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La vida y existencia de Jesús posee un significado espiritual para millones de

personas. Esta relevancia de Jesús ha provocado que muchos estudiosos


alrededor del mundo se encaminen en una búsqueda de la vida del Jesús
histórico, es decir, la vida que se puede reconstruir sobre este personaje a partir
de los documentos existentes que lo mencionan, bajo la lupa de una metodología
histórica rigorosa.

Para comprender al Jesús histórico es necesario estar al tanto de su contexto. No


se puede conocer al Jesús histórico sin antes contemplar el judaísmo de su época;
tal como menciona Klein: “Para el judío que piensa, está claro que el cristianismo
primitivo nació de forma natural del judaísmo. El fondo es auténticamente judío”
(2003, p. 71). Jesús era una persona profundamente judía, cuyo mensaje del
Reino de Dios, estaba relacionado íntimamente con las tradiciones judías, así lo
constata Wise: “Jesús era un judío, no un cristiano… los cristianos, a fin de
cuentas, ni han aceptado ni han seguido a Jesús el judío” (2003, p.72). Jesús fue,
pues, un judío galileo, que practicó la piedad, cuyo mensaje se centró en el
anuncio del Reino de Dios.

La mayoría de los datos históricos que se poseen sobre Jesús se encuentran en


los evangelios, sin embargo, esto presenta un desafío para los historiadores, pues
estos datos han sido “editados con posterioridad a Pablo y también teologizados”
(Sotomayor y Fernández, 2003, p. 76). Los evangelios poseen un interés teológico
para los evangelistas, mientras que el deber de los historiadores es dar con la
revelación más próxima al Jesús histórico.

Luego de los evangelios, las Cartas Paulinas son los escritos que poseen más
información acerca de Jesús, no obstante, la teologización presenta nuevamente
un problema, ya que “Pablo es considerado por muchos el autor del mito de Jesús:
suele decirse que Pablo transformó al predicador en predicado y cambió el
mensaje del reino de Dios que Jesús predicó por la cristología y la eclesiología”
(Sotomayor y Fernández, 2003, p. 75). Por lo que se entremezclan en las
Epístolas Paulinas, datos del Jesús histórico y el Jesús teológico.

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