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Docente:
Nicolás Gissi B.
Ayudante:
Moira Muñoz A.
Alumna:
Nadinne Locke B.
Introducción.
El conflicto israelo-palestino se remonta a finales del siglo XIX, con el auge del nacionalismo judío y la
consiguiente migración de judíos a Palestina, que entonces formaba parte del Imperio Otomano. En
este periodo nació el sionismo, un movimiento que pretendía establecer una patria judía en
Palestina. La afluencia de inmigrantes judíos y las subsiguientes compras de tierras provocaron un
aumento de las tensiones con la población árabe palestina local. Tras la Primera Guerra Mundial y el
colapso del Imperio Otomano, Palestina quedó bajo control británico, lo que complicó aún más la
situación (Bosemberg, 2009)
Después de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas propusieron un plan para dividir
Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. La creación del Estado de Israel en 1948 condujo a
una guerra entre el recién formado Estado y sus vecinos árabes, lo que provocó un gran número de
refugiados palestinos (Bosemberg, 2009) Este acontecimiento, conocido como la Nakba, sigue
siendo una importante fuente de resentimiento y agravio para los palestinos.
Desarrollo
En este contexto, los análisis de Brah (1992) y Dussel (2000) convergen en un enfoque interseccional
sobre la diferenciación cultural y relacional. La construcción de esta diferencia se entiende como un
proceso contextual y discursivo, alimentado por narrativas occidentalistas, sionistas, racistas y otros
discursos. Esta diferenciación no es estática ni natural, sino una práctica de significación que influye
en la percepción y la interacción con determinados sujetos, como el pueblo palestino.
Los análisis postestructuralistas pretenden cuestionar estos relatos dominantes, poniendo de relieve
la naturaleza construida del conocimiento y la dinámica de poder discursivo que perpetúa las
relaciones de desigualdad. La problematización de las visiones centradas en Occidente y la
deconstrucción del discurso colonialista son fundamentales para este enfoque crítico, que trata de
desvelar los silencios, las omisiones y los prejuicios que sustentan las representaciones dominantes
del conflicto. Una perspectiva antropológica, ciertamente, permite comprender las experiencias
vividas por israelíes y palestinos, reconociendo la multiplicidad de identidades, historias y
aspiraciones que dan forma al conflicto. Sin embargo, es importante situar el conflicto en el contexto
más amplio de los legados coloniales y las asimetrías de poder, bajo una comprensión más matizada
de las complejidades en juego y de las consecuencias humanas de la violencia y la desposesión
actuales.
Dichas lógicas desarrollistas, al igual que el colonialismo, niegan la cultura fuera del occidentalismo y
buscan su homologación y asimilación. Frente a esto, el imaginario mundial con respecto a Palestina
ha sido caracterizado por la tracción por la alteridad o el rechazo de lo otro y la posesividad propia
del colonialismo sobre la tierra santa (Pfoh, s.f.). Desde los planteamientos de Brah (1992), donde la
diferencia se construye a través de los discursos y relación social e histórica, se observa que desde el
pueblo de Israel se ha presentado una perspectiva violenta, y de amenaza demográfica hacia sus
vecinos. Como nos presenta Sznajder (2013), “la amenaza a su existencia por parte de sus vecinos
fue parcialmente presentada en los mismos términos que el Holocausto dejó impresos en la
memoria colectiva judía e israelí.” (p. 43). Esta perspectiva proviene a partir de antecedentes
históricos y discursos como el trauma del holocausto y nacionalismo palestino que naturalizaron el
rechazo y diferenciación hacia el pueblo palestino.
Bajo este análisis, Israel representa a un sujeto moderno que se visualiza como un acercamiento de
occidente hacia oriente; racional y moderno, quien además llega como “nación [judía] con derecho a
un Estado [Israel]; nación por derecho [bíblico e histórico] de religión y Estado para una nación
perseguida [anti-semitismo que culmina en el Holocausto]” (Sznajder, 2013, p. 41) con el fin de
ocupar finalmente el territorio que le fue religiosamente prometido. Su calidad de modernidad llega
a través del apoyo de potencias occidentales como Estados Unidos (BBC News Mundo, 2023).
Además, se erige bajo la creencia de que puede llegar a “mejorar” y modernizar el territorio,
reemplazando una cultura atrasada y peligrosa por una cultura moderna y con una mayor cercanía
con occidente.
Desde la óptica crítica de Enrique Dussel (2000) sobre la modernidad occidental, se revela cómo esta
perspectiva eurocéntrica ha moldeado la visión de las potencias occidentales hacia la región. Esta
visión de superioridad ha llevado a imponer un modelo de progreso a Palestina, percibida como
menos desarrollada y necesitada de ser "desarrollada". Incluso varios académicos, tanto árabes
como palestinos e israelíes, han abordado el sionismo como una forma de colonialismo de
asentamientos. Donde se percibe como un proyecto que busca la ocupación y, en última instancia, la
eliminación de los habitantes originarios (Domínguez De Olazábal, 2019).
Este enfoque unilineal de desarrollo, supuestamente liderado por Europa, se refleja en la historia de
injerencia y acuerdos impuestos, considerados desde la perspectiva palestina como forzados o
desfavorables. Las acciones militares justificadas por Israel en nombre del progreso guardan
similitudes con la violencia justificada en el pasado en aras de la expansión civilizatoria occidental
(Domínguez De Olazábal, 2019). Por ello, los palestinos son interpretados como un "sacrificio
necesario" para la afirmación del Estado de Israel, y su resistencia a la ocupación es culpabilizada
como una oposición al proceso civilizador. Esto permite a Israel presentarse como una entidad
"inocente" y "emancipadora", justificando su poder militar y control político como respuesta a la
resistencia palestina.
La crítica de Dussel (2000) resalta cómo los sufrimientos y sacrificios se vuelven inevitables en el
proceso de modernización, evidenciándose en las graves consecuencias humanitarias y sociales en
Palestina debido a las políticas de ocupación, bloqueo y disputas territoriales. Esta perspectiva
ofrece una lente profunda para entender las complejas raíces y consecuencias de este conflicto
prolongado, revelando dinámicas de poder, la percepción de superioridad y las justificaciones de
violencia en nombre del progreso y la civilización.
Por otro lado, la biopolítica se hace evidente en la gestión de la población palestina mediante
estrategias de segregación, control demográfico y políticas de asentamientos. Estas prácticas regulan
la distribución espacial de la población, determinando quién puede residir en determinadas áreas y
controlando diversos aspectos de la vida diaria de los palestinos, ejerciendo así un poder
disciplinario sobre sus vidas (Castro-Gomez, 2010). Por ejemplo, se puede observar la biopolítica en
la medicalización del conflicto, donde el acceso a la atención médica y los servicios de salud se ven
afectados por las políticas de ocupación, generando impactos directos en la salud y el bienestar de la
población palestina (Red de Profesionales de la Salud, 2009). Los palestinos presentan dificultades
para acceder a la atención médica debido al régimen de permisos israelí, las restricciones de
movimiento, las barreras físicas, las demoliciones y los desplazamientos, y el uso excesivo de la
fuerza. Según un informe de la OMS del año 2022, esto se debe a que el sistema de salud palestino
está fragmentado por la división geopolítica de la Ribera Occidental y la Franja de Gaza, la anexión
de Jerusalén oriental por parte de Israel, y las diferentes responsabilidades de prestación y
financiación de la atención sanitaria (Organización Mundial de la Salud, 2022).
La perspectiva crítica que ofrecen los análisis antropológicos y postestructuralistas del conflicto
palestino-israelí cuestionan las estructuras de poder tradicionales, ofrecen relatos alternativos y
ponen de relieve las voces de los marginados por los discursos dominantes. Al deconstruir los
prejuicios colonialistas y occidentales, este enfoque crítico allana el camino para una comprensión
más integradora y equitativa del conflicto. En respuesta al marco del colonialismo de los
asentamientos, académicos y activistas han propuesto una perspectiva decolonial que cuestiona el
eurocentrismo y los paradigmas liberales de paz (Domínguez De Olazábal, 2019). Esta perspectiva
alternativa pretende situar a Palestina en un contexto global de estructuras de poder y resistencia,
reconociendo la diversidad e hibridez de culturas e identidades en la región.
En esta línea, existe una dificultad de alcanzar una representación veraz y completa de las
comunidades en conflicto, ya que cualquier representación está constituida en términos de
relaciones históricas específicas de dominación y diálogo Clifford (1991) Esto puede relacionarse con
las dificultades en la narrativa y la representación histórica del conflicto israelí-palestino, donde
diferentes perspectivas y narrativas compiten por legitimidad y reconocimiento.
Es por este motivo que es importante destacar que la complejidad del conflicto, las narrativas
profundamente arraigadas y las enmarañadas dinámicas de poder anteriormente mencionadas,
dificultan el consenso y la reconciliación. El enfoque crítico que presentan los análisis antropológicos
y postestructuralistas puede enfrentarse a la resistencia de quienes están empeñados en mantener
el statu quo, y puede tener dificultades para ser aceptado por la mayoría. Si bien en la actualidad la
ONU ha reconocido el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y a un Estado
independiente, sus intervenciones se han caracterizado por el fracaso de los intentos de alcanzar
una paz duradera y una solución justa para las mujeres palestinas y el pueblo en su totalidad. La
Comisión de Conciliación de Palestina ha tenido dificultades para llevar a cabo su mandato, debido a
la intransigencia de Israel, la división de los países árabes, la falta de apoyo de las grandes potencias
y la marginación general del pueblo palestino (Ramos, 2016). Esta misma contraposición de intereses
entre actores regionales e internacionales ha provocado que la ONU no cumpla con su objetivo de
mantener la paz y seguridad global.
Conclusión
El análisis crítico del conflicto israelí-palestino a través de enfoques postestructuralistas y
decoloniales revela no solo las complejas interrelaciones entre poder, identidad y representación,
sino también cómo estas dinámicas moldean y perpetúan el conflicto. Desde la diferenciación
cultural hasta las políticas de dominación estatal, se evidencia cómo la construcción de narrativas
hegemónicas influye en la percepción y el tratamiento de las comunidades involucradas.
La resistencia a estas narrativas dominantes se presenta como un desafío fundamental para
desmantelar las estructuras de poder arraigadas. La llamada a la solidaridad transnacional y las
alianzas interconectadas entre los pueblos oprimidos son propuestas que trascienden las fronteras
nacionales y culturales, buscando descolonizar y promover la justicia en un contexto global.
Es crucial comprender que las soluciones a largo plazo para este conflicto requieren un enfoque
holístico que aborde las complejidades históricas, políticas y humanitarias. La descolonización de las
narrativas, el reconocimiento de las múltiples identidades y la urgente necesidad de poner fin a las
políticas de dominación son elementos esenciales para una paz duradera y equitativa.
En última instancia, esta reflexión invita a replantear la manera en que se abordan los conflictos
arraigados en la historia y el poder, y subraya la importancia de desafiar las narrativas establecidas
para construir un futuro basado en la justicia, la equidad y la solidaridad entre los pueblos.
Bibliografía
Bauman, Z. (2016) Extraños llamando a la puerta. (A. Santos, Trad.). Paidós. (Obra
original publicada en 2016)
BBC News Mundo. (17 de octubre de 2023). Por qué el apoyo de Estados Unidos a
Israel es “incondicional e inquebrantable”.
https://www.bbc.com/mundo/articles/c2x85zgpmzlo
Espinosa, Yuderkys, Gómez, Diana y Ochoa, Karina. (2014), Tejiendo de otro modo:
Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala, pp. 91-104.
Editorial Universidad del Cauca.
Fóscolo, N. (1995). Dussel, Enrique. 1492. El encubrimiento del otro. Hacia el origen
del mito de la modernidad. Madrid, Nueva Utopía, 1992. CUYO. Anuario de
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