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Aprender para vivir, servir para construir

Licenciatura en Biología orientada a la Educación Secundaria

Asignatura:

Neurociencia y Aprendizaje.

Título:

Ensayo sobre el cerebro social y las funciones ejecutivas

Profesor:

Denisse Grullon

Alumno:

Gerson de la Rosa Garcia 2022-0296

Fecha de entrega: 02/04/2024

Santiago. RD
Navegando las Mareas del Cerebro Social: El Rol Crucial de las Funciones Ejecutivas
en la Interacción Humana.

El cerebro humano, complejo y enigmático, no solo nos permite procesar


información y realizar actividades diarias, sino que también juega un papel fundamental en
nuestras interacciones sociales. En este ensayo, nos aventuraremos en las profundidades del
cerebro social, centrándonos en las funciones ejecutivas, ubicadas principalmente en el
lóbulo frontal, y su influencia en la interacción humana y la adaptación social. Desde la
percepción de la información hasta la expresión de nuestras conclusiones, las funciones
ejecutivas desempeñan un papel crucial en nuestra capacidad para relacionarnos con los
demás y navegar por el mundo social que nos rodea.

El cerebro social es el epicentro de una variedad de procesos cognitivos que nos


permiten interactuar eficazmente con los demás y adaptarnos a entornos sociales complejos.
Entre estos procesos, destacan la atención, las funciones ejecutivas y la expresión, tanto
verbal como no verbal. La atención nos permite recoger información a través de nuestros
sentidos, mientras que las funciones ejecutivas nos ayudan a procesar y relacionar esta
información con nuestros recuerdos y conocimientos previos, permitiéndonos hacer
conclusiones y tomar decisiones. Finalmente, la expresión nos permite comunicar nuestras
ideas y pensamientos de manera efectiva (Cuetos, 2008).

El lóbulo frontal, sede principal de las funciones ejecutivas, alberga un conjunto


complejo de procesos cognitivos que regulan y controlan nuestra capacidad para planificar,
tomar decisiones, resolver problemas, inhibir respuestas impulsivas y mantener la atención
(Miller & Cohen, 2001). Estas funciones son esenciales para la adaptación y la
supervivencia en entornos sociales complejos, ya que nos permiten regular nuestro
comportamiento y tomar decisiones en función del contexto y las normas sociales.

Sin embargo, el funcionamiento del lóbulo frontal y, por ende, de las funciones
ejecutivas, puede verse afectado por una variedad de condiciones, como traumatismos
craneoencefálicos, trastornos del neurodesarrollo y enfermedades neuronales. Cuando estas
funciones están comprometidas, pueden surgir dificultades en la regulación emocional, la
toma de decisiones y la planificación, lo que puede afectar negativamente la interacción
social y la calidad de vida de las personas afectadas (Stuss & Alexander, 2007).
La evaluación, el diagnóstico y la intervención en las funciones ejecutivas son
cruciales para abordar estas dificultades y promover el funcionamiento óptimo del cerebro
social. La evaluación se realiza a través de pruebas específicas, como el Test de Wisconsin
Brief-2 y la Escala SENA, que permiten identificar deficiencias en las funciones ejecutivas
y guiar el proceso de diagnóstico. El diagnóstico preciso de trastornos como el déficit
frontal o el retraso en la inteligencia es fundamental para diseñar intervenciones efectivas
que promuevan la rehabilitación cognitiva y el control de impulsos (Kramer et al., 2007).

La intervención en las funciones ejecutivas puede incluir programas de


rehabilitación cognitiva, terapia ocupacional y estrategias de autorregulación del
comportamiento. Estas intervenciones están diseñadas para mejorar la planificación, la
organización, la memoria de trabajo y otras habilidades ejecutivas, con el objetivo de
optimizar el funcionamiento del cerebro social y mejorar la calidad de vida de las personas
afectadas (Rabin et al., 2007).

Las funciones ejecutivas son una parte vital del cerebro social, facilitando nuestra
capacidad para interactuar con los demás y adaptarnos a entornos sociales complejos.
Desde la percepción de la información hasta la expresión de nuestras ideas, estas funciones
nos permiten regular nuestro comportamiento, tomar decisiones y resolver problemas de
manera efectiva. Sin embargo, cuando las funciones ejecutivas están comprometidas,
pueden surgir dificultades que afectan nuestra capacidad para relacionarnos con los demás
y participar en la sociedad.

La evaluación, el diagnóstico y la intervención en las funciones ejecutivas son


herramientas fundamentales para abordar estas dificultades y promover el funcionamiento
óptimo del cerebro social. Mediante pruebas específicas y programas de rehabilitación
cognitiva, podemos mejorar las habilidades ejecutivas de las personas afectadas y promover
su integración en la sociedad. En última instancia, al comprender mejor el papel de las
funciones ejecutivas en el cerebro social, podemos trabajar hacia una sociedad más
inclusiva y comprensiva, donde todas las personas tengan la oportunidad de participar y
contribuir plenamente.
Bibliografía

Cuetos, F. (2008). Bases neurológicas de la lectura. Madrid: Siglo XXI de España Editores.

Kramer, J. H., Jurik, J., Sha, S. J., Rankin, K. P., Rosen, H. J., Johnson, J. K., & Miller, B.
L. (2007). Distinctive neuropsychological patterns in frontotemporal dementia,
semantic dementia, and Alzheimer disease. Cognitive and Behavioral Neurology,
20(3), 117-122.

Miller, E. K., & Cohen, J. D. (2001). An integrative theory of prefrontal cortex function.
Annual Review of Neuroscience, 24(1), 167-202.

Rabin, L. A., Roth, R. M., Isquith, P. K., Wishart, H. A., Nutter-Upham, K. E., & Pare, N.
(2006). Self-and informant reports of executive function on the BRIEF-A in MCI
and older adults with cognitive complaints. Archives of Clinical Neuropsychology,
21(7), 721-732.

Stuss, D. T., & Alexander, M. P. (2007). Is there a dysexecutive syndrome? Philosophical


Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences, 362(1481), 901-915.

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