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Hojitas de Fe nº 448 –4– SÍMBOLO O CREDO

El error fundamental de los maniqueos es haberse figurado dos categorías de sustan-


cias: las sustancias buenas, que emanan del principio luminoso; y las sustancias ma-
las, que emanan del principio oscuro. Según ellos, habría habido un conflicto entre
estos dos principios; algunas gotas del buen principio se habrían extendido y espar- El justo vive de la fe 6. Símbolo o Credo
cido por todo el reino de las tinieblas; y de esta mezcla habría resultado el universo.
En rigor, esta teoría fantasmagórica cae por sí sola. Todas las sustancias que podría-
mos clasificar como malas –como las zarzas y las espinas, las serpientes y los animales
venenosos, las fieras salvajes–, resulta que son indiscutiblemente buenas por la com-
posición de sus partes, la proporción de sus miembros, el funcionamiento de su orga-
nismo, su capacidad de reproducirse: cosas todas buenas y bellas, que hacen que un
ser sea sustancialmente bueno.
Tal vez sería aquí el lugar para explicar por qué Moisés, siendo el eco de tradi-
ciones tan antiguas como el mundo, distingue en el Levítico dos categorías de ani- 3º Distinción entre el acto creador
males, los puros y los impuros, y sólo permite sacrificar al Señor los animales pu- y las Procesiones divinas.
ros. ¿Habría entonces animales sustancialmente impuros? Creerlo sería volver a
caer en el maniqueísmo. La distinción hecha por Moisés se justifica ya por ciertas Así como es bueno contemplar, en el origen de las cosas, a Dios meditando el
razones higiénicas, religiosas y políticas, ya por razones simbólicas, sobre las cua- plan del mundo desde toda la eternidad, para realizarlo en el tiempo y en el espa-
les no podemos extendernos ahora. Bástenos decir que la majestad de Dios re- cio, así también es capital no confundir el acto de la creación con lo que llamamos
clamó como víctimas los animales más nobles y más útiles para la vida humana; las Procesiones divinas, es decir, con la Generación eterna del Verbo y la Proce-
porque el sacrificio solía terminar con un festín, en el que el hombre se sentaba sión del Espíritu Santo.
con Dios mismo. Por lo tanto, Moisés tuvo que prescribir para los sacrificios sólo Dios Padre engendra a su Verbo de su propia sustancia; el Espíritu Santo pro-
animales puros, es decir, animales que fueran el alimento más apropiado para el cede sustancialmente del Padre y del Hijo. Esta doble operación es inherente a la
hombre mismo, y sólo aquellos que habrían figurado en una fiesta ceremonial. naturaleza divina, siéndole tan esencial, eterna y necesaria como lo es la misma
Una vez dada esta explicación, la distinción de Moisés nos revela una cosa interesante, naturaleza divina.
a saber, que hay en los seres de este mundo una especie de simbolismo, según el cual
algunos son más aptos para representar el bien, y otros para representar el mal. Según Así como el sol no puede retener su luz, Dios Padre engendra necesariamente a su
esto, la serpiente no tiene el mismo significado que la paloma, ni el lobo que el cordero, Hijo, que por eso mismo es su Esplendor eterno. Y así como un hogar ardiente despide
ni la cabra que la oveja, ni la cizaña que el trigo. Pero del hecho de que ciertos seres, calor, el Espíritu Santo emana necesariamente del Padre y del Hijo como su mutuo
por sus temibles propiedades, fácilmente dañinas u ofensivas para los sentidos, se con- Amor. Al decir que esta generación y emanación son necesarias, queremos decir que
viertan según el lenguaje simbólico en una expresión del mal, no se deduce que sean son en Dios el resultado de la naturaleza divina, y no de su libre voluntad. Dios Padre
positivamente malos. Además, un ser puede prestarse a diversos significados, según engendra su Verbo, no porque quiera engendrarlo, sino porque forma parte de la na-
los aspectos con que se lo considere. La serpiente suele tomarse como emblema del turaleza divina engendrarlo, y al engendrarlo como su verdadero Hijo natural, no
mal; y con todo, Nuestro Señor nos aconseja la prudencia de la serpiente (Mat. 10 16). puede darle menos que la misma naturaleza divina. Dígase lo mismo respecto de la
El león a veces se toma a buena parte: así Nuestro Señor es llamado el León de Judá Procesión del Espíritu Santo.
(Apoc. 5 5), y a veces a mala: y así el diablo es llamado león devorador (I Ped. 5 8). Muy distinto es lo que ocurre entre Dios y las creaturas. No está en la natu-
Estamos íntimamente convencidos de que el simbolismo de los seres de la raleza de Dios producirlas, y así sólo las produjo porque quiso, por un acto libre
creación proviene de causas más profundas de lo que podría sospecharse: no es de su voluntad. Dios, al producirlas, no les comunica nada de su propia sustan-
una simple convención, sino un acercamiento misterioso a la naturaleza íntima cia. Para dejar en claro que no están en Dios como lo están el Padre, el Hijo y el
de las cosas. Pero eso no altera en lo más mínimo este gran principio: que la Crea- Espíritu Santo, se dice que Dios las produjo fuera de Sí, y que permanecen fuera
ción es buena en cada uno de los seres que la componen, excelentemente buena de El, en el sentido de que no hay mezcla ni confusión posible entre su ser y el
en su conjunto, y que el mal no existía originariamente a ningún título en la obra de Dios.
de Dios.1 El Ser divino posee en sí mismo todas las perfecciones que le son esenciales.
© Fundación San Pío X – Casa San José
La creatura no tiene nada de sí misma, ni ser, ni vida, ni inteligencia, no pudiendo
Carretera M-404, km. 4,2 – 28607 El Alamo (Madrid) siquiera sostenerse por sí misma: sin la ayuda de la virtud divina que la sacó de
FOTOCÓPIAME – DIFÚNDEME – PÍDEME a: hojitasdefe @perspectiva.com la nada, volvería a caer en la nada como se desvanece un poco de humo.
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eternidad. Pero, tomados en su conjunto, con sus relaciones recíprocas, con su si-
4º Libertad del acto creador. metría armoniosa, alcanzaron un excelente grado de bondad: «Et erant valde bo-
na». ¿Qué son los rasgos de un rostro, estudiados por separado, en comparación
Cuando se comprende esta distinción, se entiende que Dios, al producir todos con el rostro considerado en su conjunto, y abarcado de una sola mirada?
los seres del universo, obró con soberana libertad. Todos ellos juntos no podían
aumentar la gloria y la dicha de su Autor en el más mínimo grado. Crearlos fue Sabemos ya que algunos autores han pretendido que Dios le ha dado al mundo toda la
literalmente un juego de su omnipotencia. El motivo que lo llevó a sacarlos de la suma de perfección posible, y que estamos en el mejor de los mundos. En verdad, ¿no
nada fue, y solo pudo ser, su beneplácito. podría Dios hacer nada mejor que el mundo existente? ¿Acaso se agotó su poder al
producirlo, o su sabiduría al combinar su disposición, o su bondad al comunicarle algo
Fue un error de los paganos creer que Dios no podía prescindir de la creación del de su propia perfección? ¿A qué proporciones se reduciría entonces el poder, la sabi-
mundo; que Dios puso en el mundo algo de su propia sustancia; que el mundo es como duría y la bondad de Dios? Esta sabiduría, esta bondad, este poder, están fuera de pro-
un cuerpo del que Dios sería el alma; que las almas son las chispas de un vasto hogar porción con cualquier mundo, por perfecto que sea; porque cualquier mundo, siendo
que es Dios mismo. Los paganos, y también los modernos que se imaginan tales cosas, creado, necesariamente estará limitado en todos los sentidos; y los atributos de la na-
no entienden lo que es Dios, el Ser inmenso, eterno, infinito, indivisible; no entienden turaleza divina, como la naturaleza divina misma, no tienen más límite que lo infinito.
la expresión con que Dios se define a sí mismo: «Yo soy el que soy» (Ex. 3 14). Dios
es un Ser al que no se le puede añadir nada; colocado junto a El, el universo no es Aquí se nos presenta una objeción: el Hijo de Dios se ha encarnado, y con ello
más que un cero a la izquierda; pesado con Dios, si se nos permite hablar así, el uni- la distancia entre el Creador y la creatura ha quedado suprimida. Sin duda, ha que-
verso entero no agrega absolutamente nada al peso de la Divinidad. dado suprimida en el sentido de que la Encarnación unió con el vínculo más ín-
timo posible –el vínculo de una Persona divina– al Creador con la creatura, lo in-
1º Por lo tanto, Dios era de suyo perfectamente indiferente a crear o no crear creado con lo creado, lo divino con lo humano. Los dos extremos se han tocado
un mundo, no necesitando ejercer su omnipotencia, ni manifestar su sabiduría, ni íntimamente, sí, pero sin confundirse; y si, a pesar de la fuerza del vínculo que los
salir de su eternidad, ni comunicar su bienaventuranza. Si se pregunta por qué ra- unió, cada uno ha mantenido su naturaleza y propiedades, es porque son radical-
zón Dios creó el mundo, sólo podemos responder una cosa: y es que así quiso ha- mente inmiscibles entre sí. Adoremos en Nuestro Señor la unión de lo infinito y
cerlo. Su voluntad fue infinitamente sabia, pero no se vio determinada a crear un lo finito, pero adoremos también en El la distinción de lo infinito y lo finito. Di-
mundo por otro motivo que su libertad soberana, absoluta, inalienable, de la cual gamos que la distancia parece suprimida, pero digamos también que persiste. Su-
la nuestra es sólo una pálida imagen. primida por un esfuerzo del amor incomprensible de Dios, persiste por la distin-
2º Libre de crear o no crear un mundo, Dios era igualmente libre de elegir, ción irreductible que siempre habrá entre el Ser divino y el ser de las creaturas, y
entre una infinidad de mundos posibles que se presentaban a su inteligencia, el que es en Jesucristo la distinción de las naturalezas en la unidad de la Persona.
que más le pluguiera extraer de la nada. Ciertamente, al elegir el mundo tal
como ahora existe, Dios se condujo a Sí mismo por motivos cuya sabiduría es 6º ¿De dónde viene el mal en la creación?
impenetrable; pero cualesquiera que hayan sido estos motivos, no podrían influir
en la libertad soberana de su elección. ¿Cómo pudo introducirse el mal en la creación, cuando salió fresco y puro de
3º Finalmente, libre para crear tal o cual mundo, Dios también fue libre de dar las manos de su Autor? ¿Cómo pudo estallar una disonancia en este concierto,
al mundo tal o cual grado de perfección. Lo que sale de las manos de Dios lleva cuyos instrumentos todos había afinado el dedo de Dios? El mal es un defecto en
necesariamente el sello de las perfecciones de su Autor. Pero esta expresión de una obra, el resultado de un trabajador torpe o malvado. ¿Cómo pudo haberse
las perfecciones divinas puede recibir infinitos grados, mayores unos y menores colado allí donde el Obrero de los mundos tenía por artista a la misma Sabiduría,
otros. ¿Por qué detuvo Dios la creación en tal grado de perfección en vez de tal por instrumento su omnipotencia, y por meta la difusión y la glorificación de su
otro? Siempre habrá que contestar que porque El así lo quiso. Sus razones tenía infinita bondad?
para querer hacerlo de esta manera y no de otra, pero la razón última de su vo- «Todas las criaturas de Dios son buenas», dice San Pablo (I Tim. 4 4), porque
luntad es su voluntad misma. el ser que han recibido de su Creador es un bien, y este bien sólo podrían perderlo
si dejaran de existir; de modo que mientras existan, y por el solo hecho de existir,
5º Bondad del acto creador. son sustancialmente buenas. El mal es un defecto que vicia un sujeto bueno; si lo
destruyera del todo, se destruiría a sí mismo, como cesa una enfermedad cuando
Contemplando la creación, Dios vio que todo era bueno en ella, y que el con- da muerte al enfermo. Y así como la enfermedad sólo es posible en un ser vivo,
junto era muy bueno. Individualmente todos los seres eran buenos, porque res- el mal sólo es posible en un ser bueno. No existe, pues, ningún ser malo en sí
pondían a la idea que Dios tenía de ellos en su inteligencia divina desde toda la mismo, ni ninguna sustancia del mal.

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