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SOCIEDAD / CIENCIA

EL CEREBRO GRAMATICALIZADOgramaticalizado

La lengua le otorga a nuestros pensamientos la estructura necesaria para crear vínculos interpersonales.

¿Qué le sucede a nuestro cerebro cuando adquirimos una lengua? Le


otorga a nuestros pensamientos la estructura necesaria para crear
vínculos interpersonales, acceder a conocimientos elaborados por cientos
de generaciones y, además, crear nuevos conocimientos, en particular, el
de uno mismo.
Luis París
Sábado, 21 de mayo de 202200:00 hs

Los humanos, como todos los seres vivos, satisfacemos el mandato de la


supervivencia adaptándonos al medio. El cerebro es el órgano que nos permite
obtener la información del entorno con la que generamos una respuesta
adaptativa eficaz. Este entorno humano es primariamente social y lingüístico
más que natural. Nuestra adaptación descansa en ser parte de ese entramado
constituido por grupos interpersonales como la familia, grupos que luego se
harán más diversos y numerosos. Estos grupos tienen, por así decirlo, requisitos
de admisión que demandan cierto nivel de desarrollo individual en los órdenes
físico, emocional, cognitivo y lingüístico, ordenes que, si bien tienen distinta
índole y cierta autonomía, se encuentran interrelacionados.

El lenguaje tiene un papel particularmente esencial en este entramado de


capacidades. Es que nuestra condición inicial es la de la ‘soledad ontológica’:
cada humano es un cuerpo y un cerebro separado del resto del universo y, por lo
tanto, de los otros cuerpos y cerebros. El lenguaje es la gran vía de conexión que
nos acerca a otras personas que, a su vez, pertenecen a los grupos a los que
necesitamos pertenecer. Las condiciones de membresía exigen que seamos
capaces de verbalizar nuestros deseos y emociones y más aún, que captemos los
de nuestros pares, a las que también accedemos esencialmente por el lenguaje. La
interacción humana se constituye no solo cuando dejo que un otro acceda a mis
contenidos psíquicos y cognitivos, sino también se requiere que yo acceda a los
de las otras personas.
Esta ‘accesibilidad empática’ es lo que cotidianamente llamamos “ponerse
en el lugar del otro” y es posible gracias a la fisiología cerebral: cada vez que
vemos a alguien ejecutar una acción o hablar de ella, se nos activan las mismas
regiones del cerebro que cuando la ejecutamos por nuestra cuenta.

A pesar del papel adaptivo crucial del lenguaje, no nacemos dominando una
lengua. El cerebro tiene que adquirir una lengua tanto como la estructura que la
sostiene, es decir, su gramática. Al hacerlo se convierte en un “cerebro
gramaticalizado”.

Este es el centro de preocupaciones del grupo LyNEL (Lingüística y


Neurobiología Experimental del Lenguaje), formado mayoritariamente por
investigadores y becarias del Conicet, con sede en Mendoza, pero también por
investigadores de Buenos Aires, Bahía Blanca y Brasil.

¿Qué gana el cerebro al gramaticalizarse? La diferencia puede rastrearse en


el producto estrella del cerebro: el pensamiento. Las representaciones en el
pensamiento pre-gramatical se asocian entre ellas sin más razón que la
experiencia única y altamente impredecible de cada sujeto. El pensamiento
gramaticalizado hace, primero, que esas representaciones tengan necesariamente
una base compartida por todos los sujetos de una comunidad y, segundo, que el
resultado de asociar esas representaciones tenga lo que denomino “rasgos de un
cálculo”, es decir, que sea muy predecible (casi tanto como cuando en las
Matemáticas relacionamos dos números mediante una operación: el resultado es
enteramente predecible). La predictibilidad de los resultados de relacionar
representaciones le da al sujeto cierto grado de control sobre sus
pensamientos, definitivamente mucho más que en el pensamiento pre-
gramaticalizado. Además, la adquisición de una lengua empodera a cada
subjetividad con una estructura cognitiva de conocimientos abstractos. Al
absorber el español el sujeto adquiere una red perfectamente organizada de
representaciones que se constituye un “mapa semántico” del universo sobre el
que, además, se va a montar todo otro tipo de conocimiento que pueda aprender,
entre otros, el de la escuela.

Sin embargo, lo más maravilloso del diseño del lenguaje humano es que logra
que este infinito bagaje de estructuras e información no ahogue la creatividad,
sino muy por el contrario. El diseño de toda gramática es tal que la lengua le
permite a cada hablante crear oraciones -pensamientos- que nunca había
escuchado y que, además, tienen los parámetros esenciales abiertos para que
los defina el hablante: el aquí y el ahora, el oyente y quienes no están presentes
son determinados por quien habla mediante un mecanismo denominado “deixis”.
El lenguaje es una estructura colectivamente creada sobre bases biológicas no
para someter al individuo sino para que se sirva y crezca en ella con la
posibilidad de plasmar una experiencia potencialmente única e irrepetible.

Es por este motivo que la adquisición de la lengua es un tema central para


LyNEL. Investigamos sus bases neurofisiológicas, las correlaciones entre
desarrollo lingüístico y desarrollo cognitivo especialmente en relación a la
comprensión de textos, la adquisición de lenguas extranjeras, las diferencias en el
desarrollo lingüístico de niños de diferentes contextos socioeducativo y, muy
recientemente, la adquisición de sistemas de comunicación alternativa en
personas con algún impedimento lingüístico.

Ciertamente, no existe ‘un’ español ni ‘una’ gramática. Cada persona usa un


“registro” distinto del español, por ejemplo, uno para hablar con amigos en un
asado y otro con un cliente o un juez o un profesor, un registro más similar al que
se usa en una escuela. El problema es que muchos de nuestros niños y niñas
viven en contextos socioeducativos en los que no están expuestos al español que
se usa en la escuela y este factor puede acarrear dificultades de comprensión. En
LyNEL intentamos especificar con precisión cuáles son las diferencias entre
la gramática de la lengua de niños y niñas mendocinas y aquella que se espera
desarrollar en la escuela con la idea de mitigar cualquier déficit y permitir así un
acceso igualitario a la educación.

El aprendizaje de una lengua extranjera es otra de nuestras


preocupaciones. El cerebro y el pensamiento de un hablante del inglés son
distintos al de un hablante del español. Particularmente, en español le prestamos
atención al resultado de las acciones mientras que el inglés se focaliza en
cómo se realizan, es decir, en la manera de ejecutarlas. Resulta central
determinar esas diferencias con el objetivo último de facilitarles la adquisición
del inglés a nuestros estudiantes. En todos los casos, se trata de aplicar
conocimientos teóricos con la intención de lograr un impacto positivo en
dominios relevantes para la sociedad en la que vivimos.

*El autor es Investigador de Conicet; UNCuyo


Edición y producción: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar

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