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DESIGUALDAD Y ESTRATIFICACION SOCIAL: UN ENFOQUE EN LA

DESIGUALDAD DE GENERO EN COLOMBIA (Avance semana 7)


POR: Sofia Gutiérrez, Valentina Sepúlveda, Camila Arcos, Isabella Aguirre y
Celeste Muñoz
Para poder comprender las intersecciones de la desigualdad, en este caso por
género, enfocada en el país colombiano, primeramente, se debe hablar de la
desigualdad social como fenómeno global que afecta a diferentes individuos,
poblaciones y comunidades. “La globalización es un proceso económico, social y
cultural que se estableció en las últimas dos o tres décadas y que se refiere a la
intensificación de las relaciones sociales que unen a países distantes.” Sin
embargo, las desigualdades instaladas de forma casi irreversible en los países en
desarrollo llevan a dudar de hasta qué punto son aceptables las discrepancias
económicas, políticas y culturales entre seres humanos, a la luz de los aspectos
éticos y morales.
La desigualdad genera barreras muy marcadas que dificultan que las personas
asciendan socialmente, que logren mayores niveles de bienestar entre
generaciones. Ello ocurre porque la estructura social tiende a reproducirse a
través de un sistema en donde no hay balance o justicia en la adquisición de
oportunidades y recursos, limitando la movilidad de las personas, particularmente
hacia los estratos sociales más altos. Asimismo, los niveles elevados de
desigualdad tienen un gran impacto en los procesos de integración social, ya que
generan experiencias de vida y expectativas sociales disconformes. Como
consecuencia de esto, aparece un concepto relevante en la investigación que a
pesar de ser diferente va de la mano con esta problemática, llamado la
“estratificación”, este término se refiere a la clasificación de los miembros de una
sociedad mediante grupos jerárquicos basados en criterios como la riqueza, poder,
estatus, etc. De estas experiencias surgen mayores niveles de estratificación y
segregación que pueden desembocar en situaciones de violencia política y social.
Además de la clase social (o estrato socioeconómico), las desigualdades de
género, étnicas y raciales, las desigualdades territoriales y aquellas derivadas de
la edad de las personas, impactan en distintos ámbitos del desarrollo y el ejercicio
de los derechos, son aquellas que estructuran la matriz de la desigualdad social
en América Latina. El machismo, el racismo y la homofobia, por ejemplo, son
rasgos de las sociedades latinoamericanas que recopilan la manera en que las
desigualdades ligadas al sexo, el origen o la condición étnica y racial y a la
orientación sexual permean la cultura y las prácticas sociales. Aunque afectan
directamente a poblaciones muy diferentes, estas desigualdades se entrelazan en
ciertos puntos, relacionándose y derivándose unas de las otras. En esta
investigación se tratará como tema central la desigualdad social ligada al género y
sexo.
El concepto de genero se refiere a todas aquellas características sociales,
culturales y psicológicas asociadas a ser hombre o mujer en una sociedad
determinada, mientras que el sexo se refiere a las características biológicas que
diferencian a los hombres y mujeres principalmente en términos de genitales y de
cromosomas. La diferencia fundamental entre estos conceptos es que el género
es una construcción social y el sexo es biológico.

Con el pasar del tiempo se han construido ciertas expectativas con relación a
comportamientos, actitudes y actividades que se tienen hacia hombres y mujeres.
Esto es lo que hoy conocemos como “roles de género”. La mayoría de la población
nace con una identidad sexual y sexo definido que lo lleva a recibir mensajes de la
sociedad acerca de cómo debería actuar, las personas van construyendo su
comportamiento según la concepción que se nos ha impuesto de que tareas
realizan los hombres, o como se debe comportar una mujer, incluso, creamos
estereotipos de cómo se deben ver los cuerpos de una persona según su genero y
como deben ser sus relaciones interpersonales.
La relación entre genero y desigualdad se basa en estos roles y expectativas que
se han convertido en normas de genero en la sociedad, algunas tienen ciertas
diferencias, pero apuntan al mismo problema de “dominación” y “opresión”. Estas
normas pueden llevar a la discriminación, marginación, y limitación de
oportunidades para individuos que no se ajustan a las expectativas tradicionales
de género. Esto lo podemos asociar también con la sexualidad y los estereotipos y
estigmas que se tienen respecto a esto, ya que muchas personas relacionan los
comportamientos “fuera de las normas de género” con una sexualidad diferente a
la heterosexualidad y se ve desde una perspectiva negativa a quienes pertenecen
a estas comunidades, llevando ahombres y mujeres a actuar más varoniles,
fuertes o “machos” y a las mujeres mas femeninas y sumisas para encajar en
sociedad y no ser discriminados y segregados por salir de estos esquemas.
La desigualdad de genero puede afectar una amplia gama de ámbitos como la
economía, la educación, acceso a recursos como la salud, la política, la familia y el
cuidado e incluso surge un fenómeno llamado “violencia de género”.
En el ámbito económico las mujeres suelen enfrentar disparidades salariales y
limitaciones en el acceso a empleos de alta jerarquía o sectores específicos.
También pueden enfrentar obstáculos para acceder a créditos y recursos
financieros. Por otro lado, los hombres pueden enfrentar presiones para cumplir
con roles de proveedores principales en la familia, lo que puede generar estrés y
dificultades para aquellos que desean explorar opciones de carrera no
tradicionales o para aquellos que desean asumir roles más activos en la crianza
de los hijos.
En casos de acceso a recursos como educación y salud, Aunque la brecha de
género en la educación se ha reducido en muchos lugares, aún existen
desigualdades en el acceso y la calidad de la educación para niñas y mujeres en
algunas regiones y, aunque en algunos casos los hombres pueden disfrutar de
ciertas ventajas en términos de acceso a oportunidades educativas, también
pueden enfrentar estereotipos y expectativas de género que limitan su
participación en ciertas áreas académicas o extracurriculares. También Las
mujeres pueden enfrentar barreras en el acceso a la atención médica, incluyendo
la salud reproductiva, y pueden experimentar disparidades en el tratamiento
médico en comparación con los hombres, incluso aún hay vacíos en la
investigación de patologías en las mujeres y el funcionamiento y anatomía del
organismo femenino debido a la falta de interés, segregación y rechazo que se
“tenía” por las mujeres y los hombres pueden enfrentar estigmas en torno a la
búsqueda de ayuda y apoyo para problemas de salud mental, lo que puede llevar
a tasas más altas de suicidio y enfermedades relacionadas con el estrés. Además,
los estereotipos de género pueden influir en los comportamientos de riesgo en
términos de salud física.
Hablando también sobre política se encuentra que las mujeres están
subrepresentadas en los ámbitos políticos y de toma de decisiones en muchos
países, lo que limita su capacidad para influir en las políticas y programas que
afectan sus vidas y, aunque los hombres generalmente están mejor representados
en los ámbitos políticos y de toma de decisiones, también pueden enfrentar
presiones para adherirse a normas de masculinidad tradicionales que limiten su
expresión y participación en la política.
Las expectativas de género también pueden influir en la distribución del trabajo
doméstico y el cuidado de los hijos, lo que puede afectar la participación equitativa
de hombres y mujeres en la vida familiar y laboral.

Y en términos del concepto de violencia de género, que abarca todos los actos
dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas en razón de su
género, las mujeres y las niñas son más susceptibles a experimentar violencia
física, sexual y emocional debido a desigualdades de poder arraigadas en las
normas de género y, aunque las tasas de violencia física y sexual son más altas
entre las mujeres, los hombres también pueden ser víctimas de violencia
doméstica, abuso sexual y otros tipos de violencia de género. Sin embargo, debido
a los estigmas sociales y las expectativas de género, es posible que los hombres
enfrenten barreras adicionales para buscar ayuda y apoyo.

Viendo esta problemática desde la perspectiva territorial, se puede hablar de la


desigualdad de genero en Colombia. Este país ha logrado grandes avances hacia
la igualdad de genero principalmente en leyes, políticas publicas y el ejercicio de
los derechos de mujeres y niñas, aun así, estos cambios han sido lentos,
desiguales e insuficientes donde todavía se evidencia una brecha grande de
desigualdad. Según estudios del DANE la probabilidad de las mujeres de no
contar con ingresos propios es casi tres veces la de los hombres. De la misma
manera, La tensión entre la maternidad y el trabajo remunerado no se distribuye
igualitariamente entre mujeres y hombres, las opciones laborales de las mujeres
están sumamente limitadas por la responsabilidad de las actividades domésticas y
de cuidados no remuneradas, que recae desproporcionadamente en ellas. En
todas las edades, la oferta, o disponibilidad de tiempo de las mujeres para realizar
trabajo remunerado es menor que la de los hombres.
En el tema de la participación en toma de decisiones, Colombia puso una medida
especial que ha incrementado la participación política de las mujeres, esta es la
Ley de Cuotas, que dice que en los cargos directivos de las entidades públicas
debe haber al menos un 30% de representación de las mujeres. La paridad ya es
parte de la norma Constitucional, aunque, cuando la participación no depende
únicamente de una decisión administrativa sino del voto popular, las mujeres
terminan notablemente subrepresentadas (representan solo una pequeña fracción
de lo general), esto se ve mucho en el caso de elecciones al congreso, alcaldía y
gobernación.

También en términos de derechos sexuales se puede observar que en general, las


mujeres jóvenes, en contextos rurales, con menores niveles educativos y con
limitados recursos monetarios, son las que aportan en mayor medida a la
fecundidad del país, en oposición a las mujeres urbanas con escolaridad superior
y con mejores condiciones económicas. Eso también pudiéndolo relacionar con los
embarazos adolescentes ocurridos por la falta de educación sexual y recursos.
“El embarazo y la maternidad en adolescentes es una expresión de
desigualdades de género y también de etnia. El porcentaje de madres niñas
y jóvenes es mayor entre las mujeres con autorreconocimiento étnico, en
comparación con el valor nacional, y también con respecto al de las mujeres
sin autorreconocimiento étnico. Una de las consecuencias más graves del
embarazo adolescente es el abandono de los estudios. Entre las niñas de 10
a 14 años que han tenido al menos una hija o hijo nacido vivo, tres quintas
partes no asisten al colegio y entre las adolescentes de 15 a 19 años, tres
cuartas partes están fuera del sistema educativo. Las vidas de estas niñas y
adolescentes son muy distintas a las de aquellas que no han sido madres.
Muestra de ello es que el 44,0% de las niñas madres menores de 15 años se
dedican a labores domésticas y al cuidado de niñas y niños en vez de a
estudiar. Asimismo, las madres de 10 a 14 años se ven orilladas a trabajar
(15,1%) antes que las niñas de la misma edad pero que no son madres
(0,6%).” DANE, 2020

Abordar la desigualdad de genero en Colombia requiere un enfoque integral que


incluya políticas y programas para promover la igualdad de oportunidades,
eliminar la discriminación y proteger los derechos. Esto incluye acciones para
cerrar la brecha salarial, mejorar el acceso a la educación de calidad, aumentar la
representación publica y fortalecer la respuesta a la violencia de genero. Es
fundamental que el gobierno, la sociedad civil y el sector privado trabajen para una
sociedad mas justa e inclusiva para todos los colombianos.

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