Está en la página 1de 8

EDUCACIÓN INFANTIL + PRIMARIA APRENDIZAJE Y DESARROLLO INFANTIL I

BABY HUMAN

RELACIONARSE
Como todas las criaturas que conforman el reino animal, los bebés llegan a un mundo de interacción social. Los
primeros vínculos afectivos preparan el terreno para las relaciones futuras, desde amistades, hasta el amor más
íntimo. No obstante, para formar parte del mundo social, deben aprender una serie de habilidades fundamentales,
compartir vínculos emocionales, cooperar, desarrollar un sentido de identidad y aprender a ser un hombre o una
mujer, etc.

A continuación, se muestran una serie de experimentos realizados con niños y niñas de diferentes edades.

SINCRONICIDAD
Expertos del laboratorio de Louis Schmidt en la Universidad de McMaster (Canadá) están investigando si existe
una base fisiológica en el apego y si guarda alguna relación con lo que los investigadores llaman sincronicidad.
Emma de 12 meses y su madre, están conectadas a una máquina de electroencefalogramas que determinará si
ambas responden de manera similar a un suceso emocional. Esta es la sincronicidad que los investigadores
buscan.

La música es un lenguaje que apela directamente a los sentimientos, y antes de que los niños puedan hablar,
manifiestan una respuesta emocional ante ella. La primera pieza que se pone en el experimento es de Vivaldi,
un fragmento que parece haber transmitido alegría a la mayor parte de los adultos que se han sometido con
anterioridad a este experimento. Aun no siendo obvio a simple vista, cuando los investigadores interpretan el
ritmo cardiaco registrado y la actividad cerebral electrocortical, descubren que Emma refleja la misma reacción
que su madre ante la música. La siguiente pieza que se escucha pertenece a Pedro y el Lobo, escogida para
evocar la sensación de miedo. No solo se está analizando si Emma y su madre comparten el mismo sentimiento,
sino también el mismo nivel de intensidad. Aunque a simple vista Emma manifiesta una mayor emoción que su
madre por debajo del nivel de conciencia, la intensidad de su respuesta es idéntica, lo que significa que entre
ellas hay sincronicidad. Conforme a los estudios llevados a cabo en los últimos tiempos, se ha ido descubriendo
que la sincronicidad es un indicador fiable de férreos vínculos afectivos y gracias a ellos, es más probables que
los niños se integren mejor en la sociedad cuando sean mayores.
EDUCACIÓN INFANTIL + PRIMARIA APRENDIZAJE Y DESARROLLO INFANTIL I

Este estudio me ha parecido muy interesante y me ha llamado mucho la atención, pues, el feto, de alguna manera,
percibe las emociones de la madre, y, esto es muy positivo puesto que le dará al bebé un abanico de experiencias
sensoriales necesarias para enfrentarse a la vida, desde la alegría, hasta la rabia o la tristeza. Las emociones de
la madre son un gran regulador de la fisiología de ella y del bebé. Las que son positivas, por ejemplo, generan
una atenuación del sistema cardiovascular y una activación y refuerzo del sistema inmune. Todo ello demuestra
que existe una base fisiológica en el apego que hace que tanto la madre como el hijo guarden sincronicidad, es
decir, respondan emocionalmente de manera idéntica a determinados estímulos. Esto hace que los niños y niñas
se integren mejor en la sociedad cuando sean mayores.

Por otro lado, me gustaría detallar una curiosidad relacionada con todo esto, pues, a todos nos ha sucedido que
de repente empezamos a ver de forma repetida un número, una letra, o pensamos intensamente en una persona
a quien hace tiempo que no vemos y justo nos la encontramos o nos llama inesperadamente. Esto es otro ejemplo
fascinante de que las sincronicidades son fenómenos psicológicos y fisiológicos.

ESTUDIO DE SITUACIONES EXTRAÑAS DE AINSWORTH. ANSIEDAD ANTE SEPARACIÓN


Expertos del laboratorio de Sarah Mangelsdorf en la Universidad de Illinois (USA), han realizado un estudio
con Sacary, de 14 meses, esta ha experimentado una serie de separaciones y reuniones que se han ideado para
activar la conducta afectiva del bebé. A su edad, los desconocidos provocan ansiedad en los niños.

Cuando la investigadora entra, Sacary corre hacia su madre para que lo proteja. Ella lo tranquiliza y dirige su
atención hacia los juguetes. Cuando la investigadora trata de invitarle a jugar, su nivel de estrés se dispara, lo
que provoca que no quiera separarse de su madre. Poco a poco se va relajando y comienza a jugar con la
investigadora.

En la siguiente fase de la investigación, su madre sale de la habitación. Sacary intenta seguirla y cuando esta
desaparece no hay quien lo consuele. Él quiere a su madre. El malestar de Sacary por separarse de su madre,
constituye una muestra de apego saludable. Cuando regresa, deja de llorar al momento. Las investigadoras
prestan especial atención al momento en el que el pequeño se reencuentra con su madre. El modo en que lo
tranquiliza para conseguir que se olvide de su disgusto y la voluntad de él para obedecerla les revela que Sacary
es un niño con un apego seguro. Los niños con un apego menos seguro responden al reencuentro con su padre
con accesos de rabia e indiferencia.

Aaron tiene 17 meses, solo tres más que Sacary, con esta edad su miedo a los desconocidos ha menguado.
Amablemente ha enseñado sus juguetes a la investigadora, de hecho, es el quien toma la iniciativa. Esta tan
entusiasmado que al principio no se da cuenta de que su madre se ha ido, pero Aaron no tarda mucho en advertir
su ausencia, y como su temperamento difiere del de Sacary, la investigadora lo convence fácilmente para seguir
jugando.

Esto demuestra que ya ha superado la etapa de la ansiedad por separación. Ambos juegan un rato, y, al cabo de
unos minutos se inicia la siguiente fase del experimento. La investigadora sale de la habitación dejando a Aaron
EDUCACIÓN INFANTIL + PRIMARIA APRENDIZAJE Y DESARROLLO INFANTIL I

completamente solo, esta vez Aaron se altera ligeramente, se siente abandonado. Poco después vuelve la
investigadora. Cuando le dice que su madre va a venir enseguida consigue tranquilizarlo y una vez seguro,
continúa jugando.

El estudio constata que la ansiedad por separación surge entorno a los 8 meses y alcanza su cúspide entre los 10
y los 18 meses. Por lo común, si el bebé siente un apego seguro, dicho trastorno suele desvanecerse durante la
segunda mitad del segundo año. Cuando los niños sienten un apego seguro por otra persona saben que pueden
contar con ella para pedirle consejo, conforme van creciendo confían cada vez más en la sabiduría de sus padres,
los miran para que les de alguna pista para saber cómo comportarse en cada momento.

Me ha llamado mucho la atención que la ansiedad de separación aparezca de la mano del gateo, y está
íntimamente relacionado, pues, cuanto más gatee el bebé, más independiente será este. A esta edad tienen una
noción limitada del tiempo y la memoria, puesto que no saben cuánto tiempo ha estado su madre fuera ni cuándo
volverá, esto, en ocasiones, puede derivar en un trastorno de ansiedad por separación, ya que, sienten miedo de
separarse de las personas con los que tienen los vínculos más fuertes (normalmente y sobre todo en el caso de
los bebés, su familia) o que les pase algo en esa ausencia de tiempo.

PENDIENTE AMENAZADORA. REFERENCIA SOCIAL


Algunos investigadores del laboratorio de Karen Adolph/Catherine Tamis-Lemonda en la Universidad de Nueva
York (USA), a fin de descubrir en qué circunstancias los niños y niñas siguen o desoyen los consejos de sus
padres, han puesto a un nutrido grupo de niños sobre un descenso móvil adaptable a tres situaciones diferentes.

El primer descenso representa un reto para Elisse de 18 meses. Elisse se aproxima al borde de la pendiente, le
parece una bajada demasiado inclinada. Al no estar segura de sus propias habilidades mira a su madre para que
le diga que puede hacer. Con ayuda de sus ánimos, Elisse supera el reto. Ahora los expertos quieren saber si
escucha siempre los consejos de su madre. Para ello, la colocan en una situación imposible para ver cómo
reacciona. Ni que decir tiene que esta bajada es demasiado pendiente para ella. Le piden a su madre que la
convenza para que la baje. Pero a la pequeña, le parece un precipicio insondable, y, pese a la insistencia de su
madre, Elisse decide no hacerle caso. Incluso a esta temprana edad conoce sus habilidades lo suficientemente
bien como para saber que la bajada es demasiado pendiente siquiera para intentarlo.

A continuación, la investigadora coloca a Elisse sobre una pendiente muy pequeña que podría descender si
ningún problema. Piden a su madre que trate de convencerla para que no la baje usando todos los medios que
se le ocurran a cierta distancia de su hija. Elisse oye las advertencias de su madre, y, aunque sabe que la está
desobedeciendo sigue sus propios instintos y desciende la cuesta rápidamente.

Por lo tanto, los expertos llegan a la conclusión de que aun poseedores de un apego seguro, los niños optan
normalmente por aceptar los consejos de sus padres solo cuando no están seguros de sus propias habilidades.
Una actitud más que coherente en cualquier relación humana.
EDUCACIÓN INFANTIL + PRIMARIA APRENDIZAJE Y DESARROLLO INFANTIL I

Este estudio se ha realizado con el fin de investigar el comportamiento de los bebés en relación con sus referentes
sociales. Me ha llamado mucho la atención puesto que los bebés hacen caso omiso de los consejos de sus
referentes sociales cuando están completamente seguros de sus habilidades. Esto demuestra un correcto
desarrollo cognitivo y más que coherente para que el bebé adopte una actitud coherente en todas sus relaciones
sociales y personales.

ESTUDIO DEL CARRITO DE LA COMPRA


Expertos del laboratorio de Chris Moore de la Universidad de Dalhousie (Canadá), han llevado a cabo el
experimento del carrito de la compra con el fin de esclarecer la cuestión del autorreconocimiento. A Eynslei de
15 meses, le muestran un carrito de la compra. Tras una breve demostración, las investigadoras quieren
comprobar si Eynslei sabrá llevar el carrito a su madre. Eynslei empuja una y otra vez, pero el carrito no se
acerca a su madre. Los expertos creen que para que la niña pueda solucionar este problema debe poseer cierto
sentido de identidad. A los 15 meses, Eynslei desconoce por completo que es su cuerpo el que está impidiendo
que el carrito se mueva.

El siguiente es Óscar de 14 meses. Él tampoco sabe porque el carrito no quiere moverse, presa de su frustración
intenta subirse sobre él. Con 16 meses, María se encuentra más cerca de resolver el misterio, sabe que el felpudo
tiene algo que ver, pero al no conseguir relacionarlo con ella misma piensa que es culpa del felpudo.

Jonathan de 18 meses empuja una vez y se aparta del felpudo. Enseguida se ha dado cuenta que era él el que
estaba obstaculizando el carrito, lo que sugiere que es consciente de sí mismo y de su cuerpo.

Abigail, también tiene 18 meses, se coloca frente al carrito para analizar el problema. No tarda mucho en percibir
que si se queda encima del felpudo no podrá mover el carrito. Finalmente decide plegar el felpudo.

A tenor de los resultados, las investigadoras concluyen que los niños se vuelven más conscientes de sí mismos
una vez que han cumplido los 18 meses de vida. Por lo tanto, es entorno a la mitad del segundo año cuando los
niños dan un salto mental de gigante, son capaces de reconocerse a sí mismos y cuando esto sucede,
experimentan un profundo cambio en su vida. Comienzan a verse como seres sociales, pero aún les queda un
largo camino por recorrer, si bien a partir de ahora tengan un sentido mucho más amplio de su cuerpo y del
espacio que ocupan, su autoconciencia no se ha adentrado aun en el universo de las emociones y esto puede
causar a menudo inconsistencias en su comportamiento.

El autorreconocimiento es un proceso crucial para comprenderse a sí mismo como ser social y participar
plenamente en la sociedad. Me ha parecido muy llamativo el gran cambio del nivel de autorreconocimiento en
los diferentes meses de edad, puesto que los niños se vuelven conscientes de sí mismos entorno a los 18 meses
de edad.
EDUCACIÓN INFANTIL + PRIMARIA APRENDIZAJE Y DESARROLLO INFANTIL I

ERROR A ESCALA
Algunos investigadores del laboratorio de Judy Deloache de la Universidad de Virginia (USA), han descubierto
un fenómeno asombroso íntimamente relacionado con la autoconciencia, un paso imprescindible para
convertirse en un ser social. A Madeline de dos años y medio la invitan a jugar en una habitación llena de
juguetes grandes, a esa edad ya posee un sentido de identidad y habría superado la prueba del carrito con nota
alta. Le dejan probar todos los juguetes que hay. Las investigadoras tienen curiosidad por saber cómo
reaccionaría un niño si sustituyeran estos juguetes a tamaño real por replicas perfectas en miniatura. Madeline
nota que algo ha cambiado en la habitación, pero ni siquiera eso la detiene para seguir jugando como si nada.
Sin darse cuenta del tamaño del coche intenta montarse en él.

Muchos otros niños de dos años y medio que se prestaron a este experimento, respondieron exactamente igual
que Madeline, en ningún momento modificaron su comportamiento con los juguetes aun viendo que eran más
pequeños. Por dicha razón los expertos se preguntan por qué unos niños a la edad de dos años y medio ya poseen
un sentido de identidad y de su propio cuerpo continúan relacionándose con las miniaturas como si fueran
juguetes a tamaño real. Da la impresión de que su deseo de jugar es tan irrefrenable que durante unos segundos
se olvidan de la diferencia existente entre el tamaño de los juguetes y el de su cuerpo.

Judy Deloache determina que a esta edad el concepto de escala en los niños resulta tan frágil que sus emociones
pueden llegar a anular momentáneamente la percepción de sí mismos. No obstante, la percepción de su yo físico
incluye un aspecto determinante para convertirse en un ser social. A saber, el sexo.

Me ha llamado la atención que, con dicha edad, y como se ha demostrado en el experimento anteriormente
enunciado, los niños y niñas ya se autorreconocen, pero su gran afán de jugar les hace olvidarse por momentos
del concepto de escala.

SENTIR
De todas las criaturas que conforman el reino animal, solo existe una que posee la capacidad de expresar un
amplio abanico de pensamientos, el bebé humano. Los dos primeros años de vida se convierten en una montaña
rusa de emociones (sorpresa, frustración, rabia, alegría…) y más tarde otras más complejas como el pudor y el
orgullo. Estudios recientes demuestran que su manera de reaccionar ante ellos depende en gran medida del
temperamento con que nazcan, así como de las personas que les guíen por el camino correcto.

Las emociones en un niño de un mes se limitan a gruñidos y caras involuntarias y responde a las caricias de la
madre relajándose y sonriendo como acto reflejo. A los tres meses hay un gran cambio emocional, surge la
sonrisa social del bebé como respuesta a la atención y el deseo por jugar y socializar. Es importante que a esta
edad salga de visita y conozca diferentes personas y entornos.

A continuación, se muestran una serie de experimentos realizados con niños y niñas de diferentes edades.
EDUCACIÓN INFANTIL + PRIMARIA APRENDIZAJE Y DESARROLLO INFANTIL I

RECONOCER EMOCIONES
Algunos de los expertos, como Ronit Kahana-Kalman del Colegio de Medicina de Albert Einstein (Nueva
York), quieren averiguar a que edad los bebés entienden las emociones de otras personas y si les resulta más
sencillo interpretar las emociones de sus padres que las de cualquier desconocido. Para ello, un grupo de
investigadores coloca a unos bebés frente a dos pantallas, les muestran un conjunto de hombres y mujeres,
algunos son sus padres, y otros meros desconocidos. En uno de los monitores se observa un rostro feliz, en el
otro uno triste. Por el altavoz, situado entre ambos monitores, los bebés escuchan una voz que expresa felicidad
o una que expresa tristeza. Los investigadores quieren comprobar a que edad pueden los bebés relacionar el
rostro feliz con la voz que expresa felicidad. Las palabras carecen de sincronía para cerciorarse de que los bebés
solo interpreten las emociones y no puedan leer los labios.

A Yud de 12 semanas, le muestran la cara feliz y triste de su madre, su oye una voz de felicidad y Yud mira
alternativamente ambas imágenes hasta que al final se decide por la cara feliz. Dicha reacción prueba que es
capaz de relacionar la cara feliz de su madre con su voz de felicidad. Después, hacen lo mismo con su padre.
Pese a que es su padre y sabe reconocerlo bien a esta edad, aún no puede relacionar la cara feliz con la voz de
felicidad y termina perdiendo el interés.

A las 15 semanas Kaily tampoco es capaz de relacionar las emociones de la voz de su padre con su cara. Así y
todo, cuando le muestran una mujer desconocida si sabe relacionar la cara triste con la voz de tristeza. La
pequeña puede interpretar los sentimientos de la mujer aun no siendo su propia madre.

En cambio, a los 18 meses, Eimy, si es capaz de relacionar la emoción de tristeza de la voz de su padre con la
de su cara. A la luz de los resultados, los investigadores llegan a la conclusión de que los bebés aprender a
interpretar las emociones de su madre a los 12 meses aproximadamente, las de otras mujeres a cabo de unas
semanas y bastante más tarde la de sus padres y otros hombres. Los expertos creen que probablemente sea
debido a que las mujeres expresar sus emociones más abiertamente que los hombres.

Este experimento es bastante curioso puesto que, demuestra a la perfección que, para los bebés más pequeños,
todas las mujeres y los hombres son iguales, excepto su madre, que es la única persona capaz de reconocer a la
perfección.

LA HABITACIÓN DEL RIESGO


Los investigadores del laboratorio de Nathan Fox de la Universidad de Maryland (USA), someten a los niños
previamente analizados a la fase final del experimento. Izan de 24 meses y su madre entran en la habitación del
riesgo para comprobar sus reacciones ante diversas situaciones agobiantes. De repente entra una desconocida.
En esta primera fase del experimento, los investigadores quieren medir lo que tarda el niño, si lo logra, en
superar su timidez y aproximarse a la desconocida. Por fin, cuando la supuesta desconocida saca unos cuantos
juguetes, Izan supera su timidez y comienza a interactuar con ella. Una vez que se siente a gusto en su compañía
se prosigue con la siguiente fase del experimento. Los investigadores pretender ahora averiguar cómo
EDUCACIÓN INFANTIL + PRIMARIA APRENDIZAJE Y DESARROLLO INFANTIL I

reaccionan ante situaciones impredecibles, y sin duda alguna, un robot de juguete es bastante impredecible con
sus ruidos y movimientos repentinos. El robot viene demasiado grande a Izan, incluso en compañía de su madre.

Para la siguiente fase del experimento, enfrentan a Izan con unos escalones para determinar su nivel de
atrevimiento. La investigadora hace una demostración e invita a Izan a intentarlo, pero el pequeño es bastante
precavido, primero un pie y luego el otro, es decir, a su manera consigue superar el obstáculo y, henchido de
orgullo, lo vuelve a intentar. Tras reflexionar unos instantes mira a su madre, quiere hacerla consciente del gran
riesgo al que se acaba de enfrentar.

Rafael de 24 meses, la misma edad que Izan, reacciona de distinta manera, es un niño al que le gusta correr
riesgos, pero cuando ve el robot su heroicidad se va al traste, le aterrorizan las situaciones impredecibles que
aún no sabe controlar.

Con 35 meses, Habi, manifiesta un temperamento completamente diferente, toma el mando de la situación,
incluso da instrucciones a la investigadora antes de saltar las escaleras. Cuando aparece el robot, Habi siente
miedo, pero solo hasta cierto punto, necesita el apoyo de la investigadora para armarse de valor.

La fase final del experimento constata que la cantidad de riesgo que un niño se aventura a correr depende de su
propio temperamento y conformo los expertos van recopilando los resultados de tan ambicioso estudio esperan
concluir que los niños que a los cuatro meses experimentan sus límites temperamentales demostrarán las mismas
tendencias a los 9 y a los 24 meses.

LA PLANTA PROHIBIDA
Jack de 9 meses ha regresado a los laboratorios de Nathan Fox en la Universidad de Maryland (USA) para
continuar su participación en el estudio sobre el temperamento. Al principio de la sesión, la madre de Jack trata
de que el pequeño lea su propio libro. En esta fase del estudio, la doctora Eimy Heinz quiere comprobar la
relación existente entre el temperamento y el cuidado de los niños. Traen una planta diseñada para atraer la
curiosidad del bebé. A la madre de Jack le piden que trate la planta como si fuera un enchufe eléctrico muy
peligroso y que no se la deje tocar a su hijo. Debido a su fuerte temperamento, a Jack le resulta imposible
comprobarse frente a las órdenes recurrentes de su madre. Nada podría impedir que Jack tocase la planta.

Con 9 meses de edad, Emily, que ya había expresado con anterioridad su temperamento apagado y apocado ha
vuelto al laboratorio. A su madre no le cuesta mucho convencer a Emily de que juegue tranquilamente con su
libro. De repente, entra la planta peligrosa. Le dan el primer aviso. A diferencia de edad es todo cuanto necesita,
ni siquiera se le ocurre volverlo a intentar. Gracias al temperamento afable de Emily, su madre no tiene que
esforzarse demasiado para que obedezca y le permite seguir disfrutando de la lectura. En cambio, la madre de
Jack se desespera para que su hijo le haga caso.
EDUCACIÓN INFANTIL + PRIMARIA APRENDIZAJE Y DESARROLLO INFANTIL I

En resumen, el estudio demuestra que cuidar de los hijos está significativamente influenciado por su
temperamento. Si un padre quiere que su hijo coopere han de tener en cuenta su temperamento. A tenor del
comportamiento de Jack, la única solución es quitarle la planta del medio.

REFERENCIAS SOCIALES
Algunos investigadores del laboratorio de Joe Campos en la Universidad de California (USA), quieren
comprobar si los bebés puedes usar la información emocional que se desprende de las expresiones faciales de
los adultos para decidir cómo van a reaccionar antes situaciones impredecibles. Nina, de 10 meses, ha ido al
laboratorio con su madre, esta se haya en el otro extremo de un precipicio visual. Colocan a Nina sobre la parte
sólida y ahora debe gatear para llegar hasta donde está su madre. A medida que se aproxima a una especie de
acantilado, se siente insegura y mira a su madre para saber si corre algún peligro. A su madre le han permitido
avisarla del peligro solo mediante expresiones faciales. Nina capta las emociones emitidas por el rostro de su
madre y retrocede. Acto seguido le dicen a la madre que invite a Nina a cruzar el precipicio visual por medio
de una sonrisa de complicidad, entonces Nina comprende el significado de su sonrisa y atraviesa el precipicio
sin miedo. Los investigadores han determinado que a los 10 meses los niños ya han aprendido a guiarse de la
expresión emocional reflejada en el rostro de sus padres, y sus padres, a la vez, son conscientes de que poseen
una herramienta poderosa para influir sobre sus hijos.

Es interesante como los niños y niñas conocen a la perfección las expresiones de sus referentes sociales y guiarse
a partir de ellas.

MANOS SUJETAS
Con 6 meses, Bibian visita el laboratorio infantil de Cynthia Stifter en la Universidad de Penn State (USA),
disfruta explorando los objetos con las manos, pero no por mucho tiempo. Puesto que a menudo los niños se
encuentran con situaciones en que sus brazos quedan limitados, unas veces por casualidad y otras a propósito,
los expertos quieren comprobar como algunos bebés con temperamentos distintos reaccionan ante determinadas
situaciones. Una investigadora sujeta con cuidado las manos de Bibian hacía abajo, algo que molesta mucho a
los bebés. Bibian trata de mover las manos y empieza a protestar. Entonces, para ver si sabe controlar su
temperamento cuando se enfada, le enseñan una cinta con caras de bebés. Bibian se olvida de la inmovilidad de
sus brazos y queda hipnotizada por las imágenes. Cuando la cinta se para, empieza a protestar, pero en unos
segundos haya un modo de calmarse, mordiendo a la investigadora en vez de chuparse el pulgar de la mano.

George de 6 meses está muy enfadado por la limitación de sus brazos. Cuando se reproduce la cinta se olvida
durante unos segundos de su molesta situación, pero cuando se apaga, vuelve a enfadarse. Se enfada tanto, que
la investigadora decide soltarle los brazos. Para tranquilizarse, porque ya no hay nada que los distraiga se
divierte consigo mismo. Por lo tanto, los expertos llegan a la conclusión de que las emociones de los niños se
pueden controlar por medio de distracciones externas y de juegos imaginarios de creación propia-

Esto demuestra que los bebés solo se calman con mecanismos de distracción.

También podría gustarte