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El legado de Pané: El legado taíno

Georgelis García Mejía

Recinto Félix Evaristo Mejía, ISFODOSU

(11284) Lit-340 Literatura Hispanoamericana I: Colonial

Valentín Amaro

13 de marzo 2024
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El legado de Pané: El legado taíno

La isla Hispaniola es la primicia de América en muchos sentidos. En este


pedazo de tierra rodeado de agua y sal se inaguraron las instituciones y construcciones
europeas más importantes de la época colonial y que a día de hoy se continua
reconociendo su relevancia. Aquí se construye la primera villa europea del Nuevo
Mundo, así mismo otras obras arquitectonicas que se replicarían en otras colonias
españolas, tales como la primera universidad y la primera catedral. Igualmente, es el
lugar de donde sale el primer registro de carácter etnológico de América a manos de
Fray Ramón Pané.

Cuando el almirante Cristobal Colón llegó al continente se quedó maravillado


con la gente que conoció y su estilo de vida, así que, seguramente sabiendo que
escritura es el medio más efectivo para resguardar la cultura de un pueblo, quiso que
hubiese un registro sobre estas personas. Encargo a Fray Ramón Pané la tarea de
recabar y escribir los aspectos relevantes de los taínos. Pané, quien ya ostentaba el
título del primero en aprender una lengua aborígen, se convirtió así en el primer
etnógrafo y etnólogo de América.

Para poder se llevar a cabo esta tarea fue necesario que el monje dominico
aprendierá una segunda lengua indígena, pues la que dominaba solo era entendida en
una zona muy pequeña de la isla. Se mudó, también por mandato de Colón, a los
dominios del cacique Guarionex, donde aprendió una lengua que era comprendida por
toda la isla. A partir de aquí, comienza a crear su Relación Acerca de las
Antigüedades de los Indios, obra invaluable y de gran relevancia donde se recogen las
historias, las creencias y el modo de vida del pueblo taíno.

La obra no solo es el primer registro etnológico realizado en América por un


europeo ni es solo el primer libro originado en América, pues también constituye el
testimonio acerca de un pueblo del cual no permanecieron voces vivas. A diferencia
de otros pueblos aborígenes de América, la población taína desapareció en su total
debido al maltrato que recibieron los encomenderos. Esta relación es la única fuente a
la que se puede acudir para vislumbrar la cosmovisión taína y sus ritos, mitos y
leyendas.

Precisamente gracias a que se cuenta con esta especie de antología taína, es


posible comprobar el origen de elementos clave que componen la cultura dominicana.
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En primer lugar, la obra permite conocer la raíz de algunos mitos y leyendas propias
de la tradición popular, por ejemplo, el miedo que tienen los dominicanos de más
edad a la noche. Este miedo tiene una explicación: para los antiguos habitantes de la
isla, la noche era sinónimo de peligro, el escenario donde los muertos se confundían
con los vivos y convertía cualquier destino en uno de no retorno. Además, según la
mitología, al andar solo de noche se corre el riesgo de encontrarse con una opía (más
conocido entre los dominicanos como jupía), que es un espíritu de algún muerto que
adopta forma femenina.

En segundo lugar, el libro ayuda a comprobar las palabras de origen taíno que
colocan un sello distintivo al español dominicano. De los aborígenes heredamos
palabras que pertenecen a las más diversas índoles. De ellos tomamos palabras de
nuestra dieta, como jobo, guayaba y casabe, también nombres de lugares como es el
caso de Maguana y la cueva Iguanaboina y otras tantas.

Además de todo esto, la obra, aunque quizás no haya sido el propósito del
autor, ofrece muestras del carácter de los taínos. En un principio, el autor los presenta
como gente sumisa y obediente, inclusive el cacique Guarionex parecía haber
entablado una amistad con Pané y, según lo registrado en el libro, mostraba interés en
convertirse al cristianismo. No obstante, más adelante presenta el carácter aguerrido y
la disposición a defender sus creencias que poseían tal cacique y su pueblo al relatar
que estos destruyeron algunas imagenes de santos que habían llevado consigo los
evangelizadores y mataron algunos cristianos.

Al narrar este acontecimiento, Pané, monje dominico, no olvida explicar las


consecuencias divinas de esta acción: la madre de Guarionex encontró una cruz en el
lugar donde se habían escondido las imágenes y lo tuvo por milagro de Dios. Esto y
otros comentarios realizados en la obra tildando las creencias taínas de supersticiones,
demuestra que esta obra contiene el sesgo del autor, quien estima de superiores sus
propias creencias. Sin embargo, su obra es lo único que nos queda de las leyendas de
los aborigenes que habitaron esta parte del continente.

Por desgracia, Relación Acerca de las Antigüedades de los Indios es el único


testimonio que se posee de la literatura taína, pero por fortuna se tiene. Ha
sobrevivido siglos y ha llegado hasta este día para dar cuenta de las contribuciones de
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este maravilloso pueblo en la identidad cultural dominicana. La obra de Pané se


convirtió en legado, uno que conserva el legado taíno.

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