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Resumen:
En el presente trabajo se analiza de forma diacrónica los momentos de violencia
más significativos que sufrieron los judíos en la Corona de Castilla a lo largo de la
Edad Media. Para ello se parte desde la llegada de los hebreos al solar hispano,
continúa con la monarquía visigoda y sus disposiciones de carácter legal, por el trato
recibido bajo el Islam y posteriormente por los monarcas castellanos hasta su
expulsión por los Reyes Católicos en 1492. Los periodos más virulentos como
fueron la segunda mitad del siglo XIV a raíz de la Primera Guerra Civil Castellana
entre Pedro I y Enrique II y los pogroms de 1391 se encuentran desarrollados con
mayor profundidad, así como el último intento de las comunidades judías por
recuperar el esplendor pasado ya avanzado el siglo XV.
Palabras-clave:
Judíos; Violencia; Castilla.
Abstract:
In this article we analyze in a diachronic way the most relevant moments of violence
that Jewish people suffered in the Reign of Castile during the whole period of the
Middle Ages. In order to do this, we start from the arrival of Hebrew people to the
Spanish peninsula, we continue with the Visigoth monarchy and its legal
dispositions, because of the treat they received from the Islam, and after from the
Castilian monarchs until the expulsion of Jewish people in the hands of the Catholic
monarchs in 1492. The most injurious periods, for instance, are the first part of the
XIV century when the first Castilian Civil War between Peter I and Henry II took
place, and the pogroms of 1391, are developed in a more detailed way, as well as the
last attempt of the Jewish communities in order to recover the lost glory advanced
in the XV century.
Keywords:
Jewish; Violence; Castile.
Introducción
Establecer una fecha clara para la llegada de los judíos a España ha sido
cuestión de controversia ya desde tiempos medievales y objeto de disputa entre los
historiadores (Amador de los Ríos, 1960; Castro, 1982: 48; Beinart, 1962: 1-32). Al
margen de leyendas más o menos interesadas que situaban la llegada de los judíos a
81 En 1182 se produjo la primera expulsión de los judíos de Francia junto a la confiscación de sus bienes bajo
el reinado de Felipe Augusto, se repitieron sucesivas en 1306, 1321, 1322 y 1394. En 1290 por Eduardo I de
Inglaterra y Gales; en 1421 en el Archiducado de Austria; en 1488 del Ducado de Parma y en 1490 en el de
Milán por los Sforza.
la Península Ibérica en tiempos del rey Salomón82, lo más aceptable parece pensar es
que los primeros hebreos se instalaron de forma organizada en la Península Ibérica a
partir de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 de nuestra era 83.
Aunque la destrucción de la casa se Yavhé marcó un antes y un después en la
historia del pueblo judío84 porque conllevó un importante movimiento y traslado de
población de unas zonas hacia otras, también es cierto que se conservan alusiones
por parte de algunos autores que señalan que las migraciones de algunos judíos
sucedieron antes de los actos violentos de Tito (Pérez, 2005: 17-18). Un ejemplo de
ello son los testimonios de algunos judíos residentes en España en los siglos
medievales que algunos autores han recogido en los que se llegaban a afirmar85 que
sus antepasados no eran culpables de la muerte de Cristo debido a que éstos se
encontraban ya fuera de Israel cuando se produjo la muerte del Mesías 86. Esta tesis
ha sido la más utilizada para avalar la teoría de su llegada a tierras hispanas antes de
la destrucción del Templo en manos de Roma y su expulsión de Palestina. Otro de
los argumentos utilizados por parte de algunos de los judíos medievales para tratar
de diferenciarse de la “masa” hebrea llegada tras la diáspora era señalando y
recalcando que su nivel cultural era mucho mayor al de éstos debido a que ellos eran
descendientes directos de la tribu de Judá, tribu desterrada tras la destrucción del
Primer Templo.
82 Algunos autores hablan de que las primeras señales de la diáspora judía tuvieron lugar a raíz de la
desaparición de los dos reinos formados tras la muerte del rey Salomón en el 930 a.C. Estos dos reinos serían
por un lado el reino de Israel que en el 722 a.C. cayó en manos del Imperio Asirio, y por otro lado el reino de
Judá que cayó en cautiverio en Babilonia en el 586 a.C. Pérez, J. (2005: 17).
83 Los Padres de la Iglesia en sus escritos defendieron la idea de que la diáspora judía tenía como única causa
la destrucción del Templo de Jerusalén por Tito en el año 70.
84Ha sido un argumento muy utilizado por parte de los hebreos incluso en la actualidad para legitimar su
política actual en el Estado de Israel.
86 Esta tesis se puede entender como un mecanismo de autodefensa utilizado por las comunidades hebreas
hispanas ya que a lo largo de los siglos uno de los argumentos más comunes que se va a utilizar en contra de
los judíos los cristianos es la acusación deicida, o lo que es lo mismo, se le ves va a acusar en innumerables
ocasiones del asesinato y muerte de Cristo.
87Se conservan referencias documentales de que ya existían comunidades judías en Aragón, Barcelona,
Tarragona, Tortosa, en las Baleares, en la zona de Levante como Orihuela o Elche, en el Valle del
Guadalquivir, en Granada, o en zonas del interior como Toledo, Ávila, Mérida, Astorga.
mayoría de los investigadores coinciden en que a medida que en los siglos V y VI los
pueblos germanos88 fueron penetrando e instalándose en los territorios que
pertenecieron a Roma, las poblaciones judías fueron respetadas algo más que
anteriormente89. Un ejemplo es el Código de Alarico, que aunque recordaba la vieja
prohibición que tenían los judíos de no poder poseer esclavos cristianos o que
frenaba la construcción de lugares de culto como las sinagogas o el proselitismo; a la
vez les permitía y les dio licencia para que los judíos pudiesen restaurar sinagogas
existentes, o la capacidad para zanjar sus litigios religiosos ante sus propios
tribunales, y también causas civiles si ambas partes eran hebreas. Los visigodos
fueron el pueblo germano que en mayor cantidad penetró en la Península, y aunque
estaban cristianizados su credo no correspondía con el mismo al de la población
hispanorromana autóctona, ya que los godos seguían el credo arriano. Pero la
situación no se mantuvo mucho tiempo, pronto cambió. A partir del año 586 la
política religiosa de los monarcas godos dio un giro de 180º, viendo alterado la cierta
tranquilidad con la que habían vivido hasta ese momento los judíos. Desde esta
fecha de finales del siglo VI se inaugura la etapa católica en el Reino Visigodo, lo
que supuso un considerable empeoramiento de la situación del pueblo judío, hasta el
extremo de peligrar su propia existencia. Orlandis señaló que los judíos para los
visigodos se convirtieron en “un grave conflicto que obró como cáncer
desintegrador de la sociedad visigótica, hasta el punto de influir de modo
considerable en la ruina de la Monarquía toledana” (Orlandis, 1991: 119). El giro
político que llevó a cabo Recaredo hay que entenderle como una estrategia para
conseguir la unión entre “ecclesia et regno” (Amram, 2003: 15). Recaredo va a tratar
de fundamentar su poder real en base a conseguir la unidad religiosa del reino, hasta
ese momento dividida. Hasta entonces, los judíos no eran la única minoría religiosa
existente, ya que también se encontraba tanto la población visigoda arriana, como la
de origen hispanorromano católica. Al convertirse Recaredo y con él todo el reino al
catolicismo dejaba a los judíos en una situación de clara desventaja. Este monarca
aplicó una concepción teocrática del poder a su reino, apoyada en un juramento de
fidelidad y en la unción regia, de tal manera que el rey godo al ser elegido por Dios,
asumía defender a la Iglesia ante cualquier obstáculo, por ello la existencia de
cualquier minoría era intolerable, y dentro de esas minorías se encontraba la judia
(Amram, 1989: 253-265). Esta fue la razón por la que en Hispania Visigoda a raíz de
la conversión de Recaredo es cuando empezaron a adoptarse disposiciones de
persecución de los judíos, refrendadas por sucesivos Concilios Toledanos. Lograda
ya la unidad territorial y jurídica, sólo faltaba completar la religiosa, venciendo las
herejías paganas y, principalmente, judías Estas disposiciones iniciaban una clara
política de tipo discriminatorio que recogía las de época anterior, añadiendo nuevas
88 Uno de los momentos clave de este periodo anterior a las invasiones germánicas y de la convivencia en
tiempos de Roma es el ejemplo de Mahón, donde el obispo Severo a principios del siglo V, en el 418
convirtió forzosamente al cristianismo a un amplio número de hebreos residentes allí.
89 Hay que matizar diciendo que el respeto a las comunidades hebreas fue mayor mientras los visigodos
seguían la corriente arriana.
90Varios tratados de San Isidoro de Sevilla tratan sobre ello, un ejemplo el De fide catholica contra Judaeos. De
nativitate Christi ex Isaiae testimoniis; de Julián de Toledo destacan los Libros de la sexta edad contra los judíos
91Este anacronismo referente a la Guerra Civil Española (1936-1939) del General Emilio Mola es utilizado
por Claudio Sánchez-Albornoz para ilustrar la tesis que defendía de que dentro del estado visigodo los judíos
maniobraron desde el interior para romper a éste y favorecer la entrada de los musulmanes.
92 Podría hablarse de cultura judía al referirse al conjunto de normas religiosas y espirituales que regían las
aljamas.
contra los judíos, pero los Almohades93 iniciaron toda una política violenta que
obligaba a los hebreos a convertirse o a sufrir el martirio. Por esta razón, muchos de
ellos comenzaron a emigrar hacia el Norte Peninsular, instalándose en los distintos
reinos cristianos donde en un primer momento fueron bien recibidos.
Las dificultades del siglo XIV como las sucesivas minorías de los monarcas
agravaron las tensiones sociales y el odio hacia los judíos por parte de las oligarquías
urbanas y de las masas populares cristianas se incrementó también, siendo acusados
muchas veces de propagar las epidemias de peste o envenenar las aguas. Cuando
Alfonso XI llegó al trono la violencia estaba diezmando a Castilla, pero a pesar de
los primeros problemas de su reinado Alfonso XI trató de integrar a la minoría judía
en su reino94. En la ruptura de esa relativa convivencia o coexistencia que hasta
entonces hubo entre cristianos y judíos influyeron varias causas, como pudieron ser
93 Se caracterizaban por su alto sentido rigorista del cumplimiento de la ley, del Corán.
94Amram R. (1990: 411-416.) El Sínodo de Zamora que se celebró en 1313 fue consecuencia directa del
Concilio de Vienne del año anterior y se considera a ambos como el principio del deterioro de la “convivencia
judía”.
las fisuras en el seno de la propia comunidad judía. Un ejemplo fue la influencia del
converso Abner de Burgos, el cual en sus escritos proponía ciertas soluciones al
problema “judío” que distaban mucho de la convivencia y respeto, ya que era un fiel
defensor del uso de la violencia para acabar con ellos. Pero también influyeron los
factores de índole ideológica y económico-social. La hostilidad hacia los judíos tenía
una clara base religiosa, a la que se añadieron factores derivados de los contactos
cotidianos entre ambas comunidades: la actividad de los judíos como arrendadores,
recaudadores o prestamistas crearon situaciones de tensión permanente entre ambas
comunidades, agravadas por las dificultades que desde finales del siglo XIII se
dejaron sentir en Occidente. Esta hostilidad también creció al aumentar las críticas a
que ciertos judíos ostentasen o ejerciesen cargos públicos de gran influencia y
proyección política. El antijudaísmo fue de esta manera la válvula de escape de las
tensiones sociales en los siglos bajomedievales en toda Europa y las persecuciones y
violencias contra los hebreos se acrecentaron por toda la península en el siglo XIV.
El suceso clave fue la peste negra de 1348, desatándose el rumor de que los
judíos fueron sus iniciadores envenenando las aguas, haciendo que muchas juderías
fueran asaltadas. El sentimiento contra los judíos cada vez se iba consolidando más
e iba teniendo más fuerza. La población hebrea cada vez se vio más diezmada por
las pérdidas humanas causadas en la mayoría de las aljamas por la peste negra de
1348 y posteriores epidemias que hubo, además hay que añadir las gravísimas
secuelas de la guerra de los dos Pedros (1356-1365), particularmente graves en las
comarcas fronterizas entre Castilla y Aragón o durante la Guerra Civil castellana
(1366-1369). Durante la guerra entre Pedro I y Enrique II la propaganda antijudía se
utilizó contra el llamado el Cruel, acusado de filojudío por su hermanastro Enrique
de Trastámara, causando así la enemistad de las masas castellanas contra los judíos y
produciendo un grave daño para la convivencia entre ambas comunidades, como
refleja el asalto a la judería de Toledo (Pérez, 1993: 52-54). Pero cuando el primer
Trastámara subió al trono no prescindió de los judíos, en contra de lo manifestado
en su propaganda anterior, sino que siguió beneficiándose de sus servicios.
95Un ejemplo fue en Alemania donde grupos de disciplinantes se flagelaban por las calles y atacaban a los
judíos para aplacar la ira de Dios.
“El rey don Pedro estando en Burgos sopo cómo el conde don Enrique,
e don Tello, e el conde de Osona, e los otros caballeros que con ellos
venían, eran ya entrados en Castilla, e cómo llegaron a Nájara, e ficieron
matar a los judíos. E esta muerte de los judíos fizo facer el conde don
Enrique, porque las gentes lo facían de buena voluntad, e por el fecho
mesmo tomaban miedo e recelo del rey (don Pedro) e tenían con el
conde (don Enrique)” (López de Ayala, 1991: 301-302).
El canciller nos cuenta así los dos motivos por los que se asalta la judería,
siendo el primero el deseo popular, y en segundo lugar la utilización por parte de
Enrique de Trastámara de estos asaltos para agradar a la gente y crearse más apoyos
y partidarios absolutamente fieles, indisolublemente unidos a su destino y a su causa.
La violencia y el ataque contra el pueblo de Adonai siguió aumentando, creándose
nuevos brotes allá por donde pasaban las tropas de Enrique, como en Miranda de
Ebro, donde el llamado Pedro Martínez, hijo del chantre de la iglesia y verdadera
encarnación del odio popular, invadió la judería indefensa al frente de una
muchedumbre que enloquecida, se dedicó a robar y a matar a los judíos que
encontraron en ella. Para justificar tales ataques utilizarán el argumento de que Don
Pedro protegía a los judíos y que éste estaba dispuesto a que los ataques contra ellos
no quedaran impunes. El asalto a las juderías era un acto de rebeldía y desacato
contra el llamado a la vez, Cruel y Justiciero. De ese acto de rebeldía y desacato la
gente que lo cometiera sabía que compartía la responsabilidad y la suerte con quien
había garantizado su impunidad en la comisión del delito y les había animado a
satisfacer su odio, el rival de don Pedro, don Enrique a cuya causa y destino
quedaban así indisolublemente unidos. Por si las cosas no quedaban claras, el asalto
a las juderías era a la vez una toma de postura clara y neta a favor del bando de don
Enrique. Otra judería muy importante fue fruto también de la ira Trastámara: la
judería de Valladolid. Sobre el asalto de la judería de Valladolid contamos con el
testimonio aportado por Samuel Zarza o Sarsa, un judío que relató lo acontecido en
Valladolid en el otoño de 1367, año en que los habitantes de la villa se sublevaron
contra el monarca Pedro I y asaltaron la judería. Samuel Zarza narraba lo siguiente:
“Como medio año después de la venida del rey Don Pedro, rebeláronse
contra él los habitantes de Valladolid, diciendo: ¡Viva el Rey don
Enrique! Y robaron a los judíos que moraban entre ellos y derribaron sus
casas, no quedando sino con sus cuerpos y sus tierras desvastadas.
Destruyeron también ocho sinagogas, mientras gritaban: ¡Excavad,
excavad en ella hasta el cimiento! Cogiéronse todas las coronas y adornos
de plata, (de los libros de la Ley) y a estos mismos libros los hicieron
pedazos y los arrojaron por los mercados y a las calles, ni siquiera la
destrucción del Templo fue como esta. Así tuvieron noticia del suceso
los alrededores de Valladolid, exclamaron ¡Ay nuestro placer ha
contemplado nuestra vista!” (Ven Verga, 1927: 278).
El año 1391 (Mitre Fernández, 1980) es una fecha clave en la ruptura del
judaísmo en la Península Ibérica, tan importante como la expulsión de 1492, pues a
partir de entonces quedó herido de muerte y ya nunca pudo recuperar los niveles
anteriores, ni en su espiritualidad, cultura ni en bases demográficas y materiales. Las
predicaciones del arcediano de Sevilla Ferrán Martínez encendieron la mecha de los
asaltos a numerosas juderías peninsulares, desde Sevilla y Córdoba a Valencia y
Barcelona, numerosas ciudades fueron teatro de toda clase de atropellos, vejaciones
y crímenes contra los judíos, en los que junto al componente religioso y el
antijudaísmo había fuertes connotaciones sociales y, sobre todo, económicas,
derivadas de las usuras de las que les solían acusar o la competencia. Siguiendo con
Pero López de Ayala éste refleja de nuevo (López de Ayala, 1779) aunque de forma
muy compendiada, la visión de los acontecimientos que marcaron el pogrom de 1391
(Mitre Fernández, 1994: 281-288). Desde Sevilla como epicentro, la onda popular
antijudía se extendió a toda la corona castellana. Desde el 6 de junio (con un primer
conato el 15 de marzo) hasta mediados de agosto puede hablarse de una mayor
virulencia de los acontecimientos en localidades de la Depresión Bética (bien
conocidos y documentados los casos de Sevilla y Córdoba) y en la meseta sur
(localidades como Toledo, Madrid o Cuenca). La explosión de violencia contra los
judíos tiene menos efecto en otras zonas como Murcia la cual se mantiene
prácticamente en paz, o las localidades al Norte de los puertos del Sistema Central.
97Existen importantes trabajos que tratan este tema como son los de Valdeón o Monsalvo o los más
concretos de Wolff o Mackay.
violentos de los tumultos se les conocía como matadores de judíos, los cuales tuvieron
sus predecesores en el caso alemán es el reflejo de los Judenschläger. A los motivos
religiosos anteriormente citados, se sumó la percepción de impunidad de los que
asaltaban y destruían las sinagogas, a causa de la situación política por el vacío de
poder durante la minoría de Enrique III. Nunca había llegado tan lejos la violencia
contra los judíos de forma tan virulenta y dañina, lo que provocó tanto la huida de
muchos de ellos de la Corona Castellana como numerosísimas conversiones. Estas
conversiones algunas de ellas eran motivadas por una estrategia de tipo político para
poder acceder a una carrera en la burocracia civil y estatal, otras porque el credo
judaico ya no respondía a las inquietudes de sus fieles, pero la inmensa mayoría de
convertidos en 1391 dieron el paso al cristianismo impulsados por el miedo y por el
terror a que se repitiesen los acontecimientos. Por ese gran número de conversiones
durante el siglo XV el problema judío va a pasar a un segundo plano, siendo el
principal problema político religioso y social los conversos, a partir de ese momento
pero ese es otro tema.
98Jiménez Lozano (2003), Parbolas y circunloquios de Rab Isaac Ben Yehuda (1325-1402), Barcelona: Antrophos
Editorial, p. 78.
con Las Taqqanot de Valladolid de 143299 trataron de frenar la caída libre que estaba
experimentando el judaísmo castellano y demostraron que éste aún tenía algo de
fuerza. Las Taqqanot eran un ordenamiento interno para regir la vida en las distintas
aljamas castellanas que fue redactado en Valladolid por los más altos dirigentes de
estas comunidades, liderados por el Rab de la Corte don Abrahán Bienveniste. En
este Ordenamiento se trataba de regular la vida cotidiana por lo que en él se trataron
aspectos tan dispares como la educación, el vestido, la alimentación, los oficios o el
ejercicio de la justicia. Pero a pesar de todo, y aunque los ataques violentos no
volvieron a repetirse, ya que estos estuvieron enfocados contra el converso, los
intentos por volver a convertirse en una próspera comunidad fueron nulos y, como
sabemos, en 1492 se vieron obligados a abandonar Separad, muy a su pesar.
Bibliografía
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