El novecentismo y la generación del 14: el ensayo, la novela
novecentista. Juan Ramón Jiménez
El novecentismo y la generación del 14 son dos movimientos literarios y culturales que surgieron en el siglo XX. Aunque comparten algunas similitudes, también tienen diferencias significativas. El novecentismo se caracterizó por su énfasis en la modernidad, el racionalismo y la preocupación por la renovación cultural, social y política. Los novecentistas buscaban romper con las influencias del modernismo y enfocarse en un estilo más sencillo, claro y objetivo en la literatura. También se interesaban por la renovación estética y la promoción de valores universales. La Generación del 14 fue un grupo de escritores y artistas españoles que se vieron influenciados por la Primera Guerra Mundial y sus repercusiones. Esta generación se caracterizó por su espíritu innovador y su compromiso con la renovación cultural y social de España. De este periodo destacan pensadores y ensayistas como Eugenio D’Ors quien en su Glosario diseccionó la actualidad de su tiempo en breves textos de carácter reflexivo; Manuel Azaña que fue el último presidente de la Segunda República y escribió, entre otras obras, La velada en Benicarló (1939), un conjunto de diálogos políticos; Gregorio Marañón médico y humanista, autor de estudios sobre personajes históricos como El conde-duque de Olivares (1936) y Ortega y Gasset. Este último es el autor que más destacó con ensayos como Meditaciones del Quijote o La España invertebrada. Su obra más importante es La deshumanización del arte. En ella describe la nueva literatura como un arte deliberadamente difícil, opuesto a lo sentimental y deshumanizado que no tiene que imitar la realidad. Las principales tendencias de la novela novecentista son el lirismo, el intelectualismo, la ironía y el humor, siempre con la intención de apartarse del realismo. Entre los novelistas de este periodo hemos de destacar a dos. En primer lugar, Gabriel Miró que cultivó una novela de tipo lírico, en la que la acción pasa a un segundo plano en beneficio de las descripciones preciosistas y de la belleza del lenguaje. Sus obras más destacadas son Nuestro padre san Daniel (1921) y El obispo leproso (1926). Por otro lado, Ramón Pérez de Ayala será el gran autor de la novela intelectual, en la que la trama cede terreno a los planteamientos morales, políticos y filosóficos, acercándose al ensayo. Belarmino y Apolonio (1921) es una de sus obras principales, junto a Tigre Juan y El curandero de su honra (1926). Por último, hay que hacer referencia a Juan Ramón Jiménez. Empezó su obra en el Modernismo que acabó despreciando para cultivar una poesía pura, “inteligente”, como él mismo llamó, intelectual, sin anécdota, estilizada y perfecta, más cerca del verso libre, de la austeridad de recursos y de las innovaciones vanguardistas. Él mismo reduce su evolución a tres fases. La etapa sensitiva: en esta etapa se acerca a los temas modernistas de la muerte y de la nostalgia con un tono intimista, contemplativo y sentimental. De esta época es Platero y yo (1917), Arias tristes (1903) y Soledad sonora (1908). La etapa intelectual se produce una ruptura con la poesía anterior. En 1917 aparece Diario de un poeta recién casado. Desaparece todo lo modernista, se elimina lo anecdótico, los poemas son breves y densos y usa el verso libre. A esta etapa también pertenecen obras como Eternidades (1918) y La estación total (1935). La etapa suficiente se extiende hasta 1936. La poesía se vuelve hermética. Dios deseado y deseante (1948) y Animal de fondo (1949) plantean el tema de la eternidad y de Dios identificado con la naturaleza.