Hace exactamente un año tanto docentes como alumnos,
atento a la cuarentena impuesta por el Gobierno Nacional, se vieron en la compleja y nueva tarea de cambiar la modalidad de enseñanza y aprendizaje en el país. La misma pasó de ser presencial a virtual, con todo lo que eso significa. Si bien las herramientas tecnológicas ya existían fue un período de aprendizaje acelerado y dificultoso para un mejor aprovechamiento de las mismas. Se dictaron capacitaciones virtuales, se enviaron procedimientos de uso de las diferentes aplicaciones y en distintos foros se exponían experiencias de distintas personas para ayudar a otras. Todas estas dificultades en poco tiempo se fueron superando pero nos encontramos con otro obstáculo el cual no obedecía a su uso o capacitación sino a la falta de herramientas tecnológicas o a la escasa cantidad de ellas en los hogares (hay que tener en cuenta la cantidad de hermanos y el hecho de que muchos padres pasaron a trabajar de manera on line en sus casas). Vale aclarar que este problema aún hoy persiste, dado que el acceso de muchos alumnos ha sido imposible. Este inconveniente genera una gran desigualdad entre todos los alumnos de los distintos niveles de educación dado que mientras unos reciben clases virtuales otros carecen de esa posibilidad. La educación a distancia surge cómo respuesta inmediata a la pandemia por COVID-19 pero se aclara que el sistema on line no sustituye la educación presencial y la sociabilización de los alumnos, si a esto le sumamos la brecha digital antes mencionada confirmamos que nada puede sustituir al maestro en un aula junto con sus alumnos.