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Por mujer o porque es

buena?
La propuesta de fijar cuotas por sexos en puestos
directivos hace temer por el peso de los méritos - Los
expertos alertan del desperdicio de talento femenino

Casi un 60% de los titulados universitarios en la Unión Europea son mujeres. Sin
embargo, apenas ocupan un 12% de los puestos de responsabilidad en las
grandes compañías. La mujer se forma, llega a la empresa y no avanza. No
asciende. Los prejuicios que todavía dominan el mundo empresarial, la dificultad de
compaginar la carrera con la vida personal y familiar y unas políticas de
conciliación aún en pañales no ayudan. Y ese desequilibrio, además de ser un
atentado contra la igualdad, provoca que la sociedad desperdicie gran parte de su
talento. Algo que si no se remedia, advierten los expertos, continuará ocurriendo.
Hay mujeres preparadas, solo hay que buscarlas. Europa debate cómo lograr más
presencia femenina en puestos directivos en el sector privado. ¿Formación y
concienciación o cuotas?
La situación cambia de país a país. En Suecia y Finlandia más del 25% de los
consejeros de administración de las grandes empresas son mujeres; en
Luxemburgo, Portugal o Malta son menos del 5%. El panorama es tan desolador
que hace unos días la UE dio un ultimátum a las grandes compañías. Si no
incorporan a más mujeres a puestos directivos se instaurarán medidas correctivas.
La Comisión Europea da un año de plazo. La medida es polémica. Sus partidarios
afirman que sin ella nunca se alcanzará el equilibrio en el mundo empresarial. Sus
contrarios, sin embargo, sostienen que es un sistema injusto que provocará una
nueva discriminación: que en los próximos años ningún hombre, no importan sus
méritos, ascenderá.
Francia ya ha tomado partido. Exigirá a sus grandes empresas -las de más de 500
empleados- una cuota femenina de al menos el 40% en los consejos de
administración, con seis años para adaptarse. Bélgica estudia una medida similar y
hace unos días el Senado italiano aprobó un proyecto de ley que, si pasa el último
trámite la semana que viene, obligará a que los consejos de administración de las
empresas que cotizan en Bolsa tengan al menos un 20% de mujeres en 2012 y un
30% en 2015. Actualmente son un 5%.
En España, la ley de igualdad efectiva fija un objetivo de paridad en 2015. Pero es
solo una recomendación. Las empresas "procurarán incluir en su consejo de
administración un número de mujeres que permita alcanzar una presencia
equilibrada", dice. Pero aunque se ha avanzado, queda mucho camino por
recorrer: las mujeres ocupan un 10% de los puestos de responsabilidad de las
empresas del Ibex 35; en 2004 representaban solo un 3%.
Cifras que no gustan al Gobierno que, sin embargo, considera la evolución
"positiva". Carmen Navarro, directora general de Igualdad, afirma que no se
descarta aplicar cuotas si, pasado el plazo que marca la ley, los resultados no
mejoran. Una fórmula que considera el último recurso: "Hay que actuar, pero es
mejor trabajar primero el apoyo, la formación de las mujeres y la persuasión de las
empresas que la imposición de una cuota. La igualdad primero se promueve y, si
no se reacciona, se impone".
El sistema de cuotas no gusta al Círculo de Empresarios, que lo consideran
"innecesario". "Las mujeres se están incorporando de forma natural a los puestos
directivos", afirma Fernando Eguidazu, su vicepresidente. Pone de ejemplo la junta
directiva de su organización, donde hace 10 años no había una sola mujer y ahora
hay seis (de 18 miembros). Eguidazu sostiene que el método correctivo puede
perjudicar a los hombres. "La incorporación de la mujer al mundo directivo es
buena y desable, no solo por razones éticas, también porque son el 50% del
talento. Borrarlo es irracional. En el pasado sí ha habido prejuicios, pero se están
superando y cada vez más se contrata al más competente, algo que las cuotas no
aseguran", dice. "Las cuotas además marcan. Pueden llegar a perjudicar a las
propias mujeres. Ahora las que llegan lo hacen por méritos, con la cuota no está
claro", remarca.
La europarlamentaria griega Rodi Kratsa-Tsagaropoulou (Partido Popular Europeo)
comparte hasta cierto punto la visión del Círculo de Empresarios. "Ese sistema
puede provocar la estigmatización de la mujer, que se piense que ha llegado a lo
más alto por la cuota, y no por su valía", dice. Sin embargo, aunque no es
partidaria de ese mecanismo corrector, lo ve como algo eficaz para lograr un fin
necesario.
Sin embargo, no se trata de una cuestión de méritos. La cuota no consiste en
buscar a una mujer, en lugar de un hombre muy preparado, para un puesto solo
por serlo. Se trata de encontrar a la más preparada. A la mejor. Y de obligar a las
empresas a salir a buscarlas.
Inmaculada Álvarez, presidenta de Mujeres Empresarias (Omega) ha ido
cambiando de opinión con el tiempo: "He sido de las mayores detractoras de las
cuotas. Creo que ascender es algo que se debería hacer por talento", dice. "Pero
pasan los años y observamos que se avanza a un ritmo tan lento que el
desequilibrio no se soluciona. Hacen falta elementos correctores que cambien la
situación, y no hay más mecanismo corrector que imponer cuotas. El sistema ha
dado buenos resultados en otros campos, como la política. ¿Por qué no introducirlo
en la empresa?", argumenta.
El martes, el Parlamento Europeo aprobó un informe en el que insta a los países
miembros a establecer medidas efectivas, "como cuotas", para aumentar la
presencia femenina en puestos directivos (no solo en los consejos de
administración). Su aplicación, afirman, "tiene efectos positivos". La Eurocámara
pone como ejemplo a Noruega, un país que en 2003 impuso por ley -aunque
progresivamente- la paridad en los consejos de administración de sus empresas. El
resultado ha sido excepcional. Las mujeres directivas han pasado de representar
un 22% en 2004 al 42% en 2009. La ley, duramente cuestionada, se ha
demostrado eficaz. "Si no hacemos algo, tardaremos 50 años en alcanzar la
igualdad", sostiene la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, que
propone a las empresas que cubran las jubilaciones de sus directivos masculinos
con mujeres.
En Noruega, la cuota ha logrado romper el techo de cristal. Una barrera invisible
que debe desaparecer. ¿Pero qué forma esa barrera? El vicepresidente del Círculo
de Empresarios cree que la razón de la escasa presencia femenina en los puestos
de dirección no es un problema de discriminación, sino de masa crítica. "La media
de edad de un consejero delegado es de 45 años. Ahora no hay suficientes
mujeres que llegan a esas edades con una carrera profesional sólida detrás",
argumenta.
La directora general de Igualdad no está de acuerdo. Asegura que la mujer sufre
más discriminación en el ámbito laboral. "La maternidad la sitúa en peores
condiciones en determinados tramos y eso perjudica en la promoción de la
carrera", asegura. Opinión que comparte la europarlamentaria sueca Eva Brit
(Izquierda Verde), que afirma que para romper el techo de cristal hay que crear
mecanismos de conciliación que permitan a las mujeres escalar hasta lo más alto
sin que su vida personal y familiar se vea perjudicada. "Sin que tengan que elegir",
dice.
La europarlamentaria María Nedelcheva (PPE), ponente del informe del Parlamento
Europeo, define la situación como "alarmante". "Si las mujeres estuvieran al mismo
nivel que los hombres, aumentaría un 25% el bienestar en la UE", dice.
Nedelcheva, sin embargo, cree que el mecanismo corrector debe ser el último
recurso. Algo que debe aplicarse solo si el resto no funciona. "Lo primero es crear
medidas educativas y de apoyo a la mujer, eso hará que llegue el resto", dice. Es
la opinión mayoritaria de los ciudadanos de la UE. Según un Eurobarómetro hecho
público el martes, solo un 19% está a favor de las cuotas -un porcentaje que otra
encuesta de Metroscopia cifraba en un 50% entre los españoles-. El resto ve más
efectivas medidas de concienciación y autorregulación. Y eso es lo que quiere la
UE. Reding ya se ha reunido con varias grandes compañías para analizarán las
opciones. Lo que les piden no es nuevo. Países como Holanda y Dinamarca ya
apuestan por ese modelo, sus empresas tienen compromisos voluntarios para
garantizar que se promoverá la presencia de mujeres en la gestión.
También la transparencia contribuye a equilibrar las filas en las empresas. Aquellas
que han adoptado códigos corporativos más transparentes en los mecanismos de
elección de los puestos directivos, tienen más mujeres. Ocurre en Suecia y
Finlandia.
El problema es cuando la voluntariedad y la conciencia social no funcionan por sí
solas. Ejemplo de ello es Alemania, donde hace 10 años las empresas accedieron
voluntariamente a incrementar la representación femenina en los puestos
directivos. El resultado ha sido inapreciable. Solo el 3,2% de los cargos de decisión
de las 100 principales empresas del país están ocupados por mujeres.
Ana Bujaldón, presidenta de la Federación Española de Mujeres Directivas,
Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (Fedepe) cree que el modelo ideal sería
que fueran las propias entidades las que asumieran el reto y se autorregularan
para dar cabida a las mujeres. "El problema llega cuando el cambio es tan lento
que perpetúa las barreras para acceder a estos cargos", dice. Bujaldón se muestra
partidaria de las cuotas, una medida "para equiparar géneros y no para reservar
plazas para mujeres, como a veces se critica". Un instrumento vital, define, "para
acelerar un cambio que la sociedad demanda". En 2007 España no estaba lista,
dice la directora general de Igualdad. "Tal vez en 2015 eso cambie".

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