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Universidad Academia Humanismo Cristiano

Propuesta de Investigación:

Revisión bibliográfica sobre Género y Sindicalismo en Chile.

Sociología Latinoamericana

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA DE SOCIOLOGIA Y TRABAJO SOCIAL
Licenciatura en Sociología
Profesor: Tomáas Torres
Estudiante: Daniel Carvajal S.

Santiago, noviembre 2023.


Propuesta de investigación

La sociología latinoamericana ha basado sus esfuerzos en comprender las


particularidades y desafíos sociales, políticos, económicos y culturales que han
configurado la realidad de América Llatina, siendo uno -entre muchas variables de
revisión e investigación critica- el compromiso con la transformación social, donde
pone su foco en analizar y entender las estructuras de opresión y desigualdad, con
el objetivo de contribuir a la transformación de las condiciones sociales, en
búsqueda de la justicia social y la equidad en diversas dimensiones.

En particular, durante los años sesenta la pobreza urbana y la cuestión


social ya formaban parte del núcleo central de las reflexiones de organismos
internacionales como la CEPAL, que comprendía que la reforma social era un
complemento necesario de las reformas económicas. Esta plataforma como un
polo intelectual determinante en la constitución de un campo teórico autónomo y
dinámico, favorecía la convivencia de interpretaciones medianamente admitidas y
conflictivas sobre cómo superar el llamado subdesarrollo.

Al mismo tiempo, sucedía que se intentó explicar el pasaje de una sociedad


tradicional a una sociedad industrial en América Latina. Para ello, se caracterizó
nuestro continente como una sociedad que experimentaba fuertes y aceleradas
transformaciones, donde el trazo fundamental sería el paso de una sociedad
tradicional a una moderna (Germani, 1973). En esta transición sería posible la
coexistencia de formas sociales de épocas diferentes, lo que Germani denominó
como “dualismo estructural”.. Sin embargo, esos rasgos genéricos del sistema
global asumen en América Latina formas específicas, determinadas por los
cambiantes modos de articulación subordinada que, desde sus orígenes en el
siglo XVI, esta formación tiene dentro del sistema conjunto y respecto de aquellos
que detentan los niveles de mayor desarrollo y esas formas específicas de
configuración de la estructura económico-social latinoamericana, hacen que ella
tenga un carácter dependiente (Quijano, 1971).
Desde hace décadas en Chile, el desarrollo social ha sido motivo de
preocupación y de conflicto para nuestra sociedad, con diversas necesidades y
demandas que se presentan en personas, grupos y colectividades, donde explotan
problemas y fenómenos sociales diversos en una sociedad más complejizada
debido a una economía global que reproduce sociedades cada vez más
diferencias entre los sujetos que la componen. Los escenarios que se presentan
desde la desigualdad social y la exclusión, implican realizar esfuerzos de observar
desde una reflexión crítica los distintos contextos en los cuales las personas
agencian su acción y desarrollan sus vidas, es decir, pregustarse el cómo los
sujetos sociales enfrenta y luchan por sobrevivir en la experiencia de habitar una
sociedad moderna, diversa, diferenciada, desigual, considerando que la exclusión
social posee dimensiones formativas, laborales, económicas, de salud
(emocionales), personal, social y relacional y de participación social, en las cuales
las personas podrían ser susceptibles de vivir consecuencias negativas en
algunos de estos ámbitos de su experiencia vital.

Estas demandas sociales como la lucha por pensiones dignas, el vía crucis de
cientos de miles de allegados por una vivienda propia y el encarecimiento en el
costo de la vida con diversas consecuencias para la salud integral y general de las
personas., Een fin, son solo algunas de las demandas urgentes y troncales dentro
de un sistema que no da espacio a la transformación, en donde la fricción política
suele poseer una tendencia a la agudización en el choque de perspectivas
distintas y muchas veces confrontadas entre quienes históricamente han poseído
gran parte de la riqueza del país frente, a quienes luchan por sobrevivir con
sueldos bajos y en condiciones laborales precarizadas que no permiten superar
las enormes brechas sociales en un contexto político regional y nacional que se
olvidó de cuestionarse como superar el subdesarrollo y en donde las diferencias
sociales se agudizan.

Los datos, nos hablan acerca de salarios bajos e inseguridad laboral,


característica relevante acerca de la elevada desigualdad de ingresos en Chile y
que afecta a un gran número de trabajadores, pero por sobre todo a mujeres.
Salario bajo es definido como aquel que es insuficiente para cubrir las
necesidades básicas de un hogar promedio en ausencia de otras fuentes de
ingreso (Desiguales PNUD, 2017), por tanto estas brechas, establecen un
problema mayúsculo en la remuneraciones versus el costo de la vida.

Estos niveles de desigualdad salarial generan pobreza y marginación social


que son dos de los elementos más recurrentes que pueden influir negativamente
en nuestra salud emocional o mental y el bienestar social en general. En un primer
lugar, encontraremos que la pobreza se definiría en un marco general o
unidimensional, como la falta de recursos económicos necesarios para satisfacer
las necesidades básicas de la vida, como alimentos, vivienda y atención médica.
La marginación social, por otro lado, se refiere a la exclusión social de un individuo
o grupo de la sociedad en la que viven. Ambos fenómenos están estrechamente
relacionados y a menudo se superponen, sumado a la estructura social de
nuestras sociedades tecnológicamente avanzadas es una estructura de clases,
estratificada y jerarquizada, de posiciones y de estatus, que generan
desigualdades y problemas sociales como la vulnerabilidad y la exclusión social.
(Cambronero, 2019).

Dicha realidad afecta de manera distinta a los grupos más excluidos de


nuestra sociedad, porque dichos sujetos y grupos sociales están inmersos y son
parte de los distintos modos de sobrevivencia adoptados por los sectores
informales, segregados, marginados o desplazados por el sector “moderno” y
productivo de la economía, en consecuencia, no existirían dudas acerca de que la
precariedad es un problema considerable en el mercado laboral chileno o
latinoamericano. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), casi la
mitad de los trabajadores latinoamericanos están empleados en trabajos que no
ofrecen protección social alguna. Esto significa que estos trabajadores no tienen
derechos a protecciones laborales como salario mínimo, pagos asociados a la
previsión social y representación legal.
La precarización del trabajo es particularmente aguda en el sector informal,
que emplea a una gran parte de la fuerza laboral de la región lo que implica un
problema social ligado a la integración y la participación de sujetos en un estado
de derechos y oportunidades. Según la Encuesta de Empleo del INE 1, entre enero
y junio del 2020 se perdieron 1.990.000 empleos incrementando la tasa de
desocupación de un 7,8% a un 13,1%, cifra que se mantuvo en dos dígitos hasta
mayo del 2021 (Señoret, 2022).

Una de las principales razones de la precariedad en el mercado laboral, es


la prevalencia del trabajo poco calificado. Muchos de los trabajos disponibles no
requieren una educación o experiencia significativa y, por lo tanto, no pueden
pagar a los trabajadores un salario digno. Esto significa que los trabajadores a
menudo se encuentran viviendo en la pobreza a pesar de trabajar todos los días y
en largas jornadas laborales y muchas veces en más de un lugar de trabajo. Esto
se evidencia en el afianzamiento de la división internacional de trabajo, división
sexual del trabajo, aparecimiento de la nueva división del trabajo entre humanos y
maquinas, y suplantación de la mano de obra humana por maquinas (Arellano,
2022).

Estamos frente a la emergencia de nuevos fenómenos sociales productos


de la transformación del trabajo, con la intensificación del trabajo, se eliminan
tiempos muertos, y por lo tanto, se reduce el tiempo de rotación del capital,
situación que acelera la explotación y la productividad, en general, se avanza en la
tendencia de la concentración del capital, el monopolio y el control del capital y el
conocimiento y el poder por parte de los monopolios transnacionales (Arellano,
2022). Las maquinas están reemplazando trabajadores, con ello se incrementan
millones de trabajadores en el desempleo y subempleo, lo que aumentará la
pobreza y la exclusión social.

1
Instituto Nacional de Estadísticas.
Entre los factores que contribuyen a la exclusión social en Chile, se
encuentran las desigualdades económicas, educativas y territoriales. La
distribución desigual de la riqueza y los recursos limita el acceso de algunos
grupos a servicios básicos como la salud, la educación y la vivienda. Además, la
falta de oportunidades laborales y la precarización del trabajo son factores que
limitan la inclusión social.

Por otro lado, lo que contribuye a la precariedad es la erosión de las


protecciones para los trabajadores. Muchos países latinoamericanos han
debilitado las leyes laborales y la legislación a lo largo de los años, facilitando que
los empleadores contraten y despidan trabajadores sin tener en cuenta sus
derechos. Esto ha dificultado que los trabajadores organicen sindicatos y aboguen
por mejores condiciones de trabajo, ya que con frecuencia están sujetos a
represalias por parte de sus empleadores. Existe un mercado del trabajo
crecientemente violento, donde predominan la desregulación, la flexibilización
laboral, la informalidad y los salarios bajos, en general vivimos un contexto de
pauperización del empleo, sin acceso a la seguridad social, donde las brechas
laborales y de género se incrementan.
La precarización laboral en Chile es un tema que cada vez ha tomado
mayor relevancia, estableciendo formas de medición para definirla, entre otros
factores, considerando la informalidad de los empleos, la temporalidad, la baja
remuneración y la falta de estabilidad laboral. Por lo pronto, sería interesante
detenerse en este punto para observar que los empleos precarios no solo implican
bajos sueldos, sino que además precarizan la vida cotidiana de las personas,
dificultando la planificación individual y familiar financiera, limitando así el acceso a
beneficios sociales como vivienda y educación y sistemas de salud acorde con las
necesidades.
A saber, los niños, niñas y adolescentes que viven en situación de pobreza
pasaron de 13,9% (577.000) a 15,6% (703.045) entre 2017 y 2020, lo que significa
un incremento de 1.7 puntos porcentuales. Según los datos hay 703.045 niños,
niñas y adolescentes en situación de pobreza por ingresos, lo que significa un
incremento en alrededor de 126.000 en relación a la medición anterior. En el caso
de la pobreza extrema, hubo en un aumento de 2 puntos porcentuales, con más
de más de 260.000 niños, niñas y adolescentes viviendo en esta situación
(UNICEF, 2021).
Esta crisis que afecta a la sociedad, tiene impacto significativo y
diferenciado en los sectores más vulnerables, como lo son mujeres, niños y niñas,
diversidades étnicas y sexo genéricas, y población inmigrante. La Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en su informe anual 2021,
indicio que desde la Pandemia ha producido efectos en la mujeres de la región
que han experimentado un retroceso inédito en su autonomía económica que se
refleja en el aumento de la pobreza de tiempo y monetaria, en la sobrecarga de
cuidados y en injusta distribución de poder (Arellano, 2022).

Es sobre las mujeres en donde recae el trabajo no remunerado y la recarga


de los cuidados, vimos como en el contexto de Pandemia las casas se convertían
en centros de trabajo, hospitales y escuelas. Todo este trabajo de cuidados de la
vida de los miembros de la familia se sostuvo en las mujeres, sumando a todo
esto, la disminución de los niveles de escolaridad, violencia machista, incremento
de los femicidios, etc. Las determinantes económicas que generan efectos en los
individuos y en las sociedades de una u otra forma generan exclusión social, que a
la vez tiene consecuencias importantes en el acceso a los servicios y
oportunidades que las personas necesitan para desarrollarse en una sociedad. Es
en este escenario adverso, en donde la organización social y particularmente el
movimiento de trabajadores y trabajadoras se encuentran en un momento clave,
bajo la pregunta de sostener las estructuras actuales o cambiarlas.

Por lo anterior desarrollado, cabe preguntarse acerca de la implicancia y


relevancia que posee la organización sindical local y en su capacidad histórica de
convertirse en un vehículo de cambio frente a la transformación social del trabajo,
como una herramienta que logre construir miradas diversas y alternativas para la
búsqueda de equidad y justicia social.
Objetivo:

Esta investigación, lejos de armar un punto de vista que compruebe tesis ¿o


hipótesis?, desarrolla en su camino varias interrogantes ¿Cuál ha sido la
participación de mujeres en el movimiento sindical en Chile? ¿Cuál sería el
elemento unificador: la ideología de partidos políticos, las prácticas derivadas de
condiciones económicas comunes, la necesidad de beneficios? ¿Para qué debe
estar preparado el movimiento sindical en un futuro próximo en relación a la
transformación del trabajo? ¿Cuál es el objetivo?

Pregunta:

En el contexto de la transformación del trabajo y de la exclusión social, que

se refiere a la marginación y la negación de oportunidades y derechos a ciertos


grupos de personas en la sociedad. Que en el contexto de las y los trabajadores,

se referiría a la falta de acceso a empleo decente, salarios justos, protección

laboral y seguridad social. Platearemos la pregunta siguiente: ¿Existiría según las

investigaciones realizadas justicia sindical en materias de género? ¿Cómo se

vincula a los problemas del curso?

Método:

Se realizara una investigación de archivo y revisión bibliográfica, y será un


estudio de alcance exploratorio, que se realizan cuando el objetivo del estudio es
examinar un tema o problema de investigación poco estudiado, del cual se tienen
muchas dudas o no se ha abordado antes con mayor amplitud (Hernández
Sampieri, 2019).

Y la bibliografía? Nota: 5

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