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Seminario: Teorías y Métodos de la Historia.

Profesor: Frank Molano Camargo Estudiante: Diego Andrés Escamilla Márquez


Ficha de lectura
Autor: Peter Claus y John Marriott
Título: Oral History
Datos de publicación: En: Claus, Peter y Marriot, John, History. An Introduction to Theory and Method.
New York: Routledge, 2023, pp. 441-458
Conceptos clave: historia oral, historia desde abajo, historia social, memoria, entrevista
Descripción: Mirada general al texto, ¿de qué se trata? ¿Qué preguntas nos hace?

El texto busca reflexionar sobre las posibilidades conceptuales y metodológicas que ofrece la historia oral al
quehacer historiográfico, pero también ver las implicaciones de su uso, además de universidades, en
colegios y espacios comunitarios en los que ha alcanzado una gran popularidad. La utilización de la historia
oral en el campo popular, sin embargo, no hubiese sido posible sin la influencia de los paradigmas que han
representado las llamadas historia social e historia desde abajo, si bien, como destacan los autores, las
entrevistas ya venían siendo usadas por los sociólogos desde la década de 1920.

Otra idea que el texto va a analizar es el sentido de urgencia que ha caracterizado a la historia oral. Sentido
ligado a la preocupación por recuperar un mundo de memoria que ante los cambios acelerados que se
experimentan desde el último siglo y la inevitable muerte de los más viejos, muchos consideran que está en
riesgo de perderse para siempre. Esta por lo menos ha sido la motivación de una gran parte de historiadores
orales y usuarios de la historia oral en Occidente. No obstante, para otras latitudes, los autores encuentran
otros móviles. Es el caso de los estudios de Jan Vansia en África, para quien la recuperación de la memoria
ha tenido como objetivo, no tanto recordar acontecimientos históricos, sino comprender las tradiciones
orales y su uso discursivo en las relaciones políticas y de poder de la actualidad.

Resumen

En la primera parte del texto los autores reconocen que, a pesar de los muchos problemas, la historia oral
definitivamente ha conectado con los grupos abandonados y subrepresentados de las sociedades
contemporáneas. La historia oral no solo ha permitido analizar estos grupos desde miradas radicalmente
nuevas, sino que además les ha dado voz histórica, es decir, la historia oral ha posibilitado que estos grupos
hagan historia con sus propias palabras. En la actualidad, tal función de la historia oral sigue
desarrollándose, tanto en comunidades urbanas de clase trabajadora, amenazadas de perder su barrio por el
auge de la construcción de edificios; como en comunidades rurales donde la vida tradicional del campo está
en franca vía de extinción por la acción de la industrialización y urbanización modernas; como en sectores
políticos que intentan no dejar caer en el olvido las memorias de sus luchas. Estos casos se corresponden
con tres iniciativas que hacen uso de la historia oral al margen del ámbito académico y que son abordadas, a
modo de ejemplo, por parte los autores al inicio del texto. Las iniciativas son Voces de King's Cross:
Proyecto de historia oral de King's Cross, Archivo de Historia Oral de East Midlands: historia oral del
pueblo de Newton Burgoland e Historia de Sudáfrica en línea.

En la segunda parte del texto, los autores tratan de dar cuenta del origen de la historia oral. Ellos colocan
ese origen en Estados Unidos, durante los años de entreguerras, con el Proyecto Federal de Escritores, una
iniciativa financiada por el gobierno federal para aliviar los efectos de la depresión. Este proyecto se
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propuso entrevistar y registrar las experiencias de miles de trabajadores comunes y corrientes. Lo más
notable, fueron las entrevistas realizadas a más de 2.000 antiguos esclavos, que proporcionaron una visión
muy particular de sus vidas. No obstante, la primera investigación propiamente académica de historia oral,
fue llevada a cabo en la Universidad de Columbia en 1948. Allí, su impulsor, Allan Nevins, se concentró en
producir una historia oral de élites masculinas y blancas.

Después de estos comienzos la historia oral se extendió por una gran cantidad de países, pero se centró
sobre todo en los llamados sectores subalternos: trabajadores, campesinos, mujeres, etc. (En la actualidad
hay que destacar un nuevo grupo social, venido de abajo, que ha ocupado el interés de la historia oral, a
saber, los migrantes). Uno de los primeros trabajos que buscó sistematizar el auge de esta nueva propuesta
historiográfica fue el de E. P. Thompson, La voz del pasado: historia oral (1978), que además de
reflexionar la metodología, técnicas y producción histórica de la historia oral, reivindicó el potencial de esta
en la democratización de la historia misma.

Si bien los historiadores orales de estos primeros momentos evitaron sentimentalizar sus temas de
investigación, relacionados mayoritariamente con la experiencia de las personas olvidadas por la historia
tradicional y poco representadas en los archivos escritos, la historia oral no dejó por ello de sufrir de una
sobreidentificación emocional con los grupos que eran objeto de su estudio. Así, Luisa Passerini sugirió que
la historia oral podía pasar fácilmente de representar a los no representados a promover un “populismo
vulgar” que poco o nada tenía que ver con la rigurosidad histórica y sí, más bien, con su tergiversación. A
propósito, los autores afirman lo siguiente: “La intención democrática por sí sola no constituye una buena
historia, la práctica histórica cuidadosa y crítica sí puede hacerlo” (p. 451).

Para mostrar los problemas de la práctica de la historia oral, relacionado con las técnicas de entrevista y con
el hecho de entrevistar personas, Claus y Marriot hacen una reseña del estudio de Raphael Samuel y su
investigación sobre Arthur Harding y el “bajo mundo” del East End (sector muy popular de Londres). Para
los autores, la investigación de Samuel pone en evidencia que las relaciones entre el historiador oral y el
sujeto entrevistado no siempre son armoniosas, ni juntos persiguen el mismo objetivo a la hora de realizar la
entrevista. De hecho, habría también que advertir, contrario a lo que muchos piensan, que el historiador que
hace la entrevista no es un agente pasivo en la misma, y que el producto resultante de ese ejercicio
probablemente diga tanto del entrevistado como del historiador.

En la penúltima parte del texto los autores abordan el tema de la tradición oral como historia. Según ellos,
este tipo de historia es una corriente de la historia oral que se basa menos en la memoria autobiográfica y
más en las tradiciones orales, es decir, en los relatos socialmente compartidos que pasan de una generación
a otra y que son más comunes en las sociedades que el texto llama “prealfabetizadas”. El mayor
representante de este modo de hacer historia oral fue el historiador y antropólogo belga Jan Vansina. Para
Vansina, la evidencia oral está impregnada de convenciones estructurales sobre el pasado que son aceptadas
por los miembros de un grupo. Su propósito consistía en construir el conocimiento histórico aprovechando
las narrativas que existían desde antaño en una sociedad y que eran compartidas por el conjunto de sus
miembros.

Este propósito, como lo hemos advertido al inicio, es distinto a los propósitos de recuperación de la
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memoria popular europea, preocupada más por rescatar recuerdos individuales de acontecimientos
históricos transcendentales (muerte de la princesa Diana, ataques a Estados Unidos en el 2001, etc.), una
especie de "memoria flash", que por rescatar las tradiciones orales de carácter colectivo.

Según los autores, la transmisión oral es una necesidad humana profunda, toda vez que la gran mayoría de
nosotros siente que el mundo pasa y que nuestra existencia dejará de ser memoria viva, para tornarse en una
historia contada (en lugar de una escena presenciada) y posteriormente en olvido. Esta pérdida y la
necesidad de demorarla lo más que se pueda, es evidente en las vidas individuales pero también en las
agrupaciones sociales. De ahí la preocupación por el cambio en una zona rural, en un barrio del centro de la
ciudad, en las relaciones laborales o en la observancia de una creencia religiosa. Este miedo a la pérdida
actúa como un poderoso imperativo, en individuos y colectivos, con el fin de hace algo que ayude a
preservar el pasado. Este imperativo afecta la producción de la historia oral en dos sentidos: el primero se
relaciona con la necesidad de conocer el contexto más amplio dentro del cual el testimonio oral particular
tiene sentido; y el segundo, tiene que ver con la circunstancia ya descrita en los tres ejemplos referenciados
del inicio, a saber, que la gente hará historia oral como sea, con o sin la participación de los académicos.

Demostraciones de esta compulsión por la transmisión oral de la experiencia vital se pueden encontrar a lo
largo de la historia de los últimos siglos. Si se fuese un poco más flexible con el asunto del origen de la
historia oral, se podría argumentar que este se encuentra por fuera del campo formal de la investigación
histórica y arraiga su inicio en la historia de la literatura y de la música. Recopilar la tradición oral y
reproducirla de manera escrita, para un público más amplio, fue una cualidad de muchos agentes sociales
ligados a la literatura romántica en los países de habla alemana de los siglos XVIII y XIX. El caso más
emblemático de este proceso, sin lugar a dudas, fue el de los hermanos Jakob Grimm y Wilhem Grimm en
la primera mitad del siglo XIX. La intención de los Grimm, según Claus y Marriot, era ofrecer
interpretaciones fieles de la cultura popular germana en lugar de adaptaciones destinadas al mercado
impreso, por lo que sus historias pretendieron expresar sentimientos nacionales genuinos que bien pueden
ser denominadas, dentro del argot contemporáneo, como los primeros estudios del folclore moderno y, por
qué no, los inicios de la práctica de la historia oral.

La misma preocupación de los Grimm la tuvieron Cecil Sharp en Gran Bretaña, James Child en Estados
Unidos, Zotland Kodaly y Bela Bartok en Hungría, entre otros. En resumen, este movimiento literario y
musical que se desplegó desde el siglo XVIII hasta el siglo XX, planteó una cuestión importante, a saber, la
constatación de que en la modernidad constantemente se pierden mundos, cambian las culturas y la
memoria de cada generación tiende a desaparecer en la generación siguiente. La ansiedad, ante esta
situación, es clara: “si esto no se registra ahora, el mundo que ahora vemos desaparecerá para siempre” (p.
457). Para Claus y Marriot, es esta sensación de perder una parte del mundo, es uno de los factores más
determinantes que motivan la práctica de la historia oral en la actualidad.

Para terminar, hay que tener en cuenta que las facilidades de la grabación electrónica y del uso masivo del
Internet en la actualidad, hacen que los historiadores profesionales, pero sobre todo la gente del común,
pueden practicar la historia oral sin mayores obstáculos. Para Claus y Marriot es poco probable que las
personas no continúen entrevistando y registrando la memoria de sus pueblos y lugares, máxime con los
acelerados e inexorables cambios que se están registrando en el presente. Estas personas lo harán con los
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historiadores profesionales o sin ellos. En el criterio de Claus y Marriot sería mejor si los profesionales
prestaran atención y se vincularan a esta “necesidad humana”.

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