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Derivado al COVID-19, surgieron varios efectos como pérdida de ingresos,

reducción de la recaudación tributaria, reducción en los niveles de ventas, pérdida


de empleos y el impacto financiero en las empresas que perjudicaban al desarrollo
y equilibrio del país en relación a la economía nacional.
La pandemia COVID-19 ocasionó un impacto sin precedentes en las economías y

los mercados laborales, en 2020, los déficits fiscales se dispararon. Para hacer

frente al impacto económico, los gobiernos se vieron en la necesidad de aumentar

el gasto público para apoyar los ingresos de las familias y de las empresas

afectadas.

En 2021, muchas actividades económicas se reactivaron, sin embargo, existen


otros sectores que aún sufren los estragos del covid. En Guatemala se perdieron
aproximadamente 60.939 empleos y se dejaron de generar 17.400 más,
una de las razones del desempleo podría ser el “prejuicio” de la baja calidad

educativa que pesa sobre quienes han estudiado y conseguido un título

universitario durante la pandemia, por no alcanzar los conocimientos y

habilidades que permite la presencialidad.

Al igual que otros elementos, el empleo formal fue fuertemente golpeado por la

pandemia.

La alta dificultad que tiene la economía para generar empleo formal en años

anteriores y la crisis que aún persiste en algunos sectores económicos serán

obstáculos para esta recuperación. La pérdida de empleo formal repercute

negativamente en la calidad del empleo de los trabajadores, sus derechos

laborales, la productividad, la tributación, entre otros


Haciendo un análisis por mes, en 2020, los efectos negativos en el empleo

empezaron a verse a partir de febrero, pero fueron más evidentes en los meses

siguientes. Únicamente en abril se perdieron 54,227 empleos, comportamiento

que continuó en menor medida en mayo y junio. La recuperación de empleos

empezó a verse hasta el mes de julio, en algunos sectores , especialmente los

relacionados a la administración pública, el comercio y el de industrias

manufactureras. Estos dos últimos mostraron crecimientos acelerados después

del mes de julio y ayudaron a compensar aquellos otros sectores que continuaban

deprimidos.

La pérdida de empleo formal en 2020 fue significativa, desafiando al sector

productivo guatemalteco que ya de por sí tenía dificultad en la generación de

empleo formal. La generación de nuevos empleos y la recuperación de los

perdidos debe ser parte de la agenda de recuperación en un corto y mediano

plazo. La atención de los sectores que continúan deprimidos y la búsqueda de

proyectos de inversión que generen empleos formales debe ser prioridad del

gobierno en el contexto de la reactivación económica.

Este deterioro de la actividad económica incide directamente en las condiciones

de empleo de las personas, disminuyendo la jornada laboral, afectando las

condiciones laborales, incentivando el empleo informal, o incrementando el

desempleo.
Guatemala se encuentra ante una situación vulnerable al registrar una elevada

incidencia de pobreza, así como extremas desigualdades en sus niveles de

ingreso y en oportunidades de acceder a servicios básicos, recursos y empleo

remunerado. Con tal situación, la mayoría de la población tiene escasas

posibilidades de encarar con éxito las consecuencias de la pandemia del Covid-

19, pues el Estado es débil en su capacidad de gestión. Ello se agrava en

momentos en que el sistema de salud está debilitado y donde casi 70% de la

población económicamente activa se desempeña en la economía informal, con un

elevado porcentaje de guatemaltecos que vive en situaciones precarias. Para

hacerle frente a tal crisis, el Poder Legislativo inició la adopción de una serie de

leyes tendientes a dotar al Gobierno de la capacidad para poner en práctica

medidas sanitarias, económicas, financieras y sociales. También se adoptaron

disposiciones paralelas para mitigar el impacto asociado al virtual cierre de la

economía, con miras a defender a la población más vulnerable.

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