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Populismo y el Populismo y el

México de hoy
México de hoy

Germán Pérez Fernández del Castillo


El populismo y los fenómenos político-sociales asociados con éste, abren Germán Pérez
un nutrido debate en torno a las nuevas relaciones entre la sociedad y sus Fernández del Castillo

Juan Carlos Hernández Moreno


gobiernos. Basado en una falsa promesa de democracia participativa y una Juan Carlos Hernández Moreno
legítima representación del pueblo, el populismo se expande a lo largo de (coordinadores)
las democracias contemporáneas.
Esta obra busca contribuir al análisis y debate de los que el populismo es
Juan Carlos Hernández Moreno objeto. Para cumplir con sus objetivos, se analiza el caso mexicano y se Germán Pérez Fernández del Castillo
hace una evaluación preliminar de los resultados de este gobierno, las con-
Profesor en la Facultad de Ciencias secuencias de su actuar sobre las instituciones y las expectativas para los Profesor Titular de la Facultad de Cien-
Políticas y Sociales de la Universi- próximos años. cias Políticas y Sociales de la Univer-
dad Nacional Autónoma de México Se parte de la idea de que el populismo replanteó el sistema de representa- sidad Nacional Autónoma de México
(UNAM). Maestro en Estudios Políti- ción política cuestionando los canales institucionales tradicionales dando (UNAM). Doctor en Filosofía Política
cos y Sociales (UNAM), e investigador por la Universidad de Frankfurt. Con-
lugar a un conflicto social cada vez más amplio. Ante eso es importante
del Seminario sobre Procesos Políticos sejero Magistrado del Instituto Federal
estudiar el populismo frente a las formas tradicionales de representación
y Electorales. Ha colaborado en pro- Electoral, Director Académico y Gene-
yectos de investigación y publicaciones con el fin de plantear alternativas que fortalezcan a las instituciones demo- ral de la Facultad Latinoamericana de
con el Instituto Nacional Electoral y el cráticas de México. Ciencias Sociales (FLACSO) y Miem-
Instituto Interamericano de Derechos bro del Sistema Nacional de Investiga-

Populismo y el
México de hoy
Humanos. Sus líneas de investigación dores. Autor del libro La sociedad rota.
son: instituciones de la democracia, po- Elementos para entender la violencia en
pulismo, justicia electoral, gobernanza México. Sus líneas de investigación son:
y autoritarismo electoral. los problemas contemporáneos de la
democracia, la cohesión social, el capi-
tal social y el populismo.
ISBN GEDISA 978-607-8866-65-6
ISBN UNAM 978-607-30-8114-6

Universidad Nacional

311123
JPFF

Autónoma de México
Populismo y el México de hoy

Germán Pérez Fernández del Castilllo


Juan Carlos Hernández Moreno
Coordinadores
Populismo y el México de hoy

Germán Pérez Fernández del Castillo


Juan Carlos Hernández Moreno
Coordinadores
Populismo y el México de hoy

Germán Pérez Fernández del Castillo


Juan Carlos Hernández Moreno
Coordinadores

Este libro fue financiado con recursos de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico
(DGAPA) de la Universidad Nacional Autónoma de México en el marco del Proyecto "Populismo
y representación política. El debate inacabado" coordinado por el Dr. Germán Pérez Fernández
del Castillo, como parte del programa de Apoyo a Proyectos para la Investigación e Innovación
Tecnológica (PAPIIT) IN308520.

Primera edición: 6 de octubre de 2023, Ciudad de México, México.

© 2023 Universidad Nacional Autónoma de México


Ciudad Universitaria, Alcaldía Coyoacán
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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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06760, Alcaldía Cuauhtémoc
Ciudad de México, México
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www.gedisa-mexico.com

Cuidado de la edición: Clara Isabel Martínez Valenzuela

ISBN Gedisa: 978-607-8866-65-6


ISBN UNAM: 978-607-30-8114-6
IBIC: JPFF

Esta investigación, arbitrada por pares académicos, se privilegia con el aval de la institución
coeditora.

Impreso en México
Printed in Mexico

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma
idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma.
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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Directora
Carola García Calderón

Secretaria General
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Secretario Administrativo
Jesús Baca Martínez

Jefa del Departamento de Publicaciones


Elvira Teresa Blanco Moreno
CONTENIDO

Introducción ......................................................................................... 13

1. El discurso frente a la realidad. Las razones y consecuencias


del populismo en México ....................................................................... 23
Germán Pérez Fernández del Castillo
Juan Carlos Hernández Moreno

El contexto necesario ..................................................................... 24


El caso mexicano ............................................................................ 28
Identificando el populismo en México ........................................ 34
El discurso frente a la realidad .................................................... 42
A manera de conclusión ............................................................... 49

2. Populismo y autoritarismo: los retos contemporáneos


de la democracia representativa ............................................................ 59
Pablo Armando González Ulloa Aguirre

Introducción ...................................................................................... 59
La democracia representativa ............................................................ 60
La crisis de la democracia representativa
y el desencanto democrático ............................................................. 62
Democracia representativa, calidad del gobierno
y cultura democrática ........................................................................ 63
El estado de la democracia representativa en el mundo ............. 69
Las amenazas populista y autoritaria ......................................... 73
Conclusiones .................................................................................... 77

3. La ideología populista y su doble neoliberal.


Una precisión teórica a Ernesto Laclau ................................................ 89
Grecia Ruth Cordero García

El uso ideológico del populismo ................................................. 89


El uso peyorativo. La demagogia como “sombra”
de la democracia ................................................................................. 92
El uso apologético. La política, lo político y lo heterogéneo.
Premisas para la “ideología” populista en Ernesto Laclau ......... 98
La ideología populista .................................................................... 108

4. El populismo como estrategia ...................................................... 123


David Hernández Corrochano

Introducción ..................................................................................... 123


El populismo como ideología ....................................................... 126
La estrategia populista: antiguos y modernos ............................ 129
Roma: populares contra optimates ............................................... 131
Casos modernos .............................................................................. 135
Conclusiones para la postmodernidad ...................................... 140

5. Las razones del populismo: reflexiones sobre su ascenso


como fenómeno político en el siglo xxi ........................................... 149
Héctor Zamitiz Gamboa

Planteamiento .................................................................................. 149


Sobre la caracterización del populismo ................................... 155
La producción intelectual en torno al auge del fenómeno político:
la discusión sobre el esencialismo de clase ................................... 158
La centralidad del debate “pueblo” vs. “élite” ................................... 165
El populismo como síntoma de erosión
de la democracia liberal ................................................................... 168
Demócratas contra demócratas .................................................... 173

6. Representación política, feminismo y populismo en México ... 179


Sol Cárdenas Arguedas

Introducción ..................................................................................... 179


Género y poder .............................................................................. 181
Entender al género como un dispositivo de poder ................ 183
Representación política .................................................................. 184
Crisis de representación, feminismo y populismo en México ... 190
Consideraciones finales ................................................................ 205

7. El populismo legal en México: la manipulación de la ley


y las acciones de combate a la inseguridad y la violencia ................ 213
Salvador Mora Velázquez

Introducción ...................................................................................... 213


La ley y la justicia en la 4t ............................................................ 216
Un sistema de justicia amenazado .............................................. 219
La modificación constitucional y el incremento de la violencia ... 222
El debilitamiento de la seguridad pública .................................... 226
La reforma al artículo 19 constitucional ....................................... 230
El modelo populista en materia de seguridad
(a manera de conclusión) ................................................................ 233

8. Una radiografía de los partidos políticos en México desde el


análisis de las redes sociales: Morena, pri, pan ............................... 241
María Teresa Álvarez Martín
Introducción .................................................................................... 241
Una tipología de populismo, neoliberalismo y fascismo ......... 243
Los partidos políticos, las redes sociales e internet ................. 246
Las redes sociales y el internet: Morena .................................... 246
Las redes sociales y el internet: el pri .................................... 249
Las redes sociales y el internet: el pan .................................... 252
Comparativo de los tres partidos ................................................. 254
Conclusiones .................................................................................... 257

9. La participación ciudadana en gobiernos


populistas de América Latina .............................................................. 261
Ninfa Elizabeth Hernández Trejo

Introducción ..................................................................................... 261


Participación ciudadana desde los
Mecanismos de Democracia Directa ............................................. 262
Los mecanismos de participación ciudadana
en América Latina ............................................................................. 263
Implementación de mecanismos participativos
en gobiernos populistas latinoamericanos .................................... 266
Conclusión ....................................................................................... 282

10. 2021: ¿el fin del experimento populista en México? ..................... 289
Jorge Federico Márquez Muñoz
Mariana Berushka Alonso Albither

El momento psicológico 2018 ...................................................... 291


El gobierno de Morena ................................................................ 293
Ante la derrota anunciada… las trampas ................................... 297
El momento psicológico 2021 ........................................................ 305
Conclusiones .................................................................................... 309

Conclusiones finales .............................................................................. 317


Introducción

13
El populismo es un fenómeno inseparable de la crisis de representación
política contemporánea causada, en gran medida, por la forma en la que
se ha desarrollado el liberalismo en las últimas décadas. Un punto
que se destaca a lo largo de este libro es que, si bien no necesariamente
toda crisis de representación tiene como efecto necesario al populismo,
se puede afirmar que todo populismo tiene un antecedente de crisis de
representación.
La representación no siempre ha estado vinculada de forma ontológi-
ca a la democracia. Sus fundamentos van engarzados a la forma en que
se relaciona con la soberanía. Hay que recordar que el problema de la
soberanía fue sustantivo durante el siglo xix y en buena parte del xx. El
debate estribó justamente en preguntarse quién poseía la soberanía. La re-
presentación en un Estado soberano se distinguió de la soberanía popular
y, a lo largo de muchas décadas, fue el Estado-nación el poseedor de esta
última. El problema de la representación de intereses específicos entra en
vigor solamente con la aparición del Estado de masas, incluso después
de la aparición de las clases sociales –como lo señala el marxismo cuando
menciona que el Estado no tiene otra opción que ser el puño represor
de la burguesía..
Hay que recordar también que para el liberalismo decimonónico la
democracia representativa significó una amenaza de la “dictadura de las
mayorías”, por lo que aparecieron durante todo el siglo xix formas de li-
mitar el voto universal (por género, por raza, por razones económicas, en-
tre otros). De esta forma, si bien el voto universal en Europa se obtiene en
las dos primeras décadas del siglo xx, no es sino hasta su segunda mitad,
por la presión ejercida por el Estado de masas (sindicatos, organizaciones
sociales y campesinas, etc.), que aparece la exigencia al gobernante, de la
Populismo y el México de hoy

aplicación de políticas que cumplan con las expectativas creadas en las


campañas.
Así, el gobernante deja de actuar de acuerdo con la razón de Estado para
convertirse en un agente que teóricamente tiene que actuar en función
de los intereses explícitos de quienes lo eligieron. La aspiración expresada
en el artículo 6 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciuda-
14 dano que presumía que “todo hombre tiene derecho a concurrir para la
formación de la ley, ya sea personalmente o a través de sus representantes”
(Asamblea Nacional Constituyente, 1789) tuvo que esperar más de siglo
y medio para hacer efectiva la representación de intereses.
Por lo que no sería sino a partir de la intervención de las “masas” (con
la representación real de intereses en el diseño y ejecución de las políticas
públicas) que el Estado se transformaría en un Estado social, de bienestar,
con una economía social de mercado, que llevaría a la realidad deman-
das sociales largamente expresadas a través de movimientos e inclusive
levantamientos sociales. Seguridad social, educación universal y gratuita,
salarios justos, estabilidad en el empleo, vivienda, entre otros, se fueron
concretando a través de negociaciones sobre políticas públicas a lo largo
de toda Europa y fueron replicados en el resto del mundo.
Posteriormente, se hicieron realidad derechos como el de la informa-
ción sobre el actuar de lo público, la rendición de cuentas, la garantía
del respeto a los derechos civiles y humanos por parte del Estado con
la figura nórdica del ombudsman y muchos más organismos autónomos
que facilitaban la verificación de una representación de intereses genuina.
Esto –hay que dejarlo claro–, nunca fue en detrimento del desarrollo de
las economías de Europa y, por el contrario, coincidió con etapas de alto
crecimiento económico en esos países.
No fue sino hasta las últimas décadas del siglo xx que los avances tec-
nológicos hicieron posible la transnacionalización de la economía y del
capital financiero y especulativo, configurando el mundo del dinero y el
de las ahora inmensas empresas trasnacionales que “liberaron” y cambia-
ron el rol de los Estados-nación. En más de una dimensión, este fenó-
meno entendido como la globalización, ha producido ganadores, pero
también muchos perdedores.
Introducción

Hoy hay empresas más ricas y con mayores perspectivas de crecimiento


económico en la mayoría de los países del mundo. En otro ámbito, existen
desarrollos dispares que no están condicionados necesariamente por la for-
ma de gobierno. Países poco o nada democráticos como China, Singapur o
Corea del Norte han tenido un crecimiento económico sostenido durante
las últimas décadas, mientras que el peso relativo de otros países (democrá-
ticos) ha disminuido. Pero hay una tercera dimensión que ha tenido efectos 15
en el ámbito interno de los países y pone en riesgo la estabilidad económica
y social de muchas naciones. Me refiero a la política. La dimensión de la po-
lítica se ha visto severamente dañada por la globalización. Cada día se ve más
distante el arreglo constitucional de 1956 en Alemania, que estableció una
economía de mercado con sentido social, donde el modelo requería de la
intervención del Estado para regular el mercado. Así, el corporativismo ale-
mán permitió que empresarios, comerciantes, empleados y obreros, bajo la
vigilancia del Estado, lograran negociaciones más o menos satisfactorias para
todos y la intervención del mismo Estado obtuvo como resultado consen-
suado una reforma fiscal que permitió el desarrollo del Estado de bienestar.
Todo ello desarrolló no solamente bienestar y justicia en las relaciones capi-
tal-trabajo, sino también cohesión social y sentido de pertenencia, inclusión
y capital social. El modelo fue retomado por los países europeos y, durante
décadas, propició un desarrollo económico en armonía y paz social. El ad-
venimiento de la globalización y el neoliberalismo rompió con todo esto.
La llegada al poder de Ronald Reagan y Margaret Thatcher de la mano
de intelectuales como Friedrich Hayek, en lo económico, y Samuel Hun-
tington y Crozier, en lo político, entre otros muchos, anunció el agota-
miento del keynesianismo para dar entrada a un nuevo orden mundial
basado en la retracción de las “odiosas” regulaciones del Estado y para dar
rienda suelta a las libertades irrestrictas del flujo de capitales, de empresa
y comercio. Al mismo tiempo, se fortalecieron instituciones que garan-
tizarían el acatamiento, por parte de los Estados, del impulso al nuevo
orden mundial.
A través del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial
se obligó a países pobres y con economías en desarrollo a acatar la nor-
matividad del nuevo mundo: cero déficit fiscal, obligaciones de pago,
Populismo y el México de hoy

muchas veces de inmediato, de compromisos firmados durante la época


intervencionista, firma de cartas de intención en las que se comprome-
tían a llevar disciplina fiscal, lineamientos de cómo debería ser el siste-
ma de salud y educación, descentralización de las funciones guberna-
mentales y, desde luego, la venta de activos nacionales logrados gracia
al ahorro de generaciones. En México, de las más de mil empresas que
16 poseía en 1982, diez años después quedaban menos de cien: minas,
bancos, ferrocarriles y medios de comunicación fueron vendidos a pre-
cios muchas veces irrisorios, creando así una nueva generación de nuevos
multimillonarios.
Concentración de la riqueza, desigualdad social en aumento, hiperin-
dividualismo, toma del Estado, frustración en la sociedad, falta de mo-
vilidad ascendente, precarización del trabajo, entre otros muchos otros
factores, han dejado al “pueblo” en estado de indefensión, no únicamen-
te en aspectos económicos. El individualismo posesivo ha traído efectos
negativos sobre el “capital social” (Putnam, 2000; Sennett, 2000) sobre
el sentido de “humillación” de los perdedores (Sandel, 2020) y sobre las
“identidades sociales” (Fukuyama, 2019).
En nombre de la libertad, los organismos financieros internacionales,
las grandes calificadoras y los intermediarios financieros, en las últimas
décadas han impulsado un desarrollo global sin el más elemental sentido
social y sin responsabilidad. Sin miramientos y en nombre de la libertad,
hay cientos de millones de empleos mal pagados, con salarios precari-
zados y con pocas esperanzas de mejorar su situación. Del “desencanto
frente a la globalización” (Pérez, 2009) hoy se vive un enojo generalizado
que busca salidas a lo actual. El engaño populista no es, pues, gratuito.
La necesidad de pertenencia dentro de un sistema que les niega todo
tipo de reconocimiento, que los excluye, que los responsabiliza de su
propio fracaso, pero que limita sus oportunidades es una tierra muy apta
para un discurso que recrea su identidad a través del pueblo, el pue-
blo bueno, honesto, generoso, explotado y discriminado. Un discurso
que ofrece esperanza, identidad y, aún más, revancha. Distribución del
ingreso, honestidad valiente, mejores salarios, crecimiento económico,
fin de la corrupción, una nueva moral, una identidad que se recrea per-
Introducción

manentemente frente a los “abusadores”, “explotadores”, “corruptos” e


“inmorales”.
El engaño populista se sirve del malestar social y de la democracia
para imponer un autoritarismo en nombre del “pueblo”. Sin embargo, el
engaño populista no es un fenómeno acabado ni mucho menos definiti-
vo. En general, los populismos no solamente terminan en autoritarismo,
también está demostrado en los hechos su incapacidad para resolver los 17
problemas reales de una sociedad, si bien ofendida, demandante. Dueño
de un discurso pletórico de esperanza y promesas, el populismo, al ser
excluyente y simultáneamente a-clasista, por su propia lógica discursi-
va, no ha logrado ni puede lograr una dinámica social hegemónica real,
solamente discursiva. Requiere de la permanente presencia del enemigo,
del no pueblo que abarca desde las clases medias hasta los intelectuales,
desde la cultura hasta la ciencia burguesa y desde el feminismo hasta las
organizaciones intermedias.
El libro que se presenta intenta hacer un recuento del populismo en
su dimensión teórica, en las causas que lo generan y también ofrece un
primer balance de sus resultados en México. La innegable importancia del
populismo en los cinco continentes ha dado como resultado un notable
interés sobre el tema, tanto en la rama de la sociología como en la ciencia
política y en la teoría más abstracta. Los autores se multiplican y los libros
y artículos relacionados han cobrado un sentido de pertenencia en las
distintas disciplinas y áreas del conocimiento en las humanidades y, con
todo, no se tiene aún una definición acabada del significado de populis-
mo, tampoco de todos y cada uno de los elementos que lo componen,
aunque sí se observan algunos elementos compartidos por la mayoría
de ellos, como la noción de un constructo al que se le llama pueblo, o
la segmentación de la población en pueblo bueno versus pueblo malo,
entre otros.
El artículo inicial ofrece una visión general de los temas que toca el
libro, del texto en su conjunto. Sus autores, Pérez y Hernández, iden-
tifican la situación sociopolítica del país antes del proceso electoral de
2018: salarios muy bajos, inestabilidad en el empleo (más del 50%
de la población económicamente activa en la informalidad), inseguridad,
Populismo y el México de hoy

violencia, corrupción –estas últimas acompañadas de impunidad, con


una ineficiencia muy aguda en la procuración e impartición de justicia–,
exclusión social y, sobre todo, una intolerable desigualdad social. En ese
contexto surgió la esperanza fincada en un discurso abiertamente popu-
lista. El texto, posteriormente analiza los elementos que tipifican a un
actuar y un discurso populista y muestra cómo el discurso del presidente
18 López Obrador (amlo) se adecua a la lógica populista para, finalmente,
hacer un comparativo entre el discurso de amlo y el estado que guardan
las políticas públicas de este gobierno, confirmando la hipótesis inicial del
populismo como un engaño.
Los siguientes cuatro capítulos hacen un excelente análisis del populis-
mo desde una perspectiva teórica. El primero de ellos, de Pablo González,
explica cómo en las últimas décadas el liberalismo democrático encuentra
sus límites en la apropiación de una concepción limitada de la misma.
Una democracia limitada a lo procedimental: Hoy “los cometidos de la
democracia son: resolver el problema del método para elegir gobernan-
tes, garantizar algunos derechos básicos y procesar las demandas socia-
les, con formas indirectas de participación. La democracia es entonces,
solamente un primer paso hacia el bienestar. No obstante, por su natu-
raleza, la democracia se puede consolidar sin avanzar hacia la segunda
meta: el bienestar social y económico”. Y ello ha traído como consecuen-
cia un desencanto generalizado en todo el mundo, pero en especial en
América Latina. El autor menciona cifras contundentes de cómo ha des-
cendido el anhelo democrático en el continente. De allí, González Ulloa
explica el surgimiento del populismo y nos hace ver los límites y las reper-
cusiones negativas de éste.
El texto de Grecia Cordero logra una aguda crítica a las ideas sobre
populismo de Ernesto Laclau, y a partir de esto busca “… esclarecer los
usos del populismo, a fin de explicar que tanto el uso peyorativo como el
apologético son dos visiones parcialmente ciertas dentro de la ideología
populista como concepto… el objetivo no es tomar parte de este debate,
sino establecer un punto de partida para el desarrollo de tipos ideales que
permitan esclarecer la existente complicidad y oposición entre el populis-
mo y el neoliberalismo como las ideas antipolíticas de nuestro tiempo”.
Introducción

Por otra parte, y desde un realismo pragmático-político, David Her-


nández Corrochano realiza una fuerte crítica al concepto de populismo en
tanto ideología, para reducirlo, con argumentos teóricos e históricos, a una
estrategia para acceder al poder. “Las ventajas de la perspectiva ideológica
del populismo son poder dar cuenta de su maleabilidad… su adaptabilidad
a modelos de movilización… así como establecer la relación dual entre po-
pulismo y democracia… Sobre las tres primeras ventajas consideramos que 19
la perspectiva del populismo como estrategia las cumple…”
Héctor Zamitiz nos ofrece una visión general de las distintas formas
en las que se está caracterizando el populismo, partiendo de la importante
conferencia de Isaiah Berlin de 1967 en la London School of Economics,
hasta el descarte del populismo en tanto ideología de Norris; la defensa
de Laclau y sus seguidores Mendívil, Retamozo y Mouffe, entre otros.
Considera que sustantivamente la centralidad del debate se sitúa en tor-
no a la dicotomía pueblo-élite para, finalmente, plantear al populismo
como un sínta de la erosión de la democracia liberal: “La razón de esta
situación habrá que buscarla en el hecho de que la economía y la sociedad
como un todo se escapaban del control directo de la política centrada en
el Estado…”
Sol Cárdenas hace el primero de los análisis sobre el populismo en
México, en específico la relación entre la representación política, el fe-
minismo y el populismo y busca exponer, por un lado, la relación entre
la categoría género, la representación política y el populismo, y, por el
otro, analizar la lógica populista y discursiva patriarcal de Andrés Manuel
López Obrador frente al movimiento feminista y si éste tiene cabida en
él. A lo largo de su texto se presenta la forma excluyente en la que el po-
pulismo construye la categoría pueblo y el impacto que tiene sobre grupos
específicos.
Continuando con el caso mexicano, Salvador Mora estudia la forma
en la que el gobierno populista aborda, desde una política de mano dura,
el problema de la seguridad en México. Para ello hace una revisión de la
política de seguridad populista punitiva, considerando la militarización,
la prisión preventiva oficiosa y sus consecuencias para comprender los
alcances de la implementación, tanto de la prisión preventiva ampliada
Populismo y el México de hoy

como de la incorporación de la Guardia Nacional en materia de seguri-


dad pública.
María Teresa Álvarez lleva el análisis del populismo al terreno discur-
sivo y problematiza en torno a la forma en que el partido en el poder
construye su discurso y comunicación frente a la ciudadanía y otras fuer-
zas políticas en el país. Para ello lleva a cabo un análisis de los conteni-
20 dos que utilizan los partidos políticos (Morena, pri, pan) dentro de las
redes sociales.
Ninfa Hernández continúa el análisis del caso mexicano y lo enriquece
con ejemplos latinoamericanos para esclarecer los efectos de la participa-
ción ciudadana en los gobiernos populistas a partir de la revisión de expe-
riencias de Mecanismos de Democracia Directa (mdd), particularmente en
lo que respecta a las consultas populares (o ciudadanas), la revocación de
mandato, el plebiscito, el referéndum y la iniciativa legislativa ciudadana.
El libro termina con un balance (no siempre positivo) del gobierno
actual, realizado con consistencia y datos duros. Jorge Márquez y Mariana
Alonso cuestionan, como lo hace Weyland (2022), sobre la durabilidad o
fragilidad de un gobierno populista, en este caso del gobierno de amlo.
Adicionalmente se hace un análisis de las políticas públicas más impor-
tantes del actual gobierno, durante 2021, para ofrecer conclusiones acer-
ca del estado en que se encuentra el gobierno, así como el partido en el
gobierno y su populismo.
Más que ofrecer una sola visión sobre el populismo y buscar delimitar-
lo, este libro parte de una visión amplia, en donde cada una de las autoras
y autores reconocen enfrentarse a un fenómeno social y político cuyas
características están condicionadas por contextos específicos, lo que hace
de éste un objeto difícil de definir.
Lo que sí ofrece este libro es una problematización en torno a las expli-
caciones y consecuencias que el populismo tiene, específicamente en Mé-
xico: desde su origen en la crisis de representación actual, que pone en
evidencia a un sistema fracasado al que le urge ofrecer respuestas, hasta los
procesos de desinstitucionalización encubiertos en “voluntad popular”.
Quienes consulten este texto tendrán en sus manos el resultado de
dos años de trabajo, discusión y problematización del populismo, que
Introducción

busca proporcionar elementos teóricos y analíticos para su estudio. Es un


llamado a ver este fenómeno como lo que es: una falsa salida a la crisis de
representación democrática.

Germán Pérez Fernández del Castillo


Juan Carlos Hernández Moreno
Coordinadores 21
1. El discurso frente a la realidad.
Las razones y consecuencias del populismo en México

Germán Pérez Fernández del Castillo1


Juan Carlos Hernández Moreno2
23
El presente texto ofrece un breve desarrollo de los elementos contextua-
les que distintos autores consideran fundamentales para la expansión del
populismo en el mundo, cómo estos se traducen en gobiernos y cuáles
han sido sus resultados. En un primer momento se busca establecer las
características que favorecen el arribo del populismo como una alternativa
a las profundas crisis que experimentan los gobiernos democráticos en los
últimos años. Lo anterior, a partir del uso de un discurso que prioriza un
gobierno del pueblo para el pueblo y denuncia las fallas de los gobiernos
neoliberales en la representación de los intereses de las sociedades.
En un segundo momento se ejemplifica un contexto de crisis, del que
se presupone favorece la expansión del populismo; para esto se considera
el caso de México en los años previos a 2018. Haciendo uso de indica-
dores objetivos y subjetivos que retoman algunos elementos relacionados
con la representación política, la eficiencia administrativa y la inclusión
social, se busca señalar cuáles son las condiciones que permitieron consi-
derar al populismo como una propuesta viable en el país.
Posteriormente se presentan algunas características que tiene el dis-
curso y el funcionamiento del populismo del presidente Andrés Manuel
López Obrador en México, para confrontar el discurso con la realidad,
como una forma de exponer los riesgos o aciertos que tiene esta forma de
hacer política, tomando en cuenta los resultados en áreas clave del país.

1 Doctor en Filosofía Política por la Universidad de Frankfurt, Alemania. Profesor


titular “C” de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam.
Contacto: germanpfc@politicas.unam.mx
2 Maestro en Estudios Políticos y Sociales por la unam. Profesor de asignatura en la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam. Contacto: juancarloshm@politicas.
unam.mx
Populismo y el México de hoy

El contexto necesario

El populismo es un fenómeno político que se ha expandido práctica-


mente por todo el mundo. Quienes estudian el tema describen que este
avance puede ser entendido a partir de un estado de crisis de la demo-
cracia liberal debido a sus malos resultados económicos y sociales, tales
24 como la precarización del trabajo, la disminución salarial, el desempleo,
la desigualdad y la cada vez mayor distancia entre la ciudadanía y sus go-
biernos. El contexto en el que se reproduce el populismo es uno en donde
el individualismo merma el capital social de los países y la democracia
ofrece pocos resultados tangibles para las mayorías. El populismo res-
ponde a ese contexto con demagogia y promesas vacías de reivindicación
social que, en términos de Mouffe (2018), busca crear un sujeto social
que incluye el sentido de pertenencia perdido con el neoliberalismo. El
populismo crea y aprovecha elementos de solidaridad y comunidad frente
a una subjetividad ofendida que encuentra un líder que ofrece protección
frente al abuso del que ha sido objeto.
En efecto, la crítica planteada por el populismo a las formas actuales
de hacer democracia, en especial la cada vez más distante relación entre
la voluntad de los gobernados y los gobernantes, es un elemento central
que incrementa la suma de simpatizantes a proyectos que se presentan
como una alternativa a la representación que no se traduce en resultados
para las mayorías. La democracia representativa, tal y como hoy funciona,
desde los ojos de los populistas, está basada en una serie de mecanismos e
instituciones anónimas que excluyen la posibilidad de soberanía por parte
de los pueblos sobre su destino (Rosanvallon, 2020: 47).
Dice Bobbio (1984) que la democracia es un sistema político en el que
las personas deciden quién decide por ellas, y la premisa fundamental de
esta afirmación es que los representantes deciden en función del bienestar
de sus representados. En la realidad, este postulado difícilmente se da por
hecho, y esa es una de las promesas incumplidas de la democracia en la
que el populismo basa su crítica.
Los estrategas populistas concentran gran parte de sus energías en con-
tarle a la sociedad quiénes son los responsables de la crisis, del incum-
El discurso frente a la realidad

plimiento de las promesas y los beneficiarios reales de la globalización,


acentuando que los gobiernos neoliberales propiciaron un enorme dis-
tanciamiento entre sus acciones y los intereses de la gente trabajadora. De
allí que el populismo haya encontrado tierra fértil en la sensación popular
de que, desde hacía décadas, se suspendió la movilidad ascendente y no
hay salida a la pobreza.
En las campañas políticas populistas prevalece la versión de que en las 25
acciones del Estado neoliberal no es prioridad lo que realmente pudiera
beneficiar al pueblo (Casullo, 2019: 69). Con base en esto, para el popu-
lismo resulta indispensable establecer un nuevo orden moral a través de
un discurso de diferenciación para que su liderazgo se presente a sí mismo
como una figura redentora y carismática frente a los actores políticos de
los otros, quienes están a favor de intereses privados e imposibilitan una
representación directa.
Podemos afirmar que los populistas no están en contra de la repre-
sentación, tal y como señala Müller (2017), ya que pueden incluso res-
paldar una versión particular de ésta. Para los populistas no hay ningún
problema con la representación, siempre y cuando los representantes co-
rrectos representen al pueblo correcto para hacer un juicio correcto y en
consecuencia hagan lo correcto (39). Aquí es donde presenta uno de sus
principales argumentos: quienes están en el poder no son los correctos,
sus intereses no son los correctos (los del pueblo) y sus resultados, por
consiguiente, sólo refuerzan esa convicción de separación entre el “noso-
tros” y el “ellos”.
En este sentido, la igualdad, ya mencionada, es un elemento con-
textual que juega a favor y en contra de los proyectos populistas. En la
medida en que una sociedad sea más desigual, la conformidad con el
gobierno se verá mermada a partir del incumplimiento de sus promesas
–y ésta es una de las condiciones que permiten voltear a ver al populis-
mo como una opción atractiva. Rosanvallon (2020: 49) señala que “no
es posible una comunidad de ciudadanos cuando sus condiciones de
vida los lleva a evolucionar en mundos totalmente separados”. Sin esta
división, el discurso populista pierde sentido y forma de conectar con la
sociedad; para el populismo es fundamental que en la sociedad existan
Populismo y el México de hoy

bandos, pues en su propuesta se asume como perteneciente a uno: el de


la mayoría olvidada.
Los imperativos de igualdad, en un contexto neoliberal como el vivido
en las últimas décadas, han sido simplemente borrados y si bien el popu-
lismo los retoma como una bandera retórica de primer nivel, finalmente
esas desigualdades acaban por profundizarse. Los pobres resultados de la
26 democracia ofrecen proyectos políticos a grupos amplios de simpatizantes
potenciales a través de atractivas promesas que retoman al pueblo como
el centro de atención y él, el pueblo, del que forma parte el líder, será la
fuente principal de las soluciones.
Una parte importante de la crisis en las democracias se entiende a par-
tir de la globalización. La globalización cambió la dinámica y la influencia
que un gobierno puede tener en las decisiones que ahora están ligadas a
dinámicas más allá de sus fronteras y ajenas a su control. Los estándares
relacionados con la educación, la economía o la competitividad de los
sueldos, se establecen por actores sin una relación directa con los gobier-
nos o la realidad social local; los resultados o políticas adoptadas como
idóneos, difícilmente armonizan una lógica que beneficie a la sociedad
local o sean producto de la negociación de sus representantes; por el con-
trario, están establecidos y operan a favor del mercado, un terreno en
donde la democracia pareciera ya no tener influencia (Habermas, 2015).
Es a partir de esta crítica que el populismo busca retomar la idea de la
representación nacionalista, para ellos legítima, de lo que identifica como
pueblo y de la nación misma en contraposición a la globalización.
Ante esto, el populismo promete crecimientos del Producto Interno
Bruto (pib) a niveles no vistos en décadas, pleno empleo, honestidad y
cercanía con el pueblo y, desde luego, castigo para los responsables. Tene-
mos, pues, una democracia con un electorado que mandata a los gober-
nantes a actuar de acuerdo con los intereses de quienes los eligieron, pero
gobiernan bajo mandatos externos.
Por otra parte, incluso antes de la pandemia de Covid-19, existían
pronósticos de cerca de 190 millones de desempleados en el mundo, lo
que significa que en todos los países hay una reserva laboral que abara-
ta los salarios, por ello existen 500 millones de empleados mal pagados
El discurso frente a la realidad

en el mundo (onu, 2020). Es impresionante observar cómo existe una


competencia entre los países pobres y no tan pobres, por mejorar las fa-
cilidades a los consorcios internacionales. Menos impuestos, salarios ba-
jos y precarizados, luz subvencionada, carreteras ad hoc, otorgamiento de
terrenos para sus instalaciones, entre otras muchas facilidades, a cambio
de empleos. De esta forma, los políticos siguen ofreciendo empleos bien
remunerados, crecimiento económico, mejora salarial, créditos baratos 27
para vivienda, cuando en realidad, estas variables ya no están en el terreno
de la política, son variables económicas que no dependen de los gobiernos
en turno.
En este contexto, también resulta imperativo afrontar el problema de
la falta de legitimidad de las autoridades en sus orígenes mismos. ¿Qué
es lo que hace manifiesto el disgusto de poblaciones que son gobernadas
de formas tan diversas como el gobierno español, el argentino, el italiano
o el inglés? ¿Es responsabilidad exclusiva del gobierno chileno, el brasi-
leño o el alemán, la falta de legitimidad de sus autoridades? ¿O por qué
gobiernos autoritarios como el de China, Singapur o el de Rusia, gozan
de buena legitimidad entre sus ciudadanos, mientras que las democracias
occidentales y sus remedos latinoamericanos no? Si la globalización es un
hecho irreversible, ¿qué sistemas políticos y económicos ganan y cuáles no?
Aun cuando los ejemplos autoritarios, como los mencionados, no tie-
nen una democracia “a lo occidental”, sí responden a ciertos intereses de
su población, sobre todo los económicos, lo que se traduce en una im-
portante reducción de la pobreza a cambio de libertades políticas, por lo
que la legitimidad de los gobiernos no proviene de las elecciones, sino de
su desempeño en materia económica.
Las crisis han afectado a casi todos los habitantes de prácticamente
todos los Estados. En esa generalización de las problemáticas, el populis-
mo no hace uso del movimiento de clase y se observa cómo ha logrado
crear simpatías y filias, porque todos se han visto afectados: profesionales,
pequeños empresarios o asalariados precarizados. La posibilidad de sim-
patizantes en el populismo, es igual al número de sectores afectados por
el pobre desempeño de la democracia liberal tal como está. Se formó así
una suma de situaciones vividas como injustas e insoportables que tenían
Populismo y el México de hoy

en común el expresar dificultades no tenidas en cuenta en la gestión de


asuntos sociales y los instrumentos públicos; un Estado de bienestar cada
día más lejano (Rosanvallon, 2020).
A manera de resumen, el populismo aprovecha un contexto de in-
certidumbre y descontento, en donde los gobiernos difícilmente logran
ofrecer resultados que resuelvan de manera significativa los problemas
28 de un gran número de personas en los países. Con base en una marcada
desigualdad, se crean bandos al interior de las sociedades para simplificar
la oferta política entre quienes están a favor del pueblo y quienes no. Así,
se crea una narrativa de confrontación y reivindicación social que cada
día gana más seguidores, pero que, en los hechos, está lejos de ofrecer las
respuestas prometidas.

El caso mexicano

A inicios de 2020 se publicó un libro titulado La sociedad rota. Elementos


para entender la violencia en México (Pérez, 2019). En esta investigación
se mostraron las carencias que tiene una amplia mayoría de la población,
la dificultad para mejorar su situación social y económica, y cómo esto
impacta en el ánimo de la población menos favorecida. En esa investiga-
ción se hizo una robusta correlación entre el conjunto de elementos que
constituyen o destruyen la cohesión social, tales como la legitimidad o
ilegitimidad de autoridades; la justa o injusta procuración e impartición
de justicia; la mayor o menor desigualdad; la inclusión o exclusión y el
estado que guarda el capital social, que en su conjunto terminan siendo
elementos de indudable importancia en la reproducción y complejización
del problema de la violencia.
Para el caso de este texto no nos concentraremos en explicar cómo es
que la violencia se materializa y acrecienta a partir de un contexto genera-
lizado de crisis y anomia. En este texto lo que nos ocupa es el populismo,
pero al igual que la violencia, sí identificamos que estos indicadores obje-
tivos y subjetivos son una importante radiografía del estado en el que se
encontraban las cosas que contribuyeron a buscar una salida hacia donde
El discurso frente a la realidad

fuera, máxime si esa salida se presentaba como una promesa de esperanza


y bienestar. A continuación, trabajaremos en torno a la representación
política y la inclusión social.
El resultado de una buena relación entre la sociedad y el Estado de-
riva en la legitimidad de las autoridades, tanto en su origen como en su
desempeño. Sin embargo, el funcionamiento de muchas democracias es
señalado y caracterizado por una extendida percepción social de que el 29
desempeño de los gobiernos es malo o muy malo. Pero esa percepción no
es inocua y, podría afirmarse, tampoco inocente: produce encono social y
desencanto con la democracia.
Queremos partir de lo que para nosotros es un axioma:3 “la democra-
cia solamente tiene sentido si trae consigo, explícita e inexorablemente
una mejor forma de vida” y esa mejor forma de vida tiene dos vertientes
igualmente esenciales para la democracia, una es la política y la otra es la
económica. La política tiene sus raíces en las teorías liberales tanto ingle-
sas como continentales. Son los conceptos y posicionamientos políticos
frente a la libertad individual (individualismo), la igualdad ante la ley
(ciudadanía) y los límites a las autoridades (sistema de protección a los
derechos individuales).
La población en México antes de 2018 (Transparency International,
2018), estaba cansada de los abusos cotidianos en cualquier trámite o
permiso público. La amenaza, la extorsión permanente a personas y
negocios se volvió un hecho casi natural en la interacción con las auto-
ridades y, sin embargo, este hecho “casi natural” se ha visto opacado por
la desmesurada corrupción de los grandes funcionarios del país y de las
entidades federativas. Los escándalos de corrupción en los estados de
Veracruz, Tabasco o Chihuahua, por mencionar algunos, han confirma-
do el disgusto social con las autoridades y causan irritación, indignación
y rabia cuando se combinan con la impunidad de la enorme mayoría de
los funcionarios.

3 Un axioma es una petición de principio sin la cual no hay debate posible. Un


axioma puede ser el siguiente: “es mejor la vida que la muerte”; si no se acepta ese
principio, para quien lo enuncia no tiene sentido ningún intercambio de ideas.
Populismo y el México de hoy

La violencia e inseguridad que se vive en el país tampoco puede acha-


carse únicamente a la globalización. Aun los autores que plantearon las
bases del liberalismo, desde Locke (1689) hasta nuestros días, sostienen
que el Estado, como mínimo, tiene dos funciones, sin las cuales no puede
haber Estado de derecho: nos referimos a la protección de la vida y de los
bienes de las personas. Esas dos funciones son esenciales para que un Es-
30 tado pueda ser llamado así. Y sucede que en el México de 2018 teníamos
tal magnitud de impunidad, que difícilmente conformábamos uno. ¿Qué
significa que en nuestro país más de 95% de los delitos no se perseguían,
ni siquiera se denunciaban? ¿Qué clase de procuración e impartición de
justicia tenemos?
Es claro que la población no le tenía confianza a las autoridades mi-
nisteriales ni judiciales, tampoco a las policiales (Ramos, 2018), pero es
difícil creer que un país civilizado, en el siglo xxi, tuviera una mortandad
de decenas de miles de muertos sin que haya habido prácticamente nin-
gún castigo para nadie. Igual cosa sucedió con la propiedad a los bienes
de las personas. El secuestro, el cobro por derecho de piso, la extorsión, el
robo en sus diversas modalidades, entre otros, son delitos que se cometían
todos los días y que, nuevamente, por miedo o falta de confianza en las
autoridades, no se denunciaban ni se castigaban (Inegi, 2018). El panora-
ma no era alentador y aún peor si se observa el problema de los derechos
de tercera y cuarta generación.
Sin embargo, la democracia también, de manera inexorable implica
derechos de tercera generación, esto es, derechos sociales y económicos y
aún más, derechos de inclusión y sustentabilidad. Entre estos encontra-
mos los derechos sindicales a un salario digno y justo, a una educación de
calidad para todos como condición para una competencia social a partir
de un “suelo parejo”, a la salud y a la vivienda digna, y también a los
derechos a ser incluido y reconocido socialmente con independencia del
credo, pensamiento, preferencia de género o raza.
De manera general, en la actualidad, se puede entender la crisis de la
representación, en un primer momento, como la insuficiencia del libera-
lismo y sus instituciones para responder satisfactoriamente a las demandas
planteadas a la representación política. En palabras de Peter Mair (2015):
El discurso frente a la realidad

“Estamos asistiendo a la aparición de una idea de democracia a la que


se está despojando de su componente popular, alejándola del demos”.En
México, el distanciamiento con las autoridades tiene como origen la des-
confianza que hay en los procesos de elección, pese al amplio recorrido his-
tórico y reformas constitucionales que buscan dar garantías de elecciones
limpias y competitivas en nuestro país. Para 2018 existía la fuerte creencia
de que el fraude electoral era posible; las elecciones de 1988 y 2006 per- 31
manecen en la memoria colectiva como ejemplos de irregularidades que
mancharon el proceso y cuestionaron la legitimidad de las acciones de los
gobiernos electos (Pérez, 2008). En 2012, para la elección de Enrique Peña
Nieto, 71% de las personas encuestadas consideraban posible que alguien
se robara la elección (Olivares, 2012).
Con ese porcentaje de sospecha, sumado a los pésimos resultados del
gobierno de Peña Nieto, no resulta extraño que en algún momento la
aprobación ciudadana de su gobierno llegara en 2017 al mínimo histó-
rico de 12%; y de cara a los procesos electorales de 2018, ese porcentaje
sólo subió hasta 25% (Pérez, 2019: 68). Con una aprobación así, cual-
quier proyecto que se presentara como una alternativa a todo lo que no
funcionó tendría importantes posibilidades de ganar la elección.
El Poder Ejecutivo no es la única instancia que ha visto mermada la
confianza y evaluación de desempeño por parte de los ciudadanos, los
poderes Legislativo y Judicial reflejan también una importante crítica que
nos habla de un descontento generalizado que ha sido aprovechado por
el discurso populista que plantea una democracia sin intermediarios, en
donde sea el pueblo quien decida de forma directa. Los partidos políticos
que hasta ese momento habían gozado del poder (Partido Revolucionario
Institucional y Partido Acción Nacional) fueron acusados de falta de cre-
cimiento, de los bajos salarios, de la falta de empleo, de la inseguridad y
de la baja calidad de los servicios en salud.
Según las encuestas (Consulta Mitofsky, 2018), el Congreso no era
confiable para los ciudadanos. En escala del uno al diez, donde uno es
nada confiable y diez el más confiable, los senadores obtuvieron una ca-
lificación de 5.3, mientras que los diputados fueron calificados con 5.1,
ambos reprobados. A estas instituciones se suman la Suprema Corte de
Populismo y el México de hoy

Justicia de la Nación, la Presidencia y los partidos políticos, como las peor


calificadas. Hablamos de que las instituciones encargadas de la represen-
tación y el Estado de derecho, ambas fundamentales para una democra-
cia, no eran confiables para su ciudadanía. Con niveles de confianza así,
el escenario estaba puesto para cualquiera que se presentara como una
opción para acercar la representación a la ciudadanía.
32 Ahora retomaremos el segundo elemento contextual que ha facilitado
el ascenso del populismo: una crisis de inclusión social. En primer lugar,
consideramos pertinente distinguir la inclusión como un concepto de
alcance amplio en las sociedades que va más allá de ser un indicador
económico y que no debe ser confundido o entendido como sinónimo
de la integración, concepto que ganó fuerza gracias a esfuerzos políticos y
económicos como la Comunidad Europea.
La integración, a grandes rasgos, ha sido entendida e implementada
en aras de hacer operativo un modelo económico y funcional que busca
la participación de todas y todos en el desarrollo de los países, como
ejemplo, el caso de millones de inmigrantes en Europa. En México, la
distinción más evidente es la relacionada con el estrato social y las mar-
cadas desigualdades entre estos. En la Ciudad de México, y en muchas
otras ciudades del país, existen zonas claramente identificadas con dis-
tintos estratos y cuyos habitantes difícilmente comparten una vida de
comunidad. Quienes nacieron en un estrato parecen vivir una suerte
de confinamiento para efectos sociales.
La inclusión va más allá de la participación en el mercado, requiere
una comprensión, aceptación e intercambio para formar una comunidad
con identidad, sentido de pertenencia y, en última instancia, cohesión.
En nuestro país, los indicadores sobre la inclusión no arrojan datos posi-
tivos y ayudan a entender el clima de polarización, descontento y resen-
timiento entre sectores de los que el populismo hace uso (Pérez, 2019).
Sumado a los conflictos de inclusión y falta de legitimidad, existen
problemas sociales que explican el ascenso del populismo, como la des-
igualdad, y algunos otros que afectan la inclusión, el capital social y con-
tribuyen al establecimiento del populismo.
El discurso frente a la realidad

En 2010, en México existían alrededor de 16 millones de personas que


se consideraban indígenas y 7 millones de éstas hablaban alguna lengua
originaria (Inegi, 2011). Según datos del Consejo Nacional de Evalua-
ción de la Política de Desarrollo (Coneval), 40% de la población que ha-
bla alguna lengua originaria vivía en pobreza multidimensional extrema
y 50% no tenía empleo, lo que se reflejó en bajos índices de desarrollo.
Otro ejemplo es la comunidad lgbttti, quien señaló en 2014 una per- 33
cepción de discriminación mayor a 50%, lo que se traduce en exclusión
de ámbitos como el laboral, donde 26% afirmó haber perdido su empleo
debido a su preferencia sexual (Empolea, 2014).
¿Pero quién excluye? ¿Son los “otros” que señala el populismo? ¿Es un
problema del sistema? Aquí hay que señalar un punto importante, si bien
existe una crítica a la manera en que el populismo pretende resolver las
cosas, esto no quiere decir que se abogue por un regreso a las viejas formas
de hacer política. La crisis de representación no es más que el reflejo de un
sistema desgastado que no supo garantizar la igualdad ente sus ciudadanos
y en donde la exclusión de los favorecidos se transformó en soberbia,
debido a la protección estatal, y ésta, en impunidad y corrupción. El
diagnóstico que el populismo hace es acertado, sin embargo, esta forma
de hacer política: personalista, centralista y antiplural, como se verá a lo
largo de este libro, tampoco es la solución.
En resumen, para 2018 el gobierno y el Congreso estaban totalmente
desprestigiados, la corrupción brotando por todos lados, sin procuración
ni impartición de justicia, con empleos mal pagados, con una falta de
solidaridad social, con los lastres propios de la globalización, con una
sociedad mal integrada y con candidatos cuyos partidos ya habían gober-
nado sin solucionar nada y pretendiendo hacer más de lo mismo. Enfren-
te, un candidato que prometió resolver todos los problemas, que invocó
al pueblo ofendido (y enojado) a transformar todo el escenario político,
barriendo con todas sus instituciones, implantando esperanza y prome-
tiendo desarrollo, empleos bien remunerados, castigo a los corruptos,
con una nueva moral pública, con valores renovados, todo ello declaran-
do ante el pueblo bueno, que hablaría con la verdad y actuaría siempre
con honestidad.
Populismo y el México de hoy

Se entiende entonces que una gran cantidad de ciudadanos hayan


asumido el riesgo de votar por un populista; algunos no tenían mucho
que perder y otros creyeron que realmente vendría un cambio, un país
incluyente, sin corrupción, con funcionarios honestos, con crecimiento
económico y empleo. Andrés Manuel López Obrador fue un excelente
comunicador y la gente creyó en él; lo que realmente hace como gober-
34 nante populista es lo que nos ocupará ahora.

Identificando el populismo en México

Existe una serie de rasgos mínimos que nos ayudan a clarificar e identi-
ficar funcionamientos por parte de actores políticos, que los relacionan
indubitablemente con el populismo y cómo es que esos rasgos son perju-
diciales para la democracia. La opción populista observa el conflicto y la
división social derivada del neoliberalismo y promete resolver el proble-
ma, pero en los hechos lo exacerba, al sustentarse en una lógica dicotómi-
ca de pobres y ricos, corruptos y honestos, buenos y malos. Esto significa
que el populismo se alimenta de la desigualdad, por lo que no puede
abandonarla, tampoco al conflicto. El populismo transita y se sirve de la
democracia para después fortalecerse con el conflicto natural al interior
de ésta, ya sea en la tensión entre sus principios de competencia entre
proyectos políticos distintos (Canovan, 1996) o en la diferenciación entre
simpatizantes y detractores (Mouffe, 2018). Al ser una propuesta que, en
el papel, busca la participación del pueblo en la toma de decisiones frente
a una élite gobernante, la confrontación de ideas o visiones políticas son
un elemento fundamental.
Hay que señalar que el pueblo al que se refieren los populistas, no es el
pueblo en tanto conjunto de una población gobernada por una autori-
dad; aquí, el pueblo es una entelequia inexistente que aglutina idealmente
todo lo que ha sido excluido de la estructura de poder y lo opone a este
sector favorecido. El pueblo de los populistas es un constructo ideal dota-
do de valores, de moral, de eticidad, de responsabilidad, de honestidad y
lealtad, esto es, de valores moralmente irrefutables que existen solamente
El discurso frente a la realidad

en la cabeza de los líderes de los movimientos populistas y que cobran


vida como una estratagema política para atraer a un sector de la socie-
dad y oponerlo a otro. Una vez asentado el constructo del pueblo, los
populistas se posicionan como sus representantes y, en tanto tales, como
parte del verdadero pueblo, adquieren sus atributos morales, lo que los
hace inatacables.
Los cambios que propone el populismo van más allá del reemplazo de 35
los gobernantes, o sus partidos, para quienes todos son lo mismo en ros-
tro de quienes gobiernan o las opciones políticas existentes. La propuesta
populista busca el descarte de valores que se identifican como propios de
la élite corrupta y que han sido reproducidos por los formadores de opi-
nión, la academia y los medios de comunicación (Canovan, 1996: 3). El
populismo, en todos los ejemplos propone una nueva moral. En el caso
de México, una “nueva constitución moral”. Se dice que existe corrupción
en los intereses de todos menos en los populistas, por sólo representar el
interés verdadero de todos. Esto nos lleva a otro de los rasgos más impor-
tantes del populismo: el antipluralismo.
Las personas identificadas como populistas aseguran que ellas y sólo
ellas representan al pueblo a partir de una marcada distinción moral con
todos los demás (Müller, 2017), se trata de un personalismo que reclama
legitimidad por ser la única voz autorizada y representar la soberanía de-
mocrática, no un interés sectorial como lo podría ser una clase económica
o política (Canovan, 1996: 4). Los populistas afirman que sólo ellos pue-
den hablar por una mayoría silenciosa compuesta de personas ordinarias
y decentes, esto al considerarse a sí mismos como parte de esa mayoría y
ajenos a los vicios señalados en las élites arrogantes.
Por otro lado, el funcionamiento del populismo se basa en la existencia
de una figura fuerte centralista y carismática a la que se sigue por lealtad,
más que por la racionalidad de un programa político. Esta figura define
los valores del pueblo sin aceptar otra fuente de interpretación; suscita el
apoyo de un colectivo de individuos movilizados detrás de un discurso
antagonista que divide el campo político entre un “nosotros” (popular) y
un “ellos” (la élite) (Casullo, 2019: 28).
Populismo y el México de hoy

Kurt Weyland (2001) entiende al populismo como una estrategia per-


sonalista. Es el modo que tienen los líderes de acumular poder a partir
de una distinción entre los amigos y los adversarios, siendo la política
económica y social un instrumento para ese objetivo. Complementamos
esta visión con el trabajo de Ernesto Laclau (2005) quien entiende al
populismo como una narrativa política que tiene la cualidad de formar
36 identidades a partir de la división del escenario político. Con esta carac-
terización general del populismo, podemos identificar rasgos en el presi-
dente Andrés Manuel López Obrador, a partir de sus palabras y acciones,
durante sus primeros años de gobierno.
Desde el principio de su administración, lo que fue presentado como
un espacio de diálogo circular y rendición de cuentas, se ha transformado
en una tribuna en donde el presidente expresa una serie de ocurrencias
como soluciones a todos los problemas del país, organiza rifas, acusa a ad-
versarios políticos de sabotear su gobierno, presenta capturas de pantalla
que retoma de redes sociales, admite presuntos delitos e influencias en
otros poderes, absuelve a funcionarios y familiares acusados de corrup-
ción, denosta e insulta a los medios que lo critican o propone reformas
para desaparecer organismos autónomos, de tal forma que parece que su
gobierno se ejerce a través de sus conferencias de prensa.
Las conferencias de prensa del presidente se han derivado en lo que
Steven Levitsky y Daniel Ziblatt (2020) señalan como una de las princi-
pales amenazas para las democracias contemporáneas: la falta de conten-
ción por parte de los gobiernos. Dentro del análisis acerca de cómo es que
las democracias mueren, los autores destacan el papel que las reglas infor-
males tienen para la estabilidad del juego democrático. Esto es, acuerdos
no escritos que los participantes tienen y que garantizan estabilidad y
continuidad de un juego que tiene como objetivo que todos los partici-
pantes quieran seguir jugando.
Una de las reglas informales que destacan los autores es la autocon-
tención de los gobernantes, esto es el compromiso de no realizar acciones
que, si bien respetan la ley, vulneran el espíritu democrático que las origi-
nó. PPensando nuevamente en la necesidad de que la democracia sea un
juego en el que todos los participantes quieran seguir jugando indefinida-
El discurso frente a la realidad

mente, los jugadores deben contenerse de incapacitar a sus oponentes, así


como de enfrentarse en la medida en que ya no se quiera jugar.
En México, el presidente hace caso omiso a esta importante regla in-
formal, concentra el poder de manera que no existe negociación entre
las distintas fuerzas políticas, tampoco hay participación en la toma de
decisiones y sí un constante esfuerzo por concentrar atribuciones y colo-
nizar espacios hasta ahora independientes. 37
Para este texto, retomamos algunas declaraciones que están relaciona-
das con las características del populismo que hemos señalado: el carácter
antisistémico, la búsqueda de un cambio en los valores, el antipluralismo
y el centralismo en el gobierno. Todo justificando una falsa idea de volun-
tad popular, el respaldo del pueblo y la transformación propuesta.
Desde el inicio de su tercera campaña presidencial en 2018, López
Obrador construyó un discurso que lo coloca como un actor diferente
al sistema y actores políticos en las formas y los ideales, esta distinción
se basa en su cercanía con lo que él identificó como el pueblo y la afir-
mación de que, a diferencia de los demás, él no era corrupto. “Vámonos
respetando, no somos iguales” (Forbes, 2019). En más de una ocasión
se han registrado declaraciones que acentúan estas diferencias y buscan
posicionar al presidente como un actor que ha llegado a ejercer el poder
desde otro camino.
El sentido de “transformación” propuesta estriba en la intención de
cambiar radicalmente el sistema y el régimen. Construye un verdade-
ro leitmotiv del actual gobierno que parece no respetar ninguna de las
instituciones creadas durante décadas, no solamente en lo que refiere a
los organismos autónomos e intermedios, sino al papel mismo de la ad-
ministración pública, el rol que juega la sociedad civil, la democracia re-
presentativa y muchos otros canales de comunicación entre la sociedad
y el Estado.
El presidente no solamente propone cambios administrativos por ra-
zones presupuestales, de corrupción o simplemente de ineficiencia que,
en todos los casos, y ese parece ser el verdadero sentido del cambio, a la
postre han ido aumentando el control directo y personal del Ejecutivo
sobre ámbitos antaño autónomos. No conforme con el control sobre es-
Populismo y el México de hoy

tos organismos, el desprecio por la democracia representativa y sus per-


manentes críticas al Poder Judicial, amlo ha publicado una constitución
moral cuyos principios ahora están presentes en los libros de texto y en
forma de folleto, de los que se busca imprimir 10 millones de ejemplares
(Reyes, 2019). Este cambio moral alimenta la figura mesiánica e inco-
rruptible que quiere construir de sí mismo el presidente, al tiempo que
38 ejemplifica su clientelismo político.
El siguiente punto, uno de los más importantes para caracterizar al
populismo como una patología de la democracia, es el marcado antiplu-
ralismo que el presidente ha manifestado durante su gobierno. La desca-
lificación y deslegitimación de adversarios políticos es una constante en
el discurso de López Obrador; la simplificación del escenario político ha
llevado a dividir entre simpatizantes y enemigos de los intereses del pue-
blo, entre la transformación del país o la corrupción:

O se está por la transformación o se está en contra de la transfor-


mación del país; se está por la honestidad y por limpiar a México
de corrupción o se apuesta a que se mantengan los privilegios de
unos cuantos a costa del sometimiento y empobrecimiento de los
ciudadanos (Morales, 2020).

López Obrador tiene una concepción simple, entendible, transparente,


discursivamente atractiva y dicotómica de la sociedad. De una parte, se
encuentran los corruptos, los malos, los ricos, los fifís, los ladrones de la
administración pública (todas las pasadas administraciones) y el empresa-
riado que ha estado coludido con los corruptos de esas administraciones,
las organizaciones intermedias, la academia, el periodismo, y las clases
medias en general; en el otro lado encontramos a un pueblo bueno, ho-
nesto, honrado, trabajador, empobrecido por los malos y ávido de justi-
cia. Para la visión populista del presidente, entre ambos sectores no hay
nada sino el mutuo desprecio, el enojo y el rencor. Ambos extremos se
niegan y pareciera que solamente uno de ellos debe prevalecer:

Me da mucho gusto que los de la oposición sean minoría, pero es


una oposición que está de la clase media hacia arriba, hacia la cús-
El discurso frente a la realidad

pide de la pirámide poblacional, el pueblo en su inmensa mayoría,


el pueblo de abajo no está oponiéndose al gobierno (Morales y
Villa, 2020).

El presidente se imagina a sí mismo como el que representa, defiende y


es parte de los de “abajo”, él los entiende, se identifica con sus causas
y los protege. Gobierna para ellos, porque en el fondo los “otros” sobran, 39
reitera que no hay medias tintas, o se está con ellos o en contra de ellos.
El argumento, reiteramos, discursivamente impecable, resulta antidemo-
crático. El discurso aparece como profundamente antipluralista, siendo
que el pluralismo resulta una característica esencial de toda democracia.
Justamente la democracia tiene como fundamento que existen diversas
partes que se reconocen, que se incluyen, que se respetan y que pese a
tener proyectos diferenciados de sociedad, no plantean cambios cuyo
radicalismo ponga en peligro al o a los otros, porque la democracia es
también una forma de abordar el conflicto y nunca un método de ani-
quilamiento del “otro”.
El gobierno de López Obrador apuesta por una representación desins-
titucionalizada, cualquier organismo que funcione como medio entre
el líder y el apoyo directo es desestimado y acusado de innecesario. El
presidente ha expresado su inconformidad en más de una ocasión con
las instituciones autónomas que tienen como objetivo ser un contrapeso
y evitar la concentración del poder. Estas críticas van desde comisiones
reguladoras, hasta el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la In-
formación y Protección de Datos Personales (inai):

Se crearon para aparentar de que iba a haber transparencia, de que


se iba a combatir la corrupción, de que ya no iba a haber mono-
polio, cuando lo que han hecho es servir de cortinas de humo para
que se cometan ilícitos y haya ocultamiento de información. Son
como tapaderas, son organismos alcahuetes que justifican todo…
no sirven, no benefician al pueblo, pero sí cuesta mucho mante-
nerlos (Corona, 2021).

Las características de la personalidad del presidente, el discurso y las po-


líticas del actual gobierno dejan muy claro que, en los hechos, todo está
Populismo y el México de hoy

encaminado a lograr una concentración de poder y un centralismo no


vistos en los últimos cuarenta años.
Limitar el poder ha sido una de las permanentes preocupaciones del
liberalismo democrático de todos los ámbitos y colores desde Locke
(1689) hasta Rawls (1971) incluyendo a la socialdemocracia, pero López
Obrador no quiere límites a su proyecto, por lo que para él la justicia
40 está por delante de la ley, y la acción sobre las instituciones, así sean las
democráticas. Las características propias del populismo: lo antisistémico,
el intento de imponer nuevos “otros” valores, el antipluralismo y la bús-
queda de centralismo, como vemos, encajan perfectamente en el discurso
y las acciones de López Obrador.
Dentro de la construcción del populismo del presidente López Obra-
dor, identificamos dos pilares en los que se fundamentan el discurso
y las acciones del nuevo gobierno y se cruzan con la falta de contención:
la atención a la pobreza y el combate a la corrupción. En el caso de la
primera, no es ninguna coincidencia que la consigna desde la jefatura de
gobierno en el entonces Distrito Federal (2000-2006) y en las campañas
presidenciales de 2006, 2012 y 2018 se tratara de un llamado a priorizar
la atención a un grupo mayoritario olvidado en el país, tampoco lo fue
cuando la misma consigna fue tema central en el discurso en la toma
de gobierno donde se posicionó al Estado y su nuevo gobierno como
principal figura frente a la desigualdad y pobreza producto de un modelo
económico anterior:

En cuanto al bienestar de nuestro pueblo el plan es combatir la


pobreza y la marginación como nunca se ha hecho en la historia…
haremos a un lado la hipocresía neoliberal, el Estado se ocupará de
disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá desplazando a la
justicia social de la agenda del gobierno, no se condenará a quie-
nes nacen pobres a morir pobres, todos los seres humanos tienen
derecho a vivir y ser felices.
Es inhumano utilizar al gobierno para defender intereses indivi-
duales y desvanecerlo cuando se trata de defender el derecho de
las mayorías… es pertinente pues, exponer con toda claridad que
vamos a atender y respetar a todos, que vamos a gobernar para
El discurso frente a la realidad

todos pero que les vamos a dar preferencia a los vulnerables y los
desposeídos. Por el bien de todos, primero los pobres (Secretaría
de Relaciones Exteriores, 2018).

El combate a la corrupción, como segundo pilar en la construcción del


mito populista, es posicionado por el gobierno de López Obrador como
la tarea en la que se basa el cambio propuesto, fundamentalmente por 41
relacionar la corrupción como sinónimo del neoliberalismo, causante de
los grandes males del país:

No se trata de un asunto retórico o propagandístico, estos postu-


lados se sustentan en la convicción de que la crisis de México se
originó no sólo por el fracaso del modelo económico neoliberal
aplicado en los últimos 36 años, sino también por el predominio
en este periodo de la más inmunda corrupción pública y privada.
En otras palabras, como lo hemos repetido por muchos años: nada
ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes
y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo, ésa
es la causa principal de la desigualdad económica y social y tam-
bién de la inseguridad y de la violencia que padecemos… en el pe-
riodo neoliberal la corrupción se convirtió en la principal función
del poder político, por eso si me piden que exprese en una frase el
plan del nuevo gobierno: acabar con la corrupción y la impunidad
(Secretaría de Relaciones Exteriores, 2018).

Tenemos así, un populismo que se fundamenta en la creación del “otro”,


la consolidación del “nosotros” y el requerimiento de un liderazgo que
haga valer los derechos del “nosotros”. Este esquema nos demanda, sin
embargo, definir cuáles han sido los elementos que, en el caso de México,
han sido utilizados para la creación y consolidación del proyecto político.
Estos son elementos que aglutinan y ayudan a consolidar el ellos y el no-
sotros, y a partir de los cuales se han establecido la mayoría de las acciones
del gobierno y el mayor de sus logros: la concentración del poder en una
sola persona. Nos referimos a los casos de la corrupción y la desigualdad,
que definen al “ellos” corruptos y al “nosotros”, trabajadores honestos que
hemos sido sobreexplotados por ellos.
Populismo y el México de hoy

El discurso frente a la realidad

Una vez que hemos establecido la construcción del populismo del pre-
sidente López Obrador y los pilares que lo hacen operativo, en este úl-
timo apartado hacemos una crítica y confrontamos su discurso con la
realidad del país para evidenciar los riesgos o los aciertos que esta forma
42 de gobernar tiene al ponerse en práctica. Para esto, nos apoyaremos en
algunos datos y estudios que se han hecho en torno a lo que identificamos
como las grandes problemáticas a enfrentar durante este gobierno, desde
el combate a la pobreza y la corrupción.
El populismo en México se sostiene en gran medida en los pilares
del combate a la pobreza y la corrupción, siendo la respuesta discur-
siva recurrente a cualquier situación. A lo largo de los últimos cuatro
años, identificamos situaciones en donde el gobierno y su discurso
se concentran en remarcar la distinción entre el pueblo y la élite y
las reservas por parte de los adversarios al cambio propuesto como el
principal obstáculo. A continuación, se presentan algunos datos que
serán contrastados con el discurso populista, se identificará una estrategia
y se advertirá sobre los riesgos que tiene simplificar las problemáticas y
las soluciones.
El combate a la pobreza es una exigencia sistémica, racional e im-
postergable, basta con revisar cualquier diagnóstico sobre los problemas
sociales del país para concluir que en México los pobres son mayoría,
que existen millones de personas a las que los distintos gobiernos les
han quedado a deber, ya sea por incapacidad o por condiciones aje-
nas a estos. El presidente López Obrador no se equivoca en su diag-
nóstico, la prueba más grande fue el apoyo recibido en las elecciones
de 2018. Lo criticable es la forma en la que ha dado respuesta a esta
demanda legítima.
La estrategia del actual gobierno tiene como figuras centrales pro-
gramas sociales diseñados para entregar apoyos económicos a impor-
tantes grupos sociales e impulsar la economía de sectores pobres del
país, tal es el caso de los programas Jóvenes Construyendo el Futuro y
Sembrando Vida. El primero fue presentado como una propuesta para
El discurso frente a la realidad

que millones de jóvenes se incorporaran a la vida laboral, como beca-


rios en negocios de todo tipo, alejándolos de la oferta que representan
las organizaciones criminales y responder de alguna forma a la deuda
de bienestar en el país. Sin embargo, se señala que este programa ca-
rece de reglas de operación, de estudios serios que establezcan criterios
de selección, objetivos y metas. Un problema de diseño que además de
imposibilitar una evaluación objetiva, se denuncia que es una oportu- 43
nidad para establecer redes clientelares y opacidad en el ejercicio de los
recursos públicos.
Tan sólo en su primer año (2019), Jóvenes Construyendo el Futuro
fue señalado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (Coneval) –institución cuya utilidad fue cuestionada
por el presidente– de no tener mecanismos operativos, instrumentos me-
todológicos ni personal para determinar si la capacitación a los jóvenes
estaba siendo efectiva, en otras palabras, un programa con un presupuesto
de casi 24 mil millones de pesos en becas carecía de instrumentos para
medir sus resultados.
Para el año 2020, el programa significó un refugio ante las distintas
crisis provocadas por la pandemia de la Covid-19. Se señala que desde
el inicio de la pandemia en marzo de ese año las incorporaciones men-
suales se duplicaron (de 46 mil en marzo a 84 mil en junio); pese a eso el
presupuesto fue recortado 37%. Hasta junio de 2020 el programa había
beneficiado a 1.3 millones de jóvenes con al menos una beca mensual;
de estos, 581 mil estaban en prácticas y otros 312 mil habían egresado,
quedaban entonces 480 mil jóvenes que no finalizaron el programa y de
quienes no se puede saber cuál fue el destino porque no existen mecanis-
mos de seguimiento.
En términos de eficiencia terminal, el programa reportó cerca de 73
mil jóvenes que afirmaron haber encontrado trabajo en el centro don-
de se capacitaron o en otra empresa, pero este dato hay que revisarlo,
pues se señala que se basa en una encuesta interna hecha al poco de aca-
bar la beca, en donde más que un seguimiento, sólo se pregunta a las
y los becarios si su plan es trabajar, estudiar o iniciar un negocio y no
se revisa si el plan se cumplía (Ureste, 2020). En palabras más simples,
Populismo y el México de hoy

de 1.3 millones de jóvenes en el programa sólo 73 mil reportan haber


conseguido un empleo, esto es una eficiencia terminal de sólo 5.6%.
En el caso del programa Sembrando Vida, cuyo esfuerzo está enfo-
cado en impulsar la producción de agricultores, investigaciones señalan
que presenta fallas que afectan a sus más de 230 mil beneficiarios has-
ta junio de 2020. Según una investigación del periódico El Universal
44
(Carabaña y Monserrat, 2020) se reporta un padrón improvisado, algo
que parece ser la constante en este gobierno. No hay que olvidar que
el censo del bienestar estuvo a cargo de los siervos de la nación, no de
instituciones autónomas como el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (Inegi).
Según documentos de la Secretaría de Bienestar, retomados por la in-
vestigación, entre los mayores problemas reconocidos por el programa,
están la falta de plantas de árboles maderables y frutales, de insumos,
materiales y herramientas para viveros, así como técnicos y beneficiarios
que no siguen las directrices, y para los que no existe un mecanismo de
expulsión, y un padrón poco transparente de quienes son apoyados. Se
señala también que sólo se pudo ejercer 66% de los recursos destinados a
la adquisición de herramientas, materiales e insumos, que las cantidades
requeridas en el programa rebasan las disponibles y no se tenía la certeza
de adjudicar el resto de los bienes.
A estos problemas de diseño, se le tienen que sumar los relacionados con
las denuncias en contra de los operadores del programa de pedir cuotas a los
beneficiados. Tenemos así otro programa que busca atender los problemas
de la pobreza y la desigualdad pero que en la práctica es ineficaz, opaco, del
que no se sabe cuántos ni quiénes son los beneficiarios, no cuenta con reglas
claras, insumos para llevarse a cabo ni mecanismos de evaluación.
En términos generales, la crítica a los programas sociales del presidente
López Obrador destinados a combatir la pobreza gira en torno a la falta
de reglas y criterios de evaluación. Sin estos, los alcances y resultados no
pueden ser medidos, menos conocer el impacto que tienen en el proble-
ma original. El combate a la pobreza parecería haberse transformado en
terreno fértil para el clientelismo, traducido en el apoyo directo y condi-
cionado al líder popular.
El discurso frente a la realidad

Si los programas tienen deficiencias como consecuencia de su dise-


ño e implementación, el combate a la pobreza tampoco se ve beneficia-
do por las decisiones económicas del actual gobierno. Mucho se culpa a
la pandemia mundial producto de la covid-19 de la peor contracción
del producto interno bruto mexicano desde 1932, ya que en 2020 éste
fue de –8.5% (Orozco, 2021). Sin embargo, los datos no eran alen-
tadores desde antes del inicio de la pandemia, ya como parte de los 45
pronósticos para 2019 el Inegi reportaba una contracción de –0.5% del
pib, pese a la promesa del presidente de crecer a 2% y tener, como en la
mayoría de los casos adversos, otros datos.

Acerca de la proyección sobre crecimiento económico, yo tengo


otros datos. Respeto, desde luego a quienes sostienen que no va-
mos a alcanzar nuestras metas de crecimiento económico. Yo estoy
seguro de que nos va a ir muy bien, porque, miren, nada más qui-
tarle, como dicen los tecnócratas, toda la variable de corrupción al
crecimiento, todo esto va a ayudar mucho al crecimiento.
[la economía mexicana] va muy bien… yo considero, a las prue-
bas me remito… yo creo que se quedaron cortos en la proyección
[negativa de crecimiento], que vamos a crecer como se estima en
cuando menos 2% este año [2019], ése es mi pronóstico, 2% y el
año próximo [2020] vamos a crecer ya 3% y apuesto, trato hecho
(Hernández, 2019).

La apuesta para 2020 no sólo no se cumplió, ya que durante ese año no


se creció el 3% prometido por el presidente; la contracción del pib es-
tuvo fuera de toda proporción: –8.5%. En números simples, la apuesta
del presidente falló en 11.5 puntos porcentuales (Orozco, 2021) pese al
“combate” a la corrupción.
Otro caso importante fue el desempeño del gobierno frente a la crisis
sanitaria por la covid-19, que, como la mayoría de los problemas socia-
les, afectó a los sectores más pobres. Hay que dejar claro y señalar que la
inversión pública en relación con la crisis sanitaria fue mínima. Mientras
que México invirtió cerca de 1% de su pib en políticas contra la covid-19,
países como Japón o Bélgica lo hicieron en casi 20 puntos porcentuales y
Estados Unidos invirtió cerca de 13%. En la región latinoamericana, Perú
Populismo y el México de hoy

es el país que más invirtió, con cerca de 9%; así, México se quedó muy
atrás de la mayoría de los países a niveles de El Salvador o Bolivia, y con un
número mucho mayor de contagios y muertes (Barría, 2020).
¿Por qué habría sido vital el gasto público en el control de la covid-19
y la protección de la vida de los ciudadanos? Es de conocimiento público
que la mejor manera de controlar la pandemia, tal como se ha hecho en
46 los países con menos muertes en términos relativos, radica en dos colum-
nas: la primera consiste en efectuar el mayor número posible de pruebas
a todos y dar seguimiento a los infectados. El segundo, en permanecer en
aislamiento, en casa; el virus no camina, pero ¿cómo permanecer en casa
sin ingresos? En Japón, China, Corea, Alemania y en general en Europa,
los distintos gobiernos utilizaron el dinero público para subvencionar a
las personas para que pudieran sufragar sus gastos mínimos sin tener que
salir a trabajar; algunos países lo hicieron a través del seguro de desem-
pleo, otros a través de políticas fiscales y/o apoyos directos a las empre-
sas para que pagaran los salarios de sus empleados, aunque no fueran a
trabajar, otros más apoyaron directamente a las personas. Todo ello ha
costado mucho dinero al erario y han sacrificado muchos proyectos y se
han endeudado para contar con los recursos suficientes para salvar la vida
de sus ciudadanos.
En México hubo una campaña permanente para que las personas per-
manecieran en casa, pero no hubo subsidios al salario ni a las empresas
ni tampoco seguro de desempleo, así que las personas tuvieron que salir
y con ello adquirieron riesgos en los centros de trabajo, en el transporte
público, riesgos padecidos por los grupos más vulnerables.
Pero la falta de apoyos gubernamentales a empresas y personas se
vio también reflejada en el ya mencionado decrecimiento del pib con la
pérdida de 647 mil 710 empleos, entre formales e informales, según el
Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) (Animal Político, 2021); un
consecuente aumento de la pobreza como no se había visto desde hace
treinta años.
Como se observa, hasta hoy la pandemia ha tenido repercusiones en
el ámbito de la salud, pero la falta de políticas públicas adecuadas hizo
que un fenómeno enmarcado en este ámbito propiciara desastrosas con-
El discurso frente a la realidad

secuencias en otros espacios ¿Dónde queda entonces el combate a la po-


breza más allá del discurso y la construcción del mito populista?
La crítica al manejo de la pandemia va más allá del ámbito econó-
mico; las posturas, acciones y declaraciones del presidente y su gabinete
rozan lo ridículo y lo lamentable. Desde el principio de la emergencia,
el discurso fue minimizar los efectos de la enfermedad con pronósticos
por mucho rebasados. El escenario catastrófico de 30 mil muertes a causa 47
del virus, estimado por el subsecretario de prevención y promoción de la
salud, Hugo López-Gatell, en mayo de 2020, ya tenía a finales de 2021
la lamentable cifra de 299 mil personas fallecidas a causa del virus.
Mucho de esa cifra tiene que ver también con la minimización de
las medidas recomendadas por organismos internacionales de la salud,
como la sana distancia, el uso del cubrebocas y la vacunación. A esto, el
presidente López Obrador respondió con llamados a abrazarse, a no usar
el cubrebocas, incluso cuando se encontraba enfermo, a usar símbolos
religiosos como el “detente” para protegerse del virus, en lugar de esta-
blecer un temprano sistema de compra de vacunas para no depender de
excedentes de laboratorios o de donaciones de otros países.
La respuesta a todos estos fracasos es la misma que a cualquier otra
crítica o cuestionamiento: son “politiquerías” de sus adversarios, quienes
buscan sacar provecho y desinformar a la población con datos que no
son los correctos, incluso cuando la fuente de estos es el gobierno. Con
todo, López-Gatell siguió al frente del manejo de la pandemia, no hubo
autocrítica ni cambios en la estrategia de salud, mucho menos un recono-
cimiento de la dimensión real del problema.
El siguiente pilar por revisar es la corrupción. Existen numerosos ejem-
plos en el país de cómo ésta ha sido la principal justificación y respaldo en
la toma de decisiones del gobierno de amlo. Con base en la corrupción,
se canceló la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciu-
dad de México que, sin considerar el costo de su clausura, solamente en
compromisos con contratistas alcanzó los 75 mil millones de pesos (Gar-
cía, 2019), pero se especula que la obra total cancelada ronda los 210 mil
millones de pesos. Para esto, el presidente solamente tuvo un argumento:
la corrupción.
Populismo y el México de hoy

De igual manera, los trescientos mil niños beneficiarios del programa


cancelado de estancias infantiles. Sus familias –en especial sus madres– se
vieron privadas de esos servicios que les permitían ir a trabajar por tener
un lugar seguro donde dejar a sus hijos en cuidado; bajo el argumento de
que había corrupción en éstas, fueron clausuradas de forma fulminante.
La corrupción fue la justificación para atentar contra el trabajo de la
48 Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris),
del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Los reiterados intentos en
contra del Inegi, el Instituto Nacional Electoral (ine), el Coneval, entre
otros muchos, han tenido su pretexto en la corrupción, pero significan
ante todo un contrapeso en el poder y fuente de críticas y evaluación a
los programas del gobierno. También fue la corrupción el argumento que
justificó el fin del seguro popular y la que generó la crisis en la distribución
de medicamentos en el país que ha condicionado miles de tratamientos
médicos, que hasta el día de hoy no tienen garantizado el suministro por-
que se dio fin a un sistema de compra, sin tener un plan alterno.
El gobierno del presidente López Obrador califica de “corruptas” a
todas estas instituciones y ha optado por una distribución “directa”, opa-
ca y con fines clientelares de los recursos y dinero que se ha “ahorrado”
con las políticas de “austeridad”. Esto a través de las decenas de miles
de “siervos de la nación”, quienes otorgan los subsidios a nombre del
Ejecutivo Federal, promocionando el nombre, la imagen y logros del pre-
sidente de la República, lo que ha llevado a establecer medidas cautelares
por parte de la autoridad electoral (ine, 2019).
Se entiende entonces, que la estrategia no es quitar la corrupción de
los programas sino aniquilar programas institucionales, con reglas de ope-
ración, auditorías y cierta “transparencia”, y sustituirlos por programas
abiertamente clientelares que canalicen los recursos a nombre del presi-
dente. De esta forma se ha logrado la concentración del poder, el clien-
telismo y el patrimonialismo. Es el Ejecutivo el generoso, a su nombre
(como si el dinero fuera suyo) y arbitrariamente (con costos en términos
de obediencia y lealtad). Yo, el presidente, el primer siervo de la nación,
te otorgo esta dádiva porque velo por ti, te protejo y te ayudo.
El discurso frente a la realidad

Y como yo, el presidente, no los programas ni las instituciones, soy


tu benefactor, me debes lealtad y ésta se debe mostrar en el momento y
forma en la que yo te lo solicite, preferentemente el voto, con lo que se
repite el ciclo de la relación clientelar que se estima tiene alrededor de 30
millones de beneficiarios; la cifra no es exacta porque nuevamente, no
existen datos al respecto. Así funcionó el Partido Revolucionario Institu-
cional, en muchos lugares lo ha hecho el Partido Acción Nacional, y así lo 49
continúa haciendo el Partido de la Revolución Democrática en la Ciudad
de México (Pérez, et al., 2018).
Ésa es una de las dimensiones de la corrupción en este país, la
discrecionalidad en las acusaciones es otra de ellas. A lo largo del gobierno
del presidente, los señalamientos de corrupción son una constante,
con o sin investigación judicial de por medio: los adversarios políticos
son corruptos, los medios son corruptos, los programas sociales que no
benefician su imagen son corruptos, pero ¿qué hay de los funcionarios
del actual gobierno y de las personas cercanas al presidente que son
señalados de corrupción? Ejemplos como los de Manuel Bartlett (Loret,
2019) y Pío López Obrador (Villa, 2020) son unas de las tantas personas
cercanas al presidente que son señaladas de participar en actos de
corrupción y cuyas acusaciones son desestimadas y no investigadas por el
gobierno, porque el presidente asegura que conoce a estas personas y ellas
no son corruptas.
Para el presidente no existe la corrupción en las personas que le son
cercanas, tampoco existe en su gobierno, incluso cuando éste adjudica de
manera directa 80% de los contratos de la administración pública federal,
cifra muy similar e incluso mayor a los gobiernos de Enrique Peña Nieto
y Felipe Calderón (Núñez y Martínez, 2021).

A manera de conclusión

El gobierno del presidente López Obrador y él mismo caen en la tipología


del populismo. Los elementos clave de todo populismo, como la división
dicotómica de la sociedad en amigo-enemigo, pueblo bueno y pueblo
Populismo y el México de hoy

malo, el deseo de instaurar una nueva moral, y la necesidad de un líder


que los represente de manera directa, que sea parte de ellos, son caracte-
rísticas de este fenómeno.
Pero, como en los años cincuenta del siglo pasado, se pensaba que
un gobierno populista era un gobierno demagogo (entendiendo por de-
magogo aquel que promete lo que sabe de antemano que no va a poder
50 cumplir, pero que le permite ganar en popularidad). Se puede afirmar
que López Obrador, como la mayor parte de los populistas, es también
un demagogo.
Frente a los “agravios históricos” al pueblo bueno, el presidente ha
hecho promesas imposibles de cumplir, como la de que para diciembre
de 2020 tendríamos un sistema de salud comparable al danés; prometió
un crecimiento económico: con sólo abatir la corrupción, afirmó, bastaría
para crecer 2% el pib; pero el decrecimiento del pib resultó histórico, por
lo que o no acabó con la corrupción o su cálculo fue erróneo o simple-
mente fue demagogo. Prometió acabar con la violencia en un año y los
homicidios aumentaron; prometió que bajarían las tarifas eléctricas, pro-
metió la creación de cientos de miles de empleos y resultó en un aumento
del desempleo de cientos de miles; prometió que los militares volverían
a sus cuarteles y les otorgó la seguridad interna, la Guardia Nacional, la
construcción del aeropuerto de Santa Lucía, el control de las aduanas y
de los aeropuertos del país, parte de la construcción del Tren Maya, entre
otros; prometió también que no habría alza en los precios de la gasolina y
los gasolinazos siguen siendo una realidad.
Pero, sobre todo, prometió acabar con la pobreza y la pobreza au-
mentó exponencialmente desde su toma de posesión, como no se había
visto en las últimas décadas. En general, se ha observado un estrepitoso
fracaso en casi todas las políticas públicas, económicas o sociales empren-
didas por este gobierno, en donde los problemas, lejos de resolverse se
acumulan. Pero lo que es importante señalar es la falta de flexibilidad y
la nula autocrítica, que hacen difícil la corrección del rumbo; es esta falta
de autocrítica la que encasilla también al gobierno de López Obrador en
el populismo, porque a pesar de originarse y ser entendido como una
fuerza de oposición que protesta contra las élites, el populismo una vez
El discurso frente a la realidad

en el poder puede seguir culpándolas de sus fracasos. En el caso mexica-


no parecería que siempre habrá alguien a quien culpar: la oligarquía, los
conservadores, los fifís, Calderón, el neoliberalismo.
Un gobierno que finca su legitimidad en la creación de expectativas,
sin una mínima reflexión sobre sus posibilidades reales, es un gobierno
destinado al fracaso, porque las expectativas son infinitas y los recursos
finitos. López Obrador, hasta hoy ha justificado su fracaso en la corrup- 51
ción del pasado, en las conspiraciones de sus adversarios y en la pande-
mia, pero esa justificación tiene límites frente a una opinión pública que
empieza a distinguir la aún resplandeciente figura del presidente, de la
ineficiencia e ineficacia de su gobierno.
Con este panorama general, podemos decir que el gobierno de López
Obrador está lejos de ofrecer resultados importantes en las grandes pro-
blemáticas del país, problemáticas que lo hicieron ganar la presidencia. Al
contrario, los pendientes y la incertidumbre crecen día con día a partir de
prácticas populistas y posicionamientos que significan un retroceso en la
vida democrática del país y tienden hacia el autoritarismo. La descalifica-
ción de los adversarios políticos, la polarización social, el centralismo, no
son el camino a seguir, no garantizan la libertad ni la igualdad de todos
los ciudadanos en este país.

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2. Populismo y autoritarismo: los retos contemporáneos
de la democracia representativa

Pablo Armando González Ulloa Aguirre1

59

Introducción

La democracia es un constructo histórico inacabado que no siempre tien-


de al progreso. Su desenvolvimiento, desde sus orígenes, ha estado mar-
cado por la presencia de (f )actores que la acechan y pretenden minarla
mediante la instauración de nuevas prácticas que, revestidas de discursos
que enarbolan sus virtudes, van en detrimento de la democracia misma,
lo que ha dado lugar a que analicemos los retos contemporáneos a los
que se enfrenta la democracia representativa y que está derivando en su
declive y reconfiguración.
¿La democracia corre peligro?, ¿cuáles son los retos a los que actual-
mente se enfrenta?, ¿cuál es el estado de la democracia representativa en el
mundo? y ¿cómo ha influido el desempeño democrático en la percepción
de los ciudadanos?
Este capítulo intenta dar respuesta a estas preguntas, a partir de las
cuales se hace una revisión sobre la crisis de la representación, supuesta
o real, para después comprender si el populismo constituye un desa-
fío o una alternativa a la democracia tradicional, y si realmente puede
producir sociedades más participativas o, por el contrario, hacer resurgir
los autoritarismos.

1 Doctor en Ciencia Política por la unam. Profesor de tiempo completo en la Fa-


cultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam. Contacto: pgonzalezulloa@politicas.
unam.mx
Populismo y el México de hoy

La democracia representativa

La democracia es el tipo de gobierno en 44.3% de los países en el mun-


do (The Economist Intelligence Unit, 2022). Sin embargo, es un tema
recurrente hablar de la crisis de dicho sistema; más aún, la crisis de la
democracia representativa es tan antigua como el concepto mismo.2 De
60 hecho, es parte de su naturaleza. Incluso, se puede pensar en ella como
una de sus características positivas, en tanto impulsa reformas para adap-
tarse a los tiempos y mejorar la representación ciudadana.
Dicho lo anterior, es importante caracterizar a la democracia represen-
tativa, la cual implica una participación indirecta a través de representan-
tes elegidos por medio del voto (que puede ser directo, como en México,
o por medio de colegios electorales como en Estados Unidos), pero para
llegar a esa votación se requieren elementos jurídicos e institucionales que
garanticen que ese procedimiento se lleve a cabo de manera adecuada. A
continuación, se describen brevemente:
En primer lugar, se trata de un método de elección de los gobernantes,
es decir, es un procedimiento; por ello, algunos autores, como Schumpeter
(2015), le han llamado democracia procedimental. Schmitter afirma que “lo
que distingue a los gobernantes democráticos de los no democráticos son las
normas que condicionan cómo los primeros llegaron al poder y las prácticas
que los hacen responsables de sus acciones” (Schmitter, 1996: 38).
La democracia procedimental implica cierta incertidumbre sobre los
resultados de las elecciones, en tanto cualquiera de los competidores pue-
de ganar; sin embargo, dicha incertidumbre no es extensiva a los procedi-
mientos. Hay normas e instituciones que dan certeza de que los resulta-
dos serán respetados; hay reglas que garantizan las elecciones periódicas,
el voto secreto, la libertad de expresión y de asociación, y la existencia de
partidos políticos competitivos (Bobbio, 2003).3

2 Para un recorrido teórico sobre el concepto de democracia representativa, véase


González (2009).
3 Adam Przeworski (1998: 1) así como Schmitter y Karl (1996: 13-54), analizan esta
misma definición.
La democracia representativa y sus retos

De acuerdo con Nadia Urbinati, si la democracia representativa se li-


mita a los aspectos electorales, estamos ante una postura minimalista, que
no siempre satisface a los ciudadanos (Urbinati, 2011, pp. 44-46). En
México, un defensor de esta visión fue Enrique Krauze (1984), con su
famoso artículo “Por una democracia sin adjetivos”.
Pero el intento de resolver esta noción poco satisfactoria puede llevar 61
al error inverso al sobrecargar a la democracia de expectativas y concebir
que ésta lo resolvería todo, que se convertiría en una especie de sistema
providencial, capaz de instaurar soluciones en materia de seguridad, em-
pleo, vivienda, educación, salud e incluso, felicidad.
A este respecto, Sonia Alonso, John Keane y Wolfgang Merkel reco-
miendan un enfoque equilibrado, capaz de trascender el aspecto mera-
mente electoral, en el que destaca

La expresión pública abierta de las necesidades y los intereses so-


ciales; el nombramiento de representantes a través de elecciones
libres y justas; y el otorgamiento temporal de poderes por parte de
los representados a representantes que hacen leyes en el marco
de una constitución escrita (…).
La representación (…) es un acto de delegación mediante el cual
los representados otorgan a los representantes la tarea de defender
sus intereses, al tiempo que insisten en que sigan siendo directa-
mente responsables ante los representados por sus acciones (Alon-
so et al., 2011, pp. 23-24).

Esto es, la representación política no es un mero proceso de emisión de


mandatos políticos, que se logra mediante la idea del juicio, en la cual
la deliberación toma una posición muy relevante, ya que esto supondría
que hay un intenso debate en torno a cualquier decisión que se toma,
como lo hay en las democracias contemporáneas. El dilema consiste en
reflexionar si en el debate están participando la mayoría de los ciudadanos
o sólo unos cuantos con intereses específicos. En la medida en que haya
un debate abierto y un juicio común sobre los asuntos públicos, la repre-
sentación avanzaría más allá de sólo autorizar.
Populismo y el México de hoy

Nadia Urbinati considera la participación indirecta como un elemento


esencial en la lógica equilibrada de la democracia representativa. Y
mientras más activa sea esta participación, se fomenta el desarrollo del
espacio público y la aparición de asociaciones y partidos políticos, a través
de los cuales se institucionaliza y se da sustentabilidad a la participación,
más allá de las coyunturas. Se abren así “espacios de participación que,
62
aunque son informales y sin autoridad, pueden influir profundamente en
la dirección política de un país” (2011: 38).

La crisis de la democracia representativa


y el desencanto democrático

Harald Wydra (2015) y Guy Hermet (1989) han demostrado que la de-
mocracia surge para resolver una serie de problemas sociales. Pero se trata
de un tipo de solución que a la vez produce nuevas problemáticas. Así,
la democracia surge para responder a ciertas crisis, pero sus soluciones no
están exentas de conflicto.
Según Sonia Alonso, John Keane y Wolfgang Merkel, esta forma de
gobierno se pensó “como un método nuevo y efectivo para repartir culpas
por el pobre desempeño político; una nueva forma de fomentar la rota-
ción del liderazgo, guiada por el mérito” (Alonso et al., 2011: 23). De esta
manera, los representantes y sus partidos son llamados a una rendición
periódica de cuentas.

Bajo condiciones democráticas, la representación es un proce-


so de presentar o hacer presente lo que está ausente periódica-
mente; no es simplemente (como supuso Burke) un acto de de-
legación de fallos a los pocos síndicos que toman decisiones en
nombre de aquellos a quienes representan. La representación
(idealmente) es la que evita la mala representación. La represen-
tación es la responsabilidad, una lucha continua entre los repre-
sentantes que hacen juicios políticos y los representados, quienes
también hacen juicios políticos (Alonso et al., 2011: 22).
La democracia representativa y sus retos

Adicional al pobre desempeño político, Schmitter agrega otro elemento


de crisis de la democracia representativa: exiguo desempeño económico.
En este sentido, no son pocas las menciones a propósito de gobiernos au-
toritarios que tienen una economía más sólida que algunas democracias
(1996: 46). Tal es el caso de la República Popular China que, como señala
Loretta Napoleoni, está más preocupada por la dimensión social de la
ciudadanía de Marshall, que por la cívica y la política (2011: 18). 63
En América Latina las cifras no son halagüeñas. Según el Latinobaró-
metro: “A partir de 2010 [cuando estaba en 61%], el apoyo a la demo-
cracia declina de manera sistemática año con año hasta llegar al 48% en
2018” (2018: 14). En el mismo sentido, “aumentan de manera sistemá-
tica aquellos ciudadanos que se declaran ‘indiferentes’ al tipo de régimen
aumentando de 16% en 2010 a 28% en 2018” (2018: 14).
La democracia representativa no satisface a la ciudadanía en general.
En parte, esto se debe a las expectativas excesivas que se pusieron en ella,
pero también debido a la falta de compromiso o de habilidad de muchos
gobernantes que llegaron al poder por la vía electoral.
Ante este desencanto, para millones de votantes, se vuelven atractivos
los candidatos y gobiernos que limitan los derechos básicos de los ciu-
dadanos, a cambio de un mejor desempeño de la economía nacional y
en la administración del gobierno. Muchos votantes llegan a confiar en
las promesas económicas y de seguridad de los candidatos populistas y
autoritarios. Una vez más en América Latina, bajo algunas circunstan-
cias, 15% de la población prefiere vivir bajo un gobierno autoritario
(Latinobarómetro, 2018: 15). La agenda populista inhibe la pluralidad
en el espacio público e incentiva la desconfianza de los ciudadanos en las
instituciones democráticas.

Democracia representativa, calidad del gobierno


y cultura democrática

Las posturas maximalistas hacen parecer que los Estados democráticos


pasan por una crisis irresoluble. Sin embargo, al considerar más prudente
Populismo y el México de hoy

caracterizar a la democracia representativa como un sistema de media-


nía de expectativas, se estima la pertinencia de aclarar que la democracia
no es lo mismo que la calidad del Estado, ni tampoco que la cultura
democrática.
Los cometidos de la democracia representativa son: resolver el pro-
blema del método para elegir gobernantes, garantizar algunos derechos
64 básicos y procesar las demandas sociales, con formas indirectas de par-
ticipación. La democracia es, entonces, solamente el primer paso ha-
cia el bienestar. No obstante, por su naturaleza, la democracia se pue-
de consolidar sin avanzar hacia la segunda meta: el bienestar social
y económico.
La democracia puede mejorar gradualmente las instituciones del
gobierno y el modo de participación de la sociedad en los asuntos pú-
blicos. Es decir, incrementar la calidad del Estado. Pero esto no ocu-
rre de una manera inmediata ni necesaria. Un elemento importante
para que esto suceda, es el desarrollo de la cultura democrática entre la
ciudadanía.
Huntington afirmó que la ola democrática contemporánea comenzó
en 1974 con la Revolución de los Claveles en Portugal, y que concluyó en
los años noventa (1994: 17-41). En su mayoría, los gobiernos emergidos
durante este lapso han construido instituciones exitosas. Sin embargo, a
partir de 2006, Freedom House ha registrado un ligero retroceso en torno
a la consolidación de la democracia.4 Recordemos que la primavera árabe,
en algunos lugares, como Egipto, no trajo más democracia. Dicha nación

4 De los 195 Estados estudiados en 2020 por Freedom House, 43% fueron califica-
dos como libres, 32% como parcialmente libres y 25% como no libres (2020: 20).
Cabe destacar que, en 1978, de 153 Estados estudiados, 28.7% fueron calificados
como libres, 30% como parcialmente libres y 41.1% como no libres (1987: 21). En
1990, de 167 Estados estudiados, 36.5% fueron calificados como libres, 26.3% como
parcialmente libres y 37.1% como no libres (1989-1990: 4). En el 2000, de 192 Es-
tados estudiados 44.3% fueron calificados como libres, 31.2% como parcialmente
libres y 24.4% como no libres (1999-2000: 5). Asimismo, en 2010, de 194 Estados
estudiados, 46% fueron calificados como libres, 30% como parcialmente libres y
24% como no libres (2000: 5). Como se puede apreciar, en los últimos 20 años no ha
habido grandes fluctuaciones.
La democracia representativa y sus retos

hoy está clasificada como dictadura. En Libia, Siria y Yemen las cosas no
están mejor (Fukuyama, 2014: 140).
Actualmente, hay un pesimismo moderado, pero también debe ser
una posible señal de alarma. Los niveles globales de democracia y libertad
se han erosionado ligeramente en los últimos 17 años.
De acuerdo con el informe más reciente del V-Dem Institute (2022:
12), la democracia liberal ha alcanzado los niveles más bajos en más de 25 65
años, siendo el declive democrático más evidente en Asia Pacífico, Europa
del Este y Asia Central, así como en algunos países de América Latina y el
Caribe. A este respecto, The Economist Intelligence Unit (2022: 4) señala
que actualmente menos de la mitad de la población mundial (45.7%)
vive en países cuyo régimen político es democrático, una disminución
significativa para sólo dos años, 49.4% en 2020.
Larry Diamond resume así la situación:

En primer lugar, ha habido una tasa acelerada y significativa de


fracasos democráticos. Segundo, la calidad o estabilidad de la de-
mocracia ha ido disminuyendo en varios países grandes y estraté-
gicamente importantes de mercados emergentes, a los que llamo
“estados oscilantes”. Tercero, el autoritarismo se ha profundiza-
do, incluso en países grandes y estratégicamente importantes. Y
cuarto, las democracias establecidas, comenzando con los Estados
Unidos, cada vez parecen estar funcionando peor y carecen de la
voluntad y la confianza en sí mismas para promover la democracia
de manera efectiva en el exterior (2015: 101).

De 2000 a 2014, Larry Diamond (2015: 102) contaba al menos 25 fra-


casos de la democracia (haciendo una actualización podemos agregar al
menos siete más: Sudán, 2019 y 2021; Mali, 2020 y 2021; Guinea y
Birmania, 2021; Burkina Faso, 2022). Golpes militares o del Ejecuti-
vo, además de fallas por medios sutiles, han degradado los derechos y
los procedimientos democráticos.5 Sin embargo, el propio autor acepta

5 A partir de decretos del Ejecutivo, limitaciones en las libertades con el beneplácito


de los congresos e incluso del Poder Judicial.
Populismo y el México de hoy

que algunos de estos fracasos ocurrieron en democracias de baja calidad,6


a pesar de que éstas podían contar con un “sistema de competencia mul-
tipartidista razonablemente libre y justa, fue desplazado o degradado a
un punto muy por debajo de los estándares mínimos de democracia”
(Diamond, 2015: 102).
No obstante que eso supuestamente sucede en democracias de baja
66 calidad, el problema no parece tan minúsculo, como se puede ver en
la gráfica 1, prácticamente todos los indicadores de Freedom Hou-
se tienen una caída considerable, con la posibilidad de retornos a pa-
trimonialismos siempre latentes. Por lo que el reto parece más enfoca-
do en transitar de un Estado patrimonialista a uno moderno, que de
uno autoritario a uno democrático, tal como lo señalaba Fukuyama
(2014: 141).

Gráfica 1. Declives en los diferentes ámbitos

Fuente: Elaboración propia, con base en la gráfica “Declines across the board”, dispo-
nible en Freedom House (2020: 12).

6 Se refiere a los países en los que su sistema democrático se encuentra en vías de


consolidación.
La democracia representativa y sus retos

Una de las fuentes más utilizadas para medir el avance o retroceso de la


democracia en el mundo es Freedom House, cuya información coinci-
de con la de otros índices (como se aprecia en la tabla número 1, más
abajo), hay algunos autores, como Steven Levitsky y Lucan Way, que se
muestran escépticos ante dicho instrumento. Su crítica se basa en que
algunos de los países que están ahí clasificados como democráticos, real-
mente no lo son (Levitsky y Way, 2015: 59). Por ejemplo, se otorgó el 67
estatus de “parcialmente libres” a muchos países durante la efervescencia
democrática de los años noventa pero, en realidad, sin una corrobora-
ción seria (Freedom House, 2016).7
Tras la reunificación de Alemania y el desmoronamiento de la Unión
Soviética, la democracia representativa prometía aliviar, en automático,
todos los males asociados al socialismo. Se depositó gran confianza en
la democracia. No obstante, como afirma Fukuyama, esto no ocurrió
debido a que el desarrollo democrático no implica la calidad del Estado,
pues, éste es el que tiene un aparato administrativo para dar respuesta a
las demandas de los ciudadanos y garantizar el Estado de derecho (Fuku-
yama, 2013).8
Además, puede también existir una democracia con un Estado pa-
trimonialista, en el cual las redes clientelares están muy expandidas y el
gobierno beneficia a unos cuantos (Fukuyama, 2013: 15).9
La diferencia entre un Estado moderno y uno neopatrimonialista es
que, en el primero, el poder se ejerce de manera impersonal; ahí, las
leyes son el componente básico para la conducción de las instituciones.
Mientras que, en el segundo, el gobierno es una posesión personal de
los gobernantes; aquí, el interés de la clase política y el del resto de los
habitantes se confunde.

7 Freedom House clasifica a los países en tres categorías: libre, parcialmente libre y
sin libertad, esto con base en el promedio de puntuación de los derechos civiles de
cada uno de los 195 países que mide (Freedom House, 2018).
8 También Douglas North hace un análisis en este sentido y destaca la importancia
de instituciones fuertes para el cumplimiento del Estado de derecho (1990: 5-10).
9 Lo anterior es algo que también destaca Larry Diamond (2015: 110).
Populismo y el México de hoy

Para que un Estado moderno funcione de manera no patrimonialista


es necesario establecer procedimientos que den certidumbre sobre el ac-
cionar de las instituciones,10 así como una buena formación de recursos
humanos y, especialmente, haya una expansión de la cultura democrática
entre los ciudadanos y la clase política.11
Aunque Fukuyama (2013) ofrece ejemplos sobre Estados con buro-
68 cracias que se fortalecieron antes de tener un sistema democrático, como
Alemania, Japón, Francia o Chile, y casos de otros países que lograron
establecer burocracias fuertes después de democratizarse, como Estados
Unidos, también señala que las burocracias de alta calidad tienden a ser
más la excepción que la regla.
Otro punto que destaca en diversas naciones, es el desarrollo de la cul-
tura democrática y el asociacionismo, los cuales son clave para la democra-
cia, señalado desde Alexis de Tocqueville (2000), Almond y Verba (1963),
hasta autores más contemporáneos como Ronlad Inglehar (1997 y 2005)
y la Encuesta Mundial de Valores, la cual es una de las guías fundamentales
para comprender el Estado, opiniones y valores a nivel mundial en torno
a diversos temas, incluyendo la democracia. De forma paralela, Robert
Putnam (2002) ha estudiado el declive del capital social, destacando su
importancia a nivel social para el fortalecimiento de la democracia.
La simple transición democrática no quiere decir necesariamente que
ésta se consolide, ni que, una vez consolidada, no pueda revertirse. Tal es
el caso de Italia y Grecia, como ejemplos destacados. En muchas ocasiones
parece que el sistema democrático es más fácil de establecer que el Esta-
do moderno y la cultura democrática. Por lo tanto, es importante que el
análisis de las democracias contemporáneas se enfoque también en los pro-
blemas de gobernanza democrática que en la simple transición electoral.

10 Según Niall Ferguson, un punto de inflexión en cuanto a la certidumbre en el


manejo de las instituciones ocurrió cuando se firmó la Carta Magna de 1215, la cual
limitaba al rey, debido a que le prohibía la imposición arbitraria de impuestos sin que
el Gran Consejo (precursor del parlamento) lo aprobara (Ferguson, 2013: 106).
11 Aquí se deja abierto un tema importante, sobre las emociones políticas ante los
regímenes tecnocráticos, ya que la idea de la racionalidad por sí sola no parece dar
respuesta a los problemas de la democracia.
La democracia representativa y sus retos

El estado de la democracia representativa en el mundo

Diversos estudios documentan el pesimismo respecto a la democracia re-


presentativa (Kagan, 2015: 25; Puddington, 2007: 125-137; 2011: 17-31;
2014: 90; y, 2013: 49). Pero, aunque parece que hay una crisis global de la
democracia, después de analizar las cifras específicas en líneas de tiempo y
entre diversas bases de datos (Levitsky, 2015: 62), el retroceso a nivel global 69
parece menos alarmante de lo que se cree, tal como se muestra en la tabla 1.
No obstante, prenden focos rojos algunos casos específicos, como Venezuela,
Tailandia y Hungría (Levitsky, 2015: 62), y podemos agregar otros a la lista
como El Salvador y Nicaragua.

Tabla 1. Media de la democracia para el mundo


de acuerdo con cuatro indicadores*
Año 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020
Freedom
0.60 0.62 0.64 0.64 0.63 0.59 - 0.59
House12
Economist
Intelligence 0.47 0.45 0.47 0.45 0.45 0.45 0.45 0.45
Unit
Bertelsmann
- 0.52 - 0.54 - 0.52 - 0.54
Index
Liberal
Democracy 0.41 0.41 0.41 0.41 0.40 0.40 0.40 0.39
Index
Fuente: La elaboración de esta tabla se hizo con base en la tabla “Media de la demo-
cracia para el mundo de acuerdo con cuatro instrumentos de medición”, disponible
en Levitsky y Way (2015: 60), y se actualizó a partir de 2013; asimismo, se agregaron
los datos del Índice de Democracia Liberal del V-Dem Institute y se corrigieron al-
gunos promedios tomando en cuenta los informes y reportes disponibles de cada
organismo.13

12 En 1990 la media era de 0.46; en 1995 de 0.60; en 2000 de 0.63; en 2005 de 0.64 y en
2010 de 0.59.
13 Todos los índices se reescalan al intervalo 0-1. Para la encuesta de Freedom
House los datos se obtuvieron de los informes de cada año y de las bases de datos
Populismo y el México de hoy

En los noventa, el optimismo ante la caída de los autoritarismos se pensa-


ba como un camino a la consolidación democrática; sin embargo, la de-
mocracia electoral puede conducir a diversos resultados, tal como señaló
Fukuyama (2013).
En este sentido, las aperturas autoritarias se asumían como un punto
de partida que podían conducir a la democracia, independientemente de
70 que esto pudiera ser producto de la presión internacional, de que estos
regímenes sólo simularan esta “transición”, o de que los autócratas pudie-
ran conservar el control de las instituciones y los recursos estratégicos y
después de la normalización de la presión internacional, volvieran a to-
mar el poder (Levitsky y Way, 2015: 63-64).14
En Latinoamérica hay un desencanto con la democracia, lo cual ha
complicado su consolidación, por ejemplo, las cifras del Latinobarómetro
antes expuestas. La calidad de los gobiernos sigue siendo muy baja y la cul-
tura democrática tampoco parece expandirse lo suficiente, al tiempo que las
expresiones autoritarias ganan o recuperan terreno (Norris, 2016).
Como se señaló anteriormente, una de las fuentes principales para el
desencanto de la democracia, es el hecho de que mucha gente ha hecho
una imagen maximalista de la misma. Esto se traduce en que, a nivel glo-
bal, están surgiendo nuevos partidos y candidatos con posturas radicales
o populistas, tanto de izquierda como de derecha15 con la promesa de

disponibles en la página oficial, en los cuales 195 países representan el 100%. En el


caso del Economist Intelligence Unit, los datos se obtuvieron de los reportes anuales.
Este índice toma en cuenta un total de 167 países, los cuales representan el 100%.
Asimismo, este índice contempla: democracias plenas, democracias deficientes, re-
gímenes híbridos y regímenes autoritarios. Para la tabla se consideraron las prime-
ras dos categorías. El Bertelsmann Index toma en cuenta 137 países en “transición
democrática”, los cuales representan el 100%. En todos los índices los números se
redondearon a partir de 0.6.
14 Robert Kagan analiza la presión internacional para el cambio democrático en
algunos países, principalmente por parte de la Unión Europea y Estados Unidos.
Debido a que este último ha abandonado la agenda democratizadora, la expansión
democrática ha dejado de tener el vigor de los noventa (Kagan, 2015: 25).
15 En Estados Unidos, el poderoso Tea Party, que es una rama del Partido Republi-
cano y el mismo Donald Trump. Los partidos que ocupan la primera fuerza en sus
respectivos países son: el Partido del Pueblo Suizo (svp), con 29.4% de los votos,
La democracia representativa y sus retos

que estos actores lograrán cumplir con la agenda maximalista de la


democracia.
Las instituciones guardianas de la democracia han perdido su legitimi-
dad (Schmitter, 2015: 41),16 la separación de poderes se ha debilitado, el
Ejecutivo tiende a concentrar poderes que no le corresponden; algunos
gobernantes incluso cancelan algunas de las libertades básicas. Y esto no
es solamente un fenómeno de los países en vías de desarrollo. Ya Mars- 71
hall Berman (2007) documentó en Edad oscura americana, la manera en
que el Acta Patriótica normalizaba la tortura y creaba el gulag america-
no en Guantánamo, devaluando la república (Berman, 2007: 269-314).
O la manera en que el Banco Central Europeo está por encima de las

y el Partido Ley y Justicia (pis) en Polonia, con 37.6%. Como parte de los partidos
con segunda fuerza, se encuentran: el Partido Verdaderos Finlandeses, con 17.5%
de los votos; el partido Frente Nacional (fn) en Francia, con 21.3%; el Partido para
la Libertad (pvv) en los Países Bajos, con 13.1%; el Partido Popular en Dinamarca,
con el 21.1%, y el Partido Liga Norte en Italia, con 17.4% de los votos. Mientras que
en la tercera fuerza están: el Partido Alternativa para Alemania (afd), con 12.6%
de los votos; el Partido Liberal de Austria (fpÖ), con 26.6%; el Partido Movimiento
por una Hungría Mejor (jobbik), con 19.1%; el Partido Demócratas Suecos (sd),
con 17.6%, y el partido Amanecer Dorado (xa) en Grecia, con 7% de los votos. En
el caso de España, el partido Vox, con 11.2% de los votos, es la quinta fuerza según
las encuestas, mientras que el Partido Vlaams Belongs (vb) en Bélgica, además de
contar con 12% de los votos, es fundamental para el partido de los independentistas
flamencos del n-va. Por último, en Reino Unido el partido por la Independencia del
Reino Unido (ukip) representa 1.8% de los votos y no tiene representación en los
Comunes (Cano, 2019). En América Latina los casos más visibles de derecha son
Brasil, con el Partido Social Liberal, y Colombia, con Álvaro Uribe apoyado por
múltiples partidos. Con orientaciones discursivas hacia la izquierda: Venezuela con
Nicolás Maduro; Bolivia con Evo Morales; Ecuador con Rafael Correa; los Kirchner
en Argentina; y, México con López Obrador.
16 Las instituciones guardianas se refieren a las que son autónomas del poder po-
lítico; aunque en un principio pudieron ser concebidas para ir de la mano del po-
der ciudadano, en la realidad se han vuelto estructuras tan complejas que, si bien sí
crean contrapesos y son necesarias para los Estados, cada vez se distancian más de la
gente común. Un ejemplo de estas instituciones son las agencias anticorrupción, las
electorales, de defensa del consumidor, de derechos humanos. Saskia Sassen (2012)
también habla de la concentración del poder del Ejecutivo a partir de los procesos
de globalización y de la forma en que se quita el poder a los órganos tradicionales de
representación.
Populismo y el México de hoy

decisiones de todos los países y el Parlamento europeo es un mero acceso-


rio (Dahrendorf, 2005: 111-136).
Para los defensores de la democracia liberal simplemente se está expe-
rimentado un proceso de cambio. El problema es que es incierto hacia
dónde se conduce ese cambio. La única certeza es que la democracia se
dirige a un estado posliberal, más no antiliberal o no-liberal (Schmitter,
72 2015: 44).
La idea de la democracia posliberal pone en la agenda formas de par-
ticipación que no son comunes, como:

la extensión de la consulta pública sobre políticas y asuntos presu-


puestales, versiones más extendidas de ciudadanía, financiamiento
público a partidos políticos y a ciertas organizaciones de la socie-
dad civil, cuotas para mujeres, instituciones guardianas diseñadas
para proteger a los ciudadanos del fraude y la explotación, la crea-
ción de comisiones del futuro para examinar el posible impacto
a las decisiones del gobierno, y (¿por qué no?) la proliferación de
personas que se autonombran representantes de una gama más
amplia de causas y lugares (Schmitter, 2015: 53).

De la mano de esta reconfiguración democrática, también está la postura


de John Keane en relación con la democracia vigilante (monitoring demo-
cracy), la cual es “una variedad de política post-parlamentaria, que se de-
sarrolla debido al rápido crecimiento de diferentes tipos de mecanismos
extraparlamentarios de control del poder” (Keane, 2011: 179).
Este tipo de democracia surge en la era de los estudios, grupos fo-
cales, peticiones en línea, encuestas deliberativas. Este tipo de votación
en expansión,

respaldada por los nuevos mecanismos para controlar el poder,


tiene el efecto de interrumpir y, a menudo, silenciar los solilo-
quios de los partidos, los políticos y los parlamentos. Las nuevas
innovaciones de escrutinio de poder tienden a otorgar el dere-
cho de voto a muchas más voces de ciudadanos, por medio de
representantes no elegidos y expertos en el uso de lo que los es-
tadounidenses llaman “púlpitos intimidatorios”. El número y el
La democracia representativa y sus retos

alcance de las instituciones supervisoras han aumentado tanto


que apuntan a un mundo donde la antigua regla de “una persona,
un voto, un representante” –la demanda central en la lucha por
la democracia representativa– es reemplazada por el nuevo princi-
pio de democracia monitorizada: “una persona, muchos intereses,
muchas voces, votos múltiples, representantes múltiples” (Keane,
2011: 180).
73
Así, es previsible que estamos atestiguando un momento en el que la demo-
cracia se está reconfigurando y no desvaneciendo. Según Larry Diamond
(2015: 116),

es vital que las democracias no pierdan la esperanza. Los demócra-


tas tienen mejores ideas. La democracia puede estar retrocediendo
un poco en la práctica, pero todavía está en ascenso a nivel mun-
dial en los valores y aspiraciones de las personas. Esto crea nuevas
oportunidades significativas para el crecimiento democrático. Si la
modesta recesión actual de la democracia se convierte en un real
problema, será porque aquellos de nosotros que vivimos en las de-
mocracias establecidas somos nuestros peores enemigos.

Las amenazas populista y autoritaria

En Latinoamérica, la palabra populismo suele ser una denostación. La re-


gión ha pasado por una larga tradición populista que se asemeja a un ir y
venir de este tipo de gobiernos, los cuales, además, han sido muy diversos,
lo que ha dificultado su definición.
Es importante señalar que los populismos no sólo corresponden a La-
tinoamérica, aunque es en esta región donde se ha producido una mayor
cantidad de literatura al respecto.17 Hoy vemos emerger populismos que
se identifican con la derecha en Europa. En América Latina, por el con-
trario, se les asocia con la izquierda. Y, además, también se encuentra

17 Por ejemplo, si se busca en jstor, la mitad de los primeros resultados (25) más
relevantes corresponde a la región.
Populismo y el México de hoy

Donald Trump en Estados Unidos, a quien también se le ha llamado


populista en numerosas ocasiones.
Como se puede apreciar, la palabra populismo impregna a una gran
gama de gobiernos. Lo mismo sirve para hablar del chavismo vene-
zolano, que para los gobiernos del Partido del Trabajo en Brasil; o los
partidos ultranacionalistas en Europa, e incluso a ciertos ejercicios de
74
consulta como el Brexit y los Acuerdos por la Paz en Colombia (Shuster,
2016). Como se puede observar, es demasiado amplio el espectro que
abarca este término.
En la literatura especializada, aunque la mayoría de los autores no
se aventuran a dar una definición muy específica, el populismo es “un
objeto de pensamiento inexacto” (Arditi, 2014: 124), del cual es compli-
cado entender sus causas y consecuencias (Roberts, 2013: 38). Se trata
de un término polémico. Según Laclau, referenciado por Peruzzotti, es
una forma de construcción política en la que la vaguedad es una par-
te sustancial (Peruzzotti, 2013: 66); el populismo ha sido y sigue sien-
do un concepto escurridizo, difícil de definir y controvertido (Bethell,
2013: 179). Sin embargo, los teóricos no renuncian a intentar dibujar
sus características comunes, pues de otra forma sería aún más difícil su
estudio.
Es interesante también que, como ya se mencionó, el sentido con el
populismo es generalmente utilizado de manera negativa. De cualquier
manera, hay autores que lo ven como una oportunidad para una me-
jor representación popular y una ruptura con ciertas élites hegemónicas
(Hayward, 1996: 10-32). Se trataría de dar voz al pueblo. Claro está,
este tipo de apología suele coincidir simple y sencillamente con la de los
políticos populistas.
Al hacer alusión al pueblo como tal, el líder populista parece dirigirse
a la gente sin mediadores. Da la idea de que hace a un lado al Legislativo
y al Judicial, generalmente argumentando que hay una élite que tiene en
sus manos el poder y, por lo tanto, las demandas de los ciudadanos no
pueden procesarse por estas instituciones. De cualquier manera, en los
populismos la relación del líder con la gente tampoco es directa (Panizza,
2013: 95).
La democracia representativa y sus retos

La literatura sobre el tema ha documentado que un rasgo esencial


del populismo es el discurso que divide el mundo entre buenos y malos;
el pueblo y la oligarquía.18 Por ello mismo, al populismo se le califica de
demagógico. El populista dice lo que el pueblo desea escuchar; y esto dota
al líder de carisma, y a su gobierno lo transforma en personalista. Es un
jefe que se ubica por encima de las instituciones. En tales circunstancias
se facilita la formación de un gobierno autoritario, que una vez se conso- 75
lida se aferra al poder (De la Torre y Arnson, 2013: 4).
Lo anterior también tiende a mermar el Estado de derecho debido a
que el poder se comienza a ejercer de manera extrainstitucional, o más
allá de las instituciones formales, propias de la democracia liberal. Todo
ello legitimado por una ideología que afirma que, como el líder repre-
senta el mandato popular, puede violar la norma de forma legítima y en
beneficio del pueblo.
Es importante también destacar lo ambiguo de la concepción de
pueblo. Éste suele abarcar a todo el que esté contra las élites y el orden
establecido por éstas. En esta categoría puede entrar cualquiera que se
sienta inconforme con la partidocracia. De esta forma, el populismo ha
contribuido a la ruptura de los sistemas de partidos en algunos países;
pero en otros, ha contribuido a la realineación de la competencia política;
y en otros más, a la recomposición de los sistemas de partidos (Roberts,
2013: 37).
Gino Germani habló del populismo como una consecuencia directa
de la modernización. Derivado, en parte, del modelo de sustitución de
importaciones y de las transformaciones económicas (Germani, 1979).
Aunque hay una crítica a esta concepción debido a que el populismo no
sólo se ha dado en medios urbanos en vías de modernización sino tam-
bién en ámbitos rurales.
Kenneth M. Roberts rechaza la tesis de Germani sobre el populismo
como consecuencia de la modernización o sólo de ésta, en la medida en
la que éste es “un modo de representación política caracterizado por un

18 También puede ser más amplio: un poder opresivo desde poderes económicos, el
Estado, un grupo étnico o el sistema de partidos (Panizza, 2013: 86)
Populismo y el México de hoy

discurso ideológico antiélite o antisistema y la movilización de arriba ha-


cia abajo de los electorados de masas que carecen de una capacidad para
la expresión política autónoma” (Roberts, 2013: 39), aunque sí apoya las
coyunturas críticas, que van de la mano con el neoliberalismo, las que
pueden conducir hacia el populismo.
Benjamín Arditi señala que el populismo de hoy no tiene mucho que
76 ver con el descrito por Germani, en su sentido urbano-industrial (Arditi,
2014: 123). Lo que sí es que se sigue pensando en la idea del líder como
salvador, así como en el sentido virtuoso y aplastante del pueblo.
De acuerdo con Arditi, en la actualidad hay una especie de alianza
entre el neoliberalismo y la política neopopulista (Arditi, 2014: 123).
El populismo es una posibilidad latente en todas las democracias repre-
sentativas, incluso “el populismo parece ser un compañero de ruta de las
formas mediáticas de la representación contemporánea, ya sea en demo-
cracias emergentes o en consolidadas” (Arditi, 2014: 127).
Algunos críticos en América Latina, coinciden que las características
del populismo son:

uso instrumental de las leyes, la concentración del poder en el Eje-


cutivo, el desmembramiento de las instituciones que proveen con-
troles y equilibrios, y la restricción de las libertades fundamentales
(particularmente la libertad de prensa) que fomentan y preservan
el pluralismo democrático (De la Torre y Arnson, 2013: 4).

También el populismo es caracterizado por un uso de la economía, la cual


se caracteriza por dejar de lado la estabilidad macroeconómica en favor de
políticas, aparentemente sociales, que no se pueden sostener a mediano
ni largo plazo. Estas políticas van del redistribucionismo chavista hasta el
nacionalismo trumpiano.
Por otra parte, los apologistas del populismo ven a los gobiernos de
Hugo Chávez y Evo Morales, como los fundadores de una nueva demo-
cracia. Ésta consiste en dar voz a los excluidos, en proveerles justicia social en
contra del neoliberalismo y permitirles ser parte de los asuntos públicos de
manera activa. Asimismo, aplauden la participación del Estado en la econo-
mía y el impulso al nacionalismo renovado (Tapia, 2009; López, 2011).
La democracia representativa y sus retos

Bajo esta perspectiva, el populismo puede renovar a la misma democracia


representativa, liberándola de las fuerzas oligárquicas que la tenían capturada.
Enrique Peruzzotti, en sincronía con lo anterior, afirma:

argumentos más extremos condenan por completo al gobierno re-


presentativo y piden un retorno a “lo político” encarnado en los
líderes y movimientos populistas. En esta versión del argumento, 77
es el gobierno representativo, no el populismo, el que, al reempla-
zar la política con la administración y los inocuos juegos institu-
cionales, bloquea la posibilidad de una política verdaderamente
emancipadora (Peruzzotti, 2013: 63).

En resumen, el populismo puede aparecer como una promesa en tiempos


difíciles para dar alternativas a las oligarquías que limitan o nulifican la re-
presentación popular. Pero en la medida en que los populistas no respetan
los canales institucionales ni el Estado de derecho, pueden también ins-
taurar gobiernos autoritarios. El líder dice representar la voz del pueblo,
pero como tiende a debilitar o desaparecer los contrapesos centralizando
el poder, nada garantiza que esto sea así.

Conclusiones

Como se ha argumentado a través del ensayo, la democracia representati-


va atraviesa por un momento de reconfiguración, pero también de cues-
tionamiento ante la posibilidad de que gobiernos populistas y autoritarios
continúen emergiendo y resurgiendo.
Si bien el populismo puede ser producto de la crisis de representa-
ción y depende del contexto en el que se desarrolla, el ajuste que pro-
voca “creando nuevas formas de liderazgo político, respondiendo a los
intereses y sentimientos populares, por sí mismo es muy improbable que
resuelva la crisis” (Roberts, 2013: 60).
La consolidación de la democracia representativa no sólo depende de
que el andamiaje procedimental esté bien establecido, pues a pesar de ser
un elemento importante, la ausencia o debilidad de un Estado de calidad
Populismo y el México de hoy

hace más difícil lograr una legitimidad que consolide democracias sus-
tentables, “para sostener la democracia el Estado debe garantizar la in-
tegridad territorial y la seguridad física, debe mantener las condiciones
necesarias para el ejercicio efectivo de la ciudadanía, debe disponer de
ahorros públicos, coordinar la asignación de recursos y corregir la distri-
bución de ingresos” (Przeworski, 1998: 35); para eso se necesitan también
78 de burocracias de calidad.
En un momento en el cual la representación está sufriendo o debe
tener metamorfosis importantes, como ya se ha descrito, es posible tam-
bién que la democracia se vea atrapada por las instituciones guardianas o
por decisiones ejecutivas, que se alejan de la ciudadanía en manos de una
tecnocracia que no produce más participación.
El reto es cómo hacer que las instituciones propias de la democracia
representativa (desde los partidos y el Legislativo, hasta el andamiaje ins-
titucional que puede procesar las demandas de los ciudadanos) funcionen
de manera correcta y se incorporen formas de representación más eficien-
tes que puedan coadyuvar con las instituciones mencionadas.
Dentro de este punto también está el debate en torno al fortaleci-
miento de la rendición de cuentas a nivel político, mediante el cual la
caja negra donde se procesan las demandas se vuelva transparente y los
ciudadanos puedan exigir a sus gobernantes.
Como se puede apreciar, esta reforma con el fin de mejorar la demo-
cracia representativa, también implica un compromiso de los ciudadanos
para exigir mejores instituciones, y para que éstas procesen las demandas
de manera más eficiente; un Estado eficiente, al final, necesita de una
ciudadanía participativa que no se repliegue a sus espacios privados como
consecuencia del deficiente funcionamiento de las instituciones.
Ahora, al parecer, vivimos en democracias delegativas retomando el
concepto de O’Donnell (1994), caracterizadas por una apatía hacia la
participación constante, la cual puede despertar en situaciones coyuntu-
rales. Ante esto, el reto consiste en cómo conducir a una democracia re-
presentativa que trascienda la preocupación de lo procedimental, creando
nuevas formas de deliberación política que sean más incluyentes y que
creen los contrapesos adecuados en momentos en que el populismo y el
La democracia representativa y sus retos

autoritarismo se pueden fortalecer ante la falta de respuestas por parte de


las instituciones. Como ya se ha señalado, de estas nuevas formas imagi-
nativas de mejor representación política, transparencia y rendición de cuen-
tas, dependerá si los populismos o autoritarismos se fortalecen o debilitan.
Diversos componentes de la democracia directa pueden funcionar a
niveles locales, pero a nivel nacional han sido secuestrados por intereses
políticos o como una forma de no asumir los costos de decisiones trascen- 79
dentales (el Brexit y los Acuerdos por la Paz en Colombia, por ejemplo).
Estas consultas, más que posibles ejercicios ciudadanos, se han convertido
en instrumentos de gobiernos populistas para tratar de cambiar la Consti-
tución, o en refrendos de mandatos, en nombre del pueblo.19
De tal forma, queda mucho trabajo para perfeccionar estos canales de
representación, particularmente, a través de formas creativas para fomen-
tar la participación, Por ejemplo, Schmitter da ciertos principios para que
esto sea realidad: desde supuestos participativos, hasta cuotas de apoyo
para las organizaciones de la sociedad civil (Schmitter, 2011). Al final,
todo gira alrededor de crear capacidades institucionales del Estado, re-
novar los canales de participación, crear una mejor rendición de cuentas
políticas y fomentar una mayor participación de los ciudadanos en la
toma de decisiones.

Bibliografía y otras fuentes consultadas

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Verso.

19 Otro de los problemas de este tipo de instrumentos es que pueden oprimir a cier-
tos grupos, ya que los congresos están diseñados para dar representación a diversos
grupos, independientemente de su número (por ejemplo, la Cámara de Senadores en
México, en la cual hay 4 senadores por estado, independientemente del número de
habitantes), aunque esto no siempre funciona de manera adecuada.
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3. La ideología populista y su doble neoliberal.
Una precisión teórica a Ernesto Laclau

Grecia Ruth Cordero García1

89
El uso ideológico del populismo

Hannah Arendt señaló la importancia que tiene para la teoría política el


análisis de los conceptos más allá de sus usos, pues, aunque los primeros
presuponen a los segundos, estos no son lo mismo. Escribió la teórica al
respecto: “es como si yo tuviera el derecho de llamar martillo al tacón de
mi zapato porque, como la mayoría de las mujeres, lo uso para clavar los
clavos en la pared” (Arendt, 1996: 12). Esta analogía ilustra lo que ocurre
con el concepto de populismo, al que se le define por su función o por
sus usos, de los cuales deriva el carácter polémico y el desacuerdo teórico
en torno a él. Ante tal problema, la tarea de este trabajo es identificar
dichos usos, las divergencias y convergencias entre estos y, a partir de ello,
ofrecer una propuesta de definición que distinga el uso del concepto.
Hasta ahora y desde el primer gran esfuerzo teórico por definir al
populismo en el libro Populism. Its meanings and national characteristics
–producto del seminario internacional con el mismo nombre, realizado
en Londres y coordinado por Ernest Gellner y Guita Ionescu en 1967–,
se observa un tratamiento conceptual tan variado y contradictorio del tér-
mino que concluyó lo siguiente: “en la actualidad no puede haber duda
alguna respecto de la importancia del populismo, pero en cambio nadie
sabe exactamente qué es” (Gellner, 1970: 7).
El carácter polémico del concepto se observa desde el inicio de su es-
tudio y permanece en el enfoque actual conocido como “neopopulismo”,

1 Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la unam. Profesora titular adscrita al


Centro de Estudios Políticos, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam. Con-
tacto: greciacordero@politicas.unam.mx
Populismo y el México de hoy

denominado así luego de la aparición de los partidos políticos antiesta-


blishment político en Europa a finales de los años ochenta del siglo xx.
Si algo ha caracterizado al estudio del populismo es la oposición entre
definiciones. Así, por ejemplo, de acuerdo con el politólogo alemán Kurt
Weyland, hasta finales de los años setenta el populismo era estudiado pre-
dominantemente desde un enfoque estructural económico y de la teoría
90 de la dependencia que lo definía como un régimen político –de los países
en atraso económico y recién transitados a la sociedad moderna indus-
trial– caracterizado por un liderazgo personalista y paternalista con ideo-
logía ecléctica, cuyo proyecto es clientelista y redistributivo, a través de una
extensión masiva de la política social (Weyland, 2004). Esta noción está
presente en los trabajos de Gino Germani, Torcuato Di Tella, así como del
filósofo Enrique Dussel, para quien el populismo es un proyecto político
emancipatorio: incluyente con la élite burguesa industrial, apoyado por
la mayoría de la población e identificado en países latinoamericanos y en
atraso económico que, en el siglo xx, lograron el fortalecimiento de su so-
beranía y su mercado nacional (Dussel, 2007). Según esta noción, Lázaro
Cárdenas en México y Juan Domingo Perón en Argentina son ejemplos
históricos de líderes populistas por antonomasia, aunque en realidad se
esté refiriendo al Estado de bienestar y al modelo de industrialización ba-
sado en la sustitución de importaciones en América Latina en la primera
mitad del siglo xx, y no al populismo como tal.
A partir del mismo enfoque estructural económico y de la teoría de
la dependencia, el populismo fue definido, por otra parte, como un sín-
drome político caracterizado por “una combinación de demagogia polí-
tica, inestabilidad organizacional, irresponsabilidad económica y excesiva
generosidad distributiva” (Weyland: 23). Se observan así, dos definicio-
nes del populismo contrapuestas: la primera lo favorece con una carga
emancipatoria, mientras la segunda lo niega de manera peyorativa. Para-
lelamente, el desacuerdo teórico se presentó entre quienes definieron al
populismo en términos de “irracionalidad” y de “masas disponibles”, y
quienes, por su parte, demostraron que “los seguidores populistas se mo-
vilizaron a través de estructuras políticas clientelares, y que su acción fue
más bien racional e instrumental al votar por políticos que fundamentan
La ideología populista y su doble neoliberal

su liderazgo en la capacidad de distribuir bienes materiales y simbólicos”


(De la Torre, 2007: 72).
El carácter polémico del estudio del populismo ha sido constante y
se observa desde su inicial enfoque estructural económico hasta el actual
denominado neopopulismo. Margaret Canovan, Kurt Weyland y Ernesto
Laclau, entre muchos otros estudiosos del tema, protagonizan el debate
vigente desde un enfoque político (ya no económico) en el que se enfren- 91
tan dos posturas de las que pueden abstraerse dos usos del término: el pe-
yorativo y el apologético. Cada postura usa al populismo como sinónimo
de otros conceptos, tales como demagogia, política y lo político, con la
intención de reafirmarse, aunque ello no suponga necesariamente un acto
premeditado. Se trata de usos ideológicos del término, y por ello, mucho
más sutiles e inconscientes de lo que parecen.
Por ideológico, este trabajo no entenderá la manipulación de los con-
ceptos ni la falsa conciencia de los estudiosos del tema. “Ideológica no es
la falsa conciencia de un ser (social) sino este ser en la medida que está
soportado por la falsa conciencia” (Žižek, 2019: 47). De acuerdo con el
filósofo Slavoj Žižek, esto significa que la ideología consigue determinar
nuestra experiencia cotidiana de la realidad, de modo que no sentimos
ninguna oposición entre éstas, volviéndose indistintas. La ideología es
la manera en que interpretamos la realidad. Ella es su soporte. No hay
realidad sin ideología. Además, es inconsciente y “se apodera de noso-
tros”. Nadie puede decir por sí mismo: “Estoy en la ideología”,2 siempre
se necesita de otro corpus de doxa para poder distinguirlo de la propia
posición “verdadera”, de modo que cada universal ideológico es “falso” en
la medida que incluye necesariamente un caso específico que rompe su
unidad y deja al descubierto su falsedad frente a otro universal ideológico.
De lo anterior se sostiene que las definiciones de populismo tendrán
un valor referencial, según la perspectiva ideológica que las emplee, lo que

2 La definición de Žižek es contraria a la del sociólogo Peter Worsley, para quien


una ideología no lo es, hasta que se tenga conciencia de ella y la persona pueda au-
todefinirse en tal o cual ideología. De acuerdo con su visión, el populismo no es una
ideología porque “los movimientos populistas no poseen una tradición común de la
que tengan conciencia” (Worsley, 1970: 266).
Populismo y el México de hoy

explica que el concepto sea tan polémico y esté en permanente debate,


ya que estará determinado y/o refutado por la posición ideológica del
estudioso del tema. Siendo así, se tendría que renunciar a una definición
de populismo y concluir que sólo se pueden tener posiciones ideológicas
enfrentadas al respecto. Sin embargo, este trabajo se propone analizar des-
de la teoría política y de la filosofía política los usos ideológicos del popu-
92 lismo como parte de una crítica cultural a la teoría social, cuya intención
no es mostrarse “puramente científica” o “puramente a-ideológica”, sino
que pretende definir al populismo a partir de la comprensión de sus usos.
De acuerdo con el politólogo alemán Norbert Lechner, “la teoría so-
cial debe considerarse no sólo como un programa de investigación, sino
también como un discurso generalizado, del cual una parte muy impor-
tante es ideología” (Lechner, 2002: 20), la cual dota de sentido a la rea-
lidad –y se experimenta como tal–, a través de un conjunto de creencias,
miedos y anhelos en relación con un pasado y un futuro deseado. Por esta
razón, identificar los códigos interpretativos o ideológicos, así como las
representaciones simbólicas inherentes a la elaboración teórica es la tarea
que la crítica cultural debe hacer a la teoría social, a fin de comprender
la forma en que los conceptos funcionan de manera extracientífica, tal es
el caso del concepto populismo, del cual este trabajo identificará sus usos
ideológicos.

El uso peyorativo. La demagogia como “sombra” de la democracia

Quizá, la mejor manera de explicar los usos ideológicos del populismo


en el enfoque del estudio actual conocido como neopopulismo sea a través
de las metáforas de la “sombra” y del “espectro” de la democracia, figuras
simbólicas símiles empleadas por los propios estudiosos del tema para
referirse a él, aunque con un sentido ideológico contrapuesto, como se
explicará más adelante.
Basada en el filósofo Michael Oakeshott –quien sostiene que en la
política subyacen dos tipos ideales: el pragmático o política del escepticis-
mo y el redencional o política de la fe– Margaret Canovan sostiene que
La ideología populista y su doble neoliberal

la democracia como idea y como fenómeno es un punto de intersección


entre redención y pragmatismo, y en la medida que hay una ruptura entre
la promesa y el desempeño de la democracia, hay lugar para el populismo
definido como el “estilo” redencional de la política que acompaña perpe-
tuamente a la democracia como su “sombra”. Para la politóloga británica
la metáfora de la “sombra” se refiere a que “la democracia redentora es
hospitalaria para un romanticismo que, por un lado, se oscurece en la re- 93
tórica populista y, por el otro, en utopías racionalistas” (Canovan, 1999:
9), ya que los gobiernos no pueden controlar las condiciones económicas
que prometen, de modo que el populismo, como estilo político redencio-
nal de la política, implica una apelación al pueblo, cuya función es la de
actuar como válvula de escape social o como “lubricante de la maquinaria
democrática pragmática” que da lugar a nuevas movilizaciones populistas
en el ciclo eterno entre promesa y desempeño democráticos. Escribe en
ese sentido:

En la medida que el populismo explote la brecha entre la promesa


y el desempeño en la democracia, no tiene fin. Porque si un movi-
miento populista tiene tanto éxito en apelar más allá de las fuerzas
políticas establecidas que en realidad llegar al poder, se revelará su
propia incapacidad para cumplir sus promesas, ofreciendo el al-
cance para nuevas apelaciones populistas al pueblo (Canovan: 12,
cursivas propias).

Que el populismo sea definido por Canovan como el estilo redencional


de la política que acompaña como “sombra” a la democracia, a través de
la apelación al pueblo y de las promesas incumplibles para “llegar al po-
der” tiene una analogía con la demagogia. Y, aunque desde un enfoque
sociológico moderno weberiano, “democratización y demagogia van de
la mano”, de ahí que sea posible concluir que “la demagogia acompaña,
como una sombra perenne, a la democracia” (Pazé, 2016: 123), lo cierto
es que la demagogia oscurecida en la “sombra” de la promesa irrealizable
para llegar al poder se refiere más bien a lo que los pensadores antiguos
denominaron demagogia o la degeneración de la democracia (Pazé: 113).
De acuerdo con la investigadora de la Universidad de Turín, Valentina
Populismo y el México de hoy

Pazé, es posible establecer una correspondencia entre lo que hoy se defi-


ne como populismo y aquello que los antiguos denominaron demagogia,
volviéndose en un epíteto que sirve para calificar de manera negativa al
demagogo, cuya forma o estilo de hacer política consiste en la búsqueda
de consensos fáciles a través de promesas falsas, así como en la consti-
tución de un régimen político donde la autoridad suprema recae en los
94 muchos y no en la ley.
En Platón, la demagogia se vincula a los sofistas o aquellos embauca-
dores que con falsa sabiduría adulan a las masas y desean complacerlas
(Platón, 2014:199), y en Aristóteles supone la “alteración” de la democra-
cia3 que consiste en el régimen político donde los cargos son elegidos por
el pueblo, y “los aspirantes, actuando de demagogos, llegan al extremo
de hacer al pueblo soberano de las leyes” (Aristóteles, 1988: 303). De
acuerdo con el pensador estagirita, los demagogos y estrategas promueven
el odio hacia los ricos, ganando así la confianza del pueblo para luego
convertirse en tiranos, aunque podían llegar a ser buenos tiranos, como
lo fue Pisístrato (Aristóteles, 1984: 85).
Si en la definición de populismo propuesta por Canovan puede iden-
tificarse una noción platónica de la demagogia como “sombra” de la de-
mocracia, es posible sostener que existe una predominancia aristotélica
en otra de las definiciones de populismo más reconocidas. Se trata de la
propuesta por el politólogo alemán Kurt Weyland, para quien el popu-
lismo es una estrategia política empleada por los líderes políticos perso-
nalistas para conseguir y ejercer el poder, y cuyo oportunismo se aprecia
en la carencia de un compromiso firme con políticas sustantivas o con
ideologías, así como por el empleo de una retórica antiélite que descansa
en la distinción política “amigo-enemigo” de Schmitt (Weyland, 2004).
Queda claro que, aunque para Weyland, su definición de populismo está

3 Aunque para Aristóteles, la democracia sea ya, una desviación de la república. Es-
cribe en ese sentido: “Las desviaciones de los regímenes mencionados son: la tiranía
de la monarquía, la oligarquía de la aristocracia y la democracia de la república. La
tiranía es una monarquía que atiende al interés del monarca, la oligarquía al interés
de los ricos y la democracia al interés de los pobres; pero ninguno de ellos atiende al
provecho de la comunidad (Aristóteles, 1988: 172).
La ideología populista y su doble neoliberal

mejor delimitada que la de Canovan, al no referirse a éste como un estilo


político en abstracto, sino que lo ubica en el terreno exclusivo de la do-
minación y la base de poder de los líderes personalistas, lo cierto es que,
en ambas definiciones la demagogia como concepto toma gran protago-
nismo, sea como promesa incumplible o como estrategia para la tiranía,
según los planteamientos teóricos de Platón y Aristóteles.
Sin embargo, no se necesita estar inmerso en el pensamiento antiguo 95
para percibir el uso del populismo como sinónimo de demagogia. Sufi-
ciente es con leer algunas de las definiciones más usuales, tales como la
del Diccionario de la Real Academia Española que define a la demagogia
como una: 1) práctica política consistente en ganarse con halagos el favor
popular; 2) degeneración de la democracia consistente en que los políti-
cos mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los
ciudadanos tratan de conseguir o mantener el poder. Otras definiciones
la describen como: 3) estrategia utilizada para conseguir el poder político
que consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del
público para ganar apoyo popular frecuentemente mediante el uso de la
retórica, la desinformación, la agnotología y la propaganda política, y
4) empleo de halagos, falsas promesas que son populares, pero difíciles
de cumplir y otros procedimientos similares para convencer al pueblo y
convertirlo en instrumento de la propia ambición política. Por su parte,
el diccionario Merriam-Webster define al demagogo como: “un líder que
hace uso de los prejuicios populares y las falsas afirmaciones y promesas
para ganar poder”.
Tiene razón el politólogo neerlandés Cas Mudde cuando concluye que
“un punto en el que están de acuerdo los comentaristas es que el popu-
lismo se entiende como una forma patológica, pseudo y posdemocrática,
producida por la corrupción de los ideales democráticos” (Mudde, 2004:
541). Esto se debe, como puede inferirse, a que las definiciones más re-
conocidas sobre populismo en realidad están refiriéndose a la demago-
gia como una degeneración de la democracia, la cual no sólo se remite
al pensamiento antiguo sino también a la fundación de las repúblicas
modernas de Francia, Inglaterra y Estados Unidos en el siglo xviii, cuyo
principio de representación se basó en un criterio de distinción entre
Populismo y el México de hoy

representantes y representados (Manin, 1997). La representación política


significó para estas repúblicas incipientes, un grado superior de gobierno
que seleccionaba a los hombres más competentes para el ejercicio de los
cargos públicos y la mejor toma de decisiones, a fin de evitar que el demos
irracional e incompetente fuera presa fácil de la manipulación de los de-
magogos. No obstante, dicho “gobierno de los notables” sería desplazado
96 por una demanda de democratización de la representación basada en el
criterio de semejanza entre representantes y representados del que surgen
los partidos políticos de masas (Manin, 1997). Es en este contexto en el
que Weber sostiene que la dominación carismática y la figura del dema-
gogo son inherentes a esa democracia de masas y, además, tienen un papel
crucial para la organización racional del Estado, de ahí que, para el soció-
logo alemán, la legalidad y el ordenamiento jurídico son la forma necesaria
de la legitimidad, pero no su causa.
Comprender lo anterior es fundamental para evitar la confusión entre
teoría sociológica weberiana de la dominación legal con la teoría gene-
ral del Estado, particularmente con la teoría pura del derecho kelseniana
que hace incomprensible la figura del demagogo, a quien ve simplemente
como un líder oportunista estratégico que bajo la retórica de las pro-
mesas incumplibles y la apelación a las emociones se hace del poder en
nombre del pueblo, destruyendo las instituciones del Estado de derecho
para volverse un dictador, ignorando así que la demagogia es la expresión
propia (y no peyorativa) de la permanente constitución aporética de la
democracia moderna observable en el trayecto de su evolución histórica.4
Esta confusión entre teoría pura del derecho y dominación legal ocu-
rre, precisamente, en las definiciones de Canovan y de Weyland, cuya
definición de populismo como sinónimo de demagogia en un sentido
negativo no alcanza a explicar el porqué, pese a las promesas irrealiza-
bles, el populismo gana gran fuerza en el terreno político constituyendo

4 Un ejemplo interesante de esta constitución aporética de la democracia lo ofrece el


filósofo alemán Peter Sloterdijk cuando señala que más que situar a Hitler como
el gran estratega que supo hablar en nombre del pueblo para hacerse del poder, él
es la figura del demagogo, producto del imperativo democrático de la sociedad de
masas que permitía la alianza entre chusma y élite (Sloterdijk, 2006).
La ideología populista y su doble neoliberal

efectivamente una “estrategia de dominación” incapaz de comprenderse


sin la subjetividad política que la sostiene. No hay dominación sin una
voluntad dispuesta a obedecer, ni tampoco sin la creencia en su legitimi-
dad (Weber, 2004: 170), por tanto, lo que hay que plantearse es, cuál es
la subjetividad política del populismo que justifica su dominación polí-
tica. La pregunta por los medios estratégicos es también la pregunta por
los fines que la justifican, no existe una sin la otra. El populismo implica 97
una estrategia, pero no es sólo una estrategia si ha de sostenerse (como lo
hace) en el terreno de la dominación política, lo que remite al tema de las
ideologías, como se verá más adelante.
Por otra parte, bajo el supuesto de que tanto Canovan como Weyland
usan al populismo como sinónimo de demagogia, es posible cuestio-
nar si dicho uso sirve en realidad para describir “el desplazamiento del
centro de gravedad” que caracteriza los últimos treinta años de la com-
petencia democrática y que consiste en la agresividad deslegitimadora y
su rechazo a todo tipo de política (Marramao, 2020), el cual es posi-
ble rastrear en el modelo de “democracia de audiencias”5 propuesto por
el filósofo francés Bernard Manin, una vez reconocida la metamorfosis
del gobierno representativo democrático de cara a la caída del Muro de
Berlín y el proceso de globalización que vivimos.
En conclusión, en las definiciones de populismo como estilo y estrate-
gia de Canovan y Weyland, la metáfora de la “sombra” de la democracia
cobra su sentido ideológico más íntimo: el uso de la demagogia (en senti-
do peyorativo) como su sinónimo perturbador. Investigadores como Car-
los Durán Migliardi, Julio Aibar Gaete y Francisco Panizza señalan que el
estudio del populismo ha existido como “antipopulismo”, en la medida
en que expresa los miedos y las aversiones que habitan en la democracia

5 De acuerdo con el filósofo francés Bernard Manin el modelo de representación con-


temporánea al que denominó “democracia de audiencias” se caracteriza por un des-
plazamiento de la representación caracterizada por la creación discursiva de “líneas
de fractura” de los candidatos, así como por una tendencia a la “personalización” del
poder y la necesidad de poderes discrecionales con respecto a los programas y los
partidos políticos (Manin, 1997: 221). Es preciso aclarar que Manin en algunas entre-
vistas ha señalado que su propuesta no ha de ser entendida como populismo, aunque
exista una tendencia a interpretarlo de esa manera (Manin, 2013).
Populismo y el México de hoy

liberal, pues lo que se teme es que el líder elegido democráticamente ter-


mine con la democracia. Así, por ejemplo, se sostiene que el populismo
es una reformulación fascista en clave democrática, luego del desprestigio
de esta ideología al término de la Segunda Guerra Mundial (Finchels-
tein, 2018). No obstante, es a la metáfora de esta “sombra” de la demo-
cracia a la que Benjamín Arditti opone otra: la del “espectro” que hace
98 alusión a la obra escrita por Jacques Derrida, Espectros de Marx, y cuyo
sentido ideológico es el uso apologético del populismo como el retorno
de lo político que hace venir o conjura a la política contestataria. Así, por
ejemplo, según el filósofo español José Luis Pardo, el concepto de popu-
lismo de Laclau y sus seguidores es un eufemismo del comunismo (Pardo,
2016), aunque no es así, como se verá más adelante.

El uso apologético. La política, lo político y lo heterogéneo.


Premisas para la “ideología” populista en Ernesto Laclau

Así como las definiciones neopopulistas de Canovan y de Weyland surgen


en un contexto histórico caracterizado por la emergencia de los partidos
antiestablishment político, tales como el Partido por la Libertad de Aus-
tria (fpö, por sus siglas en alemán), el Frente Nacional Francés (fn) o
la Lista Holandesa Pim Fortuyn (lpf ), interpretados como “populismo
de derecha” y una amenaza para la democracia liberal en Europa desde
finales de los años ochenta del siglo xx. Así, también, la definición de
Laclau, particularmente expuesta en su obra La razón populista, publicada
en 2005, emerge en un contexto en el que América Latina protagoniza
el momento del “populismo de izquierda” como política contestataria al
neoliberalismo en países como su natal Argentina, liderada entonces por
Néstor Kirchner, Venezuela por Hugo Chávez y Brasil por Luiz Inácio
Lula, países a los que poco más tarde se suma Bolivia, liderada por Evo
Morales, y Ecuador por Rafael Correa.
A través de una argumentación imbricada en la que hace coincidir
a Gramsci, Schmitt, Bataille y Lacan, entre muchos otros pensado-
res, La razón populista de Ernesto Laclau, es una réplica filosófica a la
La ideología populista y su doble neoliberal

ciencia política que define peyorativamente al populismo como sinónimo


de demagogia. Si el populismo es acusado de ser una mera estrategia de los
líderes oportunistas para obtener el poder, a través del uso de la retórica
antiestablishment y un llamado al pueblo, entonces, la mejor apología no
está en negar que éste sea una estrategia y una retórica, sino que consiste
en sublimarlo epistemológicamente, de tal manera que el populismo no
sea un tipo de estrategia cualquiera, sino la estrategia discursiva y perfor- 99
mativa por la que se articulan y constituyen las demandas democráticas,
independientemente de su contenido ideológico, de ahí que exista un
populismo de “izquierda” y otro de “derecha”, cuyas fronteras son nebu-
losas, ya que la función del populismo es ontológica y no óntica, es decir,
su función es expresar la enemistad en política.
Para Laclau, el hecho histórico de que en Francia el voto de protesta
de izquierda tradicionalmente encauzado por el Partido Comunista haya
virado al Frente Nacional como partido de protesta de derecha, consti-
tuye el parteaguas de su propuesta teórica: el voto radical de protesta al
establishment es más fuerte que las ideologías. “La necesidad ontológica
de expresar la división social es más fuerte que su adhesión óntica” (La-
clau, 2005: 115). Más que un contenido específico que lo distinga, “por
populismo no entendemos un tipo de movimiento identificable con una
base social especial o con una determinada orientación ideológica, sino
con una lógica política” (150) o estrategia de articulación por la cual el
pueblo se constituye en una relación real entre agentes sociales. En otros
términos, “es una forma de constituir la unidad del grupo” (97) en opo-
sición a las instituciones, trazando una frontera antagónica que separa al
pueblo del poder. En suma, “el populismo es la vía real para comprender
algo relativo a la constitución ontológica de lo político” (91).
Hasta aquí, el primer movimiento teórico de Laclau es convincen-
te al homologar parcialmente el concepto de lo político y la política de
Schmitt con el populismo, ya que, al igual que lo político,6 el populismo
6 “Lo político no acota un campo de la realidad, sino sólo un cierto grado de inten-
sidad de la asociación o disociación de los hombres” (Schmitt, 2006: 68) que puede
extraer su fuerza de los antagonismos más diversos, sean estos económicos, naciona-
les, religiosos, etcétera, los cuales pasan a un segundo plano o se vuelven agrupacio-
Populismo y el México de hoy

no acota un campo de la realidad (óntica), sino un cierto grado de in-


tensidad de asociación o disociación de los hombres en el terreno del ser
(ontológico), que alcanza su especificidad política o propiamente “popu-
lista” cuando los hombres se articulan en la unidad decisiva del pueblo
que confronta al orden institucional. Es decir, el populismo es sinónimo
de la política como conflicto en tanto distinción “amigo-enemigo”, de
100 modo que hay política porque hay populismo, pues la política siempre
convoca a nuevos sujetos de cambio social. Toda política, si lo es, ha de
ser populista en algún grado7 y lo relevante del populismo, es entonces, su
expresión política frente a otras “racionalidades” que ignoran el conflicto.
Escribe Laclau (2005: 279) al respecto:

La razón populista –que equivale, como hemos visto, a la razón


política tout court– rompe con dos formas de racionalidad que
anuncian el fin de la política: tanto con un evento revolucionario
total que, al provocar la reconciliación plena de la sociedad consi-
go misma volvería superfluo el momento político, como con una
mera práctica gradualista que reduzca la política a la administra-
ción. No es casual que la consigna gradualista de Saint-Simon
–“del gobierno de los hombres a la administración de las cosas”–
haya sido adoptada por el marxismo para describir la futura con-
dición de una sociedad sin clases [cursivas propias].

Aunque Laclau sólo hace referencia explícita a la “racionalidad” o, mejor


dicho, a la ideología marxista, es posible inferir que también se refiere a
las ideologías neoliberal y liberal, respectivamente, las cuales no recono-

nes específicamente políticas sólo cuando alcanzan en el terreno del ser un grado de
intensidad de asociación tan fuerte y decisiva que agrupa a los hombres en amigos
y enemigos.
7 “Un movimiento o una ideología –o, si ponemos ambos bajo su género común, un
discurso– va a ser más o menos populista dependiendo del grado en que sus conteni-
dos son articulados por lógicas equivalenciales. Esto significa que ningún movimien-
to político va a estar completamente exento de populismo, porque ninguno va a dejar
de interpelar hasta cierto punto al “pueblo” contra un enemigo, mediante la cons-
trucción de una frontera social […] El grado de populismo en ese sentido, dependerá
de la profundidad del abismo que separa las alternativas políticas” (Laclau, 2009: 68).
La ideología populista y su doble neoliberal

cen conflicto, y por ello serían “racionalidades” o ideologías “apolíticas”


frente a la “razón populista” “política” que reconoce al enemigo. Lo con-
tradictorio del concepto es que, según la propia definición de Laclau,
ninguna ideología o movimiento político estarían exentos de populis-
mo, y siendo así, tiene razón el filósofo Slavoj Žižek cuando señala que,
según la definición de Laclau, el fascismo sería un tipo de populismo
porque distingue claramente al enemigo (Žižek, 2019: 25). Señalamien- 101
to al que, sin embargo, la teoría del populismo de Laclau se opone por
definición cuando se analizan con detalle el resto de las categorías con-
ceptuales que la componen y que veremos más adelante. Entonces, la
hipótesis de este trabajo va adquiriendo claridad: el populismo como es-
trategia o lógica política no es sinónimo de lo político o de lo ontológico
como tal que le permita incorporarse a diversos compromisos políticos
o ideologías, sino que es una manera específica de entender lo político y
la política, es decir se trata de la ideología o la “razón” populista distinta
al fascismo.
Al parecer, Laclau es consciente de esto y escribe lo siguiente: “¿Sig-
nifica esto que lo político se ha convertido en sinónimo de populismo?
Sí, en el sentido en el cual concebimos esta noción” (Laclau, 2005: 195).
Desde luego que lo político no se convirtió en sinónimo de populismo,
fue Laclau quien los convirtió en sinónimos. ¿En qué sentido? En el sen-
tido específico de capturar del concepto schmittiano la flexibilidad de lo
político que sitúa al populismo como una lógica política o estrategia que
sirve a cualquier política y que está por encima de cualquier contenido
y fines sociales, pero depurándolo del “esencialismo” y del autoritarismo
que subyace en la unidad política amigo-enemigo, a fin de que le permi-
ta justificar ideológicamente la posibilidad de un auténtico populismo.
Para Laclau es posible conocer lo ontológico, pero sólo puede hacerse a
través de una manera óntica, en otras palabras, el ser sólo se manifiesta
como populismo.
La razón populista puede comprenderse mejor a través del concepto
de “lo heterogéneo” del filósofo francés Georges Bataille, para quien, a
diferencia de la destrucción de la monarquía, en la que los movimien-
tos sociales estaban guiados por el comportamiento antiautoritario de la
Populismo y el México de hoy

revolución, en una sociedad democrática, por el contrario, no necesaria-


mente ocurre lo mismo, de modo que, cuando la sociedad homogénea
o productiva (capitalista) sufre una crisis, los elementos heterogéneos8
de ésta, es decir, aquellos disociados o excluidos de las diferentes clases
sociales, sobre todo de las clases inferiores, se sitúan en un campo abierto
para la efervescencia social en el que pueden sentirse atraídos por la ór-
102 bita subversiva o por la órbita de la soberanía. Tal es su explicación para
entender por qué la heterogeneidad social excluida se articuló como fas-
cismo (órbita de la soberanía) y no como socialismo (órbita subversiva),
concluyendo que esto se debe a la estructura psicológica fascista y no a las
condiciones económicas que le sirven de base, como pensaba el marxis-
mo. En otras palabras, “de los hechos no pueden deducirse actitudes”, por
ello, en tiempos de crisis de la homogeneidad: “Una misma sociedad ve
formarse conjuntamente, en un mismo periodo, dos revoluciones mutua-
mente hostiles y a la vez hostiles al orden establecido […] lo que explica
numerosas conexiones e incluso una suerte de complicidad profunda en-
tre ellas” (Bataille, 1993: 42).
La diferencia entre estas revoluciones, según Bataille, es que la hetero-
geneidad del fascismo termina, paradójicamente, articulándose en la ho-
mogeneidad y la asimilación más acabada posible, a través de la soberanía
del Estado y la instancia imperativa del líder-pueblo-nación, de modo
que este tipo de unidad constituye una autoridad contra los hombres,
y por tanto es contrarrevolución y no revolución. Esta idea batailleana
es la que influye notablemente a Laclau, de ahí que su intención sea la
de definir el verdadero rostro de lo político en la revolución o la “razón
populista” que preserva lo heterogéneo sobre lo homogéneo como unidad
de articulación política, de esta manera, su teoría puede comprenderse en
dos momentos:

8 Para Bataille, lo heterogéneo tiene que ver con todo aquello que la sociedad ho-
mogénea rechaza como desecho, por ejemplo, las capas sociales más bajas que des-
piertan repulsión, o bien, con aquello que lo homogéneo no puede asimilar: las mu-
chedumbres, las clases guerreras, aristocráticas y miserables, los diferentes tipos de
individuos violentos, o que violan las normas (locos, agitadores, poetas, etcétera)
(Bataille, 1993: 17).
La ideología populista y su doble neoliberal

En un primer momento, el populismo es el ciclo de lo político en


democracia que se expresa a través de la relación dialéctica entre la lógica
diferencial o institucional (que no reconoce conflicto) y la lógica equiva-
lencial o populista que lo presupone. De esta manera, bajo el supuesto
de que siempre habrá exclusión social porque los límites de la comuni-
dad nunca coinciden con los de la institucionalidad, toma protagonismo
la lógica equivalencial o populista en ruptura con la lógica diferencial 103
o institucional, particularmente cuando esta última entra en crisis. El
populismo se presenta así como la estrategia o lógica política equivalen-
cial por la cual las demandas democráticas de protesta o de la heterogenei-
dad y/o exclusión social se articulan a través de cadenas equivalenciales de
las que resulta la unidad decisiva en el pueblo como sujeto revolucionario
que se confronta con las instituciones. La heterogeneidad o exclusión so-
cial han de entenderse aquí como “significantes flotantes”, ya que como
demandas democráticas de protesta que son, pueden sentirse atraídas ha-
cia cualquier órbita, sea ésta subversiva o de soberanía, de ahí que exista
un populismo de “izquierda” y otro de “derecha”, cuyas fronteras son
difusas por su común rechazo a las instituciones, ya que la función del
populismo es ontológica y no óntica.
En un segundo momento, por el contrario, el populismo como sinó-
nimo de lo político o lo ontológico deja de ser una estrategia que puede
incorporarse a diversos compromisos políticos o ideologías y adquiere
rasgos específicos o propios de la ideología populista (el verdadero rostro
revolucionario o la vía real de lo político), los cuales pueden resumirse en
los siguientes supuestos antiesencialistas:9

a) El pueblo es una construcción política y no un dato preexistente de


la estructura social. El pueblo es el plebs o la plebe marginal, es de-
cir, un actor político nuevo que surge a partir del encadenamiento

9 Con este término, Laclau se opone al esencialismo de Schmitt, para quien la articu-
lación política unitaria se establece a través del Estado-nación y la guerra con otros
estados. Como también se opone al esencialismo de Marx, para quien la articulación
política se establece como una lucha de clases sociales entre el proletariado y la bur-
guesía establecida trascendentalmente como lucha sobre las demás.
Populismo y el México de hoy

equivalencial, y no de un encadenamiento espontáneo de la hetero-


geneidad social y/o las demandas democráticas insatisfechas con las
instituciones en torno al “significante vacío” o pueblo. Éste es sin
duda, el rasgo definitorio del populismo, ya que “pueden existir dis-
cursos radicales o de ruptura con el statu quo o la oligarquía existen-
te, pero si se abandona la heterogeneidad equivalencial articulatoria
104 del plebs, entonces no hay populismo” (Laclau, 2005: 259).10 Esto
supone que no existe un “populismo de derecha”, ni ninguna de sus
variantes (“populismo neoliberal mediático”), ya que estos no serían
construcciones populistas o políticas, sino que son articulaciones
basadas en grupos previamente constituidos, tal es el caso del pue-
blo-nación como grupo social homogéneo dado, o bien, su variante
neoliberal como “masa desestructurada de individuos aislados con-
formados como audiencias” (Marramao, 2020);
b) El pueblo no es la totalidad de los miembros de la comunidad, sino
un componente parcial que aspira, sin embargo, a ser concebido
como la única totalidad legítima, es decir, la representación popu-
lista opera estratégicamente bajo la figura retórica de la sinécdoque
o “la parte por el todo”, pues requiere de una plebe marginal o “los
de abajo”, que reclame ser el populus o la comunidad que exprese la
plenitud de los ausentes en forma de un todo legítimo y soberano
capaz de disputar el orden y asegurar el cambio social;

10 “¿Qué ocurre, sin embargo, si el pueblo es concebido como una entidad homo-
génea a priori postulada desde un centro de poder que, en lugar de ser el precipita-
do social de una interacción equivalencial de demandas democráticas, es percibido
como el que determina una sustancia idéntica a toda demanda expresa? En ese caso,
la división interna inherente a toda demanda democrática dentro de la cadena equi-
valencial se derrumba, el pueblo pierde sus diferenciaciones internas y es reducido a
una unidad sustancial. El pueblo aún puede ser concebido como una fuerza radical
opuesta al status quo existente, pero ya no es más una plebe marginal: se ha abando-
nado la heterogeneidad esencial que está en la base de toda identidad populista y es
ahora reemplazada por una unidad homogénea. Eso es lo que ocurrió en Turquía y
explica por qué el kemalismo pudo haber sido un discurso radical, de ruptura, pero
nunca fue populista”. Véase Laclau (2005: 259).
La ideología populista y su doble neoliberal

c) El pueblo es un sujeto revolucionario porque las cadenas equiva-


lenciales de la heterogeneidad social nunca se disuelven en la
lógica diferencial o institucional como sí ocurre en el fascismo.
Si esto aconteciera, el pueblo desaparece. La representación po-
pulista, entonces, no es autoritaria, ya que “la unidad del grupo
es simplemente el resultado de una sumatoria de demandas so-
ciales” (Laclau, 2005: 278), pero nunca suponen su asimilación 105
en la unidad política, convirtiéndose así en “la condición misma de
la construcción de una voluntad colectiva que, en muchos casos,
puede ser profundamente democrática” (209), ya que no hay una
representación totalizadora ni un líder11 que la represente, en tanto
éste se identifica o asemeja como parte de la voluntad colectiva. Para
el populismo no existe una “voluntad general” superior o externa
a ella misma, sino que es la “voluntad de todos” o el autogobierno
del pueblo, lo que da cuenta de la “representación espejo”12 que la
sustenta, y, por último;
d) El enemigo tampoco es un dato preexistente de la estructura so-
cial, por ello no puede ser el extranjero ni el capitalista. Al igual
que el pueblo o plebs, el enemigo es una construcción13 “política”

11 “Si el líder lidera porque presenta de un modo particularmente marcado rasgos


que son comunes a todos los miembros del grupo, ya no puede ser en su pureza, el
dirigente despótico, narcisista. Por un lado, como participa en la sustancia misma de
la comunidad que hace posible la identificación, su identidad está dividida: él es el
padre, pero también uno de los hermanos” (Laclau, 2005: 84).
12 De acuerdo con Hanna Pitkin para la representación espejo, “la forma de entender
el concepto de representación es muy diferente de las perspectivas formalistas de la
autorización y de la responsabilidad. Para estos autores, representar no es actuar con
autoridad, ni actuar como fase previa a una rendición de cuentas, ni ninguna clase de
actuación en lo absoluto. Antes, al contrario, la representación depende de las carac-
terísticas del representante, de lo que es o de lo que parece ser, en ser algo antes que
el hacer algo. El representante no actúa por otros; los “sustituye” en virtud de una co-
rrespondencia o conexión entre ellos, de una semejanza o reflejo” (Pitkin, 1972: 61).
13 “Decir que la oligarquía es la responsable de la frustración de las reivindicacio-
nes sociales no es establecer algo que pueda leerse de las mismas reivindicaciones
sociales”, sino que es proporcionado desde afuera de estas demandas por el discurso
del pueblo, por ello el enemigo es también una construcción política. Véase Laclau
(2005: 128).
Populismo y el México de hoy

que opera estratégicamente bajo la figura retórica de la sinécdoque


o “la parte por el todo”, de ahí que el enemigo populista sea un
“enemigo total” que adquiere una dimensión global: la oligarquía
que encarna el poder político-económico corrupto a la que hace
una “crítica totalizadora” 14 y absolutamente deslegitimadora. De esta
manera, según Laclau, el pueblo como sujeto revolucionario se con-
106 fronta con las instituciones, asumiéndose como un nuevo poder
fundador de derecho, y es este punto en el que su teoría presenta
la confusión entre la teoría sociológica weberiana de la dominación
carismática con la teoría decisionista del derecho schmittiana que
reduce la democracia a una manifestación teológica-política de la
voluntad popular por encima de las instituciones, ignorando, para-
dójicamente, que el principio decisionista rige en todo momento la
estructura “racional legal” procedimentalista que deslegitima.

El enemigo populista es, quizá, el supuesto más problemático en Laclau,


particularmente, porque su antiesencialismo conlleva dos consecuencias
paradójicas. Por un lado, que el pueblo del populismo sea un sujeto revo-
lucionario sin revolución (en términos marxistas), ya que no es un actor
antisistema. El programa del populismo se reduce a una moralidad sub-
jetiva sin eticidad, ya que basta con la buena conciencia y con expulsar la
corrupción para que funcione correctamente el autogobierno del pueblo.
De acuerdo con el filósofo Slavoj Žižek:

Para un populista la causa de los problemas nunca es, en defini-


tiva, el sistema como tal, sino el intruso que lo corrompe (son
los especuladores financieros, por ejemplo, y no necesariamente
los capitalistas); no se trata en definitiva de un vicio fatalmente

14 Como ejemplo de populismo, Laclau se refiere al cartismo y escribe lo siguiente:


“La crítica cartista al Estado y a la opresión de clase que éste había engendrado era
una crítica totalizadora. No se adecuaba a la discriminación entre una medida le-
gislativa y otra, ya que esto hubiera significado conceder que no todas las medidas
aplicadas por el Estado tenían propósitos de clase obviamente malignos y que las
reformas beneficiosas podían ser aprobadas por una legislatura egoísta en un sistema
no reformado” (Laclau, 2005: 120).
La ideología populista y su doble neoliberal

inscripto en la estructura, sino de un elemento que no desempeña


correctamente su rol dentro de ella. Por el contrario, para un mar-
xista (como para un freudiano), lo patológico (el comportamiento
desviado de ciertos elementos) es síntoma de lo normal, un indica-
dor de lo que está mal en la estructura misma en la que se integran
como amenaza esos arrebatos “patológicos” (Žižek, 2019: 25).
107
Por otro lado, el hecho de que para Laclau el populismo sea la vía real
para comprender lo político queda en duda por la propia teoría en la
que se sustenta, ya que para Carl Schmitt “la esencia de lo político no
es la enemistad como tal, sino la distinción de amigo y enemigo, y supone
la existencia de los dos, amigo y enemigo” (Schmitt, 2013: 98). “El ene-
migo está a nuestro propio nivel, por esta razón, tengo que luchar con él,
para encontrar la propia medida, los propios límites y la propia persona-
lidad” (94). El sentido del enemigo, entonces, no está en su aniquilación
sino en un medir las fuerzas respectivas y obtener una frontera común
(Schmitt, 2006: 148), por eso la política no es la continuación de la gue-
rra por otros medios.
Para el jurista alemán, la enemistad recibe un pleno reconocimiento a
través de un enemigo concreto y legítimo, él es hostis o enemigo público y
no inimicus o un enemigo privado o cristiano al que se tenga que desmo-
ralizar o convertir en un no-valor; elementos que la ideología populista
no sólo ignora, sino que además forman parte de sus postulados. Por ello,
la “crítica totalizadora” y absolutamente deslegitimadora a la oligarquía
significaría para Schmitt el paso a una “enemistad absoluta” en la que
desaparece el enemigo, así como la posibilidad de presuponerlo; y así, al
exceder lo político, el populismo implicaría la destrucción de la políti-
ca, observación que ya sugiere el filósofo italiano Giacomo Marramao15

15 A propósito, Giacomo Marramao es el primer filósofo italiano en impartir cáte-


dra sobre el pensamiento de Carl Schmitt después de la Segunda Guerra Mundial,
convirtiéndose en una de las autoridades europeas más destacadas para interpretar
al jurista alemán, cuya relectura resulta fundamental para diluir los prejuicios sobre
este autor estigmatizado que, paradójicamente, hoy proporciona las claves críticas al
populismo, contrario a la doxa actual que le atribuye una influencia capital sobre esta
ideología.
Populismo y el México de hoy

en su libro Sobre el síndrome populista. La deslegitimación como estrategia


política. El populismo no es sinónimo de lo político,16 sino una de las
formas ideológicas de excederlo, tal y como lo hicieron, también, y de
diferente manera, las ideologías fascista y marxista, respectivamente.
En conclusión, Ernesto Laclau convierte su teoría del populismo en
una sinécdoque sustentada en “la parte por el todo”, ya que, a través
108 de su definición como lógica o estrategia política, el populismo es una
manera particular de entender lo político y la política a la que hace pasar
por sinónimo de estos (lo universal). Luego, la sinécdoque se invierte en
“el todo por la parte”, ya que la estrategia o lógica política que debiera
incorporarse universalmente a la multiplicidad de compromisos políticos
o ideologías, no lo hace; por el contrario, sólo puede expresarse a través
de su vía óntica “real” o su forma particular populista “revolucionaria”. El
populismo no es, entonces, un eufemismo del marxismo, ni tampoco un
eufemismo del fascismo, sino una ideología política particular con rasgos
propios teorizados de manera apologética por Ernesto Laclau.
Dicho lo anterior, puede comprenderse que la definición de estrategia
de Laclau (sinónimo de lo político y de la política) conlleva a la inter-
pretación de la existencia de un “populismo de derecha” que, aunque
incómodo, conviene mucho más en tanto el “populismo de izquierda”
sería el único revolucionario y “democrático”, ya que de saberse que, en
realidad se trata de una ideología política peculiar que excede lo político
y obstruye a la política, se desacreditaría la “razón populista”.

La ideología populista

Los usos ideológicos del populismo hasta aquí descritos han ocasionado
una extensión indiscriminada del término que describe por igual a líde-
res, partidos políticos y movimientos sociales con las más variadas ideolo-

16 De acuerdo con Marramao, puesto que “lo político” en Schmitt implica exclusiva-
mente un criterio y no el ámbito en el que aquel se explica, se deduce erróneamente
de ello que cualquier agregación de intensidad próxima a la antítesis amigo/enemigo
adquiere por sí un carácter típicamente político (Marramao, 2004: 141).
La ideología populista y su doble neoliberal

gías, lo que deriva en un problema de ubicuidad y confusión conceptual


que cataloga como populistas, por igual, a Lázaro Cárdenas, Juan Do-
mingo Perón, Margaret Thatcher, Carlos Salinas de Gortari, Andrés Ma-
nuel López Obrador, Fernando Collor de Mello, Silvio Berlusconi, Emmanuel
Macron, Donald Trump, Hugo Chávez, Víctor Orbán, Pablo Iglesias,
Marine Le Pen, Vladimir Putin, Rafael Correa, entre muchos otros. La
lista es interminable porque habría tantos populismos como estrategias 109
han existido a lo largo de la historia, ya que la estrategia populista sería
constitutiva a la política misma, sea en su forma articulatoria o demagó-
gica. Siendo así, “si todo es populismo, ya nada lo es, y el concepto ame-
naza en circular” (Vallespín, 2017: 17), además de que no responde a la
especificidad política e histórica a la que asistimos.17
Fue Isaiah Berlin quien esbozó por primera vez algunas directrices me-
todológicas para definir al populismo en aquel seminario internacional
sobre el tema coordinado por Ernest Gellner y Guita Ionescu en Londres
en 1967. En su participación como ponente, el historiador de las ideas
señaló que para definir al populismo: 1) hay que tener presente que en el
estudio de lo social no hay definiciones esencialistas, por eso no debemos
de sufrir de un “complejo de cenicienta” por el cual andemos en búsqueda de
un populismo verdadero y perfecto; 2) tampoco debemos caer en el otro
extremo, por lo que hay que ser cuidadosos del uso del término para que
éste no sea un sinónimo de fenómenos que se parecen, pero no son lo
mismo, sembrando confusión por la inevitable extensión del término en
múltiples variantes (como ocurre actualmente); y 3) en los usos del térmi-
no “populismo” hay que buscar el núcleo común que nos brinde el sentido
del término (Berlin, 1967). Con base en estas líneas metodológicas es
posible sostener que, según lo analizado en los apartados anteriores, el

17 Así, por ejemplo, habría que plantearse, actualmente, qué política no es demagó-
gica en un tiempo en el que la globalización provocó un descentramiento del Estado
y de la política con sus órganos representativos, restándoles capacidad para cumplir
sus promesas y volviéndolos en lucha descarnada por el poder en la que priva la
deslegitimación del contrario. “El discurso político se vuelve demagógico cuando se
reconocen las necesidades de la población, tanto como la imposibilidad real de satis-
facerlas y aun así se mantiene la promesa de mejorar la situación” (Pérez, 2009: 42).
Populismo y el México de hoy

núcleo común en el uso del populismo está en su definición como estra-


tegia. Sea en su versión peyorativa o apologética, el populismo entendido
como estrategia cobra su sentido ideológico al hacer referencia implícita
al fascismo, ya sea para denunciar los peligros de una demagogia que
emplee al método democrático para llegar al poder, y después convertirse
en un reverso democrático, o bien, para defender al populismo distin-
110 guiéndolo del fascismo y del marxismo en tanto una auténtica revolución
democrática. Ambas versiones o usos del populismo tienen parcialmente
razón cuando se comprende al populismo como ideología.
La ideología populista ha sido abordada por estudiosos como Andrzej
Walicki, Franco Venturi, Richard Hofstadter y Donald MacRae, quienes
realizaron análisis históricos de la ideología populista en Rusia y en Es-
tados Unidos a finales del siglo xix. No obstante, el fenómeno se com-
plejizó, luego de la aparición de los partidos antiestablishment político en
Europa a finales de los años ochenta del siglo xx, ya que lo que parecía
ser una ideología de izquierda, ahora se presentaba con tintes de derecha,
poniendo en duda la vigencia de las ideologías en aras de una estrategia
política por encima de éstas, o bien, redimensionando el sentido de la
ideología. Surgieron así definiciones como la del politólogo Cas Mudde,
quien define al populismo como una “ideología centrada sobre mínimos”
que se adhiere a otras ideologías densas (Mudde, 2004), así como la del
historiador Pierre Rosanvallon, para quien el populismo es una ideología
o forma límite del proyecto democrático (Rosanvallon, 2020: 24) en la
que apenas pueden distinguirse difusamente una variante de izquierda y
otra de derecha.
Lo que las anteriores definiciones sobre populismo ignoran es que no
están describiendo la ideología populista, sino más bien, están refiriéndo-
se a aquello que Norberto Bobbio denominó la común antidemocracia
de las ideologías radicales (revolucionarias y contrarrevolucionarias), las
cuales surgen cuando la democracia está en crisis. “Un extremista de iz-
quierda y uno de derecha tienen en común la antidemocracia [que] les
une no por el lado que representan en su afiliación política sino única-
mente en cuanto que en esa afiliación representan a las alas extremas. Los
extremos se tocan” (Bobbio, 1995: 77) porque comparten los mismos mé-
La ideología populista y su doble neoliberal

todos autoritarios (pero no los fines), lo que da la “ilusión” de un espacio


político cerrado representado por la imagen de una esfera en la que la dis-
tinción entre izquierda y derecha prácticamente se cancela, a diferencia de
la imagen de la medalla en la que se aprecian claramente los polos opues-
tos. Lo paradójico es que cuando se cree que las ideologías desaparecen
es cuando más vigentes y radicalizadas están. “El árbol de las ideologías
siempre está reverdeciendo”. 111
Visto de otra manera, es como decir que por compartir los mismos
métodos democráticos, el centro izquierda y el centro derecha son lo mis-
mo o que apenas logran diferenciarse entre sí, un argumento empleado,
por cierto, por las ideologías radicales para señalar que el centro izquierda
y el centro derecha –los únicos democráticos por “tibios” o “moderados”–
son una misma cosa, a menudo, una “mafia” o un “cártel excluyente”.
Bobbio insiste en que aun cuando esta percepción sea producto de una
democracia en crisis, no debemos caer en este error y pretender desapare-
cer a las ideologías en función de sus “métodos”, sean estos democráticos
o autoritarios, sino que debemos poner atención a los “fines”, que hacen
que existan ideologías y que puedan diferenciarse entre izquierda y de-
recha, ya que siempre diferirán en intenciones, programas e intereses y
“este contraste con respecto a los valores es más fuerte que con respecto
al método” (Bobbio, 1995: 85), de modo que sería difícil suponer que la
díada izquierda-derecha18 desaparezca.
La pertinencia de distinguir entre izquierda y derecha radicales se en-
cuentra, nuevamente, en Bataille cuando señala que cuando la democra-
cia está en crisis, “una misma sociedad ve formarse conjuntamente, en un
mismo periodo, dos revoluciones mutuamente hostiles y a la vez hostiles
al orden establecido […] lo que explica numerosas conexiones e incluso

18 De acuerdo con Bobbio, la distinción entre izquierda y derecha no debe estar fin-
cada en el eje libertarismo-autoritarismo, ya que eso supondría una distinción axio-
lógica que vuelve exclusivamente democrática a la izquierda, cuando también hay
una derecha que es democrática, así como izquierdas y derechas que no lo son. El
eje distintivo, entonces, es entre igualitarios y no igualitarios que hace que exista la
extrema izquierda igualitaria y autoritaria, el centro-izquierda igualitario y libertario,
el centro-derecha no igualitario y libertario y una extrema derecha no igualitaria y
autoritaria (Bobbio, 1995: 163).
Populismo y el México de hoy

una suerte de complicidad profunda entre ellas”, complicidad que Laclau


aprovecha para decir que se llama “populismo” cuando en realidad se
trata de la antidemocracia de las ideologías radicales, las cuales pueden
analizarse a partir de su común influencia “romántica”19 de pensamiento
en mayor o menor medida, pero también de la que derivan sus distincio-
nes como “dos revoluciones hostiles entre sí”.
112 A partir de lo anterior este trabajo considera que, en la actualidad, es
posible establecer una relación y distinción similar entre el populismo
y el neoliberalismo, cuya antidemocracia en común puede explicarse a
través de un predominio romántico de pensamiento que las convierte en
las “dos caras involutivas” de la radicalidad antipolítica que ha ganado
fuerza en los últimos treinta años. A diferencia de las ideologías marxista
y fascista, en las que hay ciertos rasgos románticos, pero prevalece un
pensamiento racionalista por el que creen que el conocimiento es algo ex-
terior, y por ello requieren de una lógica externa o política que conduzca
a los hombres, de tal manera que “el proceso de liberación social en Marx
parte justamente de la transformación de una ‘conciencia falsa’ a una
‘verdadera conciencia’” (Pérez, 2019: 98) para la que requiere, incluso,
de la dictadura del proletariado, de la misma manera que el fascismo re-
quiere de la dictadura a la que asimila con la “razón de Estado” en tanto
considera que el pueblo es incapaz de gobernarse a sí mismo y necesita
de un líder que lo conduzca. En el populismo y el neoliberalismo, por el
contrario, no sólo los medios autoritarios son rechazados, sino que, ade-
más –según estas ideologías– no hacen falta, ya que creen que existe un
conocimiento y un orden inmanentes al hombre por los cuales su volun-
tad coincide con su bien y su saber, de modo que, incluso, no necesitan de

19 De acuerdo con Isaiah Berlin, el romanticismo constituye el mayor movimiento


intelectual destinado a transformar la vida y el pensamiento occidental en los siglos
xix y xx, cuyos principios cognitivos son el hombre como voluntad y como acción
creadora en oposición al racionalismo ilustrado que considera que el conocimiento
es algo objetivo, verdadero y eterno. La influencia romántica es notoria en muchas
ideologías de diferentes maneras, por ejemplo, en el liberalismo alimenta valores
como la tolerancia; en el fascismo la idea de la voluntad y acción impredecible; y en
el marxismo la idea de un misticismo religioso (Berlin, 2000).
La ideología populista y su doble neoliberal

representación o de mediación política, lo que deriva en las ideas de au-


togobierno y autorresponsabilidad individual.
Si para un pensador liberal como Hans Kelsen, el “autogobierno del
pueblo” es sólo un ideal que le permite al gobierno representativo demo-
crático ser la forma política que mejor guarda la apariencia del dominio
del hombre sobre el hombre, pues sabe que para transitar del liberalismo a la
democracia se requiere del Estado, aun en detrimento de la libertad, siempre 113
y cuando el poder de éste sea determinado por los individuos sujetos a él
(Kelsen, 1934: 24-25). Para el neoliberalismo, por el contrario, la libertad
es el valor supremo y la autodeterminación individual es una realidad que se
preserva en el mercado como su mecanismo natural autorregulatorio, a través
del cual cada individuo es responsable de sí mismo y tiene lo que merece
según su mérito. El mercado es eficiente porque funciona como tal al colocar
de manera “automática” un límite a la arrogancia política que cree saber lo
que es bueno para todos cuando interviene en la distribución de la riqueza,
castigando a los más exitosos y premiando a los perdedores (Escalante, 2015).
El “individuo posocial” es la idea del hombre neoliberal, para quien “la de-
mocracia es la forma de la sociedad que le permite no pensar en el Estado
ni en la copertenencia mutua” (Sloterdijk, 2002: 95), y al asumirse como
el único responsable y guía de su vida siente que avanza su libertad cada vez
que rompe con cualquier tipo de atadura, sea ideológica, social o política, las
cuales no necesita.
Bajo el supuesto de que el hombre es racional y busca su propio bene-
ficio, el neoliberalismo inferirá que todo político busca su interés perso-
nal. La política se convierte en sinónimo de parasitismo y de corrupción
disfrazada de interés público, provocando un rechazo a la política per se y
a cualquier mediación política que se expresa en una demanda de mayor
transparencia y participación (Han, 2016), así como en la construcción
estratégica-discursiva-antipolítica conformada por tres elementos (Sched-
ler, 1998): 1) la figura del líder outsider de la política (que sí es político);
2) una retórica antiestablishment política que se opone a la clase política
corrupta (pero no al sistema); y, 3) un llamado al pueblo virtuoso que, en
el mejor de los casos, es un “pueblo deconstruido y desestructurado en una
masa de individuos aislados y reducidos a mera audiencia, a despecho de
Populismo y el México de hoy

la ilusión de adquirir protagonismo a través de la red” (Marramao, 2020)


en un tipo de “democracia de audiencias” con sus estrategias agresivas de
marketing político. Aunque es de subrayarse que en su punto más álgi-
do el neoliberalismo alcanzará tintes fascistas20 cuando su fuerza política
de derecha exalta lo que convierte a los hombres en desiguales a través del
llamado al pueblo-nación-homogéneo, es decir, a través de un naciona-
114 lismo xenófobo en el que los límites del pueblo coinciden con los de la
nación. Nacionalismo de las fronteras necesario, luego de que el mercado
sin política no se autorregula, ni ofrece por sí mismo la mejor garantía
de libertad y bienestar para cada individuo y, por el contrario, genera
brechas de desigualdad social insalvables y oleadas de migrantes “perde-
dores” que buscan oportunidades negadas en sus países, y por quienes
el mercado no responderá. Lo que parece una reacción al mercado, en
realidad lo fortalece. El nacionalismo, más que expulsor de migrantes, es,
ante todo, un agravante de sus ya precarias condiciones laborales y socia-
les. El mal llamado “populismo de derecha” representa, en realidad, un
“cortocircuito de lo glocal” en el cual, de acuerdo con la teoría filosófica
de la globalización de Giacomo Marramao, no existe un conflicto entre
lo global y lo local, sino que estos se entrelazan de manera compleja, de
modo que lo local se presenta como interfaz de lo global. En este caso, lo
local se expresa como una extensión del neoliberalismo. Escribe el filósofo
italiano al respecto:

Los localismos pertenecen en todo y por toto a la lógica de la glo-


balización: se alimentan de ella incluso cuando ostentan irreducti-
ble enemistad, hasta en la demanda de resarcimiento por daños a
causa de los flujos migratorios hacia las regiones ricas que la globa-
lización inevitablemente conlleva (Marramao, 2006: 248).

Por otra parte, el “cortocircuito de lo glocal” se presenta como populismo


o la “otra cara especular” de lo global, lo que significa que no se presenta

20 Esto no significa que siga existiendo fascismo. “Cuando se habla del fenómeno del
populismo de derecha en Europa, por ejemplo, de Orbán en Hungría, sería mucho
más correcto hablar de fascismo” (Marramao, 1 de diciembre de 2020)
La ideología populista y su doble neoliberal

como su alternativa, sino como su reverso antidemocrático con fuerza políti-


ca de izquierda, cuya intención es la de convertir en más iguales a los hom-
bres desiguales producidos por la globalización neoliberal, de ahí que surja
como su respuesta y ante la crisis de representación de los órganos repre-
sentativos ocasionada por ésta, a través de la oposición a las oligarquías
económico-políticas corruptas, de modo que su radicalidad no viene por
ser una ideología revolucionaria o antisistémica en términos marxistas, 115
sino que le viene por querer convertir el ideal romántico del “autogobier-
no del pueblo” en una realidad. El pueblo del populismo articula a los
humillados, pobres y desiguales por el sistema neoliberal que aún tienen
esperanza en la democracia a la que confunden con igualdad, o, mejor di-
cho, tienen la esperanza de ser menos desiguales ante las brechas sociales
que los excluyen.
En el populismo, la humillación se transforma en un mecanismo de
defensa o de ciudadela interior a través de la cual se adquiere un énfasis
en la vida espiritual y un profundo desprecio al poder, a sus formas y sus
rituales (Berlin, 2000) de donde viene su “postulado moral de represen-
tación exclusiva” (Müller, 2017) que le lleva a concluir que el pueblo es
bueno y sabio frente a la corrupción de las élites político-económicas que
actúan en complicidad a manera de mafias o cárteles excluyentes deplo-
rables por su falta de virtud. Por ello, el enemigo del populismo no es el
sistema, el capitalista o el político como tal, sino los sujetos que a su juicio
forman parte de esa “mafia” inmoral entregada a los excesos del poder y a
quienes niega y deslegitima absolutamente. El populismo está convencido
de que la única manera de combatir al neoliberalismo es a través de un
nuevo hombre, cuya moralidad superior resista a la tentación del poder y
de la corrupción. Su propuesta es la de un cierto cristianismo agustiniano
que se expresa bajo la figura de la prueba con valor de fe. El sistema no
es malo, sino el hombre que lo corrompe. El mal llega hasta donde la
virtud lo permite. La humildad, la austeridad y la regeneración moral son
las prédicas de este socialismo romántico llamado a convertir y redimir a
los humillados por medio de su articulación como pueblo, cuya voluntad
coincide con su bien y su saber, de modo que no necesita de una racio-
nalidad externa o superior a ella misma. La voluntad se hace soberana y
Populismo y el México de hoy

por esta voluntad se autogobierna y se consuma la democracia en tanto


el pueblo decide realmente y no idealmente sobre sí mismo, participan-
do directamente en las grandes cuestiones de su soberanía. Pero, sobre
todo, el pueblo se autogobierna porque no hay autoridad ni representa-
ción, o bien, existe en la medida en que el líder es un integrante más de la
“voluntad de todos” y se identifica con ellos, él es su fiel reflejo.
116 A partir de estos elementos puede comprenderse que, aunque con fi-
nes y principios opuestos, la estrategia antipolítica del populismo es muy
similar a la del neoliberalismo en sus tres componentes: 1) la figura del
líder o héroe redentor de la política; 2) la retórica antiestablishment polí-
tica que se opone a la clase política-económica corrupta; y, 3) el llamado
al pueblo virtuoso. Sin embargo, el hecho de que los fines del populismo
sean opuestos a los del neoliberalismo no lo exime de su estructura an-
tidemocrática y antipolítica. Antidemocrática, porque la evolución his-
tórica del gobierno representativo democrático ha enseñado que en la
búsqueda de una auténtica democracia deviene en su contrario. A mayor
identidad entre representantes y representados, mayor representación. Sin
embargo, el líder hecho a imagen y semejanza de la voluntad soberana del
pueblo cae en su propia tentación y no duda en pronunciar: “el pueblo
soy”, “yo lo represento”. La democracia radicalizada del populismo no
es democracia. Creyendo que la voluntad del pueblo está por encima de
la construcción jurídica, la “voluntad general” termina no siendo una
transustancialización de la “voluntad de todos” (Heller, 1971), sino la del
líder por encima de las normas y las instituciones que actúa en nombre
del autogobierno del pueblo.
Antipolítica, porque confundiendo moral con política, el populismo
obstaculiza un pensamiento político claro con respecto al enemigo, a
quien desmoraliza absolutamente hasta convertirlo en un no-valor. El po-
pulismo no es una expresión de lo político, sino una forma de excederlo.
Sólo el pensamiento premoderno fundamentó la legitimidad y el ejercicio
del poder con bases espirituales, y aunque toda política requiere de una
fundamentación ética y moral, éstas no pueden ni deben confundirse en-
tre sí, lo advierten Maquiavelo y Schmitt, así como será el propio Agustín
de Hipona quien señala que el poder no salva, ni puede ser virtuoso, aun
La ideología populista y su doble neoliberal

con sus mejores intenciones. “La virtud puede servir al interés del hombre
potentado, pero no del justo” (San Agustín, 2010, p. 430). La salvación es
espiritual, y, por tanto, no es de este mundo. El poder va en el exceso y no
en la contención; en el placer de hacerlo todo sin ser visto o condenado
por ello, pues lo mismo da no estar sujeto a corrupción que no poder ser
acusado por ello, tal es la condición del poder.21 El populismo no salva.
En conclusión: este trabajo recoge algunas ideas de reconocidos inves- 117
tigadores como Andreas Schedler y Fernando Escalante, con el fin de dar
continuidad a las primeras suposiciones de que no existe un populismo
de derecha, y en cambio sí es posible establecer un paralelismo entre el
neoliberalismo y el populismo como ideologías cómplices y opuestas
entre sí, así como algún día lo fueron, predominantemente, el fascismo
y el marxismo.
Particularmente, es a través del pensamiento de Giacomo Marramao
que se logra realizar una precisión teórica schmittiana a la teoría del po-
pulismo de Ernesto Laclau, quizá una de las más influyentes, a fin de
sostener que el populismo es una peculiar ideología política, en clara dis-
tinción con los trabajos de Pierre Rosanvallon y Cas Mudde, quienes
asimilan la ideología con cultura política.
La pretensión de este capítulo es esclarecer los usos del populismo, a
fin de explicar que tanto el uso peyorativo como el apologético son dos
visiones parcialmente ciertas dentro de la ideología populista como con-
cepto. Los detractores pensarán que este trabajo le brinda un estatus no
merecido al populismo al reconocerlo como ideología, y los apologetas
del mismo pensarán que se les ha sustraído la bandera democrática que
enarbolan. El objetivo es no tomar parte de este debate, sino estable-
cer un punto de partida para el desarrollo de tipos ideales que permitan
esclarecer la existente complicidad y oposición entre el populismo y el
neoliberalismo como las ideologías antipolíticas de nuestro tiempo (cada
una con una idea incompleta de democracia, sea vista ésta como legalidad
o como legitimidad, exclusivamente); un viejo falso debate que revive en
la globalización e invita a insistir en que, aun con todos sus defectos y

21 Sobre este tema, consúltese: Cordero, G. (2019).


Populismo y el México de hoy

contradicciones, la democracia es el único gobierno de “lo posible”. “Hoy,


en política, democracia es el nombre de lo que no podemos tener, y que
pese a todo no podemos dejar de querer” (Dunn, 1996: 44).

118 Bibliografía y otras fuentes consultadas

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4. El populismo como estrategia

David Hernández Corrochano1

123
Introducción

En los últimos veinte años, el concepto de populismo ha retornado al


debate académico de un modo controversial porque frente a las suspica-
cias con que lo trató la literatura política desde los clásicos, actualmente
se reivindica no sólo como una posibilidad de renovación democrática,
sujeto a la condición de ser esporádico y estar articulado de abajo arriba,
sino como una ideología que responde a un democratismo radical ex-
presado en el reclamo de la soberanía popular. El problema de esta posi-
ción teórica es similar al que en las décadas de existencia del comunismo
real mantuvo la izquierda marxista de Occidente, es decir, que frente a
sus planteamientos ideológicos y justificadores no se encontraban casos
que pudiesen ser considerados como social, económica y políticamente
satisfactorios, es más, donde esos postulados se aplicaban resultaban en
desastres. Así que, desde cierto sentido común, retrotrayéndonos a la tra-
dición y teniendo en cuenta los casos que expondremos, mantendremos
la suspicacia sobre el populismo y, por tanto, inevitablemente, sobre la
posición que lo eleva al estatus de ideología.
El debate sobre el populismo puede dividirse en dos corrientes. Por un
lado, la que lo trata como una estrategia de acceso al poder: primero, típica
de los regímenes republicanos o gobiernos mixtos que incorporan algún me-
canismo democrático de toma de decisiones, de modo que puede derivar en
una tiranía como en una ilusionante renovación de estos mecanismos (Cano-
van, 1999) gracias a un “brote populista” que no llegue a la rutinización de

1 Doctor por la Universidad de Salamanca. Profesor de la Universidad Complutense


de Madrid. Contacto: dhcorrochano@ucm.es
Populismo y el México de hoy

la estrategia (Prud’homme, 2001: 54); segundo, pese a las diferencias entre la


antigüedad y la modernidad se ha desplegado en ambos periodos (Hermet,
2001) basándose en la explotación de un “tropo estructural” reiterado sobre
el enfrentamiento moral entre la élite y el pueblo (Urbinati, 2015: 13); y ter-
cero, su articulación se funda en un liderazgo fuerte (Weyland, 2001). Esta
perspectiva es criticada porque no posibilita establecer una teoría del populis-
124 mo sin que ésta sea demasiado amplia o restringida, por lo que es explicada a
través de tipologías (Canovan, 1982) y de forma negativa o por lo que no es
(Prud’homme, 2001: 42); y tampoco da cuenta de cómo, sin ser una ideo-
logía, el populismo puede perdurar o institucionalizarse (Mudde y Rovira,
2013: 154). Por tanto, la alternativa es contemplarlo como una ideología
La perspectiva ideológica del populismo se caracteriza porque, en princi-
pio, admite como punto de partida la presencia de una dialéctica élite-pue-
blo que le otorga una “distinción moral” que lo hace identificable (Mudde
y Rovira, 2013: 151), a lo que se suele sumar la presencia de un liderazgo
fuerte; pero, en segundo término, lo considera un fenómeno moderno gra-
cias al aval de “los especialistas en populismo” (Mudde y Rovira, 2019: 54);
por lo que, en tercer lugar, es considerado una “ideología delegada” nutrida
de “ideologías huésped” (Mudde y Rovira, 2019: 27) por las que, pese a
no ser una ideología per se, cuenta con una “anatomía” por la que puede
ser capaz de superar la dialéctica izquierda-derecha bajo el reclamo de la
soberanía popular y de los mecanismos de representación directa (Ro-
sanvallon, 2020: 18-27); y, cuarto, dependiendo de la ideología huésped
que lo nutra, de la organización partidaria que lo articule y de su relación
con los movimientos sociales, podrá tener efectos positivos o negativos
sobre la democracia liberal soliéndose asignar los primeros al populismo
de izquierda y los segundos al de derecha (Mudde y Rovira, 2019: 141).
El principal dilema de esta perspectiva es que habla de una ideología
sin contenido o de contenido variable, esto es, que más allá del reclamo
de la soberanía que le daría una “anatomía” característica y potencial-
mente superadora de la dialéctica izquierda-derecha, en su concreción
depende de cómo se defina al significante vacío de pueblo, en un con-
texto determinado y por actores que parecen estar prefijados ideológi-
camente (Laclau, 2005). Haciendo que, habitualmente, el populismo
El populismo como estrategia

sea adjetivado ideológicamente como de izquierda o de derecha, más


allá de él mismo como una ideología que, más que ser delegada, sin
huésped que la adjetive, aparece tan vacía como el significante de pueblo
al que ha dar contenido, a no ser que contemos como ideológicamente
definitorio el reclamo democratizador y el consiguiente aumento de la
representación política. Lo que situaría al populismo como el fantasma
de una democracia formal que necesita del contenido concreto de lo 125
popular (Arditi, 2004), aunque curiosamente esa misma relación fuese
aplicada antes y de modo similar a la tensión que mantienen la demo-
cracia y el nacionalismo (ŽiŽek, 2000: 255). Porque, como compro-
baremos, el populismo está tan asociado a la soberanía popular como
a la nacional, hasta hacer que la identificación entre pueblo y nación,
más que entre éste y la democracia, sea el acompañante ideológico más
común de la estrategia en la modernidad. Dados estos dilemas de la
perspectiva ideológica, el objetivo de este capítulo es retomar la corriente
que entiende al populismo como una estrategia para comprender cómo
su lógica operacional que, al ser fija en el tiempo y espacio, define mejor
el fenómeno que la alternativa de entenderlo como una ideología cuyo
tropo estructural y su contenido moral es evidente, pero cuya posición
ideológica per se sería inexistente. Más allá de un supuesto democratismo
radical que aquí sostendremos, no deja de estar imbricado en la dialéc-
tica élite-pueblo y opacado por el nacionalismo, por lo que su expresión
política también dependerá de qué entiende una cultura determinada
por democracia, justicia, igualdad y unidad, más que de una propuesta
ideológica o doctrinaria al respecto.
Para desarrollar estos argumentos abrimos tres apartados. En el pri-
mero, a través del ejemplo del populismo estadounidense compren-
deremos que si es una ideología no lo es por el cumplimiento de las
características asociadas a una ideología moderna. En el segundo, descri-
biremos el populismo como estrategia a través del ejemplo antiguo de la
Roma republicana, así como de una serie de casos de diversa naturaleza
con distintos grados de aplicación de la estrategia y que son los típicos
para la bibliografía (Laclau, 2015; Mudde y Rovira, 2019; Rosanvallon,
2020). En el tercer apartado y a modo de conclusión, reflexionamos
Populismo y el México de hoy

sobre cómo el populismo se produce en momentos que reflejan dile-


mas de institucionalización relacionados con el tránsito a la modernidad.
Es decir, que más que una ideología nos aparecerá como una estrategia
que suple la ausencia y la debilidad de las ideologías modernas en de-
terminados contextos a los que calificaremos de híbridos, lo que, de ser
cierto, tendrá implicaciones sobre el retorno y la interpretación del popu-
126 lismo no sólo desde una vertiente teórica sino ideológica e implicada con la
posmodernidad.

El populismo como ideología

En la práctica de la política, la identificación exacta entre la ideología y


la estrategia sólo tiene cabida en el puritanismo como el de San Pablo
cuando regañaba a los corintios, o el de Karl Marx cuando criticaba el
Programa de Gotha. Por lo que esa identificación será lógica para la
teoría política, que define a una ideología como un proyecto raciona-
lizado de cambio social y plasma los medios para alcanzarlo de manera
acorde con las creencias y los fines ideológicamente sostenidos. Pero no
para la historia política, que no sólo nos habla de cómo la necesidad y la
fortuna modulan la interpretación de las doctrinas, sino de cómo éstas
son manejadas por demagogos que las adaptan a la demanda para hacer
de la doble moral y la variabilidad ideológica una rutina asumible por
una “cultura política ambigua” (Durand, 1995), o la disociación entre
el deber ser y el ser típica de los regímenes semicompetidos (Hermet et
al., 1982). Pero también del “momento populista”, cuando el despresti-
gio moral de la oligarquía y el cierre de los espacios de concertación de
intereses (Mouffe, 2018: 25), reflejan un conflicto sobre la interpretación
de lo políticamente justo. Por lo que el llamamiento a la movilización del
pueblo remitirá a los criterios sobre el bien y el mal de una sociedad de-
terminada, en un momento concreto y bajo fórmulas de reconocimiento
de la ciudadanía específicos. Una mecánica por la que el populismo tiene
una expresión moral definitoria bajo el enfrentamiento entre la élite y el
pueblo, que se argumentará en los parámetros igualitaristas o democráti-
El populismo como estrategia

cos acordes a un momento pero que, por lo demás, no responde a la uni-


versalidad, coherencia, programa y sofisticación que se presupone a una
ideología moderna guiada por la concepción de premisas, sujetos y con-
flictos teóricos. Así, el populismo siempre remite a lo concreto, aunque
para ello use el tropo cultural universal élite contra pueblo y en la mo-
dernidad cuente con ideologías huésped que lo acompañan o dominan.
La primera característica del populismo como ideología sería la del 127
localismo. De modo que Chirstopher Lasch (1996) pudo abrir la veta
populista del siglo xxi al establecer la dicotomía del elitismo cosmopolita
frente a las sociedades locales. Pero frente a este tropo exportable que
resitúa el conflicto élite-pueblo en la globalización, el autor responde a
un republicanismo cívico y comunitarista, por el que el contenido de
su populismo es acorde con la historia del populismo estadounidense,
pero no con la expresión de ese conflicto en otras realidades como las
europeas y las latinoamericanas, donde las ideologías huésped podrían ser
otras como el poscomunismo o el nacionalismo étnico. Pero es que, ade-
más, en ninguno de los casos nos encontraríamos con una sola ideología
huésped, por lo que la segunda característica del populismo es ser una
ideología collage.
El populismo estadounidense tuvo su expresión más pura y poderosa
en 1892, cuando el Partido del Pueblo candidateó a James B. Weaver para
la presidencia. El candidato estaba avalado por un movimiento nacido
en 1860 en torno a mutualidades y alianzas agrícolas, por lo que la es-
trategia nacía de abajo a arriba y podía remitir a principios políticamente
arraigados desde las doctrinas jeffersonianas sobre la república campesina,
pasando por el movimiento “No sé nada”. Esto permitió que el partido
también pudiera dirigirse hacia el voto nativista, los deudores de la banca
y los creyentes en las conspiraciones del gran capital. Una heterogeneidad
enmarcada en una promesa económica radical, crediticia y proteccionista
(García, 2010), pero que en 1901 pasaría a ser articulada de arriba abajo
al ser asumida por la presidencia de Theodore Roosevelt bajo un liberalis-
mo nacionalista. Sin embargo, en 1913, con la llegada de Woodrow Wil-
son a la presidencia, éste sería relegado por el nuevo liberalismo, haciendo
que tras ese largo recorrido el populismo, finalmente, desembocara en el
Populismo y el México de hoy

progresismo (Rosanvallon, 2020: 113). Es decir, que aun naciendo de


una tradición y una expresión ideológica más o menos evidente, ejempli-
fica que se trata de una ideología collage o formada por retazos de doctri-
nas como el republicanismo, el nacionalismo, el liberalismo conservador
y el progresismo. Algo posible y necesario para significar y disputarse a un
sujeto tan amplio y plural como el pueblo.
128 La confluencia entre el populismo, el progresismo y el nuevo liberalis-
mo propugnado por el Partido Demócrata, no impidió que los conflic-
tos de los que emergieron se solucionaran tras la presidencia de Wilson.
En 1929, John Dewey (2003) seguía expresando el dilema espiritual que
suponía pasar de un individualismo arraigado en la moral comunitaria, a
un americanismo donde primaba el individualismo atomizado y acumu-
lativo impuesto por el desarrollo del capital y las organizaciones burocrá-
ticas. Aunque, paradójicamente, el cierre de la denominada era progre-
sista con su incidencia en el control de los oligopolios, la colonización y
el crédito agrario, la reforma moral y en los derechos civiles, se diera con
el New Deal de Franklin D. Roosevelt y posteriormente con una econo-
mía de guerra que reforzó las burocracias estatales y empresariales del país.
Por tanto, si el populismo fue una ideología, lo fue como comodín, es de-
cir, integrada en una estrategia de arriba abajo que más que nutrida por
una ideología huésped, como podía ser el nuevo liberalismo, fue esta ideolo-
gía la que usó al populismo a conveniencia, anulando o exagerando sus acen-
tos bajo un fin modernizador. Un dominio de la supuesta ideología huésped,
que subraya el carácter estratégico del populismo más que doctrinario.
El populismo retornó en Estados Unidos en la década de 1980, bajo
la presidencia de Ronald Reagan, dentro de un programa neoliberal que
se extendería a América Latina (Fassin, 2018: 26-31; Weyland, 1999),
lo que ratifica el carácter de comodín que tiene el populismo para las
ideologías, y advierte sobre los grados en que éste se puede manifestar
hasta reducirse a un simple uso del lenguaje. Porque este populismo neo-
liberal dio paso a las técnicas del relato (Salmon, 2010: 129), pudo recla-
mar la soberanía nacional aun abriendo las fronteras al mercado global
–el logro de la paridad del peso argentino con el dólar durante la presi-
dencia de Carlos Menem ejemplifica esta paradoja–, pero no implicó la
El populismo como estrategia

introducción de mecanismos de democracia directa, aunque tampoco


una imposición de las mayorías que dieran al traste con la democracia
liberal. Por tanto, el populismo se manifiesta primariamente como un
discurso arraigado más en la cultura popular que en las doctrinas polí-
ticas; su expresión depende de grados en la aplicación y su sentido más
de otras ideologías que de él mismo como una ideología per se. De modo
que cuando la nueva izquierda propone que un populismo proyectado de 129
abajo arriba debe adoptar un lenguaje republicano radical (Marramao,
2020), no queda del todo claro cómo trata ese republicanismo elementos
como el respeto a lo privado y el patriotismo, comprendidos en el radi-
calismo de Lasch, en tanto éste también es adaptable al discurso conser-
vador, o si sólo trata de evidenciar el punto básico del populismo pero
que no hace de él una ideología: que la movilización de lo popular y el
reclamo igualitarista es consustancial a la política republicana desde la
antigüedad, cuando no existían las ideologías pero sí las estrategias.

La estrategia populista: antiguos y modernos

La adecuación del populismo a los movimientos populares aparece de un


modo natural, porque el momento populista también es una apertura de
la “estructura de oportunidad política” que incentiva la aparición de estos
elementos dados como la división de las élites y los incentivos para colo-
car temas entre la opinión pública (Tarrow, 2004: 157-161). A partir de
aquí, esta estrategia no trata de cómo amoldar a la práctica una ideología
que parte de identificar a un sujeto abstracto y que está envuelto en un
conflicto teórico, sino de dotar de identidad a un sujeto cultural inserto
en un conflicto concreto y que atañe a principios morales generalizables
y socialmente reconocidos. Así que los contenciosos con los que los mo-
vimientos sociales dan sentido a sus identidades y demandas frente a un
otro (Touraine, 2006), serán integrados en un tropo cultural disponible
y comprensible que trata del sempiterno enfrentamiento entre la élite y
el pueblo. Un relato por el que los movimientos y sus intereses pasan a
ser, no partes sino integralidad de un pueblo igualado en la moralidad
Populismo y el México de hoy

del sujeto y el reclamo general. Una integración que debe trascender a las
demandas particulares, obligando a que lo central para el populismo no
sean los intereses sino las subjetividades o los “sistemas de acción” de los
movimientos (Melucci, 1999), que serán expresados en un nuevo sistema
más amplio que derivará en la identidad, la mentalidad y la ritualidad
democrática distintiva del movimiento o el partido populista, pero no en
130 una ideología coherente. Una lógica que no suele responder a un movi-
miento de abajo hacia arriba y cuando lo hace, éste cuenta con un recorri-
do limitado. Por lo que la estrategia populista no sólo consiste en articular
algo más que lo popular (Urbinati, 2015), sino que es lo popular en manos
de un proyecto político capaz de interpretarlo en pro de la adquisición
y el mantenimiento del poder con base en ninguna, una o cambiantes
ideologías. Lo que hace que el populismo no esté sujeto a una evaluación
racionalizada con base en su ideología y los intereses que representa, sino
a la moral que reproduce en la significación y representación discursiva
del pueblo. Factor por el que pensamos que el populismo antiguo y mo-
derno difieren menos de lo que la literatura reconoce.
Como veremos y resulta evidente, el populismo de los antiguos y el
de los modernos difieren y tienen distintas capacidades para hacer de la
estrategia algo rutinario sin poner fin al modelo republicano y dar paso a
su contrario: el imperio. Sin embargo, en tanto se trata de una estrategia
moral y no ideológica, su mecánica es similar en la antigüedad y en la
modernidad, sustentándose en una serie de pasos tácticos que dependen
para su implementación del momento y del contexto: primero, la cone-
xión con la cultura popular en términos del lenguaje, la memoria, los
símbolos y los criterios morales que significan el conflicto entre la élite
y el pueblo; segundo, el encuadramiento de los movimientos donde ese
conflicto se reproduce en aspectos y bajo intereses parciales, para dotarlos
de una unidad de acción sentida como popular y de carácter moral; ter-
cero, la dirección de esa acción a través de un líder; y cuarto, la derrama
o traducción de la moral popular en el reparto de recursos y la apertura
de una representación donde la unidad es direccionada y ordenada en sus
parcialidades como parte del todo.
El populismo como estrategia

Estos pasos implican que la estrategia no está articulada por los movi-
mientos, sino desde un sujeto político –líder, oligarcas, élites revolucio-
narias–, y que dado su carácter moral no tiene por qué existir una ideo-
logía que determine cuáles son los intereses particulares y organizados a
satisfacer por ese sujeto, lo que hace imposible que las políticas populistas
sean evaluadas racional y normativamente para tener que serlo moral-
mente. Por otro lado, en caso de que la estrategia se haga rutinaria, la 131
necesidad de ese sujeto dirigente para seguir significando y encuadrando
al pueblo movilizado hará que el ímpetu democrático se subsuma a sus
intereses instrumentales –por ejemplo, como convocante de plebiscitos.
Por último, la conexión con los movimientos sociales, la combinación de
la preeminencia de lo moral frente a lo racional y la necesidad de control
político, incentivarán la presencia de canales informales y corporativos
para la representación y la resolución de demandas, por lo que el iguali-
tarismo democrático pasará por concepciones jerárquicas y funcionales
de la sociedad y por un Estado entendido como proveedor de derrama.
Esto es, de recursos sujetos a un reparto grupal e indiscriminado, más
que a una titularidad individual y fijada en un reconocimiento formal.
Una mecánica que se replica en el tiempo y el espacio, para situar al
populismo, no como una ideología, sino más bien como un lastre a la
expresión ideológica o moderna de la política.

Roma: populares contra optimates

La evolución del sistema político ateniense hacia la democracia directa se


desenvolvió en medio del temor a las stásis o las facciones que rompían
la unidad del demos y ponían en peligro la polis (Sancho, 2021: 45-46).
Este temor fue heredado por la república romana, por lo que, a través de
varios conflictos internos y pese a su carácter oligárquico, tuvo que reco-
nocer al pueblo y dotarlo de derechos formales e informales. Entre los
primeros destacaba la figura del tribuno de la plebe, el reconocimiento de
la ciudadanía que posibilitaba participar en las asambleas centurianas, y la
ampliación de la ciudadanía a los habitantes de la península itálica, que
Populismo y el México de hoy

les permitía acudir a las asambleas tribales. Hay que tener en cuenta que,
a diferencia de Atenas, la participación en las asambleas no era deliberati-
va sino electiva, que el peso del voto popular para elegir anualmente a los
magistrados nunca fue determinante, y que la libertad residía en el ám-
bito civil pero no en el político (Grimal, 1991: 19). Pero es que, además,
la ciudadanía insertaba a las personas en un entramado de compromisos
132 mutuos con la élite y relacionados: por una parte, con la competencia
oligárquica y, por otra, con las clientelas de las que habían derivado los
plebeyos y los libertos ahora reconocidos como ciudadanos, formando un
sistema de economía moral en la ciudad que se extendió a las provincias
y a la relación entre generales y soldados. Por tanto, la carrera política de
los patricios dependía del apoyo popular medido por el cumplimiento
de las costumbres, como del curso honorario o la carrera política, como por
la generosidad con la ciudad y la amplitud de las clientelas y amigos o
fides (sobre la relación entre élite y pueblo en Roma en diferentes periodos
véase a Syme, 2010, y a Duncan, 2017: 25).
La crisis de la república romana tuvo que ver con la ampliación de
su escala, de manera que como señaló Nicolás de Maquiavelo, el dilema
de las repúblicas grandes como aquella, es asumir el conflicto entre la
élite y el pueblo como parte de su naturaleza (Maquiavelo, 2000: 49).
En Roma ese conflicto se articuló bajo dos bandos o corrientes de opi-
nión que, si bien no dieron pie a un grupo fijo de senadores y menos a
un planteamiento doctrinario, sobrevivieron a dos generaciones. Por lo
que el apelativo de popular se aplicó y avaló a dos líderes, Cayo Mario y
luego su sobrino político Julio César, y marcó las disposiciones generales
sobre el papel de los cónsules frente al Senado, siendo el bando nominado
como optimate el que defendía conservar el poder senatorial u oligárquico
frente a una dirección unipersonal o popular. Por tanto, el contexto de
ese populismo fue el de un largo momento en el que las élites estuvieron
divididas, pero en el que, además, se estaban bloqueando los mecanismos
de concertación de intereses, por ejemplo, para repartirse el control de
las provincias y dotar de los lotes de terreno prometidos a los legiona-
rios licenciados. Un momento donde el pueblo y los legionarios conta-
ron con un líder, unas redes de relación y organizaciones mínimas para
El populismo como estrategia

movilizarse como el propio ejército. Porque, aunque en las “democracias


tempranas” como Roma el problema de escala fue irresoluble, al no tener
un medio organizado de representación de intereses ni una burocracia
moderna, había canales y fórmulas para la representación de intereses par-
ticulares que incluían a amplios grupos de personas –familias, clientelas y
legiones– (Stasavage, 2021: 126), un aparato de administración –no sólo
militar sino capacitado para cobrar impuestos y creador de una nueva 133
clase social, la ecuestre–, y una retórica por la que era posible movilizar
al pueblo en torno al cumplimiento de principios morales y bajo una
expectativa de derrama.
El carácter oligárquico de la república romana hacía que la estrategia
política dominante consistiese en la suma de intereses al interior de esa
oligarquía. La formación del Primer Triunvirato respondió a esta estra-
tegia, al concertar los intereses particulares de tres líderes con amplios
recursos de poder: Craso, el hombre más rico de Roma; Pompeyo, pres-
tigioso militar hasta ese momento integrado en el bando optimate al que
regresaría, y César, patricio de una familia venida a menos, pero avalado
por sus victorias militares y la marca de los populares. El dilema de la es-
trategia oligárquica en una república es que se tiene que publicitar en as-
pectos como el anuncio de las candidaturas, es decir, ha de transformar las
sumas de intereses en sumas morales o asumibles como legítimas. Dada
la conocida animadversión entre los componentes de aquella alianza, esa
moralidad no fue alcanzada, por lo que frente a las contiendas electo-
rales del 59 y el 56 a. C., se desplegó una estrategia populista. Es decir,
que una moral generalizable se antepuso a la suma de intereses para ge-
nerar una heterogeneidad de apoyos populares cuyas demandas serían
resueltas una vez alcanzado el poder (sobre esas elecciones véase Holland,
2016: 251). Para ello, los pasos fueron: primero, contar con el patricio
Claudio como operador político, quien se había reducido a plebeyo con
el nombre de Clodio, lo que le posibilitó ser el tribuno de la plebe y jun-
tarse con el populacho, a lo que se unió la capacidad de Julio César para
adoptar la cultura del pelotón por la que los caudillos militares conectan
con el lenguaje y aspiraciones de la tropa; segundo, articular a las cliente-
las, como a las languidecientes cofradías de la ciudad ligadas a los barrios,
Populismo y el México de hoy

gremios y dioses, y crear una violenta brigada de choque para la jornada


electoral; tercero, disponer de un líder como César que, dadas sus referen-
cias familiares y militares, era capaz de canalizar la representación moral
del pueblo frente a una élite significada como corrupta y, por último, una
vez en el poder consular, aprobar una derrama de lotes de tierra para las
legiones o leyes agrarias. Pero es que, cuando años después César final-
134 mente se erigió como dictador tras derrotar a su antiguo aliado Pompeyo,
una de sus medidas más controversiales fue la de otorgar la representación
senatorial a provincianos no itálicos, libertos y centuriones. Lo que podrá
interpretarse como un paso estratégico tanto como una muestra “demo-
crática” para aquel contexto: ampliación del reconocimiento jurídico a
extranjeros, exesclavos y plebeyos y, además, representación en el órgano
encargado de juzgar a las leyes y los ciudadanos. Una mecánica que no
necesitó del concepto moderno de representación política ni de una ideo-
logía que ondeara una inexistente noción de soberanía, pero que en las
“democracias tempranas” y por siglos se nutriría de la lógica relacional
entre la élite y el pueblo, comprendida bajo compromisos morales con
una traducción material e incluso normativa. Por tanto, el populismo
es la estrategia que mejor comprende la lógica del liderazgo, del estallido
y la presión del motín (Dulumeau, 2002: 223-265; Hobsbawm, 2001),
de los mapas de sentido de la cultura popular (Darton, 1987) y el discur-
so rebelde expresado en el rumor y el refunfuño en la plaza pública (Scott,
2000). Los nutrientes de los que sigue alimentándose en la modernidad,
más allá de que los actores que articulen la estrategia cuenten con ideo-
logías, con una organización estatal o partidaria, y con otros conceptos e
instituciones que significan la política y la democracia en nuestro contex-
to cultural; factores por los que la estrategia populista tendrá otras expre-
siones distintas a las existentes en la antigüedad, e incluso más capacidad
de rutinizarse, pero sin que esto implique muchas novedades y diferencias
con las tácticas o pasos para implementarla.
El populismo como estrategia

Casos modernos

Guy Hermet señala que, frente al populismo moderno, el de los antiguos


se caracteriza por ser episódico, maniqueo, rebelde y moralista (2001: 22).
Sobre los tres últimos adjetivos consideramos que el populismo siempre
responde a ellos al estar basado en la dialéctica élite-pueblo (maniqueo),
en la explotación de los anhelos populares frente al orden de las élites 135
(rebelde), y en su contenido moral (democracia como reconocimiento
y justicia en términos de igualdad). Sin embargo, el primer adjetivo, lo
episódico, marca el reto de asumir cómo sin ser moderno y, por lo tanto,
no contar con un sustento ideológico, el populismo puede instituciona-
lizarse. Para responder a la cuestión, primero consideramos repasar una
serie de casos modernos, con el fin de observar cómo la mecánica romana
se reitera en otros contextos. Para lo que hay que comenzar advirtiendo
que el primero de los casos por revisar es conocido dentro de la categoría
de cesarismo porque, como en la estrategia de Julio César, aunque fuese
en la persona de Augusto, ésta desembocó en lo mismo: un imperio con
aval popular. Es este el caso de Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del
primer Napoleón.
Cuando en 1848 estalló una revolución en París, el dilema de escala
que atenazó por siglos a las repúblicas estaba resuelto. El principio de
representación que Montesquieu teorizó analizando el gobierno mode-
rado inglés (Montesquieu, 1993: 117), y la visión por parte de James
Madison en las cartas x y xiv de El Federalista, de que ese principio sería
la solución para la natural aparición de facciones tras la independencia
de Norteamérica (Hamilton et al., 2001), determinarían la articulación
del conflicto de intereses en la democracia liberal. Sin embargo, esto no
quería decir que en 1848 esa representación estuviese abierta para todos,
por lo que el derrotado régimen de los Orleans se había caracterizado
por el exagerado cierre del censo electoral y la elevada corrupción de la
clase parlamentaria. Un momento populista focalizado en París y que
tuvo dos fases para mostrar las diferencias en las expectativas de los re-
volucionarios: la fase inicial bajo una dirección burguesa y republicana
triunfante, y la segunda popular y reprimida. Siendo el resultado final
Populismo y el México de hoy

la instauración de un régimen presidencial y del voto universal mascu-


lino. Un contexto en el que, frente a las primeras elecciones presiden-
ciales, la nueva república y las evidencias sobre una incipiente capacidad
autónoma de articulación de intereses por parte del pueblo asumido en
torno noción de clase, estaba justificada por una reacción conservadora.
Pero no una reacción violenta sino democrática, y por la que se articuló
136 una estrategia populista: primero, se conectó con la población rural ale-
jada del desorden revolucionario capitalino bajo lemas patrióticos y sen-
cillos contra los ricos y la corrupción; segundo, el Partido del Orden y la
Iglesia católica bien implantados en los municipios posibilitaron la mo-
vilización de los votantes campesinos; tercero, se contaba más que con
un líder, con un apellido de elevado contenido simbólico y bien conoci-
do por todos: Bonaparte; y cuarto, gracias a la legitimidad de una aplas-
tante victoria electoral y el poder del Estado, ese líder usó el plebiscito y
al ejército para afianzar el poder frente a rivales y patrocinadores, abolir
la república y erigirse como emperador. Un imperio que contempló la
representación local y corporativa pero que manejó el censo y las leyes a
su antojo, dependiendo de los apoyos variables, cuya ideología marcada
fue el nacionalismo imperialista y el positivismo, y sobre el cual ver una
apuesta democrática radical y doctrinaria, más allá de lo instrumental, es
complicado pese a que el régimen tuviese sus normas y sus doctrinas al
respecto –además de la clásica crítica marxista al bonapartismo en Marx
(2015), véase Hermet (1996: 66-75); puede ahondarse sobre los discur-
sos y normas del periodo en Rodríguez (2013: 265) y sobre la figura de
Luis Napoleón en Córdoba (2010).
Otro de los casos típicos al tratar el populismo es el del movimiento
naródniki ruso, cuya traducción es populista pero que, por un lado, se
desarrolló en contraposición a la Rusia zarista, es decir, no en una repú-
blica sino en una autocracia; y por el otro, ideológicamente estuvo ligado
al anarquismo y al nihilismo, como a la idealización de la comuna agraria
hecha por unos revolucionarios citadinos trasladados al campo (García,
2010). Este movimiento fracasaría por la represión, pero asentó una me-
moria y un lenguaje útil para el acercamiento de los revolucionarios a la
cultura campesina. Tal como la que tuvieron que hacer los bolcheviques
El populismo como estrategia

entre los batallones de soldados movilizados por la Primera Guerra Mun-


dial. Los lemas simples sobre la posibilidad inmediata de terminar con
la guerra y la perversidad de la burguesía, más los esfuerzos por situar
al recién llegado Lenin en el imaginario popular, se acompañaron de la
organización en asambleas o soviets del proletariado industrial, pero es-
pecialmente del masificado ejército donde se practicaría la democracia
por la base. Una posibilidad que León Trotsky (2001) vería traicionada tras 137
la emergencia de un imperio comunista como nacionalista e imperialis-
ta, aun habiendo sido el encargado de dirigir a aquellas asambleas en el
sentido prefijado por los bolcheviques durante la revolución de octubre
y la guerra civil. Los anarquistas y los comunistas rusos aplicaron la es-
trategia populista como un comodín que acompañó a sus ideologías, las
simplificó, facilitó la movilización tras ellas, pero no pareció facilitar que
aquello desembocara en un democratismo radical, ni que el populismo
tuviera más sentido que el de un movimiento estratégico de articulación
de las masas-pueblo acotado a la necesidad (véase sobre la revolución de
octubre narrada en estos términos, a McMeekin, 2017; también puede
consultarse a Furet, 1999: 76).
La aplicación de la estrategia populista por parte de los bolcheviques
parece discutible pues, al fin y al cabo, Lenin había sido capaz de habilitar
al marxismo para una estrategia fundada en una vanguardia concienciada
en el comunismo teórico. Sin embargo, también es complicado pensar
que la primera movilización de los campesinos se produjese gracias a una
concienciación ideológica, a no ser que se redujese a lemas y tácticas po-
pulistas. En este sentido, una aplicación estratégica más duradera fue la
del Partido Nacionalsocialista en Alemania, nacido de los movimientos
nacionalistas tras la guerra y que, en el periodo de 1923 a 1931, se arti-
culó bajo un partido del pueblo capaz de romper transversalmente con la
noción de clase para competir electoralmente en la convulsa república de
Weimar (Weitz, 2007: 101). La capacidad del nazismo para modular el
discurso antisemita y antiliberal en el contexto de crisis económica y polí-
tica, e integrarse en los movimientos morales conservadores y exaltar el li-
derazgo, conformó una amplia base electoral que, una vez en el poder, usó
el plebiscito para fundar democráticamente un imperio racial (Burleigh,
Populismo y el México de hoy

2002: 53). Es decir, que del mismo modo que pudieron hacer los po-
pulares romanos, los nacionalistas franceses, los anarquistas y los comu-
nistas rusos, también los fascistas aprovecharon el momento populista
para implementar una estrategia basada en un conflicto dual élite-pueblo,
se mimetizaron en la cultura popular y encuadraron a los movimientos
nacionalistas y conservadores, contaron con un líder y fundaron un im-
138 perio que, a diferencia del romano, pero al igual que en el resto de casos
modernos, se apoyó en el concepto de soberanía nacional, en el uso de
mecanismos democráticos para avalarse, y de un partido político y el Es-
tado para afianzarse. Unos casos en los que la preminencia de la ideología
huésped hace que deba ser entendida como la ideología dominante y al
populismo simplemente como su estrategia. Por esto, hay que compren-
der que los casos en los que esas ideologías huésped y sus organizaciones
son débiles, el populismo adquiere sentido por sí mismo, la estrategia se
institucionaliza y la república sobrevive frente a la alternativa autocrática
del imperio.
Para Ernesto Laclau (2015b), el populismo se contrapone a las ideolo-
gías clásicas de la izquierda, porque mientras éstas atienden a los “temas
democráticos”, asociados a la suma de una serie de intereses organizados
por distintos sectores sociales, el populismo mira por los “temas popula-
res” que igualan a esos sectores en una demanda moral absoluta; esto lo
contrasta con las estrategias socialista y anarquista en tanto que, por un
lado, éstas intentan articular una suma de intereses asignados a clases de-
finidas ideológicamente, lo que determina cuáles y cómo son los intereses
a ser representados, y sobre cuya racionalidad hay que convencer con
el debate, la propaganda y los hechos; mientras que por otro, el popu-
lismo actúa no sólo a la inversa que esta suma organizada de intereses a
racionalizar, sino que además no se adhiere a esa posibilidad racional y se
imbrica en la moral. Esto es, parte confeccionando una suma moral por
la que no hay sujetos interesados a los que definir, organizar y representar,
sino un sujeto moral al que significar, movilizar y dotar de mecanismos
de representación por los que, una vez en el poder, se pueda determinar
su interés en términos de una justicia igualitarista. Entre los años 1943
y 1945 y desde la Secretaría del Trabajo, el general Juan Domingo Perón
El populismo como estrategia

finiquitaba al movimiento obrero autónomo, coptándolo e introducien-


do grupúsculos filofascistas en su interior para, posteriormente, ganar las
elecciones bajo la marca del laborismo. A partir de aquí, más menciones
al fascismo y el laborismo, el peronismo ha tenido otras ideologías hués-
ped y de lo más contradictorias, como son el movimiento montonero, el
neoliberalismo señalado en el periodo Menem o la versión contemporá-
nea ligada a la izquierda poscomunista con rasgos tanto movimientistas 139
como nacionalistas. Un recorrido de contradicciones y adaptaciones a la
demanda que dan cuenta de un grado de institucionalización por el que
podríamos entender que el peronismo es una ideología delegada, que usa
a todas estas ideologías huésped haciendo que, aunque éstas impliquen
que ese populismo tenga un contenido variado, conserve una esencia de-
mocrática popular ideológicamente definitoria.
La primera etapa del peronismo sustentó una mentalidad distintiva,
un lenguaje, unos ritos y unos mitos por los que no sólo es identificable
hasta hoy, sino que lo capacitó para definir bajo las maneras peronistas a
la política estatal, la sindical y la “política de los pobres” (Auyero, 2001).
Porque aunque el clientelismo no sea equivalente al populismo (Mudde
y Rovira, 2019: 37), la propia advertencia señala que entre ambos parece
existir cierta sincronía, que a su vez coincide con carencias en la institu-
cionalización del Estado moderno y de la democracia liberal y, por tanto,
con la oportunidad para rutinizar espacios de representación informales
que responden a una economía moral, como de privilegios y jerarquías
corporativas formalmente reconocidas pero reguladas discrecionalmente
para ejercer un control político monopólico de áreas del Estado. Por tan-
to, en la conexión con los movimientos sociales, en la creación de orga-
nizaciones de encuadre como sindicatos y un partido, y en el ejercicio del
poder a través del Estado, el peronismo no sólo creó sus propios intereses
a conservar, sino que puede perdurar en torno a una cultura política y a
unas reglas morales capaces de regular esos intereses, como de mostrar-
se como una suma moral del pueblo de cara a la movilización electoral
como ante una huelga. Para ello no ha tenido que generar una ideología,
aunque existan doctrinas localistas y collage sobre un ser peronista expre-
sable en lo banal, sino que ha perpetuado el sistema de acción y la moral
Populismo y el México de hoy

por el que es posible saber cómo comportarse y evaluar moralmente la


política al modo peronista. Esta cultura política-popular se apoya en
la legitimidad electoral y en la propia perduración de la competencia,
aun suponiendo riesgos de pérdida y oposición, porque es a través de
la rutina electoral o de la protesta, que el movimiento se hace tan per-
manente como los momentos populistas, que presentan la cotidianeidad
140 de Argentina como una sucesión de crisis económicas, institucionales o
morales. En este contexto, el peronismo pasó del contacto directo con el
líder en la plaza pública a la implementación de plebiscitos, políticas par-
ticipativas y reconocimientos, ahora en consonancia con los movimientos
sociales de carácter identitario; una prueba de que son el igualitarismo y
la democracia directa los que suponen el rasgo de su ideología, aun no co-
rrespondiendo a una línea histórica y doctrinaria evidente en este sentido,
sino más bien con una suma progresiva y por épocas de modos inconexos
de participación y expresión popular que se incorporan y unifican mo-
ralmente frente a la preexistencia de una élite populista. Una democracia
que cumple el principio schumpeteriano por el que la representación de
las masas con la que culminó la solución moderna al problema de escala,
da pie a sistemas de liderazgo plebiscitario o mercados políticos electivos.
Pero una democracia que no presta atención al aviso de Joseph Schumpe-
ter (1996: 343) sobre que las ideologías son la única conexión entre élite
y electores que abre la posibilidad de apertura, cambio y compromisos ra-
cionales. Una mecánica que consideramos que el populismo no cumple,
dado su carácter moral y estratégico, pero no ideológico.

Conclusiones para la posmodernidad

La noción de crisis de representación surgida a finales de la década


1970 se desenvolvió entre una crisis de las ideologías, por la que mar-
xistas y socialdemócratas perdieron su sujeto de representación situado
en las clases sociales, la confianza en el racionalismo como guía de ac-
tuación y la capacidad de respuesta frente a la economía y la democracia
liberal. Cincuenta años después esas pérdidas han sido tan asumidas que
El populismo como estrategia

apenas se habla de ellas, de modo que el radicalismo se tuvo que expresar


no en los conflictos de intereses y las clases, sino en los contenciosos mora-
les y las identidades. En medio de esta pérdida resurgió el populismo como
la necesidad de entenderlo como una ideología, que si bien no respondiera
a las pérdidas al menos las disimulara en el hallazgo de una estrategia tra-
dicionalmente proscrita del marxismo y de la socialdemocracia. Sin duda,
este relato necesita de algo más que este breve artículo para ser aceptado y 141
de una comprensión más profunda de la alternativa del populismo como
estrategia frente al populismo como ideología. Un debate teórico pero
que, en términos ideológicos, afecta más a la izquierda en cuanto que la
derecha radical asume con naturalidad el contencioso moral y la noción de
pueblo a través de la de una nación experiencial y étnica, que parece acom-
pañar más y mejor al populismo como distintivo ideológico unitarista que
cualquier reclamo igualitarista democrático. Lo que nos haría plantear si a
partir de la igualación nacional la libertad populista se encuentra más en
el reconocimiento jurídico de la identidad que en la autonomía política de
los individuos.
Roger Bartra (1996) definió a México como un axolote, un animal que
vive en el tránsito entre larva y adulto para no definirse jamás sino per-
manecer en un estado de permanente melancolía. En términos políticos
podríamos hablar de sistemas híbridos donde hay una interpretación de
los mecanismos modernos de representación en términos premodernos,
esto es, donde la racionalización instrumental y normativa está constre-
ñida por la moral sustentada en una cultura parroquia, lo que afecta a las
relaciones económicas y políticas como a la interpretación de la norma,
haciendo que las redes personales se reproduzcan en redes clientelares y
corporativas, alimentando la corrupción como el medio legítimo para
acceder a los recursos del Estado dada una continua contraposición entre
lo moral y lo normativo. Bajo esta caracterización, la representación tran-
sita en un doble recorrido formal e informal y el Estado moderno ape-
nas puede institucionalizarse en determinadas regiones. De modo que la
noción de sistemas híbridos ha sido aplicada a América Latina, donde
el populismo parece que se ha hecho sistema en la modernidad, y cu-
yos referentes ilustran a Europa en la posmodernidad, dando una especie
Populismo y el México de hoy

de colonialismo intelectual a la inversa. Porque como estrategia moral


el auge del populismo no puede disociarse de una guerra cultural que
enmarca el conflicto político posmoderno ubicándolo, precisamente, en
una constante necesidad de significación de los sujetos más allá de inte-
reses concretos y de la posibilidad de una evaluación racional. Haciendo
que el populismo europeo de izquierda pareciese una respuesta popular
142 y democrática a la crisis económica de 2008, pero materializándose en
la decepción del gobierno griego de Syriza que respondió a las políticas
liberales de la Unión Europea y sufrió el castigo electoral, y desde 2019
con la presencia de Unidas Podemos, en un gobierno en coalición con
los socialistas, con un giro en su estrategia populista, una deriva en su
liderazgo, bajadas electorales en las citas regionales y en los sondeos, y la
multiplicación de siglas de izquierda locales en ocasiones con un acento,
de nuevo, nacionalista. Frente a este resultado, la derecha radical y la
extrema derecha en Europa crecen electoralmente para ocupar los gobier-
nos de Polonia y Hungría y normalizar su discurso nacionalista ante la
globalización. Una situación que replantea hasta qué punto esa estrategia
es eficaz para cualquier huésped y un debate que de nuevo nos resitúa en
lo teórico.
Para sus defensores, las ventajas de la perspectiva ideológica del popu-
lismo son poder dar cuenta de su maleabilidad por la concepción de la
“ideología delegada”, su adaptabilidad a modelos de movilización y lide-
razgos distintos, considerar oferta y demanda, así como establecer la rela-
ción dual entre populismo y democracia (Mudde y Rovira, 2019). Sobre
las tres primeras ventajas consideramos que la perspectiva del populismo
como estrategia las cumple, pues se ha observado: primero, como es usa-
da por varias ideologías y por partidos de ideología imprecisa e incluso
en contexto sin ideología; segundo, se aplica bajo ideologías diversas aun
estando mediadas por el momento populista; y tercero, parte de la adap-
tación a una demanda para resignificarla políticamente en la oferta de una
unidad popular. Por tanto, asumiendo que el populismo puede institucio-
nalizarse, pero no desde lo ideológico sino desde lo cultural, el reto desde
la perspectiva estratégica es considerar cuál es la relación entre populismo
y democracia en un nivel práctico. En este sentido, hemos ilustrado que
El populismo como estrategia

sólo dos casos de populismo permitieron la pervivencia de la república: el


estadounidense y el argentino. Mientras, en el resto ha sido usado como
comodín de programas que coincidieron en el nacionalismo, al que no
son ajenos los anteriores, y derivaron en imperios o autocracias pluralis-
tas. Pero sólo teniendo en cuenta los casos “exitosos”: primero, en el esta-
dounidense el populismo finalmente se integró al progresismo y bajo un
sentido modernizador contrario al pensado por el movimiento inicial; y 143
segundo, en el de Argentina derivó en un partido, sindicalismo corporati-
vo, inestabilidad y repúblicas donde el populismo se ha transformado en
una rutina marcada por la sucesión de crisis y la concatenación de mo-
mentos populistas, que no implican contar con una ideología pero sí con
un sistema de acción, una cultura y una moral marcados por lo que Juan
José Linz (2017) llamó “mentalidad distintiva”, para señalar la ausencia
de ideologías reflexivas pero la presencia de predisposiciones psíquicas en
los regímenes autoritarios. Una descripción que habrá que reforzar a fu-
turo con un mayor tratamiento de éste y otros casos como el mexicano.
A falta de este esfuerzo, en este capítulo el lector del presente libro podrá
evaluar por otros autores y bajo otras perspectivas, hasta qué punto la tra-
yectoria política y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador respon-
de, por un lado, a una estrategia populista tal como la hemos descrito en su
mecánica y de marcado contenido nacionalista –si es que hay que hablar
de una ideología huésped o directora; y por otro lado, si son capaces de
observar si el llamado a la soberanía popular y la democracia directa gene-
ran formas de participación popular autónomas y, con ello, contribuyen
al mejoramiento de la democracia liberal. Tal como teóricamente sería es-
perable desde cierta visión y si es que este populismo es una ideología, lo
es de izquierda.

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5. Las razones del populismo: reflexiones sobre su ascenso
como fenómeno político en el siglo xxi

Héctor Zamitiz Gamboa1

149
Planteamiento

El auge del populismo ha generado una literatura en rápida expansión


en diversas disciplinas. Aunque, con problemas, los estudios a nivel
teórico han crecido, pero la evidencia empírica global en forma siste-
mática no se encuentra tan avanzada, esto en buena medida, debido
a la necesidad de establecer marcos conceptuales claros antes de su
medición (Norris, 2020).
Cierto es que muchos de los trabajos consagrados al populismo cuyo
número no cesa de aumentar, continúan básicamente destinados a des-
entrañar los resortes del voto populista, lo cual ha limitado el entendi-
miento global del fenómeno al considerarlo implícitamente como un
síntoma revelador de otras cosas que constituirían el verdadero objeto
al que convendría dirigir la atención: por ejemplo, la declinación de la
forma partido, el abismo que se abrió entre la clase política y la sociedad
o la desaparición del clivaje entre una derecha y una izquierda igualmente
incapaces de enfrentar las urgencias del presente (Rosanvallon, 2020).
Conforme avanza el siglo xxi observamos que el populismo ha ins-
taurado ya un nuevo paradigma en la práctica de la política democrática
y en la forma en que comenzamos a percibirla. Por ejemplo, por su for-
ma de actuación política, ideario y propuestas compartidas, observamos
partidos políticos que se pueden considerar pertenecientes a una subfa-
milia política neopopulista dentro de la amplia familia de la derecha. Su

1 Doctor en Ciencia Política por la unam. Profesor de carrera adscrito al Centro


de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, unam. Con-
tacto: hectorzamitiz@politicas.unam.mx. El autor agradece a Ma. Isabel Hernández
Hernández su apoyo en la revisión y corrección del texto.
Populismo y el México de hoy

proyecto político es, a la vez, populista y neoliberal/neoconservador y, en


paralelo, étnico y nacionalista.2
Sin embargo, el fenómeno no es nuevo, ni su acepción es clara. ¿Tiene
el populismo historia? La respuesta es positiva y Rosanvallon considera
que hay dos maneras muy diferentes de concebir esa historia. La prime-
ra tiene que ver con el populismo ruso (1820-1880); con el de Estados
150 Unidos (1890) y con Francia (1929). Estas historias paralelas no inte-
ractúan entre ellas y no constituyen una prefiguración de los fenómenos
contemporáneos. Un segundo tipo de historia permite avanzar de manera
más sugerente en la comprensión del populismo contemporáneo, en el que
se encuentra el “laboratorio latinoamericano” de mediados del siglo xx.3
El debate entre populismo y democracia liberal se diluye muchas veces
cuando se trata de esclarecer qué es lo propio de cada una de las fuerzas y
en qué se diferencian en la lucha por la hegemonía política del presente;
es decir, ni las democracias liberales occidentales operan y se ordenan de
modo homogéneo,4 ni el populismo es un concepto que pueda objetivar-

2 En opinión de Joan Antón Mellón, su aparición, auge, consolidación y llegada al


poder no es fruto de factores coyunturales pasajeros, por ello sería un grave error
clasificarlos como meros partidos de protesta, pues evidencian en las problemáticas
a las que pretenden dar respuesta, las profundas transformaciones socioeconómicas
que han tenido lugar en Europa occidental en las últimas décadas (Mellón, 2002).
3 Por ejemplo, para Fernando Vallespín (2000) el populismo latinoamericano es el
movimiento político más original proveniente de la región. Aunque no pueda cali-
ficarse propiamente de “conservador”, se desvía claramente del discurso ilustrado y
sirve como alternativa de acción política a ideologías tales como el liberalismo o el
marxismo.
4 Se trata aquí de una historia extensa del carácter problemático de la democracia.
No es la de un modelo ideal del que se investigaría el modo en que germinó, enten-
diéndose que alguna vez podría instalarse en su completud, pues la historia de la
democracia no tiene nada de lineal. Según Rosanvallon, dicha historia está hecha de
conflictos intelectuales permanentes acerca de su definición, marcada asimismo por
luchas sociales intensas en torno a la instalación de algunas de sus instituciones cen-
trales (piénsese en la conquista del sufragio universal de ayer o en el reconocimiento
de los derechos de las minorías de hoy). Es una historia de promesas incumplidas y de
ideales maltrechos en la que continuamos totalmente inmersos, como lo prueban la
intensidad del desencanto democrático contemporáneo y la dificultad para hallar las
condiciones de instauración de una verdadera sociedad de iguales. Dentro de este
Las razones del populismo

se en forma clara y comprensible, pues la discusión sobre si es una ideo-


logía política sigue abierta. Por esta razón, algunos autores lo consideran
como un “síndrome”, en un momento en que el desplazamiento del cen-
tro sobre el que gravita la competencia democrática es el denominador
común de las múltiples variantes del fenómeno que con el paso de la
democracia de partidos a la “democracia del público”, marcada por el
declive de las culturas políticas surgidas de la Segunda Guerra Mundial, 151
por la desestructuración de los grandes partidos de masas y por un pro-
ceso doble de personalización y mediatización, ha hecho que la dinámica
democrática entre en una nueva era (Marramao, 2020).
El hecho es que, si bien el populismo es una palabra de moda, signi-
fica cosas distintas según quién la emplea, la lee o la escucha. Para algu-
nos se trata de llevar la democracia más allá de los límites de la vigente
democracia representativa; para otros, es simplemente un fenómeno
de fascismo.5

marco, Pierre Rosanvallon define el populismo como una forma límite del proyecto
democrático, que flanquea otras dos formas límite: la de las democracias mínimas
(reducidas a los derechos humanos y a la elección de los dirigentes) y la de las demo-
cracias esencialistas (definidas por la instalación de un poder-sociedad encargado
de edificar el bien). Por su estructura y por su historia, cada una de estas formas se
encuentra amenazada por modalidades específicas de degradación: la deriva hacia
oligarquías electivas en el caso de las democracias mínimas, y el viraje totalitario del
poder contra la sociedad en el de las democracias esencialistas. El populismo, cons-
titutivo de una forma de democracia que este historiador califica de polarizada, está
a su vez amenazado, cuando funda un régimen, de derivar hacia una democradura
(démocrature), es decir, hacia un poder autoritario dotado empero de cierta capaci-
dad (variable) de reversibilidad (Rosanvallon, 2020: 23).
5 Francis Fukuyama escribió recientemente sobre la pandemia y el orden político en
el sentido de que las crisis importantes tienen consecuencias importantes, las cuales
generalmente son imprevistas. Señala que la gran depresión estimuló el aislacionis-
mo, el nacionalismo, el fascismo y la Segunda Guerra Mundial, pero también condu-
jo al New Deal, el surgimiento de los Estados Unidos como una superpotencia global
y, finalmente, la descolonización. Los ataques del 11 de septiembre de 2001 produ-
jeron dos intervenciones estadounidenses fallidas, el surgimiento de Irán y nuevas
formas de radicalismo islámico. La crisis financiera de 2008 generó un aumento en
el populismo antiestablishment que reemplazó a los líderes de todo el mundo y los
historiadores futuros trazarán los efectos comparativamente de la actual pandemia
de coronavirus (Fukuyama, 2020).
Populismo y el México de hoy

Encontramos libros de autores que reivindican el populismo, al cual


describen como desafección, como rabia, como insulto o incluso como
ideología, para pasar después a definiciones en negativo (qué no es el po-
pulismo), afirmando que “no es liberalismo político, no es fascismo, no
es extrema derecha, tampoco autoritarismo; no es racismo, ni tampoco
comunismo” (Verstrynge, 2017).
152 Como fenómeno político preocupa sobre todo a las élites económicas,
periodísticas y a sectores académicos, así como a los grupos que se sienten
más amenazados por su avance. El aspecto más sensible de este debate
son sus consecuencias sobre el funcionamiento de la democracia, pues
algunos estudiosos cuestionan que los movimientos populistas sean tra-
tados frecuentemente como síntomas patológicos y no como fenómenos
que retan nuestro entendimiento de la democracia y sus complejidades
(Canovan,1999).
El hecho es que llevamos unos años de intensa vida política marcada
por esta nueva polarización entre los partidos representativos del “siste-
ma” de la democracia liberal y las “hordas populistas”, mostrados como
los nuevos bárbaros ad portas frente a la apacible politeia de las democra-
cias avanzadas (Vallespín y Bascuñán, 2017).
La crítica política teórica más común del populismo consiste en
tacharlo de liberalismo, es decir, tendencia a subestimar la extensión
(“societal”) de los derechos individuales frente a la confirmación de la
soberanía colectiva y a la vez tendencia a acusar a los cuerpos intermedios
de contrariar la acción de los poderes surgidos en las elecciones.
Para los teóricos liberales el populismo pone en riesgo a la democracia.
Es un asunto de reglas. William Riker afirma que la democracia requiere
del control de los mandatarios a través de sanciones electorales, toda vez
que el espíritu del populismo y las instituciones populistas permiten a los
mandatarios alterar estas sanciones. Luego entonces, el mantenimiento
de la democracia requiere la minimización del riesgo del populismo. En
este contexto, para la democracia la interpretación liberal del voto es un
asunto crucial. Si el liberalismo no sobrevive, la democracia es indefendi-
ble. “La principal defensa contra los excesos del populismo es mantener
las limitaciones constitucionales heredadas del siglo xviii de los whigs.
Las razones del populismo

Probablemente nos ayudaría también tener una ciudadanía consciente de


la vacuidad de la interpretación populista del voto” (Riker, 1982).
A estas diferentes críticas de orden teórico se añaden las referidas a las
prácticas de los regímenes populistas en diversas experiencias históricas,
en particular, con las condiciones de implementación del principio de
polarización de las instituciones: modificación del papel y los modos
de organización de los tribunales constitucionales, supresión o manipu- 153
lación de las autoridades independientes y sobre todo de las comisiones
de control electoral, donde ellas existen. Se añaden a estos elementos los
datos relativos a la política respecto a los medios de comunicación, las
asociaciones o los partidos opositores (Rosanvallon, 2020).
Lo que es innegable es que hoy se hable en general de populismo, pero
debido a que el concepto da lugar a interpretaciones tan dispares, conti-
núa la inquietud entre los científicos sociales en su discusión y análisis.
Uno de los problemas a los que se enfrentan es que la noción de popu-
lismo se toma como algo evidente, y se da por hecho que todos saben a
qué se refieren, pero la ciencia política lleva cuando menos sesenta años
debatiendo sobre su significado.
La cuestión es que a medida que el término ha ido aplicándose a los
movimientos más diversos, el fenómeno mismo se ha vuelto más inasible,
hasta el punto de que sería más fácil enumerar lo que no ha sido definido
como populista. Frente a esta situación se nos presenta una alternativa:
a) optar por tirar a la basura el término y proscribir su uso, o b) hacernos
cargo de la vaguedad del mismo y considerar su naturaleza contradictoria,
precisamente, como la característica que lo define (D’Eramo, 2013).
Es importante la advertencia de no renunciar a emplear el término,
pero sí a estar atento a las trampas que subyacen bajo el mismo. Porque
es una noción dudosa, ya que a menudo sólo sirve para estigmatizar al
adversario o para legitimar, con un vocablo nuevo, la pretensión de su-
perioridad de los poderosos y los instruidos sobre las clases populares,
juzgadas siempre como propensas a mutarse en una plebe guiada por
funestas pasiones; asimismo porque de manera vaga y forzosa a la vez,
ha respondido a la necesidad de utilizar un nuevo lenguaje para calificar
una situación inédita del ciclo político que se abrió al iniciarse el siglo
Populismo y el México de hoy

xxi, ciclo político que “algunos caracterizan como apremiante expectativa


social de revitalización del proyecto democrático, ya que redescubre el
camino de una soberanía más activa del pueblo, mientras que otros lo ven
a la inversa, como portador de presagios en los que se enuncia la temida
desestabilización de ese mismo proyecto” (Rosanvallon, 2020: 14).
Lo que hay que evitar es caer en la tentación de expandir su semántica
154 a prácticamente todo lo que se mueve en la esfera pública. La intensidad
de la discusión hace proclive que se pierda como objeto de estudio. Si
todo es populismo, ya nada lo es y el concepto amenaza con convertirse
en circular.
También se puede afirmar que el concepto de populismo se ha venido
usando intuitivamente muchas veces renunciando a desentrañar su con-
tenido. Para lograr esto, nosotros consideramos que se tienen tres formas
que son complementarias: la teórico-conceptual, la histórica-contextual y
la ideológico-doctrinaria. Todas ellas requieren de un desarrollo y profun-
didad mayor, que por razones de espacio no haremos aquí.
Nos proponemos en este capítulo reflexionar sobre las causas del as-
censo del populismo como fenómeno político en las primeras décadas del
siglo xxi. Centramos nuestro análisis en la relación entre el populismo y
la democracia, pues el argumento principal es que el populismo responde
a una crisis de la democracia liberal que ha resultado más profunda de lo
que se observaba a finales del siglo xx, la cual se debe a un conjunto de
factores económicos, sociales y culturales. Para ello optamos por propo-
ner un “hilo conductor” que nos permita, a partir de las razones teóricas,
explicar algunas de las principales características ideológicas, históricas y
discursivas que justifican la presencia del populismo, con la finalidad de
aproximarse a comprender lo esencial.
Pierre Rosanvallon recomienda que antes de ser examinado como pro-
blema, el populismo debe ser entendido como una forma de respuesta a
los conflictos contemporáneos. Este autor señala que el fenómeno hay
que tomarlo en serio analizándolo y criticándolo como tal. Pero dicha
crítica sólo puede cumplir de lleno su función si se prolonga en el esbozo
de una propuesta concurrente en que el populismo no sea concebido
como una desviación de la democracia, en el sentido de que la primera
Las razones del populismo

constituye (como democracia existente) una referencia acabada del pro-


yecto democrático y por lo tanto no es inestable y en continua explora-
ción de sus paradojas (aporías) y que el primero, lejos de simplificarla o
polarizarla, la enriquece (Rosanvallon, 2020).

Sobre la caracterización del populismo 155

Parece ser una constante en todos los trabajos de investigación que inten-
tan echar luz sobre el populismo, manifestar que es un elemento de difícil
delimitación, sumamente vago y heterogéneo. Coincidimos entonces con
aquellos autores que consideran poco útil para las ciencias sociales que di-
cho concepto abarque casos tan disímiles, porque “forzar” tanto esta cate-
goría redundaría en quitarle casi todo su valor explicativo y conduciría a los
mencionados análisis “vagos e imprecisos” (Funes y Saint-Mezard, 1993).
Este planteamiento nos conduce a retomar la conferencia que en 1967
se verificó en la London School of Economics and Political Science, “Para
definir el populismo”, en la que participó Isaiah Berlin6 y de la que se
derivan algunas generalizaciones. Una de ellas es la que refiere el intento
por formular algún tipo de modelo o modelos con los cuales se pudieran
identificar los diversos tipos de populismo, en todos sus momentos y en
todos los lugares. Frente a esta tarea, Berlin identificó que en este plantea-
miento se presentaba un problema a priori: el intento de producir algún
tipo de modelo analítico o modelos analíticos (unificación artificial), sin
traer necesariamente preguntas sobre desarrollos específicos y en lugares
específicos, implicaba eliminar el cambio histórico específico del populis-
mo en algún país, lugar y época en particular (Berlin, 1968).

6 Isaiah Berlin participó en una conferencia llevada a cabo en la London School of


Economics and Political Science en Londres, bajo el título antes mencionado, del 20
al 21 de mayo de 1967. Un resumen de la conferencia apareció bajo el mismo título
en la revista Government and Opposition, 3, (2): 137-79, en 1968; una transcripción
completa de los procedimientos de la conferencia. Los documentos presentados en la
conferencia fueron publicados en Populism: Its Meanings and National Characteris-
tics, por Ghita Ionescu y Ernest Gellner (1969).
Populismo y el México de hoy

En otros términos, el establecimiento de diversas tipologías tiene cier-


tos límites. Describir las múltiples variantes –de derecha y de izquierda,
con sus grados de autoritarismo, las diferencias de políticas económicas
que les están asociadas, etc.– no ayuda a captar lo esencial: el núcleo de
los elementos invariantes, así como las reglas de diferenciación de los ca-
sos particulares.
156 Otra cuestión que se planteó en el mencionado seminario que convie-
ne recuperar, es la recomendación de que no se debía sufrir el “complejo
de Cenicienta”, metáfora con la que Isaiah Berlin quiso decir lo siguiente:

que existe una zapatilla –la palabra populismo– para quien, en


algún lugar, debe de existir un pie. Existen todos tipos de pie que
casi son de la talla, pero no debemos quedar atrapados por esos
pies que casi dan la talla. El príncipe siempre anda deambulando
con la zapatilla; y en algún lugar estamos seguros, le espera una
extremidad llamada populismo puro. Ése es el núcleo del populis-
mo, su esencia […] todos los otros populismos son derivaciones,
desviaciones, variaciones, pero en algún lugar acecha la verdad, el
populismo perfecto […] (Berlin, 1968: 6).

Es importante destacar aquí que los estudios empíricos del populismo re-
quieren establecer un marco conceptual claro antes de su medición. Pipa
Norris (2020) afirma que tres enfoques alternativos para definir el popu-
lismo permanecen en debate: a) concebirlo como ideología; b) como un
conjunto de ideas más laxas, y c) como una forma de retórica política.
Explica que, para tratar al populismo como una ideología política dis-
tintiva, el primer enfoque ejemplifica al socialismo, al comunismo y al
liberalismo, en el sentido de que como ideologías políticas incluyen tres
componentes: en el nivel más abstracto, como sistemas formales de pen-
samiento político, textos canónicos sobre marxismo, liberalismo, conser-
vadurismo (incluso se incluye al feminismo), elaborados por pensadores
seminales que desarrollan interpretaciones elaboradas del mundo y ofre-
cen prescripciones para las acciones.
Las ideologías políticas se caracterizan típicamente por un conjunto
de valores normativos coherentes y principios políticos que proporcionan
Las razones del populismo

una visión moral de la buena vida, un marco doctrinal y un conjunto


sistemático de creencias para comprender el mundo. A nivel intermedio,
las ideologías también ayudan a estructurar el debate público, facilitan la
construcción de coaliciones y la movilización en torno a objetivos comu-
nes, y permiten a los partidos políticos ofrecer a los votantes plataformas
de políticas coherentes.
Las ideologías ofrecen a los activistas y líderes un plan práctico de 157
acción colectiva para lograr objetivos morales comunes y, en el nivel más
bajo, las élites y los ciudadanos comunes usan ideologías para organizar
y estructurar valores, actitudes y creencias políticas, mostrando opiniones
coherentes en lugar de opiniones al azar a través de dimensiones temáticas.

Sin embargo, por sí mismo, el populismo no califica como una


ideología política equivalente al liberalismo o al socialismo, ya que
carece de textos teóricos fundamentales y de un conjunto coheren-
te de prescripciones prácticas de política. Las ideas centrales del
populismo no proporcionan una filosofía elaborada y en ausencia
de componentes centrales, no está claro si el populismo califica
como una “ideología” política (Norris, 2020).

Lo anterior nos conduce a pensar que para analizar el populismo en la


actualidad se requiere hacer una adecuada conceptualización del mismo,
lo cual supone buscar captar la “esencia de las cosas” o, en otros términos,
caracterizarlo con la mayor precisión, con lo que podemos denominar
plena dimensión de cultura política original.
Para Rosanvallon el populismo no se ha teorizado en los términos de
una cultura política original, pues sus propios actores, a pesar de algunas
publicaciones y discursos notables, no han teorizado realmente aquello
de lo que son portadores. Esta situación es considerada por el historiador
francés como una excepción histórica, pues entre los siglos xvii y xx, todas
las grandes ideologías de la modernidad estuvieron asociadas con la publi-
cación de obras pioneras que vinculaban los análisis críticos del mundo
social y político existente con visiones de futuro (liberalismo, socialismo,
anarquismo, conservadurismo y tradicionalismo; las reglas del gobier-
no representativo); no obstante, si bien el populismo no se encuentra
Populismo y el México de hoy

vinculado a ninguna obra de magnitud comparable a la altura de la centra-


lidad que ha llegado a adquirir, reconoce el esfuerzo de conceptualización
desde la izquierda de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (autores que, por
otra parte, no tienen equivalentes en la extrema derecha).
En este sentido, planteará que considerar que el populismo es una
ideología blanda o débil es engañoso, en función de su capacidad de mo-
158 vilización, por lo que advierte:

si la ideología no ha sido formalizada, ni desarrollada es porque


sus propagandistas han privilegiado más los gritos de enojo y de-
nuncias vengativas que atraen a los electores, que a los argumentos
teóricos; aunque esta situación no implica no reconocerle como
una ideología ascendente en profundidad en el campo de la teoría
democrática y social (Rosanvallon, 2020: 18).

La producción intelectual en torno al auge del fenómeno político:


la discusión sobre el esencialismo de clase

Se registra ya como referencia obligada la producción de varios intelec-


tuales que han abogado por el populismo, lo cual ha contribuido en bue-
na medida a dar una consistencia deseable al término y a la perspectiva
política e ideológica del “populismo de izquierda”, aunque continúa pre-
sente el debate que se ha presentado fundamentalmente bajo la oposición
binaria populismos de derechas frente a populismos de izquierdas.7

7 Ver por ejemplo el texto de Paula Biglieri (2020), en el cual la autora participa en
la discusión actual sobre si la proliferación de los así denominados populismos de
derechas, que en diversas latitudes del globo han dado lugar a gobiernos que han enla-
zado políticas neoliberales con posiciones xenófobas, racistas, sexistas, homofóbicas,
antifeministas, etcétera, invalida o no la tesis de Laclau de que el populismo es un
tipo de articulación que puede dar un sentido emancipatorio a la iniciativa política,
lo que desde su punto de vista teórico, significa hacer la política nuevamente pensable.
Biglieri menciona sólo algunos ejemplos: Donald Trump en Estados Unidos, Viktor
Orbán en Hungría, Recep Tayyip Erdogan en Turquía y Jair Bolsonaro en Brasil.
Las razones del populismo

Con mayor o menor precisión intelectual es frecuente ver citado a


Ernesto Laclau (2005) como uno de los pensadores que han traspasado
las fronteras de la academia, debido a que el populismo ocupó un lugar
central en sus preocupaciones intelectuales. Desde una perspectiva sin-
gular (sociología, psicología, filosofía política) este autor publicó el libro
La razón populista, donde plantea que su interés en tratar el tema de las
identidades colectivas en una discusión sobre el populismo partió de la 159
sospecha de que en la desestimación del populismo hay mucho más que
la relegación de un conjunto periférico de fenómenos a los márgenes de la
explicación social, pues lo que está implícito en un rechazo tan desdeñoso
es la desestimación de la política y la afirmación de que la gestión de los
asuntos comunitarios corresponde a un poder administrativo cuya fuen-
te de legitimidad es un conocimiento apropiado de lo que es la “buena
comunidad”.
Sin embargo, Laclau afirma que el populismo estuvo siempre vincu-
lado a un exceso peligroso que cuestiona los moldes claros de una co-
munidad racional, por lo tanto, se propone aclarar las lógicas específicas
inherentes a ese exceso y afirma que lejos de corresponder a un fenómeno
marginal, están inscritas en el funcionamiento real de todo espacio comu-
nitario; pero el referente del populismo se vuelve borroso, pues muchos
fenómenos que tradicionalmente no fueron considerados como popu-
listas, bajo el análisis que lleva a cabo caen dentro de esa calificación, de
donde se desprende una crítica potencial a su enfoque, a la cual sólo se
puede responder que el referente del “populismo” siempre ha sido ambi-
guo y vago en el análisis social (Laclau, 2005).
Laclau afirma que basta con revisar brevemente la literatura sobre po-
pulismo a la que hace referencia en su obra, para observar que está pla-
gada de referencias a la vacuidad del concepto y a la imprecisión de sus
límites, por lo que su intento “no ha sido encontrar el verdadero referente
del populismo, sino hacer lo opuesto: mostrar que el populismo no tiene
ninguna unidad referencial porque no está atribuido a un fenómeno deli-
mitable, sino a una lógica social cuyos efectos atraviesan una variedad de
fenómenos” (Laclau, 2005).
Populismo y el México de hoy

En este sentido, Laclau afirma que el populismo es simplemente un


modo de construir lo político y que como categoría de análisis político
nos enfrenta a problemas específicos pues, por un lado, es una noción
recurrente que no sólo es de uso generalizado, ya que forma parte de la
descripción de una amplia variedad de movimientos políticos, sino tam-
bién intenta capturar algo central acerca de estos. Empero, su aparente
160 vaguedad no se traduce en dudas acerca de la importancia de su función
atributiva; sin embargo, no existe ninguna claridad al respecto del conte-
nido de su atribución. Un rasgo característico persistente en la literatura
sobre populismo es la reticencia –o dificultad– para dar un significado
preciso al concepto.
Desde la publicación, en el 2005, de la Razón populista, ningún estu-
dio sobre populismo –que se precie de ser riguroso– ha eludido conside-
rar en un sentido u otro, el trabajo que en este texto desarrolló Ernesto
Laclau, aunque existen varias cuestiones que destacar de lo que él planteó
sobre el populismo en esta obra, la cual discutió durante años en el semi-
nario de doctorado sobre Ideología y análisis del discurso en la Universidad
de Essex y otro sobre Retórica, tales como:

a) Que el populismo por sí mismo tiende a negar cualquier identifica-


ción con, o clasificación dentro de, la dicotomía izquierda/derecha.
Es un movimiento multiclasista, aunque no todos los movimientos
multiclasistas pueden considerarse populistas.
b) El populismo generalmente incluye componentes opuestos, como
ser el reclamo por la igualdad de derechos políticos y la participa-
ción universal de la gente común, pero unido a cierta forma de
autoritarismo a menudo bajo un liderazgo carismático.
c) También incluye demandas socialistas (o al menos la demanda de
justicia social), una defensa vigorosa de la pequeña propiedad, fuer-
tes componentes nacionalistas, y la negación de la importancia de
la clase.
d) Afirmación de los derechos de la gente común como enfrentados
a los grupos de interés privilegiados, generalmente considerados
contrarios al pueblo y a la nación (Laclau, 2005: 4).
Las razones del populismo

Laclau (2005: 4) adelanta la siguiente hipótesis que va a guiar su indaga-


ción teórica:

[…] que el impasse que experimenta la teoría política en relación


con el populismo está lejos de ser causal, ya que encuentra su raíz
en la limitación de las herramientas ontológicas actualmente dispo-
nibles para el análisis político; que el “populismo”, como lugar de 161
un escollo teórico, refleja algunas de las limitaciones inherentes al
modo en que la teoría política ha abordado la cuestión de cómo los
agentes sociales “totalizan” el conjunto de su experiencia política.

Para desarrollar esta hipótesis no sólo considerará algunos de los inten-


tos teóricos de resolver la aparente insolubilidad de la cuestión del po-
pulismo. Laclau muestra que los intentos de realizar tipologías no han
aportado mucho a los esfuerzos por distinguir lo que es propio de un mo-
vimiento populista, de una ideología y su retórica, o de buscar un conjun-
to de características que permitan definir a un fenómeno como populista
(Retamozo, 2006).
Para estudiosos de la obra de Laclau, en La razón populista no sólo
hallamos una teoría de la estructuración de los movimientos sociales, sino
una teoría de la emancipación despejada de teleologías. Para esto, recurre
a la deconstrucción y a Lacan con el fin de describir cómo las identidades
sociales de los sujetos se forman aún dentro de la deconstrucción de la
identidad. La diferencia y la carencia, como conceptos, rigen esta lógica
de la estructuración sociopolítica. Aunque rehúye un llamado esencialis-
mo economicista, en la lógica del intercambio simbólico se encuentra
la ley del valor de Marx. En este sentido busca en esta obra destacar
una lógica de lo social y de lo político que no implique un esencialismo
filosófico o privilegiar ciertos elementos a priori. La articulación de esta
lógica será clave para recuperar la concepción de pueblo y populismo que
rompe con las limitaciones habitualmente impuestas a estos movimientos
(Mendívil, 2005).
Para el profesor de la Universidad de Essex, en primera instancia, el
populismo es una forma de construir una identidad social. Concedien-
do que puede existir una multiplicidad de identidades, sus reflexiones se
Populismo y el México de hoy

orientan a determinar lo propio de la articulación identitaria populista.


Para explicar esta especificidad ofrece una teoría de las demandas sociales.
La estructura social –de la sociedad contemporánea global y neoliberal–
ofrece una variedad de antagonismos que generan reclamo sobre algunos
puntos. Estas demandas pueden ser vistas como peticiones de inclusión al
sistema, pero que si no encuentran respuestas satisfactorias se convierten
162 en reclamos. En principio y mientras permanecen aisladas, son demandas
democráticas. Sin embargo, al ir creciendo y encontrando una articula-
ción equivalente, las demandas se extienden, se ponen en contacto con
otras y se trasforman en populares.

La pluralidad de antagonismos articulados configura un espacio


compuesto por aquellos que se encuentran en posición de subor-
dinación y han elaborado demandas insatisfechas. Allí opera un
recurso retórico que introduce una distinción en el espacio social
que lo divide en dos campos. Se identifica un “nosotros-pueblo”
frente a un “ellos-poder”. Ésta es, para Laclau, la base del populis-
mo, el cual se constituye como tal con la elaboración de un sistema
estable de sentidos colectivos capaces de movilizar a los grupos
demandantes (Retamozo, 2006: 256).

En suma, el populismo no es meramente una categoría ideológica, es


más bien una referencia de la manera en que se estructuran las realidades
políticas de los grupos sociales. El marco teórico que proporciona La-
clau explica por qué el populismo se presenta no como una ideología de
izquierda o derecha, sino como un fenómeno que antecede en un nivel
de articulación social a estas distinciones, ya que es en mayor medida
un modo de constituir la identidad del pueblo frente a un poder que no
satisface las demandas populares. Por otro lado, el significante vacío que
posibilita la identificación del pueblo con una demanda particular no
permanece estable, sino que flota entre las coordenadas políticas y socia-
les. Así, un movimiento popular puede virar hacia la derecha o hacia la
izquierda, los sectores tradicionales de la política de masas lo han enten-
dido (Mendívil, 2005).
Las razones del populismo

En un nivel ideológico Chantal Mouffe (2018) planteó en Por un po-


pulismo de izquierda, que resultaba imperioso para la izquierda compren-
der la naturaleza de la coyuntura actual y el desafío que representa el
“momento populista”. Esta autora considera que existe una crisis de la
formación hegemónica neoliberal, que abre la posibilidad de construir
un orden más democrático y que para poder intervenir en esta crisis es
imprescindible establecer una frontera política; afirma también que el 163
populismo de izquierda –entendido como estrategia discursiva de cons-
trucción de la frontera política entre el “pueblo” y la “oligarquía”– es el
tipo de política requerido para recuperar y profundizar la democracia.
Persuadida de que numerosos partidos socialistas y socialdemócratas
se encontraban desorientados por aferrarse a una concepción inadecuada
de la política, lo cual le hizo pensar que podían transformarse con objeto de
implementar el proyecto de radicalización de la democracia, lo cual no
ocurrió, a través de Hegemonía y estrategia socialista y Hacia una política
democrática radical, libro que escribió con Ernesto Laclau (publicado en
1985), hizo una crítica a dicha concepción:

Lo que nos motivó (a ella y a Ernesto Laclau) fue la incapacidad


de la política de izquierda, tanto en su versión marxista como en
su versión socialdemócrata, para tomar en cuenta una serie de mo-
vimientos surgidos tras las revueltas de 1968 y que respondían a
diversas resistencias contra una variedad de formas de dominación
que no podían formularse en términos de clase. La segunda ola del
feminismo, el movimiento homosexual, las luchas antirracistas y
los problemas del medioambiente habían transformado de raíz el
panorama político, pero los partidos de izquierda tradicionales no
fueron receptivos a sus demandas porque no lograron reconocer su
carácter político (Mouffe, 2018).

Mouffe y Laclau comprendieron que los obstáculos por superar pro-


venían de la perspectiva esencialista que dominaba el pensamiento de
izquierda, a la cual denominaron “esencialismo de clase”, según la cual
las identidades políticas expresaban la posición de los agentes sociales
en las relaciones de producción, posición que definía sus intereses, por lo
que recurriendo a algunas ideas del posestructuralismo, combinándolas
Populismo y el México de hoy

con las de Antonio Gramsci refutaron este enfoque mediante el desarro-


llo de uno alternativo “antiesencialista”, al que consideraron adecuado
para aprehender la multiplicidad de luchas contra diferentes formas de
dominación.
Con el fin de dar expresión política a la articulación de aquellas luchas,
propusieron redefinir el proyecto socialista en términos de una “radicali-
164 zación de la democracia”, el cual consistió en establecer una “cadena de
equivalencias” que articulara las demandas de la clase obrera con las
de los nuevos movimientos sociales para construir una “voluntad común”
y crear lo que Gramsci denominó una “hegemonía expansiva”.
Al reformular el proyecto de la izquierda en términos de una democra-
cia “radical y plural”, señala Mouffe,

el campo del conflicto social se amplió en vez de concentrarse en


un “sujeto privilegiado” como la clase obrera […] esto no significa
que hayamos privilegiado las demandas de los nuevos movimien-
tos en detrimento de las de la clase obrera. Lo que destacamos fue
la necesidad de que la política de izquierda articulara las luchas en
torno a diferentes formas de subordinación, sin atribuir una cen-
tralidad a priori a ninguna de ellas (Mouffe, 2018).

También advirtió, en este contexto, sobre el creciente éxito de los par-


tidos populistas de derecha que pretendían ofrecer una alternativa que
devolviera al pueblo la voz que le fuera confiscada por las élites del esta-
blishment. Asimismo, insistió en la necesidad de romper con el consenso
pospolítico y de reafirmar la naturaleza partisana de la política a fin de
crear las condiciones necesarias para un debate “agonista” sobre las posi-
bles alternativas.
Ahora bien, es posible referirse a la “propuesta teórica fuerte” de po-
pulismo político llevado a cabo en el ámbito filosófico por Ernesto Laclau
y en el ámbito estrictamente politológico por Chantal Mouffe, como lo
afirma Giacomo Marramao, el cual considera una operación difícil para
cualquiera en razón de la complejidad y del relieve de su obra, particular-
mente por sus principales planteamientos teóricos, que son
Las razones del populismo

enunciados que gravitan en torno a las nociones clave de conflicto,


populismo y hegemonía y su radical definición en clave discur-
siva y éste es el núcleo teórico de su propuesta antiesencialista.
Sin una clara comprensión de esta tesis de crítica radical de
toda forma de sustancialismo metafísico o esencialismo, no es
posible percatarse de que la noción de populismo de Laclau se
caracteriza por ser estrictamente política y se sitúa en rumbo de co-
lisión con las versiones antipolíticas de los “populismos” que pos- 165
tulan el sujeto pueblo como una entidad ya-dada, ya-constituida
(Marramao, 2020: 28).

Marramao afirma que en más de una ocasión Laclau había subrayado que
en las sociedades contemporáneas “lo social” se presenta con un elevado
coeficiente de complejidad y heterogeneidad. Ello no comporta, sin em-
bargo, la desaparición del conflicto entre capital y trabajo que está en el
centro del análisis marxiano clásico del sistema de producción capitalista,

pero plantea la exigencia de definirlo y contextualizarlo de nuevo


ante “la aparición de otros conflictos no menos radicales, como
el ecológico y el que afecta recursos comunes como el agua, y las
frecuentes revueltas a escala planetaria contra la exclusión y la mar-
ginación social”. El problema que se plantea, entonces, es el de
“articular políticamente estos conflictos”: pensar la política signi-
fica, por lo tanto, pensar “una práctica hegemónica” que, con una
estrategia unitaria, reúna un conjunto de diferencias, polaridades
en conflicto y gran variedad de demandas que, de lo contrario,
estarían condenadas a la dispersión (Marramao, 2020: 28).

La centralidad del debate “pueblo” vs. “élite”

Rosanvallon señala que son cinco los elementos constitutivos de la cultura


política populista: 1) una concepción de pueblo; 2) una teoría de la demo-
cracia; 3) una modalidad de la representación; 4) una política y una filosofía
de la economía; y, 5) un régimen de pasiones y emociones. La concepción de
pueblo fundada en la distinción entre “ellos” y “nosotros” es el elemento es-
tudiado con más frecuencia, que dicho historiador enriquece apoyándola en
Populismo y el México de hoy

un análisis de la tensión entre el pueblo cuerpo-cívico y el pueblo-cuerpo social


y, mostrando, asimismo, el modo en que el término pueblo encuentra una ca-
pacidad renovada de puesta en forma de lo social en la era del individualismo
de singularidad (Rosanvallon, 2020).
No quisiéramos dejar de destacar la importancia que tiene esa con-
cepción para entender la esencia del populismo actual –en particular el
166 europeo–, aunque a través de todas las fluctuaciones del término, el dis-
curso dominante parece caracterizarlo a través de tres rasgos esenciales:
un estilo de interlocución que se dirige directamente al pueblo por enci-
ma de sus representantes más notables; la afirmación de que gobiernos y
élites dirigentes se preocupan más de sus propios intereses que de la cosa
pública y una retórica identitaria que expresa el temor de los extranjeros
y su rechazo.
El populismo históricamente, tanto en el nivel ideológico como en el
programático, ha buscado las vías para integrar y dotar de sentido al pue-
blo como sujeto democrático, lo cual ha sido un motivo de permanente
debate. La entidad llamada pueblo es la fuente del poder y el interlocutor
prioritario del discurso político, tal como lo afirman las constituciones y
ha sido la convicción que los oradores republicanos y socialistas de antaño
desarrollaban de buena fe, que no se salva de las críticas en el sentido de
que pueblo no sirve para caracterizar una fuerza política definida, porque
el pueblo no existe. Afirma Jaques Rancière (2014: 120-121) al respecto:

Lo que existe son figuras diversas, incluso antagónicas de pueblo,


figuras construidas privilegiando ciertas formas de reunión, ciertos
rasgos distintivos, ciertas capacidades o incapacidades: pueblo ét-
nico definido por la comunidad de la tierra o de la sangre; pueblo
manada cuidado por buenos pastores; pueblo democrático que
pone en práctica las competencias de los que no tienen ninguna
competencia particular; pueblo ignorante que los oligarcas man-
tienen a distancia, etc.

La defensa de los populistas por la palabra pueblo ha pasado, desde cues-


tionar su figura retórica a partir del estereotipo de inútil, ignorante, arbi-
trario, desenfrenado, privado de discernimiento, intempestivo, pasando
Las razones del populismo

por las connotaciones negativas para evitar “que se construyera un puente


que uniera comunismo y fascismo”, hasta volver a incluirlo en el discurso
político. Varios factores influyeron en este proceso. Marco D’Eramo des-
cribe algunos momentos desde la caída del Muro de Berlín hasta nuestros
días, convirtiendo en una verdadera parábola del término populismo este
periodo histórico particular, en el que el mundo entero se precipitó, en
buena medida, hacia un despotismo oligárquico y en el que por ello re- 167
tornó con fuerza la oposición entre oligarcas y plebeyos.
En primer lugar, desde el punto de vista discursivo, las clases sociales
pasaron a ser innombrables, al menos tanto como el pueblo; es decir,
desapareció cualquier anclaje de la propuesta política a intereses concretos
de grupos sociales diversos y contrapuestos, mientras que desde finales de
la Guerra Fría se fue consolidando un régimen oligárquico en un doble
sentido: porque la estructura social está cada vez más desequilibrada y
porque surgieron, literalmente, verdaderas oligarquías del dinero, en un
régimen en el que las élites se encuentran cada vez menos sometidas al
régimen jurídico válido para el resto de la población (D’Eramo, 2013).
El debate entre el pueblo y la élite –o bien el populismo y la oligar-
quía–, atraviesa la cuestión de la caracterización de una “visión populista
no esencialista” que se refiere al pueblo como la gente corriente cuando
reclama la única legitimidad política y la fundación de un orden insti-
tucional a su servicio, puesto que el actual no lo está y por eso debe ser
transformado.
La diferencia fundamental se encuentra en la genealogía de ese pueblo,
en la concepción de su nacimiento. Señala Íñigo Errejón que esto puede
parecer una diferencia de carácter teórico, pero considera que tiene con-
secuencias políticas evidentes importantes, por lo que hace la siguiente
diferenciación:

Para el populismo reaccionario el pueblo (como la nación) son


“entidades ya dadas”, anteriores a la voluntad política e inmutables
en el tiempo: una esencia siempre igual a sí misma, que es desoída
o maltratada por intereses ocultos, y que debe ser realizada. No
existen diferencias legítimas en el seno del pueblo –todas serán
motivo de traición– y su voluntad se realiza una vez, tras la cual
Populismo y el México de hoy

el orden queda clausurado, encajando perfectamente el pueblo y el


orden institucional. Con la apariencia de una llamada a la partici-
pación popular sienta las bases para que ésta, como mucho, se pro-
duzca una vez. Para el populismo pluralista, que podríamos llamar
también democrático, el pueblo es la articulación de diferencias
por una intervención hegemónica que construye una comunidad
agrupada en torno a un afecto (y su reverso, un adversario) y un
168 horizonte compartido. En esta visión, lo social es un terreno cada
vez más heterogéneo y atravesado, que sólo se ordena, siempre de
forma temporal y frágil, por la articulación. En otras palabras: la
tan ansiada “unidad” no está aguardándonos en la economía o
la geografía o la historia, sino que es el resultado contingente de
intervenciones políticas para agruparnos de un modo y no de otro,
por unas razones y no por otras (Errejón, 2020).

El populismo como síntoma de erosión de la democracia liberal

Es importante explicar que la raíz de la omnipresencia actual del populis-


mo responde, en cambio, a fenómenos más complejos. Es una cuestión
difícil de explicar porque, como suele ocurrir en todas las grandes trans-
formaciones, sobre ellas se cruza un buen número de factores que no se
dejan ponderar a partir de un principio de causalidad claro.
Algunos hablan, como lo explicamos líneas arriba, del “gran resen-
timiento” hacia las élites, fruto de un conjunto de agravios, que sería
lo que alimenta esta nueva reivindicación de un pueblo no mediado;
pero en todo caso se debería especificar qué es lo que lo provoca. Otros
dan prioridad al desorden inducido por la globalización, teniendo en la
gran crisis financiera y económica del 2008 el punto de referencia fun-
damental (Morlino y Quaranta, 2016), aunque habría que justificar, sin
embargo, por qué ya antes de la crisis era perfectamente perceptible un
zeitgeist populista (Vallespín y Bascuñán, 2017).
Hace veinte años al referirse a los desafíos de la democracia, Fernando
Vallespín escribió que en ese momento permeaban los mismos problemas
de hace décadas, a la vez que hacían acto de presencia otros nuevos. Entre
estos últimos destacó la mundialización de la economía y sus consecuencias
Las razones del populismo

sobre los sistemas políticos, los procesos de integración supranacional y los


conflictos políticos de la diversidad y del pluralismo étnico y cultural, por no
mencionar aquellos que atisbó el teórico italiano Norberto Bobbio, como el
protagonismo de los medios de comunicación de masas en la vida pública
y su gran influencia sobre todo en el proceso político. Así, lenta e implaca-
blemente se habían producido transformaciones sociales después del fin del
mundo bipolar tras los acontecimientos de 1989, con la consabida prolife- 169
ración de nuevas democracias, pero también de nuevos conflictos étnicos,
pero no iban a la zaga, la consiguiente internacionalización de los mercados
financieros y el crecimiento exponencial de la sociedad de la información,
fenómenos que obligaron a replantear la cuestión de la democracia y su fu-
turo rompiendo con los análisis tradicionales, excesivamente dependientes
del funcionamiento de la democracia en el interior de cada sistema político
estatal (Vallespín, 2000).
La razón de esta situación había que buscarla en el hecho de que la
economía y la sociedad como un todo se escapaban del control directo de
la política centrada en el Estado, en tanto que la ciudadanía, integrada en
un demos, se encuentra sujeta a un casi imparable proceso de heterono-
mía, lo que ha suscitado un desplazamiento de las fronteras de la acción
política, ocasionando un déficit democrático.
Lo que quizás se pierda de vista detrás del celebrado “triunfo” de la
democracia es que se actúa como si ya no debiéramos preocuparnos por
su mejoramiento. Puede ser que esto ocasione que las democracias de
Occidente se vean a sí mismas como “democracias avanzadas” versus “de-
mocracias defectivas”, es decir, no liberales (iliberales).8

8 El término democracia iliberal (illiberal democracy) es un término relativamen-


te reciente, utilizado en el mundo anglosajón. Una democracia iliberal es también
llamada una “democracia parcial”, una “democracia de baja intensidad”, una “demo-
cracia vacía”, un “régimen híbrido” o una “democracia guiada”. Se trata de un sistema
de gobierno en el que, a pesar de celebrar elecciones, los ciudadanos están apartados
del conocimiento de las actividades de quienes ejercen realmente el poder, funda-
mentalmente debido a la carencia de libertades civiles, por ello son consideradas
“sociedades abiertas”. Hay países “que no se pueden categorizar ni como ‘libres’ ni
como ‘no libres’, sino más bien como ‘probablemente libres’, estando en un lugar in-
termedio entre regímenes democráticos y no democráticos”. Esto puede ser porque o
Populismo y el México de hoy

El caso es que, junto a los grandes cambios que ha habido en la base


material de las sociedades contemporáneas, estamos también ante la ge-
neralización de un conjunto de emociones que parecen haber estallado
en oposición de la otrora predominante visión más técnica y racional
de lo político, y se arraigan en actitudes de rebeldía frente a los intentos
por ofrecer la segura y ordenada visión del mundo después de la caí-
170 da del socialismo de Estado. Estas emociones se generan de un nuevo
desencanto, de una mezcla de miedo al futuro, el desclasamiento, a la
ausencia de expectativas y se manifiesta como resentimiento.
Vallespín y Bascuñán (2017) hacen explícita su tesis: “el populismo es
un fenómeno de reacción en el que se entrecruzan factores: 1) socioeco-
nómicos; 2) culturales y psicosociales; 3) políticos; y, 4) nuevas formas
de comunicación producto de una profunda reestructuración de nuestro
espacio público”. Con todos ellos existe alguna correlación y todos están
interconectados.9

bien existe una constitución que limita los poderes del gobierno, pero los que están
en el poder pasan por alto las libertades reflejadas en la Constitución, o porque no
existe un marco constitucional legal adecuado sobre libertades. El término demo-
cracia iliberal fue utilizado por el periodista Fareed Zakaria en un artículo de 1997
en la revista Foreign Affairs. Dicho término fue utilizado en la década de 1990 por
Pierre Rosanvallon y Étienne Balibar. Hay una gama de democracias a las que se les
considera iliberales: desde las que son casi democracias liberales a las que son casi
abiertamente dictaduras. Un método propuesto para determinar si un régimen es
una democracia iliberal es determinar si “tiene elecciones regulares, gratuitas, im-
parciales y competitivas para ocupar los puestos principales de poder en el país, pero
no llega a poder calificarse como free (libre) según los índices anuales de libertades
civiles y derechos políticos de la Freedom House. Un componente clave en el aumen-
to de las democracias iliberales hoy en día es el populismo. Hay dirigentes populistas
actuales –especialmente dentro de los estados occidentales– que tienen la tendencia
a promover valores iliberales, un ejemplo notable es la exclusión de inmigrantes y
las afirmaciones abiertamente xenófobas. Esta ola ha sido denominada como “popu-
lismo xenófobo” (Democracia iliberal. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/
Democracia_iliberal).
9 Vallespín y Bascuñán, al responder ¿por qué el populismo? en el capítulo dos de su
libro, enumeran entre los factores socioeconómicos la relación entre globalización y
complejidad; el rastro de la crisis económica: los perdedores. En los factores cultu-
rales y psicosociales: la “malaise”; el resentimiento: clave de la cartografía emocio-
nal; el choque generacional: baby-boomers contra millenials, y el factor político es la
Las razones del populismo

De lo planteado hasta aquí, se puede afirmar que la nueva ola popu-


lista debe considerase más como una consecuencia que como una causa
de la actual crisis de la democracia. Es una expresión de la pérdida de
la eficacia del tradicional consenso liberal democrático que se desarrolló
después de la Segunda Guerra Mundial.
Ahora bien, los síntomas de la erosión de la democracia liberal han
sido estudiados y ciertamente sistematizados por varios autores. La propia 171
expresión “recesión democrática” de Larry Diamond se usa para demos-
trar el debilitamiento de los gobiernos democráticos. Lo interesante del
debate en torno al populismo es que obliga a preguntar en torno a su
relación con la democracia ¿Qué es lo que no funciona en ella para que se
produzca este giro populista?
Todas las transformaciones que han sucedido últimamente en las prác-
ticas e instituciones políticas, ya señaladas, son factores socioeconómicos
que no pueden ser mayormente explicados en este capítulo, pero nos cen-
traremos en uno de los síntomas principales: la crisis de representación
que nos viene acompañando desde hace tiempo y tiene muchas dimen-
siones, pero el lugar donde se percibe con nitidez es en el ejercicio de la
función representativa de los partidos políticos.
En una obra póstuma, Peter Mair (2015), preocupado por la política
de su país y de Europa, explicó qué es lo que sucedía, pues nada ocurre de
la noche a la mañana, y demuestra empíricamente las señales que tiempo
atrás advertían las variaciones de las sociedades occidentales, una de ellas,
la pérdida de conexión entre los partidos y el electorado tradicional. Estos
y otros rasgos sacan a la luz este “vaciamiento de la democracia liberal”.
El diagnóstico de Mair es resumido a continuación. Lo recuperamos
en estas reflexiones por su pertinencia:

democracia en crisis, los síntomas de su erosión; el debate sobre la “desconsolida-


ción” de la democracia, la crisis de representación: los partidos políticos, la política
de la presencia frente a intermediación; representación como identificación. Al final
del capítulo formulan una pregunta abierta: ¿Crisis de la democracia o crisis de la
política?, en la que discuten los dos polos: tecnocracia y populismo.
Populismo y el México de hoy

1. Los partidos tradicionales se han “cartelizado” y son casi indistin-


guibles ideológicamente entre sí. La ficción de las supuestas dife-
rencias entre ellos, a las que las obliga la competición electoral o
el juego gobierno/oposición, son vistas cada vez más como eso:
“ficciones”. Para la percepción ciudadana es el mismo perro con
distinto collar; votar a unos u otros resultará al final en decisiones
172 similares. El “gobierno por inercia” y el “gobierno administrativo”,
junto con otros factores, están debilitando la tradicional distinción
izquierda-derecha.
2. Como consecuencia de lo anterior, habría creado la interpenetra-
ción entre Estado y partidos. Son partidos que se adscriben más al
sistema político que a sus representados, organizaciones marcadas
por una profesionalización tecnocrática que están más pendientes
de su propia supervivencia y sus beneficios corporativos que por
conectarse con las verdaderas necesidades de sus electorados.
3. Muchas de las funciones tradicionales de los partidos –representa-
ción de intereses, agregación, intermediación– ya no son satisfechas
únicamente por ellos. Los canales de representación cada vez están
más diferenciados y la agregación de intereses y gran parte de las
decisiones políticas se “delegan” en exceso en instituciones no ma-
yoritarias, como jueces o agencias regulatorias.
4. La retirada de las élites del partido de su soporte en las bases y
su preferencia por el “partido en el parlamento” y/o el gobierno o
las propias instituciones europeas. Lo importante no serían tanto
los militantes como la élite dirigente. Sobre esto ya sabemos que,
en cierta medida por la presión populista, se está produciendo un
cambio que conduce a una creciente selección de líderes por sus
militantes, e incluso simpatizantes.
5. Los ciudadanos, por su parte, se habrían apartado y distanciado de
la política convencional a formas de vida individualizadas; serían
ciudadanos privatizados en gran medida, ajenos de lo político. Esta
“defunción de la implicación en la vida política” se manifiesta en
su menor participación electoral y en su visión de lo político a par-
tir del paradigma del consumo político. Sobre todo, les importan
Las razones del populismo

los resultados que obtienen de sus gobernantes, no su compromiso


público; y
6. El “dilema más apremiante en los sistemas políticos contemporá-
neos” es el intercambio o trade-off entre eficacia sistémica y popula-
ridad (Vallespín y Bascuñán, 2017: 126-128).

173
Demócratas contra demócratas

Hay autores que consideran que para establecer la relación del populismo
con la democracia se requiere comprender tanto la complejidad de la
democracia, como su inescapable ambigüedad. Canovan (1999) lleva a
cabo este ejercicio dando respuesta a algunas de las preguntas fundamen-
tales de esta relación: ¿Es democrático el populismo? Ella responde que
los populistas buscan movilizar al electorado contra el poder establecido;
para ello apelan a las bases mediante una forma democrática de hacerlo,
después de todo los referéndums y las iniciativas populares son univer-
salmente referidos dentro de la literatura de la ciencia política como una
“democracia directa”. ¿Por qué, entonces, no son reconocidos los popu-
listas como los verdaderos demócratas que dicen ser? Una respuesta dada
regularmente a esta pregunta es que la democracia como la conocemos es
democracia liberal y el populismo es peligroso porque no es liberal.
Una segunda forma de relacionar al populismo con la democracia es
enfatizar la inevitable brecha, dentro de esta última, entre el ideal y la
realidad, es decir entre la promesa y la acción. El reclamo de Canovan es
que la democracia como la conocemos tiene dos caras, una “redentora” y
otra “pragmática”. La tensión entre ambas es una invitación perpetua a la
movilización populista, y los intentos de escapar hacia una interpretación
puramente pragmática de la democracia son ilusorios, ya que el poder y
la legitimidad de la democracia, como un sistema pragmático, continúa
dependiendo, al menos en parte, de sus elementos redentores, “lo que
siempre da lugar para el populismo que acompaña a la democracia como
una sombra” (Canovan, 1999).
Populismo y el México de hoy

Para situar a la democracia dentro de estos estilos contrastantes


de la política, esta autora echa mano del planteamiento de Michael
Oakeshott,10 quien dice que a pesar de que son estilos opuestos, también
son interdependientes y entre ellos se encuentra una brecha en donde el
populismo es factible que aparezca, pues la cara pragmática de la demo-
cracia misma incluye ideales políticos (notablemente la paz, la estabilidad,
174 la moderación), que son diferentes de las ideas rectoras de la democra-
cia redentora, y destaca tres contrastes:

1) La democracia es una visión redentora, pariente de la familia de


ideologías modernas que prometen la salvación a través de la polí-
tica. Pragmáticamente, sin embargo, es una forma pacífica de hacer
frente a los conflictos de las sociedades modernas a través de una
colección, altamente contingente, de reglas y de prácticas.
2) La noción del poder popular recae en el corazón de la visión reden-
tora: la gente es la única fuente de autoridad legítima, y la salvación
es prometida como y cuando ellos se hagan cargo de sus propias
vidas. Pero desde un punto de vista pragmático, la democracia es
simplemente una forma de gobierno, una forma de llevar a cabo lo
que es siempre una política particular, entre otras, en un mundo
complejo.
3) Pragmáticamente, democracia significa instituciones: instituciones
no sólo para limitar el poder, sino también para constituirla y ha-
cerla efectiva. Pero en una democracia redentora (como en la políti-
ca redentora) existe un fuerte impulso antiinstitucional: el impulso
romántico de la franqueza, la espontaneidad y la superación de la
alienación.

Canovan argumenta que “las dos caras de la democracia son un par de


gemelos siameses, peleoneros, vinculados ineludiblemente, de manera
que es una ilusión suponer que podemos tener uno sin el otro. Pero las

10 Michael Joseph Oakeshott, filósofo político británico, considerado como uno de


los intelectuales conservadores más significativos del siglo xx.
Las razones del populismo

tensiones entre ellos son muy grandes, y son estas tensiones las que pro-
porcionan el estímulo a la movilización populista” (Canovan, 1999).
Podemos afirmar, como corolario, que entre demócratas liberales y po-
pulistas se disputan sostener la concepción autónoma de la democracia.
Tanto unos como otros estarían de acuerdo en su concepto: democracia es
el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
El problema reside en ver cómo se alcanza o realiza ese ideal. Con respec- 175
to a esta cuestión existen dos posiciones que siempre han estado en tensión
y que conviene dejar sentadas aquí: una es el principio de soberanía popular,
el elemento democrático por antonomasia (Vallespín y Bascuñán, 1999), la
democracia como expresión de la “voluntad general” roussoniana; y la otra,
la liberal individualista, incapaz de imaginar la traslación de dicha voluntad
si no es a través de todo un conjunto de mediaciones, destacando entre
ellas el sistema representativo y los controles constitucionales del poder.

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Topo.
6. Representación política, feminismo y populismo
en México

Sol Cárdenas Arguedas1

179
Introducción

El populismo es una estrategia política, un estilo, una lógica políti-


ca y/o ideología (véase Cordero en este libro) que se sostiene y busca
transformar a la democracia liberal. En la actualidad emana de las pro-
fundas desigualdades que ha generado el neoliberalismo. Esto se obser-
va en la crisis de legitimidad y de representación política; México no es
la excepción.
De acuerdo con datos del Latinobarómetro (2018), la percepción ciu-
dadana en nuestro país hacia la democracia (sólo 20% de la población
está satisfecha) y la confianza hacia los órganos de representación política
(más de 70% de la población no confía o confía poco en el Congreso y
en los partidos políticos) son preocupantes. Aunque el populismo, en
un primer momento, puede funcionar como un movimiento disruptivo,
inclusivo y canalizador del descontento y desconfianza populares, termi-
na teniendo serios problemas al alcanzar la consolidación (en el ejercicio
de gobierno).
El objetivo de este texto es exponer, por un lado, la relación entre
la categoría género, la representación política y el populismo, y por el
otro, analizar la lógica populista y discursiva patriarcal de Andrés Manuel
López Obrador frente al movimiento feminista en nuestro país. Este tex-
to se divide en tres apartados. En el primero, el género es entendido como

1 Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la unam. Profesora de asignatura ads-


crita al Centro de Estudios Políticos y al Sistema de Universidad Abierta y Educación
a Distancia (suayed) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam. Con-
tacto: solcardenas@politicas.unam.mx
Populismo y el México de hoy

ordenador social y político, sistema y/o dispositivo de poder que además


se produce, reproduce y es regulado por las instituciones políticas y por
las personas.
En el segundo se expone la representación política como una institu-
ción política que surge de la lógica ilustrada. Conceptos como ciudada-
nía, igualdad y democracia representativa liberal se encuentran cargados
180 de género y naturalizados en la masculinidad hegemónica. Con respecto
a la representación política de las mujeres, se recuperan dos cuestiones: 1)
el discurso político de la representación se ha sustentado históricamente
en el paradigma hegemónico de lo “universal” y “neutro”, siendo que en
realidad ha operado como androcéntrico; 2) la representación política,
como señala Fraser (2015), se debe comprender como parte de la noción
de justicia.
En México, durante las últimas décadas se ha implementado una
serie de acciones afirmativas, lo cual demuestra un avance importante
en el ámbito jurídico y político. No obstante, se vuelve fundamental
comprender que las asimetrías entre hombres y mujeres en la partici-
pación y representación política no son un problema que pueda úni-
camente resolverse desde la esfera jurídica (legalidad-formalidad). Es
un hecho que las mujeres han sido marginadas de la vida política, del
espacio público.
Finalmente, en el tercer apartado se contextualiza el momento de sur-
gimiento del populismo en México y su relación con la agenda feminista
en el país. Se advierte que el feminismo no tiene cabida en los discursos
populistas, como tampoco en otros modelos de organización política. En
pocas palabras, toda postura que busque discursivamente unificar, ho-
mogeneizar y minimizar la diferencia y la diversidad, sigue produciendo,
legitimando y reproduciendo la lógica androcéntrica y de exclusión de las
mujeres en la vida política.
Representación política, feminismo y populismo en México

Género y poder

Scott entiende al género2 como una categoría analítica. Su definición tiene


dos partes; ambas están interrelacionadas pero “deben ser analíticamente dis-
tintas”: “1) el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales
basadas en las diferencias que distinguen los sexos […] [y 2)] el género es
una forma primaria de relaciones significantes de poder” (2003: 289).3 181
Para Rubin, en el sistema sexo-género se entiende que el sexo “está
organizado en sistemas de poder4 que premian y promueven algunas ac-
tividades e individuos mientras castigan y suprimen otros” (1985: 309
citado por Molina, 2000: 267). Connell (1987) entiende al género como
colectivo y como prácticas sociales que se sustentan en la estructura
de género.
El género entonces es una práctica en el sentido de la división se-
xual reproductiva de las personas en hombres y mujeres. Asimismo, es
un ordenador social que organiza de una determinada manera la prác-
tica social (Connell, 2003), por lo que se relaciona con el concepto de
institución política. Lagarde (1997) señala también que el género es un
ordenador político que combina los poderes de dominio5 y positivos.

2 Los cuatro elementos que se interrelacionan en el género son: 1) los símbolos cul-
turalmente disponibles; 2) los conceptos normativos que manifiestan las interpreta-
ciones de los significados de los símbolos; 3) las nociones políticas y referencias a las
instituciones y organizaciones sociales, y 4) la identidad subjetiva (Scott, 2003).
3 Esto se refiere a que es el “campo primario dentro del cual o por medio del cual se
articula el poder” (Scott, 2003: 292).
4 Para Foucault el poder “no es un bien, una posición, un premio o un lote: es una
operación de las tecnologías políticas a través del cuerpo social. El funcionamiento de
estos rituales políticos de poder es exactamente lo que produce relaciones desiguali-
tarias y asimétricas. […] Para comprender al poder en su materialidad, su forma de
actuar día a día, debemos llegar al nivel de microprácticas, las tecnologías políticas
en las cuales se forman nuestras prácticas. […] Las relaciones de poder, afirma, son
‘intencionales y no subjetivas’. Su inteligibilidad deriva de su intencionalidad. Están
atravesadas de parte a parte por un cálculo: no hay poder que se ejerza sin una serie
de miras y objetivos” (Dreyfus y Rabinow, 2001: 216 y 218).
5 “Como orden de dominio prevalecen en él los poderes que se ejercen sobre per-
sonas, grupos y categorías sociales, negativos para quien es su objeto, pero ideal-
mente positivos para quien los ejerce. […] Para quien domina, sus poderes siem-
Populismo y el México de hoy

El género crea formas de desigualdad sociales, políticas, culturales y


económicas “caracterizadas por la opresión de las mujeres en beneficio de
los hombres, y que se fundan en un sistema de sexo/género determinado”
(Rubin, 1975 y Lerner, 1986 citados por Castro, 2004: 38). Esto es lo que
conocemos como patriarcado. O para Amorós, “los efectos sistémicos de la
dominación del conjunto de los varones sobre las mujeres” (2005: 30).
182 En el orden de género se observan diferencias de estatus, dicho de otro
modo, en los hombres6 (en la punta de la pirámide está la masculinidad
hegemónica)7 y también en los niveles de opresión de las mujeres. La
posición en la que se encuentran ubicados en la sociedad se concibe por
la interrelación de una serie de variables. En otras palabras, la condición
de privilegio o desigualdad aumentará o se recrudecerá en función de
la etnia, la raza, la clase, la edad, las identidades y los roles sexuales y
genéricos, la nacionalidad, la religiosidad, así como con otras formas de
discriminación o exclusión.
En este texto se recupera lo planteado por Amigot y Pujal (2009)
en torno al género como un dispositivo8 de poder. Ellas señalan que el

pre son positivos porque se beneficia no sólo poseerlos y, desde luego, al ejercerlos”
(Lagarde, 1997: 69).
6 La “opresión de género es también opresión política a los hombres que no han
adquirido personalmente los bienes y recursos, las capacidades, las destrezas y las
habilidades (sexuales, económicas, culturales, políticas) que deberían poseer como
hombres. Sucede también que no se perdona a quienes no usan sus poderes implíci-
tos de género (hombres no violentos, o afines a las mujeres, equitativos o paritarios,
pacifistas, honestos o solidarios)” (Lagarde, 1997: 80).
7 Según Connell (2003), a partir de la interacción de estas variables se explica enton-
ces que haya diferentes masculinidades; los principales patrones de masculinidad
en el orden de género actual son: a) hegemonía, garantiza la posición dominante
de los hombres sobre las mujeres; b) subordinación, relaciones de dominación y
subordinación de hombres hacia otros hombres; c) complicidad, de hombres con
otros hombres en la subordinación de las mujeres (relaciones de complicidad con el
proyecto hegemónico); y d) marginación, la interacción con variables como raza y
clase.
8 “Un conjunto resueltamente heterogéneo que compone los discursos, las institu-
ciones, las habilitaciones arquitectónicas, las decisiones reglamentarias, las leyes, las
medidas administrativas, los enunciados científicos, las proposiciones filosóficas,
morales, filantrópicas. […] El dispositivo mismo es la red que tendemos entre estos
Representación política, feminismo y populismo en México

género realiza “dos operaciones fundamentales e interrelacionadas: por un


lado, la producción de la propia dicotomía del sexo y de las subjetividades
vinculadas a ella y, por otro, la producción y regulación de las relaciones de
poder entre varones y mujeres” (122).

Entender al género como un dispositivo de poder 183

En primer lugar, nos ayuda a comprender que tanto varones como


mujeres, así como la existencia misma de la dicotomía, están con-
figurados en redes de poder. Todo sujeto, siguiendo a Foucault,
está “sujeto” a su entramado sociohistórico. En segundo lugar, nos
ayuda a comprender que, aunque “el poder esté en todas partes”,
el dispositivo de género opera de maneras distintas, subordinando
a las mujeres, algo que en algunas analíticas del poder se olvida.
No obstante, el género siempre aparece en interacción con otros
dispositivos de la desigualdad, y en esa interacción se configuran
experiencias específicas (Amigot y Pujal, 2009: 122-123).

En esta lógica, el género entonces se produce, reproduce y regula a través


de las instituciones y, por lo tanto, las personas. Las instituciones son
ordenadores sociales que reproducen el orden de género (que también es
una institución) y, por consiguiente, las instituciones y las organizaciones
se encuentran generizadas9 (véase Acker, 1992), de igual forma, se estruc-
turan y funcionan bajo la lógica del orden de género.10

elementos. […] el dispositivo tiene una función estratégica dominante […] Así, el
dispositivo siempre está inscrito en un juego de poder, pero también ligado a un
límite o a los límites del saber, que le dan nacimiento pero, ante todo, lo condicionan.
Esto es el dispositivo: estrategias de relaciones de fuerza sosteniendo tipos de saber, y
[son] sostenidas por ellos” (Foucault, Dits et écrits, (III)): 229 y ss., citado por Agam-
ben, 2011: 250).
9 El concepto instituciones gendered “significa que el género está presente en los pro-
cesos, prácticas, imágenes e ideologías y distribuciones de poder en los diversos sec-
tores de la vida social”. Traducción propia (Acker, 1992: 567).
10 Según Acker (1992: 568) son procesos que cruzan con la variable raza y clase, entre
otras: 1) generan las “decisiones y procedimientos abiertos que controlan, segregan,
excluyen y construyen jerarquías basadas en el género y con frecuencia en la raza” ; 2)
Populismo y el México de hoy

Al comprender al género como dispositivo de poder, entendemos que


el “poder desempeña ‘un papel directamente productivo’, ‘viene de abajo’;
es multidireccional; opera de arriba hacia abajo y de atrás hacia delante.”
(Dreyfus y Rabinow, 2001: 216); el poder es transversal y el género, al ser
un dispositivo de poder, también funciona de esta manera.
El poder no se posee, se ejerce (Foucault), se encuentra disperso, nunca
184 es de un solo individuo. “Los poderes siempre lo son de grupos, de redes
o de sistemas de pactos, y el poder es tanto mayor cuanto más difundido
está, cuanto en mayor medida ha creado una red de difusividad […] el
poder es siempre poder de colectivos: no es nunca poder de individuos,
no hay poder individual” (Amorós, 1988: 8-9).
Si el género entonces es un ordenador social y político, un sistema y
un dispositivo de poder; que además se produce, se reproduce y es regu-
lado por las instituciones, la representación política no queda exenta de
esta lógica.

Representación política

Ojalá pudieras conocer la ardiente indignación que


llena el alma de la mujer cuando pasa las
páginas de sus leyes y ve allí cómo, ustedes, hombres
libres, tratan a sus mujeres como
si fueran barones feudales.11

Elizabeth Cady Stanton, 1854.

la construcción de imágenes, ideologías y símbolos que explican, justifican y dan le-


gitimidad a las instituciones; 3) los procesos de interacción entre individuos y grupos
es el medio para el funcionamiento, la toma de decisiones y la producción de imáge-
nes. “Aquí, las personas replican género; ‘hacen género’”; y 4) los procesos internos
en donde las personas “se involucran a medida que construyen sujetos que tienen el
género apropiado para el entorno institucional”. Traducción propia.
11 Traducción propia.
Representación política, feminismo y populismo en México

La representación se entiende como “sustituir, actuar en lugar de, en


nombre de alguien, cuidar los intereses de alguien; reproducir, reflejar
las características de alguien o algo; evocar simbólicamente a alguien o
algo; personificar” (Cotta, 2005: 1384). Estos significados se dividen en
dos dimensiones: a) de acción “representar es actuar según determinados
cánones de comportamiento en referencia a cuestiones que conciernen a
otra persona” (Cotta, 2005: 1384), y b) de reproducción “de propiedades 185
y peculiaridades existenciales […] representar es poseer ciertas caracte-
rísticas que reflejan o evocan las de los sujetos u objetos representados”
(Cotta, 2005: 1384).
Según Cotta (2005: 1385), la representación política genera la posibi-
lidad de controlar el poder político “atribuido a quien no puede ejercer el
poder en persona […] un particular ‘mecanismo’ político para la realización
de una relación y de control (regular) entre gobernados y gobernantes”,
y habla de tres modelos de representación política, como relación: 1) de
delegación;12 2) fiduciaria,13 y 3) “espejo” o representatividad sociológica.14
Peruzzotti, recuperando a Pitkin, menciona que la representación po-
lítica “supone el funcionamiento de una maquinaria institucional com-
pleja orientada a establecer una situación de receptividad por parte del
sistema político a las demandas e inquietudes de la ciudadanía” (Pitkin
1967: 233, citada por Peruzzotti, 2009: 120).
La representación política se relaciona con una red de conceptos
como ciudadanía y participación política, sustentados en valores como
la igualdad y la libertad en el marco del Estado liberal o de derecho, los
cuales son principalmente producto de la Ilustración. La política enton-
ces se entiende en el espacio público, donde las mujeres se encontraban

12 Implica que el “representante es concebido como un ejecutor, (…) Este modelo es


de origen medieval y las modernas constituciones estatales lo rechazan prohibiendo
explícitamente el “mandato imperativo” (Cotta, 2005, p.1385).
13 Se le atribuye “al representante una posición de autonomía y supone que la única
guía para su acción es el ‘interés’ de los representados como es percibido por él” (Co-
tta, 2005, p. 1385).
14 Reproduce “fielmente las características del cuerpo político, según otra imagen
recurrente lo compara con un mapa geográfico que precisamente representa a escala
la realidad (en este caso, el territorio) que debe representar” (Cotta, 2005, p. 1385).
Populismo y el México de hoy

relegadas al espacio privado y bajo la tutoría de un hombre. Para partici-


par en la política se debía ser ciudadano (hombre).
Por lo que, la Ilustración

no cumplió sus promesas en lo que a la mujer se refiere, quedando


lo femenino como aquel reducto que las Luces no supieron o no
186 quisieron iluminar, abandonando, por tanto, a la mitad de la espe-
cie en aquel ángulo sombrío de la pasión, la naturaleza o lo privado
(Molina, 1991, citada por Puleo, 1993: 28).

Un ejemplo de lo anterior es cómo Olympia de Gouges, a partir de su


Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, fue guillotinada
por Robespierre en noviembre de 1793: “su trágico final es un símbolo de la
suerte corrida por el movimiento feminista surgido de la Revolución francesa y
de sus ideales de igualdad y libertad. […] La igualdad revela sus límites, uno
de ellos es el género-sexo.” (Puleo, 1993: 154).
En esta lógica de representación que se erigía como universal, no se in-
cluyó a todas ni a todos. La universalidad es un proceso histórico-político
que ha ido desarrollándose a la par del avance de los derechos fundamen-
tales:15 los derechos humanos. Como señala Marshall (1949), el periodo
de desarrollo de los derechos civiles sucede en el siglo xviii, los políticos
en el xix y los sociales en el xx. Actualmente, se puede hablar de derechos
de cuarta generación que son los denominados como derechos de solida-
ridad o de los pueblos.16
A través de los últimos dos siglos, el voto masculino se volvió univer-
sal durante el siglo xix y principios del xx. En cambio, las mujeres en
la mayoría de los países comenzaron a votar en el siglo xx (sobre todo en la

15 Son todos “aquellos derechos subjetivos que corresponden universalmente a ‘to-


dos’ los seres humanos en cuanto dotados del estatus de personas, de ciudadanos
o personas con capacidad de obrar” (Ferrajoli, 2004: 37). Por lo que, los derechos
humanos son “los derechos primarios de las personas y conciernen indistintamente
a todos los seres humanos” (Ferrajoli, 2004: 40).
16 “A partir de las últimas décadas surgieron nuevas demandas en sectores sociales de
diversos países por el derecho al desarrollo, al progreso, a la autodeterminación, a la
paz, a un ambiente sano, a la libertad informática, a la identidad” (Bailón, 2009: 113).
Representación política, feminismo y populismo en México

segunda mitad). El primer país fue Nueva Zelanda, en 1893, y en México,


a nivel federal, sería en 1953.
Con respecto a la representación política, se vuelve relevante mencio-
nar dos cuestiones a recuperar:
1) El discurso político de la representación política se ha sustentado
históricamente en el paradigma hegemónico de lo “universal” y “neutro”
cuando en realidad ha operado como androcéntrico17 (Lagarde 1997; 187
Amorós, 2005; Amigot y Pujal, 2009).
Las mujeres históricamente no nos hemos representado a nosotras
mismas. Los hombres, por su condición genérica tienen el “derecho y el
poder de representarse, de actuar y hablar a nombre propio” (Lagarde,
1997: 72). Nosotras no, se nos ha prohibido implícita y explícitamente
representarnos, las “mujeres tienen la imposibilidad de actuar a nombre
propio, porque es mal visto, o se considera innecesario o redundante, y
deben aceptar ser representadas simbólica, jurídica y políticamente por
los hombres” (Lagarde, 1997: 72).
2) La representación política, como señala Fraser se debe compren-
der como parte de la noción de justicia.18 Su teoría tridimensional impli-
ca el factor económico de la redistribución, el cultural del reconocimien-
to y el político de la representación. Para Fraser (2015: 229), “la falta de

17 “Tras el pensamiento moderno sobre lo subjetivo ha latido una construcción se-


xual que equiparaba lo masculino a lo neutro y universal, y lo femenino (y otras
figuras de lo ‘otro’) a lo particular y dependiente en su definición de lo normativo”
(Amigot y Pujal, 2009, p. 123). También lo reafirma Lagarde, los hombres son “repre-
sentantes universales de ambos géneros y, por analogía, legítimos portavoces de la
ciudadanía, el pueblo, la nación, la patria, el mundo y de la humanidad toda” (1997,
p. 73). Amorós señala: “sólo la identificación del patriarcado como realidad sistémica
puede dar cuenta de la sistemáticamente fraudulenta usurpación de lo universal por
parte de una particularidad, una identidad facciosa: la constituida, muy precisamen-
te, por el conjunto de quienes detentan el poder” (2005, p. 16).
18 “Es paridad de participación. De acuerdo con esta interpretación democrática ra-
dical del principio de igual valor moral, la justicia exige disposiciones sociales que
permitan a todos participar como iguales en la vida social. Superar la injusticia signi-
fica desmantelar los obstáculos institucionales que impiden a algunas personas parti-
cipar a la par que otras, como interlocutores plenos en la interacción social” (Fraser,
2015, p. 225).
Populismo y el México de hoy

representación adopta una forma más profunda, que [denomina como] ca-
rencia de marco […] [que] se articula en función de la importancia crucial de
establecer un marco para todas las cuestiones de justicia social”.
Como se señaló anteriormente, la participación y representación po-
lítica de las mujeres en México es relativamente reciente (desde media-
dos del siglo pasado) y, además, no porque tuviéramos derecho a votar
188 significaba que estaríamos representadas en los congresos, por lo que se
volvieron necesarias una serie de acciones positivas o afirmativas. En las
últimas décadas se ha intensificado el desarrollo de marcos jurídicos inter-
nacionales y nacionales que comprenden los derechos fundamentales de
las mujeres y la eliminación de las desigualdades de género.
Cabe señalar que, además de las cuotas de género,19 en estos últi-
mos años en nuestro país se han implementado otro tipo de cuotas o

19 En México, las cuotas de género fueron incluidas por primera vez a nivel federal
en la década de 1990 y poco a poco se han ido incorporando en las legislaciones elec-
torales locales. Las cuotas de género son una medida que busca compensar, corregir,
incentivar y garantizar la participación y la inclusión de las mujeres en candidaturas,
y por tanto en cargos de decisión de los partidos y del Estado, buscando acabar con
prácticas patriarcales de dominación y exclusión de las mujeres en la vida pública,
política. A partir de la reforma política electoral de 2014, con la centralización de
la función electoral, quedó establecida la paridad de género en el Poder Legislativo
en todo el país. La implementación de estas cuotas ha pasado por una diversidad de
modificaciones a nivel federal (véanse Cofipe: reformas 1993, 1996 –en un inicio
no eran obligatorias, sin embargo, conforme fueron evolucionando adquirieron este
estatus, sobre todo desde la década de 2000–, 2002, 2008 y 2012; y lgipe, 2014) y que
han ido permeando y generando procesos de armonización legal a nivel local. Ahora
bien, para garantizar e implementar esta paridad en la postulación de candidaturas
estatales, ha sido fundamental la definición de instrumentos jurídicos como juris-
prudencias, resoluciones y acuerdos por parte de las autoridades electorales, tanto
administrativas como jurisdiccionales. Recientemente la reforma constitucional de
2019 conocida como paridad en todo ha tenido alcances importantes ya que trans-
versaliza esta paridad, en otras palabras, la paridad va más allá de únicamente las
candidaturas del Poder Legislativo, se suman la conformación a nivel federal y local
de los organismos públicos autónomos, así como de los otros dos poderes: del Eje-
cutivo, específicamente el gobierno (administración pública: personas titulares de
las secretarías de despacho) y la postulación de candidaturas para las gubernaturas y
ayuntamientos; y del Poder Judicial.
Representación política, feminismo y populismo en México

acciones afirmativas.20 Es un hecho que las cuotas de género y la paridad


tanto a nivel federal como a nivel local, han tenido un papel importante
en la generación de mayor presencia de las mujeres (véase Cárdenas y
Cortés, 2021) y de distintos grupos históricamente excluidos en los órga-
nos de representación política.
No obstante, aún quedan retos por trabajar y atender; por un lado, de-
bemos terminar con la predominancia de las reglas no escritas patriarcales 189
sobre lo legal-formal y que lo formal-legal se institucionalice, en otras pa-
labras, que lo formal-legal se vuelva también regla no escrita, necesitamos
construir una cultura política feminista, plural e inclusiva; y, por otro,
debemos pugnar por una representación política sustantiva (ir más allá de
la representación descriptiva) y para alcanzarla, primero requerimos estar
en los espacios de deliberación y toma de decisiones, y que esos espacios
se encuentren libres de violencia contra las mujeres.
El patriarcado no sólo ha excluido históricamente a las mujeres de
la representación política. Esa representación política es al final sólo un
ejemplo de cómo las mujeres han sido marginadas de la vida política y del
espacio público. Lo anterior se visualiza también en la lógica populista o

20 Por ejemplo, en este proceso electoral 2020-2021 se definieron en el país 30 fór-


mulas de candidaturas indígenas, 21 de mayoría relativa (mr) y nueve de representa-
ción proporcional (rp), para la Cámara de Diputados y Diputadas, las cuales debían
respetar también el principio de paridad de género. Lo mismo se replicó a nivel local
en distintas entidades federativas (por poner ejemplos, véanse los casos de Hidalgo,
Oaxaca y Guerrero). Además, se establecieron acciones afirmativas a nivel federal
(véase ine, s. f. a) para: personas con discapacidad (ocho fórmulas: seis de mr y dos
de rp), personas afrodescendientes (cuatro fórmulas: tres de mr y una de rp), de
la diversidad sexual (tres fórmulas: dos de mr y una de rp), personas migrantes y
residentes en el extranjero (cinco fórmulas de rp en cada una de las circunscripcio-
nes plurinominales). Muchas de estas medidas se pusieron también en práctica a
nivel local, estableciéndose además de las anteriores, acciones positivas para jóvenes y
adultos mayores. Es importante mencionar que, en ninguna de las normatividades
electorales locales se contemplan las siete acciones afirmativas (personas indígenas,
afrodescendientes, con discapacidad, jóvenes, de la diversidad sexual, migrantes y
residentes en el extranjero y adultos mayores) en una misma legislación, la Ciudad
de México es la que mayor número de cuotas contempla (con seis, no considera a
personas adultas mayores) (véase ine, s. f. b).
Populismo y el México de hoy

toda postura que busque discursivamente unificar, homogeneizar y supe-


ditar a otras agendas la diferencia y la diversidad.

Crisis de representación, feminismo y populismo en México

190 Es imposible entender al populismo sin concebir que estamos frente a


una crisis de legitimidad y de representación política. Nuestro mundo
globalizado actual se encuentra frente a las profundas desigualdades que
ha generado el neoliberalismo, que “es el causante de nuevos antagonis-
mos” (Mouffe, 2018: 48) provocados por la destrucción del Estado de
bienestar, la concentración de la riqueza y del poder tanto político como
económico; sumado al desempleo, la disminución salarial, la precariza-
ción del trabajo y la cada vez mayor distancia entre la ciudadanía y sus re-
presentantes (véanse Pérez y Hernández en este libro). Es así como “bajo
el neoliberalismo, el campo del conflicto se ha ampliado de manera con-
siderable” (Mouffe, 2018: 48).
Pero, además, en el proceso propio de evolución de los partidos po-
líticos, los principales canalizadores de las demandas y necesidades de la
ciudadanía en la representación política se han cartelizado21 (véase Katz
y Mair, 1995). Esta cartelización permite entender el funcionamien-
to del sistema de partidos en México, donde se observa una clara crisis
de legitimidad por distintas razones.22 A esto se suma la construcción

21 “La cartelización de los partidos, que algunos creen es un factor de crecimiento del
populismo, ha ido de la mano de la erosión de los ideales sociales en los partidos de
izquierda y de la erosión de la oposición ideológica entre la izquierda y la derecha”
(Urbinati, 2019: 80-81).
22 “a) la disminución en el cumplimiento de sus funciones, específicamente las relaciona-
das con la representación social (vinculadas con la responsividad y la responsabilidad); b)
el alejamiento de los partidos con la militancia por los efectos del financiamiento público;
y c) la colonización de los partidos en distintos espacios de la esfera pública, suplantan-
do la participación de la sociedad. Como parte del contexto, hay que considerar el pa-
pel de los grupos fácticos, los medios de comunicación y las repercusiones del modelo
económico y político neoliberal que hacen más complicada la relación entre partidos y
sociedad debido al peso sustantivo que los medios tienen en la agregación de intereses
y en la socialización de valores, y por las directrices del modelo de desarrollo, que limitan
Representación política, feminismo y populismo en México

de una cultura política democrática débil que estructuralmente evita que


la población mexicana interiorice la democracia.
De acuerdo con datos del Latinobarómetro 201823 y 2020,24 en
México, la percepción ciudadana hacia la democracia y la confianza hacia
los partidos políticos (sobre todo en 2018) son alarmantes. Se advierte
que, ante la pregunta de qué tan satisfecha se siente la ciudadanía mexica-
na sobre el funcionamiento de la democracia, 79.8% respondió no estar 191
satisfecha en 2018,25 mientras que en 2020 fue 64.1%.
Asimismo, ante la pregunta “¿Cómo diría usted que es la democracia
en su país?”, tanto en 2018 como en 2020, en promedio 47.6% de las
personas encuestadas señalaron que la nuestra es “una democracia con
grandes problemas” y 11.1% manifestaron que “no es una democracia”.
En 2018, 17.6% refieren que “no entienden lo que es una democracia” y
en 2020 se aprecia que disminuyó a 8.8%.
Al mismo tiempo, frente a la pregunta “¿Con cuál de las siguientes frases
está usted más de acuerdo?”, en 2018 el 37.8% y en 2020 el 42.9% reveló
que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”. En
cuanto “a la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático
que uno no democrático”, 38% expresó esta preferencia en 2018 y 25.7%
en 2020. Lo que llama la atención es que el porcentaje de población en-
cuestada a favor de que “en algunas circunstancias, un gobierno autoritario
puede ser preferible”, pasó de 10.9% en 2018 a 22.4% en 2020.26

la capacidad de respuesta de los gobernantes, dándole un valor superior a las leyes del
mercado que a las demandas de la sociedad. Finalmente, en el caso mexicano habría que
sumar el factor del predominio de las prácticas informales como el corporativismo, el
clientelismo y la corrupción, que son herencias del régimen político autoritario. No por
nada en nuestro país los partidos son vistos críticamente y a la distancia por la mayoría
de los ciudadanos” (Cárdenas y Reveles, 2019, p. 294).
23 El cuestionario se aplicó entre el 15 de junio y el 15 de julio de 2018. La jornada
electoral de la elección presidencial fue el 1º de julio de 2018.
24 El cuestionario se aplicó entre el 26 de octubre y el 15 de diciembre de 2020.
25 Se sumaron las respuestas “no muy satisfecho” y “nada satisfecho”.
26 Además, frente a la pregunta: “¿Apoyaría usted a un gobierno militar en reemplazo
del gobierno democrático si las cosas se ponen muy difíciles, o no apoyaría usted en
ninguna circunstancia un gobierno militar?”, en 2020, 36.2% respondió que sí apoya-
rían un gobierno militar y el 8.8% respondió no saber.
Populismo y el México de hoy

En relación con la confianza hacia el Congreso/Parlamento Nacional,


70.9% tenía poca o ninguna confianza en 2018 y se elevó a 74.1% en
2020, lo cual significa que en ambos años, en promedio, 22.3% con-
fía mucho o algo en esta institución. En general, se observa en ambas
encuestas que la institución en la que menos se confía (poco o nada) es
en los partidos políticos, con más de 86% de desaprobación. Salta a la
192 vista que la institución política que aumentó la confianza ciudadana fue
el gobierno, pasando de 15.9% de personas que sienten mucho o algo
de confianza en 2018, a 27.7% en 2020. En lo general, la confianza en
las instituciones se mantuvo,27 excepto la confianza en el gobierno, que
aumentó 11.8%, y en la Iglesia, que disminuyó 6.3%.28 A la par la apro-
bación al presidente pasó de 18.1% en 2018 a 57.6% en 2020.
En ese contexto de 2018 gana las elecciones presidenciales Andrés
Manuel López Obrador (amlo) y los resultados de 2020 nos dan muestra
de los primeros años del ejercicio de gobierno. Sería interesante analizar
estos datos al final de este sexenio, justamente con el objetivo de exami-
nar cómo se percibe la confianza en las instituciones políticas formales en
nuestro país. El dato más preocupante es el incremento de más de 11.5%
de personas encuestadas que respondieron que “en algunas circunstan-
cias, un gobierno autoritario puede ser preferible”. Habría que analizar
hasta qué punto esto es consecuencia de la contingencia sanitaria mun-
dial por la covid-19 o en realidad se pueden considerar otros factores
políticos y económicos.
Al final el populismo, como señala Urbinati (2019: 67 y 69), “se
desarrolla dentro de la democracia representativa y la transforma, pero
sin derrocarla [y] […] es un movimiento de contestación contra el
establishment político existente”. Igualmente, Peruzzotti (2009: 103) men-
ciona que “es una de las múltiples formas específicas que la democracia
puede adoptar en las sociedades modernas y en el caso latinoamericano
expresa uno de los rasgos característicos que asumió el patrón moderni-
zante en el continente”.

27 En las fuerzas armadas, policía, iglesia, Poder Judicial e Instituto Nacional Electoral.
28 El porcentaje de personas que confían poco y nada aumentó de 39.8% en 2018 a
46% en 2020.
Representación política, feminismo y populismo en México

Al existir una crisis de representación, la voluntad popular deja de


verse canalizada a través de los entramados institucionales representativos
(Peruzzotti, 2009). Es así como el sistema electoral, los partidos políticos
y el sistema de partidos, el espacio público, el parlamento, entre otros,
dejan “de ser concebidos como engranajes cruciales para la generación de
representación política, y son en cambio percibidos como una presencia
molesta que obstaculiza la comunicación entre líder y pueblo” (107). 193
En este orden de ideas, la estrategia populista29 busca

[…] unificar las demandas democráticas en una voluntad colec-


tiva para construir un “nosotros”, un “pueblo” capaz de enfrentar
a un adversario común: la oligarquía. Esto requiere el estableci-
miento de una cadena de equivalencia entre las demandas […] El
objetivo de esta cadena es la creación de una nueva hegemonía que
permita la radicalización de la democracia (Mouffe, 2018: 23).

Por lo que esto supondría que logrará esas dos cosas al “regresarle el poder
a la soberanía popular y al expulsar el establishment” (Urbinati, 2019:
79). El populismo en América Latina y en nuestro país surge como con-
secuencia de la crisis de legitimidad y representación, por un lado, pro-
vocada por el funcionamiento de la democracia liberal, cuya representa-
ción política funciona más bien como una representación de intereses,
en otras palabras, la representación de la élite conformada por hombres
que responden en gran medida a las características de la masculinidad
hegemónica; por el otro, es un producto de las profundas asimetrías
económicas, sociales y políticas que ha generado la lógica neoliberal.

29 En este caso Mouffe se refiere a la estrategia populista de izquierda. En cuanto a


la conceptualización desde la izquierda, Rosanvallon (2020: 15) señala que el hecho
de que “unos cuantos intelectuales se hayan vuelto abogados de un ‘populismo de
izquierda’ contribuyó también en gran medida a dar una consistencia deseable a este
término y a banalizarlo como calificativo político. Los posicionamientos y escritos
por Wendy Brown, Nancy Fraser, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe pesaron mucho
en esta dirección, invitando a conservar el término y a validar la corrección de su
uso”. En el caso del populismo de derecha no se advierte esfuerzo académico por
conceptualizarlo.
Populismo y el México de hoy

Los canales de comunicación entre el Ejecutivo y el pueblo tienen


un papel preponderante en los regímenes populistas. Peruzzotti (2009),
habla de tres canales: las elecciones, los medios de comunicación masiva
y las movilizaciones. Durante el ejercicio de gobierno de nuestro actual
presidente se ha advertido su uso. El primero fueron las elecciones que
permiten al gobernante legitimar su victoria, argumentar que no gana
194 la candidatura sino el pueblo encarnado, y “sirven para confirmar empíri-
camente que se ha establecido exitosamente un vínculo plebiscitario” (106).
El segundo: los medios de comunicación masiva. No hay mejor ejem-
plo que con el uso político que se les da a las conferencias de prensa ma-
tutinas, conocidas coloquialmente como “las mañaneras”,30 el presidente
diariamente dicta la agenda política nacional.
Con respecto al tema de las movilizaciones, al menos durante estos
últimos años (2020 y 2021), la mayoría de la población nos hemos en-
contrado en confinamiento por la covid-19. En 2019 se reparó una im-
portante concurrencia de personas en todas las comunidades, ciudades y
estados que visita el presidente.
También existe una relevante capacidad de movilización ciudadana a
través de la estructura del partido al que pertenece el presidente, Movi-
miento Regeneración Nacional (Morena) y, sobre todo: el uso político
electoral de los programas sociales.31 Estas prácticas políticas en nuestro

30 De lunes a viernes, cada mañana a las 7:00 a.m. realiza una conferencia de prensa.
31 Especialmente el rol medular que tienen las personas servidoras de la nación en la
“implementación de los programas sociales de nuestro país y son la cara más visible
de las intervenciones” (Coneval, 2020: 3). Estas personas servidoras de la nación son
“un grupo creado meses después del 1 de julio de 2018, heredero de las estructuras de
promoción del voto de Morena y que hoy, convertidos en un ejército bajo el paraguas
de la Secretaría del Bienestar, cuestan al erario unos 2 mil millones de pesos al año.
[…] Son, literalmente, representantes personales del presidente ante los gobernados.
Usan camisetas y gorras blancas con el logotipo de Bienestar –la nueva marca de la
política social del gobierno federal–, portan gafete y chalecos color marrón rotulados
con el nombre de Andrés Manuel López Obrador. El 16 de agosto, la Comisión de
Quejas y Denuncias del Instituto Nacional Electoral ordenó a la Secretaría del Bien-
estar retirar el nombre de Andrés Manuel López Obrador de los chalecos. Instrucción
que el presidente aceptó y que su gobierno acató colocando pegotes de masking tape
encima del nombre del presidente” (Núñez, 29 de septiembre de 2019).
Representación política, feminismo y populismo en México

país no son novedad, son prácticas clientelares y corporativas que han


sobrevivido desde la época del pri como partido hegemónico.
A esto se le suma la reorientación de las funciones que le tocarían al Po-
der Legislativo a través del uso de mecanismos de democracia directa como
las consultas ciudadanas. Hasta ahora se han realizado dos consultas32 orga-
nizadas por una asociación civil,33 y una por el Instituto Nacional Electo-
ral.34 Estos mecanismos buscan generar entre la población una percepción 195
de participación democrática del pueblo en el proceso de toma de decisio-
nes, sin embargo, terminan legitimando decisiones previamente tomadas.
Es claro que la ciudadanía se encuentra insatisfecha “con la represen-
tación, […] [resentida] con los políticos, […] [frustrada] con la aparente
incapacidad de los sistemas políticos de dar respuesta a sus problemas y
crecientemente dispuestos a recurrir a agresivas alternativas antisistema”
(Sánchez, 2019: 12). Y es que, en nuestro país, el problema de los asesi-
natos de mujeres es un fenómeno que empeoró desde la década de 1990
(véanse los feminicidios de Ciudad Juárez) y principalmente se recrudeció
desde la “guerra contra el narcotráfico” del expresidente Felipe Calderón
(2006-2012).
Hoy en día, son asesinadas 12 mujeres al día, según información
de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno de
México (con corte al 31 de agosto de 2021). La contingencia sanitaria por
la covid-19 ha agudizado tanto la violencia de género en todas sus mo-

32 Consulta Popular sobre el nuevo Aeropuerto (25 al 28 de octubre de 2018), y la


Segunda Consulta Popular: el Tren Maya y otros proyectos (24 y 25 de noviembre de
2018).
33 Fundación Arturo Rosenblueth.
34 Se realizó el 1 de agosto de 2021 y la pregunta realizada fue: “¿Estás de acuerdo o
no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional
y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas
tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la
justicia y los derechos de las posibles víctimas?” Según la fracción cuarta del artículo
35 de la Constitución, el ine “tendrá a su cargo, en forma directa, la verificación del
requisito establecido en el inciso c) del apartado 1o. [que se refiere a las consultas
populares de trascendencia nacional o regional, competencia de la Federación] de la
presente fracción, así como la organización, difusión, desarrollo, cómputo y declara-
ción de resultados”.
Populismo y el México de hoy

dalidades (distintas a la familiar),35 como la violencia familiar;36 y por lo


menos de enero de 2020 a agosto de 2021, la tendencia, tanto del número
de feminicidios como de homicidios dolosos cometidos contra mujeres
en nuestro país, va al alza. En este orden de ideas, el mayor pico que se
advierte de homicidios dolosos desde enero de 2015, es en agosto de 2021;
lo mismo para el caso de feminicidios (ssypc, 31 de agosto de 2021).
196 Las declaraciones de amlo frente a la agenda feminista en nuestro país
han sido desafortunadas, al final muestran la reproducción de discursos
patriarcales. Veamos algunas de sus afirmaciones, durante las mañaneras
principalmente: en mayo de 2020 comentó que la violencia en el hogar
no se puede calcular de la misma manera que en otros países, pues en
México se tiene una cultura de mucha fraternidad familiar. Asimismo,
dijo que el 90% de las llamadas que se registraron por violencia con-
tra las mujeres eran falsas, a pesar de que se registró un aumento a par-
tir de marzo de 2020, mes en que inició el confinamiento (véase ssypc,
31 de agosto de 2021: 93).
En junio de 2020, afirmó que la tradición en México es que las hijas
cuiden a sus padres. En su discurso sobre el segundo informe de gobierno
en septiembre de ese año negó el aumento de los feminicidios37 y no mos-
tró los datos con perspectiva de género (no mencionar exclusivamente

35 A partir del mes de marzo de 2020 se observan las cifras más altas desde enero de
2015, el pico se visualiza en septiembre de 2020. Al comparar los mismos meses (enero
a diciembre) de 2020 con datos de 2019, se nota un incremento de 27.4% (ssypc, 31 de
diciembre de 2020: 80). El comparativo de enero a agosto de 2020, respecto al mismo
periodo de 2021, se advierte un incremento de 9.1% (ssypc, 31 de agosto de 2021:80).
36 En el mes de octubre de 2020 se observa el pico más alto desde enero de 2015 y en
el mes de marzo de 2020 se aprecian también datos preocupantes. Sin embargo,
en 2021 son superados estos datos, observándose el mayor incremento en mayo de
2021. Desde marzo de 2021 hasta la fecha de corte, agosto de 2021, se aprecian datos
superiores a octubre de 2020 (el pico de ese año). Según los datos de la ssypc este delito,
en comparación con los mismos meses de 2019 (enero a diciembre), aumenta 4.7% (31
de diciembre de 2020: 75). Y con respecto a los datos de enero a agosto de 2020 com-
parados con 2021, este delito se incrementa 19.6% (ssypc, 31 de agosto de 2021: 75).
37 A diferencia de lo que señala en su discurso, se aprecia que el feminicidio sí au-
mentó al comparar los datos de enero a agosto de 2019 con el mismo periodo en
2020, es decir aumentaron de 615 a 622 (1.3%) (véase ssypc, 31 de agosto de 2021).
Representación política, feminismo y populismo en México

los homicidios dolosos en general, sino particularmente de las mujeres


asesinadas). Para su tercer informe de gobierno en septiembre de 2021 re-
conoció que efectivamente el feminicidio había crecido 13% y reiteró que
posiblemente se debía a que “antes no se clasificaba como ahora” (amlo,
1 de septiembre de 2021).
Un tema polémico fue la candidatura por la gubernatura de Guerrero
en el proceso electoral 2020-2021. En un primer momento, en diciembre 197
de 2020 Morena designó a través de su proceso interno (realización de en-
cuestas) a Félix Salgado Macedonio, quien tenía denuncias por violaciones
a mujeres, así como por acoso sexual (Méndez, 19 de febrero de 2021).
Frente a esto, desde que se anunció su candidatura escalaron distin-
tas manifestaciones y protestas de mujeres, sobre todo en redes socia-
les; las simpatizantes y militantes de Morena también alzaron la voz.38
En febrero de 2021 amlo pidió tenerle confianza al pueblo guerreren-
se y afirmó que se debía respetar el resultado porque “el pueblo no es
tonto” y dicha candidatura era producto de un proceso democrático.39

38 Se hizo pública una carta condenando esta candidatura, fechada el 1 de febrero de


2021 (véase Briceño, 2 de febrero de 2021).
39 Interlocutora: Aunque hay denuncias presentadas o está la víctima y muchos de
Morena están en contra de esta candidatura.
Presidente Andrés Manuel López Obrador: Sí, sí, pero yo no tengo por qué opinar en
este caso. Ya mencioné –y nada más porque tú me lo estás preguntando– que primero
hay que tenerle confianza al pueblo, ¿no?, la gente es la que decide. Si se hacen en-
cuestas y la gente dice “estoy de acuerdo con esta compañera, con este compañero”, yo
pienso que se debe de respetar, porque la política es asunto de todos, no de las élites.
Yo establecí, desde que fui dirigente en partidos, que lo mejor era la realización de las
encuestas para preguntarle a la gente. Entonces, eso hay que tomarlo en cuenta por-
que si no, estamos juzgando sin elementos. […] Eso es lo primero, tenerle confianza
a la gente. El pueblo no es tonto, tonto es el que piensa que el pueblo es tonto. La
democracia, los guerrerenses, ellos, la mayoría, mediante procedimientos democrá-
ticos, y darle confianza a la gente. El pueblo de Guerrero, como el pueblo de México,
no es menor de edad, sabe muy bien una cosa y sabe la otra, sabe lo que conviene
y sabe lo que no conviene. Eso hay que tomarlo en consideración. Y lo segundo es
que hay instancias legales. Si alguien comete un delito, pues en las instancias corres-
pondientes se tiene que denunciar y buscar que se castigue. Eso es. Lo otro pues es el
quítate tú porque quiero yo o la politiquería, y también los intereses, porque en todo
esto siempre hay que preguntar, ¿y de parte de quién? (amlo, 17 de febrero de 2021).
Populismo y el México de hoy

Esto desató una serie de críticas en redes sociales por parte de activistas,
escritoras, intelectuales, entre otras, haciendo un llamado al presidente a
“romper el pacto” (patriarcal). Ante esto respondió que el feminismo es
una simulación, es una expresión importada, una copia y que ellos son
respetuosos de las mujeres y de todos los seres humanos, siendo que este
tema debían resolverlo los guerrerenses.40
198 A finales de febrero, la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia
(cnhj) de Morena, teniendo abiertos dos expedientes de investigación,
resolvió que se debía reponer el procedimiento para elegir la candidatura
a la gubernatura, por lo que se realizó nueva encuesta y Salgado quedó
nuevamente como candidato. No obstante, a principios de abril, Salga-
do perdió el registro de su candidatura por una falta administrativa (no
presentó su informe de campaña como precandidato) planteada por el
Instituto Nacional Electoral (ine) y ratificada por el Tribunal Electoral

40 Fragmento de la versión estenográfica: “Ahora con la simulación sobre el feminis-


mo empiezo a escuchar: ‘Rompe el pacto, rompe el pacto, rompe el pacto’. Les digo
sinceramente, y no miento, me enteré de lo que era eso hace cinco días, porque mi
esposa me dijo. Le digo: Oye, ¿qué es esto de ‘rompe el pacto’?, explícame; y ya me
dijo: ‘Rompe el pacto patriarcal, o sea, deja de estar apoyando a los hombres’. Pero
yo, cuando se habla de ‘rompe el pacto’, pues ya lo estoy rompiendo: el llamado Pacto
por México, que no fue más que pacto contra México; o el pacto del silencio que es-
tablecieron los que reprimieron y desaparecieron a los jóvenes de Ayotzinapa, pacto
de silencio; pero el otro pacto no. ¿Y saben qué sucede? Que son expresiones expor-
tadas… importadas, expresiones importadas, o sea, copias. ¿Qué tenemos nosotros
que ver con eso si nosotros somos respetuosos de las mujeres, de todos los seres hu-
manos? Pero también en eso se monta el conservadurismo. El caso de Guerrero, con
Félix, como es candidato, toda la oposición. Y lo dije desde el principio con mucha
claridad: Que resuelvan los guerrerenses, las mujeres, los hombres de Guerrero y la
ley, pero ¿por qué hacer mediático en todos los programas, todos los medios –con
excepciones– acusándonos de estar en contra de las mujeres? Pues no. Nosotros es-
tamos a favor de los derechos de las mujeres, baste decir que la mayoría de los ser-
vidores públicos del más alto nivel son mujeres y venimos de un movimiento donde
siempre hemos respetado a las mujeres. ¿De cuándo acá los conservadores se vuelven
feministas? Entonces, todo esto es interesante, por el papel de los medios de informa-
ción, o sea, de cómo quieren afectarnos, los ataques constantes, la desinformación, la
manipulación. Yo soy humanista y respeto por eso el feminismo, y no somos iguales
a los conservadores, no tengo ningún problema de consciencia” (amlo, 25 de febrero
de 2021).
Representación política, feminismo y populismo en México

del Poder Judicial de la Federación (tepjf ). En consecuencia, la nueva


candidata de Morena a la gubernatura del estado fue su hija Evelyn Cecia
Salgado Macedonio, quien ganó la elección por margen cerrado, 4.2% de
diferencia con respecto al segundo lugar.41
Un tema central en la agenda feminista mexicana es el derecho a decidir
sobre nuestros cuerpos, es decir, la interrupción legal del embarazo. Hasta
este momento (con corte en agosto 2021) esta interrupción es legal hasta la 199
semana 12 de gestación en cuatro entidades federativas: Ciudad de México
(2007), Oaxaca (2019), Hidalgo (2021) y Veracruz (2021).
El 31 de diciembre de 2020, con respecto a la legalización del aborto
en Argentina, a amlo se le cuestionó sobre el mismo tema en México.
Mencionó que se debería hacer una consulta en la que participen “todos”
“los ciudadanos” “la gente” “el pueblo”.42 Una consulta para decidir sobre

41 Mario Moreno Arcos, candidato común del pri con el prd.


42 Fragmento de la versión estenográfica: “Presidente Andrés Manuel López Obra-
dor: (..) es un tema que debe de consultarse y en el cual deben de decidir libremente
las mujeres y que no hay ninguna limitación para que se manifiesten quienes están
a favor de estos cambios en la legislación, hay libertad absoluta. Y en temas muy
polémicos, lo mejor –siempre lo he sostenido– es que se consulte a los ciudadanos,
que no se imponga nada, que todo sea de acuerdo a la decisión mayoritaria de las
personas y en este caso de las mujeres, que decidan con libertad, pero que no se
imponga nada. El mejor método para resolver discrepancias, diferencias, puntos
de vista, es el método democrático, eso es lo que yo siempre he sostenido. […]
Mi postura es que en estos temas en donde hay puntos de vista a favor y en contra,
porque así es la democracia, no hay un pensamiento único, lo mejor es consultar a
los ciudadanos y en este caso, repito, a las mujeres. Y hay mecanismos para poder
solicitar una consulta, la Constitución nuestra lo establece en el artículo 35, se reúne
un número determinado de firmas, se solicita una consulta y esa consulta puede ser
vinculante y lleva a que se modifiquen las leyes o no, dependiendo de la opinión de
las mujeres. Interlocutora: ¿No sería privilegiar las creencias religiosas por encima
del derecho que se tiene? Presidente Andrés Manuel López Obrador: No, se trata de
respetar a todos, de poner por delante la libertad. Somos libres y en México se pro-
cura, sobre todo en este gobierno, el que se escuche y se tome en cuenta a todos, sin
distinción de religión, corriente de pensamiento, situación económica, social, cultu-
ral. Es consultar a todos, porque todos, todos, todos, y en lo específico todas las mu-
jeres, merecen respeto, todas, y tiene que haber igualdad. Entonces, si se considera
que esto es necesario, importante, hay la vía para que se decida. Que no intervengan
estructuras de poder, esto es, que no sea un asunto de gobierno o de los poderes o de
Populismo y el México de hoy

un tema que atañe exclusivamente a un grupo: el de las mujeres. Ponien-


do bajo lupa de consulta sus derechos fundamentales.
Igualmente, afirmó que no se debe imponer nada. ¿Por qué, enton-
ces, impone una consulta sobre un derecho de las mujeres (el derecho a
decidir sobre sus cuerpos)? ¿Por qué impone darles palabra a todos “los
ciudadanos”, “la gente”, “el pueblo”? Pues, por un lado, al tratarse de un
200 tema que afecta exclusivamente a las mujeres y sus cuerpos, no tendrían
por qué decidir todos. Por el otro, no debería de tratar de asumir un pro-
ceso que tendría que ser deliberado en el Congreso.
Nuestra Constitución establece que “no podrán ser objeto de consul-
ta popular la restricción de los derechos humanos reconocidos por esta
Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexi-
cano sea parte” (artículo 35, fracción viii, numeral 3). Esta preferencia
por la consulta (un mecanismo de democracia directa), muestra el interés
de reorientar “del eje del sistema democrático del Poder Legislativo al
Ejecutivo” (Peruzzotti, 2009, p. 108).
A principios de septiembre de 2021, tras un fallo judicial unánime de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn) se declara inconstitucio-
nal la penalización del aborto en nuestro país. Sumado a lo anterior, el 28
de septiembre, el Día de Acción Global por un aborto legal y seguro, las
mujeres marcharon en la Ciudad de México y otras entidades del país. Al
día siguiente, en respuesta a diversos cuestionamientos sobre la marcha, el
presidente de nueva cuenta mencionó que es un movimiento conservador
y que no es un movimiento transformador porque no busca el apoyo del
pueblo. Según amlo, el movimiento feminista en nuestro país empezó
hace dos años (nulificando su historia de más de un siglo) y se convirtió
en feminismo conservador para afectarlos.43

las iglesias, sino que sea un asunto de las mujeres, de los ciudadanos, de la gente, del
pueblo. Por eso pienso que lo mejor es la democracia, que la gente se exprese, se hace
una consulta y a partir de ahí el gobierno tiene que actuar. Es mandar obedeciendo
en todo” (amlo, 31 de diciembre de 2020).
43 Fragmento de la versión estenográfica: “Presidente Andrés Manuel López Obra-
dor: Ya ven que suele pasar que los extremos se juntan, se tocan. Los veo muy
conservadores estos movimientos, muy conservadores, quizá porque yo tengo otra
formación, pero en el caso del movimiento de las mujeres pues para mí es Josefa
Representación política, feminismo y populismo en México

El discurso de amlo frente al movimiento feminista se ha caracteriza-


do por presentarlo como conservador, una simulación, no transformador
y que no va a triunfar porque no busca el apoyo popular, el del pueblo.
Las decisiones que afecten o impliquen el derecho a decidir sobre el cuer-
po de las mujeres deben determinarse a través de la consulta popular.
La noción pueblo en los discursos de amlo es recurrente. Según
Mouffe (2018: 49) pueblo es un concepto extenso que “no constituye un 201
sujeto homogéneo en el que todas las diferencias son, de alguna manera
reducidas a la unidad” y que, además, “permite dar cabida a otros antago-
nismos diferentes al estricto conflicto de clases: feminismo, animalismo,
ecologismo, antirracismo, [lgbti+], etc.” (Aránguez, 2019: 42).
Es así como, en un primer momento, el concepto de pueblo per-
mite aglutinar (durante el proceso de construcción de una candida-
tura y durante el proceso electoral) una gran cantidad de demandas y
necesidades. El problema se repara en el ejercicio de gobierno y en el
diseño e implementación de políticas públicas (cuando el populismo se

Ortiz de Domínguez y es Leona Vicario, Carmen Serdán, doña Rosario Ibarra de Pie-
dra. ¿Cómo encapuchados o encapuchadas? […] quiero agradecer a quienes cuidan
los edificios públicos, los negocios, pues a las mujeres policías agradecerles porque
estoicamente, resisten, porque allá andan las cámaras esperando que una mujer po-
licía le pegue a otra mujer, o más si es un hombre, y no, resisten, resisten, resisten
[…] Quiero también agradecer mucho a quienes cuidan los edificios públicos, los
negocios. […] Y llamar a todos, incluso a los que participan en estos actos, a que
actúen de manera pacífica, que no les ayuda en su causa, en nada, se revierte, tiene
un efecto de búmeran. Por eso me da mala espina, porque si se tratara de un mo-
vimiento realmente transformador lo que se busca es tener la simpatía del pueblo.
Una guerrilla, por ejemplo, siempre se apoya en el pueblo. Puede ser que la acción
militar la lleve a cabo un grupo, pero cuentan con el apoyo de las comunidades, de los
pueblos, hay una base de apoyo; si no, no podrían triunfar y han logrado triunfar las
guerrillas, bueno, muchos gobiernos se constituyeron de esa manera, movimientos
revolucionarios, con el apoyo del pueblo. Pero acá no, aquí parece que lo que se busca
es no tener apoyo popular, apoyo en el pueblo. Porque así no van a tener simpatías.
Hay que ver qué es lo que está detrás, porque hace unos dos años, cuando empezó el
movimiento feminista muchas mujeres participaron, pero se empezaron a dar cuen-
ta de que se habían convertido en feministas conservadoras sólo para afectarnos a
nosotros, sólo con ese propósito” (amlo, 29 de septiembre de 2021). Cfr. efe, 28 de
septiembre de 2021.
Populismo y el México de hoy

consolida), porque el discurso de estos liderazgos comienza a sonar más


“vacío, más desprovisto de una agenda concreta, porque se mueven en
un equilibrio complejo en el que decir más de la cuenta puede suponer
que algunas demandas no se vean representadas y que determinados
colectivos sean excluidos del pueblo” (Aránguez, 2019: 43). Asimismo,
Urbinati (2019: 83) arguye que “el retrato populista del pueblo no es
202 completamente inclusivo […] Está definido por un acto de exclusión a
priori (el del establishment), que busca congelarse a sí mismo en el pue-
blo ‘correcto’, con independencia de quién es ese pueblo”.
De la misma manera en que se argumentó lo androcéntrico en la ló-
gica de la “universalidad” y “neutralidad” sucede con la palabra pueblo:
las mujeres por sí mismas “nunca han sido pueblo. Puede ser pueblo la
clase obrera, una minoría étnica, o una realidad nacional, pero nunca
las mujeres ‘¡solas!’, porque a ellas no pertenece el lenguaje de la univer-
salidad con el que se escriben los pueblos” (Aránguez, 2019, pp. 47-48).
El discurso de amlo muestra que primero está el pueblo, “el pueblo
debe decidir”, por ejemplo, en materia exclusiva de las mujeres (consulta
sobre el aborto). Frases como: “no puede haber gobierno rico con pueblo
pobre”, “vamos a atender a todos, vamos a escuchar a todos, vamos a
respetar a todos, pero le vamos a dar preferencia a la gente humilde. Por
el bien de todos primero los pobres”, son frases que repite una y otra vez.
Son parte de una agenda necesaria y urgente en nuestro país que, por
supuesto, debe ser atendida. Sin embargo, aunque el patriarcado se inte-
rrelacione con modelos políticos económicos, es discutible el argumento
histórico (sobre todo desde la izquierda) de que existen reivindicaciones
que son prioritarias (la lucha de clases) frente al feminismo (el cuestiona-
miento, problematización y erradicación de las desigualdades de género).
Los conflictos que nos aquejan a las mujeres no son los problemas
principales del pueblo (según argumentan este tipo de liderazgos) y hasta
dentro de las propias luchas de la izquierda, las peticiones feministas se
admiten mientras no cuestionen las lógicas patriarcales en las que actúan.
Según éstas, las mujeres y nuestras demandas debemos persistir “en la pe-
riferia de la cadena de equivalencias y no [increpar] a [los] compañeros”
(Aránguez, 2019: 47). En palabras de Aránguez (2019: 48) no “podemos
Representación política, feminismo y populismo en México

permitirnos abandonar la base material de la desigualdad ni entregarnos a


superficies discursivas abstractas que prometen preocuparse por nuestros
problemas, pero que siempre los dejan para el final”.
Como se mencionó anteriormente, amlo frente al movimiento fe-
minista señaló que es conservador y no busca el apoyo popular, el del
pueblo. Lo anterior se encuentra en sintonía con la razón populista de
Laclau (2005) y conceptos como: demanda democrática,44 demandas 203
populares45 y cadena equivalencial.46
Ahora bien, bajo la lógica populista de amlo y tal como plantea dis-
cursivamente al movimiento feminista, este movimiento lo concibe como
una demanda democrática y no como una demanda popular; en este

44 “Las peticiones se van convirtiendo en reclamos. A una demanda que, satisfecha o


no, permanece aislada, la denominaremos democrática […] ¿aisladas a qué? Sólo con
respecto al proceso equivalencial. Pero éste no es un aislamiento monádico, ya que
sabemos que si una demanda no entra en la relación equivalencial con otras deman-
das, es porque es una demanda satisfecha […]” (Laclau, 2005: 99 y 103). Con respecto
a las demandas democráticas y las demandas populares, las “primeras pueden ser
incorporadas a una formación hegemónica en expansión; las segundas representan
un desafío a la formación hegemónica como tal” (Laclau, 2005: 109).
45 “A la pluralidad de demandas que, a través de su articulación equivalencial, consti-
tuyen una subjetividad social más amplia […] Aquí tenemos, en estado embrionario,
una configuración populista. Ya tenemos dos claras precondiciones del populismo:
1) la formación de una frontera antagónica separando el ‘pueblo’ del poder; 2) una
articulación equivalencial de demandas que hace posible el surgimiento del ‘pueblo’.
Existe una tercera precondición que no surge realmente hasta que la movilización
política ha alcanzado un nivel más alto: la unificación de estas diversas demandas
–cuya equivalencia, hasta este punto, no había más allá de un vago sentimiento de
solidaridad– en un sistema estable de significación. Si permanecemos momentá-
neamente en el nivel local, podemos ver claramente cómo las equivalencias –sin las
cuales no puede existir el populismo– sólo pueden consolidarse cuando se avanza
unos pasos, tanto mediante la expansión de las cadenas de equivalenciales como
mediante su unificación simbólica […] el pasaje de las demandas democráticas a las
populares presupone una pluralidad de posiciones subjetivas: las demandas surgen,
aisladas al comienzo, en diferentes puntos del tejido social, y la transición hacia una
subjetividad popular consiste en el establecimiento de un vínculo equivalencial entre
ellas” (Laclau, 2005: 99).
46 “La consolidación de la cadena equivalencial mediante la construcción de una
identidad popular que es cualitativamente algo más que la simple suma de los lazos
equivalenciales” (Laclau, 2025: 102).
Populismo y el México de hoy

sentido, las demandas feministas deberían entrar en la cadena equiva-


lencial, en otras palabras, en la articulación equivalencial de demandas
populares. Por lo que, bajo esta estrategia política la agenda feminista
debería ser parte de la cadena de las reivindicaciones sociales, políticas y
económicas del pueblo en nuestro país.
En este sentido, la agenda feminista, que implica a más de la mitad de la
204 población (las mujeres), no puede seguir siendo postergada porque debe ser
“parte de algo más grande, de una pluralidad de demandas” y porque “debe
enmarcarse en otros discursos”. 47 El feminismo por sí solo es un discurso, no
necesita enmarcarse en ningún otro, el feminismo es un movimiento social,
una teoría crítica y militante (véase Amorós y De Miguel, 2020) y una ideo-
logía política. Por lo que, no depende48 y tampoco se supedita a otras para
existir (socialismo, anarquismo, liberalismo, entre otras), porque “el feminis-
mo tiene la misma legitimidad para reclamar la universalidad que el libera-
lismo o el marxismo. La perspectiva feminista no debe ser encasillada en la
lucha por los intereses de una parte de la humanidad” (Aránguez, 2019: 51).
En este texto no se analizan las posiciones de derecha porque no pro-
blematizan (tampoco les interesa) la condición de desigualdad de las mu-
jeres en la sociedad (en el sentido reivindicativo y emancipatorio), más
bien todo lo contrario, pugnan por conservar en condiciones de opresión
y subordinación a las mujeres.
Entre los cuestionamientos que se advierten en el discurso de amlo,
es que éste comienza a perder esa capacidad que tuvo en un inicio de
conectar con la pluralidad de demandas, por lo que “hay que traspasar la
mera protesta contra la crisis y también la ingenuidad de una vaga im-

47 “La política feminista debe ser entendida no como una forma de política, diseñada
para la persecución de los intereses de las mujeres como mujeres, sino más bien como
la persecución de las metas y aspiraciones feministas dentro del contexto de una más
amplia articulación de demandas […] debemos ser conscientes del hecho de que
las metas feministas pueden ser construidas de muy diferentes maneras, de acuerdo
con la multiplicidad de los discursos en los cuales pueden ser enmarcadas: marxista,
liberal, conservador, separatista-radical, democrático-radical, y así sucesivamente”
(Mouffe, 1999: 125-126).
48 Aunque esto no significa que no pueda dialogar, complementarse y enriquecerse
con otras teorías e ideologías.
Representación política, feminismo y populismo en México

pugnación a la totalidad” (Aránguez, 2019: 45.) Por tanto, no debemos


únicamente hablar de clases, sino principalmente de mujeres y de todos
esos grupos históricamente oprimidos, marginados e invisibilizados. Ha-
blar “de izquierda y, sobre todo, hablar de los problemas reales de las
personas y de las soluciones que se proponen abandonando la tentación
del equilibrio y el lenguaje vacío” (Aránguez, 2019: 45).
205

Consideraciones finales

Las estrategias que, en un primer momento, pueden funcionar como mo-


vimientos que se presentan como disruptivos, inclusivos y canalizadores del
descontento y desconfianza populares, terminan teniendo serios conflictos
al alcanzar la consolidación (en el ejercicio de gobierno). Esto, debido a que
se vuelve imposible mantener la lógica de funcionamiento del populismo,
esencialmente porque pierde capacidad para responder, frente a la diver-
sidad, a la pluralidad de demandas y necesidades de los distintos grupos,
identidades, expresiones y manifestaciones de la sociedad, especialmente de
las mujeres. Llega un momento en que, cuando el hombre-pueblo, el líder
populista busca mantener un equilibrio, empieza a caer en vaguedades y
amplitudes conceptuales discursivas, diciendo todo, sin decir nada. En ese
instante “muchas personas se sienten abandonadas y se indignan ante lo que
perciben como mera palabrería” (Aránguez, 2019: 44).
El género entendido como dispositivo de poder, sistema y ordena-
dor social y político, al final se produce, legitima y reproduce en todas
nuestras instituciones y, por tanto, también en la representación política.
Actualmente nuestro sistema político se sostiene en la democracia repre-
sentativa liberal. En la actualidad, en México, nos enfrentamos a una
crisis de legitimidad y de representación, producto de las claras desigual-
dades y violencias que ha provocado el modelo neoliberal establecido en
las últimas cuatro décadas. La estrategia populista se desarrolla dentro de la
democracia y la transforma (y/o deforma).
La lógica populista y el discurso patriarcal de amlo sustentado en el
hombre-pueblo y en la representación-encarnación, debe llevar a replan-
Populismo y el México de hoy

tearnos la importancia de diferenciar y visibilizar una problemática fun-


damental, como son las violencias que vivimos diariamente las mujeres y,
sobre todo, escuchar y recuperar la agenda del feminismo en nuestro país.
Atender este problema implica acciones y cambios profundos, integrales
y estructurales en nuestras sociedades.
Porque a falta de un Estado democrático de derecho, mientras no se
206 logre construir un país con sociedades más justas, igualitarias y libres con
instituciones políticas inclusivas, éticas, legítimas, responsivas, responsa-
bles, representativas, de rendición de cuentas y defensoras de los derechos
fundamentales, continuarán teniendo predominancia estrategias políticas
como el populismo.
Por ningún motivo los derechos fundamentales de las mujeres pue-
den ser sometidos a consulta. Los órganos de representación política por
antonomasia, los Congresos, deben seguir funcionando como contrape-
sos frente al Poder Ejecutivo. El feminismo necesita a la democracia y
la democracia al feminismo, las mujeres debemos participar en la vida
política, debemos estar en el espacio público, en la toma de decisiones, en
el ejercicio del poder y, sobre todo, seguir resistiendo frente a las distintas
manifestaciones autoritarias y violentas del poder político.

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7. El populismo legal en México: la manipulación de la ley
y las acciones de combate a la inseguridad y la violencia

Salvador Mora Velázquez1

213
Introducción

El populismo punitivo como estrategia no sólo se propone el incremento de


las penas y, por ende, la maximización del derecho penal para la resolución
de demandas, sino que es una propuesta más amplia de “mano dura” que los
gobiernos populistas implementan, a partir de que se apropian de demandas
sociales con el objetivo de “generar una alarma social artificiosa que conduzca
al pueblo a exigir a sus representantes políticos cambios legislativos y medidas
que acaben con el problema” (Sánchez, 2020: 16). Es así, que la estrategia de
seguridad implementada por el gobierno federal mexicano se ha propuesto
que el ejército desempeñe un fuerte papel en tareas de seguridad pública. Por
eso, la postura punitiva se basó en desmontar a la Policía Federal y reducir
presupuesto a cuerpos locales para reorientar recursos para la creación de la
Guardia Nacional como nuevo cuerpo de seguridad.
Antes de proseguir, hay que entender que la militarización de la seguridad
y las modificaciones a las leyes generales y secundarias del Estado han sido
utilizadas por el presente gobierno para configurar una política de seguri-
dad “dirigida a obtener consenso secundado en el miedo y la demanda de
medidas represivas con un uso coyuntural y demagógico del derecho penal”
(Ferrajoli, 2011: 67).
Si el proyecto populista, como señala Cárdenas (vid supra en esta obra), es
un tipo de estrategia política que desfigura el Estado de derecho, el discurso
político y que redefine la forma de intervención de los actores políticos al

1 Maestro en Estudios Políticos y Sociales. Profesor investigador asociado C de tiem-


po completo adscrito al Centro de Estudios en Administración Pública. Contacto:
moraves@gmail.com
Populismo y el México de hoy

plantear una lógica política y/o ideología, así como ejecuta “la relación entre
el líder y las instituciones” (Urbinati, 2020: 280), entonces se puede analizar
cómo la apropiación de demandas se traduce en acciones de gobierno que se
asumen legales y legítimas, a pesar de representar riesgos para el Estado de de-
recho. Por ende, en este ensayo ofrecemos una revisión de la implementación
de la política de seguridad populista punitiva, considerando la militarización,
214 la prisión preventiva oficiosa y sus consecuencias.
La presencia del ejército, a diferencia de otros sexenios, se enmascara
en el discurso populista como “pueblo uniformado”; el ejército es parte de
la entelequia (cfr. Hernández y Pérez, en este libro), o también como un
cuerpo disciplinado y no corrupto. La estrategia utiliza marcos de excep-
ción, que en el caso mexicano han permitido las modificaciones legales y
la presencia militar, con el objetivo de definir el cambio social y político
que construye el populismo.
Por eso, la presente administración ha ampliado las tareas de las fuer-
zas armadas en dos bloques: “la militarización de la seguridad pública, y
segundo, se ha confiado como nunca a las ff. aa. tareas que no están rela-
cionadas estrechamente con la seguridad, sino que abarcan una variedad
de materias” (Ibarra, 2021).
Desde esta perspectiva, la estrategia de militarización de la seguridad
pública se propone resultados inmediatos, pues es determinante como in-
sumo de campaña para los procesos electorales y como factor de la capaci-
dad político-administrativa del gobierno. Es decir, “las políticas de mano
dura han demostrado ser altamente atractivas en periodos electorales y
eficientes como mecanismo para mantener el apoyo popular una vez en el
poder” (Vergara, 2019: 4). Este último elemento es central para los pro-
yectos populistas, para los que la búsqueda del bien público no sólo se
construye por la implementación de la política social, también debe gene-
rar un clima de paz que permita un orden social donde la corrupción, la
delincuencia, el robo, sean erradicados con base en una ascendencia moral.
Por eso, el “... populismo ha comenzado a asociarse a la política de ‘mano
dura contra el crimen’ y a las respuestas emocionales que se suceden habi-
tualmente después de algunos crímenes horrendos que suscitan una intensa
atención mediática” (Gargarella, 2016: 3202). Desde esta perspectiva, ratifi-
El populismo legal en México

camos que la estrategia de seguridad no se limita sólo al plano demagógico,


sino que ha derivado en acciones que implican gasto público reorientado
para financiar las políticas y programas en materia de seguridad pública.
Asimismo, la implementación de la militarización en materia de segu-
ridad en los sexenios previos presenta matices, pues los gobiernos encon-
traron contingencias, por ejemplo: se contaba con políticas y programas
que garantizaban cuerpos de seguridad subnacionales; hoy están acotados 215
en sus capacidades porque la Federación dejó de transferir los recursos
para desempeñar su función. Además, existían dispositivos que permitían
el funcionamiento de instituciones, actores que estaban sujetos a prin-
cipios de legalidad, se garantizaba el respeto de los derechos y libertades
con un fuerte sistema de pesos y contrapesos basado en la separación de
poderes correspondientes al Estado de derecho. Contrario a lo expresado
en un modelo demoliberal, el modelo populista no sólo cuestiona el Po-
der Judicial, sino también los derechos para sembrar la “verdad polémica”
(Rosanvallon, 2020), un enfoque que trata de revisar las implicaciones
de la norma, del derecho, lo cual provoca que las libertades se vean tras-
tocadas al vaciarse de su contenido sustantivo. Es así que el populismo
punitivo “no sólo requiere de una verdad social, sino también de una
verdad jurídica, pues la legitimación ab initio que el resultado electoral
confiere a su relato debe encontrar plasmación en resoluciones judiciales”
(Sánchez, 2020: 18).
No obsta advertir, que la implementación de la militarización no
debe llamar a sorpresa en el presente gobierno. López Obrador, desde su
primera candidatura en 2006, “propuso darle más poder y facultades al
Ejército en tareas de seguridad, al considerar que era la institución me-
nos corrupta y más efectiva, según reveló un cable de Wikileaks” (Arista,
2022), por lo que es oportuno delimitar promesa de campaña y acción de
gobierno, a partir de la apropiación de la demanda social que permitió,
desde 2018, justificar la política de seguridad punitiva.
El presente ensayo tiene por objetivo comprender los alcances de la
implementación, tanto de la prisión preventiva ampliada como de la in-
corporación de la Guardia Nacional en materia de seguridad pública.
Asimismo, buscamos mostrar cómo la ruptura con el régimen anterior
Populismo y el México de hoy

ha implicado el desmonte institucional y funcional del aparato guberna-


mental en materia de seguridad, es decir, cómo el populismo se deshace
“‘[d]el sistema’ o aquello que, según plantean, se interpone entre ‘noso-
tros’ (el pueblo que está afuera) y el Estado (el aparato de personas, ele-
gidas o no, que toman decisiones y que están adentro)” (Urbinati, 2020:
68) e incluso, cómo busca construir un tipo particular de régimen bajo
216 marcos de excepcionalidad, que posibilita la presencia del ejército fuera
de los cuarteles y que incide en la vulneración de derechos y garantías que
la población tiene salvaguardadas en la Constitución.

La ley y la justicia en la 4T

El presente gobierno ha definido una posición donde confronta la justicia


y la ley como un binomio excluyente del que hay que elegir lo justo como
una “verdad polémica” (cfr. Rosanvallon, 2020), porque se asocia que la
ley y todo el aparato de gobierno ha beneficiado a un grupo perteneciente
a la élite de la que se desmarca el discurso populista. A manera de digre-
sión, la “verdad polémica” se explica a partir de la descalificación de los
enfoques consensuados, por eso se busca que la estrategia del líder popu-
lista sea construir una “agrupación negativa [con] quienes se conciben a
sí mismos como denunciadores de las mentiras y manipulaciones de los
poderosos” (Rosanvallon, 2020: 76).
Por eso, en la “voz del pueblo” el presidente desarrolla no sólo una
relación de unidad sino de domesticación de las agencias del Estado inte-
gradas por servidores públicos no electos por voto popular, como ocurre
en los órganos constitucionales autónomos o con el Poder Judicial.
Roberto Gargarella invita a distinguir la democracia y sus principios
del populismo y su forma de articular la “voz pueblo” en la democracia
como una transmutación que se constituye en las antípodas de la poliar-
quía y de la democracia sustantiva, para evitar confundir que el populista
y los promotores de principios democráticos deliberativos son lo mismo.
Por el contrario, la recurrente asociación e interpretación de los deseos
que hace el populista de la “voz pueblo”, le permite incorporarla a las
El populismo legal en México

diversas comunidades de desiguales dentro de los desamparados históri-


cos; es entonces que surge una demagogia punitiva (cfr. Gargarella, 2016).
Un proyecto discursivo que vuelve equivalente la injusticia provocada por
el “otro”, el miembro de la élite, con la víctima de un robo o el ser inde-
fenso por la incremental violencia cotidiana, evitando el diagnóstico que
redefina la estrategia a partir de la revisión de la etiología del delito. El
populista reduce el problema a un asunto de policías y ladrones, quedan 217
fuera del análisis “la identificación de patrones espaciales, temporales y de
modo de operación” (Hope, 2020).
Es así que, con las competencias restituidas, la institución presidencial
aprovecha para redoblar su identidad con el pueblo a partir de definir una
disyuntiva falsa. El poder robustecido le ha permitido proponer modifi-
caciones vía memorándum para deponer la reforma educativa, oficio para
vetar a empresas farmacéuticas, las consultas populares sin fundamento
legal para definir el destino de una termoeléctrica, una empresa cervecera
o incluso el propio aeropuerto de México; estos son ejemplos de acciones
ilegales que atentan contra los principios constitucionales. En este peque-
ño recuento debemos incorporar la puesta en marcha del reclutamiento y
operación de la Guardia Nacional que, sin haber aprobado el marco nor-
mativo necesario, constituye otra ilegalidad y contraviene los artículos 16
y 21 de la cpeum, además de la propia reforma recién aprobada. Esto, sin
considerar la regresión que significa la militarización de la seguridad pú-
blica al otorgarle a las Fuerzas Armadas plenas facultades para perseguir
delitos, atribución que en cualquier régimen democrático corresponde
esencialmente a la policía (Casar, 2019).
En México la presente administración ha hecho de la legalidad un ins-
trumento a modo que ajusta con base en la necesidad; los nombramien-
tos en el Fondo de Cultura Económica y en Pemex son ejemplos claros
del uso de la ley a modo. El uso faccioso de la ley o legalismo discrimina-
torio (Müller, 2017) es una acción sopesada desde el poder que garantiza
la implementación del proyecto gubernamental, a pesar de que se desfi-
gure el Estado de derecho, como lo refiere Urbinati (2020) y se someta
a los otros poderes, incluidos organismos constitucionales autónomos, a
miembros de la élite del decadente sistema, ante un hiperpresidencialismo
Populismo y el México de hoy

vigorizado. Este escenario vuelve accesorio a la ley y configura a la im-


punidad como un beneficio del que goza el gobernante, a pesar de las
69 acciones de inconstitucionalidad y 176 controversias constitucionales
presentadas ante la Suprema Corte de Justicia (Casar, 2019).
Esta pléyade de actos violatorios de la ley configura un clima donde la
mayoría guiada por el líder populista, refuerza la decisión gubernamental
218 desprovista de “cualquier interés” para imponer la visión del presidente de la
República. Estos ejercicios donde el presidente consulta, desproveen de sus
competencias a los otros poderes representativos, ya sea en el orden federal
–Poder Legislativo– o en el orden estatal –gobernador y congresos locales–,
con lo que se fortalece la función presidencial y, de facto, se incrementan
competencias que delinean un sistema hiperpresidencialista.
Detrás de la disyuntiva ley/justicia se construye una amenaza a la in-
dependencia de la justicia, pues el presidente entiende que el sistema de
justicia debe ponerse al servicio del pueblo, a pesar de que el sentir de la
mayoría vaya en contra de los principios de legalidad que determinan
la convivencia social. Es posible reconocer la exclusión y la desigualdad
en el acceso a la justicia como factores que han determinado la desapro-
bación del Poder Judicial. Sin embargo, uno de los valores que definen a
la justicia es que su administración está blindada del ambiente y simpatías
populares para garantizar no sólo la recta interpretación y aplicación de la
ley, sino también apegarse a los principios consagrados en la Constitución
que garantizan los derechos y obligaciones de la población. Es así que la
deliberación de los jueces o ministros no se puede trocar por consultas a
mano alzada en el espacio público.
Por ende, el juego del presidente no sólo ha consistido en el desmonte
institucional que implica el debilitamiento de corporaciones como la po-
licía local, también hay que agregar la superioridad moral que le permite
al titular del Poder Ejecutivo federal construir una falsa disyuntiva que
le posibilita anteponer lo justo a lo legal, el combate a la corrupción, la
honradez o la misma austeridad como principios que demuelen un Es-
tado de derecho maltrecho e inciden sobre el orden social. La cultura de
la ilegalidad que está en el trasfondo de la falsa disyuntiva legal/justicia
forma parte de una cosmogonía que se reproduce como un antivalor
El populismo legal en México

que tiene su síntesis en la condicionante individual de “respeto la ley si


ésta es justa”.
Esta tolerancia a la ilegalidad se extiende a la clase política, quien ha
implementado el nuevo modelo de seguridad pública que, como hemos
señalado, la Guardia Nacional empezó a configurarse con la emisión de su
convocatoria sin que se contara con las leyes respectivas que regularan su
presencia, con lo que había una clara violación de los principios legales. 219
En virtud de lo anterior, a manera de conclusión adelantada derivamos de
la exposición en este apartado que, en la cultura y creencia del mexicano
está generalizado que una causa justa puede sobreponerse a la legalidad,
por eso la incertidumbre en la aplicación de la ley se agudiza cuando se
negocia su aplicación y, por ende, se debilitan las instituciones que dan
vigencia al Estado de derecho en México.

Un sistema de justicia amenazado

El sistema de justicia adolece de capacidades porque institucionalmen-


te es débil. Detrás de los resultados para contener y reducir los índices
de violencia se encuentra un modelo de Estado de derecho impugnado
debido a factores estructurales que condicionan su eficacia: inseguridad,
impunidad, reclusión sin sentencia, la aplicación de la ley a modo.
Asimismo, es de destacar que la capacidad de las agencias estatales
encargadas de la prevención e impartición de justicia está mermada
por problemas estructurales que la presente administración ha generado
al reducir el gasto en la materia. El tema financiero es clave, en el país la
seguridad pública está lejos de recibir el 1% del pib, es decir, de los 239
mil 319 millones de pesos (mdp) que el rubro de seguridad recibió, sólo
el 1.5% se destinó a la prevención del delito, mientras que el rubro de
impartición de justicia, reclusión y readaptación recibió, junto con las
fuerzas armadas habilitadas en funciones de seguridad, 70% del presu-
puesto (Expansión, 2019).
Asimismo, el renovado uso de la petición de prisión preventiva ofi-
ciosa genera dudas sobre la centralidad de una agenda que garantice los
Populismo y el México de hoy

derechos humanos, pues el uso de esta figura por los ministerios públicos
delinea una estrategia que omite la existencia de otros mecanismos que
permiten que el imputado sea presentado en un juicio. En lugar de re-
visar la legislación en la materia, así como los procesos judiciales, el uso
automático de la prisión preventiva antepone un modelo rebasado en el
país desde 2008.
220 En el presente sexenio la modificación al artículo 19 constitucional
propone ampliar el catálogo de delitos graves, con lo que se desvía la aten-
ción central de un juicio a medida que conduce a errores, pues se atacan
las causas bajo un esquema punitivo que no favorece a las instituciones de
justicia ni alienta un clima de paz y estabilidad en el país, por el contra-
rio, condiciona su eficacia y confianza en el aparato de justicia.
El quid de la implementación de la prisión preventiva oficiosa se halla
en que el encarcelamiento por delitos desconoce la presunción de inocen-
cia, asimismo, omite la dinámica particular de cada delito, lo que amerita
una medida con base en la gravedad y no una acción de la justicia que
desconoce que la adopción de la prisión, sin mediar sentencia, debe ser
implementada lo menos posible y como una medida excepcional.
Es decir , la “prisión preventiva es una medida que debe ser dictada de
acuerdo con las necesidades de cada proceso penal, […] es una medida
procesal no relacionada con la gravedad de la conducta que se busca san-
cionar” (Jarab, 2019).
Existen otros factores a considerar; la investigación deja de ser central
para el proceso de imputación de un delito, pues ahora la competencia
que permite a la autoridad investigadora determinar la prisión a un pro-
bable delincuente, no requerirá del elemento de prueba. Es así que el
catálogo de delitos ampliado en la Constitución condiciona el trabajo de
los jueces y, por ende, la independencia del sistema de justicia.
A la agenda referida, cuando agregamos el rendimiento institucional
del sistema de justicia, hay que considerar el tema de la impunidad, ya
que daremos cuenta de que el índice de impunidad alcanza 98.86% de
los casos que son denunciados, es decir, cometer un delito en México
tiene una baja probabilidad de denuncia y, a su vez, la búsqueda de cas-
tigo por un delito cometido es posible que no se sancione conculcando
El populismo legal en México

una condena, pues sólo el 6.4 % de los casos se investigan. Ante la evi-
dencia de los datos, podemos señalar que en el país la probabilidad de
que un delito “se denuncie y se resuelva es de apenas 1.14%” (Infobae,
2019). Derivado de lo anterior, sobre el sistema de justicia pesa una crisis
estructural y, por extensión, en México tenemos un deficitario Estado
de derecho.
Asimismo, consideramos la prisión preventiva como una medida que 221
incrementa el número de población en el sistema penitenciario, proble-
ma que se agrega al existente de hacinamiento en las cárceles mexicanas
y a que las prisiones se han convertido en un espacio que no permite la
reinserción social, por el contrario, son “escuelas del crimen” al concurrir
delincuentes que conculcan una pena e individuos que no cuentan con
sentencia. De esta manera, las prisiones están envueltas en un déficit de
infraestructura para dotar de mejores condiciones a las personas en situa-
ción carcelaria, lo que incrementa la violación de derechos humanos.
El sistema acusatorio queda relegado con la adopción de criterios que
sobreponen medidas punitivas taquilleras como la prisión preventiva ofi-
ciosa, con lo que la figura de presunción de inocencia se lesiona como
garantía constitucional. Es importante plantear que para el sistema de
justicia la presunción de inocencia

[…] es un elemento del debido proceso que cotidianamente en-


tendemos como toda persona es inocente hasta que se le demuestre lo
contrario. En la práctica, tiene dos efectos: 1) obliga al Ministerio
Público –el Estado– a probar su caso, y 2) como regla, una persona
acusada debe estar en libertad mientras está sujeta a proceso penal,
dado que técnicamente es inocente […] (oscj, 2018: 6-7).

Finalmente, el tema de prisión preventiva requiere que se resuelva el uso


excesivo de la fuerza (por omisión en protocolos de actuación), ahora
adicionado por la función de los militares incorporados en materia de
seguridad, a pesar de que su función en materia de seguridad está impug-
nada por controversia constitucional. Entre las razones de la impugna-
ción están la falta de mecanismos que prevengan la violación de derechos
humanos y el margen de impunidad que se genera por los cuerpos de
Populismo y el México de hoy

seguridad militarizados. La Guardia Nacional, al estar integrada por


70% de miembros del cuerpo castrense, genera dudas de que el mando
civil podrá reducir los factores de impunidad que se posibilitan, por los
acuerdos de actuación que impiden la rendición de cuentas y la concul-
cación de penas en la proporción del delito; asimismo, debe agregarse
la excepcionalidad que los cuerpos castrenses tienen para que sea la jus-
222 ticia militar quien los procese y no la justicia civil. De esta manera, la
impunidad es un factor clave a considerar.
Existen otros factores que vuelven contingente la justicia: la integra-
ción de la carpeta de investigación es un factor a revisar, bajo la tesis de la
profesionalización y el uso faccioso de la justicia, pues hay que considerar
que los castigos no corresponden en muchas ocasiones con el evento de-
lincuencial denunciado. De este modo, la prisión preventiva oficiosa está
expuesta a un sinfín de factores que determinan su vigencia, pues priman
indicadores que demuestran que una débil institucionalidad condiciona
la utilidad de cambios constitucionales que omiten las condiciones exis-
tentes en el sistema judicial.

La modificación constitucional y el incremento de la violencia

El argumento central que justifica la reforma al artículo 19 de la Cons-


titución se construyó bajo un planteamiento simplista, donde a mayor
incremento de la violencia en el país, mayor debe ser la pena que se debe
pagar. Esta política de “mano dura” o “garrote” asume que la adopción
de un modelo punitivo detendrá la tendencia al alza de la violencia, aca-
bará con la corrupción y permitirá un proceso de pacificación del país.
En virtud de lo anterior entendemos que, al configurarse un mode-
lo de justicia histórica, restituye el gobierno populista un principio de
justicia donde

sólo una parte del pueblo disfrutará de la total protección de la


ley; aquellos que no pertenecen al pueblo o, peor aún, quienes
pueden ser sospechosos de trabajar en contra del pueblo, deberán
El populismo legal en México

ser tratados con dureza (esto es “legalismo discriminatorio”, o sea,


la postura de que “para mis amigos, todo; para mis enemigos, la
ley”) (Müller, 2017: 759).

Es así que en septiembre de 2018, el senador Ricardo Monreal propuso


la respectiva reforma. Quizás el contexto ofrece razones que permiten
valorar cuáles son los factores que determinaron la reforma. Durante 223
el sexenio anterior (de Enrique Peña Nieto), el número de víctimas por
homicidios alcanzó la cifra de 156 mil personas: si lo comparamos con
el periodo de presidentes de extracción panista, tenemos un incremento
de 35 mil crímenes más que en el periodo de Felipe Calderón, y casi
el doble que en el sexenio de Vicente Fox (gráfica 1). Incluso pode-
mos considerar los dos primeros años de la actual administración (de
Andrés Manuel López Obrador), donde han ocurrido 68 442 homi-
cidios hasta el 21 de diciembre de 2020. Al momento, la eficacia de
las reformas, especialmente el incremento en las sanciones para juz-
gar los delitos, no ha incidido sobre el incremento de los homicidios,
según datos de los últimos dos años.

Gráfica 1. Homicidios a nivel nacional. Serie anual de 2006 a 2020

Fuente: Elaboración propia con datos del Inegi.


Populismo y el México de hoy

La política de seguridad, que en los dos últimos años se apoya en la Guar-


dia Nacional, así como en la modificación del artículo 19 constitucional
(ampliación del catálogo de delitos), aún no muestran resultados sóli-
dos que justifiquen la reforma constitucional. Por el contrario, la refor-
ma constitucional del artículo 19 no pone el acento sobre la función y
capacidad del funcionario judicial, pues las investigaciones de esta índole
224 no logran que sus resultados pongan en prisión a los delincuentes: “las
carpetas de investigación abiertas en el 55.9% de los casos no vinculan
a proceso al detenido, y en el 4.2 % se puso al delincuente a disposición
de un juez” (Mora, 2020: 49). Es así como delitos/sanciones no estable-
cen una relación directa que ofrezca resultados inmediatos o a mediano
plazo, pues omite la debilidad estructural y el desempeño marginal de los
sistemas de justicia locales y de la Fiscalía General. Asimismo, hay que
agregar a las corporaciones policiacas carentes de recursos y capacitación
quienes, al conformar el primer círculo de servidores públicos involucra-
dos en la materia, condicionan el ejercicio de la justicia al estar coludidos
y encubrir acciones criminales.
Por eso, el nivel de análisis debe romper con explicaciones causalistas,
bajo enfoques que se proponen narrativas unívocas como son: enfoque
económico, enfoque cultural, enfoque de coyuntura y enfoque institu-
cional. En los enfoques anteriores, falta atender la situación particular del
papel que juega el Estado como productor de violencia (Cruz, 2010), es
así que podemos reconocer tipos de violencia o violencias desde el poder
que se producen con la adopción de esquemas o políticas de seguridad
altamente restrictivas de las libertades, por ejemplo, la implementación
de esquemas de excepcionalidad en materia de seguridad se basa en polí-
ticas que desarrollan un enfoque de “tolerancia cero”, configurándose un
primer tipo de violencia estatal. Las acciones y programas, al proponerse
su aplicación con criterios espaciales y temporales, se fundamentan en
marcos de actuación excepcionales para el personal emergente que se
encarga de la seguridad.
En el caso mexicano, la presencia militar se ha conformado con una
similar competencia para participar en seguridad pública, por lo que la
Guardia Nacional es parte de un modelo institucional que ofrece una
El populismo legal en México

respuesta punitiva a la creciente violencia. En la narrativa oficial el legis-


lador, como el gobierno, caracterizan al momento mexicano como un
periodo de emergencia nacional, el enemigo es el crimen organizado, la
delincuencia de cuello blanco o incluso, aquel delincuente que está ex-
puesto y reproduce una violencia sistémica. La limitación de esta perspec-
tiva es la fragilidad de la respuesta, pues se omite la causa del delito, ni
siquiera se llega a una caracterización de la conducta delictiva, la respuesta 225
gubernamental traza una ruta de solución que se basa en la generalidad de
la “mano dura”, la actuación punitiva.
Es así que la adopción de las políticas de “mano dura” omiten que
dichas estrategias “vulnera[n] [la] integridad física, psicológica y emo-
cional [de las personas] por medio de leyes y políticas inmediatistas que,
sin llegar a la raíz del problema, acrecientan el círculo vicioso de la discri-
minación e impiden el restablecimiento de la cohesión social” (cdhdf,
2012: 3)
El segundo tipo de violencia ejecutada o promovida desde el estado
es aquella que tiene a las agencias gubernamentales como artífices al de-
sarrollar acciones por fuera de la ley en clara violación de ésta y de los
derechos humanos. Es decir, las corporaciones encargadas de la seguridad
utilizan su fuerza contra sectores de la población. En la actuación de las
corporaciones dominan prácticas de “limpieza” o eliminación del enemi-
go político. A este rubro pertenece el uso de la tortura como mecanismo
para someter a la población civil, desgraciadamente este es un instrumen-
to arraigado en las fuerzas del orden.
El tercer tipo de violencia es aquella de corte criminal donde miem-
bros del Estado son los ejecutores de acciones delictivas (Cruz, 2010). Es
el uso patrimonial de la violencia estatal en beneficio de miembros del
aparato estatal, una especie de “autonomización” que evade su responsabi-
lidad pública y competencia bajo la estructura y reproducción del poder.
Los tipos de violencia expuestos tienen al Estado como productor, sin
embargo, guardan una interdependencia. La violencia que retomamos es
aquella que surge a partir de la implementación de políticas y programas
que proponen marcos de excepcionalidad, pues han permitido la sali-
da de las fuerzas armadas y la Marina de sus cuarteles. Este proceso de
Populismo y el México de hoy

militarización configura un uso orgánico e institucional del Ejército de


manera genérica, configurándose así una colonización de la solución
del problema en materia de seguridad con el Ejército, pues si agrega-
mos el incremento de delitos y su complemento, la prisión preventiva
oficiosa, tenemos un programa que no buscará que la actuación del poder
político atienda las causas.
226 Por el contrario, las decisiones políticas buscan generar un marco de
actuación que favorezca la legitimidad del gobernante en turno, con po-
líticas y programas que pretenden impactar sobre la percepción de la de-
lincuencia y la violencia; son acciones populistas que buscan granjearse
apoyos sobre todo de población expuesta a la violencia o el delito que
sistemáticamente afectan a la sociedad. Dichas medidas provocan tensio-
nes al sistema de justicia y penitenciario, pues las acciones coyunturales
omiten en la solución factores estructurales y la multidimensionalidad de
las causas que originan el delito.

El debilitamiento de la seguridad pública

La implementación del nuevo modelo nacional de seguridad con la


Guardia Nacional ha provocado una crisis del sistema policial estatal
y municipal, con lo que las acciones preventivas quedan rotas. Si bien
uno de los factores que explican la debilidad del sistema de seguridad
y prevención es la presencia de la Guardia Nacional, también debe su-
marse la falta de recursos que impacta sobre el desempeño en materia
de seguridad local. En el presente sexenio los recortes económicos han
sido permanentes para seguridad pública, a pesar de que es una política
compartida entre Federación, estados y municipios. Esta reducción de
recursos se basa en los mismos criterios que han determinado el finiqui-
to de otros programas o políticas sectoriales: el factor de la austeridad y
el combate a la corrupción son las dos banderas que se han utilizado
para cancelar los fondos a los que la Federación se comprometía con los
estados y municipios, con lo que se reducen las capacidades operativas
de la seguridad pública local.
El populismo legal en México

El flujo de recursos a los estados y municipios que se da mediante


tres fondos que configuraban las transferencias y que definían la política
de seguridad del Estado mexicano se ha visto mermado. Por ejemplo,
el Fondo de Aportaciones en Seguridad Pública (fasp) no recuperó
los recursos con que contaba en 2013 –cerca de 7 mil 631 mdp–,
en los dos años de la presente administración nos hemos quedado lejos del
monto referido, pues para 2019 se contó con 7 mil 210 mdp, mientras 227
que en el presupuesto 2020 se le asignaron 7 mil 444 mdp, un porcentaje
respectivamente.
El Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de Municipios y las
Demarcaciones de la Ciudad de México (fortamun), es una transferen-
cia de la que echan mano los municipios de los estados de la República
y alcaldías de la ciudad capital del país para mejorar las capacidades de
los cuerpos de seguridad. A pesar de su importancia, el gobierno federal
dispuso de un presupuesto para 2020 de 86 mil 971 mdp, por deba-
jo del monto que el Consejo Nacional de Seguridad Pública se había
comprometido alcanzar con base en el Acuerdo 04/xliv/19 que proponía
el incremento de por lo menos 50% en el porcentaje del que disponía el
fortamun para el fortalecimiento de las capacidades policiales. En dicho
acuerdo se instaba a que el secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública coordinara “los trabajos para promover las reformas
administrativas y legales necesarias para tal fin” (cnsp, 2019).
Finalmente, el Fondo para el Fortalecimiento de la Seguridad Pública
(fortaseg) creado para apoyar en la formación y capacitación de los cuer-
pos policiales, así como para la adquisición de equipo –como armamento,
vehículos y cámaras de videovigilancia– el presente año será la última
ocasión en que se le asignó recursos por apenas 4 mil mdp, monto infe-
rior al de 2018 y 2019, años en los que se otorgaron 5 mil mdp y 4 mil 9
mdp, respectivamente, representando un recorte durante la presente ad-
ministración de 25.78% de recursos. Para 2021, en el presupuesto federal
desaparece el fortaseg, es así que los recurrentes recortes presupuestales
alertan sobre la debilidad institucional que pesa sobre los cuerpos poli-
ciacos, así como la mengua en su capacidad y rendimiento que mues-
tra el abandono en que se encuentra la seguridad pública. También, el
Populismo y el México de hoy

abandono en el que se deja a la seguridad condiciona a que se respon-


da con poca eficacia a la delincuencia, por lo que habrá que evaluar si
los resultados en materia de seguridad dependerán de la austeridad pre-
supuestal, ya que las débiles finanzas estatales y municipales no tie-
nen capacidad para absorber la inversión que requiere el desarrollo
de los cuerpos policiales y la respectiva infraestructura que demanda
228 la agenda.
El escenario financiero descrito muestra el debilitamiento de los cuer-
pos policiales y refleja la falta de coordinación entre los tres niveles de go-
bierno, así como la inexistente implementación de políticas transversales
que atienda el tema bajo una agenda integral. Una agenda que debería
considerar los límites estructurales que aquejan a las agencias guberna-
mentales y bloquean la efectividad de las políticas de seguridad, además
de aquellas reformas de carácter populista punitivo que construyen so-
luciones bajo estrategias militarizadas que requieren analizarse, no sólo
por su efectividad, sino por el desmonte institucional de los esquemas
de financiamiento de los cuerpos civiles. Asimismo, hay que considerar
la devolución de la responsabilidad en materia de seguridad, que obliga
a los estados y municipios a buscar los recursos necesarios para establecer
las políticas públicas respectivas.
A pesar de que las causas de la violencia y el delito son resultado de fac-
tores multidimensionales, donde sin duda las decisiones gubernamentales
federales están inmersas, los recortes representarán hoyos en las finanzas
locales que incidirán sobre políticas prioritarias que atienden las necesida-
des de la población. No omitimos que la violación de derechos humanos,
por una actuación discrecional o excepcional de las fuerzas armadas, es
parte del ambiente que pone en duda la implementación de la política de
seguridad militarizada.
La formalización del ejército en materia de seguridad pública depone
las competencias en tiempos de paz entre policía y fuerzas armadas. Ade-
más, la estructura de mando militar en el nuevo cuerpo de seguridad es
una realidad que indica que el control civil es eliminado como modelo,
es decir, las alianzas del poder político y el militar confirman la finitud
de sistema de pesos y contrapesos en los que diversos actores trataban de
El populismo legal en México

acotar la actuación del ejército (Zaverucha, 2008). Más allá del discurso, la
alianza se ha desarrollado con un marco legal que consolida la autonomía
de actuación de los miembros del ejército con licencia para incorporarse
a la Guardia Nacional, lo que robustece la capacidad institucional de los
militares para constituirse en un cuerpo de seguridad de excepción que se
amplía hasta la conclusión del sexenio.
La naturalización del estado de excepción como política pública de- 229
linea la “primacía de la acción militar [lo que] supone la cuarteadura del
contrato social, el agotamiento del Estado de derecho” (Cajas, 2012: 7).
Desde esta perspectiva, la Guardia Nacional es un proyecto militarizado
que nacionaliza y a su vez generaliza la respuesta para restituir la paz social
del país. Pero con excepciones, pues, si bien con base en datos del general
Luis Rodríguez Bucio, hay en el país 90 mil elementos que ayudan en
labores de seguridad, el despliegue de los efectivos no establece criterios
con base en factores como el nivel de inseguridad. “Prueba de ello es
que las entidades con mayores tasas de homicidio, como Guanajuato,
Baja California o Chihuahua no figuran entre las que tienen más guar-
dias” (Ángel, 2020a).
De alguna forma, es el regreso a la ley del garrote; sin embargo, como
primer respondiente, el ejército y la marina –y con suerte una pequeña
fracción de civiles pertenecientes a la otrora policía federal– participan
bajo un marco de actuación dudoso por múltiples consideraciones, por
ejemplo, ¿quién presenta al implicado en un delito? Generalmente, la
presentación ante el Ministerio Público la realiza la corporación de po-
licía estatal o municipal, de la que se acompañan los miembros de la
Guardia Nacional (cfr. Díaz de León, 2020), incluso se han encontrado
casos en los que el llenado del reporte policial homologado es firmado por
miembros de seguridad pública que ni siquiera han participado en la de-
tención, por lo que el detenido es liberado por las inconsistencias que
presenta la detención.
Nuevamente la impunidad aparece como un mal que aqueja a los
cuerpos de seguridad, pues se hallan datos en los que la discrecionalidad
de la actuación de la Guardia Nacional es motivo de atención, pues los
arrestos y detenciones arbitrarias siguen un patrón en el que el tiempo en
Populismo y el México de hoy

que tarda la presentación ante las autoridades ministeriales genera sospe-


chas de actos de tortura que ocurren al interior de los cuarteles o jefaturas
(cfr. Data Cívica, 2019). En virtud de lo anterior, se vuelve a poner en
duda el desempeño de la Guardia Nacional, pues la disminución de la
impunidad sólo es posible si la actuación de los cuerpos de seguridad,
como primer interviniente, se apega a protocolos que respeten los dere-
230 chos de los detenidos para evitar que el caso no proceda por causa de una
deficiente actuación policial.
De esta manera, la actuación de las corporaciones, en especial de la
Guardia Nacional, genera dudas razonables que se amplían cuando va-
loramos los resultados, pues, a casi 16 meses de su implementación, los
índices de violencia y delitos no disminuyen y el impacto de su presencia
nacional ni siquiera ha servido como efecto disuasivo.

La reforma al artículo 19 constitucional

La reforma constitucional de 2008 había establecido que los delitos seña-


lados en el artículo 19 determinarían dónde aplicaría la prisión preven-
tiva oficiosa sin menoscabo de los derechos que la misma Constitución
establece para todo individuo. El artículo 19 daba al juez competencias
para determinar si la suficiencia de las medidas cautelares garantizaba
que el imputado fuera a juicio; si éstas no se cumplían, el Ministerio
Público solicitaba la prisión preventiva a la autoridad. Incluso, la pri-
sión preventiva basada en un catálogo de delitos tipificó que los delitos
imputados que ameritaban que durante el juicio se siguiera el proceso
en prisión serían: “delincuencia organizada, homicidio doloso, viola-
ción, secuestro, trata de personas, delitos cometidos con medios vio-
lentos como armas y explosivos, así como delitos graves que determine
la ley en contra de la seguridad de la nación, el libre desarrollo de la
personalidad y de la salud” (Constitución Política, artículo 19).
Sin embargo, a pesar de contar con una reforma más amplia, en 2019
el diagnóstico de los legisladores determinó que la emergencia que se vive
en el país debe traducirse en una ampliación del catálogo de sanciones
El populismo legal en México

para castigar: robo de combustible, corrupción y delitos electorales. La


iniciativa de reforma al artículo 19 constitucional propuso que se hiciera
una revisión de los resultados a partir de su implementación; por eso
se revisará en cinco años, para ver si hay que seguir con la medida o
deponerla. Sin embargo, las dudas surgen a partir de que los criterios
de evaluación están subordinados a factores políticos donde impera un
maquillaje de la información pública gubernamental que permite jus- 231
tificar la medida.
También, la inclusión en la revisión de agencias de derechos huma-
nos condiciona la utilidad del análisis, porque el órgano constitucional
autónomo nacional en materia de derechos humanos está capturado por
militantes del partido en el gobierno. Asimismo, debemos considerar la
adecuación constitucional que forma parte de la política de seguridad que
el presente gobierno ha implementado, por lo que es difícil que la revisión
en cinco años, de la medida adoptada, sea posible y ofrezca una evalua-
ción consistente con la protección de los derechos humanos.
La adecuación del artículo 19 ha ampliado el catálogo de delitos, a sa-
ber, se ha incorporado el “uso de programas sociales con fines electorales,
enriquecimiento mediante actos de corrupción, robo de hidrocarburos, fe-
minicidio, abuso sexual contra menores, robo de casa habitación, robo al
transporte de carga, desaparición forzada de personas y cometida por parti-
culares e ilícitos en materia de armas de fuego y explosivos de uso exclusivo
de las Fuerzas Armadas” (Constitución Política, artículo 19).
El nuevo catálogo de delitos incrementa hipotéticamente las deten-
ciones, a pesar de que el artículo 20 establece las garantías legales que
evitan que la prisión preventiva exceda su sentido. El incremento de la
población en prisión por la violación de derechos humanos se potencia;
a partir del uso de esta figura es hoy un cuestionamiento inicial que las
cifras no pueden ocultar, las personas en prisión alcanzan las 214 mil 776,
lo que significa un incremento de 6.5% de reos con respecto a los 200 mil
936 de 2019 (Ángel, 2020b). Incluso, si nos focalizamos en el número de
población por estado, tenemos que 28 de los 32 estados de la República
reportan un incremento, yendo en contra de la tendencia a la baja duran-
te 2015-2018, ya con el sistema penal acusatorio.
Populismo y el México de hoy

En cuanto a población en prisión que no cuenta con una sentencia, el


dato también ha mostrado un incremento. El Órgano Administrativo de
Prevención y Readaptación Social señala “que mientras en diciembre de 2019
el 37% de todos los internos eran personas en prisión preventiva, para oc-
tubre de 2020 el porcentaje ya ascendía a 42%. En total, 90 mil personas
recluidas sin condena” (Ángel, 2020b).
232 Varias son las conclusiones adelantadas que podemos obtener de estos
datos, pues perfilan un problema que se robustece, la presión sobre el
sistema penitenciario por el número de población en reclusión se incre-
menta: 43.6% de los penales se encuentra con problemas de hacinamien-
to (Ángel, 2020b). Desde esta perspectiva, la adecuación al artículo 19
viene a dar un vuelco que redefine los alcances de la reforma al sistema de
justicia que desde 2008 viene estableciéndose en el país.
De antemano, podemos adelantar un primer resultado de la decisión
que la mayoría de los legisladores de Morena tomaron al reformar el
artículo 19 constitucional, propusieron un modelo en que la prisión
preventiva provoca un instrumento ineludible y automático que lesiona
los derechos humanos de la persona porque le condiciona su libertad,
violando derechos como procesado.
Por eso, al adoptar la prisión preventiva oficiosa como un instrumen-
to que coadyuva a inhibir la violencia, impunidad e inseguridad, como
señalaron los legisladores, además de resultar poco preocupados por los
derechos humanos, en sintonía con la asociación entre populismo y
punitivismo, asumen desde el Congreso federal que el sistema penal
acusatorio está en entredicho porque no se cuenta con las capacidades
institucionales; en suma, es una reforma que va en contra del propio sis-
tema de justicia. Señalamos la idea anterior a partir de que el legislador
no considera que “[p]rivar al imputado de su libertad y esperar en prisión
una sentencia […], no debe ser visto como un método de prevención de
delito” (Contreras, 2019).
Si los riesgos de la prisión preventiva oficiosa implican que la deten-
ción se desarrolle sin que medie sentencia de un juez, provocará proble-
mas colaterales, como ocurre con el hacinamiento en el sistema penal.
Asimismo, hay que considerar que el carácter excepcional de la detención,
El populismo legal en México

derivada de la prisión preventiva, se considera como un caso contingente


que debe garantizar ciertos supuestos, a saber:

0. Que sea un delito grave calificado por la ley.


a. Que haya riesgo de sustraerse de la ley.
b. Que haya materia para fundar la detención.
233
En un proceso queda en manos del juez la interpretación del vínculo al
caso y por los elementos aportados por las partes será que se logre hacer
justicia en apego a un proceso justo donde se garantice el debido proceso.
Por eso, lograr un modelo efectivo requiere erradicar prácticas que vi-
cian el sistema de justicia: las filtraciones hechas a la prensa de casos que
están en proceso, la incomprensión de los procesos que determinan al
nuevo sistema de justicia, así como las cuotas de detenidos que deben
cumplir como metas las agencias de impartición de justicia, son factores
que vician al sistema en su conjunto.
Además, podemos identificar el peligro que pesa sobre la indepen-
dencia judicial, se omite de “forma individualizada las circunstancias de
cada caso, ni sobre la razonabilidad y necesidad de restringir la libertad
personal, respecto de otras alternativas menos lesivas” (Guevara y Chávez,
2020), la presión de ministerios públicos, corporaciones policiacas y en el
caso de México, el intencional ejercicio de denuncia que desde las maña-
neras realiza el presidente de la República, forman parte de un esquema de
presión que no sólo debe considerar el factor corrupción sobre el juez, para
determinar la decisión de otorgar la prisión preventiva oficiosa.

El modelo populista en materia de seguridad


(a manera de conclusión)

La Guardia Nacional nos expone a probables incrementos en las viola-


ciones de derechos humanos, a denuncias sobre el uso discrecional de la
fuerza, a la letalidad de las acciones de seguridad que encabezan militares.
El panorama descrito tan sólo hace un recuento de los temas que diversas
Populismo y el México de hoy

agencias de la sociedad civil han manifestado para poner en duda la via-


bilidad de un modelo de contención más que preventivo.
La decisión del legislador impuso una visión que trata de naturalizar
la presencia militar y ha puesto por encima de los derechos de los ciuda-
danos el brazo punitivo, pues se busca garantizar que las penas puedan
atender a aquellos delitos que levantan demasiado encono social.
234 La propuesta de incrementar los delitos se inscribe como parte de un
modelo populista punitivo que se fortalece con otras acciones de “mano
dura”, ya que en el gobierno están convencidos de que dicha política
brindará los resultados que ratificarán en el poder a la nueva clase po-
lítica. Es decir, la adopción de la militarización y el incremento de los
delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa son una estrategia políti-
ca con miras a “capitalizar el descontento social en apoyo y popularidad
política y electoral” (Martínez, 2020).

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8. Una radiografía de los partidos políticos en México
desde el análisis de las redes sociales: Morena, pri, pan

María Teresa Álvarez Martín1

241
Introducción

Este ensayo tiene como objeto el análisis de los contenidos que utilizan
los partidos políticos (Morena, pri, pan) dentro de las redes sociales y el
internet. Para ello se van a seleccionar algunas páginas de los diferentes
partidos2 para detectar los principales temas que abordan, los comen-
tarios que efectúan, así como lo que proponen para gobernar México.
La metodología será el análisis de contenido, su alcance no pretende
ser un análisis del discurso, ya que la técnica es distinta y se busca un
estudio cualitativo que arroje fundamentalmente algunos indicios que
después puedan servir para una investigación más profunda. A partir de
los resultados, utilizando la taxonomía de Grecia Cordero sobre las ca-
racterísticas de los partidos políticos de tipo populista, neoliberal y fas-
cista, se examinará a qué tipología responde cada uno. Para ello utiliza-
ré como base un cuadro que ella elaboró y nos expuso en el seminario
de populismo.3

1 Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la unam. Profesora del Sistema Univer-
sidad Abierta y Educación a Distancia de la unam. Contacto: maite.alvarez.martin@
politicas.unam.mx
2 Por razones de espacio y de tiempo se van a utilizar las páginas de internet que uti-
lizan los partidos políticos oficiales y algunos documentos que sirven para ahondar
en la visión que tienen del país, con el objetivo de detectar aquellos rasgos que per-
miten identificar si se alejan o se acercan a las características que tiene la taxonomía
de Grecia Cordero. Para ello, se hará un comparativo y los resultados se cruzarán con
dichas características.
3 Existen otras tipologías que sirven para el análisis de los partidos políticos, esto no
es excluyente de otras taxonomías, pero en este caso utilizaré únicamente la de Grecia
Cordero, fruto del Seminario de Populismo.
Populismo y el México de hoy

La razón para situar el análisis en las redes sociales es porque estamos


insertos en sociedades mediáticas, permeadas por los medios de comu-
nicación. Actualmente hay una coexistencia de los medios tradiciona-
les (televisión, prensa, radio) con los medios alternativos (redes sociales,
internet, ciberespacio). El campo de batalla por el mercado electoral
combina todos estos recursos y los partidos políticos tienen que buscar
242 fórmulas que les permitan figurar en todos estos recursos tecnológicos.
Los medios tradicionales proporcionan un instrumento que penetra en
millones de personas, pero en las últimas décadas se ha demostrado que
esto no es suficiente para ganar una contienda electoral; es necesario el
reforzamiento del posicionamiento de los partidos políticos a través de
los medios alternativos, tales como las redes sociales, la prensa digital, los
blogs y otros recursos electrónicos.
Nos encontramos, en nuestras sociedades contemporáneas, con indivi-
duos que tienen interiorizado un sentimiento que, desde el ámbito de la po-
lítica, no se sienten representados por sus dirigentes políticos. Esto se debe a
los excesos de la democracia. Hoy nos enfrentamos, de forma generalizada,
a situaciones que tienen que ver con malversación de fondos, deficiencias
en la implementación de políticas sociales que cubran las necesidades de los
individuos, tales como salud, pensiones, subsidio de desempleo; tampoco
han diseñado políticas laborales que permitan que los individuos tengan con-
diciones de vida dignas porque los sueldos son bajos y la inflación alta. La bre-
cha entre ricos y pobres cada vez se hace más grande y el descontento social,
el enojo y la falta de horizontes se agrandan cada vez más.
Ante estas circunstancias, la probabilidad de que los ciudadanos caigan
en la trampa de partidos que articulan discursos populistas se vuelve cada vez
más factible. Los ciudadanos, en su ego interno, quieren encontrar formas
para conocer la realidad interna que les rodea, distintas a las tradicionales,
utilizando cada vez más esta información en las redes sociales; además, di-
chas redes les proporcionan un plus: la posibilidad de poder interactuar a tra-
vés de opiniones en las páginas que utilizan los diferentes partidos políticos,
que de otra manera sería muy difícil por la inaccesibilidad a los mismos.
Una de las claves que ha fomentado la proliferación de las redes so-
ciales en que se inserta la sociedad, es la generalización del celular. Esto
Una radiografía de los partidos políticos en México

ha permitido que millones de personas puedan acceder al internet y su


oferta de servicios de una manera muy sencilla y rápida. En este contexto
se puede decir que los partidos políticos se vieron en la necesidad de uti-
lizar las redes sociales para intensificar su presencia frente a la ciudadanía.
La pertinencia de buscar el discurso de los partidos en la red permite
que se pueda analizar también la interacción de los partidos políticos con
los ciudadanos que opinan dentro de la red. Esto es un discurso inaca- 243
bado, y el presente estudio no pretende agotar el tema, sino hacer una
radiografía general.
Las razones por las que utilizo la tipología de partidos responden, a
la vez, a analizar las ideologías de los partidos que hay en México como
una forma de reflexión, porque para un europeo es muy sencillo enten-
der las ideologías al responder a razones históricas y políticas, mientras
que esto es un proceso diferente en México, por lo cual merece la pena
reflexionar en torno a esto.

Una tipología de populismo, neoliberalismo y fascismo

Grecia Cordero expone una tipología de partidos que explica las carac-
terísticas del fascismo, el neoliberalismo y el populismo.4 Para hacer el
análisis del discurso me basaré en su clasificación. El fin del ensayo es te-
ner claro los tipos de partidos que existen en México y saber si se acercan
más a una tipología que a otra. En el siguiente cuadro se expone dicha
tipología y posteriormente, en diversos apartados, realizo el análisis de los
tres partidos.

4 Como ya mencioné, la clasificación que utilizo para el análisis corresponde a la ta-


xonomía que presentó Grecia Cordero en el Seminario de Populismo, el cual tuve la
oportunidad de cursar y constituye la base para la elaboración de este artículo.
Populismo y el México de hoy

Populismo Neoliberalismo Fascismo


El pueblo es sabio y sabe Nadie sabe qué es lo Gobierno del
lo que quiere. Su querer mejor para todos, sólo el pueblo soberano
coincide con individuo sabe qué es lo (autodeterminación del
su bien. mejor para sí mismo. pueblo como nación).
La voluntad general es la
Autogobierno del pueblo El mercado es ese voluntad de todos.
244 (autodeterminación del mecanismo impersonal u
pueblo). La voluntad objetivo “que entraña un Concepción orgánica del
de todos es la voluntad conocimiento total que Estado (el todo es antes
general. suma lo que en conjunto que la parte). Premisa del
saben todos, pero que no corporativismo autoritario.
El pueblo es orden sabe nadie”.
espontáneo en sí mismo, El pueblo es idéntico a
no requiere de mediación Autogobierno del mercado la nación soberana. Sin
que corrompa su sentido. (autodeterminación y embargo, no es capaz de
El pueblo sólo puede autorresponsabilidad del gobernarse a sí mismo y
querer su bien. individuo en el mercado). requiere de un líder.

El pueblo no tiene Del mercado emana un El líder ha de replantear las


representantes ni orden espontáneo que cuestiones que el pueblo
mediaciones. El líder es su ofrece la mejor garantía de refrenda o rechaza.
imagen y semejanza. Él lo libertad y de bienestar para
encarna y es el mandato cada persona. La sociedad civil no existe,
imperativo del pueblo. sólo existen corporaciones.
El mercado es eficiente por La sociedad se identifica
Desconfianza a la sociedad definición porque funciona con el Estado.
civil. Ella no existe, lo que como mercado, y nada
hay es una unidad política debe mediar e interferir Antipolítica. La democracia
del pueblo enfrentándose a con sus leyes, incluida la liberal es una maquinaria
sus traidores (antipueblo) política. artificiosa y aritmética, que
Reducción y radicalización se expresa en una retórica
del conflicto social. Atomización social. La antiestablishment.
única norma es el interés
Antipolítica. El pueblo egoísta. No hay sociedad En un Estado verdadero el
sin mediaciones debe de ni objetivo que persiga. pueblo es tan homogéneo
decidir sobre sí mismo a “Individuo postsocial”. que predomina una
través de mecanismos como voluntad general suprema.
la consulta popular, el El plebiscito es el carácter
plebiscito, etc. más vivo de la democracia
que manifiesta su carácter
existencial y decisivo a
través de un “sí” o un “no”.
Una radiografía de los partidos políticos en México

Populismo Neoliberalismo Fascismo


El Estado es una ficción. Antipolítica o rechazo La voluntad del pueblo
El poder del pueblo es la de la política per se. La se autoafirma como
auténtica Democracia. política y sus mediaciones cesarismo. La aclamación
La búsqueda de una son congestión del tiempo. del pueblo al líder en
verdadera Democracia se La política es sinónimo de multitud reunida es
expresa en una retórica ineficiencia. la expresión directa
antiestablishment contra la de la sustancia y la 245
clase económica-política, Como individuo que fuerza democrática.
corrupta y envilecida. es, el político busca su Reivindicación de un
propio beneficio. La pasado mítico al que hay
La voluntad del pueblo política es sinónimo de que retornar.
se autoafirma soberana. corrupción. Esta premisa
Retorno al Estado de se expresa en la retórica Conspiracionismo
Bienestar o a un pasado antiestablishment contra la xenófobo.
mejor. Hay que “reparar clase política.
el daño a un pueblo Elitismo popular que
humillado, pobre”. Se requiere de “una reivindica la fortaleza de
cultura empresarial” que una nación.
El pueblo sin mediación se emancipe de todos los
ni representación puede parásitos del viejo sistema: Democradura
derivar en dictadura. el estado de bienestar, la (Rosanvallon). Dictadura
Esta es la paradoja de burocracia, los sindicatos fascista. Se accede al poder
la “democracia real” y la clase política corrupta a través de la violencia
(Rosanvallon) “La e ineficiente. La libertad es y es también un acto de
búsqueda de una auténtica económica, no política. afirmación de conciencia
democracia como utopía que se ejerce sobre
puede terminar en Se requiere de un estado quien no pertenece a la
distopía. fuerte (no keynesiano) que comunidad nacional.
esté al servicio del orden
Concepción orgánica de natural del mercado y si es
la sociedad (el pueblo preciso hay que respaldar a
es una unidad colectiva las dictaduras.
indiferenciada entre sí que
se autogobierna)
Fuente: elaboración propia a partir de Grecia Ruth Cordero García.5

5 Aunque este cuadro será un referente para el análisis, no pretendo usar cada carac-
terística sino analizar sólo las aproximaciones a este esquema, debido a que es una
tipología de casos puros y es difícil que los partidos no posean rasgos de diferentes
variables de análisis.
Populismo y el México de hoy

A partir de la anterior taxonomía, analizaré los tres partidos en los si-


guientes apartados.

Los partidos políticos, las redes sociales e internet

246 Al buscar un concepto en una red social se hallan muchas fuentes, algunas
relacionadas con el tema y otras no tanto. En el caso de Morena encontré
infinidad de páginas, las cuales sería inviable revisar por falta de tiempo y
espacio. En general, aclarado lo anterior, me concentré en la información
de la página oficial de los tres partidos analizados (Morena, pri y pan) y
revisé lo que propone cada uno de manera complementaria, únicamente
en Facebook y algunas páginas de internet; así, de esta manera, se preten-
de hacer un análisis de contenido con carácter cualitativo.

Las redes sociales y el internet: Morena

Haciendo una revisión de las páginas de Morena, en muchas ocasiones se


encontró que es necesario ser morenista para poder ingresar, y los seguidores
deben responder una encuesta para ser admitidos o no, advirtiendo que si
no estás a favor, Facebook te puede sacar de la misma. Al revisar la página
Encuentro Social: Todos somos amlo (Encuentro Social, 2021) se aprecia
como característica que todos los contenidos utilizan un modelo unidireccio-
nal: se puede poner like y compartir, pero no comentar dentro de la misma.
Ésta cuenta con 25.1 mil miembros, sin embargo, el nivel de participación
es bajo. Los contenidos generales que se mantienen son la descalificación de
otros partidos y la búsqueda del posicionamiento del mismo partido, dando
la imagen de que son una alternativa para México. Desde este punto de vista,
su discurso reúne las siguientes características:

1. Aparecen ayudando a comunidades pobres.


2. Utilizan un discurso anticapitalista, hablando de la ayuda a los que
tienen menos; pretenden que se les perciba como los salvadores
Una radiografía de los partidos políticos en México

de un sector de México olvidado por el resto de los partidos polí-


ticos, declarando que ellos van a dar ayudas sociales y abogar por
la igualdad; para ello aluden a la 4T (Cuarta Transformación) que
pretende transformar a México con equidad, transparencia en las
finanzas, austeridad, amor y respeto.
3. Descalifican a los adversarios. Argumentan que el prian es una
alianza entre el pri y el pan que busca preservar el poder para seguir 247
robando. A este comentario se puede añadir el prd, que va a ir en
alianza con esos dos partidos haciendo un frente común contra
Morena.
4. Se quiere dar una imagen de la participación de la mujer dentro del
partido.
5. Los candidatos tienen que pasar por la anuencia de Andrés Manuel
López Obrador para contender en las campañas electorales.
6. Utilizan redes sociales para reivindicar causas, como el Movimiento
por la Transformación de Oaxaca (mto); en este caso dicho movi-
miento se celebró por la 4T y consiste en su apoyo total a la misma;
juicio político a expresidentes; manifiestan estar en contra de la
derecha golpista; quieren parar los feminicidios y los asesinatos de
los luchadores sociales.
7. Utilizan la palabra pueblo. Rescaté este texto, que me parece relevan-
te para el análisis:
“Aquí buscamos unirnos como mexicanos y ser una sola voz con-
tra los corruptos que no nos representan en el Gobierno”.
“Sobran las palabras, necesitamos actuar. México y su pueblo me-
recen un mejor destino. Por eso, te invito a participar en este movi-
miento de regeneración nacional. Si estás de acuerdo en ayudarnos
a sumar voluntades, anótate como protagonista del cambio verda-
dero. Andrés Manuel López Obrador” (Morena, 2021).

Se analizó una segunda página de Morena (Morena, 2021) para contras-


tarla con la oficial, ya que en ésta no había comentarios que reflejaran
la diversidad, se advertían filtrados y consideré pertinente recabar opi-
niones de los usuarios de esta segunda página. En líneas generales esta
Populismo y el México de hoy

página tiene 35 mil 491 seguidores. A diferencia de la primera página, se


pueden dejar comentarios en todas direcciones. Los usuarios en general
dicen estar con Morena, sin embargo, llama la atención su incomodidad
con algunos actores de la política activa de este partido. Los consumido-
res de la página creen que Morena quiere acabar con la corrupción y que
ellos mismos son los corruptos. La consideran como el nuevo pri, por lo
248 que manifiestan su desesperanza en que haya algún cambio en la forma
de gobernar y en la realidad existente en el país.
En general, lo que se aprecia en esta página es el descontento de los
ciudadanos con la política de Morena. Aun con esta inconformidad, afir-
man estar del lado del partido, dejan ver que toda la responsabilidad recae
sobre el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no tiene apoyo
de sus senadores y diputados.
Otra característica de esta página es que los discursos que utiliza el presi-
dente hacen apología del gobierno en turno. Los comentarios que hay son
pocos, pero yo diría, después de incursionar en ellos, que destaca sobre todo
la crítica al presidente. Le reprochan cosas como que “las mañaneras son hu-
morísticas”, que es prensa amarilla. También consideran que hay disonancia
cognitiva porque no está favoreciendo a los que tienen menos recursos; tam-
poco hay un salario digno como se prometió, ni se ha limpiado al gobierno
de impurezas. Hay quien considera que no va a haber justicia.
Hay ciudadanos que no están de acuerdo con el presidente, pero tam-
bién hay otros que le hacen peticiones para arreglar problemas de sus
comunidades; por el contrario, hay quienes le manifiestan todo su apoyo
para que acabe con el prian. En líneas generales y tratando de resumir
los grandes temas que aparecen en esta página, se pueden identificar tres
grandes posturas:

a) Aquellos que apoyan al presidente Andrés Manuel López Obrador


y creen que los errores que comete se deben, sobre todo, al prian.
Esta consideración puede tener su origen en el discurso que ha
mantenido Morena durante su campaña y después, donde se alude
al pasado para hacer ver que ningún partido a la fecha ha goberna-
do a favor de los intereses de la ciudadanía.
Una radiografía de los partidos políticos en México

b) Otro gran grupo identificable dentro de la página es aquel que uti-


liza este medio para solicitar al presidente que emprenda acciones
con otros estados para resolver las necesidades de sus comunida-
des. En este sentido, le explican al presidente las deficiencias de su
comunidad y le piden que las solvente. Este grupo no recibe nin-
guna respuesta al respecto, pero supongo que deben sentir cierto
alivio al poder expresar su necesidad o la de su comunidad a través 249
de la red.
c) El tercer colectivo es el de aquellos que critican al gobierno.

Las redes sociales y el internet: el pri

La página oficial del pri (pri Oficial México) tiene dos millones trescien-
tos mil usuarios. A diferencia de la de Morena, utiliza un modelo multi-
direccional de comunicación, con lo cual puede considerarse dinámica.
Permite que se escriban comentarios de los consumidores, poner likes
y compartir la página. Los comentarios que ahí se despliegan, a su vez
pueden ser rebatidos por cualquiera de los participantes en dicha pági-
na. Aunque sí tiene seguidores, el nivel de participación no es muy alto.
Donde más participan es en los likes, después en los comentarios, y el
nivel más ínfimo se encuentra en las veces que se comparte la información
contenida en la publicación.
Al incursionar en los temas que se tratan en esta página, encontramos
las siguientes características:

1. Aparecen imágenes publicadas por #esdelpri informando sobre los


logros y los apoyos del pri en diferentes estados del país.
2. En cada imagen se puede advertir el total de participación distribui-
da en likes, comentarios y compartir.
3. Lo que se advierte en la superficie, que se compone de los comenta-
rios más destacados, es que estos son siempre positivos, con lo cual
se podría pensar que está hecha para mantener una imagen positiva
a priori.
Populismo y el México de hoy

4. Cuando se profundiza en otros comentarios, los cuales hay que soli-


citar mediante el ícono llamado “más comentarios”, se advierte que
hay una fuerte crítica a este partido político.

Al hacer un análisis a profundidad de los comentarios, encontramos que


se abordan las siguientes problemáticas:
250

a) El pri se presenta como un partido comprometido con los indus-


triales, la economía familiar, los emprendedores, el medio ambien-
te, el deporte, las mujeres y la cultura.
b) El pri hace una crítica al gobierno federal. Sostiene que es inacep-
table que maten a más de 10 mujeres diariamente; considera que
desaparecieron los recursos para deportistas y los beneficiarios de
los fideicomisos; reprocha al gobierno en turno por el apagón
que se produjo en Tamaulipas y que afectó a más de diez millones
de usuarios; expresa que México necesita un gobierno sin pretextos
y que se ponga a trabajar en pro de los ciudadanos.
c) Se presenta como un partido a futuro que impulsa los buenos go-
biernos y representa los intereses de los ciudadanos.
d) Se presenta como la oposición a Morena en las siguientes elecciones
mediante la coalición pri, pan y prd.
e) La mayoría de los comentarios que aparecen denotan el enfado, el
hartazgo al pri; lo acusan de no haber levantado al país cuando lo
tenían bajo su dirección.
f) Cuando el pri resalta algo en sus comentarios, lo hace con letras mayús-
culas. Esto se interpreta dentro de las redes como un grito.
g) Los usuarios piensan que los principios del pri son saquear a la na-
ción, agredir y ser racista con el pueblo.
h) Consideran al pri y al pan como una misma cosa, es decir, los cali-
fican como la “mafia del poder”.

Al analizar una página del pri donde nos presenta su programa político
(pri, 2017), destacan los siguientes puntos:
Una radiografía de los partidos políticos en México

1. Conformación de instituciones para dar estabilidad al país, prio-


rizando la pluralidad política, la participación ciudadana y la go-
bernabilidad democrática, mediante la reconstrucción del Estado y
el avance de la democracia a través de una estructura jurídica, un
régimen político y el mejoramiento económico, social y cultural. Se
refieren a la posibilidad de un gobierno de coalición, la cooperación
entre poderes y el fortalecimiento del equilibrio entre los pode- 251
res de la Unión; la instauración de mecanismos de expresión y de
representación mediante la consulta ciudadana y las candidaturas
independientes, así como la paridad de género en las candidaturas
de elección popular; dotar de un marco legal a las fuerzas armadas.
Diseño de políticas públicas y programas para promocionar los de-
rechos, libertades y servicios que contempla la Constitución me-
diante el fortalecimiento de la confianza ciudadana a través de la
rendición de cuentas. Consideran a la ciudadanía el factor de
la transformación social mediante su participación en la elabora-
ción, implementación de leyes y la evaluación de las políticas pú-
blicas; promueven la cultura cívica, la solidaridad, la inclusión, la
equidad de género; la reducción de las desigualdades y el impulso
de las políticas sociales.
2. Construcción de infraestructuras de comunicación, educativa e
industrial que potencie la productividad regional y el desarrollo
social. Buscan mantener la estabilidad macroeconómica; tener una
economía abierta con crecimiento de la inversión y el comercio
internacional, fomentando el comercio regional incluyente y el
impulso al mercado interno; ampliar las fuentes de energía; tener
mercados competitivos mediante el impulso a la productividad, la
creatividad, la innovación y la calidad; el acceso universal a inter-
net; el desarrollo del campo; la explotación de recursos naturales; el
desarrollo y la generación de empleos con equidad regional y el for-
talecimiento de la productividad y la competitividad de las pymes.
3. Creación de una agenda internacional mediante la defensa de la
soberanía y la promoción del interés nacional hacia el exterior;
alineación de la política exterior a los objetivos de la política inter-
Populismo y el México de hoy

na; contribución al desarrollo sostenible; defensa de los derechos


de los migrantes; cooperación internacional de investigación y de-
sarrollo; fortalecer la inversión extranjera y el comercio exterior; el
incremento de la participación de organismos políticos y financie-
ros como fuerza geopolítica.

252
Las redes sociales y el internet: el pan

La página oficial del pan (pan, 2021) tiene 574 mil 5 seguidores. Tie-
ne tres opciones: me gusta, comentario y compartir. En comparación
con las páginas de los otros partidos, el nivel de participación es más alto,
siendo una página más activa.
El Partido Acción Nacional se muestra como un partido democrático.
Critica al gobierno por las acciones cometidas. Dentro de sus críticas hay
que destacar los siguientes aspectos:

1. Considera que el gobierno está haciendo una campaña nacional de


vacunación sin vacunas.
2. Convoca a la unidad para la defensa de los justos porque considera
que el presidente Andrés Manuel López Obrador dicta la línea eco-
nómica a Nuevo León.
3. No está de acuerdo con que el presidente, en “Las Mañaneras”, opi-
ne sobre el proceso electoral, porque esto genera desigualdad en la
futura contienda electoral entre el pri, pan, prd y Morena.
4. El pan se identifica con el partido alemán Unión Demócrata Cris-
tiana, cuyas características son de un partido de centro, demócrata
cristiano, liberal y conservador.
5. Considera que la política de tolerancia, complacencia, “abrazos, no
balazos”, dejar hacer, dejar pasar, incrementa la violencia criminal
en Guanajuato por parte de los grupos pertenecientes a los narco-
traficantes.
6. Considera que el gobierno está utilizando el tema de la vacunación
y las muertes de la covid-19 para fines electorales.
Una radiografía de los partidos políticos en México

7. Cree que Morena y el gobierno son rapaces, destructores e inefi-


cientes.
8. Acusa al gobierno de destruir los organismos autónomos, el Seguro
Popular, los fideicomisos de Ciencia y Tecnología, el Fondo de Gas-
tos Catastróficos y de concentrar el poder hacia el centro.

La propuesta que tiene el pan para mejorar la situación de México consis- 253
te en los siguientes puntos:

1. Está en contra del debilitamiento de las instituciones.


2. Frente a la crisis de salud, economía y seguridad quiere despertar la
conciencia ciudadana, poniendo delante el interés común.
3. México suma 133 mil 204 muertos por causa del coronavirus, debi-
do a la negligencia del gobierno. Para paliar estas deficiencias exige
agilizar y transparentar la vacunación de la población.
4. Presentación de acciones legislativas para garantizar que nunca más
se vuelva a suspender el abasto de leche Liconsa, garantizando el
cumplimiento con los pequeños y medianos productores.
5. Agradece y reconoce a los enfermeros por ser la primera línea de
batalla del coronavirus.
6. Se perfilan como candidatos a la gubernatura Octavio Pedrosa y
Fernando Larrazábal para San Luis Potosí y Nuevo León.
7. La Comisión Organizadora Electoral del pan recibió el registro de
Minerva Hernández como candidata en Tlaxcala.
8. Quiere apoyar a las familias y su nivel de vida mediante empleo,
seguridad y un mejor sistema de salud.
9. Energías limpias y renovables, dejando las energías sucias y conta-
minantes.
10. Hacer equipo con los gobiernos locales y estatales para una mejor
distribución de la vacuna del coronavirus.
11. Realización de una capacitación nacional con perspectiva de género.

Frente a lo anterior, destacan en la página del pan las siguientes críticas:


Populismo y el México de hoy

a) El pan ha tenido dos candidaturas para gobernar y no ha arreglado


el país.
b) Se le desea al pan y a la coalición que ha formado, que pierdan el
registro en las próximas elecciones.
“Y para mí lo que es justo es que no vuelvan al poder ni pan, ni pri
y el colado prd; ni un voto a esta farsa, Va por México”.
254 c) Acusan a los panistas de antimexicanos, delincuentes, chismosos.
d) Hay panistas que afirman la falta de confianza en el partido.
“No convencen, el licenciando Víctor Fuentes estaba mejor
posicionado. Habemos muchos partidos de hueso azul que ya no
confiamos en los dirigentes del partido”.
e) Se acusa al pan de lavar dinero.

A saber. El gobierno federal le manda el presupuesto a cada estado


de la República. Ese presupuesto ya fue pactado en anteriores
sexenios, con la única diferencia de que existían fideicomisos sin
control, además de estados libres y soberanos; tienen otra forma
de agarrar dinero del pueblo, y ahora usted no los deja agarrar, se
desesperan. Ya se acabó la robadera, no, no hay despilfarro, no más
sueldo para aviadores, no más.

Comparativo de los tres partidos

Atendiendo a las características de la taxonomía que hace la maestra Cor-


dero sobre populismo, fascismo y neoliberalismo, cruzando las variables
con los tres partidos analizados (Morena, pri, pan), en este apartado se
pretende profundizar para conocer qué tanto se acercan o alejan de es-
tos modelos, siempre considerando que los partidos pueden tener rasgos
combinados de diferentes tipologías.
Morena es un partido que utiliza la palabra pueblo como un todo, so-
licita a la población que se una a la transformación de la 4T para acabar
con la corrupción en una sola voz. Por otro lado, Morena es un partido
que quiere reducir el entramado institucional del país disminuyendo los
organismos autónomos, la burocracia, los fideicomisos, lo cual le lleva
Una radiografía de los partidos políticos en México

a la conformación de una administración pública instrumental y a la


concentración del poder en el centro político; no da pie a la crítica dentro
de su página, ni es amiga del pluralismo político; considera que los demás
partidos deberían perder su registro en las próximas elecciones y ser par-
tido único. Esto implica que pareciera un partido que quiere ser único,
con control de los medios de comunicación que lo critican, y participar
de una toma de decisiones sin oposición política o reducida casi a su 255
mínima expresión. El discurso de Andrés Manuel López Obrador es an-
tiestablishment, parece que ha venido para desmantelar las instituciones,
romper la legalidad manejando el presupuesto de manera discrecional,
dando las ayudas directamente a los damnificados, lo que puede llevar
a actos arbitrarios y caprichosos que condicionan el pago a cambio del
clientelismo político. También se ve como un hombre que quiere contro-
lar a su propio aparato de partido, influenciando en la designación de los
candidatos a las gubernaturas y candidaturas a las elecciones locales, esta-
tales y federales. Esta descripción nos conduce a entender que la tipología
en la que se podría insertar a Morena y a Andrés Manuel López Obrador
es el populismo, aunque también comparte algunos rasgos del fascismo
debido al autoritarismo que encierra. Por las políticas que emprende,
también tiene rasgos de neoliberalismo porque la tendencia es la reduc-
ción del aparato burocrático, la reducción del gasto público, aunque
estos rasgos también se comparten con el fascismo que tiende a ser un
sistema de administración pública instrumental. Se podría decir que
la mayoría de las políticas que implementa Andrés Manuel López
Obrador no son precisamente de corte izquierdista ni de Estado de
bienestar, de hecho, se le reprocha haber destruido el Seguro Popular,
no subir los sueldos de la manera en que prometió, haciendo una
sociedad más justa y equilibrada; también se le recrimina que las
ayudas que da son a cambio de votos.
El pri se muestra en su discurso como un partido del régimen. Sus
propuestas van hacia la preservación de la democracia, el rescate de las
instituciones, la creación de un marco jurídico que permita mantener el
Estado de derecho fortalecido. Busca la inclusión de género, de los po-
bres, de los campesinos, el proveerles de política social, aunque también
Populismo y el México de hoy

en su discurso los priistas se muestran a favor del sector productivo y


del mercado, generando condiciones para atraer la inversión extranjera
al país, mejorando las relaciones comerciales con sus socios, sobre todo
de América del Norte, buscando fórmulas para hacer de México un país
competitivo hacia adentro y hacia afuera, generando condiciones para
la competitividad de las pymes.
256 Si analizamos todos estos rubros podríamos decir que el pri es un
partido del régimen, con un discurso clásico liberal. Tiene rasgos de neo-
liberal, aunque más bien estaría un poco más cerca del liberalismo y una
política de derecha moderada al incorporar a su discurso la política social,
la equidad de género y la inclusión. El pri no usa la palabra pueblo con la
intensidad de Morena, más bien se muestra plural en el discurso aludien-
do a los diferentes colectivos que integran la sociedad civil.
Es un partido institucional que le apuesta al fortalecimiento de las
instituciones como base para la construcción de la democracia, por eso
es importante el marco de la legalidad vigente y la Constitución como
techo competencial, así como la adecuación de las leyes, la creación de
instituciones, la participación de la sociedad civil y el juego de la agenda
de los medios. A diferencia de Morena, el pri no es tan represivo con la
intermediación ni con la pluralidad política, pues considera que es parte
de la arena democrática y la razón de ser de los partidos políticos.
El pan es un partido institucional que preserva el statu quo. Por su trayec-
toria hubo momentos históricos en que fue la oposición del pri, pero siem-
pre manteniéndose en una línea que busca la democratización de México.
Los panistas se califican como demócratas cristianos y se comparan con el
partido alemán Unión Democracia Cristiana. En su discurso destacan que
creen en la institucionalización del país, hacen una fuerte crítica a More-
na porque consideran que está aniquilando la intermediación mediante la
desaparición de las instituciones, lo que atenta contra el funcionamiento
democrático. Si hubiera que calificar a este partido sería una derecha suave
o moderada que aboga por el statu quo del país y su funcionamiento polí-
tico y económico, la asistencia a las clases más desprotegidas mediante la
garantía de que los niños van a recibir leche, que haya una buena campaña
de vacunación para evitar las muertes de los mexicanos, pero también es
Una radiografía de los partidos políticos en México

partidario de que haya un buen desarrollo económico mediante el impulso


de los sectores productivos. Considera que la política de Morena atenta
contra el derecho, la estabilidad, la democracia.
Si vemos la clasificación de Grecia Cordero podemos decir que el
pan es un partido que tiene más rasgos de neoliberal, aunque hay aspec-
tos donde se separa de esta taxonomía. Por ejemplo, defiende el statu
quo; sí cree que el mercado y su infraestructura son importantes para 257
el desarrollo de un país, pero también considera la necesidad de una
política social.
En general podríamos decir que tanto el pan como el pri tienen una
visión parecida de lo que debe ser el país, siendo partidos que comparten
esa parte institucional y de política social combinado, manteniéndose,
aproximadamente, en una posición de tercera vía, es decir, se podrían
considerar socialdemócratas si tuviéramos un espectro político. Mientras
que Morena se aleja mucho de esto. Hoy por hoy México está en manos
de un partido antisistema, con un planteamiento que busca la posición
política para sacar ventaja comparativa a los otros partidos, destruyendo
la mediación y concentrando el poder lo más que pueda, lo que le hace
de corte populista. Aunque su discurso es de izquierda, por sus acciones
considero que se le puede ubicar más a la derecha que los otros partidos,
pero de corte radical.

Conclusiones

Siempre he pensado que en América Latina no existen las ideologías en


estricto sentido porque no ha habido una clase burguesa que haga la revo-
lución en contra de una aristocracia anquilosada en el poder con la cabeza
de un rey. Al hacer el análisis de los programas y los temas que abordan los
partidos políticos en México me doy cuenta de que, contrario a lo que pen-
saba, sí hay ideologías. Lo que no encontré es dónde se sitúa la izquierda,
quizás porque no he analizado partidos políticos como el prd o el Partido
del Trabajo (pt). Quise prestar más atención a la guerra que hay entre los
tres grandes partidos de México, basándome en que los candidatos que
Populismo y el México de hoy

contendieron en las últimas elecciones fueron, sobre todo, de estos par-


tidos, en coalición con otros más. Las conclusiones a las que llego en este
trabajo, además de lo que he reflexionado hasta aquí, son las siguientes:

1. Andrés Manuel López Obrador (y Morena) se caracteriza por ser anti-


sistema. Asciende con un discurso que sitúa la dicotomía amigo-ene-
258 migo, siendo amigo de todo el que esté de acuerdo con sus ideas, y
enemigo de todos los demás. Esto ha dado como resultado en la prác-
tica que la sociedad se divida y haya un aumento de la crispación social.
2. El uso de las redes sociales nos arroja al centro de la rivalidad entre
partidos políticos y de sus diferencias políticas, así como las reacciones
que tienen entre ellos, debido a que se detecta mucha controversia de
posturas y aseveraciones que van al insulto y a las descalificaciones. Sin
embargo, lo que es preocupante es que si así medimos lo que piensa
la población, el porcentaje de participación no es representativo, y el
nivel de quienes participan se reduce a la agresión de sus adversarios
o al elogio de sus afines, dejando ver que responden a intereses par-
tidarios. Pero, al menos, con los comentarios del ciudadano de a pie
es posible detectar de manera cualitativa sus pensamientos y posturas
ante la política, por ejemplo, aquellos que sugieren a Andrés Manuel
López Obrador mejorar aspectos de su comunidad.
3. La nueva forma de dar recursos a los necesitados es muy dudosa,
porque cuando algo se deja de institucionalizar se presta a que no
haya claridad en el uso de los recursos, si se van a utilizar adecuada-
mente o no y se inhabilitan las formas de comprobar gastos.
4. Los partidos pri y pan son liberales institucionales, con tintes neo-
liberales pero, según la clasificación de la que se parte, todavía lejos
de un neoliberalismo puro.
5. Quizás la aportación de este ensayo sea mostrar que los partidos
políticos en México sí tienen ideologías definidas; que alejado de
una visión paneuropea, dado que los procesos en América Latina
son distintos a los de Europa, el país cuenta con mecanismos que le
han llevado a tener partidos con una base ideológica que los separa
unos de otros y los sitúa en diferentes partes del espectro ideológico
Una radiografía de los partidos políticos en México

de partidos –aunque de los tres partidos analizados ninguno parece


estar a la izquierda del otro.
6. Yo creo que el campo de batalla de las siguientes elecciones se situará
en un plano donde el principal factor será la dicotomía entre el statu
quo del sistema político mexicano y el discurso antisistema de More-
na; lo cual puede ser un escenario muy interesante ya que mostrará
cómo se comporta la población en este sentido. Lo cierto es que en el 259
Latinobarómetro arroja datos como que el que a la sociedad descon-
tenta no le interesa si México es una democracia o un autoritarismo,
lo que hay es una desconfianza hacia los políticos y hacia la política.

Bibliografía y otras fuentes consultadas

cordero, G. R. (2021). Seminario de Populismo.

encuentro social (Todos somos amlo). Facebook. Recuperado de:


https://www.facebook.com/groups/259645951238107

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cuperado de: https://www.facebook.com/Movimiento-Regenera-
ci%C3%B3n-Nacional-1773132892958354

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partido revolucionario institucional (pri) (2017). Programa de


acción. Recuperado de: https://pri.org.mx/ElPartidoDeMexico/
Documentos/ProgramadeAccion2017.pdf

pri Oficial México (2021). Facebook. Recuperado de: https://www.face-


book.com/PRIoficial/
9. La participación ciudadana en gobiernos populistas
de América Latina

Ninfa Elizabeth Hernández Trejo1

261
Introducción

La participación ciudadana en los gobiernos populistas de América Lati-


na tiene un efecto doble: o bien representa un canal para generar legiti-
midad de las decisiones de sus gobernantes, o puede significar un motor
para expresar inconformidad cuando las y los gobernados están en des-
acuerdo con su representante y, al mismo tiempo, incidir en la toma de
decisiones.
La expansión de los instrumentos participativos ha ido en aumen-
to en la región, muchos de los cuales están orientados a crear nuevas
formas de rendición de cuentas y transparencia. En este trabajo serán
examinados los casos de cuatro gobiernos populistas: el de Evo Mora-
les, en Bolivia; el de Rafael Correa, en Ecuador; el de Andrés Manuel
López Obrador, en México, y el de Hugo Chávez, en Venezuela. El
propósito es analizar los efectos de la participación ciudadana en di-
chos populismos a partir de la revisión de experiencias de Mecanismos
de Democracia Directa (mdd) durante estos gobiernos, particularmente
en lo que respecta a las consultas populares (o ciudadanas), la revoca-
ción del mandato, el plebiscito, el referéndum y poco menos la iniciativa
legislativa ciudadana.
Por lo tanto, quedará fuera de la reflexión de este capítulo discutir acerca
del concepto de populismo y si los gobiernos seleccionados son o no popu-
listas, lo cual se da por hecho en la obra de Lissidini (2008), misma que se

1 Doctora en Ciencias Políticas y Sociales (especialidad Ciencia Política). Profesora


de asignatura adscrita al Centro de Estudios Políticos y al Sistema de Universidad
Abierta y Educación a Distancia, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
unam. Contacto: ninfahernandez@politicas.unam.mx
Populismo y el México de hoy

complementa con algunas de las características del término que Rosanvallon


(2020) enuncia. Ambos textos son piedra angular en el presente trabajo.

Participación ciudadana desde los mdd

262 La participación ciudadana implica reducir la brecha existente entre re-


presentantes y representados y representadas, a partir del involucramiento
de las y los segundos en la cosa pública. A diferencia de otros tipos de par-
ticipación, como la política, comunitaria y social, en la ciudadana se da la
intervención exclusivamente de la ciudadanía en los asuntos colectivos, ya
sea para mantener o reformar el orden social y político. Dicha incursión
recae en la toma de decisiones, la cual tiene un impacto en la sociedad
en su conjunto y no sólo en las y los ciudadanos que están participando.
La participación ciudadana se puede expresar también a través de meca-
nismos de control hacia los entes gubernamentales, de rendición de cuentas
y de acceso a la información ciudadana para vigilar la gestión del gobierno y,
en general, los procesos políticos. Si bien se puede distinguir entre dos tipos
de mecanismos o instrumentos para la manifestación de dicha participación,
los mdd y la innovación democrática, aquí serán revisados exclusivamente
estos primeros.
Los mdd son los procedimientos pioneros que se han incorporado
con el propósito de que la ciudadanía tenga una mayor incidencia en la
toma de decisiones, más allá de la elección de sus representantes (Welp
y Massüger, 2013). Es posible identificar cinco mecanismos: el referén-
dum, el plebiscito, la consulta popular, la revocación del mandato y la ini-
ciativa ciudadana,2 y todos están institucionalizados, pues se encuentran
regulados por los marcos legales.

2 El referéndum se utiliza para establecer o anular una o varias disposiciones de ca-


rácter legislativo. El plebiscito es un mecanismo que permite aceptar o rechazar actos
de gobierno. La consulta popular implica someter a consideración de la ciudadanía
cualquier tema que tenga impacto trascendental, por medio de preguntas directas. La
revocación del mandato permite a la ciudadanía decidir si una o un representante po-
pular termina su mandato de forma anticipada. Y la iniciativa ciudadana supone la
participación ciudadana directa en el proceso legislativo proponiendo leyes y reformas.
La participación ciudadana en gobiernos populistas

La introducción y activación de los mdd puede ser producto tanto de


iniciativas de los poderes públicos como de la sociedad, que encuentra
en estos más espacios de discusión e incidencia en la toma de decisiones.

Los mecanismos de participación ciudadana en América Latina


263
En la región latinoamericana, la implementación de mecanismos de par-
ticipación ciudadana, sobre todo de mdd, empezó a instaurarse con el
proceso de transición a la democracia de la tercera ola que en algunos
países dejó el establecimiento de nuevos marcos constitucionales que
incorporaron dinámicas de participación directa, como plebiscitos y
referéndums. Tal es el caso de Brasil, con su Constitución de 1988, y
Paraguay con la de 1992.
No obstante, fue en la década de 1990 que vino una ola de reformas
constitucionales en la región, que introdujeron mdd para la construcción
de una democracia participativa (Welp y Serdült, 2011), como ocurrió
en Argentina (cuya Constitución de 1994 buscó conformar un pacto en
torno a la sucesión presidencial), lo mismo que en Perú (para aumentar el
poder del Ejecutivo, reflejado en la de 1993) y de Colombia y Bolivia, en
sus Cartas Magnas de 1991 y de 2004, respectivamente, con el objetivo
de superar los problemas de representación (Lissidini, 2012).
Al respecto, hay quienes señalan, y concuerdo, que el aumento de las
instituciones participativas puede estar relacionado con una crisis de
representación, “resultado de los fracasos de las políticas públicas im-
plementadas por los gobiernos que surgieron a partir de la oleada de
transiciones electorales” (Cameron, et al., 2012: 14). Igualmente, resulta
interesante ver la relación de la expansión de estos mecanismos participa-
tivos con el propio populismo, pues como bien señala Germán Pérez Fer-
nández del Castillo en la introducción de este libro, “no necesariamente
toda crisis de representación tiene como resultado el populismo, pero se
puede afirmar que todo populismo tiene un antecedente en esta crisis”.
Por otro lado, en el siglo xxi algunas naciones han intentado promo-
ver o han promovido reformar sus marcos legales con el claro objetivo de
Populismo y el México de hoy

generar democracias más participativas, con diferentes efectos al interior


de sus gobiernos. Tal es el caso de Venezuela, que no tuvo éxito en la re-
forma impulsada por el entonces presidente Hugo Chávez, en 2007, para
profundizar en su proyecto de “socialismo del siglo xxi”. O Bolivia, que en
2009 introdujo modificaciones para incorporar la “democracia comunita-
ria” a través de la representación indígena, la administración de las tierras,
264 las autonomías y la organización territorial, y la organización de los pode-
res del Estado (Lissidini, 2012). Y México, que con la llegada de Andrés
Manuel López Obrador tuvo modificaciones en su Carta Magna para apro-
bar la revocación del mandato y cambiar algunas disposiciones que ya se
encontraban presentes en materia de consulta ciudadana (con la reforma en
materia participativa de 2019).

Cuadro 1. Presencia de los mdd en las constituciones políticas


de países de América Latina

Iniciativa Consulta Revocación


País Plebiscito Referéndum
ciudadana ciudadana del mandato
Argentina ✔ ✔
Bolivia ✔ ✔ ✔ ✔
Brasil ✔ ✔ ✔
Chile ✔
Colombia ✔ ✔ ✔ ✔
Costa Rica ✔ ✔ ✔
Ecuador ✔ ✔ ✔ ✔
El Salvador ✔
Guatemala ✔
Honduras ✔ ✔ ✔
México ✔ ✔ ✔
Nicaragua ✔ ✔
Panamá ✔ ✔ ✔ ✔
Paraguay ✔ ✔ ✔
La participación ciudadana en gobiernos populistas

Iniciativa Consulta Revocación


País Plebiscito Referéndum
ciudadana ciudadana del mandato
Perú ✔ ✔
Uruguay ✔ ✔ ✔
Venezuela ✔ ✔ ✔ ✔
Fuente: Elaboración propia con información de las constituciones políticas de países 265
de América Latina (consultadas en enero de 2021).

Como se observa en el cuadro 1, todos los países de América Latina


enunciados han incorporado al menos un mdd, siendo el referéndum
y la consulta ciudadana los más populares y la revocación del mandato
el menos. A propósito de este último, se refiere a un mecanismo “que
permite remover a una autoridad electa a través del voto antes de que cul-
mine el periodo establecido para ejercer su cargo” (Welp, 2018: 103), y es
Perú el que lo ha usado un mayor número de veces.
En tanto que en México se hizo uso de esta figura a nivel nacional por
primera vez el 10 de abril de 2022;3 no obstante, ya antes se había incor-
porado en el ámbito local siendo Yucatán el primer estado en introducir-
lo en 1938, pero posteriormente sería declarado inconstitucional. Ade-
más, otras entidades donde se incorporó fueron “Chihuahua (en 1997,
aunque también aquí fue posteriormente declarado inconstitucional),
Zacatecas (1998), Oaxaca (2011), Morelos (2013), Guerrero (2014),
Aguascalientes (2014), Nuevo León (2016) y Ciudad de México (2017)”
(Welp, 2018:104). A pesar de ello, el mecanismo no fue utilizado en esas
entidades.
En algunos casos, los mdd tienen presencia en el ámbito local, pero
no en el federal, o viceversa. Por ejemplo, en México, a nivel federal sola-
mente se contemplan en la Constitución Política las figuras de la consulta
popular, la revocación del mandato y la iniciativa ciudadana; en cambio,
a nivel local, la Ciudad de México (capital mexicana) tiene en cuenta en

3 La Constitución Política mexicana establece que la revocación del mandato “se po-
drá solicitar en una sola ocasión y durante los tres meses posteriores a la conclusión
del tercer año del periodo constitucional (artículo 35, 2o.), es decir, en marzo de 2022.
Populismo y el México de hoy

su Carta Magna seis instrumentos de democracia directa4 (pues distin-


guen, extrañamente, entre la consulta popular5 y la consulta ciudadana).6
Es decir, las disparidades al interior de un solo país pueden ser abismales
en materia de participación ciudadana y esto también se debe a la propia
voluntad política de diseñar e implementar estas figuras para permitir que
la ciudadanía tenga cabida en el proceso de toma de decisiones.
266 A esto hay que agregar que muchas de las prácticas participativas que
han sido promovidas en la región latinoamericana recayeron en gobiernos
populistas con el propósito de consolidar o legitimar el poder del presi-
dente en detrimento de otras instituciones (Lissidini, 2008: 14). Pero en
este trabajo se sostiene que no todos los mdd han tenido este efecto y es
ahí donde se encuentra la riqueza de la participación ciudadana, lo cual
puede ser un freno a ese poderío.

Implementación de mecanismos participativos


en gobiernos populistas latinoamericanos

Rosanvallon (2020) distingue tres características específicas de los gobier-


nos populistas, una de ellas se asocia al tema de la participación ciuda-
dana, pues estos intentan privilegiar a la democracia directa, buscando
expandir los mdd, particularmente a los referéndums y la iniciativa po-
pular. Sin embargo, se podría sustentar que al menos cuatro de los cin-
co instrumentos de democracia directa son incentivados por populistas
para distintos fines. Las otras dos características que destaca tienen que

4 Iniciativa ciudadana, referéndum, plebiscito, consulta ciudadana, consulta popular


y revocación de mandato (artículo 25 de la Constitución Política de la Ciudad de
México).
5 “Las y los ciudadanos tienen derecho a la consulta popular sobre temas de trascen-
dencia de la ciudad” (artículo 25 F, Constitución Política de la Ciudad de México).
6 “Las y los ciudadanos tienen derecho a la consulta en los términos de lo dispuesto
en esta Constitución y en la ley en la materia. A través de este instrumento, las auto-
ridades someterán a consideración de las y los ciudadanos cualquier tema que tenga
impacto trascendental en los distintos ámbitos temáticos o territoriales de la ciudad”
(artículo 25 E, Constitución Política de la Ciudad de México).
La participación ciudadana en gobiernos populistas

ver con la denuncia del carácter no democrático de las autoridades que


no se eligen por voto popular y de los tribunales constitucionales, y la
expresión popular.
Según Rosanvallon, el llamado a la participación directa de la ciu-
dadanía es útil para los líderes populistas “para que un pueblo sano y
plenamente soberano aparte a las élites corruptas e incapaces” (2020: 34).
El autor insiste en la importancia del referéndum porque “la elección se 267
impone como único medio de expresión democrática (lo que lleva a con-
siderar que la democracia es fundamentalmente asunto de procedimien-
tos y no posee una dimensión sustancial que determine, por ejemplo, la
cualidad de una institución y de su funcionamiento)” (2020: 35).
Lo que es un hecho es que algo tienen en común los gobiernos popu-
listas: promueven o buscan promover la participación ciudadana como
política central. En América Latina hay figuras que están identificadas
claramente como populistas: la de Hugo Chávez, en Venezuela; la de Evo
Morales, en Bolivia; la de Rafael Correa, en Ecuador; la de Andrés Ma-
nuel López Obrador, en México. Me enfocaré en estos casos para realizar
el análisis sobre los efectos que tienen sus políticas en la mencionada
participación ciudadana.
Un elemento característico de estas naciones, pero no exclusivamente de
ellas, ya que también en Colombia y Paraguay es así, es que las y los presi-
dentes tienen el poder de convocar a referéndums o consultas de carácter
vinculante (Lissidini, 2008: 16). Ésta ha sido una de las razones por las
cuales se ha concluido que los mdd son herramientas políticas “que pueden
promover tanto la participación y el involucramiento de los ciudadanos
en la cosa pública, como la expansión de la influencia de los poderes eje-
cutivos, a costa de los instrumentos de representación (como los partidos
políticos) y, por lo tanto, fomentar la delegación” (Lissidini, 2008: 46). Lo
veremos con el análisis de los casos particulares.
Populismo y el México de hoy

Cuadro 2. mdd promovidos por gobiernos populistas


de América Latina

País La Constitución Política MDD Uso del MDD Porcentaje Apoyo


establece que… promovido promovido por de parti- o
por el el Ejecutivo cipación rechazo
Ejecutivo ciudadana
268 (%)
“El referendo revoca- 10 de agosto
torio procederá por de 2008.
iniciativa ciudadana, a Revocatoria
Sí: 67.4
solicitud de al menos de mandato Apoyo
No: 32.5
el quince por ciento por iniciativa
de votantes del padrón legislativa de
electoral de la circuns- Evo Morales
cripción que eligió a la 25 de enero
servidora o al servidor de 2009.
público” (artículo 240. Sí: 61.43
Referéndum Apoyo
III). No: 38.57
para una nueva
“La convocatoria del constitución
Bolivia Referéndum
referendo se realizará
por iniciativa ciuda-
dana, con la firma de
al menos el veinte por 21 de febrero
ciento del electorado; de 2016. Refe-
por mayoría absoluta réndum sobre Sí: 48.7
de los miembros de la Rechazo
reelección No: 51.3
Asamblea Legislativa propuesto por
Plurinacional; o por la Evo Morales
presidenta o el presiden-
te del Estado” (artículo
411. I).
La participación ciudadana en gobiernos populistas

País La Constitución Política MDD Uso del MDD Porcentaje Apoyo


establece que… promovido de parti- o
promovido por
por el cipación rechazo
Ejecutivo el Ejecutivo ciudadana
(%)
“El organismo electoral
correspondiente convocará
a consulta popular por dis- 15 de abril de 269
posición de la presidenta o
2007. Consulta
presidente de la República,
popular para
de la máxima autoridad de Sí: 81.72
los gobiernos autónomos
crear una nueva Apoyo
No: 12.43
descentralizados o de la Constitución,
iniciativa ciudadana. La promovida por
presidenta o presidente de Rafael Correa
la República dispondrá al
Consejo Nacional Electoral
que convoque a consulta
popular sobre los asuntos
que estime convenientes” 7 de mayo de
(artículo 104). 2011. Referén-
“Las personas en goce de dum y Consulta
los derechos políticos po- popular sobre
drán revocar el mandato a Sí: 53.1
modificaciones Apoyo
las autoridades de elección Consulta No: 46.9
a la Constitu-
Ecuador popular” (artículo 105). popular y ción. Promovi-
“La enmienda de uno o Referéndum dos por Rafael
varios artículos de la Cons-
Correa
titución que no altere su
estructura fundamental o el
carácter y elementos cons-
titutivos del Estado, que no
establezca restricciones a
los derechos y garantías, o
que no modifique el proce-
19 de febrero de
dimiento de reforma de la
2017. Consulta
Constitución, se realizará:
popular sobre
1. Mediante referéndum Sí: 48.08
solicitado por la presidenta un “Pacto éti- Apoyo
No: 39.15
o presidente de la Repú- co”, promovida
blica, o por la ciudadanía por Rafael
con el respaldo de al menos Correa
el ocho por ciento de las
personas inscritas en el
registro electoral” (artículo
441).
Populismo y el México de hoy

País La Constitución Política MDD Uso del MDD Porcentaje Apoyo


establece que… promovido de parti- o
promovido por
por el cipación rechazo
Ejecutivo el Ejecutivo ciudadana
(%)
“Son derechos de la ciuda-
danía: […] VIII. Votar en
las consultas populares so-
270
bre temas de trascendencia 1 de agosto de
nacional o regional, las que
2021. Consulta
se sujetarán a lo siguiente:
Consulta popular Sí: 97.72
1o. Serán convocadas por Apoyo
popular para “enjuiciar No: 1.54
el Congreso de la Unión a
petición de: a) El presiden- a expresiden-
te de la República [...]”. tes”
“IX. Participar en los
procesos de revocación
de mandato. [...] 1o. Será
convocado por el Instituto
México Nacional Electoral a peti-
ción de los ciudadanos y
ciudadanas, en un número
equivalente, al menos,
10 de abril de
al tres por ciento de los Sí (que
2022 Revo-
inscritos en la lista nominal siga): 91.86
cación del
de electores, siempre Revocación No (que se
y cuando en la solicitud co- mandato del Apoyo
del mandato revoque):
rrespondan a por lo menos presidente por
6.44
diecisiete entidades fede- pérdida de
rativas y que representen, confianza
como mínimo, el tres por
ciento de la lista nominal
de electores de cada una de
ellas” (artículo 35).
La participación ciudadana en gobiernos populistas

País La Constitución Política MDD Uso del MDD Porcentaje Apoyo


establece que… promovido de parti- o
promovido por
por el cipación rechazo
Ejecutivo el Ejecutivo ciudadana
(%)
25 de abril
de 1999.
Referéndum 271
“Las materias de para redactar Sí: 87.75
especial trascendencia Apoyo
una nueva No: 7.26
nacional podrán ser Constitución,
sometidas a referen- propuesto por
do consultivo por Hugo Chávez
iniciativa del presidente
15 de diciem-
o presidenta de la
bre de 1999.
República en Conse-
Referéndum de
jo de Ministros; por
aprobación a la Sí: 71
acuerdo de la Asamblea Apoyo
Constitución No: 28
Nacional, aprobado por
propuesto por
el voto de la mayoría
el gobierno de
de sus integrantes; o a Referéndum
Hugo Chávez
Venezuela solicitud de un número y Consulta
2 de diciembre
no menor del diez por popular
de 2000. Re-
ciento de los electores y
feréndum para
electoras inscritos en el
la renovación
registro civil y electoral” Sí: 62.5
de dirigen- Apoyo
(artículo 71). No: 27.34
cia sindical,
“Son atribuciones y
propuesto por
obligaciones del presi-
el gobierno de
dente o presidenta de
Hugo Chávez
la República: […] 22.
Convocar referendos 2 de diciembre
en los casos previstos de 2007. Refe-
en esta Constitución” réndum para
Sí: 49.36
(artículo 236). reformar la Rechazo
No: 50.7
Constitución
propuesto por
Hugo Chávez
Populismo y el México de hoy

País La Constitución Política MDD Uso del MDD Porcentaje Apoyo


establece que… promovido de parti- o
promovido por
por el cipación rechazo
Ejecutivo el Ejecutivo ciudadana
(%)
15 de febrero
de 2009.
272 Consulta para
la reforma
constitucional Sí: 54.85
Venezuela Apoyo
para reelección No: 45.1
indefinida,
propuesta por
el gobierno de
Hugo Chávez

Fuente: Elaboración propia con información de las constituciones políticas de los


países y de Lissidini (2008); Lander y López (2008); López (2008); Cárdenas (2017)
e ine (2021 y 2022).

En Bolivia, el entonces presidente Evo Morales se mantuvo en el poder de


2006 a 2019. Los mdd se incorporaron a la Constitución con la reforma
de 2004-2005, particularmente la Asamblea Constituyente, la iniciativa
legislativa ciudadana y el referéndum. Posteriormente, en la Constitución
de 2009 se contemplaría también la revocación del mandato, el cabildo y
la consulta ciudadana (Exeni, 2012: 315).
Como se puede apreciar en el cuadro 2, a pesar de que la Constitu-
ción establece que la presidencia del Estado sólo puede promover la con-
vocatoria a referéndums, Evo Morales propuso por iniciativa legislativa
un proceso de revocación del mandato en 2008, dos años después de
haber asumido el cargo. El resultado fue que la mayoría ciudadana votó
a favor de que continuara en el encargo (67.4%). Posteriormente, el mis-
mo mandatario promovería el referéndum de 2009, cuya pregunta fue:
“¿Está usted de acuerdo con refrendar el texto del proyecto de Constitución
Política del Estado presentado por la Asamblea Constituyente, y ajustado
por la Comisión Especial de Concertación del H. Congreso Nacional, que
incluye los consensos logrados en el diálogo entre el Gobierno Nacional con
los Prefectos y Representantes Municipales sobre autonomías, incorporando
La participación ciudadana en gobiernos populistas

el resultado de la consulta sobre el artículo 398 a ser resuelto en este mismo


referéndum, y que la misma sea promulgada y puesta en vigencia como nueva
Ley Fundamental del Estado Boliviano?” Nuevamente el resultado del me-
canismo participativo manifestó su apoyo a la propuesta del presidente
con 61.43% de votos, frente a 38.57% que rechazó la iniciativa (Parla-
mento Latinoamericano, 2009).
El último instrumento promovido por Evo Morales fue el referéndum 273
para modificar la Constitución y poder reelegirse. La propuesta que se
sometió a referéndum indicaba: “El periodo de mandato de la presidenta o
del presidente y de la vicepresidenta o del vicepresidente del Estado es de cinco
años, y pueden ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua”.
Los resultados se perfilaron mayoritariamente por el “No”, con 51.3% de
votos, frente a 48.7% que apoyaban la propuesta. Como se ve, ésta fue la
única ocasión en la que no se acompañó la iniciativa de Morales, especial-
mente porque se plantearon problemas de corrupción en torno a su figura
presidencial, además de hacerse un señalamiento sobre los inconvenientes
(aunque también los convenientes) de la reelección (Cárdenas, 2017).
En cuanto a Ecuador, de acuerdo con el cuadro 2, los mecanismos
participativos fueron promovidos en tres ocasiones por el gobierno de
Rafael Correa, quien se mantuvo en el encargo de 2007 a 2017. Desde
su Constitución de 1967 se contemplaba el uso de la consulta popular y
posteriormente se incorporarían también las figuras del referéndum y de
la revocación del mandato. La primera intervención de Correa en la par-
ticipación ciudadana sucedería a partir de 2007, año en el que convocaría
a una consulta popular para conformar un constituyente y elaborar una
nueva constitución, cuya pregunta sería: “¿Aprueba usted que se convoque
una Asamblea Constituyente con plenos poderes, para que transforme el marco
institucional del Estado, y elabore una nueva Constitución?” El resultado fue
de apoyo mayoritario con un 81.72% a favor, frente a un 12.43% en
contra (Lissidini, 2008: 31).
En lo que respecta al referéndum/consulta popular que se realizó el
7 de mayo de 2011, la ciudadanía pudo opinar acerca de 10 preguntas
planteadas por Rafael Correa. Las primeras cinco tenían que ver con en-
miendas a la Constitución y el resto sobre asuntos de interés público.
Populismo y el México de hoy

En general, el propósito fue reformar la justicia depurando magistraturas


corruptas y crear un Consejo de la Judicatura de Transición. Igualmente
se propuso un consejo para regular los contenidos violentos, sexuales o
discriminatorios de la prensa. El resultado fue el apoyo a la propuesta con
53.1%, en tanto que 46.9% votó por el “No” (tepjf, 2011), y hay que
añadir que los resultados fueron muy cerrados entre ambas opciones.
274 Finalmente, el 19 de febrero de 2017 se realizó otra consulta popular,
también impulsada por Correa, cuyo objetivo fue que las y los represen-
tantes populares electos promovieran la inversión dentro del país y, al
mismo tiempo, prohibir que estos tuvieran bienes o capitales en “paraísos
fiscales”. Por eso la consulta tuvo el nombre de Pacto Ético. La participa-
ción resultante fue de apoyo al proyecto con 53.1%, mientras que 46.9%
de votantes lo rechazó.
En el caso de Venezuela, se impulsó el uso de los mdd en cinco oca-
siones durante el mandato de Hugo Chávez, quien permaneció en su
encargo 14 años, de 1999 a 2013. La primera vez que lo hizo fue el
25 de abril de 1999, con la propuesta de referéndum para redactar una
nueva constitución. Tomó el título de Referéndum para la Convocatoria
de una Asamblea Nacional Constituyente y consistió en dos preguntas:
1. “¿Convoca usted una Asamblea Nacional Constituyente con el propósito
de transformar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico que
permita el funcionamiento de una Democracia Social y Participativa?”; y,
2. “¿Está usted de acuerdo con las bases propuestas por el Ejecutivo Nacional
para la Convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, examinadas
y modificadas por el Consejo Nacional Electoral en sesión de fecha 24 de
marzo de 1999 y publicada en su texto íntegro, en la Gaceta Oficial de la
República República de Venezuela N° 36.669 de fecha Marzo, 25 de 1999?”
El resultado general de la participación fue de apoyo de la ciudadanía con
87.75%, en tanto que 7.26% votó en contra (Casal, 2017).
Ese mismo año Chávez propondría el referéndum aprobatorio de la
Constitución de 1999, que se celebró el 15 de diciembre, cuyo propó-
sito fue aprobar la Carta Magna de abril de ese año. La pregunta es-
pecífica que se lanzó a la ciudadanía fue: “¿Aprueba usted el proyecto de
Constitución elaborado por la Asamblea Nacional Constituyente?” Para esto
La participación ciudadana en gobiernos populistas

se debe señalar que esta consulta tuvo lugar por las acusaciones acerca de
que la Asamblea Nacional Constituyente aprobada en abril era espuria.
El resultado de este ejercicio fue que 71% de votantes aprobó dicha cons-
titución y el 28% la rechazó (Lissidini, 2008).
El 2 de diciembre de 2000 se realizó un nuevo referéndum propuesto
por Chávez, con el fin de que la ciudadanía opinara en torno a la reno-
vación de la dirigencia sindical. A pesar de que esta iniciativa se aprobó y 275
contó con el respaldo de 62.5% de electores, frente a 27.34% que votó
que “No”, tuvo muchas críticas debido a que tendría que ser el propio
sindicato quien se ocupase de sus dirigencias, y no un asunto de toda
la ciudadanía.
En este punto debo mencionar que en 2004 se efectuó un proceso de
revocación del mandato, impulsado por la oposición de Hugo Chávez,
siendo el resultado mayoritario en contra, dando al mandatario la po-
sibilidad de continuar con su encargo. Para el 2 de diciembre de 2007
se realizó un nuevo referéndum para reformar la Constitución, que fue
propuesto por Chávez. La iniciativa la había emitido desde agosto de ese
año, pero se realizaría más tarde. Los cambios tenían que ver con aspectos
políticos, económicos, sociales, territoriales, militares y culturales, pero
el más significativo era ampliar el periodo presidencial a siete años, a la
vez que permitía una reelección indefinida (Lander y López, 2008). El
resultado de la participación ciudadana fue de rechazo del 50.7% que
votó por el “No”, frente a un 49.36% por el “Sí” (López, 2008). El últi-
mo ejercicio participativo promovido por Chávez fue una nueva consulta
para la reforma constitucional para reelección indefinida, acontecida el
15 de febrero de 2009. Y el resultado fue aprobatorio, votando 54.85% a
favor y 45.1% en contra.
Con estos tres ejemplos se extraen dos reflexiones. La primera, que a
pesar de que los mdd en esos países no han sido propuestos exclusiva-
mente por los mandatarios populistas, pues en casos como el de Ecuador
siguen empleándose las consultas populares para que la ciudadanía opine
sobre aspectos de relevancia nacional incentivados por los mandatarios
presidenciales antes y después de Correa, es cierto que en los tres se han
usado también para la incorporación o modificación de sus constituciones
Populismo y el México de hoy

políticas, para ampliar el espectro de la participación ciudadana. Lo mismo


sucede con el gobierno de López Obrador, en México, donde se incorporó
la revocación del mandato. Es decir, sí existe una intención de involucrar
a la ciudadanía en el proceso de toma de decisiones. El asunto es, ¿con qué
objetivo? Y de ahí se extrae la segunda gran conclusión.
A pesar de que, en la mayoría de los ejemplos de implementación
276 de mecanismos de democracia directa, es decir en 11 de los 13 revi-
sados del cuadro 2, se percibe un apoyo ciudadano mayoritario de las
propuestas de los presidentes, en dos ocasiones hubo un rechazo que
permitió poner de manifiesto el descontento de la ciudadanía sobre esos
proyectos. Particularmente se habla del rechazo hacia cuestiones relevan-
tes para el destino de una nación, como la posibilidad de reelección inde-
finida, que tanto en Bolivia (en 2016) como en Venezuela (en 2007) se
puso a consulta, así como la ampliación del periodo presidencial (Vene-
zuela en 2007). Es decir, se aprecia con estos dos ejemplos que el poder
ciudadano se hace presente, tanto para legitimar alguna decisión ema-
nada del Ejecutivo, pero también para poner un freno a propuestas que
podrían resultar insanas para las propias democracias. Es por eso que,
la existencia y el uso de dichos mdd tienen un mérito propio, y pensar
en su abdicación jamás será una solución para, por ejemplo, frenar a los
gobiernos populistas.
Decidí realizar el análisis del caso mexicano por separado por dos razo-
nes: primera, porque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador sigue
en curso (al 2022, sumando poco más de tres años de mandato) y porque
como presidente electo impulsó dos consultas que no se realizaron en
el marco de lo establecido en la Constitución del país. López Obrador
resultó ganador de la Presidencia de la República el 1 de julio de 2018
y tomó posesión de su cargo el 1 de diciembre del mismo año. Entre
sus propuestas de campaña sobresalieron el combate a la corrupción y el
fortalecimiento de la economía nacional a partir de la generación de una
serie de proyectos. A partir de estos ejes sometió a consulta algunas cues-
tiones que sustentan dichas propuestas, pero que además ponen el énfasis
en la proliferación de la participación ciudadana, que es un aspecto que
también pregonó en su búsqueda por el poder.
La participación ciudadana en gobiernos populistas

La primera de estas dos consultas tuvo que ver con que la ciudadanía
opinara en torno al futuro del Nuevo Aeropuerto Internacional de Méxi-
co (naim). Se realizó durante cuatro días, del 25 al 28 de octubre de 2018
(antes de que tomara protesta) (Sandoval y Welp, 2018). Debido a que
fue una consulta que no se llevó a cabo siguiendo lo estipulado en el mar-
co legal, tuvo diferentes cuestionamientos. Y es que, para poder realizarla
apegada a lo establecido en la Constitución y la Ley Federal de Consulta 277
Popular de 2014 se tendría que haber esperado a la siguiente elección
presidencial, en 2024. Sin embargo, con la reforma en materia de parti-
cipación ciudadana realizada en diciembre de 2019, quedó estipulado en
dicha ley que las consultas se podrán realizar de manera anual, y no cada
tres años, como señalaba la versión anterior, y que se realizarán el primer
domingo de agosto (artículo 35-5o, Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos).
Para la implementación de la primera consulta se instalaron mil 73
mesas en 538 municipios de las 32 entidades federativas del país. En es-
tos municipios habitaba un 80% de la población. El coste de la consulta
se estimó en 1.5 millones de pesos (lo que equivaldría ahora a 68 mil
181 dólares), financiados con aportaciones voluntarias de los legisladores,
principalmente del partido político Movimiento de Regeneración Nacio-
nal (Morena) –el partido del presidente–. La pregunta, con dos opciones
de respuesta, fue la siguiente:

“Dada la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México,


¿cuál opción plantea usted que sea mejor para el país?

1. Reacondicionar el actual aeropuerto de la Ciudad de México y el de


Toluca, y construir dos pistas en la base aérea de Santa Lucía;
2. Continuar con la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco y dejar
de usar el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México”.
Populismo y el México de hoy

Debido a que el Instituto Nacional Electoral (ine)7 se negó a organizar la


consulta por tratarse de un ejercicio al margen de la ley, Andrés Manuel
contrató a una empresa privada y se apoyó del trabajo voluntario para or-
ganizar las mesas. La institución encargada del conteo de los votos fue la
Fundación Arturo Rosenblueth. En total participaron un millón 89 mil 8
votantes, lo que representó 1.19% del padrón electoral (Sandoval y Welp,
278 2018). De estos, 69.94% le dieron el “Sí” al proyecto del presidente, de
las dos pistas en Santa Lucía, mientras que 29.1% votó por continuar con
la construcción del aeropuerto en Texcoco.
En lo que respecta a la segunda consulta popular se preguntó a la
ciudadanía su opinión sobre los 10 proyectos prioritarios para el sexenio
de López Obrador. El ejercicio se denominó Consulta Nacional Progra-
mas Prioritarios, es decir: 1) construcción del Tren Maya en la península
de Yucatán; 2) desarrollar el Istmo de Tehuantepec; 3) construcción de
una refinería en Dos Bocas, Tabasco; 4) programa Sembrando Vida; 5)
aumento de pensión a los adultos mayores; 6) Jóvenes Construyendo el
Futuro; 7) becas a estudiantes de nivel medio superior; 8) pensión a un
millón de personas con discapacidad; 9) atención médica; y, 10) acceso a
internet en todo el país.
Se realizó los días 24 y 25 de noviembre de 2018, igualmente sin aten-
der lo dispuesto por la norma y cuando el presidente aún no tomaba pro-
testa. Se instalaron mil 97 mesas de votación en 538 municipios del país
y se registró una participación de más de 925 mil votantes. También fue
organizada por la Fundación Arturo Rosenblueth. Los resultados fueron
que todos los proyectos del presidente recibieron el apoyo de entre el 88
y el 94% del electorado (página oficial de Morena, 2021).
De entre las principales críticas a estos ejercicios se encuentran las si-
guientes. No hubo un equilibrio entre ambas partes, apoyo y rechazo,
de las propuestas; debido a que se organizó por una de las partes, no
hubo garantía de que las dos pudieran expresar sus ideas a la ciudadanía
con equidad. Asimismo, hubo denuncias por parte de algunas personas

7 Que es la institución electoral encargada de la organización de los comicios a nivel


federal en el país.
La participación ciudadana en gobiernos populistas

ciudadanas de que se pudo votar en más de una ocasión y sin presentar


la credencial. Luego, los votos emitidos se resguardaron en los domicilios
particulares del voluntariado que apoyó en las mesas de votación (Sando-
val y Welp, 2018), lo que hizo posible pensar en alguna manipulación de
los resultados.
En general, lo que se deduce de estas experiencias mexicanas es que
se vuelve necesario que su ejecución se realice de manera impoluta para 279
que los mdd no sean desacreditados o empleados como meros instru-
mentos legitimadores de ciertas decisiones gubernamentales. Es decir, de
lo que se trata es de empoderar a la ciudadanía y ello también se lo-
gra dándole legalidad y certeza a este tipo de procesos; que sean justos
y transparentes.
Ahora bien, también es cierto que estas consultas fueron excepcionales
y que a México aún le queda un largo camino por recorrer en materia de
participación ciudadana. Me refiero a que derivado de la reforma consti-
tucional sobre participación ciudadana de 2019 fueron incorporados dos
mecanismos que tendrían sus primeras experiencias en el ámbito federal
entre 2021 y 2022: la consulta popular para “juzgar a los expresidentes”
y la revocación del mandato.
Respecto de la consulta, el 28 de octubre de 2020 se publicó en el Dia-
rio Oficial de la Federación la convocatoria para efectuarse el 1 de agosto de
2021. La pregunta que se sometió a votación fue: “¿Estás de acuerdo o no en
que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional
y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas
tomadas en los años pasados por los actores políticos encaminado a garantizar
la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”
La consulta nació del Ejecutivo federal. A pesar de que hubo una
movilización importante de la ciudadanía para cubrir el requisito de que
2% de las personas inscritas en la lista nominal de electores activaran el
mecanismo a través de su firma, fue promovida por el presidente López
Obrador, como una de sus facultades conferidas por la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos (cpeum), ya que no alcan-
zó el tiempo para la remisión de las firmas. El resultado fue una gran
crítica de la opinión pública al ejercicio participativo, generando su
Populismo y el México de hoy

desprestigio e invitando a no votar. Además de las controversiales de-


claraciones del presidente, quien manifestó que él no acudiría a votar
porque no se instalarían casillas especiales y no se encontraría en su
domicilio de votación.
Ahora bien, la normatividad es muy exigente con el porcentaje de
participación que se requiere para que los resultados de la consulta sean
280
vinculantes: el 40% de personas electoras inscritas en la Lista Nominal
(cpeum, artículo 35). Esto implicaba que debían acudir a las urnas más de
37 millones de personas ciudadanas; en cambio, el 1 de agosto participa-
ron 6 millones 663 mil 208 votantes, es decir un 7.11% (32.89% menos
para que fuera un ejercicio vinculatorio) (ine, 2021).
Es decir, a pesar de que ganó el “Sí”, la consulta no tuvo ningún efec-
to, lo cual obliga a pensar en los cambios que deberían realizarse sobre
el tema: reduciendo el porcentaje para la vinculatoriedad u obligando al
voto (como ha ocurrido en Bolivia, por ejemplo; ya que, si bien, aquí
también lo es, no sucede nada si no se acude a participar) para que la ciu-
dadanía haga uso del instrumento participativo y sea más que un intento
decorativo para acercar a las personas el proceso de toma de decisiones.
Además, no dejan de ser instrumentos que se organizan y celebran con
dinero del erario y resultan muy costosos: 528 millones de pesos destina-
dos a esta consulta (El Financiero, 2021).
En cuanto a la revocación del mandato, el procedimiento es el que
sigue: la ciudadanía es la única que puede solicitarla a partir de la pérdida
de confianza en la figura de la Presidencia de la República; la solicitud se
logra reuniendo, al menos, 3% de firmas de la ciudadanía inscrita en la
lista nominal, siempre y cuando en la solicitud correspondieran a por lo
menos 17 entidades federativas y que representaran, como mínimo, 3%
por ciento del listado nominal de cada una de ellas. Si se logra la acti-
vación, el ine emite la convocatoria y para que el resultado cuente debe
participar, por lo menos, 40% de ciudadanía inscrita en la lista nominal
(así como en la consulta). La revocación se puede llevar a cabo en una sola
ocasión cada sexenio, durante los tres meses posteriores a la conclusión
del tercer año del periodo en funciones (artículo 9, lrm).
La participación ciudadana en gobiernos populistas

Según lo estipulado por la Constitución, la recolección de fir-


mas para este ejercicio comenzó durante el mes de noviembre y hasta
el 15 de diciembre del año 2021 (cpeum, 4o. transitorio); se reunió el
requisito para su activación y se lanzó la convocatoria. La pregunta, igual de
polémica y discutida que la de la consulta popular, fue: “¿Estás de acuerdo en
que a Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexica-
nos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presiden- 281
cia de la República hasta que termine su periodo?” Teniendo dos respuestas
como opción para marcar en la boleta: “Que se le revoque el mandato por
pérdida de la confianza” y “Que siga en la Presidencia de la República”.
Debido a la promoción de parte del propio López Obrador, se origi-
nó un debate acerca de si debíamos llamarle ratificación o rectificación,
en lugar de revocación del mandato. En este ambiente de polarización
política, la ciudadanía tuvo la oportunidad de revocarlo de su encargo;
no obstante, la oposición promovió una campaña llamando a la no par-
ticipación, lo que sin duda influyó tanto en el resultado (91.86% votó
porque siguiera en la Presidencia, frente a 6.44% que eligió la revocación)
como en el porcentaje de participación: 17.77%, faltando 22.23% para
llegar a 40% que se solicita para que el resultado fuera vinculante.
El monto presupuestal destinado fue de mil 567.4 millones de pesos,
aun cuando se solicitó infructuosamente a la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público (shcp) proporcionar recursos adicionales por mil 738.9
millones (ine, 4 de febrero de 2022). Esto ocasionó, entre otras cosas, la
instalación de casi tres veces menos casillas en comparación con el proce-
so electoral 2020-2021 (56 mil 465 en la revocación, en tanto que para la
elección federal de 2021 fueron 154 mil 322), siendo autorizado así por
la Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn). Pero, ¿menos casillas se
tradujo en menos participación? En realidad, no. Un 17.77% de personas
ciudadanas acudió a las urnas y, a pesar de ser relativamente alta, no se
alcanzó el 40% para que el resultado contara.
Algo que puede explicar este porcentaje participativo fue la moviliza-
ción que se registró el día de la jornada. No debe resultar sorpresivo que
deviniera de la campaña de apoyo al presidente, de la cual fue posible
apreciar bardas pintadas y lonas con el eslogan “#QueSigaamlo” en dife-
Populismo y el México de hoy

rentes puntos de la Ciudad de México (igualmente tuve la oportunidad


de observarlas en el Estado de México e Hidalgo). Además de las “perso-
nas operadoras” que pude apreciar durante mi labor de observación el día
de la jornada participativa. En las casillas que visité vi gente afuera (dos o
más), con listas nominales en mano, quienes no sólo vigilaban el desaho-
go de la votación, sino que fungían como operadoras de la participación.
282 También fue posible identificar lugares en los que habían colocado globos
y ahí mismo a personas con teléfonos celulares y hojas, lo cual bien pudo
“ser señal de que ahí se [podía] pasar a cobrar por parte de quien [hubiera]
vendido su voto” (Alcocer, 2022).
En general, este tipo de instrumentos tienen la característica de que
casi en su totalidad implican el voto de la ciudadanía en asuntos dife-
rentes a la elección de las y los representantes populares, lo que también
genera la posibilidad de manipular los procesos. Como vimos con los
ejemplos aquí expuestos, si bien se promueve el impulso de la democracia
directa, esa participación fue producida y diseñada por los poderes ejecu-
tivos populistas en todos los casos.
Un poco alejada de este conjunto se encuentra la iniciativa legislativa
ciudadana, pues la participación ciudadana directa en el proceso legisla-
tivo se enfoca en la propuesta de leyes y reformas que requiere de organi-
zación, conocimiento y recursos materiales no accesibles para cualquiera.
Aun así no está exenta de manipulaciones. Como señala Lissidini, ésta se
ha convertido, en algunos estados de Norteamérica, “en una herramienta
de grupos de interés que buscan obtener réditos corporativos, en detri-
mento de otras organizaciones sociales con menor capacidad de moviliza-
ción y de lobbying” (2008: 14-15).

Conclusión

Existen efectos del populismo sobre la participación ciudadana que pue-


den ser claramente identificados. Uno de ellos es que se busca la legitima-
ción de decisiones gubernamentales a partir de una relación directa entre
el líder con la sociedad, sin intermediaciones. O sea, que se deja de lado
La participación ciudadana en gobiernos populistas

la intervención de otras instituciones democráticas que pueden tener


esa labor, como los partidos políticos e incluso el Poder Legislativo. En el
caso de México, también el ine entraría en esa lógica.
Debido a que la figura presidencial en los casos revisados tiene la facul-
tad de promover los mdd, es fácil que los ponga en marcha y que argu-
mente el apoyo de su iniciativa como un fortalecimiento de su liderazgo
(Reveles, 2017). Bien decía Rosanvallon que “la democracia es ante todo 283
el régimen que no se cansa de preguntarse por él mismo” (2020: 263), por
lo que es necesario su reforzamiento a través de una democracia interacti-
va, que implica el diseño y uso de “dispositivos permanentes de consulta,
información y rendición de cuentas” (2020: 258) entre representantes y
representados. En este sentido, el empleo de dichos instrumentos resulta
fructífero, sobre todo cuando hay opiniones en contra de lo establecido
por el o la gobernante, porque ello implicará también un contrapeso a su
propio poderío, y eso es lo que han sido también estos ejercicios de par-
ticipación ciudadana para estas democracias en las que se han instaurado
liderazgos populistas. Por eso la participación ciudadana representa un
medio de acción que debe seguirse fortaleciendo.
Es decir, no significa que los mdd en ciertos escenarios políticos deban
desaparecer, después de todo son instrumentos que pueden consolidar la par-
ticipación ciudadana y, como se vio, generar verdaderos contrapesos al poder
político. Después de todo, el robustecimiento democrático y la construcción
de las democracias participativas se sustenta en mecanismos con reglas claras,
factibles en su implementación y que verdaderamente sean atractivos para
que la ciudadanía se involucre en el proceso de toma de decisiones, sin coac-
ciones ni intervencionismos por parte de los gobiernos.

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10. 2021: ¿el fin del experimento populista en México?

Jorge Federico Márquez Muñoz1


Mariana Berushka Alonso Albither2

289
El sistema político mexicano es presidencialista. Para evitar los mayores exce-
sos de la centralización del poder, a partir del sexenio de Miguel de la Madrid
Hurtado y hasta el de Enrique Peña Nieto, se construyeron tres bloques de
contrapesos al Ejecutivo: el primero, compuesto de acuerdos internacionales;
el segundo aseguró a los poderes Legislativo y Judicial su autonomía, y el
tercero creó y fortaleció los órganos autónomos.
En este capítulo se deja en claro cómo el gobierno de Morena ha utilizado
los recursos clave del populismo para crear clientelas y distorsionar la opinión
pública. Lo hizo mediante la manipulación de los programas sociales y los
servicios del gobierno; un discurso polarizador y la descalificación de los opo-
sitores; el desprecio por el Estado de derecho con fines electorales; la alianza
con el crimen organizado y la utilización de las fiscalías, la General y la de
Inteligencia Financiera, para intimidar a los opositores.
Los acuerdos internacionales se hicieron bajo la lógica de que México ne-
cesitaba modernizar su economía, dado que el modelo nacionalista de Luis
Echeverría y López Portillo nos llevó a la década perdida. Las condiciones
del milagro económico habían cambiado profundamente y sería contrapro-
ducente intentar regresar a él. Los gobernantes mexicanos de 1982 a 2018,
creyeron esto. Miguel de la Madrid (1982-1988) buscó remediar la crisis que
heredó de la administración anterior. Únicamente la sorteó, pero no edificó
un nuevo modelo. Salinas de Gortari (1988-1994) cambió el paradigma, ins-
tauró una política acorde a la globalización: libre comercio y atracción a las

1 Doctor en Ciencia Política por la unam. Profesor de tiempo completo en la Facultad


de Ciencias Políticas y Sociales, unam. Contacto: jorgemarquezmunoz@politicas.
unam.mx
2 Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública por la unam. Consulado
General de México en Estados Unidos. Contacto: berushkaa@politicas.unam.mx
Populismo y el México de hoy

inversiones extranjeras, pero el cambio provocó inestabilidad en las finanzas


del sector privado y a finales de 1994 estábamos nuevamente ante una de-
bacle económica (González y Márquez, 2015). Ernesto Zedillo (1994-2000)
continuó con el modelo globalizador, más aún, lo mejoró, pues estabilizó las
finanzas.
A partir de 1996 y hasta 2018 el resultado fue un constante crecimien-
290 to económico, atracción de inversiones extranjeras, fluido comercio exterior
y gradual mejoramiento en los niveles del Índice de Desarrollo Humano
(González y Márquez, 2015). Claro está, las expectativas de muchos millones
de mexicanos eran que todo esto ocurriera, pero de un modo más rápido y
territorialmente más homogéneo. Por ello, pese a las mejoras, no toda la po-
blación se sentía satisfecha (Schettino, 2021).
De cualquier modo, entre la élite y una parte importante del electora-
do, la conveniencia de los tratados internacionales se planteó entonces como
una cuestión central. Uno de los efectos más importantes de estos acuerdos
fue una serie de reformas internas que consisten justamente en los bloques
dos y tres de contrapesos al Ejecutivo federal. Para que México fuera un so-
cio confiable en los mercados internacionales necesitaba mejorar en materia
de Estado de derecho y, para ello, asegurar la autonomía del Poder Judicial
(Pérez, 2009); a la vez, para que la política monetaria fuera congruente con las
tendencias globales y con las capacidades económicas de México, había que
asegurar la autonomía del Banco de México… Y así un largo etcétera.
Para el diseño de leyes, la dotación de recursos y el nombramiento de res-
ponsables que permitieran autonomía real del Poder Judicial y de los órganos
autónomos, se aprovechó la pluralidad del Poder Legislativo. Dicha plurali-
dad llegó en 1997. Para promoverla, el Ejecutivo realizó, desde 1995, una ne-
gociación intensa con los líderes de los partidos, que mejoró las condiciones
de competencia electoral. Los primeros frutos de esa reforma se recogieron
justamente en 1997.
Así, el presidente Zedillo comenzó una serie de reformas que le resta-
ban poder a él mismo, pero que eran congruentes con la modernización
del modelo de desarrollo planteado desde finales de la década de 1980. Lo
anterior permitió al país salir del pantano populista, es decir, echeverrista
y lópezportillista, que había conducido a la larga crisis de los ochenta. Al
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

nuevo modelo se le conoció como neoliberalismo, aunque se trató más de


una palabra plástica. Se entiende por palabra plástica “a la capacidad infi-
nita de un estereotipo para generar nuevas formas” (Poerksen, 1995: 7),
es decir, son las palabras preexistentes que cambian su significado de acuerdo
al tiempo y el espacio en el que son empleadas.
Los titulares del Ejecutivo de 2000 a 2018 avanzaron aún más en el mo-
delo liberal. Para que el poder de México aumentara, los presidentes cedían 291
una parte de su poder, pues la concentración del mismo estancaba sectores
importantes con potencial económico y social. Es decir, para conseguir un
mayor “poder colectivo” (entendido desde la óptica de Michael Mann como
aquel en el que la cooperación de un conjunto de individuos incrementa su
poder sobre la naturaleza o con respecto a terceros) se modificó el “poder
distributivo” (aquel que se ejerce sobre otros individuos, “es la probabilidad
de que un actor, en una relación social, esté en condiciones de realizar sus de-
seos, aunque tropiece con resistencias”) (Márquez y Domínguez, 2017: 26).
Más y más áreas de poder quedaban en manos de los técnicos, al margen de
la voluntad presidencial. Nos alejamos de lo que Gabriel Zaid llamó la econo-
mía presidencial, en donde “la economía se maneja desde Los Pinos” (López y
Portillo, 1994: 84), como alguna vez dijo el presidente Luis Echeverría.
Con los resultados de la elección de 2018 comenzó el desmantelamiento
de estos tres bloques y la reconcentración de poder en manos del Ejecutivo.
Sin embargo, para la destrucción del entramado legal y de distribución de
poderes, hacían falta mayorías calificadas en ambas cámaras del Poder Legis-
lativo. Al no tener dichas mayorías, el Ejecutivo electo en 2018 debió leer que
simplemente el voto popular no le había otorgado un mandato para modifi-
car radicalmente las reglas del juego, sino simplemente los poderes propios en
el marco de dichas reglas. Pero esto no era suficiente para los titánicos planes
de López Obrador.

El momento psicológico 2018

En la Cámara alta los resultados electorales dieron mayoría absoluta a More-


na, pero a ningún partido ni alianza legislativa le dieron la mayoría calificada.
Populismo y el México de hoy

En la Cámara baja ocurrió lo mismo. Los resultados electorales en ésta, fue-


ron los siguientes:

Tabla 1. Porcentajes de la elección 2018

pan % 17.9334 prd % 5.2716 mc % 4.4141 Total % 27.6191


292
pri % 16.5372 pvem % 4.7875 na % 2.4713 Total % 23.796

Morena % 37.2512 pes % 2.4048 pt % 3.9284 Total % 43.5844

Fuente: Instituto Nacional Electoral (ine), 2018.

Esto se tradujo, ya con los diputados de representación proporcional, en


la siguiente distribución de las 500 curules:

Tabla 2. Distribucción de curules elección 2018

pan 81 prd 21 mc 27 Total 129

pri 45 pvem 16 na 2 Total 63

Morena 191 pes 56 pt 61 Total 308

Fuente: ine, 2018.

Como se puede apreciar, Morena y sus aliados contaban con mayoría


absoluta, pero estaban lejos de la calificada.
Sin embargo, entre la elección, ocurrida en junio, y la toma de po-
sesión y conformación de las bancadas, en septiembre, López Obrador
ganó el momento psicológico. De tal suerte que lo que no alcanzó en
las urnas, lo consiguió con negociaciones turbias posteriores, quizás basa-
das en el oportunismo, quizás en amenazas y quizás en ¡simple ilumina-
ción! La alianza morenista sumó diputados suficientes para conseguir la
mayoría calificada. Quedó compuesta de esta manera:
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

Tabla 3

pan 79 prd 12 mc 24 Total 114


pri 49 pvem 11 s.p 6 Total 55
Morena 252 pes 23 pt 44 Total 331

Fuente: Servicio de Información para la Estadística Parlamentaria (Infopal), 2021. 293

Específicamente la transferencia de diputados del prd al morenismo y la


realineación de pvem le permitieron al bloque oficialista construir la mayo-
ría calificada. Pero sólo en la Cámara baja. No existió un movimiento simi-
lar en la alta, por lo cual se mantuvo y se mantiene aún, desde ahí, un dique
de contención a los intentos de centralización radical del Ejecutivo federal.

El gobierno de Morena

El Ejecutivo federal ganó un enorme poder en las urnas, pero no de la


magnitud deseada por López Obrador para llevar a cabo una gran trans-
formación. Sin embargo, lejos de comprender el mensaje de los electores,
construyó una “mayoría artificial” en la Cámara de Diputados y utilizó
otros recursos más allá de los institucionales, algunos informales y otros
francamente ilegales, para su proyecto de centralización de atribuciones
en el Poder Ejecutivo.
Una de las bases de la centralización ha sido el intento de cambio de
perspectiva con respecto a la corrupción. No es que el Ejecutivo federal
esté luchando en contra de ella, sino que simplemente satura con men-
sajes al público para intentar manipular la percepción al respecto y hacer
creer que su gobierno es puro y el de los gobernantes anteriores era co-
rrupto. La realidad es muy distinta.
En 2020, México en el índice de Percepción de la Corrupción, obtuvo
como resultado 31 puntos de 100, cifra que continúa posicionándolo en
el lugar 37, el último lugar dentro de todos los países integrantes de la
ocde (Ortega, 2021).
Populismo y el México de hoy

Durante 2019, las encuestas realizadas por el Inegi con el objetivo de


conocer la percepción de la ciudadanía en relación con la corrupción que
se vive en México, dieron como resultado que 61% de los ciudadanos
consideran que en nuestro país las leyes se respetan poco o nada, y 45%
cree que no es posible disminuir la corrupción (Zedryk, 2021).
La Auditoría Superior de la Federación (asf ) dio a conocer mediante
294 un informe en 2019 múltiples irregularidades administrativas y financie-
ras de diversas dependencias, órganos de gobierno, programas sociales y
obras de infraestructura, con un monto que asciende a 12 mil 276 millo-
nes de pesos (Butrón, 2021).
Finalmente, los años de gobierno de Morena han estado plagados de
escándalos de corrupción de personas cercanas al presidente. Destacados
miembros tanto de su primer círculo de gobierno como de su familia han
llenado las páginas de los diarios independientes.
Para 2020, a partir del estudio efectuado por la asociación civil sin
fines de lucro, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad ac, se
analizaron los datos oficiales difundidos por la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público de los primeros 10 meses de 2019 (Ramírez et al.,
2020), detectando que de los 120 mil 102 contratos registrados en la base
de datos, 95 mil 887 (79.8% del total) habían sido entregados mediante
adjudicación directa. Un total de 6 mil 729 (5.6%) se otorgaron por in-
vitación directa y sólo 11.5% (13 mil 821 contratos) fueron entregados
por licitación pública (Sánchez, 2021). Esta forma discrecional de distri-
buir el presupuesto, además de producir gastos onerosos, es ilegal, pues
se violan las disposiciones de competencia empresarial expresadas en la
Ley de Adquisicioness, Arrendamientos y Servicios del Sector Público
(dof, 2020).
Sin embargo, en su intento por atenuar la percepción de la corrup-
ción morenista, el gobierno federal utilizó las herramientas de la Uni-
dad de Inteligencia Financiera y de la Fiscalía General de la República
para hacer acusaciones, muchas veces más mediáticas que legales, en
contra de los opositores. Así, se intentó generar la imagen de que la co-
rrupción sí existía, pero que ésta era culpa de los partidos y candidatos
de oposición.
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

La corrupción del gobierno de Morena no sólo va de la mano del des-


pojo de los bienes de la nación, sino también de un plan político: retener
el poder y concentrarlo en el Ejecutivo. Para ello, se utilizan otras formas
de corrupción, como el manejo clientelar de los programas sociales y la
violencia cruda del crimen organizado.
Sin embargo, no sólo en materia de corrupción los tres primeros años
de gobierno de Morena fueron desastrosos. Aquí ejemplificamos otros 295
rubros, muy sensibles para la mayoría de la gente, en los cuales es evidente
el fracaso. El primero de ellos parte de los indicadores económicos.
Si hacemos una comparación con el sexenio de Enrique Peña Nieto,
durante los primeros 26 meses de gobierno morenista, en lo que concier-
ne a la deuda externa del país, se presenta un incremento de 46%, pasan-
do de 15 mil 302 millones de dólares a 22 mil 332 millones de dólares.
Entre los principales factores que han propiciado este crecimiento encon-
tramos: la amortización de la deuda, apoyos a Pemex, baja internacional
de las tasas de interés, caída en ingresos presupuestarios por la covid-19 y
falta de ajustes al gasto gubernamental (Hernández, 2021).
Con respecto a la deuda contraída con el Banco Mundial, durante
todo el mandato del expresidente Enrique Peña Nieto se registraron 2
331 millones de dólares, mientras que en los primeros 30 meses del go-
bierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha acumulado
una deuda de 3 mil 855 millones de dólares, es decir, mil 524 millones
de dólares arriba. Desde el 28 de marzo de 2019, el gobierno morenista
ha pedido al Banco Mundial un total de nueve préstamos, a pesar de que,
desde el inicio de su administración ha realizado fuertes críticas a los an-
teriores gobiernos del país por contraer deuda (Vázquez, 2021).
Otro indicador: la Inversión Extranjera Directa (ied). Durante el
mandato de epn se percibieron 93 900 millones de dólares, mientras que
en los primeros años de la administración de López Obrador, la ied sufrió
una caída de 20 000 millones de dólares, atrayendo sólo 73 900 millones
de dólares al país (El Economista, 2021).
El siguiente rubro por analizar parte de los registros de los indicadores
de seguridad.
Populismo y el México de hoy

Tabla 4. Indicadores de seguridad

Indicador Peña Nieto amlo Diferencia (%)


33 740 víctimas en 34 554 víctimas en
Homicidio doloso Alza de 2.4
2018 2020
914 víctimas en 977 víctimas en Incremento de
296 Feminicidio
2017 2020 6.9

Fuente: Rosas (2021).

Y finalmente, en lo que compete a los indicadores sociales, los registros


presentados de los mexicanos que se encuentran en situación de pobreza,
con al menos una carencia social. En 2018, con el gobierno de epn, la ci-
fra sumaba un total de 51.9 millones de habitantes, mientras que en 2020
aumentó a 55.7 millones. Es decir, hay un incremento de 3.8 millones de
pobres (González, 2021). También los mexicanos que se encuentran en
situación de pobreza se han multiplicado. Su número aumentó 2.1 mi-
llones: en 2018 se encontraba en 8.7 millones y para 2020 la cifra creció
a 10.8 millones.
En los índices de servicios de salud, becas otorgadas para los jóvenes y
apoyos a los adultos mayores, los resultados fueron los siguientes:

Tabla 5

Indicador Peña Nieto amlo Diferencia

15.6 millones más


Personas sin acceso
20.1 millones en 35.7 millones de de mexicanos sin
a servicios del sector
2018 2020 acceso a servicios
salud
de salud.
12% menos de
cobertura, lo que
Seguro Popular da insabi tiene
significa 15.6
Programas de salud cobertura a 83.8% cobertura en
millones de personas
de la población 71.8%
que perdieron el
acceso a salud.
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

Indicador Peña Nieto amlo Diferencia


El monto total de
apoyo se redujo
35% entre 2018 y
Programas 2020. El decil más
Becas Benito
Becas para jóvenes Oportunidades/ pobre experimentó
Juárez
Prospera un recorte de 63%
y el más rico un 297
incremento de
380%.
El incremento en
transferencias para
el decil más rico
Becas para adultos
entre 2018 y 2020
mayores
fue de 457%. Para
el decil más pobre
fue de apenas 17%.

Fuente: González (2021).

Ante la derrota anunciada… las trampas

El plan de gobierno de Morena era claro: había que usar el poder para
aplastar a la oposición, pero no de un modo tal que produjera aislamiento
internacional, pues eso conlleva costos muy elevados en materia econó-
mica y de estabilidad social. Así es que había que recurrir a métodos más
sutiles: discursos que más bien parecían maratones de palabras por parte
del presidente, saturación de mensajes a favor del gobierno, utilización de
los recursos del Ejecutivo para amedrentar a los opositores, clientelismo
descarado, etcétera.
Sin embargo, en lugar de aplastar a la oposición, ésta se reagrupó y se
forjó una alianza electoral y ahora legislativa. Con excepción del partido
Movimiento Ciudadano, que aún se mantiene como una incógnita, los
partidos opositores a Morena han conformado un bloque para resistir la
embestida centralizadora del Ejecutivo y el intento de desmantelamiento
de las reformas democráticas, es decir, que generaban contrapesos y dis-
persaban el poder en órganos especializados.
Populismo y el México de hoy

De Movimiento Ciudadano decimos que es una incógnita porque sus


principales figuras no parecen tener un programa coherente: mientras el
jefe del partido, Dante Delgado, hace serias reclamaciones al Ejecutivo
federal por su cínica intervención en los comicios de 2021, Enrique Alfa-
ro, el gobernador de Jalisco, de mc, pide permiso a amlo para comenzar
a hacer campaña a la presidencia; y todo esto, al tiempo que Samuel Gar-
298 cía, gobernador electo de Nuevo León, deja claras sus prioridades como
influencer por encima de cualquier idea de gobierno.
Morena comenzó derrotado el proceso electoral de 2021. La élite del
partido, sabedora de sus malos resultados en materia económica, de segu-
ridad, de salud, de lucha anticorrupción… apostó por tres rutas para con-
servar el poder: 1) saturación de mensajes propagandísticos para ocultar,
en la medida de lo posible, la realidad; 2) utilización de los mecanismos
del Poder Ejecutivo para intervenir en las elecciones –mediante progra-
mas sociales, manipulación de la vacunación anti-covid, uso faccioso de
la fgr y la uif y, de un modo especialmente siniestro, mediante pactos
con el crimen organizado. Esto último escaló, en algunas regiones del
país, de un modelo clientelar clásico a un nuevo modelo “clientelar-te-
rrorista”; 3) la alianza con el narcotráfico que aseguró la victoria de los
candidatos morenistas en los estados inmersos en el proceso electoral.
Concentrémonos en algunos datos de este segundo aspecto, pues el
primero es ya muy conocido.
El incremento en las dosis de vacunación aplicadas por el gobierno
de México, mediante la Secretaría de Salud, fue una estrategia para ge-
nerar mayores incentivos a su causa política. En este sentido, las cifras
oficiales que diariamente emite la propia Secretaría de Salud señalan
que el número total de vacunas aplicadas no pasaba de 100 mil personas
por día en marzo de 2021, pese a tener un lote almacenado de 4 millones
de dosis. Para abril, esta cifra aumentó a 5 millones, mes en que se aplicó
un número no máximo de 300 mil vacunas al día. Frente a esto, para
finales de mayo, la cantidad de dosis aplicadas mantenía un promedio de
500 mil por día con un lote de 6 millones de vacunas en almacén (Loret
de Mola, 2021).
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

Es importante destacar que la aprobación del presidente, previo a la


elección del 6 de junio de 2021, entre personas ya vacunadas era de 74%,
mientras que entre aquellas personas que tenían algún familiar que ya
había recibido la dosis, el porcentaje de aprobación era de 62%. Además,
51% entre quienes no se habían vacunado, o nadie en su familia había
recibido la inmunización. El rubro en donde mayor alcance obtuvo el go-
bierno federal fue en la campaña de vacunación en contra de la covid-19, 299
con 58% de opinión favorable y 23% desfavorable (Moreno, 2021).
No obstante, una vez pasadas las elecciones, la velocidad de aplicación
en las vacunas disminuyó a 26%. Por ejemplo, el 2 de junio se aplicó un
máximo de 1 millón 64 mil 561 dosis. Sin embargo, para el domingo 13
de junio el total fue de 206 mil 724. Según cifras de la Secretaría de Sa-
lud, el 12 de junio se aplicaron 312 mil 683; el 11 de junio, 553 mil 653;
el 10 de junio, 612 mil 922; el 8 de junio, 507 mil 486; el 7 de junio, 194
mil 22 y el 5 de junio, 109 mil 646 (Valadez, 2021).
En cuanto a los programas sociales, su promoción en tiempos electo-
rales está prohibida por el apartado C del artículo 41 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos (cpeum). Ahí se señala que:
“Durante el tiempo que comprendan las campañas electorales federales
y locales y hasta la conclusión de la respectiva jornada comicial, deberá
suspenderse la difusión en los medios de comunicación social de toda
propaganda gubernamental, de los poderes federales” (cpeum, 2021).
Sin embargo, durante el proceso electoral 2021, hubo una notable
presencia de spots relacionados con programas sociales promocionados
por el gobierno federal (Ortega, 2021).
Así lo denunciaron los líderes opositores Marko Cortés, del pan, Jesús
Zambrano, del prd y Alejandro Moreno, del pri. Este último mencionó en
el programa Latinus capítulo 48, conducido por el periodista Carlos Loret
de Mola, que la alianza Va por México tuvo que enfrentarse a la fuerza del
aparato estatal debido a que los programas sociales jugaron un papel decisi-
vo en los alcances que tuvo Morena en la elección del 6 de junio de 2021.
En este sentido, Alejandro Moreno mencionó que “a los programas fe-
derales en el primer trimestre del 2019, el gobierno federal invirtió 53 mil
millones de pesos. En el primer trimestre del 2021, adelantando pagos a
Populismo y el México de hoy

programas sociales, el gobierno federal invirtió 171 mil millones de pesos


(Loret de Mola, 2021). De esta manera, Marko Cortés hizo hincapié en el
abuso de los programas sociales y la imagen del presidente López Obrador
para que Morena prevaleciera como la primera fuerza política en el país,
después de las elecciones del 6 de junio de 2021.
Por otra parte, López Obrador, mediante las “mañaneras” tuvo una
300 notoria injerencia en el proceso electoral. Un ejemplo: persuadió a la Uni-
dad de Inteligencia Financiera (uif ) para que denunciara ante la Fiscalía
General de la República (fgr) y posteriormente abriera una carpeta de
investigación para Samuel García Sepúlveda por presunto uso de dinero
ilegal para su campaña electoral, y a Adrián de la Garza del pri por coac-
ción y compra del voto. Dichas investigaciones, en realidad sin sustento
legal, tenían como finalidad mejorar la fallida candidatura de Morena a la
gubernatura de Nuevo León.
El presidente nacional de Movimiento Ciudadano, Clemente Casta-
ñeda Hoeflich y el presidente nacional del pan, Marko Cortés, presen-
taron denuncias ante la Organización de Estados Americanos (oea) en
contra del presidente Andrés Manuel López Obrador por “violaciones a
la Constitución” realizadas durante la temporada electoral. En este sen-
tido, Clemente Castañeada hizo un pronunciamiento señalando que “el
presidente hace uso faccioso de instituciones como la fgr y la Fiscalía
Especializada en Delitos Electorales (fede) para incidir en las elecciones
y perseguir a líderes opositores”.
Mientras que Marko Cortés solicitó a la oea, la observancia en el proceso
electoral de 2021, por las constantes amenazas y hostigamientos por parte
del presidente en contra de la oposición. De esta forma, el panista mencionó
que, “el presidente todas las mañanas desde Palacio Nacional, está haciendo
uso y abuso de los recursos públicos; pareciera más el jefe de campaña del
partido de Morena que jefe del Estado mexicano, y aquí en nuestro país eso
no se puede, está claramente prohibido” (Animal Político, 2021).
El 23 de agosto de 2021, dos meses después de haberse llevado a cabo
las elecciones intermedias, fue presentada ante la Organización de los
Estados Americanos (oea) en Washington DC, una denuncia por par-
te de los dirigentes de la coalición Va por México, Alejandro Moreno,
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

Marko Cortés y Jesús Zambrano, con el propósito de visibilizar los inci-


dentes que vinculan al actual gobierno y a Morena con el crimen organi-
zado en los procesos electorales.
El documento que se presentó recupera los más de 1 100 incidentes
que se vivieron en el periodo electoral, contiene las cifras de la violencia
política que se registró contra los candidatos opositores, dejando un saldo
de 102 candidatos asesinados (Aguilar, 2021). También fue mediante la 301
denuncia que se expuso la preocupación por la intervención y el continuo
desprestigio a los organismos autónomos por parte del Ejecutivo, que
ha puesto en riesgo sus operaciones y atentado contra su independencia
jurídica. Además, se ha vulnerado la configuración constitucional que los
dota de plena libertad, permite el equilibrio y controla el poder deposita-
do en el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Finalmente, la tercera ruta empleada por Morena para la conservación
de poder fue el establecimiento de una alianza con el narcotráfico. Este
aspecto ha sido documentado periodísticamente a través de los incidentes
observados en los distintos estados de la República, principalmente aque-
llos en los que las elecciones se encontraban próximas a realizarse.
Dentro de la denuncia presentada a la oea del 23 de agosto, se mues-
tran los casos de violencia política que ocurrieron y que han quedado im-
punes por las autoridades correspondientes. A continuación, se presentan
algunos de los casos más importantes de violencia por narcotráfico en las
entidades federativas durante el periodo electoral.
Meses después de la elección se siguen multiplicando las evidencias de
injerencia del crimen organizado a favor de Morena.
En 2021 el 60% de los casos registrados de candidatos amenazados,
violentados, secuestrados y asesinados corresponden a la alianza pan-pri-
prd (Alemán, 2022). Además, durante los primeros días del 2022 los
vínculos entre el narcotráfico y Morena (y sus partidos satélites) han sido
revelados mediante acciones y mensajes directos de los delincuentes en
Morelos, Veracruz y Zacatecas.
Populismo y el México de hoy

Tabla 6

Entidad Municipio Incidente


Un hombre arrojó una cabeza
humana en la casilla 1 440 y
Terrazas de Valle, Tijuana
luego huyó a pie sin que se lograra
302 localizarlo.
En la casilla 1 442 un ciudadano
encontró una caja de madera con
Terrazas de Valle, Tijuana
vísceras y restos de piel humana
Baja California
(De Mauleón, 2021).
Un grupo de choque de al menos
100 personas quemaron urnas
y papeletas, dispararon en los
Mexicali
inmuebles donde se votaba,
agrediendo a funcionarios
electorales y a los ciudadanos.
Se tienen informes sobre acarreo
de personas a manos del crimen
organizado. Grupos del Frente
Popular Francisco Villa, cuya
relación con el Cártel de Tláhuac
está ampliamente documentada,
cdmx Tláhuac
organizaron el voto masivo a favor
de Morena en la alcaldía. También
se detectaron agrupaciones de
mototaxis, tianguistas y demás
vendedores ambulantes
(Alemán, 2021).
La velocista olímpica y candidata
de la alianza pri-pan-prd para
la alcaldía, Zudikey Rodríguez,
fue secuestrada y amenazada de
muerte. Decidió cerrar su casa
de campaña, cancelar sus eventos
Estado de México Valle de Bravo
públicos y mantener un perfil
bajo hasta el día de la elección. A
pesar de lo ocurrido, la candidata
de Morena, Michelle Núñez, sólo
superó a Rodríguez por 400 votos
(De Mauleón, 2021).
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

Entidad Municipio Incidente


Secuestro de la candidata de mc
Cutzamala de Pinzón a la alcaldía, Marilú Martínez
Núñez (De Mauleón, 2021).
Gregorio Portillo, alcalde del
municipio, cuenta que fue
secuestrado y torturado para 303
que no buscara la reelección y
Guerrero tuvo que huir de su localidad. El
secuestro ocurrió a 500 metros
Zirándaro
de una base de la Guardia
Nacional. También el candidato
de la coalición pri-prd, Jaime
Torres García, tuvo que huir de la
localidad a mitad de campaña (El
Universal, 2021).
A principios de mayo apareció
una narcomanta dirigida a los
habitantes de Limón, Charapo,
Aguaje, Naranjo, Chila de
San José y El Cajón. La manta
anunciaba la llegada de El
Mencho, líder del cjng, a la
región y el fin del control de la
Aguililla
familia michoacana y los otros
grupos que se disputan la zona. El
municipio se halla en completo
control del crimen organizado. El
Michoacán gobierno municipal está sometido
y el estatal rebasado mientras el
federal envía dádivas y abrazos
(De Mauleón, 2021).
Hombres armados, presuntamente
miembros de la familia
michoacana, obligaron a la
gente a votar en público a favor
Aquila y Nueva Italia
de Morena. También fueron
expulsados los representantes de
casilla no pertenecientes a Morena
(De Mauleón, 2021).
Populismo y el México de hoy

Entidad Municipio Incidente


El candidato ganador de Morena,
Rubén Rocha Moya, pasará
a la historia como el primer
narco-gobernador. Los medios
locales y el candidato de la
alianza Va por Sinaloa, Mario
304 Zamora, denunciaron una
operación masiva de compra de
votos, amenazas y secuestro de
candidatos y operadores políticos,
antes y durante el proceso
Sinaloa Gubernatura
electoral. Ninguno de los políticos
amenazados, secuestrados e
intimidados se atrevió a presentar
denuncias ante la autoridad
electoral. La misma noche de la
elección, Mario Zamora tuvo que
hacer un llamado a las bandas
criminales para pedir la liberación
de casi un millar de operadores
políticos secuestrados (Alemán,
2021).
Asesinato de Abel Murrieta
Sonora Cajeme Gutiérrez, candidato a alcalde del
pri.

En el primer caso el gobernador del estado de Morelos, Cuauhté-


moc Blanco, recibió una denuncia ante la Fiscalía General de la Repú-
blica, por el exsecretario de Seguridad de Morelos, Alberto Capella. Lo
acusó por delitos de delincuencia organizada y contra la salud, al ser di-
fundidas varias fotografías en las que aparece posando con tres supuestos
líderes del crimen organizado de la entidad (Rueda, 2022).
En Veracruz la banda de crimen Cuatro Letras se responsabilizó de la
muerte y tortura de nueve personas dispersadas por la carretera de la en-
tidad como advertencia al secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos
por poseer una estrecha relación con sus rivales pertenecientes al Cártel de
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

Sinaloa (Carrillo, 2022) Y, por último, en Zacatecas el Cártel Jalisco Nueva


Generación (cjng) asesinó a una decena de personas cuyos cuerpos fueron
dispersados frente al Palacio de Gobierno como mensaje hacia el goberna-
dor, David Monreal, a quien acusan de traición (Alemán, 2022).
Y finalmente, un expediente que investiga y confirma la presencia e
intervención del crimen organizado en la administración de Andrés Ma-
nuel López Obrador es el informe “Carmona-gate”. Dicho informe con- 305
siste en una investigación realizada por la dea a partir de información
enviada por el fbi, que registró las actividades ilegales de los hermanos
Carmona, involucrados en el robo, tráfico y contrabando de gasolina y
diésel. Al ser asesinado uno de dichos hermanos, el otro decidió huir a
Estados Unidos, en donde coopera con las autoridades. Ha declarado que
él y su hermano dieron, para la elección de 2021, más de 500 millones de
pesos para las campañas de Morena de 2021 (García, 2022).

El momento psicológico 2021

En lugar de aplastar a la oposición los resultados del gobierno morenista,


su modo de gobernar y el intento por convertir en chivos a los opositores,
generó una configuración de poder de polarización. Los opositores desde
el pan-pri-prd, conformaron un bloque en dos sentidos muy distintos a
las alianzas de 2018:

1) por un lado, la alianza fue un compromiso más allá de la elección, es


decir, se convirtió en una alianza legislativa, lo cual evitaría lo ocu-
rrido en 2018 con el pvem y el prd. En cuanto al pvem, consiguió
numerosas curules como resultado del arrastre de su alianza con el pri,
pero finalmente estos diputados se pusieron al servicio de Morena. Lo
mismo ocurrió con ciertos diputados del prd, que ganaron sus curules
bajo la égida de una alianza con el pan y mc, pero cambiaron de par-
tido y pusieron sus votos en favor del oficialismo;
2) por otro lado, los líderes de la alianza 2021, a diferencia de los líde-
res opositores de 2018, decidieron no desaparecer. Después de su
Populismo y el México de hoy

derrota electoral, en 2018, Meade y Anaya decidieron simplemente


eclipsarse. Lo contrario ha ocurrido en 2021: los líderes de la alian-
za han decidido mantener su liderazgo más allá de la elección. Cor-
tés, Moreno y Zambrano no vieron la elección como un “final”, la
plantearon como un “inicio”. Con ello, han logrado comprometer
a sus diputados de no ceder ante los embates del Ejecutivo federal
306
para crear una nueva “mayoría artificial” favorable a Morena.

Los resultados electorales de 2021 fueron los siguientes:

Tabla 7

Coalición/Partido Total Porcentaje (%)


pan-prd-pri 200 40
Morena-pt-pvem 277 55.4
mc 23 4.6
Total 500 100

Fuente: (Cámara de Diputados lxv Legislatura, 2021).

La diferencia respecto a la configuración de poder en la Cámara, en el


primer trienio del gobierno de amlo, es la siguiente:

Tabla 8

Coalición/Partido 2018 2021 (+/-)


morena+pt+verde 307 277 -30
pan+pri+prd 140 200 +60
mc 24 23 -1
pes 23 0 -23
Independientes 6 0 -6
Total 500 500 (-)

Fuente: (Cámara de Diputados lxiv Legislatura, 2021).


2021: ¿el fin del experimento populista en México?

Más aún, el momento psicológico es muy distinto. Lejos de que Morena con-
siga construir una nueva “mayoría artificial” en la Cámara baja, lo contrario
parece más probable. Primero vimos al pvem titubear respecto a su alianza
con Morena, según las declaraciones de uno de sus principales líderes, el se-
nador Manuel Velasco. De inmediato vimos la ofensiva morenista mediante
“filtraciones” a la prensa, desde la uif, según las cuales, dicho personaje estaba
siendo investigado por desvío de recursos durante su gestión como goberna- 307
dor en Chiapas. A lo cual, después de unas semanas, el líder verde respondió
con la filtración de un nuevo video en donde uno de sus empleados entregaba
dinero, de modo ilegal, a uno de los hermanos de López Obrador. Se ve así,
que la alianza pvem-Morena tambalea.
Por otra parte, el Ejecutivo federal ha intentado también construir su
“mayoría artificial” intimidando al pri. Primero, con una serie de “fil-
traciones” en donde se acusa al presidente del tricolor de malos manejos
durante su gestión como gobernador de Campeche. Pero como éste no se
amedrentó, las amenazas siguen escalando. Primero con la toma de insta-
laciones del partido (Ramos, 2021), orquestada desde Morena, y después,
con la carpeta de investigación en contra del diputado electo Ildefonso
Guajardo (Ángel, 2021). El liderazgo priista, sin embargo, aún resiste.
Así es que lejos de construir una nueva “mayoría artificial”, lo que parece
estar sucediendo es que el bloque oficialista, sobre todo por lo que respec-
ta al pvem, que comienza a olfatear que el siguiente paso en el sistema
político mexicano no está en continuar la tendencia de concentración
de poderes en el Ejecutivo, sino en la recuperación del terreno perdido en
materia de contrapesos y dispersión del poder.
Esta proyección ha sido materializada en el mes de octubre, a pocos me-
ses de concluir el tercer año de mandato de Andrés Manuel López Obrador
y con un factor sustancial como lo es la nueva composición de los grupos
parlamentarios en la Cámara de Diputados. Fueron presentadas por el Eje-
cutivo tres grandes iniciativas: la energética, la electoral y la de seguridad na-
cional. Las tres iniciativas tienen como finalidad una mayor concentración
de poder en el Ejecutivo. En principio el bloque opositor cuenta con una
cantidad suficiente de diputados para evitar la aprobación de dichas pro-
puestas. Al bloquear las iniciativas la alianza pri-pan-prd mostraría su fuerza
Populismo y el México de hoy

real y consolidaría un nuevo ambiente político-psicológico, en el cual el pre-


sidente comenzaría a perder algunos de sus poderes “meta constitucionales”;
como influir sobre el Poder Judicial, los órganos autónomos y la Fiscalía.
De cualquier manera, el Ejecutivo federal cuenta con importantes he-
rramientas que le permiten un juego de “castigo-recompensa”. Por un lado,
busca con sendos expedientes del gobierno de Chiapas, amarrar la alianza
308 con el pvem; por otro lado, busca atraer con recompensas algunos priistas
para obtener los votos en la Cámara de Diputados que le darían la mayoría
calificada para sus reformas. El portal oficialista sdp Noticias anunció que se
entregaría la dirección de la Comisión Federal de Electricidad al gobernador
priista de Oaxaca, uno de los aliados más cercanos del presidente del pri
(Ramírez, 2021). Más aún, el propio presidente de la República anunció que
propondría al Senado que un priista se convierta en el próximo embajador
de México en España (Flores, 2021). Al parecer, ninguna de estas “tentacio-
nes”, ha sido suficiente para romper la alianza Va por México.
El primero de octubre fue presentada la iniciativa en materia energé-
tica, y como consecuencia la presión del presidente comenzó a manifes-
tarse mediáticamente hacia el pri con el objetivo de inclinarlo a su favor
(Garduño, 2021). Ante las muestras de presión la opinión pública generó
arduos debates sobre la decisión que tomaría el partido. La tendencia en la
opinión pública consideraba la pronta ruptura de la alianza Va por México;
no obstante, el resultado fue la declaración, por parte del presidente del pri,
de una continuación con la alianza opositora (Chávez, 2021). En este con-
texto el oficialismo ha anunciado que modificará su propuesta de reforma
eléctrica. Con ello parece darle la razón al pri. Aclaremos: hay dos posturas
radicales, la de Morena y la del pan. La primera buscaba la aprobación fast
track de la reforma. Y Acción Nacional simplemente rechazarla. El pri, en
el centro, propuso que se discutiera, que no se aprobara ni rechazara pre-
cipitadamente. Al final esta postura, la más cuerda desde el punto de vista
parlamentario, parece que será la triunfante (Cullell, 2021).
La pérdida de terreno en la Cámara baja no ha sido el único suceso que
ha propiciado interrogantes sobre la estructura y el manejo interno de
Morena. A su vez, los miembros del Movimiento que podrían posicionarse
como próximos candidatos a la Presidencia manifiestan constantes riñas
2021: ¿el fin del experimento populista en México?

por el apoyo de Andrés Manuel López Obrador y el método de selec-


ción del candidato presidencial. Entre ellos destacan Ricardo Monreal,
Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. A este grupo de precandidatos
morenistas seguramente se sumará muy pronto el eficaz nuevo secretario
de Gobernación, Adán Augusto López (Infobae, 2021).

309
Conclusiones

La elección 2018 modificó radicalmente la correlación de las fuerzas polí-


ticas del país. No solamente Morena y sus partidos satélites obtuvieron el
triunfo para la Presidencia, la mayoría para el Congreso y las gubernaturas.
Además de los resultados en sí mismos, López Obrador y sus partidos ob-
tuvieron una victoria psicológica. Ésta permitió al oficialismo incrementar
su poder aun más allá del resultado electoral. Este momento psicológico
implicó que, un partido entero, el pvem, aliado del pri en la elección 2018,
defeccionara para favorecer a Morena. Lo mismo sucedió con algunos di-
putados de otros partidos, sobre todo del prd. Así, el presidente y su gru-
po, que había conseguido la mayoría simple en la Cámara de Diputados,
conquistó la mayoría calificada. Los diputados del oficialismo se comporta-
ron sumisos ante el Ejecutivo, aprobaron un robusto paquete de reformas
constitucionales a gran velocidad, lo cual fortaleció el momento psicológico
del presidente. Esto le permitió ejercer una enorme presión sobre el Poder
Judicial, los órganos autónomos y los poderes fácticos.
La elección 2021 provocó una modificación parcial de la correlación
de fuerzas y, sobre todo, una enorme modificación psicológica en el áni-
mo de los opositores políticos, las autoridades de los órganos autónomos,
del Poder Judicial, la sociedad civil organizada, los empresarios y la pren-
sa. Morena y sus aliados perdieron la mayoría calificada en la Cámara
baja. Los diputados de oposición le devolvieron su autonomía al Congre-
so, que dejó de estar sometido al presidente. Por otra parte, el oficialismo
ganó la mayoría de las gubernaturas, pero esto, lejos de favorecer la nego-
ciación con los diputados de oposición, implicó que dejaran de padecer
la presión de los gobernadores, que generalmente buscaban una posición
Populismo y el México de hoy

conciliadora con el Ejecutivo federal para evitar el bloqueo, por parte de


la Secretaría de Hacienda, de los recursos de sus entidades.
El populismo de Morena no está derrotado, pero sí debilitado. Los
diputados y los partidos de oposición ya no están contra la pared sino en
una posición de crecimiento. Las tendencias de las encuestas respecto a las
elecciones de 2022 muestran que Morena, nuevamente, tendrá una caída.
310 Alcanzó su cénit en 2018-2019, pero a partir de las elecciones de 2020, el
oficialismo ha comenzado un lento pero sostenido descenso.

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316
Conclusiones finales

317
El libro parte de la afirmación de que el debate sobre el populismo en
democracia es un debate inacabado, y se confirma a lo largo de algunos
textos que no existe una definición terminal del mismo. Distintas auto-
ras y autores afirman que el populismo es una ideología, otros hablan
de una estrategia para llegar al poder, y otros de que el populismo es
como un recipiente vacío que puede contener cualquier tipo de ideolo-
gía. Sin embargo, sí es posible realizar análisis sobre los elementos que lo
constituyen (por ejemplo, la división pueblo-élite, su ser anti sistémico,
sus rasgos morales, entre otros), sus orígenes (crisis de representación)
o sus consecuencias (imposibilidad de modificar el sistema) e inestabi-
lidad en el mediano y largo plazo (promesas incumplidas y frustración
social). El libro presenta las distintas alternativas teóricas que sobre el po-
pulismo han dado los autores más significativos y nos invita a corroborar
esas tesis en un caso preciso: el de México.
En efecto, no sería posible hablar de populismo en México sin enten-
der la crisis de representación que sufrió el país a través de las décadas
neoliberales, con sus discursos técnicos, inaccesible para la mayoría y que
alejaron a la población de cualquier posibilidad de participación política
y con ello se consiguió una aguda falta de identidad y solidaridad con
sus políticas públicas. De igual manera, el discurso tecnocrático intentó
construir una sociedad eminentemente individualista, rompiendo lazos
de solidaridad, relaciones de confianza y reciprocidad.
Ante ello surgió un discurso emocionalmente atractivo que buscó la
unión del gobierno con “su pueblo”, que creó una identidad, si bien di-
fusa, lo suficientemente atractiva como para crear esperanzas de recu-
perar la dimensión social perdida en el discurso neoliberal. Un discurso
sustentado en dos de las características más importantes del grupo de los
Populismo y el México de hoy

neoliberales: la corrupción y la desigualdad. Con base en ello el discurso


de las emociones fue convirtiéndose, en la práctica, en un engaño: el
engaño populista. El populismo no tiene una teoría económica real que
lo sustente, es política pura y de allí su fracaso como impulsor de un
desarrollo social sustentable y de larga duración. Sea en el terreno de la
inflación, en el del empleo, el crecimiento económico o la inflación, el
318 engaño populista ha fracasado. Pero existen otros ámbitos en los que, por
propia lógica discursiva, el populismo ha causado una enorme decepción.
Como se explica en el libro, la idea de pueblo conlleva necesariamente las
características de la moral correcta, el trabajo honesto, la unidad solidaria,
es un concepto que, como lo construyó el populismo en México, no per-
mite división alguna en su interior, de allí que la delincuencia organizada,
el narco, siendo pueblo, sea tratado con “abrazos y no balazos”, de allí
también que haya que “entenderlos”, “comprenderlos” y hasta “perdo-
narlos”. La permisividad con el narco proviene de la forma en la que se
interpreta la noción de pueblo, la cual no permite diferencias ni rupturas
en su interior. No importa que lastimen a cientos de miles de personas
provocando desplazamientos forzados, derecho de piso a pequeños co-
mercios informales, secuestros o masacres entre ellos mismos, los narcos
son pueblo y por su propia definición son gente buena que se ha visto
obligada por el neoliberalismo a actuar de esa manera. Esta permisividad
está siendo interpretada por muchos actores como una alianza electoral.
De allí también que no acepte un movimiento como el feminista y que lo
tache de “conservador”, que solamente busca “privilegios” para las muje-
res. Sea una clase (sindicatos, con quienes no tiene intenciones de formar
una alianza), un movimiento (feminismo, ecologistas o indigenistas), sus
intenciones serán conservadoras en tanto intenten defender sus intereses
fuera de la noción de pueblo.
En resumen, el libro que el lector tiene en sus manos destaca cuáles
son las causas que originaron el triunfo del populismo en México, destaca
las principales corrientes del pensamiento sobre el populismo, puntua-
liza las características más importantes del populismo en general y las
compara con lo que sucede en México para, finalmente, demostrar que
el gobierno actual, por sus características, se adecua perfectamente a un
Conclusiones

gobierno populista. El libro termina con el análisis de casos concretos en


los que no queda duda de que el populismo es un engaño. Sea en el área
de la salud, de la seguridad, en el tratamiento de movimientos sociales o
en las promesas de desarrollo de bienestar, este gobierno simplemente,
hasta hoy, no ha cumplido y muy difícilmente podrá hacerlo.

319
Populismo y el México de hoy,
editado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
de la Universidad Nacional Autónoma de México,
fue impreso en offset, sobre papel bond ahuesado de 75 grs para
interiores y cartulina sulfatada de 240 grs para forros, en los
talleres de Impresiones Gráficas Finas (IGRAF), con domicilio
en Ferrocarril San Rafael Manzana 28, Lote 18 Col. Las Peñas,
09750, Iztapalapa, Ciudad de México, el 16 de octubre de 2023

Para su composición tipográfica se utilizó la fuente


Adobe Garamond Pro en 12/15 puntos.

El tiro consta de 750 ejemplares.

Departamento de Publicaciones, FCPyS, UNAM.

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