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ÒTURA ÒSÁ

ÀWÒDÌ ÒSÀ SALE ILESO DEL FUEGO


REZO: Oni Awo jì, Awo ò sin enìyan, Ògbèrì ò mò pére nt'awo, n sìn ò ju olówó lo, A
díá fún Àwòdì Òsà, Tí n f'okú Oníkàro, O ní mi ki e ku ewu, E wu iná ki pa Àwòdí,
Awodí ò kú ewu. Npe eki mi kú ewu o, Ewu iná kì í pa Àwòdì, Àwòdì, o kú ewu.

PATAKIN
Àwòdì Òsà (El Halcón de Laguna) era un prominente Awo que tenía un
ombligo destacado y cuando empezó a tener hijos después de la muerte de
su padre, él se había hecho un especialista preparando medicinas para que
las mujeres tuvieran hijos. Por esta razón el Ọba del Pueblo de Ikaro oyó
hablar de él y solicitó sus servicios. Antes de partir a la misión, Àwòdì fue con
los Awo (mencionados en el verso) para consultar a Ifá previamente para sí
mismo. Durante la consulta el Odù Òtura Sá fue revelado. Los Awo le dijeron
que un peligro inminente le aguardaba allí. Para vencer al peligro, le
aconsejaron que ofreciera Ębǫ. (X) Él cumplió. Al llegar a la casa de Oníkàro,
él consultó Ifá para el Rey, cuyas esposas eran estériles. Àwòdì le aseguró al
Rey que sus esposas definitivamente quedarán embarazadas si ofrecía el
Ębǫ y la medicina adecuada. Y él lo hizo. El sacrificio fue aceptado. Y en poco
tiempo las esposas del Rey quedaron embarazadas. Producto de la envidia, la
gente comenzó a levantarle calumnias al Bàbálawo Àwòdì, especialmente los
Awo del Rey, ya que ellos no habían podido resolver el problema de
infertilidad de las esposas reales. Ellos le dijeron a Oníkàro que Àwòdì tenía
una relación secreta con las esposas. El Rey estaba muy molesto, pero no
sabía qué hacer. Lleno de ira, decidió dar la orden de que Àwòdì Òsà no podía
salir de la ciudad hasta que las esposas dieran a luz. Él dijo que, si alguno de
los bebés tuviese algún parecido con Àwòdì, él lo sentenciaría a morir, de lo
contrario, sería liberado. Àwòdì fue arrestado y apresado, pero este era muy
valiente, ya que sabía que había hecho las cosas bien para el Rey y creía que
la benevolencia no sufrirá el castigo del mal. Para su gran asombro, cuando
las esposas dieron a luz, aunque no existía ningún rasgo que enlazara a los
bebés con Àwòdì, el Rey mandó a llamar a Àwòdì. El Rey alegó que los
ombligos se parecían al de Àwòdì. También dijo que recopiló la información
que cuando las madres estaban jugando con los bebés cantaban: ¨E wo ọmọ
Àwòdì Jùkújùke.....¨ (Ve al hijo de Àwòdì muy saludable….), También, él dijo
que escuchó a la gente decir de los bebés: ¨Abìdodo fùkè bí ìdodo Àwòdì¨ (Tú
tienes el ombligo grande como el de Àwòdì). Àwòdì estaba muy desanimado
y comenzó a alabar a Olódùmare para que lo rescatara de la falsa alegación.
Le tomó mucho tiempo para darle explicaciones al Rey quien no lo escuchó.
Más tarde, la sentencia fue aprobada para que Àwòdì fuese ejecutado en
siete días. Al llegar el día de la ejecución, el Rey colocó un objeto dentro del
fuego ardiente en una hoguera que se había hecho para la ocasión al frente
del palacio. El Rey dijo que, si Àwòdì pudiese tomar el objeto del fuego, sería
liberado. Y todo el mundo creía que Àwòdì no podría tomar el objeto del
fuego al menos que él deseara quemarse. Àwòdì voló. Comenzó a orar a
Olódùmare para que lo librara de las manos del Rey y la litigación criminal de
la que él era inocente. En el primer y segundo intento en descender para
tomar el objeto, el calor lo golpeó y lo repelió. Él no podía volar por su
seguridad ya que todo era muy estrecho. Al rato, sus plegarias fueron
aceptadas. El fuego fue calmado por el agua, la cual nadie excepto Àwòdì
veía y se formó un remolino. Él se encaramó sobre el fuego extinguido en el
centro el cual parecía que estuviese ardiendo con mucha fuerza debido al
efecto del remolino. Siendo enviado de vuelta debido al calor, él voló. Tan
pronto agarró vuelo, la gente decía: “Àwòdì ha sacado algo del fuego”. Para
su sorpresa; él, al mirar sus patas, solo vio sus garras enrojecidas como el
carbón al rojo vivo. Él pensó que no había cogido el objeto, pero al mirar
detalladamente, se dio cuenta claramente que sus garras habían cogido un
objeto hecho con pluma de loro africano y madera de leva. Él vio hacia abajo
a la gente bailando, regocijándose y cantando lo siguiente: ¨Ewu iná kì í pa
Àwòdì, Àwòdì, o kú ewu¨ (El fuego ardiendo no pudo matar a Àwòdì, Àwòdì,
acepte nuestras felicitaciones). Àwòdì vio que el Rey se levantó y se metió a
su palacio mientras que la multitud bailaba y cantaba al compás de los
tambores. Entonces Àwòdì voló por sí mismo hacia su casa lleno de felicidad.
Al llegar a su casa, él volvió a reevaluar el objeto que sacó del fuego y
recordó el sacrificio que había hecho con plumas de loro africano, madera de
leva y agua, el día que él pensaba ir a la casa de Oníkàro. Es claro que esos
fueron los artículos que Èşù utilizó para salvarlo.

EL CANTO DE ESTE VERSO ES EL QUE SE EMPLEA HASTA NUESTROS DÍAS


(TANTO EN CUBA COMO EN NIGERIA) CUANDO LOS INICIADOS (ÌYÀWÒ) SON
PRESENTADOS ANTE LA MULTITUD LUEGO DE SALIR DE IGBODÙ O YARA ÒRÌŞÀ.

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