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Capítulo I
El contacto Cristiandad-Paganos a fines de la Edad Media
Organización medieval:
Consolidación del sistema feudal: lazos de dependencia
Formación de grandes centros intelectuales
Relaciones comerciales: más seguras y de más alcance geográfico
Prosperidad rural: base de la sociedad. La tierra sigue siendo el fundamento
Aumento de la población: retroceso del hambre
La sensación de encierro
Europa: daría pruebas de vitalidad asombrosa que se manifiesta a través de la asimilación de los
elementos culturales de otras civilizaciones
Siglo XVI: Los europeos llegan a todas partes del mundo
Nuevo espíritu que animó a hombres aventureros: representan el mundo en proceso de cambio
Civilización europea bajo-medieval: abre sus puertas al mundo exterior.
Ansia de conocer los límites del mundo conocido
Cambio de escenario: del Mediterráneo al Atlántico
Pontificado: crisis interna, amenaza del poder laico por controlar sus riquezas y enorme poder
Crisis de las instituciones: debido a la hipersensibilidad religiosa, social y política
Tribunal de la Inquisición: respondía a la necesidad de castigar la traición religiosa
Pecado religioso era concebido como un crimen social, de ámbito público. Cualquier opositor a la
fe o disidentes se transformaban en enemigos de la comunidad
Un poco antes que Castilla, Portugal reunió en mejor medida las condiciones necesarias para
emprender una política expansiva.
Enrique el navegante: Búsqueda de nuevos campos de explotación económica
Apoyo: burguesía de comerciante y navieros.
Portugal emprende la conquista e los archipiélagos atlánticos
Madeira, Azores, Canarias
Intento de convertir el mar africano en un mar cerrado, exclusivamente portugués
Monopolio: se consolida con los descubrimientos portugueses durante el siglo XV
Baja Edad Media: Unidad religiosa comienza a desquebrajarse. Proliferan herejías y se hacen visible
los grupos que están fuera de la comunidad cristiana
Todo aquel que no profesa la verdadera fe es un infiel: Oposición a la Fe cristiana.
Gentiles: infieles negativos. Infidelidad por desconocimiento
Judíos: habiendo conocido el mensaje cristiano, no lo acogen y lo rechazan
Islam: conocen la fe cristiana, pero la rechazan, repudian y combaten.
Musulmanes: infieles por antonomasia
Antes del siglo XI: no existía la actitud tan irreconciliable con los musulmanes. Existía una cierta
tolerancia en aquellos lugares donde convivían: Palestina y España.
Etapas de la Reconquista:
Siglos XI al XIII: Tajo, Ebro, Guadiana y Guadalquivir
Fines del siglo XIV: Granada
Algunas excepciones
¿Y los Negros?
Estaban todavía fuera de los cánones cristianos (no incluidos en el grupo genérico de los tres infieles)
Idea de que dios los ignoró al momento de la creación. Negrura = Fealdad
Negros: grandes víctimas de la oposición simbólica entre luz y tinieblas
Se les pensaba también como musulmanes (susceptibles a la esclavitud perpetua)
Espíritu de cruzada en los portugueses contra estos “infieles”
Visión de la sociedad medieval que se tiene del “otro”: consumirlo, devorarlo, abolirlo.
Reducirlo violentamente
Expansión Europea:
Imperialismo cultural justificación ideológica de la conquista de los nuevos mundos
Expansionismo: supresión del “otro”, etnofagia.
Base del imperialismo político que sostiene todo el proceso de descubrimientos geográficos.
Realidad surgida de una sociedad indefensa y temerosa
Fronteras del orbis christianus: estrecha relación con los ámbitos de la fe. Ecúmene = Cristiandad
Horizonte geográfico: se limitaba al horizonte espiritual
Mapamundi: Europa, Asia y África
Expediciones ultramarinas del siglo XIV: falta de escrúpulos de los cristianos respecto de los derechos
de los pueblos que habitaban más allá del limes geographicus medieval.
Tráfico de esclavos propiciado pro los mismos autóctonos y los mismos árabes que recibían
grandes ganancias por él.
El Tomismo
Corriente teológica que ve en los infieles una criatura racional y humana, iniciada a partir del papa
Inocencio IV (1243-1254).
Consideraba:
Entre los infieles podía haber posesiones, jurisdicciones y dominios con licitud, porque están
hechos para toda criatura racional
Los infieles son íntegramente iguales a los cristianos y su infidelidad es tan sólo una circunstancia
religiosa que no afecta su condición humana
Islas Canarias: infieles que se mostraron infieles fueron reducidos a la condición de esclavos y
vendidos sin compasión.
Se resisten al dominio político y también a la recepción del evangelio.
Lucha de la Civilización contra la barbarie.
Carabela + velamen latino: sustitución de la fuerza humana (remeros) por energía inanimada (viento)
Crecimiento de las ciudades costeras en el siglo XV
Papel protagónico de la burguesía mercantil
Paso de la Europa Mediterránea, a la Europa Atlántica
Siglo XIV: lucha entre Portugal y Castilla por el dominio de las Canarias
Conquista del archipiélago africano: constantes roces entre las dos coronas (s. XV)
Enclave cristiano en territorio musulmán: Toma de la ciudad de Ceuta por Portugal (1415)
Bula Romanus Pontifex de 1455: marca la consolidación del imperio ultramarino portugués
Facultad de invadir y conquistar los dominios de los musulmanes desde Cabo Num hasta las Indias.
Bula de 1455: considerada la “Carta Magna” del imperio portugués. Solicitaron la Bula por:
- Descubrimiento y conquista de tierras hasta entonces ignoradas
- Sacrificios, gastos y peligros
- Servicios prestados a favor de la propagación de la fe y en la lucha contra los enemigos de Cristo.
Bula Romanus Pontifex de 1455: impide la penetración castellana por el mar africano
Para llevar a cabo su política de expansión debían consolidar sus posesiones en la península
El tratado de Alcázobas
Castilla renunciaba a la conquista de África: debido a las complicaciones de la lucha contra Granada.
Para solucionar su problema interno, necesitaba la paz en la península con Portugal
Pagó por la paz un precio muy alto (renuncia a África)
El proyecto Colombino
Castilla renuncia a la navegación y el comercio con Guinea: se cierra el paso a la India por vía africana.
Colón se presenta en España con su proyecto de llegar a la India por occidente
Se dirigen a las islas Canarias donde permanecen un mes, ajustan a las embarcaciones.
Zarpan definitivamente en 6 de septiembre
12 de octubre: llegan al archipiélago de las Bahamas, Guanahaní. La bautizan como San Salvador.
Descubren el norte de Cuba (Juana) y las costas de Santo Domingo (La Española)
Construyen el Fuerte Navidad en la Española, donde deja parte de sus hombres.
Llega a la península, donde se entrevista con Juan II, quien se atribuye la propiedad de las islas
descubiertas por él. Luego se dirige a Barcelona, donde se entrevista con los reyes católicos.
Los reyes católicos inician las conversaciones con el papa par que les concediesen las tierras
descubiertas. Producto de las protestas de Juan II.
Estas bulas surgen como respuestas a una nueva necesidad, producto de intrigas políticas.
El tratado de Tordesillas
Necesidad de delimitar los ámbitos de expansión, supone el reconocimiento por parte de Portugal
de unos derechos que le asistían a castilla para explotar y descubrir.
Colón: carencia de datos de sus descubrimientos, por lo que se veía imposibilitado de localizarlos en
una carta náutica.
Juan II: obligado a doblegarse ante las bulas alejandrinas
Bula Inter Caetera de 1493: fijaba una línea divisoria del mar, de norte a sur, distante a 100 leguas de
las islas del Cabo Verde y las Azores.
Juan II reclamó: espacio muy reducido para la navegación de embarcaciones portuguesas.
Colón estimaba la distancia entre Isabela (fundación en las islas descubiertas) y Cabo verde era de 750
leguas. Propuso fijar una línea mitad y mitad.
PARTE DE GIANNINA
Vacancia
Durante los inicios de la expansión ultramarina portuguesa y castellana (Canarias, Madeira y Azores) se planteó
el problema de justificar la posesión y el dominio de las islas. Los reinos ibéricos no crearon ningún derecho
nuevo, tenían la tradición romana asimilada en el derecho español medieval.
Lo que interesa destacar es la toma de posesión de una isla. En el código de las Siete Partidas, en tiempos del
rey de Castilla, Alfonso X, la ley 29 plantea la cuestión de a quién le pertenece “la ysla que se faze nuevamente
en la mar”, dice: “deve ser de aquel que la poblare primeramente”. El fundamento de esta doctrina está en el
sentido común, como el derecho romano clásico. Madeira (1418) y Azores (1427/31) fueron de la Corona
portuguesa gracias al valor jurídico del descubrimiento y posterior toma de posesión de las tierras descubiertas.
Descubrir la cosa y tomar posesión de ella: la occupatio aquello que puede ser dominado y poseído, separar
sendas acciones invalida la ocupación argumento de Alonso de Cartagena para defender ante el Pontífice los
derechos del rey Juan II de Castilla a la posesión de las islas Canarias, antes solicitadas al Papa por el rey Duarte
de Portugal. Alonso de C. recuerda que la expedición portuguesa en 1425 a la Gran Canaria; si no pudo poseer ni
dominar, aquel acto no tiene valor de ocupación. Alonso de C. analiza la más típica de las apropiaciones, la
ocupación aprehensión de una cosa sin dueño (res nullius). Los archipiélagos de Madeira y Azores estaban
desocupados hasta el momento de ser descubiertos, y ésta es la razón por la que fueron considerados
jurídicamente como una “cosa de nadie” (res nullius). Respecto de las islas Azores, la bula del papa Eugenio IV
expresa que éstas fueron adquiridas por el rey de Portugal debido a que no tenían habitantes ni dueño cristiano, y
por esto conquistó justamente. Sin embargo, existe una distinción entre el concepto jurídico de res nullius y
aquel acuñado por Alonso de Cartagena al referirse a las islas Canarias: “tierras vacantes”. Estas islas eran
bienes sin dueño, pero no por estar deshabitadas, sino porque a sus indígenas no se les reconocía personalidad
jurídica a causa de su infidelidad. Res nullius implica literalmente bienes que no tienen dueño, y Cartagena
intenta probar lo contrario, que las Canarias sí lo tienen que es la persona del rey de Castilla razón por la que
evita este vocablo y prefiera “vacancia”, la cualidad de “vacío” no con respecto a sus habitantes sino a un
príncipe cristiano.
Los indígenas adquieren la condición de res nullius debido a que, como infieles carecen de personalidad jurídica
o existencia legal. Cumplidas sus formalidades legales, este derecho de ocupación era legítimo y no necesitaba
ser ratificado por el Papa. Por esto que Alonso de Cartagena señala que las islas Canarias no fueron ocupadas,
ello no fue por falta de potestad de derecho, sino porque no se presentó la oportunidad del hecho.
Proximidad
Cuando el rey Duarte de Portugal solicitó formalmente al pontífice Eugenio IV la concesión de las islas
Canarias, el monarca esgrimió varios argumentos. Los lusitanos postulaban que las islas podían ser adquiridas
por Portugal en razón de la “proximidad” en que se encontraban respecto de las costas portuguesas. Portugal
buscaba convencer que si el derecho romano establecía el requisito de la vecindad o proximidad de la ribera o
playa a la isla Canarias, por encontrarse más próximas a las costas de Portugal, éste tendría prioridad en la
posesión y dominio de ellas. Alonso de Cartagena opuso ante el Papa los del reino de Castilla: España,
pertenece a ella en la región de África, la Tingitania…ahora bien, como estas islas se refieren a la Tingitania y
están cerca de ella, puede decirse rectamente que son islas y parte de la Tingitania…Si pues, la Tingitania es
provincia que pertenece a España, también lo son, por consiguiente, estas islas que son parte de ella…
Castilla desempolva derechos históricos de antigua data y de “dudosa reivindicación”, desenterrando el concepto
acuñado por San Isidoro de la unidad hispánica, se esgrime que la Tingitania constituyó una provincia hispana
en la época visigoda, y que a pesar de estar ahora (1435) habitada por sarracenos, sin embargo, manifiesto que
dicha zona seguía perteneciendo a la monarquía española, ya que a los infieles no se les reconocía personalidad
jurídica. La monarquía castellana se mantuvo adscrita a una misma casa y familia real siempre, ejemplo de
continuidad; que las iglesias de las islas fueron sufragáneas del arzobispado de Sevilla, probándose que nunca se
perdió el vínculo ni tampoco la jurisdicción.
La Corona portuguesa no podía esgrimir derechos en esa dirección, ya que ella constituía una derivación
secundaria o conexa en la línea sucesoria de la monarquía española, concesión hecha por el rey de Castilla,
Alfonso VI al conde Enrique de Besançon de una parte de Galicia que después se llamó Portugal. El reino no
llega a ellos por título universal de sucesión inmediata de los godos. En cambio, el monarca castellano le
pertenece a él como sucesor universal las citadas islas y la conquista de ellas.
Propagación de la fe y comercio
A fines de la EM las naciones cristianas podían argumentar derechos sobre un determinado territorio. La espada
temporal, representada por España y Portugal, estaba al servicio de la promoción de la fe.
Los fundamentos del derecho de expansión constituyen una ideología de corte geocéntrico. Los derechos
históricos están sostenidos por bases religiosas, porque la carencia de personalidad jurídica de los infieles, está
concebida en relación con su fe. En las Canarias, los reyes de Castilla tenían el dominio por dos vías: una,
histórica, de herencia, y la otra, porque la teoría geocéntrica del dominio del mundo, había sustraído
teóricamente los dominios de los infieles y trasladados a los fieles. La expansión en el siglo XV quedaba
justificada.
¿Cómo separar el interés por luchar contra los infieles y hacer riquezas, una causa noble y un deseo legítimo?
Imposible pretender atribuirle a este impulso expansivo e imperialista un fundamento exclusivamente lucrativo.
Negarlo, igualmente, sería absurdo. La salvación era una preocupación social de enorme gravitación, no ha de
olvidarse que la riqueza ha sido y será el gran motor de los desvelos humanos. Los hombres del siglo XV se
movían por el espíritu de Cruzada. El obispo español dice que la finalidad de llevar la fe a los habitantes de las
islas implica no sólo reducir a los habitantes de las islas a la fe, sino someterlos a su potestad y dominio. La
Cruzada no es propiamente una evangelización, fue en muchos casos una guerra de exterminio considerada
absolutamente legítima y legal, en la que conservar la vida de los infieles no era una obligación moral. Como en
los tiempos de la expansión romana, se no se les extermina, la piedad y la clemencia aconsejan imponer la
esclavitud a los vencidos.
“Ampliar los términos de la fe”, se refería a llevar lo más lejos posible la presencia de los cristianos y la Iglesia.
Se consideraba un derecho propio de todo cristiano y una obligación que se imponía sin que autoridad
eclesiástica alguna lo declarara formalmente. El espíritu de Cruzada constituía un imperialismo europeo de
carácter cristiano, ello sin perder de vista que todas estas explicaciones juntas, no podían impedir que el contacto
con otras culturas trajera consigo abundantes ganancias.
Aquellos derechos de Cruzada son anteriores a la sanción pontificia. Lo prueba el que Portugal no haya
solicitado su intervención para legitimar la posesión de las islas Azores y Madeira, fueron dominadas por
derecho de descubrimiento y ocupación. Incluso, el Tratado de Alcaçovas fue ratificado sólo en parte por la bula
Aeternis Regis. La concesión o donación pontificia no se consideraba necesaria aunque pudiese ser conveniente.
El papa nunca intervino por propia iniciativa sino a requerimiento expreso. La concesión papal tenía pleno e
irrefutable valor jurídico cuando se trataba de tierras de infieles no sometidas a ningún otro príncipe cristiano, la
teoría teocrática había sustraído las jurisdicciones y dominios y trasladados al Vicario de Cristo.
En la argumentación del obispo advierto dos vertientes: Primero: Hay un derecho de carácter histórico-religioso
consistente en la voluntad manifiesta del monarca castellano de querer extender los ámbitos de la fe en las islas
habiendo ejercido el derecho a promover obispos en la región, y esta facultad no puede ejercerse legalmente sino
en sus propios dominios y reinos. Este argumento es indiscutible. Técnicamente y en la práctica, el ejercicio de
esta facultad lo ejercía la autoridad política en razón del derecho de Patronato que existía en la EM. Los señores
que incorporaban nuevas tierras a sus señoríos fundaban allí iglesias asumiendo el derecho de proponer los
nombres de las personas que habían de regir esas iglesias. Todo ello podía hacerse sobre territorios ocupados y
dominados como en las dos islas, Lanzarote y Fuerteventura, pero no en territorios no sometidos al dominio de
cristianos. El recurso jurídico supletorio era el conocido de la continuidad visigótica, porque las islas pertenecían
al rey castellano por derecho de sucesión aunque no las hubiera ocupado y dominado. Segundo: Proyección
sobre la realidad posterior de las Indias. Unas de las razones por las que los portugueses podían emprender la
conquista de las islas era para evangelizarlas. Dice el obispo: si alguien quiere asumir la conquista para obligar
a los infieles que viven allí a que permitan que los predicadores entren libremente y predicar la palabra de
Dios, escuchándola se convierten espontáneamente a la fe católica argumento tomista: derecho natural de los
cristianos a que los misioneros puedan a su vez ejercer el derecho a predicar el evangelio en medio de los
infieles.
Esta es la doctrina que va a imperar en las discusiones de la Junta de Burgos de 1512, en la que se debatió en
torno al derecho de Castilla a llevar el evangelio a las Indias. La tesis de Juan López de Palacios Rubios consiste
en conciliar las dos posturas del siglo XVI: la iusnaturalista (requerir a los infieles, ya que su paganismo
obedecía a la pura ignorancia y no al rechazo consciente). La otra, aristotélico-teocrática (absoluta sumisión de
los infieles bajo un régimen de servidumbre). El resultado, infieles al ser requeridos podrían convertirse según su
propia expresión “espontáneamente”.
Sería absurdo desconocer el fondo de la cuestión, esto es, que detrás de la aceptación voluntaria del cristianismo
se encuentra la imposición total del dominio político, la sumisión a un príncipe cristiano.
Derecho de cruzada
A comienzos del S. XV se elabora una doctrina cristiana europocéntrica que justifica la expansión ultramarina de
los pueblos cristianos sobre los infieles, hay una supremacía que se supone inmanente, anterior a cualquier otra
consideración jurídica, supremacía de la Cristiandad sobre el paganismo, supremacía de la civilización sobre la
barbarie. Los romanos habían elaborado la doctrina de la Guerra Justa, en la baja EM española, se retoma este
fundamente entendiendo que la civilización y la fe verdadera se identifican con el pueblo cristiano, llamado a
imponer su dominio sobre los pueblos infieles.
Los cristianos entendieron la obligación de id y llevad el evangelio a todas las naciones como una tarea que
involucraba la evangelización y el sometimiento político de los pueblos paganos. Esta obligación de todo
cristiano llevaba aparejado también la necesidad de que los bienes en manos de los infieles pasaran a las de los
cristianos, porque aquel que no cree en el creador, justo es que nada esté sometido a su dominio. Era natural que
el expansionismo de los europeos se viera justificado con argumentos doctrinales de gran peso histórico.
Los derechos de conquista y sometimiento de los infieles se encuentran en los cristianos con anterioridad a la
concesión que el Papa pueda hacer de ellos formalmente a través de las bulas de cruzada. Los príncipes
cristianos poseen el mencionado atributo como un derecho propio en cuanto a su condición de cristianos.
La expansión portuguesa y también la castellana se inició sin tener otro título que el que los reyes cristianos
aseguraban tener sobre las tierras que ocupaban los infieles. Los portugueses a partir de la toma de Ceuta en
1415, solicitaron de parte de los Papas la autorización para invadir y ocupar los territorios del Norte de África
habitados por infieles. La impresión del autor es que lo hicieron para asegurar un derecho preexistente, ya que la
concesión pontificia, aunque se consideraba innecesaria, era conveniente, ya que tenía pleno e irrefutable valor
jurídico cuando se trataba de tierras de infieles.
Las expediciones de príncipes cristianos, autorizadas por propia iniciativa y autoridad, aunque organizadas por
particulares, revelan que se suponía tener dichos príncipes derechos sobre los infieles anteriores a las bulas.
Estas expediciones bajo autorización real buscaban ocupar el territorio del país, permanecer allí y beneficiarse de
manera regular, en cambio las organizadas por particulares intentaban explotar la sorpresa, obtener el botín y
abandonar el lugar. Estaba claro que ambos monarcas alegaban derechos que nacían del poder que decían tener
sus antecesores, pero no en derechos que pudieran tener su origen en alguna concesión hecha por el pontífice.
Castilla no basó su derecho en alguna bula, la defensa de Alonso de Cartagena, en 1435, se basa en la
continuidad de la monarquía visigoda y en la ocupación hecha por los españoles. El europocentrismo se advierte
más nítido cuando los cristianos se refieren a las conquistas musulmanas en territorios que habían sido cristianos,
las conquistas de infieles son ilegales e inmorales. Podría responderse que los árabes llegaron a España buscando
expandir su propia fe musulmana. El fundamento es el mismo, ambos luchan por la fe que profesan, aunque las
consecuencias de semejante manera de pensar y actuar fueron bien diferentes en uno y otro pueblo.
Colón y su proyecto
El tratado de Alcaçovas tronchó a Castilla el camino expansivo hacia el mar africano, pero también impidió la
búsqueda por el sur de África, la ruta que llevaba a la India. Por eso la única posibilidad que le quedó, fue la que
Colón vino a proponer a los Reyes algunos años después: navegar hacia Occidente hasta ganar la India, proyecto
que el monarca portugués había desechado pocos años antes.
Partiendo de la tesis de la esfericidad de la tierra, resultaba teóricamente posible alcanzar desde Europa las costas
orientales navegando hacia Occidente por el océano Atlántico. Sin embargo, nadie podía asegurarlo
convincentemente, y un viaje tan largo sin reaprovisionarse resultaba un suicidio, sin agregar que si no
encontraba islas y tierras, el retorno con vida era imposible. Los Reyes Católicos aceptaron el proyecto
colombino, debido a que, las posibilidades económicas aparecían como pingües ganancias a las cuales había que
acceder a costa del riesgo.
Juan Manzano ha pretendido probar que los monarcas se decidieron a autorizar la empresa una vez que supieron
el secreto colombino de un predescubrimiento. En el texto de las Capitulaciones de Santa Fe se pueden encontrar
indicios que invitan a pensar en la idea de un secreto que Colón ha revelado a los Reyes con el fin de que
aprueben la empresa. Los Reyes, aparecen allí mismo como Señores del Mar Océano antes de que su súbdito
surque dicho mar y haga toma de posesión de algunas tierras en él.
Colón valoraba la audacia del proyecto y sus exigencias, de suyo desmedidas en relación con anteriores
documentos del mismo género.
Sobre esta interesante decisión, a medida que se conoce el tema, subsisten aspectos indocumentados a los cuales
debe llegarse a través de hipótesis verosímiles, no probadas. Juan Manzano se ha apoyado en la idea del
predescubrimiento. A través de esta noticia, Manzano construye un relato bastante coherente de hechos muy
sospechosos, vendrían a explicar según él, la brusca aceptación del proyecto. El unánime rechazo de los peritos
de la reina se debe a que Colón calculaba mal el diámetro terrestre, al utilizar la milla itálica y no la de
Alfagrano.
Después vinieron las impresionantes peticiones políticas las que se convirtieron ahora en la causa de otro
rechazo. Sin embargo, gracias a los buenos auspicios de fray Juan Pérez 1486 logró convencer a los Reyes
Católicos que era cierta la noticia del predescubrimiento.
Los peritos habrían rechazado el proyecto debido a la falta de pruebas técnico-geográficas, nada se discutió
respecto a que el viaje fuese o no realizable, todos consideraban que lo era. Tal vez el impedimento jurídico de
violar el tratado de Alcaçovas o el costo económico. También se ha dicho que la ruptura se debería a la
imposibilidad de llegar a un acuerdo con respecto al premio que habría de tener el genovés.
El descubrimiento de ciertas islas, el 12 de octubre de 1492 dio curso a un cuestionamiento general de toda la
concepción teo-geográfica de entonces. ¿Cómo justificar el dominio de las mismas? La cuestión de la
legitimidad habría nacido desde el momento mismo en que discutió y aprobó el proyecto, el problema parece
haber sido el de la viabilidad jurídica, y no la viabilidad náutica.
Manuel Giménez Fernández interpretación del Tratado de Alcaçovas; entendiéndolo de manera “restringida”.
Castilla habría conservado las Canarias y Portugal las demás tierras en litigio y el Atlántico prohibido a los
castellanos. Ante ello, la posibilidad jurídica de la navegación colombina parecía discutible o había dudas, lo
cual obligaba a los juristas de la corte de los Reyes a rechazarlo. Esta interpretación se le rechazó a partir de la
interpretación de Alfonso García Gallo.
En efecto, el tratado bilateral tuvo interpretaciones contrapuestas que implicaban diferentes derechos y garantías.
Los Reyes Católicos entendieron junto con sus juristas que el “primer descubrimiento” constituía una acción
jurídica plenamente válida en todos aquellos aspectos constitutivos de derecho. Los Reyes expresa en las
instrucciones diplomáticas en respuesta a su homónimo portugués Juan II nosotros somos los primeros que
hemos començado a descubrir por aquellas partes.
Proximidad
En efecto, de regreso del primer viaje, el 4 de marzo de 1493, Colón recaló en Lisboa y sostuvo una entrevista
con Juan II de Portugal. Este se mostró complacido por la empresa del Almirante (Colón), pero según el cronista
Antonio de Herrera le parecía que según el tratado de Alcaçovas, pertenecía antes aquella conquista a la
Corona de Portugal, que a la de Castilla. Colón negó tener conocimiento de tal acuerdo, y enfatizó
obligatoriedad que los Reyes le habían impuesto.
Colón debía respetar el tratado de Alcaçovas, y no navegar por el mar africano en dirección a Guinea, sino
hacerlo hacia Occidente. El desconocimiento de la Capitulación de las Alcaçovas que el Almirante expresó ante
el rey Juan II no parece corresponder a la verdad porque precisamente una vez celebrado dicho tratado, ambas
coronas se encargaron de comunicar públicamente su contenido a todos los maestres de naos. Durante este
tiempo, Colón residía en Portugal, el rey Alfonso V envió a los capitanes de los navíos que por el asiento de la
capitulación de las paces entre los dichos nuestros reinos y los de Castilla que están indicadas y declaradas las
marcas y términos, son desde las Canarias para abajo y adelante contra Guinea.
Del alcance de las opiniones de Juan II en relación con el descubrimiento colombino, los Reyes Católicos
vinieron a enterarse, muy pronto, de labios del embajador lusitano Ruy de Sande, a fines de abril de 1493. Juan
II se atribuyó el derecho de poseer las tierras descubiertas por Colón, partiendo de la interpretación del Tratado
de Alcaçovas de que en el punto más meridional de las Canarias se habría establecido, tácitamente. Un paralelo
(27º30’) que se extendería sin fin hacia Occidente, y que dividiría todo el mar a lo ancho: al norte la parte
castellana, y al sur la portuguesa.
Si después de la navegación surgió esta interpretación, también pudo existir antes, toda vez que el viaje, dada la
magnitud política y económica del mismo, debieron analizarse muy exhaustivamente todas las consecuencias
geográficas, económicas y, en este punto preciso, las jurídico-políticas. Colón habría vulnerado lo acordado en
1479, ya que la isla más septentrional que descubriera en su primer viaje fue San Salvador, que se haya a 27º
Norte. Como las islas Canarias se hallan a 27º30’ todas las tierras descubiertas se encontraban en zona
portuguesa. Molestar causó en los monarcas españoles comprobar que la aprehensión se transformaba en
realidad. Se apresuraron a gestionar la expedición de una bula del papa Alejandro VI, que concediera la posesión
de las tierras descubiertas a Castilla eliminaba de raíz todo riesgo.
La interpretación castellana que a Portugal le pertenecía de Canarias para baxo contra Guinea y las islas que
entonces poseía, nada más.
Manuel Giménez Fernández el derecho de Castilla a la posesión de las Indias, se habría fundado en la
dependencia o proximidad de las Canarias. Colón, saliendo de Palos, se dirige a las Canarias. Esto quiere decir
que le fue ordenado hacer el viaje justo en la línea de la frontera marítima. Pretendía vincular el descubrimiento
por la vía de la proximidad al señorío castellano de Canarias, y asegurar así la legítima posesión para los Reyes
Católicos.
Alfonso García Gallo ningún documento relativo a los preparativos del viaje permite sospechar que éste
habría de guardar relación con las Canarias. Colón una vez regresado de las Indias, surgió el problema de
justificar jurídicamente la legitimidad del descubrimiento y sólo entonces parece que fue necesario hacer
aparecer el viaje dependiendo de la jurisdicción del señorío de Canarias.
Colón en 1493 estaba confundido debido a que lo descubierto no coincidía exactamente con sus cálculos y
conocimientos. Aseguraba casi obsesivamente que se encontraba cerca de la India. Esto tuvo consecuencias, ya
que el papa Alejandro VI donó mediante la bula Dudum siquidem, todas las islas y tierras firmes “estuviesen,
fuesen o apareciesen en las partes occidentales, meridionales y orientales y estén en la India”. Fue contenciosa
esta donación, sino hasta cuando los portugueses llegaron a la India, en 1497, y los españoles en 1521, fue
necesaria otra negociación que culminará con el Tratado de Zaragoza de 1529.
Los portugueses tenían documentos pontificios que avalaban sus pretensiones de dominio sobre la India. La bula
Inter caetera de Calixto III, de 13 de marzo de 1456, concedida al rey Alfonso V, extendía el dominio portugués
por África “hasta los indios”. A primera vista, el rey de Portugal podía considerar que el descubrimiento
colombino se hacía en una zona de su dominio.
Giménez respecto al tratado de Alcaçovas, donde se habría establecido de manera implícita una línea
demarcatoria dividiendo de Norte a Sur el océano Atlántico a la altura de las Canarias. Juan Manzano la rechaza
como “improbable”. No se encuentra en ningún documento antes del viaje de 1492, por lo que no es posible
llegar a tal deducción a partir de las fuentes mismas. LE parece al autor probable su validez jurídica, si se tiene
presente que las embajadas portuguesas posteriores al descubrimiento colombino, tuvieron como finalidad pedir
a los Reyes Católicos que no enviasen naves para descubrir. Según Rojas Donat, el objetivo de estas peticiones
era generar formalmente un statu quo en el proceso de descubrimiento para resolver, a través de conversaciones,
la pertenencia de las nuevas tierras.
Ocupación
Este título es el primero de los que Castilla sustenta para tener con legitimidad la sujeción de las nuevas islas del
Mar Océano. Los Reyes Católicos se decidieron por la empresa y Cristóbal Colón realizó el viaje teniendo este
título como el único verdaderamente legítimo. Este derecho aseguraba la posesión de la tierra descubierta.
Desde un comienzo el Almirante parece haber tenido el conocimiento del argumento jurídico que casi un siglo
antes había servido al obispo de Burgos, Alonso de Cartagena, en la defensa en 1435, de que el dominio de una
isla supone la intención de dominar todo el archipiélago a que pertenece. Colón: mi voluntad era de no pasar
por ninguna isla de que no tomase posesión, puesto que tomado de una se puede decir de todas. De este modo,
se aseguraba el dominio en todos los conjuntos territoriales que se descubrieran. Años después, haciendo suyo
los argumentos de un informe que un jurista anónimo le entregó, Colón comprendió mejor este animus en la
posesión de tierras de infieles, pues dice el documento: en la ora que descubriste la primera isla fue descubierto
las Indias.
La empresa colombina tuvo éxito toda vez que encontró islas que, de acuerdo con lo que sostenía Colón, se
encontraba próximas a la cuales los portugueses habían ido fijando el dominio a lo largo de la costa africana. En
las Indias, el Almirante imitaría la práctica de los portugueses, jalonando sus descubrimientos con una cruz de
madera en muchísimos lugares.
Desgraciadamente, el acta de posesión que se redactó entonces, además de no haberse conservado, no describe
ninguna formalidad con detalle.
Alfonso García Gallo El acto fue ejecutado con toda la solemnidad requerida por las formalidades del
derecho: en nombre de los Reyes, en presencia del Escribano y el Veedor Real, ante españoles e indios; sin
mediar oposición, es decir pacíficamente. La toma de posesión tenía valor legal irrefutable, sean cuales fueren
sus fundamentos jurídicos.
Por el descubrimiento, la atmósfera de dudas generada por la actitud portuguesa y el temor a perder esta única
oportunidad de expansión, parecen haber aconsejado recurrir rápidamente ante el Pontífice. Ese mismo año,
1493, los Reyes Católicos conciben tan legítima la posesión que efectuado Colón, que para el segundo viaje le
instruyen lo siguiente: habéis de tomar posesión por Nos é en nuestro nombre de las islas é tierra firme que así
descubrieredes. La toma de posesión debía ir acompañada de la ocupación, esto es, la instalación formal y
visible de personas que se constituyen en el lugar para vivir en él. Aunque el Almirante había tomado posesión
de muchas islas, la ocupación de estas tierras surgió de manera imprevista e involuntaria. El naufragio de la
Santa María, el 25 de diciembre, le obligó a dejar en la isla La Española parte de sus hombres y construir para
ellos el fuerte Navidad.
Sólo durante unos meses, éste pudo ser el único título de dominio sobre las tierras descubiertas, ya que los
monarcas se apresuraron a solicitar la intervención del Pontífice para ratificar un derecho ya adquirido de hecho.
Vacancia
Las islas y tierras firmes descubiertas por Colón habitadas por infieles, de modo que res nullius no podía tener
la aplicabilidad que tuvo en el caso de las islas Azores y Madeira, las cuales efectivamente, estaban
deshabitadas. Por el contrario, el Almirante informó de aquellos nuevos súbditos de los Reyes de Castilla que
habitaban las islas. Las Indias eran zonas vacantes susceptibles, pues, de ser adquiridas por el primer príncipe
cristiano que las hallase y ocupase. La petición de los Reyes y su posterior concesión por el Papa de las tierras de
los infieles indianos, revela que eran territorios vacíos de dominio cristiano. La misma petición de la bula indica
con suficiente claridad que estas tierras no eran la del Gran Khan, cuya autoridad los Reyes Católicos pensaban
respetar, sino que eran otras habitadas por infieles susceptibles de apropiación.
Extensión de la fe
La expansión portuguesa sobre África se realizó sobre la base de que eran territorios de infieles, a los que podía
legítimamente subyugárseles y apropiarse de sus tierras, la Santa Sede apreció este esfuerzo, pero a la vez
estimuló a la Corona a llevar el nombre de Cristo y ampliar los términos del Orbis christianus. Las particulares
características de las expediciones portuguesas no permitieron establecimientos donde tuviera cabida la
evangelización. Indudablemente el espíritu que entonces reinaba no era el de conversión sino el de Cruzada.
Este deseo de extender la fe cristiana se abrió paso en Castilla. En distintos momentos a lo largo del siglo XV, el
Papa junto a los Reyes Católicos fueron estimulando este propósito.
En las Indias, como atestigua Colón, los indígenas eran infieles, ya que decía no les conozco secta ninguna. Esto
hizo ver a los monarcas la legitimidad del dominio.
Desde el primer día del descubrimiento, Cristóbal Colón aludió a la buena disposición de los indios para recibir
los misterios de la fe y la preocupación que los Reyes Católicos tenían en ello. Juan Manzano “el sentido
misional de la empresa de las Indias” Fundamento era que la ocupación de territorios habitados por infieles se
concebía como una manera de extender la jurisdicción de la fe cristiana, aunque la conversión de los indígenas
fuera reducida; ello debido a que durante el siglo XV el espíritu que animaba a los cristianos era el de cruzada, el
de guerra.
De este modo, el descubrimiento de las Indias, fue interpretado como un hecho que llevaba implícito un
propósito misional, aparte de los móviles económicos.
Papa Nicolás V en la bula Romanus Pontifex en 1455, por primera vez se hace una distinción entre clases de
infieles: los sarracenos enemigos de la fe, por otra, los pueblos de la India, dispuestos a bautizarse.
Lo que se buscaba era establecer una alianza de amistad y comercio, como demuestra la carta de los monarcas a
los reyes, príncipes, señores y autoridades amigas para que ayudasen a Colón en su viaje, la empresa se
realizaba: para algunas causas y negocios concernientes al servicio de Dios y el aumento de la fe ortodoxa, y
también para nuestro beneficio y utilidad. Junto al beneficio económico imprescindible, se pretendía extender la
fe cristiana. Asimismo, se tenía la esperanza de apropiarse de tierras y dominar a pueblos infieles que camino a
la India encontrase Colón.
Las Capitulaciones le fueron arrancadas a los Reyes Católicos de manera forzada, por eso no se alude a muchos
asuntos que los monarcas, de haberse redactado oficialmente, habrían mencionado. Tan sólo se limitan a
conceder lo que Colón les ha exigido, cargos y derechos.
Las Capitulaciones ni siquiera aluden a la finalidad misma del viaje, el documento constituye un “convenio
comercial” entre las partes.
A partir de 1493, la Corona española tuvo que hacerse cargo del cometido misional encomendado por el papa
Alejandro VI en la bula inter caetera de 3 mayo de 1493
Cabe señalar que este propósito misional era ineludible por mucho que los reales intereses fueran de orden
material. En cuanto se supo de la existencia de nuevos e inmensos espacios habitados por infieles, todo el
concepto de Orbis christianus se redujo y la cristiandad quedó en contacto con innumerables pueblos a los que
la palabra de Dios no había llegado. La extención de la fe se vio ligada a las reflexiones que sobre el Apocalipsis
venían realizando desde siglos los teólogos. La profecía señalaba el final del mundo en el momento en que la
conversión de todo el orbe fuese una realidad.
El negocio colombino
Las Capitulaciones de Santa Fe constituyen un todo jurídico que ha sido exhaustivamente analizado desde su
misma redacción, a fines del siglo XV, hasta nuestro tiempo. Cristóbal Colón en 1484-5 se sabe que presentó la
empresa de Indias al rey de Portugal, Juan II, la cual fue objetada por una comisión de expertos geógrafos que
hizo reunir el monarca. No obstante, el rey lusitano quedó impresionado por la propuesta tan singular, pero sus
propósitos se encontraban en la costa africana y resultaban incompatibles con las grandes exigencias que
imponía Colón. En 1485 Colón conoció al que iba a ser hombre clave Fray Juan Pérez.
Colón se dirigió a Sevilla llevando una presentación de los franciscanos, con el fin de conversar su proyecto con
don Enrique de Guzmán. Guzmán desechó la propuesta y Colón, pues, intentó convencer a otro duque, quien
consideró que la empresa excedía sus recursos y le recomendó a los Reyes Católicos.
En 1486 los Reyes, que estaban más preocupados de vencer definitivamente a los moros de Granada, le
encomendaron a fray Hernando de Talavera que organizara una junta científica, en 1490 rechazó la empresa por
cuanto consideraba errada la estrechez que Colón le asignaba al Océano.
Colón regresó en el otoño de 1491 convencido de abandonar España, fue cuando entonces cuando fray Juan
Pérez, confesor de la Reina, se decidió a escribirle a ésta una carta. La respuesta real llegó catorce días después,
ordenando al religioso trasladarse donde se encontraban los Reyes. El franciscano convenció a la Reina de
recibir al genovés y Colón debió presentarse en Santa Fe.
En esta ocasión debió enfrentarse con una nueva comisión. No eran, pues, los errores cosmográficos y sus
teorías lo que impedía a la comisión rechazar el proyecto; cargos políticos, prerrogativas, dignidades, ventajas
económicas allí donde descubriera él se transformaban en exigencias que eran peligrosas y lesivas a la Corona si
se aceptaban. La negativa no tardó en llegar. Sin embargo, en enero de 1492, quedó acordada la realización del
viaje a la India con rumbo a Occidente. Faltaban las negociaciones respecto de las desorbitadas demandas
políticas de Colón. A éste lo representó fray Juan Pérez y a los Reyes, Johan de Coloma, su secretario. De lo que
se trató en esta reunión y en las otras anteriores, nada se sabe.
Juan Manzano Manzano ha planteado la tesis que Colón, conociendo la existencia de algunas islas occidentales
gracias a los datos proporcionados por un protonauta, habría negociado con los Reyes las enormes posibilidades
que se ofrecían en las proximidades de la India. Se ha pretendido que en éstas lo que se trató fue de fijar el
premio que habría de recibir Colón por hallar la ruta a la India. Los cargos y beneficios fueron concedidos para
pagar los descubrimientos que Colón por su cuenta y riesgo entregaba a los Reyes, los que no habían
comprometido ni dinero ni súbditos.
Los Reyes Católicos aceptaron dar satisfacción a las demandas colombinas que fueron legalizadas mediante un
libelo conocido como las Capitulaciones entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón, en Santa Fe, 17 abril de
1492.
¿Qué se firmó?
Las Capitulaciones fijan lo que los Reyes Católicos se decidieron a conceder a Cristóbal Colón en recompensa
por los servicios que iba a prestar a la Corona (Alonso García Gallo) Juan Manzano dice que dicha recompensa
no sería sólo por los servicios que iba a prestar, sino que Colón consideró que ese era el precio que los Reyes
debían pagar por la revelación de su secreto, esto es, la certeza de islas al Occidente, basada en la información de
un predescubrimiento.
El documento se remite a recoger lo que Cristóbal Colón exigió a los Reyes como recompensa y, por otro lado,
lo que éstos estuvieron dispuestos a conceder.
Fue un contrato
La lógica y los indicios invitan a pensar en la dirección contractual. El jurista Jesús Lalinde Abadía ha vuelto a
insistir en el carácter contractual de las Capitulaciones. Sin embargo, admite que éstas no constituye un contrato
strictu sensu , no se cumplen algunos de los requisitos propios de un contrato, por ejemplo, el acuerdo de
voluntades entre partes situadas en un mismo plano. Las Capitulaciones se encuentran dentro de esas situaciones
jurídicas e las que dentro del proceso de creación de las voluntades a concordar se hallan en unas ciertas
condiciones de desigualdad, pero se asemejan a las de carácter contractual. Las Capitulaciones son un contrato
un tanto peculiar, donde la bilateralidad no se encuentra constituida igualitariamente. Para que sea aceptado
como tal, un contrato no presupone una igualdad absoluta en las facultades de las partes.
Juan Manzano considera hoy que el documento aunque tenga apariencia de merced, es, en verdad, un contrato.
Los cargos concedidos a Colón no lo fueron espontáneamente por los Reyes Católicos, sino de manera forzada, a
petición de él; además, los cargos que Colón pidió a los Reyes constituyeron la primera organización territorial
de las Indias. Por esto, no fueron los Monarcas los que planearon la organización de los territorios que
descubriesen en la forma que mejor acomodase a su política o a la conveniencia de los países que la ganasen,
sino que fue el propio Colón el que la pensó y la impuso.
Se explica claramente que los Reyes hayan sentido recelo a conceder todo lo que se pedía y optaron por una
actitud dilatoria. ¿Cómo iban a otorgarle, entre el título de Almirante del Mar Océano en aquellos momentos, si
ellos no habían adquirido aún el señorío del mismo? ¿Cómo iban a nombrarle Virrey-gobernador de unas tierras
que todavía no les pertenecían? Si no se comprometían los Reyes antes, podían, después de volver Colón,
retractarse y quitarle todo. El genovés desconfiaba con razón, porque mientras él lo entregaba todo no debía
recibir más que una formal promesa de futuras mercedes y recompensas.
Indubitable que en ambas partes surgió una mutua desconfianza, alimentada por la inoperancia de Colón para
administrar bien la naciente colonia, que terminó con un pleito judicial. La piedra angular de los Pleitos
Colombinos es, precisamente, este documento y su interpretación.