmente, existen dos variaciones de mezquita esenciales:

- Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, modelo de naves perpendiculares.


- Mezquita de Damasco, modelo de naves paralelas.

En ambas variantes, se monumentaliza el espacio anterior al mihrab, muchas


veces mediante cúpulas.
Tema 5: El occidente cristiano medieval (I): Una sociedad y economía en
evolución

La revolución tecnológica

Con la entrada en la Edad Media y el traslado de la ciudad al campo se


produjeron una serie de innovaciones en el trabajo agrícola, a saber:

- La tierra y los ciclos agrícolas


- La rotación trienal y la alternancia de cultivos
- Mejoras en el utillaje y en las técnicas de cultivo
- Nuevas formas de tiro en caballos y bueyes
- Difusión del uso de molinos de agua y viento
- El arado

El uso del molino, aunque presente ya en Roma, tuvo una gran difusión sobre el
s. X; el más habitual era el de agua, reservando el de viento para zonas muy ventosas.
A partir del molino surgió el batán, utilizado para apelmazar los tejidos.

El arado simétrico romano, pensado para las tierras mediterráneas, era efectivo
en suelos secos y poco profundos, pero en el norte de Europa su eficacia se veía
mermada. Por ello se introduce el arado asimétrico, pesado o de vertedera, con una
cuchilla que corta más profundo y con una placa de madera o vertedera que va
volteando y aireando la tierra apartándola fuera del surco, de forma que la tierra del
surco se renueva y es más fértil. Este arado más aparatoso influye en el tipo de
parcelación, en campos alargados y estrechos.
Hasta el s. X lo habitual era la rotación bienal, que consistía en cultivar la mitad
de las tierras y dejar la otra en barbecho, e ir alternándolas cada año. Esto cambió con
la rotación trienal, que dividía los cultivos en tres zonas: cereal de otoño (trigo y
centeno), cereal de primavera (cebada y avena) y barbecho, que van rotando
anualmente. Este sistema, además de aumentar la zona cultivable, previene el riesgo
de un año malo que estropee o destruya una de las zonas de cultivo.

El aumento de la extensión y la productividad de los cultivos permite una


generación de excedente que se comercializa y lleva a la creación de ferias y mercados,
y poco a poco nuevos núcleos urbanos. La creación de redes comerciales contribuye a
la especialización, tanto personal como regional.

Régimen de uso y propiedad de la tierra

El régimen de explotación predominante en la tardoantigüedad es la villa,


heredada del mundo romano, que se divide en dos partes:
- Terra dominicata, la reserva del señor.
- Manso, parte cedida en usufructo a los campesinos.

Este régimen dominical evoluciona hacia el régimen de señorío jurisdiccional


cuando los derechos y exigencias del señor aumentan, exigiendo a sus campesinos
servicios además de los pagos. Estas atribuciones del poder público que recaen en
el señor se conocen como banalidades, y abarcan el ejercer justicia, la recaudación
de impuestos o la defensa militar.

El mundo urbano

Las ciudades comenzaron a extenderse debido al auge comercial y el


surgimiento de los mercaderes. Se consideraba ciudad todo asentamiento que
contase con un obispo y estuviera rodeado por una muralla; además de estas
ciudades podemos encontrar los burgos o fortalezas feudales.
La vida urbana en la Alta Edad Media europea fue prácticamente inexistente. La
mayoría de las ciudades romanas quedaron convertidas en centros de
administración eclesiástica y pasaron a formar parte del señorío territorial de un
señor feudal, laico o religioso. Muy pocas personas vivían en ellas.
Sin embargo, a partir del siglo XII esta situación cambió. Como consecuencia del
aumento demográfico, del desarrollo económico y de la necesidad por parte de los
mercaderes de establecerse en un lugar fijo, las ciudades recobraron su
importancia. Entonces, las viejas ciudades romanas o antiguos burgos volvieron a
poblarse y a su lado aparecieron otros nuevos: de la fusión entre los antiguos y los
nuevos burgos nació la ciudad medieval. A los pobladores de las ciudades
medievales se les llamó burgueses, y al alcalde burgomaestre. Este desarrollo
urbano llegó a su máximo esplendor en el s. XIII, cuando algunas ciudades como
París, Milán, Venecia y Florencia alcanzaron los 100.000 habitantes.
Las ciudades medievales atrajeron a una enorme cantidad de mercaderes que
se establecieron en ellas y que, con el tiempo, llegaron a dominarlas. Solían estar
situadas cerca de un río, del mar o de un camino importante, por lo que se
convirtieron en centros comerciales.
Las ciudades también se convirtieron en centros de atracción para los
campesinos que buscaban mejores oportunidades. Algunos siervos llegaron a ellas
huyendo de los señores feudales, y los campesinos libres lo hicieron atraídos por la
creciente actividad artesanal y comercial. Los artesanos pasaron a ser la mano de
obra de una industria destinada, por un lado, a satisfacer las necesidades de una
población urbana cada vez mayor, y por otro, a generar artículos que pudieran ser
comercializados fuera y así ganar beneficio.
A pesar de que cada ciudad medieval tenía rasgos propios, la mayoría
compartía ciertas características:

- Normalmente estaban amuralladas.


- Las casas se distribuían en hasta tres pisos: el primero, construido en piedra,
servía de taller y de tienda; el segundo y el tercero, en cambio, se usaban como
vivienda y eran de madera.
- Entre los edificios urbanos destacan las iglesias, el palacio episcopal y, más
tarde, el palacio comunal, que fue la sede administrativa de la ciudad.
- En el centro de la ciudad o cerca de una de sus puertas de acceso solía
encontrarse la plaza del mercado, donde se desarrollaba la actividad comercial.
- Calles estrechas y oscuras, y debido a la ausencia de alcantarillado también
había malos olores.

Con el paso del tiempo, las ciudades perdieron sus murallas, los barrios se
especializaron por el oficio de sus habitantes y comenzaron a crecer
desordenadamente.
El atractivo que las ciudades medievales ejercieron sobre los campesinos
introdujo a partir del s. XII cierta cantidad de mano de obra que trabajó en la
producción artesanal. Los artesanos del s. XII retornaron a las viejas técnicas olvidadas
y aprendieron de los artesanos islámicos y bizantinos, ya que a diferencia de Europa
estas regiones contaron con una industria muy desarrollada a lo largo de toda la Edad
Media.
El poderío económico de los mercaderes estuvo estrechamente vinculado al
desarrollo de las ciudades, que fueron sus centros de negocios; en el s. XIII las ciudades
estaban dominadas por ellos. Los grandes mercaderes, a los que a veces se unieron los
nobles, ocuparon los puestos de gobierno y constituyeron un patriciado urbano, que
controló la vida municipal y que no encontró oposición violenta hasta la crisis del s.
XIV.
El papel protagónico en el desarrollo de las ciudades lo tuvieron sus habitantes:
los burgueses. Bajo este nombre pasó a designarse a todas aquellas personas cuya
riqueza se basaba en el dinero y no en la tierra: el enriquecerse con dinero y no
dedicarse a actividades rurales distinguió a los burgueses de los campesinos y de la
nobleza feudal.
La aparición de la burguesía rompió el rígido esquema de la sociedad feudal de
órdenes, ya que la mayoría de los burgueses no pertenecía a ninguno de los órdenes;
eran mercaderes y artesanos especializados en diversos trabajos: panaderos, herreros
y carpinteros, entre otros oficios.
A la larga irían surgiendo enlaces matrimoniales entre la nobleza y los grandes
burgueses o simplemente compraron títulos nobiliarios. La Iglesia no vio con buenos
ojos el rápido ascenso de la burguesía, ya que sus ocupaciones encaminadas a
acumular dinero fácil fueron consideradas por los clérigos síntomas de avaricia, por lo
que pasaron a formar parte de una lista de oficios deshonroso. Con el tiempo, sin
embargo, la Iglesia se volvió más tolerante con los burgueses, que eran muy religiosos
(y pagaban donativos), y convino en que eran necesarios para la sociedad.
Las ciudades medievales fueron muy activas. Al contrario de lo que sucedía en
el campo, la división de tareas caracterizó la vida económica urbana y la vida cultural
recobró importancia. Los habitantes de la ciudad se especializaban en un oficio y
compraban en el mercado lo que no producían. Los artesanos de un mismo oficio y los
comerciantes se agruparon en gremios, los cuales fijaban los procedimientos de
fabricación, las normas laborales, las horas de trabajo y los salarios; también
aseguraban la destreza en el oficio: se accedía al grado de oficial tras un aprendizaje de
diez años, como mínimo, en el taller de un maestro. Así, los productos eran semejantes
en calidad y en precio, ya que nadie podía ejercer un oficio si no pertenecía al gremio
respectivo. Los gremios eran muy poderosos y, frecuentemente, se enfrentaron con
violencia por el control de la ciudad.
Como las actividades urbanas requerían nuevos conocimientos como, por
ejemplo, llevar libros de cuentas, escribir cartas o redactar inventarios, los burgueses
fundaron las primeras escuelas laicas; así, la actividad intelectual dejó de ser exclusiva
del clero. También se fundaron las primeras universidades, que introdujeron al sistema
antiguo de enseñanza estudios de leyes y de teología y otras disciplinas como, por
ejemplo, la medicina.
Al principio, había igualdad en la ciudad: la sociedad urbana contrastaba con la
jerarquización feudal. Sin embargo, con el tiempo se acentuaron las diferencias entre
ricos y pobres y nació el concepto de ciudadanía: para ser ciudadano y obtener las
ventajas urbanas, había que tener recursos para pagar un impuesto especial a la
comuna y poseer una casa en la ciudad.
Desde el punto de vista religioso, el contraste entre ricos y pobres provocó una
necesidad de reforma, y en el s. XIII aparecieron las órdenes mendicantes: franciscanos
y dominicos. Ambas adoptaron una moral basada en la austeridad y se instalaron en
las ciudades, relacionándose con sus problemas, y sus ocupaciones principales fueron
la prédica y la enseñanza. Se debe tener en cuenta que ambas órdenes rivalizaban por
la hegemonía y por el control de las universidades.
Tema 6: El occidente cristiano medieval (II): Concepción del poder, práctica,
política y ámbito religioso-cultural

La caída del Imperio Romano está relacionada con la llegada de diversos


pueblos bárbaros, que se funden con la población local; de hecho, eran tan
pocos en comparación con las poblaciones preexistentes que corrían el riesgo
de desaparecer étnicamente, como sucedió con los alanos, y en casos como el
de los visigodos crearon leyes que prohibían los matrimonios mixtos.
Los primeros en llegar fueron los godos, divididos en godos del Oeste
(visigodos) y del Este (ostrogodos), en un tiempo en que el Imperio aún era
fuerte y pudo romanizarlos en cierta medida. A estos siguieron los vándalos,
desaparecidos en el s. VI tras enfrentamientos con Justiniano, y los lombardos,
situados al norte de Italia y que tomarían el control de la zona tras la caída de
los ostrogodos. En la Galia se instalaron los francos tras expulsar a los visigodos,
que se trasladaron a una Península Ibérica ya habitada por suevos y vándalos.
En Inglaterra se instalaron los anglosajones, quienes se unieron y enfrentaron a
los pueblos tanto prerromanos como romanizados que ya habitaban la zona.

La aspiración a la Renovatio Imperii de los reyes germanos y el ejercicio de su


poder

En el mundo germano el rey era originalmente un primus inter pares, un


hombre que los miembros poderosos de la tribu elegían jefe del pueblo en
armas y encargado de velar por la paz y la justicia, y aconsejado por una
asamblea.
Esto cambiaría tras el contacto con el sistema imperial romano y la
legitimación divina. Al establecerse la alianza entre la Iglesia y las monarquías
germánicas se produce un cambio en la legitimación del monarca desde el
momento en que se sacraliza el poder, cambiando de un sistema ascendente a
uno descendente.
Clodoveo, rey de los francos que expulsó a los visigodos, tras vencer a
este pueblo se convirtió al cristianismo, y con él todo el pueblo, pues la religión
de un rey debía ser seguida por sus súbditos; con esto se granjeó el apoyo de la
Iglesia y la legitimación divina, como muestra la siguiente miniatura en la que
es bautizado por el obispo Remigio mientras el Espíritu Santo trae el aceite para
ungirle. Caso similar es el del visigodo Recaredo, rey arriano que se ve forzado a
adoptar el catolicismo por conveniencia política.
A pesar de este cambio en el sistema de legitimación, se sigue
manteniendo la importancia del consenso heredada de la monarquía electiva,
siendo vital el juramento de fidelidad personal al rey. Carlomagno imponía dos
condiciones a los pueblos que conquistaba: jurarle fidelidad y adoptar el
cristianismo; por lo demás, respetaba propiedades, costumbres e incluso
líderes.
Aunque había ciudades de gran importancia, como Londres o Toledo, la
corte era itinerante: los nobles iban a donde iba el rey, ya fuera a una
residencia temporal, a una partida de caza o a la guerra, ya que el monarca
debía contar con las asambleas y concilios a la hora de legislar y tomar
decisiones.

El Imperio Carolingio

El reinado de Carlomagno se caracteriza por


una expansión constante, siendo un periodo de 46
años de guerra en busca de unir toda Europa
Occidental bajo un mismo poder y una misma fe,
algo comparable a la Renovatio Imperii de
Justiniano.
Para rastrear los orígenes del Imperio
Carolingio debemos remontarnos al s. VIII, una
época en la que el Reino Franco se había dividido
en varias partes, siendo cuatro las principales:
Neustria, Austrasia, Borgoña y Aquitania, muy
relacionados entre sí y protagonistas de
unificaciones y separaciones cada cierto tiempo.
Este periodo es conocido como “de los reyes holgazanes”, ya que
quienes llevaban a cabo realmente la labor de gobierno eran los mayordomos
de palacio o chambelanes, similares a los validos españoles.
Carlomagno deriva de una dinastía de
chambelanes, los Pipínidas. Su abuelo, Carlos Martel,
fue quien frenó la expansión hacia Europa en la batalla
de Poitiers, con la creación del Franco Condado. El hijo
de este, Pipino el Breve, se aprovechó de la buena
fama de Carlos Martel en una época en que los
lombardos son una gran preocupación para el papa
Esteban II, quien le pidió ayuda; Pipino acudió en
efecto en ayuda del papado y derrotó a los lombardos.
En agradecimiento por esto el Papa apoya a Pipino en
su golpe de Estado para hacerse con el trono
(recordemos que era chambelán, no rey), llegando
incluso a unificar todos los reinos francos. El Papa
corona rey a Pipino para legitimar el proceso, y en agradecimiento Pipino le
regala los territorios conquistados a los Lombardos, el germen de lo que serían
los Estados Pontificios.

Pipino tuvo dos hijos: Carlomagno y Carlomán, entre los que dividió su
reino, aunque Carlomagno mató a su hermano produciéndose con esto una
reunificación.
En seguida comenzó un proceso expansionista que buscaba unificar
Europa en un gran imperio cristiano, exigiendo a los pueblos sometidos el
juramento personal de lealtad a Carlomagno por parte de sus líderes.
El

punto álgido del aumento del poder carolingio llega en el año 800, cuando es
nombrado emperador romano por el Papa. En el 799 los lombardos suponían
una amenaza para Roma, y el Sumo Pontífice se vio obligado a refugiarse como
huésped de Carlomagno; el rey le mandó de vuelta a Roma con una escolta que
le ayudara a recobrar su posición y se presentó personalmente en la ciudad al
año siguiente para celebrar las navidades junto al Papa recién restaurado.

El 25 de diciembre del año 800, durante la misa de Navidad, mientras


Carlomagno estaba rezando el Papa sacó a relucir una corona enjoyada y se la
colocó por la espalda, nombrándole emperador de Occidente contra su
voluntad. El propio Carlomagno afirma que, aunque se alegra del
nombramiento, jamás habría acudido a la Iglesia ese día si hubiera sabido lo
que planeaba el Papa, y esto se debe a que la coronación suponía más un
beneficio para la Iglesia que para él, por las siguientes razones:
- Al ser el Papa quien corona al emperador, se está poniendo de manifiesto que
el poder religioso está por encima del imperial. Esto supondría más adelante y
hasta el s. XIII un conflicto entre emperadores y papas por establecer quién
tenía un mayor poder.
- Con la coronación Carlomagno pasaba oficialmente a ser defensor de la Iglesia
y del cristianismo, convirtiéndose los antiguos favores en obligaciones.
- Con el nombramiento de un nuevo emperador romano la legitimidad del
basileus bizantino se veía comprometida, convirtiendo lo que era un conflicto
religioso (iglesia católica contra ortodoxa, papa contra patriarca) en uno
también político, con la existencia de dos individuos que ostentan el mismo
título.

El Imperio Carolingio fue heredado por el único hijo de Carlomagno, Ludovico


Pío, quien mantuvo la estabilidad territorial en vida pero cometió un error al morir
muy común entre los reyes altomedievales: dividir el Imperio entre sus tres hijos, de la
siguiente forma:

También podría gustarte