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Norma Fóscolo (coordinadora)

Desafíos éticos
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Adriana Arpini - Ricardo Rubio o
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1 1 1111111 t .111f,1 Antón,
Marta Banús, Liliana Barg, Susana Cornejo, Marta Macias, e:
f\1111 1111.1 Musolino, Nelda Pacheco, Natalia Pesquín, Liliana Sandes ~
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Desafíos éticos del Trabajo Social latinoamericano - - - - -

Capít ulo V III


Hinkelammert, Franz: Solidaridad o suicidio c_
o lectivo. Ambientico, San José
de Costa Rica, 2003.

Hinkelammert, Fra'n z: La cultura de la esperanza y sociedad sin exclusión.


DEI, San José de Costa Rica, 1995.
Derechos Humanos
Roig, A rturo: "Bases metodológicas para el tratamiento de las ideologías"
En Ardiles, O . y Otros . Hacia una filosofía de la liberación latinoameri-
cana. Bonum, Buenos Aires, 1973; pp. 21 7-244. Por Norma Fóscolo
Roig, Arturo: Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano. Fondo de
Cultura Económica, México, 1981.

Roig, Arturo: Ética del poder y moralidad de la protesta. EDIUNC, Mendoza, Derechos humanos es un capítulo impo rtante de la ética de toda profe-
2002. sión pública, pero lo es particularmente, y de manera sustantiva, de la profe-
1
sión de Trabajo Social. El Trabajo Social es una profesión cuyo objetivo prin-
Younghusband, Eileen: Trabajo Social y valores sociales. Euramérica, Ma- ! cipal es contribuir a la efectiva protección y promoción de los derechos ciu-
drid, 1971 . 1
1 dadanos. Si bien éstos están expresados en la Constitución y las leyes de la
Nación, el paradigma de los derechos humanos, por su aceptación universal
i
·1 y por el hecho de que, en muchos casos, propone un deber-ser más alto y
todavía no incorporado a la legislación positiva, puede y debe ser invocado
1
¡ como conjunto de derechos legítimos y superio res. Argentina ha incorporado
varias declaraciones de derechos humano-s a la legislación nacional con el
!
' mismo rango que la Constitución. Otras declaraciones que ya han obtenido
consenso universal aún no han sido incorporadas pero pueden, sin embargo,
ser invocadas como derecho emergente frente a violaciones de derechos que
la legislación no ha tenido todavía en cuenta.
La conquista de los derechos humanos en Argentina ha acompañado,
aunq ue de manera despareja, la trayectoria de construcción de la ciudadanía
(Cf. Britos, 2003). Nuestro país sufrió la brutal violación de los derechos
humanos durante la d ictadura militar iniciada en 1976 (Fóscolo, 2000), que
hizo numerosas v íctimas, pero que, al mismo tiempo determinó que la ciuda-
danía despertara a la conciencia de sus derechos· y se viera a sí misma
como ciudadanía independientemente de las pertenencias sociales y del
encuadramiento partidario (Cheresky;. en Quiroga, y otros -comp.-, 1999, p.
159). Si bien persisten todavía situaciones no resueltas por la justicia, liga-
-das, a la violación de los derechos individuales: la-vida, la integridad física, la
libertad, Argentina ha tenido el coraje de buscar la verdad e ir encontrando
los caminos de la justicia. Recordar esa época de sangre puede servirnos
para que nunca más se repita.

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En la actualidad, sin embargo, son las inéditas situaciones de pobreza, biente, que puede hacer la vida inviable. Roig demuestra que, a pesar de la
desocupación y exclusión social, derivadas de la violación de los derechos positivización de los derechos humanos, éstos, contradichos por sus fre-
económico-sociales y culturales (trabajo, alimentación, vivienda, salud, edu- cuentes violaciones, han quedado encerrados en un humanismo principista
cación) que sufre una importante parte de nuestros conciudadanos, las que como un débil contradiscurso a la eticidad vigente (1997).
requieren la atención de los trabajadores sociales. Así, creemos que la prác- Respecto de este tema, nos vamos a ocupar especialmente de dos cuestio-
tica de la defensa y la lucha por la vigencia de los d erechos humanos, por nes: una es la cuestión teórica de la fundamentación filosófica de los derechos
todos ellos y particularmente e n este momento histórico, por los derechos humanos; en la segunda parte, haciendo una fenomenología de la historia, nos
económicos, sociales y culturales, es uno de los vectores más importan- preguntaremos qué es lo que puede significar todavía la lucha por los deréchos
tes de la práctica profesional liberadora del Trabajo Social. "En este sen- humanos.
tido-afirma Nora Britos-, insistimos en que se trata de una trayectoria abier-
ta que exige, además, un ejercicio de crítica conceptual y política permanen-
te. Sin embargo querríamos destacar que especialmente para el campo de La fundamentación filosófica
los derechos sociales se torna urgente la discusión sobre garantías especí- de Jos derechos humanos
ficas, que permitan contar con herramientas para lograr su vigencia plena
para todos"(Op. cit., p. 59). .
En las líneas que siguen se presentan diversas fund amentaciones filo- Por fundamentación filosófica entendemos la búsqueda de argumentos
sóficas de los derechos humanos que pueden servir al trabajador social, al racionales, no necesariamente surgidos de la comprobación de hechos liga-
aprop iarse de la mediación filosófica, para promover la conciencia de los dos a la experiencia histórica. Se trata de encontrar argumentos que sin nece-
mismos y ser utilizadas como argumentos para su defensa, pues la reivindi- sidad de guiarse por lo que sucede o súcedió históricamente en torno a los
cación de los derechos humanos no ha termina¡::lo y debe renovarse ante derechos humanos, puede dar razón de.los mismos, y de esa manera legitimar
cada situación de injusticia. toda norma que se inspire en esos principios y pretender su universalización.
Varios autores, pero también el sentido común, nos advierten que el La primera pregunta que cabe plantearse es si es todavía necesaria,
siglo XX y, esperemos que también lo sea el presente, ha sido el siglo de los hoy, una fundamentación filosófica de los d erechos humanos, cuando éstos
d erechos humanos. Se han universalizado, puesto que cada vez son más son, precisamente, reconocidos por prácticamente todas las naciones del
los países que adhieren a los mismos y los incorporan en sus propias cons- mundo y se encuentran posilfvizados en buena parte de las constituciones.
tituciones y legislaci0.nes. Se han multiplicado los sujetos c;l.e tales dere- En Argentina, tras la reforma de la Constitución de 1994, las principales
chos; ya no se trata sólo del individuo y del ciudadano abstractos de la declaraciones han sido incorpo radas con rango constitucional. Norberto
modernidad, sino de seres empíricos, portadores de derechos específicos: Bobbio (1 991) afirma con énfasis que el problema de los fundamentos es una
los niños, las mujeres, los enfermos, las minorías étnicas, los discapacitados, cuestión estéril, pues lo verdaderamente importante es que esos derechos,
etc. También han aparecido derechos difusos, que son aquellos cuya titula- de reconocimiento universal, han sido aceptados en todo el mundo. De lo
ridad se comparte con toda la humanidad, pues son los que hacen posible la que hay que ocuparse ahora es de encontrar los mecanismos para su vigen-
vida de la humanidad presente y sobre todo futura: el derecho al medio am- cia y garantía. Es cierto que cuando el autor se refiere al fundamento de los
biente libre de contaminación , el derecho a la paz y al desarrollo. Y, sin derechos humanos, ataca especialmente a la fundamentación jusnaturalista,
embargo, al mismo tiempo, el XX es el siglo al que se acusa de haber llevado que en algún momento se quiso como única fundamentación, y que af,V-ma la
a cabo los mayores crímenes contra los derechos humanos: las dos gran- existencia de ciertos derechos del hombre derivados de su misma esencia y,
des guerras, los totalitarismos, los genocidios, las armas nucleares, la infini- por lo tanto, anteriores a todo reconocimiento positivo. Bobbio habla enton-
dad de guerras entre naciones y las "nuevas" guerras imperiales. Y, en los ces de una crisis de los fundamentos, y nos exhorta a no ocuparnos más de
últimos treinta años, la creciente marginación social, económica y cultural, esta cuestión, aunque reconoce el valor persuasivo que los discursos filosó-
de millones de seres humanos que no pod rán lograr la realización de una ficos sobre los derechos humanos tienen par.a incitarnos a la acción; propo-
digna vida humana, ni alcanzarán las ventajas del acelerado desarrollo cien- ne, sí, que nos ocupemos de lograr la v igencia: universal de estos derechos,
tífico y técnico, a lo que hay que sumar además el deterioro del medio am-

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en cada país, y bregando por la constitución de trib~nales universales para el Dentro de este grupo podemos también hablar de una fundamentación
control de su cumplimiento. historicista débil cuando se remite a los hechos históricos para probar la exis-
Podemos compartir este sano escepticismo del autor italiano, pero qui- tencia de los derechos humanos. Así, según esta postura, no es difícil advertir
zás, ingresar brevemente por alguna .de las fundamentaciones que se utili- que tal o tal grupo de derechos humanos surgen en un momento determinado
zan para demostrar la validez de los derechos humanos pueda servir para de la historia, estando ligados a un contexto histórico específico. Por lo tanto,
proporcionarnos argumentos para def~nderlos y exigir su respeto y su vigen- no son superiores ni anteriores a la sociedad o a cada sociedad. Todos son
cia. En este sentido nos referiremos, én segundo lugar, a tundamentaciones derechos d e origen social. Se fundan en necesidades concretas y en lá posi-
a priori, es decir, que prescinden de la_positivización y de la factualidad em- bilidad de satisfacerlas en tal o cual sociedad histórica. Es decir, son ácepta-
pírica de los derechos humanos para argumentar a su favor. Pero, en primer dos o aceptables para los hombres de una época particular. Por lo tanto, no
lugar analizaremos las fundamentaciones a posteriori que parten del hecho son universalizables, no son absolutos. Son relativos, variables, y nada enton-
mismo de la vigencia de los derechos humanos o, al menos, de la convenien- ces asegura su coniinuidad. La posición historicista, al relativizar los derechos
cia de adoptarlos. humanos pone en cuestión la posibilidad de que ellos sean aplicables asocie-
dades diversas y, por lo tanto, socava la posibilidad de que los ciudadanos de
un país en el que tal o cual derecho no está reconocido puedan reclamarlo en
Las fundamentaciones ~:posteriori nombre de su humanidad, ·aún si ello significara una confrontación con el dere-
cho vigente o con el ethos societal.
¡. Otras fundamentaciones a posteriori son las propuestas utilitaristas y
La fundamentación que podríamos llamar "positivista", sustentada 1 consecuencialistas. La fundamentación utilitarista (Guisán, 1989), por ejem-
por el mismo Bobbio, insiste en que los derechos humanos son aque- 11 plo, afirma que los derechos humanos cobijan y protegen cosas valiosas
llos que se hallan positivizad0s, es decir, convertidos en leyes obligantes, 1 para los hombres. El valor de las mismas es relacional, tiene que ver con el
· en declaraciones internacionales y législaciones nacionales. No es ne- ·I1 hombre. Responden pues a apetencias de la personalidad de los hombres, a
cesario pues recurrir a nada que sea anterior a estas mismas declara- ¡ sus necesidades reales; si bien requieren de objetivaciones, son fundamen-
1
ciones y leyes. Los derechos humanos están objetivados en las consti- 1 talmente subjetivas. Pero los hombres comparten algunas características
tuciones democráticas y son ello·s·lós que otorgan legitimidad a esas 1 generales compatibles , por ejemplo, características psicosomáticas; es de-
democracias. : 1 cir, necesidades generales. Son estas necesidades las que nos hacen valo-
Si son "derechos" es porque son legales; no existen fuera del ámbito del rar ciertas cosas capaces de satisfacerlas. De allí se derivan derechos sobre
derecho. La expresión "derechos mora.Jes", que alude a algunos derechos estas cosas que no necesitan de un consenso explícito para ser reconoci-
anteriores o superiores a los derechos legales, es una expresión contradic- das como valiosas. Estas serían exigencias morales universales. Así, los
toria, según este autor. Porque se habla de dos ámbitos normativos diferen- derechos humanos se fundamentan y justifican en su servicio a las necesi-
tes: el de la moral y el del derecho. A lo sumo, los invocados derechos dades reales, y lo que les da sentido es el grado de bienestar total que se
-morales tienen un valor persuasivo para acompañar las luchas por su real deriva para todos y cada uno de los miembros de la humanidad.
reconocimiento y vigencia. Pero no serán tales derechos hasta que no se los Ahora bien, si estas necesidades.son casi totalmente subjetivas, ¿cómo
haya plasmado en una legislación positiva. asegurarse de su satisfacción para todos? Es necesario ingresar aquí un
La~eoría positivista no esclarece, sin embargo, cómo y por qué algunas principio de equidad: "las cosas valiosas deben ser protegidas de forma·
exigencias llegan a convertirse, en un momento determinado, en derechos equitativa". En la persecución del bienestar, .cada hombre debe poder po-
reconocidos. Al encerrar Derechos Humanos en los cuerpos positivos de seer los recursos y los medios necesarios, las libertades y las posibilidades
leyes, tampoco se prevé la posibilidad de crítica y refutación de esos cuer- para lograrlo. Al mismo tiempo, es atendiendo al bienestar de cada uno como
pos de leyes o de' algunos de sus componentes. Es decir, derechos huma- se atenderá así al bienestar general. Se puede presumir entonces que dere-
nos, al no ser algo diferente. al derecho mismo, no podría ser ·ámbito de chos humanos es lo que en las sociedades democráticas se requiere para la
crítica de un derecho vigente que fuera contrario a los derechos fundamenta- mayoría. Por lo tanto, concluye la autora, la imparcialidad y la justicia son
les del hombre. valores que d eben ser protegidos aunque no sean el objeto directo de los

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derechos y de las leyes. Son precisamente las sociedades democráticas poder público, inalienables por parte de los mismos titulares de esos dere-
las que aplican la regla del mayor bienestar para el mayor número. Es decir, chos, e imprescriptibles por muy larga que fuera la duración de sus violacio-
el 'respeto de los derechos humanos es la garantía de equidad y justicia de nes o alienaciones" (Bobbio, Op. cit., p. 120). La exigencia, desde el dere-
las sociedades propiamente democráticas. cho natural, es entonces que la sociedad y su ordenamiento político se orga·
Dos cuestiones quedan, sin embargo, sin respuesta, a partir de la nicen según estos principios universales y ya no sobre relaciones de poder
fundamentación utilitarista. Primera: ¿nó es demasiado limitan te referirse a de facto que se quieren eternas. La base de la comunidad política será en
los derechos humanos como ligados exclusivamente a las necesidades consecuencia un contrato social o pacto político que surge desde los mis-
psicosomáticas de los individuos? Segunda cuestión: ¿hay lugar para los mos individuos.
Derechos Humanos que no son reconocidos por las mayorías, y cuál sería El jusnaturalismo tiene pues la capacidad de cqlocar ciertos derechos - los
ese lugar? ¿El c;lerecho de la mayoría, no puede, en alguna ocasión, volverse derechos naturales fundamentales del ser humano-fuera del poder instituido y
despótico en relación con el derecho de las minorías? Algunas de las desde allí juzgar los poderes, las instituciones - y al mismo derecho positivo-.
fundamentaciones a priorique analizaremos a continuación intentan resolver Sin embargo este pensamiento es objeto de críticas: la idea de natura-
la primera cuestión. La segunda sólo puede ser respondida a partir de una leza humana es un concepto ambiguo, impreciso y, por lo tanto, equívoco.
visualización de los derechos humanos como ligados a las luchas por su ¿Se puede afirmar que existe una naturaleza humana inmutable, ahistórica?
reconocimiento y a su historia. ¿Cuáles son las características esenciales del hombre y cómo se las distin-
gue de las características culturales, sociales, propias de los hombres pero
adquiridas en distintas situaciones históricas? ¿Con qué autoridad o desde
Las fundamentaciones a priori . dónde se puede establecer ciertos derechos naturales? S i los derechos na-
turales sori anteriores a sus expresiones positivizadas, ¿por qué no han sido
históricamente reconocidos desde siempre?
La doctrina jusnaturalista de los derechos humanos es la más antigua y La fundamentación ética (Fernández, 1984) no separa taxativamente la
conocida de tales fundamentaciones. Ella distingue el derecho natural del ·moral del derecho. Hay elementos, afirma, que son comunes a ambos ámbi-
derecho positivo, afirmando la superioridad del primero. El derecho natural es tos. Se trata de valores que desde los dos lugares se intenta realizar o salva-
un ordenamiento universal deducido de la propia naturaleza humana; por lo guardar porque permiten hacer viable a una sociedad: el "no matarás" intenta
tan.to," los derechos naturales son los derechos que ostenta la persona como proteger la vida vulnerable, la igualdad aproximada a la que se aspira implica la
reflejo subjetivo de un orden normativo naturál y son anteriores y superiores a necesidad de abstenciones y concesiones mutuas entre las personas. La
las legislaciones escritas. comprensión y la fuerza de voluntad limitadas de los individuos hacen que
La corriente jusnaturalista tiene una antigua tradición, pero su afianzamien- éstos busquen la coopE;?ración voluntaria dentro de un sistema coercitivo, etc.
to en la modernidad, como jusnaturalism6 racionalista, tuvo una enorme influen- Desde la fundamentación ética se afirma, entonces, que los derechos funda-
cia en la filosofía política de los siglos XVI, XVII y XVII I pues poseía un fuerte mentales del hombre están relacionados con la idea de la dignidad humana.
carácter ju.stificativo de los principios modernos sobre los cuales se intentaba En este sentido, por una parte, tienen relación con las neces idades huma-
organizar la sociedad política. La mayor parte de estos autores se afanan por nas" es decir, son exigencias necesarias para el desarrollo de una vida digna.
encontrar principios racionales sobre los que se fundara el.lazo político. Renie- Pero son derechos, pues ''tener derecho a" equivale a tener una necesidad que
gan de las leyes tradicionales surgidas de relaciones de poder inmutables, nie- las normas del sistema jurídico exigen satisfacer en todo caso. Es decir, los
gan que el poder (de los reyes) provenga d_e Dios, afirman la igualdad de los derechos fundamentales del hombre son exigencias éticas que implican la
individuos y su capacidad racional para gobernarse a sí mismos. exigencia de su reconocimiento por el ordenamiento jurídico. De esta manera,
Así, surge la ficción de un "estado natural del hombre" anterior a la so- "tener derechos" implicará, complementariamente, obligación y deber.
ciedad política; ese estado está regido por la ley natural, para la cual los En resumen, para esta postura, el origen de los derechos humanos
individuos son seres racionales, iguales y libres. El estado de naturaleza es nunca puede ser jurídico, sino que es previo a lo jurídico sin ser extraño o
una ficción doctrinal para 'Justificar derechos inherentes a la naturaleza mis- totalmente diferente a él. No es el derecho quien crea los derechos humanos
ma del hombre y por lo tanto, inviolables por parte de los detentadores del sino que aquél comparte los mismos valores.que éstos; tampoco nacen de

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la sociedad política sino que ésta debe consagrarlos y garantizarlos. La plantea al menos el problema del sentido de la misma. Pero, advierte, se
fundamentación axiológica o valorativa los define como "exigencias que con- tratará de una historia profética, no cognoscitiva, que tiene sólo valor
sideramos imprescindibles como condiciones inexcusables de una vida dig- exhortativo o admonitorio. Desde este punto de vista, pues, derechos huma-
na, es decir de exigencias derivadas de Ja idea de Ja dignidad humana" nos serían jalones que marcarían el progreso moral de la humanidad hacia
(Fernández, Op. cit., p. 107). De esta manera, son exigencias éticas (ver- un mundo de total justicia y libertad.
tiente moral) y derechos (vertiente jurídica) que involucran también lo político. Este "relato moderno" es denostado por los filósofos de la posmodernidad
Son entonces exigencias· "que /Ós seres humanos tienen por el hecho de ser .por el carácter determinante (negador de la libertad y la contingencia) a que
hombres, y, por tanto, con un derecho igual a su reconocimiento, protección puede conducir esta postura. De hecho, afirman estos autores, la histc;iria no
y garantía por parte del poder político y el Derecho. Derecho igual, obviamen- ha demostrado que avance hacia la construcción de un mundo mejor. Los
te basado en la propieda:d común a todos ellos de ser considerados seres avances técnicos no han sido acompañados.de progreso moral: allí están las
humanos y Derecho igual de humanidad independiente de cualquier contin- f guerras, los genocidios, las múltiples formas de dominación para desmentir
gencia humana o cultural, característica física o intelectual, poder político o tal hipótesis. Dussel, sin compartir la posición de los posmodernos, demuestra
clase social" (ídem). . · · sin embargo que estos relatos, estas construcciones filosóficas, han sido
más bien grandes construcciones id eológicas que, desde el poder, han ocul-
tado una verdadera praxis de violencia (Dussel, 1992).
La posición historicista "fuerte'' J Hay, sin embargo, otra manera de leer la historia para encontrar en ella
la gesta humana de los derechos del hombre. Los autores que exponemos a
continuación intentan arraigar en la experiencia humana histórica el origen
Se podría atribuir a Kant una fundamentación historicista fuerte, es de- de los Derechos Humanos, viéndola ya no como un camino de evolución
cir, no relativista, de los derechos humanos. A partir de los escritos histórico- hacia un estado de perfección predeterminado, sino como una historia de las
políticos de Kant (por ejemplo: Qué es la Ilustración; Idea de una historia luchas por el reconocimiento.
universal desde el punto de vista cosmopolita; Tratado De la paz perpetua)
se puede rqstrear la hipótesis de que la historia, como conjunto de hechos
humanos, tiene un sentido si es considerada como la experiencia humana La alternativa del disenso
que desde la libertad del hombre conduce a la especie a la realización de
fines de alguna manera queridos por la naturaleza para la misma especie
humana. Se trataría de una cierta providencia, sólo que ésta no es trascen- Bajo este nombre, utilizado por Javier Muguerza (1989), considerare-
1¡. mos una última postura filosófica, que creemos que es compartida también
dente a la hist.oria misma, sino que le es inmanente y necesita de la libertad
humana para realizar sus fines. La naturaleza, dice Kant, ha puesto en el ¡ el francé·s Lefort y por los autores latinoamericanos Roig, Dussel y
hombre ciertas disposiciones que requiere se desarrollen a lo largo del tiem- i1 Hinkelammert. Según el primero de estos autores, se trata de una
po, a través de las generaciones; hay pues c ierta necesidad de la historia, fundamentación negativa de los derechos humanos. El ''imperativo del disen-
como el derrotero del progreso moral. Y aunque pareciera que los hechos so" fundamenta la necesidad de decir "no"a las situaciones en las que preva-
históricos son un conglomerado caprichoso de acciones contradictorias o lecen la indignidad, la falta de libertad o la. desigualdad. Es el disenso, la
caóticas producidas por el antagonismo entre los hombres, hay en la historia lucha reivindicativa que plantean grupos o individuos frente a un consenso
un hilo conductor, racio nal. Si consideramos los hechos humanos bajo ideal antecedente, incompleto o falso, frente a una legislación que les niega su
regulativo de la historia univ ersal, se puede comprender la historia como un pretendida condición de sujetos de tales derechos. La historia no es más
camino hacia la paz perpetua, se puede obtener. un sentido del pasado, se que un tejer y destejer consensos, crear legitimidades y criticarlas. De allí
puede discernir el presente, se pueden enderezar acciones futuras. El mis- surge la capacidad de criticar toda legitimidad que pretenda situarse por
mo Bobbio (1991, pp. 97 y ss.), parafraseando esta postura dirá que, si bien encima de la dignidad del hombre como ·fin en sí mismo. Utilizando una
no se puede atribuir de manera determinante un fin a la historia, en un senti- distinción kantiana, Muguerza opina que esta capacidad no radica, estricta-
do cognoscitivo, la filosofía de la historia, al atribuirle un sentido a la historia, mente hablando, en los sujetos empíricos, sino en el sujeto moral del que,

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podríamos decir, son portadores los sujetos empíricos. El sujeto moral es el Hinkelammert, por su parte, considera el momento histórico pr~s ente
sujeto en su integridad, es decir, no se reduce a su conducta observable. como dominado por una burocracia internacional económica. Distingue una
Como sujetos morales todos somos iguales, en tanto que los sujetos empí- burocracia privada de una burocracia pública; la burocracia privada, es la de
ricos son entr~ ellos diferentes; como sujetos morales som.os sujetos libres, la economía globalizada , que, como género económico, basado en los dere-
en tanto que, frecuentemente, los sujetos empíricos estamos privados de chos del mercado, requiere limpiar de obstáculos el terreno. Derechos Hu-
libertad. "Es en esta subjetividad, de la que brotan indisociablemente unidas manos es el obstáculo que hay que eliminar. Pero también este autor sugie-
nuestra autoconciencia y nuestra autodeterminación en donde, en fin, radica re que es necesario desligar los derechos humanos de la ciudadanía, cons-
la "dignidad humana", esto es, aquello que hace que seamos 'sujétos · y no truida por la burocracia pública, y considerarlos "derechos específicos del
'objetos'(Muguerza, Op. cit., p. 50). Así, somos sujetos morales que aspi- ser humano, del ser natural, corporal" (Hinkelammert, 2003, pp. 13-16).
ran a ser reconocidos como sujetos de derechos humanos. No obstante la condición de corporalidad de las víctimas o de los suje-
· De allí, el imperativo del disenso: ''incumbe a todo hombre en cuanto tos emergentes esta postura filosófica no indica particularidad o individualis-
hombre ... luchar por conseguir que se realicen jurídicamente aquellas exi- mo. Pues la moral emergente, según Roig, busca "afirmar sus propios prin-
gencias de dignidad, liberlad e igualdad que hacen de cada hombre un hom- cipios en un horizonte de universalidad y en el cual la 'dignidad' - principio
bre. Como incumbe a todo hombre luchar por preservar y proteger los ya sin el cual los demás "bienes" se dan falaces e inseguros- es la n ecesidad
convertidos en derechos, impidiendo su vaciamiento de sentido y su degene- primera, la forma por excelencia de toda necesidad humana que da sentido e
ración en una retórica tras haber sido incorporadas a los correspondientes introduce un criterio para la evaluación del universo de necesidad y de Jos
textos legales" (íde rr. p. 55). abigarrados modos que la humanidad ha generado para satisfacerlas. Se
Es de manera s imil ar como los autores de la filosofía de la liberación trata de una "dignidad humana" plena y que es, por eso mismo, también
entiend en los derechos humanos , aunq ue enfatizando el protagonismo de nacional y continental" (Roig, Op. cit., p . 115) .
los seres reales, empíricos y el carácter revolucionario de las moralidades
emergentes que se contraponen a la eticidad vigente y son portadores de
reclamos por derechos humanos que les son denegados. Comentando un
texto de M arcuse, Enrique Dussel comparte la afirmación de que la ética de Historia y contenido de los derechos humanos
la revolución atestigua que existe una c.o lisión y conflicto en.tre dos derechos
históricos: ''por una parle, el derecho existente, la comunidad establecida de
la que depende la vida y quizás también la felicidad de los individuos; por En efecto, si recorremos la historia buscando los momentos de emer-
otra parte, el derecho de lo que puede ser y quizás debería ser porque puede gencia de las distintas "generaciones" de derechos humanos, advertiremos
hacer disminuir el dolor, la mis.ería y la injusticia" (Dussel, 1998, p. 333). que éstos han siempre surgid o desde sujetos emergentes, dentro de y en
Y es que, según Dussel, nuevos ·sujetos sociales surgen a través de la contra de la eticidad (c.ostumbres, leyes, normas, valores y c reencias) de
conciencia de nuevos derechos, en nombre de los cuales los derechos vigentes la época.
se tornan dominantes, ilegítimos. Pero, no se trata (como podría leerse en Los derechos individuales y civiles de vida, seguridad, libertad, igualdad
Muguerza, antes citado) de sujetos metafísicos, o ''ideales del Yo", sino que se y propiedad, surgen en el siglo XVII de la mano del liberalismo. Uno de sus
trata de comunidades reales, históricas, de conciencia explícita de encontrarse máximos teóricos es el inglés John Locke. Se enfrenta al absolutismo real, a
en situación de dominados. Cuando se habla de estos sujetos se entiende, en la teoría del poder de o ri gen d ivino y hereditario, un poder que se ejercía, sin
primer lugar, sujetos corporales, sujetos de necesidades. Roig, refiriéndose al límites ni divisiones, sobre los súbd itos, sobre s u vida y su libertad . Es cier-
"hombre natural" de Martí, dice de esta categoría: "No es el hombre 'fin de fa to , por otra parte, que se lucha por las libertades ind ividuales porque la clase
historia· , no es el bon sauvage .. . Es la expresión de la conciencia moral emergente, la de los burgueses o los hombres "comunes", necesitaba estas
enfrentada a las ley es establecidas, es el principio subversivo, que es a su vez libertades para el ejercicio de la industria y el comercio. Sin embargo, las
corrosivo de la eticidad vigente ... aquellos que, a pesar de fa garantía de univer- conquistas de esta revolución política moderna temprana y los principios de
salidad ql.je el Estado les ofrece, se mantienen al margen del mismo" (Roig, la filosofía p olítica que le acompaña se verán realizados, poco después, en el
2002, p. 114). Se trata pues de los portadores de las morales emerg entes. parlamentarismo ing lés y en las co nstituciones norteamericanas.

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Los derechos propiamente políticos que implican la ?º.sibilidad d~I ciu- para decidir sobre los asuntos comunes, hacia una ciudadanía sustantiva con
dadano de interveni r en las decision es sobre la cosa publica, es decir, los la afirmación de los derechos sociales. Según Marshall, la misma idea de
derechos de reunión y asociación, el derecho .~ p artic ipar en el gobierno, a ciudadanía, ampliándose, ha contribuido históricamente a una mitigación de la
~l egi r y ser elegido, se consagran .~on el suf~agio universal. ~~ sustento desigualdad social que es la que impide la pertenencia de algunos o muchos
teórico es principalmente la llustrac1on, en el siglo XVII I, con teoncos como a la ciudadanía sustantiva aunque se les reconozca de m anera formal y legal
Jean-Jacques Rousseau. Los principios liberal es e ilustrados ~-o n los que como igua les (Marshall y Bottomore, 1998). La vigenc ia de los der.echos eco-
inspiran la Revoluc ión i:::rancesa (1789). ~:op onen a la_~l1 enac1on d.e lavo- nómicos y sociales es garantía de vida democrática. Así se señala en el Infor-
luntad política, y defienden las formas pol1t1cas d:mocrat1cas, recurriendo a me 2002-2003 sobre Derechos Humanos en la Argentina que publica ef Centro
la doctrina de la "voluntad general" y a la sobera.r:1a popular. de Estudios Legales y Sociales: "Al presentar el informe de 2002 sosteníamos
Un tercer momento que puede ser claramente señalado en el siglo X IX, que era imposible plantear la discusión sobre el fortalecimiento de las institu-
con la emergencia de los derechos s ociales y económicos. Se tr~ta d el ciones democráticas sin considerar las condiciones económicas y sociales
derecho al trabajo libre, equitativo y satisfactorio. De los derec hos soc1a~e~ a que posibilitan o frustran el ejercicio de los derechos fundamentales, los lími-
la educación, la salud y la vivienda. Estos surgi:ron fren t~ a la prob l emat.1~a tes sociales al ejercicio de la ciudadanía"(CELS, 2003, p. 19).
del pauperismo , como se la llamaba en la épo~~· es dec1~, ant ~ 1~ cuest1on
social. Algunas corrientes del pensamiento catqllco y del f1l ~ntrop1co, funda-
mentalm ente defend iendo los intereses de las«:~l ases dominantes, respon- Los derechos sociales
dieron con construcciones teóricas de acento moralizante a esta emergen-
cia fundamentalme~te porque otorgar algunos de estos derechos podía ase-
gu;ar.el statu quo. Este es el origen, según B~r.roco, del ~~t~do de bienest~r, Nos detendremos algo más en los derechos sociales puesto que al
surgido de la confluencia de las ·morales catohcas y .pos1t1v1stas que red u¡~­ surgir los mismos a fines del siglo XIX, cuando se plantea la cuestión social,
ron de la "cuestión social" un asunto de moral.social (Barroco, 2004). Sin obligan a u n replanteo rad ical del poder y de las funcion es del Estado. Surge
embargo, por una parte, existen diferencias, cq.mo ya hemos mostrado, en- con ellos e l Estado social o Estado de bienestar, que comienza a h acerse
tre la visión cristiana y la positivista (Cf. Cap: 2). Por otra part e, se puede cargo de tareas que no se habían imaginado co n anterioridad. Es desde esta
afirmarqµe los protagonistas portadores de.la_c~nciencia e.mergen.te f~ eron nueva concepción del Estado que aparecerá el Trabajo Social como una
fur:idamentalmente los proletarios represent~¡::ios por partidos y s1nd1c:atos profesión que combina el conocimiento científico de lo social con técnicas
socialistas, comunistas y anarquistas. La miseria que sufrían se traduc1a en sofisticadas y específicas de intervención.
pobreza, dominación política, explotación del tra?ajo vivo, alienación en y po r Jacques Donzelot (1983) ha trabajado el período mencionado. Es a propó-
el trab ajo. Reivindican los dere~hos de los trab·a¡a~ores, recurren. ~I v~lor ~ el sito de la "cuestión social" del siglo XIX, que aparece "lo social". Lo social, afir-
trabajo humano y a la dignidad humana del tra~f¡ador. Ta!es re1vind1ca_c10- ma, es una invención, es decir, un constructo social que constituiría un género
nes en consecuencia se traducen en la revoluc1on comunista en los paises híbrido, construido en la intersección entre lo civil y político, por un lado, y lo
que.la produjeron; y, ~n las socied ades·capitalistas, en el Estado de bien~~­ moral, por el otro, tal como se lo concebía hasta ese momento. Surge como el
tar 0 Estado social. Tanto la primera co mo la segunda son respuestas p oht1- intento de neutralizar el choque entre el imaginario político moderno y las realida-
c as y y a no morales a la '.'cuestión social" (Cf. Donzelot, 1984)_. . des de la sociedad civil y mercantilista. La moral revolucionaria (1879) había
· Como puede advertirse en este vuelo rasante sobre la historia de las creído asegurar la soberanía igual para todos los individuos y una fraternidad
luchas por el reconocimiento, estas rl:lvoluciones fu eron pre?edidas p.or la voluntaria. Este imaginario se vería contrastado por la realidad de las situaciones
emergencia de sujetos que reivindicaban nuevos valores y term1nar~n ~bhg~!1- de dominación y explotación. Aparece entonces la necesidad de ocuparse de lo
do a una transformación de la organización p olítica, a una nueva d1stnbuc1on social cuando el imaginario político que inspiró la Revolución Francesa se mues-
d el poder, a nuevas funciones que se atribuyen al E~tado y, fi~alm.e.nte, a un tra incapaz e ilusorio para resolver la cuestión social. Se trata de ver cómo puede
' nuevo derecho . De este modo también se fue ampliando y d1ve.rs1f1cando la reducirse el abismo entre el nuevo fundamento del poder político - la soberanía
condición de la ciudadanía, d esde una ciudadanía formal, ligada a los dere- igual de todos-y la realid ad del orden social, a fin de asegurar la credibilidad del
chos individuales y civiles, y luego una ciudadanía política, como la capacidad primero y la estabilidad del segundo desde una moral social de la solidaridad por

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Desafíos éticos del Trabajo Social latinoamericano - - - - -

la necesidad de mantener la coh.esión de las relaciones sociales. Las luchas p or el recono cimiento
Hacerse cargo socialmente de esas situaciones era colocarlas en un
lugar que fuera d istinto del ámbito de las obligaciones rnoral~s d~ las p_e~so­
nas con relación a los pobres, sobre las que se basaba la actitud f1lantrop1ca. La visión de los derechos humanos como el lugar desde el cual se con-
El pensamiento de Érnile Durkheim expresaba est~ n~eva visión _de_lo. social. testa o critica el statu qua del derecho vigente o el consenso de facto es
La sociedad ha evolucionado , según este autor, siguiendo el pnnc1p10 de la sostenida por Claude Lefort (1990). La argumentación de Lefort intenta refu-
división del trabajo, al ritmo de la cornplejización de las tareas. Esto trajo u~a tar la tesis marxista de que los "Derechos Humanos" son una construcción
dependencia creciente de cada uno respecto de los otros, lo qu~ Durkh~1m ideológica del Estado burgués, capitalista, para ocultar, bajo el "estado de
llama la solidaridad orgánica. El contrato social no funda la sociedad, sino derecho", las rea les condiciones de desigualdad y falta de derechos de las
que él mismo está fundado en la interdependencia: clases sometidas. En efecto, para este autor, si bien el estado de derecho
De ahí la necesidad de que el Estado republicano asuma la tarea de (aquel que surgió en la modernidad cuando le señaló, a partir de las leyes,
mantener la percepción de la solidaridad que organiza la sociedad. . • los límites al poder) es la posibilidad de oposición al poder absoluto, a su vez
La intervención del Estado en lo social viene a responder a la cuest1on de el estado democrático excede a aquel Estado de derecho: "sufre el ejercicio
cómo se pueden otorgar derechos a los que sufren po'r la inferiorida'd de su de derechos que todavía no tiene incorporados y es teatro de una impugna-
condición civil en relación con su condición política sin que esos derechos les ción; cuyo objeto no se reduce a la conservación de un pacto, sino que surge
den derechos sobre el Estado, es decir, la posibilidad de subvertir dicho Estado. de focos que el poder no puede controlar por completo" (Lefort, 1990,·p. 25).
La respuesta, según Donzelot, fu e una noción de solidaridad que da fund amen- Aquí radica entonces el poder de la dimensión simbólica de los derechos
tos a la intervención del Estado ,,la técnica del derecho social que da las pautas humanos. Esta es hoy constitutiva de la sociedad política, pues ya no se
de las modalidades de intervención y una fórmula de negociación para resolver trata de la subordinación de la práctica jurídica a la conservación de un siste-
en la sociedad el sistema de expectativas y temores. Así surge un modo espe- ma de do rninación y explotación. La lucha por los derechos humanos marca
cífico de organización de la sociedad. Este es lo social, en la intersección entre una nueva relación con la política pues ellos son principios generadores de
lo civil (las relaciones económicas) y lo político (el Estado republicano). las democracias, aunque no tengan realidad en las mismas sociedades de-
Según esta visión de Donzelot, pareciera que la "invención" de lo social mocráticas. La eficacia de los derechos humanos deriva de la adhesión que
fue el amortiguante de la posibilidad de una revolución q.ue echara por tie.r;a se les aporta, pues consisten en una manera de concebir la sociedad.
las conquistas del liberalismo político y sacara el .conflicto por la co.h.es1on Por su parte, la institucionalización de los derechos humanos, a· través
fuera del ámbito de lo político. Por eso, la presencia de la preocupac1on por de su reconocimiento y su positivización, no es garantía de su vigencia. Por
lo social habría sido equivalente al declinarniento de lo político. el contrario, puede ocultar ideológicamente los mecanismos para el ejercicio
Nosotros preferimos afirmar que hoy, más que nunca, lo social es un pro- efectivo d e esos derechos ·por parte de los interesados; o por el contrario,
blema político. Primero, porque la legitimidad de un gobierno y hasta del Estado efectivamente puede dar apoyo para la conciencia del derecho. Es en .la
no depend e sólo del mantenimiento del estado de derecho y de las formas sociedad democrática donde la dimensión simbólica de los derechos huma-
republicanas, sino que ésta se juega también en el modo co~o los .Estados ~e nos se manifiesta en la irreductibilidad de la conciencia del derecho a cual-
hacen eco y resuelven lo social, es decir, el modo corno, a traves de 1ntervenc10- quier objetivación jurídica que s ignificaría su petrificación en un cuerpo de
nes en las problemáticas sociales, logran mantener esta cohesión social. En leyes. Derechos humanos, pues, excede siempre al derecho vigente.
segundo lugar porque, en el siglo XIX y hoy, con mayor razón, lo social es una Ahora bien: ¿quiénes son los portadores de este derecho no reconoci-
cuestión política de primera magnitud. Así parece entenderlo Robert Castel cuando do? Los movimientos sociales, afirma Lefort, a partir de su_conciencia del
afirma que la cuestión social, además de poner en cuestión las capacidad de la derecho sin garantía objetiva del mismo, se refieren a principios públicamen-
sociedad para mantener su cohesión, pone también en cuestión la capacidad de te reconocidos, pero parcialmente impresos en leyes que es necesario mo-
una nación para mantenerse a sí misma corno nación (1997). vilizar para destruir los obstáculos legales con los que se tropieza.
De nuevo aparece entonces la oposición entre legalidad y legitimidad .
Los movimientos sociales, en reclamo por la legitimidad 'd e los derechos que
invocan pueden encontrarse opuestos a la legalidad, impugnando una legiti-

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~idad previamente establecida. Es allí donde se revela el poder social de Derechos humanos, "compromiso ético
estos sujetos que se enfrenta:al poder político. instituido. . . del Trabajo Social"
Las reivindicacio1'1es de los movimientos sociales consisten en la resis-
tencia a las coacciones, conllevan un sentido difuso de la justicia y la reci-
procidad, no están inppiradas en el interés, sino que piden respuesta~ que El anterior es el título de un libro compilado por Carlos Ero les (1996) en
den razones de fo ju,s~o y de lo injusto. "Sólo desde el seno d~ I~ sociedad el que el autor muestra la densidad de los lazos que han unido y unen a Ja
civil, bajo el signo de ias exigencias indefinidas.de':'~ reconoc1m1ento de las profesión de Trabajo Social con los derechos humanos. ,
libertades de una protección mutua de su e1erc1c10, puede afirmarse un Los derechos humanos constituyen un horizonte para la acción que pue-
movimiento antagónico de aquel que precipita el poder estatal hacia sa_meta" de señalar el rumbo de la misma cuanto el trabajador social toma conciencia
(Lefort, Op. cit., p. 31 L Así, una política de derechos humanos , e~ dec~r, una de la contradicción que necesariamente lo pone moralmente a prueba cuando
política democrática,.tiene dos maneras de r~s~ond er a e_s as e~.1genc 1as de la institución en la que se desempeña, mediante cierto tipo de intervenciones
derechos humanos p'rovenientes de los mov1m1entos sociales: Explotar los estatales, ignora o aún contribuye a violar los derechos humanos.
recursos de libertad y de creatividad en los que abreva una experiencia que La obra citada, de indispensable consulta para los trabajadores socia-
acoge los efectos de.la. división, resistir a la tentación de canjear el presente les, analiza los lazos históricos que han unido al Trabajo Social con los
por el futuro; o bien, hacer el esfuerzo, por el contrario, de leer en el present~ derechos humanos pues aquél ha acompañado de cerca al movimiento de
las líneas de posibilidad que se indican con la defensa de lo~ derecho.s adq~1- derechos humanos confundiéndose con él. Los lazos ético-políticos se ma-
ridos y con la reivindicación de los derechos nuevos, aprendiendo a d1sttngwr- nifiestan en el mismo compromiso que el tr.abajadcirsocial tiene con el "otro
los de lo que no es más que la satisfacción del interés" (ídem, p. 36). excluido"y con el proceso de transformación de las condiciones estructura-
Un razonamiento similar al anterior es el de Dussel (2001, pp. 159 Y les que impiden la vigencia de estos derechos. Los lazos científicos están
ss.), al referirse a la transformación del sistema de derecho. El sist~~a de sostenidos por las contribuciones delTrabajo Social en la producción y trans-
derecho surge de una pretensión política de justicia, y es el que leg1t1ma al misión de un saber relacionado con la dignidad humana y los derechos hu-
poder insti.tucionalizándolo . El "Estado de derecho" es el momento e~ que manos (Op. cit., pp. 13-54).
los participantes corr....flegemonía pueden actuar legalmente Y cumplir sus Los capítulos que Eroles dedica a la cuestión contienen además re-
fines. Pero frente a ellos se encuentran los "sin derechos". Son las víctimas, flexiones sobre democracia y ciudadanía, en relación con el accionar del
que tienen conciencia de los efectos- negativos del statu quo. Así, los "sin Trabajo Soc ia l, y una valiosa información sobre aspectos jurídicos y éticos
derechos" se enfrentan a la comunidad política y al Estado de derecho,. Los de los derechos humanos con los que se encuentra tan rel acionado el Traba-
derechos humanos son derechos históricos, que aparecen en la dialéctica jo Social (ídem, pp. 147-158) elencando los derechos afirmados por la Cons-
entre el derecho vigente y el nuevo derecho. Las luchas por el reconocimien- titución de la Nación argentina y por la Declaración Universal de los Dere-
to conducen a la explosión del derecho vigente y a la institucionalización del chos Humanos que permiten tipificar situaciones en las que interviene el
nuevo derecho. La lucha por el reconocimiento d e dicho derecho descubierto trabajador social. También se encuentra allí un listado , de gran utilidad, de
"en negativo" es el origen histórico, afirma Dussel, de los nuevos derechos, los organismos gubernamentales y no gubernamentales de derechos huma-
del nuevo cuerpo de derecho que se agregaría a la "lista" de los derechos nos en la Argentina. Un capítulo importante (p'p. 117-143) lo constituye una
humanos reconocidos. Pero este proceso se iniciará una y mil veces a lo síntesis, realizada por el autor, de los contenidos dei Manual profesional para
largo de la historia humana, en tanto haya víc timas. las Escuelas de Servicio Social producido por las Naciones Unidas sob re
Derechos Humanos y Trabajo Social, donde se explicitan los derechos hu-
manos como principios filosóficos y valores en cuya protección y defensa
está comprometido el Trabajo Social: vida, libertad, igualdad, justicia, solida-
ridad, responsabilidad social, paz. En la obra citada, los trabajadores socia-
les encontrarán, además de abundante información, una fuerte exhortación
al compromiso profesional con los derechos humanos.

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Desafíos éticos del Trabajo Social latinoamericano - - - - -

Contribuir a la tarea de la completa vigencia y garantía de los derechos


humanos es un desafío ético.político para el Trabajo Social latinoamericano,
Bibliografía
particularmente en lo que atañe a los derechos sociales:

"especialmente para el campo de los derechos sociales se toma urgen-


te la discusión sobre garantías específicas, que permitan contar con herra-
mientas para lograr su vigencia plena para todos. Pensar en garantías para Bobbio, Norberto: El tiempo de los derec~os. Sistema, Madrid , 1991 .
los derechos sociales implica revisar en primer lugar las distinciones arbitra-
rias en cuanto a los sujetos de los derechos, y remediar las inequidades Britos, Nora: "La trayectoria de la ciudadanía en Argentina. Derechos Hu~anos
históricamente consolidadas entre sujetos con derechos, cobertura real de Y ciudadanía". En Aquín, Nora (Comp.) : Ensayos sobre ciudadanía. Re-
las prestaciones y disparidades regionales. Además, seguramente requerirá flexiones desde el Trabajo Social. Espacio Editorial, Buenos Aires, 2003.
de la imaginación sooiológica, política, económica y jurídica para discutir
que prestaciones deberían ser objeto de garantía" (Britos, Op. cit., p . 59). Castel, Robert: Las m etamorfosis de la cuestión social. Paidós , Buenos
Aires, 1997.
Nuestro aporte ha intentado acercar a los trabajadores sociales algunos
argumentos filosóficos que puedan ser utilizados en la imprescindible lucha Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS): Derechos Humanos en la
por la defensa de los derechos humanos en nuestro presente. Argentina. Informe 2002-2003. CELS - S iglo Veintiuno, Buenos Aires 1
2003.

Cheresky, Isidoro: "¿ Una nueva ciudadanía?" En Quiroga, Hugo, Villavicencio,


Susar;~ Y Vermeren , P~trice.(Co mp . ): Filosofías de la ciudadanía. Suje-
to pol1t1co y democracia. Horno Sapiens, Buenos Aires, 1999; pp. 157-
· 110. . .

Donzelot, Jacques: L'invention du social. Essai sur le déclin des passions


politiques. Fayard, París, 1984.

Dussel, Enrique. 1492. El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de
la modernidad Nueva Utopía, Madrid, 1992.

Dussel, Enrique: Etica de I~ liberación en la edad de la globalizació~ y de la


exclusión. Madrid , Trotta, 1998.

Dussel, Enrique: ·Hacia una filosofía política crítica. Desclée de Brouwer


Bilbao, 2001 . '

Eroles, Carlos (compilador): Los Derechos Humanos. Compromiso ético del


Trabajo Social. Espacio Editorial, Buenos Aires, 1996.

Fernández, Eusebio: Teoría de la justicia y Derechos Humanos. Debate,


Madrid, 1984.

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