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Los métodos utilizados para evaluar calidad son: 1) escalas objetivas basadas en
instrumentos de medición y 2) métodos subjetivos basados en el juicio humano
(análisis sensorial) (Kader, 1992). Toda vez que la seguridad e higiene de un
alimento está garantizada, lo satisfactorio de sus propiedades organolépticas pasa
a ser el criterio más importante, el que determina la elección y, más aún, la
fidelidad de un consumidor hacia un producto o marca. (Grupo Eroski, 2002). La
calidad como aceptabilidad por parte del consumidor de un determinado producto
está integrada por distintos aspectos recogidos por los sentidos: vista (color y
defectos), olfato (aroma y flavor), tacto (manual y bucal), oído (tacto y durante la
masticación) y gusto (sabor). Todos los aspectos de la calidad, tanto externos
como internos, son contemplados y valorados por el consumidor a la hora de
decidir sobre la adquisición de un producto para consumo en fresco.
Es decir que la calidad en frutas y hortalizas puede ser medida a través de:
b) Nutricionales:
c) Inocuidad o aspecto que hace a la Seguridad alimentaria: un alimento deber
estar libre de contaminantes químicos (plaguicidas, metales pesados, etc.);
biológicos (hongos, bacterias, parásitos animales, etc.) y físicos (vidrios, metales,
etc.).
d) Servicio: no está relacionado a la fruta u hortaliza en si misma, sino a los
servicios que las complementan para satisfacer mas adecuadamente a los
consumidores: fraccionamiento en envases tipo familiares; cortados y listos para
consumir; con recetas o recomendaciones de consumo; entrega directa a
domicilio; fiscalización y certificación del producto (aseguramiento de la calidad);
etc.
e) Costo de uso: relación precio y beneficio de uso. Es decir rendimiento, vida
poscosecha, seguridad, etc. (Ferratto, 2003).
Las utilidades del análisis sensorial son numerosas y dentro de ellas es posible
mencionar:
PRUEBAS OBJETIVAS
COMPONENTES DE LA CALIDAD
Frescura y Madurez: Son parte de la apariencia y poseen componentes que son propios. También son
indicadores del sabor y aroma que ha de esperarse al ser consumidas. Desde el punto de vista de la
aceptación por el consumidor son términos equivalentes.
Frescura es la condición de estar fresco o lo más próximo a la cosecha posible. Se usa preferentemente en
hortalizas en donde la cosecha es el punto de máxima calidad organoléptica caracterizado por una mayor
turgencia, color, sabor y crocantez.
Madurez es un concepto que se emplea en frutas y que también se refiere al punto de máxima calidad
comestible, pero que en muchos casos se alcanza a nivel de puesto de venta o de consumo ya que, en la
mayor parte de las operaciones comerciales, los frutos se cosechan ligeramente inmaduros.
Color: Tanto en intensidad como en uniformidad, es el aspecto externo más fácilmente evaluado
por el consumidor. Es decisivo en aquellos productos como las hortalizas de hoja o frutos
inmaduros tales como pepino, chaucha, etc. en donde un verde intenso está asociado a una mayor
frescura. La pérdida del color verde es un indicador de senescencia. El color también es un
indicador de la madurez y muy importante en frutos en donde no hay cambios substanciales luego
de ser cosechados (no climatéricos), tales como cítricos, pimiento, berenjena y cucurbitáceas en
general. En frutos que sufren cambios luego de la cosecha (climatéricos) el color es menos decisivo
e indica fundamentalmente el grado de madurez, como por ejemplo tomate, pera, banana, etc.
Brillo: Realza el color de la mayor parte de los productos, pero es particularmente valorado en
especies como manzana, pimiento, berenjena, tomate, uvas, ciruelas, cerezas, etc., a tal punto que
muchas de ellas son enceradas y lustradas para mejorar su aspecto. En hortalizas el brillo está
asociado en cierta manera a la turgencia: un verde brillante es uno de los indicadores de la
frescura. También puede ser usado como índice de cosecha en berenjena, pepinos, zapallitos y
otros frutos que se cosechan inmaduros, en donde la disminución del brillo indica que se ha
desarrollado demasiado y han perdido parte de sus características de sabor y textura. Por el
contrario, en melón, palta y otras especies, es indicativo que ha alcanzado la madurez de cosecha.
Tamaños: Los intermedios son preferidos por los consumidores quienes le asignan una cierta
importancia. En frutos que son naturalmente grandes tales como zapallo, sandía, melón, etc.,
existe una tendencia muy definida hacia los tamaños que puedan ser consumidos por una familia
(1-2 kg) en un período relativamente corto (1 semana). El tamaño es uno de los principales
indicadores del momento de cosecha y en muchos casos está directamente asociado a otros
aspectos de la calidad como el sabor o textura.
Forma: Es uno de los sub componentes más fácilmente perceptibles, aunque en general, no es un carácter
decisivo de la calidad, a no ser que se trate de deformaciones o de defectos morfológicos. En algunos casos
la forma es un indicador de la madurez y por lo tanto de su sabor.
Textura: incluye a las diversas sensaciones percibidas con las manos (firmeza, por ejemplo) y,
conjuntamente con los labios, el tipo de superficie (pilosa, cerosa, lisa, rugosa, etc.), mientras que
los dientes determinan la rigidez de la estructura que es masticada. La lengua y el resto de la
cavidad bucal detectan el tipo de partículas que se generan a partir del triturado por los dientes
(blandas, cremosas, secas, jugosas, etc.). También los oídos contribuyen a la sensación de textura,
por ejemplo, los ruidos generados al masticar en aquellas especies en donde la crocantez es un
aspecto importante
Jugosidad: Es la sensación de derrame de líquidos en el interior de la boca a medida que los tejidos
son masticados. El contenido de jugos de muchos frutos se incrementa a medida que madura en la
planta.
Flavor: Es la combinación de las sensaciones percibidas por la lengua (sabor o gusto) y por la nariz (aromas)
Sin bien son perfectamente separables unas de otras, por estar tan cerca los órganos receptores,
simultáneamente al acto de acercar a la boca, morder, masticar y degustar, estamos percibiendo los aromas,
particularmente aquellos que se liberan con la trituración de los tejidos. También es posible, sin embargo,
hablar de un sabor/aroma visual, esto es, determinados aspectos externos, particularmente la madurez,
permiten anticipar el sabor y/o aroma que se debe esperar al consumir el producto. El ser humano tiene
almacenado en su memoria una enorme cantidad de sabores y aromas distintos y es capaz de reconocerlos
sin ver al producto, si ha tenido la oportunidad de haberlo probado previamente.
El aroma de las frutas y hortalizas está dado por la percepción humana de numerosas substancias volátiles.
Es común que especies de un mismo género posean aromas similares. La palabra aroma normalmente se
utiliza para olores agradables, mientras que olor se denomina al resto. Frutas y hortalizas refrigeradas
poseen menos aroma pues la liberación de volátiles disminuye con la temperatura. Al igual que el sabor,
muchos aromas son liberados cuando se pierde la integridad de los tejidos.
PROCEDIMIENTO:
3.1 Análisis de pH
Inicialmente se preparan las muestras, en este caso las muestras
corresponden al zumo de cada fruta y verdura, se encuentran en
recipientes, se procede a calibrar el potenciómetro a 7, se sumerge en el
zumo, se espera determinados segundos hasta que el potenciómetro da
resultados dados directamente en pH, este procedimiento se realiza por
medio de un pH metro, se realiza el mismo procedimiento con cada zumo.
PROCEDIMIENTO:
1. Tomar 100 gramos de una muestra de FRUTAS Y VERDURAS
(realízalo rápidamente) y colócalos en un vaso de precipitado de 400 ml.
2. Agrega 100 ml de agua
3. Calienta a ebullición hasta tener una pulpa; el calentamiento no debe ser
prolongado.
4. Separa el líquido contenido en la pulpa, usando para ello un papel filtro.
5. coloca el extracto en un vaso de precipitado de 400 ml
1. A la otra porción, agrega alcohol etílico mientras se agita bien
2. Filtra y seca como en la parte A
3. Pesa el papel filtro con los sólidos secos obtenidos
Al calcular el % de ácido péctico, los cálculos se hacen por separado para
las dos porciones y finalmente se obtiene un promedio de los dos.
4. Anota los pesos obtenidos; utiliza la fórmula establecida para calcular la
cantidad de ácido péctico en la muestra
6. agrega alcohol etílico mientras se agita bien
7. Filtra y seca.
8. Pesa el papel filtro con los sólidos secos obtenidos
9. Anota los pesos obtenidos; utiliza la fórmula establecida para calcular la
cantidad de ácido péctico en la muestra.
3.4 Densidad
Pesar en balanza analítica un picnómetro vacío, llenar el picnómetro con
agua destilada y pesar nuevamente, llenar el picnómetro con la muestra
y pesar de nuevo, calcular el valor correspondiente a la densidad de la
muestra con su fórmula correspondiente, reportar resultados.
Picnómetro vacío: 18.205
Picnómetro con agua destilada: 22.234
% acidez = A x B x C/ D x 100
Donde:
A: Cantidad en mL de base o NaOH gastado.
B: Normalidad de la base usada en la titulación (0.1 N).
C: Peso equivalente expresado en gramos de ácido predominante de la fruta.
D: Peso de la muestra en gramos.
ANEXOS