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Créditos
Moderadoras
Maria_Clio88 & Mimi

Traductoras
Mimi Brynn lvic15
Maria_Clio88 Rosaluce Mona
Nelly Vanessa cjuli2516zc Karens
Kath brisamar58 kane
3

Correctoras
Caronin84 Kath Mimi
clau Pochita

Revisión Final
Mimi
Diseño
Cecilia & Euma
Sinopsis
Conoce a Fletcher Novak.
Stripper masculino (¡y muchísimo más!)
Lo sexy no vende... está a la venta.

No soy sólo un jugador... soy un profesional.


Y por el precio adecuado, te garantizaré una victoria.
¿Quieres que el Señor Déjame-lamer-tus-abdominales, te lama?
Soy la pieza de ajedrez.
4
¿Desearías que el Señor Empresario-bolsas-de-dinero te compré
joyería cara?
Lo pondré sobre el tablero.
¿Necesitas que el Señor Embaucador se vuelva loco de celos?
Lo haremos juntos, nena, él nunca sabrá qué le golpeó.
Piénsalo. Una victoria garantizada.
Puedo hacerlo. Puedo cambiar tu vida, hacer tus sueños realidad, y
él nunca sabrá siquiera que se la jugaron.
Pero todo tiene un precio.
Porque lo sexy no vende. Está a la venta.
Con amor,
Fletch.
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Fletcher “Solo Una Noche” Novak
—La vida es un juego y todo el mundo es un jugador. Lo creas o no,
lo único que importa es anotar. Puedo ayudarte a anotar, Katie.
La chica me mira dudosamente. Es alta y hermosa, con cabello
rubio, ojos azules y una sonrisa para morir. Trabaja en la oficina de
derecho corporativo de su familia en San Francisco. Gana seis cifras,
tiene cuatro semanas de vacaciones al año y tiene un pequeño pero
conveniente apartamento en uno de los mejores vecindarios.
La mayoría de las mujeres dirían que lo tiene todo. Pero nunca sabes
qué hay en el interior. Y justo ahora, Katie es un desastre. 5
—Se siente como engañar, Fletch.
No todo el mundo me llama Fletch, pero todas las chicas con las que
trabajo lo hacen. Me ven como un amigo. Alguien de su lado. Un
confidente. Comparten sus más íntimos secretos y escucho. Estoy ahí
para limpiar sus lágrimas. Sostengo manos, reparto elogios y las animo
cuando ganan.
Y siempre ganan. Porque soy un ganador y todo al que tomo bajo mi
ala es un reflejo de mí.
—Katie, escúchame, cariño. ¿De acuerdo? —Pongo un dedo bajo su
barbilla y obligo a esos tristes ojos a encontrar mi mirada. Ha sido
destruida por un imbécil en el que confiaba, y hoy es el día que ese
imbécil rebasa todos los años de elogios y felicidad y la derriba. Piensa
que es su culpa que él sea un imbécil. Que no era suficiente. Pero la
verdad que recalco es que no es lo bastante bueno para ella.
Este es mi trabajo. Tomo a estas mujeres en su momento más bajo
y las vuelvo a levantar. Me conoció hace unos meses a través de un amigo
mutuo. Estoy aquí para llevarme esa punzada de derrota y convertirla en
lo que sea que cree que quiere.
—No soy solo un jugador, Katie, soy un profesional. Y por el precio
adecuado, te garantizaré una victoria. ¿Quieres que el Señor Déjame-
lamer-tus-abdominales, te lama? Soy la pieza de ajedrez. ¿Deseas que el
Señor Empresario-Ricachón te compre joyería cara? Lo pondré sobre el
tablero. ¿Necesitas que el Señor Embaucador se vuelva loco de celos? Lo
haremos juntos, nena, él nunca sabrá qué lo golpeó. Piénsalo. Una
victoria garantizada.
—No estoy segura que él lo valga.
—¿Él? Jesucristo, no, Katie. No él. Es un imbécil. Cariño, estamos
hablando de alguien nuevo, ¿de acuerdo? Alguien que quieras que sea
tuyo… si firmas el contrato.
Respira hondo y exhala, todavía indecisa.
—Puedo hacerlo —le digo—. Puedo cambiar tu vida, hacer tus
sueños realidad, y nunca sabrá siquiera que fue engañado. Pero todo
tiene un precio. Porque lo sexy no vende, cariño, está a la venta.
—De acuerdo —dice finalmente—. Bien. —Esta vez viene con una
sonrisa—. Lo haré. Firmaré. ¿Dónde está el contrato?
Sí, vitoreo silenciosamente.
—Aquí tienes, cariño. Solo léelo, pon tus iniciales en cada
estipulación y luego firma al final. Y aquí —le entrego una tarjeta de
negocios—, está el número de cuenta bancaria. Como expliqué antes, solo
acepto transferencias.
La puerta de mi camerino se abre y deja entrar un coro de vítores de
las damas esperando para ver el espectáculo. Mitch camina hacia mi
estante de ropa y echa un vistazo. 6
Katie todavía está leyendo su contrato, pero no está demasiado
preocupada por ello. Lo he resumido todo en reuniones previas y proviene
de una larga línea de abogados, así que conoce lo legal cuando lo ve. Le
echa una ojeada, firma, luego lo devuelve con una nueva esperanza
brillando a través de su triste depresión.
—Estoy va a funcionar, ¿cierto?
—Lo prometo, cariño. O recuperas tu dinero.
—Bien, ¿cuándo empezamos?
—Estaré en contacto. —Tomo su mano y la pongo de pie. La atraigo
hacia mí, solo lo bastante para hacerlo personal, y me inclino en su cuello
para poder susurrar—: Olvídalo y piensa en mí. Durante los siguientes
meses soy toda tu vida y jamás te trataré como él lo hizo.
Gira su cabeza y besa mi mejilla.
—Gracias, Fletch. Muchas gracias.
Miro su culo mientras sale de mi camerino, —porque, oye, soy un
hombre de culos y no puedo evitarlo—, y luego recojo su contrato y lo
meto en mi maletín.
—Conseguiste otra incauta, ¿eh, Novak? —pregunta Mitch mientras
examina mi estante.
—Vete a la mierda, imbécil. Y ve por tu propia ropa.
Suspira.
—La que uso durante mi primera actuación se rompió la semana
pasada, ¿recuerdas? No he tenido tiempo de encontrar un reemplazo.
—Lo que sea. Voy a llevar esto a mi habitación —digo, levantando el
maletín—. Vuelvo en diez.
—No llegues tarde. Chandler está de un humor de mierda esta
noche.
Ignoro eso. Puedo manejar a Chandler. Además, soy la estrella del
espectáculo.
Abro la puerta y de nuevo hay un rugido de la multitud mientras
Chandler las calienta después de nuestra primera actuación de grupo.
Steve va solo primero, luego Bill. Soy el tercero, la principal atracción
durante quince minutos completos, y luego Mitch y Sean lo terminan
antes de que todos volvamos al escenario para el final.
Me alejo del sonido y cruzo la puerta de detrás del escenario. No
todos los chicos en el espectáculo tienen una suite en el hotel y casino
resort Landslide, solo Chandler y yo, ya que somos los miembros sénior
del elenco. Pero es una malditamente buena ventaja y viene con un
ascensor privado a los áticos de la torre norte, donde dan habitaciones a
los grandes apostadores.
Presiono el botón y entro cuando las puertas se abren. El viaje a la
decimoquinta planta es rápido ya que este es un ascensor dedicado a los
pisos superiores, y luego salgo al pasillo tenuemente iluminado, camino 7
hacia el final donde nuestras suites comparten el mismo rincón y paso
mi tarjeta llave.
Dentro, el aire acondicionado es frío y agradable. Lake Tahoe no es
caluroso, pero el calor es relativo, ¿cierto? Y agosto es caluroso casi en
todas partes de Estados Unidos. Pongo mi maletín en el escritorio y luego
lo abro y saco el archivo de Katie. He tenido ya tres semanas de vigilancia
sobre ella, lo cual es un poco irónico, considerando lo que hace en su
firma legal. Pero enfrentémoslo. Cuando le dije que era un profesional, lo
decía en serio. Sabía que terminaría siendo una clienta la primera noche
que nos presentaron. Tenía la mirada de miedo por ese entonces. Hoy
tenía la mirada de desesperación.
Lo añado a mi colección y luego cierro la caja fuerte, listo para volver
abajo, cuando noto la luz destellando en el teléfono de la habitación.
Hmmm. Nadie me llama al teléfono de la habitación salvo la
gerencia. Así que pulso el botón del altavoz y presiono siete para acceder
a mi correo de voz.
—Señor Novak —dice Amy, la gerente del resort, en su tono de
negocios—, hubo una reunión esta tarde. La apunté en su calendario y
usted se la perdió. Estoy segura, como siempre, ¿que tiene una buena
razón para eso? Espero oírla mañana a las nueve de la mañana en punto.
—Hace una pausa por un momento para suspirar—. Y Fletcher, solo para
que lo sepas, más vale que sea monumental.
Hay un clic y la voz de ordenador empieza a darme opciones antes
de que pueda desconectar la llamada.
Jodida gerencia. Odio esa mierda corporativa que hacen. Y odio
estas reuniones mensuales incluso más. Pero tengo un espectáculo que
hacer, así que lo alejo y me dirijo abajo. El normalmente rápido ascensor
tarda unos minutos y está lleno con apostadores ricos y borrachos para
el momento que llega a mi piso, así que cuando finalmente vuelvo a la
puerta del escenario, Chandler ya está llamándome.
—Fletcherrrrrrr…. —ruge sobre la multitud de vítores.
—Llegas tarde de nuevo, hermano —dice Bill, pasando con su
vestuario en su mano, el sudor cayendo de su rostro después de su rutina
de baile. Su duro cuerpo ondula con músculos y su tanga de aspecto
húmedo está lleno de dólares.
Pero soy un profesional, ¿recuerdas?
Subo de dos en dos el pequeño conjunto de escaleras y separo la
cortina justo cuando Chandler dice mi nombre de nuevo. Su expresión
es molesta cuando mira hacia la cortina, pero luego se da cuenta que
estoy aquí y se convierte en alivio.
—Novakkkkkk… —dice, colocando el micro en el soporte y saliendo
del escenario por el lado opuesto.
Alzo mis brazos, dejando que la ajustada camiseta blanca se estire
por mi pecho y se suba un poco por encima de la cintura de mis vaqueros
desgastados. El foco destella directamente por encima —solo una breve 8
burla de lo que viene— y la audiencia se vuelve salvaje ante esa pequeña
muestra de piel. Pero antes de que pueda hacer nada más, el escenario
se oscurece de nuevo y la música empieza a sonar.
No hablo en el escenario. Nadie quiere oír lo que tengo que decir.
Solo quieren ver lo que puedo hacer con este cuerpo. Endurecido por
años de hacer deporte y diligentes visitas al gimnasio. Músculos esbeltos
acentuados con una elegancia que solo logras con una década o más de
entrenamiento en artes marciales. Eso es todo lo que quieren. Eso es todo
lo que ven. Solo soy algo que mirar cuando estoy aquí arriba.
Así que les doy exactamente lo que esperan. Un espectáculo.
Empiezo a bailar, mis caderas moviéndose al ritmo de la canción.
Otro destello de luz desde arriba. Otra ronda de gritos. Y luego silencio
mientras me congelo.
Silbidos y piropos empiezan. Pero mantengo mi pose… mis dedos en
la parte de atrás de mi camiseta, listos para complacer su insaciable
necesidad por la visión de carne desnuda esta noche. Entonces otro
destello. Subo la camiseta en ese breve instante, y luego la oscuridad
imita mi pausa. En el siguiente destello, ven mis abdominales, el soñado
pack de seis que es mayormente genética, pero hago mi parte de
abdominales. Entonces otro destello y les doy los pectorales, flexionando
los músculos y haciéndolos bailar un poco. Y en el destello final, me quito
la camiseta por la cabeza.
La fila delantera se levanta, agitando sus billetes en el aire, rogando
por ducharme con dinero.
Giro la camiseta varias veces, observando la multitud de mujeres
con sus manos en alto, listas para atrapar el premio, y luego la lanzo a
una pequeña pelirroja justo cuando todas las luces siguen el ritmo del
bajo. Fijo mis ojos en la multitud, preparado para empezar el verdadero
espectáculo, y luego las luces cambian de mí a ellas, iluminando sus
rostros… rojos con el calor de quinientas mujeres empujándose en la
habitación. Todas están allí por mí en este momento. Pasa por el lado
izquierdo y uso esos tres segundos para buscar a mi estrella. Luego pasa
al centro. Mis ojos se fijan en una mujer con un traje de color claro
sentada en el centro antes de que la pierda en la oscuridad y cambie al
lado derecho.
Pero ella es la única. Es mi estrella esta noche. Y no tiene ni idea de
lo fuerte que voy a sacudir su mundo.
Camino por la pasarela, la música retumbante penetrando en mis
botas y enviando temblores por mis piernas. Paso la mirada por la mujer
de traje y admiro su compañía masculina, la única otra persona en la
mesa al frente y al centro. Gay, deduzco después de medio segundo. Está
demasiado bien vestido en esa forma elegante que solo un gay tiene.
Mejor amigo, probablemente. A salvo.
Ella tiene una expresión neutral y permanezco en la pasarela justo
sobre ella, pero su rostro girado hacia arriba es un afrodisíaco que no
puedo rechazar. Es suave, a diferencia de sus ojos, que dicen que está en 9
guardia. Pero estoy acostumbrado a eso. Es mi especialidad.
Extiendo la mano y niega, los labios apretados. Su amigo gay la
empuja un poco, intentando persuadirla para que acepte mi oferta, pero
niega de nuevo.
La multitud comienza a saltar cuando se dan cuenta que no quiere
participar, así que sigo adelante y la dejo para después. Camino a la
izquierda, donde una chica con el revelador velo de novia está intentando
exprimir una noche más de diversión antes de entregarse al hombre de
sus sueños para siempre.
Esta vez, cuando extiendo la mano, la nueva estrella la alcanza
rápidamente. Sujeto su muñeca y me inclino, rodeándole la cintura con
mi otra mano, y alzándola fácilmente al escenario conmigo.
Vuelve a mirar a sus amigas, sonrojándose, pero envuelvo las manos
en su cintura y tiro de ella hacia mi pecho. Mis caderas están haciendo
su propio baile contra su trasero, haciéndola sonrojarse incluso más.
Alzo una mano a su boca para continuar la actuación.
Me inclino en su cuello y grito sobre la música:
—¿Quieres jugar conmigo esta noche, dulzura?
Asiente con entusiasmo mientras sus amigas se vuelven locas en el
suelo.
Eso pensaba.
Bailo a su alrededor, tocándola en lugares que volverían a su
prometido loco de celos —si estuviese aquí, y no lo está—, y luego giro a
su alrededor y pongo sus manos sobre los tensos músculos de mi cintura.
Deja salir un jadeo de sorpresa, pero el sonrojo se ha ido y todo lo que
veo ahora es deseo.
Me desea.
Quizás el hombre con el que va a casarse es perfecto. Puede que sea
un millonario con una casa enorme. Su trabajo puede estar por encima
del mío, parecería una hormiga insignificante bajo su zapato. Puede que
tenga una educación en Harvard y suficiente dinero para mandar a sus
hijos a la universidad.
Pero en este momento, ahora mismo, todo lo que ella desea es a mí.
Hago el baile sucio con ella, mi cuerpo presionado contra el suyo. Ya
estoy sudando, el sudor goteando por mi estómago y acumulándose en
la banda de mis pantalones andrajosos. Pero pasa los dedos por él. Los
pasa arriba y abajo por los duros músculos de mis abdominales. Y dejo
que reciba su sensación. Dejo que me toque donde quiera, esperando ver
cuán lejos va. Cuando alcanza mi culo, esa es la señal. Pongo la mano
sobre su cabeza y presiono. Cede fácilmente y se deja caer de rodillas
frente a mí, levantando la mirada, su boca colocada frente a la cremallera
de mis pantalones.
Empujo contra su rostro y la multitud ruge.
Se sonroja de nuevo pero no se aparta.
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Joder. Nunca se apartan.
Sujeto la parte trasera de su cabeza y empujo su rostro contra la
suave tela. Y aunque todo mi cuerpo no está más que acalorado, puedo
sentir sus suspiros jadeantes mientras la humedad se filtra por el
vaquero, cubriendo mi polla.
Justo cuando se presiona contra mí, justo antes de que realmente
me excite, la aparto. Se inclina hacia atrás un momento antes de
recuperar el equilibrio, y luego camino a su alrededor, bailando.
Se mueve conmigo, pero me muevo rápidamente y me pongo a
horcajadas sobre sus muslos, colocando su cabeza en mi mano mientras
la empujo hacia atrás con la otra. Cae con mi empujón, permitiéndome
tumbarla en el suelo. Esos ojos, hombre, todavía son confiados. Todavía
ansiosos.
Bailo sobre ella, doblando las rodillas, bajando más y más con cada
golpe de bajo, y luego me dejo caer de rodillas en el suelo y me pongo a
horcajadas en su rostro. Ondulando arriba y abajo a apenas unos
centímetros de su boca.
Me la chuparía ahí mismo si la dejase.
Pero, por supuesto, no voy a dejarla. Esto es un espectáculo. Es
falso. Y todo el mundo en la sala lo sabe. Especialmente yo.
Comienza a meter los billetes de dólar en mis bolsillos, pero tengo
que darle una cosa más sobre la que soñar esta noche, así que sujeto su
mano y la pongo sobre mi entrepierna.
No estoy duro. Nunca me pongo duro con esta mierda falsa. Es un
trabajo y lo hago bien.
Grita con deleite mientras froto su mano sobre mí y luego, antes de
que pueda disfrutarlo demasiado, doy un paso atrás y la pongo en pie.
Vuelvo a ponerme detrás de ella, bailando contra su culo de nuevo, y le
grito al oído:
—Gracias, nena. ¡Eres una buena chica!
Se gira y grita, y antes de que pueda darme cuenta, me está besando.
Largo y fuerte. Torpe y exigente.
La sujeto de los hombros y me río, pero secretamente estoy enojado
porque no lo vi venir. La mayoría de las futuras novias no lo llevan tan
lejos, la cual es la razón por la que presiono un poco más con ellas.
Me alejo y levanto su mano en el aire mientras Chandler sale al
escenario para hablar con ella para que baje de su euforia inducida por
el stripper. Hago una reverencia y las dejo que chillen unos segundos
antes de salir de forma casual del escenario, pasando junto a Mitch en el
pasillo vistiendo el traje que acaba de quitarme del armario.
Me da una palmada en la espalda riendo.
—Estás perdiendo tu toque. Ella besaba de forma torpe.
—Que te jodan —contesto, encaminándome a mi camerino. Cierro
la puerta y disfruto del relativo silencio mientras me dejo caer en la silla. 11
Pero el beso me molesta. Soy yo quien tiene el control allí. Todo el
espectáculo está basado en el hecho de que somos los animadores, y en
una habitación llena de mujeres fuera de control, somos los que tenemos
el control. Y ella me tuvo a mí.
Niego y tomo un sorbo de agua, oyendo la música de Mitch,
imaginando su actuación mientras espero por mi siguiente turno.
He estado haciendo esto durante unos nueve meses y he visto y
escuchado de todo. Pero esta noche fue la primera vez que alguien llegó
a besarme.
Un golpe en mi puerta me saca de mi ensimismamiento y luego Bill
entra.
—Oye —dice—. Chandler quiere verte en bastidores.
—Voy en un segundo —respondo. Sé lo que Chandler va a decir. De
vez en cuando, las chicas van demasiado lejos. Pero nunca me sucedió a
mí. Claro, yo lo llevo demasiado lejos. Ese es mi trabajo. Pero se supone
que nunca les permitamos tomar el control. Así que estoy esperando una
reprimenda de Chandler cuando regreso después de que la actuación de
Mitch se termina y empieza la de Sean.
—Hoy te perdiste la reunión —indica cuando entro en la oficina
central en bastidores—. Tienes suerte de que la corporativa nunca
apareciese o estarías despedido, Fletcher. Están cansados de ti.
Obtengo su reprimenda cada mes puntual como un reloj. A mucha
gente le gustaría que me fuese, pero el hecho es que les hago ganar un
montón de dinero. Y desde que el mundo está lleno con imbéciles
avariciosos cuyo único deseo es contar esa pila de dinero que mantienen
en una esquina, me mantienen.
—Solo lo olvidé, hombre. Quiero decir, mira, trabajo aquí cuando
trabajo aquí. Se me paga por espectáculo. Se espera que aparezca por los
ensayos y mierda así de nueve hasta mediodía, de martes a viernes.
Luego estoy fuera hasta los espectáculos de los sábados por la noche.
Uso esas horas, hombre. Soy un tipo ocupado y lo sabes. Así que si
quieren pagarme para que aparezca cuando estoy fuera, que pongan esa
mierda en el siguiente contrato.
—No vas a conseguir otro contrato, Fletch.
Sus palabras no son enfadadas, solo un hecho. Somos amigos.
Ambos crecimos en la costa norte de Lake Tahoe y hemos sido amigos
desde hace un tiempo. Me consiguió este trabajo cuando acudí a él hace
nueve meses y le dije lo que sucedía. Me ha cubierto las espaldas un par
de veces y lo he hecho con él. Pero los últimos meses nos hemos
distanciado. Ahora tiene una novia estable, tal vez pensando en hacerlo
más serio, y yo… no. Estoy demasiado ocupado sobreviviendo, todavía
encontrando mi camino. No puedo emocionarme por los planes de vida,
cuando estoy luchando por seguir adelante y mantenerlo.
—No lo harás, Fletcher. No si sigues con esta mierda. 12
—Chandler, soy la estrella del espectáculo. La mayoría de esas
mujeres vienen aquí preguntando por mí. Todos lo sabemos. Y no estoy
intentando ser un imbécil, pero soy un contribuyente. Soy parte del éxito.
Y por amor de Dios, si tengo la tarde libre, entonces tengo la tarde libre.
Déjame solo y déjame hacer lo mío.
—Lo entiendo —comenta, dejándose caer en la silla—. Lo hago,
hombre, pero tienes que esforzarte más.
Esforzarme más. Jesucristo, no sé cuánto más me puedo esforzar.
No digo eso, por supuesto. Pero me enoja que la gente piense que soy un
vago.
—No es que no trabajes duro, hombre.
Sí, amigo. Demasiado poco, demasiado tarde. Pero de nuevo, lo dejo
pasar. Porque que le jodan. Que los jodan a todos. Que jodan al maldito
mundo.
—Mira, el encuentro fue reorganizado para mañana por la mañana,
durante las horas de trabajo. Así todo el mundo estará feliz. ¿De acuerdo?
Chocamos los puños y me marcho solo con el tiempo justo para
volver a bastidores antes de que Sean termine su actuación. El resto nos
alineamos y esperamos a que Chandler nos guíe de nuevo al escenario a
todos juntos. Esta es la parte divertida. Al menos para mí. Porque aquí
es cuando busco una posibilidad. Una chica que pueda querer follar esta
noche. Últimamente he pasado una sequía. Nadie me llama la atención
en más de un mes. Así que estoy cachondo. Necesito una zorra olvidable
para deshacerme de este jodido día.
2
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
Chandler nos da pie con su introducción y luego la cortina se
levanta. Los focos se vuelven locos sobre nosotros. Humo, algunas llamas
por si acaso, y el olor de chicas en celo me tienen motivado para el final.
Salimos al escenario juntos. Todos los chicos han descartado su
vestuario y están vestidos como yo. Si puedes llamar vestuario a unos
vaqueros raídos y botas.
He hecho estudios sobre lo que les gusta a las mujeres y este atavío
lo hace.
Empezamos a bailar cuando el ruido sordo se convierte en música y 13
los gritos comienzan. Algunos son prácticamente ruegos por atención.
Chandler se quita su camisa —este es su único acto desde que la nueva
chica se impuso—, y dado que ha estado aquí durante más tiempo y tiene
el mayor tiempo de promoción, recibe un extra entusiasmado hurra
cuando se une en el lateral.
Entonces los focos empiezan a vagar alrededor de la multitud. Este
es mi momento favorito. El momento cuando tengo que escoger. El
momento lleno con las posibilidades de la noche.
Miro a esa pelirroja que agarró mi camiseta a la izquierda. Levanta
su camisa, enseñando sus tetas. Pero está mirando a Mitch como si
quisiera chupar su polla justo aquí, justo ahora. Así que continúo. Hay
una rubia en la parte de atrás, de pie sobre una mesa, moviendo sus
caderas como si estuviera demasiado familiarizada con este trabajo que
estoy haciendo. Stripper. No me van las strippers.
Eso me hace sonreír con ironía.
Otra rubia a la derecha está agitando un puñado de billetes de veinte
hacia Chandler. Él no está buscando echar un polvo con nadie aquí.
Tiene a su chica y es feliz con ella. Pero no me gusta ser la segunda
opción.
Bajo la mirada al centro del escenario y encuentro a la chica que dijo
no antes. Está sorbiendo de una bebida que podría ser ginebra, o vodka,
o, diablos, agua por todo lo que sé. Su mejor amigo gay está teniendo
mucha más diversión mientras ella se sienta allí estoicamente. Steve es
gay y es bastante aparente cuando hace su actuación ya que es la canción
de YMCA. Así que estoy bastante seguro que su mejor amigo tiene su
mirada puesta en él.
Pero esa chica. Está impasible. Sin expresión.
Siento una pequeña oleada de adrenalina con solo pensar en su
rechazo. No mucha gente me dice que no. Y ha pasado un largo tiempo
desde que oí esa palabra de una chica en la multitud después de una
invitación a subir al escenario.
Así que ese es mi objetivo cuando Chandler da la señal para que
vayamos a encontrar a nuestra última elección de la noche. Vamos en
orden. Primero Steve, que no puede elegir a un tipo incluso si quisiera
porque esta es una noche de espectáculo para mujeres. Escoge a una
asaltacunas, como siempre hace.
Bill va por las abuelas. Le gusta hacerlas sonrojar y le encanta pasar
sus manos por sus pantalones.
Voy directo a la chica del traje. Me ve venir y niega, pero estoy en
control. Esa última chica podría haber conseguido un beso, pero estoy
en control. Bailo alrededor de su mesa, flirteando con las otras chicas
mientras meten sus dólares en mis bolsillos, intentando tocar un poco.
Una chica se las arregla para meter su mano en la cintura de mis
vaqueros, pero la agarro y la froto contra la parte baja de mi estómago en
su lugar para que no llegue lejos. 14
Me muevo de un lado a otro en el medio del público, jugando con
diez o veinte mujeres antes de que el foco finalmente aterrice sobre mí. Y
luego corro directo hacia la chica del traje que está demasiado ocupada
mirando su reloj para notarlo hasta que salto, mis botas rechinando
sobre el anillo de abajo a cada lado de su taburete, y agarro su cabello.
Alza la mirada hacia mí atónita, su boca abierta, sus ojos amplios y
su cabeza inclinada hacia arriba.
Al instante estoy duro.
—¿Qué estás haciendo? —chilla.
—Sí —grita el mejor amigo gay—. ¡Yuujuu! ¡Ve por él, Tiffy!
Me rio ante su nombre y luego me inclino en su oreja mientras mis
caderas giran de adelante atrás, rozando contra sus muslos.
—Tiffy —gruño con voz áspera—. Te tenía por una Jane o una Ruth.
Algo serio y aburrido.
—Apártate de mí —masculla en respuesta.
—No estoy sobre ti, cariño. —Y no lo hago. Todavía estoy de pie sobre
esos anillos de la silla, cerniéndome. Pero dejo ir su cabeza y señalo mis
abdominales—. ¿Quieres lamerme? —Me río.
—¡Yo sí! —dice otra chica, saltando arriba y abajo con un puñado de
dólares en su mano derecha—. ¡Yo sí!
—Vamos, Tiffy. Lámeme. Todas quieren lamer estos abdominales.
Solo abre la boca un poco más y estrellaré estos músculos duros como
rocas en esa dulce lengua húmeda.
Su mejor amigo planta la mano de ella en mi cadera y Tiffy aleja su
cabeza de mí para gritarle. Tomo su otra mano y la coloco sobre la
longitud de mi polla. Jadea, intenta apartarla, pero estoy enfocado en ella
ahora. Ganándomela. Llamando su atención. Y, con suerte,
encontrándola después del espectáculo para un poco de diversión porque
es malditamente linda.
Además… me estoy poniendo duro bajo su toque, aunque reacio.
Se congela cuando nota lo que sucede, así que agarro su mano más
fuerte, obligándola a apretarme.
—Joder, sí, Tiffy. Te sientes bien. ¿Dónde te quedas esta noche?
¿Aquí?
Traga con fuerza, todavía aferrando mi polla, a pesar de que he
aflojado mi agarre en su mano. Entonces asiente.
—¿Qué habitación, cariño? Me pasaré más tarde.
—¡Ático tres! —grita el mejor amigo—. ¡Ático tres!
Me río de él mientras me inclino e inhalo en la oreja de Tiffy. Se
estremece y su hombro automáticamente se alza para apartarme. Pero
su mano sigue en mi polla.
—Jesús, más te vale responder a la puerta porque me gusta la 15
manera en que se siente.
Entonces salto, mis botas encontrando el anillo superior de su
taburete, agarro su cabeza y estrello su rostro contra mi polla. Su cálido
aliento golpea contra la suave tela vaquera de mis pantalones y solo
cuando pienso que mi polla no puede ponerse más dura, crece por ella.
Sus ojos se disparan a los míos y veo tantas cosas. Vulnerabilidad
primero. Luego sorpresa. Después miedo. Me empuja hacia atrás y salto,
dejando que todas las chicas a mi alrededor tengan su parte mientras
llenan mis bolsillos de dinero.
Le guiño y aleja la mirada… avergonzada, o cohibida, o ambos.
Pero sé que responderá a la puerta.
Siempre responden a la puerta.

Una vez el espectáculo termina, pasamos la siguiente hora flirteando


con cualquiera que se acerca. No todas se acercan. No es tan malo como
parece. Quiero decir, cobramos dinero por esa mierda, así que no a todos
les importa pagar treinta y cinco dólares por una sesión de fotos con
artistas masculinos.
Así que para el momento que salgo de allí, tomo una ducha, me
pongo unos vaqueros y una camiseta y tomo el ascensor hacia el ático
tres, es casi medianoche.
Dudo, listo para tocar. No parecía una chica fiestera. Parecía
profesional, recuerdo eso mucho, en ese traje color crema y una blusa
abotonada de corte bajo que era del color de las mandarinas. Estaba
agitándose un poco por los ventiladores sobre su cabeza que mantienen
la habitación a una temperatura manejable. Llevaba un relicario de oro
también. Tal vez del tipo que se abre y hay una foto, pero tenía forma de
corazón. Su cabello era largo. Pude decirlo a pesar de que estaba recogido
en algún tipo de moño elegante porque había unos pocos mechones
cayendo en espiral en su cuello y arrastrándose por su hombro cuando
me incliné hacia ella. Olía fresca. No como a pesado perfume. Casi dulce.
Como los jardines del hotel por la noche cuando el aire es frío.
Una chica agradable, tal vez.
¿Y si está dormida?
Pero entonces, su mirada determinada y firme negativa de la primera
vez que me acerqué, vuelve a mí. Cedió un poco al final, pero apuesto a
que solo fue porque no había salida fácil. Arremetí contra ella.
Así que no es una pusilánime. Probablemente tiene más de una
conformista.
Toco. ¿Qué tengo que perder?
La puerta se abre solo después de unos segundos y entonces me
está mirando. Sus ojos son verdes. No recordaba eso. Tal vez porque no
estaba mirando mucho sus ojos. Mechones de cabello caen todavía a lo 16
largo de su cuello y su blusa sigue flirteando conmigo por el aire
acondicionado que se descarga sobre la puerta.
—Hola —digo en mi voz sexy, un brazo apoyado contra el marco de
la puerta, despreocupadamente.
—Hola —dice con su dulce voz.
—No estaba seguro si estarías aún arriba.
—¿Y perder la oportunidad de conocer al infame señor Fletcher
Novak? —Se ríe entre dientes—. No hay oportunidad en el infierno de que
me perdiera eso.
Hmmm.
—Bien. —Me río en respuesta, pero resulta nervioso. ¿Por qué me
pone nervioso?—. Así que…
—Así que, ¿qué tenías en mente esta noche? —Bate sus pestañas
como si estuviera flirteando conmigo.
¿Es esta la misma chica? Entrecierro los ojos. Sí. Es ella. Mismo
traje. Mismo cabello. ¿Pero su nueva actitud? Me está poniendo nervioso.
—Mmmm, bueno, ¿podríamos ir a comer algo?
¿Ir a comer, Fletcher? ¿De qué mierda hablas? Esto es un polvo, no
una cita.
—Ya comí. Normalmente lo hago a la hora de la cena. —Sonríe toda
coqueta de nuevo.
—Oh. Bien. Bueno, tenemos ideas diferentes sobre la hora de cenar,
supongo. Trabajo tarde, ya sabes. —¿Por qué me estoy defendiendo?—.
También como tarde.
—¿Qué haces normalmente cuando tocas a la puerta de una clienta
después del espectáculo?
Dejo escapar una risa nerviosa.
—Bueno, ya sabes, realmente no hago esto a menudo.
—¿No? ¿Así que soy especial?
—Te elegí entre una multitud de mujeres gritando. Así que sí, Tiffy.
—Uso su nombre y la toma desprevenida. Parece sorprendida porque lo
recuerde—. Eres especial.
—Podría haber sido porque estaba sentada en la mesa central. ¿Tal
vez solo fui la primera chica que viste?
Oh, lo entiendo. Es insegura. Quiere que le haga creer que esto
podría llevar a más que solo un polvo de una noche. Pero puedo decir por
su lenguaje corporal que quiere follarme tanto como yo a ella. Solo quiere
que trabaje por ello.
Bien, puedo trabajar por ello. No soy un completo imbécil. Así que
paso un dedo gentilmente por su mejilla y meto uno de esos largos
mechones detrás de su oreja. 17
—Eras la chica más linda en esa multitud, supongo. —Y no es
mentira. Es totalmente diferente del tipo de chica que normalmente asiste
para ver el baile de Mountain Men. Más seria. Más profesional. No allí
por otra cosa más que curiosidad. De hecho, apuesto a que su amigo gay
quería ir al espectáculo y la arrastró con él.
—Dios. —Se ríe—. Es usted un jugador, señor Novak.
—Puedo jugar —digo suavemente inclinándome para besar sus
labios. Es un pequeño beso. Solo un pequeño y tierno pico—. Si quieres
jugar. Pero si estás interesada en conocerme mejor, entonces tienes mi
completa atención.
—¿En serio? —pregunta, inclinándose para devolverme el beso esta
vez.
—Sí. —Inhalo en su boca—. En serio.
—En ese caso, ¿por qué no entras? Porque estoy muriendo por
hacerte preguntas. —Bate esas largas pestañas de nuevo y estoy
hipnotizado por sus ojos esmeralda. Abre la puerta para revelar un pasillo
tenuemente iluminado que dirige al ático. Entro, mis ojos sobre la
ventana más lejana, y entonces espero a que cierre la puerta y dirija el
camino.
—¿Te gustaría una bebida, Fletcher? Podrías necesitar una.
—¿Eh? —La sigo unos pocos pasos, pospongo mi juego de nuevo por
el cambio en su voz—. Sí, claro.
Sus tacones hacen clic en el suelo de azulejos mientras camina
rápidamente hacia la sala de estar. La sigo, mis ojos en su culo mientras
intento resolver cuál es su ángulo. Pero tan pronto como alzo la mirada
de nuevo, me detengo.
—Oye —digo, alzando mis manos—. No me va la mierda en grupo.
—Hay un hombre en un traje. Un muy bonito traje, incluso puedo ver
eso. Y el mejor amigo gay está de pie ante la barra en el lado más lejano
de la habitación—. ¿Qué pasa aquí?
—Lo que pasa aquí, Fletcher —dice Tiffy mientras sirve dos vasos de
whisky de un decantador sobre la barra—, es que te perdiste una reunión
conmigo esta tarde.
¿Qué mierda?
—Y ya que realmente no estoy acostumbrada a ser plantada por
empleados —enfatiza la palabra—, pensé en pasarme por tu espectáculo
y verte en acción. Quiero decir —se acerca a mí con dos bebidas en su
mano—, he oído tanto sobre ti.
Miro la bebida que me ofrece y decido que la necesito. La bebo de un
trago y enciende un fuego en mi garganta después.
—Me tendiste una trampa.
—No lo hice.
—Señor Novak —dice el del traje, metiéndose entre Tiffy y yo. Parece 18
familiar, pero estoy confundido ahora mismo, así que no tengo tiempo
para pensarlo más—. Somos de la corporación. Soy Cole Lancaster, el
gerente general de la división occidental clasificada bajo Preston Resorts.
Y ha conocido a Tiffy. Tiffy Preston —dice, enunciando su apellido para
que sea claro quién es realmente ella. La hija del jefe—. Su padre, el
director ejecutivo, me ha instruido entrenarla para que se haga cargo del
hotel cuando sea promovido a jefe de operaciones el próximo trimestre.
El hotel y casino Landslide es nuestra última parada después de la
reciente incorporación en la familia Preston. Hemos oído un montón
sobre usted de Amy y, para ser honesto —lo dice con una carcajada—,
pensamos que estaba jodiendo con nosotros.
—No le sigo —digo con los dientes apretados. Pero no tengo
problemas para seguirlo. Amy me odia. Siempre lo ha hecho. Pero solo
era una subgerente cuando fui contratado por su predecesor hace nueve
meses. No tuvo nada que decir en esa decisión. Y desde que he llenado
esa cosa dos noches a la semana cada semana desde que empecé, una
vez que se hizo cargo hace tres meses después de la fusión con Preston,
tuvo que admitir que era bueno.
—Esta falta de profesionalidad que exhibe, señor Novak —dice Tiffy,
tomando el control—. La tardanza, las reuniones perdidas, la actitud de
diva. No es un buen reflejo de la compañía de mi padre. Pero lo entiendo,
Fletcher. Realmente lo hago. Es un artista. Tiene un ego que debe ser
acariciado y nutrido. —Niega, cierra los ojos y se ríe antes de que pueda
continuar. Se está riendo de mí—. Pero proponérsele a clientas de este
hotel para sexo es algo que no toleraremos.
—Nunca me propuse a ti para sexo, cariño. Eres la que se me
propuso. Te pedí ir a cenar. —Puta mierda. Dios me ama esta noche.
Porque ni siquiera puedo recordar pedir ir a cenar una noche de polvo
antes de hace cinco minutos.
Mira a Cole, que se encoge de hombros. Sabe que digo la verdad. Así
que continúo:
—De hecho, me tendiste una trampa. Lo que hago en el escenario,
lo que te hice, fue una actuación, princesa. Soy un actor ahí fuera. Y te
gustó tanto que querías más. Tu asistente ahí… —Señalo al mejor amigo.
—Claudio —ronronea hacia mí con una sonrisa y un guiño.
—… Claudio gritó tu número de habitación. Y ya que trabaja para
ti, es parte de esta emboscada. Así que por qué no te llevas tu actitud
mojigata y le das un pequeño ajuste. Podría fácilmente decir que me
acosaste sexualmente.
—Dios mío, por favor —grita, su rostro ardiendo en un rojo brillante.
—Tiffy —dice Cole con una mano destinada a callarla—. Basta.
—Sí, basta —gruño—. Ahorra tu aliento para la reunión de mañana.
Porque me largo de aquí. Gracias por la bebida. Podemos retomar esto en
la reunión. —Y le entrego mi vaso vacío a un sonriente Claudio cuando
salgo de la habitación.
19
3
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Las puertas se cierran detrás de él con tanta fuerza que me
sobresalta. Estoy inmediatamente enojada de que tuviese ese efecto en
mí. Especialmente después de lo que hizo esta noche. ¿Cómo se atreve
ese hombre? ¿Cómo se atreve…?
—Tiffy —dice Cole, caminando a la puerta y mirando por la mirilla—
. Esto es un problema.
—¿Qué parte? —pregunto—. ¿La parte en que giró sus caderas sobre
mi rostro esta noche? ¿O la parte donde puso mi mano sobre su…? —
Jesús. Eso realmente sucedió. Y no me aparté. 20
—No, Tiff. La parte donde él dice que te propusiste. ¿Qué le dijiste
exactamente cuando respondiste a la puerta?
—¿Qué? Estás de broma, ¿cierto? Ese imbécil ha estado usando
su… posición para… —Maldición. Ni siquiera puedo tener esta discusión
con Cole.
—Elegir un ligue entre la audiencia —ofrece Claudio con una
sonrisa—. ¿Es lo que estás intentando decir, Tiff?
—Sí —aseguro—. Sí, gracias, Claudio. ¡Eso es lo que ha estado
haciendo, Cole! Y mi padre va a tener otro ataque al corazón si averigua
lo sucio que es este espectáculo.
—Oh, relájate, amiga —pide Claudio, llenando su vaso con escocés
y luego sirviendo más en el mío—. Tu viejo ha estado alrededor más de
una vez. Sabe exactamente qué está sucediendo aquí. Podía haber
cerrado este espectáculo hace meses y no lo hizo.
—Sí. Cree que lo sabe. Pero no tiene ni idea de que la estrella del
espectáculo está usando su hotel para tener… —Mierda. ¿Por qué tiene
que estar aquí Cole? No puedo con él.
—Sexo —ofrece Claudio de nuevo.
Oh, Dios mío. Realmente estoy teniendo esta conversación frente a
Cole. Puede que me muera de vergüenza.
—Sí, Tiff —interviene Cole mientras me da una palmada
reconfortante en el brazo—. Tu padre no es por el que estoy preocupado.
¿Te propusiste a Novak en la puerta?
—¿Qué? ¡No!
—¿Te pidió entrar? ¿O realmente te pidió una cena?
—Lo hizo, pero…
—Mierda —maldice Cole, frunciendo el ceño con seriedad, lo que
hace que sus cejas formen una arruga en su frente—. Vamos a tener que
ser cuidadosos aquí.
—¡No me propuse! ¡Le pregunté si quería entrar! ¡Eso es todo!
—No creo que eso sea todo, Tiff —dice Claudio antes de tomar un
largo trago de su bebida—. Lo besaste.
—¿Qué? —exclama Cole.
—¡No! Mira, Cole. Él solo estaba siendo todo… —Joder. ¿Por qué no
puedo hablar de esto con él? He conocido al tipo desde hace ocho años,
desde que yo era una adolescente y él comenzó a trabajar para mi padre.
Y sí, he tenido un pequeño enamoramiento por él, pero virgen santa, ni
siquiera puedo pensar en cosas sexys con Fletcher Novak sin sonrojarme
frente a Cole—. Ya sabes, jugueteando y esas cosas. —¿Jugueteando?
Algo está realmente mal conmigo.
—¿Flirteando?
—¡Cállate, Claudio! Estás empeorando las cosas.
—Está bien —dice Cole, tomando su portátil de la mesa junto al 21
bar—. Simplemente vamos a irnos a la cama…
Pierdo el curso de sus palabras mientras miro su boca. Dijo cama.
Soy como un niño de catorce años.
—… y reagruparnos por la mañana. Hay una llamada que tengo que
hacer a las ocho y media, así que, si lo ves antes de que yo llegue aquí,
no participes. ¿Entendido?
—Entendido —aseguro con un asentimiento, logrando finalmente
tranquilizarme.
—Entonces, buenas noches, Tiffy. —Se inclina y me besa en la
mejilla como ha hecho cientos de veces antes. He estado conteniendo la
respiración desde la primera vez que lo hizo, esperando que pudiese
avanzar a algo más. Como una cita real. No un encuentro de negocios, o
una comida de trabajo, o incluso una de las muchas fiestas corporativas
a las que hemos asistido juntos. Una relación.
Pero Cole debe ser el tipo más paciente del mundo. Porque ese
inocente beso en la mejilla nunca se ha desviado. Para consternación
mía.
—Buenas noches, Cole —susurro mientras deja mi habitación.
—Oh, Dios mío —exclama Claudio con una sacudida dramática de
su mano frente al rostro—. Voy a vomitar si tengo que seguir observando
este desesperado sufrimiento tuyo. No está interesado en ti, cariño. Ese
beso nunca cambiará. Piensa en ti como una hermana.
—Simplemente detente, ¿está bien? No piensa en mí como una
hermana. Simplemente no ha tenido la oportunidad de ver mi yo adulto,
eso es todo.
—Patético —comenta Claudio, rebotando su trasero en el sofá y
poniendo sus Jimmy Choo sobre la mesa de café de cristal—. Eres
patética. Trotando alrededor como una zorra en celo. Ese hombre no está
interesado, quiero decir, ¿de qué sirve un amigo gay si no confías en su
masculinstinto1?
—¿Masculinstinto? ¿De verdad? —Siempre está diciendo juegos de
palabras ridículos como este.
—¿Qué? —cuestiona Claudio, dándome una de esas famosas
sonrisas que hacen que los hombres se derritan—. Es uno bueno. Y
aplica —afirma, cerrando los ojos y alzando el rostro como si fuese muy
superior. Se siente superior de la forma en que la mayoría de la gente se
siente hambrienta. Tres o seis veces al día—. Porque sé de lo que estoy
hablando. Puedo ver lo que tú no. Cole no está interesado en ti.
—Oh —digo, dejándome caer en el sofá junto a él con mi bebida. Él
siempre me hace sentir mejor—. Y eres experto en lo que quieren los
hombres heterosexuales, supongo. —Le rodeo el bíceps con la mano y me
acurruco en su pecho.
Me rodea los hombros con el brazo y comienza a jugar con mi
cabello.
22
—Lo soy, Tiffy. Ríndete con Cole, por favor. Me duele el corazón
pensar que puedes malgastar tu vida con ese tipo. Es completamente
equivocado para ti. Ni siquiera es heterosexual.
—Mentiroso —siseo suavemente en su chaqueta de traje—. Lo dices
todo el tiempo, pero incluso mi radar para gays sabe que le gustan las
mujeres. Además, lo he visto tener citas con unas cuantas. No es gay.
Claudio suspira.
—Sí, probablemente tienes razón. Pero uno puede tener esperanza.
Me aparto y levanto la mirada hacia él.
—¡No, no, no, dulce idiota! ¡No estoy interesado en él! Es corpulento.
Me río.
—No es corpulento. Es musculoso.
—Está bien, ligeramente regordete.
—Imbécil. Me gusta como es.
—Pfff. No. No es uno de esos hombres gigantescos. Ya sabes, los
chicos altos y grandes. Los llamo defensas2. Esos tipos están buenos.
—¿Verdad? Coincido totalmente.
—Cole no está en un equipo de fútbol, Tiffy. Es ese chico nerd que
quiere encender el proyector.
—Eres un idiota.

1
Masculinstiinto (en inglés Manstintic) palabra inventada para referirse a instinto
masculino.
2 Refiriéndose a los defensas del fútbol americano.
—Ahora, ese Fletcher. Mmmm. Mmmm. Mmm. Es mejor que un
defensa. Es como una combinación de un defensa y un ala cerrada3. Sí
—comenta Claudio, todavía jugando con mi cabello—. Fletcher Novak es
un alafensa. Me gustaría echar un vistazo a su ala trasera, eso seguro.
—Pervertido. Ese tipo no es mejor que Cole. Para nada. Es un
stripper, Cristo.
—Ajá. Exactamente.
Me río, agradecida de que Claudio y yo hayamos sido un equipo
desde que nos graduamos en la universidad hace cuatro años. Él no
estaba interesado en la escuela de postgrado, pero mi padre dijo que yo
necesitaba un asistente y Claudio estuvo más que feliz de entrar y
organizarme la vida. También lo quiero por eso. Aunque es más que mi
asistente. Ha sido mi mejor amigo desde la escuela secundaria. Hemos
sido inseparables desde noveno grado y en cuanto terminé mi máster
hace dos años, mi padre me contrató como ejecutiva de cuentas junior y
mantuve a Claudio. Llevo catorce cuentas de hotel en California del Norte
y Nevada, y Claudio es mi mano derecha.
Pero está equivocado sobre Novak. Puedo ver a través de Fletcher 23
Novak desde un kilómetro de distancia. Es un jugador. Y odio a los
jugadores. También es un cabrón. También los odio. ¿Un stripper? Por
favor. ¿Quién quiere tener citas con un stripper? Quiero decir, puedo
observarlos durante unas horas. ¿Pero salir con uno? De ninguna
manera.
—Oh, cariño, voy a irme a dormir. Voy a tener mucho con lo que
alimentar mis sueños húmedos.
—¡Asqueroso, Claudio! ¡No!
Me aparta de él y se levanta riéndose.
—Buenas noches, bomboncito. —Se gira hacia mí y me guiña un
ojo—. Y no digas que no te lo advertí cuando sueñes con un stripper en
lugar de un gordinflón.
Le lanzo un cojín, pero lo esquiva y corre hacia su habitación al final
del ático.
Está equivocado sobre Cole. Y Cole no está gordo. Ni siquiera
rechoncho. Solo es grueso, eso es todo. Es musculoso, pero en lugar de
estar delgado, tiene algo de peso extra. Me gusta un poco. Cuando me
rodea con el brazo se siente suave y reconfortante.
Fletcher Novak no es como Cole. Y no quiero decir en un buen modo.
Es grosero y se vende en el escenario cada noche. Qué estúpida forma de
ganarse la vida.
Y después de leer el informe de Amy sobre él, sé que trama algo. Ella
no consiguió ningún detalle, pero dijo que había escuchado rumores de
que es una especie de proxeneta.

3 Ala cerrada: Posición de Fútbol americano referente al último hombre de la línea


ofensiva; cuyas funciones pueden ser bloquear, abrir camino o servir como receptor.
¡Imagínate! Un proxeneta trabajando en el casino de mi padre.
Definitivamente tendría un ataque al corazón si eso saliese a la luz.
No. Fletcher Novak tiene que irse. Y tengo un montón de razones
preparadas para despedirlo mañana.

24
4
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Me muevo y giro en la cama mientras imagino cómo puede ir
mañana. Las reservas de Cole están jugando con mi mente. Ahueco mi
almohada y cierro los ojos por millonésima vez.
Pero lo único que veo es al estúpido Fletcher Novak. Sé que tengo
razón sobre él. Y pedirle que viniese a mi habitación no fue una
proposición. Fue él quien se propuso.
Aparto la sábana blanca de algodón y camino descalza y en pijama
por el salón para encontrar mi ordenador. Está tramando algo,
simplemente lo sé. Así que hago lo que debería haber hecho directamente. 25
Lo busco en Google.
Me acomodo en la barra con el ordenador y escribo su nombre. Y,
oh, sí cariño, aquí está él. Páginas de resultados sobre Fletcher Novak. Y
todas parecen tener algo que ver con el espectáculo masculino de los
Mountain Men.
Me deslizo y hago una mueca. Este imbécil tiene una entrada en la
Wikipedia. ¿Cómo puede ser tan conocido? Es un stripper, por el amor de
Cristo. Pulso de todos modos. ¿Quién no lo haría? Y aparece su rostro.
Fletcher Novak, sin segundo nombre. Hmmm. Es dos años mayor
que yo y creció aquí en Lake Tahoe, en North Shore —en Incline Village—
, y sus padres trabajaron en uno de los resorts mientras crecía. Madre y
padre murieron cuando él tenía dieciocho años. Hermano, sin nombre,
tres años después.
Casi siento pena por él.
Casi.
Fue a Berkley. ¿De verdad? No parece lo suficientemente inteligente
para ir a Berkley. Especializado en psicología. Lo dejó el último año.
Hago una rápida comprobación de fechas, y sí, es el año en que
murió su hermano.
Lo siguiente en su biografía es el espectáculo Mountain Men aquí en
Tahoe. Pero los años intermedios están perdidos. Otra bandera roja.
Probablemente estuvo en prisión. Me pregunto si hicimos una
comprobación de sus antecedentes cuando lo contratamos. Pensarías
que el genio Wiki que escribió esto habría encontrado un poco más de
información.
¿Pero tal vez nadie está tan interesado en él?
Yo ciertamente no. Solo necesitaba saber contra qué me enfrentaba.
Porque no hay forma de que Fletcher Novak sea parte de este espectáculo
después de que haya terminado con él.
Tomo un vaso y algo de hielo, y luego me sirvo un poco de escocés.
Tal vez una bebida calma mis nervios y me deja dormir. Quitarme a este
imbécil de la mente.
Vuelvo a sentarme en el taburete y salgo de Wikipedia, volviendo a
mi búsqueda de resultados.
Incluso tiene videos, y todos ellos parecen ser del espectáculo de
striptease.
Mis dedos se ciernen sobre la almohadilla de mi ordenador portátil.
No pulses eso, Tiffy. No necesitas verlo en acción para conseguir la
información que necesitas.
Cierto. Pero no puedo evitarlo.
Pulso y el video se abre. La música es fuerte, así que lucho para
bajarla y miro sobre el hombro, esperando que no despertase a Claudio.
Nunca me dejaría vivir con esto si me atrapase. 26
El presentador del espectáculo, Chandler algo, grita los nombres de
cada Mountain Man, y aparecen en el escenario uno por uno, alineándose
junto las cortinas mientras las mujeres en la multitud comienzan a gritar.
Luego la música se eleva, los bailarines alzando los puños, y comienzan
a caminar lentamente al frente del escenario, cada uno desabotonándose
las camisas.
Vaya. Eso es un poco sexy. No Fletcher por sí solo, sino toda la
actuación. Hay humo y luces. La calidad del video también es buena,
como si fuese una promoción pagada. Y los chicos parecen centrados y
serios.
Cuando llegan al borde del escenario, se quitan las camisas y las
lanzan a un lado. Luego bajan las manos, tomando sus pantalones y
quitándoselos al unísono.
La multitud de enloquecidas mujeres lujuriosas se vuelve loca.
Abro los ojos de par en par.
Jesús. Cada uno lleva calzoncillos metalizados. Y su… sí, está todo
agrupado en una bonita pequeña —quizás no tan pequeña—, bola.
Oh, Dios mío, dije bola. Me río entre dientes y tomo un largo trago
de mi escocés.
Luego cada uno de los chicos es presentado uno a uno. Fletcher es
el último. La estrella del espectáculo, parece. ¿Cómo hace eso un tipo en
nueve meses? Es como si tuviese su propia campaña de relaciones
públicas.
Pero esa rápida introducción no es suficiente para mí. Hay algo en
él. Algo que dice que está ocultando algo. Y esa brecha en su perfil de
Wikipedia fue la primera pista.
Sí, Fletcher Novak no es quien parece. Puede que ese ni siquiera sea
su nombre real.
Así que busco más videos. Y hay un montón. Algunos profesionales
como el último. Pero muchos son de mujeres que fueron al espectáculo.
Fletcher tiene más que el resto de los chicos juntos. Y en todos ellos tiene
la misma sonrisa encantadora, las mismas manos errantes y las mismas
caderas obscenas en el rostro de una extraña como hizo conmigo.
Era una actuación. No, me corrijo. Esto es su actuación.
Vuelvo a todos los chicos y miro sus rutinas en varios videos. Ellos
tienen su propio estilo. Y en la mayoría de las actuaciones puedes decir
que están invitando a mujeres para hacerlas sentir bien. Algunas que
parecen reservadas y unos cerebritos. Algunas que son más gordas que
el resto de sus compañeras. Algunas que son mayores. Algunas que son
incluso muy mayores. Eso me hace sonreír. Es dulce darle una ilusión a
una abuela, pienso.
Pero Fletcher elige a las zorras. Todas son sexys, justo como él.
Tienen confianza y grandes tetas. Gritan su nombre y le arañan el cuerpo
cuando se acerca. 27
Sé por qué las elige. Porque quiere follarlas después.
Así que, ¿por qué te eligió, Tiffy?
Lleno mi vaso de nuevo y lo bebo de un trago.
¿Por qué me eligió? No soy ninguna de esas cosas que busca. Estaba
frunciendo el ceño, con mi traje de trabajo, y preparada para atraparlo…
pero no de un modo sexual.
Hmmm.
No fue inocente, lo sé. Él quería follarme. Y si no fuese Tiffy Preston,
y si no hubiese sido enviada allí para revisar el lugar, y si no fuese tan…
remilgada, tan seria, puede que estuviese en la cama con él ahora mismo.
El calor inunda entre mis piernas y me sonrojo, incluso si nadie está
aquí para verme, mucho menos para leerme los pensamientos.
Es sexy, eso está claro. Pero también es un mentiroso. Simplemente
lo sé.
Me sirvo un poco más de escocés y vuelvo a mis resultados de
búsqueda, pasando a través de los videos hasta que encuentro uno que
tiene una iluminación diferente y estilo de los del espectáculo, y hay una
chica en la imagen congelada.
Ahora, eso sí.
Lo pulso y ella se gira, golpeando a Novak en el rostro.
—Imbécil —le grita ella.
—Ja ja —se burla la chica tras la cámara.
Se corta a otra escena, que sucede del mismo modo. Una chica
enfadada, una bofetada a Fletcher en el rostro, una risa tras la cámara y
un “que te jodan” de parte de Fletcher.
Parece tener un patrón.
Y déjame adivinar quiénes son esas chicas. Las folladas de una
noche después de que se diesen cuenta que es un imbécil.
Oh, joder, sí. Ahora tengo a ese imbécil. Todo lo que tengo que hacer
es entrar hoy a esa reunión y mostrarle esto a Cole. Luego, él estará a mi
lado y Novak será historia.
Bebo el resto de mi bebida y vuelvo a los videos. Puede que haya
más pruebas, después de todo. Y necesito mirar cada uno.

28
5
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
—¡Puta!
—¿Qué? —Oh, Dios mío. Mi cabeza. Me está dando vueltas.
—¡Apestosa puta! ¿Te quedaste toda la noche emborrachándote y
mirando videos de ese bombón? Debería golpearte.
—¿Por qué estás gritando? Mi cabeza.
—Tiffy —dice Claudio, apartándome de la barra. Me tambaleo
intentando bajarme del taburete y caigo sobre su pecho, derribándonos
a los dos—. Vas a pagar por esto, cariño. Lo juro. ¡Tienes una reunión en 29
una hora y todavía estás borracha! ¿Qué demonios pasó anoche después
de que me fuese a la cama?
—No lo sé.
—Apártate de mí, desagradecida…
—¡Deja de insultarme!
Claudio logra empujarme a un lado así puede apartarse de mí, luego
permanece allí de pie, golpeando su pie con la zapatilla frente a mi rostro.
—Vas a joder esto, Tiffy. Y fuiste la que me arrastró aquí, a estas
montañas olvidadas por Dios para ayudarte a arreglar este hotel. Podría
estar de vacaciones ahora mismo. Podría estar bebiendo margaritas con
Raul en las Bahamas.
—Lo sé. Lo siento. Ayúdame a levantarme. —Estiro la mano hacia
él, pero no llega ninguna ayuda. Claudio es un rencoroso. Y tiene razón.
Lo arrastré aquí, lejos de su viaje con Raul. Pero Raul es un imbécil.
Puede hacerlo mejor. Me siento justificada—. Está bien, no me ayudes a
levantarme. Puedo hacerlo yo misma.
Apoyo las manos en el suelo y logro ponerme de rodillas. Pero luego
comienza a darme vueltas la cabeza y tengo que tomar un descanso. No
estoy segura de cuánto permanezco allí arrodillada, pareciendo como si
esperase que alguien me follase al estilo perrito, pero al final, Claudio me
da una mano antes de que logre ponerme en pie.
—Gracias —chillo. Mi estómago es un desastre y comienza a
gruñirme audiblemente.
—Tu reunión es en cuarenta y cinco minutos, Tiffy. ¿Ahora qué?
Mierda. Mierda, mierda, mierda. A Fletcher Novak le ha llegado su
hora y ni siquiera estoy coherente.
—Llama a Cole y dile que debería ocuparse de ello.
—No puedo hacerlo, amiga. Te ha estado enviando mensajes toda la
mañana. De hecho, llamó justo antes de que te despertaras y dijo que
puede que llegue a la reunión unos minutos tarde. Tienes que ocuparte
de esto. Y si yo fuese un hombre que apostase, predeciría que Novak tiene
algo bajo la manga. No va a rendirse sin pelear.
—Usa a miembros del público para tener sexo después del
espectáculo, Claudio. Ambos sabemos lo que está sucediendo.
—Pero no sucedió anoche, Tiffy. Te pidió ir a cenar y le invitaste a
entrar. Así que eres la que parece que intentó seducirlo.
—Ridículo.
—Coincido. —Claudio se ríe—. Es ridículamente guapo. ¡Y esos
videos! —Toma mi asiento en el bar y comienza a pulsar en los videos de
los Mountain Men que estuve viendo anoche—. Todos son deliciosos.
Suena mi teléfono y me tambaleo hacia la mesa de café para tomarlo
antes de dejarme caer en el sofá.
—Tiffy Preston —contesto, sin mirar la pantalla. 30
—Gracias a Dios, Tiff. He estado intentando llamarte toda la
mañana.
—Lo siento, Cole, estaba durmiendo profundamente.
—Supongo —comenta—. ¿Te sientes bien?
—Sí, sí, sí —aseguro—. Estoy perfecta.
—Bien, porque tengo las manos llenas con un problema en el hotel
de Reno. Tengo de dirigirme allí y ocuparme de un problema de personal
esta mañana, así que no solo voy a llegar tarde a la reunión, sino que voy
a perdérmela por completo. Pero volveré pronto. ¿Podemos tener un
almuerzo tardío hoy?
Almuerzo. ¡Sí! Al fin, Después de todos estos años esperando, Cole
me está invitando a salir. Puede que solo sea una cita durante el día, pero
eso es…
—¿Tiffy? ¿Estás todavía ahí?
—¡Sí! Quiero decir, sí a ambas cosas. Sí al almuerzo, y sí, todavía
estoy aquí. —Me río entre dientes—. Obviamente.
—De acuerdo, bien. Entonces te veré a eso de las dos. ¿Suena bien?
—Suena genial, Cole. Estoy esperándolo. —Termino la llamada y le
sonrío a un Claudio expectante. Tiene las manos en las caderas y está
moviendo el pie de nuevo—. ¡Tenemos una cita! —Sonrío tan
ampliamente que me duelen las mejillas—. Una cita de verdad. Almuerzo
tardío, zorra. Ahí tienes. Te dije que estaba interesado en mí.
—Ajá —farfulla Claudio—. ¿Y por qué no lo estaría? Eres sexy, Tiffy.
Un poco mojigata para mi gusto. Pero estás malditamente bien en el
departamento de belleza. Y eres la hija de un multimillonario. ¿Qué no le
podría gustar? Estás diez pasos por encima del aburrido y regordete Cole.
—¡No es regordete! Solo es un tipo grande.
—Lo que sea. Creo que tuviste la idea correcta anoche. El bombón
Novak es donde pondría todos mis esfuerzos.
—Es un stripper, Claudio. Asqueroso. Y ambos sabemos que folla
con extrañas después de cada espectáculo. Eso son dos polvos de una
noche a la semana. Simplemente asqueroso.
—Bueno, eso es desestimarlo fácilmente. Si un informe médico
limpio es todo lo que se interpone entre tú y el trozo más delicioso de
abdominales que jamás haya visto, le organizaré una cita con el médico
para hoy.
—Tú —digo, señalándolo con el dedo—, permanecerás lejos de esto.
¿Me entiendes? No necesito tu ayuda en el departamento de relaciones.
¿Recuerdas el último tipo con el que me emparejaste? ¿El Señor Culo
Sexy?
Claudio se ríe.
—Era un bombero. Odio a los bomberos, eso no lo ha dicho nadie
nunca. Eres extraña. 31
—Era un pirómano, Claudio. Empezaba fuegos solo para apagarlos.
—Es lo mismo. Solo digo, un hombre con una gran manguera entre
las manos es sexy.
—Era sexy, está bien. Y lo era el auto que conducía.
—Así que juzgué mal a un tipo. Dame un respiro. Juzgas mal a
muchos tú sola.
Le lanzo una mirada furiosa por sacar ese tema.
—No. Voy tras Cole y ahora que finalmente tengo su atención, no
quiero que lo estropees. ¿Me escuchas?
—Está bien, está bien. —Claudio alza las manos y suspira—. Pero
es un error. Solo me gustaría que quedase constancia que Cole Masa de
Galleta Lancaster es un error.
—¡Y deja de llamarlo gordo! Solo es…
—Un tipo grande. Entendido. —Claudio me pone los ojos en
blanco—. Será mejor que vayas a la ducha, ahora solo tienes media hora.
Mierda.
6
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Estoy tomando respiraciones profundas para ocultar el hecho de que
acabo de recorrer toda la longitud del casino para llegar a los edificios
administrativos cuando llego al vestíbulo delantero de Amy.
—Hola, soy Tiffy Preston. Tengo una reunión con Amy a las nueve
—le digo a la secretaria detrás del escritorio.
—Oh, sí —dice, empujándose las gafas en la nariz—. Acaba de
terminar la que tenía a las ocho en punto, así que vaya a la sala de
conferencias y tardará solo un momento.
32
—Gracias —digo con dulzura. La gente espera que sea una perra ya
que soy la hija del director, por lo que trato de no cumplir sus
expectativas, incluso si estoy de humor para arrancarle el cabello a
alguien. Claro, soy una niña rica y consentida. Pero no soy fanática del
control. Si hay algo que mi padre me enseñó, fue a delegar en personas
que sabían más que tú en áreas en las que eras débil. Y dado que Amy
es la experta aquí en el hotel y casino Landslide, estoy feliz de delegar
tanto como sea posible en ella y seguir siendo una observadora.
Especialmente porque tengo una resaca infernal.
Uf. Dejo escapar un último suspiro mientras abro la puerta de la
sala de conferencias y entro, agradecida de tener unos pocos minutos
más para ordenar mis pensamientos sobre...
—Hola ahí, Tiff —dice Fletcher con una sonrisa petulante mientras
se aleja de la vista en la gran ventana de cristal. Revisa su teléfono—.
Llegas tarde.
Reviso mi reloj.
—Dos minutos.
—Dos minutos son dos minutos, ¿verdad? ¿No me dijiste algo
anoche acerca de llegar tarde?
—Es un actor en escena. Las cosas están programadas, señor
Novak. —Coloco mi bolso sobre la mesa y comienzo a sacar mi ordenador
portátil—. No puede darse el lujo de llegar dos minutos tarde.
—Y no lo hice. Llegué dos segundos tarde. Entonces, ¿no te parece
irracional estar enojada por dos segundos?
—Nuevamente, señor Novak, está en el mundo del espectáculo. Dos
segundos es demasiado tiempo.
—Estoy de acuerdo.
—¿Qué?
—Dije que estoy de acuerdo. No volverá a suceder. He estado
pensando mucho en eso, y tienes razón. Dos segundos son demasiado.
Llegaré temprano a partir de ahora.
Le doy una mirada de soslayo. ¿Qué está haciendo?
—Muy bien. Entonces, una vez que llegue Amy, podremos olvidarnos
de ese problema y empezar a discutir su incumplimiento de contrato con
respecto a estas chicas con las que... sale.
—¿Cuál incumplimiento? —pregunta con una sonrisa, sentándose
frente a mí en la mesa—. ¿Qué incumplí, señorita Preston?
Grrr. No he leído su contrato. Después de todo, estaba viendo en
línea cómo se desnudaba mientras me emborrachaba.
—Porque sé de hecho que mi contrato no estipula que no salga con
clientes. Eso sería ridículo teniendo en cuenta que más de mil personas
vienen a verme todas las semanas. Limitaría severamente mi grupo de
citas.
—Tal vez sea así, señor Novak. Pero estoy segura que no se le permite 33
actuar de una manera que avergüence al hotel. Y la forma en que se lleva
a casa...
—¿A quién llevo a casa, señorita Preston? ¿A quién? —Me mira
duramente durante varios segundos y los músculos de su mandíbula se
tensan, diciéndome que es un problema que se toma en serio.
—¿Las lleva a casa? —Juego a lo seguro.
—No lo hago.
—¿Va a sus habitaciones?
—Sí.
—¿Usted…?
—¿Las follo? —pregunta, con otra de esas sonrisas maliciosas.
Aparta sus ojos por un momento, bajando la mirada mientras su sonrisa
crece. Me lanza una mirada desde debajo de su cabello rubio sucio que
cae sobre su frente—. Si quiero, señorita Preston. No hay nada en mi
contrato que diga que debo ser célibe.
Luego me guiña un ojo. Y se ríe, no de una manera burlona, sino
más bien como una risa, haciendo que su sonrisa crezca y un hoyuelo
aparezca en su barbilla. Jesús, es realmente guapo.
La puerta se abre de golpe y Amy entra corriendo con un montón de
carpetas.
—Lo siento, señorita Preston. Estaba en una llamada con el
departamento de contabilidad. Quería asegurarme de tener nuestros
números correctos antes de decidir una acción disciplinaria.
—He estado siguiéndole la pista también —dice Fletcher,
estirándose debajo de la mesa y sacando un ordenador portátil—. Tengo
el número total de ventas de entradas desde el primer mes que comencé.
—Le da la vuelta a su pantalla para que podamos verla y luego señala la
gráfica—. Como pueden ver, cuando comencé el espectáculo, apenas
estuvimos medio llenos tanto el miércoles como el sábado. Y una vez que
asumí el cargo de bailarín central e hice cambios en la alineación, que
despedí a los bailarines mediocres...
—Espera. ¿Despidió? Pensé que el otro bailarín estaba a cargo.
¿Cuál es su nombre? ¿Chandler?
—Lo está —dice Amy—. Técnicamente. Pero Fletcher está a cargo de
los bailarines.
—Lo estoy, y lo he estado desde el primer día que comencé a actuar
en este espectáculo casi difunto —dice Fletcher con otra de esas sonrisas
maliciosas enmascaradas de timidez—. Cuando asumo algo, voy a ganar.
Hice mi investigación y descubrí lo que cada bailarín traía a la mesa y les
enseñé cómo jugarlo. Conozco a la gente, señorita Preston. Entiendo a la
gente. Y la uso para mi ventaja.
Oh, por favor.
—Saqué a los Mountain Men de la oscuridad y puse este espectáculo 34
en el mapa. De hecho, he estado trabajando en un plan para hacer
franquicias del espectáculo. Ya sabe, contratar más bailarines para salir
de gira. Mantener un grupo aquí en Tahoe, y luego tener una compañía
de élite para un hotel en Las Vegas. Su padre es dueño de casinos en Las
Vegas, supongo.
—Uh… —Mierda de pato. Es listo—. Sí. Tenemos cuatro, en realidad.
—Correcto. Y dos tienen espectáculos. Técnicamente podríamos...
Voy a la deriva después de eso. Porque nunca deja de hablar. La
hora completa de nuestra reunión tiene que ver con el ingenioso plan de
expansión del espectáculo de los Mountain Men. No se mencionan más
las escapadas sexuales, las acciones disciplinarias o los retrasos de
Fletcher Novak. Incluso Amy, que claramente no estuvo de su parte la
última vez que conversamos antes de venir al hotel, está encantada con
su plan.
—Entonces, ¿qué piensa? —pregunta finalmente, volviendo su
atención hacia mí—. Preparé un plan de negocios —presiona el teclado
por un momento—, y se lo envié por correo electrónico a Cole y a su
padre.
¡Ese cerdo mentiroso! ¡Pasó sobre mi cabeza! Pero que me condenen
si le doy la satisfacción de saber cuánto me molesta.
—Genial. —Finjo darle un vistazo a mi reloj—. Bueno, tengo otra
reunión a las diez, así que me voy a marchar. Gracias por tu tiempo, Amy.
—Le estrecho la mano mientras intento escapar rápidamente—. Y estaré
en contacto, señor Novak.
No puedo salir de esa habitación lo suficientemente rápido. Le sonrío
alegremente a la secretaria, y luego abro la puerta exterior y
prácticamente corro por el pasillo para alejarme de ese vil hombre con
sonrisa sexy.
Lo odio. Quiero decir, odiaba lo que representaba cuando entré en
esa reunión. Pero ahora solo lo odio en todas las formas posibles. Hizo
todo eso para hacerme quedar mal. Haciéndose ver tan inteligente.
Haciéndome sentir…
—¡Oye, Tiffy!
Oh, no, no lo hará. No me avergonzará así y luego esperará que sea
civilizada en el maldito pasillo. Me dirijo hacia los ascensores y presiono
el botón. Dios me ama, porque las puertas se abren y no hay nadie
dentro. Me apresuro a entrar, presiono el botón de mi piso y luego me
apoyo contra las paredes con espejos.
Pero justo cuando las puertas están a punto de cerrarse, una mano
está ahí para arruinar mi escape.
—Hola —dice Fletcher, entrando conmigo—. ¿No me oíste decir tu
nombre?
—Le oí.
—Entonces me ignoraste.
—¿Qué quiere, señor Novak? 35
—Bueno... solo... quería ver si te gustaba ese plan, eso es todo.
Realmente he estado trabajando en ello en mi tiempo libre.
—¿Entonces aspira a cosas más grandes que quitarse la ropa? —Me
estremezco, arrepintiéndome inmediatamente de abrir la boca. Espera lo
inesperado, Tiffy. ¿No es ese tu lema? Entonces, ¿por qué estás tan
enojada con Fletcher Novak si te hizo el mismo truco?
Solo lo estoy. Eso es todo.
—Hmm. —Es la única respuesta de Fletcher a mi arrebato.
—Lo siento —digo, respirando hondo—. Eso no fue... apropiado.
Se queda en silencio por un momento.
—Está bien. Al menos fuiste honesta.
Pongo los ojos en blanco antes de que pueda detenerlos.
—Trato de ser honesto también.
Suelto una carcajada.
—Bien. ¿Tú? ¿Honesto?
—¿Qué se supone que significa eso?
—Tú, Fletcher Novak, eres un jugador. Eres un mentiroso. Entraste
en mi reunión con tu propuesta cuando sabías muy bien que estábamos
allí para hablar sobre ti.
—Hablamos sobre mí.
—¡Se suponía que debíamos discutir acciones disciplinarias! No tus
sueños y aspiraciones.
—¿Qué sabes sobre mis sueños y aspiraciones?
—Acabas de dejarlas caer todas sobre mí.
—Ahora es mi turno de reír. Te di un regalo. Una forma de mover
este pequeño espectáculo hacia adelante.
—Y salvar tu culo en el proceso —me burlo.
—Un plan de negocios completo para un crecimiento exponencial.
—Y supongo que te gustaría ser uno de los bailarines que vaya a Las
Vegas, ¿correcto? ¿Ver tu nombre en luces? Ver dinero, y más chicas
cachondas y de una sola noche de las que puedas contar. Ese es tu
sueño, y te diré en este momento, a mi padre le gustaría tu plan, pero tú
no.
—¿Por qué no? ¿Qué le he hecho alguna vez?
—Eres turbio y deshonesto, y un tramposo. A mi padre le gusta la
integridad, señor Novak. —Las puertas se abren en mi piso y me
apresuro, pero Fletcher me sigue—. ¿Qué estás haciendo? —digo,
girándome para encontrarlo.
—¿Cuál es tu problema? ¿Fue el beso de anoche? ¿Te gustó? ¿Fue
por el hecho de que agarraste mi polla y te diste cuenta que la deseabas?
¿Y luego viste que podría tener a alguien y te sentiste insegura? 36
—¡Ja! Eso desearías. Soy mucho mejor que tú. Créeme, ese beso no
significó nada. Y tu... tu...
—Polla —dice con una sonrisa y un guiño.
—No fue nada… —Y me quedo sin palabras porque mi mente está
atrapada en el tamaño de su considerable... polla.
Se ríe cuando las puertas del ascensor se cierran, dejándonos en el
pasillo frente a mi ático. Camina hacia mí, haciéndome retroceder hasta
que mi espalda está presionada contra la puerta.
—Te gustó, Tiffy. Crees que soy adorable.
—No —digo, negando—. Creo que eres un jugador. Creo que les
mientes a las mujeres, les dices lo que quieren escuchar para salirte con
la tuya. Y no va a funcionar conmigo.
—¿Les miento? No. No miento. Les digo cosas buenas, claro. Las
hago sentir especiales, sí. ¿Y sabes por qué hago estas cosas, Tiffy?
—¡Para conseguir un revolcón!
—Para hacer que se sientan especiales. Para limpiar toda la mierda
que otro hombre ya puso en sus cabezas. Para hacerlas sonreír. ¿Qué
hay de malo en hacerlas sonreír?
—Mientes. Dices cosas que no quieres decir como un medio para un
fin.
—No lo hago. Digo cosas que son verdaderas. Solo me abstengo de
decir cosas que las lastiman. Eso es todo. Les digo que son bonitas
porque lo son. Les digo que me hacen sentir bien, porque lo hacen. Les
digo cosas que las hacen felices. Todo es cierto.
—No te creo. ¿Qué mujer quiere ser utilizada por una noche y
arrojada a la acera al día siguiente?
—Las mujeres que asisten a un espectáculo de striptease y luego se
van a casa con un stripper.
—Eres un imbécil.
—Pero te gusta, ¿verdad? —Se acerca unos pasos más, haciéndome
sentir atrapada por su mirada y sus palabras—. ¿Alguien te lastimó,
Tiffy? ¿Algún hombre grande y malo hirió tus sentimientos? ¿Te dijo que
eras gorda? ¿Te dijo que eras estúpida? ¿Te dijo que no eras lo
suficientemente buena?
—Aléjate de mí, Fletcher, te lo advierto.
—Ni siquiera te estoy tocando, Tiffy. Pero quieres que lo haga,
¿verdad? —Da un último paso hasta que estamos apenas a unos
centímetros de distancia—. Si te llevara a casa, borraría toda esa mierda
de tu mente. Te diría que eres bonita porque lo eres. Te diría que eres
inteligente porque lo eres. Te diría que eres mejor que yo porque ningún
hombre que valga algo querría nada más. Y todo eso es cierto, Tiffy.
Dejaría fuera todas las cosas negativas sobre ti. ¿Eso es decirte lo que
quieres escuchar? Bien, tal vez lo es. Pero me gusta ser amable.
Demándame. 37
—Te gusta conseguir lo que quieres. —Está tan cerca de mí que
puedo ver pequeñas manchas de color verde en sus ojos azules.
—Es cierto —susurra—. Lo hago. Pero no lastimaré a nadie en el
proceso.
—Dile eso a las mujeres descartadas que dejas atrás.
—Todas lo saben. Porque se los digo. Una noche solamente. Tómalo
o déjalo. —Me sonríe, y luego coloca sus manos a cada lado de mi cabeza,
enjaulándome. Se inclina tanto hacia adelante que su cabello cuelga y se
mueve contra mi mejilla, haciéndome temblar—. Siempre lo toman.
—Lo toman porque te desean. Nadie quiere una aventura de una
noche.
—Joder. —Se ríe, alejándose de mí. El calor de su cuerpo desaparece
con él, y tengo que respirar profundamente para calmar mi corazón—. No
puedo ganar contigo, ¿verdad? —Sus ojos son brillantes y su sonrisa es
real. Se está divirtiendo ahora.
Solo lo miro fijamente.
Y luego su boca está en la mía. Sus manos están detrás de mi
cabeza, tirando de mí hacia él. Su lengua hace un pequeño baile contra
mis labios, rogándome que me abra para él. Siento una oleada de calor y
de mareo cuando el momento me atrapa y me aprieta.
—Abre la boca —susurra—. Quiero sentir tu lengua.
—Detente —digo débilmente.
Se detiene. Pero siento haberlo dicho, porque quiero más, no menos.
Sin embargo, es demasiado tarde. Levanta la cabeza y retrocede. Me
da una mirada más antes de girar y caminar por el pasillo hacia las
escaleras.
—¿Fletcher? —digo suavemente, justo cuando desaparece por la
puerta.
No sé qué hacer, así que hago lo único que se me ocurre.
Voy detrás de él.

38
7
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
Espero dentro de la escalera, apoyado contra la pared. La puerta se
abre de golpe, casi pegándome en el rostro, y luego la aparto y allí está
ella.
Tiffy Preston estuvo en mi mente toda la maldita noche. Incluso
antes de saber su nombre. Su cálido aliento sobre la tela de mis vaqueros
durante el espectáculo de anoche. Sus ojos alzados. Soñé con esos
alzados. Empujando mi polla por su garganta mientras me miraba. Tal
vez un poco de rímel corriendo por su rostro no estaría mal con el esfuerzo
de tragarme. 39
—¡Tú! —grita, mientras me empuja con fuerza en el pecho,
haciéndome dar un paso atrás.
Mi polla ya está dura.
—¿Qué estás haciendo? —grita. Y si aún no supiera que esta
escalera era insonorizada, me preocuparía por lo ruidosa que es. Pero sé
que está insonorizada. He tenido otras chicas gritando aquí antes.
Y ahora es su turno.
Porque necesito apartar a esta chica de mi mente y solo hay una
manera segura de hacerlo.
Follándola.
Una vez que la folle, dejará de existir. Así es como siempre ha sido,
y así es como será. Una solución muy simple al problema que es Tiffy
Preston.
—Di algo, maldición.
—¿Por qué me seguiste? —Lo pregunto tan tranquilo como puedo
estar. Ninguna sílaba traiciona la forma en que quiero empujarla, bajar
ese vestido de lirio blanco por sus muslos y follarla desde atrás.
—¿Qué? —Parpadea hacia mí.
Casi me río. Pero estoy tan jodidamente excitado. Estoy tan
necesitado de liberación, y necesito que suceda ahora. No quiero que
empiece a sentirse cómoda conmigo. Solo quiero que haga lo que le dicen.
—¿Por qué, Tiffy?
Se da la vuelta, toma la manija de la puerta y tira. Pero está
bloqueada desde el exterior y retrocede un paso cuando se da cuenta.
—¡Estamos encerrados! —Se gira hacia mí—. Qué…
Pongo mi mano sobre su boca. Es un movimiento brusco, y lo toma
con calma, así que tengo que darle crédito por eso.
—Shhh. Solo ven conmigo.
La tomo de la mano y empiezo a subir las escaleras que conducen a
la azotea. Esa puerta también está cerrada, pero aprieto mi espalda
contra ella, haciendo que la tarjeta en mi bolsillo trasero active el
mecanismo, y luego le doy una sonrisa a Tiffy para que no se dé cuenta
que no estamos encerrados.
No puedo hacer que salga corriendo antes de tener la oportunidad
de borrarla de mis pensamientos.
—¿Qué es esto? —cuestiona, toda inocente, cuando salimos al fresco
aire de la mañana.
—¿Qué parece? —pregunto, una pequeña sonrisa de satisfacción
aparece contra mi deseo.
—¿Un jardín?
—Más o menos —digo, llevándola lejos de la puerta y a la única
forma de volver a bajar, para que pueda concentrarse en lo que sucederá 40
aquí conmigo—. Supongo que pensaron en una terraza ajardinada en la
azotea en algún punto. Pero ya sabes, estamos a más de tres mil metros
de altura y es más difícil cultivar cosas aquí de lo que la mayoría cree.
—Te criaste en Tahoe.
—En North Shore, nacido y criado.
—¿Qué hacen tus padres?
—Murieron —digo, buscando su rostro. La beso antes de que tenga
la oportunidad de decir, lo siento, como todas las demás. Principalmente
porque solo quiero imaginar sus labios alrededor de mi polla, pero
también para callarla respecto a mi familia.
Me besa esta vez. La azotea les hace eso. Les hace pensar que a) son
especiales y b) están solas. Cuando en realidad hay varios edificios cerca
más altos que el Landslide, técnicamente mucha gente puede vernos.
Se aleja del beso y gruño mi descontento mientras tartamudea para
encontrar las palabras.
—¿Cuántas chicas has traído aquí?
Mierda, se suponía que debía pensar que era la única.
—No muchas —digo. Arruga la nariz hacia mí, pero no es una
mentira—. Soy un tipo espontáneo, Tiffy. Y subir las escaleras hacia la
azotea desde el piso del ático no es algo que puedas hacer
espontáneamente.
—Oh.
Me mira por un segundo. No con sospecha por una vez, sino tal vez
con un poco de alivio. Me gusta un poco.
—Vamos, déjame mostrarte algo. —Tomo su mano, todavía riendo
un poco por dentro por lo fácil que es hacer pasar a una chica del odio
ciego a la lujuria ciega—. Mira, tenían todos estos jardines elevados
planeados y todo. —Muevo mi mano hacia las secciones de concreto que
actúan como macizos de flores—. Por alguna razón, abandonaron el
proyecto y esto es todo lo que queda. —No es muy impresionante. Solo
algunos arbustos muertos y las malezas que crecen aquí en el verano—.
Pero sí tienen este pequeño cobertizo para macetas.
—Oh, eso es lindo —dice Tiffy. Miro hacia atrás y suelto una sonrisa.
Nunca he estado aquí durante el día. Ir furtivamente hasta el piso
del ático no es una actividad diurna. Pero no tuve que escabullirme.
Entonces aquí está a plena luz del sol. Tengo que admitir que es un poco
de mala calidad cuando no está envuelto en oscuridad y apenas
iluminado por las estrellas. Está hecho de bloques de hormigón gris, el
vidrio está sucio y hay una capa de polvo adherida a los paneles. La
puerta de metal está un poco oxidada y chirría cuando la abro.
Hay un pequeño cobertizo en la esquina más alejada, y suelto la
mano de Tiffy para acercarme. 41
—¿Qué es eso? —pregunta—. ¿Tu escondite de cosas sucias?
Miro por encima de mi hombro y sonrío.
—¿Cosas sucias?
—Sabes a lo que me refiero.
Es mi escondrijo de cosas sucias, y debería estar enojada por eso.
Pero tal vez la capa de polvo sobre la caja de zapatos sea todo lo que
necesite para creerme cuando digo que ha pasado un tiempo. Levanto el
pestillo y abro la tapa.
—Oh, Dios mío. Es tu lugar de cosas sucias. ¿Cuántas veces tuviste
sexo en esa manta?
Tiro la manta en el suelo.
—Nunca, loca. Se lo hago de pie.
—Cretino.
—Oye, tú preguntaste. Si no quieres saber sobre la vida secreta de
Fletcher Novak, no preguntes.
—¿Es eso lo que les dices? ¿No pregunten?
—Te lo acabo de decir, ¿no? —Lamento mis palabras en el momento
en que salen de mi boca. Se aleja—. Lo siento —digo, hablando en serio.
Nunca hago sentir mal a las chicas cuando captan mi atención. Es una
noche, me aseguro de que lo sepan. Y acabo de decirle a Tiffy que es algo
que ocurre una sola vez. Pero no tengo que frotárselo en el rostro—. No
he tenido sexo en esta manta, ¿de acuerdo? La uso para picnics.
—He oído todo ahora. —Resopla.
—Oye, soy romántico, ¿qué puedo decir?
—Estás jugando conmigo en este momento, ¿verdad?
—Solo si quieres que te toque.
—¿Por qué me trajiste aquí?
—¿Por qué piensas?
Nos miramos uno al otro durante unos segundos. Prácticamente
puedo escuchar sus pensamientos. Su voz interior le dice que corra. Que
se aleje de mí lo más posible. Todas piensan eso. Pero ninguna puede
resistirme. No estoy diciendo eso para ser desagradable. Es cierto. Tengo
ese factor “eso”. Algo sobre mí solo grita sexy.
—¿Has pensado en mí? —pregunto—. ¿Desde la última noche en el
espectáculo? Porque he pensado en ti.
—¿Qué pensaste de mí? ¿Que seré tu próxima víctima?
—No en realidad. —Aliso la manta en el suelo y luego doy un paso
hacia ella, tomando su rostro entre mis manos y apretándolo contra mi
pecho—. Pensé en tu cálido aliento mientras jadeabas contra mi polla
cuando estaba parado en tu silla. Pensé en tus ojos alzados mirándome
si alguna vez tenía la oportunidad de ponerte de rodillas.
Traga aire. 42
—Ahora dime en qué has estado pensando. Porque no estarías aquí
si no quisieras estarlo.
—Estamos encerrados —susurra mientras mi boca se mueve más
cerca.
La beso suavemente. Sin lengua, solo un beso pequeño y tierno que
hace que las chicas se derritan.
—Tienes teléfono, Tiffy. Una llamada a tu mejor amigo, Claudio, y
eres libre.
Me mira.
—Pero a pesar de que podría ser el mayor idiota que hayas conocido,
me deseas, ¿verdad?
Traga con fuerza.
—Y te deseo. Es por eso que estamos aquí. Te deseo. Entonces, si no
sientes lo mismo, ahora tienes la oportunidad de decírmelo.
—Quiero… —Se detiene. Había una palabra en sus labios, pero estoy
casi seguro que no era mi nombre. Los celos me calientan un
milisegundo. ¿Qué clase de chica tiene el nombre de otro hombre en su
lengua cuando me mira a los ojos?
—¿Qué? —digo bruscamente—. ¿Qué ibas a decir?
—Quiero ser irresistible. Como tú.
—¿Qué? —Tengo que admitir que estoy sorprendido. Y luego me
río—. ¿Eres virgen?
—Tengo veintiséis años, imbécil. No soy jodidamente virgen.
—Entonces, ¿qué quieres decir? Estoy confundido.
—Eres solo… —Suspira—. Tan bueno en esto. Seducción, ¿verdad?
Soy mala en eso.
—¿A quién quieres seducir? —Mi rabia celosa regresa.
—A nadie. No específicamente. Pero eres tan seguro. Y soy tan... no.
Siento que debería tomar notas.
Es mi turno de suspirar.
—¿Qué? ¿Quieres que te enseñe cómo seducir a alguien? —La ironía
no me pasa desapercibida.
—Bien, mira. Te odio. Realmente lo hago. Me hiciste agarrar tu polla
anoche y luego me acusaste de acosarte sexualmente. Me hiciste sentir
como una idiota en esa reunión con tus planes y propuestas. Y ahora
estoy en tu guarida sexual, y no estoy segura qué está pasando. —Me
mira con ojos suplicantes—. Dime cómo obtienes todo ese control. ¿Cómo
lo haces?
Pienso en eso por unos segundos, y luego tomo un riesgo calculado.
—¿Cuántas mamadas has dado en tu vida, Tiffy?
43
—¿Qué? —Se ríe, poniendo su mano sobre su corazón como si la
palabra “mamada” fuera un asalto a su virtud.
—¿Alguna?
—He dado... una —admite, y luego desvía la mirada.
Estoy excitado nuevamente.
—¿Una? Una no es suficiente. Si deseas saber cómo controlar a un
hombre, no necesitas mirar más allá de tu propia boca. Los hombres se
sienten atraídos por los labios. Cada chica en la que piensan sexualmente
comienza con una imagen de su polla en la boca de esa chica. Entonces,
si quieres control, tienes que llevar a un hombre a tu boca.
Respira hondo.
—Continúa.
Dios, ¿por qué estoy tan molesto porque me esté pidiendo consejos?
Puedo hacer que haga lo que quiera en este momento. Debería estar
celebrando.
—Por favor —suplica—. Dime.
Coloco una mano sobre su hombro y la empujo.
—Ponte de rodillas.
Cae de rodillas sobre la manta sin preguntar y mi polla crece dentro
de mis vaqueros. Me mira a los ojos por un segundo, y luego la vergüenza
toma el control y baja la mirada.
—Mírame.
Lo hace. Esos asombrosos ojos verdes se levantan y casi gimo.
—Ahora muerde tu labio un poco. Capta mi atención. —Joder, tiene
toda mi atención mientras sus dientes blancos dan un pequeño mordisco
a su labio—. Eso está bien —le susurro, dejándome caer sobre una rodilla
frente a ella. Tomo su rostro con ambas manos y me inclino para otro
beso—. Ya puedo imaginar mi polla dura llenándote.
Y luego me levanto y comienzo a desabrochar mi cinturón. El metal
suena y el cuero hace un sonido de compresión mientras lo golpeo.
—Inclínate, pon tu frente sobre la manta y tus manos detrás de tu
espalda.
Da ese trago fuerte de nuevo, pero luego hace lo que le dije. Envuelvo
sus manos con el cinturón y lo aprieto lo suficiente para hacerla chillar.
—Ahora —instruyo, colocando una mano en su hombro para darle
un pequeño empujón—, vuelve a arrodillarte.
Lucha por enderezarse frente a mí, pero la ayudo cuando lo necesita
y luego allí está.
Perfecta.
Inocente.
Y perfectamente follable. 44
—En mi opinión, las chicas usan demasiado las manos. Así que la
lección número uno para dar una mamada fabulosa es dejar que el tipo
haga lo suyo. Primero déjalo jugar contigo y mantén las manos quietas.
—Desabotono mis pantalones con un pequeño chasquido y luego bajo la
cremallera. Busco dentro, saco mi polla duro de mis calzoncillos y se la
presento.
Mira mi longitud por un momento, y luego sus ojos se disparan hacia
los míos.
Santa madre. Quiero correrme en su rostro y ni siquiera hemos
comenzado.
—No abras la boca todavía, Tiffy. —Lo juro, tiembla cuando digo su
nombre—. Solo déjame frotar mi polla a lo largo de tus labios.
Mantiene su boca cerrada mientras llevo mi punta a su rostro. Y
cuando toco su suave piel, sus labios no se juntan. Se mueven, muy
ligeramente, mientras juego.
—¿Quieres saber cómo hacer que un hombre quiera su polla en tu
boca, Tiffy?
Asiente. Y luego, aunque no lo espero, dice:
—Sí, Fletcher. Cuéntamelo. Muéstrame cómo hacerlo.
Tengo que parar por un momento. Es increíblemente sexy.
—Si tus manos no están atadas a tu espalda, entonces coloca un
dedo en tu boca. Juega con él. Lleva su atención a tus labios. Hazlo
imaginar todas las formas en que pueden moverse. Cuando te muerdas
el labio, muéstrale un poco de lengua. Eso me vuelve loco. —Espera—.
Los volverás locos —corrijo.
Sonríe tímidamente por mi error. Sabe que es hermosa, maldición.
Probablemente dé cien mamadas y aquí estoy tratando de decirle qué
hacer. Mierda, probablemente está jugando conmigo.
No puedo manejar ese pensamiento. No puedo manejar la imagen de
ella chupando a otros hombres y tomándome por un polvo. Así que dejo
de jugar con su boca y apunto mi polla justo en su apertura.
Sus labios se envuelven alrededor de mí, chupando un poco. Joder,
sí, esta chica está excitada. Me mira, sus ojos a medio cerrar y sus
mejillas ruborizadas. Agarro su cabeza y la acerco más a mí, poco a poco
para que no tenga arcadas.
Inhala bruscamente por la nariz, haciendo todo lo posible para ser
complaciente.
Y eso es todo, hombre. Voy a volar.
Saco mi polla de su boca y la pongo de pie.
—¿Qué? —cuestiona—. ¿Qué hice mal?
—Nada —gruño—. Nada. —Le doy la vuelta y le desato las manos,
tirando el cinturón al suelo mientras la giro. La empujo contra la puerta 45
del cobertizo y levanto su vestido por sus muslos—. Casi me corro en tu
jodida garganta.
—¿No es ese el objetivo?
¿Objetivo? Mierda. Me fui. Piensa que es parte de algún tipo de
entrenamiento y estoy listo para explotar.
—Regla de hombre sexy número uno, princesa. Nunca te corras
antes que la chica.
Ríe mientras saco un condón de mi bolsillo trasero, rasgo el paquete
de aluminio y lo deslizo sobre mi eje.
—¿Reglas de hombre sexy?
—Sí —digo, agarrando sus caderas y levantándola para poder
separar sus muslos—. Es una columna en una revista que Chandler
reparte tras bastidores. Ahora deja de hablar.
8
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
—Espera.
—Mierda —murmura, dando un paso atrás deja ir mis piernas hasta
que mis pies vuelven a tocar el suelo. Toma aire un par de veces—. ¿Qué
pasa? —No suena enojado, lo cual me sorprende ya que claramente
parece listo para ponerse manos a la obra. Luego se pasa los dedos por
el cabello y me lanza una mirada que dice que está esforzándose, pero la
única cosa en su mente es follar.
—Apenas te conozco. —Suena muy necesitado, incluso para mí. Y
cuando sus cejas se fruncen, sé que está listo para marcharse. 46
Y no quiero que se vaya. Fletcher Novak puede ser un imbécil, pero
realmente es un imbécil muy sexy. Y tiene más experiencia en los dedos
de los pies que cualquier hombre con quien haya estado. Y la promesa de
sus dedos me tiene intrigada.
Así que salvo esta situación de la única forma que puedo.
—Dime qué hacer —digo, sonrojándome cuando salen las palabras.
Mi recompensa es una sonrisa. No solo cualquier sonrisa. Tampoco
es cualquier sonrisa de Fletcher Novak. Sino algo… muy… genuino. Sus
ojos azules brillan, y líneas sonrientes llenan su rostro. Se ve casi infantil.
Si es que un hombre duro como una roca como él puede verse infantil.
—Mierda. —Es su respuesta—. Ahora mismo eres como una jodida
estrella porno.
Me río.
—Para nada lo soy.
Agarra mi rostro y me besa con tantas ganas que mis rodillas se
debilitan. Me da vueltas la cabeza, y luego sus dientes agarran mi labio
dándole un mordisco. Me apartó por la sorpresa, pero sus manos se
aprietan contra mi cabeza, y empuja su lengua más adentro.
Y nos besamos. Jadeamos y nos retorcemos juntos. Sus caderas
encuentran las mías y empiezan a moverse. Presiona su erección contra
mi vientre, haciéndome acalorarme desde el centro.
Retrocede, todavía aferrándose a mi rostro con esas fuertes manos,
y me mira a los ojos. Siento como si pudiera mirar en mi interior. Todas
mis inseguridades y dudas. Todas mis fallas y defectos.
—¿Quieres saber cómo hacerme desearte, Tiffy?
Respiro con fuerza y asiento.
—Quiero saber cómo hacer que todos los hombres me deseen.
Quiero saber cómo lo haces. Eres… sexy. Y encantador. Pero eres malo
en todos los aspectos que odian las chicas. ¿Entonces por qué te desean?
—¿Por qué me deseas tú?
Trago.
—No estoy segura. Es lo que necesito saber. Quiero ser esa chica.
Quiero que los hombres me deseen de la forma en que te deseo ahora
mismo. —La lujuria en sus ojos se multiplica cuando asimila mis
palabras—. Y no tengo una buena razón para desearte. Ni siquiera me
gustas.
Se ríe ante eso y soy atraída más hondo en su hechizo.
—Eso es lo que dicen todas.
—¿Por qué lo dicen? ¿Por qué permiten que las uses si saben que
solo estás jugando? ¿Si saben que no hay ni un hueso honesto en tu
cuerpo, que estás usándolas?
—¿Por qué estás aquí? —pregunta mientras acaricia mi mejilla. Y
esa es la razón. 47
—Las engañas. Me estás engañando ahora mismo. Pretendiendo que
te importo con un gesto tierno.
—¿Por qué es pretender, si estoy intentando hacerte feliz en este
momento? ¿Por qué es una mentira?
—Porque no me quieres. Quieres follarme.
—¿Me quieres? —Su risa me hace estremecer. Esto es tan fácil para
él—. No, ¿verdad? Estás pidiéndome que te enseñe cómo lograr que los
hombres te deseen. No cómo hacer que yo te desee.
—Ya estás aquí.
—Estoy aquí porque llamaste mi atención. Así que obviamente estás
haciendo algo bien. —Me mira pensar en ello por un momento—. Pero
quieres a alguien más, ¿verdad? Y ese es el tipo en quien estás pensando
mientras estoy aquí de pie con mi polla presionándose contra tu vientre.
Ni siquiera puedo negarlo.
—Estás usándome.
Espero que se vaya, pero no lo hace. De hecho, hace lo opuesto.
Acaricia nuevamente mi mejilla y puedo sentir ese deseo ardiendo en mi
centro. Se inclina y besa mi boca de una forma diferente. Una forma
tierna.
Me derrito. Lo deseo de nuevo. Aunque sé que en cuanto nos
vayamos de este techo me arrepentiré, quiero que continúe.
—Lo tocas, Tiffy.
—¿Qué?
—A quien sea que desees. Quédate a solas con él, y tocas su brazo
así. —Pasa un dedo por mi piel desnuda y me hace temblar—. Muy
suavemente, casi haciendo cosquillas. Y luego lo miras a los ojos y
sonríes.
Su sonrisa, combinada con ese dedo arrastrándose por mi brazo, me
marea.
—Cuando le hablas —continúa, inclinándose hacia mi oído—, te
acercas. Tanto como puedas. Y bajas tu voz a un susurro. —Su aliento
golpea mi cuello y luego llega hasta la curva de mi oreja.
Gimo, presionando todo mi cuerpo contra él.
—Lo haces parecer fácil.
—Es fácil si son el uno para el otro.
—¿Cómo encuentras a tantas que son para ti cuando ni siquiera
puedo encontrar uno? —Lo miro, rogándole por su respuesta—. ¿Por qué
algunos atraen amor, y lo único que puedo encontrar es a… ti?
Se ríe, pero no tan fácil como antes.
—¿No recibes ofertas?
Niego. 48
—No así.
—¿Quieres que me detenga, Tiffy? —Me mira, mientras sus dedos
continúan obrando su magia en mi brazo—. Porque lo haré. —Aparto la
mirada, pero alza mi barbilla suavemente para que no pueda escapar—.
No quiero, pero lo haré.
Pero la verdad es que no quiero que pare. Quiero que me haga todo.
Todo. Pero por todas las razones equivocadas. Fletcher Novak es muy
sexy, pero no es mi tipo. Y esto me hace usarlo, así como él lo hace. Solo
quiero lo que sea que salga de esta experiencia y no al hombre en sí. Y
me meteré en muchos problemas con mi padre si se entera que estoy
teniendo esta clase de relación con un empleado.
—Tal vez nosotros…
Pero me detengo. Porque su mano se desliza bajo mi vestido y
empieza a juguetear con mi coño. Frotando mi clítoris justo a través de
mis bragas.
—Sé lo que les gusta a las chicas, Tiffy. Y sé qué les gusta a los
chicos. A todos nos gusta lo mismo. Sentirnos especiales. Sentirnos bien.
Y esto se siente bien, ¿verdad?
Prácticamente estoy jadeando, así de bien se siente.
Arranca el condón sin usar, arrojándolo a un lado, y luego toma mi
mano y la coloca sobre su dura polla, subiéndola y bajándola suavemente
hasta que hago un puño alrededor de él. Es grueso, y muy duro.
—A los chicos les gusta eso, Tiffy. —Toma mi otra mano, toma mi
dedo índice y luego lo lleva a mis labios—. Usa tu boca, ¿recuerdas?
Toco mis labios, luego lamo mi dedo.
—Mierda —gruñe—. Mierda, así. —Lo bombeo más rápido,
apretándolo más fuerte. Alza su cabeza y arquea su espalda un poco
antes de regresar su mirada a la mía—. ¿Qué tan cerca estás? Estoy
jodidamente cerca.
—Cerca —repito, luego dudo.
—¿Cómo te gusta correrte, Tiffy? ¿Con mi dedos haciendo esto? —
Toca mi clítoris en pequeño círculos y luego conduce un dedo más hondo,
empujándolo dentro, justo a través de mis bragas—. ¿O con mi polla
llenándote hasta que grites?
—Dios, no lo sé. En realidad nunca hago eso.
—¿Hacer qué? —pregunta, tomando el dedo que aún sigue en mis
labios y besándolo. Lo pone dentro de su boca y succiona, luego lo saca
y besa mi boca. Su boca está hambrienta. Es rudo de nuevo, la ternura
se ha olvidado.
—Correrme. En realidad no me corro.
Todo se detiene —su boca, sus dedos aún intentando hacerse
camino a través de la barrera de mis bragas de encaje de cien dólares—, 49
y simplemente me mira fijamente.
—¿No tienes orgasmos? ¿Nunca?
Me rio, un poco avergonzada.
—Sí lo hago, quiero decir, sí. Pero solo cuando me…
Ladea su cabeza.
—¿Cuando te…?
Me encojo de hombros.
—¿Masturbas? —termina.
Asiento, sonrojándome.
Y antes de darme cuenta, me levanta en sus brazos y está
arrodillándose en la manta. Me recuesta, luego abre mis piernas y se
ubica entre ellas. Su polla sigue tensa, y se toca un par de veces
ausentemente.
—No más charla, ¿bien?
Asiento, lista para que esa parte de esto termine.
—Solo cierra los ojos, relájate, y olvídate de toda esa mierda que
acabamos de hablar. Saca todo eso de tu cabeza y solo siéntete bien para
mí.
Y antes de que siquiera pueda asentir, sube mis rodillas hasta mi
pecho, con mis piernas abiertas, y se hunde entre ellas. Todavía tengo
puestas mis bragas y me tenso, pero acaricia mi rodilla suavemente y
susurra:
—Quédate quieta.
Me quedo quieta.
Hasta que el calor de su aliento pasa la delgada capa de tela que
está entre él y lo que ambos queremos claramente. Quiero que me
arranque las bragas. Quiero sentir la textura de su lengua mientras la
pasa por mis pliegues. Quiero que la meta dentro de mí, que me folle con
su boca de la forma en que me hizo follarlo con la mía.
Pero las deja puestas, lamiendo un camino ascendente y
descendente en el pliegue entre mis piernas como un experto. Sus
lamidas las mojan más que antes, y pronto puedo sentir el deseo
saliendo.
—Más —ruego. Necesito sentir más.
—Córrete entonces, Tiffy. Te daré dos orgasmos. Tres,
probablemente. Pero quiero que empiece así. Para que te relajes y dejes
que esa sensación se construya hasta que ya no puedas contenerla.
Santo Dios. No es de extrañar que consiga lo que quiere. Sus
palabras son mágicas. Todo lo que tiene que ver con esa boca es mágico.
Me está volviendo loca.
Mueve mis bragas a un lado. Solo una fracción. Solo lo suficiente 50
para que el aire roce mi clítoris. Solo lo suficiente para que la punta de
su lengua encuentre su marca. Solo lo suficiente para…
—Oh —gimo. Joder, sí—. Ohhh —gruño de nuevo. Agarro su cabello
y empujo su rostro más cerca.
Mi espalda se sacude y mis caderas se levantan, soy quien folla su
rostro ahora. Me froto a lo largo de su rasposa barbilla, moviendo mi
cuerpo para que me toque mientras llego al clímax y luego floto en los
gemidos del orgasmo más exquisito que he experimentado.
Me lame un par de veces más y luego muerde mi muslo interior
hasta que grito.
—Señorita Preston —susurra—. Creo que le debo una probada. —
Sube sobre mi cuerpo, arrastrando esa polla todavía dura por mi vientre,
justo sobre mi prístino vestido blanco de dos mil dólares.
Luego su lengua está en mi boca. Es dulce con mi propio deseo. Es
salada, una probada del momento sexual más grande que he tenido con
un hombre.
—No hemos acabado todavía —dice Fletcher, tomando mi mano y
bajándola a su polla. Lo aprieto, luego muevo mi dedo sobre la pequeña
perla de líquido, esparciéndolo a lo largo de su cabeza y cierro mis ojos—
. ¿Alguna vez has tenido orgasmos múltiples? —pregunta.
—No —murmuro somnolienta.
—Estás a punto de tenerlos. —Se baja de mí, me gira sobre mi
vientre, y baja el cierre de mi vestido.
No me importa lo que haga en este punto. Solo quiero más. Nunca
he tenido sexo como este. Nunca.
Retira mis brazos del vestido y luego lo baja por mis piernas y lo
arroja a un lado. Cuando miro sobre mi hombro, está de pie, quitándose
las botas. Lo veo desde esa posición y me sonríe mientras se quita sus
vaqueros desgastados y rasgados, una pierna a la vez.
Cierro mis ojos mientras se cierne sobre mi espalda. Abro mis
piernas y le doy acceso, pero me da una palmada en el culo y dice:
—Ciérralas, princesa. Te diré cuando quiera que te muevas.
Dios. Tiene toda mi atención de nuevo. Y obedezco sin cuestionarlo
porque claramente es el experto aquí.
Estira la mano entre mis piernas ahora cerradas. Toca mi culo, solo
brevemente, y luego empuja sus dedos dentro de mi coño, bombeando
dentro y fuera… rápido y rudo. Arrastra la piscina de líquido y saliva
hasta mi culo, y luego escucho el sonido característico de otro condón
siendo abierto. Se lo pone y luego coloca la punta de su dura polla entre
mis nalgas.
Miro sobre mi hombro, nerviosa.
—Nunca he…
—Shhh —dice—. Lo sé. Solo confía en mí.
51
No confío en él, ni por un segundo, pero su polla se desliza de mi
agujero y va directamente a mi coño como si estuviera hecho para él.
Rodea mi cadera y se extiende sobre mi espalda, inclinándose a un lado
un poco para poder seguir jugando conmigo mientras mueve su polla
dentro y fuera. Tan despacio que estoy gimiendo por más sin siquiera
darme cuenta.
Se siente tan maravilloso. Mi culo virgen está tan sensible a todo el
toqueteo nuevo. E incluso aunque esto es solo una follada a la vieja
usanza, es nuevo en cada forma posible.
La mano debajo de mí encuentra mi clítoris y empieza a tocarlo al
mismo ritmo que sus caderas.
Pierdo el control antes de darme cuenta de qué está pasando.
—Necesitabas una buena follada, Tiffy. Pero, puta mierda, mujer,
me estás volviendo loco con tus pequeños gemidos y gritos. Te follaría
todo el día si pudiera. Me comería tanto tu coño que estarías adolorida.
Me follaría tu culo y tu boca después.
Me corro. Me corro con fuerza. Luego nos da la vuelta, colocándome
sobre él. Me levanta un poco y empuja su polla dentro de mí.
—Móntame, princesa. —Estira las manos y aprieta mis dos tetas a
la vez, luego pellizca mis pezones hasta que jadeo—. Más fuerte —ordena,
mientras me muevo lentamente—. Más rápido.
Obedezco. Me muevo sobre él y luego caigo hacia adelante, agotada
más allá de toda creencia. Le da una palmada a mi culo, y el sonido de la
bofetada me despierta.
Me empujo contra él hacia abajo. Y me llena tanto que grito de dolor.
—Shhh —dice, besando mi boca—. Lo siento —susurra—. Solo
quiero estar dentro de ti. Hasta el fondo. —Y luego empuja mi exhausto
torso lejos de él, para quedar nuevamente sentada encima, y pellizca mis
pezones hasta que gruño—. Maldición, sí —dice—. Te gusta eso, ¿verdad,
princesa?
Murmuro un “sí”, pero antes de que pueda decir algo más, vuelve a
atraer mi torso contra su pecho y empieza a golpetear dentro de mí desde
abajo. Sus testículos abofetean mi culo tan fuerte que me quedo sin
aliento.
Completamente sin aliento.
Me sostiene mientras lucho por sentarme para poder follarlo de
nuevo. Agarra mis manos detrás de mi espalda y aprieta mis muñecas
con feroz determinación mientras sigue bombeando. El pequeño cuarto
se llena con el ruido de piel abofeteando piel, y eso es todo. La
participación sensorial extra es lo único que necesito para gritar mi tercer
orgasmo.
Fletcher se corre al mismo tiempo, gruñendo contra mi cuello. Suelta
mis muñecas y abofetea mi culo, luego agarra ambas nalgas mientras
llegamos al pináculo del placer juntos.
52
9
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Cuando me despierto, se ha ido.
Casi sonrío. De verdad. Jodido Cristo. Eso fue increíble. Mi primera
aventura de una noche. Solo que sucedió a mitad del día. Tengo que
reírme de eso.
Fletcher Novak. Me hizo correr tres veces.
Me doy la vuelta en la cama y por un momento tengo miedo de que
todavía pueda estar aquí mirándome. El pensamiento es suficiente para
sentarme y cubrirme los senos desnudos con mis brazos.
53
Pero realmente se ha ido. Y suspiro de alivio hasta que veo una nota
sobre el baúl.
Mierda.
La alcanzo y luego entrecierro mis ojos somnolientos hacia la
descuidada escritura.
Hola princesa,
Fue divertido y todo, pero me conoces. Solo me gustan las cosas de
una sola vez. Así que no te lo tomes muy a pecho, ¿de acuerdo? Solo
acéptalo por lo que es. Y oye, obtengo puntos por dejar una nota, ¿verdad?
Dejé abiertas las puertas del techo con piedras para que puedas salir de
allí toda cubierta y esa mierda.
Te quiero,
Fletch
Puto infierno. Gracias a Dios. Por un momento temí que realmente
pudiera estar interesado en mí. El sexo en la azotea es una cosa, pero
salir con un imbécil como Fletcher no está en mi futuro. En absoluto. Y
estoy un poco sorprendida de sentirme de esta manera. Quiero decir, ¿no
se supone que las chicas se sienten usadas después de esta clase de
cosas? Y lo admito, hubo algunos momentos durante todo ese tiempo en
los que pude haberme sentido un poco vulnerable. Pero no ahora.
Me siento... satisfecha. Y feliz. Y lista para probar mis nuevos
movimientos con el chico que realmente quiero.
Cole.
¡Mierda! Busco mi bolso, dejado descuidadamente en el suelo
cuando entré en el pequeño cobertizo, y reviso mi teléfono para ver la
hora. La una en punto. Tengo que encontrarme con Cole en una hora.
Salto y encuentro mi ropa y mis zapatos, luego me los pongo
mientras agarro mi bolso y tropiezo hacia la puerta.
Vaya. Tuve una aventura de una noche.
Sonrío un poco ante esa idea. Quiero decir, nunca he hecho eso
antes. Pero Fletcher Novak era el hombre perfecto para hacerlo, ¿verdad?
Sin Compromiso Novak. Debería tenerlo tatuado en el pecho. Además,
realmente me dio algunos consejos sobre cómo seducir a Cole. Necesito
hacer unos cambios. Cole simplemente no me ve como material de novia
y creo que si me pongo un poco sexy, podría pasar de ser una hermana
pequeña a ser una buena posibilidad.
Abro la puerta y salto los escalones. No me he sentido tan bien en
tanto tiempo que ni siquiera puedo recordarlo. Sexo. ¿Quién sabía que
era justo lo que necesitaba?
Sonrío un poco ante eso mientras llego a la puerta que da al pasillo
del ático. La abro solo un poco, echo un vistazo, y luego me deslizo por el
pasillo y me dirijo a mi habitación.
Jesús, espero que Claudio no me haya estado buscando. Fletcher 54
fue divertido, pero nunca —nunca—, le diré a nadie que tuve sexo con
ese puto.
Meto la llave en la puerta, abro, escucho, me quedo en silencio, y
luego entro, cerrando la puerta suavemente por si acaso.
—¿Claudio? —llamo.
Nada.
Genial. Corro por el pasillo, arrojo mi bolso al suelo, y luego me quito
la ropa y entro al enorme baño. Esto es espectacular. Tiene una enorme
bañera. La cual me gustaría aprovechar en este momento. Me encantaría
mantener esta buena sensación, relajar los músculos que se tensaron
durante mi sexo secreto, y disfrutar de la sensación.
Pero no puedo. Cita con Cole en menos de cincuenta minutos.
Hemos almorzado muchas veces y estoy segura que piensa que este
almuerzo irá de la misma manera. Yo, fingiendo que es una cita, él sin
tener ni idea como siempre. Pero está equivocado.
Tengo consejos de seducción de un stripper medio famoso. Y voy a
usar cada uno de ellos.
Bueno, tal vez no todos. No los de desnudarme. Quiero decir, Cole
no es un chico de una noche. Es un tipo serio. De mentalidad profesional.
Estable, confiable, y tal vez incluso ligeramente predecible. Me gustan
todas esas cosas.
Pero nada de eso dice que estaremos follando en la azotea después
de comer. No. Cole es un tipo de conquista lenta y constante. Necesito
dar un paso a la vez y el primer paso debe ser sutil. Solo hacer que me
mire de manera diferente. Hacer que me vea como una posibilidad,
incluso si es solo por un momento. Si pudiera hacer eso en el almuerzo
de hoy, lo llamaría un éxito.
Abro la ducha, la cual es perfecta. El ajuste de temperatura es lo
bastante cálido para que te mantengas caliente, pero no lo suficiente
como para quemarte. En otras palabras, sublime. Y cae con fuerza. Así
que genial, justo lo que necesitaba después de ese revolcón en la azotea.
Me miro en el espejo por un momento y repaso mentalmente todos
los consejos de Fletcher. Hacer que mire mi boca, dijo Fletcher. Ese fue
el más importante. Hacer que mire mi boca y luego morderme el labio un
poco. Tal vez si tenemos postre puedo meter mi dedo en un poco de
chocolate y luego lamerlo. O tal vez puedo hacer ese movimiento que los
hombres hacen en las películas todo el tiempo y quitarle un poco de
chocolate del labio.
Dios mío, me muero por empezar. Realmente necesitamos un postre.
El chocolate es perfecto
Me meto en la ducha y sonrío mientras me quito el perfume
almizclado de Fletcher y brevemente me pregunto si debería sentirme
culpable por haberlo follado mientras planifico mi cita con Cole.
Hmmm. Es un poco tonto. Pero necesario. Es investigación. Además,
Cole y yo no somos nada, así que no es engañar. Y sé que él tiene citas. 55
Yo no. Por lo que, si no podemos divertirnos antes de salir en citas,
entonces me está engañando.
Me río a carcajadas en la ducha. Cole es el infiel si esta aventura con
Fletch cuenta. Y eso es ridículo, por lo que no cuenta.
Viaje de culpabilidad finalizado.
—¿Tiffy? —llama Claudio desde la puerta— ¿De qué te estás riendo?
—Oh, hola —respondo—, ¿Cuándo volviste?
—Te estaba buscando en el casino. ¿Dónde demonios desapareciste?
—Tomé un taxi hasta el distrito comercial —improviso. Hice eso
anoche. Antes de todo lo de Fletcher en el espectáculo y mientras Claudio
recibía su tratamiento de spa aquí en el hotel. Pero la tienda no iba a
entregar el vestido hasta hoy, ya que no tuve tiempo de esperar a que lo
envolvieran.
—Oh, ¿ese paquete que llegó para ti?
—Ese mismo —le digo, aliviada de que mi tapadera tenga algo de
verdad—. Lo usaré para mi cita con Cole. Ábrelo y dime si te gusta.
—No es una cita, Tiff. Después de esto, estarás deprimida, como de
costumbre, cuando finalmente tengas que aceptarlo.
—Solo ve a verlo —digo antes de echarme un chorrito de champú en
el cabello y enjabonarlo.
—Me gusta —comenta Claudio desde la sala de estar unos minutos
después—. Gran color. El rosa siempre te queda bien. —Regresa al baño
y toma asiento en el tocador. El vidrio de la ducha es tan claro como la
ventana con la vista de la montaña en el dormitorio, pero este es Claudio.
Ni siquiera está remotamente interesado en verme desnuda en la ducha.
De hecho, se está mirando el cabello en el espejo—, Entonces, ¿cómo fue
el encuentro con Fletcher?
—¿Qué? —Casi me atraganto con el agua de la ducha.
—El encuentro de esta mañana. ¿Lo echaste?
Me río para mí misma.
—¿Qué es tan gracioso?
—No. Vino preparado con una propuesta para llevar el espectáculo
al siguiente nivel. Y estuvo bien, Claudio. Probablemente no puedo
ignorarlo. —Enjuago el champú y me pongo el acondicionador, luego
enjuago y termino. Claudio se está maquillando cuando salgo de la ducha
envuelta en una toalla.
—¿Te gusta el delineador de ojos?
Lo miro mientras paso, mis pies mojados golpean el suelo de mármol
de Carrera.
—Sabes que sí. Especialmente cuando has estado bebiendo.
Me da una sonrisa. 56
—Lo que ocurre en Las Vegas...
—No estamos en Las Vegas, idiota.
—Tahoe, Vegas, lo mismo. Máquinas tragamonedas y strippers
donde quiera que miro. Ese tipo del espectáculo es tan gay que camina
en el aire. Tengo mis ojos en él.
—Oh, Dios —digo mientras entro al dormitorio y sostengo el vestido.
Es el vestido de verano perfecto, clásico con un estampado de flores. No
es completamente sin mangas, hay un toque de volantes allí arriba. Y
tiene dos niveles, con el inferior quedándome justo por encima de la
rodilla. Si giro, y giré cuando lo compré anoche, entonces vuela y un
hombre interesado incluso puede echar un vistazo a las bragas rosas
perfectas. No demasiado revelador, una dama no muestra demasiado. Y
creo que a Cole le gustan las mujeres conservadoras. Mujeres suaves y
bonitas. Como yo. Siempre tengo rosa. Lo imagino amando el rosa.
Soy conservadora de la manera correcta. Me gustan las cosas
clásicas. Especialmente la moda. Y Cole usa ropa de corte clásico. No
esos pantalones ajustados que usan los hombres a la moda con sus
trajes. No, a Cole le gusta un corte que adula, pero no es demasiado
llamativo. Su estilo dice negocios.
—¿Siquiera me oíste? —pregunta Claudio irritado.
—¿Qué? Lo siento, estaba perdida en mis pensamientos. ¿No es este
vestido perfecto? ¡A Cole le va a encantar!
Arruga la nariz hacia mí con disgusto.
—No quiero hablar de Cole. Es aburrido.
—No es aburrido. Nos gustan todas las mismas cosas. Películas
clásicas, noches tranquilas en casa y los conciertos de música clásica.
Claudio resopla ante esa declaración y ahora estoy molesta.
—Nunca los he visto en un concierto de ese tipo antes —dice.
—Pero le gustan, Claudio. Lo conozco. He visto su lista de
reproducción en el trabajo. Es todo música clásica. Apuesto a que una
vez estemos juntos, frecuentaremos el ballet y todo eso. Oh, Dios mío —
chillo, dándome la vuelta para mirar a mi mejor amigo—. Apuesto a que
veremos El Cascanueces juntos en Navidad.
—Amiga, estás delirando. Lo he visto tanto como tú y no parece
remotamente interesado en un Hada de Caramelo. Pero ese stripper en el
espectáculo, ahora esa hada puede bailar. Mmm, mmm, mmm.
—No estás ayudando, Claudio. Ahora tengo la confianza de que esto
va a funcionar. Necesito tu apoyo.
Me mira de arriba abajo, luego inclina la cabeza y me mira de
soslayo.
—Tienes confianza. ¿De dónde vino eso?
—Caramba, gracias. Siempre he tenido confianza. Pero ahora siento
que tengo un plan. Dijiste que me ve como a una hermana. Lo cual no 57
creo —digo, antes que pueda poner fin a mi declaración—, pero tal vez
hay un poco de verdad en eso. Entonces, todo lo que tengo que hacer es
lograr que cambie de opinión y me vea como una mujer deseable.
¿Verdad? —Le sonrío.
Se rasca la cabeza con una uña delicada.
—De acuerdo, sabes que estoy de tu lado, y si sientes que Cole es tu
hombre para siempre, entonces estoy allí para ti, cariño. Pero…
—¡Sin peros! Ahora déjame prepararme. Solo tengo treinta y cinco
minutos para convertirme en la mujer de sus sueños.
—Bien —dice, inclinándose para besar mi mejilla—. Voy a acechar a
ese bombón y ver si me deja lamer sus abdominales.
Solo niego. Pero mi cita con Novak realmente me ha dado una nueva
perspectiva. La seducción es una habilidad. Todo lo que necesito hacer
es aprenderla. Y tengo buenos consejos para probar hoy.
Cole será mío.
Es solo cuestión de tiempo.
10
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
El teléfono sonando sobre la mesita de noche me despierta del sueño
más reparador que he tenido en semanas. Mierda.
Sonrío. Ese fue un buen polvo. La dejé allí toda sudada y enrojecida
por el sexo, luego volví a mi habitación y me desmayé. Estuve despierto
toda la pasada noche para preparar esa propuesta. Y parece que valió la
pena porque Tiffy Preston estaba lo suficientemente impresionada como
para mirarme con otros ojos.
No es que me importe. No lo hace. Y ahora que la he tenido, puedo
olvidarla. No me va a despedir por salir con las clientas del espectáculo. 58
Y no sabe de ninguna de las otras cosas que estoy haciendo. Muy bien.
Fue un movimiento excelente llevarla a esa azotea. Y me refiero a todas
las formas posibles.
El teléfono sonando me hace dar la vuelta y levantar el receptor de
la mesita de noche. El teléfono de la habitación significa recepción.
—¿Sí? —digo, molesto.
—Señor Novak —dice Kristen del servicio al cliente—. Tiene una
visitante. Se llama…
Mierda. No importa quién sea la chica, es alguien a quien no quiero
volver a ver. Una vez es suficiente.
—Dile que no estoy disponible en este momento.
—Por supuesto, Fletch. Perdón por molestarte. Sé que no te gusta
recibir llamadas. Pero es agresiva, y se ve enojada.
—Gracias por avisarme, Kristen.
Cuelgo el teléfono y miro la hora. Tengo hambre. Me salté el
desayuno esta mañana y ahora es bien pasada la hora del almuerzo. Así
que me obligo a levantarme y tomar una ducha.
Pienso en el trabajo mientras me lavo. No en este trabajo de stripper.
Eso no es un trabajo. Katie, ella es un trabajo. Quiero decir, la paga por
desnudarse es decente. Pero los contratos no tienen precio. Katie es mi
única clienta por el momento, pero la necesito. Así que más vale que se
me ocurra un plan para que consiga al hombre de sus sueños, así puedo
seguir avanzando. Tendremos llamadas diarias durante la próxima
semana para planificar toda la mierda.
Salgo, me quito la toalla y me pongo vaqueros, una camiseta de
Mountain Men y mis botas. Es hora de salir y ver cómo mi pequeño
mundo gira abajo.
Llego al bar unos minutos después y saludo a Sissy en la barra.
—Hola, Sis. ¿Qué te parece una Dos Equis y una ración grande de
nachos de pollo?
Sis me guiña un ojo.
—De acuerdo, Fletch.
Espero mi cerveza y luego giro en mi taburete para poder ver todo el
bar y el restaurante contiguo. Este lugar no siempre está tan lleno, pero
el Festival de Shakespeare dura todo el verano en el Village al norte, y la
gente acude como moscas a esa mierda, de modo que el casino está
atestado ahora mismo. Crecí aquí, así que he visto cada obra de
Shakespeare en vivo unas diez veces. Si tengo un período de sequía con
las amantes de los strippers en el espectáculo, generalmente puedo ligar
con una chica citando a ese viejo bastardo.
Buen material. Tahoe está repleto de buena mercancía. Y si puedo 59
lograr resolver esta última pequeña mierda, podría disfrutarlo más.
Pero está al alcance. Finalmente, siento que la vida está a punto de
ir en la dirección que quiero. Y no puedo esperar.

Observo la habitación y las personas mientras espero mi comida.


Chicas… un montón de chicas atractivas. Hombres… sobre todo
jugadores, y en su mayoría locales. Algunos del tipo profesionales ricos
que están aquí para jugar al golf y fingir que trajeron a la familia para
pasear en barco. Y una energía en el aire. Una energía que he llegado a
apreciar desde que tomé este trabajo como stripper.
Fue un buen movimiento.
—Hola, Fletch —dice Britt, una de las camareras del día, mientras
deja mi plato de nachos—. ¿Cómo van las cosas?
—Perfecto, Britt. Gracias por las patatas fritas.
Nunca me he follado a una camarera. O cualquiera que trabaje aquí,
para el caso. Pero salgo con ellas de vez en cuando. A Britt le gusta la
escalada. A Sis, la camarera entre semana, le gusta practicar rafting. El
río Truckee no es rápido ni desafiante, así que, por lo general, tomamos
una gran balsa, algunas cervezas en una hielera, y pasamos el día a la
deriva hasta el estanque, a unos pocos kilómetros de aquí.
Diría que son amigas. Buenas amigas, si insistes. No hablo de
negocios con ellas, pero no hablo de negocios con nadie, ni siquiera con
los otros tipos del espectáculo. Es agradable. Y casual. Que es como me
gusta mi vida. Casual. Lo dice todo, ¿verdad? Relajado. Alegre. Divertido.
La vida y la diversión van juntas como mierdas y risitas. Pero no
siempre ha sido así.
Deshecho ese último pensamiento de mi mente mientras saboreo mi
comida y bebo mi cerveza. El pasado es el pasado. Complicado.
No me gustan las complicaciones. Soy como el río, fluido y pacífico.
No me enojo, no me obsesiono y no me pongo serio.
Al menos con mujeres. He visto demasiado en los últimos diez años
para caer en esa trampa.
Me siento allí y disfruto de la vista, el bullicio del casino más allá de
las mesas, y el…
Espera un minuto. ¿Esa es…?
Aw, maldición. Tiffy Preston viene en mi dirección y tiene una gran
sonrisa en el rostro. Jesucristo, ¿no leyó mi nota? Quiero decir, ¿podría
haber sido más claro? Una sola vez, Tiff. ¡Solo una vez!
Doble mierda. Está saludando. Le brindo una sonrisa avergonzada
y me hundo en mi silla. ¿Le regreso el saludo? Quiero decir, es la hija del
gran jefe. ¿Tengo que ser educado y esa mierda? ¿Por qué demonios me 60
follé a la hija del jefe? Es una empleada. Al igual que Sis y Britt. ¿Por qué
diablos no me di cuenta antes de que mi polla sacará lo mejor de mí?
Sé por qué. Ella me mantuvo despierto toda la noche trabajando en
esa propuesta. Y me tuvo tan jodidamente duro en el espectáculo de
anoche. Agrega el intercambio en la puerta cuando estaba listo para
saltarle encima y me tendió una emboscada. Bueno, fue muy bien jugado
por su parte. Me tenía atrapado. Y ese traje de negocios no es mi tipo.
No tengo ni idea de en qué estaba pensando.
Me desplomo un poco más en mi silla y le hago un gesto con la mano,
esperando que esta conversación no se ponga fea.
—Hola —digo débilmente mientras esboza otra sonrisa, todavía
haciendo una línea recta hacia mi mesa.
—Tiffy —retumba una voz desde mi derecha. El chico de su
habitación anoche. Cole—. Estaba empezando a pensar que me ibas a
dejar plantado.
Tiffy se ríe y le permite darle un cortés abrazo mientras coloca su
mano en la parte baja de su espalda y la aleja del bar hacia una mesa al
otro lado del restaurante.
Mierda. Me siento allí, un poco avergonzado, luego un poco aliviado
de que no tuve que tener esa conversación incómoda con ella.
Esquivaste otra bala, Novak, me digo.
—Escuché que trató de despedirte esta mañana —dice Sis, mientras
abre otra cerveza y se lleva la vacía—. Y no se lo pusiste nada fácil.
—Sí. —Me río, recordando la reunión—. Fue divertido. La puse
nerviosa.
—Normalmente lo haces, Fletch.
Otro cliente llama a Sis y se va para tomar su pedido.
Puse nerviosa a Tiffy en la planta de arriba también. Es bastante
bonita, si te gustan las mujeres profesionales. Su vestido de esta mañana
era un atuendo de negocios, sofisticado. Blanco, sin mangas, justo debajo
de la rodilla, y absolutamente sin escote. Incluso sus pequeños zapatos
blancos eran zapatos de tacón de cinco centímetros aprobados por la
oficina.
Pero ahora se ve... diferente. Su vestido color rosa no es exactamente
casual, pero tampoco es profesional. Es seductor. Es corto. Y muy
escotado. Sus zapatos tienen pequeñas lentejuelas y definitivamente es
un tacón de diez centímetros.
Es sexy.
Maldita sea. Tiffy Preston no parece tan remilgada como pensé en
un principio.
Imagino sus piernas abiertas ante mí. Su suave maullido mientras
le lamía el coño. Clavando sus dedos con manicura en mi cabello.
Mierda. Estoy duro otra vez. 61
La observo mientras ese tipo Cole retira una silla y luego la acomoda
cuando ella se sienta. Está frente a mí, así que la veo sonreír un poco
mientras él camina alrededor para tomar asiento.
Hmmmm. ¿Qué está pasando aquí?
Estudio su rostro, esperando que me note mientras conversan. Pero
solo tiene ojos para él. ¿Me vio hace un rato? ¿Está tratando de ponerme
celoso almorzando con otro tipo después de follarme? ¿Después de que
le di tres malditos orgasmos hace apenas tres horas? ¿En serio?
—Pfft —murmuro en voz baja. Hará falta más que eso para hacerme
mirar dos veces.
Pero luego se lame los labios.
Espera. ¿Acabo de imaginar eso?
Nop. También se los está mordisqueando. Y luego, con la yema del
dedo, recorre su regordete labio inferior mientras simula casualmente
que se limpia una gota del champán rosado con el que el Señor Ricachón
le dio la bienvenida. ¿Champán rosado? ¿Quién demonios bebe alcohol
rosado?
Britt llega a su mesa con platos de cola de langosta y una nueva
botella de champán. Se ríe con ellos y me enojo un poco.
¿Tiffy está practicando mis consejos de seducción con ese tipo? ¿Ese
tipo? ¿En serio? Es como diez años mayor que ella. Es enorme. Como un
metro noventa y cinco por lo menos. Y debe pesar cien kilos. Apuesto a
que hace sus compras en Big & Tall. No puede hablar en serio. No hay
forma de que esté interesada en él.
Y eso solo me molesta más. Porque, oh, demonios no. No reparto
secretos comerciales a una aventura de una noche para que los utilice en
un candidato que no vale la pena. Cualquiera puede ver que no es
apropiado para ella. No es una posibilidad. De ninguna manera.
Me siento en mi mesa, bebiendo despacio mi cerveza mientras
proceso lo que está sucediendo y cómo me siento al respecto. No estoy
celoso. No. Estoy molesto. ¿Por qué diablos le di consejos? Cobro un buen
dinero por esa mierda. Diablos, hice que Katie firmara un contrato de seis
semanas y aún no le he dado ni un consejo.
Y, sin embargo, La señorita Mi Padre Es Dueño De Esta Ciudad,
prácticamente los regala a todos los ojos errantes en el lugar.
Y son muchos ojos errantes. Todos los empleados saben quién es
ella ahora. Britt está conversando con ellos como si fueran viejos amigos,
probablemente tomando notas.
Ahí está otra vez. Puta mierda, Tiffy acaba de lamerse los labios y
prácticamente le guiñó el ojo a ese tipo. Y Britt vio todo mientras dejaba
una delicada copa de mousse de chocolate frente a la traidora Preston.
Diablos, no. Nunca dejo que mis clientas trabajen mi magia aquí en
el casino. De lo contrario, podría perder negocios. Demonios, he ayudado 62
a más de una camarera a engatusar a un tipo rico en los últimos nueve
meses. Pagaron caro por ello. Y firmaron un acuerdo de confidencialidad.
Los secretos comerciales son secretos comerciales. Y he pasado años
inventando mis métodos. No voy a dejar que se salga con la suya
practicando en este imbécil para que todos lo vean.
Me bajo del taburete, me estiro la camiseta y me acerco a ella para
preguntarle qué diablos cree que está haciendo.
11
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
—¿Quieres un poco? —le pregunto a Cole, retirando un poco de
mousse de chocolate del pequeño plato en que lo sirven aquí—. Está tan
bueno. —Me meto la cuchara a la boca, disfruto el sabor, que no es tan
bueno, pero estoy actuando, y luego lamo mis labios y paso
delicadamente un dedo sobre una pequeña mancha de chocolate perdida.
Sus ojos están fijos en mi boca, al igual que Fletcher dijo que lo
estarían. Maldita sea, tenía razón sobre todo eso. Cole ha estado
respondiendo a cada truco. No de una manera obvia, por supuesto. Es
reservado. Y no pasas de una hermanita a una sexy novia en un almuerzo 63
de negocios de treinta minutos.
—Ah... uh... no, gracias, Tiffy. —Pero me sonríe cálidamente, luego
su mirada se dirige hacia mis labios mientras les doy un último
lengüetazo—. Entonces la cuenta en Reno es buena. Me ocupé de ese
pequeño problema. Pero —sonríe y niega—, somos una gran corporación.
Y San Francisco está teniendo problemas con la nueva fusión. Tu padre
me llamó mientras estaba en Reno y me puso al corriente. Puede que
necesite que regresemos y echemos una mano.
Mierda. Solo estoy empezando con los consejos de Fletcher. Si
regresamos a San Francisco, y luego volvemos a nuestra vida anterior,
Cole nunca volverá a verme bajo una nueva luz si mi padre está
interfiriendo. Mi padre no es exactamente un idiota con mis novios —
cuando tengo uno—, pero es uno de esos tipos sobreprotectores. Siempre
me ha advertido sobre las personas a las que les gustaré por mi dinero y
no por mí.
Cole es rico. Es de una familia muy rica con dinero heredado, como
nosotros, así que Cole no sería un problema en ese departamento. Pero
mi padre ve a Cole como un miembro más de la familia. Nunca insinuó
que haríamos una buena pareja. Por lo tanto, es mucho mejor hacer este
cambio lejos de casa.
—¿No podemos hacerlo a distancia? Quiero decir, una videollamada
es más o menos lo mismo que estar allí.
—Quizás —dice Cole.
Mi optimismo se eleva.
Y entonces lo veo.
Fletcher Novak está caminando hacia aquí.
Mierda. Tiene una expresión en su rostro que no puedo leer porque
no lo conozco tan bien, pero no se ve feliz.
—Señorita Preston —dice. Cole está de espaldas a él mientras se
acerca, por lo que tiene que girar en su asiento—. Qué gusto verla de
nuevo. Está positivamente brillante hoy. ¿Qué pasó para hacerla tan
feliz?
—Ah... —Me río y dirijo mis ojos hacia Cole—. Bueno, estoy feliz de
almorzar con mi compañero de trabajo favorito. —Le sonrío a Cole.
—¿Podemos ayudarle en algo? —pregunta Cole con un atisbo de
sospecha en su voz—. Quiero decir, no estoy seguro de que sea una buena
idea que socialicemos, señor Novak. Estoy seguro que puede entenderlo
después de sus acusaciones de anoche.
Oh, mierda. Fletcher tiene una mirada extraña en su rostro. Como
si fuera a decir algo que puede que no me guste.
—Tiffy y yo trabajamos…
—¿Fletcher? —Todas nuestras cabezas se vuelven hacia una chica
rubia mientras agarra a Fletcher del brazo y lo gira. Está furiosa. Sus 64
labios están apretados firmemente y está apretando la mandíbula—.
Llamé a tu habitación antes, pero me dijeron que no estabas allí.
—Mmmm... —Fletcher me mira y por un segundo creo que
realmente podría decirle dónde estaba—. No me llegó el mensaje.
—Estás mintiendo, pedazo de mierda. Estaba mirando a la chica en
la recepción cuando llamó a tu habitación después de que estuve
esperando por una hora para ver si mostrabas tu patético rostro.
—Mira, ah... —Fletcher se detiene, como si estuviera a punto de
decir su nombre pero no lo recuerda.
—Lisa —espeta ella—. ¡Lisa! ¿Cómo puedes no recordarme? Me
follaste…
—Oye, oye, oye —interrumpe Cole, levantándose de su silla—.
Señorita... ¿Lisa? —Baja la voz y espera que ella haga lo mismo—. ¿Hay
algún problema aquí?
Pero Lisa no le responde. Abofetea a Fletcher tan fuerte que suena
un crujido. Y a pesar que probablemente haya cincuenta personas en
este bar, se hace el silencio y todos nos miran.
Fletcher ni siquiera se inmuta. Solo me mira fijamente.
—Lisa Watkins. Esa soy yo. Una de las muchas, muchas, muchas
noches de Novak. ¿Y quién podrías ser? —espeta, y Cole en realidad se
retira una fracción, pensando que podría darle una bofetada después.
—Soy el gerente general de este hotel, señorita Watkins. Y si tiene
un problema con uno de nuestros empleados, puede hablar conmigo al
respecto. Pero no puede atacarlo. Podemos hablar en privado si quiere.
—Cole toma el brazo de Lisa, pero ella lo esquiva y pone sus manos en
sus caderas.
—No voy a ninguna parte. Y tampoco ellas. —Señala a un grupo de
chicas que están de pie a la derecha con la misma expresión de enojo en
sus rostros.
—Oh, mierda —murmura Fletcher en voz baja.
—¿Las conoces? —pregunta Cole a Fletcher.
—¡Conocerlas! —exclama furiosa Lisa—. ¡También las folló a todas!
No es más que un puto, señor Gerente General. Y es su empleado. Y me
aseguraré que todos sepan que este espectáculo es…
—Está bien —digo, poniéndome de pie e interrumpiéndola—.
Señorita Watkins, soy Tiffy Preston, la propietaria —lo que en realidad no
es mentira—, de este hotel. Y tendré que pedirle que venga a presentar
sus quejas en privado. No vamos a tener una escena aquí en el
restaurante. No va a agredir a mi empleado. Y si vuelve a intentar
cualquiera de esas cosas, llamaré a la policía y seguridad la retendrá
hasta que lleguen.
Ella respira profundamente y luego su enojo da paso a la frustración
y lo que podría ser vergüenza. 65
—Nos usó, señorita Preston. Nos usó como…
—Entiendo —digo, poniéndole una mano en el hombro y
empujándola hacia el casino—. Hablemos de eso en mi oficina, ¿está
bien? Y luego puede decirme todo en privado.
Cole abotona su chaqueta.
—Iré con ustedes, si eso está bien.
Lisa Watkins resopla y asiente.
—Pero todas tenemos que ir, señorita Preston. Nos hizo esto a todas.
Dirijo a las chicas hacia un lado.
—Todas son bienvenidas. —Sonrío dulcemente a Lisa y luego se da
la vuelta y comienza a caminar fuera del restaurante. Cole la sigue y le
echo un rápido vistazo a Fletcher.
No dice nada. Ni una negación como si estuvieran mintiendo. Ni una
palabra para defenderse. Solo se queda allí y frunce el ceño. Luciendo
muy, muy culpable.
Camino detrás de Cole y el grupo de chicas mientras nos dirigimos
al ascensor que lleva a las oficinas en el tercer piso de la torre este. Pienso
en Fletcher y en cuán imbécil debe ser para haber dormido con todas
esas mujeres. Probablemente les dejó la misma nota que me dejó esta
mañana. Y puedo ver cuán herida podría estar una mujer joven si hubiera
esperado algo más que sexo ardiente. Dios sabe que estoy agradecida de
que ni siquiera estoy remotamente interesada en él. Quiero decir, tiene
puto escrito por todas partes. Sabía eso de antemano.
Pero algunas de estas chicas se ven muy jóvenes. Especialmente la
señorita Watkins. ¿Veintiuno? ¿Tal vez veintidós? Y Fletcher está casi en
los treinta. Tiene experiencia y años tras de sí. Yo también. No soy una
chica universitaria con ojos de corderito.
Es triste realmente. Que sienta la necesidad de follar con estas
jóvenes. Usarlas para sentirse mejor solo porque puede.
Pero, por otro lado, es un stripper masculino, por todos los cielos.
¿Cuán tontas pueden ser estas chicas? Para empezar, solo es bueno para
una aventura de una noche.
Cuando llegamos al área de recepción, las llevo a todas a la sala de
conferencias justo cuando suena el teléfono de Cole. Revisa la pantalla,
luego me mira y hace una mueca.
—Es tu padre. Tengo que tomar esto.
—Puedo manejarlo. Pero, Cole —digo, agarrando su brazo realmente
rápido antes que se vaya—, no le menciones esto. No necesita esto en su
plato también.
—Entendido, Tiffy. Lo dejo en tus manos.
—Gracias. —Respiro hondo mientras contesta su teléfono y se va. Y
luego planto una sonrisa en mi rostro, entro a la habitación y cierro la
puerta.
66

Dos horas después, la última chica está a punto de terminar. Han


pasado dos horas del infierno con el Grupo de Apoyo de Odiamos a
Fletcher Novak de South Tahoe. Dos horas de llanto y amenazas de
castrar a mi stripper estrella. Dos horas de insultos y enojo. Dos horas
de “qué vas a hacer al respecto”.
Ni siquiera tengo una respuesta. Pero tengo que decirles algo.
—Damas, primero, gracias por venir y contarme sus historias. Como
mujer, sé lo que se siente ser vista como un objeto. Y sé lo mucho que
duele cuando te sientes engañada por un hombre que creías que estaba
interesado. Pero Fletcher Novak no tiene ninguna cláusula en su contrato
que le prohíba dormir con personas que no sean empleadas.
Y acabo de follarlo, así que estoy rompiendo más reglas que él, no
agrego.
—Pero —continúo—, les aseguro que tomaré medidas con respecto
a este asunto. Y su contrato será rediseñado en el momento en que pueda
hablar con los abogados.
—¿No va a despedirlo? —exclama Lisa.
—Bueno… —tartamudeo.
—Merece ser despedido —dice una chica llamada Cathy—. Ahora.
—Sí. —Un poco más de eco.
—No puedo prometer eso. Tienen que entender que estamos sujetos
a las leyes laborales. Si no rompió su contrato, entonces tengo que
reportarlo y darle una advertencia.
—¿Qué tal una mala representación de su espectáculo y casino?
¿Los artistas no tienen eso en sus contratos?
—No —miento. No estoy segura de por qué miento. Tal vez solo
porque necesito que estas chicas se vayan. No quiero que sigan o
presionen el asunto. No quiero que mi padre descubra nada al respecto.
Solo quiero aclarar las cosas, hacer los cambios necesarios y luego seguir
adelante—. Pero voy a vigilar muy de cerca este tema. Y no estoy diciendo
que no será despedido, solo que no digo que lo será. Entiendan que este
es un asunto interno y él también tiene derechos. Así que necesito
respetarlos y llevar esto a través de los canales apropiados. Pero puedo
decir que el Landslide no está interesado en un artista que presenta una
mala imagen de nuestro establecimiento.
Murmuran unas quejas más, pero zanjo el tema, les doy una mayor
garantía de que las cosas se resolverán y las acompaño fuera del hotel.
Las veo salir por la entrada principal, y me estremezco cuando Lisa
Watkins me mira con enojo por encima del hombro. No está satisfecha.
Y yo tampoco.
67
Fletcher realmente tiene que irse.
Doy media vuelta y camino al casino, preguntándome qué debo
hacer a continuación. Me pregunto durante todo el camino de regreso al
piso de la oficina, y luego me deshago de mi indecisión de regreso a la
sala de conferencias y me siento.
—¿Leslie? —llamo a la recepcionista.
—¿Sí, señorita Preston? —Se levanta de su silla y se apresura a ver
qué podría necesitar.
—¿Puedes mandarme un mensaje de texto con el número de
Fletcher?
—Claro, señora. Déjeme ir a buscarlo.
Miro por la ventana mientras espero. Ya es tarde y el sol se dirige
hacia las montañas en el lado oeste del lago.
Bueno, este día ciertamente comenzó mejor de lo que terminará.
Todavía no puedo creer que me haya acostado con Novak. Qué idiota
soy. Y no porque me sienta usada, como esas chicas. No lo hago. No estoy
interesada en un chico bonito como él, un hombre que piensa que puede
manipular al mundo con su encanto y buena apariencia.
Me siento decepcionada porque si mi padre se entera, estará
decepcionado conmigo por tomar una mala decisión.
No le temo a mi padre. No tengo miedo de que me grite o pierda mi
trabajo o mi fondo fiduciario. Solo quiero complacerlo. Y si descubre que
tuve un lapso de juicio tan monumental, bueno, me matará ver su rostro.
Mi teléfono zumba en mi bolso.
—Ese es el número —grita Leslie desde su escritorio.
—Gracias —grito en respuesta. Me levanto, cierro la puerta, y
presiono “llamar” mientras vuelvo a sentarme en mi silla.
—Sí —responde al primer timbre.
—Soy Tiffy.
—Lo sé.
—¿Puedes... bajar a la sala de conferencias?
—Está bien, Tiffy. Te ahorraré la molestia. Ya tengo un abogado. Se
pondrá en contacto contigo mañana. —Y luego recibo el sonido de
llamada terminada.
Maldición.
Presiono “llamar” de nuevo y esta vez suena el correo de voz.
Mierda. Los abogados son malas noticias. Si los abogados se
involucran, estoy jodida. Mi padre definitivamente escuchará sobre eso.
Pero no puedo permitir que Fletcher se salga con la suya. Realmente
no puedo. Lo que está haciendo está mal y necesita saberlo.
Creo que lo profesional es tener una conversación de adultos. Quiero
68
decir, no he sido exactamente profesional hoy. Pero como mi padre
siempre me dijo, nunca es demasiado tarde para pasar a otra página.
Me levanto y abro la puerta.
—¿Leslie? ¿Novak tiene una habitación aquí?
—Sí, señora. Se queda en el piso quince en la torre del ático. Él y
Chandler tienen una suite de cortesía.
—¿Qué número?
—Quince treinta y nueve.
—Gracias. —Vuelvo a la sala de conferencias y tomo mi bolso.
Supongo que tendré que ir a él si no va a atender mi llamada.
Mi corazón se acelera de camino hasta el quince. Está en la misma
torre que yo, y lo único en que puedo pensar durante todo el camino es
cuánto quiero volver a mi habitación y tomar uno de esos largos baños
de burbujas que ansiaba esta mañana.
Ah, y entonces me siento culpable por lo que hice con Fletcher.
¿Cómo pude haberla jodido tanto?
Me detengo frente a la habitación de su suite y luego dudo. ¿Tal vez
debería dejar que el departamento legal maneje esto? Podría empeorar
las cosas si me enfrento a él.
Pero no. Exploro en mi cabeza todas las razones por las que mi padre
no puede enterarse de esto, y luego golpeo la dura puerta de madera.
Escucho pasos y luego una pausa, lo que significa que
probablemente esté mirando por la mirilla.
Así que lo saludo.
—Solo necesito hablar —digo en mi tono más formal—. Cinco
minutos, eso es todo.
La puerta se abre una brecha.
—¿Qué?
—¿No quieres dar tu versión de la historia?
—Lo haré, cuando mi abogado esté presente. No voy a dejar que la
gente de tu corporación joda mi vida.
—Fletcher…
—Guarda tu aliento, princesa. Porque no tengo nada que decir. No
quiero perder este trabajo todavía y si crees que voy a dejar que una
Barbie me lo quite, estás equivocada.
—Nunca dije que iba a despedirte, ¿de acuerdo? Solo quiero
escuchar... —¿Qué quiero escuchar?—. Todas las cosas correctas —digo
con un profundo suspiro.
Me da una sonrisa torcida.
—¿Quieres que mienta y diga que no las he follado? ¿Que es su 69
palabra contra la mía?
—¿Así que te acostaste con todas ellas?
—Sí —admite como si esta es una conclusión inevitable—. ¿Qué
mierda importa? ¿Vendrás aquí y me sermonearás sobre sexo seguro?
Uso condones, como bien sabes.
—Oye…
—Oye, nada. Fui sincero contigo y también fui sincero con ellas.
Puede ser un movimiento de idiota follar así, pero no es ilegal.
—¿Puedo entrar?
Me mira con ojos entrecerrados.
—¿Por qué?
—Porque —susurro—, no quiero tener esta conversación de pie en
un pasillo.
—Dijiste cinco minutos. Te estoy cronometrando. —Abre la puerta y
entro.
Su suite es agradable. Hay un pequeño vestíbulo con una mesa y
una puerta a un armario y un segundo baño. Estoy familiarizada con el
plano.
—Esto es todo un beneficio que te damos. ¿Habitación gratis? Debe
ser agradable vivir en un hotel de lujo.
—Lo es. Ve al grano.
Camino hacia la sala de estar y observo todo. Tiene un ordenador
portátil abierto sobre la mesa de café y toneladas de papeles esparcidos
por todos lados. Me pasa con un empujón y comienza a reunirlos, luego
los guarda en un cajón de la mesa de la esquina como si no pudiera
deshacerse de ellos lo suficientemente rápido.
—Debo admitir que la historia que cuentan las chicas es triste.
—Sí, bueno, eso es porque son personas tristes. ¿Van a espectáculos
de striptease buscando un pedazo de culo y luego se sorprenden cuando
solo es sexo? Vamos. No están enojadas porque las follé. Están enojadas
porque solo lo hice una vez.

70
12
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
—Sí —admito, a punto de ser sarcástica. Pero reconozco que es
cierto. Él es… sexy. Quiero decir, enfrentémoslo. Fletcher Novak tiene
abdominales, muslos que te hacen gemir de solo imaginarlos agarrando
tus caderas, dedos y manos que saben justo cómo tocarte, y una polla
del tamaño de un pepino. Así que en lugar de ser sarcástica, solo suspiro
y digo—: Probablemente tienes razón.
—¿Qué? —pregunta, sorprendido por mi rendición—. ¿Me crees? —
Me mira a los ojos y me pierdo un poco en el azul.
—¿Qué es lo que no hay que creer? Eres… deseable —digo, 71
encontrando una mejor palabra que sexy—. Salieron lastimadas. Y estoy
segura que fuiste directo con ellas, ya que recibí el tratamiento de Novak
esta mañana y fuiste perfectamente claro conmigo. Así que sí, te creo.
Pero eso no significa que te hayas librado, Fletcher. No puedo ganar aquí.
Vas a llamar a un abogado si emprendo acciones y ellas van a… bueno,
quién diablos sabe qué podrían hacer. ¿Decirle a los medios? ¿Escribir
una carta a mis padres? ¿Intentar demandarnos por dejar que las
atacaras?
—No las ataqué, Tiffy. Me acosté con ellas. Se necesitan dos para
hacer esa mierda, ¿verdad? Entonces, ¿por qué siempre es culpa del
hombre? ¿Por qué debo pagar por hacer lo mismo que ellas hicieron? ¿Por
qué soy el tipo malo cuando ellas vinieron a mí? Demonios, ni siquiera
tuve que salir a buscarlas. Ellas me encontraron.
Y tiene razón. Todo eso es verdad.
—Es una doble moral. Lo entiendo. Pero ese no es el punto. El punto
es que no puedes hacer esa mierda y trabajar para esta compañía. Mi
padre se volvería loco si supiera que estabas actuando de esa forma.
—Soy un jodido stripper. Así es como se supone que actúe.
—Bueno, ninguno de los otros chicos en el espectáculo tiene una
manada de mujeres furiosas abofeteándolo en el restaurante del casino.
Ese eres tú. Y lo siento, pero voy a tener que…
—Quiero conservar este trabajo, Tiffy. No estoy bromeando. Quiero
conservar este trabajo por un poco más de tiempo y no permitiré que me
obligues a irme sin pelear.
—¿Qué significa eso? —En serio, ¿puede ser más misterioso?
Me mira por un segundo, como si no supiera qué decir. Pero la
indecisión pasa rápido, y la respuesta sale de su boca como todas las
otras mentiras.
—Soy quien decide irse, Tiffy. Y si rompo tus reglas, entonces
tendrías una razón para deshacerte de mí. Pero no lo hice. Ambos los
sabemos. Así que me quedo y eso es todo.
Me alejo. No tengo forma de salir de esto. Solo necesito ser una
profesional y hacer el trabajo para el que me contrataron.
—Oye —dice rudamente, acercándose detrás de mí—. Te vi hoy.
—¿Qué? —pregunto, mirándolo sobre mi hombro—. ¿Viste qué?
—A ti en la mesa con Cole. Es el tipo, ¿no es así? Te gusta, ¿verdad?
Tomaste nota esta mañana y luego lo usaste con él en el almuerzo. Lo vi
todo.
—No estamos hablando de mí, Fletcher. No hice nada malo.
—Me follaste esta mañana.
Mierda. 72
—Te gustó. Y —se ríe—, entendiste que fue solo diversión, ¿verdad?
—¿Y qué con eso? —Maldición. Ahora va a amenazarme. Va a decir:
Tiffy, le diré a tu padre la decepción que eres. Le diré que te follaste a un
completo extraño en la azotea de su hotel y te corriste tres veces.
Santo Dios. ¿Por qué demonios hice eso?
Fletcher Novak usará esto contra mí por una eternidad. ¿Por qué no
pensé en todo esto antes de permitir que mi vagina tuviera una fiesta con
él?
—Hagamos un trato.
—¿Qué trato? —pregunto, dándome la vuelta—. ¿Te dejo conservar
tu trabajo y no me delatas? No. No voy a jugar ese juego. Prefiero decirle
a mi padre que metí la pata y que todos lo sepan.
—Espera. ¿De qué demonios estás hablando? ¿Crees que voy a
decirle a tu padre? —Se ríe.
—¿No? ¿No vas a amenazar con arruinar mi vida si no te dejo
conservar tu trabajo?
Frunce el ceño y deja salir un largo suspiro.
—Realmente tienes una mala opinión de mí, ¿verdad?
Detengo el comentario sarcástico de nuevo. Porque tiene una mirada
en su rostro. Una mirada que parece extrañamente similar a la decepción
que tendría mi padre.
Así que lo reconsidero.
Es listo, eso lo sé basada en la propuesta de esta mañana. Y es
ambicioso. Eso es seguro. Solo ha trabajado aquí nueve meses y es una
estrella. Tiene una entrada en Wikipedia, me recuerdo. No tengo eso, y
soy la hija del multimillonario Randall Preston. Y es honesto. También
debo admitir eso. No ha mentido sobre nada. Es decir, no me gusta su
clase de verdad, en absoluto. Pero aun así me la dice.
—De hecho, no. Creo que hay mucho más en ti que solo quitarte la
ropa.
Sonríe. Es la misma sonrisa de esta mañana cuando estuvimos en
la azotea. Sus ojos se iluminan un poco y su sonrisa se ensancha.
—Entonces déjame ayudarte.
—¿Ayudarme cómo? No diciendo…
—No voy a decirle a un hombre que me acosté con su hija, Tiffy. En
serio, ¿qué demonios?
Lo miro. Y parpadeo un par de veces, intentando entender lo que
está diciendo.
—¿Entonces qué?
—Quieres a Cole, ¿verdad?
Solo me encojo de hombros.
—Me gusta un poco. Creo que haríamos una buena pareja.
73
—Solo admítelo —dice Fletcher, subiendo su mano a mi mejilla y
acariciándola suavemente. Mis entrañas dan un pequeño vuelco
mientras recuerdo las formas en que me tocó esta mañana—. Crees que
es sexy. Estabas coqueteando con él usando mis secretos
intercambiados…
—¿Secretos intercambiados? —Me carcajeo—. ¿Qué?
—… y estaban funcionando. Probablemente estarían funcionando
ahora si esas perras psicóticas no hubieran aparecido para arruinarlo.
—De hecho, Cole está en San Francisco…
—Lo dije en sentido figurado, Tiffy. Mi punto es, sabes que fueron
buenos consejos. Mira, te arreglaste, te quitaste ese traje de negocios e
hiciste todas las cosas que te dije. Soy bueno en esto. Así que mira, voy
a arreglar las cosas con Lisa y las otras chicas, aceptas que me quede
con mi trabajo, y para mostrarte mi agradecimiento, te ayudo a conseguir
a Cole. ¿Qué dices?
Le frunzo el ceño, segura que he sido embaucada.
—¿Cuál es la trampa?
—¿Qué trampa? Acabo de decírtelo. Sigo trabajando, me disculpo
por herir a esas chicas… incluso si no fue mi culpa, y te ayudo a
conseguir al tipo.
—¿Cómo arreglarás las cosas con esas chicas? Están enojadas.
Quieren que te despida, Fletcher. No puedo solo ignorar eso.
—Les encontraré hombres también. Hombres nuevos —añade
rápidamente—. No yo. Chicos buenos.
—¿Qué, eres una especie de casamentero? ¿De dónde diablos
sacarás chicos que salgan con ellas?
Cruza la habitación y abre un cajón lleno con archivos.
—Soy un casamentero. Tengo un negocio alterno. Porque lo sexy no
vende, Tiffy. Está a la venta.
Me río con fuerza de nuevo.
—¿Esa es tu línea?
—Es buena, ¿verdad? —Me sonríe, cien por ciento serio—. Soy un
genio para hacer parejas, Tiffy. Encontraré un chico para cada chica y
haré que Cole caiga por ti también. Soy bueno en esto, lo juro.
—¿Qué es todo eso? —pregunto, apuntando a los archivos.
—Clientes satisfechos. Clientela. Es un trabajo alterno que empecé
hace unos años y he logrado diecisiete emparejamientos de verdad. Mis
primeros dos están comprometidos. Y otros cinco van en la misma
dirección. Los otros diez, bueno, son trabajo en progreso. Pero todos
continúan. Y antes que explotes porque tengo dos trabajos sórdidos,
pregúntate por qué las mujeres podrían necesitarme. De verdad. —Me
mira fijamente como si esperara una respuesta.
—Porque… sabes lo que quieren los hombres, supongo. Y sabes lo 74
que quieren las mujeres, obviamente. Eres muy bueno en ese
departamento.
—Exactamente. No obligo a las mujeres a mirarme quitarme la ropa.
No obligo a las mujeres a contratarme para buscarles un novio. Lo único
que hago es llenar un hueco. Y necesitas llenarlo, Tiffy. También puedo
ayudarte.
Le frunzo el ceño.
—Ni siquiera me conoces. O a Cole.
Se da la vuelta, toma mis manos, las sujeta detrás de mi espalda y
me empuja contra la pared.
—Sé todo lo que necesito saber, señorita Preston.
El cambio del casual Tiffy al formal señorita Preston hace varias
cosas en mi corazón. Y cuando empuja sus caderas en mi culo, tengo que
recuperar el aliento.
—Sé que quieres que Cole te folle como lo hice esta mañana. —
Desliza su mano hacia mi cintura y luego a lo largo de la pequeña
hendidura debajo del hueso de la cadera—. ¿Quieres que te toque, Tiffy?
—Levanta mi seductor vestido rosa en un montón y luego está debajo,
acariciando mi muslo. Mi coño se tensa y hormiguea con anticipación de
lo que sé que viene. Debería detenerlo. No podemos hacer esto de nuevo.
Pero todo sobre Fletcher Novak me hace querer decir que sí—. ¿Quieres
que te haga correr tres veces seguidas? Puedo hacer que él quiera hacerlo.
Puedo cambiar la forma en que te ve. Puedo cumplir lo que crees que
deseas.
Y luego Fletcher está apartando mis bragas a un lado y acariciando
mi coño.
—Espera, ¿qué estás haciendo? —Jadeo. No podemos hacer esto de
nuevo.
—Es un tipo grande. Tiene manos grandes, ¿no?
Dios mío, ¿por qué Fletcher tiene este efecto en mí? ¿Por qué me
hace sentir tan bien?
—Mmmm —gimo, completamente avergonzada por permitir que me
encienda de nuevo, y sin embargo completamente incapaz de detenerlo.
—Apuesto a que dos de mis dedos equivalen a uno de los suyos.
—Fletcher, no podemos —gimo mientras desliza dos dedos dentro
de mí.
—Apuesto a que imaginas que te estirará así, ¿verdad?
Ni siquiera soy capaz de hablar en este momento.
—Estoy seguro que su polla es pequeña e insignificante y será una
gran decepción.
—¡Fletcher!
—Porque mi polla es el rey y siempre proporciona satisfacción. —
75
Fletcher se ríe, y me recuesto en su pecho un poco—. Pero si lo deseas,
puedo cumplirlo. Puedo. Pero en serio no estoy listo para dejar este
trabajo. Así que, princesa, déjame encargarme de las cosas, ¿de acuerdo?
Lo arreglaré todo. Y ambos terminaremos felices.
Sé que está mal —no el ceder a su plan, ya lo he superado—, está
mal querer que continúe. Pero lo hago. Así que finjo mi reticencia. Solo
un poco, así se esforzará un poco más para convencerme.
—No lo sé…
—Recuerda. —Respira en mi cuello, justo en la forma en que me dijo
que lo hiciera, y maldición, esa mierda funciona de nuevo—. ¿Cómo se
sintió estar con un hombre que presta atención? Puedo hacer que preste
atención, Tiffy. —Continúa acariciándome con los dedos, empujando
hacia dentro y hacia afuera en un movimiento tan lento que me está
matando con anticipación. Y luego retira sus dedos y lloriqueo.
Se ríe en mi cuello.
—Date la vuelta —dice, convirtiéndolo más en una orden que en una
solicitud.
Me giro lentamente, mirando al suelo. ¿Qué estoy haciendo? ¿No
acabo de convencerme que follarlo fue un error? Y ahora estoy atrapada
en esa red de nuevo.
Pero levanta mi barbilla con la yema de un dedo y espera a que suba
mis ojos hasta él.
Cuando finalmente lo hago, sonríe. Relajándome.
—Pon las manos sobre tu cabeza.
Parpadeo hacia él de nuevo.
—Hazlo.
Tomo un poco de aire y hago lo que me dice. Mis senos se elevan,
mis pezones se ponen turgentes y duros. El dobladillo de mi vestido cae
en la mitad de mi muslo ahora, y luego Fletcher presiona su rodilla entre
mis piernas, haciendo que la palpitación que comenzó a disminuir
cuando retiró sus dedos vuelva a empezar.
—Soy bueno —dice.
Asiento.
—Dilo.
—Eres bueno en esto, Fletcher.
—Dime que termine y lo haré.
Dios, quiero que termine.
—No te sientas culpable. Es divertido.
—Me siento culpable. Me siento sucia. Pero aún quiero que termines.
Esa sonrisa otra vez. Dios, es increíble. Me encanta verlo sonreír. Y
me hace darme cuenta que la sonrisa normal que usa todo el día no se
parece en nada a la real. Es falsa. 76
—Me gustaría también —dice—. Así que haz lo que se te diga, y este
encuentro de un día terminará a la perfección.
Sus manos se deslizan bajo mi vestido, agarrando mis nalgas. Me
levanta y presiona su cuerpo contra el mío, moviendo sus caderas contra
mí. No es suficiente para golpear el punto dulce entre mis piernas, solo
lo suficiente como para volverme loca de deseo.
Me besa. Su boca es suave y tierna en un momento, dura y
apremiante el siguiente. Su lengua se desliza contra la mía, probándome
desde dentro hacia fuera.
Se aleja y me mira con los ojos llenos de lujuria. ¿Realmente me
desea?
—Sigue siendo una cosa de una sola vez si lo hacemos nuevamente
en las mismas veinticuatro horas.
Bueno, supongo que eso responde a mi pregunta.
—¿Crees que Cole te follará como yo lo hice?
—Mm... ¿eso espero? —¿Qué diablos fue eso? ¿Detecto un indicio de
inseguridad en Fletcher Novak? Está desconcentrado en este momento.
Un poco como yo.
—Realmente debería detenerme. —Detiene sus caderas, esperando
ver si lo alentaré a seguir. Debemos estar teniendo la misma lucha.
Ambos lo queremos, pero sabemos que no deberíamos—. Dime que no
me detenga.
Y porque se me ha dicho que haga lo que se me dice, y estoy
racionalizando una mierda de esto ahora mismo, se lo digo.
—No te detengas.
Ambos estamos racionalizando esto, pero ninguno se preocupa. Me
baja hasta que mis pies encuentran el suelo y luego coloca mis manos en
la hebilla de su cinturón.
—Arrodíllate y sácame, Tiffy.
Lo miro, lo encuentro con los ojos solo por un breve instante, y luego
bajo la mirada a mis manos mientras automáticamente tiran del cinturón
de cuero marrón y comienzan a desabrocharlo.
Hunde sus manos en mi cabello, instándome a ir más rápido. La
hebilla tintinea mientras la suelto, y luego abro el botón y bajo la
cremallera. Puedo ver su bulto duro presionando contra sus calzoncillos
negros y no puedo tocarlo lo suficientemente rápido.
Pongo mi palma en su cálida polla.
Gime.
—Sí. Maldición, sí. Tómala, Tiffy. Aprieta con fuerza. Y luego coloca
tu boca sobre ella y lame a través de la tela.
Lo agarro con fuerza como quiere que lo haga, y luego me inclino y
coloco mi boca sobre su longitud. Su polla salta por mi caricia, y eso solo 77
me da ganas de hacer más. Arrastro mi lengua hacia arriba y abajo de su
eje, presionando con un poco de fuerza. Gime de nuevo y luego sus
manos, todavía empuñando mi cabello, comienzan a frotar mi rostro en
su polla. Esta vez estoy más cómoda, así que dejo que me controle.
Retrocede un poco, obligándome a mirar hacia arriba. Me encuentro con
su mirada y dice:
—Maldición, me excitas. Continúa.
Así que bajo la cinturilla de sus calzoncillos hasta que brota, dura,
larga, y caliente. Lo miro de nuevo, echa la cabeza hacia atrás y gime,
como si ese gesto, mirarlo con su polla frente a mi rostro, lo encendiera
más que mis labios cuando se envuelven alrededor de su punta.
—Trágame —susurra, empujando mi cabeza hacia sus caderas.
Tomo tanto como puedo, pero no soy una estrella porno y en poco tiempo
estoy con arcadas—. Respira, Tiffy. Solo respira por la nariz. Relaja tu
garganta —instruye, arrastrando la yema del dedo por mi cuello—.
Quiero tanto que me tragues.
Vuelvo a sentir náuseas y la saliva se derrama de mi boca, goteando
sobre mi vestido.
—Eso es tan jodidamente sexy —dice.
Y el hecho de que lo enciende el verme babear me excita mucho.
Empuja una vez, golpeando el fondo de mi garganta y haciéndome
luchar por escapar. Me suelta, comprendiendo que he alcanzado mi
límite, y luego se inclina como lo hizo esta mañana y me besa con fuerza.
—Dime que te folle, Tiff.
—Fóllame, Fletch.
Se ríe cuando lo llamo Fletch.
—Dios, ¿qué me estás haciendo?
—Todo lo que me dices.
Deja de sonreír y me mira fijamente, tomando mi rostro con sus
manos.
—Ahora voy a follarte.
Asiento y se pone de pie de nuevo, tomándome de la mano y
atrayéndome hacia él. Alcanza por debajo de mi vestido y baja mis bragas
rosadas, tirándolas sobre su hombro mientras me da la vuelta y me
empuja contra la pared otra vez.
—Abre tus piernas.
Las abro unos centímetros.
—Más amplio, Tiffy.
Me extiendo, y el aire se precipita, provocando a mi clítoris y
haciéndome palpitar de nuevo.
Se quita la camiseta y miro esos abdominales perfectos en el
crepúsculo gris de la luz de la tarde, mientras también la descarta. Luego 78
se quita las botas, se baja los pantalones y los tira.
Está allí desnudo ante mí. Su cuerpo perfecto, como un dios, es todo
colinas y valles de músculo tenso.
—Ahora tú.
Trago saliva y alcanzo la parte posterior de mi vestido.
—La cremallera. —Sale como un susurro ronco. Pero antes de que
pueda explicar que necesito ayuda, toma mi falda y la sube por mi
cuerpo, quitándola sobre mi cabeza.
—A la mierda la cremallera —dice, alcanzando el broche frontal de
mi sujetador rosa de encaje—. ¿Quién tiene tiempo para una cremallera?
13
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
Cruza automáticamente sus brazos, impidiéndome quitarle el
sujetador.
—¿Tímida? —bromeo.
—Un poco.
—No fuiste tímida esta mañana.
—Esta mañana no me quité la ropa.
—Hmmm —digo—. Entonces tendremos que trabajar en eso. A los
hombres les gusta que se sonrojen un poco, pero también les gusta la 79
confianza. Entonces, ¿qué tal si comenzamos con la lección número uno?
—Me acerco a su oreja, entrelazo mis manos en su cabello, y digo—:
Puedes practicar conmigo.
Su hombro sube para detener el cosquilleo de mi respiración contra
su piel.
—Si vamos a tener una relación profesional, entonces no deberíamos
mezclar negocios con placer.
Puedo ver su punto. También puedo ver que es una excusa. Pero lo
que sea. Quiere simplificar esto, y estoy de acuerdo. Porque estoy
cachondo. La deseo. Y es hermosa.
—Está bien. Pero debes practicar con alguien. Puedo hacer que uno
de los muchachos venga a ayudarte. Mitch es un buen señuelo.
Retrocede un poco.
—¿Qué quieres decir? ¿Señuelo?
—Para practicar, Tiffy. Hay mucho más en esto que lamer tus labios.
Necesitas experiencia real de dormitorio.
—Tengo experiencia en el dormitorio, Fletcher. No soy una estúpida
virgen de la universidad.
—Eso no es lo que estoy diciendo. Pero Cole no está interesado,
¿verdad? Creo que ambos podemos estar de acuerdo en eso. Entonces,
obviamente, no eres su tipo. Necesitamos hacerte su tipo. ¿Con qué tipo
de chicas sale?
Me frunce el ceño, aún con esos brazos cubriendo sus pechos
perfectos.
—No lo sé.
—Lo conoces desde hace un tiempo, seguramente lo has visto con
mujeres. ¿Verdad?
—Le gustan las rubias, supongo. —Lo dice con un aire de decepción.
—A mí me gustan las morenas. ¿Qué más le gusta?
—Son altas. Más altas que yo. —Otro fruncimiento de ceño.
—Oye —le digo, levantando su mentón—. No hagas eso. No te sientas
mal por lo que eres. Mi emparejamiento funciona por dos razones.
Primero, las mujeres tienen confianza. Y dos, los hombres entienden que
no todas son rubias, Tiffy. No todas son altas. No todas las que follan
conmigo son guapas. Pero todas se sienten sexys por dentro. Y eso es lo
único que se necesita. Así que olvídate sobre cómo se ven. Dime qué le
gusta de ellas.
Se muerde el labio y luego suspira.
—Creo que le gusta su aspecto, Fletcher. Y tal vez el status. Quiero
decir, una era golfista profesional. Lo sé. Pero otra le vendió un yate.
Yate. ¿Qué tipo de imbécil tiene un yate?
80
—Tal vez no es el golf y los yates lo que lo atraen, Tiffy, sino el hecho
de que son...—Quiero decir perras snob. Pero me doy cuenta que Tiffy
también podría caer en esta categoría—. Refinadas y cultas. —Buena
recuperación, Fletch. Además, Tiffy no es snob. Claro, se nota que viene
de familia adinerada. Tiene una refinada sofisticación. Buena ropa,
discurso preciso y dignidad. Sobre todo dignidad. Pero es educada,
ingeniosa y también trabajadora—. Y también eres refinada y culta. Así
que este es un ajuste fácil.
—¿Me puedo volver a poner la ropa?
Me río.
—¿Por qué? Apenas estamos comenzando.
—Pero no vamos a follar de nuevo, ¿verdad? Quiero decir, eso es
placer y esto es un negocio.
—No necesitamos follar para trabajar. Pero si estar desnuda te hace
sentir incómoda, entonces es algo en lo que querrías trabajar.
—¿Por qué? Cole no es un stripper, Fletcher. No va a transformarse
en un tipo sociópata de BDSM y esperar a que me arrastre por el suelo y
me siente desnuda a sus pies.
Me lo imagino y se me pone dura.
—¿Alguna vez has hecho eso?
—No. —Se ríe—. No. No estoy interesada en experimentar. Me
gustan las cosas normales. —Da unos pasos hacia su vestido en el suelo,
pero la agarro del brazo y la detengo—. Quiero vestirme.
—Te quiero desnuda.
—Estoy segura que sí —dice sarcásticamente con una inclinación de
barbilla. Superioridad, dice ese mentón.
—Y eso —digo, tomando su rostro entre mis manos y besándola
suavemente en los labios—, es sexy. La confianza es sexy, Tiff. Entonces,
si lo tienes, haz alarde de ello.
—¿La tengo? —pregunta, derramando inseguridad nuevamente.
Y a la mierda si eso no es sexy también.
—A montones, princesa. Más de lo que crees. Cole es estúpido por
no darse cuenta de lo que está justo frente a su rostro. Pero tal vez solo
sea uno de esos tipos adictos al trabajo.
—Lo es. Trabaja como dieciséis horas al día.
—Entonces, ¿dónde llevaba a estas mujeres con las que salía?
—Mm... —Lo piensa por unos momentos—. Bueno, creo que la
mayoría iban a verlo durante el almuerzo y cenaban en su oficina.
—Así que le gustan las folladas rápidas a la hora del almuerzo. —
Qué imbécil.
—¿Folladas rápidas? No las folló en su oficina, Fletcher.
—Tiffy, por favor. Si un hombre invita a una mujer a su oficina a 81
almorzar, quiere follarla en su escritorio.
—¡Eso no es cierto! Mi madre almorzó con mi padre… Oh, Dios mío.
—Agita una mano frente a su rostro—. Haz que se vaya. Me acabo de
imaginar a mi madre y a mi padre teniendo sexo en su escritorio.
Me río de su ingenuidad.
—¿Cole las llevó a citas reales? ¿Tal vez eran putas?
—¡Putas! Jesucristo, Fletcher. Cole Lancaster no tiene citas con
putas.
—Quiero decir call girls4. Ya sabes, ¿putas de clase alta? ¿Atienden
a los hombres de negocios que están demasiado ocupados para follar?
Hace una mueca.
—Eso no es algo real.
Echo la cabeza hacia atrás y me río.
—Está bien, continuemos, pretendiendo que a Cole no le gustan las
putas o follar en su escritorio. ¿Dónde crees que se folla a las chicas?
—¿Tengo que pensar en él follando a otras personas?
—No, solo necesito que pienses en un lugar donde se folle a
cualquier persona. Entonces podemos prepararnos para eso.
—Creo que se las folla en su casa, en su cama, como todos los
demás.
Pongo mis manos sobre sus hombros y la acerco para poder
susurrarle al oído.

4Es una dama de compañía remunerada para eventos sociales. La contratación puede
incluir sexo o no.
—¿Como lo hicimos esta mañana?
—Eso es diferente.
—¿Cómo?
—Fue algo del calor del momento. Si realmente estuviéramos
saliendo, hubiéramos ido a uno de nuestros lugares y hubiéramos tenido
sexo...
—¿Contra la pared de allí?
—En la cama, idiota. No todo el mundo es un pervertido sexual como
tú. Cole no se dedica a follar putas en su escritorio durante el almuerzo.
—Está bien —digo, cediendo—. Lo conoces mejor que yo, así que voy
a tomar tu palabra en eso. Sigamos. Entonces, cuando regresas a la casa
de Cole, después de que te lleve a almorzar a su despacho, ¿qué haces?
¿Cómo lo seducirás?
—¿No me seducirá?
—Está bien, Tiffy me estás perdiendo, cariño. ¿Quieres a este tipo o
no? 82
—Sí —se queja—. ¿Pero por qué tengo que iniciar las cosas? Pensé
que podrías hacer que iniciara cosas conmigo. ¿No puedes? ¿Puedo volver
a ponerme el vestido?
—¿Entonces quieres tomar el enfoque pasivo? ¿Y por qué volver a
ponerte el vestido? Tendré que quitártelo otra vez cuando te folle después
de esta conversación.
—¿Qué? —Y luego estalla en carcajadas. Pero mi mirada fija la hace
detenerse bruscamente—. No vamos a follar otra vez.
—Lo haremos. Estamos desnudos Estamos hablando de sexo. Y
estamos cachondos Así que definitivamente vamos a follar. Solo quería
llegar a conocerte mejor esta vez. Entonces sé qué probar después.
—¿Qué quieres decir?
—Estoy tratando de comprenderte, Tiffy. Para saber cómo hacerte
sentir bien contigo misma. Y ahora que sé que te gusta que te guíen,
bueno... —Le beso la boca otra vez. Sostengo su barbilla entre mis dedos
mientras mi lengua se desliza dentro de ella, y cuando me alejo, muy
lentamente, suspira—. Te diré cómo me gusta para que sepas cómo
actuar. Haré las cosas sin consultarte, para que no tengas que tomar
decisiones. Y me aseguraré de que tengas el mejor sexo de tu vida cada
vez que estés conmigo.
—¿Las follas a todas? —espeta mientras empuja mi pecho hacia
atrás y me hace tropezar—. ¿De eso se trata este negocio de
emparejamiento? —Toma su vestido del suelo y antes que pueda decir
una palabra más, se lo pasa sobre la cabeza y está buscando sus zapatos.
—¿Tiffy? ¿Qué demonios?
—Esto es un error. Solo estás tratando de acostarte conmigo. ¡Y caí!
Dios mío, eres un imbécil. Vine aquí para despedirte...
—E hicimos un trato, ¿recuerdas? Solo estoy tratando de ayudarte
con tu trato.
—¿Follándome? No.
—Está bien —digo, poniéndome nuevamente los vaqueros y
subiendo la cremallera—. Está bien. No tenemos que follar. Y la respuesta
a esa última pregunta es no. No follo a esas chicas. Ninguna de ellas.
—Entonces, ¿por qué yo, Fletcher? ¿Por qué yo?
—Me elegiste anoche.
—No, tú me elegiste. ¿Cuán delirante eres?
—Me mirabas todo el tiempo.
—Soy tu jefa. Estaba allí para regañarte. ¡Por supuesto que te estaba
mirando!
—Bueno… —Estoy sin palabras por unos segundos. Y luego la
respuesta que necesito se manifiesta—. Bueno, entonces supongo que
tienes movimientos, señorita Preston. Porque tu atractivo interior brillaba
la noche anterior. Lo vi desde un kilómetro de distancia. 83
—¡Jugador! —chilla—. Dios, estás tan lleno de movimientos de
mierda, ni siquiera puedo creerlo.
—Tiffy —digo con las manos en alto y las palmas hacia afuera, como
un negociador de rehenes tratando de razonar con un terrorista—.
Hicimos un trato. Te lo prometo, esto es un negocio. Y si necesitas que
mantenga las manos quietas, lo haré. Trato hecho. No pelearé. Pero
ambos necesitamos esto, ¿verdad? Quieres a Cole y quiero este trabajo.
Así que no te vayas enfadada. Búscame en el vestíbulo al mediodía de
mañana y comenzaremos tu primera lección.
Resopla, niega, se da la vuelta, y finalmente dice:
—Está bien. Y será mejor que hagas las cosas bien con Lisa y esas
chicas que has arruinado.
Unos segundos después se va.
14
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Apenas dormí en absoluto anoche. Di vueltas y vueltas. Inquieta y
preocupada. Estoy llena de culpa. ¿Por qué me acosté con él? ¿Por qué
hice este estúpido trato? Mi pobre padre, si lo descubre. Y esas chicas.
Volverán a cazarme, estoy segura. No hay manera que Fletcher Novak
pueda arreglar las cosas con ellas. De ninguna manera.
Miro mi reloj. Pasan diez minutos del mediodía. Ni siquiera puede
arreglar las cosas conmigo porque ya las está jodiendo.
Cálmate, Tiffy.
Respiro hondo y busco en el vestíbulo una vez más. Pero nop, no lo
84
veo. Así que agarro mi teléfono de mi bolso y llamo a la recepcionista de
Amy, Leslie.
—Dirección del Landslide —dice en su voz profesional.
—Soy Tiffy. ¿Sabes dónde podría encontrar al señor Novak a esta
hora? Se suponía que me encontrara y no responde a su teléfono.
—Oh, sí, señora. Tiene práctica los viernes por la mañana. Hasta…
—Duda—. Bueno, hasta el mediodía. Técnicamente. Pero ha faltado a
algunas por lo que he oído. ¿Tal vez se van a quedar más tiempo?
—¿Dónde son las prácticas?
—En el sótano de la torre norte. Hay un teclado numérico hacia el
estudio al final del pasillo oeste. Su identificación debería servir.
—Gracias —digo con una alegría que no siento.
Respiro hondo y me dirijo hacia la torre y luego tomo el ascensor
hacia el sótano. Hay un guardia de seguridad en la entrada del gimnasio,
pero inclina su gorro hacia mí y dice cuando lo paso:
—Buenas tardes, señorita Preston.
Encuentro el pasillo oeste y no es difícil. Puedo oír la música de
stripper a un kilómetro de distancia. Maldito sea. ¿Cómo se atreve a
dejarme esperando? Realmente necesito poner fin a este ridículo trato.
Paso mi tarjeta y abro la puerta mientras mi ira aumenta.
Y entonces me detengo. En seco.
Fletcher Novak está haciendo algún tipo de striptease a una chica
atada a una barra en mitad de la habitación.
—Sííííííííí —grita Claudio. Está atado a la barra de al lado.
—¡Claudio! —chillo sobre la música.
—Vaaaaaaaaayaaa —grita de nuevo. Sus ojos están sobre ese otro
tipo. Presumiblemente el homosexual al que Claudio se estaba refiriendo
ayer.
—¡Claudio! —chillo de nuevo, pero la música se corta a mitad de mi
explosión y hace eco en el silencio.
Cada cabeza se gira hacia mí.
Seis strippers masculinos en varios estados de desnudez. Claudio,
que tiene la boca abierta y ojos amplios. Podría incluso estar
sonrojándose. Y unas quince chicas, que puedo solo presumir son
groupies. Algunas llevan los uniformes de Landslide.
—¿Qué diablos está sucediendo aquí?
—Tiffy —dice Claudio con entusiasmo—. Somos la representación
de la multitud para la nueva actuación de mañana por la noche. —Y
entonces hace una no muy sutil inclinación de cabeza hacia el stripper
cuya entrepierna está a centímetros de su rostro y menea sus cejas.
—Hablaré contigo más tarde. —Muevo mi mirada hacia Fletcher—.
¿Por qué estás aquí cuando se supone que estés…? 85
—Tiffy —dice, interrumpiéndome—. Lo siento, quedé atrapado en el
calor del momento y perdí la noción del tiempo. —Me sonríe de forma
avergonzada—. ¿Qué hora es?
—Las doce y veintiuno —espeto.
—De acuerdo. —Y entonces se inclina hacia el cuello de su cautiva
y susurra algo que la hace reír.
Dejo escapar un largo y agraviado suspiro.
—Te encontraré…
—No, no, no —dice Fletcher, alejándose de la chica atada a la barra
en nada más que reveladora ropa interior—. Hemos acabado. Solo estaba
jugando con ella. Vamos, tengo que cambiarme y entonces podemos
irnos.
Toma mi mano y ni siquiera me molesto en intentar apartarme
porque prácticamente me arrastra por el pasillo.
—No puedes mencionar que te estoy enseñando, Tiff. Eso es raro,
¿sabes?
Chico si lo sé.
—Sobre eso… —Y entonces me detengo porque acaba de meterme
en el vestuario de hombres. Hay chicos sexys adonde sea que miro.
—No les prestes atención, Tiff. Tengo un camerino privado aquí
atrás.
Me sonrojo al pasar uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis hombres
desnudos y uno, dos, tres, cuatro hombres medio desnudos, y luego le
permito meterme detrás de una puerta cerrada.
Jesús. Este trabajo no puede ser real.
Fletcher silba y me mira de arriba abajo.
—Te ves sexy, princesa. Ardiente.
—Oh. —Me sonrojo de nuevo. Llevo pantalones de vestir café que
abrazan mis curvilíneas caderas, una blusa de seda rosa pálido sin
mangas con un poco de tela ondeando cerca del cuello, y unos
Louboutins rosas con cristal incrustado que llevé a la boda de mi primo
en mayo—. Gracias. —Creo que me veo bastante sexy también. Pensé en
lo que dijo Fletcher. Sobre convertirme en la chica que Cole quiere. Pero
esta soy yo. La yo no en un traje, al menos. Y no creo que Cole sea tan
superficial. Así que no voy a cambiar para ganarlo.
—Me encanta, nena. Mierda, sí, estás sexy en esa mierda elegante.
—Mete la mano en un armario y saca una funda para ropa—. Pero dijiste
que Cole era un chico de yate y citas para partidos de golf. Así que vamos
a tener que… adaptar un poco. —Sonríe mientras empuja la funda hacia
mí.
—¿Qué es esto?
—Tu atuendo para la lección práctica de hoy. 86
—No voy a…
—No conmigo, relájate. Vamos al campo de golf para pasar el rato
en el bar. Obviamente, estarás sola y estaré observando desde lejos, de
lo contrario arruinaría tu estilo. Esta es tu primera oportunidad de
probar tus consejos con un extraño.
—Pero solo tengo la cosa de los labios, Fletcher. Y Cole se interesó
en eso ayer. —Jesucristo, ¿me oigo? Vine aquí para decirle que se ha
terminado.
—Relájate —dice, colocando su sudorosa mano en mi mejilla.
Debería repugnarme. Está pegajoso. Y huele.
Pero me gusta. Todo su cuerpo reluce por su ejercicio, si eso es lo
que fue. Su cabello está húmedo y se ha peinado con los dedos la parte
superior de la cabeza. Bajo la mirada a su paquete y…
—¡Fletcher!
—Lo siento. —Se ríe—. Solo te ves jodidamente sexy hoy, princesa.
—No me llames princesa, es tan estúpido.
Alza sus manos, pero sigue sonriendo.
—Y deja de mirarme así. No quiero cambiar. No voy a continuar con
esto. Pero aún tienes que arreglar las cosas con esas chicas y te dejaré
conservar tu trabajo.
—Espera —dice, apartando su mano de mi mejilla—. ¿Estás
dejándome? ¿Por qué? Lo hiciste bien ayer, Tiff. Solo tengo un consejo
hoy, eso es todo. Para que los pongas todos en práctica con un extraño
en el bar del campo de golf, y luego una vez esté interesado, te levantas y
te vas. Sin asuntos raros. No va a tocarte o besarte o algo. Porque eres
ardiente. Eres demasiado buena para este mundo. Eres un ángel entre
los meros mortales. Una diosa. Nadie merece tu compañía.
—Sueno como una perra. Sé que Cole no querrá que sea una esnob
estirada.
—No una esnob. Simplemente segura de ti misma. —Y entonces
sacude la bolsa hacia mí—. Adelante, ponte eso. No es sexy, pero es más
cómodo.
—¿Qué es? —pregunto, bajando la cremallera para echar un vistazo.
—Falda de golf, camiseta polo y zapatos de golf. —Fletcher sonríe
mientras agarra una toalla y limpia su rostro.
Lo prefiero sudoroso, me doy cuenta una vez el brillo ha
desaparecido.
—Si a Cole le gustan las deportistas, entonces una deportista serás.
Ahora, ¿te gusta jugar al golf?
—No —digo, molesta—. Puedo, pero odio el golf. Es estúpido.
—Estoy de acuerdo. Pero hoy hablarás de golf con un hombre en el
bar y te gustará. A Cole le gusta, así que a ti te gusta.
Hago una mueca. ¿Es realmente así como funciona? ¿Tengo que 87
pretender ser alguien más para enganchar a un hombre?
Pero no digo nada. Principalmente porque Fletcher solo asume que
haré lo que me diga, y ya está alejándose mientras grita:
—Voy a darme una ducha. Acabaré en cinco. —Pero también porque
realmente quiero enganchar a Cole.
Miro alrededor, encontrando una esquina donde poder esconderme
en caso de que vuelva antes de que termine, y empiezo a cambiar en la
futura esposa de Cole.
Cinco minutos después, estoy transformada, sentada en un banco
de madera trenzando mi cabello, cuando Fletcher sale de la ducha,
goteando y llevando nada más que una toalla.
Deja caer la toalla como si ni siquiera estuviera allí, se aleja y abre
una puerta donde tiene ropa colgando en un armario.
Miro el movimiento de sus músculos. Su culo. Esas pequeñas líneas
definidas que montan sus caderas. Su espalda mientras mueve ropa por
el estante. Las colinas y los valles de sus brazos.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunta, todavía sin mirarme.
—No te estoy mirando —digo, alcanzando mi teléfono sobre el
banco—. Estoy revisando el correo de voz.
—Puedo verte observando, Tiffy, hay un espejo aquí.
Oh.
—Está bien. También me gusta tu cuerpo. Así que la próxima vez
desnúdate delante de mí, te miraré todo lo que quiera y estaremos
empatados.
—No habrá una próxima vez.
—Correcto. —Empieza a ponerse unos pantalones café,
cuidadosamente arrugados a mitad de sus piernas. No los abotona, sino
que en cambio se vuelve hacia mí y se pone una camisa abotonada blanca
que también deja abierta.
No lleva calzoncillos bóxer esta vez.
—¿No llevas ropa interior?
—Los olvidé. Pero si quieres subir a mi habitación conmigo, estaré
feliz de ponerme unos.
Su habitación es un definitivo no. Necesito mantenerme alejada de
allí. Simplemente es demasiado sexy para ignorarlo. Y si hace otra
representación para mí, no estoy segura de cuán fuerte puedo ser.
Quieres a Cole, me recuerdo. Estás haciendo esto por Cole.
Correcto. Me doy cuenta de eso. Pero Cole no parece un dios griego
vivo ante mis ojos. Y Fletcher Novak sí.
Toquetea el cuello de su camisa, encogiendo sus hombros,
intentando arreglar la tela sobre sus músculos, y luego empieza a
abotonarla desde abajo. Dejo de enfocarme en sus dedos y miro sus ojos. 88
Me sonríe.
—¿Qué?
—Nada —dice, negando un poco. Deja de abotonar y alcanza un
collar en un gancho dentro del armario. Placas de identificación, me
percato, mientras desliza la cadena de cuentas sobre su cuello y la mete
dentro de su camisa.
—¿Estuviste en el ejército?
—¿Qué? —Su sonrisa cae y luego mira bajo su camisa a las placas—
. Oh. No. No son mías. Mi abuelo era un patriota. Me dejó una de sus
placas en su testamento.
—Oh. —No estoy segura qué decir a eso. No hay mención del abuelo
en la entrada de Wikipedia en absoluto.
—Te ves linda —dice Fletcher, poniendo sus gafas de sol sobre su
cabeza y luego enrollando las mangas de su camisa—. Me gusta más la
otra ropa, pero no importa lo que me guste, así que vamos.
Subimos al vestíbulo y entonces Fletcher me guía fuera hacia la zona
del valet con una mano sobre la parte superior de mi brazo. Me siento un
poco como una prisionera, pero su mano es cálida y está tocando mi piel
desnuda, así que realmente no me importa.
Nos detenemos junto a una enorme limusina negra y Fletcher espera
a que el conductor abra la puerta antes de hacerme un gesto para que
entre.
—Vaya —digo—. Señor Bolsas de Dinero. ¿Siempre vas en limusina
al campo de golf?
Levanta sus gafas de sol y sonríe.
—Es tu auto, Tiffy. Solo les dije que era para ti.
—Oh. —Suelto una risita—. Bien, definitivamente ganas puntos por
ingenio. Así que dime, ¿qué se supone que haga exactamente en este bar?
—Solo inicia conversación. Sigue el juego, un poco de charla. Y luego
usa tus trucos para hacerle ver que eres sexy.
—Dijiste que me darías uno nuevo. —No puedo esperar a oírlo.
—Bien —dice Fletcher, volviendo su cuerpo hacia mí e inclinándose
un poco. Huele a jabón, pero es jabón masculino. Lo inhalo y luego miro
sus labios mientras habla, perdiéndome un poco en cuán exuberantes
son. Lo imagino lamiéndome en la azotea. La sensación de su cabello
mientras se arrastraba a lo largo de la parte interior de mis muslos. La
manera en que sus ojos se veían cuando alzó la mirada de entre mis
piernas—. ¿Entendido? —pregunta Fletcher.
—¿Qué?
—Es fácil, ¿cierto? Así que ahora tienes eso para probar también.
Puta mierda. Me perdí todo el consejo. Miro por la ventana mientras
conducimos a lo largo de la carretera de montaña hacia el campo de golf
y me pregunto qué podría haber sido. Bueno, si es algo como lamer tus 89
labios, creo que puedo improvisar.
—Entonces, ¿cuándo es la siguiente vez que Cole estará en la
ciudad?
—Oh. No lo sé. Lo necesitan en San Francisco ahora. Así que puede
que no vuelva.
—Entonces supongo que tendremos que ir a él.
—¿Por qué? —Me vuelvo para mirarlo de nuevo e intento no notar la
manera en que su lengua se presiona contra la parte trasera de sus
dientes cuando está siendo juguetón.
¿Por qué está siendo juguetón justo ahora?
—Tienes que practicar. Si realmente lo quieres, eso es.
—Lo hago. Y eso es lo que estamos haciendo aquí hoy, ¿cierto?
Práctica. Y de todos modos, no quiero que examines mi actuación con
Cole. Es raro.
—Vas a tener que firmar una dispensa para eso, ya sabes.
—¿Qué? —Solo parpadeo hacia él.
—Satisfacción garantizada fue la promesa, Tiffy. ¿Cómo puedo
garantizarte satisfacción si no estoy allí para ver tu actuación?
¿Acaba de decir actuación?
—Así que cuando volvamos al hotel haré que firmes eso si no quieres
tener una cita con Cole bajo mi vigilancia.
—Dios, esto es tan raro. ¿Cómo diablos te dejé meterme en esto?
—Oh, bien, estamos aquí. De acuerdo, Tiff, solo entra allí, juega y
haz tu cosa. Mira alrededor del bar, escoge a un tipo sentado solo y ve a
hablar con él. ¿Entendido?
—Espera, ¿dónde vas a estar? —De repente, la idea de que me
observe no es tan mala. Es mejor que entrar en un lugar extraño sola con
la intención de ligar con un extraño.
—Estoy justo detrás de ti, princesa. Pero no quiero que parezca que
entramos juntos.
—Correcto. —Respiro hondo—. ¿Estás seguro que necesito esto?
Quiero decir…
—Tiffy, deseas a Cole, ¿cierto?
—Cierto —contesto. Sale un poco débil.
—Está bien, así que, simplemente hazlo bien, nena. Un poco de
caderas, un poco de lengua y luego termínalo con el combo dedo del pie-
pierna.
¿Combo qué? Mierda. Realmente me perdí algo cuando estaba
soñando despierta en el auto.
—¿Lo tienes? —Fletcher se está inclinando hacia mí, sosteniéndome
por los bíceps, como si fuera un entrenador pidiéndome que gane por el
equipo. 90
—Está bien, lo tengo. —Solo necesito salir del auto antes de darme
cuenta que todo lo que he hecho desde que conocí a Fletcher Novak es
una completa tontería.
El conductor abre mi puerta y salgo al sol brillante del verano. Me
tapo los ojos mientras Fletcher grita:
—Hacia la izquierda, Tiffy. ¡Ve por él!
Observo con nerviosismo para ver si alguien está mirando. Y sí,
cuarenta y siete trillones de personas están en este estacionamiento
mirándome ahora mismo. Pongo una mano sobre mis ojos para taparme
el rostro y me dirijo rápidamente a lo que parece un club.
Cruzo la puerta y agradezco a Dios la oscuridad de adentro. Esta es
mi clase de lugar. Como una cabaña, oscuro y con clase.
—¿El bar? —le pregunto a un camarero en una tarima.
—Directo a su izquierda, señorita.
—Gracias —contesto alegremente, dirigiéndome en esa dirección.
Camino por un pasillo animado lleno de gente feliz a la que le gusta jugar
al golf bajo el sol del verano, y luego entro a un gran bar abierto y
restaurante.
—¿Tiene reserva, señorita? —me pregunta el siguiente camarero.
—¿Para el bar?
—Oh, no. El bar siempre está abierto. Tome asiento. —Me sonríe y
cambia su atención a la pareja detrás de mí.
Está bien, Tiffy, me digo, mirando a la abarrotada habitación. Cuanto
antes hagas esto, antes podrás irte. Paso la mirada por la habitación,
buscando a un hombre solo que no esté en la cincuentena, llenándose el
rostro de cangrejo, o sea gay… gracias Claudio por mi gayradar
excepcional. Me ha salvado más de una vez.
Pero solo hay un tipo con esas cualidades. Y está sentado en una
mesa, no en el bar. Paso lentamente al lado de todos los taburetes llenos
y encuentro uno lo más cercano a la mesa del sexy objetivo que puedo
conseguir.
Y es un poco sexy. Quiero decir, oye, si tienes que practicar flirtear
con alguien, bien puede ser él.
—Disculpe —dice el hombre junto a mí.
Me giro en el asiento y lo miro. Tampoco está mal. Alto, musculoso,
treinta y pocos. Parece un abogado o algo así.
—¿Sí? —respondo.
—Escuché que había una playa nudista aquí en Tahoe. ¿Sabe dónde
está?
Oh, chico. Este hombre es un perdedor. ¿Quién le dice eso a una
chica?
91
—Puede buscarlo en internet. —Sonrío dulcemente—. Disculpe,
encontré a mi amigo.
Abre la boca para contestar algo, pero me giro, ahuecándome el
cabello en el proceso, y camino hacia mi objetivo.
Ese tipo estaba bien, pero este. Santo Dios. Es como Fletcher. Muy
parecido a Fletcher. Un poco mayor, tal vez de treinta y pocos años. Tiene
músculos bien definidos, su cabello está un poco despeinado y tiene esos
brillantes ojos azules. Tiene un poco más de barba que Fletch, pero vaya.
Son muy parecidos. Lo suficientemente parecidos para desearlo más de
lo que debería.
—Disculpe —digo, deteniéndome frente a la mesa—. Escuché que
hay una playa nudista por aquí. ¿Sabe dónde puedo encontrarla?
Levanta la mirada del periódico que está leyendo con el ceño
fruncido.
—¿En serio? —Pero se detiene cuando me ve, inclina la cabeza y se
ríe—. Mmm, iba a meterme contigo por una frase tan lamentable, pero
está bien. Puedo tomarme un minuto para hablar contigo sobre una playa
nudista si quieres. —Me guiña un ojo.
Dejo salir un suspiro.
—¿Puedo sentarme?
—Claro. ¿Cómo te llamas, cariño?
Bueno, también puede sonar como Fletcher.
—Tiffany —respondo, sentándome frente a él—. Pero mis amigos me
llaman Tiffy.
—¿Sí? —cuestiona, levantando una mano para detener al
camarero—. ¿Una bebida para la señorita? ¿Qué será?
—Eh, ¿qué tal un escocés con hielo?
—Que sea escocés —dice—. De primera calidad. —Luego me guiña
un ojo—. Soy Walker, Tiffy. Encantado de conocerte.
Me remuevo en la silla.
—Encantada de conocerte. —Mierda, ¿ahora qué? Eso fue más fácil
de lo que esperaba.
—¿Qué haces? ¿Estás aquí con tu marido para un largo fin de
semana?
—Oh, no. —Me río—. No estoy casada. Todavía no, de todos modos.
Estoy aquí… bueno, trabajo en el hotel y casino Landslide, solo estoy aquí
para relajarme hoy.
—¿Tienes hora de salida? Tal vez me uniré a ti.
—Oh, no. He terminado por completo. Solo necesito una bebida.
¿Qué haces?
—¿Estabas sola? —pregunta, ignorando mi pregunta.
—No, eh, estaba en una cita, pero no fue bien. Así que lo dejé 92
plantado y vine aquí a relajarme antes de que tuviese que volver al hotel
con él.
—Mi día de suerte, entonces. —Sonríe ampliamente y alza su copa,
justo cuando llega la mía—. Salud —dice.
Choco su vaso y tomo un largo trago de alcohol. Mierda, estoy
nerviosa. ¿Ahora qué? La cosa obviamente está en marcha. Está todo
claro, supongo. Lengua, me muerdo el labio, juego con el labio y algo
llamado el combo dedo del pie-pierna.
—¿Tiffy?
—¿Sí? —pregunto, volviendo al presente.
—¿Soñando despierta? —Se ríe.
—¿Qué me he perdido?
—¿Qué haces en el hotel?
—Oh, yo, ah… —Mierda. No puedo decirle que soy Tiffy Preston. Este
no es un gran ejemplo de tomar buenas decisiones—. Soy bailarina.
¿Qué demonios? ¿Cómo salió eso de mi boca?
—Bailarina —repite, iluminándosele la mirada—. ¿Qué tipo de
bailarina?
—Bueno, eeeh, ya sabes, como corista.
—Vaya —exclama, bebiendo su copa mientras me da una mirada
coqueta—. Voy a tener que ir a ver tu actuación.
—Realmente deberías. Mañana por la noche. —Me río ante eso,
sabiendo muy bien que el espectáculo de Fletcher es mañana por la
noche.
Deja salir una risa entre dientes que suena un poco como un
gruñido.
—Es una cita.
—Mierda, estaba bromeando —comento, riéndome.
Y luego estira la mano y se rasca su mandíbula con barba. Dirijo la
mirada inmediatamente a sus dedos, y luego a sus labios. Labios, Tiffy,
me digo. Haz lo de la boca.
Tomo otro sorbo de mi bebida, dejando que el líquido pegajoso
cuelgue de mis labios, luego saco la lengua y seco una pequeña gota en
mi boca.
Tiene la mirada fija en mí. Así que improviso. Porque, demonios,
estoy interpretando un papel. Él está justo donde lo quiero.
—Así que, ¿qué estás haciendo aquí solo?
—Me dieron plantón.
—¿Qué? De ninguna manera. ¿Tú? ¿Quién te daría plantón a ti?
—Te sorprendería. —Sonríe, tomando otro sorbo de cerveza—. Así 93
que imaginé en quedarme por aquí y ver si mi suerte cambiaba, y en
efecto, aquí estás.
Está bien, Tiffy. Concéntrate. Combo dedo del pie-pierna. ¿Qué
demonios puede significar eso? ¿Por qué no escuché a Fletch en el auto?
Paso por todas las posibilidades en mi cabeza y solo puedo salir con una
cosa. ¿Acariciarlo con el pie? ¿Eso todavía se hace?
No tengo ni idea. Pero es tan buen movimiento como cualquier otro.
Así que me quito el zapato bajo la mesa, me cruzo de piernas y comienzo
a balancearlos. Golpeo su pierna tras un par de intentos y levanto la
mirada para verlo sonriendo.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta con aire de diversión.
—Lo siento, no quería golpearte la pierna. Así que, ¿a qué te dedicas?
—Soy… un inversor.
—Oh, qué bien. Mi padre también. ¿En qué inviertes?
—Lo normal. Acciones, bonos. —Asiente en dirección general al
bar—. Y ahora campos de golf. —Me mira. Intensamente. Y luego siento
algo tocándome la pierna. Su pie también está descalzo. Y lo está frotando
a lo largo de mi pantorrilla con largas y lentas caricias. Tiene una mirada
de diversión en su rostro y todo ello me hace tomar aire con sorpresa. Es
casi como si estuviera usando los movimientos de Fletcher contra mí.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Me levanto ante el sonido de la voz de Fletcher y choco con su
espalda, así de cerca se está cerniendo.
—Fletcher —susurro—. Mantén la voz baja. Este es mi nuevo amigo,
Walker. Walker, este es…
—Encantado de verte de nuevo, hermano.
—¿Hermano? —Y ahí es cuando veo la cadena plateada de abalorios
alrededor del cuello de Walker y la otra mitad de lo que probablemente
son las placas de identificación del abuelo.
—Que te jodan —espeta Fletcher—. Dejamos de ser hermanos hace
nueve años. Vamos, Tiffy, hemos terminado aquí.
—¿Esta es tu cita molesta, Tiffy? —comenta Walker, levantándose y
mirando directamente a Fletcher—. ¿Al que dejaste plantado?
—Eh, no estoy segura qué está sucediendo —digo. Pero Fletcher me
está sujetando la mano y ya me está arrastrando por el bar hacia la
puerta. Todo el mundo nos está mirando y el calor de la vergüenza sube
por mi cuello y sonroja mi rostro.
Me miro los pies mientras tira de mí de regreso al estacionamiento.
La limusina ha desaparecido, estoy segura que no esperaban que nos
marcháramos tan pronto. Y el estacionamiento está abarrotado, así que
dudo que encuentre algún lugar cercano donde esperar. Fletcher tira de
mí por el asfalto, sin decir una palabra hasta que alcanzamos el borde
del campo de golf y me dirige al bosque. Seguimos un camino de tierra
hasta que el sonido de la gente y el tráfico disminuye, luego me suelta la 94
mano y se sujeta el cabello con los puños.
—¿Qué demonios estabas haciendo con él?
—¿Qué? Me enviaste allí para ligar con un tipo. ¿Cómo se suponía
que supiera que era tu hermano?
—Te envié allí a ligar con Jim. El tipo del bar. ¡Pero pasaste de él y
te dirigiste directamente a mi maldito hermano!
—¡No sabía que era tu hermano! ¿Cuál es tu problema? ¿Y por qué
tenías a alguien allí dentro? ¿Me tendiste una trampa?
—Tiffy —dice, sujetándome firmemente por la parte superior de los
brazos—. ¿Qué clase de hombre crees que soy? Nunca te enviaría a un
bar a elegir a un extraño. Jim es el tipo que trabaja conmigo. Está ahí
para interpretar un papel y vigilarte. Nunca pondría a una chica en un
peligro como ese. Está todo controlado. Está todo organizado. Es todo…
—Mentira —digo entre dientes—. Todo sobre ti es mentira, Fletcher.
Nada es real, ¿no es así? —Simplemente me mira, pasando esa lengua
suya de nuevo sobre sus dientes—. ¿Y bien?
Niega y saca el teléfono.
—Roger, necesitamos que nos recojas. Entrada sur, cerca del campo
de minigolf. —Termina la llamada y comienza a ir por el camino por el
que vinimos.
—¿Fletcher? —grito.
—Sígueme, Tiffy. Ahora.
—No —exclamo—. ¡No! No voy a ninguna parte contigo hasta que me
digas qué demonios está sucediendo. ¿Esta cosa de emparejador también
es mentira? ¿Siembras hombres para que esas chicas los recojan, así
pueden lograrlo? ¿Las relaciones son mentira? ¿Vendiste a cada chica al
mejor postor? ¿Con qué clase de hombres se casan? ¿Extranjeros
buscando un permiso de residencia? ¡Eres una especie de traficante
sexual! Así que, ¿cuándo lo averiguarán? ¿Después de que les entreguen
sus corazones? ¿Después de que esos pocos se casen? ¿El tipo se enojará
una noche y le dirá a ella que todo es mentira?
Fletcher se da la vuelta hacia mí lentamente, su expresión es de
absoluto enfado.
—No finjas que sabes que me conoces. Y no —dice entre dientes—,
me acuses de fraude.
—¿Entonces por qué estaba ese tipo allí para encontrarse conmigo?
—Te lo dije —responde con tono más bajo—. Para mantenerte a
salvo.
—Así que se suponía que ligara con él. ¿Y luego qué, Fletcher? ¿Se
suponía que ganara o perdiera ese juego?
Simplemente me mira.
—Perdiera, lo entiendo. Así podías ser el tipo bueno y venir a mi
rescate. ¿Hacerme sentir mejor por mi fracaso? Dios, estás enfermo. 95
—Ni siquiera deseabas a ese tipo. Así que, ¿qué te importa? Si fuera
Cole, sería real.
—¿Cómo lo sabes? Simplemente eres un estafador, Fletcher.
Engañas a la gente. Mientes y engañas. He acabado con esto, ¿está bien?
Voy a volver a San Francisco en el primer vuelo que encuentre. Y
simplemente que te jodan, ¿de acuerdo? Enviaré a alguien para que me
reemplace y podrán decidir qué sucede.
Comienzo a volver por el camino que vinimos y alcanza mi brazo
cuando paso a su lado.
—No —digo, alejando el brazo de un tirón—. Ni siquiera me toques.
Eres todo lo que pensé que eras la primera noche en el espectáculo. Todo
y más. Eres el desastre de hombre más patético que he conocido jamás,
Fletcher. No eres más que un rostro bonito con un alma oscura.
15
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
—Adelante —digo a quien llama a la puerta de mi vestidor en el
gimnasio.
—¿Holaaaa? —dice el mejor amigo de Tiffy, Claudio, mientras asoma
la cabeza.
—Estoy empacando, imbécil. Saldré de aquí cuando termine. Así que
dile a la señorita Preston que se calme y...
—Vaya —dice Claudio, levantando ambas manos en el aire—.
Aguanta ahí, vaquero. Desempaca tus maletas, respira hondo y ponte tu
sombrero de " no soy un imbécil" porque le dije a Tiffy que tenías uno.
96
—¿Qué? —Entorno los ojos mientras entra y cierra la puerta detrás
de sí—. Recibí un papel rosa en el correo esta mañana. Así que les haré
un favor a todos y me pondré en camino.
—Los planes han cambiado, Fletcher. Randall Preston vendrá aquí
esta noche para ver el espectáculo.
—¿Qué?
—Y Tiffy me pidió que viniera aquí y te pidiera que te quedaras esta
noche. Dice que se asegurará que obtengas una bonificación si te quedas.
—¿Tiffy te envió?
—Ajá —dice Claudio, sus labios apretados fuertemente en una
sonrisa tensa.
—¿Quiere que su viejo haga los honores o qué? ¿Quiere humillarme
frente a él para que lucir mejor? No, muchas gracias.
—Es solo un espectáculo, Fletcher. Y él no viene a despedirte. Viene
porque TravelXpress va a estar aquí para calificar el hotel por un acuerdo
que van a llevar a cabo el mes que viene en línea.
Solo lo miro fijamente.
—¿Has oído hablar de TravelXpress? —Se ve estresado.
—Claro, es como un sitio web de reservas. Aunque cobran una tarifa,
así que no los uso.
—Cobran una tarifa, Fletcher, porque es el mayor agente de reservas
en línea del mundo. Y visitan y califican cada hotel, cada vuelo, cada
compañía de alquiler de automóviles que ofrecen con promociones
especiales. Cole ha logrado una revisión para el Landslide y vendrán esta
noche. Una calificación de cinco estrellas de TravelXpress sería un gran
negocio.
—Así que ahora Tiffy me necesita. —Perra.
—Están aquí para ver el espectáculo también. Es el número
principal, así que si te califican con cinco estrellas, podría ser una
bendición para tu... carrera.
Me río ante su duda al llamar a lo que hago una carrera.
—¿Puedes ser más condescendiente?
Claudio me mira por un minuto y luego deja escapar un profundo
suspiro y se aleja.
—Hay más, Fletcher. Y no debería decirte esto, pero debes entender.
El señor Preston va a dejar a Tiffy este hotel. Es todo lo que heredará en
el testamento.
—¿Testamento?
—Se está muriendo, Fletch. Tiene un tumor cerebral inoperable y le
dieron seis meses de vida. Y eso fue hace cinco meses. Se está 97
deteriorando rápidamente y ha tomado algunas... decisiones inusuales
sobre su dinero en los últimos seis meses. Por un lado, Tiffy obtendrá
este hotel y nada más. Ni siquiera su fondo fiduciario. Se le prohibirá
vender el hotel por diez años. Si puede hacer que funcione, obtiene el
fondo fiduciario una vez que prospere. Si lo vende o se declara en quiebra,
pierde todo.
—¿Qué clase de imbécil le hace eso a su hija? Jesucristo.
—Sé lo que estás pensando —dice Claudio, negando—. Pero estás
equivocado. He conocido al señor Preston la mayor parte de mi vida. Y sé
por qué está haciendo esto. Habló conmigo antes de que ese tumor
cerebral fuera diagnosticado. Así que no es un capricho de un excéntrico
moribundo. Tiene una lógica sólida detrás de eso.
—Entonces Tiffy quiere que salve su hotel para que pueda sacar
provecho del dinero del fondo fiduciario dentro de diez años. A la mierda
con eso.
—Tiffy no sabe, Fletcher. No tiene ni idea de que ha hecho esos
cambios al testamento. Él la envió aquí para que asimilara las cosas y
aprendiera lo básico antes de morir.
—Acabas de decir que te envió aquí para suplicarme que me quede.
—Lo hizo, pero solo porque su padre vendrá aquí, no estará
decepcionado con ella. Quiere que el hotel obtenga una buena
calificación, pero no por la razón que piensas.
—Ah, ya veo. Quiere un dinero extra, lo entiendo.
Claudio gruñe.
—Vaya. Realmente eres un imbécil.
—Simplemente lo llamo como lo veo.
—Tiffy no sabe que se está muriendo, Fletcher. No sabe que el
testamento ha sido cambiado. No sabe nada. Todo lo que sabe es que el
hotel será calificado este fin de semana y quiere hacerlo feliz. Sabe que
está enfermo, tuvo un ataque cerebral leve y un ataque al corazón el año
pasado y algunas otras cosas menores. Pero él ha estado mintiéndole.
Dice que es estrés. Que su corazón se está debilitando. Ese tipo de cosas.
Preocupan a la gente, pero no los hacen descomponerse y estar tristes. Y
cuando descubra que él podría morir en cualquier momento, se
desmoronará.
»Tiffy no es la hija biológica del señor Preston. Su madre, Tessa, lo
conoció en uno de los Preston Resorts en la ciudad de Nueva York, donde
era camarera. Tiffy tenía cuatro años y vivían en un hotel a cincuenta
cuadras de distancia, así que su madre la traía al trabajo y la escondía
con las limpiadoras. El gerente del hotel lo descubrió cuando Tiffy tomó
algunos juguetes de una habitación mientras esperaba que su madre
terminara el trabajo. Tessa estaba a punto de ser despedida cuando el
señor Preston intervino y le salvó el trabajo. Se hicieron amigos. Él
adoraba a Tiffy. La trataba como a una hija. Cuando se casaron tres años
después, el señor Preston decidió adoptarla. Ha sido un buen padre, 98
Fletcher. Su madre murió hace un tiempo, y Randall nunca vaciló en su
amor y apoyo a Tiffy.
—Entonces, ¿por qué va dejarla fuera del testamento, Claudio? Es
una mierda.
—No se puede evitar. El señor Preston era mucho mayor que Tessa
cuando se casaron. De hecho, se había casado tres veces antes. Se había
resignado al hecho de que no tendría hijos, nunca se volvería a casar, y
comprometió toda su herencia a una multitud de fondos de caridad.
Están contando con que lo entregue. Y él nunca se retractaría del
compromiso.
—Entonces Tiffy se queda sin nada.
—Nada más que este hotel. Y todavía no lo sabe, pero ha trabajado
para él desde la escuela secundaria y ha estado invirtiendo sus cheques
todo este tiempo. Fue suficiente para comprar el Landslide hace unos
meses. Él está haciendo todo lo posible para prepararla para el éxito.
Paso una mano por mi rostro mientras asimilo todo esto.
—¿Y ahora se está muriendo?
Claudio asiente. Su expresión es muy triste.
—¿Y Tiffy no lo sabe?
—No. Nada. Ni siquiera que es propietaria de este hotel. Ni la parte
de perder su herencia. Nada de eso.
Dios. La vida es jodida.
—Y sé que ustedes dos están en una especie de discusión, pero
Fletcher, ella necesita que esto vaya bien. No es por el hotel, no creas que
es por eso que estoy aquí rogando. Necesita complacer a su padre. Todo
lo que quiere en este mundo es enorgullecerlo. Y si te vas, el espectáculo
fallará, el hotel obtendrá una calificación inferior, y ella sentirá que le
falló. Es una chica dulce, Fletch. Tienes que ver eso.
—Lo es —estoy de acuerdo—. Creo que es genuina. Y agradable. Pero
no cree en mí, Claudio. Piensa que soy escoria. Entonces, ¿por qué
debería importarme si consigue su deseo? ¿Por qué tiene que depender
su final feliz de mí cuando todo lo que ve cuando me mira es un
estafador?
—Entiendo —dice Claudio—. Lo hago. Pero... solo piénsalo un poco.
Solo tómate unas horas para pensar las cosas. No empaques todavía. Por
favor.
Lo miro y veo a un verdadero amigo. Tiffy tiene suerte de tenerlo de
su lado. La quiere. Solo quiere protegerla de la realidad que pronto saldrá
a la luz. Quiere darle una victoria más antes de que eso suceda.
—Lo pensaré.
—Gracias —dice, retrocediendo hacia la puerta—. Gracias. —Y luego
se da vuelta y se va.
Me siento en el banco de madera fría junto a mi casillero y pongo la 99
cabeza en mis manos.
Nada es siempre lo que parece.
Katie, la chica que puse bajo contrato. Es perfecta por fuera, pero
tan dañada por dentro que me pagó dinero para arreglarla.
Tiffy, rica más allá de toda creencia. Bien educada y amable. Una
niña de papá de la cabeza a los pies. Y su corazón está a punto de
romperse en pequeños pedazos. Puedo ver lo que se viene. Puedo decir
que ama a su padre por las pocas veces que lo ha mencionado en una
conversación. Le importa lo que él piense. Su opinión sobre ella es lo
único que la define. Al igual que la opinión de ese idiota que lastimó a
Katie es la única cosa que la define.
Puedo ver por qué Tiffy quiere a Cole. Y no porque sea rico y la cuide.
Especialmente si no tiene ni idea que su herencia nunca fue suya. Creo
que le gusta Cole porque es confiable. Una montaña que se alza alta y
fuerte en un valle lleno de tormentas. Necesita sentirse segura. Y a pesar
de que Randall Preston le ha proporcionado eso desde que era una niña
pequeña, todavía hay ese sentimiento en su interior que lo sabe.
Todo puede ser quitado en un instante.
Cierro mi casillero y salgo. Paso por delante de todos los imbéciles
ricos que sienten la necesidad de ser perfectos con tanta fuerza que hacen
ejercicio mientras están de vacaciones, y luego subo las escaleras hasta
el vestíbulo.
Veo a Tiffy hablando con la gente de la recepción. Está vestida muy
parecido a como estaba ayer. Pantalones crema en lugar de marrones.
Los zapatos son altos y elegantes, pero son de un color melocotón claro,
como su blusa holgada.
Todo sobre ella grita perfección.
Pero no se siente perfecta. Incluso yo veo eso.
Tiene miedo. Y tiene razón para tener miedo.
Me ve mirándola y abre la boca, como si pudiera llamarme. Pedirme
que la ayude con este espectáculo esta noche. Pedirme que permanezca
a su lado.
Pero luego aprieta los labios, endereza su postura y se vuelve hacia
la gente de la recepción.
Me alejo también y camino hacia el casino. Puedes llegar a la playa
desde el sótano o tomar las escaleras del vestíbulo. Pero no quiero pasar
junto a Tiffy, así que avanzo entre las máquinas tragamonedas y las
mesas hasta que llego a las tiendas y tomo la entrada trasera.
Necesito salir de aquí.

100
16
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
El lago Tahoe es una de las playas más hermosas del mundo. Ha
sido creada, claro. Pero también ha sido protegida. Hay muchas tierras
privadas rodeando el agua cristalina. Y Landslide tiene un poco,
relativamente hablando para un inmueble de tanto valor, a cada lado.
Me quito los zapatos y camino diagonalmente por la arena. Está
llena de gente. Familias con niños. Recién casados. Jugadores dormidos
bajo el sol de la montaña. Camino entre ellos y me dirijo a las rocas al
lado este del hotel donde voy a pensar las cosas cuando aparecen las
dudas. 101
Y siempre aparecen, ¿cierto? No importa quién seas; no importa
cuán exitosa sea tu carrera, o tu vida amorosa, o tu familia, esas dudas
siempre están ahí.
Subo por las rocas de color teja hasta que encuentro el lugar. Está
un poco escondido del bullicio y el ajetreo de la playa del hotel, pero
normalmente es espacio suficiente para conseguir algo de paz.
El agua es muy clara. Cuando piensas en un lago, piensas en un
fondo cubierto de barro. Juncos y sedimentos enturbiando el agua. Pero
el lago Tahoe es la cosa más cercana que puedes obtener de agua azul y
clara y no estar en el trópico. La arena es blanca cuando bajo la mirada
desde la roca y un cangrejo se mueve animadamente en el fondo.
Cuando era niño, solía asustarme saber que esas cosas estaban ahí
abajo junto a mis pies, preparados para pellizcarme. Pero nunca fui
pellizcado. Mi niñez fue buena. Mi familia fue buena. Casi todo fue bueno
hasta que tuve dieciocho años. Luego la vida alzó su fea cabeza y me
enseñó que no hay muchas cosas justas. Mi padre murió ese año. Y la
mierda simplemente siguió viniendo. Nunca se detuvo. ¿Y mi hermano?
Verlo ayer fue una sorpresa. Han sido… cuento los años con los
dedos de las manos. Nueve en total. Nueve largos años desde que la vida
me jodió de nuevo.
—¿Fletcher?
Joder. Tiffy debe haberme seguido. Unos segundos después tropieza
y cae en el agua, agitando los brazos y con su rostro conmocionado por
el frío. Después de todo, es un lago de montaña.
Escupe un poco de agua cuando sale a la superficie.
—¡Oh, Dios mío!
—Espera —digo, arrastrándome por la piedra y alcanzándola. Me
sujeta la mano, la saco del agua y dejo que suba gateando el resto del
camino por el lateral de la roca—. ¿Qué demonios llevas en los pies?
—¿Eh? —responde, castañeándole los dientes—. Zapatos.
—¿Tacones de diez centímetros, Tiffy? ¿En serio?
—Es lo que llevaba puesto. Jesús. No sabía que había norma de
vestimenta. Te llamé y me ignoraste. Y realmente necesitaba hablar
contigo.
—No te escuché. —Me la imagino intentando caminar por la arena
llevando eso. Tengo que girar la cabeza para reírme. Y no estoy preparado
para hablar con ella todavía. No después de todo lo que Claudio me contó.
—Yo s-solo —balbucea entre sus dientes castañeando—, necesitaba
pedirte… —Baja la mirada al mismo tiempo que hace un puchero. Su
ceño es uno de preocupación, no de tristeza. Si supiese cuán triste
tendría que estar—. Un favor.
Aquí viene.
—¿Qué favor? 102
—¿Harásss… harás un espectáculo más con los Mountain Men? Sé
que dejaste el trabajo, y no estás obligado a dar aviso ni nada. Pero
realmente apreciaría si tomases mi petición en consideración.
—Pensé que era un fraude. Un timador. Un mentiroso.
Arruga el rostro. Probablemente porque realmente piensa esas cosas
y no puede admitirlo ahora mismo. Me necesita.
—No lo sé. ¿Está bien? No sé qué estás haciendo con esos contratos.
O tus muchas, muchas folladas de una noche. O conmigo, para el caso.
Eres muy difícil de entender, calculador, y escondes algo.
—¿Esconder qué? —espeto. Estoy muy cansado de esta mierda—. Ni
siquiera me conoces, Tiffy. Solo soy un estúpido desnudista para ti. Soy
un estafador, ¿recuerdas?
Abre la boca para protestar, pero levanto la mano y digo:
—Guárdatelo, ¿de acuerdo? Haré el espectáculo. Así que puedes
volver al hotel y cambiarte.
Toma una profunda bocanada de aire y la deja salir. Se está
abrazando el cuerpo y la ropa se le está pegando a la piel. Y luego baja la
mano y se desabrocha los zapatos y los lanza al agua, uno a la vez.
¿Qué mierda fue eso?
Se quita la camisa por la cabeza, luego se levanta en la roca y se
quita los pantalones. Dejando ambas cosas sobre la gran roca con mucho
cuidado, luego se sienta y coloca las manos detrás de ella, inclinando el
rostro hacia el sol.
—¿Qué está haciendo?
—Secándome —responde—. No voy a volver allí empapada. Y esta
roca se siente bien. Está caliente y tengo frío. El sol me está cansando y
se siente bien sobre mi piel. No he pasado un día en la playa en…
demonios, años.
Espero a que diga más, pero se queda callada. Y luego se tumba de
espaldas, suspira profundamente y cierra los ojos.
Me quito la camiseta y hago lo mismo. El sol golpea mi estómago y
es bueno.
—Yo tampoco, en realidad.
—¿Por qué no? —pregunta con voz adormilada—. Vives aquí. Me
aprovecharía de ello si viviese aquí. Es pequeño y tranquilo. No como San
Francisco. Un montón de calles y lleno de gente en camino a alguna parte.
—Ocupado, eso es todo.
—Bueno, supongo que ahora tienes tiempo.
Abro los ojos y la miro fijamente. No es pálida, pero no está morena
como yo. Aunque mi moreno es por aerógrafo, no por pasar tiempo en el
exterior. Ni siquiera puedo recordar el último día que tuve libre. 103
—No realmente. Tengo otro trabajo. Dos, en realidad.
Abre los ojos y se encuentra con mi mirada.
—¿Qué clase de trabajos?
—Solo otras cosas.
—¿Casamentero?
—Supongo que con ese son tres.
—¿Por qué necesitas tantos trabajos?
—Dinero. Tengo deudas, justo como los demás.
—Ganas bastante dinero en el hotel. Quinientos dólares por
espectáculo más propinas. ¿Qué obtienes de eso? ¿Trescientos o
cuatrocientos? Eso no es un mal vivir. Además tienes una habitación
gratis en Landslide. —Se apoya sobre un codo y me mira—. ¿Por qué
necesitas tanto dinero?
—¿Por qué quieres saberlo? —cuestiono, tomando una piedra suelta
del acantilado y lanzándola sobre la superficie del lago.
—Porque no tienes sentido.
—Tampoco tú —digo, lanzando otra.
—Realmente no soy complicada.
—Tu vida seguro lo es.
—¿Qué?
—Nada. —No tiene ni idea. De nada—. Tu padre va a venir y quieres
que el espectáculo sea perfecto porque la gente de viajes va a calificar el
hotel.
—¿Cómo lo sabes?
—Claudio me lo dijo esta mañana. Dijo que estabas preocupada por
decepcionar a tu padre. Así que supongo que esa es la razón por la que
estás aquí. Por él.
Se sienta completamente.
—¿Qué significa eso? Eres malditamente confuso, Fletcher. Quieres
tener sexo conmigo, quieres juntarme con Cole y quieres mantener tu
trabajo. Pero nada de eso tiene sentido.
—No es realmente complicado, Tiffy. Y cualquiera que no fuese
criado como la hija de un multimillonario lo entendería. Necesito dinero.
Tengo facturas. Estoy haciendo mi mayor esfuerzo para que la mierda
funcione, así que hago lo que tengo que hacer. La gente como tú solo
quiere encasillarme. Ponerme una marca. Convertirme en algo que no
soy. Pero la verdad es que no soy lo que crees. —La miro—. No tienes ni
idea de quién soy.
—Tienes razón, no lo sé. Porque todo lo que me has dicho es mentira.
—Nunca te he mentido. ¿Y sabes qué? Simplemente vuelve al
maldito hotel y dile a Chandler que estaré allí. ¿Está bien? —Me levanto 104
y comienzo a pasar junto a ella, pero me sujeta del brazo cuando intento
pasar sobre su cuerpo.
—Espera.
—¿Por qué? —mascullo—. ¿Así puedo sentarme y escuchar cómo me
juzgas? No soy un fraude. No soy un timador, por el amor de cristo. Ese
hermano mío con el que estuviste ligando ayer, es el timador. Solo estoy
haciendo lo mejor que puedo. Así que puedes dejarlo ahora. Solo deja de
actuar como si te importara algo de esta mierda, simplemente vuelve a tu
perfecta vida.
Lamento las palabras en cuanto salen de mi boca porque sé que su
vida tampoco es lo que parece. Ahora solo estoy diciendo las cosas para
herirla. Así que supongo que soy un imbécil.
—Entonces dime por qué quieres juntarme con Cole.
—Me pediste que te juntara con Cole, Tiffy.
—¿Por qué te acostaste conmigo?
—Y aquí está —comento desdeñosamente—. Eres justo como las
demás. Prometí diversión, accediste, y ahora quieres adjuntarle algún
significado secreto. Fue una follada, Tiffy. Me gusta follar, como cualquier
otro tipo normal de mi edad. Y fue divertido. ¿De acuerdo? Eres una
buena follada. Y si todavía estuvieras interesada, te follaría de nuevo.
Pero no lo estás. Y ahí termina.
—¿Todavía harías tu trabajo si te dijese que no tendrías que
renunciar?
—¡Te lo acabo de decir, haré el espectáculo!
—No el espectáculo —menciona, apretándome más fuerte—. Tu
trabajo conmigo. —Su expresión es seria. Incluso un poco triste.
—¿Enseñarte a ser sexy?
Se ríe.
—Me estaba preguntando qué palabra usarías. ¿Entonces es lo que
es para ti? ¿Enseñarles a las chicas a ser sexy como tú?
—Como siempre digo… lo sexy no vende, está a la venta.
Se ríe de nuevo y me hace sonreír. Dios, ¿qué le pasará cuando su
padre muera? No puedo imaginarlo.
—No me necesitas para que te enseñe eso, Tiffy. Eres sexy a
montones.
—No según Cole. Porque le pregunté si le gustaría tener una cena
esta noche, solo nosotros dos, y dijo que estaba demasiado ocupado. Y si
estuvieras interesado en alguien, y quisiera que comieras con él, entonces
aceptarías, ¿cierto? —Me mira, deseando que diga que no, pero sabiendo
que no le mentiré.
—No estoy seguro. —¿Quizás Cole esté distraído por la enfermedad
de su padre y no tiene tiempo para esa clase de cosas ahora mismo? ¿Tal
vez el trabajo es lo más importante en su vida? Puedo entenderlo. Es la
razón por la que no tengo novias. ¿Pero tal vez el hecho de que ella no 105
heredará la aparta del camino? Y si Cole sabe sobre eso, entonces…
Es eso último lo que me detiene. Si esa es la razón, le patearé el culo.
No me importa lo gran hijo de puta que sea. Le patearé el culo si ha estado
usando a ella y a su padre todos estos años por el dinero.
—Mira —digo—. No creo que pienses seriamente en Cole, Tiffy. Creo
que quieres un novio y es tan bueno como cualquiera. Creo que quieres
reemplazar lo que sea que estás echando de menos en tu vida con él. Y
no creo que confíes en mí en lo más mínimo. Así que simplemente dilo.
—¿Que diga qué? —cuestiona, igualmente molesta.
—Simplemente admite que no puedes alejarte de mi sexy.
Se ríe y esconde el rostro.
Me gusta su risa. No lo hace lo suficiente. Apuesto a que ha estado
en este camino hacia el respeto desde que fue adoptada por el viejo. Una
niña pequeña de repente es lanzada a un mundo de ricos y poderosos.
Fiestas, colegios privados y toda otra mierda que viene con eso. Lecciones
de equitación, ballet, clases particulares y sobre todo… las expectativas.
—Dilo —repito—. Dime lo sexy que soy y que me necesitas. Y
entonces te ayudaré. Solo deja ir el resto. Si quieres la fantasía, déjame
ser tu fantasía.
Pone los ojos en blanco y aprieta los labios.
—Sé lo que piensas, Tiffy. Todo el mundo lo piensa. Puedes negarlo
todo lo que quieras. Pero soy sexy.
Resopla.
—No es sexy saber que eres sexy.
—Claro que lo es. —La miro a sus ojos verdes mientras brillan con
el reflejo del agua—. Seguro que lo es, Tiffy. De hecho, cuando miro dos
veces a una chica, no estoy mirando su cuerpo. Mucha gente tiene buen
cuerpo. Muchas chicas tienen hermosos rostros. Cuando echo un
segundo vistazo, es porque ella tiene confianza.
—¿Entonces por qué me miras? —Ahora es seria. Levanta la mano
para protegerse los ojos del sol y puedo verla mirándome por la sombra
que crea—. Porque todo en mí dice lo segundo mejor.
—Vaya. ¿Quién te hizo eso? Normalmente le echaría la culpa a tu
padre, pero no creo que fuera él. Así que, ¿quién te llamó lo segundo
mejor, Tiffy? No fue Claudio. Está jodidamente claro que no fui yo. ¿Fue
Cole? ¿Convertiste su desinterés en auto-desprecio? Porque voy a ser
honesto; desde mi perspectiva, todo sobre ti dice ganadora. Todo señala
fuerza, inteligencia e independencia.
Aparta la mano de sus ojos y agacha la cabeza.
—Gracias.
Y esa es una buena respuesta. Al menos, puede aceptar un
cumplido. He conocido muchas chicas que ni siquiera podían hacer eso.
Pero la respuesta de Tiffy proviene de una buena educación en lugar de 106
la confianza. Es algo que le han enseñado a hacer. Ser educada.
—Haré el espectáculo y mantendré nuestro trato sobre Cole.
Levanta la mirada, pero la sonrisa ha desaparecido.
—Lo haré. Pero quiero algo a cambio.
—Me aseguraré que tengas un trabajo…
—No —la interrumpo—. Soy un luchador, Tiffy. Eso no es lo que
quiero. Puedo encontrar mi propio camino en este mundo. No necesito
tus limosnas. Que le den al trabajo. Ya he renunciado y tengo tres ideas
para reemplazar el dinero.
Me mira con los ojos entrecerrados, con sospecha.
—¿Entonces qué quieres?
Tiene todo el derecho a sospechar. Porque estoy esbozando la
retorcida sonrisa de “soy el jodido y sexy Fletcher Novak”.
—Un baile de regazo, Tiffy. Quiero un baile erótico. Aquí y ahora.
17
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
—Estás bromeando.
—No lo estoy. —Y no lo está. Puedo notarlo. Porque se levanta y
camina a lo largo del peñasco plano a otro que tiene la altura perfecta
para sentarse—. Vamos, muéstrame tu cosa. Muéstrame lo sexy que eres.
Y si lo haces, te daré todo lo que quieras.
—Fletcher, no soy una stripper.
—Tampoco yo hace nueve meses. Mi primer baile de regazo fue
gracioso. Chandler se murió de la risa. Tuve que hacérselo a él, por cierto.
Así que, al menos me tienes para tentarme. Solo imagínate intentar ser
107
sexy con un tipo como él.
Me río mientras lo imagino.
—Pero eres diferente. Eres bueno en estas cosas. Las chicas te miran
y se imaginan arrancándote la ropa. Los chicos me miran y se imaginan
las bragas de abuelita bajo mi traje.
—No —dice riéndose—. Estoy seguro que la idea que cruzó por mi
cabeza esa noche que te vi en el espectáculo fue: Se ve follable.
—No fue así. Fui una perra estirada contigo esa noche.
—Fuiste una gatita sexy, Tiffy. Incluso tu nombre es sexy. Abriste
esa puerta y tu rostro dijo apetito sexual insaciable.
—Vete al diablo. —Me río, intentando esconder mi sonrojo—. Claro
que no. Estaba pensando en cómo despedirte esa noche.
—Baile de regazo. Vamos. Levántate y hazlo.
—Ni siquiera sé que es un baile de regazo. Solo he visto uno en tu
espectáculo.
Me mira sospechosamente, considerando si estoy mintiendo o no. y
entonces se pone de pie, toma mi mano, me da la vuelta y empuja mis
hombros.
—Bien, iré primero. Pero no vas a librarte.
Tomo aire mientras miro sus ojos azules. Mi corazón empieza a latir
más rápido mientras me imagino como será mirarlo intentar seducirme
con un baile. Me sonrojo. Ferozmente.
Me dispara una de esas sonrisas que iluminan su rostro.
—¿Lista?
Asiento.
—Presta atención, Tiffy —dice mientras sus caderas empiezan a
moverse de atrás adelante. Ya estoy hipnotizada. Pero cuando pone sus
manos en mis hombros y monta mis piernas, debo de tomar una
bocanada de aire—. Debes hacer contacto visual, Tiff. Es la cosa más
importante. Te toco aquí —dice, su voz bajando mientras frota mis
hombros—, y si te gusto, un escalofrío debería recorrer tu cuerpo.
Lo hace. Vaya si lo hace.
Sus caderas están frente a mi rostro ahora, y no puedo evitar mirar
su torso. Mis ojos se deslizan a su cinturón. Y luego sus manos están
ahí, jugando con la pretina de sus vaqueros.
—Y luego diriges mis ojos a tus caderas. Justo así.
Lo miro para ver si se está riendo, pero tiene una mirada seria en su
rostro. Y si no supiera mejor, si no supiera que este era el infame Fletcher
Novak, el tipo que se folla a quien quiera, cuando quiera, y no cambia de
sabor cada semana, sino diario, entonces podría creer que le gusto.
—Cuando mis ojos están en tus caderas, me tientas con ellas. Sé mi
fantasía, Tiffy. Hazme imaginar cómo te verías sin ropa. 108
Dios. Puedo imaginarlo. Lo vi esa primera noche. Lo vi desnudo al
día siguiente. Chupé su polla mirándolo de esta forma. Es muy fácil
imaginarlo desnudo. Ciertamente califica como mi fantasía.
Empieza a jugar con mi cabello, tomando los largos mechones en
sus dedos, acariciándolos en un lento movimiento hasta que siento un
suave toque sobre la cima de mi seno. Lo miro de nuevo.
—Toca mi pecho primero. Suaves caricias que me hacen sentir como
si todo esto fuera real.
No es real, Tiffy, me digo. No es de verdad. Es un trabajo para él.
Sus dedos se deslizan entre la tira de mi sujetador y mi piel,
subiendo hasta que están sobre mis hombros.
—Solo es una provocación, sin embargo. Es la cosa más importante
que recordar. Es solo una provocación. Quieres que te mire con lujuria.
Quieres que te mire con deseo. Quieres que piense que tengo una
oportunidad.
No tienes oportunidad, Tiffy. Oh, Dios mío. ¿Por qué siquiera pienso
estas cosas?
—Quieres que me imagine que te quitas el sujetador. —Su mano se
desliza por mi espalda mientras empuja todo su cuerpo en mi regazo. Y
luego está en el broche de mi sujetador.
Trago con fuerza.
—Quieres que yo… —suelta mi sujetador como un profesional, y se
afloja, colgando frente a mí con la suave corriente del viento—, piense
sobre hacer un movimiento.
Está haciendo bien el movimiento.
—Y luego, solo para mantener la fantasía… —Baja el sujetador por
mis brazos hasta que está en mi regazo. Mis pezones se levantan con el
ligero rocío de las olas del lago mientras empujan contra las rocas—, te
quitas algo.
—Fletcher…
Pero me detengo. Porque sus manos están tras mi cuello, acercando
mi rostro a sus ondulantes caderas. Enreda sus dedos en mi cabello y
hasta mi cráneo. Ese escalofrío en mi espalda se convierte en un temblor
completo.
—Quieres que crea que me besarás, Tiffy. —Suelta mi cabello y luego
sus palmas están en mis mejillas, acunándome con fuerza. No mucha,
pero tampoco poca. Es como si me preparara para lo que se viene.
¿Qué se viene?
Se inclina, su frente presionando la mía, pero todavía está muy lejos.
—Quieres hacer que te desee. Más que nada, quieres que te desee,
ahora mismo, en este momento.
Lo deseo. Mierda, lo quiero. 109
Déjame ser tu fantasía, Fletcher.
Sus rodillas descansan a cada lado de mis muslos, y luego siento su
culo moviéndose sobre estos. De atrás adelante. Lentamente y luego aún
más despacio. Gira contra mí, el calor de su atractivo estrellándose
contra mí como las olas contra las rocas.
—Quieres hacer que te toque, Tiffy. —Sé que aún sigue en modo
profesor, pero no me importa. Me estiro hacia él. Mis dedos encuentran
los aros de su cinturón y se enredan en estos. Lo acerco un poco más
mientras lo miro a los ojos—. Luego diré, Bésame, Tiffy. —Y su cabeza se
hunde más, sus labios cerca de los míos, el beso es inevitable.
Pero se detiene. Puedo sentir su aliento en mis labios. Huele como a
hombre. A sudor. Arena. Y agua. Y viento.
—Pero recuerda —dice, inclinando mi barbilla para que nuestro
labios se rocen ligeramente—, tienes que hacerme rogar. Tengo que rogar
por ello o no vas a ceder. Porque un baile de regazo, Tiffy, es una prueba.
Es tu oportunidad —susurra sobre la melodía del lago—, de ser sexy. De
ser deseada. De estar en control. Eres toda mía. Pero es una fantasía, y
debo implorar por esta.
Y luego no puedo soportarlo más. Me muevo esa fracción de
centímetro y lo saboreo.
Agarra mi cabeza, empujando su boca contra la mía. Su lengua no
baila como la última vez, es fuerte y presiona. Buscando más de mí.
Le doy más. Aparto mis dedos de su cinturón y deslizo mi mano por
sus muslos. Sus piernas son musculosas y sus vaqueros están calientes
por el sol.
Gime contra mi boca, alcanza mi mano y la coloca sobre su dura
polla.
Dios. Nunca he querido tanto que un hombre me folle.
Retrocedo por un minuto y ambos recuperamos el aliento. Los
siguientes momentos flotan en mi cabeza.
—¿Cómo implorarías por eso, Fletch? —pregunto—. ¿Cómo harías
que te deseara también?
Me besa una vez más y luego retrocede.
Puta mierda. Me va a dejar así.
—No tienes que preocuparte por eso, princesa. Ningún hombre en
su sano juicio no te desearía en este momento. Y no soy diferente.
Nos miramos por unos segundos. Y luego toma mi sujetador y lo
pone en mis manos.
—Pero será mejor que regresemos. Creo que tu ropa está seca y
tengo que prepararme para el espectáculo.
Se levanta de mi regazo y va a buscar su camisa. Lo veo mientras la
pasa sobre su cabeza, tomando nota de los definidos músculos en sus
abdominales. No me mira ni una vez mientras se viste de nuevo, solo 110
reúne mi ropa secándose sobre la piedra y se da la vuelta para
entregármela.
—Espero que planees vestirte. Porque si intentas ir a casa desnuda,
patearé muchos culos en el camino.
Salgo del trance y deslizo mi sujetador por mis brazos. Pero antes de
que pueda estirarme para abrocharlo, ahí está él, sus dedos suaves
mientras rozan mi espalda y lo hace por mí.
Toma mi mano una vez mi sujetador está puesto y me pone de pie.
Y me quedo ahí mientras me viste. La camisa está casi seca, y cae
pasando por mi cabeza y asentándose en mis caderas. Estira mis
pantalones y los sostiene abiertos para mí.
—Adentro, Tiffy. Tenemos que irnos.
Coloco mi mano sobre su hombro y siento un escalofrió recorrerlo.
Me mira y hemos intercambiado los lugares de hace unos minutos.
Levanto una pierna y la meto, y luego lo hago de nuevo. Se pone de pie,
subiendo mis pantalones con él.
Se inclina y susurra.
—No puedo esperar por mi turno.
18
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
Pienso en ella durante todo el camino de vuelta. Me deseaba. Puedo
sentirlo. Deseaba que la tomara justo allí. Me habría dejado follarla, justo
como hizo la otra noche en la azotea.
¿Pero es la fantasía lo que quiere? ¿A Fletcher, el stripper? ¿Fletcher,
el profesor? ¿O algo más?
Es imposible decirlo, y ese es el problema con el trabajo que hago.
No puedes nunca decir si a la gente le gustas por quién eres o por qué
eres. Sé cómo me veo. Nunca he tenido problema consiguiendo chicas.
Perdí mi virginidad cuando otros chicos todavía intentaban llegar a la 111
primera base. Diablos, incluso tuve a unas pocas madres haciéndome
ojitos en la escuela secundaria.
Pero siempre querían algo. Las adolescentes querían ir al baile con
el quarterback. Las universitarias querían ser folladas por la estrella de
lacrosse. Las clientas del espectáculo quieren decir que follaron a uno de
los Mountain Men. Y no solo a cualquiera de los Mountain Men, al líder.
Eso me ha arruinado, ¿y qué? Tengo una opinión sobre la mano que
me tocó, justo como todos los demás. Y no digo que quisiera ser otra
persona, porque no lo hago.
Solo quiero que las chicas me miren con algo más que el tamaño de
mi polla en sus mentes.
—Hola —dice Chandler cuando cruza la puerta de detrás del
escenario—. Empezaba a preguntarme si aparecerías.
—Estoy aquí, ¿no? —Y por primera vez, desearía no estarlo. El padre
de Tiffy va a estar aquí. Ella quiere que yo… ¿qué? ¿Qué tipo de primera
impresión es esa? Oye, papá, este chico quiere salir conmigo. ¿No te
encanta que se quite la ropa en nuestro hotel cada miércoles y sábado?
Sí, eso va a ir muy bien.
Espera, ¿qué? ¿Desde cuándo me importa qué tipo de impresión le
causo a los padres de una chica? Como si alguna vez tuviera una
oportunidad con Tiffy. Es inteligente, rica, hermosa. Y quiere a Cole. Me
contrató para conseguir a Cole. Y sí, puedo tentarla todo lo que quiera
con bailes eróticos. Pero el hecho es que no soy el chico que consigue a
una chica como ella. Es un polvo de una noche si alguna vez fuera uno.
Y nuestra noche sucedió hace unos días.
Así que a la mierda. Podría también hacer mi trabajo y hacerlo bien.
Entro en mi camerino y revuelvo la ropa. Los sábados son un poco
más salvajes que los miércoles. Para empezar, vendemos más entradas.
Sacamos algunas mesas y ponemos asientos baratos. Habrá unos cientos
de personas más ahí esta noche. Así que lo hacemos bien. Y la nueva
rutina que preparamos es la primera actuación.
No voy a desperdiciar más tiempo pensando en Tiffy. Solo voy a salir
ahí y encontrarme una chica que borre esta vida de mierda que he
establecido para mí. Que borre toda la mierda que se está acumulando.
Olvidar que mi trabajo está colgando de un hilo. Olvidar que la gente
depende de mí. Olvidar a mi jodido hermano de vuelta en la ciudad el
único día que desearía que simplemente hubiese caído muerto.
Olvidar toda esa mierda.
Vuelvo a la sala común donde todos los chicos pasan el rato y hago
mi cosa.
—¿Qué tiene que decir Sexy Man esta semana?
Mitch me lanza un tabloide semanal y me golpea en el pecho.
—Nos reímos sobre ello ayer, imbécil. Has estado demasiado 112
ocupado con la hija del jefe incluso para recordar que existimos.
—Sí, bueno. Ha estado intentando despedirme toda la semana. ¿Qué
se suponía que hiciera? ¿Dejar que se deshiciera de mí?
—Deberías leerlo —dice Steve, señalando a la revista—. Habla de ti
por todas partes. Nos reímos tanto anoche en el bar.
Sonrío y abro el periódico basura en las columnas semanales y
empiezo a leer.
Querido Sexy Man,
Tengo un problema. Una chica que está por encima de mi liga apareció
y la follé en mi oficina. El problema es que es mi jefa. Y ahora quiere más
y solo no sé cómo decirle que se pierda sin perder mi trabajo. ¡Ayuda!
Firmado,
Polla en el Trabajo
Dejo escapar una risa. Dios, esta mierda no tiene precio.
Querido, Polla en el Trabajo,
Nunca, jamás, te folles a tu jefa, hijo. Tienes dos opciones. Cásate con
la perra o deja tu trabajo y sigue adelante. Las jefas perras nunca lo
superan. Así que declara tu independencia y vuela libre, joven. Aprende tu
lección bien. Es un recuerdo para la historia, eso seguro. No hay nada
mejor que follar con una mujer que está prohibida. Pero los dioses de la
polla exigen ser pagados. Así que la próxima vez que estés tentado a follar
donde trabajas, pregúntate: “¿Es esta chica con la que quiero casarme?”.
Y si es que no, entonces mete esa polla de nuevo en tus pantalones y sigue
adelante.
Te quiere,
Sexy Man.
—Mierda clásica —dice Bill, arrebatándomelo—. Ya sabes, Sexy Man
se estaba volviendo patético por un tiempo. Tomándoselo en serio.
Empezaba a pensar que iba a acobardarse y decir que está enamorado,
así de aburrido.
—Aún es divertido —comento—. Solo ha estado haciendo esto por
un tiempo, eso es todo. Te quedas sin cosas que decir.
—Recibe cartas, tonto —dice Sean—. Todo lo que tiene que hacer es
elegir la mierda divertida. Diablos, he enviado unas pocas y nunca las
escoge. Y es bueno, hombre.
—Como el infierno. Eres tan tonto como un martillo —interviene
Mitch—. No podrías escribir algo divertido si tu vida dependiera de ello.
Fletcher, sin embargo, es divertido. ¿Alguna vez envías una carta a Sexy
Man, Fletch?
—Nunca —contesto—. La última cosa que quiero es pasar mi tiempo
libre pensando en esa estúpida columna.
—Aun así creo que es divertida —dice Steve, poniéndose sus botas
de vaquero—. ¿Dónde está tu ropa, Fletch? —pregunta, mirando mis 113
botas habituales.
—Tengo cinco minutos, Steve. ¿Cuál es la prisa?
—Muévete, Fletcher —dice Chandler, dando un portazo—. Si estás
de vuelta, entonces hazlo. No es que hayas estado aquí los últimos días.
Faltaste a tres ensayos esta semana.
—La corporación, hombre. Cúlpalos por esa mierda.
—Ni siquiera estarían aquí si no la hubieras jodido.
—Bien, tengo la sensación que mis días están contados. El señor
Preston va a estar aquí esta noche y estoy bastante seguro que esta no
es su idea de un buen plan de mercado. Además, he oído que hay algunas
grandes oportunidades de que el mundo de las reservas en línea venga a
evaluar el lugar. Solo puedo imaginar la mirada en el rostro de Preston
cuando se dé cuenta que su única oportunidad depende de seis tipos
quitándose la ropa.
—Creo que sabe que somos sus fábricas de dinero, Fletch —dice
Chandler—. He hablado con él al respecto. Solo dijo que lo mantengamos
con clase.
—¿Mantener qué con clase? —pregunta Mitch. Suena tan molesto
como me siento.
—Sí —dice Steve—. No lo hacemos con clase. Esas mujeres no lo
quieren con clase. Lo quieren vulgar como el infierno. No voy a renunciar
a toda una noche de propinas para mantener a ese imbécil feliz.
Especialmente si solo está buscando una razón para cerrar este
espectáculo.
—Cálmense —dice Chandler—. Es una noche.
—Una noche no es nada para ti, supongo —comenta Sean—. Tengo
facturas que pagar. Y cuento con las propinas para hacer que suceda. No
es que estemos ganando montones de dinero con este espectáculo. Es
Tahoe, por toda la mierda. No Las Vegas.
—Escuchen —dice Chandler, claramente enojándose—. Si quieren
mantener sus trabajos, entonces hagan lo que digo. Preston quiere un
espectáculo con clase. Es su puto hotel.
—No es su hotel, en realidad.
—¿Qué?
Todos se giran para mirarme y lamento haberlo mencionado. Pero
una vez lo dices, tienes que explicar. Estos chicos no me dejarán en paz
tan fácilmente.
—Es el hotel de Tiffy Preston. Su viejo no lo posee. Ella lo hace. Y
estoy bastante seguro que ella quiere recibir una buena puntuación. Y la
manera en que hagamos eso es realizando el mejor espectáculo jamás.
Eso no es bebiendo ponche. Es haciendo a esas mujeres gritar nuestros
nombres, cubrir sus bocas por vergüenza, y decirles a todas sus amigas
que valió cada centavo. Con suerte, el crítico será una mujer.
—Ni siquiera lo pienses, Novak. —Se acerca a mí y me mira a los 114
ojos—. Se los digo ahora mismo, vamos a hacerlo con clase y como se nos
dijo.
Le devuelvo la mirada, mis puños apretados junto con mi
mandíbula.
—¿Entendido?
—Entendido —gruño—. Tienes otro trabajo esperando, así que
podría importarte una mierda si fallamos.
Me empuja duro en el pecho y tengo que retroceder unos pasos.
—Que te jodan, Fletcher. Eres el problema aquí, no yo. Eres del que
quieren deshacerse, no de mí.
—Renuncié ayer, imbécil. Y soy el que sigue aquí. Así que
obviamente no soy tan prescindible.
—Espera —dice Sean—. ¿Qué significa que tienes otro trabajo?
—Este marica tomó un trabajo en Reno porque su novia se quejaba
y gimoteaba sobre el espectáculo. ¿No se los dijo?
Sé que no lo hizo. Fue entre nosotros. Pero sé que mi tiempo aquí
está a punto de acabar. Así que a la mierda. Chandler no va a abusar de
su autoridad y actuar como si le importara lo que le suceda a este
espectáculo. No después de todo lo que ha sucedido esta semana.
—¿Es eso verdad? —pregunta Mitch—. Te vas a largar y quieres que
básicamente no luchemos para que puedas… ¿qué? ¿Recibir una
indemnización si el hotel consigue una buena evaluación?
Chandler me mira con ojos entrecerrados. Crucé la línea con él. Era
un secreto. Y tiene un montón de secretos míos también, así que debería
haber tenido respeto por los suyos. Pero el último hombre en pie no llega
allí por ser un cobarde.
—Diles, Chandler.
—Les diré mucho más que eso, Novak.
Extiendo mis brazos.
—Adelante. Es mi última noche, de todos modos.
—De acuerdo —dice Steve, poniéndose entre los dos, una mano en
nuestros pechos—. Relajémonos y hagamos el espectáculo. Luego
podemos tener todos un día para tranquilizarnos y discutirlo el lunes. —
Me mira—. Y, Fletcher, por toda la mierda, no vas a ser despedido. Oí a
Claudio hablando de ti por teléfono antes con Preston. Creo que su padre
es un buen tipo.
—Eso he oído —digo. Pero ese imbécil va a dejar a Tiffy sola en este
mundo, luchando y asustada, solo para obligarla a probarse. Puedo ver
a un tipo haciéndole eso a sus hijos. Pero las chicas necesitan protección.
Necesitan refugios seguros. Y me molesta que la esté jodiendo así.
Pero no digo eso. Eso realmente es cruzar la línea. Tiffy no merece
averiguar sobre su padre por mi gran boca. No estoy seguro de dónde
estoy con ella de un minuto al siguiente, pero sé que no quiero herirla. 115
Chandler me mira por unos segundos más y espero que vea que si
suelta alguno de mis secretos… Pero una cosa es decirles a los chicos
que se va. Hemos estado esperándolo por un par de meses. Es diferente
decirles en lo que estoy metido.
Así que respira hondo y se aleja.
—Quince minutos para la hora del espectáculo. Manténganlo con
clase. Es una orden. —Y luego sale del camerino y da un portazo detrás
de él.
19
Tiffy "Hazme Sexy" Preston
El ambiente para el espectáculo es diferente de lo que era el
miércoles. La gente es más ruidosa, está más animada. Borracha. Hay
muchas solteras en esta multitud, y apuesto a que cada una quiere un
pedazo de estos hombres esta noche.
Frunzo mi nariz ante ese pensamiento, justo cuando Claudio llega y
me toca el hombro.
—Tiff —dice con esa voz que me da miedo. Es la voz de preocupación.
Una que me dice inmediatamente que algo está mal.
—¿Qué? —No puedo contener la agitación que se propaga por mi
116
cuerpo como una ola—. ¿Qué ha pasado?
—Tu padre no se siente bien. Dijo que volverá a San Francisco esta
noche.
Mi padre ha estado enfermo durante meses. Tuvo un ligero derrame
cerebral el año pasado y algunos problemas de corazón el año anterior. Y
a pesar de que se recuperó, ha estado teniendo ataques de vértigo. Y no
le gusta hablar de ello conmigo, así que siempre soy la última en
enterarme.
—¿Tal vez debería ir con él? Iré a empacar mis cosas.
—No —dice Claudio, agarrando mi brazo—. Ya se ha ido, Tiff. Y dijo
que te necesita aquí para ocuparte del hotel. Dijo que te llamará mañana.
—Siempre dice eso, Claudio. Si sabes lo que está pasando, ¡entonces
dímelo! Me está volviendo… —Me detengo y veo a Cole entrando en el
teatro con una mujer de su brazo—. ¿Quién diablos es esa? —Claudio
abre la boca para responder, viéndose un poco demasiado aliviado por la
distracción—. Espera —digo—. Háblame de mi padre primero. ¿Está
enfermo?
—Tiffy —dice con un suspiro—. No lo sé. Creo que tienes que hablar
con él al respecto. Y dijo que te llamaría mañana. Así que pregúntale
entonces. Y en cuanto a esa perra… —mueve su cabeza hacia la mesa
que vamos a compartir con Cole y ahora esta chica—, es nueva en la
oficina.
—¿Desde cuándo?
—El día que llegamos aquí.
—Mentira. Cole nunca contrataría a personas sin decírmelo.
—Bueno, lo hizo con ella. La convirtió en su asistente ejecutiva.
—Bueno, supongo que realmente es su decisión. Pero... —Mis
palabras se escapan mientras él retira la silla y ella toma asiento,
sonriéndole como...—. ¿Crees que están saliendo?
—Aún no. Así que, si lo quieres, mejor que hagas tu jugada pronto,
chica. Porque está a punto de hacer la suya y no serás tú en su brazo
esta noche.
Mierda.
—Ahora vuelvo.
Ni siquiera espero a que Claudio responda antes de correr locamente
hacia la parte de atrás del escenario. El tipo de seguridad me deja pasar
y entro en el pasillo poco iluminado y paso los vestuarios mientras me
dirijo hacia la parte posterior.
Cuando llego a la puerta de Fletcher, llamo.
—¿Fletch? —llamo—. ¿Estás ahí?
Escucho un débil:
—Adelante. —Y giro el pomo y meto mi cabeza. 117
—¿Estás ocupado? —pregunto. Está de pie delante del espejo
poniendo una funda de pistola en su cadera. Lleva un sombrero de
vaquero, vaqueros desgastados y botas de vaquero.
Se ve jodidamente sexy.
Como siempre.
—No más ocupado de lo normal cinco minutos antes de que el
espectáculo empiece —grita sobre la voz resonante de Chandler desde el
escenario—. ¿Qué pasa?
—¡Cole pasa! Tiene una chica ahí fuera. ¡Trajo una cita! ¡Está aquí
con una chica de la oficina!
—Cálmate, princesa. —Me da una pequeña risa retumbante y luego
esa sonrisa que he llegado a amar—. ¿Cómo sabes que es una cita? ¿Tal
vez es solo negocios?
—¿Qué tipo de chica va a ver un striptease con su jefe?
—No sé —dice, apoyando su culo perfecto contra el tocador y
cruzándose de brazos—. ¿Qué tipo de jefa invita a su empleado a su
habitación?
—Iba a despedirte. Y no es lo mismo. En realidad, no trabajas para
mí. Esta chica es su —hago comillas en el aire—, “asistente ejecutiva”.
¿Qué te parece esa mierda?
Fletcher agarra mi mano y me atrae hacia él. Todo tipo de
terminaciones nerviosas empiezan a dispararse por mi cuerpo ante su
tacto.
—¿Estás celosa? —pregunta, poniendo sus manos sobre mis
caderas una vez que estoy a pocos centímetros de su pecho.
Estoy a punto de gritar, ¡Claro que sí!, cuando hago una pausa.
—No sé si estoy celosa exactamente. Pero estoy enfadada. Esta se
supone que es mi gran noche. Tenía todo esto planeado. Nosotros —
enfatizo—, habíamos planeado todo esto.
Sus manos se deslizan por mi cuerpo hasta que sus dedos están
presionando la parte posterior de mis costillas y sus pulgares están justo
debajo de mis pechos. Tengo que respirar hondo.
—¿Qué haces, Fletcher?
—Volviéndote loca.
—¡Para y ayúdame a librarme de esta chica!
Se pone de pie y se inclina sobre mi cuello.
—¿Cómo debo hacer eso?
Mierda. ¿Por qué es tan sexy Fletcher?
—¿Debo elegirla de entre la multitud? ¿Hacerla sentir especial?
¿Llevarla a mi habitación?
A veces, me gustaría que me llevase a su habitación. Recibí una
prueba de su magia esa primera noche y joder, si Cole y Claudio no 118
hubieran estado allí y hubiéramos tenido tiempo solos, podría haberlo
follado.
Concéntrate, Tiffy.
—Mmmm, ¿sí?
—Eso suena como una pregunta. ¿Quieres que lleve a esta chica a
casa esta noche, Tiffy? ¿Arruinar sus posibilidades con Cole?
—Más o menos. Solo quiero mi oportunidad, ¿sabes? Solo quiero mi
única oportunidad de hacer que me vea como una posibilidad. Y esta iba
a ser. Iba a utilizar todos los trucos y lograr que me notase.
Un golpe en la puerta nos interrumpe.
—Un minuto, Fletcher —dice un tipo del escenario.
Fletcher me mira con una pequeña sonrisa. No es la sonrisa que
tenía hace unos segundos.
—Me ocuparé de ello, Tiffy. ¿Bien? Y entonces podrás tener otra cita
con él mañana y esa irá perfecta.
Asiento, incapaz de apartar mis ojos de su rostro. Esa sonrisa no es
feliz, es... triste. Algo está mal. Y estoy a punto de abrir la boca para
preguntar por qué está triste cuando escucho a Chandler anunciar a los
chicos en el escenario.
—Solo tienes que ir a sentarte y ser paciente. Cuando la chica se
haya ido, concierta una cita para cenar con Cole. Me haré cargo de ella.
Y luego sale por la puerta a hacer lo suyo.
20
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
Tiffy tiene razón. Ese imbécil trajo a una chica. Y podrá ser su
asistente, pero es mucho más que eso.
Salgo al escenario con el resto de los chicos vestidos con nuestro
atuendo de vaquero y automáticamente hago el baile en línea en el que
hemos estado trabajando las últimas semanas. Pero mis ojos nunca
dejan a esa chica. Ni una sola vez. No me importa si estoy al otro lado del
escenario, haciendo la versión stripper del baile de cupido5, la estoy
mirando. Le toma unos minutos darse cuenta, pero cuando bajamos del
escenario para flirtear, no mira a nadie más que a mí. 119
Cole frunce el ceño mientras me acerco a la mesa y la tomo de la
mano. Los sábados elegimos tres chicas. Una al principio, una durante
nuestros solos y una al final. Ella va a ser mi elección toda la noche.
Su mano está sudando mientras la llevo al escenario con el resto de
las primeras seleccionadas y le hago un gesto para que se siente en una
de las sillas alineadas. Se sienta nerviosamente en la silla del medio con
dos chicas a cada lado.
Chandler entrecierra los ojos una vez que se da cuenta de quién está
en mi asiento, pero estamos en el escenario, ¿qué va a hacer ahora?
Me río un poco mientras el resto nos alineamos detrás de las damas
y comenzamos el próximo baile. Este recurre a un truco que cada uno
hace usando a la silla y a la chica como accesorios.
Steve va primero, y su truco es ese pequeño salto de silla que usé
con Tiffy el miércoles pasado. Su chica chilla y cubre su boca, y veo a
Tiffy charlando con Cole mientras espero mi turno.
Steve se sienta a horcajadas sobre su chica, restriega su rostro sobre
su polla contando hasta diez, lo que me hace reír, y luego salta desde el
primer peldaño y aterriza con una perfecta voltereta hacia atrás fuera del
escenario.
Se vuelven locas por Steve. Es como un ex gimnasta o algo así, y
hace toda esa mierda de los saltos elegantes. Eso provoca que haya un
montón de propinas.
Sin embargo, Bill ya está haciendo lo suyo. Y se sienta en el regazo
de su chica y hace su propia versión del baile que hice para Tiffy esta
tarde. La miro de nuevo y está prestando atención ahora. Sus ojos se

5 Paso de baile de hip hop popular en el 2007.


clavan en los míos y le guiño un ojo. Respira profundamente y eso me
hace sonreír como un niño.
Pero entonces mis ojos se vuelven hacia Cole mientras se inclina y
le susurra algo a Tiffy.
Ella niega, pero no me mira de nuevo.
Mmm. Imbécil.
Bill termina con la chica de rodillas frente a él mientras hace la
oscilación en su rostro.
Miro a Chandler, quien está furioso ahora, ya que eso no era parte
del guión de Bill, pero que se vaya a la mierda. Hizo su trabajo y su chica
está feliz.
Comienzo mi baile detrás de la asistente, moviendo mis caderas para
la multitud, no para ella. Y luego empiezo a quitarme la camisa, solo un
pequeño vistazo aquí y allá. Las mujeres gritan por más y la asistente se
pone nerviosa, girando su cuerpo para tratar de verme. Bajo las manos,
la agarro por debajo de los muslos y balanceo sus piernas sobre mis
hombros para que quede del revés y su rostro se estrelle contra mis 120
abdominales.
—Levanta mi camisa, cariño. Vamos a darles un vistazo antes de
quitarla.
—Oh, Dios mío. —Es todo lo que escucho de ella. Pero sus dedos
pequeños se meten debajo de la camisa y comienzan a levantar. La
multitud vuelve a enloquecer, y es entonces cuando le azoto el culo, le
doy la vuelta, coloco ambas manos en el respaldo de su silla y salto sobre
su cabeza.
Más vítores. Pero aún no he terminado.
La levanto de la silla y grito:
—¿Qué debería hacer?
—¡Quitarla!
Me río. Jodidas perras cachondas Entonces me vuelvo hacia la
asistente y digo:
—Las escuchaste. ¡Procede!
Me muevo un poco mientras levanta mi camisa, y como es bajita,
juego con no dejar que la pase por encima de mi cabeza. La multitud se
ríe mientras la molesto. Ella se ríe mientras la molesto. Y luego, cuando
finalmente ha terminado y está muy cerca de mí, le susurro:
—Quiero follarte esta noche.
Pero antes de que pueda responder, la empujo hacia su silla, le doy
la vuelta para que mire hacia la cortina, y entonces, para que todo el
lugar pueda verla, coloco su mano en mis pantalones y hago que apriete.
Miro a Tiffy y está radiante. Estoy bastante seguro que si Cole no
estuviera sentado junto a ella viéndose como si fuese a patearme el culo,
me estaría dando el gesto de aprobado con el pulgar.
Pero Cole está enojado como el infierno. Y lo miro mientras Mitch y
Sean hacen sus actos de apertura.
Por lo general, una vez terminamos con esta parte, acompañamos a
las chicas por las escaleras para que no se desmayen o hagan otra mierda
femenina, pero llevo a la señorita Asistente Ejecutiva todo el camino de
regreso a su mesa y le beso la mano antes de dejarla.
Vuelvo a mi camerino sintiéndome más satisfecho que en todo el día.
Golpes en la puerta unos minutos después me obligan a alejar esa
mierda.
—Oye, imbécil —dice Chandler, irrumpiendo sin esperar una
invitación—. ¿Qué demonios te dije?
—Ese fue un acto limpio. Una agarrada de polla es todo lo que fue.
Ni siquiera fingí comer su coño.
—¡Es la puta novia del gerente general!
—¿Novia? Escuché que era su secretaria o alguna mierda. Imaginé
que quería experimentar el espectáculo como un VIP. Oh, por cierto,
¿dónde estaban los VIP? 121
—Últimas noticias, idiota. Está sentada en una mesa con él, así que
es suya. Fuera de los límites.
—¿Vas a decirme que Tiffy está fuera de los límites también?
—Lo está, Fletcher. Y no la elegirás esta noche. No necesito otro
sermón de Cole como la última vez.
—¿Qué sermón? —Esto es nuevo para mí.
—Estaba sobre mi culo después de enterarse. Dijo que te mantuviera
alejado, y planeo hacerlo, hermano. No vas a joder mi trabajo...
—Vas a renunciar a tu trabajo, Chandler. Todos lo saben.
Solo me mira.
—Vas a renunciar, ¿no?
—Cole me ofreció un puesto en Las Vegas. Y lo tomaré.
—¿Qué puesto?
—Amigo, sabes que solo estoy haciendo este espectáculo porque es
todo lo que estaba disponible. Bueno, tienen un espectáculo de hotel en
Las Vegas que necesita un productor. Y Cole me lo ofreció.
—¿A cambio de qué?
—Solo... —Se detiene para dejar escapar un largo suspiro—. Solo
deshacerme de ti, imbécil. Y estás listo para seguir adelante, de todos
modos. Así que dije que sí.
—Muchas gracias, idiota.
—Has terminado aquí, Fletcher. Tú y yo lo sabemos. Así que no me
odies por tener planes sólidos.
Señalo a la puerta.
—Lárgate de aquí. Y vete a la mierda tú y tus planes.
—Tienes que madurar alguna vez, Fletch. Tuviste una buena
carrera, pero se acabó.
Pateo el cubo de basura y sale volando. Y luego escucho a Chandler
presentar a Steve y comienzo a ponerme mi próximo disfraz. Odio a ese
Cole. No sé por qué, pero es un idiota. Voy a arruinar su noche haciendo
que su chica lo compare conmigo. Y lo voy a hacer frente a su rostro.

Para cuando estoy de vuelta en el escenario haciendo mi acto de


oficial de la marina, Cole y la asistente ni siquiera están sentados uno al
lado del otro en esa mesa, y la sonrisa de Tiffy es tan brillante que ilumina
la habitación.
Dios, es linda. Toda esa conversación de esta tarde, en la que se dijo
que era la segunda mejor opción fue impactante.
Comienzo mi acto, apenas prestando atención. Este no es nuevo. Lo
he estado haciendo desde el primer espectáculo en el que estuve. Saludo,
122
junto los talones y luego comienzo a desnudarme quitándome los guantes
blancos de las manos un dedo a la vez.
La multitud está salvaje esta noche. Tengo tres damas de honor
mostrando sus tetas antes incluso de deshacerme de un guante. Y para
cuando la camisa está cayendo, tengo dos chicas peleando por meter
dólares en mis pantalones en la primera fila.
Pero Tiffy, hombre. Su imagen de sí misma antes me sorprendió.
Esto es a lo que me refiero, sin embargo. Toma a Katie, por ejemplo. Es
una exitosa... como sea que llames su posición en esa oficina legal. No es
romántico y emocionante como lo hacen ver en las películas. Es una
mierda corporativa. Se sienta en una oficina todo el día, tiene algunas
reuniones, se va a casa a un lindo apartamento. Tiene toda esa mierda
de carrera resuelta. Pero está insatisfecha. Y no puede encontrar un
hombre que le interese y viceversa, entonces se culpa a sí misma.
Pero no es ella. Son imbéciles como yo los que la hacen sentir que
es ella. Idiotas que nunca vuelven a llamar. Estúpidos que la llevan a una
cita y esperan más de lo que deberían. Imbéciles que no pueden
comprometerse.
Agarro los costados de mis pantalones por los muslos y los rasgo.
Todos los broches de presión ceden, y luego los tiro detrás de mí. Las
perras te roban la ropa si no tienes cuidado.
Dirijo mi atención a la asistente y la señalo. Sonríe ampliamente y
su rostro se pone rojo. Mira a Cole de soslayo, pero luego levanta su
hombro más cercano a él.
El menosprecio.
Escuchó mi oferta y está dispuesta.
Miro a Cole y casi me echo a reír. Jesús, no tiene cara de póker.
También está rojo brillante, pero con una furia enardecida.
No sé si Tiffy es como Katie. No conozco a Katie tan bien. Pero esta
semana, cuando llamé a Katie, ha sido receptiva, realista y está dispuesta
a hacer todo lo que he pedido.
A veces eso implica bajar las expectativas. Pero en el caso de Katie,
se trata más de reorientar al tipo correcto de persona. Quiere un chico
malo que quiera establecerse.
Me río. No quieren todas eso.
La asistente se pone de pie mientras salgo del escenario y me dirijo
a ella. Dejo que las chicas metan esos dólares en mis calzoncillos y me
aseguro que no se emocionen demasiado.
Todas lo hacen. Quieren a ese chico malo que quiere cambiar y ser
padre y esposo, así es.
Pero esos tipos no existen. Y la mayoría de las mujeres necesitan
escuchar eso durante algunas semanas. Necesitan fallar a lo grande en
esta mierda para entenderlo. 123
Sí, por supuesto, preparo a los tipos malos que conocen. Solo llevo
en este negocio de striptease nueve meses, pero tengo conexiones de
trabajos anteriores.
Katie identificó al primer imbécil de inmediato. Oh, Axe era sexy, y
era malo. Prisionero reformado. Pero Katie tiene buenos instintos, y
nunca le devolvió la llamada cuando él intentó tener una segunda cita.
Luego fue Brian, el viernes por la noche. Si Axe era el presidente de
la Corporación Chicos Malos entonces Brian era un mando medio. Katie
estuvo de acuerdo en verlo nuevamente el sábado para una cita de día,
pero anoche recibí un mensaje diciendo que no estaba interesada.
Lo que significa que le gusta la idea de un chico malo. No el chico
malo en persona. Quiere un tipo que se ejercite, vista vaqueros rasgados
y camisetas blancas los fines de semana, pero tenga un cerebro y un
trabajo legítimo de lunes a viernes.
Como yo. Si puedes llamar a lo que hago un trabajo legítimo.
Excepto esta perra asistente aquí... todas estas perras... todo lo que
ven es a Axe. No tienen ni idea de quién soy. No tienen ni idea de lo que
hago. Y no tienen interés en descubrirlo.
Y eso está bien conmigo.
Tomo la mano de la asistente y la hago girar al compás de la música.
Y luego la acerco en un movimiento rápido, estrellándola contra mi pecho
duro como una roca. Está un poco aturdida por el movimiento repentino
y aún más cuando la acerco más. Hacemos un poco de baile lento. Miro
esos rostros a mi alrededor que echan un vistazo.
Con esa mirada que dice, Awwww. Quiero llevarlo a casa. Es malo,
pero bueno al mismo tiempo. Hace que ella empuñe su polla en el escenario
y luego baila lento al ritmo de la lujuria en una habitación llena de calor.
Fletcher Novak es un buen partido, suspiran.
Pero Fletcher Novak está tomado. Simplemente no tienen ni idea
porque nadie mira con la suficiente atención. Todo lo que ven es a este
tipo, porque eso es todo lo que quieren ver.
Stripper.
Mujeriego.
Mentiroso.
Imbécil.
Y les encanta. Así que se joda esta chica en mis brazos con la cabeza
apoyada en mi pecho como si fuéramos novios de la escuela secundaria,
dando vueltas en la noche del baile de graduación. Me importa una
mierda. Es un trabajo, al igual que todas las demás en esta sala.
Es solo otro trabajo para mí.

124
21
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Elizabeth era su nombre. Pero ahora se ha ido. Fletcher la marcó en
su primera actuación y eso era todo. Nunca apartó la mirada de ella. Y
para cuando llegó la última actuación, tampoco la dejó ir. Desapareció
entre bastidores con él y nunca miró atrás.
—¿Es la nueva empleada? —le pregunto a Cole, ambos mirando el
telón con incredulidad—. ¿Tu asistente?
Cole gruñe y reticentemente se gira hacia mí.
—Siento que tu padre cancelara. Sé cuánto querías verlo.
125
—Sí —contesto, un poco triste porque mi padre no viniera. Es como
si últimamente perdiera todo el interés—. Quería verlo. —Pero no estoy
aquí para hablar de mi padre. Estoy aquí para conseguir una cita mañana
por la noche con Cole—. Lo echo de menos. Han pasado meses desde la
última vez que lo vi.
—Bueno, ser un magnate hotelero multimillonario lo mantiene
ocupado, ¿cierto? —Cole fija la mirada en el telón cuando un tramoyista
aparece para comenzar a limpiar el equipamiento. Y los otros tipos están
alineados para sus bailes de regazo. Eso continuará por un tiempo.
—¿Dónde crees que fue? —pregunto, solo para ver si está celoso de
Fletcher.
—Probablemente la está follando entre bastidores.
—¿Qué? ¿Tú crees? —Lo finjo. Más o menos.
—¿Por qué? —espeta Cole—. ¿También te gusta ese imbécil? ¿Crees
que es sexy? ¿Que es ardiente? ¿Que merece la pena los problemas que
vienen con él? ¿Por qué no lo despediste?
—No tuve que hacerlo. Dejó el trabajo. Le pedí que volviera e hiciera
este espectáculo esta noche para mi padre. Y los críticos. —Miro hacia su
mesa y dos de las mujeres ya están haciendo fila para el baile de regazo—
. Supongo que quieren la experiencia completa.
—Sí, bueno, si quería impresionarlos, ¿por qué no se quedó para el
baile de regazo?
—¿Estás —por favor, Dios, no; realmente no puede gustarle esa
chica, ella solo estaba… ahí, ¿cierto?—, saliendo con Elizabeth?
—¿Saliendo? Dios, no. Pero está en horario laboral, Tiffy. ¿Qué clase
de empleado se va para follarse a un stripper?
Hmmmmm. No tengo nada que responder. Lo hice yo misma. De
hecho, apuesto que Fletcher la llevó a la azotea. Apuesto a que está
sacando esa manta ahora mismo. Diciéndole que nunca ha follado a
nadie allí porque se las folla de pie.
Imbécil.
—Él es malas noticias. Despídelo esta noche. Tu padre no va a venir.
Lo sé con certeza.
Frunzo el ceño.
—Se supone que me quede aquí por otro par de semanas para poner
las cosas en orden. ¿Ni siquiera quiere visitarme?
Cole extiende la mano sobre la mesa, su interés en el telón en pausa,
y toma mis manos en las suyas, dándoles un pequeño apretón.
—No es por ti, Tiffy. Son negocios.
Fuerzo una débil sonrisa.
—Lo sé. —Y luego tengo una idea—. ¿Quieres ir por algo de cenar?
Todavía no he comido. 126
Mira una última vez hacia los bastidores.
—No. Tengo trabajo que hacer. Vayamos a saludar a los críticos y
hagámosles saber que pueden contactar con nosotros si necesitan algo.
Y antes de que pueda asimilar que me ha rechazado de nuevo, me
ha soltado las manos y se dirige hacia las dos que están haciendo fila.
Hmmm. Está demasiado preocupado por su asistente pérdida.
Paso los siguientes treinta minutos fingiendo que no noto que Cole
está perdiendo el tiempo para ver si Elizabeth reaparecerá luciendo bien
follada. Pero eso es lo que está haciendo. Su conversación está dirigida a
los críticos, pero su atención se encuentra únicamente en la cortina de
bastidores. Como si fuera a salir por allí.
Esto no está saliendo como imaginaba.
—Oye, Cole —digo, acercando mi cuerpo al suyo hasta que nuestros
brazos se están tocando—. ¿Quieres cenar conmigo mañana ya que hoy
estás ocupado?
Los críticos están preocupados por su turno en la fila para los bailes
de regazo, así que no están escuchando. Pero Cole me mira mal y me
hace una señal para que me calle.
Dios, estoy perdiendo ahora mismo. Necesito la ayuda de Fletcher.
Sabría exactamente qué hacer. Pero está en la azotea con esa zorra.
Me enoja casi tanto como a Cole. Lo necesitaba y está ocupado
follando a otra persona.
Imbécil.
—De acuerdo, bueno, estoy cansada. Así que he terminado por hoy.
¿Te veré mañana?
—Claro, Tiffy. Buenas noches. —Cole se encamina a la cortina de
bastidores.
Me doy la vuelta y me marcho. Veo a Claudio haciendo cola para
recibir un baile de regazo de Steve. Y debería detener eso, pero necesito
encontrar a Fletcher. Esto no está funcionando. Me prometió que
funcionaría.
Me dirijo directamente a la planta de mi habitación y voy hacia la
puerta de la azotea. No hay una piedra para mantenerla abierta, pero mi
tarjeta de acceso abre todas las puertas, y no veo por qué no funcionaría
con esta. Se abre. Así que subo las escaleras y apoyo la cabeza en la
puerta mientras la abro un poco.
Silencio. Solo algún ruido residual de alguna fiesta en la piscina.
Cruzo la puerta y voy de puntillas hacia el cobertizo.
Y me detengo en seco.
¿Y si lo veo?
Me muerdo el labio y una sensación enfermiza me recorre el
estómago cuando me doy cuenta que no quiero verlo. Me estaba follando 127
ahí hace unos días. Quién sabe cuántas otras chicas ha llevado allí desde
entonces, pero nunca supe de ellas. Esto sería atraparlo en el acto. Y hoy,
en las rocas, casi tuve la sensación de que le gustaba. Tal vez no me
deseaba. No de la misma forma que hizo la otra noche cuando fui su
conquista. Pero aun así. Tengo esta idea de que somos amigos. Que tal
vez está haciendo esto porque realmente cree que soy linda y merezco un
buen chico.
Dejo salir un largo suspiro. Jesucristo. Estoy fantaseando con él.
Justo como hacen las otras chicas. Y dejó perfectamente claro que solo
fue algo de una noche.
Tiffy, dice mi voz interior de esa forma tan calmada para la cual la
entrené, mejor asegurarse que es un jugador mentiroso y engañoso que
dejar que este sueño de capturar su corazón siga adelante.
Así que comienzo a caminar de nuevo, esta vez sin preocuparme de
no hacer ruido. ¿Tal vez me escuchará y dejará de hacer lo que esté
haciendo?
Cuando alcanzo la puerta la abro con fuerza, golpeándola contra un
lado del edificio.
Pero está vacío.
Hmmm.
¿Dónde más podría haberla llevado? ¿A esas rocas? Dios, pudo
haberla llevado a cualquier sitio. Probablemente la llevó al hotel. Así que
desando el camino y saco el teléfono, buscando mi contacto en recepción.
—Hotel y Casino Land…
—Soy la señorita Preston. ¿Fletcher Novak tiene un lugar de
estacionamiento asignado?
—Sí señora. Junto al valet, zona… —Su teclado suena mientras lo
busca—. Zona 55E.
—Gracias —digo y termino la llamada. Lo buscaré allí. Si se ha ido,
no hay razón para seguir buscándolo, ¿cierto?
Pero cuando llego al garaje y le pregunto a los empleados dónde es
el lugar, señalan un clásico Camaro rojo con una línea blanca en medio
del capó. Una clase de auto muy Fletcher Novak.
No se ha ido.
Lo siguiente que reviso es la piscina. Pero incluso aunque
probablemente hay unas cien personas en la noche de sábado para
adultos, Fletcher no está.
Camino hacia la playa, donde hay menos gente, y observo el lugar.
Puede que no lo haya visto, ya que está oscuro. Pero no veo ninguna
pareja en la playa.
Pero veo a Elizabeth. No sé cómo sé que es ella, ya que acabo de
conocerla. Pero lo hago. Y cuando otra sombra familiar cruza la arena y
se detiene a su lado, casi se me detiene el corazón porque es Cole. 128
No puedo escuchar la disputa, pero sé lo que significan esos gestos.
He conocido a Cole durante años. Sé cómo se ve cuando está molesto.
Así que ella le gusta. Fue a buscarla, y ahora que la ha encontrado,
quiere respuestas.
Pero si está aquí sola, ¿dónde está Fletcher?
Dejo la playa y camino hacia el estacionamiento, mirándolos
mientras me dirijo hacia un árbol.
Solo esperaré aquí y veré si Fletcher vuelve. Probablemente ha ido
por una bebida.
Pasan unos minutos, y cuando Cole alcanza a Elizabeth y la pone
en pie. Su rápido abrazo me dice más de lo que quería saber.
Puede que realmente le guste.
Se van juntos y desaparecen entre la multitud de la piscina. Al
menos no se la llevó a su habitación. Todavía tengo una oportunidad.
Fletcher tiene que estar por algún lugar cerca. Así que me dirijo a
recepción y espero hasta que la chica en la mesa termine con algunos
huéspedes, mordiéndome el labio todo el tiempo mientras intento
imaginarme qué está sucediendo con mi plan.
—¿Puedo ayudarla…? Oh, señorita Preston. ¿Encontró el auto de
Fletch?
Fletch. Debe llevarse bien con él. Estoy segura que también han
follado en la azotea.
—Sí, pero lo estoy buscando. ¿Lo has visto por aquí?
—Oh, sí, está en su habitación. Llamó al servicio de habitaciones
hace una hora.
—¿Hace una hora?
Me da una mirada avergonzada y comienza a responder, pero no
espero. Simplemente me giro y vuelvo al ascensor. ¿Hace una hora? Eso
significa que no ha estado mucho con Elizabeth. Así que, ¿qué ha estado
haciendo?
Camino rápidamente a los ascensores de la torre norte, pulsando los
botones repetidamente hasta que se abre y un montón de gente sale
vestida para una noche de diversión. Sonrío amablemente y entro cuando
salen, y pulso el botón de su planta.
Las puertas se cierran y me dejo caer contra la pared de espejo,
intentando entender todo esto. ¿Qué está tramando?
Cuando llego a la planta quince salgo del ascensor y me dirijo
directamente a su habitación al final del pasillo. Apoyo la oreja contra la
puerta y escucho. Hay algo de música, pero no está alta. ¿Tiene a otra
chica ahí dentro? ¿Cuántas puede tener en una noche?
Llamo con fuerza y espero. No escucho nada, pero desbloquea la
puerta y la abre. 129
—Justo a tiempo, im… ¿Tiffy? ¿Qué estás haciendo aquí?
Estoy sin palabras. No lleva camisa, así que mis ojos se quedan
pegados a la topografía de sus abdominales. Hay un ligero vello rubio que
me lleva al hecho de que solo está vistiendo unos pantalones cortos que
terminan sobre sus rodillas, y antes de que pueda detenerme, estoy
mirando fijamente al bulto de su entrepierna.
—Mmmm. —¿Qué estoy haciendo aquí?—. Cole… encontró a
Elizabeth en la playa y… —Levanto la mirada hacia la de Fletcher. Me
está mirando con los ojos entrecerrados, confundido. Mierda. Lo he
estado buscando toda la noche y si le digo eso va a pensar que estoy un
poco loca—. Necesito más consejos, Fletcher. Creo que realmente le gusta
ella. —Fletcher me lanza una mirada dubitativa. Y ahí es cuando noto lo
diferente que parece—. ¿Usas lentes?
Sonríe, como si acabase de ser atrapado haciendo algo malo, y se
las quita del rostro.
—Solo cuando estoy trabajando.
—¿Estás trabajando? Pero es sábado por la noche. —Me inclino para
mirar más allá de él. Su mesa está llena de papeles y un ordenador
abierto. Realmente está trabajando.
—¿Quieres entrar? —pregunta—. ¿O solo estás aquí para mirarme?
Me sonrojo. Porque eso es exactamente lo que estoy haciendo.
—Si quieres a Cole tienes que ponerlo celoso, Tiffy. Lo catalogué
como un tipo que quiere lo que no puede tener la primera vez que lo
conocí. Así que entra —menciona Fletcher, abriendo ampliamente la
puerta—, tengo un plan.
22
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
Tiffy Preston es una coqueta. Y no tiene que morderse el labio o
desnudar su pierna o nada de esa otra mierda para que sepa esto. Me
mira como si estuviera hambrienta. Lo hizo la semana pasada cuando la
subí a la azotea y está haciéndolo ahora mismo porque sus ojos están
recorriendo mi cuerpo de una manera que hace necesario que me ajuste
bajo mis pantalones cortos.
—¿Qué plan? —pregunta, apenas siendo capaz de subir su mirada
a mi rostro.
La invito a pasar a mi habitación, sumamente consciente de las pilas 130
de papeles sobre mi mesa, el ordenador portátil abierto sobre mi mesa,
la televisión a todo volumen con las predicciones de esta semana de
repeticiones de los reportes de acciones del viernes, y mi falta de ropa. No
es que no lo haya visto todo. Pero estoy presionando mi autocontrol aquí.
Hay otro golpe en la puerta y exhalo un suspiro de alivio mientras
voy a responder.
—Hola, Fletch —dice John, el camarero—. Lamento que tomara
tanto tiempo. Estamos agobiados abajo… —Se detiene cuando ve a Tiffy—
. Oh, eh, hola, señorita Preston.
—Tiffy y yo tenemos negocios —digo, señalando a mi papeleo fuera
de control—. Así que vamos a comer aquí esta noche.
—Oh, claro —dice John, empujando el carrito en la habitación.
Empieza a colocar la comida y entonces nota que solo trajo un plato y un
conjunto de cubiertos.
Lo detengo antes de que abra la boca.
—No tengo hambre, John. Así que la señorita Preston será la única
que cene.
—Bien —dice John con una sonrisa.
Un minuto después, camina de nuevo hacia la puerta y le doy un
billete de veinte.
—No cuentes que estaba aquí. ¿Entendido?
—Lo entiendo, amigo —dice con un falso saludo militar—. Hasta
luego.
Cierro la puerta y me vuelvo hacia Tiffy. Se inclina sobre el carrito
del servicio de habitaciones, inhalando el aroma.
—¿Hambrienta?
—Lo siento. —Se ríe—. No cené. —Se da una pequeña sacudida
mental para volver al punto—. Lo invité a salir, Fletch, y dijo que no. Así
que pregunté sobre mañana y todo en lo que estaba interesado era en esa
asistente facilona. No soy una buena jugadora. No hay manera que esté
interesado en mí.
No estoy escuchando nada de eso. Tal vez dos palabras cruzan mi
cerebro. Porque su cabello está despeinado, como si hubiera estado en la
cama. O en la playa. Inhalo mientras sus labios se mueven y creo que
huelo el lago en ella. Esa dulce esencia con la que crecí. Me recuerda a
casa. Y ese pensamiento lo arruina todo.
Jodida casa.
—¿Me estás escuchando?
—Sí. —Lleva otro vestido de verano. Es amarillo y destaca contra su
perfecta piel. Sus ojos recorren mi cuerpo mientras habla y cuando nota
que me doy cuenta, cierra los ojos y se sonroja de un brillante rosa.
Creo que me pongo duro por eso.
—¡Fletcher! 131
—¿Qué?
—No estás escuchando.
—Crees que no está interesado. Pero lo está. —¿Cómo mierda podría
no estarlo? Hay algo raro—. Quiero decir, son amigos. Y es agradable
contigo. Así que eso es una pista de que está interesado. Simplemente no
está motivado para hacer un movimiento ahora mismo. Las señales se
están cruzando y mierda. Así que todo lo que vamos a hacer es alinear
esas señales para que conecten.
—¿Cómo? Le pedí ir a cenar…
—A la mierda la cena. Bueno, no literalmente. —Quito la tapa de
plata del plato y meto algunas patatas fritas en mi boca—. Estoy
hambriento. ¿Quieres compartir mi hamburguesa?
Deja escapar un largo suspiro, pero lo acompaña una sonrisa. Así
que está empezando a relajarse.
—Bien.
—Ven, sentémonos y comamos. —Quito todos los papeles de la mesa
y los apilo.
—¿Qué es todo eso?
—Impuestos. Putos impuestos. Son la cruz de toda mi existencia.
—Es agosto. ¿Por qué te preocupas sobre los impuestos ahora?
—Uh… —Mierda—. Los trimestrales son el próximo mes. —Buena
recuperación, Fletcher—. Me gusta mantenerme al tanto. Tengo que
reportar esas propinas, ¿cierto?
—¿Reportas las propinas?
—Es la ley, nena.
—Pffft. Bueno. —Agarra una patata frita y la mete en su boca y
continúa hablando. Ni siquiera puedo dejar de mirar sus labios. Y su
lengua. Mierda. Estoy cachondo. Estoy malditamente cachondo por Tiffy
Preston. He estado en negación toda la semana, pero cuando un tipo
piensa que masticar es sexy, tiene un problema—. ¿Cierto? —pregunta.
—Cierto —replico.
—Ni siquiera oíste lo que dije.
Tiene razón. No lo hice.
—Solo necesitas más movimientos, Tiffy.
—¡Exactamente! Eso es lo que acabo de decir.
—Pero estoy hambriento. Así que comamos primero. —Agarro un
cuchillo y corto la hamburguesa por la mitad, luego tomo una mitad y le
doy el plato. Meto la mayor parte de esa cosa en mi boca con un solo
bocado.
Recoge la suya y empieza a mordisquearla. Dos minutos más tarde,
he terminado y la miro y a su hamburguesa como si estuviera a punto de
comerme ambas. 132
—¿Qué? —pregunta, mirándome con la boca abierta, a medio
masticar.
—¿Qué?
—¿Acabas de decir que quieres comerme y a la hamburguesa?
Me río.
—Más o menos. —Me doy cuenta que ese es un mal movimiento si
quiero mantener este trabajo un poco más—. Estoy hambriento.
Tiffy alza una ceja hacia mí.
—Y estaba pensando sobre esa chica de anoche. Me enseñó sus
tetas tan pronto como llegamos detrás del escenario y la rechacé.
—Hmmmm. ¿Por qué hiciste eso? ¿Pensé que tenías una chica para
cada espectáculo?
—Es una zorra. —Y me has arruinado, no añado. Tengo una pequeña
probada de una dama y estoy arruinado—. Esas mujeres en esos
espectáculos simplemente no son mi tipo esta semana. —Suspiro y voy
por la verdad, solo para ver si me cree—. No durante muchas semanas,
si soy honesto.
Tiffy hace una pausa, dándole vueltas a esa admisión en su cabeza.
Pero qué piensa sobre ello, no tengo ni idea. Porque cambia de tema.
—Entonces, ¿cómo debería poner celoso a Cole?
Debería captar la indirecta. Involucrarme más con ella de lo que ya
estoy es un enorme mal movimiento. Pero me doy cuenta que no me
importa. Así que sonrío como parece gustarle, y juego una carta en un
juego que decido que realmente me gustaría ganar.
—Practiquemos ese baile de regazo, Tiffy.
—¿Qué? —Jadea—. No, Fletcher. Cole no es…
—Cole es —insisto—. Cada tipo lo es, Tiffy. Tal vez a Cole no le
gusten las strippers, pero incluso los chicos a los que les gusta la chica
linda, quieren a la stripper en el dormitorio. Así que creo que deberías
salir allí mañana, dejar caer algunas pistas muy sutiles y luego, cuando
lo lleves a algún lugar privado, sacas a la chica mala que estás
manteniendo en tu bolsillo.
Niega todo el tiempo que hablo y casi me río, es tan linda.
—No hay manera de que pueda seducirlo así. Quiero decir, puedo
hacer algo como lamerme los labios y balancear la pierna, pero… —Baja
la mirada a su cuerpo—. No soy esa chica. No lo soy. Tengo sexo en la
oscuridad, Fletcher. Me gustan las velas y debajo de las sábanas.
—Casi te follé contra una pared en la azotea, Tiffy.
Aspira un largo aliento y cierra los ojos. Mi polla se hincha de nuevo.
Tanto que me acerco al carrito del servicio de habitaciones para
esconderla. Cuando abre los ojos de nuevo, encuentra mi rostro.
—Esa no era yo. No hago esas cosas. Es solo que fuiste un poco 133
abrumador en tu… atractivo sexual, supongo. No sé por qué subí allí
contigo. Pero sí sé que no puedo hacer eso con Cole.
Pienso en esto por un minuto. Considerando lo que dice.
Preguntándome si tiene razón o no. Y decido que no.
—Subiste allí conmigo, Tiff, porque quedaste atrapada en mi
hechizo. Eso es. Eso es todo. Así que necesitas atrapar a Cole en tu
hechizo.
—No soy una bruja sexual, Fletch.
Me alejo del carrito y me acerco a ella. Dios, huele bien. Tomo su
mano. Ese movimiento la hace tragar y puedo decir que está nerviosa.
Pero cuando coloco su mano sobre mi erección, aspira el aire como si
pudiera dejar de respirar.
—Me pones duro, Tiffy Preston. Y todo lo que hiciste fue entrar en
esta habitación. Así que estoy bastante jodidamente seguro que puedes
hacer lo mismo por Cole.
—Fletcher —susurra cuando coloco mi mano en su cadera y la
acerco.
—Solo relájate —digo en voz baja—. No voy a hacer un movimiento.
Solo digo que eres jodidamente sexy, Tiffy. Todo lo que necesitas hacer es
capturar su atención y dejar que su deseo tome el control.
—¿Y cómo en el infierno lo llevo a una habitación para hacer un baile
de regazo?
—A la mierda la habitación. Tenemos una pista de baile abajo.
—Oh, Dios…
—Bailas con el tipo, Tiff. Y haces un pequeño striptease imaginario.
Como esto. —Agarro sus caderas y la acerco a mí, mi cuerpo moviéndose
con la música de fondo. Mis dedos pasan por las mejillas de su culo,
frotando los músculos bajo su fino vestido. Mi polla está completamente
erecta bajo mis pantalones cortos ahora, así que empiezo a presionar
contra ella para estimularme—. Relájate —susurro en su cuello. Y luego
tomo sus manos y levanto sus brazos por encima de su cabeza—.
Mantenlos aquí y mueve tu cuerpo así.
Me froto contra ella mientras la miro a los ojos. Me estoy sintiendo
pesado con lujuria por esta chica. Se muerde el labio y no es un jodido
movimiento. Es real. Casi lo pierdo. Quiero inclinarla sobre la cama y
follarla tan desesperadamente.
—¿Así? —pregunta dulcemente. Se está moviendo un poco.
Intentando hacer lo que pido.
Cálmate maldita sea, Fletcher. Está aquí para aprender a seducir a
Cole. Pero, mierda, la deseo.
—Tienes que intentarlo más que eso si quieres al chico, Tiffy.
Respira hondo y dobla sus rodillas, balanceando su cuerpo mientras
desciende. 134
—Puedo bailar, sabes. No soy una completa idiota social.
Una sonrisa aparece en mi rostro mientras hace su pequeño meneo.
Su boca está tan cerca de mi polla que podría explotar.
—No está mal —digo juguetonamente—. Pero necesitas practicar.
—Hmmm —dice, enderezándose. Sus manos están en su cabello
ahora y se suelta la pequeña coleta, dejando que su largo cabello castaño
se derrame sobre sus hombros—. Ves —dice con una sonrisa que alcanza
sus ojos—. Puedo seducirte.
—Seguro que puedes —murmuro.
—Pero eres jodidamente cachondo, Fletcher. Vives para el sexo. Cole
es…
—¿Aburrido? ¿Ciego? ¿Gay? ¿Tal vez está más interesado en
Claudio?
—Oh, Dios. —Tiffy estalla en risas—. Claudio no dormiría con Cole
ni aunque fuera el último hombre en la tierra. Piensa que Cole es
regordete. Además, desea a Steve.
—¿Mi Steve? —Me río. Mi polla empieza a calmarse con la divertida
conversación—. Harían una buena pareja, en realidad. Tal vez debería
juntarlos en su lugar. ¿Mantenerte para mí?
Se ríe un poco más, pero sus brazos aún están balanceándose sobre
su cabeza y hace otro pequeño descenso antes de levantarse de nuevo y
volver su espalda hacia mí. Mira sobre su hombro como una coqueta
profesional, batiendo sus pestañas, un movimiento que nunca funciona
en nadie; excepto en mí, justo aquí, justo ahora, y dice:
—No soy tu tipo, Fletcher. Soy seria y conservadora. Y tú no.
Vuelve su cabeza y tengo que mirar a la ventana del hotel para ver
el reflejo de su rostro. Sus ojos están cerrados ahora.
—Pero tal vez tienes razón. Tal vez debería dejarte enseñarme cómo
seducirlo con un baile de regazo.
Y entonces se detiene y se acerca a la mesa de comedor y saca una
silla, poniéndola hacia mí.
—Ven. Siéntate. Déjame al menos intentarlo.
De repente estoy sin palabras. Pero mis pies saben cuándo aceptar
una invitación que mi cerebro tiene un momento difícil para asimilar. Así
que dos segundos después, estoy caminando hacia esa silla.
—Usted manda, señorita Preston.

135
23
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Fletcher es fácil. Siempre está buscando un polvo. Cole no lo es.
Fletcher es un seductor profesional. Cole es un profesional... bueno,
profesional.
¿Entonces tal vez Fletch tiene razón? Necesito que Cole me quiera.
Necesito que me desee. Necesito seducirlo. Y creo que puedo bailar. No
soy inepta en eso. He estado visitando clubs con Claudio lo suficiente
como para aprender esos movimientos descendentes.
No soy una chica de una sola noche. Pero tuve eso con Fletcher.
Presencié uno de los mejores coqueteos en el negocio mientras trataba de
136
seducirme. Entonces, todo lo que realmente tengo que hacer es ser la
versión de Fletcher Novak como Tiffy Preston, ¿verdad?
Pero si pienso en con quién estoy practicando, entonces me pondré
nerviosa. Así que cuando Fletch se acerca a la silla, lo empujo para que
se siente.
—¿Qué? —Fletcher se ríe.
—Shhh —digo, colocando un solo dedo en sus labios—. No hables o
me asustarás.
Su boca cae abierta, pero permanece en silencio.
Recuerdo la roca hoy más temprano. Cómo estaba moviendo su
cuerpo frente a mi rostro. Exigiendo mi atención. Doy un paso adelante
y me siento a horcajadas sobre sus piernas. La delicada piel en el interior
de mis muslos roza sus suaves pantalones cortos y un escalofrío recorre
mis piernas, directamente a través de mi centro.
Solo la idea de que mis bragas se froten contra su dura polla es
suficiente para comenzar a palpitar. Así que doblo un poco las rodillas y
desciendo. Solo lo suficiente para rozar mi coño al aire libre contra su
entrepierna.
Alcanzo su cabello y cuando paso la punta de mis dedos contra su
cuero cabelludo, deja salir un pequeño:
—Joder.
—¿Te gusta esto, Fletch?
Asiente. Sus ojos están enfocados sobre los míos. Tengo su completa
atención.
—Sí —susurra, y traga con fuerza—. Eso está bastante bien, Tiffy.
Me levanto, mis caderas se balancean hacia adelante y hacia atrás
justo por encima de la cintura de sus pantalones cortos, mis piernas
presionando fuertemente contra las suyas. Y luego me relajo en su
regazo.
Me gusta esto, me doy cuenta. Me gusta él. Es peligroso, lo sé. Pero
no puedo detenerme ahora. Ni aunque lo quisiera, y no lo hago.
En el momento en que mi clítoris siente su polla, dejo salir un
suspiro de deseo. ¿Me follará otra vez si voy demasiado lejos? ¿O se
detendrá y obedecerá sus propias reglas? ¿Debería intentarlo? ¿Debería
tratar de hacer que Fletcher Novak me desee?
Pero sus manos en mi culo otra vez se llevan mis pensamientos.
Sigue el juego. Frota los músculos debajo de mi vestido y luego, un
momento después, están debajo. Acariciando ese punto sensible entre
mis muslos superiores.
Quiero que continúe avanzando. Quiero que me desee. Pero no sé
qué hacer a continuación. Entonces me escucho preguntar:
—¿Y ahora qué? 137
—Ahora —gruñe—, cierras el trato.
—¿Cómo? —susurro, inclinándome sobre su cuello como lo hizo
antes.
Agarra el dobladillo de mi vestido y lo levanta, exponiendo mis
muslos y frotándolos al mismo tiempo.
—Quítate esto.
Jesús. Si hago eso, tengo la sensación de que no podremos parar.
Sé que es un chico de una sola noche y ya tuvimos eso. Pero, ¿y si tengo
éxito en esta cosa de la seducción?
—Hazlo, Tiffy. Ponte de pie y quítate el maldito vestido. Vuélvelo loco,
como vuelvo locas a esas chicas en el escenario.
Un striptease, me doy cuenta. Quiere que haga un striptease.
—No sé…
Pero se levanta y me empuja hacia atrás.
—Quítate el vestido. —Vuelve a sentarse en la silla y se recuesta,
extendiendo sus piernas ligeramente y poniéndose cómodo. Como si
estuviera listo para disfrutar de un espectáculo que normalmente da en
lugar de obtenerlo.
De repente, me sonrojo de vergüenza. Solo sé que mi rostro se está
poniendo rojo. Pero quiero hacer esto. Quiero aprender cómo volver loco
a un hombre con lujuria. Quiero hacer que Fletcher sienta esa necesidad
insana y abrumadora que me hizo sentir la semana pasada en la azotea.
El tipo de deseo que enloquece a los hombres. El tipo de lujuria que hace
que un hombre despida toda prudencia, inhibición y pensamiento
racional. El tipo de deseo que lo tiene gritando en su cabeza, al diablo las
consecuencias. Quiero que me anhele tanto que no pueda decir que no.
Quiero ese poder, lo quiero y mucho.
—¿Por dónde empiezo?
—Provócame —instruye Fletcher—. Con tu vestido. Levántalo, dame
un vistazo, y luego déjalo caer otra vez.
Parpadeo un par de veces. Pero el poder está a mi alcance. Puedo
sentirlo. Puede que no sea una bruja del sexo, pero Fletcher Novak está
a punto de estar bajo mi hechizo. Así que agarro la tela fina y comienzo
a frotarla arriba y abajo de mis muslos. Deja escapar un suspiro,
observando mis dedos mientras bailan con el vestido.
Se desliza hacia adelante en su silla y envuelve las cálidas palmas
de sus manos detrás de mis rodillas.
Estoy inmediatamente mojada. Puedo sentirlo acumulándose en mi
ropa interior de encaje.
Frota círculos pequeños contra la piel sensible en la parte posterior
de mis piernas y se siente tan bien, levanto el vestido y le muestro mis
bragas.
—Joder —murmura de nuevo.
Dejo caer el vestido y luego lo levanto nuevamente. Mi cuerpo 138
comienza a moverse ahora, igual que el suyo cuando está actuando.
Cierro los ojos y disfruto el ritmo de la música de fondo.
—Quítatelo, Tiffy. Y hazlo sexy.
—¿Cómo? —cuestiono, abriendo mis ojos para poder mirar el deseo
en su rostro.
—Lento —dice, agarrándome más fuerte y tirando de mí hacia él.
Me muerdo el labio y pienso en todas las formas en que puedo hacer
que esto sea más seductor. Me giro, haciendo que sus manos se arrastren
a través de mis muslos hasta que estoy de espaldas a él. Empieza
frotando la parte superior de mis muslos, avanzando poco a poco
mientras continúo balanceándome.
Llevo mis manos detrás y tomo la cremallera de mi vestido y la bajo
unos centímetros.
—Bájala por mí, Fletcher.
Sus manos aprovechan cada oportunidad de tocar mientras suben
por mi espalda. Me acaricia las caderas, presiona las yemas de sus
pulgares en los músculos a cada lado de mi columna vertebral, y luego
se extienden a medida que viajan hacia arriba, rozando mis pezones,
convirtiéndolos en pequeños picos.
Me quejo cuando los retira, agarrando la parte trasera de mi vestido
y la cremallera con cada mano. Levanto mi cabello con ambas manos
para darle acceso y me encuentro palpitando con anticipación.
La cremallera baja con un pequeño sonido de desgarro, y luego su
cálida boca está en la piel desnuda en medio de mi espalda. Una mano
va bajo mi vestido otra vez, y presiona sus dedos contra mi clítoris.
—Estás mojada —dice.
—No puedo evitarlo —susurro.
—No lo intentes.
Deslizo un tirante de mi vestido sobre mi hombro y miro hacia atrás.
Sus manos están ansiosas ahora, una apartando mis bragas y sus dedos
dirigiéndose a mis pliegues mojados.
—Mírame —le digo, observándolo—. Quiero que me mires.
—Mierda.
Lo tomo como una buena señal y deslizo el otro tirante por mi
hombro. Le da al vestido un pequeño tirón y cae de mis pechos,
aterrizando en mis caderas.
Doy la vuelta para ver mejor su rostro. Sus ojos encuentran de
inmediato mi sujetador de encaje de color crema. Acuna ambos senos en
sus manos, apretando fuerte.
Gimo. Dios, lo deseo. Probablemente lo deseo más de lo que me
desea en este momento. Quiero todas esas cosas duras que hizo en el
techo.
139
Paciencia, esa pequeña voz en mi cabeza dice. Dale un espectáculo.
Esto es todo acerca de la anticipación. Así que mis dedos encuentran la
tela enrollada atascada en la curva de mis caderas, y me estremezco un
poco. Hasta que se desliza sobre la forma de reloj de arena y luego cae al
suelo con un suave siseo.
Trago entonces. Fuerte. No estoy desnuda todavía. Pero estoy aquí
en su habitación, expuesta y vulnerable. Su mirada me contempla. Cada
centímetro de mí. Y luego sus manos están explorando. Acuna mis
pechos otra vez, y ese fuerte apretón sucede. Tira de una copa del
sujetador y expone mi pezón para que pueda llevárselo a la boca.
Chupa y muerde. No suavemente, pero no lo suficiente para que sea
demasiado doloroso. Solo lo suficiente. Solo. Suficiente. Para hacerme
desear su polla dentro de mí.
Llevo mis manos detrás de mi espalda y desabrocho mi sujetador y
lo dejo colgado, como lo hizo esta tarde en la roca.
Pero esta vez, espera a que me lo quite. Sus manos se deslizan hacia
abajo y descansan en mis caderas, acariciando los huesos que sobresalen
un poco debajo de mis bragas.
—No te detengas ahora —gruñe.
No tengo intención de parar. Pero no puedo decir eso en voz alta. Así
que me inclino lo suficiente para permitir que la gravedad deje que el
sujetador se deslice por mis brazos y caiga al suelo.
Me mira.
Muevo mis pies en mis tacones, haciéndolos sonar sobre el suelo de
baldosas, y lo dejo mirar.
Su boca presiona en mi vientre, sus manos presionan en mis
muslos, y luego me está besando de una manera tierna que me toma por
sorpresa. Casi todo sobre Fletcher es duro. Sus músculos. Su polla. Su
actitud. Su mirada.
Pero su boca es suave en todas las formas en que alguna vez he
soñado.
—Debería... —Trago—. ¿Debería quitarme las bragas?
Me mira, todavía besando mi estómago, todavía subiendo y bajando
sus manos por mis piernas.
—Solo si quieres que te folle.
Me quedo allí en silencio por un momento. Nos miramos. Me estoy
llenando de preguntas, pero las únicas cosas que veo en él son
respuestas.
Fletcher Novak es mi respuesta a todos los misterios que hay.
Así que paso mis dedos por debajo del delgado cordón elástico y bajo
las bragas por la curva de mi cuerpo de la misma manera que hice con el
vestido. Mira mi rostro mientras hago esto. Y mi corazón se salta un
latido.
140
Nunca me he sentido tan desnuda.
Pero luego mueve su mirada hacia la acción y se echa hacia atrás
una vez más. Para poder contemplar la vista. Para no perderse el
espectáculo. Para poder disfrutar.
Mi última prenda de ropa cae al suelo y, una vez más, me alejo de
ellas. Y en el proceso, me acerco a él.
Estoy rogando por dentro. Mendigando.
—Fóllame —digo—. Quiero que me folles ahora mismo como si
nunca hubiera deseado algo más en mi vida.
24
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
Siempre hay un momento cuando te das cuenta que las cosas han
cambiado. Ves a una chica al otro lado de la habitación y algo te afecta.
Sus piernas, tal vez. O su cabello. O la mirada en sus ojos. No puedes
explicarlo, esa sensación simplemente está ahí. La observas caminar, la
escuchas hablar, y nunca es suficiente. Solo quieres mirarla. Absorberla.
Memorizarla. No tiene sentido, pero esa sensación está ahí.
Tengo esta sensación ahora. Tiffy está aquí delante de mí. Desnuda.
Expuesta. Deseándome.
Y tengo dos opciones. Sí o no. 141
Se siente como que todo depende de este momento. Que la vida se
pondrá del revés de cualquier manera.
Si digo que no, la heriré. Lo sé. Si le digo que no, nunca va a volver.
Nunca volverá a hacer esta oferta. Nunca va a bajar la guardia con otro
hombre, punto.
El que sea el pequeño pedazo dentro de ella que está dañado puede
ser curado con un gesto afirmativo de mi cabeza. Pero si niego, ese pedazo
dañado crece en una cicatriz. Una cicatriz que podría nunca desaparecer.
Y tal vez soy arrogante. Tal vez deliro al pensar que tengo ese tipo de
poder. Pero vi la mirada en los rostros de esas chicas el otro día cuando
vinieron a confrontarme por las cicatrices que les di.
No puedo hacerle eso a Tiffy. No puedo. Sé que está mal. Quiere a
alguien que pueda cuidar de ella y no soy capaz de hacer eso. Así que si
fuera un chico honesto, le daría esa cicatriz y esperaría lo mejor. Porque
decir que sí a esto esta noche significa que la aplastaré después. Cuando
descubra quién soy, qué estoy haciendo y cuántas mentiras he dicho.
Todo por dinero.
Si fuera un buen chico, esto ni siquiera sería un problema. Le
pondría su ropa y le diría que podemos encontrarnos mañana para
conseguir al chico que realmente quiere. Cole. Cole, el hombre que puede
proveer para ella. Cole, el hombre con el que ha estado fantaseando
durante años.
Pero no es lo que ella piensa que es.
Así que a pesar de que estoy rompiendo todas mis reglas, a pesar de
que voy contra todos mis instintos, y a pesar de que voy a lamentar esto
por la mañana, digo…
—Siéntate en mi regazo.
Extiende sus piernas para montar a horcajadas las mías y se
acomoda. Puedo sentir el calor de su deseo a través de mis pantalones
cortos y cuando bajo la mirada a su coño, sus labios están abiertos, solo
un poco, dándome un vistazo de su clítoris.
Miro su rostro. Su largo cabello castaño cubre sus hombros, las
puntas alcanzando sus pezones erectos.
Llevo mis manos debajo de ella, sujeto su culo y la acerco más a mí
para que su abertura se presione contra el duro bulto en mis pantalones.
—Tócame —susurro.
—¿Dónde? —pregunta en respuesta con voz asustada y baja.
—Donde quieras.
Alcanza mi rostro y pasa la punta de su dedo arriba y abajo por mi
mejilla. Es tierno y dulce. Y me retiro por un segundo. Esperaba que
tocara los duros músculos de mi pecho. O las colinas y valles de mis
abdominales. O aferrar mis hombros como si nunca quisiera soltarlos.
No el rostro.
142
—Eres hermoso —dice, soltando la palabra con un largo y lento
aliento de aire. Me río, pero su pulgar toca mis labios para hacerme
parar—. No, en serio. La gente te mira, Fletcher, y se preguntan: ¿Por qué
no puedo verme así?
—Nadie quiere ser yo, Tiffy. Te lo prometo.
—Te equivocas —dice—. Todos quieren ser tú. Tienes todo a tu
alcance. Eres inteligente, y hermoso, y feliz, y extrovertido, y confiado, y
sexy.
Me siento incluso peor por aprovecharme de ella ahora mismo.
Porque estoy tan lejos de todas esas cosas, no tiene ni idea.
—Lo sexy está en el interior, Tiffy. El interior es lo único que importa.
—Puedes decir eso porque eres uno de ellos. Uno de esa gente
hermosa que no se da cuenta de cuán afortunada es.
Resoplo algo de aire.
—Podría decir lo mismo de ti, sabes. Eres todas esas palabras que
acabas de usar para describirme. Solo que lo eres de verdad.
Sus labios bajan para fruncirse y niega.
—Fóllame. Solo quiero sentirte contra mí esta noche. Y prometo que
no reaccionaré exageradamente mañana cuando todo vuelva a la manera
en que se supone que es.
La manera en que se supone que es. Tengo un millón de preguntas
sobre esa declaración. Pero la deseo también. Quiero su boca en mi boca.
Quiero sus piernas envueltas a mi alrededor y su corazón latiendo contra
el mío mientras entro en ella.
Así que en lugar de hablar, le doy lo que pide. Sujeto su culo y me
pongo en pie, llevándonos a la cama, luego me inclino y la tumbo sobre
las sábanas arrugadas, separando sus piernas para acomodarme entre
ellas.
—Es tu turno ahora. De mirar.
Doy un paso atrás y alcanzo la cinturilla de mis pantalones cortos.
Sus ojos están fijos en mis acciones. Y cuando tiro un poco, exponiendo
el ligero camino de vello rubio que se esconde bajo la tela, mi gruesa y
dura polla crece mientras suelto la cinturilla y dejo que los pantalones
cortos caigan a mis tobillos, y los pateo a un lado. Doy un paso adelante,
agarro su cabello con ambas manos y presiono su rostro contra mí.
Su aliento es cálido y entonces su lengua está presionando contra
mi eje. Abre su boca y empieza a besar la tela de mis calzoncillos bóxer.
Suavemente.
Todo lo que Tiffy hace, lo hace suavemente. Es gentil y dulce. Y esto
solo me hace querer amarla. No follarla, como está pidiendo. Sino amarla.
Incluso si solo es por una noche.
Así que empuño su cabello y la aparto de nuevo, hasta que está
tumbada en la cama, y mis manos van a mis calzoncillos bóxer. Se traga 143
algo. Tal vez miedo. Tal vez arrepentimiento. Tal vez algo más.
Pero está esperando por más, así que eso es lo que voy a darle.
Bajo mis calzoncillos y los pateo a través del suave suelo de madera
donde los pantalones cortos están en una pila. Al mismo tiempo, me
inclino y beso su estómago. Pequeños, ligeros y revoloteadores besos que
no son parte de mi repertorio habitual. Arremolino mi lengua en su
pequeño ombligo. No hay piercing. Ni tatuajes sobre esta chica. Sin
rebelde cabello rosa o borde en su voz o maneras que gritan: Soy una
rebelde.
Porque no es una rebelde. Es una chica buena y dulce.
Así que voy a follarla de la manera que merece.
Sus dedos se enredan en mi cabello, urgiéndome a bajar. Pero voy
arriba en lugar de abajo. Sujeto sus firmes pechos mientras mi boca
encuentra sus pezones. Gime y abre más sus piernas debajo de mí.
Estamos desnudos. Piel contra piel. No como la última vez cuando
fue duro y rápido y estábamos parcialmente vestidos.
Beso su cuello y se estremece por mi suave toque. Beso su pendiente
de diamante y luego respiro suavemente en su oreja.
—Mierda —digo.
—Por favor —me ruega en respuesta.
Me desplazo un poco más arriba, arrodillándome sobre el suave
colchón con mis rodillas presionadas contra sus costillas. Mi polla
totalmente erecta se extiende por ella. La punta golpea contra sus labios
y abre su boca para dejar salir su lengua. La pasa por mi cabeza y luego
alcanza mi eje mientras abre más y me urge a empujar.
Me inclino, mis manos planas sobre la cama a cada lado de su
rostro, y pongo en ángulo mis caderas hasta que mi polla empieza a
desaparecer dentro de su boca.
Chupa y, oh, Dios mío, se siente bien. Embisto algunas veces,
haciendo que su agarre se apriete alrededor de mi eje. Niega un poco para
dejarme saber que he ido demasiado profundo, así que me retiro solo lo
suficiente para dejarle tomar el control por un instante.
Pero la pausa solo dura un segundo. Porque su lengua está haciendo
esta pequeña danza de remolino ahora, y no puedo evitar lo que quiero.
Deseo enterrar mi polla en su garganta. Sé que no es capaz de eso, así
que me obligo a ir despacio.
Responde intentando más duro tomarme. Abre más su boca y luego
presiona sus labios. La presión es suficiente para hacer que mi cabeza
caiga hacia atrás por el placer.
Y entonces su rostro se mueve hacia delante, tomando un poco más.
Sé paciente, Fletcher, me advierto. Sé paciente. Está dispuesta a
intentarlo, así que le permito tomarme como quiera. 144
Me chupa así por unos segundos y luego baja la mano para jugar
con mis bolas.
—Tiffy —digo—. Joder.
Justo cuando la palabra sale de mi boca, abre y empuja hacia
delante un poco más. No tragándome, pero haciendo el esfuerzo. Y es
suficiente. Joder, sí, es suficiente.
Me retiro y me inclino para besar su boca.
—Me haces sentir tan bien —susurro en su boca—. Sube un poco.
Se prepara en la cama y hace lo que pido, colocándose en medio de
mi cama. Sus piernas aún están abiertas y la mirada en su rostro es una
de hambre.
He visto lujuria antes. Pero veo más que eso en Tiffy. Veo lo que
quiero ver, porque veo amor.
Dejo escapar un largo aliento, sabiendo que es mentira tan pronto
como el pensamiento se completa en mi mente. Está confusa. Le hice eso.
Pero no me importa. Porque la deseo. No solo por una noche. Quiero más.
Así que agarro un condón de mi mesita de noche y me lo pongo. Y
luego me acomodo sobre ella, mis piernas junto a las suyas, mi codo
descansando sobre la cama ahora para poder usar mis dedos para jugar
con su cabello mientras beso su boca.
Me devuelve el beso y obtengo algo de placer en la suavidad de su
respuesta. No está buscando el sexo contra la pared en la azotea. Está
feliz con lo que le doy.
Así que dejo su boca y desciendo con besos por su cuerpo y le doy
lo que quería minutos antes. Cuando llego a su estómago, subo sus
piernas, presionando sobre la parte de atrás de sus muslos para que sus
rodillas suban hacia su barbilla.
Y entonces lamo su coño. Está eficientemente depilada.
Perfectamente afeitada. Mi lengua pasa arriba y abajo, moviéndose contra
su clítoris cuando llego arriba, y luego alcanzando su agujero en la caída.
Y con cada lamida alrededor de su coño, se retuerce. Alcanza mi
cabello y lo agarra con fuerza, y sus pequeños chillidos se hacen más
intensos. Sus caderas empiezan a sacudirse de lado a lado y sé que es
demasiado. Pero no voy a detenerme. No hasta que se corra en mi boca.
Así que sujeto sus antebrazos contra la cama. Tomo su clítoris entre mis
labios y chupo. Gentilmente al principio, para que se calme. Y tan pronto
como lo hace, lo hago salvajemente. Adelante y atrás.
—Fletcher —gime—. ¡Oh, mierda, Fletcher!
Estoy demasiado ocupado para responder porque sé que está cerca.
Pero suelto uno de sus brazos para poder llevar mi mano entre sus
piernas e insertar dos dedos. Embisto unas pocas veces y deja escapar
un pequeño grito.
—Oh, mierda —dice de nuevo—. Oh, Dios mío. —Cuando alzo la
mirada a su rostro para medir cuánto más puede tomar, se está
mordiendo el labio tan fuerte que saca sangre. 145
Está tan cerca.
Así que retiro mis dedos y toco su clítoris justo cuando mi lengua
embiste su coño y sujeta mi cabeza entre sus piernas con un largo
gemido. Todo su cuerpo se retuerce y puedo saborear su corrida en mi
boca. Fluye al ritmo de su orgasmo y toda la tensión es liberada en ese
momento.
Cuando alzo la mirada de nuevo, sus ojos están cerrados y su cabeza
hacia un lado. Está jadeando duro, tomando largos alientos mientras
disfruta del fulgor de su placer.
Subo por su cuerpo con besos, poniendo en ángulo mi cuerpo y mis
piernas para que mi punta esté justo en el exterior de su entrada. Y luego
entro en su resbaladizo coño.
Esta vez gimo. Está tan jodidamente húmeda. Y tan jodidamente
apretada.
Empujo más duro, haciéndola arquear la espalda. Pero sus ojos aún
están cerrados cuando miro su rostro para ver si debería detenerme.
No lo hago. Presiono sus senos con mi pecho y tomo su boca con la
mía.
—Saboréalo, Tiffy. —Me devuelve el beso sin vacilación. Sus uñas se
clavan en mi espalda, arañándome mientras la embisto. Duro. Y luego
más duro—. Te hice eso —digo—. Te hice saber así.
—Mmmm —gime, encontrando mis embestidas con las suyas—. Más
—murmura—. Quiero sentir eso de nuevo.
Alcanzo debajo de ella y nos doy la vuelta, mi polla nunca dejando
su coño. Está demasiado cansada y demasiado saciada para sentarse y
montarme, pero eso no es lo que quiero, de todos modos. La quiero cerca.
Así que rodeo con mis brazos su cintura y la parte superior de su espalda
y la sostengo sobre mi pecho. Levanta sus piernas, por lo que está
prácticamente de rodillas, y me deja embestirla desde abajo. Agarro su
cabello y echo su cabeza hacia atrás, incapaz de evitar ponerme un poco
rudo con ella. Pero responde como si hubiéramos estado haciendo esto
durante años. Como si fuéramos dos partes de un todo. Como un
conjunto.
Sabe justo qué hacer.
Me mira a los ojos, arquea su espalda y luego nos corremos juntos.
Me deslizo contra las paredes de su coño. Está chorreando ahora, así de
húmeda está por correrse dos veces. Mis contracciones continúan, el
semen derramándose en el condón mientras ola tras ola de placer me
llena y se apodera de mí. Presiono mi cabeza en sus pechos y muerdo
uno, justo cuando la sensación empieza a remitir.
Me retiro, me quito el condón y lo tiro en la papelera junto a la cama.
—Ven aquí —gruño, volviendo su cuerpo para que su culo esté
contra mi polla. Rodeo su cintura con mis brazos y la sostengo cerca
mientras beso su mejilla—. Joder, Tiffy. Eso fue increíble. 146
—Mmmm —murmura, acurrucándose contra mi pecho—. El mejor
sexo que jamás he tenido.
Me duermo con sus palabras haciendo eco en mi mente.
Para mí también, es todo lo que sigo pensando. No hay sexo que
siquiera se acerque. Ni siquiera puedo llamarlo sexo. Y a pesar de que sé
que no debería apegarme a esta inalcanzable chica, lo hago. La sostengo
cerca. Su aliento se profundiza y se queda dormida.
Me toma un montón de tiempo ceder. Porque me tumbo ahí por un
largo tiempo pensando en que todo lo que quiero es quedarme con ella.
Pero voy a la deriva. Con el tiempo, esa esperanza aparece en mis
sueños.
Sin embargo, eso es todo lo que es.
Porque cuando despierto con la brillante luz del sol filtrándose por
las ventanas del hotel, se ha ido.
Así que hago lo único que puedo pensar para arreglarlo. Levanto el
teléfono y llamo a una chica.
25
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Mi única gracia salvadora es el hecho de que Claudio se encuentra
con Steve. Porque si estuviera en casa, lo sabría de inmediato. Y habría
sabido que se trataba de Fletcher. Luego chillaría y gritaría y haría ese
estúpido baile de "te lo dije" hasta que me convenciera de que Cole es un
imbécil y que Fletcher, el stripper, es el hombre de mis sueños.
Pero, seamos realistas, Fletcher es un idiota. No, anoche no. Pero
prácticamente todas las otras noches. Es un imbécil. Usa a chicas para
sexo y... Lo que sea. No sé sus problemas. Todo el mundo los tiene, y
estoy segura que él no es diferente. Pero tiene una habitación gratis en 147
un complejo de lujo, un trabajo que quizás requiera que trabaje treinta
horas a la semana y un sueldo mucho mayor que el que un tipo cuyo
principal reclamo hacia la fama es hacer que las mujeres griten su
nombre, merece.
Sin mencionar su negocio paralelo. Si a eso se le puede llamar
negocio.
Dejo que el agua de la ducha caiga sobre mis hombros y escupo un
poco.
Pero joder si no es ardiente.
Y con experiencia. Mucha experiencia.
Dios, solo de pensar en su lengua en mi coño y en la forma en la que
me folló después. Jesús bendito. Podría acostumbrarme a eso. Y la forma
en que se comportó anoche me hizo reconsiderar las cosas.
Tiffy.
Lo sé. No puedo enamorarme de un stripper. Todavía recuerdo a mi
madre luchando cuando era pequeña. He visto fotos de mi verdadero
padre. Era un hombre atractivo. Demasiado atractivo. Como Fletcher.
Esos hombres nunca están satisfechos. Siempre en busca de algo mejor.
Mejor chica, mejor trabajo, mejor casa, mejor auto. Toda esa mierda.
Mi madre no lo tuvo fácil antes de entrar en la familia Preston. Y yo
tampoco. Apestaba no tener padre cuando era pequeña. Apestaba tener
ese nudo en el estómago cada vez que pensaba en el hombre que no me
quería.
Y a pesar de que mi nuevo papá fue el príncipe en la historia de
Cenicienta de mi mamá, ella me dijo una y otra vez a medida que crecía
que los príncipes normalmente no te salvan el día. No debería contar con
ser salvada. Me inculcó que todas las elecciones tienen consecuencias.
Tanto las buenas como las malas.
Si encuentras a un buen hombre, uno que provee, alguien que cuida
a su familia y es fiel, alguien que trabaja duro y que todavía sabe cómo
relajarse al final del día, bueno, no lo dejas ir. Sin importar qué.
Y aún puedo escuchar mi pregunta después de que me lo dijera la
primera vez. Fue un par de años después de que comenzara a ver a
Randall Preston, pero todavía estaba trabajando en el turno de noche.
¿Qué pasa si no amo a ese tipo?
El amor es una ilusión, contestó. El amor es lo que decides que sea.
Alisó mi cabello y me dirigió una sonrisa tensa, sus labios pintados de
un rojo brillante por su trabajo, su cabello recogido en un moño alto. No
cometas los mismos errores que yo, Tiffany Marie. Cuando usó mi
verdadero nombre, supe que era mejor que escuchara. Y lo hice. Esa
conversación se ha quedado conmigo todos estos años. Encuentra a un
buen hombre. Un hombre sólido con un buen trabajo y un corazón suave.
Un hombre que no te golpeará, ni gritará, ni se alejará de ti y tus hijos. Y
nunca lo dejes ir. 148
Pensé que su vestido largo y sedoso era algo sacado de un cuento de
hadas en aquel entonces.
Me llevó años darme cuenta que mi madre era una prostituta y que
Randall era su cliente. Cuando Fletcher dijo que Cole podría recurrir a
una, fingí ignorancia. Nadie sabe lo que mi madre solía hacer. Ni siquiera
Claudio.
Todos tienen un secreto que están desesperados por ocultar.
Sí, mi madre tenía la historia de Cenicienta. Pero nunca amó a
Randall. Y él nunca la amó de esa manera tampoco. He sentido desde el
primer día que nos mudamos a su gran mansión en Monterey, que yo era
el pegamento que los mantenía unidos. Él nunca tuvo hijos y yo era su
única oportunidad. Era el padre perfecto. Un padre de cuento de hadas.
Pero él lloró en su funeral. Tomé su mano ese día. Tenía solo quince
años cuando ella se suicidó, pero sabía que Randall se sentía
responsable. No peleaban. Nunca. No en mi presencia, de todos modos.
Pudo haber sucedido en privado, pero no lo creo. Mi madre era la esposa
perfecta en el exterior. Nunca levantó la voz. Nunca se quejó.
Simplemente estaba agradecida y satisfecha.
Tal vez no es así como se afronta la vida y la aprovechas al máximo,
pero funcionó para ella. Y me dio oportunidades que nunca hubiera
tenido.
Randall la amaba de una manera en la que un hombre ama a una
mujer que quiere salvar. E incluso si ella no lo amaba, lo respetaba y él
la trataba bien. Le dio todo lo que siempre quiso.
Entonces, ¿por qué se suicidó?
Me he hecho esa pregunta desde el momento en que supe lo que
ocurrió. Se suponía que debía estar en el Four Seasons para pasar el día
en el spa, pero llamaron y dijeron que nunca apareció. No nos empezamos
a preocupar hasta que no se presentó a cenar en casa. Siempre estaba
en casa para la cena. Fue algo constante en mi vida una vez que Randall
nos acogió. Dijo que éramos una familia. Y las familias cenan juntos.
La policía encontró su auto al lado de un acantilado.
Y había una nota. Todo lo que decía era: No puedo continuar.
¿Por qué? ¿Cómo podría ser su vida tan mala? Mis terapeutas
dijeron que estaba deprimida y no buscó ayuda, por lo tanto, eso la
superó.
Pero no estoy segura de eso. Nunca me ha convencido. Algo le faltaba
en su vida y siempre sentí que a pesar de que Randall era perfecto, estaba
enamorada de mi verdadero padre.
Tal vez enamorada no es la palabra exacta. De hecho, quizás no era
amor lo que sentía por él, en absoluto. A lo mejor fue la idea de que no
era lo suficientemente buena como para mantenerlo cerca.
Fletcher me recuerda mucho a ese hombre, el donante de esperma
que se fue. Y Cole me recuerda mucho a Randall, el príncipe que nos 149
salvó. Tal vez es injusto, ¿pero qué razón, más allá de un buen sexo, me
ha dado Fletcher para pensar lo contrario?
Cierro la ducha y me envuelvo en una toalla. Mi cuerpo duele a
causa del sexo. Todavía puedo sentir el toque de Fletcher de anoche. Aún
puedo sentir su aliento en mi cuello al abrazarme mientras dormíamos.
¿Pero qué significa eso? ¿Y por qué desperdiciaría una buena
posibilidad con un hombre como Cole por esos breves momentos con
Fletcher?
Pero, Dios, se sintió bien. Y no solamente el sexo. ¿Por qué no puede
el hombre sexy ser el príncipe? ¿Solo una vez?
¿Tal vez Fletcher es un príncipe?
Es una idea nueva para mí, ya que solo lo he visto como un jugador
con todos los movimientos correctos para ganar.
Pero entonces paso mi mano por el espejo para mirar mi rostro. Tiffy
Preston podría ser rica, educada y culta, pero sigue siendo la chica que
fue dejada. Como su madre.
Sería una pérdida monumental de tiempo explorar la idea de que
Fletcher Novak podría ser una posibilidad real. No sé nada de él, más allá
de lo que he visto aquí en el hotel. Y tengo que admitir a regañadientes
que nada de eso se ve bien para un futuro con él.
Es un experto en aventuras de una noche, seducción y en ayudar a
las chicas a manipular a sus futuros maridos para que las amen.
Busco mi teléfono y le envío un mensaje a Cole. Le daré una
oportunidad más.
¿Quieres que quedemos para cenar?
Sin respuesta.
¿Tal vez todos los hombres son imbéciles? ¿Quizás debería
renunciar a ellos por completo y solo concentrarme en mi carrera? ¿A lo
mejor debería pasar el rato con gays y divertirme? Tal vez debería…
Responde al mensaje.
¿Vas a trabajar hoy?
No, me tomaré el día libre.
Responde unos segundos después.
Bien. Tu padre cree que trabajas demasiado, así que le dije que
arreglaría un día de spa para ti. Te esperan a las diez de esta
mañana, así que no llegues tarde. Y la cena será divertida. ¿A qué
hora?
Me río mientras empiezo a teclear. ¡Sí! Está pensando en mí.
¿Qué te parece a las seis?
Suena bien, Tiffy. Tengo reuniones todo el día, así que te
recogeré en tu habitación.
¡Bien, adiós! 150
Me recuesto en la cama y sonrío aliviada. No me está evitando
después de todo. Solo está ocupado. Y organizar un día de spa para mí
es dulce. Realmente necesitaba este halago a mi ego.
Mi teléfono suena y me saca de mi pequeño mundo de fantasía. Miro
la pantalla y gimo. Fletcher. Querrá saber por qué me fui sin decir adiós.
—¿Hola? —respondo.
—Hola —dice, su voz algo indecisa—. Me dejaste con frío esta
mañana.
—Oh, Cole me planeó un día en el spa, así que tenía que volver a mi
habitación y ducharme.
¿Ducharme? Jesús. Qué manera de sacar a relucir el hecho de que
follamos como adolescentes anoche.
No. No exactamente adolescentes. Fue fantástico. Pero eso es lo que
hacen los chicos malos, ¿verdad? Te enganchan con buen sexo y luego te
dejan. Entonces, ¿por qué no dejarlo primero?
—Oh.
Hace una pausa, pensando probablemente.
—Sin embargo, tengo una cita con Cole esta noche. Entonces,
¿todavía estamos en Operación Celos? ¿O es una buena señal y debería
parar con los juegos?
—Una cita, ¿eh? —Parece inseguro. Pero eso es típico, ¿verdad?
Probablemente quiere otra oportunidad de una noche conmigo. Y,
sinceramente, no debería haber tenido sexo con él otra vez. Una noche
está bien, supongo. Es una aventura. Pero hemos estado llevando esto
demasiado lejos—. Creo que probablemente estés a punto de atrapar a
tu hombre. Así que ya no me necesitas.
Hmmm. Su comportamiento generalmente amistoso se ha ido. De
hecho, si no lo supiera mejor, pensaría que está celoso.
—Entonces, es el correcto para ti, ¿eh?
—Sí, ¿verdad? Ese fue el punto de todas las cosas que hicimos la
semana pasada.
—Y lo amas, ¿cierto?
—Bueno, no estoy segura sobre el amor, Fletcher. ¿Amas a todas las
chicas que te follas? —Él resopla un poco en el teléfono—. No te pongas
raro conmigo, ¿de acuerdo? Eras el que quería una aventura de una sola
noche.
—Fuiste la que quiso lo que sucedió anoche, si la memoria no me
falla.
—Sí, bueno, me sentía abatida.
—¿Y simplemente me encontraba ahí?
—¿Qué demonios, Fletcher? No estás interesado en mí. Estás
interesado en un trabajo, ¿recuerdas? Querías que nos usáramos el uno 151
al otro. Y lo hicimos. ¿Y ahora tratas de fingir que realmente me quieres?
¿Quieres que me sienta culpable por buscar al chico que fue el objetivo
todo el tiempo? Vaya.
—Nunca dije que fingía que te quería, Tiffy. Te elegí de entre la
multitud por una razón.
—Sí, follarme por una sola noche y luego tirarme como basura.
Como siempre haces.
—¿Así que vas a dar el salto, entonces? ¿Y dejarme antes de que
tenga una oportunidad?
—¡Así que lo admites!
—No estoy admitiendo una mierda, aparte de que pasé un buen rato
anoche y que me gustaría volver a hacerlo.
—Oh, ¿entonces vamos a mantener esto en marcha? ¿Una cadena
interminable de sexo casual sin compromiso? No lo creo. No soy esa clase
de chica, para empezar. Y no estoy interesada en lo casual.
—¿Cómo sabes que estaba pensando en algo casual, de todos
modos? ¿Alguna vez preguntaste?
—Lo tienes escrito sobre ti, Fletcher. Tu letrero dice: No te apegues,
porque seguro que yo no lo haré. ¿Así que me tomé en serio tu advertencia
y ahora estás enojado conmigo? ¿Cómo es eso justo?
—Te preguntaré de nuevo. ¿Mandaras esto al diablo sin siquiera
darle una oportunidad?
—¿Qué oportunidad? Me cuesta entenderte, Fletcher. ¿Sabes lo que
quieres? ¿Sabes a quién quieres? ¿Por qué yo?
—Uh —dice, con una sonrisa en la voz—. Clásico auto-desprecio,
Tiffy. Crees que no eres lo suficientemente buena. Estás tan segura que
nunca podría quererte de verdad que decidiste joderlo todo y dejarme
primero antes de salir lastimada.
—¿De qué estás hablando? Follamos anoche, nada más.
—¿En serio? ¿Eso es todo lo que fue? ¿No sentiste ninguna conexión
conmigo? —Se detiene de nuevo, pero tengo la sensación de que tiene
más que decir y no puedo evitar sentirme intrigada. Así que me quedo en
silencio—. Porque la sentí. Fue divertido, Tiff. Pero fue más que divertido.
Fue bonito. Y estaba de verdad esperando que tuvieras sentimientos
reales por mí. Porque me gustaría llegar a conocerte mejor.
No sé qué responder a eso. Un insulto infantil parece equivocado.
¿Qué pasa si está siendo sincero? ¿Lo querría?
Definitivamente es sexy. Entonces sí, supongo que está eso. Pero su
personalidad, Dios, ¿qué hago con eso? Es un jugador insensible. Piensa
que el amor es un juego. Solo se preocupa por sí mismo. Y es un stripper,
por el amor de Dios. ¿Cómo un hombre como él va a cuidar de mí? Es la
clase de hombre de voy abandonarte, si alguna vez existió uno. Lo sé. En
el momento en el que dependa de él, esa verdadera naturaleza aparecerá
y me abandonará. Al igual que mi verdadero padre lo hizo con mi madre. 152
Cole es la elección estable. Al igual que Randall fue la elección estable
para mi madre.
—No se trata de que yo sea lo suficientemente buena para ti,
Fletcher. Es si eres lo suficientemente bueno para mí.
Silencio.
Y luego el pitido al colgar.
Solo miro el teléfono. ¿Qué mierda fue eso? ¿Desde cuándo tiene
sentimientos? ¿Cualquier sentimiento? ¡Es el señor No Tengo
Sentimientos! ¿Y tenemos una noche de buen sexo y se supone que debo
creer que ha cambiado? ¿Cómo diablos eso tiene sentido?
Solo apártalo de tu mente, Tiffy. No es nadie. Te está usando. Es un
jugador de la peor calaña. Porque tal vez sí posee alguna otra emoción
que la lujuria, pero sé que existe el riesgo de que huya. Puedo verlo ahora.
Le digo lo que quiere escuchar, tenemos algunas semanas fantásticas de
sexo ardiente, y luego pasará al siguiente proyecto. Eso es todo lo que las
chicas son para él. Proyectos.
—Que se joda. No soy un proyecto.
Pero sí lo soy. Porque hice un trato con él para conseguir a Cole.
No. No es lo mismo, Tiffy. Nada de lo que hizo me ayudó. Cole no
estaba interesado en mí cuando coqueteaba. Estaba lo opuesto a
interesado. Solo se interesó cuando fui real. Cuando me expuse sin la
ayuda de Fletcher e hice mi movimiento. Soy quien lo entusiasmó para
cenar hoy conmigo. Fui quien se arriesgó. Y Fletcher no tuvo nada que
ver con eso. A Cole le gusto cuando soy yo. A Fletcher simplemente le
gusto cuando estoy desnuda.
Respiro hondo y me pongo unos pantalones cortos y una camiseta
sin mangas. Me voy al spa. Voy a relajarme todo el día y luego me
prepararé y me reuniré con Cole para cenar. No malgastaré mi
oportunidad con la posibilidad de un tal vez con Fletcher Novak. De
ninguna manera.

153
26
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Mi tiempo en el spa es de todo menos relajante. Mi conversación con
Fletcher domina mis pensamientos. ¿Por qué ahora? ¿Por qué, cuando la
vida parece ir justo como la había planeado, tiene que intentar
convencerme de que es diferente?
No lo entiendo. No estoy preparada para entenderlo, si soy honesta.
No soy una jugadora. Nunca debería haberme mezclado con Fletcher.
Está fuera de mi liga.
Y ese pensamiento me detiene de nuevo. ¿Realmente pienso eso?
¿Tiene razón? ¿Creo que es demasiado bueno para mí y toda esa mierda 154
que le espeté esta mañana fue solo una forma de encubrir el hecho de
que me siento indigna de alguien tan atractivo como Fletcher?
—Ay —me quejo a la masajista.
—Necesita relajarse, señorita Preston. Su cuello está tenso como un
puño. Relájese y permítame ayudarla.
Dejo salir un largo suspiro e intento relajar los hombros. Dios,
incluso los trabajadores creen que estoy tensa.
—¿Sabes qué? Simplemente hoy no estoy de humor. He tenido
suficiente. —Me siento, sujetándome la toalla al pecho. Marie, la
masajista, parece herida. Como si hiciese algo mal—. No eres tú, Marie.
Solo tengo demasiado en mente. No puedo relajarme ahora mismo. ¿Qué
tal si vuelvo más tarde esta semana y volvemos a intentar este día de
spa?
—De acuerdo, señorita Preston —contesta, recogiendo sus aceites—
. Simplemente llámenos cuando esté preparada y liberaré mi horario para
usted. —Me aprieta el hombro—. Pero no deje pasar mucho tiempo. El
estrés no es bueno para usted.
Sonrío, me levanto de la mesa y dejo que me acompañe a la puerta.
—Gracias, lo intentaré.
Dejo la sala de masaje y vuelvo a los vestuarios para darme una
ducha caliente y quitarme el aceite. El agua se siente bien, pero no es
suficiente para calmarme. Mi corazón ha estado latiendo con rapidez
desde que Fletcher me colgó esta mañana. Simplemente no puedo
quitarme sus palabras de la cabeza. ¿Cuáles son las posibilidades de que
esté verdaderamente interesado en mí?
Pero luego vuelvo a escuchar la voz de mi padre en mi cabeza. Nunca
sabrás si le gustas a la gente solo por tu dinero o por quien eres.
Tiene razón. Fletcher parece estar preocupado por el dinero. Tanto
que me tomó como un caso de caridad para mantener su trabajo. Es una
posibilidad muy real que la única razón por la que esté interesado es por
con quien estoy emparentada.
Pero no lo sé. Ese pequeño discurso que me dio en las rocas parece
contradecir casi todas las suposiciones. Es un luchador, lo dijo. Puede
ocuparse de sí mismo. No necesita mi oferta de trabajo y ya tiene otros
trabajos esperando.
Así que, ¿cómo encajo estas piezas?
No lo sé.
Simplemente salgo de la ducha y me pongo un nuevo par de
pantalones cortos y camiseta sin mangas. Tomo el bolso, me pongo las
deportivas y me encamino a las escaleras que me llevarán de vuelta al
vestíbulo principal.
En cuanto llego allí, huelo la comida del bar y me doy cuenta que no
he comido en todo el día. ¿Tal vez eso me tranquilizará los nervios? Un
poco de comida casera del bar. Me muevo entre las ajetreadas camareras 155
y los clientes y me dirijo a una cabina vacía en el fondo. Una camarera
que no he visto antes, asiente hacia mí y levanta un dedo, diciéndome
que se acercará en un minuto.
Me siento en la cabina y dejo salir un suspiro, luego jadeo.
—¿Qué dem…?
Cole está al otro lado del restaurante, sentado en una mesa con una
hermosa rubia.
—¿Creí que dijo que tenía reuniones? —susurro para mí.
—Oh, sin duda tiene reuniones —comenta la camarera—. Tal vez
esta se quedará.
—¿Qué? —La miro en silencio—. ¿Qué quieres decir?
—Tiene una nueva reunión —contesta, sacudiendo un poco la parte
superior del cuerpo y alargando las palabras—: Cada tarde.
—¿Quieres decir con vendedores? —intento, esperanzada.
La camarera resopla.
—No-o-o —dice a través de una risa—. Al menos, nunca lo he visto
besar a un vendedor.
—Ha estado fuera la mitad de la semana…
—Ha estado aquí todo el tiempo, señorita Preston. —Entrecierra la
mirada hacia mí—. ¿No lo sabía?
Tengo esa sensación hundiéndose en mi estómago. La que viene
cuando llegan las dudas.
—¿Saber qué? —cuestiono, sintiendo la verdad antes de que incluso
las palabras salgan de su boca.
—Ha estado viniendo aquí durante casi tres meses. Excepto… —Se
detiene, como si acabase de ocurrírsele que debería callarse.
—¿Excepto qué? —incito, volviendo a mirar a Cole y su rubia.
—Bueno… —También mira hacia él sobre el hombro—. Nunca
supimos quién era hasta que vinieron juntos. Normalmente solo está aquí
por dinero.
—¿Con esa mujer? —Se me está partiendo el corazón.
—Oh, muchas de ellas, supongo. Al menos una docena de
encuentros desde la primera vez que empecé a notarlo. Y cuando apareció
con usted supuse que nos estaba espiando. Lo hace, ¿no es así? Se nos
dijo cuando se realizó la fusión que el Landslide estaba en la corta lista
de liquidación.
¿Desde cuándo?, quiero gritar. Mi padre me dio el control sobre el
Landslide en cuanto el trato se llevó a cabo. Pero mantengo la calma, así
no sé da cuenta cómo mi tensión está aumentando gradualmente y el
corazón me está latiendo más rápido de lo que lo hacía.
—Hmmm. No estoy segura. Tal vez mi padre lo envió. 156
—Apuesto a que es eso. —Me sonríe—. En cualquier caso, espero
que haya encontrado en esta lo que esté buscando. Ya se ha reunido con
ella tres veces la semana pasada. Y cada vez son un poco más amistosos.
Supongo que Fletcher realmente sabe lo que hace.
—¿Qué?
Inclina la cabeza hacia mí con una mirada burlona.
—¿Pensé que estaba trabajando con él?
La vuelvo a mirar calladamente.
—Un trato de emparejamiento. —Se ríe—. Soy una entrometida. Y
es muy interesante la forma en la que trabaja Fletcher. No puedo evitar
notarlo cada vez que se reúne con una chica para comer. Esa chica de
ahí comiendo con el señor Cole, es la clienta de la semana pasada de
Fletcher. Trabaja rápido, ¿cierto? ¿Ya encontró alguien para usted? Si lo
hizo, puede apostar que será un guardián. Mi amiga tiene total confianza
en su elección. Ya están prometidos.
Quiero vomitar. Pero en cambio, respiro hondo y digo:
—¿Puedes servirme un poco de agua con limón?
—Claro, señorita Preston. Volveré enseguida.
Se distrae con otras mesas y tomo la oportunidad para salir del
restaurante y dirigirme rápidamente a los ascensores. Cuando llego a mi
habitación, espero y rezo que Claudio no esté ahí. Ha desaparecido
mucho con ese stripper, Steve, y mi suerte se mantiene. Probablemente
todavía fuera desde anoche.
Me encierro en el baño y enciendo la ducha, solo en caso de que
llegue a casa. Ahora estoy escondiéndome completamente. Necesito
asimilar lo que acabo de ver y escuchar.
Cole ha estado viniendo aquí durante meses.
Rumores de una venta.
O bien fue enviado aquí por mi padre para espiar las operaciones, lo
que es altamente improbable, o ha estado usando el Landslide como su
propio palacio para follar.
Jesucristo.
Y Fletcher. Dijo que me estaba ayudando a conseguir la atención de
Cole, ¿pero todo el tiempo ha estado juntando a su otra clienta con Cole?
Me siento enferma. Muy enferma, así que levanto la tapa del retrete
y tengo arcadas durante varios minutos. Espero la repulsión, los
calambres en mi estómago y el dolor en mi corazón. Espero hasta que la
tensión anudada en mi cuello se vuelve un verdadero dolor de cabeza.
Fletcher me tendió una trampa. Me usó. Jugó conmigo. Como una
maldita pieza de ajedrez.
Y no solo eso… me humilló. ¿Cuánta gente más sabe de nuestro
trato? ¿Cuánta gente sabe sobre Cole y sus mujeres?
157
Me siento y me seco el sudor de la frente.
¿Cuán estúpida me siento ahora mismo?
No tengo palabras para describirlo, pero me viene a la mente
destrozada. Rota, tal vez. Mortificada. Avergonzada de mi ingenuidad,
avergonzada de mi confianza en los hombres.
Y no solo en esos dos hombres. Todos los hombres. Mi madre tuvo
razón al casarse con mi padre y olvidarse de ese pedazo de mierda que
no pudo salirse de la imagen lo suficientemente rápido.
Tenía razón. El amor es un sueño que alguna gente no se supone
que tenga.
No lloro, y eso me sorprende. En cambio, me levanto del suelo,
respiro profundamente y me voy en busca de Fletcher Novak.
27
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
Me dirijo al ascensor y bajo al piso quince. El camino por el pasillo
hasta su suite —la suite gratuita que mi hotel le ofrece—, se siente más
largo de lo que debería, teniendo en cuenta que solo son diez metros. Pero
cuando golpeo la puerta, mi corazón está acelerado, mis axilas están
sudorosas y mi boca está seca.
Sin respuesta. Presiono mi oreja contra la puerta, casi con miedo de
escuchar los gemidos de mujeres en medio de la pasión. Pero no hay nada
más que silencio desde el otro lado.
No está aquí. 158
Bueno, está aquí, lo apuesto. En algún lugar de este hotel. Y lo voy
a encontrar.
Bajo las escaleras y echo un vistazo al restaurante, pero Cole y esa
mujer rubia se han ido. Gracias, Dios, por los pequeños favores. No puedo
verlo todavía. No es su culpa que fuera un peón en el juego de Fletcher.
Quiero decir, no éramos una pareja, ¿verdad? Cole solo estaba haciendo
lo que hacen los hombres. Tratando de sacar todo lo que pueda del mayor
número de mujeres posible.
Casi puedo perdonarlo por eso. Está en su naturaleza, después de
todo.
Pero Fletcher es algo completamente diferente. Fletcher es un
mentiroso confabulador, un estafador y una escoria de grado A por lo que
hizo.
Y tiene que pagar.
Marco su número, pero va al buzón de voz. ¿Sabe que lo estoy
buscando? Esa camarera tenía que saber que habló demasiado. Por lo
que, si Fletcher se pasó, podría haberlo llevado a un lado y avisarlo.
Pruebo en la recepción. Hay una chica joven en uno de los
ordenadores y me saluda por mi nombre con una sonrisa.
—Buenos días, señorita Preston. ¿Está teniendo un buen día libre?
Su sonrisa parece genuina, pero claramente no estoy bien versada
en la apariencia de las buenas intenciones. Le doy el beneficio de la duda
de todos modos, y fuerzo una sonrisa.
—¿Has visto a Fletcher Novak? Tengo que hablar con él sobre su
horario. —Que ya no tendrá después de que termine hoy.
—Oh —dice la chica, señalando a la puerta—. Creo que acaba de
mandar al valet por su auto. Pruebe afuera.
Valet. Me molesta que Fletcher Novak piense que puede entrar en
mi hotel y... Más tarde, Tiffy. Céntrate.
—Gracias —digo con mi dulce sonrisa falsa.
Luego me dirijo a las puertas del vestíbulo y busco su cabello rubio
y su alta constitución.
Lo veo metiéndose en el clásico Camaro rojo que está al frente de la
fila, y antes de que pueda gritar su nombre, enciende el motor y sale
hacia la calle.
Le silbo a un taxi que se está alejando después de dejar a los clientes,
y frena bruscamente mientras corro hacia él y salto en el asiento trasero.
—Siga a ese auto rojo, por favor. —Intento sonar calmada y no como
una mujer en una película de cine negro de los años cuarenta, pero no
estoy segura de tener éxito, porque el conductor me lanza una mirada
por encima del hombro—. ¡Hablo en serio, no lo pierda!
—Claro, señora. 159
Me siento y trato de mantener el auto en mi visión. Nos adelanta
varias veces cuando gira en las esquinas, pero lo encontramos de nuevo
en la US-50 yendo hacia el norte por la orilla del lago. El conductor sigue
mirándome, pero cada vez, solo digo:
—Siga adelante.
—¿Qué pasa si está de camino a…?
—No me importa a dónde va, lo vamos a seguir, ¿entendido? Tengo
una tarjeta de crédito, por lo que no tiene que preocuparse por eso. Solo
continúe.
Me dispara una mirada rabiosa después de ese despliegue de
modales de clase alta. Pero no me importa. Seguimos conduciendo.
Rodeamos la curva de Zephyr Cove, pasando el parque estatal Lake
Tahoe, y casi una hora más tarde, llegamos a Incline Village en el extremo
norte del lago.
Él es de aquí, recuerdo de nuestras conversaciones. Hmmm.
Sé muy poco sobre Fletcher Novak, aparte de las pocas
conversaciones que hemos tenido y la entrada de Wikipedia que puede o
no ser cierta. Pero estoy a punto de descubrir más.
Giramos a la izquierda en Country Club Drive y luego a la derecha
en Lakeshore Boulevard. El taxista se detiene en una calle lateral y vemos
el auto de Fletcher entrar en una comunidad privada llamada Windshore
Estates.
—A menos que tenga una casa aquí, señora, este es el final del
camino. Eso es Billionaire's Row, y tiene seguridad. ¿Qué quiere que
haga? Porque no voy a ir a la cárcel por tratar de entrar.
Respiro hondo y tomo una decisión.
—Espere aquí —digo—. Y deje el contador funcionando. Volveré en
un momento.
No le doy la oportunidad de discutir, simplemente salgo y cierro la
puerta detrás de mí. Estoy mirando hacia ambos lados para ver el tráfico
mientras cruzo la calle y luego camino hacia la puerta. Tengo una
posibilidad de entrar, me doy cuenta. El viejo amigo de mi padre vive en
Incline Village, lo conozco bien. Mi padre incluso lo mencionó varias veces
después de la fusión. Me dijo que lo buscara mientras estaba aquí.
Simplemente todavía no lo he hecho. El guardia está fuera de la puerta
de entrada incluso antes de acercarme a tres metros de distancia.
—¿Puedo ayudarle, señora? —pregunta, con la mano en la radio del
cinturón.
—Hola, soy Tiffy Preston y estaba por esta calle en la casa de un
amigo cuando recordé que Montey Silverman vive en esta comunidad. Mi
padre es un viejo amigo suyo y me pidió que lo buscara, así que decidí
dar un paseo y… —Me río y pongo una mano sobre mi corazón—. Oh,
probablemente no esté en casa, ¿pero podría llamarle y decirle que estoy
aquí para ver si le gustaría una visita? 160
El guardia me mira. Estoy segura que los paseos por este vecindario
privado son bastante raros. Pero si lo que digo es cierto, entonces tendrá
más problemas por rechazar mi solicitud que si descubre que soy una
intrusa.
—Espere aquí —dice, volviendo a la caseta de vigilancia, dejando la
puerta abierta para que pueda captar la conversación—. Sí, llamo desde
la caseta de vigilancia. Tengo una invitada aquí para el señor Silverman.
Dice que su nombre es… —Me mira en busca de ayuda.
—Tiffy —digo—. Tiffy Preston. —Sonrío mientras repite mi nombre y
luego comienza a asentir a lo que la persona del otro lado de la línea le
está diciendo. Unos segundos después me mira—. Les gustaría saber si
necesita que la lleven hasta la casa. Puede caminar, si le gusta el
ejercicio, pero enviarán un carrito de golf.
—Prefiero caminar.
Lo retransmite y luego cuelga.
—Solo gire a la izquierda… —comienza a darme instrucciones.
—Recuerdo dónde está —digo rápidamente—. He estado aquí antes
cuando era más joven.
—Está bien, señorita Preston. Pase. — Se dirige hacia un pasillo a
unos metros a la izquierda de la caseta de vigilancia, y cuando llego allí,
suena un timbre que me deja entrar.
Sonrío por encima de mi hombro y parto en una caminata rápida
que se convierte en una carrera tan pronto como los pinos bloquean la
vista del guardia. Solo Dios sabe dónde está Fletcher en este vecindario.
Todo lo que tengo para seguir la pista es su auto rojo, y nunca lo
encontraré si lo tiene en un garaje.
Miro todas las entradas mientras corro. Estos terrenos no son
demasiado grandes. El inmueble a orillas del lago es caro. Pero no veo su
auto en ninguna parte. Hay un seto largo, fácilmente de uno ochenta de
altura, que recorre varias casas de tamaño medio, y miro por ese camino
solo para ser minuciosa, sin esperar encontrar lo que estoy buscando.
Pero mi aliento se atrapa en mi pecho cuando la pintura roja destella
a través de un espacio entre los árboles que bordean el camino de
entrada.
Hay una verja en esta casa, pero está abierta. Como si un auto la
acabase de cruzar. Me escabullo y me muevo por el pavimento, mirando
por encima del hombro.
¿Qué demonios está pasando? ¿Quién vive aquí que Fletcher
conozca?
Me detengo en seco cuando escucho el chillido de una niña pequeña.
La voz ronca de Fletcher hace eco, también riéndose. Me escondo detrás
de un árbol cuando aparecen a la vista.
—Hola, cariño —dice Fletcher. Está hablando con una niña 161
pequeña, de unos ocho años, que se aferra a él como si nunca quisiera
dejarlo ir. Y luego... y luego...
Y luego se inclina hacia una mujer alta y bonita que se parece tanto
a la niña que no deja duda de quién es. Y la besa en la mejilla mientras
la abraza.
Me alejo.
Puta mierda.
De todas las cosas que esperaba ver aquí, una mujer con una hija
nunca estuvo en la cima.
Miro hacia atrás y tiene a la pequeña niña en sus brazos, girándola
mientras su cabello rubio se agita por la vuelta. Ella ríe, y veo esa sonrisa.
Esa misma sonrisa que he visto en Fletcher las pocas veces que la ha
esbozado frente a mí.
No hay error en quiénes son estas dos personas para él. Está escrito
por todas sus felices sonrisas.
Fletcher Novak tiene familia.
Vuelvo corriendo al puesto del guardia, cruzo la puerta y grito al
guardia:
—¿Puede decirle al señor Silverman que tuve una emergencia y tuve
que irme?
No espero una respuesta. Corro todo el camino de regreso al taxi,
entro, cierro la puerta y digo:
—Lléveme de vuelta al hotel.
28
Fletcher "Solo Una Noche" Novak
—Oye, Sea Shells, ¿cuándo vamos a las Seychelles?
Shelly se ríe con esa risita de niña de ocho años que me anima y
hace mi día cada vez. Está enamorada de los trabalenguas. Tengo que
desechar una imagen mental de mí sosteniendo una escopeta en la
puerta cuando su primer novio llame a la puerta… tratando de torcer su
camino en su vida como las palabras que están retorciéndose en su boca.
—¡No puedo decirlo! —Se ríe, todavía tratando mientras abraza mi
cintura.
Acaricio la cabeza de Shelly y luego alzo la mirada hacia Samantha.
162
—¿Cómo va la semana?
Su sonrisa es falsa. La conozco desde que tenía catorce años, por lo
que puedo decirlo. Traga saliva.
—Walker llamó hace un rato.
Joder. Con toda la mierda que está pasando, me había olvidado de
mi pedazo de mierda de hermano mayor.
—¿Qué quería? —gruño. Pero sé lo que quiere.
Sam se encoge de hombros.
—Solo hablar, supongo.
Entrecierro los ojos.
—¿Hablaste con él?
—Le colgué. No puedo hacerlo de nuevo, Fletch. He pensado en ello
una y otra vez en mi mente y no hicimos nada malo. Walker y yo nos
separamos. —Me mira, suplicando—. Tú y yo no hicimos nada malo.
¿Verdad?
La abrazo.
—Por supuesto no. Olvídate de él.
—Dice que va a venir. Dice que tiene cosas que decir. Cosas que ha
estado queriendo decir durante mucho tiempo. Pero le dije que no
vendrías a casa hoy. —Alza la mirada con ojos llorosos—. No me creyó.
—¿Le contaste sobre…? —Pero no tengo tiempo para terminar,
porque puedo escuchar el ruido del auto que ha estado conduciendo
desde que obtuvo su licencia. Un gemelo de mi Camaro del 69, pero en
azul, y recibido un año antes. Nuestro abuelo era un coleccionista y cada
uno de nosotros pudo escoger el día que cumplió dieciséis años.
Si eligió el azul, entonces escogí el rojo. Siempre ha sido así con
Walker y yo. Rivalidad. Celos. Y rabia. Fuimos competitivos hasta el final.
Sin embargo, el final llegó más pronto que tarde. Y me quedé cuando se
fue. Tuve a Sam y, más tarde, a Shell. Y él tuvo… bueno, no tengo ni idea
de lo que tuvo. No lo había visto en casi una década antes de la semana
pasada. Pero lo que fuera, sacó el lado equivocado de ese acuerdo.
—¿Dónde están las Seychelles, de todos modos? —pregunta Shelly,
tirando de la manga de mi camisa—. ¿Y cuándo podemos ir allí?
—El océano Índico, Shells. Ve dentro con tu madre. Tardaré solo un
segundo.
Samantha asiente y toma la mano de Shelly.
—Vamos, cariño. Vamos a preparar la comida.
—Estoy hambrienta —dice Shelly, ya caminando por los escalones
de la entrada de la mansión de setecientos cincuenta metros cuadrados
frente al mar. Es la casa más grande en este extremo de Lakeshore. Ha
estado en la familia durante tres generaciones. Y ahora es mía. Todo allí
es mío ahora. 163
Walker desliza sus gafas de sol hasta su frente y abre la puerta del
auto.
—No te acerques más, idiota.
La pausa es corta, y un segundo más tarde, sale de todos modos.
Sabía que lo haría, pero decido que se merece una advertencia. Y esa
frase es todo lo que recibirá.
Lleva ropa que le da una apariencia aceptable. Una camisa blanca
de vestir, las mangas enrolladas casualmente sobre sus antebrazos.
Pantalones negros ajustados a medida para su forma atlética. Y zapatos
de cuero de lujo que probablemente podrían valer el dinero de un año de
universidad comunitaria para Shelly. Parece de buena familia y rico. Y
supongo que lo es. Creo que ambos lo somos. Pero algunos sabemos la
forma de llevar la buena educación mejor que otros.
Mis puños están apretándose antes de que dé su primer paso en el
camino de entrada de piedra y mis pies están moviéndose antes de que
dé el siguiente.
—Te lo advierto, Walker.
Levanta sus manos, sus palmas hacia arriba, para tranquilizarme o
molestarme, no estoy muy seguro.
—No estoy aquí para crear problemas, Fletch.
—Joder si no es así. ¿Por qué venir aquí, entonces? ¿Necesitas
dinero? No tengo nada para ti. ¿Necesitas un sitio para quedarte y
pensaste que este lugar es tu casa? Te equivocas, hermano. Te la he
comprado y te echaré. No me importa si duermes en tu auto en el parque
estatal esta noche. No entrarás en mi casa.
Deja salir un suspiro falso. Lo conozco desde hace mucho más
tiempo que a Sam, así que no me creo esa mierda falsa.
—Solo quiero hablar con ella, hombre. Eso es todo.
—Si quisiera hablar contigo, estaría aquí ahora.
—Te oí, Fletcher. Dándole órdenes como una especie de jefe. Todavía
insistiendo en estar al mando, ¿eh? Algunas cosas nunca cambian.
—Algunas personas tampoco —espeto.
—Los que viven en casas de cristal, Fletcher. ¿Sabe lo que haces
para vivir?
—¿Por qué iba a mentir acerca de eso? —Lo sabe. No le gusta, pero
lo sabe. Y Walker puede ver la verdad en lo que he dicho. No se ganará
su simpatía con esa mierda de no es más que un stripper.
—Porque mientes sobre todo lo demás. —Me lanza una sonrisa que
dice que tiene algo de mí. Lo reconozco de todas las peleas que tuvimos
mientras crecíamos. Todas las veces que nos peleamos por chicas, o
autos o, diablos, la atención de nuestros padres—. Lo sé todo sobre ti,
Fletch. Más de lo que piensas.
—Bien por ti —digo, conteniendo el impulso de darle un puñetazo
en el rostro—. Ahora lárgate de mi propiedad. 164
—Te seguí por todo este país, Fletch. Primero Nueva York… —veo
rojo—… después Los Ángeles. Te mueves mucho para ser un muchacho
de pueblo. Incluso encontré a algunas chicas que estaban más que
dispuestas a contármelo todo sobre ti…
Mi puño se estrella contra su mandíbula. Su labio se abre y luego
me golpea en el mismo lugar. La sangre corre por mi boca mientras
empezamos a pelear. Samantha está gritando y la veo corriendo por el
bien cuidado césped mientras Walker y yo rodamos por el suelo. Le hago
una llave de cabeza, listo para estrangularle, cuando rompe mi agarre
con un rodillazo en mi estómago. Rodamos de nuevo, y luego Sam está
agarrando mi camisa roja manchada.
—¡Fletcher! ¡Para! —grita Sam—. ¡Por favor!
Alejo a Walker y nos ponemos de pie, moviéndonos alrededor del
otro. Limpia un hilo de sangre de su labio, lo mira en sus dedos, y se ríe.
—Sí, algunas cosas nunca cambian.
Escupo mi propia sangre y la saliva carmesí va directa a sus zapatos
de vestir negros de lujo.
Baja la mirada por un momento, como si no pudiera creer que he
jodido sus zapatos de dos mil dólares, después, vuelve su atención a Sam.
La razón por la que está aquí. La razón por la que empezaría una pelea
después de todos estos años. La razón por la que no puede acercarse
más.
Doy un paso entre ellos, obligándole a mirarme en su lugar.
Le habla directamente a Sam a mi espalda.
—No estoy aquí para causar problemas, Sam. Solo quería hacer las
paces con esta mierda. Eso es todo.
Y se gira, camina a su auto, entra y se va por el camino de entrada,
con sus neumáticos chirriando.
Es un maldito milagro que no matase a alguien por la acera con ese
movimiento.
—¿Quién era? —pregunta Shells desde el escalón más alto del
porche de la casa.
—Nadie por quien tengas que preocuparte, Sea Shells. —Escupo un
poco más de sangre, limpio mi boca con el dorso de mi mano, esperando
que no haya sangre en mis labios, y siento alivio cuando Sam sonríe y
deja escapar una profunda respiración. Tomo su mano y la giro—. Nadie
importante, cariño
La hago entrar de nuevo en casa y me limpio en el baño mientras
Sam y Shell nos hacen unos bocadillos. Espero a que la adrenalina se
filtre fuera de mí como el sudor, y luego subo las escaleras y me cambio
de camisa, sacando otra camiseta blanca que sale del mismo paquete de
cuatro del que acababa de tomar una.
Que le jodan a él y a su ropa elegante. 165
Al menos me he ganado lo que tengo.
29
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
Recibo un mensaje de Katie a mitad del almuerzo y siento la
decepción en el rostro de Shelly antes de que incluso la mire.
—¿Tienes que irte? —pregunta desde el otro lado de la mesa, su boca
aún llena del sándwich de carne asada.
Fuerzo una sonrisa.
—Sí, pero volveré pronto. —Me levanto de la mesa y aprieto el
hombro de Sam mientras me acerco a Shelly y me inclino para dejarle
besar mi mejilla.
166
—Siempre dices eso, pero te vas durante días.
—Tengo que trabajar, cariño. Sabes que preferiría estar contigo,
¿verdad?
Hace un puchero. Pero asiente. Conoce el tema.
—Te llamaré después. ¿De acuerdo, Sam? Si vuelve…
—Lo sé, Fletch. No te preocupes. Llamé a la caseta del guardia y les
dije que no lo volvieran a dejar entrar.
Dejo escapar un suspiro y un poco de la tensión que he estado
cargando toda la semana se desliza de mis hombros.
—Gracias por entender.
Me da una débil sonrisa e imagino que es todo lo que tiene ahora
mismo, así que lo tomo y me dirijo al frente de la casa.
Es una casa espectacular. No es mi logro, así que nunca he tenido
ninguna razón para estar orgulloso. Pero me encanta. Y me encanta que
Shelly esté creciendo aquí. Al igual que Walker y yo, solo que sin la
rivalidad.
No sé por qué mi hermano me odiaba. ¿Síndrome del primogénito?
¿Celos del nuevo bebé? Pero no tiene mucho sentido. ¿Cuántos celos es
capaz de tener un niño de un año de todos modos?
Nuestra diferencia de edad es de dieciséis meses. Un hecho que
definitivamente contribuyó al fin de la vida social de mi madre, y más
tarde, a su interés en la vida. Ni siquiera está muerta, como mi padre.
Simplemente se separó de la familia por falta de ambición después de que
él muriera.
Supongo que no puedo culparla. Veo de primera mano lo que le hace
tener un hijo a Sam. Imaginarla con dos pequeños tan cercanos en edad
es bastante para hacer que me encoja. No es nada contra Sam en
absoluto. Es solo un montón de trabajo cuidar a un niño, mucho menos
dos. Lo sé. He estado ahí.
Así que puedo darle a mi madre algo de cuerda. Mi padre era más
como Walker que yo. Errante sería una buena palabra para describirlo.
Pregunta a cualquier niño si esa es una buena cualidad en un padre e
incluso uno de ocho años como Shells te dirá que no.
La imagino pensando eso de mí mientras conduzco hacia el sur junto
a la orilla del lago. Es entrada la tarde ahora. Ni siquiera logré quedarme
una hora antes de recibir la llamada. ¿Piensa Shelly que soy errante
porque me quedo en South Tahoe la mayoría de las noches?
Espero que no. Hago mi mejor esfuerzo.
Me pierdo en pensamientos mientras los kilómetros pasan y los
minutos transcurren. Apenas veo la belleza del paisaje a mí alrededor ya.
Tahoe es parte de mí. No lo dejo a menudo. Y el hecho de que Walker
supiera sobre mis viajes a Nueva York y Los Ángeles me tiene inquieto.
¿Sabe quién soy? 167
Podría. No es como si hubiera sido súper reservado sobre nada de
ello. Solo pensé que a nadie le importaba mucho.
Pero al parecer, a alguien lo hace. Y parece ser Walker. Imagino
todas las razones por las que volvería. El dinero encabeza la lista. Pero
no le debo una mierda y no va a sacarme nada.
Sam es lo segundo de la lista. Y eso es más realista, considerando
que la ropa que llevaba hoy le debe haber costado cinco de los grandes
por lo menos. Aún tiene dinero.
Intento imaginar un escenario donde ella lo escogería sobre mí y no
lo alcanzo. Sam nunca haría eso. Nunca. Es la persona más leal que
jamás he conocido.
Pero… podría. Podría amarlo todavía.
Y si lo hace, Fletch, entonces que lo haga. No puedes cambiar la
manera en que las personas se sienten unos por otros.
Y esa línea de pensamiento me lleva de vuelta a Tiffy justo cuando
entro en Lake Parkway y paso el campo de golf hacia el Landslide, sus
brillantes torres cobrizas reluciendo en el sol de última hora de la tarde.
Cegador, casi. La perfecta metáfora para describir lo que pasa dentro.
Nombra tu veneno —apuestas, drogas, striptease, sexo— puedes
conseguirlo dentro. Esos chicos en las mesas se dicen que es su día de
suerte. Esnifan coca en el baño y meten billetes en los sujetadores de las
camareras de cóctel. Diablos, me digo esa mierda también. Es mi día de
suerte cada noche que salgo al escenario y vuelvo con una pila de dinero.
Me detengo junto al valet y dejo mis delirios en el asiento de atrás
cuando salgo. Es un trabajo, Fletcher. Nada más.
Pero Tiffy no se sintió como un trabajo anoche. Tiffy se sintió como
una posibilidad.
Solo es tu delirante mente, intentando justificar por qué no eres un
deshonesto pedazo de mierda.
Lo que sea.
Me detengo junto a recepción y le sonrío a Kristen. No es demasiado
brillante, pero intenta duro complacer y siempre sonríe. Me gusta por
esas razones.
—Hola, Kristen, ¿tienes un paquete para mí?
—Oh, sí, hola, Fletch. Un segundo. —Termina de teclear y luego se
desliza detrás de la pared divisoria que separa recepción de la oficina.
Aparece de nuevo, apenas un minuto después, y me entrega una caja fina
con mi nombre.
—Gracias, cariño. Oh, oye —digo, volviéndome hacia ella—. ¿Has
visto a Tiffy hoy?
—Antes —dice, volviendo a teclear—. ¿Tal vez hace un par de horas?
—Alza la mirada y sonríe—. No desde entonces.
Asiento.
168
—De acuerdo, bueno, gracias. —Me dirijo a los ascensores, apenas
oyendo su respuesta de “No hay problema”, y presiono el botón cuando
llego, ansioso de ver qué hay en la caja que Katie dejó.
No puede ser bueno. Bien, puede, en cierto modo. Pero últimamente,
todo sobre esta solicitud que la tenía haciendo por mí se convierte en
mierda.
Golpeteo con mi pie mientras espero a que el ascensor me lleve a la
decimoquinta, y entonces salgo y alcanzo mi tarjeta llave en mi bolsillo
trasero mientras camino por el pasillo. Cuando llego a la puerta, la paso
por la cerradura y la luz destella en verde.
Abro la puerta.
Tiffy Preston está sentada en mi sofá con una pila de papeles en su
mano.
Mi mente se acelera mientras pienso qué podría haber en esos
papeles.
—¿Qué mierda estás haciendo en mi habitación?
—¿Tu habitación? —Se ríe—. Esta habitación es del hotel. Y soy la
representante legal del hotel. Así que esta habitación, Fletcher Novak, me
pertenece. Ni siquiera pagas por ella.
—Más te vale tener una malditamente buena explicación para esto,
Tiffy. Ni siquiera estoy bromeando. Y esos papeles en tus manos, más
vale que te pertenezcan o voy a estar molesto.
—¿Crees que tienes el derecho a estar molesto? ¡Ja! —Baja la mirada
a los papeles en su mano y empieza a leer—. “Querido Sexy Man —
resopla—, tengo un problema con una chica. Es rica y yo no. Viene de una
muy prominente familia y trabajo para su padre. Es difícil relacionarse con
ella y estoy seguro que siente lo mismo sobre mí. Pero hay algo ahí que me
hace querer intentarlo más duro. ¿Qué puedo hacer para eliminar esta
diferencia de dinero? Firmado, Hombre Rico, Hombre Pobre”. —Sacude la
carta en su mano—. ¿Qué es esto? —Su voz se alza un poco al final de
esa frase, haciendo que me encoja—. ¿Por qué tienes estas cartas? —Mira
rápidamente la pila, docenas de ellas en sus manos—. Las he leído todas,
Fletcher. ¿La de Auto-desprecio en Saratoga donde el tipo se queja sobre
que su novia tiene tan baja opinión sobre sí misma que no puede ver que
realmente la ama? ¿Qué es eso?
Carraspeo, incapaz de decir nada, pero inseguro de cómo puedo
suavizar el golpe. Al final, decido que no puedo. Así que solo lo digo como
es.
—He estado usando nuestras conversaciones para escribir las
cartas.
—Obviamente —espeta Tiffy—. ¿Eres este… este… Sexy Man?
¿Escribes esa columna?
Asiento.
—Lo soy. Lo hago. 169
—¿E inventas esas cartas? —Es una acusación. Una de la que ya
sabe la respuesta, solo quiere la confirmación.
—Vamos, Tiffy. El mundo entero está escrito. Lo sabes.
—¿Sabes qué? Ayer casi pensé que te había juzgado mal. Que te
estaba etiquetando injustamente. Que vine aquí con la expectativa de que
merecías ser despedido. Porque tienes esta suave voz. Y tus palabras son
como caramelo. Calmantes y dulces. Pero eres veneno, Fletcher Novak.
Nada más que veneno.
Le doy una mirada de soslayo.
—¿Cómo lo sabrías? —gruño—. No tienes ni idea de quién soy.
—Tengo una idea —espeta en respuesta—. Cole me envió al spa hoy
a relajarme. Porque tenía reuniones todo el día y no íbamos a
encontrarnos hasta la cena.
Me encojo ante la parte de la cena, igual que hice esta mañana.
Finalmente lo ha convencido para una cita. Consiguió justo lo que quería.
—Pero no estaba en ello, así que me fui y subí al restaurante. ¿Y
sabes a quién vi allí?
—Puedo adivinarlo —digo con serenidad, dejando escapar el aliento.
Me mira por un momento, luciendo como si pudiera explotar. Pero
entonces levanta su barbilla y se endereza para la siguiente
confrontación.
—Preparaste a tu cliente con mi posibilidad.
Niego.
—Mentiroso —dice furiosa—. Mentiroso. Te vi hoy también.
—¿Me viste dónde?
Tiffy se cruza de brazos.
—¿Esa mansión que tienes en Incline Village? ¿Qué demonios fue
eso? ¿Eres rico? ¿Estás casado?
—¿Hiciste que me siguieran?
—Te seguí yo misma. Te vi con tu… esposa, amante, novia… como
sea que se llame en tu enfermo mundo. Y tu hija. ¿Saben qué haces,
Fletcher?
—Lo sabe —digo, dejando a Shelly fuera—. Y sabe por qué.
—¿Así que está de acuerdo con que te prostituyas? Llevando chicas
a casa, follándolas en la azotea, engañándolas para…
—Nunca te engañé. Eres la que se levantó y se alejó de mí esta
mañana.
—Juntaste a Cole con una de tus clientas. —Pronuncia las palabras
con un gruñido—. ¿Quieres decirme por qué hiciste eso cuando sabías
que lo quería?
—No puedes conseguir siempre lo que quieres, princesa. —Su rostro 170
se endurece—. Además, no es bueno para ti. Me di cuenta que era un
imbécil la primera vez que lo vi en este hotel hace meses. —Espero la
sorpresa, pero nunca llega—. ¿Así que sabes que estaba aquí? —
pregunto.
—Lo hago ahora. No es que importe. No estábamos saliendo
entonces. —Su ira se transforma en dolor ante mis ojos—. No estábamos
follando. Me usaste. Me mentiste. —Lágrimas empiezan a formarse—. Me
vendiste, Fletcher. Y todo lo que alguna vez hice fue intentar ayudarte a
mantener tu trabajo.
Resoplo una risa.
—Te lo dije el otro día, puedo mantener ese jodido trabajo. ¿Crees
que este triste salario es suficiente para pagar mis facturas?
—¿Qué facturas? Vi tu casa hoy, Fletcher. Y no soy una experta en
bienes raíces, pero investigué la dirección y el precio es de alrededor de
cuatro millones de dólares.
—Mierda. —Mi risa es prácticamente una carcajada esta vez—. Si
esa casa valiera cuatro millones de dólares, mis problemas se acabarían.
Intenta trece millones, Tiffy. Trece putos millones de dólares. Casi tres
acres de propiedad a la orilla del lago. Ciento ochenta y dos metros de
playa. Un embarcadero con acceso con agua profunda para que los
barcos más grandes puedan entrar. Setecientos cuarenta y tres metros
cuadrados de espacio habitable, cine en casa, piscina climatizada en el
patio trasero y un gimnasio en el nivel inferior que pondría al gimnasio
de este hotel en vergüenza.
—Entonces, ¿por qué necesitas dinero? ¿Y es eso por lo que estabas
tan interesado en mí? ¿Por mi dinero?
Jesucristo. La miro, considerando si debería decirle o no,
considerando si merece la verdad. Al final, la dejo decidir.
—¿Por qué crees? —Deja escapar un exasperado suspiro—. Hablo
en serio —digo, antes de que pueda protestar—. Dime por qué crees que
necesito dinero.
—Solo Dios lo sabe. Ya admitiste usarme para esa estúpida
columna. Quién sabe por qué necesitas algo.
—Inténtalo —gruño.
Aprieta sus labios y se encoge de hombros.
—Drogas. Deuda de juego.
—Tienes una opinión realmente baja de mí, ¿no es así, Tiffy?
—¡Oh, por favor! —Sofoca la risa—. ¿Tengo una baja opinión de ti?
Prueba al contrario, Fletcher.
Pero estoy negando, y entonces mis palabras salen tan bajas que
prácticamente estoy susurrando.
—Nunca te mentí. Solo no digo toda la verdad a cualquiera. Y nunca
tuve una baja opinión de ti, Tiffy. Desde el minuto en que te vi en el
público, estuve enganchado. Eras hermosa. Tan jodidamente hermosa, 171
atrapaste mi atención en una multitud de cientos. Y a pesar de que no te
dieras cuenta, me gustaste porque eres confiada. Brillaba a través de
todas las dudas que tenías. Lo vi, incluso cuando no lo hacías. Pensé que
eras sexy. Pensé que eras divertida e intrigante e inteligente. Y sí, la
primera vez que follamos fue un polvo. Pero si crees que fue follar anoche,
entonces lo siento por ti. Porque pareces incapaz de reconocer el amor,
Tiffy. Y eso es triste.
La miro mientras se para delante de mí, con sus brazos cruzados,
sorprendida hasta el silencio.
—Ahora, si no te importa, voy a estar ocupado empacando, así que
lárgate…
Un golpe en mi puerta me detiene a media frase, y ya que podría
usar la distracción, me acerco y la abro.
Claudio está al otro lado, su rostro con un largo y triste ceño.
—¿Está Tiffy contigo? Tiene el teléfono apagado y necesito hablar
con ella.
Abro más la puerta y lo invito a entrar.
—Claudio —dice Tiffy, apresurándose hacia delante—. ¿Qué va mal?
¿Sucedió algo?
Claudio asiente, mirándome primero, antes de mover sus ojos a
Tiffy.
—Tu padre está en el hospital. Han enviado un helicóptero para
llevarnos a Reno, donde el jet está esperando.
30
Tiffy "Hazme Sexy" Preston
Mi padre murió el martes. Y la parte más triste de eso, fue que el
mundo continuó.
Los doctores y enfermeras de la habitación privada del hospital
estaban muy acostumbrados a la muerte, demasiado envueltos en la
realidad de ello, y demasiado ocupados para marcar esta particular
ocasión en especial. No lo era, de hecho. Especial. Y, aparte de tres
oraciones sombrías murmuradas en el reporte de noticias esa noche en
los canales del cable, nadie lo notó.
Llegué a tiempo, al menos. Pasé cerca de cuarenta y ocho horas con 172
él antes de que se desvaneciera. Aunque no estaba coherente. No había
ido al espectáculo la noche del sábado porque tuvo otro derrame cerebral
debido al tumor presionando su cerebro.
Y ahora que estoy sola, sentada aquí en el cementerio cinco días
después, siento como si me apagara.
Al menos no está lloviendo. Pero es posible que lo haga más tarde,
porque puedo ver la tormenta formándose sobre el Pacífico desde donde
estoy sentada. Y no está en silencio. El tráfico de la ciudad es demasiado
familiar. Solo es un día ordinario marcando otra muerte ordinaria. No me
interesa. No me importa nada ahora mismo.
Claudio y Cole me explicaron la situación financiera. Ni siquiera
estoy segura que eso me importe. No era mío, después de todo. ¿Por qué
debería dejarme tenerlo?
No, no es el dinero lo que perturba mi calma interior. Es el hecho de
ser eliminada lo que me hace sentir que todo es una mentira.
Por supuesto, Claudio insiste en que no debería sentirme de esta
manera. Pero, ¿qué sabe él sobre el rechazo? Sus padres aún están
juntos. Viven en el último piso del condominio en Russian Hill desde que
él tenía cinco años. Es el niño de póster para el amor incondicional de
sus padres. Ni siquiera puede comprenderlo.
Y por eso estoy aquí sola. Le dije a Claudio que hablaría con él más
tarde. Solo quería unos minutos sola con mi papá para decir adiós. Las
personas que han sido amadas su vida entera como él, no pueden
entender cómo me siento ahora mismo.
Suspiro mientras retuerzo mis manos enguantadas en mi regazo.
Hoy está cálido, así que están sudando. Mi cuerpo entero está caliente y
escurridizo bajo mi vestido negro de encaje y gorro a juego. Se siente
como un castigo por alguna razón.
No es el dinero lo que me molesta. No estoy segura de recordar qué
es vivir con un presupuesto, era demasiado joven cuando Randall
apareció. Pero soy inteligente y me puedo adaptar. Puedo averiguarlo. Así
que no es el dinero. Es el sentimiento que tengo por toda la situación.
Las mentiras sobre su enfermedad. Los cambios de último minuto en su
testamento. Es como si me hubiera dejado atrás. Como si se lo hubiera
llevado consigo, después de todo. Se llevó todo y me dejó sola.
Mi mente divaga hacia Fletcher. Pienso en él constantemente. Su
casa arriba de esas montañas. Su familia. Cuán feliz lucía cuando estaba
allí. Un tipo diferente de felicidad al que vi en el hotel. ¿Por qué los
mantiene en secreto? ¿Por qué engaña? ¿Por qué hace algo?
No puedo dejar de pensar en él.
Es como si hubiera cambiado el lugar con Cole, en quien apenas he
pensado en toda la semana pasada. No puedo soportar mirar a Cole, para
ser honesta. Incluso ahora, su nombre comienza a enfermar mi
estómago. 173
Un hombre se aclara la garganta detrás de mí.
—¿Necesita algo, señorita Preston?
No me vuelvo. Solo niego.
—Puede permanecer tanto como quiera. ¿Necesita un aventón a
casa?
He estado aquí por más de una hora, solo mirando la tumba. Al
contrario de las películas, no llenan las tumbas después de que la gente
se va. Los cementerios trabajan con un horario, al parecer, como todo lo
demás. Así que el ataúd negro brillante en el hoyo frente a mí solo tiene
los puñados de tierra simbólicos encima. Puedo escuchar la maquinaría
en otra parte del cementerio mientras trabaja para cubrir la tumba de
otro deceso reciente. Puede que esté jodiendo su horario, se me ocurre,
pero, ¿a quién le importa? Creo que si hay un momento en la vida cuando
puedes ser un poco egoísta acerca de tomar el tiempo de otra persona, es
cuando estas sentado en un cementerio.
—No, gracias —respondo finalmente—. Tengo un auto.
Todos desaparecieron después de averiguar lo del testamento. Aún
no es oficial, estas cosas toman tiempo. Pero está escrito. Tiffy Preston
está eliminada. Posee un hotel de lujo con problemas en Nevada, y estoy
segura que no voy a llegar a ningún lugar con eso, desde que todo el lugar
está flojo después de que Fletcher se fuera y Chandler tomara el trabajo
que Cole le ofreció en las Vegas.
Cole, ni siquiera puedo.
Ni siquiera puedo con ese hotel tampoco. Solo me siento…
derrotada.
—Lo siento por tu pérdida.
Volteo la cabeza un poco a la voz de mujer detrás de mí, pero no lo
suficiente para ver quién es.
—Gracias —murmuro.
Hay un crujido de ropa mientras camina hacia la fila de sillas
enfrente de la tumba en la que estoy sentada sola. Toma asiento dos sillas
abajo y pone un maletín negro de piel en el cojín de terciopelo rojo.
Lo miro, después levanto la mirada a ella y frunzo el ceño. Es la
mujer que tuvo un almuerzo con Cole el domingo anterior.
—¿Puedo ayudarte?
Sonríe. Y es muy bonita, con sus ojos azules y cabello rubio, su
rostro perfecto con maquillaje inmaculado. No ojos inyectados en sangre
para ella. Sin manchas de lágrimas en sus mejillas. Su cabello está
peinado de una manera profesional que es sofisticado y sexy a la vez.
—Soy amiga de Fletcher.
Niego y bajo la cabeza. Pero no digo nada. No tengo la energía.
—E iba a enseñarte esto el fin de semana pasado, pero él… —Hace 174
una pausa, quizá tratando de encontrar las palabras correctas para lo
que pasó el fin de semana pasado—. Pero no tuvo tiempo.
—No estoy interesada. —Sale débil. Desprovisto de emoción.
—Quizá no. —Suspira—. Pero piensa que al menos deberías saber.
—Palmea el maletín y se levanta—. Cuando estés lista.
No tengo nada para eso. Ni siquiera tengo un poco de curiosidad
sobre lo que el maletín pudiera contener. ¿Una carta de disculpa? Eso
me hace resoplar y la mujer detiene su retirada a media zancada para ver
si tengo algo que decir.
No, es más probable que sean más mentiras.
—Lo siente —dice.
—Apuesto a que lo hace.
Suspira, dejando salir una gran oleada de frustración hacia el aire
que es tan húmedo que es probable que se aferre a su aliento.
—Realmente lo siente.
—¿Por qué? —pregunto, al fin levantando la cabeza otra vez—. ¿Por
qué lo siente exactamente?
La mujer hace un pequeño gesto con las manos. Algo que significa
más o menos: No estoy segura.
Eso nos hace dos.
—Si tienes preguntas, puedes llamarme. —Esas son sus palabras
finales. Se da la vuelta y se aleja.
Miro fijamente el maletín, después me doy la vuelta en el asiento y
veo su retirada. El hombre a cargo está esperando un poco alejado del
camino, sus manos cruzadas detrás de la espalda, como si estuviera
montando guardia.
Regreso la mirada al maletín, lo levanto de la agarradera y me pongo
de pie. Miro por encima dentro del hoyo que sostiene al único padre que
conocí y siento la punzada de tristeza mientras una lágrima final cae por
mi mejilla.
—Adiós, papá. —Mi mentón tiembla—. Solo quería que supieras que
te quiero. Y no me importa el dinero. Si sientes que no merezco nada,
entonces hay una razón para eso. Estará bien.
Y eso es todo. Eso es todo lo que hay que decir. Tomó su decisión y
voy a vivir con eso.
Me alejo, los tacones de mis zapatos clavándose en el barro debajo
del césped profundo con cada paso. Llego al auto, pongo el maletín negro
en el asiento del pasajero a mi lado, y después arranco y me alejo.

175
31
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
En casa, en mi condominio de Preston Resorts de mi propiedad, en
Pacific Heights —cuánto tardarán en quitarme esto, me pregunto por un
breve momento—, estoy acostada en mi cama. El aire acondicionado está
encendido y el pequeño condominio de una habitación al que he llamado
hogar durante los últimos dos años, me ha permitido el lujo de
esconderme bajo las sábanas, fingiendo que la realidad es un sueño y
que el sueño es la realidad.
Suena el teléfono, pero lo ignoro. Ha estado sonando todo el día. Hay
al menos diez mensajes. 176
La máquina se pone en marcha y la voz de Cole irrumpe en mi
habitación.
—Tiffy, tenemos que hablar. Sé que estás molesta por...
No tiene ni idea por lo que estoy enojada. Apenas sé por lo que estoy
enojada. Es más que la muerte. Es todo lo que sucedió el pasado fin de
semana, todo hecho una bola de mierda gigante.
—… pero tengo inversores interesados en el Landslide. No tuve
tiempo de hablar sobre la situación financiera...
—No —digo con amargura—, estabas demasiado ocupado usándolo
como tu puto palacio para tener una conversación franca conmigo sobre
el hotel.
—… hicieron una oferta decente. Entonces, si necesitas el capital
para... —duda aquí, tal vez eligiendo cuidadosamente sus palabras—…
para liquidar algunas obligaciones financieras...
Vaya. Eso fue sutil.
—... puedo arreglar la venta. Solo házmelo saber.
El mensaje termina. La máquina emite un pitido. Y luego el
apartamento se queda en silencio, con nada más que el sonido del aire
acondicionado que sale de los conductos.
Vuelvo a dormir.

Cuando me despierto, la luz que entra por las finas cortinas blancas
de mi habitación me dice que ya es entrada la tarde. Pero no me vuelvo
para ver la hora. El teléfono está sonando nuevamente. Escucho una voz
extraña que dice que es de los abogados de sucesiones diciéndome que
tenemos una reunión mañana.
No iré, así que me doy la vuelta y vuelvo a dormir.
La siguiente vez que suena el teléfono, la luz del sol tiene ese brillo
de un nuevo día. Esta vez es Claudio.
Mis ojos se cierran y añoro a mi madre.

—¿Tiffy?
Claudio ha encontrado la manera de entrar en mi apartamento. Abro
los ojos y espero a que me halle.
—Tiffy —dice, cruzando la puerta de mi habitación—. Oh, Dios mío.
Jesucristo, amiga. Pensé que estabas muerta. Algún suicidio dramático...
—Claudio —farfullo—. ¿Por qué estás aquí?
—¡He estado intentando llamarte durante dos días! —grita,
despertándome de un sobresalto—. ¡Jodida perra! —Lo miro y me doy
177
cuenta que ha estado llorando.
—Claudio —repito.
—No —dice, negando de manera dramática—. No, Tiffy. Me tenías
tan preocupado. He venido desde Nevada. Conduje directamente aquí. Le
pedí a Cole que viniera a ver cómo estabas, pero dijo que enviaría a
alguien de su oficina. Y la idea de que un extraño encontrara tu cuerpo...
—Estoy bien, Claudio.
—No importa. Creí que... —Sorbe—. Pensé que harías…
—No lo hice. —El hecho de que pensara que tomaría el camino más
fácil como mi madre duele más de lo que me gustaría admitir—.
Simplemente no tengo ganas de hablar con nadie.
Se acerca a la cama y se acuesta a mi lado. Me atrae en un abrazo
que es profundo y triste, y dice todas las cosas que necesitaba escuchar
en un gesto silencioso.
—Por favor —dice—. No hagas esto. No te rindas. Vamos a estar bien.
¿De acuerdo?
Asiento en su abrazo.
—Lo sé. Lo sé. Solo necesitaba... tiempo.
Nos quedamos allí así. Mi mejor amigo y yo. No sé cuánto tiempo,
pero es una cantidad considerable. Se me escapa en estos días.
—Levántate ahora, ¿de acuerdo? —pide—. Te prepararé el desayuno
y café. Y podremos reconstruir las cosas.
—No estoy segura de querer reconstruir las cosas, Claudio. Cole.
—Oh, Dios —dice—. Ni siquiera menciones el nombre de ese
bastardo.
—¿Por qué? —Me vuelvo hacia él—. ¿Qué ha pasado?
—¿Quieres decir además del hecho de que tiene inversores
extranjeros por todo el Landslide como si fuera el dueño? Tienes que
despedirlo, Tiffy. Hoy. Tiene sacar su entrometido culo de tu hotel. Está
por allí tomando decisiones. Despidió a todos los bailarines.
—¿Qué?
—Canceló el espectáculo, Tiffy. Y la reseña en ese sitio de viajes salió
hoy. Fue una calificación de cinco estrellas y lo ha jodido todo.
—¿Por qué los despidió? Eran la única fuente de ingresos que
teníamos.
—Esa es la pregunta del millón, ¿verdad? ¿Por qué los despediría?
—Claudio aspira entre dientes y fulmina con la mirada alguna imagen de
Cole en su imaginación.
Pero ese pedazo de información me pone en movimiento. ¿Cole
despidió a los bailarines? Simplemente no tiene sentido.
Dejo que Claudio prepare el desayuno mientras me doy una ducha.
No tenía ni idea de que habían pasado dos días desde el funeral. Claudio 178
tiene razón. Necesito recomponerme y encontrar una manera de superar
esto. Así que me pongo una bata, voy a la cocina y me siento ante mi
barra de desayuno.
—¿Tienes hambre? —pregunta Claudio por encima de una plancha
llena de panqueques. Los voltea y luego me sirve una taza de café,
añadiendo crema y azúcar, como sabe que me encanta, y luego lo desliza
por la encimera.
—Muerta de hambre, en realidad
—Sí —dice, frunciendo los labios y colocando la mano con la que
sujeta la espátula sobre su cadera—. Bueno, olvidarte de comer durante
dos días te hará eso.
Lo miro con desdén, con buen humor, por supuesto, luego suspiro.
—Es todo tan surrealista, ¿sabes?
Su mueca se convierte en un puchero, y se acerca y me abraza.
—Lo sé, cariño. Pero encontraremos una forma de sobrevivir.
Siempre lo hacemos.
—Nunca tuvimos que hacerlo en realidad, Claudio. ¿Alguna vez has
pensado en eso?
—Pero estamos equipados, Tiff. —Me mira con seriedad—. Lo
estamos. Somos inteligentes e innovadores. Simplemente lo sé.
Tengo que reírme de eso un poco.
—Podríamos serlo. Supongo que lo descubriremos.
Me levanto con mi café y deambulo hacia la terraza para abrir las
cortinas. Veo el maletín negro del día del funeral en la mesa de café y
camino hacia allí. Lo recojo. No es tan pesado.
—¿Qué es eso? —pregunta Claudio desde la cocina.
—No estoy segura. Algo de Fletcher. Esa mujer rubia que Fletcher
juntó con Cole...
—¿Qué? —dice Claudio—. ¿Cuándo hizo…?
—No importa —interrumpo. Ni siquiera puedo ir allí todavía—.
Apareció en el funeral y me entregó este maletín. Dijo que Fletcher lo
sentía y que quería que tuviera esto.
—Ábrelo, perra loca. —Claudio comienza a amontonar comida en los
platos mientras doy la vuelta al maletín para que el mecanismo de
bloqueo quede frente a mí. Presiono las pestañas y el bloqueo se
desengancha, lo que hace que la tapa salte un poco.
Levanto la tapa y miro dentro. Claudio se acerca con nuestra comida
y la coloca sobre la mesa mientras se sienta a mi lado.
—¿Qué es todo eso?
Miro los papeles.
—Oficinas de Shalanger, Shalanger y Shalanger. Abogados de 179
mierda —digo con desprecio.
Pero luego empiezo a leer la parte superior.
Estimada señorita Preston,
Fui contratado por Fletcher Rourke para investigar la legalidad de la
última voluntad y el testamento de su padre, Randall Jonathan Preston.
—¿Fletcher Rourke? —dice Claudio, mirándome.
Esa es solo la primera de muchas preguntas que tenemos mientras
leemos la carta juntos. Y cuando terminamos, nos sentamos y miramos
el papel en mis manos.
—¿Cole? —pregunta Claudio—. ¿Robó tu herencia?
Estoy teniendo un momento difícil con eso yo misma. Parece ser un
impresentable baboso cuando se trata de mujeres, pero manipular a mi
padre para que me elimine del testamento con la idea de que se hará
cargo de la compañía es otra cosa.
Dejo la carta y saco los correspondientes documentos, todos
etiquetados eficientemente a la manera de los abogados, y empiezo a
hojearlos.
Parte de esto es la definición legal de sano de mente y cuerpo. Una
parte es un caso de estudio y jurisprudencia. Pero la parte que más me
interesa es la última hoja de papel, firmada por mi padre cinco días antes
de su muerte, que convierte a Cole Lancaster en el albacea de su última
voluntad y testamento.
Como tal, a Cole se le pagará el dos por ciento de dieciséis mil
millones de dólares.
Treinta y dos millones de dólares del patrimonio de dieciséis mil
millones de dólares de mi padre se destinarán a Cole, mientras que solo
me quedo un hotel en quiebra.
—Ese fue el día en que me dejó en Tahoe para volver a San Francisco
—le digo a Claudio mientras me masajeo las sienes, tratando de evitar un
dolor de cabeza.
—Ese cerdo de dos caras —dice Claudio. Me mira con los ojos muy
abiertos—. No vamos a dejar que se salga con la suya.
—No lo sé, Claudio. Dice aquí —levanto el documento legal que
explica lo que significa sano de mente y cuerpo—, que es muy difícil
probar que alguien no pudo tomar decisiones cuando se trata de un
testamento.
—Tu padre tuvo un derrame cerebral, Tiffy.
—Eso lo sé. Pero para mí parecía estar bien. Así que debe haber
parecido bien para todos los demás también.
—No dejes que Cole haga esto, Tiffy. Por favor. —Claudio toma mi
mano y aprieta—. Por favor. Te ayudaré de cualquier manera que pueda, 180
pero no va recibir treinta y dos millones de dólares mediante engaños.
Simplemente no. Debe haber sabido que tu padre estaba cada vez más
enfermo. Quiero decir, ¡vamos! El hombre murió cinco días después.
—Me doy cuenta de eso —digo—. Pero esa parte de que yo no
recibiría ningún dinero estaba allí hace mucho tiempo. Mira. —Señalo
uno de los documentos en el maletín—. Hay varias copias del testamento.
Solo Dios sabe cómo esta mujer consiguió esto. —Me detengo por un
momento mientras la imagino almorzando con Cole ese día que me enojé
con Fletcher.
—Sí, pero…
Interrumpo a Claudio y continúo:
—Y todos tienen la misma estipulación. —Sus acciones en la
corporación serán vendidas y todo su dinero será entregado a la caridad.
—Sabía esto —dice Claudio sombríamente—. Cole me lo dijo. Pero
esa no es la cuestión. ¿Por qué él debería sacar dinero de esto? Y mira,
Tiffy —dice Claudio, sacando otro documento legal—. Las pruebas
documentales de antiguos albaceas. Has estado incluida desde que murió
tu madre. —Los ojos de Claudio se entrecierran—. Cole te robó ese dinero.
Tu padre podría haber querido que su patrimonio fuera a la caridad, pero
nunca quiso que no recibieras ni un centavo. Nunca quiso que salieras
perjudicada.
Lágrimas y tristeza me alcanzan cuando miro por la ventana y siento
vergüenza. Porque dudé del amor de mi padre y no tenía derecho.
Ningún derecho en absoluto.
32
Tiffy “Hazme Sexy” Preston
El bufete de abogados de Katie Shalanger está ubicado en el centro
de San Francisco en California Street. Es un edificio imponente hecho de
vidrio con un semicírculo de columnas que se extienden hasta cinco pisos
flanqueando la entrada. Hay una plaza común al frente con jardines y
gente sentada en los largos maceteros de concreto almorzando. Más que
respetable, es intimidante. Entro y la seguridad inmediatamente me
dirige al mostrador de recepción donde una mujer agradable y bonita
toma mi nombre y revisa una lista.
—Aquí tiene, señorita Preston —dice, entregándome una 181
identificación de visitante—. La señorita Shalanger la está esperando.
Use el pase para acceder al vigésimo quinto piso.
No necesito tener esta reunión. Y cuando llamé, la recepcionista
pareció dudar en darme un encuentro en persona. No estoy segura si
Katie está nerviosa acerca de cómo todo esto se vino abajo, o si piensa
que podría ir a su trabajo y provocar una escena.
Llego a los ascensores, deslizo mi identificación y presiono el botón.
Las puertas del ascensor se cierran y un segundo después, estoy
subiendo. Hacia qué, no estoy segura. La verdad, espero.
Las puertas se abren de nuevo y salgo directamente a un vestíbulo.
Lo que significa que poseen todo el piso. Estos Shalanger no son alguien
con quien te quieras meter si estás del lado opuesto en la sala del
tribunal. Toda su imagen dice que son serios, exitosos y tienen activos
considerables disponibles para sus clientes.
—Señorita Preston —dice la mujer en el mostrador de recepción,
poniéndose de pie para poder verla mejor—. La señorita Shalanger saldrá
en un minuto. ¿Puedo traerle un poco de agua?
—No, gracias —respondo, sentándome en una de las sillas de cuero
mullidas.
Retuerzo mis manos durante cuatro minutos antes de que una dulce
voz diga desde el otro lado de la habitación:
—¿Señorita Preston?
Me levanto y camino hacia ella. Katie Shalanger es alta, rubia y
absolutamente hermosa.
Y era clienta de Fletcher Novak.
La estaba juntando con un hombre.
No lo entiendo.
Estrecho su mano extendida y digo:
—Muchas gracias por aceptar reunirse conmigo.
Me da una sonrisa tensa y luego me guía por el pasillo y me lleva a
su oficina. Es grande y limpia. Pulcra y ordenada, sin archivos
desordenados, como mi oficina en el edificio corporativo de mi padre a
pocas cuadras de distancia.
Todo aquí es acerca de las apariencias.
Me siento en otra silla mullida, y Katie ocupa la que está a mi lado
en lugar de posicionarse en el poder detrás del escritorio.
—Me gustaría comenzar diciendo que siento su pérdida.
Asiento, reprimiendo la tristeza.
—Gracias. Y como puede imaginar, es por eso que estoy aquí. Miré
los documentos que me dejó y entiendo lo que significan, señorita...
—Llámame Katie —dice, tomando mi mano y apretándola.
—Katie —digo, tragando—. Entiendo lo que estabas tratando de
182
decirme con esos documentos. Mis abogados los han revisado y, bueno,
se están ocupando de las cosas.
—Me alegro... ¿puedo llamarte Tiffy?
—Claro. —Me río.
—Tiffy, me alegro. No soy una abogada testamentaria. En realidad,
no soy abogada en absoluto, de hecho. Mi padre y mis tíos hacen eso. Lo
que hago es investigar por ellos. Y Fletcher es... bueno, lo considero un
buen amigo. Fue a la escuela con una de mis primas, y ella... bueno... —
Katie levanta las manos—. De acuerdo, sabes que dirige un negocio de
emparejamiento, ¿verdad?
—Sí —digo.
—Así que lo contraté, y esa misma noche, nos contrató. Primero fue
sobre ti y la compañía. Solo estaba tratando de salvar su trabajo. Pero
luego mencionó que Cole Lancaster le parecía familiar. Entonces comencé
a indagar. Solo en caso de que hubiera algo ahí que necesitaba saber.
—Y ahí estaba.
—Ahí estaba. Al principio, solo se trataba de las frecuentes visitas al
hotel. Las habitaciones, el servicio de habitaciones facturado a la
empresa. Ese tipo de cosas. Las cosas que Fletcher podría usar para
demostrar que no hizo nada malo al salir con los clientes del espectáculo.
Ya ves, Cole estaba —hace comillas con los dedos—, “saliendo” con
muchas empleadas.
Trago con fuerza otra vez.
—Me di cuenta de eso también. Una camarera me dijo que ese día
mi padre tuvo un derrame cerebral.
—Solo lo menciono porque necesito que comprendas que Fletcher
no se propuso entrometerse en tu vida. Y no quiere que pienses que lo
hizo. Comenzó como una forma de luchar por su trabajo.
Dejo escapar un suspiro.
—Pero encontraste más.
—Tu amigo Claudio le contó a Fletcher sobre el interés de tu padre,
y me lo mencionó. Solo un poco, para tu información. A veces las cosas
que no parecen importantes en el momento terminan siendo los detalles
cruciales que ganan un caso.
—¿Y tuviste una corazonada? —Bajo la mirada a mis pies—. ¿Fue
Cole tan obvio? ¿Era yo la única ajena a su verdadera naturaleza?
Se ríe.
—Lo dudo. Tenía un montón de fraudes elaborados, señorita
Preston. Y la voluntad de tu padre fue solo uno de ellos. Creo que usó tu
amistad de toda la vida para manipularlos a tu padre y a ti. Cuando
conoces a alguien, tienes todo el derecho de confiar en ellos. Nadie espera
la traición de alguien con quien contaron como un amigo. 183
Siento que brotan las lágrimas, y me molesta que pudiera
controlarlas cuando mencionó a mi padre, pero no en esta franca
admisión de lo que Cole hizo.
—Lo siento —digo, secándome los ojos con un pañuelo de papel que
saco de mi bolso.
—No lo hagas. Es algo triste cuando se rompe la confianza.
—Bueno, quiero agradecerte por todo el trabajo que hiciste. Mis
abogados dijeron que tenemos un caso sólido. Tu investigación y
minuciosidad se asegurarán de que Cole Lancaster no sea el albacea del
testamento, y ese título me será devuelto.
Aprieta mi mano otra vez.
—Estoy muy feliz.
—Pero esa no es la verdadera razón por la que estoy aquí. —La miro
fijamente, dispuesta a hacer la pregunta—. Quiero saber si... —Joder—.
Si sabes dónde puedo encontrar a Fletcher.
Sonríe y ya sé lo que va a decir.
—Lo siento, no. Sé que dejó Tahoe. Y tengo un presentimiento de a
dónde fue. Pero también es un cliente nuestro, así que no puedo
compartir eso contigo.
—Entiendo. —También me siento derrotada—. Pero dije algunas
cosas que me gustaría no haber dicho, y lo hice... —Mis palabras
terminan porque su sonrisa es firme. No divulgará nada sobre Fletcher—
. Bueno, si lo ves o hablas con él, ¿puedes hacerle saber que lo siento por
todas las cosas que dije? —Niego con un suspiro—. No sé quién es, pero
la persona que todos creen que es, Katie, no es real, ¿verdad?
Su sonrisa es más grande, como si acabara de dar en el blanco. Pero
viene con un encogimiento de hombros evasivo.
—Estoy segura que volverá a aparecer. Algún día.
—Está bien —digo, retirando mi mano de la de ella y poniéndome de
pie—. No voy a ocupar más de tu tiempo. Pero una cosa más, Katie. ¿Por
qué contrataste a Fletch? Quiero decir, no entiendo por qué necesitabas
sus... servicios.
Está de pie conmigo, y ahora está radiante.
—Tiffy, seguramente has notado que Fletcher tiene una presencia
notable. Es carismático, divertido y amigable. Conoce bien a una mujer.
Me río.
—Pero no así. No es lo que piensas. Puedo darte esta pequeña
información, ya que es muy vaga, nadie podría malinterpretar eso como
una violación de la privacidad. No es lo que piensas. Nada de él es lo que
piensas. Así que, si lo vuelves a ver, ten eso en mente. Y si no lo haces,
no te sientas mal por cómo terminó. Le gustabas, lo sé muy bien. O nunca
se hubiera involucrado tan personalmente. —Se ríe—. Especialmente sin 184
un contrato.
Jesús. Me río de eso también.
—¿Te ayudó, Katie? ¿Con lo que sea que estabas buscando ayuda?
Su encogimiento de hombros es tan grande como la sonrisa con la
que ilumina la habitación.
—Lo hizo, Tiffy. Lo hizo. Soy una clienta satisfecha. Y no, no fue
Cole.
También me río.
—Lo imaginé.
—Eres demasiado buena para ese tipo. Te daré un consejo que recibí
de Fletcher la primera vez que nos vimos, antes de firmar nuestro
contrato. Creo que es un juego justo. Cuando le expliqué por primera vez
mi problema, tomó mi mano, se inclinó hacia mi oído y susurró, con la
voz más suave posible: “Eres demasiado buena para él, Katie. No te
desvalorices así. Y si me contratas, te recordaré este hecho por el resto
de tu vida. Nunca te dejaré olvidarlo”.
Puedo imaginarlo en mi cabeza. Tan claro. Y luego la visión se
transforma en Fletcher y yo en las rocas ese día.
—¿Le creíste?
Asiente lentamente.
—Todavía lo hago.
—No sentiste como si estuvieras... —Bajo la mirada y luego la miro
desde debajo del cabello que cae frente a mi rostro—. ¿Siendo utilizada?
¿Como si estuvieras siendo manipulada? ¿Que solo te estaba diciendo
esas cosas porque quería algo?
—Nunca. —Me mira por un momento, probablemente calculando el
hecho de que él también me dijo esas cosas, solo que elegí no creerle—.
Es auténtico, Tiffy. Espero que ustedes dos puedan resolverlo algún día.
Realmente me gustaría que lo conozcas de la manera en que yo lo hago.
Nos damos la mano una vez más, después me acompaña al
vestíbulo, y paso el rápido viaje abajo sabiendo que nunca volveré a ver
a Fletcher Novak.

185
33
Fletcher “Solo Una Noche” Novak

Nueve meses después


La brillante luz del sol de la mañana temprana en Tahoe es una vista
que extraño desde que me he ido. Junio puede llegar o perderse en las
montañas. Puede nevar un día y hacer unos agradables veintiún grados
al siguiente. Simplemente no lo sabes nunca.
Pero este año, fuimos afortunados con una apacible primavera que
duró hasta el primer día de verano. Y ahora South Shore está viva,
incluso a las nueve de la mañana de un martes. Levanto mis gafas de sol 186
cuando entro en el vestíbulo del Landslide y miro a mi derecha a
recepción.
Ninguna de las personas ocupadas con las salidas resulta familiar.
¿Pero qué esperaba? No puedes volver a casa. Rasco la escasa barba de
mi barbilla por un momento, considerando.
¿Debería detenerme y preguntar por ella?
Pero alguien choca conmigo, un hombre con una familia joven, sus
manos llenas con un bebé y equipaje, mientras su esposa está ocupada
moviendo a dos niños pequeños de menos de cinco.
—Lo siento —dice, distraído con el bebé en sus brazos cuando
empieza a ponerse molesto.
—No hay problema —digo. Sí, creo que me saltaré recepción e iré
directamente abajo a la sala de ensayo.
Me muevo entre las atestadas multitudes reunidas a los bordes del
casino. Están alineadas delante del restaurante que ahora tiene una
larga y colorida señal de neón que dice Breakfast Buffet.
Parece que hizo algunos cambios y fueron buenos.
Presiono el botón del ascensor con la carta que Claudio me envió en
el correo y espero. Paciente, pero pensativo. Me pidió que me pasara, de
alguna manera sabiendo que me encontraba en la ciudad en North Shore
terminando algunos negocios.
No pregunté sobre Tiffy, pero él ofreció. No sabe que estoy aquí. Todo
lo que él quería era algún consejo para el nuevo y reformado espectáculo
de los Mountain Men.
Después de que Cole despidiera a todos, oí que Tiffy cerró el
espectáculo para bien. Tal vez con la idea de que el hotel necesitaba un
nuevo aspecto. O tal vez solo estaba abrumada y no le importó
recomponerlo. Alguna actuación de magia nos reemplazó, todo el lugar
se volvió un poco más familiar con la adición de un parque acuático que
abrió hace unas semanas, e imagino que simplemente siguió adelante y
olvidó que alguna vez existimos. Pero ahora los Mountain Men han vuelto.
Claudio me encontró a través de Steve. Tiffy intentó llamar. Muchas
veces, de hecho. Pero nunca respondí a ese viejo número de teléfono. Ni
una vez. Era un vínculo con una vida que estaba más interesado en
olvidar que en reavivar.
Aunque Steve y yo permanecimos en contacto, pero le dije que lo
mantuviera en privado. Lo cual hizo. Hasta ahora.
Pero fue agradable oír la voz de Claudio. Y también oír las
actualizaciones del hotel. Tal vez ser una parte de los Mountain Men
nunca fue mi final, pero fui dedicado.
El ascensor llega y se abre. Y cuando entro, todos los recuerdos de
esta rutina se apoderan de mí. La sensación es tan breve como el viaje de
un piso, sin embargo. Salgo, le enseño mi distintivo a un rostro
desconocido montando guardia delante de la sala de ensayo y luego abro
esa puerta, permitiendo que los sonidos de ensayo se cuelen en el pasillo 187
antes de que pueda cerrar la puerta detrás de mí.
Las luces del escenario y las máquinas de humo están encendidas,
y los seis chicos sobre el escenario están en medio de una rutina que se
parece mucho a un ensayo de vestuario. Es noche de inauguración para
el nuevo espectáculo. Tienen dos escenarios ahora, he oído. Claudio me
puso al día. El mago para las familias sigue aquí, alternando noches con
un comediante y la propia versión del Landslide de un festival de
Shakespeare para esas personas que prefieren el aire acondicionado al
anfiteatro al aire libre de North Shore.
Esa podría no ser su mejor idea ya que se apoderó de todo el hotel.
Es difícil competir con una tradición. Pero lo está intentando y me alegro.
Y, diablos, ¿qué es el éxito de todos modos sin el aguijón de un fracaso
ocasional para animarte a avanzar?
—Fletcher —dice la voz familiar desde mi derecha.
—Claudio. —Me río, sorprendido ante cuán feliz estoy de verle de
nuevo. Se ve muy profesional y elegante en su costoso traje de diseñador.
Extiendo mi mano, pero vacila.
—Demonios, dame un abrazo, hermoso espécimen de hombre. —Me
abraza y palmea mi espalda.
Me rio y lo palmeó en el hombro.
—Steve es el presentador, ¿eh?
—Presumidas perras van a estar manoseándolo como un animal una
vez el espectáculo comience. Tengo que proteger mi corazón, Fletch.
Mantenerlo en las bandas tanto como sea posible. —Claudio entrecierra
los ojos hacia mí y dice con voz seria—: Soy del tipo celoso, sabes.
Me hace reír de nuevo.
—Sí, apuesto a que tú…
—¡No! —La voz resuena y entonces la música se detiene. Tiffy
Preston sale al escenario—. No, Jerry. Así no. —Se acerca a él llevando
vaqueros viejos y una camiseta blanca sin mangas que me recuerda a
una versión de Tiffy del pasado verano. Su cabello está recogido sobre su
cabeza en algo que dice que toda la idea de hacerlo fue una ocurrencia
tardía. Grita—: ¡Música! —Empieza a resonar de nuevo, justo donde se
quedó, y Tiffy empieza a moverse con el ritmo—. Provócalas, Jerry. Tienes
que seducirlas —grita sobre el ruido, las luces del escenario rebotando
sobre ella mientras se une a los cinco bailarines de la actuación—. Solo
enséñales…
Pero me pierdo sus palabras después de eso. Porque está levantando
su camiseta, solo un poquito a la vez, justo como yo solía hacer el pasado
verano. Tengo un atisbo de los tensos músculos de su estómago mientras
se balancea, mis ojos pegados a sus dedos mientras atrapa mi atención
como ninguna mujer ha hecho jamás. No antes de que llegara y no desde
entonces.
El dolor me recorre de nuevo. Me toma por sorpresa, para ser 188
honesto. Pensé que lo había superado. Pensé que me había sobrepuesto
a lo que sucedió el pasado verano. Pensé que lo tenía bajo control.
Claudio está frunciendo el ceño.
—Mentí.
—Supongo que lo hiciste.
—Está aquí. Ha estado aquí desde que tomó el control el año pasado.
Todos los días, Fletcher. Ha estado trabajando en este hotel como si su
vida dependiera de ello.
—Entonces, ¿por qué mentiste y me dijiste que estaba fuera de la
ciudad? —Estoy enojado con él, me doy cuenta. Por engañarme. Me pidió
ayuda, pero es obvio que Steve y él están intentando jugar a los
casamenteros. Y ya no juego.
—Sabía que no vendrías.
Asiento, comprendiendo. Y es apropiado, supongo. Que debería ser
engañado después de todo el engaño que llevé a cabo el año pasado. Me
giro para irme, pero Claudio me agarra del brazo.
—Espera —dice—. Solo escúchame.
—No puedo hacerlo, Claudio. No puedo. No somos buenos el uno
para el otro y fingir que lo somos no cambiará ese hecho.
—Ha cambiado, Fletcher. —Lo dice mientras salgo del ensayo y
vuelvo al pasillo. Camino rápidamente hacia el ascensor y pulso el botón,
ignorando al guardia de seguridad y el hombre gritando mi nombre detrás
de mí.
Las puertas se abren y entro, pero Claudio está justo ahí, sin
respiración y hablando a toda velocidad.
—Fue un malentendido, Fletcher. Fue…
Desconecto. Que se joda eso.
—… y estaba manipulada, lo sabes. Estaba…
—Tenía una muy baja opinión de mí, Claudio. Y estoy bastante
seguro que no ha cambiado.
Las puertas se abren al vestíbulo y salgo, Claudio manteniendo mi
paso, todavía excusándola.
—Solo habla con ella, Fletcher. Por favor. Por mí.
Me detengo fuera del hotel y le hago un gesto al valet para que traiga
mi auto.
—¿Por qué? —digo, girándome hacia él—. ¿Para que pueda decir que
lo siente? Es fácil sentirlo cuando descubres que tus nociones
preconcebidas son equivocadas, ¿no es así? Es fácil…
—No lo sabía —dice, casi rogando.
—¿No es ese el punto, Claudio? ¿No es ese el jodido punto?
Deja de hablar mientras lo miro, tal vez un poco derrotado o tal vez
solo decepcionado por mi predecible reacción. Entonces su expresión 189
cambia a ira.
—Tampoco fuiste justo con ella. Así que bájate de tu alto caballo y
deja de ser un idiota. Deja de ser el imbécil que quieres que todos vean
en ti y sé real por un minuto.
Miro alrededor para encontrar a dos docenas de personas
mirándonos.
Pero Claudio no se preocupa por la imagen ahora mismo. Está
molesto.
—Solo viste lo que quisiste ver también. Así que no te quedes ahí
todo alto y poderoso y me digas que no le debes una disculpa. Que no se
deben el uno al otro una disculpa. Porque si te vas esta vez, va a seguir
adelante. Te vio allí, Fletcher. Sus ojos encontraron los míos justo antes
de que salieras. Así que lo sabe ahora. Sabe que estás aquí. Y si no te
comportas como un hombre y lo discutes abiertamente, entonces
quemarás ese puente.
Planta sus manos en sus caderas y me mira fijamente, retándome a
hacerlo.
—Me alegraré si te vas, sabes. La heriste, Fletcher. Mal. Intentó
contactarte muchas veces y le diste la espalda. Es mi mejor amiga, así
que no me tomo bien cuando la gente la pone triste.
—Por favor, Claudio. Ella estaba…
—No —dice, alzando una mano—. No lo hagas, ¿de acuerdo? Hizo lo
mejor que pudo con la información que tenía. Eras el que lo sabía todo.
No puedes esperar que la gente tome las decisiones correctas cuando solo
tienen la mitad de la información. Sabes eso mejor que nadie.
Gruño con frustración. Se está refiriendo a mi emparejamiento. Mi
metida de pata con Cole y Katie. Mis secretos. Todos los cuales están a
la luz ahora, desde que mi nombre está por toda la televisión.
—Y tampoco digas esa mierda de que solo te quiere porque ya no
eres stripper —continúa Claudio—. Porque no es justo. Empezó ese
espectáculo de nuevo, Fletcher. Lo hizo todo. Llevó a cabo las audiciones,
contrató a los bailarines. Encontró al mejor coreógrafo que pudo y fue
parte de todo ello. Así que jódete y tu actitud. No quería estar contigo
porque eras un mentiroso, no porque fueras un stripper.
—Bueno —gruño en respuesta—, habría sido mucho más fácil
saberlo si todavía hiciera striptease en lugar de lo que hago ahora, ¿no es
así?
—La dejaste. Si no lo hubieras hecho, te habría apoyado. Y la única
razón por la que sigues molesto ahora es porque crees que va a usarte.
Bien, noticia de última hora, imbécil. La usaste el año pasado y lo pasó
por alto. Así que jódete si no puedes proporcionarle la misma
consideración.
Claudio se vuelve para dejarme allí, pero esta vez soy quien atrapa 190
su brazo.
—Espera.
34
Tiffy “Siempre He Sido Sexy” Preston
Fletcher Novak.
Mi mirada se encuentra con la de Claudio justo cuando Fletcher se
gira para salir de la sala de ensayo. Se me atasca la respiración en el
pecho y tengo una sensación de hundimiento que no he sentido en meses
en el estómago.
He hecho mi mejor esfuerzo para dejarlo atrás. Aceptar la forma en
que lo juzgué. La forma en que lo herí. Todos los muchos, muchos,
errores que cometí con Fletcher Novak durante el breve espacio de tiempo
que fuimos… amigos. 191
Porque eso es lo que fue para mí. En todos los sentidos. Simplemente
es muy malo que no tuviese el buen sentido de darme cuenta cuando
tuve la oportunidad.
Aparto la urgencia de correr tras él y gritar su nombre. Suplicarle
que me perdone a mí y todas mis ideas preconcebidas sobre quién y qué
era. Me lleva muchos segundos. Y para cuando aparto la mirada de la
puerta, todo el grupo lo ha notado.
Steve me lanza una mirada comprensiva, luego se aclara la garganta
y atrae la atención de los bailarines, así puedo recuperarme.
—Está bien —comento después de que pase el momento—.
Hagámoslo de nuevo, chicos. Desde el principio. Tenemos un espectáculo
esta noche, vamos a volar esta ciudad.
Sonríen y bromean, mientras vuelven a tomar sus posiciones. La
música empieza de nuevo y las luces se encienden, permitiéndome hacer
una salida digna del escenario.
Me dejo caer en la silla del director colocada entre bastidores y
observo los ocho meses de trabajo aglutinarse. Son casi tan perfectos
como pueden ser. Todos encajan y son hermosos. Todos los bailarines.
La música es original, y hay una cualidad artística en el espectáculo que
puede separarnos del resto de espectáculos de hombres que han surgido
durante los pasados años.
Es una gran apuesta, lo sé. El espectáculo que Fletcher y Chandler
formaron antes de que me ocupase del hotel era divertido. También era
muy bueno. Y recibió una evaluación de cinco estrellas, aunque era un
punto discutible desde que Cole lo cerró y lo arruinó todo.
Pero está bien. Fue un largo proceso, reagrupar y encontrar mi
camino. Pero lo encontré. Y estoy orgullosa de este espectáculo. Estoy
orgullosa de los bailarines, los tramoyistas, los de iluminación. Incluso
tenemos un equipo de filmación para hacer las promociones durante esta
noche.
No es el mismo espectáculo. Es mejor. Porque es mío.
Claudio aparece de nuevo, caminando hacia mí. Se sienta en su silla,
junto a la vacía de Steve, ya que está bailando. Los tres somos un equipo
ahora, pero aunque me digo que me siento completa… no lo estoy.
El vacío todavía está ahí.
No saco el tema de Fletcher, y Claudio está en silencio hasta que el
ensayo termina. Todo el mundo se reúne para unas palabras de aliento…
los nervios son difíciles de mantener a raya, y es mi trabajo mantenerlos
a todos centrados y positivos. Hasta que finalmente el equipo de ensayo
se marcha y solo quedamos Claudio y yo.
—Me dio esto —comenta Claudio, sosteniendo una tarjeta de
plástico blanca—. Dijo que sabrías que hacer con ella, y cito, “si está
interesada en hablar”.
Miro la tarjeta y la tomo de la mano extendida de Claudio. En ella 192
pone Windshore Estates, con una hermosa imagen del lago.
—¿Sabes qué hacer con ella? —pregunta Claudio—. Porque seguro
que yo no.
Asiento y giro la tarjeta, estudiándola.
—Eso creo. —Miro el reloj. Es casi una hora hasta North Shore.
—Ve —indica Claudio.
—¿Qué? —Levanto la mirada, todavía pensando en Fletcher. Ha
estado en mi mente desde el momento que puse la mirada en él en el
primer espectáculo el pasado verano. Aunque lo conocí un corto período
de tiempo, dominaba mis pensamientos. El enfado cuando se propuso.
La rabia cuando le doy la vuelta a mi idea de despedirlo contra mí. Bajo
la mirada a mis zapatos y sonrío solo pensando en ello. Y luego recuerdo
el sexo en la azotea y me siento sonrojar. Me sentí traicionada cuando
juntó a Cole con Katie, pero luego cuidada cuando descubrí quién era ella
y qué estaba haciendo Fletcher. Por supuesto, he averiguado mucho más
de él desde el último encuentro con Katie.
No fue duro. La falsa entrada de Wikipedia todavía está ahí. Pero el
nombre de Rourke en esos papeles legales que Katie mandó, nos envió a
Claudio y a mí a la caza para averiguar quién es realmente Fletcher
Novak.
Claudio está esperando a que resuelva todo esto y cuando vuelvo a
levantar la mirada una vez más, alcanza mi mano y me da una sonrisa
triste.
—Si no lo intentas, nunca lo sabrás. Así que simplemente ve, Tiffy.
Puede que sea tu última oportunidad.
Le doy un ligero asentimiento y respiro hondo.
—No va a importarle el por qué, Claudio. —Claudio comienza a
protestar, pero levanto una mano para detenerlo—. Aun así, voy a
intentarlo —aseguro—. Y está bien, puede que todavía me odie después,
pero puede que no. Así que supongo que será mejor saber si una cosa u
otra, en vez de dejarlo en misterio.
Claudio se inclina y me abraza.
—Buena suerte, amiga. Y no llegues tarde a tu espectáculo. Si
todavía es un bastardo terco, simplemente mantén la mente en el
espectáculo. Tenemos una inauguración a la noche, nena. Y esas zorras
en el nuevo auditorio van a gritar tan alto que Fletcher Novak las
escuchará desde el otro lado del lago.
Me río entre dientes en su hombro, haciendo mi mejor esfuerzo para
no llorar, así no se quejará sobre las lágrimas en su traje.
—Prometo recordarlo.

El viaje al lago lleva casi una hora. Esta vez sé a dónde voy y no estoy
193
furiosa intentando seguir su auto rojo. Así que lo disfruto. Es algo en lo
que he estado trabajando desde que mi padre murió el pasado verano.
Vive el momento, Tiffy. No malgastes ninguna oportunidad. Porque solo
tienes una vida. Un viaje en el tablero de juego. Una oportunidad para
ganar.
Me detengo en la caseta de seguridad donde le mentí al guardia hace
todos esos meses. No es el mismo tipo, gracias a Dios. El señor Silverman
estuvo muy confundido por mi comportamiento ese día, pero terminó
echándole la culpa a la enfermedad y muerte de mi padre.
El guardia se inclina, poniendo una mano sobre el techo de mi auto,
y dice:
—Buenas tardes, señora. ¿Puedo ayudarla?
Tomo el pase que Fletcher le dio a Claudio para dejarme pasar la
entrada.
—Fletcher Rourke me invitó a la casa y me dio su pase.
La expresión del guardia cambia y esboza una sonrisa brillante.
—Ah, voy a extrañarlo. —Da unos pasos hacia atrás para presionar
el botón de la verja—. Entre, señora —indica, haciéndome una señal con
la mano.
Conduzco lentamente por la carretera que pasa en paralelo a la costa
del lago. De vez en cuando, echo una mirada al agua azul brillante
flanqueada por todas partes por las majestuosas montañas. Veo el
camino de entrada a la casa de Fletcher. Hay una señal de “a la venta”
sujeta a la verja, con un panfleto de jornada de puertas abiertas solo con
invitación a lo largo. Cuando me detengo, la verja se abre
automáticamente y sigo conduciendo hasta que el Camaro rojo de
Fletcher aparece a la vista.
Estaciono detrás de él y salgo, pasando la punta de los dedos a lo
largo de la franja blanca de carreras en el capó mientras me encamino a
los escalones de entrada. La puerta no está abierta, y tiene una cerradura
magnética en la manilla, así los agentes inmobiliarios pueden enseñar el
lugar.
Lo intento con el timbre numerosas veces, pero no aparece nadie.
Me aparto de la casa y vuelvo al camino de entrada, intentando ver el
patio trasero. Se inclina un poco, va a una colina, así que doy unos
cuantos pasos a lo largo de los ladrillos de piedra flanqueados a cada lado
con macetas de flores de colores brillantes, y cuando llego a la cima, la
vista casi me quita el aliento.
La casa de trece millones de dólares tiene un patio trasero igual de
impresionante. La arena es clara y rastrillada a la perfección, con la
excepción de un camino de pisadas, y lo sigo con la mirada al borde de
una pequeña duna donde apenas puedo divisar un lío de cabello rubio
flotando en la brisa del lago sobresaliendo sobre la cima.
Me quito las zapatillas deportivas y doy un paso en la cálida arena,
mis dedos de los pies hundiéndose. Se siente maravilloso. Este verano no 194
he estado para nada en nuestra playa. Demasiado ocupada poniendo a
punto el espectáculo. Demasiado ocupada intentando olvidar mis errores
del verano pasado. La caminata solo me lleva medio minuto, y luego ahí
estoy. Mirando a su forma sentada, con las rodillas cerca del pecho, sus
antebrazos sobresaliendo de las mangas enrolladas de una camisa blanca
de vestir planchada. Sacada de la cintura y abierta en el frente, de tal
modo que el ligero viento que proviene del lago hace que flote alrededor
de su cuerpo como una sábana al viento.
—Es una venta dura —comenta, todavía de espaldas a mí—. Trece
millones de dólares. —Gira la cabeza lentamente, mirándome de lado
sobre el hombro. Primero mira mis vaqueros rotos, luego pasa la mirada
por mi camiseta blanca sin mangas—. Bonita ropa.
—Escuché que era el uniforme.
Eso se gana una sonrisa poco entusiasta mientras vuelve a poner su
atención en el paisaje. Pero me ayuda a relajarme. Así que doy unos
cuantos pasos más, subo la suave cima de la duna de arena, y luego me
deslizo un poco mientras desciendo, y me siento a su lado.
—¿La vendiste? —pregunto, hundiendo la punta de los dedos en la
arena.
—Obtuve una oferta esta mañana.
—¿Vas a aceptarla?
Un encogimiento de hombros.
—Supongo.
Asiento.
—Supongo que yo también lo haría. Pero sería triste.
Mira hacia mí. Otra mirada de lado, como si no estuviese interesado
en encontrarse con mi mirada.
—Ella no era mi esposa, ¿sabes?
—Lo sé, Fletcher. Sé mucho más de lo que sabía entonces. También
tengo investigadores.
Toma una ramita y la clava varias veces en la arena.
—Es la ex de mi hermano. Y Shelly es mi sobrina.
—No tienes que explicarte —aseguro—. Lo sé. —Se queda callado
después de eso. Solo mirando a través del agua de color zafiro. No puedo
ver la costa sur desde aquí, pero es una larga vista por toda la extensión
del lago. Espectacular—. Debe ser duro marcharse.
—Todavía estoy intentando averiguar eso, ¿sabes? —Gira la cabeza
de nuevo. Esta vez me mira directamente—. Mi abuelo era un importante
diseñador de campos de golf en su época. —Fletch toma una profunda
bocanada de aire, aparta la mirada, como si se estuviese preguntando si
debería hablar de ello o no, entonces decide que lo hará y continúa—.
Consiguió este terreno antes de todo el desarrollo. Por aquel entonces era 195
valioso, pero no tan escandalosamente. Fue un pago parcial por un
campo en el que fue consultor. Y antes de que muriese hace años, cuando
yo tenía dieciocho años y Walker diecinueve, tuvo una gran pelea con mis
padres. Los llamó vagabundos inútiles y perezosos. —Se detuvo para
reírse. Era real y venía con esa sonrisa que tanto amé el verano pasado—
. Pero tenía razón, creo. Y esa es la razón por la que nos dio la casa a
Walker y a mí. Quería que permaneciese en la familia y se imaginó que
mis padres la venderían a la primera oportunidad que tuviesen. —
Entrecierra los ojos en la luz del sol y mira de nuevo hacia mí—. También
lo habrían hecho.
Asiento.
—Es mucha responsabilidad, imagino.
—Hice mi mejor esfuerzo, Tiff. Me digo eso, de todos modos. Pero
simplemente no puedo afrontarlo. Mi abuelo nos dejó a Walker y a mí
unos cinco millones a cada uno. Pero después de que Walker lo jodiese
con Samantha, compré su parte. Gasté cada último centavo para
conseguir el título de este lugar y mantener la promesa de mi abuelo y
darle a ella un hogar donde vivir. Una base con la que Shelly podía contar,
justo como yo tuve cuando era pequeño.
Quiero tomar su mano mientras supera su decisión de vender la
casa y romper su promesa. Pero no es algo con lo que pueda hacerlo
sentir mejor. Es algo que simplemente tiene que aceptar.
—Así que es irónico, ¿sabes? —Me mira de nuevo, el viento
convirtiendo su cabello rubio en un desastre de rizos, sus ojos azules
brillando bajo el rayo de sol que le pasa por el rostro—. Seré muy rico si
acepto esta oferta, el dinero perderá todo el significado. Añadido al trato
que acabo de hacer en Los Ángeles, y apenas me tiene sentido.
Suspiro con su frustración.
—Así es cómo funciona, ¿cierto? Los ricos siendo más ricos y ni
siquiera tienen que intentarlo. El dinero hace dinero.
—Los impuestos por sí solos me mataban. Cada año peleaba para
pagarlos. Cincuenta mil dólares en impuestos de propiedad. Eso siquiera
sin contar lo que cuesta mantener este lugar. Solo los jardineros. —
Niega—. Y lo intenté, ¿de acuerdo? Intenté cortar ese jodido césped. Pero
era un trabajo de todo el día, y la mitad moría, y luego solo me costó más
contratar gente para venir a arreglar la mierda que arruiné.
—Puedo entenderlo. El coste de dirigir ese hotel me hizo vomitar
cuando lo descubrí. Y luego tuve que contratar a alguien para venir a
hacerlo por mí porque cada vez que lo pensaba, me ponía enferma. Así
que sí, no podía ganar. Y lo puedo entender.
Me mira fijamente por un momento.
—¿Estoy haciendo lo correcto, Tiffy? ¿Si acepto esta oferta?
Miro al lago ahora, pensando en cómo llegué aquí. No aquí a la playa,
sino aquí, a este momento en el tiempo.
—Es noche de estreno hoy. 196
—Lo sé —dice con un suspiro—. He estado viendo promociones por
todas partes.
—Pero fue un largo camino, y un montón de decisiones que tomar
esta noche. —Le sonrío y me devuelve el gesto. No la sonrisa grande que
amo, pero tomaré lo que pueda conseguir ahora mismo—. Mis abogados
tomaron toda esa información que hiciste que Katie reuniera y se
encargaron. Lograron que se anulara el testamento. No solo la cosa del
albacea que Cole intentó incluir, sino todo el maldito testamento. Fue
algo milagroso. El juez correcto y todo eso.
Fletcher alza sus cejas.
—Sí, recibí los dieciséis billones de dólares.
—Eso es dinero caído del cielo.
—¿Verdad? —pregunto—. Pero no estaba bien. Porque mi padre
quería que tuviera suficiente, pero no demasiado. Y dieciséis billones es
demasiado. Así que hice lo que pidió y lo dividí de la manera en que él
tenía intención. Mantuve la parte que recibí como la albacea. Y mantuve
el hotel, obviamente, ya que era mío de todos modos. Decidí que había
estado asustada de tomar riesgos durante demasiado tiempo. Iba a tomar
una decisión y ceñirme a ella. Ver a través hasta el final. Ver de qué estoy
hecha. Y no, dirigir un resort en Lake Tahoe nunca fue la manera en que
veía mi vida cuando era más joven. Imaginé a un hombre capaz cuidando
de mí por el resto de mis días, para ser honesta. Así que me ajusté a mi
sueño. Pensé en qué quería. Y que quería ser… capaz de algo. Cualquier
cosa, en realidad. Así que aún sigo aquí. Y me voy a quedar.
—Lo entiendo. —Fletcher baja la mirada a la arena y empieza a
pasarla entre sus dedos junto a mí—. Estuve aquí la semana pasada.
Solo deprimiéndome en la playa. Y Shelly vino y se sentó a mi lado. Puso
su brazo a mi alrededor y miró mi rostro con esos sabios ojos de ocho
años y dijo: “No importa si la vendes, tío Fletcher. Siempre podemos
pensar en la playa en nuestras cabezas y todavía estará ahí”.
—Una niña muy sabia —digo.
—Es asombrosa. Y tenía razón. Así que puse la casa en venta al día
siguiente y, una semana después, teníamos una oferta sobre la mesa. —
Deja de jugar con la arena y mira hacia el lago—. Me siento tan aliviado,
Tiffy. Debería sentir como si estuviera decepcionando a mi abuelo
poniendo esta casa a la venta. Pero no lo hago. Solo siento alivio. Como
si finalmente hubiera admitido que estaba en el camino equivocado y solo
aceptar ese hecho es suficiente para compensarlo.
—Me alegro. —Tengo mucho más que decir, pero simplemente no
estoy segura de cómo empezar. Así que nos sentamos allí en silencio por
unos minutos, escuchando las olas y mirando las motos de agua en la
distancia.
—Voy a Los Ángeles esta noche.
Mi corazón se aprieta en mi pecho. ¿Pero qué esperaba?
—¿Cuánto sabes realmente sobre mí? —comenta en el silencio que 197
permanece.
—Lo bastante para saber que no eras quien creía.
—Hmmm —gruñe—. Estaba tan molesto sobre eso, no tienes ni idea.
No tengo nada que decir. Así que no digo nada.
—Nunca intentaste conocerme, Tiffy. Nunca ni una vez intentaste
conocerme. No hiciste ningún esfuerzo.
—Eso no es verdad —digo, sintiéndome un poco a la defensiva—. Te
busqué en Wikipedia.
Es una broma, pero no se ríe.
—Viste a Fletcher, el stripper. Fletcher, el jugador. Fletcher, el
metepatas.
—Para ser justos, Fletcher —mi ira saca lo mejor de mí—, esas
fueron las únicas partes de ti que me mostraste.
—¿En serio? ¿Estás segura de eso?
—Eras un mujeriego.
—Te dije que eras especial la primera noche que nos conocimos.
—Eso fue después de que te me propusieras en el espectáculo.
—Fuiste allí a despedirme basada en rumores.
—¡Rumores que eran en parte verdad! Y te revelaste como el
emparejador, ¿recuerdas? No me inventé esa idea.
Se encoge de hombros.
—Intentaba ayudarte. Y te ayudé. —Me mira, la ira en su mirada
acalorada aparente ahora—. Solo que nunca lo viste.
—También me heriste, Fletcher. Juntaste a Cole con Katie y nunca
me dijiste por qué. Me dejaste descubrirlo por mi cuenta. Me llevaste a
un restaurante para practicar…
—Querías todo eso, Tiffy. Y no te conté sobre Cole porque no tenía
las pruebas hasta después de que irrumpiste en mi habitación de hotel y
revisaste mis papeles.
No respondo. Estoy enojada de nuevo y no quiero que las cosas
terminen así.
—Te vi, sabes.
—¿Verme dónde?
Niega.
—No dónde, Tiffy. Estás tan preocupada con el dónde y el cuándo.
La única cosa que importa es el cómo y el por qué.
Suspiro. Estamos yendo en círculos.
—Me mentiste, Fletcher. Y seguro, no era nadie para ti, así que
supongo que tenías ese derecho. Pero no tienes que juzgarme. No cuando 198
toda nuestra relación estuvo basada en la idea de que podías cambiarme.
—¿Es eso lo que piensas? —pregunta, riendo—. Bueno, prueba
desde esta perspectiva por un minuto, señorita Preston. Caí por ti al
minuto en que te vi en el público. Nunca quise cambiarte, querías que te
cambiara. Me gustaba la ropa que llevabas. Me gustaba lo sexy que
poseías entonces. Me gustaba todo sobre ti, lo cual es por lo que me salí
de mi camino para ayudarte. Era Cole quien necesitaba a la nueva y
mejorada versión, no yo.
Resoplo un aliento de aire por mi nariz, la ira acumulándose en mi
interior.
—Ni siquiera me conoces, Fletcher.
—Ídem, nena —gruñe—. Ídem.
Me levanto y limpio la arena de mi culo.
—Bueno, me alegra que estés bien, Fletcher. Y tal vez un día seremos
amigos de nuevo. Pero no voy a sentarme aquí y dejarte decirme quién
soy. No cuando ni siquiera has hecho una maldita pregunta sobre mí. Ni
una, Fletcher. Nunca estuviste interesado.
Se levanta también, agarrándome de la muñeca.
—Entonces dime. ¿Qué te hace enojar, Tiffy Preston? Me
descubriste. Tenía una deuda que necesitaba pagar, una familia que dejé
todo para cuidar, una mujer y una niña que ni siquiera eran mi
responsabilidad. Dejé la universidad por ellas, sabes. Puse toda mi vida
en suspenso para ocuparme del error de mi hermano. Subsistiendo
haciendo esto y aquello. Intentando pagar los impuestos de esta
monstruosa casa y poner la comida en la mesa. Pagar a la niñera
mientras Samantha iba a la escuela de enfermería. Y me esforcé al
máximo. En cualquier manera que podía. Me surgieron docenas de ideas
para llegar a algo válido y ese negocio de emparejamiento fue todo lo que
tuve durante años. Y era bueno en ello. Ayudé a esas chicas, Tiffy, a cada
una de ellas. Cambié la manera en que se veían a sí mismas.
—¿Y? ¿Qué tiene que ver eso conmigo? —Lamento esas palabras y
rápidamente las enmiendo—. Nosotros, quiero decir. Porque a pesar de
que lo que me estás haciendo ahora no es justo, sigo aquí. Sigo
intentándolo. Pero todo lo que parece que quieres hacer es culparme por
esta posición jodida en la que estás. ¿Quieres el dinero para mantener la
casa, Fletcher? Puedo dártelo si es lo que necesitas para entender que
me gustas.
—Jódete —gruñe—. Nunca estuve interesado en tu dinero, Tiffy.
Estás mezclándome con tu hombre soñado, Cole.
Alejo la mirada y niego. Estamos en silencio otra vez, quizá
escogiendo nuestras siguientes palabras con cuidado mientras tratamos
de navegar por un campo de minas de dolor y decepción.
—Cuando comencé por primera vez la cosa de emparejamiento, fue
una especie de broma. Acababa de dejar la escuela en mi último año para
ayudar a Samantha con Shelly después de que diera a luz. Ella tenía
depresión y yo era estudiante de psicología. Así que pensé que si no podía 199
terminar mi grado, podía al menos ayudarla. Y se volvió tan obvio que la
autoestima de Samantha estaba atada a la opinión de Walker de ella, que
empecé a enseñarle cómo sentirse sexy. No cómo ser sexy, Tiffy. Cómo
sentirse sexy. Hay una gran diferencia.
Lo miro a los ojos ahora, viendo un camino a seguir, incluso si es
uno muy tortuoso.
—Y después de que empezara a mejorar, comencé a notar más y más
la manera en que la gente me percibía, y cómo esa percepción se tejía en
mi propia opinión sobre mí. Sexy, para el noventa y nueve por ciento de
la población, es solo el exterior. Así que, ¿por qué no tomar ventaja de
eso? ¿Por qué no vender mi marca de sexy y comprarme algo de tiempo?
—Por lo que te convertiste en stripper. ¿No crees que eso es un poco
contraproducente, Fletcher? Por un lado, sermoneas a Samantha y estas
otras chicas sobre valorarse por quienes son en el interior, pero al mismo
tiempo, estás usando tu aspecto para hacer dinero.
—Era un experimento, eso es todo.
Puedo decir que está molesto por mi acusación, pero que se joda.
Sacó el tema.
—Así que escribiste un guión sobre qué se siente siendo un hombre
cosificado que se quita la ropa para sobrevivir y vendiste tu historia a una
cadena. Estoy feliz por ti, Fletcher. Y creo que vas a triunfar. Vender esta
casa probablemente va a ponerte en un camino de éxito. Y te deseo todo
lo mejor. Pero fui criada por una prostituta, Fletcher. Así que discúlpame
si no tuve la más alta consideración por tu camino hacia la redención.
Su boca se abre por un segundo.
—Sí, mi madre se vendió para salvarme. Y logró lo que pensaba que
quería también. Pero nunca amó a mi padre. Y una vez acepté eso,
empecé a dudar de su amor por mí también. Es una mierda ser engañada
bajo la pretensión de que es por tu propio bien. Y me hiciste eso también.
¿Siquiera te gustaba? ¿O solo fui otro proyecto? ¿Fui solo otra chica que
necesitabas arreglar para sentirte importante y en control de tu propio
destino?
—Eso no es lo que fue —dice.
—Eso es porque tú y yo lo vemos desde lados opuestos, Fletcher. Y
estás tan malditamente seguro que caminas sobre el agua que ni siquiera
puedes molestarte en preguntarte si mi punto de vista siquiera vale tu
consideración.

200
35
Fletcher “Solo Una Noche” Novak
No la detengo cuando se marcha.
No la detengo porque todo lo que acaba de decirme me golpea en el
pecho como un ladrillo. Me paraliza por completo.
En cambio, me siento y miro el agua, preguntándome si Samantha
se siente del mismo modo sobre mí como hace Tiffy. Preguntándome si,
en el proceso de intentar arreglar las cosas, todo lo que hice fue joderlas
más.
Saco el teléfono y busco el contacto de Sam. Responde al tercer tono,
niños riéndose al fondo.
201
—Hola —contesta, un poco sin aliento—. ¿Cómo fue?
Samantha se mudó de la mansión el pasado septiembre. Se graduó
en enfermería y me sentó esa noche, dándome las gracias por toda mi
ayuda, pero ansiosa por tomar el control de su vida y hacerlo sola.
—Tuve una oferta —respondo sin mucho entusiasmo.
—¡Genial! —Pero mi silencio traiciona mis pensamientos. Me conoce
demasiado bien—. ¿Qué está mal?
—No lo sé.
—Fletcher —dice con ese tono duro que usa a menudo conmigo estos
días—. Hemos hablado de esto. No necesito esa casa. Y la estás vendiendo
por las razones correctas. No quiero que la mantengas porque piensas
que nos lo debes. O —añade rápidamente—, porque crees que tu abuelo
estaría disgustado. Él no tenía forma de saber cómo terminaría todo. No
quiere que tengas que luchar. Quiere que vivas una buena vida y dejes el
pasado atrás. E incluso con el dinero de Hollywood, es un gran
compromiso mantener esa propiedad.
—Lo sé —afirmo. Pero mi pelea con Tiffy está pesando en mi mente
ahora mismo.
—No necesitas seguir ocupándote de nosotras, Fletch. Estamos
bien. Y estoy muy agradecida. Pero no puedo quitarte tu vida porque te
sientas obligado.
Sus palabras son otro ladrillo golpeándome el pecho.
—Voy a aceptar la oferta —menciono.
—Bien. —Se ríe—. Bien. Estoy muy feliz por ti, Fletcher. De verdad.
—Hay algunos gritos de niñas en el fondo y sé que ella y Shelly están en
la casa de un amigo en una fiesta en la piscina.
—Bueno, las dejaré volver a la diversión. —Fuerzo la alegría en mi
voz, así no me hará más preguntas—. Solo quería hacértelo saber.
—Felicidades, Fletcher. Hablaremos pronto.
Termino la llamada y me tumbo en la arena, dejando que el viento
azote mi cuerpo. Es duro dejar ir a Samantha. Y apuesto que incluso fue
más duro para ella ocuparse por sí misma de su vida y confiar en que
tenía lo que necesitaba para hacerlo sola. Walker todavía está por los
alrededores, y parte de mí sospecha que Sam quería distanciarse un poco
de mí así podía averiguar sus sentimientos por él.
Eso también duele, desde que fui quien estuvo allí para ella y Shelly.
Él se marchó, justo como implica su nombre6. Demasiados sueños de
grandeza para ser cargado con una novia de instituto y un nuevo bebé.
Walker y yo teníamos este gen de competitividad que nos enfrentaba
cuando éramos niños y nunca lo dejamos ir. Así que me pregunto…
¿intervine por Samantha y Shelly? ¿O solo quería probarle a mi hermano
que era mejor hombre que él?
Las dudas de Tiffy sobre el amor de su madre han destrozado mis
nociones preconcebidas sobre lo que he estado haciendo todos estos 202
años. ¿Shelly crecerá pensando que era una obligación con la que se
necesitaba lidiar? ¿Manejada como un problema? ¿Me acusará de robarle
la vida a su madre? ¿Acusará a su madre de tomar el camino fácil?
¿Dudará de mi amor por ella porque yo sentía la necesidad de proveer?
¿Intervine y las salvé bajo la premisa de hacer lo correcto?
No quiero eso.
Y no va a suceder. Pero ninguno de esos cambios fue por mi causa.
Fue Samantha la que se ocupó ella misma y tomó las decisiones difíciles.
Fue Samantha la que dijo no a nuestro acuerdo y decidió que había más
en la vida que… estabilidad.
La palabra hace eco en mi mente y más de lo que hace Tiffy comienza
a tener sentido.
Así que busco otro contacto y espero a que mi agente de bienes
raíces conteste.
—Acepta la oferta —digo—. Y mantenme informado.
Escucho con desgana su entusiasmo al otro lado de la línea durante
unos segundos, y luego también termino la llamada.
No vuelvo dentro de la casa. Simplemente es demasiado ahora
mismo. Quieren comprarla amueblada, lo que puedo entender. Tiene
sentido si te gusta la decoración. Llenar el espacio de cosas nuevas es un
gasto de tiempo y dinero.
Pero duele. Me llevé lo que quería antes de mostrarla por primera
vez. Todas las cosas que me tocaban el corazón. Pero aun así duele.
Así que sopeso mi siguiente movimiento mentalmente. ¿De vuelta a
Los Ángeles esta noche? ¿O arreglar las cosas con Tiffy?

6 Walker significa paseante, peatón, caminante…


Al final, esa decisión es tomada por mí. Porque cuando finalmente
me dirijo al camino de entrada, en el parabrisas de mi auto, metido bajo
los limpiaparabrisas, hay una entrada para la noche de estreno del nuevo
espectáculo de los Mountain Men en el hotel Landslide.
Si todavía está interesada, entonces yo también.
Estoy totalmente dentro.

203
36
Tiffy “Siempre He Sido Sexy” Preston
Permanezco entre bastidores, ojeando a través del telón, observando
las puertas del auditorio mientras todo el mundo se mueve a mi alrededor
preparándose para el espectáculo.
—Simplemente ve a sentarte a tu sitio —me dice Claudio por
millonésima vez—. Va a venir, lo sé.
—¿Y si no lo hace?
—Tiffy —reprende Claudio, sujetándome el rostro entre sus manos—
. El hombre está enamorado de ti. No lo ha dicho todavía, pero lo está.
Va a venir.
204
—Tuvimos una pelea, Claudio. Y no nos separamos en buenos
términos. Y dijo que iba a volver a Los Ángeles…
Pero mis palabras son interrumpidas porque Fletcher Novak
aparece.
Está… impresionante. Vaqueros oscuros que acentúan sus piernas
y se ajustan muy bien. Una camisa de vestir blanca, las mangas
enrolladas casualmente, poseyendo el look como ningún otro hombre que
haya visto jamás. Y su cabello rubio está echado hacia atrás, la suave
onda de sus rizos intentando liberarse mientras se rozan contra sus
hombros cuando gira la cabeza.
¿Me está buscando?
Respiro hondo.
—Ve. Siéntate con él.
—Dios, estoy muy nerviosa. ¿Y si discutimos de nuevo? Me matará.
—Está aquí, Tiffy. No lo dejes marchar. —Claudio me besa en los
labios, y se aparta de mí para poder volver al trabajo—. Me encargaré de
todo, amiga —grita sobre el hombro—. Ve a conseguir a tu sexy.
Me río y luego me deslizo detrás de la cortina y fuera del auditorio
por una puerta lateral.
Se vendieron todas las entradas del espectáculo. La gente llamó al
hotel durante meses quejándose después de que el espectáculo fuese
cancelado. Era lo único por lo que se preocupaban. La magia es buena,
y será agradable tener dos espectáculos, pero estoy apostando por los
Mountain Men para convertir en un éxito este hotel.
Fletcher me ve acercándome justo cuando encuentra la mesa en la
primera fila que reservé. No tenía ni idea de que se encontraría en la
ciudad, pero tengo la sensación de que Claudio tiene algo que ver con
eso. Fue quien insistió en que mantuviese reservada la mesa VIP para mí.
—Hola —saluda Fletcher, alcanzándome cuando me acerco. Me
toma la mano, me acerca y luego se inclina y me besa en la mejilla—. Te
ves hermosa.
Me sonrojo. Estoy vistiendo un coqueto vestido veraniego de color
melocotón que me llega justo por encima de la rodilla y mis nuevos
zapatos de diez centímetros de tacón favoritos. Me vestí para él, así que
es un gran alivio.
—Gracias. Lo siento…
—No. —Me pone un dedo sobre los labios—. No necesitas disculparte
por nada.
—Lo sé, solo necesito que sepas que no fue justo por mi parte
recriminarte este espectáculo. No cuando básicamente estoy haciendo lo
mismo. Estaba equivocada por juzgarte.
Me da una sonrisa engreída que le llega a los ojos.
—Se acabaron las disculpas, y tenías razón en todo, Tiffy. Estoy aquí 205
porque te deseo. No a la nueva tú, ni a la vieja tú. Simplemente a ti. De
cualquier forma que quieras ser, estoy dentro, princesa.
Respiro profundamente y lo miro a los ojos.
—También estoy dentro, Fletch. Nunca me he sentido de este modo
por nadie en mi vida. Siempre estás ahí. Siempre estás en mi mente. Y
aunque ahora sé que puedo hacerlo sin la ayuda de nadie, no quiero. —
Trago con fuerza—. No realmente. Te quiero aquí conmigo. Junto a mí,
cada noche, durante tanto tiempo como quieras quedarte.
—Te amo, Tiff —asegura, llevándome a su pecho y besándome en la
cabeza—. Te amo. Quiero estar en tu vida y no me voy a ninguna parte a
no ser que me eches.
Compruebo el reloj y luego tengo una idea.
—Tenemos veinte minutos antes de que comience el espectáculo.
¿Puedo mostrarte algo?
—Muéstralo, princesa. Soy tu público fascinado esta noche.
Tiro de su mano, ya que todavía me está sujetando, y salimos por la
puerta al vestíbulo.
—Está arriba.
Menea las cejas hacia mí.
—Seguro que lo está.
Entramos al ascensor y me reclino contra la pared de espejo,
abanicándome con la mano libre.
—Estoy nerviosa.
Solo sonríe. Salimos en la planta de mi viejo apartamento y se ríe
mientras lo guío por el pasillo.
—Me gusta a donde se dirige esto. —Me muerdo el labio mientras lo
miro sobre el hombro—. Oye —dice—. No uses mis consejos y trucos
contra mí esta noche.
Pero luego hace esa pequeña cosa con la lengua donde se toca la
punta de sus dientes frontales, y me río.
—Me gustan tus consejos, así que siéntete libre de usarlos contra
mí todo lo que quieras.
Niega mientras sonríe. Paso junto a la vieja puerta de mi
apartamento y sigo adelante, directa a una al final del pasillo.
—¿La azotea? —cuestiona, arqueando las cejas.
—Solo espera, Fletcher. —Pasamos por la puerta y subimos el grupo
de escaleras que llevan afuera.
Me detengo y lo miro por un segundo, con la mano en el pomo,
preparada para mostrarle lo que he hecho. De algún modo, la pelea ha
terminado. Es como si necesitásemos decir todas las cosas en la playa
para seguir adelante, y ahora que ha salido a la luz se siente… correcto.
Abro la puerta y me aparto a un lado, dejándole echar un buen vistazo a 206
lo que hay detrás.
—Mierda, princesa. Has convertido mi azotea en unos jardines
auténticos.
—¿Te gusta? —pregunto, mirando a mi proyecto recientemente
terminado con sus ojos por un momento. Los lechos están llenos de flores
y arbustos. El suelo ha sido pavimentado con piedras y pequeños trozos
de hierba y musgo se muestran en los bordes, como si estuviesen
creciendo de este modo durante cientos de años. Mientras las luces están
colocadas en el perímetro, el brillo es justo el suficiente para darle un
ambiente especial que se mezcla con el sol poniéndose.
—Me encanta —asegura, asimilándolo mientras pasa la mirada de
lecho a lecho.
—Justo hice plantar los árboles la semana pasada. De hecho, me
mudé aquí desde mi vieja habitación hace unos días. Y mira lo que hice
en el cobertizo, Fletch.
Me doy cuenta cuando digo su nombre que ahora somos verdaderos
amigos. Los últimos minutos son nuevos y viejos en todas las formas
correctas. Fletch se siente como una parte de mí. Se siente como si
hubiese estado conmigo todo este tiempo. Se siente… real.
37
Fletcher “Lo Siento, Estoy Tomado” Novak
El asombro y la felicidad en su rostro tranquilizan mis nervios y me
calma. Nunca he estado tan lleno de aprensión yendo a encontrar a una
chica como estaba esta noche. Todo se aceleró a través de mi mente
mientras me detenía junto al valet. Todas las posibilidades colgando entre
nosotros. Todas las maneras en que podía joderlo. Cuán fácil sería perder
a esta chica y cómo me sentiría si eso sucediera.
No iba a suceder, decidí. No lo permitiría.
Así que cuando vino conmigo abajo y me dejó tomar su mano, se
sintió correcto. Como si cada decisión que hubiera llevado a este 207
momento fuera correcta.
Me lleva hacia lo que solía ser el cobertizo. Pero ahora es más grande.
El gastado y viejo bloque de ladrillos ha sido pintado de blanco. Las
ventanas tienen postigos y maceteros llenándolo con color.
Abre la puerta hacia el nuevo y mejorado cobertizo y da un paso
atrás para dejarme entrar primero. No es grande. Solo una habitación,
en realidad. Con una pequeña cocina donde la mesa de jardinero solía
estar y una cama grande donde la había tumbado en el suelo y comí su
coño hasta que se corrió.
Le dirijo una mirada de soslayo.
—¿A cuántos hombres has follado en esta cama?
Se ríe, entendiendo mi broma.
—A ninguno, pervertido. Los hago quedarse de pie.
Camino hacia delante, hambriento por ella, y tomo su rostro en mis
manos para poder besarla en los labios y susurrar en su boca.
—¿Me entiendes?
—Te entiendo, Fletcher —susurra en respuesta—. Lo hago. Todo
sobre ti es sexy. Pero no como piensas. Eres sexy en el interior. Tu
corazón es grande y tu cerebro es inteligente.
—Lo siento, Tiffy —digo, retirándome un poco—. Me sentía culpable
de todo lo que te acusé.
—Siempre quisimos lo mismo, Fletcher. Simplemente intentamos
lograrlo de la manera equivocada.
Tiene sentido, me doy cuenta. Pensó que necesitaba a Cole para
proveer para ella porque su madre le enseñó a querer eso. Y quería
ocuparme de Sam y Shelly para probar que era mejor hombre que mi
hermano.
—Es extraño cómo eso sucede.
—Nos vamos a perder el espectáculo —dice Tiffy, todavía
besándome.
—Esto es el espectáculo, sexy. El único que importa. —Me aparto y
empiezo a desabotonar mi camisa.
Sus ojos se fijan en estos pequeños movimientos de inmediato. Sus
dedos aletean hacia el dobladillo de su vestido y empieza a levantarlo. Me
muestra un poco de pierna mientras continúo desabrochando los botones
de mi camisa. Cuando llego al último y me la quito, se da la vuelta y
aparta su largo cabello oscuro de su nuca.
Alcanzo la cremallera y la bajo mientras me mira sobre su hombro.
—Sigue —susurro—. Por favor, no te detengas ahora.
Tiffy sonríe cuando baja la mirada a mis pantalones, y luego sus
dedos están en mi cinturón. Tintinea cuando libero la tira de cuero y
desabotono mis vaqueros. 208
Aspira un poco de aire entre dientes y se vuelve para enfrentarme,
permitiendo que un tirante de su bonito vestido caiga de su hombro. Se
muerde el labio un poco y estoy a punto de perder mi mente cuando su
provocación se apodera de mí.
Bajo mi cremallera y empuño mi polla por un momento. Sus pechos
se alzan y caen bajo la fina tela mientras su respiración se atora. Desliza
un brazo fuera de su vestido, luego el otro, y cae hacia la curva de su
cadera. Al igual que lo hizo el pasado verano cuando me estaba volviendo
loco de deseo.
Mi polla ya está dura. Casi latiendo por la anticipación de ver su
cuerpo de nuevo.
Pero es lenta y deliberada mientras se contonea solo lo bastante para
hacer caer su vestido al suelo con un silbido de aire que flota, trayendo
la esencia de su deseo.
Saco mi polla de los confines de mis calzoncillos bóxer justo cuando
se pone de rodillas en el suelo.
—Joder, Tiffy. Creo que has estado practicando.
—No hay necesidad de practicar, Fletch. —Agarra mi dura longitud
y me da un apretón—. Aprendí del mejor. —Y luego envuelve su boca
alrededor de mí y gimo.
Su succión empieza lenta, pero incrementa su intensidad cuando mi
cabeza cae hacia atrás y empuño su cabello, empujándola hacia mí.
Urgiéndola a continuar. Queriendo más con cada segundo que pasa. Me
alejo para evitar correrme en su garganta.
—Quiero más —susurro—. Quiero hacer esto toda la puta noche. —
Así que tomo su mano y la levanto para poder besar su boca—. Termina
lo que empezaste —digo con voz áspera.
Coloca ambas palmas en mi pecho y me empuja hacia atrás hasta
que choco con la cama y me siento. Monta a horcajadas mi regazo,
mirándonos a los ojos.
—¿Quieres que te provoque? —Se ríe.
—Más que nada en este mundo, Tiffy.
Sonríe sabedoramente. La tímida chica del pasado verano ha
encontrado su camino. Desabrocha su sujetador, dejándolo caer solo un
poco, solo lo bastante para darme un vistazo de sus pechos llenos
mientras se acomodan sobre sus costillas.
Gimo de nuevo.
—Mierda.
Desliza los tirantes por sus brazos hasta que tengo una vista
completa, y deja que el sujetador caiga en mi regazo. Extiendo las manos,
acunando sus suaves pechos, y esta vez, ella gime. Bajo mi rostro a su
pezón y lo tomo en mi boca, chupándola gentilmente.
Sus manos rodean mi cabeza, empuñando mi cabello en estímulo.
Alcanzo su culo y me levanto, llevándola conmigo. Y entonces la lanzo 209
juguetonamente a la cama y miro sus tetas rebotar.
—Realmente te deseo —digo.
—Por favor —susurra—. Tómame.
Me quito los zapatos, me bajo mis pantalones y calzoncillos en un
rápido movimiento y los pateo a un lado cuando alcanzo sus bragas.
Levanta sus caderas para darme acceso y esas bragas vuelan sobre mi
hombro.
Sus piernas suben, la timidez plasmada en su rostro una vez más.
Y muero por eso. Solo muero. Alzo sus rodillas hacia su rostro y presiono
mi boca contra su coño, dejando que mi lengua se arremoline en su
clítoris hasta que se está contoneando debajo de mí.
Pero le estoy prestando atención de cerca. Monitoreo sus gemidos y
chillidos. La manera en que sus piernas se juntan contra mi cuello
cuando se pone intenso. La manera en que arquea su espalda cuando
chupo su clítoris y le meto los dedos.
Y justo cuando sé que va a explotar, me detengo.
—No —gime, tan tristemente que casi me siento culpable.
—Quiero correrme contigo esta vez, Tiffy. —Agarro un condón de mi
billetera y lo pongo en mi polla. Me mira, su atención al cien por cien en
lo que está por venir.
Nosotros.
Venimos después.
La penetro, llenándola, y se aprieta contra mí. Oprimiendo mi eje
con sus músculos y dejándome saber que está muy, muy cerca.
Nosotros.
Ese es el siguiente capítulo en nuestra historia.
Nosotros.
No la follo. La amo. La amo duro y suave. Mucho más tiempo de lo
que debería ser capaz con el calor de nuestro deseo y la creciente
intensidad.
Saboreo cada momento hasta que llegamos a la cima juntos y
dejamos ir meses de arrepentimientos, llenándonos con una vida de
posibilidades.
Nos perdemos el espectáculo.
Pero a nadie le importa.
Estamos justo donde se supone que estemos.

210
Epílogo
Fletcher “Lo siento, Estoy Tomado” Novak
Un año después
—La vida es un juego y todo el mundo es un jugador. Tanto si lo crees
o no, lo único que importa es el marcador.
Estoy tan emocionado que tengo que respirar hondo mientras vemos
el estreno de la temporada uno de Sexy en el bar del Landslide. Todos
están aquí. Claudio y Steve. Samantha y mi pedazo de mierda hermano,
Walker, que estoy aprendiendo a que me guste de nuevo, incluso si es
solo en pequeñas dosis. Y, por supuesto, todo el personal del hotel y el
reparto de nuestro modernizado espectáculo de los Mountain Men.
211
Cuando finalmente me obligué a dejar el nuevo y mejorado ático de
Tiffy, volví a Los Ángeles a negociar los términos del contrato. Desde que
el guión estaba basado en mis experiencias como stripper masculino aquí
en el hotel, quería que el programa fuera fiel a lo que escribí. Así que
ofrecí el Landslide como la localización.
Apenas fue una negociación, ya que el estudio pensó que era una
gran idea. Y me mantenía cerca de casa mientras estábamos filmando.
El hotel ha sido un éxito desde la noche de apertura de los Mountain
Men 2. El espectáculo fue absolutamente popular y tenemos una
franquicia en marcha con un contrato siendo negociado para Las Vegas
y un espectáculo itinerante que empezará en unos meses.
Su padre estaría orgulloso. Maneja las organizaciones benéficas a
las que dejó sus billones además del hotel. Y a mí. También me maneja a
mí.
Me río y tengo que esconder una sonrisa para que no crea que estoy
preparando algo cuando aleja sus ojos de la televisión y me mira. Dios,
esa chica. Es todo para mí.
Nos casamos el día de San Valentín en la playa. Fue mi idea. ¿Quién
sabía que era tan romántico? Pero me estoy engañando. Siempre lo he
sabido. Y supongo que es por eso que estaba tan molesto cuando Walker
dejó a Samantha cuando se quedó embarazada. Sam tampoco lo ha
perdonado del todo por eso, pero lo está intentando. Él también. Y como
Tiffy me recuerda a menudo, todos cometemos errores, así que le di algo
de cuerda y le dejé encontrar su camino hacia la familia que lamenta
dejar atrás.
Tiff y yo descubrimos que estamos esperando a nuestro primer hijo
la semana pasada. El primero de muchos, espero. Así que en unos meses,
la vida será… Tengo que parar y recuperar el aliento, así de fabulosa será
la vida. Amé cada minuto cuando estaba ayudando a Samantha a criar a
Shelly, así que solo puedo imaginar la alegría que me abrumará una vez
mi propia personita venga a este mundo.
Cuando tomé la decisión de vender la casa, se sintió como un
fracaso. Por unas… cinco horas. Porque esa es la cantidad de tiempo que
pasó hasta que encontré a Tiffy en el espectáculo esa noche. Y ese
encuentro ha cambiado mi perspectiva de todo.
Cada uno tiene una vida y cada uno la vive como desea. No estaba
en deuda con los deseos de mi abuelo más que Tiffy lo estaba con los de
su madre. Hacemos nuestro mejor esfuerzo y nadie tiene derecho a
pedirnos más. Y quién sabe, tal vez un día esa casa estará a la venta de
nuevo y me encontraré en la posición de recuperarla.
Pero no estoy esperándolo.
Porque tenía razón. La vida es un juego.
Y hay muchas maneras de ganarlo.
212

Fin
J.A Huss

J.A. Huss nunca quiso ser escritora y


todavía sueña con esa elusiva carrera de
astronauta. Originalmente fue a la escuela
para convertirse en veterinaria equina, pero
pronto averiguó que tienen un horario
horrible y decidió hacer un posgrado en su
lugar. Ese doctorado no fue para tanto (y ella
realmente apestaba en toda la cosa
científica), así que lo dejó y consiguió un 213
máster en toxicología forense solo para
terminar con toda la cosa tan pronto como
fuera posible.
Después de la graduación, consiguió un
trabajo con el estado de Colorado como su
única inspectora de granjas y pasó sus días
vagando por las llanuras del este conversando con los granjeros. Después
de unos años de eso, se aburrió. Y ya que era una madre que educaba en
casa y en realidad sí ama la ciencia, decidió escribir libros de texto para
otras madres que enseñan en casa. Escribió más de doscientos de esos y
fue la publicadora número uno en tiendas en línea de educación en casa
muchos años, pero con el tiempo, cubrió casi tema científico en el que
podía pensar y se quedó sin mierda que decir.
Así que en 2012, decidió escribir ficción en su lugar. Ese año publicó
sus primeros tres libros y empezó una carrera que la llevaría a los
bestseller del New York Times y la pondría en la lista de bestseller de USA
Today dieciocho veces en los siguientes tres años. Sus libros han vendido
millones de copias por todo el mundo, la versión en audio de su libro
medio autobiográfico, Eighteen, fue nominada al premio Voice Arts y a
un Audie Award en 2016 y 2017 respectivamente, su audio-libro Mr.
Perfect, fue nominado al premio Voice Arts en 2017, y su libro Taking
Turns, fue nominado a un Audie Award en 2018. Johnathan McClain es
su primer (y único) compañero escritor y a pesar de que están mundos
aparte en cada manera imaginable, funciona.
Vive en un rancho en Central Colorado con su familia.
214

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