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Crecimiento y actividad

Según el Ipom de septiembre 20201, la economía chilena en el segundo trimestre 2020


tuvo una contracción de 14,1%, el peor registro en varias décadas, con un IMACEC de
abril (descontada la estacionalidad) que cayó en más del 8% con respecto al mes
anterior. Por el lado de la demanda agregada, el consumo y la inversión se vieron
contraídos por la pérdida de ingresos, las limitaciones a la interacción social y la alta
incertidumbre. Así, en el segundo trimestre 2020 la demanda interna disminuyó un
19,1%, el consumo un 20,2%, y la formación bruta de capital fijo un 15,1%2.
En el tercer trimestre del año las perspectivas mejoraron por el retiro gradual de las
medidas sanitarias más estrictas y por una serie de medidas transitorias implementadas
por el Estado como ayuda estatal directa, subsidios, postergaciones de pagos, rebajas
impositivas y la aprobación del retiro de una parte de los ahorros previsionales3. El
otorgamiento de créditos a las empresas más afectadas por la pandemia también apoyó
la continuidad operacional de estas empresas y ha ayudado a mitigar la caída de la
inversión. La liquidez y la solvencia que ha mostrado la banca también han contribuido
a que las colocaciones exhiban un comportamiento contra cíclico (en contraposición
con su usual comportamiento pro cíclico), mostrando tasas de expansión superiores a
10% hacia mediados de año. Las mejoras perspectivas del tercer trimestre versus el
segundo han acotado la contracción económica prevista para el 2020, aunque de todas
formas las proyecciones están sujetas a un alto grado de incertidumbre. Se estima que
este año 2020 cerrará con una caída del PIB de entre 4,5% y 5,5%, aunque el cierre de
las holguras de capacidad creadas durante el año y la convergencia de inflación (3%)
se espera recién para el año 2022.
Hacia el 2021 y 2022, el PIB crecerá entre 4 y 5%, y entre 3 y 4%, respectivamente.
Estas estimaciones contemplan un escenario en donde la crisis social de octubre 2019
está controlada, el mercado productivo continúa adaptando sus operaciones para
desarrollar sus actividades con mayor normalidad y donde el crédito sigue fluyendo
para apoyar el proceso de recuperación.
Por sector productivo, servicios como restaurantes y hoteles, transporte, salud y
actividades de esparcimiento tienen las mayores incidencias sobre el desplome de la
demanda, en particular del consumo privado. El comercio minorista es otro sector que
ha sido uno de los más golpeados, pero ha mostrado un repunte a partir de mayo.
Muchas empresas y ciertos servicios se han adaptado rápidamente a las nuevas
restricciones de funcionamiento: según datos de la Cámara Nacional de Comercio, las
ventas online crecieron en más de 40% anual en el segundo trimestre. Por su parte, la
producción minera ha mantenido un crecimiento positivo, especialmente la minería del
cobre y hierro. En sectores como los servicios financieros, servicios personales, parte
de la industria y el sector agropecuario-silvícola, los efectos de la pandemia han sido
menores que lo anticipado, debido principalmente a la implementación del trabajo
remoto, la mayor cobertura de las clases en línea y porque la producción de bienes
esenciales comparativamente no ha sido tan restringida. Por otro lado, la construcción
ha sufrido consecuencias mayores que las previstas, dada la extensión tanto territorial
como temporal de las cuarentenas y la paralización de un gran número de obras.

Inflación
En lo más reciente, el IPC de septiembre registró una variación mensual de 0,6%,
acumulando 2,1% en lo que va del año y un alza a 12 meses de 3,1%. En esta cifra
destacan las alzas de alimentos y bebidas no alcohólicas y equipamiento y mantención
del hogar, y la disminución de bebidas alcohólicas y tabaco.
Mercado del trabajo
En el mercado laboral las holguras han aumentado de forma significativa debido a una
alta inactividad, la pérdida de empleos, la reducción de los ingresos y las horas
trabajadas. Se calcula que en pocos meses nuestra economía perdió más de 1,8
millones de empleos, lo que equivale a todos los empleos creados en los últimos 10
años6. El distanciamiento social requerido hasta que se desarrolle plenamente una
vacuna contra el Covid-19 puede alterar prolongadamente la forma de operar en
muchos rubros en donde la interacción social es clave, por lo que la evolución del
mercado laboral futura será determinante en el proceso de recuperación de ingreso y
consumo por parte de las familias chilenas.

Según el último Boletín Estadístico de Empleo Trimestral del INE7 la tasa de


desocupación nacional en el trimestre julio-septiembre 2020 fue de 12,3%,
incrementándose 5,0 puntos porcentuales (pp.) en doce meses, producto de las
reducciones de 13,5% en la fuerza de trabajo y de 18,2% en los ocupados. La
estimación del total de ocupados presentó una disminución del 18,2% anual, incidida
principalmente por los sectores comercio (-21,4%), construcción (-34,0%) y alojamiento
y servicio de comidas (-46,2%), en tanto que por categoría ocupacional los principales
retrocesos según orden de influencia se observaron en los asalariados formales (-
10,9%) y en los trabajadores por cuenta propia (-28,7%). Por tramo etario, aunque se
observaron contracciones anuales de los ocupados en todos los tramos, los que más
contracciones presentaron fueron los segmentos 25-34 años (-15,9%) y 45-54 años (-
15,9%). Por su parte, los desocupados aumentaron 45,6%, incididos únicamente por los
cesantes (54,4%).

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