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TRABAJADORES RURALES

Los trabajadores rurales son aquellos que trabajan en las explotaciones agrícolas y las plantaciones y
en las instalaciones primarias de elaboración para la producción de alimentos y fibras. Trabajan a
cambio de dinero en efectivo o de pagos en especie y no poseen ni alquilan la tierra ni los instrumentos
utilizados en su labor. Se incluyen entre ellos, trabajadores permanentes a tiempo completo,
estacionales, temporales, casuales, migratorios, indígenas, a destajo (es decir, pagados por unidad de
trabajo) y pequeños agricultores que a menudo realizan tareas agrícolas pagadas a fin de completar sus
propios ingresos.

Los trabajadores agrícolas alcanzan a 450 millones y representan el 40 por ciento de la mano de obra
agrícola mundial y este número está en aumento en la mayor parte de las regiones del mundo. Las
mujeres asalariadas en las zonas de trabajo agrícola representan entre 20 y 30 por ciento de la mano de
obra asalariada, cifra que alcanza a 40 por ciento en América Latina y el Caribe. Estos números se
hallan en crecimiento también en la mayoría de las regiones (FAO, OIT, UITA, 2005). Los
trabajadores agrícolas se encuentran entre los grupos más pobres y de mayor inseguridad alimentaria:
en muchos países, más del 60 por ciento vive en condiciones de pobreza. Además, la mayor parte del
empleo rural y agrícola se basa en acuerdos informales, en el sentido de que los trabajadores no son
reconocidos ni protegidos por marcos legales o normativos.

Entre los trabajadores agrícolas existen altas tasas de pobreza, de inseguridad alimentaria, muerte,
lesiones y enfermedades. Asimismo, se les niegan con frecuencia los derechos humanos básicos. Esto
es debido principalmente al carácter informal de la producción agrícola y también a otros factores
como mercados incompletos, asimetría en la información, altos costos de transacciones y el mal
funcionamiento de los mercados complementarios (especialmente la tierra y el crédito), el trabajo rural
no es homogéneo y tiene una amplia variedad de acuerdos contractuales y de relaciones de empleo. Es
importante reconocer la variedad de las relaciones de empleo y las condiciones de los trabajadores
rurales, porque, a la vez que sufren la más alta incidencia de pobreza y vulnerabilidad, la falta de
homogeneidad en el sector y el predominio de la informalidad son las principales causas de su bajo
nivel de organización y de sindicalización. Esto, a su vez, es uno de los principales determinantes de su
continua invisibilidad para los encargados de la formulación de políticas y las instituciones a nivel
micro y macro: los grupos de la sociedad civil que trabajan directamente con los trabajadores agrícolas
continúan ofreciendo poco apoyo a favor del fortalecimiento de sus capacidades y la mejora de sus
medios de vida, si se los compara con otros grupos de agricultores.

Los trabajadores y sus sindicatos desempeñan una importante función en la reducción de la pobreza y
en el desarrollo rural y agrícola, pero a menudo no son reconocidos, si bien su contribución para hacer
que la producción de alimentos y seguridad alimentaria sean sostenibles, seguras y saludables es
prácticamente inexplorada. Existen muchos mecanismos por los cuales su contribución puede hacerse
visible, entre ellos, la ejecución de prácticas sostenibles, del mantenimiento de los requisitos de
inocuidad de los alimentos y del mantenimiento de un lugar de trabajo seguro, saludable y en buenas
condiciones ambientales.

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Existe una historia de colaboración entablada entre la FAO y las organizaciones de trabajadores
agrícolas, con puntos culminantes en la década de 1980 y los primeros años de la década de 1990. En
los últimos años, la FAO ha renovado la colaboración con la Unión Internacional de Trabajadores de
la Alimentación, Agrícolas, Hoteles, Restaurantes, Tabaco y Afines (UITA) y sus afiliados
centrándose en la capacidad institucional de crear organizaciones de trabajadores agrícolas y de sus
afiliados. Comenzó por medio de la Iniciativa de Agricultura y Desarrollo Rural Sostenibles (ADRS) y
continuó en el marco del Memorando de Entendimiento entre la FAO y la OIT.

En la estructura tripartita de la OIT, los trabajadores están representados mediante sus organizaciones
junto con las organizaciones gubernamentales y de los empleadores. En la OIT, el departamento de la
Oficina de Actividades para los Trabajadores (ACTRAV) actúa directamente con los trabajadores y
sus organizaciones incluyendo a los trabajadores del sector agrícola. En septiembre de 2003, el
Simposio Internacional de Trabajadores sobre el Trabajo Digno en la Agricultura (en inglés) hizo un
llamado a la OIT para que «…intensificara su colaboración con la FAO en las cuestiones de interés
común: (1) la causa y el efecto de la disminución en los precios mundiales de los productos básicos y
sus repercusiones en el empleo rural y los medios de subsistencia de los pequeños productores; (2)
agricultura y desarrollo rural sostenibles (ADRS) y el compromiso de los sindicatos y las
organizaciones de los trabajadores en la ejecución de la Iniciativa ADRS; (3) seguridad alimentaria;
(4) creación de capacidades y capacitación de los líderes de los sindicatos y las cooperativas en la
formulación de políticas agrícolas participativas; y (5) concienciación sobre los temas de salud e
inocuidad con especial atención a la prevención del VIH/SIDA entre los jóvenes de las zonas rurales».

SEGURIDAD Y SALUD
La agricultura es uno de los tres sectores laborales más peligrosos junto con la construcción y la
minería. De un total de 335 000 accidentes fatales en lugares de trabajo que ocurren en el mundo cada
año, unos 170 000 se registran en el sector agrícola. Aunque el cambio tecnológico ha reducido el
trabajo físico arduo en el trabajo agrícola en algunos casos, también ha creado nuevos riesgos
relacionados con el manejo de máquinas sofisticadas y con el uso intensivo de productos químicos, a
menudo sin contar con medidas de seguridad o sanitarias apropiadas, o tampoco suficiente información
o capacitación.

Las máquinas, como los tractores y las cosechadoras, representan las tasas más altas de lesiones y
fallecimiento entre los trabajadores agrícolas y los agricultores que trabajan por cuenta propia. La
exposición a los plaguicidas y a otros productos agroquímicos constituye uno de los principales riesgos
ocupacionales junto con el envenenamiento que puede causar la enfermedad o la muerte. Existen otros
peligros inherentes en el manejo de animales y el contacto con plantas peligrosas y con agentes
biológicos; pueden dar lugar a alergias, afecciones respiratorias, infecciones zoonóticas y
enfermedades parasitarias. Asimismo, son frecuentes la sordera inducida por la vibración, las
afecciones musculares y óseas tales como las lesiones por estrés repetitivo y el dolor de espalda, así
como las afecciones por estrés psicológico. La situación se hace particularmente evidente en los países

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en desarrollo donde la educación y los sistemas de capacitación y seguridad son inadecuados para
evitar las lesiones y la enfermedad.

La exposición a los productos agroquímicos crea un riesgo creciente para la salud en el trabajo
agrícola. Las ventas y uso de plaguicidas han aumentado en el curso de los años. En los países en
desarrollo, los trabajadores y agricultores enfrentan mayores riesgos por el uso de productos químicos
tóxicos – que están prohibidos o son de uso limitado en otros países – por la aplicación de técnicas
incorrectas, por equipos con mantenimiento deficiente, prácticas de almacenamiento inadecuadas y la
reutilización de contenedores viejos para el almacenamiento de los alimentos o el agua. A menudo los
usuarios finales no tienen acceso a la información sobre los riesgos asociados con el uso de los
productos químicos, con las precauciones a tener en cuenta o la dosis correcta. El número total de
envenenamiento por plaguicidas se ha estimado entre 2 y 5 millones de casos por año, de los cuales 40
000 son fatales.

La incidencia de los riesgos ocupacionales generalmente se registra y documenta de manera deficiente.


Los datos oficiales suelen dar poca información acerca de los accidentes laborales. En muchos países
los trabajadores agrícolas no se benefician de programas de beneficios por lesiones en el empleo, ya
sea porque el sistema de protección social es débil o porque los trabajadores agrícolas están
específicamente excluidos de los programas generales. En el caso de enfermedades o lesiones
asociadas con productos agroquímicos, la escasa información se complementa con la dificultad de
establecer un diagnóstico correcto, especialmente porque los efectos más serios aparecen después de
años o décadas de exposición. Es posible que muchos trabajadores no vean nunca a un doctor por no
tener servicios de salud disponibles o porque no son de fácil acceso en las zonas rurales.

Una de las características distintivas del trabajo agrícola es que las condiciones de trabajo y de vida
están entretejidas. Los trabajadores y sus familias viven en tierras agrícolas donde se presentan muchas
consecuencias en el medio ambiente de los riesgos ocupacionales anteriormente mencionados. La
exposición comunitaria más amplia a los plaguicidas puede presentarse en la forma de contaminación
de alimentos, de mal uso de contenedores para almacenamiento de alimentos y agua, de la desviación
de semillas químicamente tratadas hacia el consumo humano, y de la contaminación del agua de la
capa freática con desperdicios químicos. Las comunidades rurales a menudo carecen de la educación y
la información necesarias para responder apropiadamente a los riesgos que afrontan.

El Convenio sobre la seguridad y la salud en la agricultura, 2001 (No 184) es el primer instrumento
internacional que se ocupa de manera general de la seguridad y los peligros para la salud que tienen los
trabajadores rurales. Propone un marco en el cual las políticas nacionales puedan desarrollarse junto
con mecanismos que garanticen la participación de las organizaciones de trabajadores y empleados en
ese proceso. El Convenio cubre medidas preventivas y de protección con respecto a la seguridad ante
las máquinas, la manipulación y transporte de materiales, la gestión de productos químicos, el manejo
de animales, y la construcción y mantenimiento de los servicios agrícolas. Otras medidas se ocupan de
las necesidades específicas de los trabajadores jóvenes, de los trabajadores estacionales y temporales y
de las trabajadoras mujeres antes y después del parto.

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Al promover una mejor seguridad y salud ocupacional, la FAO desempeña una función primordial en
la reducción de los riesgos ocupacionales relacionados con el uso de plaguicidas mediante varios
programas. El Programa de manejo integrado de plagas (MIP) ayuda a las comunidades de agricultores
a reducir el uso general de plaguicidas y a seleccionar productos menos peligrosos cuando la necesidad
del uso de plaguicidas persiste. El Programa de MIP ha desarrollado varios estudios sobre el
envenenamiento de agricultores y brinda asistencia para la creación de capacidades y la reforma de las
políticas con el fin de reducir el riesgo causado por los plaguicidas.

La FAO ha sido una importante contribuyente a la elaboración y aplicación de las normas y códigos de
prácticas dentro del marco internacional de la cooperación. Se considera al "Código Internacional de
Conducta para la Distribución y Utilización de Plaguicidas" como el principal instrumento para definir
responsabilidades y establecer las normas voluntarias de conducta para todas las entidades públicas y
privadas que participan en la distribución y uso de plaguicidas o que se ven afectados por estas
actividades. La implementación del Código de Conducta ayuda a mejorar el control normativo de los
plaguicidas. Se le presta especial atención a la eliminación gradual de los plaguicidas altamente
tóxicos.

Asimismo, la FAO proporciona la Secretaría para el Convenio de Rotterdam sobre el Procedimiento de


Consentimiento Fundamentado Previo Aplicable a Ciertos Plaguicidas y Productos Químicos
Peligrosos Objeto de Comercio Internacional que es un importante instrumento para atraer la atención
hacia los plaguicidas altamente peligrosos y limitar su uso.

Desde 1994, el Programa de la FAO sobre la prevención y destrucción de los plaguicidas caducados
ha dado voces de alarma sobre la presencia y el peligro de las existencias almacenadas de plaguicidas
caducados en todo el mundo. Se trata de fórmulas de plaguicidas que se degradaron en el tiempo o que
fueron prohibidas cuando aún estaban almacenadas. Se estima que medio millón de toneladas de
plaguicidas caducados se hallan dispersas en todos los países en desarrollo. El Programa brinda
asistencia técnica destinada a autoridades competentes y partes interesadas de los países en desarrollo
mediante la creación de capacidades para un mejor manejo de los plaguicidas, prevención y
destrucción de los plaguicidas caducados almacenados, evaluación del riesgo ambiental y gestión de
las existencias. Además, en asociación con gobiernos y donantes, la FAO provee los recursos
necesarios para limpiar y eliminar las existencias de plaguicidas caducados. Un ejemplo de ese tipo de
asociación internacional es el Programa Africano de Existencias Almacenadas (en inglés y francés).

Si bien aún no existe una colaboración formal entre la OIT y el Grupo de Manejo de Plaguicidas
Caducados, siempre se consideran los principios básicos contenidos en el Convenio de la OIT No. 184
y el Convenio sobre la seguridad en la utilización de productos químicos en el trabajo, 1990 (No. 170)
y su Recomendación (No. 177) en la ejecución de los programas que tratan con plaguicidas caducados.

La FAO y la OIT están colaborando a nivel nacional (como en Mozambique) para entablar vínculos en
la esfera de la protección social y la seguridad y salud laborales. El método de extensión de la Escuela
de campo para agricultores de la FAO se ocupa cada vez más de los temas de salud y seguridad
ocupacionales como parte de su programa de estudios para el progreso de los agricultores, y se
identifican los vínculos con la «Mejora del trabajo en el desarrollo vecinal» (WIND) de la OIT. WIND

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es un poderoso método para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de las familias en las tareas
rurales y agrícolas. Asimismo, es un instrumento para intercambiar conocimientos locales y aumentar
la solidaridad mediante el trabajo de grupo, haciendo hincapié en las vinculaciones prácticas entre la
protección de la salud, la reducción de la pobreza y el desarrollo comunitario.

LOS PRODUCTORES AGRARIOS


Son las distintas formas en que las personas se apropian de la tierra. Las más comunes son:

Los productores agrarios son aquellos que están a cargo de las explotaciones agrarias (también se
denominan establecimientos agropecuarios). Una explotación (identificada como EAP en el Censo
Nacional Agropecuario) es el lugar donde se obtienen productos agrícolas, ganaderos o forestales,
consta de una superficie de tierra de tamaño variable y de instalaciones que conforman la
infraestructura necesaria para la producción (por ejemplo, galpones, canales de riego, corrales para los
animales, etcétera).

Los productores tienen explotaciones con distintas características, realizan las actividades agrarias de
diversas formas y actúan de manera diferente ante las situaciones que se les presentan. En líneas
generales, se distinguen por:

 La superficie de tierra de que disponen para producir. La superficie de tierra que forma la
explotación puede ser pequeña, mediana o grande. El tamaño depende de lo que se produce en
ella y de la región donde se encuentra. Por ejemplo, una superficie de 50 hectáreas donde se
producen hortalizas en un oasis cuyano es grande, pero una de 50 hectáreas donde se producen
cereales, en la llanura chaqueña, es muy pequeña.
 La tenencia de la tierra. En la Argentina, la mayoría de los productores agrarios son
propietarios de las tierras de la explotación. También hay otras formas de tenencia de la tierra,
como los arrendamientos o las aparcerías.
 La mano de obra que utilizan. Algunos productores realizan las actividades del campo junto
con la familia; otros trabajan con la familia y a veces contratan algún trabajador asalariado;
otros utilizan solamente mano de obra asalariada.
 La disponibilidad de capital. El capital es lo que permite comprar o invertir en tecnología, en
nuevas superficies de tierra o incorporar o cambiar actividades que den más beneficios al
productor. No todos los productores tienen la misma disponibilidad de capital para producir en
la cantidad y la calidad que necesitan.

UNA CLASIFICACIÓN DE PRODUCTORES


Teniendo en cuenta la disponibilidad de tierra y capital y la forma de contratación de la mano de obra,
suele agruparse a los productores o sus explotaciones en tres tipos básicos:

Productores empresariales

Disponen de grandes extensiones de tierra y contratan mano de obra asalariada para realizar los
trabajos agropecuarios. Sus recursos económicos les permiten realizar grandes inversiones en la
explotación, incorporar nuevas tecnologías o comprar y arrendar más tierras. En algunos casos no sólo
producen bienes primarios, sino que también integran otras actividades como el procesamiento de los
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productos y su comercialización. Un ejemplo es el de las empresas vitivinícolas que producen uva
(vid), elaboran vinos y los distribuyen.

En algunas regiones de la Argentina han surgido a partir de 1990 nuevos productores empresariales:

Los "megaproductores". Son empresas, cuya principal actividad no es la agraria. Por ejemplo, la
empresa de prendas de vestir Benetton compró a mediados de la década de 1990 más de 800.000 ha en
la Patagonia para la producción de lana y 15.000 ha en Buenos Aires para la producción de trigo, maíz
y cría de ganado vacuno.

Los pools de siembra. Son agrupamientos de inversores, que organizan explotaciones de grandes
extensiones de tierra en arrendamiento (por ejemplo, de más de 100.000 ha) y utilizan tecnologías
avanzadas, lo que les permite obtener una buena producción agrícola que les reditúa importantes
ganancias.

Productores familiares capitalizados. Tienen explotaciones de tamaño mediano y trabajan con mano
de obra familiar y asalariada. Con el capital del que disponen realizan ciertas inversiones en la
explotación, lo que les puede redituar ganancias y les permite reinvertir para mejorar la producción.
Este tipo de productores se encuentran especialmente en la región pampeana, pero en los últimos años
adquirieron mayor presencia también en el noroeste, en producciones como el azúcar o el tabaco, o en
la fruticultura del Alto Valle.

Pequeños productores familiares. Son productores que trabajan con su familia en pequeñas
extensiones de tierra y con escaso capital. Por lo general, realizan actividades agrícolas y/o ganaderas
cuya producción destinan, en parte, a la alimentación de la familia (producción de autoconsumo) y en
parte a la venta en el mercado. El ingreso que generan por la venta de productos no les alcanza para
satisfacer sus necesidades básicas, por eso es muy común que trabajen fuera de la propia explotación
en otras actividades agropecuarias o inclusive urbanas. La situación de los pequeños productores se
puede agravar si ocurren hechos que disminuyen aún más los ingresos provenientes de su actividad
agraria. Por ejemplo, cuando debido a un fenómeno climático (como sequías, bajas temperaturas,
etcétera) disminuye su producción, o bien si bajan los precios en el mercado o hay una menor demanda
de sus productos. Este tipo de productores se encuentra en todas las provincias, pero se concentran
mayormente en el norte del país. Muchas veces se denomina a este tipo de productores como
minifundistas.

PRODUCTORES Y TRABAJADORES RURALES

-Las actividades en las zonas rurales son realizadas por distintos actores. Entre ellos, se destacan los
productores y los trabajadores agrarios quienes, según el tipo de producción y las regiones donde ésta
se desarrolla, tienen características diferentes.

LOS TRABAJADORES RURALES


En las últimas décadas su número se redujo, principalmente, por la mecanización. Hoy realizan tareas
más variadas y con distinto nivel de calificación.

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Los trabajadores rurales se agrupan según la forma de vinculación con el productor, el tiempo en que
trabajan y el tipo de tarea en:

Trabajadores asalariados. Son los que trabajan mediante un contrato (de palabra o formalizado
mediante un registro).

Trabajadores familiares. Son los miembros de la familia que colaboran -sin contrato formal- con el
productor.

Trabajadores rurales permanentes. Son los que trabajan todo el año en una explotación.

Trabajadores rurales transitorios. Son los que lo hacen sólo por un tiempo, por ejemplo, para la
cosecha, que suele ser la actividad que requiere más mano de obra. En general, estos trabajadores
migran de un lugar a otro encadenando varias actividades de cosecha, por eso también se los denomina
trabajadores "golondrina".

Trabajadores manuales. Realizan los trabajos, en general, a mano o utilizando alguna herramienta.
Muchos trabajadores se han visto muy afectados por los procesos de mecanización o tecnificación de
las explotaciones (esto ocurre cuando se reemplaza el trabajo manual por maquinarias).

Trabajadores calificados. Son los que conocen el funcionamiento o la aplicación de las nuevas
tecnologías agrarias, especialmente la maquinaria. Es el caso de tractoristas o maquinistas que
conducen cosechadoras provistas de computadoras y conexión satelital.

CONDICIONES Y MEDIO AMBIENTE DE


TRABAJO EN EL SECTOR RURAL

La diversidad de situaciones en las condiciones de trabajo de las actividades rurales, así


como la alta accidentabilidad existente y por ser una de las actividades productivas básicas
de la economía nacional, ameritan un examen pormenorizado de la situación y perspectivas,
en materia de salud laboral.

Las dificultades de organización por parte de los trabajadores del sector entre otros factores,
conspira en la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de los mismos.

RIESGOS QUÍMICOS

Existen múltiples sustancias y situaciones de exposición entre las diferentes condiciones de


trabajo que se dan en el sector rural, dependiendo del puesto a que se haga referencia, ya
sea como:

- Aplicador terrestre o aéreo

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- Mezclador
- Recolector

Por otra parte, un factor no menor, es la existencia de la vivienda en área próxima a la


aplicación.

Los daños vinculados a la exposición se pueden agrupar de la siguiente manera:


- Intoxicación aguda sistémica. Se observa básicamente en plaguicidas:
Organofosforados, carbamatos, bromuro de metilo, fosfuro de aluminio.
Efecto cutáneo irritante/corrosivo. Los plaguicidas involucrados en general corresponden a
Herbicidas, Ditiocarbamatos y Arsenicales.

- Efectos crónicos y a largo plazo. Los efectos crónicos por exposición prolongada a “bajas
dosis” son los más difíciles de estudiar y controlar, corresponden a efectos:

Cutáneos
Respiratorios
Neurológicos
Endócrinos
Inmunológicos
Cancerígenos y Reproductivos

RIESGOS FÍSICOS
La incorporación de nuevas tecnologías, herramientas y o maquinarias, q1ue frecuentemente
no está acompasada de procesos de capacitación que aseguren el manejo seguro de la
misma, incorporan riesgos laborales, en particular ante la exposición a vibraciones y ruidos.
Las repercusiones se asocian a afecciones del sistema nervioso, aparato circulatorio, aparato
digestivo y aparato locomotor.
Se describen fatiga, disconfort, alteraciones osteomioarticular y trastornos auditivos entre
otras afecciones.

RIESGOS POR CARGA FÍSICA

La importante carga física a la cual están expuestos los trabajadores rurales durante su
tarea, es generada por posturas incómodas y mantenidas, movimientos repetitivos y
levantamiento de pesos elevados.
La mayor carga física, al respecto, ocurre en peones del sector agrícola, esquiladores,
forestales y ganaderos. Un elemento, a destacar en el análisis de la carga física. El objeto de
trabajo está frecuentemente a la altura del suelo, lo cual exige que las tareas se realicen con
flexión de columna y levantamiento de pesos desde el suelo. Este aspecto, desde el punto de
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vista ergonómico, es sumamente perjudicial para la columna vertebral, en particular los
discos vertebrales L4, L5 y L5-SI.

LOS DAÑOS QUE SE VINCULAN A LA SOBRECARGA FÍSICA SON:


- Lesiones a esfuerzo repetitivo o disturbios osteo-mio-articulares por sobre uso
(Lesiones de tipo tenosinovitis, tendinitis, bursitis, etc.)
- Hernia de Disco
- Patología degenerativa de columna vertebral
En relación al daño a nivel de la columna vertebral, la misma es causa frecuente de
discapacidad laboral permanente para el trabajador rural.

RIESGOS BIOLÓGICOS
La existencia de diferentes zoonosis, suma el riesgo biológico para la población rural. Se
destaca la existencia de riesgo por Hantavirus, Brucelosis, Tétanos, Fiebre Q, Leptopirosis e
Hidatidosis entre otras. Básicamente estos riesgos están condicionados por el ambiente y la
tarea que realizan los trabajadores rurales.
Como otra consideración a tener presente es la existencia de riesgo de mordedura por
ofidios.

RIESGO DERIVADO DEL MICROCLIMA


Los problemas vinculados a factores climáticos se dan por exposición a temperaturas
extremas así como por la exposición a rayos ultravioletas por exposición solar.

Los daños a la salud vinculados a la exposición prolongada son:

- Quemaduras solares
- Cáncer de piel
- Cataratas
- Envejecimiento precoz

Otro factor de riesgo a la salud está derivado del estrés térmico laboral tanto por la
exposición al frío como al calor.
Con relación a estrés térmico por frio extremo, se asocia a trastornos del aparato circulatorio
tanto central como periférico, y el que se produce por calor puede derivar en lo que se
conoce como golpe de calor y deshidratación.

RIESGOS DE SEGURIDAD

El riesgo de accidentes está determinado por una serie de condiciones inseguras durante la
tarea. A manera de ejemplo se pueden destacar, entre otras situaciones, la manipulación de
animales con posibilidad de caídas y o golpes, manipulación de maquinaria y o herramientas
con partes móviles con posibilidad de atrapamiento y o amputación, manejo o traslado en
tractores y o vehículos pesados en suelos desparejos con posibilidad de vuelcos con golpes y

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atrapamiento.
Es también destacable la exposición a situaciones climáticas muy desfavorables que forman
parte también de los riesgos laborales de accidentes; como puede ser el crecimiento de
cañadas y o arroyos por intensas lluvias, así como exposición a riesgo eléctrico por tormentas
eléctricas.

RIESGOS DERIVADOS DE LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

Clásicamente se afirma que la jornada laboral del peón rural comienza con el amanecer y
finaliza al anochecer, es decir “de sol a sol”. Supone una extensa jornada laboral,
conviviendo el trabajador, con procesos laborales de altas exigencias físicas y peligrosas.
Cabe mencionar que una de las formas más frecuentes de remuneración del peón rural
asalariado está asociada al pago por destajo. Esta modalidad de pago ha sido identificada
como un factor de riesgo laboral, en particular vinculado a los accidentes laborales y lesiones
a esfuerzo repetitivo, en la medida que condiciona la realización por parte del trabajador de
sobreesfuerzo físico en tiempos reducidos sin las pausas fisiológicas adecuadas. La fatiga
además, se acompaña de disminución de la atención, por tanto facilita el error.

CONCLUSIONES
Los trabajadores rurales, están sometidos a un proceso de trabajo de alta exigencia que
podemos resumir en:

- Elevada carga física principalmente dinámica


- Exposición a variadas condiciones meteorológicas
- Riesgos por exposición a plaguicidas
- Riesgos biológicos por zoonosis
- Riesgo de accidentes por traumatismos.

El perfil de daño que presenta el trabajador rural está centrado predominantemente en


lesiones dérmicas y osteoarticulares, principalmente estas últimas a nivel de la columna
vertebral, así como diferentes secuelas de accidentes traumáticos.
En relación a otros riesgos, en particular por exposición a plaguicidas, existen algunas
evidencias de daños respiratorios, dermatológicos y o neurológicos sobre los trabajadores
expuestos.

EN SUMA:
Se considera que, al igual que otros sectores, la disminución de la extensión de la jornada
laboral, respetando los tiempos fisiológicos necesarios para la recuperación de la fatiga
generada en la actividad, resulta ser una de las principales recomendaciones desde la salud
ocupacional.
Así mismo se deberá acompañar de una serie de otras acciones tendientes al control del
resto de los factores de riesgos laborales descrito precedentemente.

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