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Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 1

© Revista Literaria Remolinos # 38


ISSN: 1997-3489, Junio – Julio 2009

Diseño y edición: Paolo Astorga

Web:
http://revistaremolinos.blogspot.com

E-Mail: colaboracionesremolinos@gmail.com

Dirección postal:
Sr. Paolo Astorga
Av. Malecón Checa 557 – san Juan de
Lurigancho, Lima 036, Lima-Perú

Licencia Creative Commons

Se autoriza la distribución y reproducción de esta


publicación siempre y cuando se cite el autor y la fuente
de la que proviene.

Lima, Perú
2009

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 2


Revista Literaria Remolinos # 38

Índice
Página
Editorial.................................................
.......5
Poesía....................................................
.......7
Carmen Elena Pérez de 8
Venezuela.......................................... 11
Juan David 15
Ochoa.................................................................... 18
A. Morales 23
Cruz....................................................................... 28
Ulises 32
Varsovia................................................................... 40
..... 43
Mariana 48
Bernárdez................................................................ 57
.. 61
Roselin
Alva.........................................................................
....
Laura Alejandra Rosales
Alvarado..........................................
Marlene
Pasini......................................................................
...
Teresa Esparza
Oteo................................................................
Ana del Rosario Montrosis
Guaje............................................
Rudy Alfonzo Gomez
Rivas......................................................
Lucía Cánobra
Pompei.............................................................

Narrativa................................................
.....65
Ángel Vicente 66
Cano............................................................... 68
Ricardo 79

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Iribarren................................................................ 82
.. 86
Alberto 89
Fernández.............................................................. 90
... 99
César Adolfo 100
Valdebenito...................................................... 101
Amado Gómez
Ugarte...........................................................
Jaime A. Fernández
Gianzo...................................................
Daniel Alejandro
Gómez.......................................................
José Ángel Muriel
González..................................................
María Celeste Vargas
Martínez.............................................
Mónica Montaña
Soto...........................................................

Crítica
Literaria..........................................102
EL MITO DE LAS MOIRAS EN “EL OTRO, EL MISMO”,
de JORGE LUIS BORGES
Por: María Alejandra Crespín 103
Argañaraz...............................
Teresa de la Parra, pobre animal de tierra caliente 110
Por: Yurimia
Boscán..............................................................
Claves históricas y sociológicas en “La carta 124
robada” de Edgar Allan Poe
Por: Augusto
Gayuba............................................................

Artículos................................................
.....128
Kamastro de Matuta
Por: Alexis 129
Cuzme.................................................................
¿Cómo se emancipa a un artista? 131
Por: Adriana Paulina Fabián
Méndez....................................
Literatura chilena y cambio social un caso de 134
desarrollo frustrado
Por: Omar 138
Cid........................................................................
DEL OBSERVAR

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 4


Por: Ricardo
Martínez...........................................................

Entrevistas.............................................
....141
Entrevista a Raúl 142
Harper...................................................... 145
Entrevista a José Jiménez
Cruz............................................

Reseñas.................................................
.....147
El amor en el columpio de su vaivén
de Marcelino Menéndez 148
Gonzáles........................................
Collage de viaje 151
de John Martínez
González................................................... 155
Lavandera de la noche
de Clara 158
Vasco....................................................................
..
Flamenco es un sueño
de Carlos
Almonte................................................................

Enviar
Textos..............................................161

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 5


Editorial
INTERNET E INCERTIDUMBRE

Cada día nos convencemos más del poder que tiene la Internet dentro de la
cultura mundial, en primer lugar como un medio de comunicación inmediata y de
acceso universal, por otro lado la observamos como una “herramienta” o “soporte” para
la adquisición de conocimientos dentro de un sentido científico que aporte a la
investigación una fiabilidad que sea complementaria de alguna manera con los demás
soportes clásicos como el libro físico.
Por un lado observamos que los cambios informáticos se suceden a cada
momento, dado que la Internet es una red dinámica y compleja desde el punto de vista
de la obtención de la información de manera inmediata (por ejemplo, alguna noticia,
hecho histórico actual, etc.), mas la adquisición de información especializada para la
investigación casi siempre se ve supeditada y hasta amenazada por esta especie de
“incertidumbre” dentro de la red.
Si uno desea hacer un estudio de algún autor, o de algún tema científico, o
simplemente colgar su blog o página en la red, su acción estará supeditada a ciertos
términos que la red impone. En primer lugar a esa “incertidumbre” de si el texto
(entiéndase también texto como cualquier archivo subido a la red ya sea página web o
parecido) será perpetuo o no en la red.
Obviamente la Internet tiende a ser más que nada la conjunción de una serie de
compañías que se pelean a los usuarios para que ellos elijan sus productos o servicios,
para que los necesiten, los utilicen, para que se hagan indispensables y por ende
trascendentales para su modo de vida intelectual y hasta para aquellos que nada tienen
que ver con eso (véase la web del harto conocido Hi-5).
Por ejemplo, tenemos el buscador Google ¿Qué pasaría si otra compañía la
comprase y decidiera por así decirlo, cerrar el sistema de blog más grande de la historia,
el Blogger? Se perdería miles de millones de datos que de una u otra manera hacen que

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 6


la red también sea vista como un espacio para la cultura y para la interacción del
conocimiento con otros equivalentes o contrarios.
Pues, aunque no lo parezca, dada las circunstancias este año el hosting de Yahoo
Geocities (donde alojábamos la Revista Literaria Remolinos) será cerrado. La
explicación es muy simple: El servicio ya no es rentable.
Por esta razón se ha decidido optar por trasladar a la revista a un Blog en el cual
se editará la revista en un nuevo formato que será el PDF y que se podrá descargar
gratuitamente desde el blog. La nueva edición de la revista no variará en ninguna de sus
secciones y se tratará de seguir la misma línea cultural que se ha estado gestando en sus
ya casi 4 años de existencia en la red.
Esperamos desde ya su comprensión y apoyo para que este proyecto no se pierda
por los callejones de la inanición o la indiferencia, pues de alguna u otra manera esta
publicación no sería posible si no fuera por el aporte casi heroico (por poner esa palabra
casi clandestina en estos tiempos) de nuestros colaboradores que aportan su creación,
arte, expresión, pensamiento y cultura como una manera urgente de seguir forjando un
espacio literario de accesibilidad y calidad.

Paolo Astorga
Editor de la Revista Literaria Remolinos

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 7


Poesía
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.
Leopoldo María Panero

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 8


Carmen Elena Pérez de Venezuela
p.salome55555@yahoo.es

COTIDIANIDAD

Voces que disparan


gritos que se ahogan
justicia diluida
pisoteada por fulano de tal
Escapan seguro
al vértigo de la ignorancia
Niños de la calle
se desdibujan en una
balanza de lamentos hipócritas
llanto, muerte, soledad
todos se
multiplican clandestinamente
a los ojos de ángeles caídos
por la infamia del destructor de sueños….

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 9


INASIBLE

Recuerdos
soledades miradas
sin ojos
reflejos dormidos estás aquí
te presiento te huelo te
confundo oigo tu memoria
marchita distante
¡La muerte no solo arrebata
despierta dolores y esperanza!

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 10


HASTÍO

El mismo mundo
monótono, aburrido.
los mismos ricos,
los mismos pobres,
la misma miseria
¿Dónde está el encanto de la vida?
Tanto poder, tanto dinero
frente a la necesidad,
el hambre y la tristeza.
Capitalismo monstruoso,
aberrantes guerras,
muertes, llantos
que desembocan
en el desierto
y en la aridez de
los sentimientos.

Carmen Elena Pérez de Venezuela. Soy Docente de Castellano y Literatura, con maestría en
literatura latinoamericana. Actualmente curso el doctorado en educación. Escribo algo parecido
a la poesía desde los 16 años, sin embargo me animé a publicar mis escritos en el 2007 en la
Revista Digital Letralia. Gané mi primer concurso de poesía en Enero de 2008

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 11


Juan David Ochoa
jpleyades@gmail.com

Cavilación de un asesino

Para ser un asesino solo basta con mover


los músculos al son de los sonidos peligrosos
de la lengua y rozar todos los cuerpos
con la indiferencia de un mamut sobre
un cúmulo de hormigas.
No se necesita arrebatarle el respiro
a ningún cuerpo para ser un asesino,
ese es el último recurso
de la patología misantropica.
Con un sola mofa camuflada
o un solo vestigio tartufo de un vocablo
Se puede exterminar a un hombre
y volcarlo en los fangos
del odio como a un nuevo
asesino libertino.
Existe entonces un error
conceptual sobre la muerte perpetrada.
No todos los seres abatidos
reposan en los panteones.
Los hay quienes renuncian
a los ritos nimios y apestan
de lastima por sus gemidos
y sus tonalidades de estertores.
Así los asesinos no son
todos los que acechan
con sus armas cruentas
en las noches desoladas
o en las diurnas esquinas vulnerables.
Todos los que hayan renunciado
a la simple prudencia del lenguaje
cargan un sinnúmero
de muertos en sus labios

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 12


Morir contra natura

sobrepasar el terror a la mortal consecuencia


después de la conspiración contra la sangre
y actuar en cada paso secuencial
sin nerviosismo.
persuadir primero al lastre de las dagas
en todo balbuceo,
extinguir la pausa de la desazón
en cada predicado y abdicar finalmente al frenetismo
o al espasmo definido sin concebir alguna duda o añoranza,
no puede tener predominancia la melancolía
para lograr la insubordinación de las arterias.
hay que expulsar después
el putrefacto pasado
de la carroña pectoral.
se admite el método ipsofacto
o el embrujo psicoactivo,
también el golpe contundente
o en la mas urgente opción
el adelanto a la instrucción definitiva.
sin embargo es prioritaria la prudencia
en la secreta fuga de la piel.
se recomienda la lenta percepción
de cada órgano fundido,
la exhalación sublime
en el olvido paulatino de la historia
y la sonrisa irónica sobre la sensación
de la parálisis.
también el objetivo es perturbar
a los espectros sacrosantos.
se admite solo un homenaje subjetivo
al universo y quedan abolidos
los susurros religiosos,
en el instante pues en que se admita.
la total banalidad de cada antiguo logro
debe procederse sin ninguna retracción
a la clausura

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Vitalismo

Rotos todos los espejos.


en el suelo tirados los lánguidos
a la voluntad de los rayos inconmensurables
las legiones iracundas pasan
Destrozando las rocas al ritmo de los
tambores violentos bajo el grito
de libertad histérica
el polvo esta nublando
las fronteras y los gritos desde el suelo
aturden y el halito denso los ahoga,
los estruendos son evolutivos
y un trombón estalla
con trompetas y violines
y cantos que parecen gritos
poseídos por todas las sopranos
de las eras, a esta tierra del vapor
insoportable llegaron también en
desembarcos masivos los fantasmas
insurrectos con sus formas hinchadas
por el frenetismo,
todos aquí desnudos con espuelas
de acero arremetiendo contundentemente
contra todos los imperios, contra todas las ciudades
incluso los inefables enardecidas por el viento

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El limite de la carne

En ese ultimo instante de


de los absolutos explotados
quedaran evaporados todos los sonidos.
tras la rendición de todo movimiento
no van a instigar nunca mas
los cuerpos ni las ventanas
Dominadas por el sol,
ni el sol porque será
el frío mas hondo posible
el que gobernara el estado nuevo,
el que carecerá de los preceptos y de las frontera.
Antes que el último músculo se rinda
van a quedar los pensamientos regados
en los charcos, los proyectos hundidos
en las grutas,
y en el ultimo vestigio
la tierra abrirá su boca y se tragara
un nuevo narciso que se creía también
hijo único del universo

Juan David Ochoa, resido en Cali, Colombia, tengo 21 años y escribo


poesía desde hace algún tiempo, he hecho estudios de filosofía y
colecciono cine clásico. Blog: http://polvodesombras.blogspot.com

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A. Morales Cruz
a_morales37@hotmail.com

Preguntas en espera

Y se hace uno la pregunta…


Pero las preguntas se han ido por un vacío
Que dejó una larga estela de polvo al pasar un camión de este a oeste
Yo recuerdo su color y su deslizante manera de moverse
Pero nada se mueve en este instante
Por eso nos desconcertamos ante lo que dentro de un frasco
Aparece cautivo: una fruta una leche tierra
Una araña atrapada que no nos dejará dormir
Cuántas preguntas, pregunto yo, se pondrán amarillas y feas
Cuando el tiempo las arrolle o les queme las nalgas?

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 16


Dieldrin

Unas nubes son apenas pocos universos que corren


por varios caminos a la vez
Son sueños de aves de huesos rotos y una agitación de alas
Otra vez mudan de lugar otro paisaje se llena de hielo
Otro paisaje hace lluviosa las horas que contemplo
Cuando entras… a dónde?
Hacia una ficción a punto de ser pintada en un maravilloso coche
Doble tracción
No abras
No espantes las moscas que me cubren después de este falso látigo
Arrecian hasta el tope del cielo tus plegarias, por mi, a la hora de desvanecerse

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 17


Así beben los caballos románticos

Tiempos profundos, tiempos de una sola calle


Y se ven pasar paraguas bajo la lluvia indescriptible

Cómo son las lluvias en un país? Delgadas, rosadas,


avenas, sin cuerpo, lisas, morenas, deslizantes
como los aviones encima de las cabezas
algunos reparten material de guerra o libros de alfabetización

cómo irse antes que llueva, al cielo


cómo irse después de la lluvia directo a tu casa donde hay un soñar
negros jardines y muertos que más nunca se verán
¿cómo se verá la lluvia antes que te marches
y me des un beso largo desnudándose con otras canciones
conocidas y agitadas
que tu devuelves con una dulzura
mezclada de infinitas cosas
bien tuyas y desesperadas?

Ω
A. Morales Cruz. Panamá, 1952. Escribe cuento y poesía. Tiene publicado los poemarios:
Esta primera vez bastó la sal (Imprenta Universitaria, 1978) El círculo, la grieta (Fundación
Signos, 1999). Colección de cuentos: Lejanos parientes indecentes (Cuadernos Marginales,
2007) Aparece en Antología de poesía joven de Panamá. Colabora en páginas electrónicas.
Blog: www.poematon.blogspot.com

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 18


Ulises Varsovia
deulises.varsovia@bluewin.ch

Bruma materna

De entre la bruma asome una mano,


asome un rostro inconfundible
lleno de indelebles cicatrices,
asomen las fotografías
de niños clavados en el tiempo,
y la silueta de una mujer
de indefinibles rasgos, llorando.

Nadie más que tú, desconocido,


anónimo viajero en camino
por las páginas de las vidas,
nadie más que tú los indicios,
las llaves, los escondrijos,
el aroma de los ausentes.

Tú el mismo el que allí, detenido


en medio de brumosas formas,
tú mismo el que soplando, hinchados
los carrillos de tempestades,
tú el único, hijo, que en lo alto
con tu mirada pura tendida,
mirando acercarse a los difuntos.

Déjala levantarse, siquiera,


déjala proferir, llorando,
las palabras del perdón, siquiera.

Déjame, hijo, llegar a tu vera,


y acariciar tus amados rasgos,
y decirte adiós por vez postrera.

(Pero has de seguir asomando


por entre la materna bruma,
con tu inconfundible rostro
lleno de indelebles cicatrices,
y la silueta de otra mujer
de indefinibles rasgos, llorando).

(Inédito)

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 19


Dispersión

Saldréis a vagar por la niebla


de un día de color somnambular
reunido en torno a los difuntos,
cuando el más absolute mutismo
en la dispersion de las hojas secas.

Llegaréis, acaso, al camposanto,


y entre las tumbas amortajadas
hallaréis la lápida borrosa
de alguien que hondo en vuestro corazón,
muy hondo en la memoria del alma.

Será un largo, ultimo diálogo


a través de la piedra rugosa,
entre dos seres aprisionados
en un sólido pacto de sangre.

Y continuaréis vagando, a solas,


continuaréis buscando y buscando,
mientras el día se desreúne
en la dispersión de las hojas muertas.

De Hojarasca (2008) Inédito

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 20


Gusano virtual

En su capullo el gusano virtual


adueñándose penosamente
de sus volatiles atributos,
incierto vástago irreproducible
de un sonambular progenitor.

Horas de estupor y de ansiedad


girando en torno de los guarismos,
atisbando la huidiza cantidad
de los mágicos componentes,
demacrado en la larga vigilia
a orillas del arroyo sonoro.

Penosa, lenta la transformación


del singular gusano del sueño,
mudando su onírica substancia
en una azarosa travesía
por latitudes inextricables.

Pero he aquí que el salto del embrión,


he aquí que la locuaz crisálida
desplegando sus sutiles élitros
en la atmósfera del ensueño.

Y en un vuelo de inéditos fonemas,


el inquietante insecto sonoro
a zumbar sobre las páginas
de la indestructible poesía.

De: Pasto de las llamas (2008) (inédito)

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 21


Llaves

Años de difusa luz


detenidos, temblorosos,
en la caligrafía
de mis viejos cuadernos.

Alguien vino aquella vez,


alguien tocó a mi puerta,
y me entregó un manojo
de llaves oxidadas,
carcomidas por el tiempo.

¿Qué cerradura abriré,


a qué casa fantasma
regresaré con los míos
a soplar el polvo,
a reconocernos, di?

¿En qué fría habitación,


sobre qué lecho vetusto
depositaré mi cuerpo
para volver a dormir,
para regresar del sueño?

¿Y quién nos llamará, di,


quién irá de cuarto en cuarto
llamándonos en alta voz,
pronunciádonos despierta,
con la misma voz del ayer?

Imágenes de mi cuaderno,
letras que escribí llorando
para arrancarnos del polvo,
para volver a vivir.

Alguien vino, sí, hermanos,


alguien me reconoció,
alguien me entregó las llaves
de las viejas cerraduras,
de una casa, un lecho, una voz.

De: Pasto de las llamas (2008) (inédito)

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 22


Orfandad

Temblorosas de orfandad
van por el aire
las hojas secas,
trémulas de no llegar
allí donde nadie
ni nadie en la tierra.

¿Adónde volarán,
adónde que tarde
en la arboleda,
y quién os recibirá,
quién, si ya sin sangre
vuestras venas?

A mí, hojas mías, volad,


a mí, por el aire
con alas trémulas,
que vuestra orfandad
en mi hogar un padre
de ramas eternas.

De Hojarasca (2008) Inédito

Ω
Ulises Varsovia. Nací el 2 de julio de 1949 en Valparaíso, cuyo mar y sus tempestades
marcaron definitivamente mi persona y mi poesía. Estudié varias asignaturas humanísticas, y
trabajé en tres universidades, tanto en historia como en historia del arte, al mismo tiempo que
escribía poesía. En 1985 salí a doctorarme a Alemania, y como mi mujer es suiza, pude
trabajar y quedar-me en San Gall, ciudad en cuya universidad hago un par de lecciones. He
publicado 28 títulos de poesía, cinco de ellos en Chile, y tres dedicados a Valparaíso, el último:
Hermanía: La Hermandad de la Orilla, en Apostrophes de Santiago (www.apos.cl). El libro
más antiguo que he publicado es Jinetes Nocturnos, de 1974, pero tengo otros inéditos más
antiguos. En 1972 publiqué un cuadernillo, Sueños de Amor, que circuló sólo entre amigos. Me
han publicado más de 70 revistas de literatura de todo el mundo, en varios idiomas, y repetidas
veces, y estoy en numerosas páginas web. En agosto del pasado año salió a la luz en Sevilla,
España, mi libro de poemas Anunciación. Ángeles y Espadas, publicado por la Asociación
Cultural Myr-tos. Esta misma entidad acaba de publicar mi Antología Esencial y Otros Poe-
mas (1974-2005), que incluye dos poemas de cada poemario publicado, es decir, 52 poemas
"esenciales", y tres poemas de 12 libros inéditos, lo que hace un total de 88 poemas. Lo último
mío aparecido es Vientos de Letras, también antológi-co, en colaboración con el poeta andaluz
Alexis R., editado por Myrtos. De los 28 poemarios publicados, sobresalen Jinetes Nocturnos,
de 1974/75, Tus náufragos, Chile, de 1993, Capitanía del Viento, de 1994, El Transe-
únte de Barcelona, de 1997, Madre Oceánica, Valparaíso, de 1999, Mega-lítica, de 2000,
Ebriedad, de 2003, y la Antología Esencial. http://ulisesvarsovia.tripod.com
www.ulisesvarsovia.ch

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 23


Mariana Bernárdez
mariana.bernardez@gmail.com

Liturgia de águilas

Quiéreme más allá de tus ojos


del mar que aduerme
de la sal que abraza los labios
aunque te tiemble el desgano
y se afiebre el cuerpo de frío

Más allá de los verdes de un musgo inexistente


de las piedras roídas de esta ciudad
que ni se quema ni se allueve

Se resguarda ante mis días el Tepozteco

Y aquí temo por un sol que no alimenta


mas que la sed y el hambre.

Quiéreme más allá del siglo que no es


de la cerveza del sábado
o del tabaco que se ahuma
porque no hay miseria ni duelo
si te sé en la espera de la blancura del papel.

Tal vez de tus manos que olvido


como el camino a casa
la casa misma con sus árboles
y sus baldosas hechas río que lava
Tal vez de tus manos se desanude la nostalgia

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 24


que abandona lo perdido
y se desviolente el ánima del cuerpo
que se me adelgaza en jirón, nube y borrasca

Pero tus manos se ocupan


en la nomenclatura cierta
de lo insignificante que construye carreteras
Río de Janeiro y la luna
redes que a mí no me atrapan
pero que despiertan tu astucia.

Me obsesionan las imágenes de la Alameda


la rabia de sentir las palabras ahuecándose
¿Quién hirió de muerte a la palabra?
Es inútil, dicen, está desahuciada
No es una parturienta
ni el turista perdido en las callejuelas
de la incongruencia que serpea

Está herida
No la habremos de sanar
aunque se nos desborde el aliento
y nuevos niños amanezcan

Nosotros
y estas cuatro paredes
frente a frente
no la hemos de salvar.

¿Y para que salvarla?


Si ni siquiera podemos salvarnos
Quizá esta inutilidad justifique el botón caído del saco
y la rata que asoma por la alcantarilla.

Extraño la casa
sus paredes y la azucena
la nochebuena y el puente
el colibrí y el olor a mesa
pero perdí la única moneda
y no pude llamarte

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 25


Mis ojos trataron de retener la sucesión de actos
mis manos
el colorín reventando follaje de despedida
el vaivén de la palmera y el rosal

Nada pude decirte


se me fueron las palabras.

Ya no sé quien debe salvar a la palabra


o si ella debe de salvarnos
No sé y llevo 34 años en la misma ciudad.

Cuéntame si afuera de sus murallas


existen los tonos violoncelo
si aún la inmensidad recorre la bruma del Tepozteco.

Dentro del silencio el sonido mudo


vibra la elocuencia de voces que se enredan
en la respiración de letras y silabarios

Cuéntame tantas cosas que no he leído


por ejemplo cómo canta un re bemol
y cómo las higueras en octubre aletean

Te conté alguna vez de las águilas


que sobrevuelan el piso 29
El cielo se mira tan distinto
desde un estanque lleno de piedras.

Cuéntame del As de diamantes


del Rey de Espadas
52 cartas por cada semana
y el acertijo se pierde en la baraja
ya no juego de la Oca
si no oquedad de un Black Jack
¿Cuándo Juan se volvió noche
cuándo el negro se llenó de día?
Hay un mismo corazón en todos los colores
La lava tiñe igual en Creta que en Hawai.

Tantas voces
Qué dicen las voces:
La cantante no está calva

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 26


¡Dios mío! Pronúnciame desde la cima del Tepozteco.

¿Y qué hay debajo?


Más de nueve círculos
polifonía de línea triangular

Dime

Quiéreme más allá de tus labios


más allá
de la sonata que hace latir los pulmones
después
del último cigarro que enmudece
los pasos a través de la neblina
Las cuerdas del laúd
un acorde en medio de las estaciones

¿Cuándo viviste?
Son diez círculos
y del triángulo se desdibuja la espiral
¿Cuándo moriste?
Antes del rocío
en el camino
al terminar la película
¿Cuándo?

No digas ya
mejor aguárdate
porque el día que canten las montañas
ni el túnel del metro será escondrijo de la desventura

A lo lejos canta el ciego:


Diles Juan que me quiero matar
y la muerte no llega cuando alienta la súplica
es la vida recorriendo la piel de la esquina
donde la puta y el teporocho se gruñen
es una calle polvorienta de niños hechos ojos
que te agostan.

Quiéreme, quiéreme más allá

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 27


de estos montes
más lejos
de la nopalera, la luz y los nogales
desde lo profundo de tus venas
que sea tu boca consuelo
y salida de esta falsa alambrada.

Ω
Mariana Bernárdez, poeta y ensayista, realizó estudios de posgrado en Letras Modernas y en
Filosofía por la Universidad Iberoamericana. Sus libros más recientes son: María Zambrano:
acercamiento a una poética de la aurora, México: Universidad Iberoamericana, 2004. La
espesura del silencio. México: Instituto Mexiquense de Cultura, 2005. Bailando en el pretil,
México: Universidad Iberoamericana, 2007. Todo está en la línea: conversaciones con Raúl
Renán y 15 poemas inéditos. México: Universidad Autónoma del Estado de México, 2008.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 28


Roselin Alva
roselin_150@hotmail.com

ADRIA BELA

Montaña de azúcar
En una café muy negro
Un cóctel de frutas para la mujer del viajero
Vagas palabras, un camino sin futuro
Un ángel duerme en su vientre
Se ha perdido algunas veces
El esta preocupado, quiere hacerlo visible
Veinte años de distancia
El río vuelve a su cauce
Dos vidas aparte, es el azar
Una es esposa, una es amiga
Ese niño ha llegado
Ellos se alegraran
Mientras que las ilusiones de ella
Se derriten,
Como en cincuenta años el Huascarán
Su concentración,
Una vil situación,
La invade sin que lo pida,
No es en la que depositas todo interés
Es la que te entrega imágenes y recuerdos
No los requiere, no lo soporta
Olvídalo, tu mente ya esta ahí

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 29


No he llamado al anunciador
Solo he imaginado al portavoz
De los que se escribe, se entiende
Cuando acabe de escribir, la misma sensación
¿Que necesidad contiene? ¿Qué motiva a preguntarlo?
Es frío o caliente, ninguno es, es un matiz
¿Donde se ha enterrado la escritura?
¿Existe alguna utopía?
Y sabes del cine y el mar pero tu respuesta no está
Terminas de imaginar y bajas del infierno,
El infierno en el cielo porque desear el cielo es un infierno.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 30


MEZCOLANZA DE RUIDO Y MEMORIA

Mientras se mueve el carro y la noche haya empezado sin mi nombre


Un paradigma, eso eres tu, quien grabó su figura en el laberinto del cerebro
La necesidad de explorar en la arquitectura de su belleza
Cuando alguien semejante a ti se adelanta
Saber como se fusionan aquí el pintor y el escritor
Entiende con solo sueños, en los que el mundo se destruye
Pero inmediatamente comienza otro igual
Los recuerdos no se quedan, alegre recompensa
Mañana el sol irradia con más fuerza, sube mas humo cada día
Consume el aire que alguna vez fue puro
Hablo con alguien y sus oídos no están dispuestos
No devuelvas tu sonrisa y dibújala sobre mi aire
Tu pensamiento difumina los colores del individuo que se comió la manzana
Ahora escribo como pitonisa antes que termine esta noche.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 31


PINCELES EN LA TARDE

Un sonido a la vez,
No hay evidencia del cigarro
¿Era lo que querías y esperabas?
No existe la perfección en tus palabras
Hacia donde caminas,
Cubriendo tus cabellos dorados
Están un pantalón blanco y algodón cubriéndote
Estoy caminando en sueños dentro de un laberinto dorado
El viento ondulado,
Espera tengo que cambiar este color
Y se inmoviliza el pintor
Ha dibujado en su mente mi cintura,
Esperó por mí, ¿le ha pasado algo al pintor?
Dio vueltas alrededor de mí
Quiero saber tus secretos, Mezclarlos y pintar tus labios,
Ha susurrado
Se balancean al cielo mis pendientes
Sus ojos hacia abajo
Mi ropa, mi cintura
Jamás encendida como sus mejillas

Ω
Roselin Alva. Nací en Lima – Perú el 6 de agosto de 1989. Soy
Estudiante de Administración de Negocios Internacionales en la
universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 32


Laura Alejandra Rosales Alvarado
laur404@hotmail.com

Nota:

Estos poemas conforman lo que será mi primer y único


poemario. Se titula: “El patio de los espejos”.

***

Ella escala la aurora al descubierto.


Ella conoce los sonidos de las sombras.
Ella teje sueños de corderitos.
Ella se camufla en sábanas colmadas de penurias y deseos.
Ella se desnuda con pudor frente al espejo.

(Preferiría no tener ojos)

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 33


***

Mis tardes de esperanza se consumieron en tu pulmón


En la ceniza de tu último cigarro
En la habitación en llamas
Donde por las noches encontraba la lluvia y tu imagen perfecta
Cubierta de lodo y de rocío.

Ahora reposo con el corazón


Azul/rojo
Azul/púrpura
Azul/amarillo
Debajo de un arbolito verde
Me cubro el sexo con el último caracol vespertino
Y crece mi corazón.
Crece tu ausencia.

Es verano.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 34


***

Abominable pesadilla que al fin despierta.


Te he seguido hasta que mis pupilas se gastaron
Mientras envejecías en tu espacio
Callado y sumergido.
Recorriendo tierras que te dibujaron alguna vez un sexo
Una palabra
Una noche espiralada.

Oscurecido. Oculto.
t u r o s t r o

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 35


***

¿Acaso no he pronunciado lo suficiente mi cuerpo al alba


Dándole tantos significados como materia inútil
O ataúd de células crispadas por el silencio?

Mi cuerpo es una playa solitaria que vomita un eco amargo…

Mi cuerpo es un solo cuerpo.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 36


***

La princesa de los cuentos


Ha perdido su título de Cinderella.
No volverá al castillo
No elevará cantos a los pájaros
Ni perderá los zapatos ni los pies.

Ahora come,
Bebe y engorda.

Ahora tiene un corazón.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 37


***

Duerme llorona
Apacigua la estrella
Cansada del follaje de tus párpados.
Víbora que levanta el puñal de fuego
Para morder el anzuelo de tu corazón;
Triste corazón que hoy sirve de alimento para los caracolitos
Que no comprenden pinturas de Dalí
Y que más bien las ignoran
Cuando estás se pintan en tus ojos
Mientras lloras, Llorona;
Bañista de Cezanne
Aborto de Alejandría
Al borde de la ventana
Te pido que mames de mí
Tu miedo a las alturas,
Tus ganas de ser lirio
Astronauta o alpinista.
Duerme llorona
Que los pájaros son figuras geométricas hechas de papel rayado
Que dibujan un camino desde tus senos hasta Andrómeda.
Y te quiero Llorona;
Te quiero y te odio así
Bajo la lluvia
En la ventana,
Con los pájaros
Y la luz roja de la avenida,
Vienes a mí y yo voy hacia ti,
Acariciándote frente al muladar
Frente al espejo.
Resiste Llorona
Un almanaque más al menos
Sonríe
Ponte las gafas
Abandona tu casa
Entierra caracolitos.

..
.
(nadie deberá conocer nuestro secreto)

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 38


***

Jamás quise morir de forma tan abrupta


En este papel color hormiga.

Mientras la esencia de la muerte


Surca cada una de sus esquinas,
Yo escribo toda la noche.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 39


***

He temido a la vida
Sobre los claveles negros de mi infancia.
He perdido el rostro en un patio lleno de espejos.

Laura Alejandra Rosales Alvarado. 19 años. Estudiante universitaria (tiene prohibido revelar
la especialidad). Adicta al Lucky Strike, las habitas tostadas y el tres leches. Sueña con una
bicicleta. Toca saxofón alto, guitarra, bajo, algo de batería, flauta dulce y hoy en día incursiona
en la melódica. Su beatle favorito es George Harrison. No baila. Colecciona boletos de micro y
hojas de papel higiénico de diferentes colores y grabados. El amor por las letras lo tiene desde
los 14 años. Ha publicado en las revistas literarias Tráfico y Heridita. Su bitácora:
www.soyunsauce.blogspot.com

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 40


Marlene Pasini
pasini@att.net.mx

Poemas pertenecientes a mis libros publicados

De “EL SILENCIO ES OTRA NOCHE”

Mutismo
Para Alfonsina Storni
In memoriam

La boca silenciada
mutila palabras que agonizan
en la punta de la lengua.

Látigo de relámpagos:
el oculto dolor.

El cuerpo gotea su desmesura


en su fondo de pozo,
por debajo de sí
capa tras capa se desflora
hasta su centro ínfimo.

El grito desolado irrumpe


en los muelles de la calma.

Vorágine de lunas afiladas,


máscara ante una puerta de sombras,
desde el limbo
rostros de arcángeles
se desploman como guijarros de cristal.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 41


Sortilegio

Ondulación perdida
en la mirada,
inscripciones de lo invisible
caen al fondo del sueño.
Insignias de otro tiempo.

Alas fugaces danzan


entre las ramas,
cada movimiento
se evapora en la hoguera del instante.

Desde lejos un rumor de pájaros


asedia el estanque y su quietud de jade.

Cuarzos de luz
cruzan un esplendor de nubes,
reverberan en las aguas mudas.

Un último andar en sigilo sepulta la oscuridad.

Intacta negrura de sombras.

El profundo cielo
es un canto impasible de cuervos.

Soñar: luz que se disuelve.


Sortilegio.

De “RECINTOS BAJO EL SOL”

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 42


De “CRISTAL DEL TIEMPO”

Mutaciones

Se hunden relojes.

Prisión que de pronto acecha.

Espinas lapidan el fango de la memoria,


tanto rostro destejido por grises hilanderas.

Noches y días sobreviví errando desiertos


ciega en tus nervaduras invisibles.

Batalla sin tregua


invencible hasta la derrota.

¿Dónde está mi lugar entre despojos?

Mi sombra también se irá


en tu buque de fantasmas.

Ω
Marlene Pasini. Nació en Toluca, Estado de México
(1970), actualmente radica en el Distrito Federal; es
Comunicóloga y Poeta, cursó los Diplomados de Dirección
de recursos humanos y Relaciones laborales en el ITAM.
Tiene publicado el libro “Cristal del tiempo” (2002), y los
siguientes poemarios “El silencio es otra noche” (2003),
“Recintos bajo el sol” (2004) perteneciente a la
Colección de poemas de Cuadernos Mexiquenses. Ha sido
incluida en las antologías: “Desde el fondo de la gruta”
de la Universidad Autónoma del Estado de México y
“Cuando las olas se hicieron palabras” (Poetas del nuevo siglo mexiquense). En el año
2002 fue entrevistada por el periódico Excelsior de México para la sección cultural. Poemas
suyos han aparecido en las revistas: “Magisterio” de la Dirección Gral. de Educ. Normal y
Desarrollo en México, “Casa del Tiempo” de la Universidad Autónoma Metropolitana,
“Molino de Letras”, “El búho”, Revista Norte/Sur, en “Letralia” revista de escritores
hispanoamericanos en internet, “Remolinos” y arte poetica.com. En el año 2008 fue
difundida su obra en el programa radiofónico “arinfo” de Argentina. Ha participado en
encuentros nacionales e hispanoamericanos de poesía. Recientemente obtuvo mención
honorífica por el Primer Concurso Nacional de poesía “Francisco Javier Estrada”, 2007.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 43


Teresa Esparza Oteo
mtereeoi@yahoo.com.mx

s/t

Coalición de palabras en el centro


ni te llegan, ni me llegan.
Frases sin sentido
se destruyen entre sí
concientes de su inutilidad.

Voy a alejarme por un tiempo


empaquetaré las historias que cargo
te llegarán por correo,
quizá algún día nos entendamos.

Nuestro mundo se derrumba


y nosotros delimitando territorios.
Nos repartimos los ríos que dejan las goteras,
las montañas de pedazos de cal que caen de las paredes
y las chispas que salen de los contactos,
como si no hubiera nada mejor.

Hoy me hace falta una dosis de ternura.

Lo que trato de decir es que quizá


podamos encontrar la falla de otra forma
o podríamos perdonar… no sé.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 44


s/t

And you know that she's half crazy


But that's why you want to be there
Suzanne
Leonard Cohen.

Ana hace a un lado el silencio


y tapa sus suicidios con un pedazo de papel donde hay un verso.
Lo arrastra a su querencia para enseñarle
lo bien que pueden hacer sus palabras
y lo que hay arriba de sus cicatrices.

La ternura acumulada acaba por desbordarse,


ella le pide prestado cualquiera de sus insomnios,
unos minutos de su gesto cuando disfruta,
una que otra carcajada, algunas de sus canciones favoritas
y tiempo en la ventana por donde ve llover.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 45


s/t

Hay varias noches en vela


donde la cama me queda chica y grande
con las mismas ideas estúpidas que brincan la cerca
y regresan para volver a brincar.
Mi teléfono es un eterno chubasco,
las ventanas miran a través de mi,
y las personas se volvieron camaleones.
No sé qué hacer con esos cuatro versos que no encajan en ningún poema
o con estos días que parecen semanas.

Tengo anécdotas que quiero contarle,


y una plaga de hormigas cuando lo pienso
pero lo acompañé a la calle por donde se fue
para que yo no supiera lo que en realidad es,
no le dije que lo sé.

La cercanía de los domingos me recuerda


decirle a mamá que rece también por mí.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 46


Y él le dice

desvístete, ahora vuelvo y sale


ella piensa que eso no es nada romántico
se queda vestida
él regresa, no entiende su expresión
ella no entiende cómo puede ser tan frío.

Pero no sé por qué platico estas cosas.


En qué me quedé?, ah si.

De niños jugábamos a sostener la mirada sin pestañear


sólo era mirar los ojos, desde afuera
hasta que empezaban a lagrimear,
el primero que los cerraba, aunque fuera una décima de segundo, perdía.
Ahora es más complicado,
no me importa sostener la mirada durante un rato,
mirar un poco más adentro,
pero poco
no sea que algo de mí se quede
y me aterra la imagen de
enterrado vivo o vivo enterrado
que no es lo mismo, pero es igual.

Alguna vez él me miró con ternura,


hasta podría decirse que era amor
pero fueron pocas veces.
Un día me decidí y me deshice de sus pertenencias:
los días de espera,
sus libros, discos y las palabras dulces
los regalé.

¿Por qué llegué a este punto?,


no lo recuerdo.

A veces es un barandal de escalera


se queda con algo de todos los que suben o bajan,
a veces es la escalera
pisoteada.

Una amiga me platicó que él le dijo:


Desvístete, ahora vuelvo y salió.
Ella pensó que eso no era nada romántico,
¿O fui yo?, quizá
pero esto ya lo conté…

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 47


Ω
Teresa Esparza Oteo nació el 28 de mayo de 1960 en la Ciudad de México. Ha publicado el
libro de poemas Desde lo Cotidiano (2006) y asimismo sus trabajos aparecen en antologías de
poesía y cuento publicadas por diversas editoriales; Poetas de Atizapán, Rumor de Fuego
Latiendo en la Piel, Amates 19, Vientos del Pasado, Días de Sol, Púas en el Alambre, Tigres del
Porvenir, Toco tu Boca, Ser Abuelos, 60 Minicuentos y un Rebelde y A Generation Definding
Itself, entre otras. Algunos de sus poemas han sido traducidos en inglés. Sus textos han sido
publicados en variadas revistas culturales.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 48


Ana del Rosario Montrosis Guaje
anitamontrosis@hotmail.com

CONTRAPUESTO II

El baño de esta tarde


Ha sido insuficiente
Huelo a manteca y azufre
Nadie me visita
Ni las moscas
Ni los fantasmas
Ni la primavera que el año pasado traía flores

Me vigilan como si fuera un sirviente


Han plantado en la imagen
Una lectura aburrida
Tal vez por eso niego estas cadenas
Y me canso de esconder las manos

Todos creen que al lavar los pies


O al cortar los cabellos
Nos hacemos cómplices
Tonterías, nadie sabe
Que cuido de esta casa
Y rezo a estos ángeles
Para suavizar los pecados
De mis hijos

Cuando nadie resiste estas quejas


Me miran como si supieran
Donde y cuando comienza
A gotear la sangre

A veces creo que no entienden


Que este arte sonámbulo
Gira cuando el cuerpo
Se acomoda al revés

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 49


LA EFIGIE DE RIDEAU

Hoy advierten a una ESTATUA


Que se reproduce en la agonía del verso

Cuando la tarde duerme una siesta


Para no ver el suicidio del lenguaje
Y el nacimiento del hastío
Imagino divinidades

El día no se acicala en un aplauso


Tampoco esta cama es una ofrenda literaria

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 50


DEFORME

Algo le falta a la procesión del cuerpo


Algo medianamente subterráneo
Algo que se desliza entre la grieta y la llanura

El último coro de ángeles dice


Que las estrías de una madre revelan
La orfandad del vientre

Se equivocan, el círculo vicioso


Apacigua la tempestad agridulce
Una vez que se sitúa en la custodia de las piernas

Otro ángel intruso aparece y señala


Que todo se comprueba en el primer llanto
Y en la caída de las hojas del cementerio

Yo creo que estás deformidades son mis rabietas


Que se extienden cuando la noche
No devuelve el zumbido que suele depositarse
Entre la urbe y la nostalgia

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 51


PLATAFORMA

Nos invitaron a remediar las deudas


A cancelar la huida de los Dioses
Después que las cruzadas nos desterraron
Hasta donde el fuego quema desfasado
Todo era una falsa
Una encrucijada
Nadie presagio los símbolos
Nadie se adelanto
En la mesa de las indulgencias
Nadie
Ni el Señor
Ni los Ángeles
Ni tú

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 52


SISIRC

Me pasa cuando empiezo a inmortalizar


La temperatura del cuerpo
Una mezcla de imanes bailan amorfos
En el cosquilleo difuso de los pies
De pronto suben como burbujitas al estomago
Todo se aprieta y se distribuye
En el aire, en mi risa, en tu odio, en el pasado

El tiempo es un juego que se voltea bajo la cama

Ω
Ana del Rosario Montrosis Guaje (1969), poeta y escritora. Parte
de sus textos se encuentran en las revistas Ancla, Labios menores,
Aurorea Boreal, La mancha, El puñal. Ha publicado el poemario
TACONES BAJO LA LUNA, Editorial puerto alegre 2007. Ha sido
criticada en la revista punto final y en el Diario Austral. Ha sido
reseñada en el periódico Dato Sur en el cuál es a su vez columnista
semanal de la sección cultural y literaria. Parte de su investigación a
cerca del Festival Nacional del folklore de San Bernardo fue escrita
en la Guia Patrimonial, 2008.( p 83-91). Actualmente forma parte de
la organización de los encuentros poéticos Poquita fé, Chileposía y
Descentralización en San Bernardo. Presidenta del centro cultural
Otro/Sur y directora de la Revista literaria Pluma Negra. Dirige el taller” Boris Calderón” en la
comuna de San Bernardo.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 53


Eder Hernán Sarao
edersarao@gmail.com

El cuarto está inundado de pasado


De olores de todo tipo
De sugerencias en el aire
Está situado en una capsula ajena a este tiempo

INRI lleno de telarañas


Sus pies sucios
Los clavos oxidados
Colgado a veinte grados a su izquierda
La body milk yace parche en el piso
¡Ah eso sí!
Se respira un poco de cordura
Se respira poesía:
Furia, soledad, risas;
Rimbaud, Bukowsky, Sabines
(A Shakespeare, Whitman y Paz
Los leo en la biblioteca)

De vez en cuando lo aseo


Aunque las telarañas le vienen bien
-Estética naturapop aracnipop.-
La cama es el santuario de las rebeliones
La parte interesante,
Donde se derrama el sudor disidente
Espada contra espada de momento no
Flecha al blanco hasta la fecha si
Susy Hortensia Katia
Y la histérica endemoniada e insurreccional Ángeles

Porque será
Que este cuarto esta inundado
De perversa melomanía Juvenil y
De ataúdes que guardan
La lloradera existencial bajo la cama.
Exceso de Dios

Era demasiado pesar en mis flacas venas


Tenía la luz atravesada en la garganta.

Sobraba.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 54


Solía poner atención a las hormigas
Reír de vez en cuando
Dormitar a los borregos
Para después babear la almohada.

Creía en los escapularios y


Las fiestas de guardar
No bebía
No cogía
No nada.

Mis hombros no soportaban


El rasposo peso de la caoba
Y las punzadas: inyecciones
A manos de la peor enfermera.

Jamás vuelvo a estar


Para besar pies
Y salvar al mundo.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 55


ALQUILER

Destrozaste la invitación de mi exnovia


a la inauguración de su nueva casa,
y por si fuera poco la destrozaste a ella también.
Tu me sugieres calma
y te lanzo una estampida de objeciones;
no eres nada sensata te consumen los celos
no entiendes que estamos juntos
que no somos pares que no somos clones
para terminar pronto
que no somos nada mas que amantes.

Yo no desmerezco tu ausencia
pero también
no correspondo a tu silencio
me gritas y te tropiezas con el sillón
donde recién ayer me hiciste el amor
tu clamor por el caos es un martillo
que ya extirpó mi paciencia, sin embargo,
no pienso reventarte la boca a cachetadas;
como Kalimán soy fuerte pero todo un caballero
te seguiré la corriente
porque
las diferencias los caprichos y tus celos
al fin
no son nada comparado con lo que me haces
por las noches por el día en el suelo en la cama
en donde se te ocurre y cuando se te antoja
en esos breves instantes cuando se te olvida
que no soy tuyo.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 56


La presencia consiste en ligar la ropa sucia
A la mugre del pasado;

Consiste en no pensar las vísperas con arrebato,


En no morderse los labios si la chupada es fina y densa;

Consiste en tirar la basura donde el espacio sobra


Y la pesadumbre agita los nervios;

Consiste en no ver hacia dentro


Para por fuera escupir unas cuantas calles
Y patear unas cuantas puertas.

La ausencia por otro lado


Consiste en pasarse la vida como idiota
Buscando valores de X y Y
Que nunca he de disfrutar con las manos
Como lo hago
Con tu cara
Tus tetas
Y con tus nalgas.

Ω
Eder Hernán Sarao (Villahermosa, Tabasco). Nacido cien años
después de la muerte de Marx, nacido el día en que inicio el pleito
terrenal mexicano, nacido en la hora en que cualquier empleado
estuviese roncando la de ay ay ay ay canta y no llores…en el sur,
un Estado convertido en salsa y yo convertido en un ser que
escribe para no sentirse extraño. Actualmente estudio el último año
de la carrera en Sociología; y para ser exacto me espera un futuro
i ncierto.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 57


Rudy Alfonzo Gomez Rivas
awas.29@hotmail.com

Sé que…

Sé que no hacen falta pechos vírgenes para alimentar mi alegría.


Sé que el tiempo sigue en el reloj descompuesto.
Sé que los perros en noches taciturnas se convierten en nuestras conciencias.
Sé que el Océano Pacífico a veces olvida su nombre.
Sé que a veces despierto con el alba a media luz y el cielo ya no está nervioso.
Sé que la escopeta prendida en la pared fulmina mis sueños.
Sé que algunas calles empedradas recorren recuerdos suicidados por el tiempo.
¿Dónde están las dudas, la inconformidad para seguir viviendo?

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 58


Poesía

Alarido jubiloso que trasciende en las palabras,


alondra impávida que hipnotiza con su canto,
pintor intangible que matiza paisajes
en las descolgadas noches del silencio.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 59


En Estos Tiempos

En estos tiempos Caín recobra la vida,


Goliat aún pelea con la humildad,
en estos tiempos Cleopatra
busca a Marco Antonio en sus baños de leche,
en estos tiempos Napoleón Bonaparte
deja libre a las mariposas de su vientre,
en estos tiempos Da Vinci cena con Jesús
y sus intentos de convencer a Judas son en vanos,
en estos tiempos Julio Verne
construye un cohete espacial
y se convierte en el primer emigrante,
en estos tiempos Lázaro se rehúsa a levantarse.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 60


Mar Interior

Este mar que hay en mi interior


envuelve con su espuma lechosa
la playa de todos mis sentidos
mientras sus olas bailarinas
chocan contra la conciencia,
hay veces que está en infinita calma
otras veces se vuelve tormentoso.
De cualquier forma
cuando quiero disfrutar de su grandeza y frescura
mis emociones como gaviotas
pican mis ojos y lloro de alegría.

Ω
Rudy Alfonzo Gomez Rivas. (Aguacatán, Huehuetenango,
Guatemala 1977) Es Técnico en Gerencia para el Desarrollo Rural y
Docente. Su poesía aparece publicada en: La Revista D de Prensa
Libre, Diario La Hora, Revista Entremundos, Revista Cultural La
Ermita, Guatemala. Revista Remolinos, Lima, Perú. Revista Voces,
Madrid, España. Colección “Gaviotas de Azogue”, Madrid y México
D.F. Revista Literaria Azul@rte, Canadá. Revista La Urraka,
Cartagena de Indias, Colombia. Revista el Ateje, Revista Literaria
Baquina, Miami Florida, Estados Unidos. Revista Alas del Sur,
Magdalena, Argentina. En la Antología II “Continuidad de las voces”,
Editorial de los Cuatro Vientos, Buenos Aires Argentina, 2007. Seleccionado mediante concurso
para aparecer en la Antología No. 27 de La Revista Literaria de Creación Bilingüe Arcoiris, con
traducción al Francés, Editorial Arcoiris, Francia, 2008. Seleccionado mediante concurso para
formar parte del Libro Antológico “La Mujer Rota”, Editorial Literalia, Guadalajara, Jalisco,
México, 2008. En el Libro Colectivo “Verbo Cirio X”, Editorial Literalia, Guadalajara, Jalisco,
México, 2008. Seleccionado a través del I Concurso Internacional de Poesía, para formar parte
en la I Antología Poética la Voz de la Palabra Escrita, Servicios Editoriales S.E.O.L. Bilbao,
España, 2008. En la Antología Mundial de Poesía –digital- editada desde el Salvador por el
poeta André Cruchaga, dicha antología es Patrimonio Cultural de la UNESCO. Escribió el
Prólogo Para el Poemario Mi Miedo Solo Mío de la Poeta cubana-costarricense Yamilka Noa
Justiz, denominado “Mausoleo y Mi Miedo Solo Mío”. Finalista en el V Concurso Internacional
Hespérides de Cuento y Poesía, La Plata, Argentina, 2007. Finalista en el XVI Certamen
Internacional de Poesía y Narrativa, Buenos Aires, Argentina, 2007. Finalista de Poesía
Hiperbreve, Concurso Internacional de Microficción “Garzón Céspedes”, Madrid, España, 2007.
Finalista en el Concurso Internacional de Mixrotextos “Garzón Céspedes” 2008, Cuento de
Nunca Acabar, Madrid, España. Finalista de Monólogo Teatral Hiperbreve Concurso
Internacional de Microficción “Garzón Céspedes” 2008. Premio Especial de Monólogo Teatral
Hiperbreve Concurso Internacional de Microficción “Garzón Céspedes” 2008 (ambos en Madrid,
España). Primera Mención de Honor en el Certamen Internacional de Poesía “Premio María
Eugenia Vaz Ferreira”, Uruguay 2008. Editor de la Revista Literaria “Voces Convergentes”
(alcance internacional) y del Suplemento Literario Infantil “Río de Letras”. Tiene inédito varios
poemarios y un libro de narrativa breve.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 61


Lucía Cánobra Pompei
lucia.canobra@gmail.com

El co nci er to d e la cr isis
o el di scip ula zgo se re vier te

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 62


La fe

…ojo de luz
en el centro de un mundo terrible y alegre.

Georges Bataille

Montserrat desde lo alto busca el fuego. Todo ha de regresar alguna vez, pienso entre
paréntesis. Esconde en precipicios una llave enmohecida, impreciso ungüento de una
era trágica. Llamas, dioses incendiándose, malogrando el cuerpo de otros, latigándose
en placer prohibido. Como el sabio antiguo, ciego cándido, entregado a muslo incrédulo
de las cenizas. La mirada embrutecida, mientras ríos de estribor, conducen la canícula
viviente: Habré de ver el flujo de mis piernas, fruto brujo de pasión sublime. Entrega
lega de heredades malolientes, de entremezclas despreciables. La humedad deviene
mácula. De la mácula, erosión. La erosión transforma en duda, y ésta en pánico y
violencia. El fuego avanza, material incandescente. Arrúllame en tus manos,
ambicióname sin vicios ni pecados. Soy mortal, molígera, cantábrica; que amo lo que se
me entrega, y me entrego al ser amado, sin desdichas ni mezquinos límites o atisbos.
Con las manos en la espada, estremezco el canto de las piedras y animales que revierten
lo salvaje de sus sombras y sus babas. Con mis lágrimas de muerte, gobierno el frente
de una guerra en el pasado. La sangre, los caídos, las cruces en las manos llenas de
reseca sangre. Mis manos me conducen, guiadas por un ser que está muy cerca. El
umbral permite una abertura; atisbo tiernamente al otro lado.

Ya no voy sino que vuelvo, hacia el centro de la mínima existencia: Dios, los hombres y
la fe de los que mienten.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 63


El ermitaño

Ermitaño, tiempo cruz. Rezo eterno, caminatas sobre el fuego, gritos sin origen, la
tormenta empieza. Logro recordar escenas truncas, fragmentadas por la huida, el viento
o el horror. De mi mano, a veces, arremeten los demonios, la vida triste, el final rojo,
traspasado a cuchilladas; sin embargo vuelco el hambre. Vuelo, vuelvo… Me trituro en
pensamiento, hace ya mucho. Bajo pergaminos y otros símbolos de adoración. No. No.
Espero, me sumerjo en aguas secas. Recibo las caricias de hace décadas, años, días. El
recuerdo sucio de una representación vacía. Habla en letanías, cumple fieles
compromisos, pero no me lleva, ni a mí ni a nadie. Esperamos tristemente que el fuego
arrase la abadía, desde catres, sábanas y piedras, hasta yesos, reflexión y fe. Nada queda
por hacer. Sólo comprender al misterioso guía que revela nuestra senda en dispersión.
Pasan años que retrasan, o adelantan a ellos mismos. Regreso, voy y permanezco. A mi
mano asido un cartílago de pez. A mi piel ajada el sol, los años de vivir en el desierto, la
desaparición. Y, a pesar de todo, comienzo a comprender. El conocimiento actúa,
aglutinante. En la dispersión me desvanezco, como una hoja seca en la tormenta, como
una vida que repite, permanentemente, cada acción pasada.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 64


Epílogo

Cuando el tiempo no termina, es el tiempo asido de las manos, afirmado o retenido por
la culpa. No es espacio ni lugar. No es sentido ni tampoco pensamiento. Es el tiempo
que termina y no termina, realizando bruscos gestos de locura y crueldad sobre mi
cuerpo. Ya no busco entendimiento ni razón. Sólo veo el símbolo mayor, postrado entre
las nubes, los pilares, los pasillos tenebrosos, humeantes, cansados... Aquel símbolo
llamado amor acá, ficción allá, vacío o reflexión profunda. Simplemente acallo nuestras
voces, las silencio por el bien de una raíz, de mi raíz, que tiembla o pudre bajo las
intensas lluvias de placer, pecado y duda. No me veo reflejada en el estanque, no siento
el quebradizo paso tras los vidrios; la catedral ha sido clausurada y sigo sola,
deambulando entre las celdas, los secretos y las tumbas. Lo demás se ha desvanecido, el
calor de las visitas, el jardín de las delicias, la pileta y los deseos, los rezos del
amanecer.

Llana, quieta y lúgubre, no me pueden ver porque no existo, y sin embargo soy, entre
mármoles exiguos permanezco, en el borde sin igual del trazo fresco, en cada pétalo de
rosa, en cada piedra, en cada lívida inquietud…

Ω
Lucía Cánobra Pompei nació en Algeciras, España, el 9 de septiembre de 1979. Tras un breve
paso por Argentina y Uruguay, actualmente vive en La Serena, Chile. Es Intérprete superior en
Piano y dirige un Taller de poesía llamado “Al sur del sur”. Sus poemas han sido ganadores o
finalistas en concursos en España, México, Argentina y Chile. Desembarcos, su primer libro,
fue editado el 2008 por el sello "Prometeo". Los presentes poemas pertenecen al texto inédito:
El concierto de la crisis, que espera publicar a finales del 2009.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 65


Narrativa
Dos son las obras que dejan en pos de sí los hombres: una la obra en
sí misma y otra, la imagen que del hombre se forman los demás
Jorge Luis Borges

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 66


Ángel Vicente Cano
dukeziggy@hotmail.com

MEMORIA DE MIS PUTAS

Me habían enviado a un curso a Madrid, durante una semana me pase las horas
estudiando lo que podríamos llamar nuevas técnicas de manipulación y explotación de
los trabajadores de mi empresa.
Cuando terminó el curso el viernes tarde, decidí marchar y no quedarme para la cena de
final de celebración, por lo cual me despedí de todos con amplia sonrisa y cogí mi coche
raudo para llegar pronto y en buena hora a Valencia.
Pensando en el camino me di cuenta que no había gastado ni la mitad de lo que tenia
otorgado en dietas y con ese dinero extra fui pensando mientras conducía en que
capricho gastármelo, había reeditado un disco de David Bowie con una portada
alternativa y dos segundos mas en una canción, también me interesaba un grueso
volumen de antropología además de la caja de Dvd´s de Stanley Kubrick.
Pensando en lo feliz que seria consumiendo estos diferentes artículos de suma
necesidad, las luces de un ostentoso local en la carretera llamaron mi atención, “Club
Las Cuatro Dunas”, tome el desvío y paré el motor en el parking.
Detenido en aquel lugar me surgieron dudas ¿Qué hacia yo allí?, pero salí del coche y
anduve decidido hacia la puerta, un gentil señor con gafas oscuras a las dos de la
madrugada y aspecto de Neanderthal me abrió la puesta con una sonrisa, mientras me
decía – que lo pase bien –.
Era un pasillo oscuro que anduve intentando fingir cierta experiencia en estos lugares,
pero de repente se abrían dos puertas, en una decía chicas alegres y en la otra chicas de
alto standing, pensé – joder, para una vez que voy a estar en lugar de estos – y me
adentre en la puerta que estaba bajo el letrero de “alto standing”.
Era una sala decorada en un claro estilo colonial, no se veían muchos clientes, pero si
unas diez chicas vestidas con traje de hombre algunas, pantalón vaquero y camisa a
cuadros otras, portaban otras palestino y ropas que podríamos llamar hippies. Me
acerque a la barra y pedí un güisqui solo, bueno solo no, con dos hielos y un vaso, se me
acerco una chica y se sentó al lado mientras me saludaba.
Me preguntó mi nombre y si estaba casado, yo pregunte el suyo, era una chica joven,
morena y guapa con un cuerpo de lo que hoy nuestra sociedad marca como “cuerpo de
bandera”, no me atraen mucho las chicas jóvenes o de mi edad, es conocido, al menos
por mi que me gustan las mujeres maduras, pero de repente ella empezó a hablarme del
John Locke y el empirismo británico, yo me deje llevar en sus divagaciones sobre la
tabla rasa y la adquisición de conocimientos básicos a través de los sentidos, mientras
discutíamos sobre la sustancia del mundo ella me interrumpió y me propuso subir a un
cuarto, page mi güisqui, el vaso y el hielo y me tomo la mano para subir a una
habitación.
Una vez allí, cerrada la puerta se sentó en la cama y me pidió que clase de servicio
quería y si podía pagarle antes de este, - griego- dije, me marco la tarifa y le di el
dinero.
Entonces se quito la camisa de cuadros y se quedo en vaqueros, botas camperas y un top
gris que no conseguía sostener sus pechos, se sentó a mi lado en la cama y empezó a

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 67


comentarme el pensamiento presocrático sobre apariencia y realidad. Era mi primera
vez y no es la filosofía antigua mi fuerte, pero ella me miraba mientras yo me dejaba
hacer y me decía - pienso que es más importante el pensamiento de Parménides al
compararlo con su contrario en razonamiento, Heráclito – le nombre a Tales y mientras
sostenía una goma del pelo en la boca y alzaba los brazos para sujetarse este, seguía
insistiendo en que el razonamiento de Parménides negando el movimiento ya que este
es una ilusión era el mas aceptado en el sentido mas lógico.
Se me fueron los prejuicios y la vergüenza, me gusta tomar la iniciativa en las
relaciones intimas, la puse de espaldas a mi y la atrape en la pared, tomándole los brazos
en alto le susurre el mito de la caverna de Platón, ella se dio la vuelta de manera muy
hábil y se agacho frente a mi, desde abajo me miraba y me arremetió con – Platón fue
un simple historiador de lo que especuló y dijo Sócrates, yo no considero a Platón- , la
tome en brazos y le dije mirándola a la cara – como puedes negar su teoría de la formas
– y ella mirándome con ojos de viciosa me dijo – leyendo a Nietzsche -.
Cuando acabo mi tiempo, bajé y me encendí un cigarro en el coche, dejé que mi mente
guardara la experiencia y me volví hacia casa totalme extasiado y emocionado, al llegar
de madrugada a casa, hice el amor a mi mujer.
Por la mañana nos levantamos y fuimos a desayunar tostadas y café, ella me hablaba
sobre una compañera de trabajo, el tinte de su hermana o el jaleo de los vecinos nuevos
el martes noche, yo la miraba y recordaba a la chica que por la noche me había resuelto
tan sutilmente la lógica de Aristóteles y la reducción de los argumentos mediante los
silogismos, miraba a mi esposa y oyéndole hablar de lo que quería hacer el
ayuntamiento en nuestra calle, sabia que ella jamás podría darme lo que me dio aquella
joven.
Desde aquella noche guardaba un dinero para una vez al mes acudir a los clubs,
rotondas o anuncios de periódico para tener relaciones con prostitutas de alto standing,
recuerdo en una casa particular con la chica echada contra el sofá disertaciones sobre el
Tractatus lógico – Philosophicus de Wittgenstein y sus raíces en el atomismo de Russell,
en otra ocasión me acerque a una muchacha de una rotonda y le pregunte precios – 20
metafísica, 30 existencialismo, 40 Positivismo lógico, le invite al coche y pasamos
media hora hablando de A.J. Ayer.
Otra vez, también en el coche, con los cristales empañados y en lo asientos de atrás,
discutía con otra muchacha la obra del compositor y director de la opera de Viena
Gustav Mahler considerando su obra como un enlace entre la tradición austro alemana
del siglo XIX y el modernismo del siglo XX, además del poderoso lamento de su tema
“Das Trinklied vom jammer der erde” que suponía un reto para cualquier tenor de la
actualidad.
Con aquellas muchachas disfrute como nunca lo había hecho de la poesía de Machado
el teatro de Calderón de la Barca, aun me excito con aquella mujer recitando el
monologo de Segismundo y las teorías de Stephen Hawking.
Pero ayer, después de trabajar pase antes por una esquina donde vi unos días antes
nuevas señoritas, me puse a la altura de una de ellas y pregunte precios – 30 euros
chupar, 50 euros follar – subí la ventana y acelere camino a casa, aquella mujer, me
ofrecía lo que cualquier mujer me puede dar.

‫ي‬
Ángel Vicente Cano: Dedicado a la canción de autor, escribe poesía y adapta canciones de
Brassens o Dylan al Castellano, actualmente canta poemas de Agustín García Calvo o
Benedetti además de escribir artículos y cuentos publicados en el Blog donde colabora con
Pablo Hernández “Extravíos de la conciencia”

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 68


Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 69
Ricardo Iribarren
rik1622@gmail.com

El Arlequín y el Clítoris

Donatella no recordaba el momento en que descubriera el Barquito (su forma de llamar


a clítoris); quizá al acariciarlo por primera vez se desatara el placer súbito, las deliciosas
ganas de orinar y Abdur, el arlequín, saltando como un grillo. Traje rojo con rombos
negros, sombrero simulando un par de cuernos y zapatos en punta como los payasos;
entre una y otra voltereta, se detenía para mirarla: rostro alargado, voz profunda y ojos
tristes a pesar de la sonrisa.

Su madre debía bañarla en casa del vecino, ya que en la suya siempre faltaba el agua.
Al terminar, la envolvía en toallas tibias y sobre la cama, Donatella seguía acariciando
el Barquito. El arlequín corría entonces por las paredes, se columpiaba en las manchas
de grasa y a veces lo acompañaban perros, focas o leones que ejecutaban números
asombrosos. Cuando la niña retiraba la mano de la entrepierna, todos desaparecían en
medio de chispas encarnadas.

Alguna vez temió que sus padres la regañaran, pero pronto advirtió que ellos no podían
verlo; al saltar, el Arlequín atravesaba los cuerpos y las cosas sin lastimarse ni herir a
nadie. A medida que Donatella crecía, su madre se preocupó de las risas y voces
solitarias y lo comentó con la maestra, quien explicó que la niña estaba en la etapa del
amigo imaginario; agregó que aquello era normal y que todo pasaría sin consecuencias.

Casi todas las noches, el padre de Donatella regresaba borracho. Insultaba y golpeaba a
su esposa, pero antes de dormir tomaba a la niña, la cargaba y con tono alcoholizado le
hablaba tiernamente. Es mucho lo que te quiero… por ti yo vivo y siento. No contenía
las lágrimas al repetir las protestas de cariño y todas las semanas le compraba juguetes
nuevos, aún cuando escaseara la comida.

Ojos llorosos, labios apretados y una permanente mueca de amargura, su madre vivía
quejándose de la falta de dinero. Regañaba muy seguido a Donatella y por encima del
miedo que le producían las violentas discusiones, la niña pensaba que los golpes
propinados por su padre eran merecidos por tratarla mal.

— ¡Señoras y señores! ¡Con ustedes el trapecista atrevido y peligroso, que desafía


la muerte con toda elegancia…!

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 70


En aquella noche de sus nueve años, luego de esta formal presentación, Abdur saltó
hasta el columpio, una rectangular mancha de humedad en el techo de la cocina; allí se
balanceó, caminó cabeza abajo y brincó cayendo parado frente a Donatella. La miró a
los ojos.

— Esta noche tu vida cambiará — Ella entendió a medias sus palabras.

— No cambiará — aseguró con tono terco — mi papá me quiere y no va a cambiar.

— Esta noche tu vida cambiará — repitió él e hizo otra voltereta al advertir que su
amiga estaba a punto de llorar — ¡Soy tu padre! — agregó ahuecando la voz y
simulando que cabalgaba — ¡Vengo a buscarte en un caballo blanco…!

Ella volvió a reír hasta escuchar los gritos y los golpes. Su padre había llegado más
borracho que otras veces y al entrar rompió la puerta. Donatella retiró la mano del
clítoris y el arlequín se disolvió en los halos de la luz del bombillo.

A partir de ese momento se abría un hueco en su memoria; años más tarde, los
recuerdos regresarían como fragmentos súbitos y brillantes y al asociar a ellos el relato
de los hechos, podría armar lo ocurrido.

Su padre tomó a su madre como un ariete y golpeó varias veces la pared con su cabeza.
Donatella intentó detenerlo tirando de los pantalones, pero con el revés de su mano él la
golpeó en la cara arrojándola lejos.

En los restos de recuerdos, veía a su madre con cara de loca arrastrándose hasta el
mueble donde guardaban la vieja pistola del abuelo; luego, el estruendo del disparo y su
padre cayendo como una bolsa.

Sola, helada y con miedo, escuchó las sirenas; una ambulancia llevó el cadáver y un
coche de la policía trasladó a su madre. Alguien le avisó que su tía vendría a recogerla y
mientras aguardaba, Donatella metió la mano bajo la braga y se acarició. Sonriente,
inmóvil, mudo, el arlequín la miró en silencio durante un rato, tranquilizándola con su
presencia.

Su tía Alcira era solterona y muy piadosa. Tenía dinero, vivía en una casa espaciosa y
por primera vez Donatella tuvo un cuarto para ella. Pasaron los días, volvió a la escuela
y en los atardeceres, cuando quedaba sola, recurría al Barquito para llamar al arlequín.
La música de circo resonaba al compás de sus caricias y las volteretas de Abdur la
ayudaban a conjurar la tristeza.

Niña tímida, callada, sumergida en su mundo. Así la definía la maestra. En los recreos
se encerraba en el baño, colocaba una carpeta encima de su falda, metía la mano por
debajo de la ropa y dialogaba con Abdur o disfrutaba del espectáculo.

La noche en que su madre murió en la cárcel, él la llevó a volar por la ciudad y al


regreso comprobó que apenas habían pasado unos minutos. Durante el velorio y el
entierro, la ayudó a evitar la desesperación.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 71


Al cumplir catorce años, las caricias de Donatella dejaron de ser inocentes. En esa edad
tuvo su primer orgasmo. El cuarto, la luz del día, los contornos de las cosas,
desaparecieron en medio de una oscuridad embriagadora, y sólo brillaron los ojos del
arlequín que no dejaban de mirarla fijamente.

A los quince años cuestionó su existencia.

— No eres real. Cuando quito la mano de mi Barquito, desapareces. ¿Acaso estás


muerto y eres un fantasma?
— Estoy a mitad de camino entre la vida y la muerte — contestó él — Tus caricias
me acercan a la vida.

Otras noches la acompañaba a mirar televisión; elegía los programas más violentos, se
extasiaba ante la sangre y los cadáveres y después volvía a ser el dulce compañero de
siempre.

A los dieciséis años, Donatella conoció a Mauricio, su primer novio. La noche que dejó
de ser virgen, llamó a Abdur para contarle la experiencia, y por primera vez el arlequín
no respondió a las caricias. Unos días después, Mauricio se emborrachó y la golpeó
brutalmente. Los castigos se repitieron y su tía, al ver los moretones en su cuerpo y
descubrirla llorando, decidió enviarla a lo de Palmira, prima de su madre, que vivía en
un pueblo alejado y también era muy devota.

Se adaptó rápidamente a la nueva vida, pero en la pequeña ciudad, las horas se hacían
largas y aburridas y los intentos de llamar al arlequín fracasaban, hasta que una tarde
calurosa a la hora de la siesta, apareció de pronto. Rostro rojo, voz entrecortada; no
sabía qué hacer con las manos. Ella lo recibió con alegría.

— ¡Abdur! ¿Por qué desapareciste todo este tiempo?

— Tu novio y tu angustia cerraron el Barquito y no pude pasar.

La tomó de la mano y la miró a los ojos.

— Vine a decirte que te amo.

Cantó una hermosa canción en un lenguaje desconocido y a partir de entonces siguió


visitándola todas las noches para mirarla con adoración. A veces acariciaba sus mejillas
y Donatella sentía un lejano hormigueo

Abdur pertenecía a un mundo cuyos habitantes dormían todo el tiempo y sólo


despertaban al ser convocados por un humano. Le confesó que bajo una forma sutil e
invisible, recorría la casa para verla dormir y con una memoria insólita, describía lo que
guardaba su tía Alcira en cada uno de los cajones de la cómoda.

Pedía a Donatella relatos sobre la guerra, las armas y esa costumbre de matar y morir
propia de los humanos. Una tarde su amiga lo llevó al cementerio del pueblo y le mostró
las tumbas, pero Abdur insistía en ver un cadáver. A la hora de la siesta, lo hizo entrar al

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 72


cuarto de Pandora, la sirvienta de su tía. Gorda, cubierta con una cofia y debajo del
mosquitero, dormía boca arriba y roncaba sonoramente. Abdur dio tres vueltas alrededor
de la cama para observarla con atención y preguntó por los resuellos.

— Todos los muertos hacen ese ruido — explicó ella

Aquello lo tranquilizó y al otro día, cuando vio a Pandora hacer las tareas de la casa, no
se asombró. En su mundo desconocían la muerte y la imaginaban como un estado
pasajero o un sueño; los cadáveres podían despertar y seguir realizando sus tareas
alegremente, como si nada hubiera pasado.

Una mañana, la tía Palmira llamó a Donatella y habló con tono solemne.

— Querida sobrina, el señor Cecilio Madanes, amigo de la casa, desea conocerte.


Es un hombre justo y piadoso. Enviudó hace cinco años, no tiene hijos y desea
volver a casarse. Va a proponerte matrimonio y eres tú la que debe decidir, así
que tienes dos días para pensarlo.

Donatella asintió. Ya había olvidado a Mauricio y la divertía recibir un nuevo cortejo.

Gordo, calvo, con cincuenta años recién cumplidos, Cecilio se presentó al domingo
siguiente con un hermoso ramo de flores y una caja de bombones Después del té, su tía
los dejó solos; el tono del hombre era afectado, pero tenía un dejo de ternura.

— Señorita Donatella, mi vida es un permanente diálogo con Dios y él, en su


infinita sabiduría, me ha pedido que vuelva a casarme. Era mi intención
convertirme en un viudo consagrado, ya que este ministerio es reconocido por la
Santa Iglesia Católica, pero todas las noches un ángel del señor se presenta
encima de la Santísima Virgen y me dice: Cecilio, debes buscar una mujer joven
y compasiva para levantar un hogar y tener descendencia. Ése será el perfecto
testimonio de tu fe…

Sacó de su bolsillo un rosario vasco con incrustaciones de diamante y se lo ofreció.

— Le pido en nombre de Dios que se case conmigo. Le prometo felicidad no sólo


en nuestra vida, sino en la eternidad, cuando contemplemos para siempre el
rostro del Señor.

Donatella reflexionó. Entre Cecilio y ella había mucha diferencia de edad y no lo


amaba, pero le inspiraba seguridad, no sólo por su dinero, sino porque estaba segura que
nunca la golpearía. Contestó que sí y esa noche, al acariciar su clítoris, Abdur no
apareció. Tampoco lo hizo en los días que siguieron.

Pasada la ceremonia y la fiesta, Cecilio habló con ella y aclaró que el sexo en la pareja
sólo debía servir para la reproducción. En la noche de bodas, luego de rezar un rosario
completo, le mostró una fina sábana con un agujero en uno de sus extremos.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 73


— Así se unieron mis padres y antes de ellos mis abuelos — explicó — Esta noche
tendremos relaciones y luego dormiremos en cuartos separados.

Todo fue rápido, sin pasión, cumpliendo el Mandato Bíblico.

A pesar de esos hábitos que Donatella consideraba extravagantes, su esposo era tierno,
considerado y le daba libertad. Visitaba amigas los fines de semana y libremente
realizaba algunas tareas parroquiales.

En los primeros días del matrimonio, tuvo una diferencia con Cecilio. Él era experto en
el manejo de armas y había ganado varios concursos de tiro. Antes de trasladarse a la
casa de tres plantas que había pertenecido a sus padres, mostró a Donatella dos pistolas.

— Las guardaremos en lugares seguros que sólo nosotros conoceremos.

Luego de la muerte de su padre, ella se había jurado que cuando viviera sola o se
casara, no habría armas en su casa. Lo discutió con Cecilio.

— Noches pasadas, don Omar, nuestro vecino, sufrió un asalto — alegó él — Lo


golpearon brutalmente y de haber contado con un arma, habría repelido a sus
agresores.

Su esposo conocía la tragedia familiar.

— Sabes que yo odio la bebida — agregó — me considero equilibrado y


responsable como para saber en qué momento debo usar un arma.

Hizo que sostuviera las pistolas para familiarizarse. Una era negra, enorme y la otra
pequeña, plateada, de mango nacarado.

— Parece de juguete — comentó Donatella olvidando sus prevenciones.

En los días que siguieron concurrió a prácticas de tiro y al poco tiempo manejaba con
maestría la pistola .

En el atardecer, luego de su baño, la muchacha se envolvía en una toalla como cuando


era niña. Acariciaba su clítoris, pero ya hacía tiempo que el arlequín no se presentaba y
mientras se procuraba placer, sólo veía la mampara azul y la superficie acerada de los
azulejos.

Cuando tuvo su primer hijo, olvidó a Abdur por un tiempo y a los pocos meses del
nacimiento, volvió a quedar embarazada. El segundo parto, del que nació una niña, fue
normal, pero durante el puerperio se alternaron la euforia y la alegría. Rebeldía, llanto
sin motivo y ganas de llorar, como si regresara la adolescencia. Ante sus estados
cambiantes, Cecilio la instaba a rezar frente a la virgen, le traía escapularios con
reliquias de santos y hasta un exorcista de la capital que visitó la casa, esparciendo
agua bendita y quemando incienso.

En esa época aumentó la nostalgia por el arlequín y una tarde, apenas rozó los labios del
Barquito, apareció Abdur con un ramo de rosas rojas.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 74


— ¿Por qué tardaste tanto?

— Estabas muy ocupada cuidando de tu marido y de tus hijos — contestó él con


tono de reproche — En estos meses recorrí la casa sin que me vean. Es muy
hermosa.

Le alcanzó las rosas y al tocarlas, se deshicieron en goterones de luz bermeja.

— ¿Sigues enamorado de mí?

— Te amo más que nunca, Donatella. Mataría por ti — dijo con emoción,
arrodillándose junto a la cama.

— Acuéstate a mi lado — pidió ella. El arlequín obedeció. Sólo sintió un perfume


muy leve con un dejo salado, como a sangre.

A partir de ese día, sus visitas fueron diarias. A la hora de la siesta y en la noche, se
presentaba en su cuarto y sin pedir permiso, se acostaba junto a ella y la abrazaba. Su
contacto era como una brisa tibia bajo el calor del sol; como un líquido suave que se
deslizara sobre la piel

El ánimo de Donatella mejoró. Decidió cantar en el coro de la parroquia y participó


alegremente en las misas y en las reuniones con las damas de beneficencia. Cecilio
supuso que la santificación de la casa y el exorcismo habían alejado las sombras.

En los tres años que siguieron, Abdur apareció cada vez que ella se acariciaba.
Conversaban de muchas cosas; él indagaba sobre el mundo humano y ella, describía los
países que quedaban al otro lado del mar y narraba historias de amor y de muerte. Otras
veces recordaban el pasado y el arlequín repetía sus volteretas haciendo reír a Donatella,
quien volvía a sentirse niña.

Una noche, con inocencia, ella preguntó algo que cambiaría todo.

— ¿Hay algún modo de lograr que tu cuerpo sea más sólido o que yo sea más etérea
para estar contigo?

Abdur parecía aguardar esas palabras. Se levantó rápidamente, bajó su pantalón y


exhibió el miembro blanco y los testículos negruzcos.

— Si lo acaricias con pasión, me convertiré en humano — dijo con esperanza.

Donatella accedió divertida, aunque dudaba de los resultados. En los primeros intentos
cerró su mano en el aire, hasta palpar la superficie sedosa que se engrosó bajo su palma.

— Deja de acariciar el Barquito — pidió él. Donatella obedeció y por primera vez
Abdur no se desvaneció entre chispas bermejas. Se inclinó sobre ella y sintió el
roce de sus labios.

En ese momento escucharon voces infantiles en el pasillo.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 75


— Vienen mis hijos…
— Podrán verme — dijo Abdur preocupado — Ya no seré invisible para ellos.

Era lo suficientemente delgado como para caber en el closet y ocultarse entre los
vestidos. Los niños entraron a la habitación, reclamando besos y las buenas noches de
su madre antes de dormir.

Cuando todos se retiraron, Abdur se acostó en su cama y por primera vez ambos
tuvieron una verdadera noche de pasión. Al amanecer, el arlequín perdió consistencia y
desapareció.

A Donatella le resultaba divertido tener un amante de carne y hueso y lo convocó con


sus caricias a la hora de la siesta; le bastó un suave roce en el miembro para que
recupere la solidez..

A partir de entonces vivió su larga luna de miel con el arlequín. Antes de hacer el amor,
Abdur la miraba fijamente y entonaba tiernas canciones. Luego acariciaba y besaba todo
su cuerpo hasta llegar al sexo; por primera vez Donatella tuvo orgasmos múltiples y
debía morder la sábana para que evitar los gemidos.

Al cumplirse un año de las visitas clandestinas, una noche oyó que golpeaban la
ventana. A través del vidrio vio con asombro la silueta de Abdur, aunque ella no lo había
llamado con sus caricias. El arlequín entró al cuarto; la alegría no lo dejaba hablar y
danzó frente a ella.

— Ya no tienes que tocarte para que aparezca — dijo por fin— Ahora soy un
hombre, de carne y hueso.

Donatella lo miró con espanto.

— Ya no seré un fantasma — agregó Abdur — Tengo un cuerpo que será mío


para siempre. Me he convertido en un ser humano gracias a ti.

Ella no contestó. Todo había sido perfecto porque dependía de sus caricias y podía
convocarlo sin riesgos, con la certeza de que en unas horas se volatilizaría. Aquello
cambiaba las cosas, ya que Abdur no tenía trabajo ni casa y sus únicas pertenencias eran
las ropas de arlequín.

Él la acarició, mirándola fijamente.

— No te preocupes, ya hice todos los planes para que seamos felices.


— ¿Qué planes hiciste, Abdur?
— Nos casaremos y viviremos solos en una isla.
— No puede ser. Tengo mis hijos; además está Cecilio…
— Con él no hay problemas. Lo mataré esta noche.
— ¿Qué dices, Abdur? No quiero que lo mates.
— ¿Es que lo amas?

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 76


— No lo amo, pero es una buena persona y es el padre de mis hijos. No se
puede andar por el mundo matando a la gente.
— Todo está preparado, Donatella. Conozco todos los movimientos. Su muerte
es cuestión de horas.

Discutieron. Ante sus argumentos, Abdur se limitaba a negar con la cabeza y a mirar a
un costado, manteniendo sus ojos azules fijos en un punto. Se empecinaba como un
niño, pero no era un niño. Surgido de lo más íntimo de Donatella, se había forjado con
su placer y era un adulto con la inocencia y la crueldad de la infancia.

— Te entregaste a mí y gozaste. Él fue tu hombre antes que yo y debe morir por


una ley natural.

Ella pensó que Mauricio, su primer novio, también debía ser asesinado, pero se cuidó de
mencionarlo.

Donatella guardaba ropa de su esposo en el closet. Abdur parecía saberlo, ya que lo


abrió y tomó un pantalón y una camisa con los que reemplazó el traje de arlequín.
Cecilio era más corpulento que él, pero se arremangó hasta los codos y plegó el
pantalón.

— Abdur, no es necesario que lo mates — repitió ella una vez más — Esta casa
tiene un enorme sótano. Te puedes alojar allí y nos encontraríamos en la
noche hasta arreglar todo para fugarnos.

Él volvió a mirarla fijamente.

— Vengo de un mundo donde dormimos todo el tiempo y despertamos cuando algún ser
humano piensa en nosotros. No conocemos el honor, el sexo ni la muerte, pero soñamos
con ellos. Yo cumplo el anhelo de mis hermanos al matar por amor. No te preocupes.
Todo será rápido. Ahora soy tu marido y me debes obediencia.

El sol del amanecer entró por la ventana y dio de lleno en su rostro. Silencioso, pálido,
con expresión de misterio y una intensa belleza. Antes que Donatella pudiera impedirlo,
caminó hasta la puerta y salió al pasillo de la planta alta. Ella se asomó de inmediato,
pero ya había desaparecido. Desde el comedor llegó el ruido de la platería; en media
hora servirían el desayuno. Se asomó por el barandal y comprobó que las sirvientas
limpiaban los cubiertos con tranquilidad. No habían visto a Abdur.

De pronto tuvo un presentimiento y corrió hacia la cómoda donde escondían la pistola


negra. No estaba en el cajón de doble fondo. Abdur, en su forma incorpórea, habría visto
el arma y estudiado los movimientos de la casa. Era posible que planeara la muerte de
Cecilio desde mucho tiempo atrás.

Donatella fue al closet donde guardaba la pistola pequeña y suspiró aliviada al


comprobar que estaba allí. La tomó, regresó a su cuarto y llamó a emergencias
reportando que un extraño había entrado a su domicilio. Al escuchar la dirección,

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 77


afirmaron que vendrían de inmediato; Cecilio tenía influencias en la policía y el
gobierno.

Dieron las siete, hora en que su esposo despertaba. Entró al cuarto; acababa de salir del
baño y vestía una bata.

— Querido, hay un hombre en la casa. Lo vi saltar la medianera. y creo que está


armado. Avisé a la policía y están por llegar.

Él la miró con incredulidad

— ¿Qué dices, Donatella? ¿Estás segura?

— Subió al techo y entró por la ventana del pasillo. Lo vi desde mi cuarto…

Cecilio estaba cerca de la puerta, la abrió y se asomó al pasillo. El disparo hizo temblar
los vidrios y la bala pasó a pocos centímetros de su cabeza, incrustándose en el marco.
Todos vieron la figura de Abdur correr y escabullirse por una de las ventanas.

La policía revisó la casa y no lo encontraron. Cecilio comprobó que no estaban las


pistolas; Donatella había guardado la suya en un bolso viejo, pero no lo comentó.

Durante el día acarició su clítoris para llamar a Abdur, hasta comprender que había
dejado de ser un fantasma y todo sería inútil. Quizá estuviera en la copa de un árbol o en
un recodo de la medianera, buscando la oportunidad de entrar en su cuarto.

Participó en el grupo de oración organizado por la parroquia para agradecer el milagro


que salvara la vida de Cecilio y pedir por la solución del problema. Al anochecer,
preparó una maleta con ropas, un bolso con objetos personales y guardó la pistola en su
cartera. Hizo compañía a su esposo hasta las diez; luego cuidó que los niños se
durmieran y se retiró a su cuarto. Apagó la luz y esperó a oscuras. Afuera brillaban las
luces de los patrulleros y por un momento temió que Abdur no pudiera llegar debido a
la custodia policial de la casa. A la una escuchó golpes en la ventana. Abrió
rápidamente.

— ¡Abdur!. Es peligroso que hayas venido


— Mi piel toma el color de las paredes y puedo subir por cualquier superficie
con mis pies y mis manos.

Entró al cuarto con la cabeza baja.

— Debo pedirte perdón, Donatella.


— Dime por qué

— Temo que hayas dejado de quererme luego de esta mañana…

Ella acarició su cabeza con ternura.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 78


— No te preocupes. Fue un momento de debilidad. No debes avergonzarte de
haber perdido el control. Ahora verás que todo será fácil, que podremos ser
felices…

— …había imaginado muchas veces ese momento — interrumpió él — No sé


por qué falló el disparo. De haber matado a tu marido, ya estaríamos
viajando a nuestra isla.

— No te preocupes — repitió ella —ya lo maté yo.

Fue la primera vez que Donatella vio un brillo en sus ojos .

— ¿Es cierto lo que dices?


— Está muerto en su cama. ¿Quieres verlo?

Entraron en silencio al cuarto de Cecilio que dormía boca arriba, con la boca abierta y
roncando sonoramente.

— Escucha esos ruidos — susurró ella — Recordarás que los hacen los
muertos. Puse veneno en su comida de la noche.

Abdur hizo un gesto de satisfacción y salieron.

— Me duele acá — dijo él señalando su estómago cuando estuvieron en la


habitación de Donatella.
— ¿Qué has comido?
— ¿Comido…? — la miró sin comprender. Donatella fue hasta la cocina y trajo
un par de sándwiches. Tuvo que enseñarle paso a paso los movimientos de
tragar y deglutir.

— Es hora de irnos — ordenó al terminar y ella apenas tuvo tiempo de recoger


la maleta y asegurarse sin que él lo notara, que la pistola se encontraba en el
bolso. Salieron por el acceso norte de la casa. Se identificó ante los policías
que los dejaron pasar.

El aire estaba lleno de luciérnagas flotando en una extraña y leve niebla. Por un
momento Donatella pensó que podía escapar con Abdur, dejar todo y buscar una isla
desierta como había sido su idea.

— ¿Es cierto que me amas? — preguntó.


— Con todo el corazón — respondió él volviendo a sonreír — Viviremos
juntos, Donatella y te amaré siempre — sacó el arma de entre sus ropas —
con esta pistola mataré a todos los que se opongan.
Abdur caminaba descalzo y en ese momento pisó un vidrio. Ante el dolor, su rostro
se descompuso. Se sentó en la acera sujetando su pie y mirando con horror la sangre
que brotaba del dedo gordo.

— Vamos a la plaza — dijo Donatella— Allí te podrás sentar

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 79


Pasó el brazo por sus hombros y se dejó conducir. Llegaron al parque solitario y se
acomodaron en un banco apartado. La luz era escasa, pero las luciérnagas iluminaban el
lugar. Donatella apoyó la cabeza en su pecho.

— En un rato, la herida de tu pie sanará para siempre.

Recordó su infancia y los esfuerzos de Abdur para alegrarla. Revivió la muerte de su


padre, los años que siguieron; los días de tristeza; su primer novio; la boda y el
nacimiento de sus hijos.

— Te amo — murmuró. Sin que él lo advirtiera, sacó la pistola y apoyó el caño


sobre su corazón

El disparo sonó como un suave chasquido. El arlequín tembló, la observó interrogante


unos segundos y su cabeza cayó sin fuerzas contra el respaldo del banco.

Donatella miró por última vez sus ojos; permanecían abiertos, con una dolorosa
expresión de asombro. Regresó a su casa; las luciérnagas se fueron apagando una a una,
las luces apenas iluminaron la calle y todo se hundió en una penumbra opresiva. Antes
de acostarse se miró al espejo: por primera vez vio un par de arrugas junto a la comisura
de sus labios y en los ojos una expresión resignada, amarga, muy parecida a la
desesperación.

Doña Donatella, la elegante y devota esposa de Cecilio Madanes, fue conocida en la


sociedad de la época por la ayuda que brindaba a los pobres, por la distinción de su ropa
y sus modales y más que nada por su constante tristeza. En total tuvo cuatro hijos y
luego de su último parto, enfermó de diabetes; la enfermedad le afectó la circulación, su
visión disminuyó y finalmente no pudo levantarse de la cama debido a las crecientes
úlceras en pies y piernas. Nunca había vuelto a acariciar el Barquito, hasta esa tarde
en que la nostalgia se hizo insoportable. Casi enseguida, a través de su visión borrosa
vio la imagen: Traje rojo con rombos negros, sombrero simulando un par de cuernos y
zapatos en punta como los payasos. El arlequín se acercó y le ofreció un ramo de rosas
rojas que al tocarlas se convirtieron en goterones de luz bermeja.

— ¿Por qué tardaste tanto? — preguntó ella. Abdur la miró con ojos tristes a
pesar de la sonrisa.

— Sabías que estaba muerto — contestó — He venido a decirte que te amo


como nunca; que mataría por ti…

‫ي‬
Ricardo Iribarren (Pseudónimo Gocho Versolari) Escritor argentino, nacido en 1949 en la
ciudad de Mar del Plata, y en la actualidad residente en Villavicencio, Colombia. Ha participado
en antologías poéticas, libros de ensayo y narrativa. Sus principales publicaciones son “El
ángel y las cucarachas”, Mérida Venezuela, 2006 y “La vida está aquí – seis ensayos y siete
leyendas sudamericanas”. La mayor parte de su obra se encuentra inédita.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 80


Alberto Fernández
albertofernandez@speedy.com.ar

CUATRO HISTORIAS DE AMOR Y ABANDONO

Me gustaría charlarlo con vos. La eternidad es una palabra sin sentido en nuestras vidas.
Tengo necesidad de hablarlo y nadie más que mi gran amiga para descargar esta bronca.
-¿Té, como siempre? Dos por favor. Uno con leche fría. ¿Dos tostados? Puede ser.
Hernán siempre fue un gran tipo. Cuando le sugerí que la rutina nos iba a comer a
ambos, trajo a su mente aquel viejo cuento de “Las mil y una noche”. No entendí, al
principio, a qué se refería. Me lo explicó después de la cena, bebiendo. Aquella mujer,
escapando de la muerte, decidió contar un cuento distinto cada noche. Él no sabía contar
cuentos. Era Ingeniero. Elevaba números ternarios a la tercera potencia. Se refugiaba en
las matemáticas. Tendría otras alternativas, otras actitudes; una distinta cada día.
Infinidad de posibilidades. Un alfil atacando a la dama, o una torre. Un caballo, tal vez.
Formas distintas de hacer el amor. La rutina seguía esperando, agazapada, detrás del
televisor, espiándonos cada noche, esperando el momento de aplastarnos con sus garras.
Ambos lo percibíamos. Las mil noches se convirtieron en treinta. Una simple ecuación
polinómica donde las variables la conducen a cero. ¿Me entendés? Decidimos volver a
empezar pero al poco tiempo apareció el monstruo y se interpuso entre los dos. Descarté
las ilusiones; no me hice la pregunta. A nuestro alrededor los minutos se sumaban a los
minutos. ¿Éramos tres o cuatro? ¿Quién era capaz de leer en las mentes de los que
jugábamos esa pirueta de entrelazarnos? Una noche no apareció. La suerte estaba
echada. Sólo te llamé para que me escucharas. Tu silencio me reconforta. ¡Mozo, la
cuenta por favor!

Dado el éxito de ventas en Europa del último libro de Julián Recondo la Editorial me
envió a fin de hacerle un reportaje para la Revista. Sin preguntas. Sólo dejé que hablara:
“Llegué a París perseguido por los hermanos de Natacha. Huí, pero volví furtivo para
raptarla y llevarla a la bohemia. Allí no es delito amar sus 15 años. Rodeado de poetas.
Primavera y otoño, sauces y jacarandaes floreciendo a la vez. “Ciego por tus manos,
mudo por tus ojos” Vuelvo a mis poemas: Líneas, aritmética, paisajes que se desdibujan,
sonidos. También burbujas, actos cotidianos, amor, recorridos oníricos. Palabras,
palabras que estremecen.”

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 81


Escribí mi propio relato, tal vez algo ficcionado, impregnada de la singular historia del
poeta.: “Tendidos en la cama, tibios los cabellos y las bocas, J.R. y Natacha se unían
para aliviar angustias. Forjó en su cuerpo una larga y descendente cadena de besos,
eslabón por eslabón, como un buzo que baja al mar por una cuerda hasta alcanzar las
más oscuras profundidades. Él era ante todos, tanto hombres como mujeres, el
verdadero guardián de los derechos de amar”

Copié sus palabras en mi grabador: “Viajé a España, invitado a dar una charla. La
ocasión propicia para que los hermanos me robaran a Natacha. Quizá no tenga
importancia, puede que no la tenga. Rehago la almohada de mis sueños. El amor, tal
vez, aún me espera por desliz. Pensarás en mi trágico fin como hombre y como poeta .
Quizá no tenga importancia. Puede ser que no. Habrá apuntes para más adelante; tal vez
una total biografía”

A continuación escribí, algo fabulada, mi propia interpretación de esa crónica: “En los
círculos no se comentó para nada esa pérdida. Sabían bien que pronto sería suplantada.
Encerrado en su cuarto maduraba palabras. Las que construyen poemas. Se despidió de
mí recitando a Borges.-Me duele una mujer en todo el cuerpo-”.

Amar no es una acción sin objeto, sin fin, sin intento. Quien lo elige como propósito,
con acierto para sí, es feliz. El pájaro excluido sólo puede tener el cielo por techo, el
cielo en que cae la tarde. Sin rama que lo cobije. La soledad, ese infinito desierto
demoledor, arrastra los espíritus hacia la destrucción.

Comía en el mismo bar esas comidas rápidas para volver con premura al trabajo.
Siempre en el mismo lugar. Siempre arreglándose el cabello, dejando su cartera colgada
en la silla.
Me sentaba invariable frente a ella. No me miraba. Sus ojos castaños perdidos en la
lejanía. Tapado azul, con destellos de plata. Uno y otro día. Secuenciales y sucesivos
días.
Fue un día de lluvia en el que el cielo se empeñaba en regar las flores, mojar las calles,
acallar la sed de los sedientos. Ese día, me miró; sonrió. Una sonrisa complaciente,
blanda, que al momento desapareció de sus labios. Su mirada recorría hacia abajo,
escrutadora, mi figura.
Se levantó. Pasó por mi lado en busca de la puerta trasera dejándome envuelto en un
remolino de perfume, casi narcótico, abanicado por el balanceo del tapado y su pollera
acampanada.
¿Por qué esa mujer me había hechizado con sus encantos? Sin embargo, allí se había
centrado mi interés por volverla a ver, por hablarle, por decirle que mi destino era amar.
Llegó por fin el día del milagro. ¡Qué fracturada sensibilidad la de aquél que no cree
que exista este prodigioso momento! De aquél que no tiene la convicción de esa
conjunción de la magia, el azar, el sortilegio. Seguía apareciendo por el bar, sentándose
en el mismo lugar y alzándose de la misma silla. Sin embargo, el torbellino que su ropa
acampanada dejaba escapar me atrapó y la acompañé hasta la puerta. Luego por la calle,
junto a ella. Someras palabras. Acechaba el peligro en la pregunta y la respuesta.
Podrían destruir las bases de ese andamiaje que yo había construido para nuestro destino
de amor. El hechizo se mantuvo ese día y el día siguiente.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 82


Ese lunes llegó y se sentó junto a mi mesa. Apoyó el tapado y la cartera y me dio un
beso en la mejilla. Como viejos amigos, como compañeros de siempre. Un simple roce
de sus labios. Una sencilla vibración ondulante, transmitida a extrema velocidad hacia
mi trémulo corazón. Luego al cerebro que interrumpió la facultad de decir algo, aunque
sea inconexo, confuso, incomprensible. Mudo, silencioso.
Comimos, nos levantamos, caminé a su lado hasta que llegó a su oficina y sin decir
palabra, me acercó sus labios a mi mejilla y apenas me acarició. No era un contacto
físico. Entre su boca y mi cara, se podría decir, que una brisa interrumpiera la definitiva
continuidad entre las dos pieles. No recuerdo cuántas fueron las ocasiones en que la
escena se reiteraba. Una y otra vez, casi sin variantes.
Un día, maldito día sin calendario, ella no apareció. El otro tampoco. Como una risotada
del destino, ningún día más. Yo, frente a la silla vacía. Vacío mi cuerpo, vacía mi alma.
A la espera para subirme a la pequeña canoa, navegando río abajo. Pronto iba a entrar al
cubo de los espejos muertos, los que nada reflejan. Al paraje del planeta plagado de
agujeros. El de la soledad. Yo, el único habitante, sin flores, sin calles, sin árboles, sin
pájaros. Ni siquiera mi propia sombra. ¿Por qué a mí, si mi destino era amar?

La trama emocional que habíamos tejido alrededor nuestro estaba dañada. Marí, como
habitualmente se hacía llamar, entró a mi habitación del hotel con esa furia del que
quiere decir algo importante.
Creí que trataba de restaurar las ruinas provocadas por mis excesos de la noche anterior.
Era habitual que entrara a mi cuarto sin llamar y sin anunciarse. El encargado conocía
nuestra intimidad. Nunca ponía reparos en darle la segunda llave.
Por un momento pensé que hubiera estado bebiendo. No era su costumbre hacerlo
durante las mañanas. Menos aún con el profuso consumo de alcohol de la pasada noche.
Cerré los ojos sin poder evitar oír esa catarata de palabras desde la que me hacía saber
su determinación: acabar nuestra relación lo antes posible.
Era difícil tomar esa decisión. Lo correcto, en esos casos, era asirla por su cintura,
empujarla hacia mí, besarla hasta que su boca callara y forzarla a hacer el amor. No era
tan difícil. Yo no tenía el coraje de arrancar la invisible telaraña hecha de sueños,
imágenes y aún vacilaciones. Lo hice con la mansedumbre del que automatiza sus actos.
A su vez quedó silenciada la violencia con que antes se dirigió hacia mí.
El ambiente quedó encubierto por un mutismo sólo perturbado por el sonar de la sirena
de un barco lejano. Era como el rugido negro y postrero de una bestia en trance de
muerte. Solos los dos. Los únicos habitantes del Universo. Callados, las mentes seguían
el curso imprevisto de nuestros pensamientos.

‫ي‬
Alberto Fernández. Nació en Buenos Aires en el año 1928. Lector y escritor desde temprana
edad. Colaboro en distintas revistas virtuales, entre ellas REMOLINOS N° 30. Editó un libro de
cuentos "EL CUENTO DE NUNCA ACABAR" y en Editorial su segundo libro también de
cuentos. Varias Antologías recogieron sus textos. Fue acreedor de dos primeros premios en
localidades de su país.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 83


César Adolfo Valdebenito
tliterario@gmail.com

UN TROZO DE TORTA DE TRUFA

Mi apartamento apesta a fruta podrida, aunque de hecho el olor lo origina lo que saqué
de la cabeza de Claudia y metí en una sandía de cristal que esta en la repisa cerca de la
entrada. La propia cabeza está cubierta de restos de cerebro, vacía y sin ojos en la
esquina del living, debajo del piano, y pienso usarla como linterna, en lugar de calabaza,
en una fiesta de disfraces de fin de año. Por culpa de la peste decido utilizar el
apartamento de mi expolola (a la que descuarticé cuidadosamente), para una cita que
tengo preparada para esta noche. He examinado minuciosamente las dependencias
poniendo todo en orden. He llevado las herramientas allí (una taladradora eléctrica
comprada en Home Centure, una botella de ácido, la clavadora automática, cuchillos, un
encendedor). Contrato a dos señoritas de compañía a través de los números de teléfono
de aviso de El Sur. Les digo que pretendo pagarles con cheques, pero ellas dicen que no,
que al contado y yo les digo que esta bien. El programa de TV de mi amiga Karen
-irónicamente- es sobre consejos de belleza y cirugía estética.
Once de la noche. La conversación que mantengo con las dos muchachas -ambas muy
jóvenes, una rubia, la otra colorina, de cuerpo increíble, con grandes tetas- es breve,
pues tengo dificultad para concentrarme.
-Vives en un palacio- dice una de las muchachas, Janis, con voz de niña pequeña-. Es
un auténtico palacio.
Molesto, la fulmino con la mirada.
Hay un largo silencio.
Mientras preparo unas copas en el bien provisto bar de ni expolola, les menciono que
trabajo en el Mall, en una clínica. Ninguna parece especialmente interesada. De nuevo
me encuentro oyendo una voz -la otra chica- que pregunta si es una hermosa clínica. Se
llama Myrian. Sentada en el sofá hojea un ejemplar de Físico Culturismo de hace tres
meses, y parece confusa, como si no entendiera algo. Yo pienso: "Reza, puta; reza", y
luego tengo que admitir que es excitante tener a estas chicas dispuestas a rebajarse
delante de mí por el vuelto que me queda en el bolsillo. También menciono, después de
servirles otra copa, que estudie en la U. de Concepción, y luego pregunto:
-¿Han oído hablar de ese sitio?
Me sorprende cuando Janis responde:
-Tuve relaciones comerciales con una persona que dijo que había sido profesora de
allí- se encoge de hombros con expresión estúpida.
-¿Una clienta?
-Bueno -empieza ella, con nerviosismo-. Digamos que tuve relaciones comerciales
con ella.
-¿Era hermosa? -pregunto.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 84


Entonces empieza la parte rara.
-Bueno -vuelve a titubear, antes de seguir con-: digamos que tuve relaciones
comerciales con ella,-da un sorbo a su copa-, dijo que fue a esa Universidad, pero... no
le creí. -Mira a Myriam, luego vuelve a mirarme a mí. Nuestro mutuo silencio la anima
a seguir hablando y continúa, vacilante-: Tenía bueno, un mono. Y yo tenía que cuidar
de ese mono en ... su apartamento. -Se interrumpe, comienza con una voz monótona y
ocasionalmente se atraganta-: Me pasaba el día entero viendo la tele, porque no tenía
otra cosa que hacer mientras ella estaba a fuera... y mientras trataba de mantener al
mono vigilado. Pero a ese mono... le pasaba algo raro. -Se interrumpe, y respira
profundamente-. Sólo quería ver... -Suspira, luego admite rápidamente-: Los canales por
cable de pornografía, y nada más. La tipa tenía cintas y cintas grabadas y se las ponía al
mono -ahora me mira implorante-. Una vez traté de ... cambiar de canal..., porque quería
ver una serie o algo así..., pero... -termina su copa y, evidentemente inquieta por la
historia, continúa valientemente-: El mono se puso a chillar y sólo conseguí que se
callara cuando volví al canal porno.
Silencio. Un silencio ártico, glacial, absoluto. La luz del apartamento es fría y
eléctrica. Allí de pie, miro a Myrian, luego a la otra chica, Janis, que parece mareada.
Por fin digo algo tropezando con mis propias palabras.
-No me importa... si has llevado una... vida decente o no...
Empieza la actividad sexual, un montaje porno duro. Después de afeitarle la vagina a
Janis, hago que se tumbe en el sofá de mi ex y que se abra de piernas mientras le meto
el dedo y ella me la chupa y de ves en cuando le chupo una teta a Myriam. Luego
Myriam me la chupa -tiene la lengua caliente y mojada y no deja de lamer el glande,
poniéndome nervioso-, mientras la llamo puta asquerosa y mamona. Mientras penetro a
fondo a una con condón la otra le chupa las tetas. En ocasiones la habitación está en
silencio absoluto si se exceptúan los sonidos como de chapoteos que hace mi pene al
entrar y salir de las vaginas de las chicas. Janis y yo nos besamos y comemos por turno
la vagina afeitada de Myriam. Es grandioso y es el cielo y es Dios. Se corren las dos
gritando simultáneamente, haciendo el sesenta y nueve. Voy al armario saco un
consolador y dejo que jugueteen con él. Myriam se abre mucho de piernas y se manosea
el clítoris, mientras Janis la penetra con el enorme y lubricado consolador, y Myriam la
anima a que se lo meta con más fuerza, hasta que por fin jadeantes se corren.
Empiezo a dejar de estar excitado. Lo único en que puedo pensar es en el aspecto que
tendrá su sangre. Y me caliento. Muerdo con fuerza la vagina de Janis, y esta se pone
tensa.
-Relájate -le digo, para tranquilizarla.
Y ella empieza a quejarse, tratando de apartarse, y por fin suelta un alarido cuando le
desgarro la carne con los dientes. Myriam cree que Janis se esta corriendo y empuja su
propia vagina con más fuerza contra la boca de Janis, soltando gritos casi igualmente
fuertes, pero cuando miro a Janis con la cara cubierta de sangre, y carne y pelo púbico
de Janis colgándome de la boca, mientras la sangre sale a borbotones de la desgarrada
vagina de Janis, empapando el cubrecamas, noto que le domina el terror. Uso un spray
mata cucarachas para cegarlas momentáneamente y luego las dejo inconscientes con la
culata de la escopeta oculta bajo la cama.
Janis recupera la conciencia y se encuentra atada, encogida, en uno de los lados de la
cama, de espaldas, con la cara cubierta de sangre porque le he arrancado los labios con
unas tenazas. Myriam está atada con seis pares de pantys al otro lado, totalmente
inmovilizada ante lo monstruoso de la realidad. Quiero que vea lo que voy a hacer a
Janis, y está colocada de tal modo que es inevitable que no lo vea. Como de costumbre
en un modo de comprender a estas chicas filmo su muerte. Con Janis y Myriam utilizo

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 85


una cámara Minox LX ultra-miniatura, tiene un objetivo multisensible y está montada
sobre un trípode. He puesto a los Emeshing Pumpkins en la radio portátil que cuelgo de
la cabecera de la cama para apagar los gritos.
Empiezo a desollar a Janis (es la parte que más disfruto). La desollo poco a poco,
haciendo incisiones con un cuchillo para carne (el utensilio me lo regalo mi expolola a
la que descuartice hace tres días con el mismo) y desgarrándole trocitos de carne de las
piernas y el estómago, mientras ella grita inútilmente, suplicando clemencia con una
voz aguda, y espero que se dé cuenta de que su tormento será relativamente suave
comparado con lo que pienso hacerle a la otra. Sigo rociándole la cara a Janis con el
spray mata cucarachas y luego trato de cortarle los dedos con una tijera para el pasto y
por fin le echo ácido en la tripa y el útero, pero nada de esto parece que vaya a matarla,
de modo que recurro a degollarla y por fin la hoja del cuchillo le corta lo que quedaba
de cuello, topando con el hueso, y me interrumpo. Mientras Myriam mira le cierro la
cabeza por completo, y levantándola como un trofeo, cojo mi pene púrpura por la
erección y bajo la cabeza de Janis a mi regazo y se la meto en su ensangrentada boca y
me pongo a metérsela hasta que me corro dentro de ella. Después estoy tan empalmado
que casi no puedo moverme por la ensangrentada habitación con la cabeza, que noto
caliente y sin peso, en el pene. Esto me divierte durante un rato, pero necesito un
descanso, de modo que me quito la cabeza, metiéndola en el armario de roble de teca, y
luego me siento en una silla, desnudo, cubierto de sangre y miro la película "La vida es
bella", la que me divierte, tiempo en el que considero que en el departamento no hay
antena parabólica.
Más tarde -ahora- le estoy diciendo a Myriam:
-Te dejaré ir... -Y le acaricio suavemente la cara, que está resbaladiza, debido a las
lágrimas y al spray y me fastidia que durante un momento crea que tiene esperanzas
antes de que vea el fósforo encendido que tengo en una mano y que me han regalado en
la barra de un local nocturno donde estuve tomando jugo con unos amigos el viernes
pasado, y bajo hacia sus ojos, que ella cierra instintivamente, quemándole las pestañas y
las cejas, luego utilizo el encendedor y le sujeto los párpados con los dedos,
asegurándome de que los tiene abiertos, quemándome el pulgar y el meñique en el
proceso, hasta que le estallan los globos oculares. Mientras todavía está consciente me
echo encima de ella y, separándole las nalgas, le clavo el consolador que he atado a un
arpón, en el recto, utilizando la clavadora automática. Pienso que Spiniak es un bebe al
lado mío y me río. Luego, volviendo a darla vuelta, mientras el cuerpo tiembla de
miedo, le corto toda la carne de alrededor de la boca y, utilizando la taladradora
eléctrica con una broca desmontable enorme, le hago más grande ese agujero mientras
ella tiembla, protestando, y una vez que quedo satisfecho con el agujero que he hecho
-su boca esta lo más abierta posible; es un túnel rojizo oscuro con una lengua retorcida y
dientes arrancados- durante todo esto mueve incontrolablemente la cabeza, pero no
puede morder porque la taladradora eléctrica le ha arrancado los dientes de las encías-, y
agarro las venas que tiene allí y se las suelto con los dedos y cuando consigo
arrancárselas bien, tiro con fuerza por la boca abierta, hasta que el cuello se hunde,
desaparece, la piel se tensa y se rompe aunque sale poca sangre. La mayor parte de las
entrañas, incluida la yugular, le cuelga de la boca, y todo el cuerpo se agita, como una
cucaracha patas arriba, temblando espasmódicamente, mientras sus ojos deshechos le
cuelgan por la cara mezclándosele con las lágrimas y el líquido del spray, y luego,
rápidamente, sin querer perder tiempo, apago las luces y en la oscuridad, antes de que
muera, le desgarra el estómago con las manos y me lo meto en la boca, Mis manos
vuelven a la garganta. No puedo ver lo que estoy haciendo con ellas, pero hacen ruidos

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 86


como de chapoteo y las tengo calientes y cubiertas de algo y me trago el estomago, y
corto una nalga y la otra nalga y corto la carne y corto corto y corto.
Repercusiones. Nada de miedo, ninguna confusión. No me puedo quedar pues hoy
tengo cosas que hacer. Ya amaneció. Quiero devolver cintas de video, hacer ejercicio en
el gimnasio, ir al cine, al final de la tarde volver al departamento a retirar el video donde
aparezco con las dos chicas. Voy a prestarlo. Mis amigos son ávidos consumidores. Ayer
conocí a una mujer en un supermercado. Quizá deba hacer una cita con ella.
Lo que queda de los cuerpos ya tiene el rigor mortis. Parte del cuerpo de Myriam
-creo que es el suyo, porque me ha costado mucho separar uno del otro- se ha hundido y
le asoman las costillas, la mayor parte de las cuales está partidas por la mitad. He
clavado una de las cabezas a la pared. No tengo pretensiones de nada, pero algo de esto
señala que soy un artífice o un creador o un artista. Habrían sido buenas mujeres si cada
segundo de sus vidas hubiera habido alguien que las descuartizara.
Voy al refrigerador y saco un trozo de torta de trufa. Esta deliciosa. En la habitación
todo huele a trufa. Debo ir a aquella pastelería alemana a comprar otro trozo para darles
a las chicas la próxima vez. Debo bailar. No moriré jamás. Soy feliz.

‫ي‬
César Adolfo Valdebenito. Nace en Concepción, Chile. Poeta,
narrador, ensayista. En 1997 funda y dirige la revista Difusión. En
1998 publica el libro de poemas El Jardín (Premio fondos
concursables Municipalidad de Concepción). El 2000 publica, el libro
objeto, La Muerte de Bukowski. En el 2001 sale a luz su Antología de
Poetas Chilenos Jóvenes (Premio a la reedición de las mejores obras
publicadas en el año por el Fondo del Libro y la Lectura del Gobierno
de Chile). En el 2002 aparece su segundo libro de poemas Urnas o
Réquiem a la palabra (Ediciones Lar). Ha sido editor de la revista,
Quiltro (Premiada con los fondos concursables Universidad de
Concepción). Director del polémico y acontracorriente pasquín literario
El Amante de la China del Norte. El 2004 es premiado por la autoría del CD interactivo
Literatura de las Nuevas Fronteras. Desde el 2005 es director de la revistas Clikc! y es
columnista estable del periódico SIEN Perteneció al comité editorial de la revista Trilce. Ha
sido jurado de distintos certámenes literarios a nivel nacional. Continuamente es llamado a
dictar talleres literarios en Univesidades y Fundaciones.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 87


Amado Gómez Ugarte
amagomis@gmail.com

EL ÚNICO POETA

-Es verdad que yo sufro; pero oídme:


¿qué me importa sufrir si soy poeta?
(Armando Buscarini)

Soy el único ser humano que todavía cree en la poesía. Por eso estoy aquí, en la
consulta del siquiatra. La poesía no consiste en juntar palabras bellas puestas en orden
matemático, es algo sobrenatural que nos supera, nos excede. Un don que sólo yo poseo
en su integridad. Los demás poetas son simples notarios o escribas. Pero, aunque nadie
me reconozca, aunque todos se empeñen en menospreciarme, soy el único apóstol que
le queda a esta causa. Querían que me olvidase de los versos y trabajase en la ferretería
de mi padre. Estaban empeñados en que olvidase mi don y fuese un hombre simple y
vulgar, que traicionase a la poesía, el único sentido que tiene mi vida, para vender
tornillos, tuercas y arandelas. Creían que dejar de escribir era como dejar de fumar o de
beber, no sabían que dejar de escribir es como dejar de vivir. Querían matarme,
condenarme a una vida inferior, hacer de mí un espejo de lo que había sido su vida.
Incluso mi novia me traicionó, se puso de su parte, dijo que si me hacía cargo de la
ferretería podríamos casarnos y hacer una vida normal como todo el mundo, que lo de la
poesía era un sobresueldo para funcionarios pero no un oficio serio con el que sacar una
familia adelante. Dijo que si la quería de verdad se me olvidarían todas esas tonterías de
los versos, y que hasta que me viese con la bata gris detrás del mostrador no dejaría que
la volviese a besar. Así que cogí la recaudación del mes, que guardaba mi padre en una
pequeña caja de caudales, y me escapé de casa en busca de otros horizontes más
abiertos. Mi padre tendría otros muchos meses para recaudar su dinero, pero mi tiempo
se agotaba. Subí al autobús de línea como quien se arroja a un precipicio, me sentía
desvalido en mitad de toda aquella gente que parecía saber adónde iba. Yo me dirigía a
cualquier parte donde pudiera ir un poeta persiguiendo sus sueños –sus delirios, dijeron
ellos-, allá donde la propia poesía me guiase. Pasé una temporada viviendo en una
pensión de la capital, hasta que se me acabó el dinero y la dueña me echó a la calle sin
ningún miramiento, no admitió que le pagase en versos. Así fue como aprendí a vivir de
la nada, de la limosna de los transeúntes, de algunas cosas que robaba en los
supermercados. Aprendí a dormir sin techo, sin calor, acurrucado contra la pared de
cualquier esquina, como un perro sin dueño. La poesía me reconfortaba de mis penas,
haciendo que mi espíritu se sobrepusiese a la adversidad, pero mi cuerpo padecía las
penurias de mi condición. Estuve enfermo varias veces y no llegué a curar del todo de
una bronquitis que se hizo crónica en mi pecho. Los estigmas de mi vocación se
mostraban en mi rostro cada vez más demacrado. La poesía es un amor exigente, que
todo te lo pide y nada te devuelve. Pero, en el fondo de mi alma, aunque echaba en falta
las comodidades de los otros ciudadanos, me sentía satisfecho de mi sacrificio. Hubo
otros antes que yo que también padecieron en sus carnes la poesía, Navales, Gálvez y
García Barrios. Sabía que ahora yo era el último de una saga de poetas verdaderos, y

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 88


eso me producía un vértigo, una vorágine en el alma, como sentir la soledad de un
águila en la cima del mundo o ser el guardián de la esperanza de toda una especie. Me
reproduje, estoy seguro que me reproduje, para que el mundo no acabase siendo un
lugar de sólo realidades, donde nadie ya opusiese la espada de fuego de los versos
contra el hielo eterno de los conformismos. Me lavé, vestí la ropa usada que me dieron
en el centro de ayuda social y vendí mi semen a un laboratorio. Vendí mi semen varias
veces. Fue mi regalo a esta sociedad que me despreciaba, pero que dependía de mí para
lo esencial, para mantener vivo el dolor de la nostalgia, y liberar de los herméticos
diques de lo razonable, de lo conveniente, el caudal de los puros sentimientos. Con el
dinero del semen me compré unos cuadernos con forro duro de cartoné, para que
aguantasen la dura vida que les aguardaba, y una pluma y un tintero que un anticuario
me juró que habían sido de Espronceda. Regalaba en voz alta mis escritos en mitad de la
calle, aunque la gente se empeñaba en darme algunas monedas, y veces había que un
corro de curiosos se cernía a mi alrededor. Hasta que uno de esos días, un tipo bien
vestido y bien comido, con traje y corbata y todo el aspecto de haber triunfado en la
vida, entendiéndose el triunfo como la vulgaridad de haber conseguido hacerse con
dinero, se situó en primera fila de los que me escuchaban. Su mirada me atravesaba
como un estilete que seccionase mi miseria para ponerla en la balanza al otro lado de su
opulencia. Se sentía digno ante mi indigencia, cuerdo ante mi locura, importante ante mi
pequeñez. Recité algunos de mis versos: <<Me duele, tengo hambre, tengo frío,/ respiro
con dificultad, el corazón me late a la deriva,/ y todo porque busco, aunque no
encuentre,/ y no me conformo con vivir la vida que me ofrecen./ Por eso soy distinto.../
Y es mi voz, la voz de los que callan, la voz de los que dudan, la voz de los que
pierden.>> El tipo del traje y la corbata hizo un gesto meneando la cabeza a un lado y
otro. <<¿Y eso es poesía?>>, dijo. <<Sí señor>>, le respondí. Se rió con una larga y
sonora carcajada. Que se riese de mí no era importante, pero se rió de la poesía. Por eso
le agarré del cuello con todas mis fuerzas -las fuerzas de un loco, dijo luego el abogado-
y apreté su garganta con mis manos hasta que dejó de respirar. Por un instante, la
sonrisa del Azarías afloró en mis labios. Se necesitaron varios hombres fuertes para
desasir mis manos de su garganta. No murió, al menos del todo. Pero maté para siempre
su orgullo de hombre cuerdo. Me internaron algún tiempo en un centro adecuado, eso
dijeron, donde la luz se dejaba aprisionar entre las rejas y los enfermeros repartían entre
los internos vasitos de plástico llenos de pastillas. Flunitrazepam, Clorazepato,
Diazepam. Felices sueños. Había una enferma que decía ser Judy Garland y pedía todo
el rato Valium y alcohol. Mareos, somnolencia, dolor de cabeza, nerviosismo,
temblores, ansiedad, náusea, diarrea, picazón, boca seca, sudor. El médico me prohibió
escribir versos. Sedantes, pastillas para dormir, tranquilizantes, antidepresivos. Pero
escribía versos a escondidas. Escribía versos sobre las paredes del retrete con mi propia
mierda. La palabra “amor” escrita con las heces adquiere un nuevo significado. Mi
antigua novia vino una vez a visitarme, acompañando a mis padres. Se pasaron todo el
rato diciendo que allí estaba la ferretería, a mi disposición, que mi padre tenía ya edad
de jubilarse, que por el amor de Dios recobrase la sensatez, antes de que se vieran
obligados a traspasar el negocio a otra persona. Lloraban. Al salir, mi novia me dijo en
voz baja que se había casado con un aparejador y que, cuando saliese del manicomio, no
la molestase, porque ahora llevaba una buena vida y no quería saber más de mí. Me
saqué el pene de la bragueta y les meé a todos en los zapatos, dije que era el único acto
poético que se me ocurría. Benzodiazepinas, Benzodiazepinas, Benzodiazepinas... La
paciente que creía ser Judy Garland no logró morir. Finalmente consiguieron anestesiar
su voluntad y se conformó con seguir un estricto régimen de adelgazamiento. El mundo
es un lugar inhóspito para los débiles, que son devorados por los animales más fieros.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 89


La naturaleza no siente lástima, piedad ni misericordia. La naturaleza sobrevive siempre
y acaba emergiendo sobre las cenizas de lo que fue civilización. Las paredes eran
blancas y desnudas, pero había unos tiestos con plantas en las esquinas de las salas y en
los corredores. En la tierra de esos tiestos escondía yo las pastillas que me daban. Las
flores crecían alimentadas por la podredumbre humana. Tal vez, por eso, en aquel centro
de salud mental no pudieron acabar del todo con mi espíritu. Ahora estoy afuera, sólo
visito al siquiatra una vez al mes. No estoy loco, soy poeta. Nadie quiere publicar mis
libros. Me temen. Temen mis verdades. Ya no vivo en la calle. La vida es dura y los
años no perdonan. Vivo en una institución donde me cuidan y me dan cama y un plato
de comida. Pero yo sé que no soy cualquier cosa, que no soy uno más entre los
hombres, porque soy el más grande poeta desconocido de un país donde la poesía
verdadera no está en los libros, está en los sueños imposibles de los poetas inéditos.

-FIN-

(Este cuento forma parte del libro INFRAMUNDOS, que será publicado por la
editorial BAILE DEL SOL en el 2010)

‫ي‬
Amado Gómez Ugarte. Nacido en Llodio (Alava). Ha sido
columnista de Opinión de periódicos como "EL MUNDO del
País Vasco", "TRIBUNA de Salamanca" y "El Periódico de
Alava". Ha obtenido, entre otros, los siguientes premios
literarios: Premio de Novela Corta Casino de Lorca, Jauja,
Ciudad de San Sebastián, Julio Cortázar, Clarín, Ciudad de
Coria, Ciudad de Peñíscola... Entre sus libros publicados
destacan La Secana, Para siempre y El vuelo de la Mariposa,
editados por Bassarai. Bidaia ahaztezina, Ni eta nire kontuak y
Ni eta nire metroa, publicados por Elkar, El barco varado, publicado por la editorial Nostrum, y
"El último mono" publicado por la editorial Verbigracia.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 90


Jaime A. Fernández Gianzo
travisbickle_42nd@hotmail.com

ASÍ, SIEMPRE HAY TIEMPO

Llevaba, siempre, dos relojes. Uno de los que solemos decir “en hora”, de
acuerdo al sol, la luna, y obediente al meridiano en el que se desenvuelve el día a día; y
otro, sin pila, sin pulso, con las agujas dando las dos y ocho minutos y la segundera sin
despegarse del catorce.
En la muñeca derecha, el primero lo ayudaba a no perder el autobús y el segundo
lo seguía, cargado de superstición, como una letanía necesaria.
Hacía seis años, a tal hora besó la frente a su madre y bajó a buscar un refresco,
y cuando volvió a la habitación, dos minutos después, el suero alimentaba a quien ya no
lo necesitaba y el oxígeno no podía hacer más que inflar. Eran las dos y diez y catorce
segundos de la madrugada; la hora, el minuto y el segundo más malditos de toda su
vida.
Desde aquel momento, siempre lleva dos relojes, como sabemos: uno rutinario y
otro que burla, si no a la Muerte, sí al recuerdo, que bien puede matar en vida. Siempre
marca la hora del beso en la frente, y ahí se detiene, en ese tacto tibio, aséptico y neutro
que a veces tienen los rostros en los hospitales y que anuncia que quizá no vuelva el
calor. Él lo sabe, el tiempo también, pero él da un rodeo y esquiva a ese esqueleto en
harapos que la gente se empeña en llamar Muerte cuando a lo que se dedica es a soltar
recuerdos. Un muerto no recordado es nada. Y puestos a recordar, prefiere hacerlo sobre
su madre viva antes que muerta.
Llevaba, siempre, dos relojes; llevaba, porque ahora le está dando mala hora a
un tercero. Falta un mes para que su amor le pida una respuesta, un quince de agosto a
las cuatro de la tarde, hora convenida para la cita. Pero su mujer no sabe nada de esto, y
él, incapaz de amar y necesitar a dos mujeres como los mares a la luna, sólo piensa en
hacer la mochila, salir por la puerta y llevar en la muñeca dos relojes apartados de la
cadencia del tiempo. Uno a las dos horas y ocho minutos y catorce segundos, y otro en
día quince y marcando, también sin pila, las tres de la tarde. Pasarán los años, los mirará
y pensará que aún le da tiempo a besar a su madre, y que le restan unos cincuenta y
ocho minutos para tomar un té en la estación, antes de las cuatro.

‫ي‬
Jaime A. Fernández Gianzo, tengo 24 años (nací en Granada, España, en 1984) y este
verano conseguí una plaza fija como profesor de Lengua y Literatura para instituto. Tengo
varios proyectos con la Universidad de Granada, pero ninguno concluido por el momento;
acabé la carrera (Filología Hispanica) hace menos de dos años, así que mi desarrollo
profesional está muy verde aún. La revista digital Realidad Literal me publicó mi primer ensayo,
titulado "Yukio Mishima, un caballo desbocado entre Oriente y Occidente".

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 91


Daniel Alejandro Gómez
arboces@yahoo.com.ar

¿Deberían ser olvidados los viejos amigos?

Estaba yo en el bar del hospital. Me quedaba de paso hacia el trabajo, y, no sé


por qué, al salir del trabajo caminaba un rato por ahí, y entonces me aposentaba, como
digo, en el bar del hospital. Pedía mi café; y en ciertas ocasiones, en varias ocasiones a
decir verdad, me encontraba con el vendedor de la lotería.
Era un buen hombre, estoy seguro. Todavía veo, hace mucho que ya no está allí,
a sus ojos acuosos y como alcohólicos. Y sin embargo en ellos se adivinaba, tenaz,
insistente, una chispa de buen humor, de secreta superioridad. En los días de lluvia por
ejemplo, solía yo refugiarme en la entrada del hospital, junto al vendedor.
Decía él entonces:
-Es un buen día de lluvia-me decía-, y crecerán hongos hasta de las mismas
nubes. Aunque eso de nada a nadie sirve-agregaba, siempre aparentemente sarcástico y
sonriendo-. Porque nunca habrá guerras por los hongos, ni en Irak y ni en Afganistán.
Siempre con su buen humor, siempre con sus frases cínicamente ocurrentes. La
verdad, dicho todo sinceramente, es que yo no tenía excesivas ganas de conversar con
ese hombre. Fuera de mi familia y de mis círculos más íntimos-que son,
verdaderamente, círculos demasiadamente íntimos-he de confesar ahora que suelo dejar
hacer a mis interlocutores. Una mezcla de pena y de bonhomía, pues, gobernaba mi
ánimo cuando me encontraba con el vendedor de la lotería. Y recuerdo todavía cómo,
después de mi intenso y numérico y científico, e intelectual y elitista trabajo, yo lo
acogía al hombre como medio compasivo, y dejándole entretejer a todas sus frases
cínicas y aparentemente de estricta raigambre de vivencias. He de decirlo: me sentía yo,
con él, un poco más superior…o, mejor dicho, un poco menos inferior a los demás. Ya
ven, en ese entonces, lo mal que la pasaba. También me acuerdo, al caer el crepúsculo
sobre la extensa y buena tierra, que en esos momentos a lo lejos se divisaba un edificio
muy emblemático-para todo ese paisaje, y para todo este relato-; y que al ello suceder,
yo señalaba precisamente-y teñido de un escarlata crepuscular- a ese edificio no lejano
del hospital, y en donde se alzaba, un poco ominoso, un letrero también emblemático y
que decía:
“Parque Tecnológico”.
-Allí señor-le decía yo, al hombre-, allí señor estudié en mis días de juventud.
-Ah-exclamaba yo luego, falso e hipócrita-, ah, cuántos buenos recuerdos, señor.
¡Y cuántas cosas allí se aprenden!
Le invitaba así, bondadoso, a un trago más de cerveza después de tales palabras,
y viéndole, sobre todo, a todos sus billetes de lotería colgándole del pecho. Pero para mi
total sorpresa, era entonces cuando el hombre (y acaso como sumido en el ámbito de mi
extraña confusión) mostraba en sus ojos esa chispa de buen humor. Llegado este punto,
era cuando yo advertía en él esa rara y digna superioridad sobre mí.
-Sí-decía-, es un bonito edificio al atardecer-y mirándome agregaba-: Los
atardeceres son gratis.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 92


Cuando lo invitaba a tomar un café, o cuando él me invitaba, escuchaba a todas
esas frases y dichos y ocurrencias, de las que ya abundaré un poco mejor-y que a mí me
parecían un poco fuera de lugar, aunque, como digo, lo dejaba hacer-; y entonces
sucedía algo no tan extraño para mí como a primera vista pudiere parecer: yo la pasaba
bien, yo me sentía bien, y, acaso, era yo feliz. Yo en suma, hundido en las quimeras, no
tan extrañamente fantasiosas, de los números, por un momento me sentía gratamente
despreciado por ese vendedor de lotería. Me sentía, claro, como uno más.
Entramos a los pocos meses, pues, en una especie de perfecta camaradería.
Tomábamos cerveza, y no en balde. Y ante tal circunstancia, yo, siempre en tan buena y
probada compostura por estos menesteres y sentidos, me mantenía más sobrio que la
misma agua de lluvia pero él, en cambio, relucía con todos los colores y humores del
alcohol. Lo recuerdo entonces más ingenioso, más extravagante y, también, más
bondadoso, compasivo y eficaz que nunca, y tejiendo sus historias, muchas veces, justo
cuando caía la lluvia.
-Lo bueno de la lluvia-comentaba entonces, ante mi displicente aprobación-es
que no te cobran impuestos por ella.
Decía él además, por ejemplo-y tan cínico-, que para los cultivadores de cítricos
“el dinero sí crece, efectivamente, en los árboles”. Decía él además que la medida de tu
poder reside, precisamente, en el poder que no tienen los demás, y, sobre todo, en el que
nunca han de tener. Decía él, y todo esto palabras más y palabras menos, que la vida
consiste en saber lo que quieres, en saber lo que puedes, y en saber lo que tienes. Pero,
“y más todavía- agregaba, sonriendo- en apreciar lo que quieres, en apreciar lo que
puedes y, sobre todo… en apreciar lo que tienes y lo que los demás no han de tener
jamás”. Decía que cuando se juntan dos hombres puede haber un diálogo inteligente,
pero que cuando son más de dos, “se trata- decía, pues- de una barahúnda de
imbéciles…y aunque muy democrática”. Decía él también y en este sentido que las
cosas ni se eligen ni se votan tanto democráticamente, sino que se eligen y se votan….
mayoritariamente. Pero decía, pues, el hombre, y después de todo lo anterior- y acaso,
por ejemplo, al observar la lluvia- que todo puede estar bien, o que todo puede estar
mal.
“Pero que llueve-me exclamaba, sorprendentemente compasivo…y amigable-
tanto sobre los justos como sobre los injustos”. Aunque acostumbraba luego añadir que:
“A Dios mucho empeño-decía- le había de costar la lluvia, sin embargo… Para hacer
llover-agregaba sonriendo- sobre tantos injustos”.
Se reía entonces, al son de su propio y dudoso chiste y levantaba así su vaso de
cerveza, o de lo que fuera, brindando al calor de las palabras antedichas, y siempre
festivo y de buen humor….
-En verdad señor-me decía, tal vez-, la vida no es tan mala… Porque en realidad,
tampoco te cobran por nacer-resumía: en algo que se podría considerar como una
perfecta- y satírica- síntesis de sus frases…
Muchas cosas, pues, y de este jaez, decía el hombre. Aunque una vez- y cómo
olvidarlo- finalmente había yo de oírlo exclamar, y como abstraído:

-¿Deberían ser olvidados-dijo esa vez-los viejos amigos?

-¿Cómo ha dicho usted, señor?-le pregunté, repentinamente interesado.


-Nada, nada, nada-me contestó, lentamente-…No es nada, señor-culminó.
Y así siguió con su charla, ese día, perfectamente tranquilo. Aunque en los meses
posteriores mucho había yo de preguntarme que:
-¿Qué quiso el hombre, pues, decir?

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 93


Pareciera- me contestaba en ciertas ocasiones- que muchas cosas ha querido
decir en esa frase, o acaso nada. Ciertamente yo pensaba en ese entonces que los buenos
amigos, o que cierta gente, no habían efectivamente, para mí, de ser olvidados: pero
porque, la verdad, yo nunca los había tenido presentes…. Aunque sin embargo,
paciente, gentilmente, continué con una rara sensación agradable y camaraderil
escuchando a “mi contertulio hospitalario”, como solía yo llamarlo, allí en el restaurante
del hospital.
Yo, la verdad, siempre desde entonces estaba como buscando que volviera a la
conversación… tan extraña frase. Y finalmente no sería defraudado: en una fecha clave,
importante, crucial.
Una vez, y como prolegómeno de lo que digo, volvía yo en el autobús hacia mi
casa. El autobús que va del hospital al centro de la ciudad pasa por varios terrenos
verdes, en apariencia prácticamente descampados. Es un tanto poético, pienso, y es un
tanto íntimo, afable, y sutilmente social, el hecho de ir en el autobús a veces con luces y
escuchando la radio mientras fuera, por la noche, se extiende silencioso y eterno ese
gran territorio de soledad y, digamos, de extraña belleza que compone un paisaje
nocturno y casi campestre. Yo veía, en el viaje, a toda esa tierra, tan extensa y oscura,
que se deslizaba por la ventanilla del autobús ante mis ojos, y yo, entonces, ¡y qué
cómodo y tan de buen humor-pensaba- que me suelo encontrar ante este paisaje y en
estos momentos…y aunque no sé bien por qué! Hasta que un día- y por la época de año
nuevo-, sentado atrás de todo escuché a un grupo de jóvenes cantar en el autobús.
Era una canción, la que ellos cantaban, que bien yo me conocía: era, desde
luego, el Auld Lang Syne, tan famoso y entrañable, de los países anglosajones para la
época del año nuevo. Aunque ellos, los chicos, la cantaban abrazados y bromeando en
español.
Y así esa noche, y en boca de todos esos chicos, pues, esa canción y para mi total
sorpresa había de empezar, justamente, así:

¿Deberían ser olvidados-decía entonces la canción, en boca de todos los chicos-


los viejos amigos?

Nada pensé, en ese momento… pero me sentí contento. Aunque, pienso hoy, el
destino me ayudaría ese día a comprender un poco más a todo este asunto. Pues en ese
momento recuerdo que vi a un señor, y prácticamente un anciano, y que mucho a mí me
conocía. Me sonrió él, jovialmente. Y me dijo aquella vez:
-¡Feliz año nuevo, mozo!-creo que ya estábamos cerca del año nuevo, en efecto.
Yo, tremendamente malhumorado, nada contesté. Esbocé sin embargo una
tímida sonrisa, casi como de compromiso y tal y como me dije en ese instante para mis
adentros, “así dejé estar la cosa”. Aunque el hombre por lo que vi no se fue, al bajarse
del autobús, de muy buen humor para con mi “talante conversacional” (como me dije
yo). Y tanto esto fue así, que luego estuvo sin hablarme, y sin saludarme, por varias
semanas… Incluso, hasta el año nuevo siguiente. Cuando otra vez había de saludarme, y
ya veremos bajo que raras e interesantes circunstancias.
Luego algunos días más, inexorablemente, pasaron, sobre mí y sobre todos
nosotros, como la lluvia o el paisaje de campo ante mis ojos en la ventanilla del
autobús.
Yo continué yendo al bar del hospital, a veces al caer la lluvia:
-Mujeres…Mujeres…Mujeres…-murmuraba por ejemplo en esa época, a veces,
tristemente mi amigo-. ¡Mujeres! Ahora no hay, para ellas, otro Príncipe Azul que el
dinero.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 94


Añadía, siempre sutil, que “Hoy día, te reconocen todos los derechos que
quieras: al hogar, a la comida y a la felicidad- explicaba, con amargo buen ánimo-. Pero
solamente porque saben que en la práctica no están obligados a darte ninguno”.
-Y si hay algo-agregaba, filosófico- en lo que estamos actualmente sobrados, es
en este asunto de los derechos. ¿Qué les cuesta reconocer a los políticos-continuaba
entusiasmado-por ejemplo tu derecho a la felicidad, si no están obligados a otorgártelo?
Ah no, señor-exclamaba, y haciendo la pantomima burocrática a la vez-. Ah no, señor-
exclamaba pues, e imitando a esos oficinistas del estado-. Yo aquí en esta oficina, de la
que soy un simple dependiente, para reconocerle tal y tal derecho tiene usted que
traerme certificados de poseer tal y tal edad y tal y tal trabajo, y tales y tales ingresos-
continuaba-, y tal y tal color de pelo… y-agregaba entonces mi buen amigo, un poco
lúgubre-, incluso tal vez tiene usted, señor, que poseer…. tal y tal grupo de sangre
específico…
Yo, mientras tanto, sonreía digamos que benévolamente, digamos acaso que
demasiado benévolamente, mientras con displicente curiosidad observaba cómo el
hombre, allí en el restaurante, persistía en llevar al instrumento de su oficio-billetes de
lotería-en el pecho…. Y así, y como venía diciendo respecto al, aparente, cinismo de mi
cofrade, él solía añadir por ejemplo, luego-y ahora con el mejor y más sarcástico de sus,
siempre biliosos, humores- , que “el mejor amigo del hombre es precisamente el que
nunca ha sido su amigo”(“Porque los perros, señor- agregaba-, han sido bastante
injustamente injuriados con todo este tema”). Y continuaba diciendo mi amigo que así
como las vacas no vuelan tampoco pueden existir los políticos buenos, y que al poder lo
han inventado, justamente, los poderosos, y que, y que ...
Y así pues, y habiéndole yo escuchado, con bonhómica paciencia, con
demasiada bonhómica paciencia tal vez, a toda esa quejiquería confesional de revista
progre endomingada de periódico de masas, finalmente le grité:
-¡Pero basta!-grité-. ¡Pero basta, señor! Mejor vender lotería-agregué, un poco
ominoso quizá-que estar pensando en todas esas cosas.
Y se hizo silencio.
-¡Es que no termina usted de quejarse!-le grité otra vez-. Y es que acaso usted-
dije, pensando en mi trabajo, de complicadas álgebras y logaritmos-puede que no sepa
lo que es verdaderamente…el mundo.
-Basta entonces, señor-dije luego, triste y bondadoso…y demasiadamente triste
y bondadoso y complaciente, tal vez-. Basta entonces, señor-dije-. ¡Que mañana-
finalicé, sonriendo- será un nuevo día!
El entonces, lento y calmado, tomó un sorbo de cerveza; y así me miró muy
seriamente, y luego, y luego, y luego… Y luego, mirándome fijamente…
Y luego, pues, él, mi amigo… ¡¡mirándome fijamente, estalló en una carcajada!!
¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja!!!-habría de decir… (¿pues qué mejor lenguaje, digo ahora, y
más intelectual y eficaz, que una carcajada?)-. ¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja!!!-decía mi buen
amigo-: Pero señor. Pero señor-decía-: ¿Es que usted se ha creído verdaderamente a toda
mi perorata? Son solamente palabras-dijo-. Palabras, palabras y palabras-y me miraba:
porque yo a veces solía hablarle en un lenguaje digamos que dialéctico, complicado,
artificioso-. Palabras, digo-continuó-, porque de algo hay que hablar, ¿o no es así?
Porque… ¿para qué es necesario-preguntó- decir completamente las verdades? ¿O es
que la bomba atómica-me preguntó así, y sombríamente-, o es que la bomba atómica,
señor, no es una verdad de a puño?
Eran palabras raras en un hombre raro y en circunstancias raras (y era, también,
el día de año nuevo).

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 95


Muchas veces había yo pensado de mi amigo que en verdad tenía él más letras y
más ciencias de las que aparentaba. Y yo le pregunté entonces al hombre, con
circunspección y curiosa timidez, que si siempre había sido un vendedor de
lotería…”nada más”.
“Porque usted-le dije-parece tener bastantes estudios”.
Me miró, así, socarronamente. Y me dijo que:
-Hay bastantes cosas feas en el mundo-dijo-. Así que, ¿por qué, amigo, hemos de
agregar todavía más a ellas?
No añadí nada a tal pregunta. Pero luego, al salir, miramos los dos el crepúsculo
que en esos momentos, rojo y sangre, se hundía en las extensas y verdes, y verdes, y
verdes, tierras. El señor, con las loterías en el pecho, extendió entonces un índice, medio
tembloroso, hacia el lugar en el que a esas horas, sombrío y extraño, se alzaba un
edificio: llamado “Parque Tecnológico”.
Era esa especie de universidad científica que se hallaba no lejos del hospital. Y a
la vista de tan extraña, y de tan ambiciosa construcción, el hombre dijo:
-Yo, señor-dijo-, yo, señor, sí, he estado alguna vez-y le tembló la voz,
reveladoramente- en “Babilonia”.
Luego salimos más hacia fuera, hacia la escaleras del hospital. El señor miraba,
recuerdo, nostálgico hacia el “Parque Tecnológico” y también, como más benévolo,
echaba una ojeada hacia el hospital. Yo nada decía todavía. Era de noche, y hacía frío. Y
la luna, en el cielo, lanzaba como bendiciones de plata sobre todos nosotros. ¡Era-pensé
entonces, entusiasmado-, era tan enorme y tan bonita la luna! El vendedor de lotería, en
ese momento, habló:
-Yo en otras épocas tenía bastantes ciencias. Pero ciertas circunstancias me han
convertido…Sí-dijo-: me han convertido, para bien o para mal, en un vendedor de
lotería.
Inclinó entonces la espalda (nada le costaba ante mí, creo hoy, inclinar la
espalda: aunque de ello me di cuenta recién en ese momento)…inclinó, como digo,
entonces la espalda y tendiéndome, pues, la mano, gentilmente había de decirme que:
-Que tenga usted-dijo- un buen año nuevo, señor. Porque tal vez lo necesite más
que otros.
Postura, la de este señor, gallarda y digna y caballeresca. Y yo, a mi vez, le tendí
también a él la mano, casi, como si con ese gesto cruzara un largo territorio: como el de
la luna, pienso, y que en esos instantes brillaba poderosa y blanca y lo mismo que una
enorme paloma de año nuevo. Los dos, pues, así nos saludamos. Y entonces, les digo,
lo supe: supe que estaba saludando al más secreto, supe que estaba saludando al más
eficaz, y, sobre todo, supe que estaba saludando al más humilde-y sino al único- de mis
maestros.
Poco tiempo para averiguarlo tuve porque, a los pocos días, él ya no estaba más
allí.
Pregunté, siempre circunspecto, por mi antiguo amigo aunque nadie supo darme
indicación alguna. Me olvidé de él, y de las horas: de las horas, digo, de alegre-y un
poco cínica y escéptica-camaradería que habíamos tenido durante bastante y tanto
tiempo. Miraba yo en ese entonces, con mucha intensidad, a los vendedores ambulantes,
a los quiosqueros, a los que venden flores y churros por aquí y por allá, en la calle (y me
sentía culpable…, ¿pero por qué?). Y también observaba, claro, a los que venden la
lotería. Una sensación nada piadosa para conmigo mismo, creo, pugnaba por salir a
flote hacia mi conciencia, y, por fin- y ya cerca del otro año nuevo-, definitivamente no
pude ya olvidar más. Y había yo de recordar, un día, y en el hospital, a todo este asunto,
que ya antes he tratado de narrar.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 96


Estaba ese día en el hospital, como digo. Había pasado mucho tiempo y mucho
tiempo y tanto tiempo que, en verdad, era nuevamente…..año nuevo. Era, les digo, la
noche del año nuevo. Creo entonces, que por esos días la culpa se había instalado
determinantemente hacia mí. Yo, ya les digo, trabajaba en ciertos ámbitos vinculados a
la ciencia. Todavía hoy pienso en la forma en que acudía al trabajo, barbado y
desaliñado. Viendo todos esos números y álgebras y geometrías con compleja y
creciente-y sobre todo, victoriosa-desconfianza. Me sentía, en fin, como que yo también
estaba en “Babilonia”, “y de aquí-pensaba yo-, y de aquí, debo irme, de una vez por
todas.”
A veces o muchas veces, me sorprendía, sin saber el motivo, diciéndome en voz
alta en el trabajo:
-Me voy.
Así estaba, pues, en el restaurante del hospital, y en la noche de año nuevo. Justo
cuando esas pequeñas palabras, otra vez, acudieron a mis labios:
-Me voy-murmuré, sentado ante mi café.
Yo, la verdad, aunque siempre lo había negado, no creía demasiado en el año
nuevo, en la navidad, y en todas esas cosas en fin-según mis propios asertos-, “que son
los paradójicos opios capitalistas de la actualidad”. Y entonces y digamos que en alguno
de esos días, al estar sentado, y abstraído, en el restaurante del hospital, había yo de
recordar la frase del vendedor de la lotería, cuando me dijo que:
-Que tenga usted-me había dicho, pues- un buen año nuevo, señor. Porque tal
vez lo necesite más que otros.
Había yo, en fin, de estar esa noche, abstraído y solitario, en el restaurante del
hospital, como les digo; y viendo siempre la manera en que lento y bonito caía el
crepúsculo sobre la tierra… y tan lejos-pensaba yo- de la ciudad. Sentía yo una
sensación- tenaz y exitosa- de la culpabilidad. Y así, solía decirme que:
-Lo he tratado, a ese hombre-me dije-, como a una especie de ser inferior… De
alguna manera así lo he tratado. Y en verdad, él era mi secreto maestro. Puede que
todos-y miré, hacia mi alrededor-…Puede que todos-me dije- sean mis secretos
maestros.
A través de la ventana, y como extrañas fortalezas ante la soledad, los autobuses
se hundían en esos momentos, uno tras otro, entre los extensos descampados. El
horizonte, otra vez, se inclinaba, como un hidalgo de púrpura y de escarlata: rodilla en
tierra y con su sol agonizante.
Así, entonces, me levanté yo ese día de mi silla del restaurante, y pensando que:

-¿Deberían ser olvidados-pensé-…. los viejos amigos?

Tomé el autobús para volver a mi casa. Era año nuevo, ya les dije. Pocas
personas estaban allí en el autobús. Recuerdo, sin embargo, al conductor, que en esos
momentos llevaba a esa máquina en medio de descampados y de ciertos sombríos-y
esporádicos-árboles. Un enorme edificio, oscuro y callado, en un rincón se alzó para mí:
coronado con una cruz. En silencio, yo saludé en esa noche a tal edificio, en mi interior,
y mientras, insisto, otra vez me decía:

¿Deberían-me preguntaba yo, nuevamente-ser olvidados los viejos amigos?

De pronto (y fue como una curiosa, casi como una… providencial casualidad)
escucho cantar a unos chicos, al fondo del autobús. Y de tal manera hube de escuchar

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 97


otra vez al emblema y enseña que para mí se había instaurado, en todos aquellos días, en
mi alma:

-¿Deberían ser olvidados-cantaban entonces, todos esos chicos- los viejos


amigos?

Continuaron cantando, y así el autobús seguía y seguía y seguía…y seguía


avanzando. En un descampado florido de sangre y de crepúsculo, y a través de luengas
tierras, que eran-aparentemente-solitarias.
Me quedé pensando en ese señor que, con las loterías al pecho, viera yo y
durante varios días y meses, e incluso años. Me quedé pensando en su sonrisa, siempre
bonhómica, y, claro está, en su falso cinismo, que yo tanto, expresamente o no tanto,
censurara. Me quedé, acaso, pensando en mi propio cinismo, que por ser mudo y tácito,
e implícito y eufemístico y…en una palabra, cobarde, quedaba como en la más
deshonesta de las oscuridades. Me quedé, pues, pensando en aquella secreta, furtiva,
sigilosa…eficaz maestría, a la que yo tanto aludiera en párrafos atrás. Y volví a
acordarme, entonces, la manera en la que gentilmente inclinara mi viejo amigo, y hacía
ya varios meses, la espalda cuando me saludara (¿pues qué le costaba, digo, si yo era su
inferior?); y también la manera en que yo, en verdad- y en mis propios y en mis más
íntimos y, en suma, en mis más espurios fueros internos-, solía sorprenderme al pensar
que:
-Ese señor-me decía-, ese señor no lo es, y nunca lo será, y nunca debería haber
sido mi amigo.
Pensé muchas cosas, ya ven, ese año nuevo en el autobús, mientras los chicos
cantaban y cantaban, y mientras, como siempre, la tierra se deslizaba ante mis ojos tan
verde y tan de sangre y tan oscura, y tan-aparentemente, me dije-en la soledad…
Mientras a través de la ventanilla del autobús yo la observaba. Y de tal manera, también,
pensé que:
-No solamente ha sido mi amigo-me dije- en todo este tiempo, sino en ciertos o
en muchos sentidos, fue mi amigo, mi tutor, mi maestro…. Y-culminé-también mi
culpa.
Y así, y escuchando a todos esos chicos cantar- y ya casi, sobre todo, redimido,
por mi habitual e implacable y expiatoria culpa-, volví con mi pregunta de marras:

-¿Deberían ser olvidados-y yo, entonces, sonreía-los viejos amigos?

Alguien, no supe quién en un primer momento, pero que yo conocía, me dijo en


ese momento desde un asiento del autobús:
-¡Hola!-exclamó-. ¡Hola, mozo!-exclamó-. ¡Y Feliz Año Nuevo!
¡Era él, el viejo, el viejo y anciano benévolo que siempre me saludara!
Aquella vez, por fin, detuve mis pensamientos. Me levanté de mi asiento en el
autobús, y me dirigí hacia el buen anciano y- y casi, otra vez, como si llegara hasta la
luna- le tendí yo, pues, la mano (que él había de estrecharme) cuando le dije:
-Feliz año nuevo, señor, tenga usted-dije, aunque puede que algo solemne….o,
quizá, con una sensación, por primera vez, un poco rara.
El pareció, cuando me estrechaba, con cálida energía, la mano, un tanto
sorprendido a la vez.
Y yo no. O no tanto.
-Bueno-me dijo, todavía sorprendido el hombre-. Bueno, se lo ve a usted de
buen humor, joven. Y ya ve que no es nada malo estar de buen humor. Porque las

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 98


personas inteligentes-dijo-, porque las personas inteligentes de verdad, suelen estar de
buen humor, o de mejor humor que nadie. ¿O no es así? ¡¡Ja, ja, ja, ja!!-y rió,
nuevamente, y diciéndome como despedida que-: ¡Feliz Año Nuevo tenga entonces,
mozo!
El señor se bajó del autobús. Yo, como digo, no estaba ya tan extrañado con,
digamos, mi nueva actitud; cuando la pregunta- al tiempo que el paisaje, a través de la
ventanilla, parecía correr como una carrera de verde y de oscuridad- volvía y volvía una
y otra vez a mi mente, y como si en verdad no le encontrara yo su más hondo
significado:

¿Deberían ser olvidados-pensaba en efecto, luego, al caminar por las calles de


mi barrio-los viejos amigos?

No, claro que no, pensé en esa noche… pensé en esa noche de año nuevo. Y
también a la hora de los brindis, y también con mucha secreta, o acaso no tan secreta
culpa, yo pensé, y un poco tristemente: que en realidad no me venía del todo bien (y
como me dije) “el estar igualmente yo, y como antes estuvo ese viejo, en Babilonia”. Y
que cualquiera en cambio-pese, digamos, a mis ímpetus “de aristócrata numeral”-, que
cualquiera en cambio era digno de mi amistad…. Tanto-pensé extrañamente-, tanto
“como si yo vendiera la lotería, o como si estuviere en un quiosco de periódicos”. Y
pensé, sobre todo, pues, que yo era digno también de la amistad de cualquiera (de
cualquier persona de este mundo, extendido como sobre una tierra extensa y verde; y
cuando en ella, rodilla en tierra, se inclina por ejemplo, manchada de sangre, la hora del
crepúsculo)… Y acaso este pensamiento era el más verdadero, era el más útil, era el más
pragmático y era, en suma, el más victorioso de mis pensamientos: en la noche del año
nuevo. Y a la hora de los brindis, como digo, emocionado yo brindé y brindé y brindé,
entre los amigos y la familia….

Solamente, finalmente, me resta decirles a todos ustedes, ahora, que yo suelo


olvidar de inmediato-aunque no sé por qué- a toda la gente que conozco (o a toda la
gente que cree conocerme). Para luego sumergirme en el frío, exacto, racional o inútil
quehacer de mi trabajo. Pero desde entonces, no obstante, y cada vez, sobre todo, que
paso por el hospital, suelo recordar mucho la manera en que el viejo señor de la lotería,
inclinado digna, gentil y caballerosamente, me tendiera la mano como si la tendiera
hacia la luna. La manera, pues, en que se esfumó mi secreto y mi único maestro. La
manera en que me dijo él:

-Que tenga usted-me había dicho, ¿algo tristemente?- un buen año nuevo, señor.
Porque tal vez lo necesite más que otros…

Sobre todo, les digo, recuerdo la forma-no del todo desapacible- en que yo salí
de todo ese embrollo para mi mente y alma. Recuerdo la manera en que estando yo en el
autobús-decidido ya a dejar “Babilonia” al cruzar las llanuras verdes y descampadas de
la extensa región teñida por los púrpuras crepusculares-, recuerdo, pues, cuando certera,
sencilla, eficaz y, también, muy sutilmente culpabilizadora, pero a la vez expiatoria,
había de acudir a mi pensamiento y alma conciliadoramente-y qué palabra-nuestra frase
de marras… ante todo ese paisaje y, claro está, también ante el edificio coronado con
una cruz.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 99


Pues a mis labios en efecto, entonces y desde entonces, vuelve ella como
siempre: la vieja y entrañable y crucial canción, y nuestra frase de marras, pero esta vez
definitivamente:

-¿Deberían ser olvidados?-me digo siempre, saludando y conciliando y como


amistando con la cruz, y con el paisaje, y con toda la otra gente del autobús, y, quizá,
con el mundo entero-. ¿Deberían ser olvidados-me digo pues…, y como queriendo,
acaso, abarcarlo todo- los viejos amigos?

‫ي‬
Daniel Alejandro Gómez (Buenos Aires, 1974), escritor, ensayista y
dibujante. Libros publicados: Muerte y Vida (Ediciones Mis Escritos,
Argentina, 2006) y la novela electrónica Sembrar Palabras (EBF Press,
España, 2002). Mención y medalla Concurso Bioy Casares, cuentos,
1999, finalista y diploma en Concurso Hespérides Universidad de La
Plata, Argentina, 2007. Publicó cuentos y poemas y ensayos en medios
electrónicos y en periódicos y revistas impresas especializadas de
Argentina-como la histórica Revista Lilith-, de España-como la Revista
Fábula-, de Estados Unidos, de Brasil y Colombia. Fue columnista político del periódico
impreso mexicano Sufragio.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 100


José Ángel Muriel González
jamuriel@elautor.com

Al teléfono

-Eh, Carlos. ¿Sigues ahí?


-Sí, sí –respondió después de una pausa-. Te estoy escuchando, Raúl.
-Como te decía, deberíamos meter más presión si queremos obtener resultados
dentro del plazo previsto, ¿no te parece? ¿Carlos?
-Perdona, estoy…
-Distraído, ¿no? Te noto muy despistado. ¿Te pasa algo?
-No, es que estoy viendo por la ventana… Hay un bólido que ha recorrido a toda
velocidad la avenida y ha estado a punto de atropellar a unos peatones en un semáforo.
-¡Caramba! Qué peligro. Oye, será mejor que hablemos tranquilamente. ¿Por
qué no bajas al Ding-a-D…?
-Ese tipo sigue adelante y no reduce –continuó Carlos, sin prestar atención a su
colega-. Dios mío, ha perdido el control.
-¿Qué dices?
-¡Oh, Santo Cielo! ¡Se va a estrellar!
El estruendo del impacto pareció prevalecer sobre todos los demás sonidos,
como si saliera directamente del auricular del teléfono.
-¡Se ha empotrado en el escaparate de la cafetería, Raúl! Oh, Dios, habrá
heridos, seguro. Ha sido en el Ding-a-Ding. Raúl. ¿Raúl?

‫ي‬
José Ángel Muriel González. Nacido en Sevilla (España) en
1972, actualmente reside en Valladolid. Es licenciado en
Matemáticas y trabaja como Gerente de Proyectos en una
compañía de consultoría de sistemas. Siempre sintió interés por
l os libros y creció leyendo los clásicos. Durante sus estudios
universitarios, empezó a tomarse en serio la afición de escribir.
Más tarde publicó su primera novela, Ladrones de Atlántida,
reeditada dos años después por otra editorial. Su última obra es
El talismán cósmico, dedicada al público infantil. Ha obtenido
algunos premios en concursos de relatos. También intenta promover la literatura y la lectura
desde su blog http://www.joseangelmuriel.com.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 101


María Celeste Vargas Martínez
tete_c27@yahoo.com.mx

Los ángeles de Pao

A Paola, porque siempre,


siempre, sigas tan risueña e inquieta
como hasta hoy.

Todos los niños del mundo tienen un ángel que los protege. A donde quiera que el niño
va, el ángel le sigue como una sombra invisible… siempre tras su espalda. Los ángeles
están ahí para cuidar a los niños, para vigilar que no les pase nada y que nadie les haga
daño. Pero hay algunos niños cuyos pies son tan hábiles, manos tan diestras, ojos tan
inquietos… e imaginación tan emprendedora que necesitan más de un ángel para cuidar
sus espaldas. Este es el caso de Pao.
Pao es una niña inquieta, demasiado inquieta diría yo. Todo el día sube y baja
escaleras. Corre en el patio, salta en la cama, en los sillones, y de vez en vez se sube a
las ventanas pretendiendo volar. ¡Nunca está quieta! A veces sube a escondidas a la
azotea, pues pretende espantar a ese gato imaginario que le hace travesuras en la noche:
rasguña su cara, la asusta con sus bigotes y en ocasiones hace de las suyas en el baño de
la pequeña.
Hay veces que Pao entra corriendo a las habitaciones persiguiendo a uno de los
tantos amigos invisibles que tiene y es tanta la prisa que de repente rebota contra los
muebles sin hacerse daño. Y en ocasiones baja las escaleras saltando como conejo y
entonces los pies le fallan y al piso va a dar.
Sí, Pao es una niña muy inquieta. Tan inquieta que a ella la cuidan cinco ángeles.
Jamás un niño había tenido tantos ángeles a su disposición.
¡Pobres de los ángeles! Todo el día entran y salen, suben y bajan, rebotan aquí y
allá… y aunque a veces quisieran un poco reposar, no pueden porque Pao no para de
andar.
Por las noches, cuando Pao por fin va ha descansar los cinco ángeles sólo se
acurrucan junto a sus pies y tranquilos duermen, esperando que mañana Pao decida ya
no correr ni saltar ni huir ni pretender volar.

‫ي‬
María Celeste Vargas Martínez. Nació en México, Distrito Federal, en 1976. Licenciada en
Periodismo por la UNAM, Campus Acatlán. Especialista en estudios sobre animación.
Coautora de los libros Animando un siglo… Historia mundial del dibujo animado y Hecho en
México, Historia de la animación mexicana (ambos sin publicar). Ha impartido varias
conferencias sobre comic y animación en diversas instituciones educativas y ferias del libro.
Coautora del blog animacionenmexico.blogspot.com. Ha publicado diversos escritos literarios
en Letralia, Destiempos, Revista Cultural Ariadna, Ciberayllu, Remolinos, Megafón y Caminos
Abiertos, entre otras.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 102


Mónica Montaña Soto
monicam111@hotmail.com

Retrato

Y que donde sea que estés, tus notas se escuchen sin parar…

No cierres los ojos. Aún no. Termina de contarme la historia del óleo en el que
trabajabas hace quince años. Decías algo sobre una niña en tu vientre, y tu cadera que se
anchó de forma interminable, y tu genio desmejoró dando gritos por toda la casa. Anda,
dime, entre esos susurros enredados, quién te ordena que me dejes, que nos dejes,
¡cómo puedes hacer caso de una orden tan inconsistente! Completa la frase de la cual
no he podido comprenderte ni la primera parte… Creo que llamas a mis hermanos, creo
que ellos irán contigo volando, creo que mi mentón está más afilado, apunta a un norte
tan extraño como la capacidad de entenderte los balbuceos que la enfermedad aún te
permite. Acaba de una vez, suéltame la mano. Date cuenta que entre más te aferres más
sufrimos tus cercanos. Tu dolor aumenta y nuestro espíritu esta cada vez más
quebrantado. El medicamento no funciona, ni la inyección ni los fuertes fármacos. Dile,
al que te escucha, que esto se esta prolongando demasiado; que la niña al borde de tu
cama ya está congelada, que el frío en su pierna derecha ha de durarle la vida entera,
que las palabras que no entiende ahora se la comerán viva dentro de algunos años, que
no llamó a nadie porque la voz se le había escapado y que ese silencio será más
memorable que las flores y la fosa y el hueco en medio del llanto. Termina de una vez,
se hace tarde. Ya el espíritu no aguanta más este trance despiadado, ni tu mano, ni tu
cuerpo, ni tus ojos desorbitados ¡Cómo es posible algo así, y cómo es posible
soportarlo!

‫ي‬
Mónica Montaña Soto. (Bogotá, Colombia, 1976). Ha publicado en la
red el poemario Juegos azules, una corta reunión de minificciones
titulada Personaciones y varios cuentos, entre los cuales se destacan El
escondite de Francis Moliver, Las fugas de Manuel y De cuando en vez,
en conocidos espacios como Letralia, revista digital, Vagabundos V.I.P. y
Yoescribo.com. Hizo parte del Taller de Poesía de la Universidad
Externado de Colombia, 1996. Realizó estudios de Literatura en la
Universidad Distrital, 1998. Colaboradora en el colectivo Poesía en
Escena, avalado por el Ministerio de Cultura. Certificada del Taller de
Cuento Bogotá Renata 2008. Es Administradora documental. Autodidacta
por convicción. Actualmente hace parte del Taller de Escritores de la Universidad Central TEUC
2009.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 103


Crítica Literaria

La crueldad es uno de los placeres más antiguos de la humanidad.


Friedrich Nietzsche

Њ
Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 104
EL MITO DE LAS MOIRAS EN “EL OTRO, EL
MISMO”, de JORGE LUIS BORGES.

Por: María Alejandra Crespín Argañaraz


alejandracrespyn@hotmail.com

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 105


RESUMEN

En el marco del movimiento modernista, Jorge Luis Borges desarrolla en


su obra “El Otro, el Mismo” una elaboración de numerosos elementos literarios,
míticos históricos y filosóficos de la cultura helénica. Esta ponencia muestra algunos
aspectos del trabajo poético de ese autor argentino, en su libro “El Otro, el Mismo”
aparece la actividad de cada una de Las Moiras: Cloto, Láquesis y Atropos. Las
alusiones eruditas a personajes, obras, lugares y ciertos caracteres del vocabulario se
consideran como emergentes superficiales de una actitud profunda del poeta frente al
fenómeno cultural griego, que invita y exhorta a la creación de nuevas formas de belleza
inspiradas en las que se dieron en aquel contexto.
El tratamiento lírico de episodios míticos y la transposición de arte son
dos procedimientos de Borges que merecen aquí una atención especial, utiliza distintas
características de Las Moiras contempladas por el mito, pero realiza innovaciones. Una
de las más interesantes es la inversión de dicho mito, mediante la transferencia de
aquellos atributos que hacen a esas diosas poderosas divinidades del destino a un objeto
que, en la mitología griega no solo no es divino, sino que tiene un autor humano: el
laberinto. Es interesante la equiparación de Las Moiras con el hombre en general y el
poeta en particular a través del único atributo divino que aquéllas no pierden y el
laberinto no tiene ni recibe por transferencia: la facultad creadora.

El mito de las Moiras en “El Otro, el Mismo”; de Jorge Luis Borges.

En el marco del movimiento modernista, Jorge Luis Borges desarrolla en


su obra “El Otro, el Mismo” una elaboración de numerosos elementos literarios,
míticos históricos y filosóficos de la cultura helénica. Esta ponencia muestra algunos
aspectos del trabajo poético de ese autor argentino, en su libro “El Otro, el Mismo”
aparece la actividad de cada una de Las Moiras: Cloto, Láquesis y Atropos. Las
alusiones eruditas a personajes, obras, lugares y ciertos caracteres del vocabulario se
consideran como emergentes superficiales de una actitud profunda del poeta frente al
fenómeno cultural griego, que invita y exhorta a la creación de nuevas formas de belleza
inspiradas en las que se dieron en aquel contexto.
En primer lugar, se analizarán las expresiones en las cuales la figura de
las Moiras aparece insinuada por verbos referentes al tejido.
En el “Poema conjetural”, la presencia de las Moiras es sugerida por el
verbo “tejieron” que además de hacer referencia a la actividad de estas divinidades,
exige, por estar conjugado en tercera persona del plural, su sujeto múltiple (las Moiras
son tres). El sustantivo que cumple esta función es “días”; no son las Moiras las que
tejieron, sino los días. El adjetivo posesivo “mis” aparece como modificador que
circunscribe la temporalidad generalizada o indefinida del sustantivo a la temporalidad
del yo lírico, haciéndola más personal. Si se agrega a esto el circunstancial de tiempo
“desde un día de la niñez”, queda aún más limitada esta temporalidad a la duración de la
vida de ese yo. En el mundo greco-latino esa duración es regulada por las Parcas
mediante el hilado.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 106


Hay una coincidencia entre mito y poema en lo que respecta a la
actividad de las Moiras, pero el modo de actuar de éstas en el mito es externo al
hombre, mientras que en el poema, adquiere un carácter mucho más personal mediante
el reemplazo de la mención de estas divinidades por el sujeto “mis días”.
En “A un poeta menor de la Antología”, se encuentran también el verbo
“tejieron” y el sustantivo “días”, cumpliendo las funciones antes señaladas, solo que, en
este caso, los días no pertenecen al yo lírico, sino al poeta menor; no obstante, se
observa el mismo carácter personal dado por el adjetivo posesivo (en este caso “tuyos”).
Pero hay una diferencia profunda entre los dos poemas: en éste, el objeto directo es
“dicha y dolor'“, dos ingredientes habituales de la vida que podrían ser tejidos por las
Moiras; no hay ruptura respecto del mito. En cambio, en el “Poema conjetural”, el
objeto directo es “laberinto múltiple de pasos”, algo no considerado por el mito dentro
de las posibilidades de las Moiras; hay un entrecruzamiento con otro mito perteneciente
al mundo greco-latino. En “A un poeta menor de la Antología”, la imagen del laberinto
es sugerida por el sustantivo “red”. Se considerará este aspecto mas adelante.
En “Límites” reaparece el verbo tejer en tercera persona del plural, pero
hay variantes con el objeto directo y en el sujeto. Este está compuesto de tres
sustantivos (concuerda, en este sentido, con el mito, puesto que tres son las Moiras) que
nombran objetos intangibles (“sombras”, “sueños”, “formas”) y que, por esta
característica, se oponen a todo lo que pueda sugerir el sustantivo del objeto directo
(“vida”). Este sustantivo está modificado por el adjetivo demostrativo “esta”, que le da
concreción e impide toda relación con algún otro tipo de vida que pudieran sugerir los
tres sustantivos del sujeto. Estos realizan la misma actividad que las Moiras en el mito
(hilar el destino), pero en el poema lo hacen con un dinamismo mayor, que se logra por
la inclusión del verbo “destejen” junto a “tejen”. No obstante, no hay una simple
traslación del plano mítico al poema, ya que el reemplazo de las Moiras por “las
sombras, los sueños y las formas”, da a la acción y a su producto características no
contempladas por el mito.
La relación de las Moiras con la actividad creadora del hombre se
observa también en el sujeto (“el sueño [o el terror]”) y el objeto directo (“mitologías y
cosmogonías”) del verbo “tejiera” que aparece en el poema “El mar”. Allí, lo humano
queda empequeñecido por la comparación con uno de los elementos de la naturaleza: el
mar existía antes que los sueños y el terror, las mitologías y las cosmogonías. La
comparación transfiere el poder que las Moiras tienen en el mito, no a la actividad del
hombre (que, en este caso, mediante el verbo “tejiera”, sólo comparte el aspecto
laborioso y creativo de estas diosas), sino al mar, que adquiere mediante los verbos
(“estaba”, “era”) y adverbios (“siempre”, “ya”), las características propias del Ser
parmenídeo: unión de esencia y existencia, inmovilidad, eternidad.
En “El Golem” hay otro verbo que hace alusión a la tarea de las Moiras:
“devanar”. Específicamente, ésta es la actividad de una de ellas, Cloto. Hay, por lo
tanto, una selección dirigida hacia una acción que, en principio, no tiene límites
temporales, puesto que no están las otras dos Moiras para establecerlos. Dicha carencia
de límites adquiere un carácter de intemporalidad mediante el circunstancial “en lo
eterno”, en el cual hay un entrecruzamiento de lugar y tiempo; lo eterno es el ámbito
donde se devana; esto indica una universalidad témporo-espacial. Hay también una
intensificación del dinamismo de la acción, que es el resultado de la ubicación de ésta
en el plano de la eternidad; el devanar es continuo.
El sujeto de “se devana” es “la vana madeja”; hay correspondencia con el
mito en cuanto a la actividad, pero la figura de Cloto queda desplazada por un sujeto
cuya acción recae sobre si: el pronombre reflejo “se” da a “madeja” un carácter de

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 107


autosuficiencia que, sumado al circunstancial “en lo eterno”, se acerca a la
omnipotencia (la madeja única, en lo eterno, se devana a si misma). El adjetivo “vana”
que modifica a “madeja” extiende, semánticamente, su influencia hacia el verbo: la
vanidad de la madeja hace vano el devanar. La omnipotencia antes señalada, queda
relativizada por este adjetivo que además ocupa, por el hiperbaton, un lugar
predominante.
Respecto de la actividad y la omnipotencia de la Moira existe
concordancia entre mito y poema. La diferencia reside en el elemento con el cual realiza
el tejido. En el mito, el hilo que tejen las Moiras es el destino de cada ser humano. En
cambio, el poema habla de un “tejido de hombres”; los hombres mismos pasan a ser
hilos que “la mano” entrecruza para formar la batalla. Cada hombre pierde su
individualidad, pues pasa a ser un mero elemento del tejido. Ahora bien, tampoco
adquieren relevancia por su existencia conjunta, puesto que, como tejido, han sido
creados y serán dirigidos por “la mano”. La omnipotencia de ésta subraya la
insignificancia y la dependencia de aquellos.
En el poema “A quien está leyéndome” el verbo “rigen” sugiere la acción
de las Moiras que, en este caso, son reemplazadas por el sujeto “los númenes”, si se
considera la versión que aparece en las Obras Completas del autor y “los números” en la
versión posterior que figura en la Obra Poética. Al sujeto se transfiere la omnipotencia
que implica el hecho de regir el destino del hombre. En ese aspecto coinciden mito y
poema. En este ultimo, se hace mucho más personal la acción que en aquél realizan las
Parcas por la presencia del adjetivo posesivo “tu” que modifica a “destino”; no es
cualquier destino el que los números o los númenes rigen, sino el de cada lector, el
verbo de la oración (“han dado”) acentúa la limitación de este frente a aquellos, al
ubicarlos, respectivamente, en un plano de receptor y dadores. Por último, el objeto
directo agudiza el contraste de ambos al reducir al hombre (o, más concretamente, al
lector del poema) a la nada (“certidumbre de polvo”).
Hasta el momento se han considerado los poemas en los cuales las
Moiras aparecen sugeridas por verbos. Se analizará, ahora, su presencia a través de otras
alusiones.
El sustantivo “suerte” aparece en dos poemas que llevan el mismo
nombre, “Buenos Aires” y en “A un poeta menor de la Antología”, designando aquello
que en el mito personifican las Moiras; la suerte de cada individuo, la parte que le
corresponde en este mundo. A esto, en “Buenos Aires” se agrega otra función;
acompaña al sustantivo la aposición “esas cosas que la muerte apaga”, que indica la
presencia y la acción de una de las Moiras, Láquesis, aquella que, en el mito, corta el
hilo cuando la vida de un hombre llega a su fin.
En “La noche cíclica” y “El Golem” se encuentra el sustantivo “madeja”
acompañado del adjetivo “vana”. En el primero de los poemas se aclara de qué está
hecha la madeja; los hilos son las calles con los nombres de los antecesores del yo
lírico; este carácter personal y concreto se refuerza con el adjetivo demostrativo “esta”,
que acompaña a “vana madeja”. Toda la expresión “esta vana madeja / De calles que
repiten los pretéritos nombres / De mi sangre: Laprida, Cabrera, Soler, Suárez...”, es
objeto directo de una oración en la cual la palabra “tiempo” aparece en lugar de las
Moiras: “El tiempo que a los hombres / Trae el amor o el oro, a mí apenas me deja / (...)
esta vana madeja / “. Aquello que le corresponde a cada cual es dado, en el mito, por la
Moira y, en el poema, por el tiempo. La parte que le ha tocado al yo lírico es,
justamente, la madeja, el elemento con el cual tendrían que trabajar las Parcas. Hay aquí
un nuevo desplazamiento respecto del mito: aquello con lo cual las Parcas tendrían que
tejer el destino, pasa a ser, en el poema, el destino que le es dado al yo lírico, sin tejer

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 108


todavía. Las posibilidades implícitas en este hecho quedan anuladas por el adjetivo
“vana” que modifica a “madeja” y también por el modificador indirecto “de calles” que,
por su contenido semántico (algo ya hecho), no deja margen a la acción del yo; por otra
parte, la posibilidad de construir o descubrir algo transitando esas calles; queda trunca
por la expresión “que repiten los nombres de mi sangre”, que da carácter acabado y
circular a toda la oración y se acerca a la imagen del laberinto.
En “El Golem”, no se especifica ningún aspecto acerca de la “madeja”,
salvo su vanidad. Además, no hay ninguna expresión que se refiera a algo concreto, o
cercano al yo lírico como en el poema anterior; la “madeja” aparece como única, por la
presencia del artículo “la” y el número singular del sustantivo y el adjetivo. Esta
madeja, con sus peculiares características, cumple en esta obra la función (devanar) de
una de las Moiras (Cloto) en el mito.
En el mismo poema aparece otro sustantivo que, en algunos aspectos (no
de manera explícita sino, como se ha visto hasta el momento, sugerida), se asemeja al
mito de las Moiras, y en otros, introduce modificaciones; es el sustantivo “red”. La
“red” es el producto, por así decirlo, de la tarea de tejer y, en ese sentido, se puede
considerar como la vida del hombre, que es aquello que las Moiras regulan con su tarea.
Sin embargo, una red no es un tejido cualquiera, puesto que su función es atrapar. Hay,
entonces, una variación respecto del mito. En “El Golem”, esa función queda subrayada
por el participio “aprisionado”. Quien está aprisionado es el Golem, un muñeco que,
según el poema, es “aprendiz de hombre”. En consecuencia, puede decirse que es el
mismo hombre quien está atrapado en la red, y el poema lo expresa con una
construcción comparativa: “Gradualmente se vio (como nosotros) aprisionado en esta
red sonora”. El participio y el sustantivo sugieren la imagen del laberinto, con lo cual se
produce un nuevo entrecruzamiento de este mito con el de las Moiras. La figura del
laberinto queda reforzada, en el poema, en una estrofa posterior, cuando se dice que los
ojos del Golem seguían a su creador “por la dudosa / Penumbra de las piezas del
encierro”. El sustantivo “red” está acompañado de modificadores; por un lado, el
adjetivo demostrativo “esta”, que lo hace concreto y cercano; por otra parte, el adjetivo
“sonora”, seguido de un modificador indirecto compuesto por nombres propios
(vocablos que adquieren tal carácter en el poema por estar escritos con mayúsculas).
Esto indica que los elementos que componen la red son palabras que ubican al Golem
en una serie de relaciones temporales (antes, después, ayer, mientras, ahora), espaciales
(derecha, izquierda) y personales (yo, tú, aquellos, otros). Esas relaciones constituyen la
red, pero están, por su parte, constituidas por palabras; por ello, la red es “sonora”. La
importancia de aquéllas se refuerza por el hecho de estar escritas con mayúsculas.
En “A un poeta menor de la Antología” el sustantivo “red” cumple la
función de predicativo (“los días son una red de triviales miserias”); se equipara “días” a
“red”. Con anterioridad, en el mismo poema, aparecen los días del poeta menor como
tejedores de dicha y dolor; ahora hay una visión más generalizada; no se especifica a
quién pertenecen los días. Además, el dinamismo de la acción de éstos, implícito en el
verbo “tejieron”, se diluye en el verbo “son”; el uso del tiempo presente en éste, en
contraposición con el pretérito perfecto simple en aquél, indica la desaparición de esa
realidad y la permanencia de ésta; los días que tejieron ya no existen (“¿Dónde está la
memoria de los días ...?”); los días son, ahora, el producto de esa tarea de tejer: una red.
El modificador indirecto que acompaña a este sustantivo (“de triviales miserias”)
subraya solamente el aspecto negativo del objeto directo del verbo “tejieron” (dicha y
color) y le añade un matiz de insignificancia.
En “Mateo XXV, 30”, hay una alusión directa al laberinto en relación con el
mito de las Moiras: “Fragor de trenes que tejían laberintos de hierro”. Habitualmente los

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trenes transitan por carriles de hierros, ya formados; en cambio, ejercen la misma tarea
que las Moiras en el mito. Ahora bien, con ese hierro que habitualmente es material de
sus vías, los trenes elaboran algo que se opone a los caminos, ya que los laberintos no
conducen, sino que confunden a los que transitan en ellos, los aprisionan. El
modificador “de hierro”, por la dureza, frialdad y solidez que indica, da al laberinto un
carácter más opresor aún.
En “Jonathan Edward (1703-1785)” reaparece la imagen de prisión y, por
lo tanto, se entrecruzan, una vez más, el mito de las Moiras y el del laberinto. En este
caso, el sustantivo no es “red”, sino “maraña”, lo cual acentúa el aspecto de confusión,
de complejidad (podría decirse, de “laberinto”). El prisionero está ubicado con
precisión: “en el centro puntual de la maraña”; esto ofrece una variante respecto de los
poemas anteriores y, al mismo tiempo, un acercamiento mayor al mito del laberinto. La
“Araña”, a posición de “Dios”, ocupa en el poema la función de las Moiras en el mito,
pues su tarea es tejer; aparece aquí atrapada en el centro de lo que ella misma ha creado.
Esta imagen está, en cierto modo, anticipada en “Mateo XXV, 30”, donde los trenes
construyen aquello que los atrapa: laberintos de hierro. Sin embargo, en el poema que
ahora consideramos, la figura del creador adquiere mayor importancia por el uso de
mayúsculas, el agregado de una aposición y la presencia del circunstancial de lugar.
Hay, nuevamente un alejamiento respecto del mito de las Moiras y un acercamiento al
del laberinto (sugerido por el adjetivo “prisionero”). El creador de la maraña que
aprisiona al hombre es, junto con éste, prisionero. Pero existe una diferencia
significativa, en tanto que el hombre depende de su creador, el creador de aquél
laberinto está atrapado por su criatura.
Ahora bien, a la inversa de lo que ocurre en otros poemas (“El mar”,
“Poema del cuarto elemento”, “El Golem”, “Fragmento”), donde se otorgan a aquellos
elementos que cumplen la función de las Moiras en el mito atributos propios de la
divinidad, en “Jonathan Edwards (1703-1785)”, ésta es mencionada explícitamente,
pero aparece sin ninguno de los poderes que le son propios, excepto el de crear. Las
características que las Moiras tienen en el mito han sido transferidas al laberinto de la
poesía: ésta es fuerte, poderosa, perdurable; puede decirse que es divina. El poeta es
prisionero de esa divinidad y es divino él mismo, únicamente porque puede crearla. La
criatura supera al creador.
En “El Otro, el Mismo”, de Jorge Luis Borges, se sugiere la presencia y
la acción de las Moiras mediante verbos y sustantivos que aluden a la tarea que éstas
realizan en el mito (tejer) y a su resultado. Aunque éste es el aspecto en el cual se pone
el énfasis, todas las particularidades contempladas por el mito son tomadas en este libro:
aparece la actividad de cada una de Las Moiras, Atropo, Cloto y Láquesis se considera
también su acción conjunta como diosas del destino humano; por momentos, surgen
como aquella parte que a cada uno le toca en la vida e incluso se las ve como las fuerzas
elementales del mundo.
No obstante la existencia de similitud con respecto al mito, hay
variaciones introducidas por el autos. Las mismas, se señalan a continuación.
La principal actividad que realizan las Moiras en el mito es el único
aspecto que comparten con los hombres en el poema: el hombre también puede tejer, ya
sea su propia vida (“Poema conjetura)”, “A un poeta menor de la Antología”,
“Composición escrita de un ejemplar de la Gesta de Beowulf”), mitologías y
cosmogonías (“El mar”) o poemas ( “A un poeta sajón”, “Jonathan Edwards
(1703-1785)”, “Edgar Allan Poe”). Esa única aptitud que tiene es común con las Moiras
(la posibilidad de crear), es, al mismo tiempo, el único atributo divino que éstas
conservan en “El otro, el mismo”: en la medida en que es creador, el hombre adquiere

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una condición divina, aunque, como las Moiras, cree un laberinto, un destino en el cual
quede atrapado; aunque, como poeta, quede aprisionado en su obra.
En síntesis, en “El otro, el mismo”, Jorge Luis Borges utiliza las distintas
características de las Moiras contempladas por el mito, pero realiza, asimismo,
innovaciones. Una de las más interesantes es la inversión de dicho mito, mediante la
transferencia de aquellos atributos que hacen a esas diosas poderosas divinidades del
destino a un objeto que, en la mitología griega, no solo no es divino, sino que tiene un
autor humano: el laberinto. Otra modificación importante es la figura de un laberinto
constituido por palabras, con lo cual hace imprecisos los límites entre obra literaria y
vida, así como considera difusa la frontera entre el sueño y la vigilia. Por último, resulta
original la equiparación de las Moiras con el hombre en general y el poeta en particular
a través del único atributo divino que aquéllas no pierden y el laberinto no tiene ni
recibe por transferencia: la facultad creadora.

BIBLIOGRAFÍA

• GRIMAL, Pierre. Diccionario de la Mitología Griega y Romana. Barcelona.


Labor. 1965.
• OTTO, Walter F. Los dioses de Grecia. La imagen de lo divino ala luz del
espíritu griego. Buenos Aires. Editorial Universitaria de Buenos Aires. 1973
• JAEGER,Werner: Paideia: los ideales de la cultura griega. México, Fondo de
Cultura Económica. 1957.
• LESKY, Alabin. Historia de la literatura griega. Madrid. Gredos. 1976.
• FERRATER MORA, José. Diccionario de filosofía abreviado. Buenos aires.
Editorial Sudamericana. 1980.
• BORGES, Jorge L. Obra Poética 1923-1977. Buenos Aires. Emecé Editores.
1977.
• BORGES, Jorge L. Siete noches. México. Fondo de Cultura Económica. 1980.
• BORGES, Jorge L. Ed. Borges, oral. Buenos Aires, Emecé Editores Editorial de
Belgrano. 1979.
• MÜLLER, Martín, Ed., Borges, oral. Buenos Aires, Emecé Editores Editorial de
Belgrano, 1979.
• SPITZER, Leo. Lingüística e Historia Literaria. Madrid. Gredos. 1974.
• SPITZER, Leo. Estilo Y estructura en la literatura española. Barcelona.
Crítica. 1980.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 111


Alejandra Crespin Argañaraz, soy escritora y profesora Superior de Castellano, Literatura y
Latín, egresada del Instituto Nacional de Profesores "Mariano Acosta". He realizado la
licenciatura en Lenguas Clásicas. Y participé en diferentes Congresos y Simposios en
diferentes la República Argentina. Actualmente colaboro con la revista www.hispanista.com.br y
www.letralia.com.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 112


Teresa de la Parra, pobre animal de tierra caliente

Por: Yurimia Boscán

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igaryurimiaboscan@yahoo.es

Ubicando el entresiglos: La voz detrás de una celosía¹

“El hombre, en el rudo trabajo en medio del mundo, debe hacer frente a todo peligro y a toda prueba;
para él, por tanto, deben ser la falta, la ofensa y el error inevitable…Pero guarda a la mujer de todo
esto, dentro de la casa…a menos que ella lo busque no necesita entrar en el peligro ni en la tentación, ni
en causa alguna de error o de ofensa”. John Ruskin, en Misión de mujer ( p. 18)

La doble subordinación de la mujer, en cuanto a sujeto y sujeto creador, le ha


impedido ser reconocida como “autor”, dado el limitado espacio social al que ha sido
confinada para (d)escribir con libertad todo aquello que podía trascender lo que la
escritora inglesa Virginia Woolf llamó su “cuarto propio”.

El haber sido reducidas por el “todopoderoso” discurso falocéntrico de


Occidente (“¡No me lo niegue, don Lisandro! usted también, lo mismo que tía Clara y
abuelita, se ha indignado cariñosísimamente al escuchar mis ideas. Tan santa
indignación se desliza escondida entre los floridos meandros de su cultura griega y
latina, pero yo la he descubierto”, Carta de Teresa de la Parra a don Lisandro Alvarado
en la voz de su personaje, María Eugenia Alonso p. 565), al lugar de la minoría, al decir
de Deleuze y Guattari, no pasó por alto a algunas damas de “entresiglos” (finales del
XIX y principios del XX) que utilizaron su posición de privilegio para hacerse visibles
y ejercer la palabra desde la élite de una sociedad que, para evitar ser puesta en
evidencia desde la mirada de ese “otro” peligroso que encarnan estas “escritoras-con-
escritura”, parafraseando a la crítica Eleonora Crócker en su ensayo (Pan)doras de
entre siglos: Dar el lugar/ Tomar la imagen…y viceversa o la autor(a) latinoamericana
en la escena de la cultura nacional (Revista Estudio Nº 20/21 p 155) les siguió el juego
y, tal como le ocurriera a aquel vanidoso rey del cuento que se atavió con un traje que
sólo los tontos no podían ver, las incorporó al imaginario social que terminó
engulléndolas. Dice Silda Cardoliani:

“La grande, pobre Teresa de la Parra, seguramente nunca imaginó que su belleza
física, exquisitos modales e, inclusive, su soltería, le darían mayor inmortalidad,
“de boca en boca”, que sus dos libros publicados, que todo cuanto dejó escrito”
(p. 13).

Para las más inofensivas, las que no representaban ningún peligro porque se
conformaban con el sitial preestablecido por la historia (con minúscula), bastaba con
hacerse la vista gorda; pero para aquellas que con sus ideas, comportamientos o escritos
—siempre desde la periferia— podían romper las barreras y poner en entredicho la
sacrosanta verdad de una sociedad ordenada por lo masculino, estaba reservada otra
suerte.

Muchas, tal vez, intuyeron que, insertas como estaban en lo social, era
apremiante forjarse un lugar en la Historia (con mayúscula) desde donde su voz pudiese
ser aceptada por la doxa y ser parte del canon, el mismo que alude Harold Bloom. No
contaron con que una vez que el “otro” deviene en icono, corre el riesgo de

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 114


transformarse en una más de las numerosas figuras que integran el museo de cera que
vienen a representar el ideario de lo “nacional”. Veamos lo que dice la propia Teresa de
la Parra, desde la boca de María Eugenia Alonso, cuando su personaje y no ella le
responde una carta (1926) a don Lisandro Alvarado:

“Muy halagada me tendría el comprobar su predilección por mí sobre Teresa de la


Parra si mi alma fuera de un natural inclinado al triunfo, y si el brillar me
ofreciera siempre en su copa de oro la embriaguez deliciosa del éxito. Pero no es
enteramente así. En eso como en todo tengo mis caprichos. Me duele apagar a una
rival y siento por la pretendida autora de esa nueva Ifigenia cierta amistad sincera,
donde se mezclan cordialmente la compasión, el desdén y la simpatía” (p. 566).

Si se hace un rastreo, vemos cómo desde la Conquista hay registros de las


hazañas de las indígenas que lucharon contra el invasor, las cuales, reconstruidas a la
luz de los testimonios de los cronistas de Indias, han derivado en mitos alejados de los
datos, de por sí fragmentados y contradictorios, que ofrece la Historia (escrita siempre
por los hombres).

Tal vez la urgencia por mostrar la necesidad de nuevas interpretaciones, animó a


Teresa de la Parra a escribir La Influencia de las mujeres en la formación del alma
americana, esas hermosas y contundentes conferencias que dio en Colombia, donde
intentó armar gracias a la investigación minuciosa hecha en crónicas, cartas y
documentos de la Conquista y la Colonia, un archivo personal que le sirvió para darle
textura a las biografías de algunas heroínas poco o nada (re)conocidas, de manera de
recuperar momentos y experiencias que llenaran o explicaran las lagunas existentes en
el proceso histórico hispanoamericano que tienen que ver con un modo de ser, de sentir,
de percibir el mundo. Sin embargo, las fauces del monstruo estaban listas para tragarse
—desde ese (re)conocimiento— la participación de algunas “desobedientes” que
lograron capturar la imaginación de sus compatriotas.

María Mercedes Jaramillo y Betty Osorio en la introducción del libro Las


desobedientes: mujeres de nuestra América, (Panamericana editorial, p XXVII) afirman
que “la biografía de Manuela Sáenz ejemplifica la deformación y utilización de una
experiencia vital. En este caso, su nombre, al estar ligado al de Simón Bolívar, quedó
absorbido como parte de la vida amorosa del Libertador”.

Siempre será menos peligroso relacionar la memoria de esta mujer con el gran
héroe de la Historia y recordarla como la Libertadora del Libertador o la amable loca,
cuya atracción se debe a la memora romántica que se ha fijado sobre el más famoso de
sus amores, que recordar la imagen de quien solía vestirse como un hombre y leer libros
prohibidos, la mujer adultera, arriesgada, voluptuosa y de espíritu libre. Manuela es sólo
una prueba, entre muchas otras, de cómo, para poder acceder al sitial que hoy ocupa
como quiteña, hubo primero que exiliar su cuerpo real con todo y su otra vida ajena a
las actividades patrióticas, la cual, luego del silencio al que fue confinada, emergió con
fuerza para ser recreada por novelistas, dramaturgos y ensayistas, contra todo intento
por preservar su memoria para el inmaculado consumo patrio. Y Teresa lo sabe. Cito
otro trozo de la carta hecha, desde la voz de María Eugenia Alonso, a don Lisandro
Alvarado:

“…Reconozco en Teresa de la Parra, un alma sensible y delicada. En medio de mi


descontento le estoy agradecidísima. Indiscreta y piadosa, antes de lanzar mi diario a
todos los juicios lo retocó con esmero. Exageró gentilmente mis defectos con una

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 115


malevolencia impregnada de cariño y de bondad. Sabía que para obtener la
aprobación de medio público, era de todo punto indispensable merecer la
reprobación del otro medio; comprendió que algunos me llamarían deliciosa, a costa
de que otros muchos me llamasen detestable; se dijo previsora, que aun aquellos que
prodigan elogios, necesitan como garantía, la de poder borrarlos en un momento
dado, con justas y enérgicas censuras; y presintió por fin llena de interés, que para
llevarme pronto por ese atajo que conduce al corazón de todos, era preciso hacerme
saltar por sobre el infortunio, la imperfección, y los errores, como se salta por sobre
troncos y peñones para vadear un río” (p. 567)

De la Parra, consciente del lugar diseñado para las escritoras-con-escritura, no es


presa fácil de ese lugar reservado a la mujer y, al igual que Sor Juana Inés de la Cruz, se
vale de “las tretas del débil” y reinventa la forma para decirle al mundo, que ella sabe y
renuncia a ese lugar al que aluden Jaramillo y Osorio:

“Las escritoras tuvieron que enfrentarse a sociedades normativas que, cuando


se trataba de mujeres, veían el ejercicio de escribir como una subversión del orden
moral establecido, ya que este oficio escapaba de las esferas de acción donde
tradicionalmente se desarrollaba lo femenino. Si ellas escribían debían restringirse
a los temas socialmente aceptables para el mundo de la mujer, que generalmente
estaba limitado a lo familiar y lo religioso. Las vidas y obras de autoras como Sor
Juana Inés de la Cruz, en México, y Clorinda Matto de Turner, en Perú, ilustran las
luchas y sufrimientos padecidos por quienes abogaron por los derechos de la mujer
y de las minorías indígenas” (p XXVIII).

Tampoco puedo dejar de citar a la escritora argentina Victoria Ocampo que, a


principios del siglo XX, decía que en el hogar latinoamericano “cualquier vocación o
talento artístico (de una mujer) debía quedar confinada al círculo de la familia y a los
amigos, o si no, causaba escándalo” (Testimonios, p 238).

Hoy, esos prejuicios aún subsisten pese a los aparentes alegatos esgrimidos por
investigadores como, por ejemplo, Lovera De-Sola. Basta echar un vistazo a los
adjetivos utilizados por este intelectual en su libro Lo masculino y lo femenino
entrelazado, (Pomaire, 1992 p 30) al tratar de defender y cuestionar la idea que se tenía
sobre lo que debían o no escribir estas damas de la palabra:
“¿Existe una tradición literaria femenina? Este es otro de esos lugares
comunes sobre el que siempre se habla y el cual nunca se examina. Ese tópico
vienen del hecho de que durante mucho tiempo se creyó que existían temas
femeninos a la hora de de crear una obra literaria. Se pensó erróneamente que los
asuntos relativos al hogar, la familia, la marginalidad de la mujer, el recuento de
sus cuitas amorosas, debían ser los motivos a tratarse en sus libros y que fueran
una constante en los libros escritos por mujeres —en la literatura venezolana, al
menos desde la obra lacrimosa de Virginia Gil de Hermoso, pasando por Teresa de
la Parra hasta llegar a unas narraciones, un tanto melodramáticas, de Gloria Stolk
—. Como consecuencia de lo advertido se creyó siempre que toda la literatura
escrita por mujeres era necesariamente autobiografía y debieron pasar muchos
años hasta que, por ejemplo, se investigara el punto en relación a la obra de Teresa
de la Parra y se advirtiera el error”.

Como muchos otros hombres de la República de las Letras, Lovera De-Sola no resiste la
tentación de calificar, y endilga adjetivos como “lacrimosa” y “melodramática” a
algunas obras escritas por féminas. Todo lo contrario a lo que sostiene al respecto Elisa
Lerner:

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 116


“Hay mujeres que han escrito una literatura de queja conyugal. Una que, casi
siempre, recuerda a esa otra limitadísima que, muchas veces, tenemos frente al
fregadero. No creo que debamos disculparnos por esos mujeriles lamentos. Una
que a particular —¿anecdótica? — si es auténtica, puede llevar una vasta crítica
del mundo” (Crónicas, p 108).

El entrampamiento

“Yo…María Eugenia Alonso, también conocida como Ifigenia porque una gran escritora venezolana,
Teresa de la Parra, creó mi nombre, mi figura y mi vida para escribir una hermosa novela que llamó
Ifigenia en reminiscencia de una heroína de la mitología griega. Ya verán por qué. Frecuentemente, los
lectores nos confunden a mí, María Eugenia, a mi autora Teresa de la Parra, al título de la novela
Ifigenia,
y de las tres hacen una sola persona”.
Adriana Bonisconte, adaptación de la novela Ifigenia de Teresa de la Parra, p 10 )

Vale la pena recordar que a pesar de que Ana Teresa Parra Sanojo tuvo
antecesoras en otras escritoras venezolanas como Magdalena Seijas, con Ave sin nido
(1903) y Amor sin fe (1904); Rafaela Torrealba Álvarez, con Mártires de la tiranía
(1909) y Mina Rodríguez Lucena con Antonio Rusinol (1916), estas damas, por
nombrar sólo algunas, aun cuando empezaban a intuir la existencia de un lugar para la
mujer más allá de ese altar donde ésta permanecía a manera de objeto decorativo, jamás
intentaron erigirse a motus propio en esa especie de “objeto del deseo” que contenía el
ideal necesario para que el colectivo expusiera, a manera de una doble vitrina (que se
exhibía a sí misma y se exponía para el mundo) sus propios valores de representación a
partir de las relaciones recíprocas del sujeto y el objeto.

En este contexto se mueven, sólo para dar una idea, Delmira Agustini, Alfonsina
Storni, Violeta Parra, Frida Khalo, Eva Perón, Yolanda Oreamuno, Rosario Castellanos
y Teresa de la Parra; sin embargo, pese a lo premeditado que pudiese parecer su
intensión, habría que preguntarse cuán alto fue el precio que tuvieron que pagar por “la
caída del aura” a la que alude Walter Benjamín en La obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica ((Ricardo Diviani, El debate Adorno-Benjamin: Elementos
para una lectura en relación a la reproducción tecnológica en el arte y la cultura.
Anuario. Vol. I, Dpto. de Ciencias de la Comunicación Social, UNR p 134) para
transformar esa voz activa que cuestiona, en mercancía, en producto de la
representación:

“El rasgo central que recorre el texto sobre la obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica es la caída del aura. El carácter aurático, definido como “la
manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que pueda estar)” es el signo
esencial que Benjamin le otorga a la obra tradicional burguesa. La fuerza de la
originalidad de estas ideas (abocada a la búsqueda de una estética marxista), reside
en que la destronación de la contemplación lejana y tecnológica ha sido producto de
los mismos cambios tecnológicos que esta sociedad ha generado. Una razón básica:
La reproducción tecnológica borra la huella con el original y de hecho con la
tradición. Éstas han transformado la mirada ritual en un devenir que se orienta a la
inmediatez con la que los hombres pretendan apoderarse de las cosas, permitiendo que
ellas pasen a pertenecerles”.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 117


En el caso que nos atañe, el planteamiento de Benjamin nos sirve para
desentrañar la manera cómo, al igual que en la novela Frankenstein o el moderno
Prometeo (1818) de la escritora Mary Shelley, Teresa de la Parra, fiel al mito griego² al
que apela con el nombre de Ifigenia, al darle vida e inmolar a su personaje María
Eugenia Alonso, útil para interpelar su momento histórico y cuestionar a una sociedad de
apariencias que reducía a las mujeres al silencio, sabe que ella también deberá inmolarse
en una especie de metamorfosis, irónico destino final que nos habla de las futuras
reivindicaciones que habrán de cocinarse a lo largo de la Historia, donde suelen perdurar
las pequeñas o grandes tragedias, pues así como a María Eugenia la mandan sus muertos
y termina por abandonar la imagen que se hacía de sí misma para ocupar un lugar en el
mito y resolver sus contradicciones a través del sacrificio:

“…El objeto único de mi libro ha sido demostrar lo contrario, es decir, nuestra


misteriosa dualidad, los terribles conflictos que surgen ante la sorpresa de lo que
creíamos ser y lo que somos y, finalmente, como consecuencia o síntesis del largo
relato, suspendida en la última palabra, esta pregunta eterna y torturante sometida al
lector: ¿cuál es el verdadero yo fruto de nosotros mismos, el yo que razona o el que se
conduce? Mi gran trabajo, trabajo ímprobo casi, ha sido el de intervenir todo el
tiempo, entre María Eugenia Alonso y el lector, dándole a entender a éste que ella no
se conoce. Lo único que considero bien escrito en Ifigenia, es lo que no está escrito, lo
que tracé sin palabras, para que la benevolencia del lector fuese leyendo en voz baja y
la benevolencia del crítico en voz alta” (Carta a Eduardo Guzmán Esponda, Bogotá,
junio de 1926 p 595).

Teresa sucumbe ante su creación, la misma que fue tan elogiada en el texto
Unas palabras más sobre Ifigenia de Francis de Miomadre:

“…Lo que hará que esta novela se lea cuando ya tantísimas otras más pretenciosas
o de más fácil efecto se hayan marchitado en el olvido, es el hecho de haber creado ese
tipo de muchacha que siendo tan moderno es al mismo tiempo uno de los más eternos
que yo conozca, sencillamente porque ése es el real, el verdadero…

… La única cosa que no puede reemplazarse en arte es la verdad y ese tipo de María
Eugenia Alonso es de una realidad psicológica tanto más profunda cuanto que no aspira
a la profundidad. María Eugenia Alonso es. He aquí todo. Es y nada más” (p 312 ).

Y tanto es que, aunque suene temerario afirmarlo, si María Eugenia Alonso no hubiera
existido, Teresa no ocupara el lugar que ocupa dentro de nuestro museo de cera ¿o Panteón
Nacional? Dice Liliana Porter:

“Para que el objeto banal exista, muchas cosas deben haber sucedido, y la única que
está rescatada es la imagen estereotipada que se transforma en un souvenir, en un adorno… El
drama se encuentra en la inaprehensabilidad de la realidad, en su impenetrabilidad, en la
banalidad del sentido, en el espacio vacío, en el vacío de la significación” (Entrevista con Ana
Tiscornia, p 39)

Hay una mutación: Teresa se transforma en María Eugenia y María Eugenia en


Teresa. Se rechazan y se defienden. No son la una sin la otra, pero una y otra son el
anuncio de esa otra Teresa, la Teresa enferma que habita “la ciudad de los tísicos, la
ciudad del silencio”, como ella misma llama al sanatorio de Leysin; y paradójicamente,
De Miomadre, en su prólogo a Ifigenia, al describir a María Eugenia, está describiendo
el producto final, esa especie de María Eugenia Parra o Teresa Alonso (con todo y su
incierto futuro incluido):

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 118


“Es el mismo hervidero de deseos, de ensueños, de locuras, las mismas paradojas, la
misma esgrima frente a los enamorados, todo ese fuego artificial de la juventud que
estalla. Pero pasa de pronto el arcángel terrible, y con un solo golpe de alas abate a la
orgullosa y la prosterna para siempre en la actividad sagrada del consentimiento” (pp
312-313) .

Y será la propia Parra Sanojo, en la boca de María Eugenia, quien nos pruebe
cómo es que esa apropiación destruye lo aurático, experimentando esa mutación de
sentido, de icono a objeto de utilidad, transformado en una decoración y dispuesto
indiscriminadamente junto a figuras sin referentes en lo real. Sólo le queda recuperar su
máscara. De ella dice María Eugenia Alonso, en la carta a don Lisandro:

“En el fondo no puedo decir que la desprecio. Cometió es cierto, la horrible


indiscreción de hacer editar en París bajo su nombre, ese diario íntimo que yo había
destinado a los ojos de las polillas y a las manos amarillentas del tiempo que se sienta a
leer en el fondo de las viejas gavetas. Pero juzgo que tal indiscreción ha sido expiada
con creces y se la perdono; he visto sus diversos retratos publicados en todo género de
revistas, diarios, periódicos y semanarios. En ellos aparece invariablemente con
vestidos pasados de moda, en actitudes desairadísimas, manchado el rostro por la tinta
de la imprenta, y arrugado por el furor de las máquinas de linotipo; todo ello en una
forma verdaderamente lamentable y profética. Creo que esa gloria que la ha
desfigurado así, lo mismo que una viruela, es indigna de envidia e incapaz de excitar mi
rivalidad ni la de nadie. Se la cedo, pues, contenta y feliz de vivir aquí en la sombra,
donde mi rostro, mimado siempre por lociones, cremas y polvos decaerá suavemente
bajo el desgaste del tiempo, sin haber sufrido nunca las bruscas inclemencias de la
publicidad..”.

“…Pero aún tiene otro castigo: mi diario o relato, ha sido reconocido ya en


ciertos círculos de Caracas como auténtica galería de retratos. Bajo cada esbozo se ha
escrito un nombre; todo el que pasa mira primero el letrero, juzga de la obra según la
fidelidad rigurosa de cada parecido, y como éstos no existen, la autora de Ifigenia,
declarada inhábil de pincel y falsa de vista, rodeada injustamente por todos esos
sinsabores que parecen florecer en manchas sobre los amplios sombreros de los pintores
retratistas, cargará eternamente, sin las rosas, las espinas de una profesión que no es la
suya”.(pp 566-567)

Tal vez por ello, para Julieta Fombona en la introducción a la Obra de Teresa de
la Parra editada por la Biblioteca Ayacucho, p XVII comenta:

“Ifigenia desemboca en un aprendizaje, pero es un aprendizaje que no entraña


un saber sino una pérdida. Al comienzo, María Eugenia es la encarnación de lo gratuito
e indeterminado, una conciencia autónoma (el yo petulante de María Eugenia, como lo
llama la propia autora) que pretende vérselas con el mundo sin ataduras, siguiendo
únicamente los dictados de su razón”.

Termina siempre siendo representada con el rostro de su creadora. Baste recordar


cómo se labra en la actriz que caracteriza al personaje María Eugenia en la película
Ifigenia del cineasta venezolano Iván Feo, el parecido con las fotografías de la autora.
Nunca se salvan una y otra del performance.

Allí se desdoblan autor(a) y personaje en busca de su propia identidad interior,


que ocurre el entrampamiento al que se refiere John Shotter en su ensayo La vida social
y lo imaginario (Realidades conversacionales, pp 125-152) al introducir las nociones
sobre lo imaginario y lo imaginado. Para Shotter lo imaginario está vinculado con las
nociones heredadas de las prácticas sociales, mientras que lo imaginado supone un
Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 119
apego absoluto a las nociones aportadas por lo imaginario, cerrado a cualquier otro
punto de vista, lo que ocasiona el “entrampamiento”.

Cuando, a lo Shelley, Teresa de la Parra da vida a María Eugenia Alonso, que


según ella misma no es sino un “misterioso huésped desconocido” y lo convierte en
sujeto de la enunciación, ella desaparece tal como también lo hará el personaje ante el
futuro que tiene el rostro de Leal: “El yo de Ifigenia es un ella disfrazado, transparente,
porque deja ver lo que María Eugenia no ve y, además, sabe más que ella”:

“He visto que en su nota crítica (¡esto me satisface mucho!) usted prescinde casi
por completo de Teresa de la Parra, pretendida autora de la novela Ifigenia. Tanto su
análisis como sus juicios y presagios, se ciñen únicamente a mí, es decir, a mis ideas
personales, muy especialmente a aquellas expresadas una mañana, ante el mutismo de
abuelita, tía Clara abrazando su cesto y el inmenso y medio calado mantel de granité”
(Carta de Teresa de la Parra en la voz de María Eugenia Alonso a don Lisandro Alvarado,
p 565).

De allí que “en ella parece cumplirse la fórmula de Lacan: no soy alIí donde
pienso que soy, luego soy donde no pienso”. (Introducción de Julieta Bombona a la
Obra de Teresa de la Parra editada por la Biblioteca Ayacucho, p XVII).

La creación del signo: Un problema del significante

“Sin un fondo invisible no hay fondo visible.


Sin la angustia de la precariedad no hay necesidad de monumento conmemorativo.
Los inmortales no se hacen fotos unos a otros. Dios es luz,
sólo el hombre es fotografía, pues sólo el que pasa, y lo sabe, quiere perdurar”.
Regis Debray. Vida y muerte de la imagen (p 25)

Jesús María Aguirre y Marcelino Bisbal, en su libro La ideología como mensaje


y masaje hablan de cómo la ideología siente una determinada pasión por la forma y
cómo ésta participa en las relaciones de producción, en la producción cultural
(espiritual) propiamente dicha y en las representaciones colectivas.

Estos autores que intentan explica cómo el mismo objeto puede ser
alternativamente cosa y signo, iluminan el panorama hiperconnotado y dicotómico de
ese sujeto/objeto―sujeto/personaje que representan Teresa de la Parra, como autor(a),
María Eugenia Alonso e Ifigenia, la heroína griega que da su nombre al texto y a la que
la escritora sólo alude en el monólogo que tiene lugar al final de la novela.

“El objeto como mercancía, se convierte en signo, que une en sí el significante (el
objeto susceptible de ser cambiado) y el significado (la satisfacción posible) ocultando
una dualidad interna: actual, con otros objetos; virtual, con la totalidad...la producción
cultural no escapa de esta dinámica, ya que la forma ideológica de la exaltación
incondicional del consumo juega simultáneamente sobre la producción de contenidos y
de las conciencias para recibirlos, instalando así una cultura de trascendencia de
valores (contenidos) y de conciencias (representaciones), ocultándose en ese
intercambio. Poco importa ya que se trate de contenidos materiales de producción o de
contenidos inmateriales de significación, pues lo que es determinante es el código” (p
182)

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 120


Lo anterior nos habla de cómo es posible, desde la crítica cultural, diseñar un
“fenómeno”, sobrecodificar el sujeto (que es lo que hace que éste aparezca como
imagen) intervenido por lo afectivo, gracias a la existencia de la retórica de los objetos y
de los productos culturales que utilizan todos los recursos posibles: Simbolismos (no
sólo es sujeto del discurso, sino encarnación de ciertas fantasías sociales);
connotaciones (en el caso de Teresa de la Parra, ella es asumida como objeto de las
representaciones de su época); metáforas (el problema ya no es individual, sino político
en cuanto a que responde a un problema colectivo ―lo menor, lo anomal para
Deleuze―, lo que hace agujero en lo mayor para mostrar otra mirada), y metonimias
(las resignificaciones del marco que determinan la manera de “leer” y lo legitiman)
cuyos mensajes redundantes pueden repetir lo trivial de una sociedad, la caraqueña, a la
par que nos dicen algo (nos informan) sobre ese objeto y las necesidades de una
colectividad.

Si partimos de la noción de “autor(a)”, creada por Lacan para identificar a


aquellos sujetos del discurso que, encarnando una fantasía social, devienen en
personajes que terminan representando un papel, podríamos decir que la “verdadera”
vida de éstos, está en la imagen ficticia que se puede rastrear armando los archivos
personales, mas no en el cuerpo real, pues la identidad, parafraseando a García Canclini,
es una construcción que se relata (Las identidades como espectáculo multimedia, en
Consumidores y ciudadanos: Conflictos multiculturales de la globalización) o como
también cita Crócker: “Dime quién quieres que sea, y te diré quien puedo llegar a ser”,
pues es la ficción la que determina a “las escritoras―con―escritura de entresiglos
que, indisociables e indisociablemente sexuadas se inscriben, funcionan y permanecen
emblemáticas como tales no sólo en sus respectivas historias sino en la memoria patria
de un continente”: (p 155).

Aquí el sujeto no lucha por entrar en la historia oficial, sino por ser reconocido,
por tener visibilidad en el espacio público, de manera de que imagen y texto se fundan
en un significante que deviene en icono y el cual alcanzará hasta los espacios
institucionales que en definitiva son los más interesados en conservar el fotomontaje,
para fosilizar, para fetichizar a ese otro, que puesto en vitrina, evidencia su falta. De
hecho, nadie recuerda, salvo intentos recientes como el de María Fernanda Palacios, a la
Teresa de la Parra de Leysin, que no sobrevivió el torbellino de María Eugenia Alonso.
Ella, con su preclaro diario de muerte y cotidianidades, sus cartas y sus
recomendaciones para evitar el contagio de la tuberculosis, sus reflexiones sobre la
muerte y la solidaridad, su casi manifiesto sentimiento de amor hacia Lydia Cabrera,
fueron relegados a la trastienda patria y encerrados en un baúl.

Pero sin más preámbulos, dejémoslas hablar:


“Es cierto que se pinta, que exagera el rojo de Guerlain en los labios, que se pone
vestidos cortísimos, que lleva el pelo enteramente a la garqonne, todo eso está
entendido, pero la pregunta que debe formularse es ésta: ¿de qué le sirven tales
artificios? ¿Qué intenta hacer con ellos?

No intenta nada. He aquí su superioridad…Ama la perfección…”

“…Ella camina en pos sin mirar hacia atrás. Los verdaderos elegantes no viven para
la opinión. Viven para realizar el misterio de una perfección interior de la cual la
exterior no era sino un misterio y un símbolo. María Eugenia Alonso sabe lo que cuesta

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 121


renunciar al legítimo derecho a la felicidad. Si ha renunciado ya, es sólo porque quiere
vestirse con las galas espléndidas de un ideal ético. También Ifigenia se vistió de galas
antes de encaminarse al sacrificio”.

Así se expresa Francis de Miomadre de María Eugenia Alonso en Unas


palabras más sobre Ifigenia, Biblioteca Ayacucho p 313.

“Yo he llegado a una edad en que el alma está más madura para el sacrificio y
el misticismo. Entre otras cosas porque ya se sabe que no son tan grandes los tesoros
como se creía a los veinte años. Por eso, observo, admiro y aprendo”: (Teresa de la
Parra. Carta escrita desde Vevey a su amigo Rafael Carías en 1932. Biblioteca Ayacucho,
p 617)

“Porque no olvide mi querido crítico y prisionero don Lisandro, que si a los


dieciocho años, acumulamos sobre los labios el rojo de Guerlain, los cigarrillos egipcios,
y las ideas volterianas, no es por arraigada convicción, ni por el placer un tanto insulso
de que nos admiren, sino por ese otro gusto mil veces más picante de que nos reprueben y
critiquen…”

“…Ahora ya sé que barridos al cabo por el tiempo, elogios y reproches son igualmente
vanos… las mejores restauraciones son aquellas que presididas por la nostalgia e
iluminadas por una dulce melancolía, vivirán eternamente nobles en la gracia divina del
recuerdo”. (María Eugenia Alonso al responder la carta a don Lisandro Alvarado,
Biblioteca Ayacucho, p 566)

Las tres citas que desdibujan ese signo (significante/significado) llamado Teresa–
Ifigenia–María Eugenia, cuyo significante viene a ser la imagen (las fotos de Teresa, la
ventana iniciática y el espejo consumador de María Eugenia donde también se consuma
el mito de Ifigenia) adquieren sentido a la luz del análisis que Régis Debray hace en su
libro Vida y muerte de la imagen:

“Tal vez el verdadero estadio del espejo humano: contemplarse en un doble,


alter ego, y, en lo visible inmediato, ver también lo no visible. Y a la nada en sí, no verse
a sí mismo como casi nada en sí <ese no sé qué que no tiene nombre en ninguna
lengua>. Traumatismo suficientemente angustioso para reclamar al momento una
contracomedida: hacer una imagen del innombrable, un doble del muerto para
mantenerlo con vida y, a la vez, no ver ese no sé qué en sí, no verse a sí mismo como
casi nada. Inscripción significativa, ritualización del abismo por desdoblamiento
especular. <Al sol y a la muerte no se les puede mirar la cara>. Perseo tuvo que utilizar
un espejo para cortar la cabeza de Medusa. La imagen, toda imagen, es sin duda esa
gran argucia indirecta, ese espejo en el que la sombra atrapa a la presa. El trabajo del
duelo pasa así por la confección de una imagen del otro que vale por un alumbramiento.
Si esa génesis se confirma, la estupefacción ante los despojos mortales, descarga
fundadora de humanidad, llevaría a un mismo tiempo la pulsión religiosa y la pulsión
plástica. O, si se prefiere, el cuidado de la sepultura y el trabajo de la efigie. Todo viene
junto y lo uno por lo otro. De la misma manera que el niño agrupa por primera vez sus
miembros al mirarse en un espejo, nosotros oponemos a la descomposición de la muerte
la recomposición de la imagen…”

“…La imagen sale de ultratumba amansada y estabilizada, para que el antepasado siga
allí; para impedir que vuelva a molestarnos, para atrapar su alma voladora y rapaz en
un objeto indubitable. Es imposible desembarazarse del doble sin materializarlo” (p 27)

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Notas:
(1) Frase tomada de la II conferencia de Teresa de la Parra. Obras completas, Biblioteca Ayacucho p 490)
(2) Ifigenia fue la hija de Agamenon y Clitemnestra, cuyo sacrificio exigió la diosa Artemisa (Diana) para
que la flota de los griegos, detenida en Áulide, pudiese zarpar con viento favorable hacia Troya. Sin
embargo, cuando iba a consumarse el sacrificio, la diosa cambio a Ifigenia por una cierva. Esta historia ha
inspirado a dramaturgos como Eurípides, Racine, Rotrou y Goethe

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Э
Yurimia Boscán (Caracas 1963) Licenciada en Letras UCV. Cursó postgrado en Literatura
Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar (falta tesis), Actualmente realiza postgrado en
tecnología Educativa en la Unefa. Se desempeña como profesora universitaria y correctora de
prueba. Ha incursionado también en la narrativa y el ensayo. Ha publicado dos libros de
poesía, Poemas, (1983) y Neón, (2001), además de cuentos, ensayos y poemas en diversos
medios de comunicación nacionales e internacionales. Fundó, con otros tres compañeros de
vida, el suplemento cultural de circulación regional Sábado y Domingo, donde recogieron parte
del quehacer cultural de la localidad de Los Teques (Miranda).

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 127


Claves históricas y sociológicas en “La carta
robada” de Edgar Allan Poe

Por: Augusto Gayubas


augustogayubas@yahoo.com.ar

Resumen: El presente trabajo busca plantear algunas claves de interpretación histórica


y sociológica del cuento “La carta robada” de Edgar Allan Poe, tomando algunos
aportes del paradigma indiciario de Carlo Ginzburg y de la lectura comparada que hace
Emilio de Ipola del cuento de Poe con “La muerte y la brújula” de Jorge Luis Borges.

Palabras clave: Edgar Allan Poe, género policial, paradigma indiciario, historiador-
detective.

Realizar un análisis en clave histórica del cuento “La carta robada” de Edgar Allan
Poe requiere quizás dos aproximaciones que aunque puedan parecer distintas, en
realidad se entrelazan. Por un lado, podemos intentar rastrear los elementos históricos y
de cuestionamiento sociopolítico presentes en esta obra que no deja de ser ficticia, y que
pueden remitir al contexto en el cual Poe escribe su relato. Y por otro lado, podemos
intentar una comparación entre el método de investigación del detective creado por el
autor, y la metodología del historiador, marcando los alcances y los límites de dicha
comparación (como hiciera rigurosamente el historiador italiano Carlo Ginzburg (1983)
tomando como modelo al Sherlock Holmes de sir Arthur Conan Doyle).

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 128


Como planteara Ginzburg en una entrevista para el diario Clarín de Buenos Aires,
“una poesía, un cuadro [en nuestro caso, un cuento] nos proponen mundos imaginarios,
pero nos pueden decir algo importante sobre el mundo real” (Martyniuk 2007). En este
sentido, no creemos que aquello que describe y relata el cuento pueda ser tomado como
contenido histórico, sino que más bien el contenido y la forma pueden ofrecernos varios
detalles sobre el momento histórico en el cual escribe el autor.
Poe, nacido en 1809 en la ciudad de Boston, publica la mayor parte de su obra en las
décadas de 1830 y 1840, falleciendo tempranamente en 1849. Este contexto no carece
de importancia, pues son éstos años de gran convulsión a nivel mundial y ven en el caso
de los Estados Unidos un clima dominado por la idea del progreso y la importancia del
dinero por sobre todas las cosas.
El cuento “La carta robada”, uno de los primeros exponentes del género policial,
narra la consulta del prefecto de policía de París al investigador C. Auguste Dupin,
sobre el caso de una carta que compromete a la reina y que fue robada por el ministro
D…, quien la usa como elemento de poder sobre la reina y cuyo paradero la policía no
logra descifrar a pesar de haber hecho minuciosas pesquisas en el hotel del ministro.
Dupin, apelando a la identificación con el intelecto del contrincante, logra comprender
que la carta estaba oculta a la inspección policial precisamente por no haber estado
realmente oculta.
Se percibe claramente el desencanto del autor
por la sociedad norteamericana de su tiempo, y a
través de ello se percibe cómo era en parte esa
sociedad, aun a pesar de que el autor sitúa la
acción en París (lo cual, de acuerdo con algunos
críticos, tiene que ver con la necesidad del autor
de dar vuelo a la imaginación y desarrollar un
planteo intelectual sin verse limitado por una
necesidad de realismo, para lo cual buscó un
alejamiento geográfico; cf. Borges 1982 [1978]).
Poe discute, a través de su alter ego C. Auguste
Dupin, la primacía del pensamiento matemático,
relacionado con la mentalidad científica de las
clases burguesas de su época, y sostiene que es la
poesía, combinada con la matemática, la que
permite razonar certeramente, contrario a la opinión general. Sumado a esto, demuestra
cómo es el afán de lucro, el amor por el poder y el dinero, lo que mueve a la sociedad
moderna; por ejemplo, es la recompensa ofrecida lo que moviliza al prefecto de policía
en la investigación, y no un interés verdadero por resolver el caso. Por otro lado, Poe
recupera lo sencillo desde lo intelectual, lo cual es una crítica romántica a la sociedad
contemporánea (cuando Dupin sostiene que quizás “es precisamente la simplicidad lo
que desconcierta”, podría entenderse como una afirmación sobre el desprecio moderno
por lo simple, en una sociedad crecientemente industrializada).
Pero otro elemento importante que se percibe en el cuento de Poe, es la cuestión del
poder. En particular, de la información y la posesión de información como fuente de
poder, pues la posesión de la carta confiere poder al ministro. Esto refleja la importancia
de lo escrito, en una sociedad que efectivamente está dominada (aunque no
excluyentemente, claro) por la cultura escrita. La escritura está asociada con el poder (al
respecto, cf. Goody y Watt 1996).
Pero el segundo punto que podemos plantear, como dijimos anteriormente, es la
relación que puede establecerse entre el trabajo del detective y el trabajo del historiador.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 129


En algún punto, las investigaciones de Dupin pueden considerarse una metáfora del
trabajo del historiador. ¿En qué sentido? Por un lado, el trabajo en base a indicios, que
tal como planteara Ginzburg emparenta ambos tipos de investigación. Relacionado con
ello, el recurso a interrogar a las fuentes y construir un razonamiento a partir de ello; en
el cuento de Poe, esto está más bien ligado a los procedimientos de la historia oral, pues
toda la deducción inicial se produce a partir de lo que el Prefecto le cuenta a Dupin, y
recién luego se recurre a la observación directa (cuando ya se llegó a una conclusión),
acudiendo al lugar de resolución de los hechos. Claro que aquí, el investigador tiene una
participación activa en dicha resolución, y aunque algunos autores podrían tomarlo
como alegoría del trabajo activo del historiador para cambiar la sociedad, a priori
podríamos decir que marca una diferencia notable entre ambos modelos de profesión.
Otra similitud viene dada por una limitación compartida por algunas tendencias tanto en
historia como en la investigación policial (del prefecto): pasar por alto las cosas más
obvias y sencillas, lo cual muchas veces reduce el trabajo monumental de un historiador
a la nada de sus conclusiones. Al prefecto esta carencia también lo lleva a la nada. Por
último, la identificación con el otro. En el razonamiento de Dupin, la observación y la
apreciación detenida del otro le permite al investigador llevar adelante una
“identificación del intelecto de nuestro razonador con el de su contrario”. Esto tiene
relación con la idea del historiador de desembarazarse lo más posible de ideas
preconcebidas (no por ello rechazar sus herramientas) para poder aproximarse a la
sociedad estudiada desde una mirada menos contaminada.
Ahora bien, la interpretación que hace el sociólogo argentino Emilio de Ipola del
cuento de Poe apunta en otra dirección. Aunque el autor se concentra en un cuento de
Jorge Luis Borges (“La muerte y la brújula”), en las comparaciones que hace con “La
carta robada” podemos encontrar algunos elementos interesantes.
Ipola retoma y discute algunas de las interpretaciones que relacionan los cuentos de
C. Auguste Dupin de Poe con “La muerte y la brújula”. En particular, revisa las
afirmaciones de María Luisa Bastos sobre el “trastocamiento”, en el cuento de Borges,
de las “pautas fijadas” por Poe (De Ipola 1989: 128): en “La carta robada”, Dupin vence
al ministro mediante la identificación con el intelecto de éste, en tanto que en “La
muerte y la brújula” es Scharlach el que logra vencer, con la misma estrategia, al
investigador (Lönnrot). Ipola apela a Lacan para revisar estas aseveraciones. De acuerdo
con Lacan, tanto el personaje (Dupin) como el autor (Poe) sabían que la estrategia
identificatoria no garantizaba el triunfo, y lo que Poe buscaba en realidad era demostrar
la determinación del orden significante sobre el sujeto (“y no (…) las proezas de un
detective amateur y bohemio”; De Ipola 1989: 129). Siguiendo este razonamiento, Ipola
sostiene que también Lönnrot es determinado por el sentido (en este caso, el sentido de
una carta dirigida a él por su adversario); pero Scharlach no escapa a este “orden
simbólico”, pues va adquiriendo los “atributos policíacos” (De Ipola 1989: 130). La
conclusión es que tanto “La carta robada” como “La muerte y la brújula” son una
“puesta en narración” del “pasaje al orden de lo simbólico” (De Ipola 1989: 131),
aunque en la primera se trata del paso del dos (lo imaginario) al tres (lo simbólico), y en
el segundo se da un paso del tres al cuatro (lo cual equivale a otro cambio de registro, a
lo que Ipola llama lo “imaginario radical”, que responde a una perspectiva que opuesta
al enfoque cientificista, afirma la posibilidad humana de “autocreación” en un marco de
condiciones dadas; De Ipola 1989: 133). Pero resulta interesante la identificación que
reconoce el autor en “La muerte y la brújula” entre Lönnrot y Scharlach, que no remite
a la identificación intelectual presente en la estrategia de Dupin, pero que Ipola
reinterpreta para el cuento de Borges porque sostiene que se trata de una “identidad

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 130


previa”, especular, con lo cual el “proceso de identificación” aquí no “produce” sino que
“retoma y resignifica elementos identitarios ya disponibles” (De Ipola 1989: 135).
La conclusión del autor apunta que “por la proliferación de indicios ambiguos, de
informaciones incompletas, de sugerencias (…), la textura misma del relato admite la
posibilidad (…) de un número plural, indefinido y tal vez infinito de lecturas”. Aquí
sitúa el autor la idea de que no “cabe hablar, pues, de primado del orden simbólico, sino
más bien de capacidad siempre presente de creación de lo Imaginario radical”, y agrega
que estos supuestos también “están en la base de la praxis política” (De Ipola 1989:
140-143).
De acuerdo con Ipola, “hoy en día, la generalizada reivindicación de los actores
sociales, el nuevo interés volcado sobre las subjetividades y las identidades políticas, el
revival de teorías no deterministas de la acción debe situarse en el horizonte de esta
recuperada preocupación de la reflexión política por recolocar a la acción política en un
contexto de sentido”. Y concluye que “lo que he querido mostrar aquí es que no hay
política que no implique, en su práctica y actualmente en la reflexión sobre su práctica,
una filosofía como la que ejercen el ‘detective’ y el ‘criminal’” (De Ipola 1989: 143-
144).

Bibliografía

Borges, Jorge Luis (1944): “La muerte y la brújula”; en Ficciones. Emecé, Buenos
Aires.
Borges, Jorge Luis (1982): “Prólogo” a Seis problemas para don Isidro Parodi.
Bruguera, Barcelona. [Reproducción de “Conferencia de Jorge Luis Borges en la
Universidad argentina de Belgrano”, 16 de junio de 1978.]
De Ipola, Emilio (1989): Investigaciones políticas. Nueva Visión, Buenos Aires.
Ginzburg, Carlo (1983): “Señales. Raíces de un paradigma indiciario”; en: Aldo Gargani
(compilador). Crisis de la razón (nuevos modelos en la relación entre saber y actividad
humana). Siglo XXI, México.
Goody, Jack y Watt, Ian (1996): “Las consecuencias de la cultura escrita”; en Jack
Goody (compilador): Cultura escrita en sociedades tradicionales. Gedisa, Barcelona,
pp. 39-82.
Martyniuk, Claudio: “Carlo Ginzburg: ‘Quien piensa que la realidad es sólo lo que se
toca no entiende nada’” [entrevista]; Clarín, suplemento “Zona”, 2 de septiembre de
2007.
Poe, Edgar Allan (1969 [1844]): “La carta robada”; en Narraciones extraordinarias.
Salvat, Navarra.

Э
Augusto Gayubas. Escritor e historiador nacido en Buenos Aires en 1980. Investigador
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado y
traducido artículos de carácter historiográfico y literario para diversas revistas
especializadas y de divulgación. Es autor de dos radiocuentos ("Sabotaje" y "Crazy
Story") emitidos en 1997 por una importante radio de Buenos Aires, el último de los
cuales fue censurado por las autoridades de la emisora.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 131


Artículos
Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que
conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria
sobre uno mismo
Aristóteles

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 132


Kamastro de Matuta

Por: Alexis Cuzme


marfuzzine@hotmail.com

Ese Nadie, al que muchos conocemos como Ulises, habita en cada página de este
Kamastro de Matuta (Drugos de la Naranja, 2008) de Freddy Ayala Plazarte (Latacunga,
1983). Es parte inseparable porque su vida o la vida de la voz poética navega por un
mar embravecido, capaz de azorar a cuanto marino descuidado niegue la potencialidad
amorfa de la tormenta de versos.
Y no es solo la analogía con Ulises lo que vuelve interesante este poemario (cuya
comparación no salta a la vista, pero está ahí), sino los símbolos marinos acudiendo
insistentemente en cada poema. Así el mar, arena, sal, isla, puertos, escamas, espuma,
medusas, cardumen, anémona, son referentes precisos de lo que encierra este coral
poético.
“El océano dibuja un ataúd”, nos dice el poeta, convertido en Nadie, acercándonos a su
concepción vista desde el mar, desde lo líquido, donde la pureza y los seres
desconocidos -más allá de los sometidos y depredados- aguardan su momento de furia
contra el hombre. Alistándose para recrear: “la funesta trampa del mar”.
Kamastro de Matuta es una obra mística, sin pretensiones exageradas de poesía
intelectual (sí, el lenguaje puede mostrarnos otra cosa). Sus elementos y metáforas han
logrado que sea un libro para elegidos por la paciencia, o sea para todos aquellos que no
esperan leer y entender -sobre todo- poesía al instante, si no que comprometidos con la
labor desentrañable de las palabras, volverán a ellas (a cada verso) en un constante
vaivén.
No estamos ante otro “Cementerio marino”, menos ante otro Paul Valéry buscando
esencia y musicalidad en la poesía obsesivamente -aunque el trabajo de estos versos nos
deje dudas-. Estamos ante la propuesta de Ayala Plazarte, un poeta cuya obra posee un
Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 133
registro personalizado, que abarca el presente no explícitamente como se quisiese
encontrar sino todo lo contrario, acudiendo a lo implícito, desarrollando toda una
propuesta hermética donde las fisuras no puedan corromper las galerías de esta nave.
Al igual que Ulises, en su travesía por llegar a Ítaca, va encontrando y enfrentando
adversidades físicas y abstractas, así el lector deberá hacerle frente a monstruos
metafóricos acechando en cada poema. No es una poesía ligera buscando la
masificación (como la actual poesía contemporánea ha demostrado en sus distintos
representantes en Ecuador), puesto que Ayala Plazarte lo que busca es la inmortalidad,
convertirse junto a su obra (como Ulises: personaje, metáfora, hombre, Nadie) en un
punto histórico de las letras de este país.
Es arriesgado asegurar que su travesía tendrá éxito, la inmortalidad en la literatura no es
tarea de un momento, sino una lucha constante entre el artista y su obra: esa lid donde el
sentimiento quedará en segundo y quizás en último plano ante la razón: la necesaria
materia para desencadenar todo cuanto se proponga un poeta (en este particular caso).
Pero es evidente que Ayala Plazarte, en este su Kamastro de Matuta, su barcaza alejada
del Aqueronte, de Creta, de la isla de Polifemo, ha fijado su rumbo hacia la tierra
prometida donde la creación poética es un todo o nada, donde las resignaciones a lo
mediocre no son opciones de ultimátum. Así nos lo asegura la voz que recorre este
poemario, que no flaquea en ningún momento y se refuerza en la subjetividad de cada
verso.

‫ڭ‬
Alexis Cuzme (Manta-Ecuador, 1980). Licenciado en Comunicación Social. Poeta, periodista
cultural y rockero. Editor de la revista rock literaria Marfuz. Ha publicado los poemarios:
Desconsuelo (2001), Complot ante el silencio (2003) y Club de los premuertos (2006). En
el campo rockero Legión: década pagana (2006). Ha sido invitado a varios encuentros de
poesía joven dentro de Ecuador y consta en varias antologías poéticas, tanto impresas como
virtuales. Su poesía, relatos, crónicas, ensayos, artículos literarios, cinéfilos, teatrales y
rockeros han sido publicados en diarios manabitas, revistas de circulaciónnacional, medios
alternativos de internet y en su blog http://ciudadhecatombe.blogspot.com/

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 134


¿Cómo se emancipa a un artista?

Por: Adriana P. Fabián


metztli_nalu@hotmail.com

La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de


su inteligencia [la propia] sin la guía de otro… su causa
no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor
para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro.
Immanuel Kant*

Al leer los manifiestos creacionistas del poeta chileno Vicente Huidobro (Chile,
1893), los principios estéticos que propone me parecieron una utopía pura (sin ningún
sentido peyorativo) puesto que en ellos percibí implícito un ideal, o con más exactitud,
la certeza de que el hombre, dentro de sus limitaciones como individuo, es capaz de
valerse por sí mismo y que es su deber, por formar parte del único sector de los seres
vivos capaz de razonar con plena conciencia y de actuar si así lo quiere a priori, erigirse

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 135


como ser y no como objeto. Esto es, debe de asumirse y comportarse como ente creador
y no como receptor o imitador de esquemas y figuras pre- existentes.

En el ensayo ¿Qué es la Ilustración? (1784), del filósofo Immanuel Kant


(Königsberg, 1724), encontré, creo yo, completamente desarrollada una idea paralela a
la tesis principal que sostiene al Creacionismo como escuela estética: la emancipación
del poeta y del artista de la influencia de la naturaleza y del afán por imitar sus procesos
y sus creaciones. Y es que Kant exhorta a sus contemporáneos a zafarse del yugo del
tutelaje ejercido por otros sujetos que se han erigido (o los erigieron) como conciencias
superiores capaces de instruir al resto, incluyendo a aquellos que representan a alguna
religión, pues emanciparse de la idea de que un ente divino domina las conciencias del
Hombre es también parte de la Ilustración que promueve Kant

Huidobro y Kant, cada uno desde su trinchera y desde su esfera temporal, lanzan
una crítica a la profunda dependencia intelectual en la que el hombre vive sometido.
Más de un siglo los separa, y sin embargo ambos pudieron percibir la necesidad de
tomar el riesgo de pensar por sí mismos y aceptaron la responsabilidad que la lucidez
trae consigo, de difundir entre los hombres contemporáneos aquello que por siglos se
les ha negado: su propia capacidad y libertad.

Kant, como filósofo, disemina su pensamiento a través de propuestas filosóficas


con una orientación social, política tal vez, humana siempre. Por su lado, el Poeta- Dios
ha encadenado la idea de independencia y libertad intelectual a una sensibilidad casi
clarividente. Y entre la conciencia de una cosa y otra, Huidobro descubrió en sí, y en el
resto de los hombres como una consecuencia fractal de sí mismo, que no sólo era capaz
de pensar por él, sino que esa condición en la que la razón es la atmósfera, lo dotaba de
la facultad de crear a partir de él, y sólo de él.

A Huidobro puede acusársele de ególatra, de pretencioso, hasta de hereje por


querer usurpar el lugar de dios, y realmente en ese campo yo no estoy dispuesta a
discutir pues muy probablemente lo haya sido; sin embargo, considero que eso es lo que
menos debe de importar, porque tal vez gracias a esa personalidad tan arrogante y
carente de humildad, Huidobro pudo ir más allá de los limites de la “decencia”, de lo
correcto, pudo salvar el obstáculo paralizante de asumirse como único responsable de
sus actos y se atrevió a gritarlo para que todo aquel que tuviera el mismo arrojo, lo
escuchase.

Las consideraciones poéticas y estéticas que hace el autor de Altazor en sus


manifiestos, me parecen una consecuencia lógica de la evolución que se había estado
gestando por décadas en el conciente colectivo de la comunidad Iberoamericana. Con
cada vanguardia literaria y artística que surgía, con cada movimiento por mínimo que
fuera, los artistas e intelectuales de esta fracción terrestre empujaban cada vez más lejos
de sí el yugo que los mantenía agazapados, condenados a una cíclica reproducción de
modelos ajenos, extranjeros, traidores. El Creacionismo como corriente artística y
literaria es, por tanto, la concentración de los ases luminosos dispersos, que fueron todas
las vanguardias iberoamericanas.

No quiero arriesgarme a dar una opinión que parezca totalizadora, en el sentido


de que concibo al Creacionismo como la amalgama de otras escuelas y propuestas
poéticas y artísticas, porque no es así. Lo que intento explicar es que considero que al

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 136


proclamar al artista como un ente capaz (y obligado por esa capacidad) de romper con
dependencias absurdas entre agentes externos a él, como la naturaleza, dios, la
inspiración y las musas y la concepción clásica de la imaginación, Huidobro dio un paso
lógico dentro de la escala del pensamiento evolutivo que ya se estaba gestando en
América desde años atrás.

Una a una, las vanguardias fueron rompiendo estigmas y paradigmas estético y


de pensamiento, unas con gran fortuna y otras más con tanta violencia que fueron
juzgadas banales (que no vanas), sin que esto les restara valor. Emanciparse de la
naturaleza, emanciparse del control divino era un paso que debía efectuarse. No
obstante, imagino que debió de ser mucho más doloroso para el conciente colectivo
romper con la relación maternal que mantenían con la Naturaleza, y aún con Dios -pues
seguían (y temo que eso no ha cambiado aún en esta época) supeditando sus actos a su
voluntad-, que romper con el tutelaje intelectual y formativo que mantenían con Europa,
por ejemplo.

Y en este sentido, Huidobro define muy bien el papel que la razón (producto de
una conciencia libre, claro) debe de jugar dentro del acto creador, y este es el de la
fuente y la matriz de la generación artística. El poeta creará, sí, pero lo hará de forma
volitiva, conciente, razonada. Y he aquí los polos del Creacionismo en total contacto:
por un lado, se propone la creación mágica, sublime, un nuevo Génesis cada vez que el
artista actúe; y por el otro, el uso de la razón, que finalmente será el puente que conecte
la esfera de lo sublime con la de lo posible. Un espiral perfecto, creo yo, utópico por lo
elevado de su intención, pero planteado con tal certeza que parece ser realizable en su
totalidad.

El Creacionismo no niega el poder de la Naturaleza y cuando se aborda la


imagen y el papel divinos se mantiene bastante elocuente, por el contrario propone que
el hombre puede crear de la misma manera en que crean dios y la naturaleza, es decir
generando desde el interior mundos y criaturas que se rigen a partir de reglas muy
particulares, y aún inherentemente asume al hombre incapaz de competir con estos, pero
no porque lo considere inferior (y esta es una interpretación muy particular) sino porque
asume que éste ha adquirido la conciencia de su propia particularidad: el Hombre no es
dios, el Poeta no es dios, pero puede hacer lo que él hace pariendo siempre de él mismo.
Parece que ese es el motor de la escuela huidobriana-.

Finalmente el creacionismo, tanto como las teorías kantianas otorgan al hombre


la libertad de actuar, pero al mismo tiempo lo facultan como único responsable del uso
de su poder creador, de su conciencia despierta e infinita.
*KANT, Emmanuel, Filosofía de la historia “¿Qué es la Ilustración? FCE,
Colección Popular. México, 1978

‫ڭ‬
Adriana Paulina Fabián Méndez nació en Guadalajara, Jalisco, México, en Febrero de 1982.
Es licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Becaria de la misma
Universidad en la Unidad de Difusión de CUCEA del 2001 – 2003. Consejera y Maestra de
Español en el campamento de idiomas de la Universidad de Concordia en Mineapolis, MN,
U.S.A. en el verano de 2002. Ha trabajado como productora de Noticias en Red Radio

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 137


Universidad de Guadalajara (2004 - 2006), así como profesora de Español y Literatura en
distintas escuelas de nivel medio superior.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 138


Literatura chilena y cambio social un caso de
desarrollo frustrado

Por: Omar Cid


omarliter@yahoo.com
Centro de Estudios Francisco Bilbao

La necesidad de un nuevo marco de referencias

Usar conceptos como cambio social, desarrollo y frustración para aplicarlos a la


literatura puede ser entendido como un abuso, los más suspicaces dirán que se trata de
una variante de la estética socialista, con sus resabios de compromiso social y arte para
la revolución.
Los hijos de la belleza, esa que habita en la obra misma; se encargarán de resucitar
una vez más a Platón y apuntarme con el dedo, otros, me abofetearán recordándome que
la belleza es un sentimiento particular del sujeto, al estilo de Hume y así suma y sigue.
Un número no despreciable respingará la nariz y tendrán la delicadeza de subrayarme
que la era de los meta-relatos, las vanguardias, los ensayos sociales y culturales de
cualquier tipo son material de archivo. Para ellos, lo importante es el texto “la

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 139


producción en sí”. Con todas esas objeciones a cuestas, escribir sobre literatura chilena
y cambio social, proponiendo un eslabón distinto de análisis capaz de superar o al
menos desplazar las categorías de sujeto-objeto, son razones suficientes para que
cualquier lector entendido, cambie de página.
He querido evitar el vocablo paradigma, sin embargo en estos largos años de lector
-tanto pasivo como activo- de antologías nacionales, he ido percibiendo y a estas alturas
atragantándome, con casi los mismos textos, no importando los compiladores. Una de
las razones que explican dicho estado de cosas, radica en los sustentos teóricos que
justifican tales trabajos, todos tienen un norte, la pretensión de ser capaces de ordenar
“lo bello” entendido como placer para la vista y los oídos o en un nivel superior
identificándolo con su estado trascendente y espiritual (Platón).
El paraguas metodológico y epistémico de Feyerabend en su ya célebre tratado
“Contra el método; esquema de una teoría anarquista del conocimiento” propone frente
al fenómeno estético lo siguiente “La actividad de la razón es crecimiento y en ese
crecimiento tiene un papel central la imaginación. Cada símbolo es una cosa viva, en un
sentido muy estricto y no como mera metáfora. El cuerpo del símbolo cambia
lentamente, pero su significado crece de modo inevitable, incorporando nuevos
elementos y desechando otros viejos". En Chile, este dinamismo, esta puerta abierta a
otras visiones se encuentra cerrada, más allá de las pretensiones elaboradas desde las
corrientes semióticas, estructuralistas que refrescaron en su momento el panorama
cultural, finalmente, han sido reproductoras del mismo principio de orden, generando un
discurso social de la belleza, donde “el arte por el arte” no es otra cosa que el fácil
tránsito de la elaboración literaria a los círculos de producción y mercado.
Plantearse entonces un nuevo orden referencial en el lenguaje, implica sumarse entre
otros a Felix Guattari, en su cuestionamiento de los paradigmas estéticos, subvirtiendo
la unidad de producción de valores capitalistas, se trata del principio de la alteridad y
por tanto de la recuperación de la ética, como elemento de análisis y de
redescubrimiento de la importancia de la creación, de la auto-fundación y del
compromiso ético que conlleva. (Ver Guattari, El paradigma estético, entrevista con
Fernando Urribarri, nov. 1991).
Una segunda mirada que puede aportar a la elaboración de una nueva y rejuvenecida
perspectiva estética, la aporta el ideario cínico que asoma en el contexto del descrédito
de las utopías, bajo el desencanto del modelo estético neo-liberal y proponiendo un
punto de fuga a su capacidad de reproducción y alienación, optando por el camino
autárquico, antes que el dormitar embrutecido del imperio del consumo. Autores como
el propio Diógenes y muy especialmente Peter Sloterdijk, filósofo alemán de connotada
trayectoria son referencias para este camino. Para ambas corrientes de opinión, la
historia juega un papel determinante, uno de los grandes vacíos que se expresa en las
antologías y en general en los trabajos de esa índole, es la ausencia del factor histórico,
en el proceso creativo.

Algo de histórica

Los procesos independentistas, tuvieron en la pluma un fuerte aliado, las cartas de los
libertadores, la alianza temprana entre una estética racionalista resumida en los colores
patrios, la música, los uniformes, más un organismo de difusión como la “La Aurora de
Chile” desembocaron en una corriente crítica por supuesto ligada a la elite criolla.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 140


En 1860, “La lira popular” era un instrumento donde los poetas y los cantores
populares - comentaban con su mirada- se trataba de pliegos sueltos, destinados a
comentar los hechos de cierta relevancia de la vida nacional, con el objetivo de
venderlos en mercados y lugares concurridos.
Allí el humor, el ingenio y la crítica social eran una herramienta discursiva de vital
importancia. Hasta 1920, ocupó un lugar en la memoria del pueblo chileno, el
historiador Maximiliano Salinas, realizó un trabajo de investigación en torno a la
influencia de lo literario popular, en el ámbito de lo sacro, como de construcción de
conciencia social, publicado en revista Araucaria (1986) y titulado “El bandolero
chileno del siglo XIX. Su imagen en la sabiduría popular”. De ahí se extrae este texto.

Los Húsares de la muerte


fueron creados por él
y en Maipo peleó sin hiel
pero con gloriosa suerte;
después aquel brazo fuerte
por carrerista sincero
fue de un modo traicionero
muerto por un argentino.
y así murió el jefe fino
que humilló al godo altanero.

Puede que esté lejos de ser un verso bien logrado, puede que no cumpla con todas las
formalidades que el decálogo de los poetas exige, lo más probable es que no se
encuentre a la altura de compartir, hojas con nombres como los de Huidobro, Parra o
Zurita, pero las diez líneas anónimas citadas, son la fotografía de un momento histórico,
son el grito de los condenados a muerte de la historia y en ese sentido trascienden tanto
o más que cualquiera de los poetas públicamente reconocidos.
A principios del siglo XX, autores como Víctor Domingo Silva, Cosme Damian
Lagos, conformaron un sustento valioso al movimiento obrero naciente, acompañando a
Recabarren en el nacimiento de la prensa obrera.
La llamada literatura social de Baldomero Lillo, Nicomedes Guzmán, son un aporte
desde el momento que el sujeto a retratar era el obrero, en sus alegrías y pesares,
ingresando a la vedada mina, como al dormitorio de su casa.
Sin embargo, la valoración estética de estos autores siempre estuvo en tela de juicio,
como “El Canto General” de Neruda y la producción literaria de la generación de los
ochenta, marcada por la existencia de la dictadura.
Frustración y estancamiento, son palabras acordes cuando se intenta retratar la
situación de la literatura y su vinculación con el cambio social, frustración porque; la
elaboración discursiva que da cuenta o propone desde su estrategia, alguna sensibilidad
que escape a la de los placeres, los sufrimientos inconmensurables por la falta de una
cerveza o la página en blanco, son rápidamente tachados de panfletos, de propaganda, o
sea, pseudo-arte.
Bajo esa misma premisa, los autores de la diáspora, por el solo hecho de pertenecer a
ese registro, se encuentran sancionados, primero por quiénes en un arrebato de pureza,
los pasan y repasan por el filtro de la evaluación a-social de sus textos, luego por
quiénes cuidan el negocio y sus pequeñas trincheras de supervivencia, para todos ellos,
abrir nuevas posibilidades de análisis, podría significar validar ámbitos de competencia
innecesaria.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 141


El estancamiento intelectual entonces, tiene sus raíces en la búsqueda de una
seguridad y el mantenimiento de un orden -que se puede de vez en cuando atacar- para
que todo continúe del mismo modo, la analogía que retrata de mejor forma este
momento, es el largo proceso político de post-dictadura, donde los poderes fácticos han
logrado salir airosos, en desmedro de las demandas democratizadoras de la gran
mayoría del país, del mismo modo, en las esferas de los comentarios literarios y de la
crítica periodística del rubro, los avances son casi nulos, las voces se han multiplicado,
pero los sustentos teóricos que permiten sus elaboraciones, no dan cuenta ni de las
discusiones filosóficas actuales, ni mucho menos de las nuevas miradas al fenómeno
estético, donde en algunos casos, la vuelta al sujeto y a su entorno, son elementos de
importancia a la hora de configurar y validar un producto, un esfuerzo creativo.

‫ڭ‬
Aldo Patricio Jara Reyes (Omar Cid) (1967) de nacionalidad Chileno: Tiene estudios en
Derecho, Universidad Finis Terrae. Es publicado en la antología poética “Travesía por el río de
las nieblas” de Talca (2000). En el 2007, son publicados un conjunto de sus poemas, en la
revista virtual e impresa española “Voces” número 67, entre otras. En Junio de 2008 participa
de la “Antología de poesía y narrativa chilena” de MAGO editores, presentada en la feria del
libro de Perú. En noviembre de 2008 participa de la antología “Río Bellavista” de MAGO
editores, presentada en la Feria del Libro de Santiago. Es coautor del polémico texto “PURO
Chile, Suciedad democrática” lanzado en la feria del libro de Santiago noviembre de 2008. Un
conjunto de sus poemas son seleccionados para una antología de poesía Franco-Hispana
“Arcoiris” de publicación reciente. Es columnista de diversos medios virtuales como: “Diario
Clarín” en Chile, Chile Informa (Canadá), Panorama Cultural (Suecia), La Cita Trunca
(Canadá) entre otros.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 142


DEL OBSERVAR

Por: Ricardo Martínez


ricardo.martinezconde@gmail.com

De un modo sintomático, pudiera aceptarse que de la observación nace el


dominio. Una forma de dominio que, a modo de relación implícita e inmediata, se
establece de una manera dual o, lo que pretende ser lo mismo, en una doble dirección:
de lo observado hacia el que observa, ya sea en razón de su belleza u originalidad, y del
observador a lo observado como una relación inmediata de posesión, de superioridad,
sentido que suele manifestarse en algo común, no distinguido.
Ahora bien, sería lógico formular algunos supuestos a propósito de la
naturaleza de esta relación, supuestos que no son sino disgresión reflexiva respecto a
esta relación ineludible por cuanto se establece al margen de cualquier voluntad,
funcionando por ello como algo similar a un resorte instintivo inscrito en la Naturaleza
(esto es, en las naturalezas, la humana y la otra, presuponiendo -o estableciendo- un
código de conducta que les hace, de algún modo, afines).
Y el primer supuesto sería el por qué de esta interacción, viniendo la
respuesta -obviamente humana- en razón de la sensación producida por el objeto, por lo
observado.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 143


Es así, pues, que la relación pudiera entenderse como la puesta en acción
de un resorte motor, el sentimiento, que tiende un puente inexcusable de protagonismo.
La sensación sería el móvil, el argumento interior.
No muy alejado de lo expuesto anteriormente es la relación de fuerza, de
dominio. El hombre, el observador -el caminante que accede a la mañana impelido por
un resorte antiguo llamado curiosidad- aplica, como un gesto más del andar, un gesto de
equilibrio de fuerzas, de dominio; respuesta, si acaso, al instinto de conservación y
defensa innato en cualquier ser vivo. Es ésta una reacción distinta a la anterior, sin
embargo no lejana, antes bien unificada con ella, complementaria.

***

He aquí, como principio general, una percepción englobadora y unitaria:


el hombre vive estableciendo relaciones con su entorno, originariamente de carácter
sensitivo. Es como el primer paso en el acceder a la calle. Vive en sensaciones -de
distinto carácter, ya hemos visto- a través de sus capacidades perceptivas. Es, pues, el
acceso al milagro de la realidad exterior, equivalente al accionar un mecanismo de
ramificaciones sucesivas a partir de ese primer gesto inicial, ese aforismo chino tan
sustancial, de que el primer paso es quien hace el camino.
La sensación invade nuestros sentidos e instala su reino omnipotente en
nuestra voluntad. Es así que:
- hay una percepción innata al que accede al milagro de la curiosidad: la
percepción íntima de su soledad.
Ser en medio de tanta forma, sonido, significación, promesa o muerte.
("¿Cómo puedo estar triste si me espera la gran aventura de la muerte?", ha dicho
Borges, parodiando la perennidad móvil de la gran soledad ante un paisaje, aunque
inasible, cual es el de la muerte). Ser como una entidad con argumentos propios, con
valor y signos propios, que accede de pronto al gran escenario habitado de la realidad.
Soledad un tanto ambigua acaso, por cuanto todo lo que no es él es
compañía para sus sentidos, pero una compañía extraña que, resaltando la rareza de su
presencia, le traslada el sentir de estar sólo, de ser solo.
He ahí el hombre que es razón y sentimiento y es universal.
- la lógica del inconsciente puede por encima de la lógica de la libertad.
Y es que el inconsciente son sus sueños, la realidad que ha sido, por la razón que fuere,
verdadera, y ahora, en el instante mismo de su aislamiento, viene en su ayuda porque,
como tal sueño que ha tenido forma, se ha constituido en su compañía más real, al
margen de que las figuras que suscita sean o no benevolentes con quien las ha sentido.
El inconsciente acude, fiel, a la rememoración como un escudo protector
del que acaba de presentir su intimidad vigilada, a expensas del aire y de las cosas y del
significado del silencio. El insconciente es así que procura templar nuestro ánimo con
un gesto de proximidad, a pesar de tener las manos heladas, como puede ser propio de
su naturaleza.

***

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 144


Una cosa, no obstante, en un momento u otro vendrá a invalidar los
dictados o aproximación del inconsciente, y ello es lo compulsivo de sus órdenes,
incluso de sus sugerencias. Son, sustancialmente, una respuesta perentoria lo que él
proporciona, por lo cual tarde o temprano acudirá a pulir el sentimiento obtenido
después del ejercicio de su influencia la reflexión prudente, la firmeza del silencio, la
preocupación más ordenada y bella de la armonía. Y ahí podría nacer el vacío, ese vacío
insólito que propicia lo perecedero cuando hemos confiado en él de un modo definitivo;
de un modo vital.
La sensación, que es un nivel exquisito de ser, se turba con el
desasosiego que produce el abandono de una convicción que se ha descubierto falsa,
burdamente pasajera. Y su campo lo ocupa la sombra fría de la finitud moral, de la
desconfianza. Ha llegado, entonces, el momento de la melancolía.
Ahora bien, cabe reparar con detenimiento en este punto para afinar el
entendimiento de la soledad. Y es que suele verse la melancolía como destino vacío,
como un mal. Se le ve, en general, como el preludio de lo que no ha de ser, pues con
anterioridad una sensación frágil y negativa ha desplazado la ilusión en nuestra
capacidad de sentir. Más no, no es tal, si atendemos a un posible entendimiento distinto
de la melancolía, pues en ella es cierto que es fácil entender abatimiento y derrota.
Ahora bien, ¿no es verdad que en este poso negativo hemos entrevisto en ocasiones un
punto de luz más allá de la noche inmediata que en un primer momento nos concierne?
Sí, la melancolía como impulso, como reserva de esperanza. Si no nos atenemos
solamente a la apariencia vencida de la melancolía, ¿no podría ver -ver interiormente-
que tal estado propicia un estado de equilibrio, de vacío no propio, sino impropio del
que ha de resucitarse en un momento u otro? Veamos también la melancolía así: como
un acto pasivo de espera, de espera, esta vez, en nuestros propios medios para la
obtención de la satisfacción silenciosa, de una variante de la ilusión tardía que ha de
hacer buena la esperanza más allá de ese momento en que, no habiendo obtenido
respuesta lejos, se halla en uno propio.
Y retorna en ello la sensación más viva, que habrá de iniciar un nuevo
ciclo de inconstancias pero no de derrota, sino yendo más allá del obstáculo de la
muerte, que no es, según Borges, sino un reto que exige disciplina, la disciplina que
reclama la armonía inscrita en el tiempo y que habremos de dejar, como un bien, a
nuestra espalda.
¿Por qué no recordar que el hombre lo es a solas, bajo el dominio y las
fuerzas de la soledad?

‫ڭ‬
Ricardo Martínez. Realizó los estudios de Filosofía y Letras y el Doctorado en la Universidad
Complutense de Madrid. Premio Benasque de Poesía. Diploma de Honor en el concurso
internacional de Relatos Breves "Jorge Luis Borges". Colaborador de Prensa y Revistas
especializadas. Critico literario.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 145


Entrevistas

Antes de iniciar la labor de cambiar al mundo, da tres vueltas por tu


propia casa.
Proverbio Chino

‫ﭾ‬

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 146


Entrevista a Raúl Harper

-¿Desde cuándo comenzó a escribir? ¿Por qué?


-Comencé a escribir a los 17 años sin más intención que hacerlo, casi por instinto. En
esa época sentí por primera vez que quería ser escritor, aunque la dedición la tomé hasta
los 30, cuando un amigo me aconsejo que ya era hora de publicar mi trabajo. Claro,
después de más de una década de prometer ser escritor tenía que decidirme por serlo de
verdad o no hablar tanto de ello.

-¿Qué es para usted ser escritor?


-Un destino.

-Cuéntenos sobre su vida, sus obras, sus proyectos, su actividad literaria.


-En diferentes momentos de la vida quise ser pintor posmoderno, arquitecto, piloto de
combate, historiador, estrella de rock, diplomático, empresario, maestro zen, barman,
utopista… intenté todo esto y algunas otras cosas. A la par siempre intentaba la
literatura, es decir, encontré una constante. Creo que esa variedad de intentos describen
y enriquecen mi experiencia vital, y por supuesto, mi trabajo como escritor. Me he
dedicado en los últimos años a cultivar el género del cuento, aunque actualmente mi
actividad literaria está tomando un vuelco hacia la novela y hacia el guión
cinematográfico.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 147


-¿Cómo define el estilo de su narrativa?
-Es un estilo sencillo, preciso y directo; que suele arrastrar lo real hacia lo inverosímil o
hacia lo fantástico.

-¿Cómo ve la Narrativa de estos últimos años?


-Existe una búsqueda por desprenderse del “boom latinoamericano” de hace unas
décadas, no de olvidarlo, imposible, sino de crear una narrativa diferente. Se está
experimentando con nuevas formas de narrar historias, con nuevas temáticas que
aprovechan un mundo lleno de referentes culturales, visuales, musicales e incluso
tecnológicos. Es una narrativa de transición que busca revolucionar, ganar su propio
lugar en la literatura.

-¿Qué autores influyen en su obra?


-Julio Ramón Ribeyro, Raymond Carver, Chuck Palahniuk, Edgar Allan Poe, Emile
Ciorán, Charles Bukowski… y se me quedan como 10 en el tintero.

-¿Cree qué el escritor es un ser obsesivo?


-Creo que el ser humano es de por sí un ser obsesivo.

-¿Cuál es el fin que desea lograr con su escritura?


-Impactar, conmover, inspirar, divertir. Que los lectores se sientan satisfechos al leer mi
obra, y que entonces digan: valió la pena.

-Dentro de su producción literaria, ¿Qué obra elegiría usted por optar en una en
especial?
-La que estoy escribiendo en este momento: mi primera novela.

-¿Cómo ha cambiado su lenguaje a lo largo de los años?


-La lectura de tantos libros de tantos autores, las visitas a diferentes lugares, el propio
crecimiento como autor; todo esto va transformando tu lenguaje. El lenguaje es
inherente a la experiencia.

-¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido?


-En cualquier cosa que uno quiera realizar con éxito en la vida, se debe ser un hombre
comprometido. Las cosas importantes no pueden tomarse a la ligera.

-¿Qué libros nos recomendaría leer?


-Aquellos que te atrapen y disfrutes. Si te aburre leer a uno de los clásicos, déjalo. Si
disfrutas a Coelho, léelo. Recomendaría: Narraciones extraordinarias (Edgar Allan Poe),
Pulp (Charles Bukowski), Crónica de una muerte anunciada (Gabriel García Márquez),
El Aleph (Jorge Luís Borges), Sexo y saxofón (Gonzalo Arango), El sol desnudo (Isaac
Asimov), El extranjero (Albert Camus), Diablo guardián (Xavier Velasco), y cuentos,
muchos cuentos de Julio Ramón Ribeyro…

-¿Qué hace antes de escribir?


-No tengo ningún tipo de preparación o ritual. El momento de escribir aparece
repentinamente en la mañana, en la tarde o en la noche. Soy nada riguroso con esto.

-¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Como autor qué soluciones le
daría a este problema?

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 148


-La industria editorial tradicional, la de los grandes grupos editoriales, no basta ni
convence a todos. La solución está en las oportunidades que ofrece está época para la
autopublicación y la industria independiente. Esto también implica hacer uso de medios
como el ciberespacio para atraer a los lectores. El verdadero reto para la industria
editorial está en mantenerse frente a su competencia directa: la industria del cine y de la
televisión. La gente tiene que sentir que la literatura es algo atractivo en que invertir su
tiempo.

-¿Cree en los concursos o certámenes literarios?


-Hay una especie de manto de desconfianza que acompaña a algunos. Sin embargo, los
concursos arreglados son pocos. Creo que la mayoría de ellos son imparciales y que
ganarlos puede servir de incentivo y de impulso para una carrera literaria.

-¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet como revistas
literarias, blogs, páginas sobre literatura?
-Me gustan. Creo que estas formas de difusión le han abierto un nuevo mundo a la
literatura. Están a la mano de cualquiera, ayudan a difundir trabajos fuera de las
propuestas y parámetros de la gran industria editorial; y como efecto, ofrecen opciones
a los lectores.

-Por último: ¿Desea agregar algo más?


-Mi agradecimiento a la revista Remolinos por su dedicación a la difusión literaria.

‫ڞ‬
Raúl Harper (Cali, 1977). Escritor y guionista colombiano. Durante años se desempeñó como
barman, empresario de botas tipo Dr. Martens, operador de atracciones en un parque de
diversiones, administrador de un café Internet, redactor freelance inmobiliario, back staff en un
almacén de Gap, y hasta bajista de una banda que logró la fama años después de su retiro.
Estudió Historia y Relaciones Internacionales, aunque desertó de ambas porque, como él
asegura, la literatura siempre ha sido celosa de sus otras profesiones. En 2007 publicó su
primer libro de cuentos “Vagabundos V.I.P.”. Cuentos suyos han sido publicados en la antología
de cuento urbano colombiano “Cenizas en el andén” y en diversas revistas digitales de
Latinoamérica. Hace parte del grupo literario “Seis escritores en 87 calles”. Su web:
www.raulharper.wordpress.com
Contacto: raulharper@hotmail.com

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 149


Entrevista a José Jiménez Cruz

-¿Desde cuándo comenzó a escribir?


-Bueno como yo nací en lugar rural había poca motivación para escribir, pero sí para
adquirir experiencias vivas, por eso yo empecé a escribir a los 16 años culminando mis
estudios secundarios cuando leí algunos escritores importantes. Cuando vengo a Lima
veo que hay muchos poetas que yo no había leído y me di cuenta que la meta no es solo
leer si no también escribir como ellos.

-¿Qué es para usted la Poesía?


-La poesía para mí, es donde uno puede ayudar a hablar a los que no tienen voz o
ayudar a respirar a los muertos y reflexionar sobre por qué existen la alegría y la
tristeza.

-Cuéntenos sobre su vida, sus obras, sus proyectos, su actividad literaria.


-Mi vida como ya dije ha estado marcada por tristezas de la pérdida de algunos seres
queridos, las alegrías se encargó de dármelas mi pueblo con su buen acogimiento.
Mis obras han sido más acerca de las costumbres de mi pueblo y mis vivencias. Mis
proyectos son culminar mis estudios y seguir escribiendo y como le dije a un amigo ser
permanente en escribir no quedarse con lo mismo.
Con lo que respecta a mi actividad literaria he publicado mi primer poemario digital
Estampas de la tierra y siento que hay más motivación para escribir.

-¿Cómo define su poesía?


-Como rayo de luz opacado en la neblina, esperando a quien alumbrar.

-¿Cree qué el escritor es un ser obsesivo?


-Sí, debe serlo para poder descubrir y crear otros mundos.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 150


-¿Cómo ve la nueva poesía de estos últimos tiempos?
-Hay muy buena poesía, pero el problema es que hay poca difusión en especial en
nuestro país y más va a lo comercial que la calidad.

-¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido?


-Siempre debe serlo, por algo es escritor donde debe estar contactado con diversos
mundos y siempre alguien va esperar algo de él.

-¿Cuál es el fin de su poética?


-Dar palabra a los que no pueden hablar.

-¿Cuáles son los autores que influyen en su obra?


-Vallejo, Javier Heraud y Adonis

-¿Qué libro nos recomendaría leer?


-En lo narrativo Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, en lo poético El río
de Javier Heraud y en cuento a Poe.

-¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a través de los años?


-Bueno puedo decir que poco ha cambiado todavía, pero el pasar de los años lo dirá.

-¿Qué hace antes de escribir?


-Esconderme, donde nadie me pueda hablar ni ver.

-¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Como autor qué soluciones le
daría a este problema?
-La industria editorial se ha incrementado pero ya no hay control en la calidad, deben
ser más rigurosas las editoriales con las publicaciones.

-¿Cree en los concursos o certámenes literarios?


-Son necesarios para el escritor porque por medio de ellos se va motivar al buen escritor
para que siga adelante y se pueda evaluar su obra.

-¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet como revistas
literarias, blogs, páginas sobre literatura?
-Es interesante porque se puede tener más acceso a los jóvenes y a todas las personas
que acuden a Internet ya que abandonan los libros de mano y se puede contactar y
encontrar más libros de diferentes lugares del mundo.

-Por último: ¿Desea agregar algo más?


-Agradecer la entrevista y muchos éxitos.

José Jiménez Cruz. Nació el 21 de septiembre de 1990 en San Ignacio - Cajamarca. Es


estudiante de la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle - La Cantuta, en
la especialidad de Literatura y Lengua Española, es activo integrante del grupo literario “Letra
en llamas”. Sus poemas han aparecido en las revistas: Sol de ciegos y la Revista Literaria
Remolinos. Ha participado de innumerables actos culturales y recitales en la ciudad de Lima.
Estampas de la tierra, es su primer libro de poemas.
Correo: jjc_15_7@hotmail.com

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 151


Reseñas

La humanidad es como es; no se trata de cambiarla, sino de


conocerla.
Gustave Flaubert

‫ﻫ‬

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 152


El amor en el columpio de su vaivén

El amor en el columpio de su Vaivén


Marcelino Menéndez Gonzáles
Editorial Azarbe, España 2009

La ternura y el encanto son motivos de exaltación y apasionamiento en el poeta.


Ese contemplar el mundo desde ojos mágicos, desde la esperanza y el amor, donde nace
el día y el “vaivén” eterno de los sentimientos en pos de una respuesta ante la
existencia, el poeta y su poesía transitan la eternidad de las cosas, la verdad que no se
puede conocer, sino a través del verbo, del espíritu de la palabra convertida en fuego,
arte, dolor y humanidad, pero a la vez también en música, en melodía de vida y fuerza.
La poesía y la ternura en íntima comunión con la naturaleza, crean y recrean al mundo
en su inmortal devenir.

Con esta postura creativa Marcelino Menéndez González (Asturias, 1933), con
su libro El amor en el columpio de su vaivén (Editorial Azarbe, España, 2009) nos
ofrece una clara prueba de lo sublime y a la vez de la fugacidad con la que lo amado
deja su bullente perfume en nuestro mundo para luego escapar hacia lo recóndito de lo
desconocido convirtiéndose prontamente en nostalgia y evocación, un vaivén que solo
puede lograr el amor:

Y me pregunto...
para qué, en voz baja,
y me busco en mí pero
me busco en vano,

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 153


aunque tengo en mis manos
su tristeza y el dolor presagiado.

Como vemos el hombre no solo es un ser sensible al sentimiento del amor, sino
que también es capaz de inmortalizarlo en su memoria, como esa melodía eterna que
nos cuestiona y nos hace recordar que somos más que una simple construcción psíquica.
Lo amado es aquello que se debe escribir, por más breve que sea el amor, es necesario
para el poeta lograr esta comunicación con su ser que se agita en intensidad, en darlo
todo a pesar del inevitable final que no deja de cortarnos las alas:

y como si las ilusiones


sólo dibujaran
huellas de pájaros en los cielos,
y tener que despedirnos
ante el inevitable final,
podríamos quedar en vernos mañana,
aunque no fuera verdad.

El sujeto poético en este libro no deja jamás de eternizar lo amado, no como una
expresión totalizada, sino más bien a través de una evocación de algún momento
especial (un beso a media noche, una mirada apasionada, las despedidas que no
perdonan el olvido), que a su vez tratarán de configurar una fuerza lírica intensa que
tendrá una estrecha comunicación con el lector. Pues solo se puede reconocer aquello
que se ha sentido, la palabra en poesía, la poesía que es el cuerpo y el amor, el derrotero
de un fuego que vive aunque muera el mundo:

Y, en el transcurrir del tiempo


asociado a aquellos momentos,
persiste el mismo sentimiento
que, con las alas del recuerdo,
vuela recorriendo el infinito
en el que aún vivo su intensidad,
y me hace vibrar todavía, al conjuro
del último latido de vida
de aquella emoción inolvidable.

A lo largo del libro Marcelino, nos hará contemplar situaciones donde la mezcla
sentimental será la constante para lograr la expresión. La mayoría de los poemas
culminarán siempre con una ruptura o alejamiento, pero en ese devenir, se podrá captar
ese misterioso vacío que se deja al saber que ya todo terminó, que solo queda el
recuerdo, las cenizas taciturnas de la tarde:

no fue nada fácil poder olvidarte,


aunque las penas como vienen
también se irán, como río
que besa las orillas y se va...

¿Aunque sabes? a veces en los


silencios, cierro los ojos
y me parece que aún aspiro,
el aire perfumado con un beso
que dejaste al marchar...

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 154


Al final el poeta comprende que su caminar debe continuar, entiende que todo lo
vivido es ya un respaldo para seguir su apasionado viaje hacia lo innombrable, lo
eterno, ese universo que se hace de pronto tan misterioso como apasionante:

Y al comprender que no
se puede vivir, con el morir
de cada instante, a pesar
de seguir en ése camino,
en donde nunca llegó al olvido,
aprender a aceptar tu ausencia
como herida que no causa dolor.

Con una poesía sencilla pero vital Marcelino Menéndez, nos deja en lo profundo
del espíritu, su soñar, su vivencia que transita la pureza de amar sin tener en cuenta el
tiempo o las distancias. Esa verdad que es el amor, no solo desde los ojos de la vida,
sino también como el motor y motivo, para hacer cierta nuestra realidad, nuestra
existencia.

P.A.

Sobre el autor:

Marcelino Méndez González. 24 de Febrero de 1933, en Asturias, España. Ha


vivido en varios países de América, Estados Unidos, Canadá, México 35 años.
Actualmente en Murcia (España). Escribe desde el año 2000. Tiene 47 libros escritos
de los cuales 38 son de poesía. Pendientes de editar los títulos Vibraciones, Plectro
(Fantasía), Destellos y Las Páginas Gastadas. Es socio de poetas de las Torres de
Cotillas, Poetas del Casino de Murcia y de la Fundación Amigos de la Lectura. Su
página web es:
http://marcelinomenendez.blogspot.com

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 155


Collage de viaje

Collage de viaje
John Martínez González
Altazor ediciones, Lima 2009

El hombre día a día intenta dejar de lado sus frustraciones, sus imposibilidades,
sus eternas ganas de autodestrucción. Él escapa a esas constantes del destino, esa
aglomeración que no es ajena a la ficción hecha poesía, que es en todo caso, ese refugio
ineficaz y bello a la vez donde lo fugaz es lo único salvable entre lo etéreo, entre lo
absurdo, en ese deseo por querer reconstruir a punta de versos un paraíso, un “tú y yo”
inexistente, inconexo, atroz.

Collage de viaje (Altazor ediciones, Lima 2009) del poeta peruano John
Martínez González (Lima, 1981) es esa exploración de lo ignoto, ese deseo por tentar a
lo imposible para abrir la llaga latente del alma y hacerla tiempo, contemplación, ruego,
nada:

Ya las regiones apocalípticas se han precipitado


contra el recuerdo
ya el recuerdo es letra llenando el papel.
Si acumulas una tras otra las imágenes,
qué procesión de espejos
qué angustia de buscar la aguja en el pajar.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 156


Como vemos este libro se enfrenta ante la imposibilidad de no poder llegar a lo
eterno a través de aquello que solo se nombra. Esta imposibilidad del no poder será a lo
largo del libro una constante que hará que todo desenlace nos deje un sabor a angustia, a
rencor, a miseria, a violencia, que a su vez, nos encenderá una flama extinta en nosotros,
una pasión ante la desesperanza:

Las heridas vagabundas


infectadas de violaciones
y calderos de conjuros

(no se podrá
construir las ventanas
si el llanto solo
se pronuncia / se dice)

[...]

el salvaje oleaje
y la ciudad desesperada del desencuentro.

En el libro la poesía logra su realización solo en el silencio que deja translucir


los secretos de los objetos amados, esa pohesía de Martínez que es en todo caso la musa
y su sensible sensualidad, enfrentada al universo y al crepúsculo, una fuerza que va al
silencio y sale de él:

Su voz
regresa como fuego
como signo tembloroso
su voz
navegando sobre el río de vidrio
entre barcos de coral
se disputa los frutos zodiacales
y regresa
a los labios nocturnos
de la pohesía.

La ausencia es no haber penetrado más allá del ser que ahora se aleja. Podemos
contemplar una ruptura que madurará en la devastación de uno mismo. El otro en el
espejo es simplemente uno mismo, presa de la nostalgia y del rencor; la frustración que
hace del tiempo y del vacío una escena próxima a la muerte:

Amanecer lascivo:
orden indómito de la sangre
cementerio de sol.

Un linaje de sueños
desfallece,
la ciudad de espinas
corona lo perpetuo
los días:
Sentencia implacable
álbum de recuerdos

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 157


escena masticada por los años
el viento y las palabras.

Detener el espejo:
Espada de sangre en la memoria.

El poeta necesita del abismo. En el transcurso de este viaje poético el sujeto


poético trata de acercarse a una plenitud que solo se intenta, mas no se logra, ni se
fundamenta en la de un fin, su acercamiento es en todo caso una necesidad, un viaje
donde la verdad es vista a través de lo que se puede sentir a lo largo de lo temporal:

No era el tesoro de la sangre


no era la mujer pálida
de cabellos color insomnio
no fue el rayo de luz
atravesando las miradas
era la palabra no dicha
el espejo reflejando al espejo
la lujuriosa disonancia
de los cuerpos
danzando alrededor
de la hoguera
de los años.

Hundirse hasta poblarlo todo.

El lenguaje urbano en John Martínez toma un matiz de desencanto y


desencuentro. Lo amado está perdido en lo grisáceo de la urbe que desmiembra, que
desnaturaliza, que hace posible el vacío y la belleza perversa de aquellos que beben de
su vientre amoratado, y entienden al fin que la herida interior aún no termina de
cerrarse:

pero yo
en otra clase de lenguaje
en la pantalla de mi cuerpo
girando como una moneda
en Villa María del Triunfo
arriba y saliendo a Lima
donde junto recuerdos para armar mi fetiche
o te elimino de mis contactos web,
el clamor de no decir nada
de eliminar el puente invisible
el alucín
y hacer el pohema
calmar las aguas
agitar las tierras
y en nada queda
el desmedro
el over
and over again.

Al final de este viaje Martínez nos dice que: “Toda aproximación es un fracaso”
y quizás lo sea, y quizás no, pero de lo que si es cierto es que el viaje ha transformado

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 158


ya nuestra alma y ha reconfigurado nuestra forma de actuar, nuestra piel, nuestro
nombre y todo lo que nos rodea. El poeta nos avienta nuevamente (como nuevas
criaturas) a sentir ese golpe mortal y bello, surreal, artificial, modelador de acrobacias
invisibles que es la poesía sin ninguna definición, sino lo indefinible:

Así es que mi nombre


se ha convertido en elemento celeste,
Es una capa de agua sobre la ciudad que fue mía
es la transmutación
Y es la caída libre en una ciudad que amo
En una palabra que amo y detesto
El Abasto.

P.A.

Sobre el autor:

John Martínez Gonzáles (Lima, 1981) desde comienzos de siglo está fusionado
con el arte, coordinando y promoviendo encuentros multiartísticos en diversas
ciudades. Ha colaborado brevemente en los primeros números de la revista
Ventana de Medusas. En Bs. As. coeditó la página Pas to morrow. Fundador y editor
de la revista Marc el loco y el fanzine Litophia. Se graduó como comunicador social
en una universidad con nombre de santo católico. Este es su primer pohemario
escrito.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 159


Lavandera de la noche

Lavandera de la noche
Clara Vasco
Ediciones El Mono Amado, 2008

El ser humano busca a través de la poesía, ese decir imposible, esa satisfacción
ante la frustración de no poder decir lo claro, de definir el universo de todo lo que nos
rodea, de aquello que nos hace sensibles, seres desprotegidos ante el tiempo y el
abandono, que son la inspiración del poeta que canta su miseria, su debilidad, su
explicación de aquello que se ama, mas no se puede poseer.

Desde esta perspectiva Clara Vasco (Caracas, Venezuela, 1967) con su libro de
poemas Lavandera de la noche (Ediciones El Mono Amado, 2008) nos envuelve con su
lenguaje sencillo y a la vez intenso, donde las palabras enhebran un camino hacia la
exploración del mundo a través del deseo y la inocencia:

yo fui lavandera de la noche


toqué las estrellas
el agua del tiempo
las uvas de los sueños
ropas blancas como un arco
temblando.

En este libro se plantea un deseo por querer lograr lo “pleno” de manera perfecta
y álgida, partiendo, desde luego, de la contemplación de los objetos que prontamente
nos develan su esencia, su secreto e intimidad que solo se puede obtener a través de la
sensibilidad:

aquí han dejado un tenedor una rosa


la ciudad cae bruscamente hacia el agua
el corazón rompe sobre la arena

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 160


y queremos echarle los brazos al cuello
a las esfinges doradas
perros de mar

La cotidianidad es necesaria para lograr la perfección, obtener el conocimiento.


La poeta nos da una visión de su mundo, pero también nos inserta en su mensaje, en su
intensión y su soledad escondida en los objetos que a nuestro alrededor se imponen:

ahora pienso en esto:

azulejos amarillos
mesa de fórmica
tazas color humo
pan caliente
balcón a la calle
laberintos de espuma

por suerte me enseñaste


a ponerles azúcar sobre la manteca

A través del libro, las referencias que podemos encontrar con respecto a la
infancia cobran una vitalidad paradójica. Las contradicciones que vivimos en esta etapa
tan caótica y a la vez tierna de nuestra vida apenas es un recuerdo, “una caja oscura
atada al sueño / hervida en leche agria / y leones a punto de morir”. Ante el no haber
podido vencer al tiempo, a las relaciones padre-hijo, la poeta solo contempla su realidad
con un sabor a derrota en los labios, una soledad imbuida en la miseria del cuerpo y del
espíritu:

Hoy dormís en un cuarto sin banderas


sola en tu desnudez de tierra
las almohadas blancas
el cabello anaranjado
adornado con dedales de plata
hablando en español
en indio
en guaraní

También se puede vislumbrar una cierta carga erótica en este libro. No un


erotismo carnal, sino se ve al cuerpo como un espacio, una posibilidad, un inicio para
lograr una trascendencia que quizás no se concrete, pero que es necesaria para lograr la
dualidad, la comunión deseada: “me voy desnuda / de cuerpo entero / vestida con tus
ojos”. La realidad del amante no solo es la del “otro”, sino la de uno mismo, ya que la
voz poética trata de identificarse en esos retazos de nostalgia que el tiempo ha instalado
en su alma:

las calles donde están las casas de los hombres que amo
guardan retazos de mar en las ventanas
una violencia me obliga a transitarlas
como una sonámbula
buscando rastros de piel

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 161


Al final la poeta nos muestra todas sus cartas, su desnudo total. Ha amanecido,
en el blanco resplandor de un día lleno de incertidumbre, pero también lleno de
revelaciones. El libro nos termina con una desenfadada imagen, el mundo que es
nuestro, del otro, y de nadie a la vez, la poesía, solo la poesía, puede hacer posible la luz
en lo absurdo de la realidad:

Ya no tengo miedo
todo tiene sentido
me explicaste:
la vida es para internarse a fondo en su corriente
no importa qué cosas se interpongan
que el río arrastre cadáveres, maderos
ramas de tormenta
que se despeñen rocas
cuchillos
o gárgolas negras

Estamos aquí para vivir


estamos para ser lo mejor de nosotros
a tu salud
brindo.
P.A.

Sobre la autora:

Clara Vasco, nació en Caracas, Venezuela, en 1967. Desde los 8 meses habita en
Argentina. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA, y trabaja en el área de
ventas en una empresa de servicios. Su primer contacto con la poesía fueron las
conversaciones de sus padres y la biblioteca de su casa de infancia. En 1991
concurrió al taller de poesía de Gianni Siccardi, lo que permitió compartir sus textos
y enriquecerse con el conocimiento y la sensibilidad del poeta. En 1995 participó en
el homenaje a Edgar Bayley, siendo seleccionada para integrar la plaqueta 11
poetas jóvenes. Algunos de sus poemas han sido publicados en revistas como El
Jabalí y fanzines de los ciclos Las vacas sagradas y Literatura Viva. Durante el 2006
condujo junto a Héctor Urruspuru (creador del ciclo) y Gerardo Curiá el ciclo de
poesía Maldita Ginebra. Participa del grupo y taller de poesía El tren de la palabra,
coordinado por Kudia Rocha e Inés Manzano. Lavandera de la noche es su primer
libro.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 162


Flamenco es un sueño

Flamenco es un sueño
Carlos Almonte
Editorial La Calabaza del Diablo, Santiago de Chile, 2008

“Tropiezo / Alzo el vuelo. / Adopto una apariencia vertical y me arrojo hacia el


vacío, / aumentando la velocidad.” Con estos versos iniciales que vislumbran una
extraña fascinación por el fracaso, Carlos Almonte (Santiago, 1969) con su libro de
poemas Flamenco es un sueño (Editorial La Calabaza del Diablo, Santiago de Chile,
2008) nos muestra un mundo que se muestra desnudo y paradójico, una aproximación a
lo eterno, a lo indefinible que al final terminará con la aceptación de nuestro ser
incompleto algunas veces desde la insatisfacción (“como siempre, / con tu referente
insatisfecho, / con tu propia voz, / irreverente.”) y otras desde el escepticismo (“Eres tú
la que dirá.... / No creo en la distancia y en el tiempo.”)

A través de este libro existe una voz que trata de encontrar en su miseria, en su
desolación, alguna imagen que le provea de luz, de entendimiento para así conquistar
sus deseos, pero a través de esa tentativa, el poeta comprende los límites de su expresión
y que apenas lo que trata de crear es una aproximación a algo que no es infinito:

Acariciar la luz de un invierno que se extingue.

Es acariciar una palabra,


finalmente una palabra que se extingue,
por si sola.

El sujeto poético probará repetidas veces el sabor de la derrota: “La noche acaba
entre sonrisas falsas / de personas ignorantes. / La noche acaba sin haber probado tu
sabor.” Esa frustración interior, ese desencanto, prontamente se transmutará en una

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 163


expresión violenta contra la existencia, contra la imagen amada, acaso el cuerpo que se
hace delito:

Caricias
y jeringas
y gritos
en demolición
de angustias imperfectas
de caminos que no acaban
de doler
de amor castrado
de separación
de final
y
de distancias
que refieren a tu cuerpo expuesto,
frío
y reluciente.

Para el poeta en este viaje no importa las formas, los caminos, los avatares y
dolores, mientras reconozcamos nuestra condición seudoimortal y concupiscente,
nuestros límites impuestos por la naturaleza y el universo que a su vez nos muestran su
belleza y nos ciega, nos niebla, nos guía hacia lo inevitable:

Y el demonio acecha
y devora
y deshonra
aquellos cuerpos atrapados por costumbre.

Te haces remolino y exageras


cuando llegas al lugar de las antiguas añoranzas.

El vacío.
El vacío.
El vacío.

Pero esta inevitable destrucción de la cual nos habla el poeta es también una
necesidad para lograr el equilibrio. Todo necesita un orden y hasta la destrucción, “lenta
y nociva”, es a la vez una constante diaria que repercute en nuestras mentes:

Y las tormentas
y las iluminaciones del francés errante
y las alegorías y los llantos
y las caricias y los besos
y los recuerdos y gaviotas
y los lobos en la playa
y las aves incontables...

Todo cae, lentamente


disgregándose en porciones leves y constantes.

Somos seres extraños en un mundo que ya nos parece conocido y la vez


desconcertante. Somos seres tratando de explicar las formas, los contenidos, pero

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también las voces, las imágenes de nuestra frustración que nos encarcela en nuestras
angustias, en nuestros desvaríos y desviaciones, nuestra esencia, que solo se puede
admitir desde la devastación y el absurdo:

Los suicidas forman filas en la playa.


Conviven con cardúmenes podridos,
entre el desconcierto que provoca respirar
y la sangre
que les llega a las rodillas.

Contemplamos al poeta también como un luchador, un apasionado posmoderno.


Su deseo es el motivo por el cual puede ser y estar, vivir interiormente, una intimidad
colectiva, el acierto de poder sentir, aunque nos parta un rayo y el cuerpo se haga
nostalgia:

Arrancaré los ojos de cuantos se interpongan.

Y los vicios y virtudes,


y pecados
de aquel amanecer y atardecer
en que no estuvimos juntos.

Con grandes cuños de un sutil surrealismo, y un erotismo de baja intensidad.


Carlos Almonte, nos deja su mensaje certero y a la vez nos inserta en el alma, su aliento
de palabras con sabor a esperanza, una esperanza que será violenta, austera, pero donde
al fin y al cabo aún existirá la poesía y su eterna cadena luminosa de misterios:

Y en medio de esta desolación,


julio,
las palabras sólo me sirven para hablar de su belleza.

Como una gaviota dejándose llevar por la brisa y la espuma,


hechas de rabia...

P.A.

Sobre el autor:

Carlos Almonte (Santiago de Chile, 1969) Literatura, Universidad de Chile.


Ingeniería y Orientalismo, en tramos breves, antes y después. Poesía a ratos.
Cuentos, algunos. Un frío ocaso de reptiles al interior de una novela. Actividades
variadas, dispersas. Un puñado de talleres, premios y menciones. Juventud en el
sur, luego el desierto de Atacama: “este libro ha sido escrito para registrar una
tormenta”. Intermedios imprecisos. Santiago, hoy.

Revista Literaria Remolinos # 38 Junio – Julio 2009 165


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Paolo Astorga
Director de la Revista Literaria Remolinos

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La Revista Literaria Remolinos
Número 38
Se terminó de diagramar el 25 de Mayo de 2009
en la ciudad de Lima, Perú.

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