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La gestación de la violencia en la
Argentina de los años sesenta
1. Introducción ………………………………………………………………….………...3
5. Conclusiones………………………………………………………………………….36
6. Bibliografía / Filmografía....................................................................................39
2
1. INTRODUCCIÓN.
El presente trabajo intentará mostrar las condiciones e itinerarios que propiciaron el
surgimiento de la violencia y la protesta social generalizada en Argentina a finales de
la década de los 60. Básicamente se centrará en dichos años, aunque es
estrictamente necesario retrotraerse hasta los 40 para mostrar los orígenes del
peronismo y la relación de éste con la clase obrera argentina, ya que supuso un factor
determinante en la sucesión de los acontecimientos.
Una de las preguntas básicas y quizá la que más puede llamar la atención, es
cómo pudo arraigar e instalarse en la sociedad argentina de la época una situación
semejante. Argentina era en los años 60 un país desarrollado y próspero dentro del
contexto latinoamericano; y sin embargo, fue uno de los Estados donde más arraigó la
creencia de que mediante el uso de la violencia se podrían solucionar los problemas
que azotaban al país. Es cierto que a lo largo de la Historia se han dado situaciones
semejantes, algunos ejemplos serían el Chile y la Italia de los “años de plomo” en esa
misma época; pero el presente trabajo no abordará ningún tipo de paralelismos y se
centrará específicamente en la situación argentina.
El relato estará dividido en una serie de puntos correspondientes a los distintos
itinerarios que ayudaron a conformar la violencia en el país; aunque hay que tener muy
presente que no son itinerarios estrictamente separados e independientes, ya que en
muchos aspectos se relacionan entre sí. La mejor muestra de esta relación se
observará en la última de las vías expuestas, correspondiente al acontecimiento que
dio lugar al inicio de la protesta social generalizada en la ciudad de Córdoba, una
ciudad que disponía de una serie de condiciones que facilitaron el entendimiento y la
conjugación de todas las vías que se tratarán con anterioridad.
Se mostrará como en el proceso de gestación de la violencia influyen factores
internos y externos, en donde están presentes elementos políticos, ideológicos,
culturales, económicos e incluso religiosos, que no escapan a las influencias de los
agitados años 60 a nivel internacional.
Finalmente se expondrán una serie de conclusiones encaminadas a determinar las
causas del surgimiento de la violencia tras el análisis de los distintos itinerarios que se
detallarán a lo largo del presente trabajo de investigación.
3
2. ESTADO DE LA CUESTIÓN.1
Una de las novedades en el panorama historiográfico argentino de los últimos años
es el auge de la denominada Historia Reciente. La muestra es el crecimiento de la
producción académica y de los espacios donde se debate y se investiga sobre el
pasado más cercano. La multiplicación de jornadas, mesas temáticas, proyectos de
investigación, así como de la creciente cantidad de tesis doctorales y publicaciones
que se centran en el estudio de las últimas décadas de la Historia argentina
demuestran la vitalidad de este campo historiográfico.
La periodización dentro del campo de estudio de la Historia Inmediata aún es un
tema abierto a nivel internacional. En Argentina existe un cierto consenso en situar el
inicio con la caída de Perón en 1955. Este periodo se podría definir como complejo
debido a dos factores: la sucesión de gobiernos democráticos y militares y un proceso
de aguda radicalización política y social.
El inicio de la investigación hay que situarlo tras la caída del último gobierno militar
en 1983. Tras el derrumbe de la dictadura se produjo una renovación académica en
las Ciencias Sociales: nuevos planes de estudio universitarios y renovación del
profesorado gracias al retorno de los exiliados.
Estos hechos marcaron el inicio de la profesionalización del estudio del pasado
reciente en Argentina, pero muy pocos se aventuraron a la investigación debido a las
pasiones políticas que podrían levantar el tratamiento de hechos tan cercanos en el
tiempo. Existió miedo a desatar dichas pasiones debido a la condena en bloque que
supuso la “teoría de los dos demonios” emanada el Informe Nunca Más. 2 Las
consecuencias de este temor conllevaron que la investigación cayera en manos ajenas
a la Historia: Sociología, Ciencias Políticas, Periodismo, el Cine o la Literatura o
estudios no académicos de antiguos militantes de las organizaciones armadas.3
No será hasta principios de los 90 cuando empiecen a organizarse mesas
específicas para el periodo posterior a 1955 en el ámbito universitario. El
acontecimiento inicial se sitúa con la celebración de las “Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia” que vienen celebrándose anualmente desde
principios de los 90. Organizadas por los Departamentos de Historia de las
1
ÁGUILA, Gabriela (2012): La Historia Reciente en la Argentina: un balance. Historiografías (3).
Recuperado el 1 de junio de 2013 en <http://www.unizar.es/historiografias/numeros/3/aguila.pdf> ;
ÁGUILA, Gabriela, LUCIANI, Laura (2009): “Argentina: crímenes de Estado y Memoria”. En Alejandro
García (ed.): Los crímenes de Estado y su gestión: dos experiencias traumáticas y una aproximación
a la Justicia Penal Internacional. Madrid: Los libros de la Catarata, pp. 115-161.
2
SABATO, Ernesto (1984): Prólogo del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas. Recuperado el 1 de Junio de 2013 en
<http://archivohistorico.educ.ar/sites/default/files/IX_02.pdf>.
3
Un ejemplo son Juan Gasparini (Montoneros) y Luis Mattini (E.R.P.). Sus obras han sido utilizadas
para la elaboración del trabajo y son citadas en el apartado relativo a la bibliografía.
4
Universidades Nacionales, centran su primer objeto de estudio en la clase obrera del
periodo. La clase obrera es utilizada como medio para la renovación de las Ciencias
Sociales en su conjunto y más concretamente, para el estudio de los años previos a la
dictadura militar instaurada en 1976.
Paralelo a ésto, la Historia Oral tiene sus primeros desarrollos en el país, pero
éstos vienen de la mano de investigadores extranjeros que se interesan por el periodo
y reciben una cierta resistencia por parte de las autoridades académicas nacionales.4
Estos primeros pasos acabarán desembocando en un proceso que se ha venido a
denominar “Historia de la Memoria”. Dicho proceso es iniciado por la Fundación
H.I.J.O.S. a raíz de su constitución en 1996. 5 Esta fundación consiguió introducir
nuevos planteamientos al romper con el dogma de la “teoría de los dos demonios”,
logrando recuperar las luchas políticas y sociales de los años previos a la dictadura
militar. Expusieron que existía una necesidad de repensar y revalorizar las
experiencias militantes de los años 60 y 70, sector al que se dirigió la represión estatal.
Intentaron mostrar que no solo se trababa de víctimas, sino que también tenían sus
identidades políticas e ideológicas bien definidas y debían ser recuperadas.
Estas ideas se vieron revalorizadas tras la profunda crisis política, social y
económica que sacudió el país a finales de 2001, en donde el eslogan “que se vayan
todos” supuso una dura crítica de gran parte de la sociedad a la dictadura y sus
herencias expresadas en el periodo democrático abierto en 1983.
Producto de estos planteamientos y con la llegada del siglo XXI, la Historia irrumpe
en el estudio del pasado reciente bajo la vía de la “Memoria”. Las consecuencias se
manifestaron en una irrupción de los testimonios individuales y colectivos de los
hombres y mujeres que estuvieron involucrados en las luchas de los años 60 y 70. Las
primeras expresiones se materializaron a través de iniciativas privadas: las I Jornadas
de Historia de las Izquierdas (organizadas por el C.E.D.I.N.C.I.) y el I Coloquio
“Historia y Memoria: perspectivas para el abordaje del pasado reciente” (organizado
por la Comisión Provincial por la Memoria de Buenos Aires).
La primera iniciativa desde el mundo académico vino en 2003 con las I Jornadas
de Trabajo sobre Historia Reciente. Celebradas en la Universidad de Rosario por
primera vez, tienen desde entonces un carácter anual con su celebración en distintas
universidades del país. Estas jornadas de estudio supusieron el primer encuentro
específico y nacional sobre el estudio de la disciplina en el ámbito académico.
4
El gran exponente del desarrollo de la Historia Oral en Argentina es el investigador británico Daniel
James, que centró sus estudios en la clase obrera argentina y su relación con el peronismo
5
Movimiento en defensa de los derechos humanos, está constituido por los hijos de los detenidos y
desaparecidos durante la última dictadura militar. Introdujeron nuevas modalidades de protesta como
el “escrache” público a los participantes del accionar represivo que aún se encontraban en libertad.
5
Desde un primer momento se constató la enorme producción en diversas líneas de
investigación y la vitalidad de la disciplina, aunque con el problema de su excesivo
carácter militante. Fueron sobre todo jóvenes nacidos en democracia y dirigidos por
profesores que eran niños o adolescentes durante los años 70, los que mostraron
mayor interés por el estudio de este periodo histórico. Estas primeras reuniones se
celebraron dentro de un contexto favorable en donde la sociedad demandaba
conocimiento sobre estas cuestiones .Una sociedad muy influenciada por las protestas
surgidas tras el incidente del “corralito” y que deseaba conocer las protestas sociales
de los años 60 y 70.
Las temáticas abordadas giraron en torno al mundo del trabajo, las luchas
populares, la conflictividad social, las expresiones de la nueva izquierda y las
organizaciones armadas. Supusieron la constatación del fin de la resistencia en el
mundo académico ligado a la Historia por tratar estas temáticas. En síntesis, lograron
romper con el “muro simbólico” impuesto al estudio del pasado reciente. Por lo tanto, y
según en opinión de Gabriela Águila, la Historia Reciente en Argentina nació sin
paternidades, ya que no fue concebida de la mano de historiadores consagrados ni
regida por agendas como sucedió con otras disciplinas históricas.
Aun así, Águila también enumera los problemas a los que tiene que hacer frente la
disciplina en la actualidad. En primer lugar expone la necesidad de formalizar
agendas, ya que las líneas de investigación aún están muy diversificadas. También
pide un esfuerzo por despojarse de los prejuicios y mitos instalados a la hora de la
elaboración de los discursos históricos. Y finalmente, hace un llamamiento relativo a la
imperiosa necesidad de canalizar la inserción en el mundo editorial de la enorme
producción realizada en los últimos años.
Respecto al tratamiento de las fuentes, Gabriela Águila realiza unas reflexiones
muy interesantes. En cuanto a las orales plantea la cuestión sobre su uso acrítico y
militante desarrollado en los últimos años, además de la necesidad de encauzar
correctamente la multiplicidad de registros, ya que hay que tener muy presente que no
existe una única memoria de ese pasado. También nos avisa sobre la cuestión de las
fuentes recién incorporadas al estudio, producto de los repertorios documentales
desconocidos o cerrados hasta hoy a la investigación (policiales, militares,
documentos internos de las organizaciones armadas, publicaciones clandestinas, etc).
Y finalmente, termina exponiendo el deseo de que el ingreso en el mundo
académico no termine con el ímpetu mostrado en los últimos años, pero al mismo
tiempo demanda que tal vez haya llegado el momento de aparcar la “era de la
Memoria” para dejar paso a la Historia con todas sus letras.
6
3. METODOLOGÍA Y FUENTES.
La metodología utilizada para la elaboración del trabajo se ha sustentado en los
conocimientos y procedimientos adquiridos a lo largo de mis cuatro años de
experiencia universitaria.
En primer lugar acometí un acercamiento a la cuestión a través de la historia de la
investigación, con la intención de recabar información respecto a los autores que más
tiempo e investigación han dedicado al proceso de conformación de la violencia en
Argentina durante los años 60.6
Una vez vista la situación general en el mundo académico, procedí a la lectura de
obras relativas al periodo en su conjunto, con el objetivo de crear una construcción del
proceso a nivel individual y así poder marcar las pautas con las que iba a desarrollar el
trabajo.
A través de estas primeras lecturas ya pude conformar una visión general que
exponía los itinerarios que dieron lugar al estallido de la protesta social y la violencia
generalizada a finales de los 60 en Argentina. Dichos itinerarios corresponden a cada
uno de los capítulos desarrollados en la exposición, estando el último de ellos
dedicado al acontecimiento que abrió y desató todas las fuerzas creadas durante la
década de los 60. Como se ha mencionado, la periodización abarcaría la totalidad de
los años 60, aunque para entender el proceso se hacía necesario retrotraerse algunos
años hasta la década de los 40, años en los que el fenómeno peronista irrumpió de
manera arrolladora en la política del país.
El siguiente paso fue recopilar el mayor número de fuentes posibles a través de los
medios que estuvieran a mi alcance. Respecto a las fuentes primarias, la dificultad de
acceso ha impedido que tengan un papel relevante en la elaboración del trabajo. Y es
que los fondos argentinos no disponen de herramientas para su consulta a través de la
red, ya que sus instituciones tanto públicas como privadas aún no han desarrollado
programas para su digitalización. Es cierto que en los últimos años se han llevado a
cabo varias recopilaciones documentales que han sido publicadas, pero éstas no han
tenido mucha difusión en España y se hacia necesario conseguirlas a través de
librerías situadas fuera de nuestras fronteras, conllevando con ello unas necesidades
financieras de las que carezco.7
6
Aunque relativamente antigua, Luis Alberto Romero realizó una excelente recopilación de autores que
han tratado las distintas temáticas. ROMERO, L.A. (2004): La violencia en la historia argentina
reciente. Recuperado el 1 de junio de 2013 en
<http://www.unsam.edu.ar/escuelas/politica/centro_historia_politica/material/romero.pdf>. Para el
conocimiento de las últimas novedades bibliográficas existen tres portales web de bastante utilidad, el
portal de la Biblioteca Nacional de Argentina en <http://www.labiblioteca.edu.ar/categoria/historia-
reciente>; la web del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en
Argentina en <http://www.cedinci.org/>; y la web de la Comisión Provincial por la Memoria de Buenos
Aires en <http://www.comisionporlamemoria.org/index.php>.
7
A modo de ejemplo, no he podido disponer de la recopilación llevada a cabo por Roberto Baschetti
7
En cuanto a las fuentes secundarias, el problema con las primarias es subsanado.
Existe un gran repertorio disponible a través de la red que ayuda a completar lo
publicado bajo los formatos convencionales, ya que éstos también plantean la
dificultad para su adquisición. En España existen multitud de títulos respecto al periodo
de la dictadura militar (1976-1983), pero los relativos al periodo anterior no han tenido
la misma difusión. Aun así, los medios disponibles a través de la red, me han permitido
acceder a bibliografía publicada en los últimos años, gracias a tesis doctorales y
artículos de revistas especializadas que se centran en el periodo y territorio estudiado.8
La red también ofrece muchas facilidades para acceder a la documentación
audiovisual. En los últimos años se ha producido una eclosión de documentales que
tratan sobre el periodo, siendo una extraordinaria herramienta para acceder a
testimonios de hombres y mujeres que participaron activamente en los
acontecimientos. El problema que ofrecen este tipo de fuentes ha sido mencionado en
el capítulo anterior, ya que muchos de los testimonios están cargados de un fuerte
componente militante y en muchos aspectos son excesivamente repetitivos.
Una vez realizada la recopilación de fuentes, procedí con la ayuda de mi tutor a la
selección de lo más relevante para el correcto desarrollo del trabajo. Se hace
imprescindible hacer una selección debido al tiempo disponible para elaborarlo, al ser
estrictamente necesario combinarlo con el resto de asignaturas del segundo
cuatrimestre, el tiempo dedicado para la elaboración disminuye y es imprescindible
realizar dicha criba bibliográfica. La fuentes seleccionadas son fundamentalmente
secundarias y serán expuestas en el apartado dedicado a la bibliografía junto a las
fuentes audiovisuales utilizadas, aunque éstas últimas no tendrán el peso que sí
tendrán las primeras en la elaboración del trabajo.
En base a las fuentes manejadas, el objetivo del trabajo consistirá en construir un
relato a través de una síntesis narrativa que exponga de manera clara y concisa, las
condiciones que se dieron en la sociedad argentina y sus influencias exteriores para
que a finales de los sesenta estalle un ciclo de violencia y protesta social generalizada,
que dominará el país hasta la instauración de la última dictadura militar en 1976. Todo
bajo las normas y recomendaciones estipuladas en el reglamento relativo a la
elaboración del Trabajo Final de Grado en Historia por la Universidad de Murcia.
respecto a los documentos producidos por la izquierda peronista. BASCHETTI, Roberto (1988):
Documentos de la Resistencia Peronista (1955-1970). Buenos Aires: Editorial Puntosur.
8
La Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata ha
confeccionado un extraordinario buscador que aglutina gran parte de las publicaciones especializadas
en <http://www.revistas.fahce.unlp.edu.ar/index.php/index/search>. En cuanto a la disposición de Tesis
Doctorales, los Centros de Documentación de la Universidades Nacionales de Buenos Aires, Mar del
Plata, Rosario y Córdoba disponen de herramientas de búsqueda a través de la red en
<http://www.sisbi.uba.ar/consultas/tesis.html>, <http://eco.mdp.edu.ar/cendocu/tesis/ >,
<http://bibliotecas.unr.edu.ar/catalogo/tesis.php> y <http://bibliotecas.unc.edu.ar/> respectivamente.
8
4. DESARROLLO DEL TRABAJO.
9
JAMES, Daniel (1987): 17 y 18 de octubre de 1945: El peronismo, la protesta de masas y la clase
obrera argentina. Recuperado el 15 de mayo de 2013 en
<http://ecaths1.s3.amazonaws.com/historiargentinacont/134789999.17%20y%2018%20de
%20octubre-daniel%20james.pdf.>.
10
PERÓN, J.D. (1944): Discurso de Juan Domingo Perón en la Bolsa de Comercio. Recuperado el 15 de
Mayo de 2013 en <http://documentos.hespanica.com/wp-content/uploads/2010/11/1944-peron-
discurso-bolsa-de-comercio.pdf>.
9
(E.E.U.U. y U.R.S.S.). El segundo planteamiento lo sustentó en una alianza de clases
que intentaría evitar los excesos del capitalismo y el socialismo mediante una
autoridad y justicia que emanarían del Estado. Un Estado que bajo su autoridad
lograría cimentar los tres pilares destinados a convertirse en los ejes de la política
peronista: independencia económica, soberanía política y justicia social.
Producto de los años de bonanza derivados de la neutralidad en la II Guerra
Mundial, el gobierno pudo desarrollar mecanismos para una mejor distribución de la
riqueza, en donde la clase trabajadora mayoritariamente urbana se vio mucho más
beneficiada. Consagraron derechos sociales hasta ese momento inexistentes para la
clase obrera, y ésta respondió con un apoyo masivo para que Perón renovara su
mandato (1952).
Llegados a este punto, se hace imprescindible abordar la relación de Perón con la
clase obrera argentina. Según Juan Carlos Torre, las causas de la lealtad de los
obreros hacia Perón giraron en torno a las mejoras económicas y sociales que éste
introdujo en el marco laboral. Estas mejoras serán las que den pie a ser contrastadas
con las llevadas a cabo por los sucesivos gobiernos tras el golpe de Estado de 1955
que acabó con el mandato de Perón. Estos gobiernos desarrollaron nuevas políticas
económicas y laborales que no fueron en beneficio de los trabajadores, provocando la
creación de un imaginario en la clase obrera que fomentó las lealtades de ésta hacia
Perón.
También señala como factor de importancia el tradicional caudillismo que dominaba
la política del país, siendo utilizado por Perón a través de la sujeción o cooptacion de
la clase obrera mediante la introducción del verticalismo en el movimiento sindical
argentino, en donde la C.G.T. (principal sindicato del país) adquirió un papel
predominante. A través de esta idea se logrará una “peronización” de la clase obrera
que asegurará la supervivencia del movimiento obrero y su cohesión política dentro del
movimiento peronista en los años posteriores a la caída de Perón.11
Dicho esto, Daniel James y Torre también realizan observaciones sobre las
necesidades mutuas entre Perón y la clase trabajadora.12 Sostienen que el peronismo
marcó una coyuntura decisiva en la aparición y formación de la moderna clase
trabajadora argentina. El peronismo consiguió integrar a la clase obrera en el
andamiaje del Estado gracias a un discurso que puso el acento en la corrección de las
desigualdades sociales y económicas. Esto lo consiguieron a través de la utilización de
11
TORRE, J.C. (2004): El gigante invertebrado: Los sindicatos en el gobierno de Argentina 1973-1976.
Buenos Aires: Editorial Siglo XXI Argentina, pp. VII-XIII (prólogo del autor).
12
JAMES, Daniel (2010): Resistencia e integración: el peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-
1976. Buenos Aires: Editorial Siglo XXI de Argentina, pp. 55-56; TORRE, J.C. (2011): Sobre los
orígenes del peronismo. Recuperado el 12 de junio de 2013 en
<http://historiapolitica.com/datos/boletin/polhis8_TORRE.pdf>.
10
un discurso retórico diferente e incluso herético para los planteamientos de la época,
que se unió a un estilo político que resultó muy atractivo para los trabajadores
argentinos. Pero es necesario tener muy en cuenta que estos planteamientos se
desarrollaron por caminos bidireccionales, ya que Perón constituyó a la clase
trabajadora, pero al mismo tiempo ésta constituyó a Perón, ya que vieron en él un
instrumento para satisfacer sus necesidades.
13
TCACH, César (2007): “Golpes, proscripciones y partidos políticos”. En Daniel James (coord.): Nueva
Historia Argentina T. IX. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, pp. 17-60.
11
Lonardi fue sustituido en el gobierno por otro militar, Pedro Eugenio Aramburu. El
nombramiento fue recibido con el beneplácito de todo el arco político ajeno al
peronismo. El principal objetivo que se marcó el nuevo presidente fue el de la
“reeducación” de las masas peronistas, una idea que partió en torno a la definición que
se había gestado del fenómeno peronista. Se concibió a Perón como un líder
demagógico que poseía un eficaz aparato propagandístico, por lo que se hacía
necesaria una reorientación de los sectores que le brindaban su apoyo para que
fueran reabsorbidos por la fuerzas políticas tradicionales.
Para este fin se combinaron procedimientos basados en la persuasión y la
represión. Ésta última se centró en la intervención de la C.G.T. y la disolución del
partido peronista, a lo que hay que unir una proscripción de los líderes del movimiento
en el desempeño de sus funciones políticas y sindicales.
La respuesta del peronismo se materializó en forma de levantamiento militar en
junio de 1956. A instancias de Perón desde el exilio, Juan José Valle lideró un
levantamiento que acabó en fracaso y tragedia. Los militares que participaron en la
intentona fueron fusilados junto a 18 civiles que también participaron en el golpe, en un
acto que pasaría a entrar en el ideario colectivo del país con el apelativo de
“Operación Masacre”.14
Dentro de este contexto, en donde la pena de muerte parecía olvidada en el país,
se produjeron algunas tensiones dentro de la Unión Cívica Radical (principal fuerza
política fuera del peronismo) respecto al asunto de los fusilamientos. Las tensiones se
materializaron en una ruptura que dio píe a la formación de dos nuevos partidos: la
Unión Cívica Radical Intransigente (U.C.R.I.) y la Unión Cívica Radical del Pueblo
(U.C.R.P.). La primera estaba lidera por Arturo Frondizi, que proponía un acercamiento
a las masas peronistas, postura que terminó desembocando en un acuerdo entre el
líder radical y Perón de cara a las elecciones que se iban a celebrar el 23 de febrero
de 1958, las primeras tras el derrocamiento de Perón.
El acuerdo entre Perón y Frondizi se fundamentó en un apoyo del primero de cara
a las elecciones a cambio del reconocimiento legal del justicialismo y la eliminación de
las trabas impuestas a la consolidación peronista dentro del movimiento sindical.
Gracias a los votos provenientes del peronismo, Frondizi consiguió un triunfo arrollador
que le permitió acceder a la presidencia.
El nuevo presidente provenía de la intelectualidad argentina y dentro del contexto
14
El periodista Rodolfo Walsh escribió un libro en 1957 sobre estos acontecimientos que tendrá una
gran repercusión en la juventud de clase media que se irá incorporando al peronismo en el transcurso
de los años 60. WALSH, Rodolfo (2000): Operación Masacre. Buenos Aires: Ediciones de la Flor
Recuperado el 1 de junio en <http://proyectowalsh.com.ar/wp/wp-content/uploads/2010/12/Walsh-
Rodolfo-Operacion-Masacre.pdf>.
12
imperante en Latinoamérica, concibió un plan desarrollista que iba destinado a poner
fin a las políticas populistas que habían dominado la escena económica nacional en
las últimas décadas.
La primera medida de Frondizi en el gobierno vino en consonancia con el pacto
realizado con Perón. Promulgó la ley 14.455, que suponía un revival de la política
sindical peronista. Se levantaron las trabas impuestas por el gobierno de Aramburu y
la C.G.T. volvió a tener vía abierta para imponer su predominio. Se volvió a permitir la
negociación laboral por industria, en donde los sindicatos peronistas volvieron a
imponer sus criterios casi sin oposición, debido a que las minorías resultantes en las
elecciones sindicales no podían tener representación. Además, se permitió de nuevo el
control sindical de las obras sociales. Lógicamente estas medidas fueron motivo de
tensión respecto a los sectores antiperonistas.
Pero la alianzas internas del gobierno tuvieron su primer punto de fricción con el
proyecto relativo a las universidades. En un claro guiño a la Iglesia, Frondizi aprobó un
proyecto legislativo que otorgaba un marco de legitimación a las universidades
privadas. Esta medida le costó la perdida de apoyo entre los sectores liberales y
progresistas universitarios, que tenían un profundo apego a la educación laica
imperante en el país desde 1918.
El segundo punto de fricción provino del trato dado a las inversiones extranjeras
respecto a la explotación de los yacimientos petrolíferos. El gobierno promulgó leyes
fiscales destinadas a incentivar la inversión de capitales extranjeros provocando el
enfado en los sectores nacionalistas que le habían brindado su apoyo.
Y finalmente, el punto de desencuentro más serio vino con el peronismo producto
del Plan de Estabilización impuesto por el F.M.I. tras la solicitud de un crédito para
hacer frente al déficit en la balanza de pagos (1959). El plan proponía la reducción del
gasto público, la liberalización de precios y una congelación salarial. Estas medidas se
encontraron con una fuerte protesta sindical en la que Frondizi tuvo que solicitar la
ayuda de las F.F.A.A. para sofocarlas.15
La participación militar en la represión de las reivindicaciones sindicales tuvo como
consecuencia una creciente politización dentro del ámbito castrense. Dicha politización
acabó desembocando en un fraccionamiento dentro del Ejército entre “legalistas” y
“antiintegracionistas”. Los primeros expresaban que los límites de las presiones
militares debían estar en la Constitución, mientras que los segundos propugnaban
todo lo contrario y la nula integración del peronismo en el juego político.
15
En marzo de 1960 entró en vigor el plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes) emitido por el
gobierno de Frondizi, este plan restringió los derechos ciudadanos y desplegó medidas especiales
para combatir la subversión y el terrorismo. El plan otorgó poder ilimitado a las F.F.A.A.
13
Otra consecuencia de la intervención militar fue la pérdida de autonomía del
presidente, pero en marzo de 1962 en un intento desesperado por preservar su
gobierno, Frondizi permitió al peronismo presentarse a las elecciones a gobernadores
y renovación parcial del Parlamento. Las candidaturas peronistas lograron vencer en
casi todas las provincias, incluida la de Buenos Aires. Ante el triunfo claro del
peronismo, los militares obligaron a Frondizi a autorizar la intervención militar de las
provincias donde sus candidatos habían conseguido el triunfo, y una vez conseguida lo
arrestaron y destituyeron de la presidencia.
Con el propósito de dar un marco decoroso a la caída de Frondizi, un miembro de
su partido (U.C.R.I.) ascendió a la presidencia, siendo José María Guido el elegido. El
nuevo presidente contó con una autonomía muy reducida y la influencia de la
Argentina tradicional se hizo manifiesta. Una Argentina que se puede definir como
liberal en lo económico, conservadora en lo político y reaccionaria en lo cultural.
El nuevo gobierno redujo las libertades políticas y sindicales, anuló las elecciones
de marzo y prohibió toda manifestación de propaganda peronista.
Mientras tanto, las disputas internas de los militares fueron acrecentándose,
formándose dos bandos claramente diferenciados: “azules” (legalistas) y “colorados”
(antiintegracionistas). Las dos tendencias surgidas del radicalismo se posicionaron en
cada uno de los bandos, quedando la U.C.R.I. con los azules y la U.C.R.P. con los
colorados.
Las luchas internas del ejército se manifestaron en dos ocasiones con
enfrentamientos callejeros en septiembre de 1962 y abril de 1963. Los azules
acabaron imponiéndose y diseñaron una reorganización ministerial para propiciar la
integración subordinada del peronismo en el sistema. Finalmente, los planes azules no
contaron con el suficiente apoyo y Perón respondió desde el exilio con el llamamiento
al voto en blanco de cara a las elecciones previstas para julio de 1963.
El vencedor de la contienda fue Arturo Illia (U.C.R.P.), obteniendo un apoyo muy
reducido (25% votos), en unas elecciones donde el voto en blanco obtuvo el 19% del
sufragio. Este último dato muestra como la cuestión peronista aún seguía teniendo una
enorme importancia en la política del país.
Las medidas más resonantes de Illia se centraron en la anulación de los contratos
petrolíferos efectuados por Frondizi, provocando el enfado de los intereses extranjeros
en esa materia. También se ganó el disgusto de los empresarios nacionales al
desarrollar una política económica basada en un creciente intervencionismo estatal.
En cuanto a los militares y la Iglesia, el gobierno optó por una política basada en la
prudencia. No fue así en el caso de los sindicatos, ya que el ejecutivo aprobó una
14
nueva Ley de Asociaciones Profesionales que rompía con el monopolio peronista de
los sindicatos. Los gremios respondieron con protestas masivas excelentemente
comandadas por Augusto Vandor, líder del sindicalismo peronista dentro del país. El
éxito obtenido por Vandor le indujo a pensar en la posibilidad de retar al propio Perón
dentro del movimiento. La máxima expresión de esta división dentro del peronismo
tuvo su escenario en las elecciones a gobernador por Mendoza (1965), en donde el
mayor número de votos obtenidos por el candidato de Perón, mostró que la
importancia del líder en el exilio aún era incuestionable y que el peronismo unido era la
fuerza hegemónica de cara a las elecciones previstas para 1967.
Ante semejante situación, los éxitos obtenidos en materia económica no contaron
mucho de cara a la opinión pública. A esto contribuyó una campaña orquestada por
algunos sectores de la prensa que trataron de imponer la idea de ineficacia por parte
del gobierno, defendiendo sin tapujos el fin del parlamentarismo y la necesidad de una
intervención militar. Esta campaña estuvo muy ligada a las evoluciones internas que se
estaban produciendo en el ejército (tendencias golpistas entre los azules) y a la
Doctrina de Seguridad Nacional proveniente de los E.E.U.U., teniendo su
materialización el 28 de junio de 1966 con un golpe militar que abrió un nuevo periodo
en la historia argentina.
16
DE RIZ, Liliana (2000): La política en suspenso: 1966-1976. Buenos Aires: Editorial Paidós.
15
sus profundos valores católicos llevó a que el nuevo gobierno fuera denominado bajo
el eufemismo de “gobierno de computadoras y sotanas” entre la oposición.
En el plano cultural y educativo, el gobierno militar clausuró varias publicaciones
político-culturales e intervino las universidades al considerarlas lugares de
propagación del marxismo. Éstas quedaron en manos del Ministerio del Interior y
fueron ocupadas por la policía provocando con ello protestas estudiantiles que fueron
duramente reprimidas. La intervención también tuvo consecuencias en el profesorado,
ya que una gran cantidad de docentes optó por trasladarse al extranjero y sus lugares
fueron ocupados por conservadores y clérigos.
Los tecnócratas se hicieron con las riendas de la economía y su máximo exponente
fue el nuevo ministro del ramo Krieger Vasena. El objetivo fue buscar la racionalidad
económica en base a los criterios del Estado, la gran burguesía argentina y el capital
transnacional. El plan económico elaborado por Vasena contemplaba congelaciones
de salarios, la supresión de las negociaciones colectivas, una devaluación de moneda
y mayores facilidades para la inversión de capital extranjero.
Los indices macroeconómicos se tradujeron en un crecimiento del P.I.B., un
descenso de la inflación, reducción del déficit público y una baja tasa de paro; pero
tuvieron graves daños colaterales en los sectores industriales pequeños y medios, en
los pequeños comerciantes y en los trabajadores urbanos y rurales, afectando
sobremanera a las clases medias y obreras.
La respuesta sindical a la política económica no vino hasta marzo de 1968. En un
congreso de la C.G.T. en donde se debatía la conveniencia de pactar con la dictadura
o combatirla abiertamente, la segunda opción se impuso provocando con ello la
fractura del sindicato. La opción ganadora no fue respetada por la línea burocrática de
Vandor y se separó formando la Confederación General del Trabajo de los Argeninos
(C.G.T.A.) liderada por Raimundo Ongaro. La C.G.T.A. aglutinó a las clases medias
descontentas, a los sectores juveniles que estaban girando a la izquierda y a una
inmensa mayoría de obreros del interior del país.
La división sindical propició en un primer momento que el gobierno no tuviera
dificultades en mantener la paz social; pero al año siguiente comenzó a fluir el
descontento social que acabó desembocando en una ola de desobediencia civil
generalizada que tuvo su máxima expresión en la protesta social y obrera que se
produjo en mayo de 1969 en Córdoba.
El “Cordobazo” supuso un punto de inflexión en las luchas sociales. Anuló la
sensación de invencibilidad del régimen y puso fin a la desmoralización y apatía de la
sociedad civil. Surgió en buena parte de los argentinos la necesidad de oponerse a la
16
violencia institucional con otra de tipo revolucionaria y libertadora. Al año siguiente, las
dos principales guerrillas del país (Montoneros y E.R.P.) estarán plenamente formadas
y una de ellas (Montoneros) asesinará al general Aramburu en mayo de 1970. El
asesinato de Aramburu puso fin al gobierno de Onganía, un gobierno que pretendió
eliminar los peligros subversivos y vio como éstos acabaron incrementándose
producto de sus políticas.
Onganía fue sustituido por Roberto Marcelo Levingston en junio de 1970. En el
plano político desarrolló una campaña de desprestigio de los partidos tradicionales, los
cuales respondieron con la creación de frentes antidictatoriales: “La Hora del Pueblo” y
el “Encuentro Nacional de los Argentinos”. El primero aglutinó a peronistas y radicales
en un intento de borrar las prácticas de exclusión mutuas del pasado, mientras que el
segundo surgió a instancias de los comunistas y contó con el apoyo de la izquierda no
partidaria de la lucha armada y de los sindicatos independientes en torno a la figura de
Agustín Tosco.
Levingston ignoró las dos plataformas y en marzo de 1971 fue destituido por los
militares tras un nuevo levantamiento obrero-popular en Córdoba. Tras la destitución
de Levingston, el sector liberal del ejército creyó que había llegado su hora y Alejandro
Agustín Lanusse fue nombrado presidente, mostrándose dispuesto a avanzar hacia
una transición política bajo una serie de compromisos que fueron denominados como
Gran Acuerdo Nacional (G.A.N.).
Las pautas que debían aceptar las fuerzas políticas giraban en torno al rechazo de
la creciente lucha armada, el reconocimiento de las F.F.A.A. como parte del entramado
institucional del Estado y un acuerdo general para determinar las candidaturas
presidenciales. El primer punto buscó una legitimación de la Doctrina de Seguridad
Nacional y el alejamiento de Perón de los grupos guerrilleros peronistas. El segundo
tenía que desembocar en una presencia de militares en los futuros gabinetes
ministeriales y el tercero buscó el objetivo de impedir que Perón se postulara a la
presidencia, pero sin proscribir el peronismo. Perón optó por una táctica pendular en
donde al mismo tiempo que seguía alentando a la guerrilla, formó agrupaciones
políticas moderadas que acabarían convirtiéndose en el Frente Justicialista de
Liberación Nacional (F.R.E.J.U.L.I.).
Lo cierto es que los planes del gobierno contaban con escasa credibilidad entre la
sociedad argentina y los movimientos populares y las acciones guerrilleras continuaron
desarrollándose por todo el país, obligando al gobierno a acelerar las etapas previstas
en el G.A.N. y convocar a elecciones para marzo de 1973.
Perón designó a Héctor José Cámpora como candidato del F.R.E.J.U.L.I. al quedar
17
vetada su candidatura. Los resultados electorales determinaron la victoria del
F.R.E.J.U.L.I. con un 49% de los votos y Cámpora juró el cargo presidencial en mayo
de ese mismo año, materializando con ello la vuelta al poder del peronismo tras 18
años de proscripciones políticas.
23
Ibídem, pp. 117-125; Un itinerario del pensamiento de Cooke se puede observar nítidamente en la
correspondencia que mantuvo con Perón: Perón-Cooke: Correspondencia. Buenos Aires: Editorial
Parlamento.
24
Ibídem, pp. 272-278.
25
GILLESPIE, Richard (2008): Soldados de Perón. Historia crítica sobre los Montoneros. Buenos Aires:
Editorial Sudamericana, pp. 72-75; GILLESPIE, Richard (1989): John William Cooke: el peronismo
alternativo. Buenos Aires: Cántaro editores, pp. 50-69
20
armada, captura de armas o la toma de edificios públicos. Los Uturuncos no contaron
con el apoyo económico y moral necesario para poder continuar sus actividades y gran
parte de sus miembros fueron desertando, siendo totalmente desarticulados por las
fuerzas del orden al año de su constitución.26
Fueron pocos los militantes peronistas que siguieron a Cooke, pero estos
planteamientos tuvieron mucho impacto en una generación más joven de militantes
políticos que aumentará considerablemente tras el golpe militar de 1966. Unos jóvenes
que acabarán viendo en la guerrilla un fin y medio a finales de los sesenta.
Llegados a este punto, se hace necesario abordar un resumen de los factores
internos que incidieron en la radicalización del sector peronista antes de 1966. Gillespi
los resume en tres: el declinar general del nivel de vida después de 1955, el gobierno
de Frondizi y la división interna del peronismo.27
Respecto a la primera, no llega a cuajar porque el declinar no fue constante y los
trabajadores mantuvieron una visión muy economicista de su situación. Además, la
postura de la izquierda tradicional no ayudó a crear una conciencia socialista en la
clase obrera peronista. En cuanto al gobierno Frondizi, se fundamenta en la ruptura
del pacto electoral con Perón y en la respuesta del ejército a la victoria electoral
peronista en 1962, que fomentó un escaso apego a la democracia por parte de
algunos sectores minoritarios del peronismo que acabaron optando por la posibilidad
de la acción directa. Y finalmente la división interna del peronismo, en donde el auge
de la figura de Vandor hizo que se multiplicasen las lealtades a Perón. Respecto a esto
último, los gestos y declaraciones de Perón utilizando una retórica radical para
complacer a los más combativos de su movimiento, fueron también un factor
determinante. Dentro de este contexto se produjo una reformulación de la “tercera vía”,
en donde la luchas de liberalización contra el colonialismo del tercer mundo tomaron
protagonismo. Además, aplaudió la ruptura chino-soviética por abrir vías para la
creación de tendencias socialistas nacionales sin que éstas estuvieran sujetas a
Moscú.28 Ésto abrió la posibilidad de un acercamiento con la izquierda tradicional que,
dentro de este contexto, también estaba sufriendo una transformación que se abordará
en el siguiente capitulo.
A partir de 1966 las actividades guerrilleras dentro del peronismo revolucionario
articularon nuevas tentativas. La organización más importante dentro de este repunte
26
BOZZA, J.A. (2001): El peronismo revolucionario. Itinerario y vertientes de la radicalización, 1959-
1969. Sociohistórica, (9-10). Recuperado el 13 de junio de 2013 en
<http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2942/pr.2942.pdf>.
27
GILLESPIE, Richard (2008): Op. Cit., pp. 66-71.
28
La evolución del pensamiento de Perón durante sus años de exilio puede ser consultado gracias a las
recopilaciones que se han llevado a cabo de sus escritos: PERÓN, Juan Domingo (1997): Obras
completas, 28 v. Buenos Aires: Fundación pro Universidad de la producción y el trabajo.
21
de la actividad armada fueron las Fuerzas Armadas Peronistas (F.A.P.). De nuevo
Tucumán fue el escenario elegido para el desarrollo de la actividad guerrillera. El
establecimiento en Tucumán intentó aprovechar el creciente malestar de los
trabajadores azucareros de la provincia producto de las políticas económicas del
gobierno militar. También fueron tributarios de las teorías foquistas en el ámbito rural,
pero su base de operaciones situada en Taco Ralo fue desarticulada por las F.F.A.A. y
acabaron optando por el foquismo urbano en 1968.29
La nueva estrategia la dirigieron a la conformación de una organización político-
militar que habría de consolidarse en el desarrollo de una guerra popular prolongada.
Su nueva etapa se inició a los seis meses del Cordobazo (enero de 1970) con el asalto
al cuartel de la Guardia Policial de Villa Piolín y la distribución de juguetes al mismo
tiempo que ejecutaban la operación.30
Esta guerrilla será la más importante dentro de los postulados peronistas hasta el
año 1972. En esta fecha se producirá la unificación de todas las guerrillas peronistas
bajo el auspicio de Perón y el liderazgo de Montoneros, que a partir de esa fecha se
convertirá en la guerrilla más importante dentro del movimiento peronista.
36
SIGAL, Silvia (1991): Op. cit., pp. 84-89.
37
PONZA, Pablo (2007): Los intelectuales críticos y la transformación social en Argentina (1955-1973).
Universitat de Barcelona: Tesis Doctoral dirigida por Pilar García Jordán, pp. 187-192. Recuperado el
26 de mayo de 2013 en <http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/710/PP_TESIS.pdf?sequence=1>.
38
Ibídem, pp. 199-202.
24
personajes relacionados con las letras. Este hecho fue contemporáneo al boom
editorial argentino, lo que ayudó sobremanera para la propagación de estas
tendencias dentro del país. Obras y textos que a finales de los sesenta influyeron de
forma decisiva en las conceptualizaciones de la violencia por parte de las
organizaciones guerrilleras y que tuvieron una gran difusión gracias a estos hechos:
Los condenados de la Tierra de Frantz Fanon, La guerra de guerrillas de Ernesto
Guevara, o ¿Revolución en la revolución? de Regis Debray, fueron las más
importantes.39 La difusión de este tipo de obras conllevará que se planteen los
conflictos en términos amigo-enemigo a través de la lucha armada, ya que ésta es
intrínseca a la revolución y es la más alta expresión del compromiso militante según
sus autores.40
La primera experiencia guerrillera marxista de Argentina fue fruto de esta
efervescencia política que se desarrolló en la isla y vino de la mano del periodista
Ricardo Massetti. Éste cubrió el desarrollo de la Revolución Cubana como
corresponsal de radio junto a las tropas guerrilleras de Fidel Castro, lo que le ayudó a
crear un vínculo afectivo con todo el proceso que estaba observando. Tras la derrota
de Batista fundó Prensa Latina (1959) junto a Gabriel García Márquez y Rodolfo
Walsh. Pero al poco tiempo abandonó el periodismo y fundó el Ejército Guerrillero del
Pueblo, que siguiendo las teorías de Guevara, intentó crear un foco revolucionario con
apoyo cubano entre los campesinos de la provincia de Salta. Entraron al país por la
frontera de Bolivia, pero la experiencia terminó en fracaso ya que fueron
desarticulados en 1964 por las fuerzas del orden antes de que pudieran pasar a la
acción.41
Esta tendencia de expansión guerrillera se vio reforzada tras la división de los
intelectuales presentes en Cuba durante la Conferencia O.L.A.S. (1967). Dicha reunión
supuso el triunfo de los intelectuales que subordinaron sus ideas a los dictámenes de
su partido (antiintelectualismo).42 Este sector privilegió la acción sobre las palabras y la
lucha armada suponía para ellos la mayor expresión de compromiso. Se impuso la
materialidad y la praxis a la hora de realizar la revolución por el cambio social y Cuba
se convirtió en el mejor ejemplo. La palabra perdió legitimidad, profundidad y
efectividad a los ojos de los cuadros políticos y el gobierno cubano abrió la isla para el
entrenamiento guerrillero de todo aquél que quisiera poner en práctica dichas ideas,
suponiendo una oportunidad que algunos jóvenes argentinos no desaprovecharán.
39
Ibídem, pp. 207-214.
40
Ibídem, pp. 227.
41
GASPARINI, Juan (1988): Montoneros: final de cuentas. Buenos Aires: Puntosur, pp. 22-24; MASETTI,
Jorge (1999): El furor y el delirio. Itinerario de un hijo de la Revolución cubana. Barcelona: Editorial
Tusquets, pp. 17-24.
42
PONZA, Pablo (2007): Op. cit. pp. 227-231.
25
A partir de la Conferencia O.L.A.S. y el triunfo del antiintelectualismo, comenzaron
a surgir organizaciones guerrilleras de orientación marxista en Argentina: Ejercito de
Liberación Nacional (guevarista), las Fuerzas Armadas de Liberación (núcleos
disidentes del comunismo argentino), las Fuerzas Armadas Revolucionarias que
acabaran confluyendo en Montoneros, y finalmente, el Partido Revolucionario de los
Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (P.R.T. - E.R.P.), única organización
marxista que poseía un apéndice militar y un núcleo político que la dirigía, hecho que
la convirtió en la organización político-militar más importante del país dentro de esta
tendencia.43
Los orígenes del P.R.T – E.R.P. hay que situarlos en 1964. En dicho año se produjo
la fusión del Frente Revolucionario Indoamericano Popular y Palabra Obrera. El
primero era dirigido por los hermanos Roberto y René Santucho y su composición
giraba en torno a la presencia de hacheros y obreros de los ingenios azucareros del
noroeste argentino. Palabra Obrera era una organización política de tendencia
trotskista dirigida por Nahuel Moreno y estaba compuesta mayoritariamente por
universitarios, obreros industriales y tenía una fuerte presencia en Buenos Aires,
Córdoba, Tucumán y Rosario, aunque era minoritaria si se compara con otras
opciones de la izquierda. De esta unión surgió el P.R.T. el 25 de febrero de 1965.44
Esta unión funcionó hasta el año 1968, fecha en la que se desarrolló el IV
Congreso del partido, que marcó una división entre dos sectores que se vería
acrecentada por las interpretaciones que tuvieron cada uno en relación con el
Cordobazo (1969) y el uso de lucha armada. El sector de “El Combatiente”, liderado
por Roberto Santucho, interpretó en el Cordobazo una verdadera situación
revolucionaria. Mientras que el otro sector, denominado “La Verdad” y liderado por
Moreno, vio en la insurrección de Córdoba una simple coyuntura en la movilización de
las masas.45
La fractura se materializó al año siguiente durante la celebración del V Congreso
(1970). El sector de “La Verdad” abandonó la organización y formó el Partido Socialista
de los Trabajadores, desvinculándose con ello de la lucha armada que ya estaba
organizando el sector de “El Combatiente”. Éstos fundaron el E.R.P., dando lugar al
43
CORDA, Mª. C. (2006): Las vanguardias políticas de los 70: la experiencia del PRT-ERP, desajuste y
distanciamiento de la realidad. Sede Académica Argentina: Tesis Doctoral dirigida por Juan Javier
Balsa, p. 14. Recuperado el 10 de junio de 2013 en
<http://www.cedema.org/uploads/Maria_Cecilia_Corda.pdf>.
44
Ídem.
45
Ibídem, p. 66; LEIVA, Sebastián (2007): Teoría y práctica del poder popular: los casos del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR, Chile, 1970-1973) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores –
Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT – ERP, Argentina, 1973-1976). Universidad de Santiago de
Chile: Tesis Doctoral dirigida por Mario Garcés, p. 88. Recuperado el 10 de junio de 2013 en
<http://www.archivochile.com/tesis/04_tp/04tp0014.pdf>.
26
nacimiento del P.R.T. - E.R.P., una organización que intentaría desarrollar una
propuesta integral: teórica, política y militar.46
La nueva organización tuvo una fuerte presencia en el interior del país: Córdoba
(obreros y estudiantes), Tucumán y Jujuy (azucareros), Santiago del Estero (hacheros)
y en Santa Fe (estudiantes rosarinos).47 Estrecharon lazos con Cuba y algunos de sus
componentes recibieron entrenamiento militar en la isla antes de emprender la lucha
armada.48
Entre los años 1970 y 1972 desarrollaron actividades guerrilleras destinadas a la
acumulación de recursos mediante asaltos a comisarias de policía y bancos, con el
propósito de acumular armamento y medios de financiación. Además, participaron en
la distintas “puebladas” que se desarrollaron por el interior del país tras el Cordobazo,
emprendiendo una campaña de agitación y propaganda desde Córdoba a través de su
publicación El Combatiente.49
Para 1973, el principal objetivo pasó a ser la conformación de un ejército guerrillero
regular y sus primeros operativos de gran envergadura se desarrollaron en septiembre
de ese mismo año con el asalto al Comando de Sanidad del Ejército en Buenos Aires y
en enero del año siguiente con el asalto a la Base de Caballería Blindada de Azul.50
La formación ideológica del grupo se basó en los clásicos del marxismo y las
experiencias revolucionarias exitosas más cercanas en el tiempo (Cuba y Vietnam),
sin que ellos realizarán un esfuerzo propio por desarrollar algo original a pesar de sus
intenciones originales. Sus influencias se basaron en el marxismo-leninismo para la
formación política, los lineamientos vietnamitas para las cuestiones militares y la
influencia cubana y guevarista para la formación del combatiente.51
46
Ibídem, p. 31; LEIVA, Sebastián (2007): Op. cit., pp. 89-90.
47
LEIVA, Sebastián (2007): Op. cit., p. 193.
48
CORDA, Mª. C. (2006): Op. cit, p. 15.
49
MATTINI, Luis (1990): Hombres y mujeres del PRT-ERP (La pasión militante). Buenos Aires: Editorial
Contrapunto, pp. 78-80.
50
Ibídem, pp. 275-277.
51
CORDA, Mª. C. (2006): Op. cit, pp. 16, 18, 24, 32 y 64; LEIVA, Sebastián (2007): Op. cit., pp. 20-26.
27
auge de la Doctrina Social de la Iglesia.
En Argentina la jerarquía eclesiástica mostró sus reservas al mismo tiempo que se
daba una división interna a la hora de interpretar el Concilio. Tras el golpe militar
(1966) las diferencias se agudizaron y un sector afín a las ideas emanadas del
Concilio asumió un perfil dialogante y progresista. El altavoz de este grupo residió en
la revista Criterio, editada por el episcopado y dirigida por Jorge Mejía. A través de ella
se difundieron las discusiones sociales encendidas por el Concilio, expresando el giro
social y las preocupaciones de la Iglesia argentina por el notorio avance que había
conseguido el marxismo durante los años 60, determinando que las causas residían
en la democracia excluyente que se había desarrollado en el país antes del golpe
militar, ya que ayudó a que emergieran grupos de poder que desarrollaban su juego al
margen de la legitimidad institucional.52
Al mismo tiempo, el cónclave vaticano supuso una fuerte autocrítica por parte de la
Iglesia respecto a su fidelidad con el mandato de Cristo, hecho que ayudó a reconocer
las profundas injusticias sociales que existían en el orden capitalista, provocando que
un sector minoritario de jóvenes católicos mostrasen interés por las alternativas
políticas al capitalismo. Estos factores propiciaron un diálogo y una articulación
doctrinaria entre el marxismo y el catolicismo dentro de un contexto en donde ambas
ideologías estaban sumidas en una profunda renovación teórica, donde el humanismo
había tomado un papel primordial. Los puntos en común giraron en torno a los
conceptos relativos al hambre, la pobreza, el analfabetismo y las desigualdades.53
El promotor de este diálogo en Argentina fue el filósofo Conrado Eggers Lan, que
realizó una traducción adaptada de los principios marxistas a términos bíblicos y
viceversa, siendo consciente de las diferencias pero poniendo el acento en conceptos
compartidos como la enajenación, la alienación o el sometimiento del hombre.54
Dentro del contexto renovador del Concilio Vaticano II nació en 1967 el Movimiento
de Sacerdotes para el Tercer Mundo (M.S.T.M.), que inspirado en la naciente “Teología
de la Liberación”, tuvo una amplia difusión por todo el continente a raíz de la muerte
del cura guerrillero Camilo Torres en Colombia y también gracias a la reunión de la
Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Medellín en 1968. En dicha
reunión surgió la idea de liberar a los pobres a través de una revolución social
inspirada bajo los conceptos de lucha de clases del marxismo.55
En Argentina el M.S.T.M. contó en su inicio con las adhesiones de 270 sacerdotes y
el aval de siete obispos, destacando por encima de todos la figura del padre Carlos
52
PONZA, Pablo (2007): Op. cit., pp. 276-277 y 286.
53
Ibídem, pp. 278-280.
54
Ibídem, pp. 281-282.
55
Ibídem, p 286.
28
Mugica, un sacerdote que desarrolló una extraordinaria labor pastoral en las villas
miseria, a través de los medios de comunicación y en multitud de conferencias.
A través del M.S.T.M. se conformó una perspectiva secular en clave nacional-
popular, que se tradujo en un reforzamiento de las ideas de liberación nacional a
través de la Teología de la Liberación que supuso un enfrentamiento con el
imperialismo y la explotación capitalista. Estas ideas ayudaron a que se produjera un
acercamiento con el peronismo revolucionario, que quedó expresado a través del
Documento de Coincidencias Básicas (1970) y que conllevó un apoyo al peronismo en
clave nacional y revolucionaria. Todo este proceso dio lugar al nacimiento de un nuevo
prisma político que ligó el catolicismo, el peronismo y el socialismo, quedando su
máxima expresión reflejada en la publicación Cristianismo y Revolución.56
Respecto a Cristianismo y Revolución, en primer lugar se hace necesario indicar
que no se debe confundir la revista con toda la experiencia posconciliar. No debe ser
considerada como un producto exclusivamente católico, sino el resultado singular de
una de sus corrientes de izquierda poderosamente influenciada por el clima
revolucionario de la época e inspirada en movimientos no confesionales (Cuba,
Argelia, Vietnam, etc.). Pero al mismo tiempo supone una fuente fundamental para el
estudio del proceso de radicalización en el discurso y prácticas políticas de sectores
minoritarios de clase media católica en Argentina, ya que supone una tribuna de
encuentro de todas las organizaciones político-militares que tenían al peronismo como
identidad, el socialismo como objetivo y la lucha armada como método.
La publicación tuvo como directores a Juan García Elorrio (1966-1970) y su esposa
Casiana Ahumada (1970-1971), que se hizo cargo de la publicación a raíz de la
muerte de su marido. Fue bajo la dirección de Ahumada cuando la revista mostró una
adhesión clara a las organizaciones armadas, principalmente a las peronistas, aunque
en ciertas ocasiones también actuó como portavoz del E.R.P. La revista público treinta
números sin un calendario fijo durante sus cinco años de existencia.57
Los diferentes números de la publicación fueron de corta tirada pero tuvieron una
amplia difusión al pasar de mano en mano entre multitud de jóvenes de clase media,
especialmente entre católicos y estudiantes universitarios. Este hecho ayudó a crear
un clima de confraternización política que al mismo tiempo conformó una red que es
vital para entender el futuro poder de la guerrilla Montoneros.58
56
Ibídem, pp. 284 y 287-288.
57
LENCI, María Laura (1998): La radicalización de los católicos en la Argentina. Peronismo, cristianismo
y revolución (1966-1971). Cuadernos del CISH, 3 (4). Recuperado el 28 de mayo de 2013 en
<http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2716/pr.2716.pdf>.
58
PONZA, Pablo (2007): Op. cit., pp. 294-295.
29
La justificación de la violencia por parte la revista no residió en su uso, ya que
según ellos estaba presente en todos los ámbitos del poder establecido, la Iglesia
incluida, debido al apoyo tácito que otorgó a la dictadura, una dictadura que a su vez
asesinaba a estudiantes católicos al mismo tiempo que se definía como católica. Veían
en el capitalismo la fuente originaria de la violencia, además de atribuirse el uso
monopolístico de la fuerza a través de una dictadura destinada a mantener las
desigualdades sociales. Como consecuencia de estos planteamientos, llegaron a la
conclusión de que era absolutamente legitimo hacer la revolución para cambiar el
orden social establecido.59
Una última apreciación sobre la publicación gira en torno a los rasgos místicos que
utilizó la revista para justificar la violencia. Dentro del ideario creado concibieron la
crucifixión de Jesús como un acto político, ya que éste había muerto por rebelarse
contra el Imperio Romano y emularlo se había convertido en algo deseable. Al mismo
tiempo, Jesús había dado su vida por la justicia en favor de los pobres, los humildes y
los dominados; y morir en pos de la erradicación de las injusticias sociales se había
convertido para ellos en una bendición divina. Todos estos planteamientos los
conjugaron con el ideal guevarista del “Hombre Nuevo” para la formación del
combatiente ideal de su causa.60
El origen de la guerrilla Montoneros está muy vinculado a la publicación, pero es
necesario retrotraerse algunos años atrás. Los antecedentes políticos de la
organización podrían ser definidos como extraños, ya que muestran el nacimiento de
esta organización político-militar bajo una síntesis peronista y guevarista sin que
ninguno de sus fundadores perteneciera a estos movimientos. Estamos ante una
evolución interna de un sector del nacionalismo y el catolicismo argentino que
terminan desembocando en el peronismo y en donde más tarde confluirán individuos y
organizaciones guevaristas.61
Casi todos sus miembros fundadores procedían de organizaciones políticas
tradicionales y conservadoras: Acción Católica y el Movimiento Nacionalista Tacuara,
un grupo de inspiración falangista que defendía la acción directa. 62 En 1962 se produjo
una escisión en los últimos que pasó a denominarse Movimiento Nacionalista
Revolucionario Tacuara. Este grupo creó lazos con las organizaciones juveniles de la
izquierda peronista en el ámbito universitario, provocando que una parte de los
nacionalistas que integraban el grupo reconocieran la vitalidad de la clase obrera.63
59
Ibídem, pp. 300-303.
60
Ibídem, pp. 305-306.
61
GILLESPIE, Richard (2008): Op. cit, p.98.
62
Ídem.
63
Ibídem, pp. 99-100.
30
Dos figuras anteriormente mencionadas desempeñaron una influencia primordial
en los fundadores de Montoneros: el padre Mugica y Juan García Elorrio. El primero
mantuvo contactos con antiguos tucuaristas a través de los Seminarios de la Juventud
Estudiantil Católica (1964-1967), estando entre ellos Fernando Abal Medina, Carlos
Gustavo Ramos y Mario Eduardo Firmenich, futuros fundadores de Montoneros. En
dichos seminarios, Mugica exponía razonamientos personales basados en el Nuevo
Testamento en donde la figura de Jesucristo adquiría un matiz revolucionario. 64 Estos
planteamientos influyeron mucho en los tres jóvenes para que consideraran la
legitimidad de la violencia como medio de respuesta a la violencia institucionalizada de
la dictadura militar.
El siguiente paso que dieron los tres fundadores de la organización fue ingresar en
el “Comando Camilo Torres” de Elorrio (1967), que defendía la lucha armada bajo la
inspiración de la ideología emanada de su publicación. La pertenencia a dicho
comando sirvió como trampolín para la creación de Montoneros.65
Tras esta primera experiencia guerrillera, entre los años 1968 y 1970 se
dispusieron a buscar nuevos miembros, acumular recursos y desarrollar un
entrenamiento previo antes de comenzar las operaciones. Entre los nuevos
componentes se encontraba Esther Norma Arrostito, figura que irá adquiriendo un
gran peso dentro de la organización, además de ser la única de los miembros
fundadores que provenía de la izquierda tradicional. Ella y Abal Medina acudirán a
Cuba para entrenarse y perfeccionar los métodos guerrilleros.66
La ideología de la organización se basaba en preceptos del catolicismo radical, el
nacionalismo y el peronismo, todos ellos con el matiz izquierdista producto de la
evolución de estas tendencias durante los años sesenta y muy presentes en
Cristianismo y Revolución. Aglutinaron una expresión populista del socialismo que
resultaba ser muy práctica para la conformación de alianzas con movimientos de
diversa índole: peronistas combativos, católicos militantes, nacionalistas populares y
militantes de la izquierda en su conjunto, todos ellos con el imperialismo y la dictadura
como enemigos comunes.67
Creían que los intereses del país estaban representados en una alianza popular
multiclasista, en donde Perón debía ser el árbitro de los distintos intereses y el director
64
Ibídem, pp. 107-108.
65
LENCI, María Laura (1998): Op. cit.
66
GILLESPIE, Richard (2008): Op. cit, pp. 109 y 139; BARTOLETTI, Julieta (2010): Montoneros de la
movilización a la Organización. Un caso paradigmático de militarización. Universidad Nacional de San
Martin, pp. 242-254. Tesis Doctoral dirigida por María Matilde Ollier. Recuperado el 11 de junio de
2013 en <http://eltopoblindado.com/files/Articulos/10.%20Organizaciones%20de%20origen
%20peronista/Bartoletti,%20Julieta.%20Montoneros%20de%20la%20movilizacion%20a%20la
%20Organizacion.pdf>.
67
GILLESPIE, Richard (2008): Op. cit, pp. 124-125.
31
del proceso revolucionario que debía instaurarlo de nuevo en el poder a través de una
guerra popular prolongada que acabaría desembocando en la instauración del
socialismo nacional. El objetivo para ellos era la destrucción del Estado capitalista y su
ejército, además de la emancipación del dominio extranjero a la par que se
reivindicaba la grandeza del pueblo argentino.68
Dicho esto, es necesario incidir sobre las prioridades de Montoneros en el aspecto
ideológico, ya que éste no fue muy tenido en cuenta por la organización, centrándose
más en las estrategias y métodos de actuación que en las definiciones políticas, las
cuales dejaron en manos de Perón. Esta cuestión tendrá graves consecuencias en la
vida cívica del país cuando éste retorne del exilio y se decante por el ala ortodoxa de
su movimiento.69
Optaron por la adaptación del foquismo a ámbitos urbanos y su primera aparición
pública se produjo en Buenos Aires. La cédula de la capital estaba compuesta por Abal
Medina, Ramos, Firmenich y Norma Arrostito. De este grupo surgió una operación
destinada al secuestro del general Aramburu, presidente del país durante los años de
la resistencia (1955-1958). El fin del secuestro era procesarlo mediante un “juicio
popular revolucionario” por sus supuestos crímenes durante ese periodo (Operación
Masacre y la desaparición del cadáver de Eva Perón). Consiguieron llevar a cabo sus
propósitos y el primero de junio de 1970 (justo un año después del Cordobazo)
anunciaron la condena a muerte del general y su ejecución a la opinión pública,
causando un gran impacto en la sociedad y provocando que el presidente Onganía
fuera cesado de inmediato por la cúpula militar.70
79
BRENNAN, J.P. (1996): Op. cit., pp. 182-183.
80
Es necesario tener en cuenta que el Cordobazo se produjo justo un año después de las movilizaciones
estudiantiles de mayo del 68, pero a diferencia de éstas en Córdoba el elemento obrero predominó
sobre el estudiantil. TARCUS, Horacio (2008): El Mayo argentino. Recuperado el 2 de junio de 2013
en <http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/osal/osal24/10tarcus.pdf>.
81
GORDILLO, Mónica (2007): “Protesta, rebelión y movilización: de la resistencia a la lucha armada,
1955-1973”. En Daniel James (coord.): Nueva Historia Argentina, T. IX. Buenos Aires: Editorial
Sudamericana, pp. 352-355.
82
BRENNAN, J.P. (1996): Op. cit., p. 197.
83
Ibídem, p. 214.
84
GORDILLO, Mónica (2007): Op. cit., pp. 358-360.
85
BRENNAN, J.P. (1996): Op. cit., pp. 207-208.
35
Igualmente, el fenómeno del Cordobazo revitalizó a la izquierda marxista
(fundamentalmente estudiantes) que vio como se hacia prioritario introducirse en los
sindicatos para promover el papel revolucionario de las masas, dando lugar a
corrientes sindicales que se convertirán en otro factor desestabilizador para la
dictadura. Tras el Cordobazo, la participación de las bases resurgió rompiendo los
esquemas clásicos del sindicalismo argentino y logró desbordar a dirigentes y
aparatos. Renacieron y se difundieron formulaciones ideológicas y cuestionamientos
políticos que reivindicaban la autonomía de la clase obrera y su responsabilidad en la
construcción de una sociedad socialista.86
En definitiva, el Cordobazo marcó el inicio de un proceso en donde las luchas
populares, la movilización popular y la actividad guerrillera llegaron para quedarse,
anunciando tiempos de agitación, violencia y desencuentro. Hechos que quedarán
marcados en la memoria colectiva de los argentinos tras la elección del terrorismo de
Estado como medio disuasorio para poner coto a la situación.
5. CONCLUSIONES.
Como se habrá podido observar, la creencia entre algunos sectores de la sociedad
argentina respecto a la opción de la lucha armada como medio más eficaz para hacer
frente a los problemas que sufría el país surge gracias a factores externos e internos.
Los factores externos se encuadrarían dentro del contexto de agitación política de
los años 60 y tendrían sus acontecimientos más destacados en el XX Congreso del
P.C.U.S., la Revolución Cubana y en menor medida las guerras anticoloniales de
Argelia y Vietnam, el Concilio Vaticano II y el contexto general de la Guerra Fría con el
papel desempeñado por los E.E.U.U. en el área latinoamericana a través de la
Doctrina de Seguridad Nacional.
A esta serie de factores externos, los internos otorgaron unas peculiaridades
propias que marcaron los itinerarios de gestación de la violencia en Argentina.
La condición interna que más importancia tiene en el devenir de los
acontecimientos se produce en los años 40 con la irrupción del peronismo en la arena
política del país. Este movimiento consagra derechos sociales hasta ese momento
inexistentes en la clase obrera, dando lugar a una peronización de la clase trabajadora
que descoloca por completo a los partidos tradicionales de la izquierda argentina.
Estos derechos sociales serán eliminados tras el golpe de Estado de 1955,
provocando con ello la creación de un imaginario entre la clase obrera que fomenta las
lealtades hacia un Perón que se encuentra en el exilio, existiendo por lo tanto la
86
DUVAL, Natalia (1988): Los sindicatos clasistas: SiTraC (1970-1971). Buenos Aires: Centro Editor de
América Latina, pp. 11-22.
36
posibilidad de su retorno. La máxima expresión de estas lealtades es el fenómeno de
la Resistencia, que tiene su fin con el Plan Conintes y la maniobra gubernamental de
intentar integrar a los menos combativos en el régimen y así crear una división y
enfrentamiento dentro del movimiento peronista. El ala excluida aumentó sus lealtades
hacia Perón como medio de identificación y comenzó a crear una ideología más
profunda que daría lugar al surgimiento del ala izquierdista del movimiento, teniendo
en la Revolución Cubana su faro ideológico. Esto conllevó a que copiaran los métodos
guerrilleros exitosos desarrollados en Cuba para intentar hacerse con el poder y
restaurar a Perón en el gobierno. A esto hay que añadir que el propio Perón alentó
desde el exilio dichas prácticas como medio desestabilizador para así no perder
presencia dentro de la contienda política nacional.
Como consecuencia de las lealtades de la clase obrera hacia Perón, la izquierda
tradicional se vio desubicada al carecer de su cliente electoral fundamental y obligada
a redirigir sus planteamientos con la necesidad de poder llegar a una clase trabajadora
que era mayoritariamente peronista. Esta renovación teórica se vio favorecida por el
deshielo que supuso dentro de los planteamientos del marxismo el XX Congreso del
P.C.U.S., ayudando al surgimiento de un sector crítico dentro de la izquierda argentina.
Este sector se percató de la necesidad de adoptar preceptos peronistas para poder
llegar a la clase obrera, siendo un ejemplo claro la necesidad de incrustar el
nacionalismo dentro de los planteamientos de esta nueva izquierda, ya que el
peronismo había logrado impregnar a los trabajadores argentinos con dicha ideología.
Esta “nacionalización” de la izquierda argentina se llevó a cabo bajo el prisma del
antiimperialismo, idea que ya estaba presente en los postulados peronistas y que se
vio amplificada por los ecos de la Revolución Cubana.
El fracaso que supuso la primera experiencia política de la nueva izquierda bajo la
presidencia de Frondizi, provocó que este sector también dirigiera sus miras hacia la
Revolución Cubana y algunos de sus miembros optaran por la opción de las guerrillas
como medio más eficaz para la conquista del poder; opción que se vio incrementada
tras el triunfo del antiintelectualismo en la Conferencia O.L.A.S. desarrollada en Cuba
en 1967.
Hasta aquí se pueden observar dos procesos: por un lado la “izquierdización” del
peronismo y por otro una “peronización” de la izquierda que posibilitó canales de
entendimiento entre los dos movimientos, a los que más tarde se uniría el sector del
catolicismo radical. El origen de éstos en Argentina hay que situarlo como en toda
América Latina en el Concilio Vaticano II. La renovación teórica llevada a cabo en el
cónclave vaticano, propició un acercamiento del catolicismo hacia los postulados del
37
marxismo, teniendo su máxima ejemplificación en la Teología de la Liberación, una
opción que tenía entre sus métodos la lucha armada como medio para llegar a una
revolución social en favor de los más desfavorecidos.
La expansión de esta idea en Argentina vino determinada por una necesidad que
no se dio en el resto de países latinoamericanos y es que la mayoría de las clases
bajas del país eran peronistas. Por lo tanto, una vez unificado el catolicismo y el
marxismo, se hacía imprescindible una “peronización” de los planteamientos para
poder llegar a los más desfavorecidos.
Bajo esta situación se llegó a finales de los 60 con un sector del catolicismo que se
había radicalizado bajo los preceptos de la Teología de la Liberación y un sector del
marxismo y otro del peronismo que se habían radicalizado bajo los planteamientos de
la Revolución Cubana, teniendo todos ellos varios componentes en común que giran
en torno a la utilización de la lucha armada como medio para hacer frente a unos
enemigos comunes: el imperialismo extranjero, la dictadura militar y el capitalismo en
su conjunto.
La expansión de estas ideas también tuvieron un factor determinante en la
modernización cultural que sufrió Argentina en la década de los 60, siendo un ejemplo
de ello la multitud de revistas político-culturales que surgieron en el país, ayudadas en
su expansión por el boom editorial latinoamericano de esa misma época. Esto ayudó a
la concienciación política de sectores medios y bajos de la sociedad argentina, sobre
todo entre la juventud, en donde algunos optarán por la opción de las guerrillas como
medio para canalizar sus frustraciones.
Pero todo este proceso sucedió en paralelo a un desarrollo de los acontecimientos
políticos que multiplicó los factores de radicalización, al producirse una proscripción
del movimiento político mayoritario y un continuo intervencionismo militar apoyado en
los postulados de la Doctrina de Seguridad Nacional provenientes del Departamento
de Defensa de los E.E.U.U. Estos dos factores fomentaron la idea de deslegitimación
de la democracia, ayudando a que varios sectores de la sociedad argentina no
creyeran en ella y sí en otras vías más contundentes.
El intervencionismo militar tuvo su máximo apogeo en la dictadura militar instaura
en 1966. Producto de sus políticas y el autoritarismo utilizado para llevarlas a cabo,
sectores hasta ese momento irreconciliables entre las clases medias y obreras se
unificaron en torno a la C.G.T.A. para combatirla: peronistas, marxistas, estudiantes y
católicos. Unión que se vio facilitada por el proceso de reorientación teórica de todas
las tendencias narrado anteriormente, teniendo su máxima expresión en la rebelión
popular surgida a finales de mayo de 1969 en Córdoba. El Cordobazo mostró las
38
debilidades del régimen militar autoritario y revitalizó las luchas sociales en el país,
abriendo con ello el ciclo de violencia y protesta social generalizada que se dio en
Argentina hasta el golpe militar de 1976.
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