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Información complementaria a la diapositiva con contenido teórico:

Considerando la obra de Sófocles como la expresión de opuestos de Heráclito - la identidad


de las cosas es su mismo ser diferente y opuesto - Edipo es lo contrario de sí mismo, pasa de ser
marginal a rey y viceversa. El oráculo regula el ciclo de cambios que mantiene el mundo y causa la
caída del héroe. Edipo se convierte entonces en el símbolo trágico de la voluntad humana que lucha
contra las fuerzas que no controla ni comprende.
En cuanto a la identidad, la constitución identitaria y los procesos de identificación forman
parte de una actividad discursiva - los actos de habla, las participaciones dialogales y los ritos
comunitarios - que comprende al sujeto (espectador/ receptor) como una entidad moldeable en
consecuencia de dicha actividad discursiva. Por ende, cuando se constituyen actos de habla y
movimientos relacionales, se crea el efecto de conexión, que según Hall Stuart es un proceso de
articulación sujeto al juego de la diferencia - me identifico por lo que el otro no es (retomamos a
Heráclito) - a esto se suma el aporte de Castells con el proceso de autoidentificación a través de la
cual, de maneja subjetiva, el espectador reescribe la identificación para sí mismo (me identifico con
algún aspecto del personaje pero no soy igual a él por otro aspecto).
Al mismo tiempo, en el teatro es importante la acción mimética, ésta subyace en la creación
de imágenes con un “para sí”, es decir que esta representación se subordina al cumplimiento de una
finalidad comunicativa que tiene una doble dirección y es denominada dialéctica de la
identidad/alteridad (capacidad de ser otro) : El objeto se despliega hacia una alteridad en un acto de
interpretación y por otro lado, se abre a un significado intraficcional donde la consciencia se
subordina a una meta presentación. Esto significa que el actor va a representar un personaje para que
el público vea y tome partido por él (como Edipo cuya situación genera terror y angustia por
momentos) pero al mismo tiempo, se creará una imagen mental propia de aquello que representa en la
obra. Dicha acción mimética cumple una función social vinculada a la implementación de
significados donde el “yo” se encuentra interpelado en la toma de posiciones, entonces podría ligarse
la interpretación del significado de la obra con el comportamiento del sujeto en la vida social
(Consideren la acción didáctica del teatro en la época clásica y el daño como medio para la enseñanza
moral).
Nos encontramos también con la concepción del tiempo como un aspecto central para el
argumento de la obra: el pasado se hace presente como un fantasma que vuelve al presente buscando
resolución (la peste que aparece porque hay un crimen por resolver). Esto implica que, desde el inicio,
el pasado nos da un mensaje que debe ser resuelto y allí el oráculo vuelve a tomar partido, a través de
las predicciones que están incompletas y podrían considerarse como el espejo de la realidad que
propone Platón: no se revela lo que es propiamente, se orienta a lo que podría ser, por ello, nos
engaña.
Trasfondo filosófico en la búsqueda de la verdad:
Cuando Edipo se propone buscar quién fue el asesino de Layo, aparece una búsqueda de
identidad para reconocer al otro y en esa búsqueda se encuentra con quién es él. Esto implica que en
nuestra búsqueda por descubrir quiénes o cómo son los otros, terminamos descubriendo nuevos
aspectos en nosotros mismos.
Foucault: Poder en la obra de Sófocles
A partir del complejo de Edipo explicado por Freud como una búsqueda de dominación y
poder exclusivo, mediante la posesión de la madre que no se logra por la figura del padre que
representa los límites y las prohibiciones, Foucault plantea que la obra es representativa e instauradora
de una relación entre el poder y el saber que asimismo busca la verdad obedeciendo a las prácticas
jurídicas griegas de la antigüedad.
Se busca la verdad a partir del planteamiento de un enfrentamiento como una suerte de
desafío entre dos adversarios (por ejemplo cuando Creonte y Edipo se enfrentan por la predicción del
oráculo Tiresias) esto hace que se descubra la verdad a partir de dos mitades que se acoplan: una
primera mitad, desde el pasado (retomamos la peste que envía un mensaje), es cuando se apela a
Apolo y a Tiresias porque a través de ellos se descubren la maldición, el asesinato, quién murió y
quién mato. No obstante, la verdad completa se sabe cuando aparece la segunda mitad: en el tiempo
presente, cuando Edipo escucha los testimonios de Yocasta y los criados. De este modo, la profecía
pasa a ser un hecho concreto.
Por otra parte, el filósofo sostiene que la figura de Edipo representa al tirano clásico griego.
Foucault explica que Edipo representaría al sofista del siglo V a.C., en esa sociedad no podía existir el
saber sin poder ni podía existir poder político que no supiese. Entonces, resuelve el problema de la
Esfinge a través de su sabiduría y se casó con su propia madre, por ello, sería un tirano que reina
gracias al poder oscuro de su sabiduría sin tener en cuenta las predicciones de los dioses ni los
testimonios de los hombres. Desde esta perspectiva, el problema de Edipo giró en torno al poder y el
modo de conservarlo porque se siente amenazado de perderlo. Por otra parte, señala como
características negativas que se identifica con la ciudad y que todo lo que consigue es por medio de su
conocimiento.

Edipo y la Poética de Aristóteles


Como vimos anteriormente, Aristóteles define a la literatura como una reproducción
imitativa que se da en tres niveles:
● Es diversa en ritmo y métrica
● Posee un tema diverso (el objeto a imitar)
● Imita objetos de manera diversa a la que son (NO es una copia idéntica de la realidad)

Edipo es una reproducción imitativa de un mito tradicional tebano. Sófocles lo retoma como
una tragedia con gran valor literario, independientemente de los motivos universales que plantea.
Aparece entonces un tema popular transformado en un gran drama por el poeta.
Aristóteles define tragedia como la representación de una acción memorable y perfecta, de magnitud
competente, recitando cada parte por sí separadamente, no por modo de narración sino moviendo a
compasión y terror que dispone a la moderación de estas pasiones. En la obra, encontramos como
acción memorable y competente a la peste que azota la ciudad, las partes recitadas separadamente
son los dictámenes (verdades) que aparecen sucesivamente y presentan diferentes juicios. El
protagonista mueve al espectador hacia la compasión cuando se ofrece para salvar a la ciudad y
demuestra que siente miedo cuando culpa a Creonte y Tiresias por la verdad que el oráculo le dice.
Posteriormente, siente angustia de su pasado:
“¡Desgraciado de mí! ¡Qué voy a poder decir a ese hombre! ¿Es que tengo, aún,
algún derecho a esperar algo de él? ¡No hace mucho, lo traté con tanta injusticia…!
[...] Expúlsame de este país ahora mismo. Haz que me vaya a un sitio en donde
nunca más pueda dirigir la palabra a un ser humano.” (pág 149)
En este punto, el personaje trágico afronta su destino con entereza pese al dolor y terror que
siente, conoce la verdad, Yocasta se ahorca y él se quita los ojos (pág 144, parlamento de Paje). Nos
encontramos con una obra que imita la ventura y desventura (dicha y desdicha) de los hombres en la
tierra. ¿Cómo imita? A partir del mito porque éste ordena los sucesos.
Al mismo tiempo, aparece la anagnórisis (reconocimiento), la persona desconocida se convierte en
conocida: Edipo y Yocasta se reconocen y por eso caen en desventura. Esta situación nos mueve a la
mímesis de la pasión como una pena nociva y dolorosa igual a las muertes que azotaron la ciudad al
inicio de la obra. Por ende, de esta pena participan Edipo, Yocasta y el pueblo.
Por último, dentro de la obra encontramos las costumbres presentadas de un modo verosímil a las del
pueblo griego.

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