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El hombre que perdió su sombra o La maravillosa historia de Peter Schlemihl

Adelbert von Chamisso 1814

El hombre que perdió su sombra, de Adelbert von Chamisso, es una obra potente que nos
permite una aproximación a las potencialidades del símbolo, a su naturaleza doble (en la
que convergen sentidos opuestos o contradictorios), que convoca sentidos y por tanto es
inspiradora para la creación de nuevos significados.

Vamos a centrarnos, para la aproximación a esta obra, en unos elementos puntuales que
nos permitan ahondar en su sentido amplio en los significados que convocan y en su
posible actualización. Dichos elementos serán: la sombra, el dinero, la sociedad, la
fragmentación del sujeto, el doble y finalmente la invisibilidad.

La sombra, como primer elemento, ya lo apunta el profesor Rodrigo Arguello en su


introducción a la obra, tuvo en principio connotaciones utilizadas por el arte para
representar la escisión, fragmentación y refracción del sujeto y es en la modernidad que
adquiere su carácter de descarga negativa del hombre, como símbolo del mal, del lado
oscuro de la humanidad. La historia de la sombra y de su relación con el arte y el
conocimiento tiene sus raíces en el mito, por una parte en Plinio el viejo nos encontramos
el origen de la pintura mediante una silueta que se dibuja para representar al amado en su
ausencia, mientras las sombras “imagen sin sustancia, simulacro de una ausencia, pura
apariencia, sombra como simulacro, ni siquiera reflejo por su falta de luminosidad” se
oponen en Platón a la luz y al verdadero conocimiento en el Mito de la caverna.

Si bien en Plinio encontramos una forma de paliar la propia soledad y de suplir la ausencia
del amante, esa sola imagen nos remite al plano de la representación y de los límites
mismos de la imagen, a su potencialidad para evocar aquello que representa, pero a su
incapacidad para acercarnos verdaderamente a aquello que representa. La sombra será
aquí entendida como representación que pretende sustituir, pero que no lo consigue,
recordemos que en el mito, el padre de la joven (Butades de Sición) decide hacer una
escultura a partir de la silueta dibujada en el muro, porque ve en esa representación, ya
tridimensional, la posibilidad de darle un cuerpo y a partir de allí, potenciar la ilusión,
pero no es más que eso, ilusión, la estatua carecerá de calor, de expresiones de amor, no
es el amado. La sombra será entonces refracción del sujeto.

Por su parte, en el Mito de la caverna, Platón nos presenta a unos hombres encadenados
en el interior de una caverna a quienes les son presentadas las imágenes del mundo a
través de la sobra que proyectan en el muro que tienen en frente, es decir, su conocimiento
del mundo no está determinado por su contacto con este, sino por su proyección,
conocimiento por tanto aparente, mediado y en últimas aparente. La sombra se presenta
aquí como apariencia y engaño, que por tanto conduce a un conocimiento también
engañoso, lejano de la verdad, solo la luz fuera de la caverna revelaría las cosas tal como
en verdad son, revelación que a su vez conducirá a un conocimiento verdadero. A partir
de allí tendremos la visión de un conocimiento aparente y uno verdadero.

Precisamente en este juego de luces y sombras, la connotación negativa de la sombra


continuará su carrera de la mano de la visión judeo-cristiana, que encabezará la Edad
Media y sus imaginarios que harán carrera hasta bien entrado el siglo XVIII, planteándose
a partir de la oposición de la divinidad como luz y la maldad como el mundo de la
oscuridad y de las sombras. Pero es interesante cómo a través de la mirada de los primeros
románticos se va llenando de matices y deriva en la posibilidad de representar una
escisión o división interna del sujeto, como forma de aproximarnos de manera más
completa a un individuo cada vez más complejo.26-31

Si con el espejo, la lectura en la intimidad posibilitada por la imprenta y la ruptura de la


sociedad comunitaria y siempre pública de la sociedad medieval; aparece la identidad (y
con ella la vida privada e íntima), ese individuo emergente irá ahondando cada vez más
en su interioridad, encontrándose con interrogantes que atañen directamente a su
naturaleza (el bien y el mal) y a su forma de relacionarse con los demás, a la necesidad
del otro y por tanto de la vida en sociedad.

Es así como en la obra la sombra se nos presenta como escisión de la subjetividad, pero
también del sujeto con la sociedad. Alma, fuerza y ánimo (anima) para proyectarse en la
vida y seguir adelante. Carta de presentación existencial para presentarse en sociedad. 35-
37-39

Tomemos inicialmente la escisión de la subjetividad, la cual podemos entender a partir


de la fragmentación del sujeto, dado que esta historia (después de El Monje) es de las
primeras que plantea una división del sujeto representada a partir de dos elementos que
componen su unidad: su cuerpo físico, material y la sombra que proyecta. Además de la
presencia del diablo como aquel que enfatiza en la posibilidad de esta división al asignarle
un valor a la sombra y tomar posesión sobre ella.

Quizá una de las primeras formas de representar la división interna del ser humano se da
a partir del pacto o contrato con el diablo, así queda planteado en el Fausto de Goethe,
creada en el año de 1808, hay una gran batalla al interior del hombre entre razón y deseo
y esa lucha estará representada por la manifestación del diablo como forma de
consecución del deseo opuesta a los medios que dicta la razón. En el caso de Fausto el
deseo de conocimiento, en el caso de Peter Schlemihl, el deseo de riqueza. Pero dicha
forma de representar la división interna del hombre conseguirá consolidarse solo un poco
más adelante con El extraño caso del Dr. Jekill y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson,
obra en la que el buen Dr. Jekill repele sus apetitos y deseos, especialmente por el
señalamiento social que estos tendrían si buscara satisfacerlos, motivo por el que crea una
pócima para separar esas dos identidades que alberga en su interior, pero que en verdad
pertenecen a la doble naturaleza del hombre, pues en él conviven o cohabitan el bien y el
mal. Es de esta manera como la sombra adquiere también un carácter negativo, al
relacionarse directamente con el hombre de gris, planteado como sombra de Peter, el mal
interior que siempre lo acompaña, hasta romper el vínculo arrojando la bolsa.
Pero hay otro asunto de capital importancia en la obra, y es aquello que desea Peter y que
lo conduce a su tragedia personal: el dinero, en la obra es el dinero quien da la
respetabilidad y el reconocimiento social, el que da una posición y consigue la distinción
ante los demás, abre las puertas y las oportunidades y es el medio para conseguir el amor.
Ya desde la Edad Media, con su popularización creciente y el mundo de posibilidades
que abría al generar una ruptura de las clases sociales era calificado de esta manera por el
Arcipestre de Hita “Buen caballero es don dinero” y luego Quevedo calificaría de esta
manera:

Madre, yo al oro me humillo,


Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Chamisso se sitúa desde una perspectiva crítica a partir de la cual hace hincapié en cómo
el dinero hace del hombre un instrumento y se configura en su búsqueda y deseo más
profundo, no desde la perspectiva de ver en él un medio, sino como un fin, a partir del
cual valida todos los medios con tal de obtenerlo, en este caso el sacrificio de una parte
esencial, la posibilidad de interacción con los demás.

Y es que el alma se presenta como la posibilidad de vínculo con la sociedad, como alma,
fuerza y ánimo (anima) para proyectarse en la vida. La anomalía de no poseer una sombra
rompe la posibilidad de un vínculo con los demás, el autor destaca la especial importancia
del otro como medio de la construcción y validación de la propia identidad, el otro es el
espejo que me confronta y me valida y en esa medida su presencia es fundamental. Sin la
sombra, que representa la forma de proyectarse en la vida se anula la posibilidad de
integrarse a ella, por más que los medios materiales otorguen a Peter la posibilidad de
llegar y codearse con las más altas esferas de la vida pública e incluso de obtener el amor.
Estamos por tanto ante la anulación de las posibilidades sociales y por tanto de la propia
imagen como sacrificio de la ambición.

Lo que en principio se planteaba como una forma de acceso a la sociedad, que en principio
lo menospreciaba y ni tan siquiera lo determinaba, que era la posesión de dinero o riqueza,
finalmente nos remite a la importancia de la propia esencia y enfatiza sobre la banalidad
misma de la riqueza o las posesiones. El deseo de superar su condición de nadie y
convertirse en alguien se ve imposibilitado porque para ser alguien se requiere de esa
esencia que lo humaniza, su sombra, la esencia suprema del impulso vital que hará de él
ante todo una persona. Lo que genera en él un profundo desarraigo.

Pero volvamos a esa primera sensación que nos trae Eco desde el espacio virtual, su
respuesta tiene un efecto adicional en el cibernauta, el reconocimiento de que del otro
lado hay alguien, pues es allí donde Giges aparece, motivado por su rey Candaules, para
contemplar maravillado, a través del cristal anónimo, a la reina, no solo en un sentido
erótico, sino también con la intención de recoger múltiples imágenes del mundo
construidas por diversas subjetividades. Giges era un pastor libio que nos presenta por
primera vez Platón en La República, aunque con un interés muy preciso: el de demostrar
la inclinación del hombre al mal siempre que sepa que puede quedar impune, poniendo
en sus manos un anillo que le otorga el poder de la invisivilidad, pero el mito no se queda
allí, si observamos el Tomo 1 Los nueve libros de la historia de Heródoto, encontramos
una visión más amplia y mucho más atractiva para nuestro propósito, en él encontramos
a Giges posicionado como guardia privado del rey Candaules, y que este último buscando
demostrarle que su esposa, la reina, era la mujer más hermosa, le obliga a ocultarse tras
las cortinas de su cuarto para que presencie el momento en que ella se cambia de ropa.

Como vemos, ambas versiones coinciden en un elemento esencial: la posibilidad de ver


sin ser visto, es este el ingrediente que determina muy especialmente la forma en que la
pantalla, como frontera y a la vez como acceso a la imagen, responde a ese deseo humano
de acceder a la intimidad del otro, o de acceder a cualquier tipo de contenido sin ser visto,
al menos en principio, pues la actualidad también trae consigo la exposición de la
intimidad de la mano de algunos gobiernos legislando de la mano de grandes compañías.

Por otra parte, remitiendo el mito al primer computador Colossus y a uno de sus inventor
Alan Turing, como mencionamos al inicios, la respuesta de la imagen a la que accedemos
es muy especialmente a la soledad, el hombre en pos de la validación de su individualidad
como algo especial y único ha buscado por todos los medios reivindicarla, no cediendo
ni sacrificando nada de sí, lo cual le ha distanciado gradualmente de los demás, las
familias son cada vez más pequeñas y cada vez son más las personas que eligen no tener
hijos e incluso no tener pareja, pero una vez que se vio solo se dio cuenta de la necesidad
innegable del otro, incluso en la construcción de su propio yo a través del espejo que
representa el otro.

De esta manera acceder a la información o imagen del otro se constituyó en remedio a


esa soledad perseguida que ahora se hace tan dolorosa, pero a su vez la exposición de la
propia imagen e información cumple el mismo cometido, R. K. Narayan lo describe de
manera hermosa al decir: “Raju agradeció la intrusión: por lo menos aliviaba la soledad
del lugar”.

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