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Esta es una traducción hecha por fans y para

fans. El grupo de The Man Of Stars realiza este


trabajo sin ánimo de lucro y para dar a conocer
estas historias y a sus autores en habla
hispana. Si llegaran a editar a esta autora al
idioma español, por favor apoyarla adquiriendo
su obra. Esperamos que disfruten de la lectura.
TRADUCCIÓN

CORRECCIÓN

LECTURA FINAL Y EDICIÓN


ÍNDICE

Sinopsis................................................................................................................5
Capítulo 1............................................................................................................. 6
Capítulo 2...........................................................................................................24
Capítulo 3...........................................................................................................39
Capítulo 4...........................................................................................................56
Capítulo 5...........................................................................................................71
Capítulo 6...........................................................................................................86
Capítulo 7.........................................................................................................101
Capítulo 8.........................................................................................................117
Capítulo 9.........................................................................................................133
Capítulo 10...................................................................................................... 149
Capítulo 11...................................................................................................... 165
Capítulo 12...................................................................................................... 180
Capítulo 13...................................................................................................... 197
Capítulo 14...................................................................................................... 211
Capítulo 15...................................................................................................... 226
Capítulo 16...................................................................................................... 240
Capítulo 17...................................................................................................... 256
Capítulo 18...................................................................................................... 273
Sinopsis

Quiere ambos lados de su cyborg, el médico Y la bestia.


Un cyborg completamente funcional debe ser equilibrado. Su mitad
máquina y su mitad orgánica deben trabajar juntas para producir al
guerrero perfecto.
Doc no es completamente funcional.
El Modelo G funciona en los dos extremos. Cuando su máquina está en
completo control, es un médico lógico que salva vidas. Una vez que su
parte orgánica queda a cargo, se convierte en una bestia salvaje... y los
seres mueren.
Ambos lados de Doc quieren ser los primeros en reclamar a su hembra.
Allinen es uno de los pocos seres en su pequeño asentamiento que no
nació con un compañero predestinado. Decidida a pertenecer a algún
lugar, ha elaborado un plan para dejar el planeta.
Ese plan no involucra a un enorme macho con ojos de tormenta que
alterna entre la fría seducción y el arrebato fuera de control. Doc no es
su compañero predestinado. Allinen lo sabe. Pero su doble naturaleza y
sus abrazos prohibidos la tientan a olvidarlo siempre y cede a placeres
más inmediatos.
Ninguno de los dos lados de Doc ve su relación como algo temporal. Su
conflictivo cyborg está preparado para luchar contra su familia, su
planeta y la muerte misma para mantenerla...
Capítulo 1

Doc no es completamente funcional.


Un cyborg completamente funcional debe estar perfectamente
equilibrado. Es mitad orgánico, mitad máquina. Las
circunstancias pueden requerir más lógica o más emoción, y
entonces durante ese momento, uno de sus lados toma el
control. Pero ambas partes de un cyborg están siempre
presentes, moderando las acciones una de la otra.
Desde el momento en que fue fabricado, Doc había oscilado
entre los dos extremos. Si su máquina estaba en control, su
lado orgánico estaba en silencio. Si su lado orgánico estaba en
control... los seres morían.
Mientras servía a la Alianza Humanoide, había utilizado ambos
lados. Liberó su parte orgánica durante la batalla, matando a
sus oponentes con un fervor que lo sorprendió, incluso a sí
mismo. Fuera del campo de batalla, su mitad lógica había
estado completamente a cargo. Se convirtió en la máquina fría
que los humanos asumían que eran todos los cyborgs.
Desde que sus hermanos y él escaparon de sus crueles
fabricantes, no había tenido una razón para liberar su mitad
orgánica. El lado mecánico se ajustaba a su papel de Jefe
Médico a bordo de la Reckless, una nave de guerra controlada
por cyborgs. Se esperaba que fuera calmado y racional. Sus
decisiones se basaban en cálculos y ciencia, no en la emoción.
Nadie se dio cuenta de que estaba dañado.
Todo el mundo notaba que el Capitán y Chuckles, el Oficial de
Comunicaciones estaban dañados, y eso hizo que Doc se
sintiera incómodo.
Un cyborg dañado era un cyborg muerto. Había aprendido eso
de la Alianza Humanoide. Algunos de sus hermanos habían
sido dados de baja, asesinados en la mayoría de los casos, de
la manera más dolorosa posible, sólo porque habían
experimentado una pequeña avería.
Doc estaba decidido a reparar los pies despellejados de
Capitán y la rodilla de Chuckles, que no funcionaba bien.
Buscando hacer eso, experimentó en sí mismo.
Hizo una mueca cuando se cortó la cicatriz de su antebrazo
varias veces, con la punta de una de sus dagas. La sangre
brotó a borbotones. Su máquina quedó expuesta, el metal
plateado, reflejaba las luces que brillaban sobre su cabeza.
Queriendo que la prueba fuera exacta, que no fuera
influenciada por entradas adicionales, no se inyectó a sí mismo
con inhibidores de dolor. El dolor que experimentó fue intenso,
pero era manejable.
Gran parte de su vida había pasado en la angustia. La Alianza
Humanoide había disfrutado torturando a los guerreros cyborgs.
El dolor que había sido una constante, se convirtió en algo
normal.
No desencadenó su lado orgánico.
Doc conectó los circuitos de su ahora mutilada carne y dirigió
rayos de energía en la herida auto infligida.
Maldición. Sus labios se aplanaron cuando el dolor se
intensificó.
Una vez, durante la batalla, el enemigo le había clavado una
cuchilla caliente una y otra vez. Ese era el nivel de agonía que
estaba experimentando ahora.
Las puertas de la enfermería se abrieron y cerraron. Doc no
levantó la mirada. Toda su atención se mantuvo centrada en su
tarea. No tuvo que verificar visualmente la identidad del ser.
Podía sentir la presencia de Truth.
—Te haré un diagnóstico en un momento —Le dijo al cyborg.
—Deberías hacerte un diagnóstico a ti mismo, modelo G —
resopló Truth—. Estamos cerca del Khambalia 5 y el Capitán
espera que nos posicionemos en el puente.
—Soy consciente de ese pedido —Doc detuvo el flujo de
energía, removió el circuito y frunció el ceño a su brazo. La
sangre se acumuló a su alrededor—. Fue guardado en mi base
de datos. No hay necesidad de mencionarlo una segunda vez.
Esa parte de él no estaba funcionando mal.
—Nos aproximaremos al planeta dentro de unos momentos y tú
todavía estás aquí. Por eso lo menciono por segunda vez —La
sombra de Truth cayó sobre la herida— ¿Sigues intentando
borrar esa cicatriz que te hiciste?
—Calculé que si estimulaba la carne cicatrizada, mis
nanocibóticos podrían verla como una nueva herida y repararla.
Si era así, entonces podría aplicar el mismo proceso al Capitán
y a Chuckles y reparar sus daños anteriores. Mi proyección
estaba equivocada.
Sus nanocibóticos, la parte de él que reparaba los daños
estaba restaurando la piel levantada. Su cicatriz permanecería.
Truth entrecerró los ojos.
—Si estás haciendo esto por Chuckles, esa bolsa de pernos
gruñona... no se ha quejado para tener una reparación desde
que encontró a su hembra.
—La reparación podría aplicarse también a Capitán —dijo Doc
mientras se envolvía el brazo con un trozo de gasa. Cosa que
habría sido mucho más fácil de lograr si aún tuviera un
asistente.
—El Capitán nunca ha expresado ningún interés en reparar sus
pies —dijo Truth mientras sacudía su cabeza—. Te estás
dañando a ti mismo sin razón alguna.
—El conocimiento siempre tiene un propósito.
Los robots de limpieza salieron de los compartimentos de las
paredes y se precipitaron, absorbiendo la sangre y limpiando
las baldosas del suelo.
—Y no es necesario que expresen interés. Todo cyborg quiere
ser completamente funcional.
—Dile al Capitán que no es completamente funcional, modelo
G y tu próximo experimento será determinar cuánto tiempo
puedes sobrevivir después de ser arrojado a la intemperie en el
espacio.
Sonrió Truth.
El guerrero tenía razón. El Capitán no se tomaría bien esa
insinuación.
—Ningún ser lógico cuestionaría que el Capitán o Chuckles no
pueden desempeñar sus funciones —Doc reemplazó su
armadura corporal y bajó la manga de su chaqueta blanca de
médico—. Ambos sobresalen en ellas.
—Ambos también tienen hembras —El tono de Truth estaba
lleno de envidia.
Un guerrero cyborg era genéticamente compatible con un solo
ser. Muchos de ellos... nunca encontrarían a sus hembras.
—No hay correlación entre tener hembras y estar
permanentemente... dañado —Doc lo sabía. No había
encontrado ninguna mujer para él en la base de datos de
combinaciones y estaba dañado permanentemente. No es que
nadie fuera consciente de eso. Lo mantenía oculto.
—¿Estás seguro de esa hipótesis? —Truth le levantó las cejas.
—Estoy 99.6932 por ciento seguro —Doc agarró su mochila
negra de médico. Desde que había escapado de la Alianza
Humanoide, nunca iba a ninguna parte sin ella.
—¿Entonces no debo dañarme permanentemente para tratar
de conseguir una hembra? —Truth le seguía el ritmo mientras
caminaban por los pasillos—. Porque yo estaba considerando
hacer eso.
El modelo D nunca hablaba en serio.
—Si haces eso, tendré que añadirte a mi lista de seres a
reparar —Doc se aseguraba que aquellos a quienes
consideraba su responsabilidad, fueran completamente
funcionales, ese era su trabajo, uno que se enorgullecía de
llevar a cabo.
Entraron en el puente. El resto de la tripulación principal ya
estaba allí. El Capitán ignoraba el espacio. Su hembra estaba
sentada en su regazo.
Su descendiente cyborg, Future, estaba desaparecido. Doc
proyectó una probabilidad del 98,6958 por ciento de que el
hombre estuviera entrenando. El Capitán no permitiría que
Future participase en las misiones hasta que sus habilidades
fueran perfeccionadas y el recién fabricado macho estaba
decidido a probarse a sí mismo ante su padre.
La hembra de Chuckles, el otro no-cyborg a bordo de la nave,
también estaba presente y era imposible de ignorar. Estaba
vestida con un traje de piloto de color rosa brillante que
combinaba con pelo del mismo color y compartía su silla con su
guerrero.
Las dos hembras humanas agregaban complejidad a los
deberes de Doc. Eran más frágiles que los cyborgs, requerían
más mantenimiento.
Las escaneó con una mano mientras que se afirmaba en su
silla habitual. Sus especificaciones eran normales. Para ser
minucioso, tomó las lecturas para el resto de los ocupantes.
Chuckles lo miró fijamente. El modelo D era sensible acerca de
sus daños, se resistía a los diagnósticos regulares que Capitán
había insistido en programar.
Dissent, el modelo J de apariencia humana, frunció el ceño.
Habiendo sido recientemente liberado, no estaba
acostumbrado a tener un médico.
North, el segundo al mando del capitán, tenía la cabeza
inclinada sobre la pantalla del monitor incrustada en la consola.
El macho estaba concentrado en su trabajo.
Truth extendió sus brazos como si buscara darle a Doc más de
él para escanear.
—Truth, disminuye nuestra velocidad mientras orbitamos el
planeta —El Capitán no encontraba divertidas las payasadas
del macho—. North, realiza escaneos de formas de vida y otras
lecturas.
Una imagen ampliada de Khambalia 5 estaba en la pantalla
principal. El planeta era pequeño, consistía principalmente en
agua. La única masa de tierra detectable estaba cubierta con
nubes.
—Las primeras lecturas indican un alto nivel de toxinas en el
aire, Capitán —North mostró esa información en la pantalla
principal.
Doc la estudió, comparando las lecturas con la información de
sus bases de datos.
—Esta dentro de los límites aceptables para los cyborgs —
Habían sido fabricados para tolerar toxinas—. La exposición
prolongada causará daños en los humanos.
—No hay humanos a bordo del Reckless —dijo la hembra de
Chuckles levantando la barbilla.
Chuckles frunció el ceño.
—¿Los hay, señor? —miró desafiantemente a su guerrero—.
Dijiste que ya no era humana.
Chuckles tenía razón. Las dos hembras llevaban los
nanocibóticos de sus guerreros.
Eso las hacía no humanas.
—No hay especificaciones sobre los efectos de las toxinas en
las hembras de los cyborgs, Capitán —Doc se vio obligado a
admitir su falta de conocimiento sobre ese nuevo grupo de
seres—. Calculo con una precisión del 56,0258 por ciento que
el rango aceptable debería ser mayor que el de un humano,
pero se requieren pruebas para confirmarlo.
—No probaremos los efectos de las toxinas en ninguna de las
hembras de los guerreros —El Capitán limitó severamente su
recopilación de información—. Nuestras hembras se quedarán
a bordo de la Reckless.
El labio inferior de la hembra de Chuckles se frunció.
En contraste, Chuckles parecía satisfecho con esa decisión.
Doc tocó su pantalla privada y aplicó una sección de sus
procesadores al reto de determinar los niveles de toxicidad
aceptables en las hembras de los guerreros sin probar las
toxinas en ellas.
—Estoy reenviando toda la información a la que pude acceder
sobre Khambalia 5.
Dissent transmitió los datos.
Doc lo escaneó a velocidad cyborg. Parecía ser mayormente
anecdótico y en gran parte, parecía ilógico. No había nada
sobre la población humana o humanoide local.
—Vegetación que derrite la piel, depredadores invisibles de
cuatro patas con ojos brillantes y colmillos venenosos, chorros
de lava que salen disparados del suelo y destruyen naves.
Truth sonrió.
—Ya amo este planeta.
Los procesadores del Modelo D debían estar funcionando mal.
Ningún ser lógico podría amar un planeta como este. Pero Doc
nunca había sido capaz de localizar defectos en ninguno de los
diagnósticos de Truth.
—Los humanos se asustan fácilmente —Chuckles se encogió
de hombros.
—Podría haber alguna lógica detrás de su miedo. Este es el
primer escaneo de forma de vida.
North mostró una imagen aplanada del planeta.
Un grupo de 467 humanoides estaba situado en una de las
zonas. También había varios grupos pequeños de seres
dispersos en la masa de tierra. Algunos eran humanos. La
mayoría eran humanoides.
—Este es el segundo escaneo de forma de vida —North
compartió otra imagen.
Otra gran concentración apareció. Muchos de los pequeños
grupos se habían ido.
—Si esperamos, no tendremos ninguna información genética
que recolectar —Chuckles acercó a su hembra contra su
cuerpo—. Todos estarán muertos.
—El grupo grande permanecerá —El Capitán estudió la
pantalla principal—. Sus números son constantes.
El Capitán había recibido órdenes de Power, el líder del
Consejo Cyborg.
La tripulación del Reckless y él debían reunir información sobre
los planetas con vida en el sector controlado por los cyborgs.
Power esperaba que el Capitán transmitiera esos datos dentro
de sesenta y dos rotaciones de planetas.
—Escanear un grupo de ese tamaño debería tomar menos de
un turno, Capitán —Le aseguró Doc a su líder.
La tripulación del Reckless nunca había fallado en una misión.
Y no fallarían en esta. Los sensores táctiles que había
desarrollado en sus dedos y él se asegurarían de que no lo
hicieran.
—Tenemos sesenta y dos rotaciones de planeta —Capitán no
se movió en ese plazo.
—No pondremos en peligro a los guerreros para completar la
tarea antes de tiempo —miró a Doc— ¿Los sensores táctiles
funcionan?
Doc inclinó la cabeza.
—Los he probado —Los sensores se asemejaban a una fina
capa de piel, fueron diseñados para fijarse a las puntas de los
dedos de un cyborg y tenían la capacidad de reunir grandes
cantidades de información genética y biológica sobre cualquier
ser que el guerrero tocara.
—Los ha probado en sí mismo —El tono de Truth era seco.
—Esas pruebas fueron en situaciones controladas —Doc
ignoró al modelo D—. Tal vez podrían ser necesarias algunas
modificaciones una vez que estemos en el campo.
—Entonces tú liderarás el equipo —El Capitán hizo esa
afirmación.
Doc había esperado que se le asignara el papel de jefe de
equipo. Estaban recogiendo especificaciones sobre los seres
vivos. Como Jefe Médico, era el que tenía la mayor experiencia
para realizar esa tarea.
La perspectiva de explorar un planeta desconocido,
enfrentando el peligro y desafíos extremos, lo llenó de
ansiedad. Había elegido intencionadamente una nave basada
en ese rol, buscando controlar sus impulsos, intentando
mantener su parte orgánica... restringida.
Con esta asignación, ese amortiguador le sería quitado.
Podría haber sustancias en este planeta que nadie haya
encontrado todavía. Truth le había transmitido ese mensaje a
través de una línea privada. Piensa en los experimentos que
podrías realizar utilizándolos, Modelo G.
Esa sugerencia era más válida de lo que el Modelo D creía.
Si Doc se centraba en la recolección de esas sustancias en
futuros experimentos y en la investigación en esta misión,
debería ser capaz de completarla sin repercusiones negativas.
—Dirigiré el equipo —Doc aceptó la responsabilidad.
Sí. Lo animó Truth a través de la línea de transmisión.
El Capitán asintió, pareciendo satisfecho con la respuesta de
Doc.
—Serás acompañado por otros dos guerreros.
Oh. Escógeme. Escógeme. La transmisión de Truth burbujeaba
con excitación.
—Si los humanoides del grupo grande se parecen a los
humanos, tener un modelo J en la fiesta podría tranquilizarlos
—Los modelos J eran los cyborgs más parecidos a los
humanos a bordo de la nave de guerra—. Elijo a Dissent.
Deliberadamente eligió a su número dos primero.
—Y a...
Y a mí. Truth era implacable. Te cubro la espalda, Modelo G
¿No te recordé sobre este informe?
Soy un cyborg. No necesito que me recuerden... nada. Pero el
macho siempre había cuidado sus espaldas...y eso podría ser
necesario en esta misión.
—Truth es hábil con comunicaciones.
Chuckles, el Oficial de Comunicaciones, se quejó manifestando
su desacuerdo.
Sí. Truth se alegró de nuevo. Esto va a ser muy divertido.

*****

Un turno más tarde, el modelo D ya se estaba divirtiendo. Doc,


sin embargo, estaba molesto.
Habían sido lanzados a la superficie de Khambalia 5, sus
sistemas se ajustaron inmediatamente a las altas temperaturas
del planeta y a las toxinas del aire.
La lanzadera había regresado a la Reckless.
No habían encontrado un lugar seguro para que aterrizara. Muy
poca de la masa de tierra era estable, su corteza fragmentada
cambiaba constantemente. Y algunos de los locales eran
hostiles. Su llegada había atraído a una manada de criaturas
de cuatro patas.
Las bestias los rodearon, gruñendo y rugiendo. La saliva
goteaba de sus hocicos.
Una niebla se cernía sobre el terreno, creando una neblina
sobre sus alrededores. El gris de los ojos y el pelo de los
depredadores se mimetizaban con el entorno.
Las criaturas tenían garras afiladas en todas sus patas y largos
dientes caninos. Y eran rápidos. Sus movimientos eran
indetectables para los ojos humanos.
Sin embargo, Doc y sus dos compañeros eran cyborgs. Podían
rastrear bestias y fácilmente podrían evitar los dientes y las
garras.
Eso llevaría tiempo y Doc prefería concentrarse en su misión.
—Déjenos en paz —Se comunicó con las bestias en su idioma,
emitiendo un aluvión de ladridos cortos—. Y no le causaremos
ningún daño.
No te creerán. Afirmó Dissent con una proyección a través de
su transmisión. Fuimos fabricados para infligir daño a otros.
Los parámetros de esta misión restringen el daño que podemos
causar. Doc le recordó al Modelo J.
El Capitán los había autorizado a igualar, pero sin exceder, los
niveles de agresión de los locales. Podrían infligir daño sólo si
los seres intentaban infligirles un daño primero.
Las bestias no conocen nuestros parámetros. Los ojos de Truth
brillaban con anticipación. No nos creerán cuando digamos que
no les haremos daño y nos atacarán. Entonces podemos luchar.
—Huele bien —Una de las bestias levantó su hocico—.
Alimento.
—No somos alimento —Doc cortó el aire con sus manos,
buscando disuadir a sus oponentes—. No puedes consumirnos.
—Alimento —Otra bestia desnudó sus dientes—. Alimento.
Toda la manada repitió esa palabra. Doc sofocó un suspiro.
Las bestias no tenían la capacidad de procesamiento para
verlos como cualquier otra cosa que no fuera una presa.
Distráiganlos mientras analizo la vegetación. Les dio esa
instrucción a sus dos hermanos. No acaben con sus vidas.
Sí. Truth sonrió. El guerrero estaba ansioso por luchar.
Incluso el normalmente solemne Dissent parecía satisfecho con
esas órdenes, el Modelo J se reposicionó para proteger la
espalda de Doc.
Las bestias atacaron. Dissent y Truth evitaron a la mayoría de
ellos, disfrutando de golpearlos en la dirección de la que venían.
Doc se agachó, para tomar una lectura del suelo. Este suelo
era tan tóxico como el resto del planeta. Su temperatura era
alta.
Una bestia se le acercó por el costado. Se agachó, enrollando
su cuerpo, y saltó. Sin levantar la vista de su mano, Doc le dio
un puñetazo en la nariz, que lo hizo volar hacia atrás y lo
estrelló contra un árbol, donde cayó al suelo lloriqueando.
Doc almacenó la información genética que había tomado del
breve contacto en su base de datos. Las bestias tenían toxinas
incorporadas en el pelaje.
¿Han tomado muestras de su saliva? Les preguntó a sus
hermanos.
No la he probado todavía. Truth, ese guerrero disfuncional, se
deshizo de su armadura. Ven a buscarme. Agitó sus brazos.
Una bestia mordió el anzuelo, saltando. Sus mandíbulas se
agarraron al brazo derecho del modelo D.
Lo tengo. Sonrió Truth. Transmitiendo la información.
Sacudió a la bestia. La sangre brotó de las heridas del guerrero.
Era un daño menor, se repararía por sí solo. Doc se concentró
en los datos.
La saliva era extremadamente venenosa, mataría a un humano.
Estoy tomando una muestra de sangre. Dijo Dissent,
extrayendo sus dagas de las vainas de su armadura corporal.
Las bestias atacaron, fueron empujadas, se recuperaban
atacaban nuevamente, fueron empujadas otra vez, y se volvían
a recuperar. El asalto constante retrasó la evaluación del
terreno por parte de Doc.
Incluso un humano ya habría procesado la inutilidad de sus
acciones. Refunfuñó mientras tomaba una muestra de la
corteza de un árbol.
Los humanos no son tan divertidos como estas criaturas. Dijo
Truth y atrapó dos bestias por el cuello, les golpeó el cráneo y
los arrojó sobre sus hombros.
—Bolsas de lava —Dissent empujó a Doc hacia adelante.
El calor le quemó la espalda cuando la roca fundida se disparó
al aire. Las bolsas de lava fueron una de las razones por las
que la nave que los transportaba no había aterrizado.
¿Sientes algún efecto secundario de haber sido mordido? Doc
escaneó a Truth.
Las especificaciones del guerrero estaban dentro del rango
normal. Sus nanocibóticos habían neutralizado el veneno en la
saliva de la bestia.
Mis procesadores dicen que no estoy experimentando ningún
efecto secundario. Truth aplastó a una bestia arrojándola lejos
de él. Pero deben estar funcionando mal. Nunca he sentido
esta fuerza.
El macho podría simplemente estar siendo zumbado por el
veneno de las bestias o podría estar afectado por las toxinas
del aire o impactado por una serie de otros factores.
Necesitando sus manos libres, Doc colgó su paquete médico
en una rama de un árbol. Los árboles crecían en el suelo más
estable, ese terreno no estaba afectado por bolsas de lava.
Una bestia lo atacó. La golpeó más fuerte de lo que había
golpeado a los otros miembros de la manada.
La criatura se estrelló contra una roca y se quedó sin fuerzas.
Continuó respirando, viviría, pero no le molestaría por algún
tiempo.
Eso era algo bueno para la misión y para Doc también. Con
cada violenta confrontación, su lado orgánico emergía cada vez
más, buscando tomar el control completo, para eliminar todas
las amenazas.
No tenía su chaqueta blanca para combatir las emociones
turbulentas dentro de él, para recordarle por qué necesitaba
que su lado mecánico estuviera al mando. Ese símbolo de su
función médica era demasiado visible para llevarlo puesto en
un planeta hostil, podía provocar enemigos potenciales para él
y su pequeño equipo.
Pero sin su chaqueta blanca, se parecía al guerrero que una
vez fue. Vestido con una armadura corporal negra y botas, sus
protecciones y las fundas de su ropa llena de armas, estaba
equipado para herir, para matar.
Para liberar la parte primitiva de sí mismo.
Buscando evitar que eso ocurriera, Doc escaneó el árbol
cercano, enfocándose en esos hallazgos, en esas
especificaciones. Derivó fórmulas en sus procesadores, realizó
cálculos, determinó probabilidades.
Eso complacía a su máquina, y aburría a parte orgánica.
Este enfoque es ilógico. Dissent golpeó a las bestias que lo
rodeaban con sus dagas. Si matamos a las bestias, no volverán.
Podríamos...
—Peligro —Una de las bestias en el borde de la manada gritó
esa advertencia
El resto de las criaturas de cuatro patas corrieron a toda
velocidad en la dirección opuesta, sus colas metidas entre sus
patas traseras, sus cabezas hacia abajo.
Doc, Dissent y Truth se miraron el uno al otro.
¿Qué podría ser más peligroso que las bolsas de lava y las
bestias venenosas? Dissent frunció el ceño.
Pronto lo descubriremos. La sonrisa de Truth se extendió
mientras se ponía su armadura corporal. Yo amo... este planeta.
Doc no sentía ningún amor por Khambalia 5.
Quería centrarse en su misión, en el descubrimiento científico,
no en las amenazas ni en situaciones que provocaran la parte
inestable y emocional de sí mismo.
Ocúpense del nuevo peligro. Doc delegó esa tarea en Truth y
Dissent. Yo estaré... reuniendo la información que necesitamos.
Ignoraría todo y a todos los demás.
Capítulo 2

Allinen estaba sentada en la rama superior de su árbol cuando


el hogar volador pasó sobre el asentamiento. Si hubiera
parpadeado, se lo habría perdido. Nunca había visto algo que
se moviera tan rápido.
El hogar volador había hecho un sonido más fuerte que el
gruñido de un Paha. Su exterior la había deslumbrado. La luz,
lo poco que se filtraba a través de las nubes, se reflejaba en las
paredes grises y brillantes del hogar volador.
La estructura era extraña y poderosa, y su apariencia le trajo
esperanza.
Otros hogares voladores habían llegado a su planeta en el
pasado. Los seres que venían en ellos no habían permanecido
con vida lo suficiente para que se pusiera en contacto con ellos.
Este hogar volador era diferente. Tal vez los seres dentro de él
serían diferentes también. Tal vez, esta era la oportunidad que
había estado esperando.
Rastrearía el hogar volador hasta su lugar de aterrizaje, se
comunicaría con los seres de su interior, aprendería más sobre
su cultura y sus costumbres.
Cuando llegara el momento, cuando su sobrina residiera
felizmente en su propio domicilio, tuviera su propia familia y ya
no la necesitara, Allinen estaría preparada para dejar el
planeta... para siempre.
Tendría el conocimiento para negociar con un futuro grupo de
forasteros, tendría habilidades que podría ofrecerles a cambio
de un transporte. Podrían llevarla a donde sea que fueran.
Podría pertenecer a ese lugar desconocido, podría encontrar la
felicidad allí.
Era necesario un ligero retraso en la ejecución de su plan. Los
guardias estaban siempre extra vigilantes después de que un
hogar volador pasaba. Si se fuera ahora, podrían verla,
detenerla, adivinar a dónde iba.
Eso sería desastroso. Asociarse con extraños estaba prohibido.
Allinen se obligó a esperar, a reprimir su imprudencia y a ser
paciente.
Su mirada se dirigió a una reunión en un espacio abierto
debajo de ella. Era una de las muchas celebraciones de
apareamiento, un medio para que las parejas aún no unidas, se
familiarizaran unos con otros y para que las parejas apareadas
se deleitaran con su estatus.
Charlaban y se reían. Se consumían alimentos y bebidas. Un
joven macho Khambalian le dio a su pareja, igualmente joven,
un muñeco tallado en madera.
La cara de la chica se volvió de oro oscuro. Su boca se movió.
Sostenía el regalo sobre su pecho. Los dos sabían, desde su
nacimiento, que estaban hechos el uno para el otro. Cuando
alcanzaran dieciocho ciclos solares, se unirían.
Allinen sabía desde su nacimiento que estaba destinada a
estar sola. Sólo había un asentamiento en el planeta y su
pareja no había sido encontrada en él.
Incapaz de quedarse más tiempo, sin querer ver a otros
experimentar esa sensación de pertenencia que le estaba
negada, se bajó del árbol saltando desde la rama más baja al
suelo. Sus pies desnudos golpearon contra la superficie, sus
dedos extendiéndose en la tierra compactada.
La emoción burbujeaba dentro de ella. La aventura la esperaba.
Entonces vio quién se acercaba a ella y parte de su entusiasmo
desapareció. Aplacó su frustración y esperó la confrontación.
Y sería una confrontación.
Cuando eran niñas, Allinen había considerado a su hermana
menor como su mejor amiga. Habían sido inseparables, las dos
siempre juntas, riéndose y bromeando.
Pero Sisko tenía un compañero y ella no.
Esa diferencia entre ellas, pequeña al principio, se hizo cada
vez mayor. Ahora... parecía que sólo veía a su hermana
cuando había hecho algo malo.
Allinen forzó una sonrisa.
—Esto es una sorpresa.
—Claramente es una sorpresa —Sisko le echó una mirada
crítica—. Tienes una ramita en tu pelo —Sonaba como su
difunta madre.
Allinen se arrancó los ofensivos restos de su cabello.
Su madre también la había desaprobado constantemente,
culpando a sus muchas deficiencias y no a la crueldad del
destino por su desafortunado estado de no apareamiento.
Hubo un tiempo en el que Allinen se había creído esa mentira,
había tratado de cambiar, tratando de encajar, de pertenecer...
Algo que quería hacer desesperadamente.
Ahora que tenía más ciclos solares, se dio cuenta de que era
imposible. La sociedad Khambalian estaba diseñada en torno a
las parejas, no tenía ningún papel en ella para los seres no
emparejados.
Y nunca tendría un lugar para ella. Su clase valoraba la
conformidad y la tradición. Nadie cambiaría nunca las rígidas
reglas establecidas para incluirla.
Siempre sería excluida.
—Una hembra desaliñada avergüenza a su pareja —Sisko
recitó ese reiterativo consejo. Ambas lo habían escuchado cien
veces o más de su madre.
—No tengo a nadie a quien avergonzar —Allinen enfrentó la
mirada de su hermana directamente—. No tengo pareja.
Su respuesta contundente dejó a su hermana sin palabras por
un par de segundos, una hazaña que Allinen no había creído
posible.
—Le das un mal ejemplo a Vauva —Sisko volvió al argumento
que a menudo utilizaba—. Mi hija tiene una pareja a la que
avergonzar.
Allinen amaba a su sobrina, nunca haría nada que la
perjudicara.
—Su compañero tiene nueve ciclos solares —Tenía un ciclo
solar más que Vauva—. Es un niño. Dudo que perciba el pelo
desordenado como una fuente de vergüenza.
—Hablas como si tuvieras conocimiento sobre los compañeros,
o sobre los niños —Su hermana resopló—. No sabes nada.
Allinen puede que no supiera nada sobre niños o parejas, pero
conocía a su sobrina. Prefería compartir sus rotaciones de
planetas con su tía y eso molestaba a Sisko.
Si le molestaba demasiado, le prohibiría a Allinen ver a Vauva y
eso sería devastador para ambas. Apreciaban el tiempo que
pasaban juntas. Tenía que andar con cuidado.
—Me esforzaré por mantener mi cabello ordenado en el futuro.
—Podía oír tus pies golpeando el suelo desde cinco domicilios
de distancia —Su pelo no era la única cosa que su hermana
encontraba defectuosa—. Andas por ahí como un forastero.
La información de su hermana sobre los forasteros era limitada.
La interacción con ellos estaba prohibida y Sisko siempre
seguía las reglas. Se enorgullecía de ser la perfecta
Khambalian.
Allinen estaba lejos de ser perfecta, pero podía aparentar de
serlo si eso significaba estar con su sobrina.
—Me esforzaré por ser más agraciada —dijo agachando la
cabeza.
—Lanko me dice que cada vez se ven más y más forasteros en
las cercanías —Finalmente, su hermana había llegado al punto
de su visita—. Vauva no debe dejar el asentamiento a menos
que Lanko o yo la acompañemos.
Dientes de Paha. Allinen se tragó una maldición. Sisko debía
haberse enterado de alguna manera de sus viajes fuera del
asentamiento.
—Nunca la pondría en peligro —Cambiaría su vida por la de
Vauva en un abrir y cerrar de ojos. Su hermana debería saber
eso.
—Dejaste el asentamiento con ella —La acusación afiló la voz
de su hermana.
—Estaba planeando dejar el asentamiento por sí misma —Esa
no había sido la primera aventura en solitario de su sobrina. La
chica estaba tan fascinada por los forasteros como lo estaba
ella misma—. Creí que era mejor si la acompañaba. Nunca
estuvo fuera de mi vista.
Se había asegurado de que su sobrina no se aventurara
demasiado cerca de los forasteros, no la había puesto en
peligro.
—Vauva no abandonaría el asentamiento por su cuenta —
Sisko se burló—. A diferencia de ti, sigue las reglas
establecidas.
Allinen miró fijamente a su hermana. Vauva era más rebelde de
lo que su tía había sido nunca. La chica había dejado el
asentamiento por su cuenta en el pasado.
Pero esa revelación había sido transmitida en confianza.
Allinen no podía compartir eso con su hermana. No traicionaría
la confianza de su sobrina.
—Vauva está interesada en el mundo fuera del perímetro del
asentamiento —Más y más refugios voladores aterrizaban
cerca de ellos. Eran imposibles de ignorar para cualquiera,
especialmente para alguien joven y brillante y lleno de
curiosidad—. Si alguien no lo exploraba con ella, se aventuraría
a hacerlo sola.
—No, no lo hará —La mandíbula de Sisko se salió de su sitio—
No la conoces. Y, aunque la conocieras, lo cual no es así, esta
no es tu decisión. Es mi hija y o aceptas no dejar el
asentamiento con ella o...
O no volvería a ver a su sobrina. Su hermana no tenía que
repetirle la amenaza. Colgaba entre ellas como un arma,
palpable y afilada. Sisko se equivocaba con Vauva, pero
Allinen no tenía elección, no si quería volver a ver a la chica.
—No dejaré el asentamiento con Vauva. Tienes mi juramento.
Su hermana entrecerró los ojos, pero no se echó atrás. Sabía
que no debía cuestionar la palabra de Allinen.
—Tu ropa está deshilachada.
Tras emitir esa última crítica, Sisko se dio la vuelta y se marchó.
Allinen la miró, extrañando a la hermana menor a la que una
vez había adorado. Supuso que el cambio fue inevitable. Sisko
siempre había sido... hipersensible a las opiniones de los
demás. Las críticas de su madre la habían herido mucho.
Y eso se intensificó una vez que su hermana se unió a su
pareja. Lanko era a menudo visto por los demás como el
ejemplo de lo que un macho Khambalian debería ser... y él...
era muy consciente de ello.
Odiaba a Allinen, apenas toleraba su aspecto desordenado, sin
pareja, imperfecta. Y se lo hizo saber a todo el mundo, incluida
Sisko.
Una fuerza golpeó contra el lado de Allinen, y casi la derriba.
—Ese es el hogar volador más increíble que he visto en mi vida.
Su sobrina le sonrió, sus ojos pálidos y dorados brillando de
emoción.
—Debes haberlo visto... Lo he visto, tía Allinen. Voló sobre
nosotros —Sus esbeltos brazos se elevaron hacia el cielo. Su
voz se iluminó con entusiasmo—. Era tan rápido.
Había sido rápido.
—Lo vi, pero...
—Apuesto a que estos forasteros tienen más de dos brazos —
La chica bailó a su alrededor—. Deben tener manos
adicionales para manejarlo. Cuando pasó sobre mí, yo casi me
caigo de mi árbol.
Las nubes superiores. Amaba a su sobrina.
—Tu madre no va a estar feliz por eso.
—No está feliz por nada —Vauva puso los ojos en blanco—
Vamos, tía —tiró del brazo de Allinen—. Quiero ver a los
forasteros antes de que se los coman los Pahas.
Allinen no se movió. No podía.
—Le prometí a tu madre que no me iría del asentamiento
contigo.
—Dijo que te obligaría a hacer eso —Eso le valió otro giro de
ojos de sobrina— No te preocupes. No se lo diré —Su sobrina
tiró de su brazo otra vez—. Nosotras tenemos que ir a ver este
hogar volador
Allinen vería el hogar volador, pero estaría sola cuando lo
hiciera.
—Si quieres verlo, pídele a tu madre que te lleve.
—No me llevará a verlo —El tono de Vauva daba a entender
que Allinen debería saberlo—. Tiene miedo de los forasteros.
—Tu madre tiene una razón para estar asustada —giró a su
sobrina y la apartó de la dirección del hogar volador— Los
forasteros son peligrosos. Han matado a los nuestros en el
pasado.
Los ancianos les habían contado historias sobre viciosos
ataques de forasteros, diciéndoles que eran seres que mataban
por deporte, disfrutando del final de la vida.
—No nos matarán —Vauva levantó su barbilla—. Somos
demasiado buenos en escondernos de ellos.
Allinen sospechaba que el peligro era parte del encanto para su
sobrina.
—El mejor el lugar para esconderse de ellos es en tu hogar —
El asentamiento estaba rodeado por guardias. Nadie dañaría a
su sobrina dentro de sus perímetros—. Tu madre está
esperando verte allí —empujó a la chica hacia adelante.
—Pero el hogar volador...
—Espera verte allí. Ahora.
Allinen hizo énfasis en el momento.
Su sobrina la miró por encima del hombro.
Allinen miró a la niña. Ceder no era una opción.
Si dejaba el asentamiento con la pequeña, Sisko se enteraría y
Allinen nunca vería a Vauva... otra vez.
—No eres divertida —Su sobrina hizo pucheros.
—Es una carga que tendré que soportar —Los labios de Allinen
se movieron—. Vete a casa, Vauva—.
—Me voy —La chica se alejó pisando fuerte—, pero no voy a ir
a casa.
Mientras no dejara la protección del asentamiento, Allinen no le
importaba dónde fuera. No había peligros dentro de la pequeña
comunidad.
Esperó, vigilando a su sobrina. La chica giró a la derecha,
alejándose del lugar que solían utilizar para salir del
asentamiento.
No había nada en esa dirección de lo que nadie tuviera que
preocuparse. Su sobrina probablemente iba al hogar de algún
amigo para enfurecerse por las madres sobreprotectoras y las
tías no divertidas.
Mientras Vauva hacía eso, Allinen rastrearía el hogar volador.
Caminó hacia el perímetro. No había muros alrededor del
asentamiento, sólo Khambalians posicionados entre los árboles,
asegurando que sus límites permanecieran iluminados.
El planeta estaba constantemente cubierto de nubes. Las
criaturas estaban acostumbradas a espacios oscuros y poco
iluminados. La luz que los Khambalians irradiaban
naturalmente, los asustaba.
Había otros peligros en el planeta. Habiendo vivido toda su vida
en Khambalia 5, Allinen sabía cómo evitar las bolsas de lava,
las espinas mortales en el árbol tappaminen, las ampollas en
los pies por las rocas de antaa potkut.
También estaba familiarizada con el terreno. Sólo había una
parcela de tierra donde un forastero podría considerar el
aterrizaje de un hogar volador sobre ella, y la estructura
voladora había tomado esa dirección.
Sería un error permanecer en esa parcela durante mucho
tiempo. Pero tal vez llegaría antes de que una bolsa de lava
hiciera un agujero en el hogar volador.
Tal vez los seres le agradecerían su advertencia. Tal vez le
enseñaran habilidades y conocimientos que los otros de su
clase valorarían.
Aprendería de ellos. Cuando se fueran... o murieran... Eso
sería lo más probable, se basaría en esas habilidades, para
añadirlas a su conocimiento.
Cuando llegara el momento de irse, tendría algo por lo que
cambiar su pasaje. Su paso se aligeró.
Una manada de pahas se acercó a ella. Sus pelajes grises
estaban manchados de sangre y humedad. Parecía que habían
librado una batalla feroz. No se pelearían con ella. Abrió las
piernas y extendió los brazos hacia ambos lados, haciéndose
tan grande y visible como era posible.
La luz que brillaba de su forma los asustó. Las bestias se
desviaron a la derecha, evitando una confrontación con ella
¿Habían evitado a los forasteros también o esos seres estaban
ahora muertos?
Basándose en su observación anterior, los forasteros eran más
lentos que los pahas y no tenía ninguna luz procedente de ellos
como defensa. Las bestias habrían matado y comido a muchos
de ellos, esparciendo los huesos y pertenencias de los
forasteros por el terreno.
Observó los restos mientras se acercaba al punto de aterrizaje
más probable. El suelo no mostraba signos de confrontación.
Los forasteros podrían no haber aterrizado en el planeta. Su
hogar volador era enorme. Ya debería haberlo visto.
Mientras ese pensamiento cruzaba su mente, detectó un
movimiento en el horizonte. Disminuyó su velocidad y bajó su
postura, arrastrándose cautelosamente hacia adelante.
Había un ser de pie, junto a un árbol. Su cabeza estaba
inclinada sobre un objeto que estaba sostenido en sus manos.
Tenía el mismo número de miembros que los de su clase, tenía
las partes del cuerpo en los mismos lugares, pero ahí es donde
terminaban las similitudes.
Su pelo era negro y absorbía la luz, no la emitía. Estaba
cortado sin piedad, tan corto como para revelar orejas
redondeadas, no puntiagudas. Su piel era tan gris como el
pelaje de un paha y sin embargo estaba limpia y lisa. El color
de sus ojos era indetectable pero definitivamente no eran
dorados como lo eran los suyos.
Su diferencia más sorprendente, sin embargo, era su tamaño.
El macho era enorme.
Allinen se pasó las manos por el pelo, alisando las hebras y
extrayendo cualquier resto de ella, mientras se maravillaba de
la poderosa presencia del macho.
Los forasteros eran normalmente más bajos que los machos
Khambalians. Este ser era más alto. Sus hombros eran anchos,
sus caderas estrechas, sus muslos gruesos. Tenía músculos
en exceso, estaba construido como una bestia.
Los pezones de Allinen se tensaron. Su cuerpo primitivo no
debería atraerla. Esta no era la versión de belleza de los de su
clase. Sin embargo, le interesaba. Mucho.
Presionó su cuerpo contra el suelo. No era el terreno de las
rocas antaa potkut... pero el forastero no lo sabría. Podría ver
su brillo y creer que provenían de una de esas formaciones.
Quería observarlo sigilosamente.
Y había mucho que observar. El macho llevaba una prenda
negra que le cubría todo el cuerpo. Y tenía decoraciones con
trozos de gris brillante.
Levantó la mano y sacó un enorme paquete negro de la rama
de un árbol, y luego se colgó la bolsa sobre uno de sus
hombros. Debía de pesar muy poco, a pesar de su tamaño, ya
que la manejó con facilidad.
Los pies del macho estaban cubiertos con un tipo diferente de
tela negra. De pronto se preparó como si esperara ser atacado.
Eso era prudente. Muchas criaturas del planeta buscarían
hacerle daño. Su mirada volvió a su cara. No era hermoso, no
como los machos en su asentamiento, pero había fuerza en su
rostro y determinación en su mandíbula cuadrada.
A ella también le gustaba eso. Demasiado.
Levantó su cabeza, la giró. Dirigiéndola hacia donde
aparecieron otros dos machos. Uno era gris como él, tenía el
pelo negro, sonreía, y sus brillantes ojos azules brillaban a
través de la niebla.
El otro tenía la piel dorada, el pelo castaño, y una expresión
solemne. Sus ojos se abrieron de par en par. El macho de pelo
castaño sostenía un miljoonasuut. Su excitación se convirtió en
miedo... por los tres machos, pero especialmente por el primero,
el macho que lleva la mochila negra.
Los miljoonasuuts eran extremadamente peligrosos. Estaban
equipados con cientos de bocas en su parte inferior. Cada una
de esas bocas estaba llena de dientes afilados. Una vez vio a
un miljoonasuut devorar una manada entera de pahas en tan
solo un momento y había temido por su propia vida.
Las criaturas solitarias no solían atacar a los de su clase.
Estaban acostumbrados a la penumbra, no le gustaba la luz
que irradiaban los Khambalians, pero nadie arriesgaba su vida
para acercarse a ellos.
Todos los seres vivos del planeta se esforzaban por poner una
distancia segura entre ellos mismos y los miljoonasuuts.
Sin embargo, el forastero de pelo castaño lo sostenía a poca
distancia delante de él, tratándolo como si fuera una roca
interesante que hubiera descubierto.
Ese manejo casual, había hecho que la enorme criatura tubular
se enojara aún más de lo habitual. Sus miles de patas se
retorcían. Sus antenas se movían. Su duro exoesqueleto
segmentado se sacudía.
El forastero de pelo marrón no sería capaz de contener sus
movimientos por mucho más tiempo. Ningún ser era tan fuerte.
Cuando dejara caer al miljoonasuut, la criatura devoraría a los
tres machos, dejando nada más que huesos y ese objeto que
el macho con la mochila negra estaba cargando.
Dientes de Paha. Sacudió la cabeza. Estos forasteros no le
proporcionarían ninguna oportunidad de salir de Khambalia 5.
Pronto estarían muertos.
Capítulo 3

Estamos siendo observados y no muy sigilosamente. Truth


transmitió esa información con una sonrisa ¿Cree que no
podemos verla? Nuestra pequeña humanoide es más brillante
que una erupción solar.
Los dedos de Doc se apretaron, cerrando su mano en un puño.
La pequeña humanoide era suya, no de ellos. Le pertenecía a
él.
En el momento en que sintió su presencia, supo que era su
hembra, la única en el universo con la que era genéticamente
compatible, la única con quien podría producir descendencia.
Su polla se había endurecido, presionando contra los confines
de su armadura corporal. Su lado orgánico, ya provocado por
los peligros del planeta, gritó para capturarla, tomarla,
reclamarla. Aquí. Ahora...
Afortunadamente, la mitad mecánica se mantuvo en control.
Tenía una misión que completar. El apareamiento con ella
podía esperar hasta que eso se hiciera y estuvieran solos.
Hasta entonces, la ignoraría.
Eso sería mucho más fácil si sus hermanos dejaran de hablar
de su hembra.
Hay un 85,9787 por ciento de probabilidad de que crea que no
podemos verla. Dijo Dissent mientras sostenía con su mano a
una gran criatura parecida a un crustáceo terrestre que había
capturado.
Si tu proyección es correcta, la probabilidad de que nuestro
pequeño humanoide tenga una limitada potencia de
procesamiento es aún mayor. El modelo D se rio.
Era suya, su pequeña y bonita humanoide. Doc miró hacia
abajo, a la pequeña pantalla de su dispositivo portátil. Quería
defender su capacidad de procesamiento. Pero se escondía a
la intemperie, no tenía ningún dispositivo... o armas... o botas.
Eso no era indicativo de un ser de alta inteligencia.
A su cuerpo no le importaba. El impulso de reproducirse con
ella emergía a través de sus circuitos.
La parte salvaje e instintiva de él luchaba por el dominio.
Si su máquina iba a permanecer en control, tenía que procesar
algo más que a su hembra.
Esta criatura tiene que ser introducida en nuestras bases de
datos. Escaneó el hallazgo de Dissent con su mano.
La atención de sus hermanos se centró en su nuevo y
extremadamente hostil descubrimiento. Eso se agitó y sacudió
su exoesqueleto, tratando de escapar.
Voy a tomar una muestra de saliva. Truth desnudó su brazo
derecho. Mantén a la criatura quieta, modelo J.
Prepárate para volver a colocar un miembro, Doc. Dissent giró
a la criatura retorciéndola hasta que sus muchas bocas se
enfrentaron al nunca serio modelo D.
Ya habían tomado una muestra de sangre. Dissent había
atrapado a su atacante en el suelo con una daga para
capturarlo. La criatura era rápida como un cyborg.
Hay formas más fáciles de tomar una muestra de saliva. Doc
abrió su paquete médico, preparándose para el daño.
No sería la primera vez que volvía a unir un miembro. Cuando
estaban bajo el control de la Alianza Humanoide, reparaba a
sus hermanos, asegurándose así, que los humanos no tenían
ninguna razón para desmantelarlos.
Hay formas más interesantes de tomar una muestra. Esto me
dará una historia para contar. Truth pasó el brazo por la parte
inferior de la criatura. La sangre brotó. Hizo una mueca.
Maldición. Este es un depredador eficiente. El macho sonó
impresionado. Te estoy transmitiendo la información, Doc.
La carne del brazo de Truth había sido quitada del armazón,
pero su miembro permaneció intacto. Se repararía sin ayuda.
Doc colgó el paquete médico en el árbol y revisó la información
enviada. El nivel de toxicidad de la saliva de la criatura era bajo.
Ese mecanismo de defensa no era el más importante. Sus
múltiples bocas, sus dientes afilados, su velocidad y su espalda
acorazada lo convertían en una fuerza formidable.
Su mirada se dirigió a su pequeña y bonita humanoide.
Se había agachado en el suelo. Su forma estaba cubierta por
una endeble prenda que no la protegería de un viento fuerte.
Sus pies estaban desnudos. No había armas en sus delgados
dedos y estaba sola.
Estaba en peligro e incluso su lado lógico estaba de acuerdo
en que debía protegerla.
Me enfrentaré al ser que nos vigila. Era su hembra. Hablaría
con ella primero. La probabilidad de que pertenezca al grupo
grande que encontramos es del 51,2365 por ciento. Estaban
cerca de la ubicación de ese grupo. Alinearme con ella podría
facilitar nuestras interacciones con el grupo.
Y podría disminuir la probabilidad de que sus dos hermanos,
felices de pelear, provocaran a los locales con sus palabras o
acciones.
Me gustaría alinearme con ella. Sonrió Truth.
La hembra era suya. Nadie más se alinearía con ella.
La rabia se apoderó de Doc, la intensidad de la misma accionó
su interruptor. Su lado salvaje tomó el control, respondiendo a
la proximidad de un potencial rival.
Mía. Rizó su labio superior, revelando sus dientes.
La sonrisa de Truth se desvaneció.
Es tuya. Lo siento. Levantando sus manos, se alejó de él. No lo
sabía.
Doc gruñó. Cerró los dedos en puño y dio un paso adelante.
Es un amigo, modelo G. Le dijo Dissent moviéndose entre ellos.
La criatura todavía estaba en sus manos. Sus formas
combinadas bloquearon la vista de Doc de su competencia. Un
amigo.
Amigo. Esa palabra, junto con su falta de visión, lo calmó lo
suficiente para que su máquina pudiera recuperar el mando.
Casi había atacado a un amigo. Así de dañado estaba.
Doc realizó una comprobación de sus sistemas, calculó las
probabilidades, ignoró a Dissent y a Truth, y no miró a su
hembra. Sólo cuando su lado lógico pudo recuperar el control,
miró hacia sus hermanos.
Lo observaban como si estuviera funcionando mal.
Y así era. Tenía que enviarlos lejos antes de hacer algo de lo
que se arrepintiera, algo sangriento, algo que no podría reparar.
Necesito estar solo. Le molestó hacer esa confesión.
Hazlo. Truth sacudió su cabeza. Al igual que Dissent.
No confiaban en estar cerca de él. Doc hizo un gesto de dolor.
Pero hacían bien en no confiar en él. Podría haber matado a
Truth si Dissent no hubiera intervenido.
Tendré más control... más tarde. Una vez que encontrara un
medio para lidiar con las emociones que su hembra había
despertado en él.
Truth no le faltará el respeto a tu hembra... más tarde. Le dijo
Dissent.
No me di cuenta de que era tu hembra. Truth indicó a Doc.
No deberías faltarle el respeto a ninguna hembra. El modelo J
frunció el ceño.
Era una broma, bolsa de pernos.
Doc los escuchó parlotear de un lado a otro. Su mal
funcionamiento no parecía haber dañado su relación con sus
hermanos. Se aseguraría de que nunca lo hiciera.
Exploren el terreno y acérquense a los grupos más pequeños
de seres. Intervino, interrumpiendo la conversación. Mientras
buscaba una reparación para el mismo, había puesto distancia
entre ellos. Nos reuniremos más tarde, fuera del gran
asentamiento.
¿Qué hago con esto? Dissent sostenía la criatura que habían
capturado, levantándola en el aire, mientras chasqueaba su
gran cantidad de dientes.
Nos lo llevaremos con nosotros. Respondió Truth por Doc. Nos
divertiremos más.
El modelo J gruñó, sin parecer tan entusiasmado con la
perspectiva de llevar una iracunda criatura hambrienta de carne
con ellos mientras vigilaban un planeta desconocido.
Truth y Dissent empezaron a alejarse, con pasos arrogantes.
La reunión en el asentamiento más grande no ocurriría pronto.
Los dos guerreros parecían no tener prisa por completar su
misión
Doc monitoreó la conversación a través de las líneas de
transmisión y se puso a reunir más información sobre la vida
vegetal a su alrededor. Toda la vegetación reflejaba que este
entorno único tenía un alto nivel de toxicidad.
¿Su pequeña humanoide sería tan tóxica?
Su mirada se dirigió a ella.
Ignorar a su hembra había sido su plan original.
No podía hacerlo. Se acercaba cada vez más a él, era
impresionante... Hermosa. Y era suya, todo su ser y ambas
mitades de él, eran conscientes de ese hecho.
Doc se decidió por otra solución. La evaluaría de forma
científica, la miraría como un simple espécimen más para
catalogar en su base de datos.
La desconocida hembra humanoide era un espécimen
cegadoramente brillante. Su pelo ondulado hasta la cintura y su
piel suave e impecable irradiaban luz. Esa iluminación se
irradiaba por delante de ella, alcanzándolo a él.
La bioluminiscencia era común en algunas criaturas. Revisó
esa información en sus bases de datos. A veces era causada
por bacterias. A veces la fuente era la propia criatura.
Con su máquina totalmente intacta, examinó a la hembra,
buscando más información.
Toda ella era de la más pálida y delicada tonalidad de oro, del
mismo tono que una luminosa estrella gigante de baja masa en
la fase final de su evolución estelar.
La parte superior de sus delicadas orejas era puntiaguda. Esa
forma podría ayudar a triangular las fuentes de sonido o podría
ampliar el rango de frecuencias que escuchaba.
Sus ojos eran grandes, dominando un rostro exquisito. Unos
ojos tan grandes podrían darle un sistema visual ventajoso.
Sus labios estaban llenos. Eso señalaba la fertilidad y la
preparación para la reproducción, todos indicadores a los que
su cuerpo respondió, su polla estaba tan dura como el árbol a
su lado.
Su vestimenta ocultaba su forma mientras liberaba la luz. Fluía
alrededor de su cuerpo largo y delgado. Su andar equilibrado
creaba la ilusión de que estaba flotando.
La hembra era etérea, impresionante y frágil.
Su bruta y violenta mitad orgánica la destruiría.
Doc apretó su mano con tanta fuerza que el metal se dobló
bajo su agarre.
La hembra se detuvo, inclinó la cabeza y estudió su cara, su
forma, las botas de sus pies. Debería tenerle miedo. Era más
grande, más ancho que ella. Su armadura corporal estaba
decorada con dagas y pistolas y otras armas. Era un extraño y
un ser extraterrestre.
Sin embargo, no había miedo reflejado en sus ojos. Estaban
llenos de interés... y ardían con deseo.
Doc respiró profundamente, inhalando el aroma de su
excitación. Olía cálida, femeninamente dispuesta y para
siempre ese delicioso aroma que haría retumbar su pecho.
Había demasiados estímulos. Estaba a punto de perder el
control... otra vez.
Como si reflejara su confusión interna, la tierra entre ellos
comenzó a temblar. Anteriormente, eso había señalado la
inminente erupción de una bolsa de lava.
—Mierda —maldijo la mujer en el lenguaje universal—. Mierda
—agitó sus brazos.
¿Mierda? La miró fijamente.
—Mierda —corrió hacia él, avanzando más rápido de lo que
cualquier humano podría moverse—. Mierda.
La hermosa idiota se acercaba al terreno de la bolsa de lava.
Estaba a punto de conseguir que la maten.
Esa amenaza a su hembra, combinada con su deseo por ella,
fortaleció el lado orgánico de Doc, que se levantó, anulando su
lado mecánico. El instinto tomó el mando.
Dejó caer su mano y se dirigió hacia ella a velocidad de cyborg.
El suelo ondulaba bajo sus pies. El pánico se apoderó de sus
circuitos. Era delicada, humanoide. Tenía que protegerla.
—Mierda —repitió esa palabra que ahora era apropiada.
Sin detenerse, la levantó y la colgó sobre su hombro derecho.
Ella maldijo, dándole palmadas en la espalda. Su cuerpo era
sorprendentemente sólido, se sentía bien contra él.
El suelo se levantó y él se arrojó hacia adelante, deslizándola
bajo su cuerpo más grande, usándose a sí mismo como un
escudo.
El calor y la suciedad lo cubrieron. Su armadura protegió su
espalda y sus hombros. La lava fundida le chamuscó el cráneo.
El dolor recorrió la piel expuesta de su cuerpo. El olor del pelo
quemado saturó el aire.
Esperó hasta que la bolsa de lava se cerrara y se preparó para
levantarse. Su hembra jadeó, sus labios exuberantes se
separaron, su pecho subió y bajó. No había sido dañada.
El alivio surgió a través de sus circuitos, acompañado por la
necesidad y el deseo. El peligro había bloqueado su lado lógico,
dejando la parte más primitiva de él en control.
Y era impresionante, sensual y suya. Incapaz de resistirse a su
hembra, aplastó sus labios contra los de ella. Ella jadeó, con un
pequeño sonido que lo excitó. Se sumergió en su boca,
probando con su procesador un sabor ácido.
Su hembra era un producto de un planeta tóxico e
inmediatamente su cuerpo liberó una producción de
nanocibóticos en hipervelocidad, que se apresuraron a
compensar su veneno. Alimentaba la parte primitiva de él con
su combinación de peligro y compañera de cría.
Mía. Profundizó su beso, acariciando su lengua a lo largo de la
de ella, necesitando reclamarla, para asegurarse de que todos
los machos supieran que era suya.
Se abrió más a él y un gruñido de aprobación surgió de su
pecho.
Ese sonido no asustó a su intrépida hembra. Agarró sus
hombros blindados con sus delgados dedos y arqueó su
espalda, presionándose contra a él. Sus pequeños pechos se
aplanaron contra el suyo. La parte inferior de su endeble ropa
se deslizó alrededor de sus piernas.
Era suave, delicada y fina. Olfateó el aire y gruñó con
satisfacción. Sus nanocibóticos se esparcieron dentro de ella.
Su hembra había sido marcada.
Todos sabrían a quién pertenecía. Criar con ella haría que esa
propiedad fuera permanente. Presionó su polla encerrada en
su armadura corporal contra su montículo apenas cubierto de
tela. Mientras sus labios seguían contra los de ella. De pronto,
sintió en su lengua el sabor metálico de la sangre.
La sangre de ella.
Proteger. Su lado salvaje se replegó, retirándose
voluntariamente, el impulso de salvaguardar a su hembra era
más fuerte que el deseo de reclamarla. Su máquina avanzó. La
emoción fue reemplazada por la lógica, el instinto por el
procesamiento.
Su mitad civilizada se dio cuenta de lo que su lado primitivo
había hecho. La mujer podría ser genéticamente compatible
con él, pero era una extraña.
Y la había atacado, violando agresivamente su boca.
La vergüenza lo envolvió. Doc se apartó de ella, temiendo lo
que vería.
Su mirada se encontró con la de él. Sus ojos brillantes estaban
muy abiertos, pero no vio ningún signo de dolor en ellos. Sus
labios se habían hinchado por el beso, estaban teñidos de un
tono dorado... más oscuro que el resto de ella.
Una pequeña gota de rojo brillaba sobre su exquisita piel.
Esa herida había sido infligida por él.
—Te corté el labio con mis dientes —Era... un bruto, indigno de
una criatura tan impresionante— ¿Te he dañado en algún otro
lugar, mi hembra?
Aspiró su aliento, su forma larga y delgada se endureció bajo la
suya.
—Grrr.
Puso sus manos en su pecho y lo empujó. Su pequeño
humanoide era sorprendentemente fuerte, pero era un cyborg.
Pocos seres tenían el poder de moverlo. No si no quería que
eso sucediera.
Se resistió por un momento, lo suficiente para comunicar ese
mensaje y luego se puso de rodillas, permitiéndole el espacio
que quería.
Su hembra rodó hacia un lado y saltó a sus pies, su retirada fue
elegante y suave. Sus labios se presionaron en una línea
delgada. Su barbilla se levantó. Estaba molesta con él.
—¿Me permitirás que te repare? —Trataría de compensar el
daño que le había causado... si eso era factible.
Podría no ser posible.
Los ojos de su hembra destellaron. Su pregunta parecía
haberla enfurecido más. Se dio la vuelta y caminó hacia el
borde del agujero que la bolsa de lava había hecho en la tierra.
Se reposicionó a su lado. El calor y los vapores sulfúricos se
desplazaron hacia arriba.
Señaló el lugar, hizo movimientos hacia arriba y hacia abajo
con sus manos.
—Mierda.
Luego señaló el horizonte.
—¿Hay más bolsas de lava en esa dirección? —Se esforzó por
interpretar su intento de comunicación.
Las líneas alrededor de sus labios se profundizaron.
Señaló el punto en el suelo de nuevo, hizo movimientos hacia
arriba y hacia abajo con sus manos. Luego agitó la cabeza con
vehemencia.
—Mierda —Se levantó y le tocó la oreja izquierda—. Hijo de
una puta Palavian.
Hizo un gesto de dolor. Sus oídos habían sido chamuscados
por la bolsa de lava y su suave exploración le causó dolor.
—Sí, duele como el hijo de puta Palavian.
—Es la última lección que te enseño, macho irrespetuoso —
cambió de idioma, su labio superior curvado—. Intenta que no
te maten.
Su hembra volteó las puntas de su largo cabello sobre sus
hombros y caminó alejándose.
Doc la miró fijamente. Le costó un latido de corazón hacer
coincidir los sonidos con su base de datos. Hablaba un antiguo
dialecto terrestre, uno, que pocos seres utilizaban actualmente.
—¿Cómo te falté el respeto? —agarró su paquete médico,
tomó su portátil dañado del suelo y alcanzó rápidamente a su
hembra.
Debe haber sido su beso brutal. Eso molestaría a cualquier ser.
Su hembra le echó una dura mirada.
Sí, el beso era la fuente de su infelicidad con él. Tenía un
98.965 por ciento de certeza sobre eso.
—Te merecías algo mejor que eso. Estoy de acuerdo —Podía y
quería controlar su lado emocional mientras estaba con ella. Su
mujer merecía ese respeto.
Olfateó.
Siguieron caminando. Notó un tipo diferente de árbol, extendió
la mano para tomar una muestra con los sensores en la punta
de sus dedos.
—No toques eso —Le golpeó la mano—. Será un hijo de puta
Palavian alguien como tú.
Unió a la perfección el insulto conocido en todo el universo con
las palabras en su propio idioma.
—Hijo de una puta palatina es una blasfemia. No es una acción
—Sus procesadores se enloquecieron mientras intentaba
descifrar su lógica—. Y nunca has conocido a nadie como yo.
Ningún cyborg había aterrizado nunca en el planeta. Esa
información habría sido almacenada en sus bases de datos
compartidas.
—He observado a muchos forasteros —Su frente estaba
surcada por líneas de pensamiento—. Cuando están heridos,
dicen: “Hijo de una puta Palavian”. Fui testigo de eso dos veces.
Asumí que significaba herido.
—No significa eso —igualó el paso de su hembra y revisó la
bizarra comunicación que estaban teniendo—. Mierda también
es un insulto.
—Los forasteros dijeron “mierda” y corrían. Fui testigo de eso
cuatro veces —frunció el ceño—. Y corriste cuando dije esa
palabra —Su hembra hizo una pausa—. Aunque tú corriste
hacia la bolsa de lava, no lejos de ella. Eso fue muy tonto de tu
parte.
Creía que era un tonto. Su lado emocional había estado en
control en ese momento, pero sus acciones habían sido lógicas.
—Estaba tratando de protegerte —Su tono era seco.
—Tú, un forastero, tratabas de protegerme, a alguien que ha
vivido aquí todo su vida útil —Se rio, el sonido tintineaba a su
alrededor—. Eres noble pero tonto.
Ahora bien, era tonto y estúpido. Los labios de Doc se torcieron.
—Soy un cyborg. Los cyborgs no son tontos.
—Cyborg —rodó esa palabra por la lengua—. Cyborg. Imbécil.
Idiota. Los forasteros tienen nombres inusuales.
—Cyborg es el nombre de mi clase —También había un cien
por cien de probabilidad de que Gilipollas e Idiota no fueran los
nombres de los otros seres—. Mis hermanos me llaman Doc.
—Doc —Eso sonó bien en sus labios—. Mis padres me
llamaron Kapinallinen, pero todos me llaman Allinen.
El nombre de su mujer era Allinen. Era fantástico... como ella.
Se acercaron a una roca plana. Emitía una luz dorada pálida,
como ella.
Antes, cuando se había estado escondiendo de ellos, su
hembra debe haber creído que él y sus hermanos la
confundirían con una de esas piedras. No sabía que no
estaban familiarizados con las formaciones de su planeta.
Su lógica había sido sólida. La aprobación calentó su pecho.
A su hembra no le faltaba inteligencia.
Sin embargo, carecía de curiosidad.
Era un extraño, era un tipo de ser que nunca había conocido, y
sin embargo no le había hecho ni una sola pregunta. Solo
había hecho suposiciones y la había corregido.
Pero no había preguntado sobre él o su propósito en su planeta.
Preguntar era la forma en que actualizabas tu base de datos,
de esa forma había descubierto los detalles necesarios sobre
los seres que había tenido que reparar.
Y había muchas cosas que quería aprender sobre ella ¿Cuáles
eran sus objetivos? ¿Dónde vivía? ¿Qué le interesaba? ¿Por
qué estaba sola?
—¿Tus padres viajan contigo? —empezó con esa pregunta.
La sonrisa de su hermoso rostro se desvaneció.
—Deberías buscar a tus amigos... si es que aún están vivos —
Su expresión era ahora tan oscura y sombría como el cielo por
encima de ellos—. Este es un lugar muy peligroso para seres
como tú. Ninguno de los otros forasteros sobrevivió.
¿Sus padres también habían muerto? ¿Fue esa la razón de su
abrupto cambio de tema? ¿Le había recordado de ellos, de su
muerte, con su pregunta casual?
Eligió responder a su comentario primero.
—No somos como los otros forasteros —Los cyborgs fueron
diseñados para sobrevivir—. Y estoy en constante
comunicación con mis hermanos —Se golpeó la frente.
—Tu raza comparte pensamientos —Sus cejas se elevaron—.
Algunos de los que se han apareado tienen esa habilidad.
Las transmisiones eran similares a compartir pensamientos.
Doc no corrigió a su tecnológicamente protegida mujer.
Frunció el ceño.
—Si estás en constante comunicación con tus hermanos,
deben saber cómo me has faltado el respeto.
Nunca le perdonaría por ese maldito beso. Maldijo su mal
funcionamiento
—Me faltarán el respeto de la misma manera —Sus ojos
brillaron.
—No te faltarán el respeto de la misma manera —Sus
hermanos no la tocarían. La sola idea de que pudieran hacer
eso provocó a su lado orgánico.
—No me faltarán el respeto de esa manera —Su hembra,
inconsciente de la batalla furiosa que se libraba en su interior,
se mantuvo en ese peligroso tema—. No lo permitiré —dijo con
su barbilla levantada—. Puedes irte —Su hembra agitaba las
manos con desdén—. Únete a tus hermanos dondequiera que
estén. Me acercaré al siguiente grupo de forasteros.
—No te acercarás a ningún otro forastero —Doc se sacudió del
esfuerzo de estar restringiendo su lado emocional—. Tú eres
mía.
Capítulo 4

Doc, ese arrogante forastero, creía que podía faltarle el respeto.


Muchas veces.
Y luego la reclamó.
Se había atrevido demasiado.
—No soy tuya —Queriendo mirarlo a los ojos para comunicar
mejor su mensaje, Allinen dejó de caminar—. No tengo pareja
—Se volvió hacia él—. Y, si tuviera un compañero, no sería una
bestia como tú.
Dobló sus dedos en puños apretados, el resentimiento y la ira
que había acumulado después de toda una vida de ser una
indeseada, crecía dentro de ella.
—Puedo ser una bestia —El macho la sorprendió admitiendo
eso—. Esa es una descripción apropiada para esa parte de mí.
Pero sí tienes una pareja —Tirando al suelo la inusual mochila
que llevaba, se acercó a ella, obligándola a inclinarse para
devolverle la mirada—. Yo.
El cyborg era más alto que cualquier otro macho en su
asentamiento.
Y era cálido, su calor la envolvía.
Su cuerpo traidor respondió, sus pezones se apretaron y su
coño se humedeció. La había tratado vergonzosamente, pero
aún así lo deseaba.
Eso la enfureció.
—No funciona de esa manera —Le frunció el ceño—. Los de mi
tipo tienen compañeros destinados desde el nacimiento. No
tuve a nadie destinado a mí —No pudo suprimir el dolor que
tiñó sus palabras. Se sonrojó—. Siempre he estado sola.
—Porque me has estado esperando —La rodeó por la cintura
con un brazo, una banda de músculos inquebrantables que la
ató a él, y hundió los dedos de su otra mano en su pelo,
forzando su cabeza a retroceder aún más—. Me tienes a mí
ahora.
La criatura iba a besarla y no debería ansiar eso. Sus labios
tararearon por su primer abrazo… con él, que de todas formas
había sido el primero. Las burbujas bailaron a través de su
lengua, la sensación se extendió todo a lo largo de su cuerpo,
en su pecho, su coño, incluso hasta los dedos de sus pies.
Estaba mal. Todo estaba mal. Podría creer que le pertenecía,
pero no era su compañero. Estaba segura de eso.
El encuentro con una pareja se suponía que era calmante,
tranquilizador, que le daba equilibrio a una hembra. No que
derretía el terreno bajo sus pies, ni que te calentaba por todas
partes, ni te llenaba de anhelos y los impulsos que
amenazaban con destrozarte si no eran satisfechos.
Su macho no había presionado sus labios contra los de ella
tiernamente, reverentemente, como una pareja debería hacer.
La había violado como la bestia que era, sumergiéndose en
ella con un salvajismo como el que había visto a menudo en el
ritual de los pahas durante el celo.
Lo que estaban experimentando era la misma lujuria primitiva.
No debería querer más de eso... pero lo hacía. Sus manos se
deslizaron por su pecho, navegando por su inusual vestimenta.
Sus labios se separaron, en una silenciosa súplica de besos.
Por él.
Sus ojos se oscurecieron, tomando el color de un cielo de ciclo
de descanso.
—Mía —Le respondió a su tácita petición, capturando su boca
con una fuerza que hizo que su aliento se detuviera y su
corazón latiera salvajemente. Jadeaba, emocionada por el
asalto sensual.
Su labio inferior, temblando desde su beso anterior, picó y ese
ligero dolor intensificó su deseo.
Su lengua se deslizó a lo largo de la de ella, enredándose,
arrollándola, en un cautivador cortejo que nunca pensó que
disfrutaría. Se agarró a sus hombros, se levantó sobre las
puntas de sus pies, inclinando su cuerpo contra el suyo,
disfrutando de su fuerza. Era amplio, sólido, musculoso, muy
diferente a cualquier otro ser que haya encontrado antes y la
deseaba.
Aunque nunca había estado con un hombre, había aprendido
los pasos del ritual de apareamiento, junto con las otras
hembras. Reconoció el abultamiento en su vestimenta de
cyborg por lo que era, una señal de su disposición a unirse a
ella.
Eso estaba prohibido. Unirse con un ser que no fuera tu pareja
estaba en contra de las reglas de su especie. Y definitivamente
no era su compañero, los pinchazos de agonía barriendo a
través de su cuero cabelludo daban cuenta de eso.
Ningún compañero le tiraría del pelo a su hembra, ni la
manejaría como si fuera sólo un recipiente para llenar... con su
lengua, sus manos o su polla.
Giró sus caderas contra el eje cubierto de ropa del forastero y
un gruñido subió por su pecho, con un sonido bajo, profundo y
estimulante.
Era un extraño, no era suyo, probablemente moriría dentro de
una rotación de un planeta o dos... como todos los demás.
Pero en este momento, la quería a ella y nadie más que
hubiera conocido había querido eso.
La urgencia de sus besos se intensificó. Alimentó el fuego
dentro de ella, construyendo un espiral de deseo. Se restregó
contra él, buscando satisfacción.
La tela negra que cubría todo su cuerpo era dura, como el
exoesqueleto de un miljoonasuut y esa barrera la frustraba.
Comenzó a tirar, pero no pudo quitarlo.
—No —Le tomó las manos y se las llevó a la espalda.
Lo miró, observando con abierta fascinación como se calmaba
visiblemente. Y nivelaba su respiración. Un gris más pálido se
mezclaba en remolinos con el negro de sus ojos, iluminándolos
cada vez más.
—No podemos criar aquí —La frescura de su voz había vuelto.
No podían reproducirse aquí porque...
—Otros podrían vernos —Su cara se encendió.
Unirse a un ser que no era su pareja estaba prohibido para los
de su clase. Al igual que el contactar con un extraño.
—Podríamos ser atacados —dijo él mientras escaneaba los
alrededores. Su cyborg no había detenido su encuentro porque
la respetara. La pasión de Allinen se disipó como una neblina,
completamente, con esa comprensión. Estaba preocupado por
los muchos peligros en el planeta.
Se agitó.
—Puedes liberarme ahora.
Su mirada regresó a su cara.
—Estás enfadada conmigo otra vez.
La ira era sólo una de las muchas emociones que sentía.
—Deja. Que .Me. Vaya,
Finalmente obedeció, dando un paso atrás.
Echó de menos su calidez inmediatamente y eso la molestó.
—Deberías volver con tus hermanos —reanudó su viaje hacia
el asentamiento.
—No me iré de tu lado —Se mantuvo al ritmo de ella.
Eso la complació y la frustró al mismo tiempo.
—Tienes que irte de mi lado —puso sus ojos en blanco, una
acción que habría ganado la aprobación de su sobrina—.
Vuelvo al asentamiento, y a los de mi clase no les gustan los
forasteros. Si supieran que he contactado contigo, me
reprenderían.
La mandíbula del macho sobresalió.
—Te esperaré fuera de tu asentamiento.
Estaba decidido a reclamarla... temporalmente. Tal vez la
lujuria bestial que sentía por ella duraría unas cuantas
rotaciones de planeta, lo suficiente para aprender sus formas,
para entender las habilidades que su clase valoraba, para
enseñarle las palabras necesarias, las palabras correctas en su
idioma para así poder comunicarse con otros forasteros.
Allinen obtendría el conocimiento que necesitaría para
sobrevivir en el mundo exterior. Sería como ellos, y podría
pertenecer allí.
Esa transferencia de información no ocurriría si Doc la esperara
fuera del asentamiento. Moriría una vez que lo dejara por su
cuenta. El macho estaría perdido. Sacudió la cabeza. Estaba a
cinco pasos de una roca antaa pockut y ni siquiera sabía que
estaba en peligro.
—Muévete a un lado —Lo agarró del brazo y lo alejó del
peligro—. Esa es una roca potkut antaa. Te quemará a través
de las prendas de vestir de tus pies, en menos de un latido de
corazón.
Tan pronto como los niños Khambalians aprendían caminar, ya
conocían ese peligro.
—Llamamos “botas” a esa prenda en los pies —El cyborg
añadió una palabra a su vocabulario, siempre en expansión—.
Hemos pasado muchas rocas de potkut antaa. Brillan como tú.
—Toda hembra quiere ser comparada con una piedra —
murmuró en voz baja.
—Es una piedra muy bonita —Sus labios se enroscaron en una
pequeña sonrisa.
Puede que no fuera atractivo como los machos de su
asentamiento, pero era fuerte, su rostro sombrío la afectó,
haciendo que su estómago revoloteara y su aliento quedara
capturado en sus pulmones.
No podía permitir que muriera.
—Te llevaré a mi refugio secreto —cambió de dirección,
dirigiéndose al este—. Estarás a salvo allí.
—Estaría a salvo en cualquier lugar —Tenía una visión
sesgada de su capacidad para sobrevivir en su terreno—. Me
gustaría ver tu refugio secreto.
Nadie más sabía de su existencia. El nerviosismo por compartir
el espacio con él la empujó a hablar más.
—Mi refugio secreto no es tan brillante como tu hogar volador.
—¿Hogar volador? —La insultó con solo preguntarle—. Debes
referirte a la nave.
Nave. Almacenó esa nueva palabra en su cerebro mientras
evadía su irritación por su falta de respeto. Había dejado clara
su opinión sobre ella.
Y el respeto que le había perdido sería casi imposible de
recuperar. Eso le había sido enseñado durante el
entrenamiento de los compañeros.
Cualquier tiempo que pasara con este macho incluiría
preguntas y besos salvajes. Tenía que aceptarlo.
Los dedos de sus pies se enroscaron en la tierra, su cuerpo
perversamente excitado por esa perspectiva.
—Esa nave, es un hogar volador, ha regresado a la Reckless,
que es la nave de guerra en la que sirvo —Le estaba dando
información que sólo entendía parcialmente—. Una vez que
hayamos completado nuestra misión, el hogar volador
regresará y nos recogerá.
Ese tipo de conocimiento era la razón por la que toleraba su
falta de respeto.
Necesitaba que su cyborg le diera conocimientos sobre los de
su clase, sus hábitos, su lenguaje, sus costumbres. Esa era la
única razón por la que soportaba su compañía.
Eso se sentía como una mentira. No podía entender por qué se
sentía así. No en este momento.
El macho continuó hablando.
—¿Cuál es nuestra misión, te preguntas? —Le asignó una
pregunta que ella nunca había pronunciado, y la ofendía con
eso—. Es para catalogar los datos sobre tu planeta, incluyendo
la información genética sobre tu especie.
—Te daré toda la información que necesites —Aunque
genética era una palabra extraña, y no sabía lo que significaba,
había vivido en el planeta toda su vida. Cualquier conocimiento
que requiriera sobre ello, lo tenía.
—No puedes darme esta información —Parecía estar seguro
de eso—. Tengo que obtenerlo directamente de ellos.
—Tendrás que sacarlo de mí —Descubrió su refugio secreto.
Estaba ubicado en el borde del gran bosque—. Eres un
forastero. Nadie más hará contacto contigo.
—Tendrán que ponerse en contacto conmigo —Su cara se
volvió como una piedra.
—Te matarían antes que permitirlo —Los de su clase eran
seres pacíficos. Desde que nació, nunca habían terminado con
una vida. Pero tomarían una acción drástica... si un extraño no
les da otra opción.
—Podrían intentar matarme —Su forastero se burló—. No
tendrán éxito.
El sonaba intimidante, pero podía ser lastimado. La piel con
ampollas en sus redondeadas orejas le había dado muestra de
eso.
—Te daré la información —dijo moviendo la brillante pared que
había recuperado de un hogar volador... Una nave... estrellada.
Al hacer eso, reveló el gran tamaño de la abertura en la base
del tronco hueco del árbol.
Todos los árboles altos tenían al menos una de esas aberturas.
Servían como puertas de entrada a las cámaras interiores,
espacios que su especie había reclamado como sus hogares
por generaciones interminables. Dentro de los árboles, estaban
a salvo. Se podía bloquear la entrada a las criaturas. Ninguna
bolsa de lava explotaba bajo ellos.
Allinen entró en su casa secundaria. Su cyborg la siguió,
agachando la cabeza y agachando sus anchos hombros para
pasar por la abertura.
Una vez dentro, se enderezó. Siempre había creído que su
refugio secreto era grande. Pero hizo que pareciera diminuto.
Doc miró a su alrededor.
—Tu especie no tiene soportes para dormir.
La creía primitiva.
—Tengo un soporte para dormir —levantó la barbilla—, pero no
está aquí. Utilizo este espacio para mis estudios de los
forasteros.
—Hay muchos tipos diferentes de forasteros —Lo dijo
lentamente como si estuviera hablando con un niño pequeño.
Era consciente de que había muchos tipos diferentes de
forasteros. Pero también era consciente de sus similitudes.
Todos ellos eran incapaces de sobrevivir en su planeta.
Muchos de ellos llevaban prendas similares. Era una excepción
a esa regla. Muchos de ellos hablaban el mismo idioma,
utilizaban las mismas herramientas.
No era tan distinto en esas áreas.
—Te observé antes de acercarme a ti —Su cara se sonrojó
cuando compartió esa información. Su admisión le hizo sentir
vergüenza—. Usaste un pedazo de mierda para catabogar.
Asumió que eso era lo que él había estado haciendo.
—He recogido muchos pedazos de mierda de los forasteros
que han muerto —agitó las manos ante su pila—. Podría
ayudarte con tu catabogismo.
—La palabra es catalogar —La corrigió mientras dejaba su
inusual paquete en el suelo—. Y estos son dispositivos de
mano —Se agachó al lado de la colección y recogió uno—. No
pedazos de mierda.
—Dispositivos de mano —repitió esa palabra.
—Pedazos de mierda es otra blasfemia.
Asintió con la cabeza, volviendo a bajar la mano.
Los forasteros utilizaban muchos insultos. Añadió eso a su lista
de cosas que tenían en común todos los de su clase.
—Algunos de los dispositivos de mano tenían las caras
apagadas —tocó esa parte.
—Pantallas —Le dio la palabra y ella la agregó a su tesoro—.
Algunos necesitaban tocar los mandos.
Ella le indicó otra colección separada.
—Tienes potenciadores de energía —Los ojos de su cyborg
brillaban con interés—. Los usaré para hacer una recarga.
—Los potenciadores de energía son tuyos para que los uses
como quieras —Recarga era otra palabra extraña con la que no
estaba familiarizada—. Ten cuidado con ellos. Te harán
zapatear si los tocas de la manera equivocada.
—¿Te has hecho daño? —Le agarró la mano y le dio la vuelta
a la palma hacia arriba, examinando la punta de sus dedos.
La expresión de su cara transmitía preocupación. Pero su
pregunta la insultaba.
Su macho era confuso. Ella sacó su mano de su alcance.
—Algunos dispositivos necesitan que se les cambie el interior
—Había mantenido esas piezas internas, sin saber si las
necesitaría de nuevo—. Cuando hice eso y las toqué aquí —
puso sus dedos en el lugar correcto en uno de los
dispositivos— Sus caras... las pantallas... brillaron una vez más.
Reconoció los números que a veces aparecían en las caras...
las pantallas.
Esos eran los mismos que usaban los de su clase. Pero los
símbolos y lo que todo significaba eran un misterio para ella.
—Tu reparaste los dispositivos dañados —Su cyborg la miró
como si hubiera completado una tarea maravillosa.
—Todo lo que hice fue hacer que los dispositivos coincidieran
con las pantallas brillantes —Se encogió de hombros—. No fue
difícil.
—No fue difícil para ti —Sacudió la cabeza—. Los humanos
asisten a academias durante varios ciclos solares para
aprender esa habilidad.
No sabía lo que eran los humanos o las academias, pero sí
sabía que estaba complacido con ella. El calor se extendió por
su pecho.
Ansiosa por mostrarle más de sus hallazgos, dejó el dispositivo
de mano y se trasladó a otro montón de objetos que había
encontrado.
—Estos son fabricantes de ruido —eligió uno de los que
estaban por arriba y miró en el agujero del extremo pequeño.
Doc le quitó el hacedor de ruido de sus manos.
—Esto es un fusil y tú estás mirando fijamente a su cañón.
Toda la admiración por ella se borró de su expresión. Su rostro
era duro. Sus labios se habían diluido en una línea blanca.
—Hasta que no te enseñe a usarlos, no debes tocarlos —Fue
como si la hubiera azotado con su voz— ¿Lo entiendes? —
añadió otra pregunta insultante a sus reprimendas verbales.
Dientes de Paha. La trataba injustamente.
—No me faltarán el respeto en mi propio hogar —Se alejó de él,
necesitando poner distancia entre ellos—. Eres una bestia
incivilizada y yo debería haberte dejado morir.
—Nada en este planeta puede matarme.
Le gritó esa tontería. Un compañero nunca le gritaría a su
hembra. Estaba tan lejos de ser uno como un ser podría estarlo.
—Entonces vete —cruzó los brazos frente a su pecho—.
Veremos cuánto tiempo durarás.
—Estoy tentado de irme y demostrártelo —El sonido
desconocido hizo reflejó de la frustración que estaba
sintiendo—pero no puedo arriesgarme. Podrías disparar a tu
hermosa cara y eso nos mataría a los dos.
Pensaba que su cara era hermosa. Esa revelación tranquilizó
una parte de su irritación. Se esforzó por descifrar el resto de
sus palabras.
Los de su clase las usaban como armas, para lanzar dardos
envenenados, un tallo de tikka.
Pocos seres sobrevivían a ese tipo de ataque.
Los fusiles debían ser armas. Recordó cómo había presionado
puntos al azar, intentando para averiguar cómo funcionaban, y
se estremeció.
—No pude conseguir que ninguno de ellos disparara.
—Deben estar calibrados para que sólo sus dueños puedan
usarlos —Una parte de la furia se alivió de la voz de Doc—,
Agradece a las estrellas porque tenías un 99.6935 por ciento
de probabilidades de que haber terminado muerta.
La rodeó con sus brazos y la puso de espaldas a él.
Debería luchar contra su abrazo. Su cuerpo no era de él para
que lo manejara.
Pero su gran cuerpo se estremecía. Su respiración era irregular.
La idea de que estuviera muerta había alterado a su cyborg. Se
inclinó hacia él, buscando confortar al macho.
Puede que no fuera su pareja. Podía ser irrespetuoso y actuar
como una bestia. Pero se preocupaba por ella... un poco.
—No morí —Se aseguraría de que él tampoco muriera, no
mientras estuviera en su planeta.
Doc gruñó y la sujetó con fuerza. Se quedaron así durante un
largo momento. El cuerpo de él presionado contra el de ella. Su
barbilla descansaba sobre la cabeza de ella.
Se sentía extraño estar con alguien después de una vida de
soledad. Pero extraño de una buena manera, como aprender
cómo funcionaban las tripas de los dispositivos de mano. Se
sintió más digna por ello.
—No volveré a tocar los fusiles —Esa fue una promesa fácil de
hacer. Los objetos la asustaban ahora—. Puedes tenerlos.
—Tengo el mío propio —Se dio una palmadita a su ropa negra.
Gran parte de ese objeto estaba oculto por la inusual tela negra.
Se volvió dentro del círculo de sus brazos y lo examinó más de
cerca. La parte que estaba a la vista, se parecía a parte del
arma que había manejado antes.
Observo detenidamente el resto de él. Había muchas formas
similares en su ropa negra.
—Las armas se usan para disparar a los seres —Ese parecía
ser su único propósito—, Tienes muchas, muchas armas.
Levantó su mirada, encontrándose con la suya.
Su cyborg no estaba aquí sólo para catalogar información.
Estaba planeando dispararle a alguien o algo.
Esperaba que no fuera a ella.
Capítulo 5

Su hembra, que nunca había oído hablar de los cyborgs, no se


dio cuenta de quién era, ni para lo que había sido fabricado. Lo
había puesto en el mismo grupo con los otros forasteros, lo
había llamado bestia, una descripción apropiada para su lado
salvaje. Su pequeño humanoide probablemente creyó que era
100.0000 por ciento orgánico... como ella.
Esa visión de él cambiaría si respondiera a las preguntas que
guardaba dentro de sus pálidos ojos dorados. Lo etiquetaría
como un asesino, un ser diseñado para acabar con las vidas.
Parte de él quería retrasar lo inevitable, y obligarla a hacer la
pregunta. Podría no hacerlo nunca. Durante sus
comunicaciones anteriores, no le había preguntado nada
personal ni cualquier otra cosa.
No podía mentirle. Los cyborgs no tenían esa habilidad. Pero
podía evitar... decir la verdad. Si no hacía la pregunta, no
tendría que ofrecerse como voluntario para responder. Puede
que no tuviera que ver cómo cambiaba su opinión sobre él.
Pero alguien más le transmitiría la información... eventualmente.
Eso era 99.9999 por ciento seguro. Era su mujer. Debería ser
el que se lo dijera.
—Soy un cyborg —Le recordó ese hecho—. Los cyborgs
fueron fabricados para matar.
Sus ojos se abrieron de par en par. Sus manos, que antes
estaban a la deriva sobre la armadura de su cuerpo,
estimulándolo por todas partes, se quedaron quietas.
—Ese fue el uso que nos dieron nuestros fabricantes —Se
apresuró a recalcar ese punto—, Nosotros nos hemos liberado
del control de esos seres. Ahora, creamos nuestras propias
misiones. Mi misión actual es reunir información sobre tu
planeta.
Inclinó la cabeza hacia un lado.
—La recopilación de información no requiere de armas.
—No sabíamos qué encontraríamos en tu planeta —Sus
hermanos y él se sentían más cómodos cuando estaban
completamente armados—. Estamos autorizados para disparar
sólo cuando se nos amenace.
—El miljoonasuut te amenazó —rozó las puntas de sus dedos
a lo largo de sus abdominales cubiertos por su armadura,
evitando las armas atadas a su cuerpo—. Sacudió su
exoesqueleto. Es su forma de decirte que planeaba comerte —
Sus labios se movieron—. No le disparaste.
El miljoonasuut debía ser la criatura que Dissent todavía
trasportaba a través del planeta. Otras criaturas actuaban con
miedo frente a eso, huyendo de ellos cuando se acercaban, lo
que divertía mucho a los dos guerreros.
—No necesitábamos disparar al miljoonasuut —Aunque eso ya
se había discutido. Truth había proyectado que el
exoesqueleto de la criatura era a prueba de proyectiles, una
posibilidad que Doc encontró intrigante—. Podíamos someterlo
sin dañarlo de esa manera.
—Umm... —Allinen lo estudió, sus manos descansando en su
pecho.
Estaba decidiendo si era o no un asesino.
—Mi papel a bordo del Reckless, nuestra nave, es el de Jefe
Médico —Le dio más información—. Soy responsable de
asegurar que todos sean completamente funcionales.
La frente de su hembra estaba arrugada. Sus dedos golpearon
contra su armadura corporal.
—No sabes lo que eso significa —Rayos. No se estaba
comunicando de manera efectiva—. Reparo los seres dañados.
Su expresión se aclaró.
—Eres un curandero.
—Sí —asintió con la cabeza, el alivio se elevó a través de sus
circuitos—, Soy un sanador.
Miró la daga atada a su lado.
—Llevas armas para protegerte a ti mismo.
—Sí —Su cabeza se inclinó de nuevo. Lo entendió.
—Las necesitas —Le acarició los pectorales—, Porque no
tienes defensas naturales propias.
Frunció el ceño. No entendía la situación.
—Tengo defensas naturales.
—No tienes ninguna luz que brille de ti —Le hizo señas con las
manos—. Tú... no podrías ahuyentar a los miljoonasuuts, a los
pahas u otras criaturas. Te atacarían y te matarían.
Su ceño se frunció más profundamente.
—No me matarían. Soy uno de los mejores guerreros del
universo.
—No tienes luz porque bebes la bebida de mal gusto —caminó
hacia una pila de contenedores, su paso tan suave, tan
silencioso; que parecía como si estuviera flotando.
—Cuando bebí, solamente la bebida de mal gusto por tres
rotaciones de planeta —Su hembra abrió uno de los
contenedores, mostrándole el contenido—. También perdí mi
luz.
—Tu agua debe hacerte brillar —Esa revelación eliminó su
procesamiento de todo lo demás, y cautivó al científico en él.
Se unió a su hembra, tomó el contenedor que le abrió, y miró
dentro de él. El líquido era claro. No había olor. Era agua
purificada.
Y no era saludable para que su hembra o cualquiera de su
especie la consumieran. Lo sabía porque había experimentado
con ella misma.
Eso lo alarmó. Los efectos secundarios podrían haber sido
mayores que una temporal pérdida de su luz. Podría haber
muerto. Sin embargo, no podía regañarla, ya que él habría
hecho lo mismo.
—Tengo un poco de nuestra bev... agua —recogió otro
contenedor—. Bébela y también tendrás luz. No necesitarás
armas. Podrás protegerte a ti mismo.
—No necesito luz para protegerme —Su protesta fue menos
vehemente, su procesadores ocupados en su teoría.
Abrió el segundo contenedor, miró dentro, respiró
profundamente. Olía como un campo de batalla después de la
explosión de una bomba, no era tan clara como el agua
purificada.
Sumergió uno de sus dedos en el líquido. Era altamente tóxico.
—Los de mi clase beben agua con la boca —Sus ojos brillaban
risueños, su belleza amenazaba con apagar sus procesadores,
dejando a su lado orgánico, su bestia, a cargo. Eso no podía
pasar. No le faltaría el respeto a su mujer ni se arriesgaría a
dañarla de esa manera.
—Estoy probando tu agua con la punta de mis dedos —Se
centró en las especificaciones, en la lógica genial que se
encuentra en la ciencia—. Tu agua mataría a la mayoría de los
forasteros.
Inclinó el contenedor hacia atrás, y bebió un trago del líquido.
—No lo hagas —Le quitó el contenedor de las manos. Rebotó
a lo largo del piso de tierra—. Tu eres un forastero.
Su hembra seguía pensando que tenía problemas con el
procesador.
Ahogó un suspiro.
—Soy un cyborg. No somos como la mayoría de los forasteros
—Estaban diseñados para tolerar las toxinas— ¿Estoy brillando?
Frunció los labios, no le respondió. Su hembra nunca
respondía a sus preguntas. Nunca hacía preguntas. Lo había
acusado de ser irrespetuoso.
Una idea le llegó de golpe. Era inverosímil, pero sus
comunicaciones con ella la apoyaban.
—¿Procesas las preguntas como una falta de respeto?
Le dio la espalda.
Porque le había hecho otra pregunta.
—Muchos forasteros, incluyéndome a mí, hacen preguntas —
Era un lujo que él disfrutaba. Mientras estaba bajo el control de
la Alianza Humanoide, no podía hacer preguntas. Hacerlo
habría resultado en la muerte—. En el 75,8963 por ciento es
una forma de respeto, no de falta de él.
Miró por encima del hombro y le frunció el ceño.
—Hacer una pregunta es cuestionar la palabra de un ser o
forzarla a compartir información sin querer. Eso es... no
respetuoso.
Le había hecho muchas preguntas, le había faltado al respeto
muchas veces. Que ella lo tolerara, que continuara hablando
con él después de que inadvertidamente la insultaba, le
transmitía lo fuerte que era su vínculo.
Doc repararía el daño que había infligido a su relación.
—Te hice algunas preguntas porque valoro tu opinión y quería
oírla. He hecho... otras preguntas porque busco saber todo
sobre ti. Conocer ciertas cosas aumentarían la probabilidad de
que te haga feliz.
Se enfrentó a él una vez más.
—Hay formas de hacerlo sin mostrar falta de respeto —La duda
nubló sus ojos.
—Utilizaré esas formas en el futuro —Sería un simple cambio
de programación, convertiría las preguntas en declaraciones—,
Eres mi mujer, una parte de mí mismo, como mi brazo —
flexionó sus bíceps—, O mi pierna —levantó uno de sus pies
del suelo— Nunca te faltaría el respeto a sabiendas.
Lo miró fijamente.
Bajó su pie y mantuvo su mirada.
Los segundos pasaron. Ambos habían hecho suposiciones
sobre el otro. Asumió que sus costumbres serían las de ella.
Había asumido que las suyas, eran como las de él.
—Para los forasteros, hacer preguntas no es una señal de falta
de respeto —Finalmente quebró el silencio.
—Para los de tu clase, lo es —reconoció sus diferencias.
Le sonrió, su belleza le golpeó como un puñetazo en el
estómago.
—No lo hiciste para faltarme el respeto.
—Nunca te dañaría de esa manera —extendió sus brazos.
Su pequeño humanoide se disparó a través de la cámara
improvisada con su paso silencioso y luminoso, y presionó su
cuerpo contra el suyo. Cruzó sus brazos alrededor de ella,
asegurando su hembra contra él.
Y ella era su hembra
Sus nanocibóticos burbujeaban dentro de ella, declarando que
era su pareja ante cualquier otro guerrero. Cada beso, cada
apareamiento, le transmitiría más de esa parte de él a ella.
Los nanocibóticos dentro de él también se habían
incrementado, haciéndolo más rápido, más fuerte. Había
verificado ese fenómeno con otras parejas.
Ahora, podía agregar sus experiencias a esa investigación...
porque tenía una mujer para sí mismo. Era inteligente y
hermosa, a diferencia de cualquier otro ser que hubiera
encontrado.
No quería separarse de ella. Ni siquiera por un momento.
—Dijiste que tenías que volver a tu asentamiento —Le frotó la
espalda, sintiendo su calor a través de sus ropas endebles—,
Mi misión requiere reunir la información genética de cada ser
que encontremos. Eso incluye a los seres de su asentamiento.
—Dije que la reuniría para ti —Lo miró fijamente—. Puedes
quedarte aquí. Donde estés a salvo. Dime lo que necesitas.
Necesitaba que se diera cuenta de que no necesitaba
protección. Doc combatió su frustración y se centró en sus
palabras.
—Podrías reunir la información por mí —Tenía más sensores
táctiles de repuesto en su botiquín. No era un cyborg, no podía
acceder o transmitir la información, pero podía recogerla.
Los sensores tenían bases de datos pequeñas, pero suficientes
para contener la información.
—Prepararé los sensores durante el ciclo de descanso,
mientras estamos separados —acomodo la tela de sus ropas
con sus grandes palmas. La perspectiva de separarse de ella lo
desestabilizó. Era frágil y humanoide. Había demasiados
peligros en el planeta.
La protegería, escondería su presencia de su hembra y la
seguiría hacia el asentamiento. Nadie la dañaría.
—Tenemos que separarnos... pero no ahora mismo —dobló
una de sus rodillas, enroscando una larga pierna alrededor de
él—. Tenemos tiempo para... —bajó su mirada, la luz de su
hermoso rostro brillando más.
—Tenemos tiempo para tocarnos —rozó la palma de su mano
izquierda a lo largo de su suave la piel, levantando su pierna
aún más alta, abriéndola a él. Su aliento se enganchó. Su
hembra no estaba acostumbrada a ser manejada de esa
manera.
Pero le gustaba. El aroma de su excitación colgaba
pesadamente en el aire.
—Quiero tocarte por todas partes —tiró de su chaleco antibalas.
—Cuando vuelvas del asentamiento, puedes tocarme todo —
agarró su culo y tembló—. Durante este encuentro, yo te tocaré.
Lo había llamado bestia, y había creído que le había faltado el
respeto. Repararía ese error antes de que se separaran,
mostrándole lo bien que la trataría cuando... regresara a él.
Y la barrera de su armadura corporal aseguraría que su
máquina permaneciera bajo control. No habría ningún copula
de su hembra como su lado orgánico le exigía. No la tomaría
dura, rápida, y brutalmente.
La complacería lenta, cuidadosa y reverentemente. Cuando
terminara con ella, no tendría dudas de cuánto la quería.
Ese era su plan. Y tenía la intención de seguir con él.
—Para unirse se requiere piel desnuda —Su labio inferior se
curvó.
Atrapó esa delicada carne entre sus dientes y mordisqueó. El
gemido que escapó de su hembra le provoco un apretón de
bolas a su bestia. Se agarró a él poniendo sus manos en sus
hombros cubiertos con la armadura.
Doc le soltó el labio.
—Tu piel estará desnuda. Mis dedos entraran en tu coño.
Su almizcle se intensificó. Le gustó su propuesta.
—No experimentarás ningún placer de esa manera.
—Mi placer es tu placer —Esperaría hasta que el momento
fuera óptimo para criar con ella.
Lo estudió durante un momento agonizantemente largo.
¿Dudaba de él? Dudaba de sí mismo. Su lado salvaje se
fortalecía con cada aliento que respiraba, el olor de ella estaba
atormentándolo.
Su cabeza finalmente se agachó.
—Desnudaré mi piel por ti —liberó sus hombros, retrocedió,
colocando sus manos por detrás.
Los pliegues de la débil tela se desenredaron. Su ropa se
deslizó hasta el suelo. Todo en él funcionó mal, su belleza era
demasiado aguda para que cualquiera de sus lados pudiera
absorberla. Se quedó boquiabierto como el tonto que le
acusaba de ser.
Su hembra brillaba... por todas partes. Su forma era flexible,
delgada. Su piel era una delicada sombra dorada. Sus pechos
eran pequeños y perfectos, las puntas de sus pezones eran
un tono más oscuro que el resto de ella.
Un vello corto y fino cubría su montículo. Sus piernas eran
largas, y estaban fabricadas para envolverse alrededor de la
cintura de un cyborg modelo G.
Su polla se presionó contra su armadura corporal. A su bestia
le dolía por tocarla, por probarla, pero el instinto de protegerla,
incluso de sí mismo, era igualmente fuerte.
Su máquina permaneció al mando... apenas.
—Debo ser diferente de las mujeres de su clase —Su hembra
desplazó el peso de su pie derecho a su izquierdo y de nuevo,
balanceándose en su lugar.
—Hay pocas mujeres de mi clase —Los cyborgs femeninos
eran raros—. Y eres diferente de ellas. No hay nadie más como
tú.
—Soy diferente —miró sus formas—. Me han dicho que es por
eso que no tengo pareja. Lo diferente es malo.
—Si tienes un compañero —Era el suyo—. Y lo diferente es
bueno. Es muy bueno —Maldición. De nuevo no se estaba
comunicando de manera correcta—. Eres lo más hermoso que
he visto en mi vida.
Lo miró fijamente.
—Nadie quiere una hembra diferente como pareja, incluso
como compañera temporal —La duda coloreó sus ojos únicos.
—Eres mi compañera para siempre y te quiero más de lo que
nunca he querido a nadie ni a ninguna otra cosa. Mira lo duro
que estoy para ti —Se rozó con la mano su polla, cubierta por
la armadura corporal, en prueba de su atracción por ella—.
Está tomando todo mi control no arrojarte al suelo y criar
contigo.
—Deseas unirte a mí como una bestia —Se agitó. La humedad
brillaba en el interior de sus muslos.
—Tú sacas ese lado de mí —hizo esa descarada admisión—.
Alrededor de ti, soy una bestia salvaje y delirante.
Provocaba sus emociones más poderosas: el deseo, la
posesividad y protección. Y su parte salvaje luchaba por
apoderarse de él.
—Quiero darle a la bestia aquello de lo que tiene hambre —dijo
ella sin mostrar ninguna preocupación por su falta de
moderación. El olor de su excitación se intensificó—. Dime qué
hacer.
—Acuéstate sobre tu ropa —No confiaba en sí mismo para
tocarla. Todavía no—, Muéstrate. Toda tu.
Parecía compatible con él, pero no avanzaría hasta que
estuviera 100.000 por ciento seguro de que podría reproducirse
con su pequeña hembra sin dañarla. Un rápido examen
debería determinar eso.
—Nuestra clase no se une de esta manera —Aún así, su
hembra cumplió con sus órdenes, su tono expresando
curiosidad, no desaprobación. Sus piernas se abrieron,
revelando los delicados labios de su vagina y una entrada
dolorosamente pequeña.
Se arrodilló entre sus piernas, su mirada se fijó en esa parte de
ella. Estaría apretada, lo envolvería como una vaina a una
cuchilla. Un doloroso sonido salió de sus labios, su necesidad
de ella era tremenda.
—Soy diferente. En una mala manera —cerró sus muslos.
—Eres perfecta —Le agarró las rodillas, forzándolas a
separarse una vez más—. Y también eres estrecha —Se
inclinó sobre ella—, pero deberíamos encajar bien juntos... con
alguna preparación.
Parpadeó una, dos veces.
—Nuestra especie se prepara para unirse durante varios ciclos
solares.
—Nos prepararemos más rápido que eso —No podía esperar
varios ciclos solares para reclamarla. Su bestia los destrozaría
a ambos.
Superar este encuentro sin reproducirse con ella pondría a
prueba esa parte de él. Sus orgánicos no eran conocidos por
su moderación.
Pasó la punta de sus dedos por la parte interior de sus muslos,
siguiendo un rastro de humedad en su piel. Temblaba, pero no
se movía, mirándolo con los ojos abiertos.
—Tienes que decirme qué hacer —Le recordó.
—Todo lo que tienes que hacer es sentir —hizo contacto con
los labios de su coño. Se sacudió, alejándose de él.
Un gruñido de desaprobación salió de su pecho, el sonido los
sorprendió a ambos.
Se congeló. Su mirada se fijó en su cara.
Su hembra debería estar preocupada. Su bestia estaba
peligrosamente cerca de apoderarse de él. Y cuando lo hiciera,
se abalanzaría sobre ella, la tomaría, y la reclamaría.
Lo cual era absurdo. Doc inspiró, exhaló y se calmó. Esto
debería ser diferente de cualquier otro examen. Había
realizado tareas similares sin perder el control.
Hace varios ciclos solares, había sido el primer médico cyborg
en realizar diagnósticos en una hembra humana. Había dos
hembras a bordo de la Reckless y las había visto a ambas
desnudas, varias veces.
Su lado lógico se fortaleció y su bestia se retiró.
Trataría este encuentro de la misma manera que lo haría en
uno de esos exámenes. Su hembra no le pertenecería por
ahora.
La parte primitiva y posesiva de él luchó contra esa conclusión
y perdió. Era el médico ahora y no había espacio para la
emoción en su papel.
Allinen sería su paciente, no su mujer. Haría como si le
perteneciera a otro hombre, un hombre que estaba de pie a su
lado, justo fuera de su sistema de visión, donde se encontraban
los machos de las otras hembras.
Para asegurarse de no molestar a su paciente, Doc le quitó
toda la emoción a su cara. Volvió a la máscara en blanco que
todo cyborg había perfeccionado, la cara que había mostrado
una vez a sus crueles amos de la Alianza Humanoide.
—Te ves extraño —La voz de su paciente estaba teñida de
miedo.
—Relájate —Empleó un tono calmado y frío. Eso había sido
probado como efectivo para reparar el daño emocional de un
paciente—. Esto terminará en un momento.
Incapaz de mirar el bello rostro de su paciente y permanecer
indiferente, redujo el rango de su sistema de visión a su coño,
registrando sus reacciones a medida que la acariciaba.
Su pulso se había acelerado. La humedad fluía sobre sus
dedos.
—El paciente es extremadamente sensible a mi tacto —Su piel
brillaba con sus jugos—. Eso es bueno.
Navegó por sus pliegues, aprendiendo la forma de su paciente.
—Debo hacer notar que el sujeto del examen tiene dos clítoris
—El segundo estaba situado cerca de su ano.
Rodeó a uno. Sus caderas se levantaron. Rodeó el otro. Jadeó.
Hizo un círculo en ambos. Sus movimientos se volvieron
frenéticos.
—La estimulación doble resulta en un doble placer —guardó
esa información en sus bases de datos y en su cerebro
orgánico—. Eso es muy bueno.
Al final de su examen, tendría todo el conocimiento que un
hombre... necesitaba para volver salvaje a su hembra.
Capítulo 6

El cyborg la estaba empujando hacia el abismo. El exhaustivo


examen de su cuerpo y sus anuncios monótonos le recordaban
a Allinen las mortificantes inspecciones que había soportado
durante toda su vida.
Excepto que esas habían sido realizadas por el anciano
curandero del asentamiento, no por un macho
devastadoramente hábil en su mejor momento.
Y en lugar de enumerar sus deficiencias, señalando todas las
posibles razones por qué no había nacido con un compañero,
su forastero aprobaba cada parte de ella. Lo que otros vieron
como algo desagradable, lo describió como bueno o muy
bueno.
Eso y sus caricias, la excitaron. Movió su trasero.
—Estoy entrando al paciente con un dedo —presionó su dedo
índice derecho en el estrecho agujero de su coño. Su piel era
muy áspera y tentadora. Su progreso era frustrantemente lento.
Subió sus caderas, tomándolo todo. Su pulgar presionó contra
su clítoris superior. Sus nudillos aplicaron presión en el inferior.
Su dedo la llenó. Gimió descaradamente, incapaz de esconder
su placer.
Un músculo titiló en la mejilla izquierda de su cyborg. La
turbulencia oscureció el gris pálido de sus ojos. Aparte de eso,
su cara estaba en blanco.
Estaba controlando su naturaleza bestial por ella, mostrándole
ese respeto. Su coño se mojó aún más.
—El paciente está tenso —Un indicio un gruñido se percibía
por debajo de la monotonía de su voz—. Requiere más
estimulación —sacó su dedo y lo embistió en su coño.
Dientes de Paha. Jadeó. Ciertamente le estaba dando más
estimulación. La atacó con un dedo, luego con dos, luego con
tres, estirando su virgen entrada al punto de dolor, la
posibilidad de la satisfacción colgaba frente a ella y luego se la
arrancaba.
Mientras lo hacía, documentó sus acciones y el estado de ella
con palabras. La mayoría le eran familiares. Algunas eran
palabras extrañas.
Pero entendía sus intenciones. Le infligiría un dulce tormento
hasta que se quebrara, probando cuánto podía soportar.
No fallaría este examen. Su columna vertebral se inclinó, su
cuerpo casi levitando sobre la tela que cubría el suelo. Le
mostraría que podía tomar todo de él, sus dedos, su polla y
cualquier otra cosa que le diera.
—La luz que rodea al paciente se ha intensificado —Se inclinó
sobre ella mientras hundía sus dedos dentro y fuera de su
coño—. Su respiración es irregular. Está cerca de la liberación.
—No —Sacudió la cabeza. Una banda de emoción envuelta
alrededor de su pecho, apretando, apretando. Todo su cuerpo
se agitó.
Pero pudo aguantar. Apretó los dientes.
—El paciente está luchando por su liberación —Sus ojos
brillaban—. Requiere más estimulación.
—No más estimulación —Necesitaba menos contacto, no más.
Metió sus dedos dentro de ella y giró su mano, frotando su
pulgar sobre su clítoris superior, sus nudillos a lo largo de su
parte inferior. La combinación la destrozó.
Gritó, volando hacia arriba. Apoyó su brazo libre sobre sus
caderas, sujetándola en el suelo.
El gozo la atravesó. No fue el relajante baño de placer que se
les decía a los de su clase que tenían que esperar al unirse a
un compañero. Esto era salvaje, y la destrozó.
Se retorcía, gritaba, y luchaba por su liberación. Su bestia de
macho no estaba permitiendo eso, manteniéndola en su lugar.
Las lágrimas bañaron sus mejillas. La humedad fluía de su
coño mientras se apretaba y se liberaba, apretando y soltando
sus dedos.
El placer la golpeó hasta que su cuerpo se volvió blando. No se
parecía a nada que hubiera experimentado o que se le haya
enseñado a esperar. Miró fijamente hacia arriba sin ver,
luchando por entender lo que había pasado.
Los dedos de un hombre estaban dentro de ella. No era su
pareja, pero le había dado la satisfacción más exquisita. Y no
había sido todo físico. Había una conexión entre ellos.
Zumbaba en el aire.
No era digna de ello.
—Fallé tu prueba.
—No te estaba probando—. Retiró sus dedos. Su coño se
aferró a él. La ruptura de esa succión fue vergonzosamente
fuerte—. Estaba probándome.
Levantó la mano, estudiándola. Sus jugos cubrieron su piel.
—En doscientos latidos, voy a lamer tu humedad de mis dedos
—Su voz se mantuvo plana—. Lameré cada gota de ti de mi
piel. Cuando eso esté hecho, quiero más. Si te quedas dentro
de este árbol, te clavaré al suelo... abriré tus piernas y te
beberé hasta dejarte seca.
Lo miró fijamente, los impulsos que creía saciados revivieron.
—Cuando no tengas más que darme, llenaré tu coño vacío con
mi gruesa y dura polla —Su mirada se mantenía enfocada en
su mano. Sus jugos goteaban por su brazo cubierto de ropa—,
Me aparearé contigo como la bestia que crees que soy,
tomándote más duro, y más rudo de lo que cualquier criatura
haya tomado su pareja. Te vendrás así tantas veces y tan
intensamente; que no podrás volver a tu asentamiento. Estarás
demasiado exhausta como para caminar.
Allinen apretó sus piernas. Quería eso, pero...
—Tengo que volver a mi asentamiento —Se notaría su
ausencia. Los seres hablarían, y cuando reapareciera hablarían
aún más. Alguien podría descubrir la verdad.
Si eso sucediera, su hermana no le permitiría volver a ver a su
sobrina.
—Han pasado ciento doce latidos —Su cyborg le informó. Ese
anuncio la impulsó a la acción. Se puso en pie de un salto,
agarró su ropa, y salió corriendo del domicilio.
El aire frío golpeó su piel desnuda y inhaló bruscamente. El
cielo se había oscurecido un poco. El sol debía estar
poniéndose.
Prefirió regresar antes de que se hundiera bajo el horizonte. La
luz que se originaba de ella sería menos notoria si el terreno
que la rodeaba también estaba iluminado.
Pero no quería irse sin despedirse de su cyborg. Buscó alguna
garantía de que se quedaría en el domicilio donde estaba
seguro, que estaría allí cuando regresara al amanecer.
Allinen se puso su ropa, envolviendo la suave tela alrededor de
su cuerpo, colocando todo en su lugar y luego se apoyó en el
enorme tronco del árbol, esperando que se uniera a ella.
Su cyborg no salió ¿Estaba chupando los jugos de su mano?
¿Disfrutaría de su sabor? ¿Se había despojado de su ropa?
¿Estaría acariciando su gran polla, dándose placer a si mismo?
Las preguntas fluían a través de su cerebro. No le faltaría el
respeto preguntándole, pero le intrigaba cómo respondería él.
O si se ofendería por la pregunta. No percibía las preguntas
como un insulto.
Y no la veía como alguien indigno.
La última de las nubes filtradas por la luz del sol se desvaneció.
Incapaz de permanecer allí más tiempo, se dirigió hacia el
asentamiento, zigzagueando entre los árboles, sus pies
desnudos volando sobre el suelo cubierto de vegetación.
A mitad de camino de su destino, sintió que no estaba sola.
Alguien o algo la estaban siguiendo.
Miró a su alrededor y escuchó atentamente, pero no pudo
detectar al ser. Sin embargo, la sensación de estar
acompañada permaneció.
No era una presencia amenazante. La... excitó. Sus pezones
se tensaron. Se estaba convirtiendo en una bestia enloquecida.
Sacudiendo sus hombros, brilló aún más y aumentó su ritmo.
Fue fácil pasar por encima de los guardias. La luz de ellos era
suficiente para evitar la mayoría de las amenazas. Muchos de
los protectores del asentamiento estaban medio dormidos de
pie.
El resto de los Khambalians de guardia hablaban con sus seres
queridos y amigos. No sería tan fácil evadir a su hermana.
Sisko la esperaba delante de su domicilio, luciendo tan perfecta
como siempre lo hacía.
Excepto que había un ceño fruncido en su hermoso rostro. Eso
hizo que Allinen se pusiera nerviosa.
Pasó sus manos por encima de su ropa puesta
apresuradamente, alisando la arrugas en la tela. Nada podría
corregir sus emociones. Se sentía... diferente, reclamada. Sus
labios estaban hinchados por el duro beso de su cyborg. Su
cuerpo todavía burbujeaba por sus abrazos.
Si su hermana se daba cuenta de que había cambiado, Allinen
no sabía lo que haría, o lo que diría.
La verdad pondría tanto a ella como a su hombre en peligro y
garantizaría que nunca volviera a ver a su sobrina.
Mentir no era una táctica que Allinen empleara nunca. Dudaba
que lo pudiera hacer bien. Y las evasivas no eran una táctica
que funcionara con su obstinada hermana. Cuando se proponía
obtener respuestas, Sisko la presionaba y la espiaba hasta
descubrirlo todo.
Dientes de Paha. Estaba en problemas.
La tensión se extendió por los hombros de Allinen.
—Mi hija no me ayudó con la preparación de alimentos para el
atardecer —dijo Sisko mirándola con desprecio.
El alivio pasó a través de Allinen. Su hermana no había notado
nada inusual sobre ella. Estaba distraída con sus propios
problemas.
—El hecho de que tu hija no te ayude con la preparación de
alimentos para el atardecer no es algo nuevo —Vauva era tan
rebelde como lo había sido Allinen en ese número de ciclos
solares.
—Me diste tu palabra de que no la llevarías fuera del
asentamiento —Las acusaciones se encendieron en los ojos de
su hermana—. Entonces inmediatamente rompiste tu promesa.
Sisko la había estado vigilando. Allinen frunció el ceño, sus
sospechas se confirmaron. La felicidad que su cyborg le había
dado se disipó, desapareciendo como si nunca hubiera existido.
—Mantengo mis votos —No debería tener que decir eso. Su
hermana debería saber eso sobre ella—, Vauva no me
acompañó—.
Sisko abrió la boca como para discutir, la cerró y la volvió a
abrir.
—No la he visto en toda su rotación de planetas. Pensé que
estaba contigo.
Su hermana pensó que había roto sus votos. La irritación
surgió a través de Allinen.
—No estaba conmigo.
Las líneas alrededor de la boca de Sisko se hicieron más
profundas. La forma en que miraba a Allinen demostraba que
se le habían acabado las ideas y pedía su opinión.
Cualquier idea que le diera sería probablemente criticada y
juzgada. Era tentador permanecer en silencio. Esa sería la
respuesta más prudente, la que menos dificultades le traería.
Pero su hermana estaba sinceramente preocupada... por
Vauva, un ser que ambas amaban. Allinen no podía ignorarla ni
a sus preocupaciones.
Suspiró.
—Vi a tu hija poco después de hablar contigo. Le dije que no
podía acompañarme. Se alteró, y caminó en esa dirección —
señaló el último lugar donde había visto a su sobrina.
Sisko frunció los labios.
—El domicilio de una de sus amigas está en esa dirección...
pero lo comprobé con esos padres y dijeron que no la habían
visto —Eso no era una sorpresa.
—Las chicas no le cuentan todo a sus padres —Ciertamente no
lo había hecho cuando había tenido ese número de ciclos
solares.
—Eso es cierto —Sisko asintió.
Los momentos pasaron.
—Lanko dijo que estaba exagerando —Su hermana finalmente
admitió con expresión vergonzosa—, pero me preocupo. No
quiero que termine como...
—Como yo —Esa indirecta la habría molestado más si no
hubiera estado satisfecha por la enorme bestia de un macho—.
Lo entiendo.
Allinen entendía que nunca pertenecería a Khambalia 5.
—Regresa a tu domicilio. Tu hija probablemente te esté
esperando allí.
—Tu pelo está enredado —Su hermana no se movió—. Una
hembra desaliñada trae vergüenza a su compañero.
—Vete a casa, Sisko —Allinen no tenía la energía o la
paciencia para jugar con ella al juego de la hermana, y entró en
su domicilio.
Su hermana se volvió.
—Tú...
Pero cerró la puerta a la mirada de desaprobación de Sisko.

*****

Allinen comió su alimento del atardecer, arregló su domicilio, y


esperó hasta que estuvo segura de que su hermana se había
marchado. Entonces salió de su espacio privado, subió al
árbol... y trepó hasta la rama más alta.
Había otra celebración de apareamiento en el asentamiento.
Una hembra, había alcanzado los dieciocho ciclos solares, y
era llevada por un grupo de hembras ya apareadas hacia un
domicilio. Reclamaría ese árbol como suyo.
Más tarde, en el ciclo de descanso, su pareja también se
trasladaría a ese lugar.
Se unirían allí por primera vez.
Allinen abrazó sus rodillas contra su pecho. Esa unión no sería
en nada parecida a la que experimentó con su cyborg. Sería
gentil y cariñosa. El macho apreciaría a su pareja.
No amenazaría con reproducirse con ella hasta que no pudiera
caminar. Tocó sus labios. Todavía vibraban, hinchados por los
besos de su desconocido. El burbujeo también permanecía,
concentrado en su boca, aunque se extendía ligeramente por el
resto de su cuerpo.
La risa surgió del grupo de hembras apareadas.
Era un grupo al que nunca pertenecería. Había recibido su
propio domicilio cuando había llegado a sus dieciocho ciclos
solares, como era la costumbre con los de su clase, pero no
había sido una celebración para nadie más que para ella
misma. Nadie la había acompañado. Ningún compañero había
sido transportado allí.
Cuando llegó a su domicilio, estaba desprovisto de otra vida. Y
permanecería así hasta que muriera. O hasta que
desapareciera... permanentemente.
Si dejara el planeta y no volviera al asentamiento, los ancianos
esperarían un ciclo solar y luego asumirían que estaba muerta.
Su domicilio sería reasignado a otra mujer. Su sobrina, o tal vez
incluso su hermana, se afligirían por ella por un tiempo y luego
sería olvidada.
Allinen se apartó de la celebración y miró hacia su domicilio
secreto. Su conexión con Doc también se cortaría
eventualmente. También la lujuria bestial que experimentó por
ella. Eso se desvanecería.
Su cyborg se iría, viajaría a otro planeta, encontraría otra
hembra.
La olvidaría.
El dolor en su pecho se intensificó. Apoyó su barbilla en sus
rodillas. Sentir lástima por ella misma no mejoraría su situación.
Sin embargo, reubicarse en un nuevo planeta podría cambiarlo
todo. Tenía que seguir con ese plan.
Su cyborg había valorado sus habilidades para reparar los
dispositivos de mano. Otros forasteros podrían valorar esas
habilidades también.
Los impulsores de energía le habían interesado. Intentó usar
uno. Tal vez podría intercambiar algunos de esos objetos con
los forasteros para conseguir su transporte... cuando ese
momento llegara.
Había aprendido más palabras del exterior. Esas...
Una luz en la distancia llamó su atención, redirigiendo sus
pensamientos. Se originaba en el lugar por donde a menudo se
entraba en el asentamiento. La forma de la luz era familiar.
Dientes de Paha. Bajó del árbol. Las acciones aventureras de
su rebelde sobrina la llevaron más allá del reino de lo peligroso.
Allinen corrió por los caminos, pasando parejas y familias
apareadas. Ninguno de ellos estaba armado como su cyborg
siempre parecía estarlo. Dentro del asentamiento, los seres con
pareja no eran buscados por nada, no le temían a nada.
Casi todos los seres, excepto su sobrina. Debería temer a
alguien.
A su tía.
Mientras la alcanzaba, Allinen expresaba en voz alta lo tonta
que Vauva estaba actuando. La chica tenía muy pocos ciclos
solares como para dejar el asentamiento por su cuenta.
También tenía una pareja y un futuro feliz que perder. Sus
compañeros Khambalians no aprobarían las escapadas de su
sobrina, la juzgaría duramente por ello.
Allinen amaba a la chica, no quería que se convirtiera en una
marginada como ella. Vio a su sobrina al mismo tiempo que su
sobrina la vio. Los ojos de la chica... se agrandaron. Se desvió
abruptamente hacia un camino más estrecho, tratando de evitar
la confrontación.
Allinen no permitiría que eso ocurriera. Corrió hacia adelante y
la agarró la ropa de la sobrina.
—Te detendrás y me dirás dónde has estado.
—¿Qué harás si no te digo dónde he estado? —Vauva
escondió algo debajo de la tela suelta de sus ropas, antes de
girarse para enfrentarla— ¿Vas a delatarme con mi madre? —
Se atrevió a interrogar a su tía. Dos veces.
Allinen retuvo su aliento.
—No me faltarás el respeto. Estoy hablando como tu tía y tu
amiga.
—Eres mi tía sin pareja y no eres mi amiga —La chica rebelde
hizo una mueca—. No me gustas. No le gustas a nadie que
conozca.
Allinen retrocedió, aturdida por las crueles palabras. Podría
haber entendido su ira. Su sobrina estaba decepcionada por no
haber podido acompañarla y actuaba enojada.
Pero fueron las palabras que Vauva había elegido, las que le
golpearon en el corazón. Nunca hubiera pensado que su
sobrina la veía diferente porque no tenía pareja.
—Lo siento —Vauva hizo un gesto de dolor—,No quise decir...
—Detente —Allinen extendió sus manos, sin querer escuchar
ninguna mentira.
Porque sabía que su sobrina quería decir algunas de esas
palabras y sabía el futuro que les esperaba a las dos. Ya había
recorrido este camino con la madre de la chica durante una
discusión, hace muchos ciclos solares, Sisko había usado su
condición de no estar apareada contra ella en un momento de
enojo. Su hermana también se había disculpado, como lo había
hecho Vauva, pero luego se repitió una y otra vez.
Como pasaría una y otra vez con Vauva.
—Hay cosas peores que no tener pareja —Allinen se forzó a sí
misma a suavizar su voz—. Es peligroso salir del asentamiento.
Podrías perder tu vida útil.
El labio inferior de su sobrina se frunció.
Allinen suspiró.
—Si no piensas en ti misma, piensa en tu pareja —Sus propios
pensamientos se dirigieron a cierto cyborg, un ser que
definitivamente no era su pareja—. Si mueres, lo condenas a
una vida de soledad.
—Suenas como mi madre —Vauva tiró de sus prendas, por
donde Allinen la tenía agarrada—. Lo cual es gracioso porque
a ella tampoco le gustas.
La repetida crueldad demostró que la predicción de Allinen era
correcta. Las agresiones, no tan sutiles, sucederían una y otra
vez. Vio a su sobrina retomar el sendero, y no trató de
detenerla. Nada de lo que dijera cambiaría el camino de Vauva.
Estaba destinado. Al igual que el suyo.
La chica se parecía demasiado a su madre.
Una sensación de pérdida se apoderó de Allinen mientras
caminaba lentamente de vuelta a su hogar.
En este ciclo de descanso, su último vínculo con Khambalia 5
se había roto.
Los prejuicios de Sisko habían sido enseñados a Vauva. La
chica podría considerar divertido, por ahora, pasar tiempo con
su tía sin pareja. La hembra adulta en la que pronto se
convertiría, vería a Allinen como un ser del que se podría burlar,
compadecer o soportar.
No quería quedarse para ver eso.
Su hermana y su sobrina, los dos seres que amaba en el
planeta, ya no necesitaban ni querían su compañía. No había
nada más que la relacionara con Khambalia 5.
Estaba triste, pero también era libre, libre de vivir la vida que
quería, libre de viajar a donde sea y con quien sea que ella
deseara.
La imagen de Doc revoloteó por su mente.
Recogería la información que su macho requería, transmitiría
todo lo que conocía de los de su clase, el terreno que había
pasado toda su vida explorando.
Cuando hubiera completado su misión, como él llamaba a sus
tareas, le pediría que la transportara a un lugar diferente, en
algún lugar lejos de Khambalia 5.
Volaría en su brillante nave, para ver lo que había más allá de
las nubes. Su mirada se elevó. Nunca había visto el sol, no del
todo, pero lo poco que había detectado le indicaba que sería
bonito.
Miraría esa vista con su cyborg a su lado.
Y, en ese momento, ya no estaría sola.
Capítulo 7

El sol estaba saliendo. Iluminando las nubes que cubrían


permanentemente el cielo de Khambalia 5.
Doc esperó fuera del asentamiento.
Había escoltado a su hembra hasta allí la anterior rotación de
planetas, la escoltaría de nuevo cuando dejara la protección del
perímetro.
Era suya. La protegería. Siempre.
De pie entre los árboles, se había quedado escondido en las
sombras. Los seres, ubicados a intervalos regulares alrededor
de la frontera del asentamiento, no dieron ninguna indicación
de que lo hubieran detectado.
Sus labios se torcieron. Era muy improbable que notaran algo
más... que las amenazas más obvias.
Charlaban, dormían y a menudo daban la espalda al terreno
que tenían encargado vigilar. Los seres dependían solo de su
bioluminiscencia para protegerlos.
Eso no era suficiente. No para defender a su preciosa hembra.
Había sido reacio a dejar su posición fuera del asentamiento
durante el ciclo de descanso, pero era necesario que volviera al
domicilio secreto de su hembra. Ahí estaban los impulsores de
energía.
Los había utilizado para recargar su potencia total. Había
encontrado algunas barras de comida apiladas ordenadamente
al lado de los contenedores de bebida. Eso dejó satisfecho a su
lado orgánico. Modificó los sensores táctiles de repuesto, para
que los usara su hembra.
Después completar esas tareas, volvió corriendo al
asentamiento y había permanecido en las afueras desde ese
momento.
Sintió que Truth se le acercaba.
Tú luchas contra los seres de la derecha. El guerrero, siempre
bromista, le transmitió. Yo lucharé contra los de la izquierda.
Están armados con lo que parecen ser pistolas de dardos. Hay
una alta probabilidad de que podamos derrotarlos sin usar
nuestras armas.
No vamos a luchar contra ningún ser. No movió su mirada del
asentamiento. Nuestra misión es registrar la información sobre
el planeta, no matar a los seres en él.
No es divertido. Se rio Truth ¿Tu pequeño humanoide te está
ayudando a registrar información? ¿Es por eso que estamos
esperando aquí?
No hay necesidad de que tú esperes aquí. Podría proteger a su
pequeño humanoide sin ninguna ayuda. Tienes más terreno
que explorar.
Hicimos una pausa en la exploración. Truth se encogió de
hombros. Dissent encontró alimento para Gnaw.
¿Le pusieron nombre al miljoonasuut? Doc le levantó las cejas.
El Capitán no permitirá que llevemos esa criatura a bordo del
Reckless.
El Capitán era extremadamente riguroso en proteger su nave y
su tripulación de cualquier amenaza. No permitiría que nada
peligroso entrara en la nave. Todo era puesto en cuarentena
por varias rotaciones de planetas antes de que fuera autorizado
para su ingreso.
Gnaw está adaptado a su entorno tóxico. El tono Truth era
seco. No se sentiría bien a bordo de la nave. Y probablemente
devoraría toda la bahía de aterrizaje.
El modelo D se rio.
La clase de los de Allinen también se había adaptado a su
entorno tóxico. Doc frunció el ceño. Sus nanocibóticos, una vez
que fueran transferidos completamente, compensarían el daño
físico que otro entorno infligiría a su hembra.
Pero no repararía el daño emocional de dejar a su familia, sus
amigos, de ser repentinamente metida en un entorno
desconocido.
Nunca había volado en una nave. No hablaba el idioma
universal, no sería capaz de comunicarse con las otras
hembras humanas a bordo. Todo sería diferente y nuevo para
ella.
Se cortaría el brazo derecho antes de dañarla. Pero, era
necesario a bordo de la nave. Era el único médico de la
Reckkles. El capitán y el resto de la tripulación contaban con él.
No han transmitido ninguna información sobre los otros seres
del planeta. Doc se centró en la misión.
Todos esos seres estaban muertos cuando los encontramos.
Transmitió decepcionado Truth mientras se acercaba. Las
bestias con colmillos venenosos atacaron a dos de los grupos,
a juzgar por sus restos. Un miljoonasuut había devorado a otro.
La pequeña criatura hambrienta masticó su nave. Las bolsas
de lava volaron en pedazos una nave, matando a todos los que
estaban a bordo. Encontramos un hombre muerto junto a un
árbol. Otro, tenía su cara enterrada en un charco de líquido.
Tres hembras Palavian fueron succionadas por el suelo. Sus
cabezas fueron comidas a medias por pequeños invertebrados
hexápodos.
Maldición. La mujer de Doc tenía razón. El planeta era
peligroso.
¿Ninguno de los seres era del tipo de mi hembra?
Ninguno de los seres era del tipo de tu mujer. Truth sacudió su
cabeza. Había pocos humanos. El resto era un amplio surtido
de humanoides originarios de todo el universo.
Los muertos habían sido todos forasteros... como sus
hermanos y él.
Entonces los seres del asentamiento son nuestro objetivo. Doc
estudió a los hombres y mujeres que vigilaban el perímetro. Mi
hembra recogerá su información genética.
Es un enfoque aburrido pero lógico. El guerrero admitió ese
punto.
Dissent y yo reuniremos más información sobre las criaturas, la
vegetación, y el terreno... una vez que Gnaw haya sido
alimentado.
Gnaw debería ser liberado, no alimentado. Doc se guardó esa
opinión para sí mismo.
Hay recargas de energía y barras de nutrición en este lugar.
Envió a Truth las coordenadas. Tendrán sólo unos momentos
para recuperarlas. Mi hembra y yo tendremos una cita después
de eso.
Eres un guerrero afortunado, Doc. Le transmitió Truth mientras
corría a velocidad de cyborg hacia el domicilio secreto
Tenía suerte. Muchos guerreros luchaban para resolver sus
problemas. Matarían para tener una hembra tan inteligente y
tan hermosa como Allinen.
Y tan sigilosa.
En lugar de salir del asentamiento por la sección oscura del
perímetro, su hembra, consciente de que emitía luz, atravesó la
parte más brillante. Cronometró la salida, así que los guardias
estaban distraídos. Nadie la notó.
Nadie excepto él.
Doc rastreó a su hembra a través del bosque. Su largo cabello
fluía detrás de ella mientras se movía, similar a zarcillos de oro
pálido. Sus dedos se movieron solos, el impulso de tocar esa
suavidad era tremendo.
Su control se escapaba más y más con cada zancada, la
persecución excitaba la parte de él, que había mencionado
como la bestia, una parte que creía reprimida de forma casi
permanente.
Los médicos no actuaban por instinto o por emoción.
Estudiaban, evaluaban, experimentaban, basaban sus
soluciones en el conocimiento y la experiencia.
Esa experiencia le había transmitido cómo sabía su hembra. Su
sabor quemaba en su base de datos. Había repetido sus
gemidos y sus gritos de placer durante el ciclo de descanso,
ese material se burlaba de su lado salvaje.
No había nada en el universo más hermoso que el rostro de
Allinen mientras se venía. Había brillado más que cualquier
estrella.
La haría gritar de nuevo esta rotación de planetas. Necesitando
tocarla, se acercó. Su ropa acarició sus dedos. Con un duro
tirón, podría tirar de ella hacia atrás y presionar su cuerpo
contra el suyo.
Como si hubiera escuchado su procesamiento, ella de repente
dejó de correr. Se escondió apresuradamente detrás de un
árbol y escudriñó el área en busca de posibles amenazas.
Allí no había ninguna.
Se dio la vuelta, mirando a su alrededor. Su frente se arrugó.
—Sé que estás allí —Se pasó las manos sobre el pecho. Sus
pezones estaban tensos, visibles a través de la fina tela de su
prenda—. Puedo sentirte.
Estaba tan afectado como ella por su proximidad. Su polla se
apretó contra los confines de su armadura corporal. Su bestia
lo arañaba por dentro, probando la jaula que su máquina tenía
colocada alrededor de esa parte de sí mismo.
—Me sientes porque soy tu guerrero —Salió al descubierto.
Aquí podía no esconderse de su hembra—. Soy tu pareja —
usó el término que utilizaban los de su clase para su conexión.
—Los pahas pueden sentir a sus parejas —puso los ojos en
blanco—, y son bestias.
Había escuchado algunas de sus charlas mientras esperaba.
En varias había mencionado a los pahas.
—Fuimos atacados por un grupo de criaturas de cuatro patas
poco después de que llegáramos al planeta —Se acercó a
ella—Tenían fuertes mandíbulas, garras y dientes.
—Esos son pahas —asintió—. Son muy peligrosos.
También tenían una capacidad de procesamiento limitada. Doc
frunció el ceño ¿Eran esas las bestias con las que lo
comparaba?
—Los pahas fueron fáciles de derrotar.
—Venciste a una manada de pahas y a un miljoonasuut —
Parecía impresionada y se sintió más grande—. Podrías
sobrevivir en este planeta.
Eso era un cumplido viniendo de su desconfiada mujer.
—Nada me ha matado todavía —apoyó sus manos en sus
caderas.
Se movió, pero no se alejó de él.
Se miraron el uno al otro.
Debería decir algo, pero todas las palabras habían sido
borradas de su base de datos. Su hembra era impresionante.
Sus procesadores estaban ocupados con las imágenes de ella
y con el esfuerzo necesario para controlar sus orgánicos. Frotó
pequeños círculos en la piel cubierta de tela de su hembra. Su
olor se burlaba de él en sus fosas nasales.
La quería. Desesperadamente. La necesidad martillaba sobre
él con una intensidad que amenazaba con quemar sus
interruptores.
Allinen puso sus manos sobre su pecho. Una sacudida de
conciencia fluyó a través de él.
Sus delgados dedos se separaron, como si quisiera tocar más
de él.
—No te quedaste en el domicilio secreto —Su voz era ronca.
Sacudió la cabeza.
—Eres mi hembra. Quería asegurarme de que estuvieras a
salvo.
—Estaba a salvo —levantó la barbilla—, Este es mi planeta y
soy una hembra adulta, a diferencia de otros que vagan solos
por el terreno.
—Derroté a una manada de pahas y a un miljoonasuut —Le
recordó sus habilidades.
—Estaba pensando en mi sobrina —La sonrisa de su hembra
era de tristeza—. Sólo tiene ocho ciclos solares y toma
demasiados riesgos, saliendo del asentamiento por su cuenta.
Esa debe haber sido la chica que vio entrar en el lugar donde
su hembra preferida estaba.
—La chica que vi llevaba un paquete médico, similar al que yo
uso excepto que era blanco y era mucho más pequeño.
Su botiquín era negro, a juego con su armadura, ese color le
permitía esconderse mejor en las sombras. Los Khambalians
emitían luz. Un paquete médico blanco era más adecuado para
su clase.
—Esa chica no era Vauva —Los dedos de su hembra
temblaban contra su armadura—. Mi sobrina no llevaría tal
paquete —La duda se apoderó de su voz—, Está prohibido
tocar las posesiones de un extraño. Ella lo sabe.
—Los de tu clase creen que los forasteros son malos —La
arrimó a su lado, un forastero, un ser que su familia o sus
amigos nunca aceptarían.
—Mi clase cree que los forasteros son peligrosos —Lo
corrigió— Han matado a los Khambalians en el pasado —hizo
una pausa— No sé por qué hicieron eso. Nadie entiende el
razonamiento detrás de las acciones de los forasteros.
Escuchó su frustración. Tenía una mente curiosa y su cultura
no permitía que hiciera preguntas. Se inclinó hacia adelante,
presionó sus labios contra la frente de ella.
Se quedó quieta.
—He regresado del asentamiento —Su voz era apenas audible.
Su bestia aulló de felicidad. Le había prometido que podría
tocarlo todo cuando regresara de su asentamiento.
El hecho de que le recordara su voto significaba que esperaba
y quería tener el acceso a su cuerpo que le había concedido.
Esa revelación casi apaga su máquina.
El anhelo pulsó a través de sus circuitos.
Doc no quería, no podía negarse a ella.
—Has regresado —La tomó en sus brazos.
—Soy pesada —golpeó sus palmas contra su armadura
corporal—. Bájame.
—Pesas muy poco —corrió a través del bosque,
transportándola—. Te bajaré una vez que estemos dentro de
nuestro domicilio,
—Nuestro domicilio —Su hembra repitió sus palabras. Era su
domicilio, su hogar temporal.
Truth, desaloja el lugar. Doc advirtió a sus hermanos.
Cualquier situación que implicara una emoción extrema
liberaría a su bestia. La presencia de un rival potencial
invocaría esa respuesta. O un retraso en la reclamación su
hembra.
El espacio es todo tuyo, modelo G. Truth se rio. Estoy tomando
un refuerzo de energía conmigo. Dissent querrá usar uno.
Tómalo. Autorizó esa acción. Su hembra había recogido
muchos de ellos.
Los árboles se hicieron más espaciados al acercarse al borde
del bosque. No había bolsillos de lava en esa zona. Era la parte
más estable del planeta.
Doc, en cambio, se sentía extremadamente inestable. Su lado
lógico permanecía en control... apenas. Su mitad orgánica
estaba cerca de la superficie.
Pateó a un lado la puerta improvisada y transportó a su hembra
dentro del tronco del árbol que había reclamado como su
domicilio secreto. El contenido de su paquete médico estaba
ahora intercalado con sus pertenencias.
La puso sobre un cobertor de tela que había esparcido sobre el
suelo en preparación para su llegada. Puede que fuera una
bestia, pero no la violaría en la suciedad. Su hembra merecía
algo mejor que eso.
Allinen se reclinó ligeramente, apoyándose en sus codos. Sus
rodillas dobladas. Sus piernas se abrieron.
Su mirada bajó al espacio entre ellas. Sus muslos lo acunaban
perfectamente. Sería decadentemente suave.
Agujero de Fraggin. Tenía que procesar alguna otra cosa.
Buscando recuperar su control, volvió a su papel de médico.
Había resultado durante el encuentro anterior. Puede que le
ayudara ahora.
—Me estoy quitando la armadura corporal —borró toda la
emoción de su voz mientras documentaba verbalmente sus
intenciones.
—Estoy viendo cómo te quitas tu... armadura corporal —Esas
eran palabras nuevas para su hembra. Las dijo con cuidado.
Primero se quitó las piezas de sus brazos, dejando al
descubierto esas partes de él. Su hembra estiró las manos.
—Quiero examinarlas.
—Estas están diseñadas para mis brazos —Le dio esa parte de
su armadura corporal.
Sus dedos se rozaron durante la transferencia. La conciencia
se precipitó hacia él. Se estremeció, casi deshecho por el toque
casual.
Tembló, igualmente afectada. Su mirada se sumergió y su
cabeza se inclinó. Su hembra pasó sus manos sobre el equipo
protector, explorando el interior y el exterior de la misma,
evitando las fundas de las armas en la parte superior de los
brazos y las fundas de la daga en los antebrazos.
Su mirada regresó a él.
—Esto es bueno.
Sus labios se movieron. En la anterior rotación del planeta, le
había dicho eso a su inteligente y pequeño humanoide
mientras la examinaba. Lo había recordado.
—Me estoy quitando la cubierta del pecho —hizo ese anuncio.
—Estoy viendo cómo te quitas tu cubierta del pecho —abrazó
las piezas del brazo entre sus pechos y lo miró con sus
grandes e inocentes ojos.
Su bestia quería devorarla.
Se quitó la parte del pecho y se lo dio a su hembra para que lo
estudiara y examinara.
Lo volteó en sus manos, tocando y acariciando el material.
Cuando ella terminó con su inspección, lo declaró como
“Bueno”.
Esa rutina se repitió con cada pieza de su armadura corporal.
Cada sección de su ropa fue examinada y declarada “Buena”.
Eso lo excitó. Enormemente.
Finalmente sacó el último pedazo y se paró frente a su hembra,
desnudo, excepto por las botas de sus pies, con su espalda
recta y sus músculos flexionados.
Bajó su mirada. Lentamente. Se tomó su tiempo para examinar
su gran forma, haciendo una pausa por un par de latidos en su
ingle, en su camino hacia abajo, deteniéndose de nuevo en esa
parte de él durante la inspección.
Estaba tan duro como una daga y a un toque de perder el
control.
Se lamió el labio inferior, su pequeña lengua dorada se deslizó
sobre esa carne exuberante.
—Esto está muy bien —Sus ojos brillaban.
Maldición. La quería. Doc dio un paso adelante.
—Detente —extendió sus manos—. Dijiste que podía tocar
todo de ti —Su mujer miró fijamente a sus botas.
Estaba interesada. Ninguno de los suyos usaba calzado.
—Me estoy quitando mis botas —Le dijo.
—Estoy viendo cómo te quitas las... botas —dejó su armadura
corporal a un lado. Se quitó el calzado a patadas.
Los atrapó, sus reflejos impresionantes y rápidos.
—Tus... botas son gruesas —trató de doblar la suela de
cuero— No se puede sentir el suelo mientras se lleva esto.
Ese era el punto de las botas.
—El suelo en muchos planetas daña a los seres en los pies. En
este planeta, protegería mis pies contra las rocas de antaa
potkut.
—Te protegería —asintió con la cabeza, sus dedos se curvaron
sobre la punta de la bota—. Trepar a los árboles sería difícil
con estas... botas. No podrías agarrar los troncos con los dedos
de los pies.
—Agarré los troncos con los dedos de mis manos y usé las
piernas para estabilizarme —Le quitó las botas, las colocó con
el resto de sus prendas—. Muévete.
Se corrió hasta el borde de la tela de cobertura.
Doc bajó su cuerpo, recostándose sobre su espalda.
—Estoy listo para que me toques por todas partes.
Puso sus manos en los costados, abrió sus piernas, se preparó
para el mayor tormento decadente que jamás tendría el
privilegio de soportar. Esta sería la verdadera prueba de su
control sobre su lado orgánico.
Allinen se sentó erguida, su cuerpo totalmente vestido vibrando
de emoción.
—Relájate —Su hembra se atrevió a burlarse de él—. Esto
terminará en un momento.
Ese momento sería el más largo de su vida.
Dudó.
—Sólo me has tocado el coño.
Eso era todo lo que pudo tocar sin sucumbir a sus orgánicos,
para no saltar sobre ella como la bestia que era ese lado de él.
—Puedes tocarme todo.
—Hay mucho de ti —Su hembra lo miró como si no supiera por
dónde empezar—. Nuestros machos son muy... —Le echó un
vistazo a su polla—. Más pequeños.
Un gruñido se escapó de sus labios.
El lado lógico de él, la parte de él que albergaba su
conocimiento médico, querían escuchar sus diferencias. Esos
datos podrían hacer que su primera cría fuera más agradable
para su hembra.
Deseaba complacerla.
La naturaleza salvaje y posesiva que intentaba contener, sin
embargo, no quería que hablara de cualquier potencial rival.
Era suya. Sólo debería mirarlo a él.
Ese lado de él ganó la batalla.
—Si hablas de cualquier otro macho, lo cazaré y terminaré con
su vida. Lentamente. Dolorosamente.
Se congeló. El tentador aroma de ella se intensificó.
—Eres un médico ahora, un explorador. Sólo disparas a los
seres si te amenazan. Eso es lo que me dijiste —Las palabras
de su hembra verificaron que absorbía todo lo que le decía y
hacía—. Esos otros machos no te amenazaron.
Su argumento era válido. Excepto que, con ella, no era médico.
Era simplemente una bestia.
—Debería ser el único hombre en tus procesadores.
Lo miró durante un largo momento.
—Tú eres el único hombre que yo… haya tocado alguna vez
—Su mirada volvió a su polla—, por todas partes.
Esa parte de él se movió complacientemente y sus cejas se
levantaron. Le gustó su atención y le gustó su respuesta.
Ningún otro macho había criado con ella. Sería su primero y su
único.
Capítulo 8

Su cyborg era una bestia magnífica y Allinen disfrutó de la


oportunidad que se le estaba dando para estudiarlo, a todo él.
Tenía una piel gris y lisa, músculos abultados y una polla del
ancho de su muñeca.
Lo escaneó desde la parte superior de su cabeza hasta sus
enormes pies. Su pelo negro era corto. Su cuerpo absorbía la
luz, no la emitía. Y era grande.
Había tanto de él para tocar, para explorar, para examinar. No
sabía por donde debería empezar.
Los brazos de Doc se flexionaron, atrayendo su atención hacia
allí. Esa era una parte segura.
Tomó su mano izquierda. Su palma era áspera, caliente y
enorme. Esa no era la mano de un curandero. Pertenecía a un
guerrero, su bestia.
Allinen rozó la punta de sus dedos con sus uñas cortas y sin filo,
rodeó los nudillos, se movió hacia arriba, examinando su
muñeca, su antebrazo. Había rayas de carne levantada,
cicatrices en su cuerpo sin marcas.
—Alguien te hizo daño —Se inclinó sobre su brazo y lamió
donde la herida habría estado una vez, acariciando el lugar con
la lengua plana, deseando poder quitarle ese dolor del pasado.
—Me he hecho daño a mí mismo —Su cyborg la miró.
Sus ojos eran la parte más bella y expresiva de él, la puerta de
su alma en conflicto. Cuando estaba tranquilo, eran de un gris
pálido. Cuando estaba perdido en la pasión, eran de un negro
implacable.
Cuando luchaba contra sus deseos, como ahora, eran
tormentosos y turbulentos, y el negro se arremolinaba con el
gris.
—Eres un curandero —Allinen frunció el ceño mientras
consideraba sus palabras. No entendía la idea de que se cause
dolor a si mismo intencionalmente—. Los sanadores curan. No
se lastiman a sí mismos.
—Me hago daño a mí mismo para curar a los demás —Le
explicó—. Algunos de mis hermanos tienen daños permanentes.
Al infligir un daño similar en mi propia forma y tratar de
repararlo, hago proyecciones de cómo puedo repararlos.
Había soportado el dolor para tratar de curar a otros. Su
forastero era un buen macho.
—Hay vegetación que nuestra especie utiliza para acelerar la
curación. Recogeré algo de ella para ti —besó las marcas de
nuevo—. Eso podría curar tus cicatrices también.
—Puede que sí —Su polla se movió, el movimiento atrajo su
atención hacia ella.
Su boca se secó con el deseo.
—Pero no lo haré ahora mismo —bajó su brazo.
—La recolección de la vegetación puede hacerse más tarde —
Su cyborg estaba de acuerdo con ella.
—Tocarte es mi misión ahora —utilizó sus palabras. Sus dedos
navegaron por su bíceps izquierdo, atravesando la ondulación
de sus músculos.
Los de su clase eran fuertes pero sus músculos eran delgados.
El poder de Doc era visible. Su brazo superior era grueso,
sólido.
Las puntas de sus dedos bailaban a través de su clavícula,
bajando por sus pectorales. Eran bien definidos también.
Rodeó sus pezones planos y él se movió debajo de ella.
Sus labios se enroscaron hacia arriba. Su macho era sensible
allí. En un impulso, chupó su carne, probando los minerales y a
él.
Un gemido se elevó de su garganta, su cabeza se inclinó hacia
atrás.
Su reacción la empujó a hacer más. Bajó por el pecho,
explorando primero con las manos y luego con la lengua. Cada
abdominal fue mordisqueado, lamido y probado.
—Me controlaré —Sus dedos se doblaron en enormes puños.
No quería que se controlara. Su macho había mantenido su
control durante su último encuentro... hasta el final. Había
demostrado que la respetaba.
Ahora, anhelaba que le faltara el respeto, que se uniera a ella
como lo había prometido la anterior rotación del planeta. Eso
era con lo que había soñado en su ciclo de descanso,
causando que se despertara con el coño mojado y un dolor en
su núcleo.
Decidida a alcanzar esa parte de él, le acarició las caderas
hacia adelante y hacia atrás, con las puntas de los dedos,
acercándose cada vez más a su polla. No tenía pelo ahí. Nada
ocultaba ningún tramo de su tallo.
Y estaba bendecido con dos bolas, no sólo con una, como los
machos de su clase estaban equipados. Se acurrucó contra
ellas.
Los dedos de su cyborg se enroscaron. Se formó humedad en
la punta.
Estudió esa gota de esencia.
—Esto es muy bueno.
El cuerpo de su cyborg se estiró bajo sus manos,
endureciéndose por todas partes.
—No puedo. Demasiado.
—Te estoy tocando —extendió su lengua.
—No —Su voz era un susurro. Sus ojos eran tan negros como
el cielo en un ciclo de descanso.
—Sí —lamió la carne por encima de la cabeza de su polla.
Él se estremeció, ese movimiento los sacudió a ambos.
—Tú. Me. Estas. Quebrando.
Ese era su objetivo. Apretó los labios. La sensación de
burbujeo crecía junto con su macho cubriendo su lengua.
Se inclinó hacia adelante.
Le agarró el pelo.
—No más —Su cyborg acompañó esa negación con un
amenazador gruñido.
Era dominante, salvaje y estaba peligrosamente cerca de
perder el control sobre su pensamiento racional. Todo lo que
necesitaba eran unos cuantos toques más.
Se los daría.
—Dijiste que podía tocarte —Le miró la polla y se lamió
lentamente los labios—. Todo de ti.
Un temblor recorrió su gran cuerpo. Era similar al temblor del
suelo antes de que una bolsa de lava explotara.
Su macho estaba preparado para unirse.
—Si me tocas la polla otra vez —acercó su cara a la de ella—.
Voy a darte vuelta sobre tu espalda, te arrancaré la ropa y
montaré como haría un paha con su compañero. No habrá
besos tiernos, ni lentos y fáciles. Me reproduciré contigo rápido
y duro y no te gustará eso. No para tu primera vez.
Los pahas no tenían compañeros. No esperaba besos tiernos,
no de él. Y le gustaba eso. Mucho.
Extendió la mano con un dedo índice.
—Vi tu lado médico la última rotación del planeta.
Sus ojos se abrieron de par en par. El agarre de su cabello se
apretó.
—Quiero a la bestia ahora —Le dio un golpecito en la punta.
Un momento, estaba inclinada sobre su cyborg. Al siguiente
momento, estaba sobre sus espaldas. El aire salió de sus
pulmones. Jadeó.
La atrapó entre el suelo inflexible y su aún más implacable
cuerpo. Sus labios capturaron los de ella, presionando hacia
adentro, y más adentro, hasta que se abrió a él. Mientras
llenaba su boca con su lengua, se movió sobre ella, levantando
la parte inferior de su ropa hasta la cintura.
El aire frío corrió a lo largo de su piel. Se agarró de sus
hombros con las manos y dobló sus rodillas, acunándolo entre
sus muslos. Doc gruñó su aprobación contra los labios de ella y
le hizo oscilar las caderas.
Su largo y grueso eje se deslizó a lo largo de sus pliegues
femeninos, estimulando ambos clítoris. La pasión la envolvió,
subiendo como una llama. Sus jugos marcaron su polla,
haciendo resbaladiza su follada en seco.
Esa era una de las etapas previas de tomar un compañero,
unirse sin unirse. Nunca pensó que lo experimentaría, nada de
esto. Especialmente no con un extraño, con la gran bestia de
un macho.
Sin embargo, se sentía bien. Se sentía correcto... casi
destinado. Había decidido dejar el planeta, y él había aparecido.
Los pahas y los miljoonasuut no pudieron matarlo.
Estaban destinados a hacer esto, a unirse. El sudor se derramó
en su piel. Su luz se hizo más brillante, iluminando los lugares
más alejados del domicilio.
Su cyborg tiró de su prenda sobre su cabeza, quitando esa
última barrera entre ellos.
—Hermosa —La miró—. Mía.
—Soy tuya —Por ahora. Añadió silenciosamente esa condición.
Se sentía como una mentira. La conexión, siempre existente
entre ellos, se hizo más fuerte, y su especie estaba
condicionada a unirse con un solo ser.
Sería la excepción a esa regla como lo fue a las otras.
Habría más hombres, uno, quizás más... después de que Doc
la dejara.
La penetró con su punta ancha y suave y con eso, todos los
pensamientos del futuro desaparecieron. Respiró
profundamente. Esto estaba sucediendo. Estaban haciendo
esto.
Su mirada se encontró con la de ella. La pasión, el orgullo y la
posesión en sus ojos detuvieron sus preocupaciones.
—Mi mujer.
Era su hembra. Allinen abrió la boca para estar de acuerdo con
él.
Dio un fuerte empujón, y en su lugar le arrancó un grito de la
garganta. Se llenó con su enorme y dura polla. La carne sin
tocar por ningún otro macho, estaba siendo reclamada por un
extraño, por él, su cyborg. La estiró de maneras que nunca
había experimentado, el placer de la unión bordeando con el
dolor.
Sus uñas se clavaron en sus hombros. Apretó los dientes.
No se movió, su mirada se fijó en su cara.
—Te dañé —La desesperación tiñendo su voz—. Soy una
bestia.
—Quería a la bestia —Le recordó—. Y el daño es temporal. El
dolor ya se está calmando —gimió, con un sonido que salió de
su alma. Su mirada se elevó.
No se movió, no respondió a sus comentarios.
Allinen yacía bajo su cyborg, esperando, sin saber qué debía
hacer a continuación. Todo esto era nuevo para ella, esta
situación no le fue enseñada en ninguno de los entrenamientos
de parejas.
Cuando Doc finalmente bajó la mirada, sus ojos se habían
vuelto de un gris pálido.
—Mi liberación transmitirá mis nanocibóticos a ti, mi hembra.
Repararán tu daño —cepilló sus labios sobre los de ella, ese
ligero toque aliviando sus miedos.
Demostraba respeto. La tensión dentro de Allinen se alivió. Al
unirse a él no había destruido su buena opinión de ella.
Su cyborg no la juzgaba por estar con él, un macho que no era
su pareja.
Le sonrió.
Doc interpretó su respuesta como una señal de que su cuerpo
se había ajustado al suyo.
Se retiró hasta casi el borde, el vacío se sintió tan extraño
como la plenitud anterior, y entonces, empujó hacia adentro, se
salió, y volvió a empujar dentro de ella.
Su ritmo era lento, su ritmo suave, controlado, frío, sin
emociones
El médico era el que se unía a ella, esa parte de su hombre
que estaba a cargo, con la intención de construir
cuidadosamente su pasión y suprimiendo sus propias
necesidades.
Más tarde, provocaría a su bestia. Se aseguraría de que
también encontrara satisfacción. Pero en este momento,
restringido y predecible era exactamente lo que necesitaba.
Porque eran un desastre como compañeros temporales. Sus
cuerpos chocaron entre sí, los dos en tiempos separados, y eso
era toda culpa suya. Se levantaba cuando debía retirarse, se
retiraba cuando debía levantarse, su sincronización con su
cyborg estaba a destiempo. Justo cuando empezó a
desesperarse, a preguntarse si estaban destinados a unirse,
todo cayó mágicamente en su lugar. Su cuerpo encontró su
ritmo. Y coincidió con el de él.
Se movieron juntos como si estuvieran hechos el uno para el
otro, como si realmente fuera su compañero, su compañero
permanente en la vida. Sus pechos rozaron el pecho de su
cyborg. Sus caderas se engancharon para acompañar a las
suyas.
Aumentó su ritmo, empujando más fuerte, más profundo. El
fuego dentro de ella se encendió nuevamente, ardiendo cada
vez más y más alto. No había dolor, sólo placer, deseo, y
pertenencia, que entumecían su mente, algo que nunca había
experimentado, y aun así reconocía con todo su ser.
Respondió a ello, a él. Su resplandor brilló, bañando la primitiva
cara de Doc con su luz. Su transpiración cubrió su piel,
haciéndola brillar. Jadeaba, ondulando debajo de él,
necesitando tocar más de su macho con más de ella.
Doc gruñó, añadiendo ese sonido a sus ruidos de unión.
Estaba una vez más perdiendo la batalla con su lado más
salvaje, y eso la emocionó.
Lo quería salvaje, lo quería tan perdido en su encuentro que no
pudiera pensar, ni contenerse. Su lujuria era un estimulante
para ella después de una vida de no ser elegida.
Eso la excitaba.
Él la excitaba. Allinen bombeó sus caderas, encontrándose con
su cyborg a medio camino. Variaba su ángulo con cada avance,
alternando su atención entre su clítoris superior e inferior,
manteniéndola en un constante estado de excitación.
Pero todavía estaba demasiado contenido. Rozó sus
pectorales con sus uñas, marcando su piel gris.
Gruñó, mostrando sus dientes, sus ojos un oscuro pozo de
deseo. Sus acciones se volvieron más frenéticas, su unión más
errática.
—Mía —Su cyborg se empujó dentro de ella—. Mía —Se salió
de ella—. Mía.
Sus declaraciones llenaron el domicilio mientras le golpeaba la
polla en el coño, tomándola duro y rápido, de la manera que
quería, la manera que anhelaba.
Estaba cerca, muy cerca.
—Necesito...
—Dámelo —empujó profundamente y giró sus caderas,
rozando primero contra su clítoris inferior, luego contra el
superior, sin pausa, no dándole la oportunidad de recuperarse
de sus embates.
El doble asalto destrozó los últimos pedazos débiles de su
compostura. La pasión explotó fuera de ella, en pedazos,
volando por todas partes. El placer, poderoso y agudo,
atravesó su alma. Gritó, arqueando su espalda, rascando su
pecho con sus uñas.
Sus paredes internas se estrecharon, apretando la dura y
gruesa polla de su macho.
—Mía —Su cyborg echó la cabeza hacia atrás y rugió, el
sonido resonó en el espacio pequeño. No quedaba ningún
médico en él. Era toda una bestia, su cara estaba llena de...
emoción, sus músculos temblaban.
Y estaba decidido a reclamar a su pareja.
A reclamarla. Completamente.
Una explosión de semen caliente salió disparada de la cabeza
de su polla. Esa esencia se estrelló contra sus paredes internas.
El éxtasis, más intenso que cualquier cosa que Allinen había
experimentado, la golpeó. Hizo que su orgasmo previo
pareciera como un calentamiento, como un precursor de la
cosa real.
Sus gritos se hicieron más fuertes. No le importaba quién
pudiera oírla. Todo lo que sentía era el placer y a él.
Era demasiado. Se retorcía, luchando con su macho, luchando
contra la dicha, tratando de huir de la avalancha de
sensaciones que la bombardean.
No permitió que se escapara de él. Sus caderas aseguraron su
trasero al suelo.
Sus brazos formaban una jaula alrededor de ella.
Su macho se vino, se vino y se vino, cada chorro de su semen
desgarrando su mente en pedazos, transmitiendo más
satisfacción de la que podía absorber. Fluyó a través de ella,
por los dedos de sus manos y sus pies, de su piel y de su pelo,
iluminando la recámara.
El bombardeo finalmente terminó. Un temblor sacudió los
hombros de su cyborg y se derrumbó, aplastándola.
Lanzó un fuerte suspiro de apreciación, dando la bienvenida a
su pesado cuerpo.
La ataba a la realidad, al aquí y ahora, y necesitaba eso, no
quería perderse ni un solo momento de su encuentro.
Porque podría ser su última unión.
Allinen apartó ese pensamiento oscuro y se centró en su
macho. Acarició su espalda, sosteniéndolo contra ella. Su
pecho se elevó y cayó rápidamente como si hubiera corrido una
larga distancia.
Se quedaron así por un momento. El acostado encima de ella,
con la polla dentro de su coño, sus miembros entrelazados.
Sus respiraciones se sincronizaron lentamente.
Su conexión con él no solo permanecía, sino que se había
fortalecido, y eso la asustó. Se habían unido, y la lujuria bestial
era pasajera. A menudo, después de que los pahas
atravesaban en celo, el macho se iba para volver con su propia
manada y la hembra nunca lo volvía a ver.
Endureció su corazón y esperó a que eso sucediera, que la
dejara.
Los momentos pasaron.
Pero Doc no se bajó de ella, no intentó poner distancia entre
ellos. Se sujetó ligeramente hacia arriba, aliviando la presión
que su cuerpo más grande ejercía sobre ella, pero no se movió
de otra manera.
Se revolvió incómodamente debajo de él, sin saber qué hacer,
qué decir.
El entrenamiento de parejas no la había preparado para esta
situación, para una unión temporal.
Doc le frunció el ceño.
—Te estoy dañando —rodó.
También se movió, su cyborg la llevó con él. Simplemente
habían cambiado posiciones. Se recostó de espaldas. Quedó
estirada encima de él. Su polla continuó llenando su coño. Su
vínculo físico no se había roto.
Se habían unido ferozmente, pero ella no sentía ninguna
molestia.
—No estoy dañada. Tus nanocy...cy... —Dientes de Paha.
Había olvidado cómo lo había llamado.
—Mis nanocibóticos —Le proporcionó la palabra, su tono
adormilado, de macho saciado.
—Tus nanocibóticos deben haberme curado... Reparado —Se
esforzó por usar su terminología—. Hay burbujas dentro de mí
—Esas dos cosas debían estar relacionadas—. Eso... comenzó
cuando me besaste y se intensificó con nuestra unión.
—Esos son mis nanocibóticos —Le quitó el pelo de la cara
suavemente.
Allinen se meneó. Los ancianos tenían razón. Los hombres
valoraban la pulcritud.
Su polla se endureció dentro de ella.
—Estate quieta —Sus grandes manos la sujetaron del culo—.
A menos que quieras otra ronda de cría inmediatamente.
Lo dijo como si quisiera otra ronda de emparejamiento.
Levantó la cabeza y miró a su cyborg.
—Las bestias se unen... se reproducen sólo una vez.
—Esta bestia planea reproducirse contigo dos veces más en
esta rotación de planetas —Sus ojos tormentosos brillaron.
Su cara se sonrojó. No debería querer eso. No era su
compañero. No tenían un futuro juntos. Pero a su coño rebelde
no le importaba eso. Ya goteaba con anhelo.
—Eres un ser primitivo —Como estaba descubriendo, también
lo era ella.
—Soy tu ser primitivo —Su declaración la emocionó—. Tus
nanocibóticos le dirán a cada cyborg que eres mía.
Eso significaba muy poco para ella.
—No he hecho contacto con ningún otro cyborgs.
—Pronto conocerás Truth y Dissent —Hablaba como si ya
hubiera decidió llevarla con él cuando se fuera.
Tendría un transporte al siguiente planeta... y quizás Doc la
tomara como su compañera temporalmente, por un poco más
de tiempo. La felicidad floreció en su interior.
—Esos son tus amigos, el macho de pelo castaño y el macho
de ojos azules.
Asintió con la cabeza.
—Truth tiene los ojos azules. Es un modelo D y nunca habla en
serio.
No sabía lo que significaba modelo D pero guardaría esas
palabras en su mente. Si las usaba con suficiente frecuencia,
podía determinar su significado.
—Dissent, con el pelo castaño, parece el más humano. Es un
Modelo J y es a menudo muy serio —La calidez de la voz de
Doc comunicó que amaba los dos.
Sospechaba que a ella también le gustaría.
—Ambos te harán muchas, muchas preguntas —Doc le
advirtió—, Todos mis hermanos te harán preguntas.
Tocó la marca en su mejilla. Los otros dos machos tenían
marcas similares. Debía ser una señal de su clase.
—No indicará falta de respeto —Le dijo lo que ya había
adivinado—. Es nuestra manera.
Si esa eran sus maneras, esperarían que también hiciera
preguntas. Mordisqueó su labio inferior. Eso la hizo sentir
incómoda. No quería faltarle el respeto a nadie.
Pero intentaría cualquier cosa para permanecer... con él, con
otros extraños.
—La perspectiva de que te hagan preguntas te daña
emocionalmente —malinterpretó su silencio.
—Hacer preguntas es una habilidad que debo aprender —
Allinen añadió esa tarea a su lista—, pero ya no veo que el
hecho de que tus hermanos hagan preguntas sea una forma de
falta de respeto —Le aseguró—, Ahora que has explicado tus
maneras, yo los entenderé.
Sus labios se enroscaron hacia arriba.
—Eres tan inteligente como hermosa.
—No me siento inteligente —sintió exactamente lo contrario en
ese momento—. Muchas de tus palabras son extrañas para mí.
—Las aprenderás —Su certeza la tranquilizó—. Y muchas de
tus palabras son extrañas para nosotros también. Como lo son
tus criaturas. Dissent ha reclamado un miljoonasuut como
mascota.
—Mascota —repitió esa palabra—. Tampoco sé el significado
de mascota.
—La ha reclamado como su bestia amiga —Doc sonrió.
—Tiene un miljoonasuut como mascota —Se rio de esa ridícula
idea—. Esa mascota se comerá a tu amigo.
Doc también rio, y su alegría se sumó a la de ella.
Capítulo 9

Para un cyborg, no había nada mejor en el universo que


emparejarse con su mujer.
Dos turnos después, habiendo criado con su hembra y
fusionado sus procesadores tres veces, Doc pudo verificar con
una certeza del 100.0000 por ciento que esto era correcto.
Nunca había experimentado una dicha igual a ésta.
Su bestia estaba tranquila y saciada. Sus mecánicos estaban al
mando con seguridad. Allinen había sido reclamada a fondo.
Su pequeña y bonita humanoide le pertenecía. Nunca la dejaría
ir.
Aunque tendrían que separarse una vez más.
—Podría entrar en el asentamiento por un lugar diferente —
presentó su caso para acompañarla, mientras le ponía los
sensores táctiles en la punta de sus dedos.
Estaban sentados en el suelo cubierto de tela. Ambos estaban
desnudos.
La desnudez no le molestaba a Doc. La Alianza Humanoide, al
verlos como máquinas, lo había almacenado a él y a sus
hermanos sin su valiosa armadura corporal.
Desde que escapó de su dominio, había visto a muchos seres
sin sus vestimentas.
Como médico, eso era a menudo necesario para determinar el
daño.
Su hembra parecía estar tan despreocupada como él, por su
falta de ropa. Se sentó con sus largas piernas cruzadas
casualmente, toda abierta a su vista.
Eso le gustó... mucho.
No le gustaba la perspectiva de dejarla de lado.
—Soy un cyborg —enfatizó su diferencia con los otros seres
que había conocido—. Me muevo rápidamente, en silencio, no
tengo ninguna luz brillando de mí. Las sombras me ocultarían.
—No hay privacidad en el asentamiento —Su hembra estudió
sus dedos—. Y los seres me observarán —Su voz bajó—. Soy
una de los no emparejados. Eso es antinatural para mi clase y
hace que los demás sospechen.
—Eras uno de los no emparejados —La corrigió—. Ahora tú lo
estás y me gustaría conocer a tu familia, a tus amigos, y a esa
sobrina rebelde tuya.
—Eres un forastero —Sus labios se torcieron—. Conocerte
está prohibido.
—Si te quedas dentro cuando el sol esté en su apogeo, me
reuniré con ellos —aplicó el último sensor a la punta de sus
dedos. Era transparente, delgado, flexible, era casi
indistinguible de su piel dorada—. No me separaré de ti más de
dos turnos.
Su mirada voló, encontrándose con la de él.
—Eso es algo que un compañero diría.
—Eso es la verdad —asintió con la cabeza—. Soy tu
compañero y lo he dicho.
Frunció el ceño.
Su hembra no creía que la veía como su pareja. Doc ocultó su
frustración. Tenía que ser paciente. Allinen tenía una mala
opinión de los forasteros, como llamaba a todos los no
Khambalians. Le tomaría tiempo ganarse su confianza.
Tenían ese tiempo. Sus nanocibóticos repararían cualquier
daño causado por las tensiones de los ciclos solares. La
protegería de cualquier otra amenaza. Su vida útil coincidiría
con la suya, sería casi ilimitada.
Aun así, no quería pasar nada de eso lejos de ella.
—Nuestros escáneres de forma de vida transmitieron que
había cuatrocientos sesenta y seis seres, sin incluirte a ti, en el
asentamiento. Cada uno de ellos debe ser catalogado —puso
sus manos sobre su pecho desnudo, saboreando esa conexión
física—, Para hacer eso, todo lo que tienes que hacer es tocar
su piel o su cabello. En cualquier parte de sus cuerpos. Sus
manos, sus brazos, su...
—Sus pollas —El brillo volvió a sus ojos.
—No sus pollas —La bestia posesiva que había en él no
toleraría las burlas, no sobre eso—. La única polla que tocarás
será la mía.
Esa parte de él estaba tan dura como una roca una vez más.
No se cansaba de ella.
—Umm... —acarició su pecho como había acariciado su polla
durante su última cría, las puntas de sus dedos exquisitamente
ligeras contra sus pectorales, su piel contrastaba oro y plata,
luz y oscuridad—. Dijiste en cualquier lugar.
—En cualquier lugar excepto en sus pollas —Doc entrecerró
los ojos hacia ella ¿Estaba intentando provocar su parte
posesiva y primitiva?
Lo había hecho muchas veces durante su unión, pidiendo por
su bestia, empujándolo hasta que perdió el control y le mostró
esa mitad de su ser. Su salvajismo no la asustó. Incluso
cuando le gruñía y retumbaba, no se echó atrás. Confió en que
no la dañaría, no permanentemente, no más de lo necesario
para encontrar la liberación.
Su hembra también aceptaba a su máquina, mojándose
cuando la había examinado, mirándolo con aprecio mientras
charlaba sobre datos, teorías y experimentos. No había habido
pausas en su procesamiento cuando cambió desde la emoción
extrema a la lógica extrema.
Era casi como si no lo percibiera como dañado... lo cual era
una conclusión errónea. Porque estaba dañado. Mucho.
—Toca a cada habitante del asentamiento —Se concentró en
la misión—. Eso es todo lo que tienes que hacer.
Tamborileó las puntas de sus dedos contra su pecho.
—Tocarte no hace nada.
Le daba un gran placer. Eso era lo que hacía.
—Confía en los sensores. Reunirán la información —presionó
uno de sus dedos índices contra el de ella—. Esto... me
transfiere los datos.
La retransmisión fue más rápida de lo que había previsto, los
bits de información parpadeando a través de sus procesadores.
Su producción de nanocibóticos había aumentado. Sus
sistemas habían sido optimizados. La cría con su hembra lo
había convertido en un mejor cyborg.
Y en un macho mucho más feliz.
—Estoy transfiriendo los datos a la computadora portátil —
pulsó el dispositivo—. Aquí está —Le mostró la pantalla.
—Hay muchos datos sobre ti—Se asomó, con la frente fruncida.
—Ese es tu ritmo cardíaco —indicó el número correcto—. El
número es más bajo que la última vez que recogí datos sobre ti.
Cuando antes le había explicado todas las complicadas
especificaciones del dispositivo portátil, había calculado la
probabilidad de que escuchara en un 20,3689 por ciento y la
probabilidad de que comprendiera algo de eso en un 5,6937
por ciento.
Había estado escuchando y había entendido más que eso. El
orgullo llenó su pecho. Su hembra era muy inteligente.
—Cuando reuniste datos sobre mí la vez anterior, acabábamos
de terminar de criar —Doc colocó su mano derecha sobre su
pectoral izquierdo, por encima de donde su corazón estaba
situado—. Criar contigo hace que mi corazón lata más rápido.
—Umm... —bajó su mano izquierda y enroscó sus dedos
alrededor de su polla.
Aspiró su aliento, ese contacto lo tomó por sorpresa.
—Tocar tu polla hace que tu corazón lata más rápido —Sus
brillantes ojos desmintieron su tono casual—. Deberíamos
probar todas las acciones. Ese conocimiento podría ser útil.
Su sugerencia afectó tanto a sus mecánicos como a sus
orgánicos, su médico y su bestia. Estuvo tentado de poner la
misión en pausa y ofrecerse a sí mismo para sus tentadores
experimentos.
Pero los de su clase se darían cuenta si no volvía pronto al
asentamiento. Se lo mencionó más de una vez.
Además, Truth y Dissent casi habían completado su
exploración del resto del planeta. Esperarían que también
cumpliera su parte de la misión.
Y lo haría... con la ayuda de su hembra.
—Probaremos esas acciones más tarde.
De mala gana le quitó la mano de su polla.
—El sol se está poniendo.
—Tengo que volver al asentamiento —suspiró, de pie. Su
cuerpo desnudo era delgado pero fuerte. Todo su brillo, su piel
de oro pálido y pulido, tenían una luz cálida y acogedora.
Antes de que su control pudiera resbalar, agarró rápidamente
su ropa y la ayudó con su vestido, envolviendo la fina y suave
tela alrededor de su cuerpo, usando esa excusa para pasar sus
dedos entre sus pechos, para rozar sus caderas con las palmas
de sus manos, para cepillar con sus dedos el pelo largo y fino
que había dejado suelto.
La cabeza de su hembra se inclinó ligeramente, sus hombros
caídos.
—Una hembra desaliñada trae la vergüenza a su pareja —Su
voz era apenas audible.
—Nunca podrías avergonzarme —Le agarró la barbilla,
elevando su mirada a la de él.
—Cuando tu pelo está despeinado, me recuerda cómo te ves
cuando estamos criando y yo me pongo duro —empujó sus
caderas hacia adelante, llamando su atención sobre su estado
de excitación—, Quiero criar contigo de nuevo.
—Umm... —Se mordisqueó el labio inferior.
Quería chupar esa carne regordeta.
—No estás convencida de que tu pelo desordenado me excita.
El silencio se extendió.
No respondió ¿La había dañado emocionalmente con sus
acciones?
—Mi mujer...
—Si te gusta mi pelo despeinado, ¿por qué lo arreglas? —Las
palabras salieron de ella apresuradamente.
La miró fijamente. Esa no era la pregunta que esperaba.
—Lo hice mal —gimió, alejándose de él—. Mi pregunta te faltó
el respeto.
—Tu pregunta no me faltó el respeto —La agarró de las manos,
deteniendo su alejamiento—. Me complació. Y lo preguntaste
exactamente bien. No esperaba una pregunta. Eso es todo.
Los de tu clase no preguntan.
—Estoy tratando de ser más como tu tipo —Su cara se volvió
una sombra más oscura de oro—, Practicaré cuando esté a
solas contigo —encontró su mirada—, Espero que me digas si
te ofendo.
Había un 5,8741 por ciento de probabilidades de que lo hiciera.
Se dio cuenta de que era una nueva habilidad para su hembra.
—Te lo diré si me ofendes —bajó la cabeza—. Y para
responder a tu primera pregunta, te ordeno el pelo porque me
gusta tocarlo —envolvió uno de sus mechones alrededor de
sus dedos—. Es suave.
Lo miró por un momento.
Jugó con su pelo, acariciándolo desde su cara, alisando los
mechones, saboreando la sensación. Mientras se dedicaba a
esa tarea tan agradable, se permitió mostrar su felicidad, su
maravilla, y su orgullo.
Las líneas de la frente de su hembra desaparecieron. Una
sonrisa lentamente estiró sus labios. Su luz se intensificó.
—Me gusta que me toquen —colocó su mano derecha en su
pecho izquierdo, la tela de su ropa sirviendo como una delgada
barrera entre ellos—. Hace que mi corazón lata más rápido.
Era perfecta para él, juguetona, inteligente y curiosa.
Doc rozó sus labios con los de ella, sin poder resistirse a probar
su sonrisa.
—Vamos a probar otras formas de hacer que tu corazón lata
más rápido después.
—Estaremos muy ocupados más tarde —liberó un feliz
suspiro—. Tenemos mucho que hacer.
—Estaremos muy ocupados el resto de nuestras vidas —Se
tomaría todo ese tiempo para probar todas las formas de hacer
que su pulso se acelerara.
Rápidamente se puso su chaleco antibalas y sus botas.
Lo miró, y su mirada hizo más difícil que se abrochara la
prenda. Su rígida polla quedo presionada en su confinamiento.
Apenas logró asegurar su armadura corporal.
—Caminaré contigo hasta el perímetro del asentamiento —La
siguió fuera de su domicilio secreto.
—Nadie puede verte —Su felicidad y su luz se atenuaron—. El
contacto con los forasteros está prohibido.
Su hembra se preocupaba por lo que los otros seres del
asentamiento podrían ver y escuchar. Entendió cómo era eso.
—Antes de que mi especie se liberara, cuando estábamos
esclavizados por la Alianza Humanoide, tuvimos que ser muy
cuidadosos —agarró su mano mientras caminaban a través del
bosque—. Nos observaban de cerca.
—Querían que cometieras errores —Su mirada se dirigió hacia
él—. Buscaban razones para juzgarte, para castigarte.
Asintió con la cabeza.
—El castigo siempre era la muerte —Sus amos humanos
rebanaron a sus hermanos mientras estaban vivos, separando
y tomando partes de sus cuerpos para hacer funcionar a otros.
—No estoy emparejada —Su hembra se aferraba a esa
condición—. No hay ninguna pareja que considerar al decidir mi
destino.
Era su compañero, pero también era un extraño. Estar atado a
él podría ser peor que estar sola, en el procesamiento de los de
su clase.
—La reprimenda por romper las reglas es el destierro —El
temblor en su voz le transmitió su miedo a ese destino—. El
destierro es la muerte. Nadie puede sobrevivir por mucho
tiempo solo fuera de la protección del asentamiento. Hay
también muchos otros peligros.
Sin embargo, había desafiado esos peligros y esa severa
reprimenda para contactar con un extraño, para hablar con él.
La miró con mayor respeto.
—Me gustaría protegerte, mi hembra.
—Te irás después de completar tu misión —Lo miró de nuevo.
—No me iré sin ti —Le apretó la mano.
Le apretó la espalda, pero no dijo nada.
¿Se alejaría de su planeta, el único lugar que había conocido,
se apartaría de los seres que le importaban? Su hembra
amaba a su sobrina y a su hermana. Había escuchado eso en
su voz.
¿Podría pedirle que hiciera ese sacrificio por él?
La alternativa era quedarse en Khambalia 5, pero entonces
tendría que abandonar un trabajo que le encantaba. Eso
también dejaría al Capitán y a la Reckless sin un médico.
Esa solución tampoco era óptima para su mujer. Los de su
clase descubrirían su presencia e igual la desterrarían del
asentamiento.
Tenían el domicilio secreto, un lugar para residir. La protegería,
asegurando que nada ni nadie dañara a su hembra.
Su familia podría visitarla allí. Eso le traería alegría.
Su felicidad era su máxima prioridad.
Una vez que vio la luz de los guardias del asentamiento, Doc
se detuvo y a su hembra con él. Sus curvas se aplanaron
contra el pecho de su armadura corporal. Con la cabeza
inclinada hacia atrás, la tristeza se reflejaba en sus ojos. Su
hembra tampoco quería dejarlo.
—Nos veremos cuando el sol esté más alto en el cielo —Le
acarició el pelo, alisando los largos hilos—. Te estaré
esperando aquí.
—No llegaré tarde —invocó una sonrisa—, Y no te fallaré.
Tendrás tu información.
Su misión no había sido lo más importante en sus
procesadores.
—Tu bienestar es más importante que la información —apoyó
su frente contra la de ella.
—Estoy a salvo dentro del asentamiento —La certeza rodeó
esa declaración.
Confiaba en los de su clase para protegerla. No compartía su fe
en ellos, podría pasar el resto del ciclo patrullando el perímetro,
buscando amenazas.
—No corras ningún riesgo —barrió sus labios sobre los de ella,
probando su acidez.
—No lo haré —Se alejó de él, se encontró con su mirada.
La miró. Por un instante, no se movieron, no hablaron.
Entonces se dio la vuelta y corrió. Su ropa se agitó detrás de
ella, su hembra parecía la larga cola de un cometa pálido y
dorado.
La miró. Los guardias no detectaron su entrada. Eso lo llenó de
alivio, pero también de preocupación. Era poco probable que
detectaran otros peligros.
Los momentos pasaron. Ya no la veía. Ya no podía localizarla
con sus escáneres de formas de vida o sus sentidos.
Eso perturbó a su bestia. En gran medida.
Tratando de calmarse, Doc rodeó el asentamiento.
Detectó restos de posibles peligros. Las huellas de un Paha
estaban impresas en el suelo. Las criaturas se habían
acercado al asentamiento; el olor de una presa podría haberlos
atraído. La luz de los guardias debió haberlos disuadido de
atacar.
Los de la clase de Allinen no eran poco inteligentes. Los
árboles cercanos al asentamiento estaban desprovistos de sus
ramas. Las marcas en sus troncos indicaban que los
humanoides habían sido responsables de eso. Ningún ser
podría entrar en el terreno, estando protegido de esa manera.
Doc se agachó y tocó el suelo. Las raíces entrelazadas de los
árboles harían que fuera difícil de excavar. Un enemigo no
podría construir un túnel bajo el círculo de guardias sin que se
notaran sus esfuerzos.
Caminó, escuchando, observando, escudriñando el terreno.
Los seres posicionados en el borde del asentamiento hablaban
de parejas y ceremonias de apareamiento, de las suyas propias
y de las de sus hijos. Cada evento, cada actividad, cada
anuncio parecía centrarse en las parejas.
Su hembra había sido la excepción... a todo. Los demás la
debían haber mirado de la misma manera que algunos de sus
hermanos lo miraron a él, un médico entre guerreros, un
sanador entre asesinos.
Ninguno de ellos encaja en sus comunidades. Ambos habían
estado solos.
Aunque no físicamente.
¿Estamos sitiando el asentamiento? Truth apareció a su lado,
coincidiendo con su paso.
Estamos vigilando el asentamiento. Doc miró a las
profundidades del bosque.
Dissent llevaba al miljoonasuut, su nueva mascota, bajo uno de
sus brazos. El exoesqueleto de la criatura se agitó. Sus
muchas piernas se retorcieron.
Gnaw está asustado de tu hembra. El modelo J explicó a
través de una transmisión. Su luz lo asusta.
No hay necesidad de que estén aquí. Doc se lo dijo a los dos.
Transmitiré si hay peligro.
Hemos completado las tareas asignadas y no tenemos nada
más emocionante que hacer. Truth se encogió de hombros
¿Has descubierto una forma de infiltrarte entre la clase de tu
hembra?
Habiendo completado una órbita alrededor del asentamiento,
Doc se detuvo, se apoyó en un tronco de árbol, miró al último
lugar donde había visto a Allinen. Mi hembra está recogiendo
información sobre su clase. Deberíamos tenerla al final del
primer turno.
Entonces, ya no habría ninguna razón para que se quedara en
el planeta... aparte de la felicidad de la mujer. El capitán podría
esperarlo para unas cuantas rotaciones de planeta más, pero
había una baja probabilidad de que la Reckless se mantuviera
por encima de Khambalia 5 durante más tiempo que ese.
Doc tendría que tomar pronto una decisión sobre su
participación en el futuro de la vida de la mujer...
Podría quedarme aquí.
Dissent lo miró fijamente, pero no transmitió nada.
¿Quién no querría quedarse aquí? No sería Truth si se hubiera
quedado en silencio. Hay criaturas mortales, vegetación
asesina, bolsas de lava. El aire y el agua son tóxicos. Me
encanta este maldito planeta.
Doc, aunque tenía una preciosa hembra que proteger, no
estaba tan enamorado del terreno.
Pero era el hogar de Allinen y su felicidad lo era todo para él.
Y su hembra está aquí. El modelo D lo golpeó en el hombro.
Cualquier Guerrero mataría por la oportunidad de encontrar a
su hembra. Ya lo has hecho.
Dissent asintió.
Ninguno de sus hermanos recordaba sus funciones. Eso era
una complicación. Una enorme.
Soy el único médico a bordo de la Reckless. Les recordó a los
guerreros. Si alguien de la tripulación, si el Capitán, su mujer, o
la mujer de Chuckles, fueran dañados, no habría nadie allí para
repararlos.
El Capitán le daría a Surge tu cargo. Truth no dudó en
suministrar esa solución. Surge podría repararlos.
Surge era el antiguo asistente de Doc, había sido entrenado
por él. Tenía la capacidad de reparar seres, era un médico
sólido con firmes habilidades.
Surge no aceptará el puesto. Es el médico a bordo de una nave
más grande.
Surge ha contactado al Capitán ciento cincuenta y dos veces
para que lo transfiera de nuevo la Reckless. Truth puso los ojos
en blanco. Aceptará el puesto.
Doc sospechó que Surge quería ser transferido de nuevo al
Reckless para trabajar a su lado. Pero no lo comunicó, ya que
no conocía realmente la motivación del hombre y su antiguo
ayudante sería un sustituto adecuado para a él.
Su alivio se mezcló con arrepentimiento. Nunca repararía el
daño en los pies del Capitán, nunca repararía el mal
funcionamiento de la rodilla de Chuckles. Esa tarea sería
llevada a cabo por otro médico. Sólo se enteraría por las
transmisiones. Pero la felicidad de su mujer era más importante.
Miró el asentamiento, luchando contra las ganas de ir a ella, de
ver su hermoso rostro, de tener la tranquilidad de que estaba
intacta y segura.
Hay un 80,5812 por ciento de probabilidad de que el guardia
dormido se caiga. Transmitió Truth mientras inclinaba su
cabeza señalando a uno de los Khambalians.
El macho se inclinaba hacia adelante cada vez más. La luz que
emitía iluminó su entorno, eso serviría como un elemento
disuasorio para criaturas como el miljoonasuut, pero sus ojos
estaban cerrados, su sistema visual estaba apagado.
Esa deficiencia lo hacía inadecuado para proteger a su hembra.
Requerían de todos sus sistemas para mantenerla a salvo.
El macho se había ganado una reprimenda.
Doc tomó una ramita del suelo y utilizó su fuerza de cyborg
para golpear al Khambalian. Duro.
—Huh —El macho recuperó la atención—. Sí. Estoy
escuchando —frotó el marca en su frente—. Ay.
Eso fue entretenido. Truth se rio a través de las líneas de
transmisión.
El guerrero pensaba que era divertido porque no era su hembra
la que estaba en peligro. Doc retorció sus labios. Truth buscó
en el suelo, eligió una ramita, la giró en sus dedos, la desechó,
eligió otra. Esa pasó la inspección.
Me toca a mí. El modelo D sonrió. Dame un objetivo.
Doc apretó sus labios. Sería un largo ciclo de descanso.
Para él y para los Khambalians.
Capítulo 10

Su cyborg se la llevaría con él. La emoción surgió a través de


Allinen mientras entraba en el asentamiento. Una vez que
hubiera recuperado la información que necesitaba, se irían.
La siguiente parte de su vida comenzaría. Ya no sería una de
las no apareadas, compadecida e ignorada. Una gran aventura
se avecinaba.
Se apresuró a lo largo de los caminos. Al pasar por los seres,
casualmente los tocó. La miraron y fruncieron el ceño, pero no
la detuvieron ni le dijeron nada.
Eso calmó algo de su nerviosismo. Su misión, como la había
llamado Doc, no sería tan difícil de completar como había
temido originalmente.
Allinen se acercó a su domicilio. La puerta estaba ligeramente
entreabierta. Frunció el ceño, pero no pensó mucho en ello.
Nadie se llevaría ninguna de sus cosas. Eso sería notado en el
pequeño asentamiento. Y no tenía nada que ocultar.
Empujó la puerta para abrirla.
Su sobrina se sentó derecha en su soporte para dormir. Se
envolvió una tela de cobertura alrededor de ella. Sus ojos
brillaban con el sueño.
—Tía...
—No deberías estar aquí —Allinen no quería oír disculpas o
explicaciones—. Se acerca la puesta de sol. Tu madre te estará
buscando —Sisko no se alegraría si encontrara a su hija en el
domicilio de Allinen.
—Está enfadada conmigo ahora mismo —Vauva se estremeció.
—Debería estar enfadada contigo —Allinen sacudió la cabeza.
¿Era por eso que la chica se escondía en su domicilio... para
evitar la desaprobación de su madre?—. No estás tomando
decisiones lógicas.
—Ya no me amas —El labio inferior de su sobrina se rizó.
Parte de la irritación de Allinen se desinfló. Claramente le
molestaba a la chica que su tía sin pareja no quisiera cuidar de
ella.
—Siempre te amaré, Vauva —invocó la sonrisa más amable
que pudo—. Incluso cuando tengas un hogar, una familia
propia y me mires con lástima, sin importarme nada de eso,
seguiré amándote.
También seguía amando a Sisko, la madre de la chica.
—Quieres que me vaya —Su sobrina se veía absolutamente
miserable.
Allinen estuvo tentada de abrazarla. Eso podría consolar a la
chica y también la ayudaría a reunir la información que su
cyborg buscaba.
Pero su sobrina, la niña que una vez rogó que la arrullara,
ahora se consideraba demasiado madura para los abrazos.
Vauva se lo había dicho varias veces.
Allinen abrazaría a su hermana y a su sobrina cuando hablara
con ellas por última vez, cuando se despidiera en silencio.
Le dolía el corazón con ese pensamiento.
—Te pedí que te fueras a casa, no que te fueras —No quería
que Sisko encontrara a su hija en su domicilio. Eso le causaría
problemas—. No perteneces aquí conmigo. Estamos
destinadas a tomar caminos diferentes —Sobre todo, porque
pronto estaría dejando el planeta—. Tú tienes una pareja y yo
no —Eso se sintió como una mentira. Doc se consideraba a sí
mismo como su pareja y estaba empezando a pensar en él
como eso—. Deberías pasar más tiempo con seres como tú.
Si su sobrina se quedara con los demás y no con ella, podría
no notar tanto su ausencia. No quería que la chica se apenara
por cuando se fuera.
Embarcarse en una aventura, un acontecimiento feliz para ella,
no debería ser un evento triste para los seres que amaba. Eso
no era lo que deseaba para ellos.
—Me odias —Vauva la malinterpretó voluntariamente. La chica
se cubrió con la tela hasta la barbilla.
—Nunca podría odiarte —Allinen siempre la amaría.
La chica moqueó y apartó la cabeza.
Según su sobrina, la conversación había terminado. Pero
Allinen aún tenía más para decir.
—Cuando naciste, fue una de las rotaciones de planetas más
felices de mi vida —sonrió al recordar ese momento—. Tu
madre me permitió sostenerte por un par de momentos —Eso
había sido sorprendentemente generoso por parte de Sisko—.
Eras pequeña, perfecta y me miraste con el ceño fruncido de tu
hermoso rostro. Sabía que no sería fácil amarte —La chica era
como su Cyborg en ese sentido—. Pelearías conmigo y me
faltarías el respeto y me harías daño —Como Vauva había
hecho durante su encuentro anterior—, pero también sabía que
nunca me arrepentiría de amarte y no lo he hecho. Ni una sola
vez.
Su sobrina miró fijamente a la pared y no dijo nada.
Estaba de mal humor.
Allinen sacudió la cabeza. No se le podía hablar cuando estaba
en uno de esos estados de ánimo.
—Voy a salir por unos momentos —agarró un contenedor,
enganchando las manijas sobre uno de sus brazos—. Vuelve a
tu propio domicilio, Vauva. Habla con tu madre. Te ama y se
preocupa por ti.
Dudaba que su sobrina hiciera eso, pero tenía que tratar de
arreglar la brecha entre madre e hija. Reparar el daño, como
diría su macho.
Allinen alejó sus preocupaciones al salir de su domicilio. Una
vez que dejara el planeta, su sobrina continuaría forjándose un
lugar en la comunidad. Experimentaría el sentido de
pertenencia que Allinen nunca tuvo. Prosperaría.
Su hermana no aceptaría nada más que ese destino para su
única hija.
Allinen podría concentrarse en su propio futuro, en su propia
felicidad.
Tocó a más seres en la ruta hacia el mercado.
Cuando llegó a ese espacio abierto, estaba lleno de
Khambalians. Los de su tipo, emitían luz y no dependían del sol.
Cuando las tareas estuviesen terminadas, iniciaría el ciclo de
descanso como un tiempo de celebración.
Bajo la apariencia de hojear las ofertas del mercado, se topó
con un ser y se rozó con otros. Estaba reuniendo información
en nombre de su hombre, pero... había efectos secundarios
intrigantes, cada vez le preocupaba menos lo que los seres
pensaran de ella y se sintió más conectada a todos. No se
sentía como separada de ellos.
Consiguió algunos dulces de un fabricante conocido por su
habilidad, llenó su contenedor y se dirigió hacia el perímetro.
Sus pezones se apretaron cuando se acercó el borde del
asentamiento.
Allinen sabía lo que eso significaba, su cyborg estaba cerca,
probablemente la estaba mirando desde las sombras.
Le ofreció a cada guardia un regalo e inicio breves
conversaciones. Algunos de ellos le dieron respuestas bruscas.
Otros fingieron no haberla escuchado. Todos ellos aceptaron el
dulce. Sus dedos rozaron los suyos cuando se los dio.
Así fue pasando uno a uno por todos los guardias.
Para cuando completó el círculo completo, su contenedor de
dulces estaba vacío y... estaba agotada. Miró hacia el bosque
una vez más.
Su forastero estaba escondido, pero estaba allí. Lo sentía.
Cuando el sol estuviera en lo alto del cielo, lo vería de nuevo.
Hasta entonces, descansaría y luego reanudaría su
recopilación de información.
Allinen volvió a su domicilio. Hizo una mueca cuando vio quién
estaba esperándola allí.
—Tu hija no está conmigo —Se lo dijo a su hermana.
—Encontré esto escondido bajo sus ropas sucias —Sisko
arrojó un pequeño paquete médico, de color blanco, hacia ella.
Allinen lo atrapó. El paquete había pertenecido a un forastero.
Doc tenía razón. Su sobrina había entrado en el asentamiento
con él.
—Esto no es mío.
—Les pertenece —Su hermana agitó sus manos en el bosque.
—Ya lo sé.
—Todos los demás también lo saben. Para cuando encontré
esa... esa cosa, mi hija se lo había mostrado a todos sus
amigos, a su pareja y a sus desaprobadores padres.
Allinen gimió. Era de esperar que su sobrina hiciera algo como
eso. También habría estado demasiado emocionada como
para mantenerlo en secreto.
—Se jactó de que se lo había quitado a un extraño. Se jactó —
La voz de Sisko se había hecho más fuerte—. Todo esto es
culpa tuya. Tú y tus inusuales ideas la han corrompido.
Los seres estarían escuchando. Allinen se acercó a ella.
—Sisko...
—Los ancianos están considerando desterrarla —Los ojos de
su hermana eran salvajes por la ira y el miedo—. Eso mataría a
mi hija —presionó sus manos contra su vientre—. Mi hija morirá
por tu culpa.
Allinen era parcialmente responsable del desastre. Al
acompañar a su sobrina en sus paseos fuera del asentamiento,
podría haber señalado inadvertidamente a la chica que
aprobaba las excursiones ilícitas.
Ciertamente no había tratado de detenerla... hasta hace poco.
Habiendo sido una rebelde ella misma, pensó que eso no
serviría de nada. Excepto incitar a Vauva a mantener sus
actividades en secreto.
Esa lógica, como la llamaría su cyborg, podría haber fallado.
—Diré que el paquete era mío —Allinen no permitiría que la
chica fuera desterrada—. Que Vauva se lo llevó de mi domicilio.
—Le dije a los ancianos que era tuyo —Sisko sacudió la
cabeza—. No me creyeron.
Su hermana la había condenado al destierro, a la muerte, sin
pensarlo dos veces. El dolor perforó el corazón de Allinen.
—Me creerán a mí —Los ancianos querrían culparla. No tenía
pareja entre los de su clase. Su castigo sólo afectaría a un ser.
Nunca les había gustado... debido a su condición de no
apareada. Nadie admitiría tomar un objeto de un extraño a
menos que sea la verdad. Esa confesión resultaría en muerte.
Sisko inclinó la cabeza.
—Puede que te crean.
—Me creerán —El cansancio pesaba sobre los hombros de
Allinen—. Hablaré con los ancianos al amanecer.
Sisko la miró un momento.
—Gracias —dijo finalmente su hermana.
Allinen asintió.
Sisko se dirigió a su propio domicilio, con su luz encendida.
Tenía esperanzas otra vez, ya había encontrado un ser a quien
culpar, alguien a quien nadie echaría de menos.
Creía que su hermana sin pareja moriría después de ser
desterrada. En cambio, Allinen volvería al lado de su cyborg y
dejaría el planeta para siempre.
Entró en su domicilio.
Una luz baja brillaba desde el soporte para dormir. Un bulto del
tamaño de su sobrina estaba escondido por debajo del
cobertor de tela.
Dientes de Paha. Vauva no se había ido.
Allinen puso el paquete médico y su contenedor en un soporte
horizontal.
—Tú no puedes esconderte de tus problemas aquí, Vauva.
La chica se giró para mirarla. La luz que la rodeaba permanecía
tenue.
—F..fr..frr..frío.
Sus dientes castañeteaban.
—No puedes tener frío —Allinen frunció el ceño—. El hogar es
cálido y tú estás envuelta en tela.
—N..n...no....mmm...mme... si....siento bi..bi...bien, tía —La
chica tiró de la tela de cobertura hasta la barbilla y resopló.
La alarma llenó a Allinen. Vauva era muchas cosas: rebelde,
imprudente, emotiva... pero nunca mentiría sobre su estado de
salud. Nunca fingiría... enfermedad.
—Debes estar herida —Se precipitó al lado de su sobrina.
Los escalofríos eran generalmente causados por las heridas.
La chica sacudió la cabeza. Su pelo estaba húmedo.
Allinen se sentó en el borde del soporte para dormir. Presionó
la parte trasera de su mano contra la frente de Vauva. Hacía
calor, mucho calor. La chica estaba ardiendo.
—Debes tener una herida que no conoces —empujó el
cobertor... y le quitó la ropa del cuerpo de su sobrina.
A Vauva no le gustaba que nadie la viera desnuda, pero no
protestó contra su tía. Estaba tranquila y dócil, permitiendo que
le quitara la ropa. Eso asustó más a Allinen. Su sobrina nunca
se sometía a nada fácilmente.
Allinen pasó sus manos por encima de la chica, buscando
roturas en su piel, golpes o hinchazón.
No había signos de trauma.
Allinen la volvió a vestir. La luz de Vauva era tenue. La chica
podría haber consumido algo de la bebida del forastero.
Agarró un recipiente de líquido Khambalian y lo presionó contra
la boca de Vauva.
Su sobrina bebió con sed.
Su luz no se iluminó. Sudaba mucho, y temblaba. Sus ojos
estaban vidriosos, su mirada desenfocada. Allinen deseaba
que Doc estuviera con ella. Siendo un curandero, podría saber
la causa de la enfermedad y cómo tratarla. Ella,
desafortunadamente, no tenía más ideas. Los escalofríos o
fiebres no relacionados con lesiones eran raros en su especie.
Tocó la frente de Vauva. Se sentía más caliente.
—No estás mejorando —Se lo dijo a la chica—. Lo siento. Me
doy cuenta de que no quieres verla, pero tengo que ir a buscar
a tu madre —Sisko sabría qué hacer.
Vauva gimió y se acurrucó bajo la tela del cobertor.
Allinen arropó la tela alrededor de su sobrina, besó su frente
caliente y salió del domicilio una vez más.
Corrió por los caminos, demasiado preocupada para tocar a los
transeúntes, demasiado angustiada para completar la misión
de su cyborg.
La puerta del domicilio de su hermana y del compañero de su
hermana estaba abierta. Su corazón apretado. La pareja debía
estar esperando que su hija regrese.
Se deslizó dentro de la casa. Era mucho más grande que la
suya, un domicilio para una familia, no para una mujer sola.
El soporte horizontal estaba preparado con tres porciones de
alimento, tres contenedores de bebida. Todo parecía perfecto.
Esperaba eso de su hermana. Su madre les había inculcado
infinidad de veces cómo se esperaba que complacieran a sus
compañeros, y Sisko había sido una entusiasta destinataria de
ese conocimiento.
Su hermana estaba sentada, con la espalda parcialmente
enfrentada, su cabeza apoyada en Lanko, quien frotaba los
hombros de Sisko y murmuraba palabras que Allinen no pudo
escuchar, pero podía ver la expresión de su
impresionantemente bello y cariñoso rostro mostraba
preocupación.
Era un momento privado, emocionalmente conmovedor, y
Allinen no quería interrumpirlo, pero no tenía otra opción. Su
hija los necesitaba.
—Vauva está en mi domicilio —Su voz llenó la recámara, el
volumen de la misma sorprendiéndola, incluso a ella misma.
Los dos se sacudieron, volvieron sus cabezas hacia ella.
Lanko frunció el ceño. El macho nunca la había aprobado, era...
la no deseada,
La hermana sin pareja, ya había dado a conocer su opinión de
ella. Muchas veces.
Sisko suspiró.
—Por supuesto que está en tu domicilio —Se empujó a sí
misma sobre sus pies, dirigiéndose hacia ella—. Fui una tonta
al creerte, al confiar en tus palabras —Su hermana le frunció el
ceño—. Conseguir que desterraran a mi hija fue parte de tu
plan todo el tiempo. Sabías que los ancianos planeaban
desterrar a todos los no emparejados. Quieres llevarte a Vauva
contigo.
¿De qué demonios estaba hablando su hermana? No sabía
nada sobre el plan de los ancianos y, por el momento, no le
interesaba oír hablar de él.
—Cállate —Allinen cerró la puerta—. Los demás podrían estar
escuchando—.
—No le dirás a mi compañera que se calle, no en nuestro
propio domicilio —Lanko se levantó hasta su altura total... que
era menos que la de su cyborg.
Allinen tampoco tuvo tiempo de calmar los egos.
—Vauva está enferma.
—Permitiste que la hirieran —Sisko la miró fijamente.
—No está herida —ignoró el tono de su hermana—. Lo
comprobé. Tiene escalofríos y fiebre y su luz se atenúa.—
—Debe estar herida —Líneas grabadas entre las cejas de
Lanko—. Ese es el motivo de los escalofríos.
—La examinaré —Sisko corrió por el espacio, colocando una
tela de cobertura, unas bebidas, un cambio de ropa, hierbas y
otros artículos en un gran contenedor—. Es mi hija. Nadie la
conoce como yo.—
—Te acompañaré —Lanko empujó a Allinen a un lado mientras
guiaba a su compañera hacia el domicilio—. Si esto es una
estratagema, los seres serán responsables.
Era esos seres. Los labios de Allinen se aplanaron. El macho la
estaba amenazando.
Esa era su recompensa por contarles sobre el estado de su hija.
Lanko la culparía si no hubiera nada malo. Sisko la culparía si
Vauva estuviera enferma.
Su rotación de planetas con su sobrina había llegado a su fin.
Nunca permitirían que viera a la chica de nuevo.
Aceptaría ese destino si eso significara que Vauva estaba sana
y feliz.
Su hermana y el compañero de su hermana entraron en la
casa de Allinen sin detenerse, tratando el espacio como si
fuera suyo. Sisko corrió al lado de su hija.
Lanko cruzó los brazos y se apoyó contra la pared.
Allinen se sentó en una silla y miró.
Su hermana examinó a Vauva, acomodó su cuerpo, le aplicó
hierbas en el pecho antes de vestirla con ropas limpias y
envolverla en la tela de cobertura que había traído con ella.
Mezcló más hierbas en un recipiente de bebida, y se lo dio a la
chica.
—Era una herida —Lanko expresó esa conclusión.
—No. Mi hermana tenía razón —La mirada problemática de
Sisko se cruzó con la de Allinen—. No hay señales de una
lesión —miró a Vauva—. Nunca he visto ninguna enfermedad
así.
Estaba más allá de su experiencia.
—Traeré al curandero —Allinen se puso de pie.
—No —Sisko la sorprendió con esa respuesta.
Levantó las cejas.
—No podemos contarle esto a nadie —Su hermana la miró
fijamente—. Nunca,
Allinen no entendía ese pensamiento. Vauva necesitaba todos
los cuidados que pudieran darle.
—Necesitamos la experiencia del curandero, Sisko. La luz de tu
hija es muy tenue —Eso la asustaba.
—Mi hija también es muy fuerte —Sisko limpió el sudor de la
frente de la chica—, y tiene a su madre con ella ahora. Para
cuidarla. Estará bien para el amanecer.
—Eso no lo sabes —Allinen retrocedió—. Como acabas de
decir, nunca hemos visto ninguna enfermedad como esta. Es
demasiado arriesgado no conseguir ayuda.
—Es demasiado arriesgado conseguir ayuda —Su hermana le
frunció el ceño—. Si contactamos con el curandero, informará a
los ancianos del estado de Vauva. La enfermedad los asustará.
Tratarán de deshacerse de la amenaza y la desterrarán. Mi hija
morirá... porque tiene un poco de fiebre.
—Es más que un poco de fiebre —Allinen miró fijamente a su
hermana—. La piel de tu hija está más caliente que una bolsa
de lava.
—Mi hija —La mandíbula de Sisko se ha salido de su sitio—.
Eso es exactamente. Es mi hija y... yo decidiré lo que es mejor
para ella.
Su hermana estaba decidida a hacerlo, a ocultar la misteriosa
enfermedad de Vauva, y curar a su propia hija.
Allinen no estaba de acuerdo con ese plan, pensó que era una
tontería. Miró a Lanko. Seguramente, no estaba de acuerdo
con su compañera.
La mirada del macho se cruzó con la de ella.
—Cumplirás los deseos de mi pareja —Su tono era solemne y
seguro—. Fue tu pobre juicio el que puso a nuestra hija en
riesgo. No permitiré que le causes más daño a mi familia.
—Amo a mi sobrina, nunca le desearía ningún mal —No
recibiría ninguna ayuda de él—. Quiero que quede constancia
de que creo que es una muy mala idea.
—Está anotado —Sisko puso los ojos en blanco, pareciéndose
mucho a Vauva cuando la chica estaba en uno de sus estados
de ánimo—. Ahora, cállate y permítenos cuidar de nuestra hija.
Allinen no podía quedarse en el domicilio y mirar en silencio
como su sobrina temblaba y sudaba. Recogió el botiquín, la
causa de gran parte del conflicto, y se movió hacia la puerta.
Lanko se hizo a un lado, bloqueando su salida.
—Dijimos que no queríamos que contactes al curandero.
—No voy a contactar con el curandero —Necesitaba poner
espacio entre ellos antes de hacer o decir algo que empeorara
la situación—. Voy a encontrar otro lugar para dormir, dándote
algo de privacidad.
El macho parecía dudoso. Estaba preocupado por su hija. Por
eso se comportaba como un imbécil.
Allinen se tragó su agravio.
—Te doy mi voto.
Lanko miró a su compañera, como si buscara su opinión.
—Déjala ir —Sisko agitó las manos.
El macho se movió.
Su hermana se adueñó de su domicilio. Allinen miró una vez
más a su sobrina y se deslizó del espacio sobrecalentado al
exterior, más fresco. No le había mentido al compañero de su
hermana. Planeaba encontrar otro lugar para dormir.
La búsqueda no sería extensa. Se dirigió hacia el bosque, a su
domicilio secreto.
El resto del ciclo de descanso lo pasaría con su forastero, su
cyborg, su curandero. Metió el paquete médico entre los
pliegues de su ropa.
Su instinto le dijo que esa era la clave de la enfermedad de su
sobrina.
También le dijo que Doc podría ayudarla a encontrar una cura.
Capítulo 11

Doc se paró en las sombras y esperó a que su hembra


reapareciera.
Sus hermanos patrullaban el perímetro. Truth todavía arrojaba
ramitas a los guardias dormidos.
Dissent intentaba entrenar a Gnaw, su nueva mascota, para
que siguiera las órdenes y se abstuviera de comerse todo lo
que encontraba.
De acuerdo con las transmisiones, el modelo J no estaba
experimentando mucho éxito con esa tarea. El miljoonasuut
tenía más poder de procesamiento que el pahas, pero estaba
obstinadamente determinado a seguir su propia rutina.
Doc estaba concentrado en su misión auto asignada.
Protegería a su hembra, y se quedaría fuera del asentamiento
hasta que reapareciera.
Eso no sería pronto. Tenía cuatrocientos sesenta y seis seres
de los cuales recoger información. Eso llevaría...
La conciencia recorrió sus circuitos. Su polla se endureció
contra su armadura. Su columna vertebral se enderezó. Sólo
había pasado la mitad del ciclo de descanso y su hembra se
acercaba a él.
Algo estaba mal. Corría en su dirección, sosteniendo un objeto
bajo los pliegues de su ropa.
Su luz estaba apagada, no por mucho, pero la variación solo
era detectable por su sistema de visión mejorada. Las líneas se
curvaban alrededor de sus exuberantes labios.
Su hembra estaba dañada. Doc presionó sus labios juntos,
suprimiendo su aullido.
Debió haberla acompañado al asentamiento, protegerla.
Eso había sido un error. No lo volvería a hacer.
Justo dentro del bosque, su normalmente gracioso humanoide
tropezó, enganchándose con una rama de árbol caído. Así de
alterada estaba.
Corrió hacia adelante, la agarró mientras caía y la tomó en sus
brazos. El contacto alivió parte de la agitación de su bestia.
La tenía. La protegería.
—Doc —Allinen se apoyó contra él, sosteniendo el objeto no
identificado en su regazo. La tela de su ropa ocultaba su
forma— Necesito tu ayuda.
—Tienes mi ayuda —Cualquier cosa que requiriera, se la
proporcionaría.
Corrió a la velocidad de un cyborg hacia su domicilio secreto.
Podían hablar allí sin temor a que los de su clase los escuchen.
—Mi sobrina está enferma —Lo miró, sus ojos reflejaban su
preocupación. Preocupación por otro ser, no por ella misma.
Su hembra era físicamente funcional. Su daño era emocional y
había sido causado por el estado de un ser querido.
La tensión en los hombros de Doc se disipó. Su máquina
recuperó el control total y se deslizó a su papel de médico.
—Si toco a tu sobrina, tendré acceso a sus especificaciones.
—La toqué. Y... —escaneó sus alrededores con su sistema
visual.
—Estamos solos —La llevó a su domicilio.
—Y tengo esto —Su hembra reveló un pequeño paquete
médico blanco.
Era la misma que había visto llevar al asentamiento a la aún no
madura hembra de su clase. Esa mujer debía haber sido su
sobrina.
Doc bajó a Allinen, sentándola en el cobertor de tela que
utilizaron como soporte para dormir. Giró a su hembra para que
se enfrentara a él, la puso firmemente en su regazo.
Su ropa se levantó. Sus largas piernas se cruzaron con la
cintura de él.
Pasó sus dedos por encima de su forma delgada, necesitando
asegurarse de que su daño era únicamente emocional. Su
almizcle se intensificó.
Lo quería a él y él a ella, pero ahora no era el momento óptimo
para la cría. Aliviar su preocupación por su sobrina era su
prioridad.
—El botiquín tiene relevancia en la enfermedad de tu sobrina
—convirtió su pregunta en una declaración, de la forma en que
lo haría.
Había traído el objeto con ella porque proyectaba que era
importante.
—Podría tener alguna relevancia —Su hembra parecía
incierta—. Antes de tocar los objetos dejados por los forasteros,
yo los froto con hojas. Eso elimina el olor de los seres, las
huellas de sus manos —Sus labios se torcieron—. Vauva, mi
sobrina, no es tan cautelosa como yo. No habría hecho eso.
Todo en el planeta era ligeramente ácido. Las hojas limpiaban
los objetos, eliminando bacterias y otros organismos.
—Eres una mujer inteligente —La miró con abierta admiración.
Su luz se hizo más brillante.
—Si fuera inteligente, habría aplastado mi fascinación por los
forasteros.
Hablaba como si ya no lo incluyera en el grupo. Eso lo
complació.
—Podría ser una coincidencia que tocara este paquete médico
y se enfermara.
El tono de su hembra transmitía que ella no creía eso.
—No lo sé.
Doc tocó el objeto. Contenía material genético de su hembra, y
de muchos, muchos otros Khambalians y... su estómago se
retorció.
—Está cubierto con el hongo Candida deneb.
—Eso es significativo porque... —Su hembra se quedó sin
aliento—. El paquete médico fue la causa de la enfermedad de
mi sobrina —Sus ojos se abrieron de par en par—. Y te obligué
a...tocarlo —Lee agarró las muñecas, le tiró de ellas. Cumplió
con su orden tácita, quitando sus manos del paquete médico.
—Tú también te enfermarás —Su voz se elevó—. Al traerle el
paquete médico, habré matado a los dos seres que me
importan.
Creía que lo mataría. Era uno de esos seres que ella le
importaban.
Los procesadores de Doc giraron y su pecho se calentó.
Nadie se había preocupado nunca por él, nadie había cuidado
de él.
Excepto ella.
—Mi especie es inmune a todas las enfermedades conocidas
—La tranquilizó—. No somos dañados por enfermedades y no
las propagamos. Nuestros nanocibóticos previenen eso.
—¿No te hice daño? —Lo miró fijamente—. No quiero faltarte
el respeto con esta pregunta.
—No es ninguna falta de respeto —Su preocupación por sus
emociones también lo cautivó—. Y no me has hecho daño.
Estoy 100.0000 por ciento seguro de eso.
—No has sido dañado —Se quedó sin aliento, su alivio es
palpable—. Gracias a los árboles que nos rodean.
Su hembra no había preguntado si se había hecho daño a sí
misma. Dudaba que la preocupación por su propia vida hubiera
pasado por sus procesadores.
Pero si había pasado por los suyos.
—Tú también albergas mis nanocibóticos —deslizando sus
sensores táctiles sobre sus brazos desnudos, leyó sus
especificaciones, confirmando que era verdad.
—Hay un 99.9630 por ciento de probabilidad de que seas
inmune.
La probabilidad de 0,0370 por ciento de que no fuera inmune
era aún demasiado alta para su comodidad. La monitorearía de
cerca, se reproduciría con ella regularmente para asegurarse
de que permanecía intacta.
—El hongo Cándida deneb del paquete médico no debería
afectarte —Le quitó un mechón de su pelo de su cara.
—Afectó a mi sobrina —Su hembra mordisqueó su labio inferior.
—No sé nada sobre el hongo Cándida deneb o la enfermedad
que ha contraído —Buscó en sus bases de datos para obtener
más información—. El hongo y la enfermedad comparten el
mismo nombre. El primer caso de Cándida deneb fue detectado
hace novecientos setenta y dos ciclos solares. Puede ser fatal
para los seres con muy pocos ciclos solares, seres con muchos,
muchos ciclos solares, y seres con sistema de inmunidad débil.
Los seres fuertes y plenamente funcionales sólo sufren de
fiebre y escalofríos por una rotación de planetas o dos y luego
se recuperan sin daño permanente.
—Vauva tiene ocho ciclos solares —Los hombros de su
hembra bajaron—. No es una bebé o un anciano. Se
recuperará sin daño permanente.
—Tu sobrina podría tener un sistema inmunológico débil —No
estaba tan seguro de la recuperación de la chica como lo
estaba su hembra—. Tu especie ha estado aislada del resto del
universo.
—No hay nada débil en mi sobrina —Allinen sonrió—. Es tan
fuerte y tan completamente funcional como un ser podría ser —
dejó el paquete médico a un lado—. Mi hermana tenía razón.
No había necesidad de llamar a un curandero. Vauva estará
enferma por una rotación de planeta o dos y entonces mi
sobrina volverá a estar en buena forma, rebelándose contra mi
hermana, saliendo a escondidas del asentamiento para
perseguir naves.
Doc no compartía la confianza de su mujer.
—Pediré algunas reparaciones en caso de que eso no suceda.
—Esas reparaciones no serán necesarias —Se inclinó hacia
adelante, apoyándose en él—, Alarmé a mi hermana sin motivo
alguno. Sisko, y su compañero, Lanko, se ocuparán de Vauva
en mi domicilio —bostezó.
Su hembra estaba exhausta y no tenía dónde dormir.
—Ocuparás este domicilio conmigo —Se quitó el chaleco
antibalas de su cuerpo.
—Me gustaría eso —Se quitó la ropa. Sus pezones ya estaban
apretados. La humedad brillaba en la parte interior de sus
muslos.
Se reproducirían más tarde. Su pequeño humanoide requería
descansar primero. Se reclinó, llevándola con él. Se estiró
sobre él, el contacto piel con piel complaciendo su lado
primitivo.
—Los compañeros duermen así —Su voz era adorablemente
somnolienta.
—Mi especie no duerme —acarició su largo y suave pelo,
suavizando los ondulados mechones—. Cuidamos a nuestros
compañeros mientras descansan.
—Compañeros afortunados —Sus palabras eran apenas
audibles.
—Guerreros afortunados —Le besó la parte superior de la
cabeza, con la voz tan baja como la de ella.
Su hembra era humanoide. Dudaba que lo hubiera escuchado.
Acarició los brazos, la espalda y el culo de Allinen, sin poder
dejar de tocarla. Una vez que restaurara sus niveles de energía,
sería completamente funcional. Había reparado su daño
emocional. Ya no se preocupaba por su sobrina.
Ni por nada en absoluto. Su respiración se había nivelado. Su
cuerpo se había relajado.
Dormía.
Doc levantó la punta de sus dedos y los presionó contra los
suyos. La información que había recogido fue transferida a él.
Había contactado con ciento cincuenta y nueve seres, el
34,0471 por ciento de la población.
El 8,8050 por ciento de esos seres tenían pequeños rastros del
hongo Cándidas deneb. Frunció el ceño. Eso era alto,
considerando que el paquete médico había sido llevado al
asentamiento hacía menos de dos rotaciones de planetas.
Pero la comunidad, de acuerdo con los comentarios de su
hembra, estaba extremadamente interconectada. Había pocos
secretos e incluso poca distancia entre los habitantes.
Completó los cálculos usando esas entradas. El hongo se
extendería rápidamente bajo esos parámetros. Más mujeres de
su clase se enfermarían. Eso dañaría emocionalmente a su
pequeño humanoide.
No podía permitir que eso sucediera.
Pero estaba mal equipado para detenerlo. La duda le
bombardeó. No tenía experiencia y tampoco conocimiento en el
tratamiento de esas enfermedades. Los cyborgs y sus mujeres
consistían el 100.0000 por ciento de sus pacientes anteriores, y
ellos no eran susceptibles a bacterias, virus, hongos o
enfermedades contagiosas.
Sus bases de datos habían estado tan faltas de información
relevante cuando intentó reparar a sus hermanos anteriormente.
Debido a su ineptitud, los guerreros habían muerto y habían
sido desmantelados.
Eso no sucedería ahora. Doc dejó de parlotear consigo mismo.
Esta vez se prepararía para adelantarse y recuperar
información a la que no había podido acceder mientras estuvo
esclavizado.
Mientras su hembra descansaba, recuperaría la información
sobre la enfermedad, almacenada en sitios externos, así que,
se comunicó a través de transmisiones a expertos alineados
con él y con sus hermanos.
Incluida en ese grupo estaba la mujer de un modelo J que
había conocido en el pasado. Pocos seres en el universo
sabían más sobre los virus que ella. Copiaría sus bases de
datos y se volvería tan conocedor como ella.
Allinen lo buscó para que la ayudara. No le fallaría a su hembra.
Ni ahora. Ni nunca.

*****
Para cuando su hembra despertó, Doc se sentía más en control
de la situación. Pero menos en control de sus anhelos por su
descansado humanoide. Sus curvas aplastadas contra sus
músculos. Su olor le provocó una molestia en las fosas nasales.
Cada vez que respiraba empujaba su pecho contra sus
pezones tensos y sus pechos suaves.
—Debería volver al asentamiento, para ver cómo está mi
sobrina —Su voz sonó ronca.
—Voy contigo al asentamiento —Le informó de sus planes.
Abrió la boca, con protestas escritas en sus ojos.
—Pero primero, aumentaremos tu conteo de nanocibóticos —
Le apretó el culo, buscando desviar su atención—. Es
importante para mí que permanezcas intacta—.
—Estoy burbujeando con tus nanocibóticos —presionó sus
labios separados sobre su pezón izquierdo, su calor le quemó
el cuerpo—. Mi cuenta no puede ser baja.
—Podría ser más alta —Se revolcó con ella hasta que estuvo
de espaldas y él estaba apoyado encima—. Confía en tu
médico.
—Confío en ti —abrió sus piernas, inclinó sus caderas,
alineando su coño con su polla rígida—, pero otros de mi clase
no tendrán la misma fe en ti. Los forasteros son...
—Este forastero no será visto —Se movió sobre ella, criando
sin entrar, mojando su eje con sus jugos. Su máquina se
mantuvo a cargo... apenas, su orgánicos desafiando ese
mando—. Me esconderé en las sombras —Se distrajo de sus
crecientes emociones centrándose en la estrategia—. Sólo tú
sabrás que estoy allí.
—Hay. Muy pocas. Sombras —La respiración de su hembra se
hizo más tensa a medida que se retorcía bajo él, su delgado
físico ondulando como el agua, fluido y puro.
Su belleza era demasiado para que su bestia se resistiera. Se
alzó.
—Hay suficientes sombras para ocultarme —Eso fue todo lo
que logró decir antes de que su lujuria lo engullera. Sus labios
capturaron los de ella y la conversación terminó, sus
emociones tomaron el control.
Habría tiempo para hablar después de que su deseo se
consumiera, cuando el salvajismo dentro de él se hubiera
retirado y su lado lógico lo gobernara una vez más.
Por ahora, quería sentir. La quería a ella, a su hembra, a su
pareja.
Sus lenguas se enredaron y cayeron. Probó su acidez, su
pasión, su cariño, ya que se burlaba de ambos con el contacto
de cuerpo entero, deslizando sus músculos a lo largo de sus
curvas, su eje a lo largo de sus pliegues femeninos.
Era bueno, pero no era suficiente. No para él. Y no para su
sensual mujer. Se alejó de ella. Ella le mordió el labio inferior,
alargando esa carne, sosteniéndose sobre él.
El indicio de dolor lo excitó. Gruñó su apreciación, su polla se
movió... contra ella.
Su hembra lo liberó.
—Eres una bestia —Se giró sobre su pecho, empujándolo para
que él se alejara. Su forma flexible se levantó, hasta colocarse
sobre sus manos y rodillas—. Tómame como una bestia.
Su redondeado trasero se agitaba en el aire. Su coño, un
delicado tono de oro, goteó. Su espalda se arqueó.
Era seductora, cautivadora y suya.
Se quedó atónito e inmóvil al verla.
—No quieres unirte a mí de esa manera —Allinen suspiró y su
trasero bajó—. Podemos...
Él le gruñó, no contento con su postura desinflada. Se congeló
en su lugar.
—Si quiero —enganchó uno de sus brazos alrededor de su
cintura, elevando su exuberante trasero una vez más—.
Necesito —Las comunicaciones verbales no eran el fuerte de
su lado salvaje. Le mostró a su hembra cómo se sentía,
deslizando su eje sobre sus pliegues femeninos—. Duro.
—Umm... —Su coño se mojó más, empapando su polla. Se
balanceó hacia atrás y adelante, moviéndose con él—. Un
macho Khambalian no se uniría a su pareja de esta manera —
Su tono transmitía su emoción.
—No soy de tu clase —La pinchó con su punta, alineándose
firmemente en su entrada—. Cyborg.
Le agarró las caderas y empujó, con fuerza, hacia su calor
resbaladizo. Gritó su rendición. Sus paredes internas lo
abrazaron mientras se enterraba hasta su base. Sus sistemas
parpadearon, el placer de estar dentro de ella tensando sus
circuitos.
—Bueno. Tan. Bueno —gimió, ese sonido se transmitió a
través de ella a él. Esa posición parecía agradarle a su
humanoide de fabricación única. Presionó contra su clítoris
inferior. Ese diminuto haz de nervios revoloteaba sobre su eje.
Se sacó, y luego se empujó profundamente, volvió a salirse y
nuevamente, empujó profundo. Se ajustó a su ritmo,
empujando hacia atrás contra él.
Encajaba como si hubiera sido fabricada para él... lo cual era.
Estaba hecho a medida para ella. Fue hecha a medida para él.
Eran compatibles en todos los aspectos, genético, físico e
intelectualmente, y la protegería con todo lo que tenía,
complaciéndola en formas que aún no habían descubierto,
sería la pareja que se merecía.
La montó más y más rápido, gruñendo de satisfacción.
Cuencas de sudor adornaron su piel, haciendo que brillara aún
más. Fue bañado por su luz, marcado con su olor.
Alargando los brazos, hundió sus dedos en su cabello, retorció
las hebras alrededor de sus manos, y tiró de su cabeza hacia
arriba. Jadeó, apretando su eje con sus paredes interiores.
Maldición. Apretó la mandíbula. Lo haría venir demasiado
pronto. Luchando contra su control, se emparejó con ella con
más fuerza. Sus caderas golpearon contra su culo, haciendo
que esa parte de ella se moviera de forma tentadora. Lo
emparejó con fervor,
Encontrándolo de vuelta cuando conducía hacia adelante. La
presión se formó en la base de su columna vertebral. Le dolían
las bolas, revoloteando al borde de la explosión.
—Mía —Le informó, reiterando su afirmación verbalmente—.
Mía.
Esa palabra se convirtió en su grito de guerra mientras la
golpeaba, sacudiendo su cuerpo con ferocidad. No se guardó
nada.
Sin embargo, no se quebró. Su hembra era mucho más fuerte
de lo que parecía, sus músculos magros se flexionaban a su
par. Y era exigente, requería más, sus gritos resonaban en la
cámara.
Se lo daría. Poniendo su físico por encima del de ella, Doc la
sujetó con una de las palmas de sus manos, a lo largo de su
estómago plano, sobre su montículo, pasando sus dedos a
través de sus rizos privados, buscando ese lugar que volvía
loca a su hembra.
—Es. Demasiado —Temblaba bajo él, su inteligente
compañera anticipaba su toque—. No puedo. No puedo.
—Puedes —Le rodeó el clítoris superior con la punta de los
dedos—Debes —rozó ese punto dulce mientras le llenaba el
coño con su polla dura. Gritó, corcoveando hacia arriba. Su
espalda golpeó contra su pecho. Se apretó contra él.
Estalló, rugiendo su nombre, sumergiéndose más
profundamente dentro de ella. Su semen fue proyectado desde
la cabeza de su polla en chorros que amenazaron con dañar su
procesador, la liberación rompió la tensión, el placer extremo,
fue casi doloroso.
Sus sistemas visuales y auditivos dejaron de funcionar. Durante
un latido del corazón, quedó encerrado en la oscuridad, en
silencio, todo lo que podía procesar era su polla y su coño.
Se vino, se vino y se vino, vertiendo cada pedazo de sí mismo
en ella. Al hacerlo, le dio un golpecito en el clítoris superior.
Era una bestia y procesaba lo que atormentaría a su pareja.
Giraba y se retorcía debajo de él, corcoveando debajo de su
cuerpo. No permitiría que su hembra escapara, se esforzaría
para que experimente tanto placer como le estaba concediendo.
Lo cual era casi demasiado para que lo manejara. Sus circuitos
estaban saturados debido a la euforia que estaba sintiendo.
Allinen, al ser humanoide, estaba en un estado peor. Su cuerpo
temblaba. Sus jugos fluían entre sus bolas.
Cuando sus sistemas se reiniciaron, volviendo a estar en línea,
su máquina ya estaba a cargo y su hembra estaba sollozando.
—Eres mía —alejó su mano del coño de ella y la besó detrás
de su cabeza—. Para siempre.
—Soy tuya —Se desplomó, apoyando su frente en el suelo,
respirando tan fuerte como él—.Por el tiempo que me quieras.
Había aceptado que eran compañeros. Eso lo complació.
Pero aún no había aceptado que el apareamiento era
permanente. Tendría que convencerla de eso, con sus
palabras y sus acciones.
—Siempre te querré —Se acurrucó contra su pelo. Era la cosa
más suave que había encontrado—. Eres mi mujer.
Capítulo 12

Cuando el sol salió, Allinen yacía desnuda en los brazos de su


cyborg, sexualmente saciada y feliz, su cuerpo seguía
zumbando después de sus tres uniones durante el ciclo de
descanso. Rozó con la punta de sus dedos las marcas de su
antebrazo.
—Háblame del daño permanente que buscas reparar con esto
—Quería aprender más sobre su papel de sanador. Era
importante para él y eso lo hacía importante para ella.
—Chuckles, el Oficial de Comunicaciones, tiene una rodilla
dañada —La voz profunda de Doc la envolvió—. Nadie ha sido
capaz de repararla. El Capitán tiene dañados sus pies.
Se giró en sus brazos, queriendo ver su cara mientras
hablaban.
—Tu reparación permitirá que Capitán vuelva a caminar —miró
a su cyborg con admiración. Era una causa noble.
—El capitán puede caminar —Su compañero apretó sus
labios— No me di cuenta de que estaba dañado hasta que vi
sus pies.
—Estás aliviando su dolor —Eso también era admirable.
—Afirma que el daño no le causa dolor —Doc eliminó ese
propósito de la reparación. Buscó en su cerebro otra
explicación—. Su compañera está disgustada por su...daño —
Las opiniones de los compañeros eran importantes en su
cultura—. Ella se niega a... creerle. Tienen una descendencia
—El tono de su cyborg era seco—. Su hembra está criando con
él.
La compañera del Capitán también debía estar disfrutando de
esa crianza. A menos que los forasteros fueran diferentes de
los de su clase, la hembra habría tenido que experimentar la
liberación para producir su única descendencia. Allinen
presionó sus palmas contra su estómago plano.
Había experimentado la liberación siete veces durante el ciclo
de descanso.
—El Capitán nunca me pidió que reparara su daño —Su
compañero no estaba pensando en bebés. Su mente estaba en
su papel de médico—. Asumí arrogantemente que quería que
lo reparara... porque el daño lo hace diferente y la Alianza
Humanoide ha desmantelado a los cyborgs que eran
diferentes.
Desmantelado significaba matar en su idioma.
—Ya no tienes que temer a la Alianza Humanoide —Cuanto
más aprendía sobre esos fabricantes, más le disgustaban—.
Eres libre. Y todos vosotros son diferentes —Allinen basó su
suposición en los tres cyborgs que había visto—. Diferente es
bueno. Me dijiste eso.
Se había referido a ella cuando hizo esa declaración, y ella se
había alegrado de su aceptación, de su adoración, sin haber
experimentado nunca eso con cualquier otro ser.
—Lo diferente no siempre es bueno —Su cyborg era crítico con
sus hermanos y con él mismo.
—Tus diferencias son buenas. Muy buenas —permitió que su
apreciación por él, quedara en claro—. Por eso me acerqué a ti
y no a tus hermanos —presionó su boca contra el pecho
desnudo de su hombre—. Eras una bestia y no pude resistirme
a ti.
—Te acercaste a mí por mi bestia —La miró fijamente—. Ese
lado de mí no te asustó —Lo dijo como si no lo creyera—. Te
atrajo a mí.
La atrajo hacia él ahora. Rodó, bajando del cuerpo de su
cyborg antes sucumbir a su deseo y unirse a él de nuevo.
—He llegado a apreciar tu lado sanador también —Se burló de
él.
Pero no se dijo sólo con frivolidad. Había estado preocupada
por su sobrina cuando la encontró con nauseas en la rotación
anterior del planeta y sus conocimientos curativos la habían
calmado.
Vauva era fuerte. Pronto se recuperaría de su enfermedad.
Allinen aseó su cuerpo con uno de los paños de limpieza
mágicos de su cyborg.
—Debería volver al asentamiento —Se puso su ropa,
envolviendo la tela alrededor, sujetándola a su cuerpo.
—Vuelvo contigo —Rechazando ser dejado atrás, su
compañero se vistió con su armadura negra y sus botas
enormes. Era un macho muy terco.
Y no deseaba que fuera de otra forma.
—Voy a ver a mi sobrina, para asegurarme de que está bien —
Eso debería aligerar un poco las preocupaciones que tenía—
Entonces recogeré el resto de la información que necesitas —
Estaría allí para confirmar que lo había recuperado todo—Una
vez que eso esté hecho, nosotros podremos deja. r el
asentamiento... y abandonar el planeta —Al decir eso, se vio
repentinamente asaltada por la duda—. Si todavía quieres que
te acompañe.
—Si me voy, me acompañarás —Doc lanzó su enorme paquete
médico sobre uno de sus hombros. Le había añadido más
objetos, incluyendo un dispositivo de mano—. Eres mi
compañera. No voy a ir a ninguna parte sin ti.
Esa confirmación de su compromiso la llenó de felicidad. Salió
del domicilio y se abrió camino entre los árboles. Su cyborg la
siguió de cerca.
El contacto con un extraño estaba prohibido. Los de su clase
podían desterrarla, y podían hacerlo pronto.
Podrían matar a Doc.
—Si otro Khambalian te ve...
—Nadie me verá —El tono de su cyborg era confiado—. Me
quedaré en las sombras.
—No habrá sombras a mi alrededor —Su luz, re-energizada
por tres encuentros de unión y muchos momentos de
recuperación del sueño, ardían brillantemente. Sus
nanocibóticos burbujeaban dentro de ella.
—Pondré distancia entre nosotros una vez que entremos en el
asentamiento —comunicó esa triste noticia.
Le gustaba estar cerca de él, le gustaba no estar más sola.
Como si pensara lo mismo, unió sus dedos con los de ella,
sosteniendo su mano mientras caminaban. La palma de su
mano era gruesa, su piel caliente.
Había acortado su paso para igualarlo al de ella. Disminuyó su
ritmo, no queriendo que el viaje terminara.
—Hay un sendero a lo largo del exterior de mi domicilio, hacia
el este —consideró la situación—. Rara vez se usa y a menudo
es oscuro—.
—Te esperaré allí —Le apretó la mano.
Un grupo de pahas apareció a la vista. Cuando la vieron,
salieron corriendo. Eran una de las razones por las que el
asentamiento estaba tan custodiado. Uno de su clase,
especialmente un niño, envuelto en una tela de cobertura,
durmiendo, estaría en peligro si las bestias entraban en la
comunidad.
Los pensamientos de Allinen se volvieron hacia su sobrina.
—Me aliviará ver a Vauva sana. Su enfermedad me asustaba.
—Si su sistema inmunológico es fuerte, no sufrirá ningún daño
—Su macho mejoró sus expectativas con esa disposición.
Porque era un curandero. El curandero en su asentamiento era
tan cauteloso, a menudo acompañaba sus declaraciones con...
“si eso es lo que el destino ha decretado”.
Sería lo que los destinos decretaran.
Su sobrina era fuerte. Se recuperaría.
—Cuando Vauva tenía tres ciclos solares, se subió a la cima
del árbol de su domicilio —Allinen estaba impresionada. El
árbol era enorme. Su hermana había estado horrorizada.
Aterrorizada de que su bebé cayera, Sisko se había puesto a
temblar tan vehementemente que casi se cae. Tuvo que
sentarse, por su propia seguridad—. Mi sobrina sabía cómo
subir al árbol —Allinen sonrió—, pero no sabía cómo bajar.
Tenía que recuperarla.
Vauva había envuelto sus pequeños brazos alrededor de su
cuello y balbuceaba excitadamente sobre su aventura, ni un
destello de miedo en sus grandes e inocentes ojos.
Mientras Allinen caminaba al lado de su cyborg, compartió
historias sobre su familia con él. Y él le habló de sus hermanos,
a los que claramente amaba.
Demasiado pronto, los dos llegaron al borde del bosque.
Estaba con Doc detrás de un gran árbol.
—Tenemos que separarnos aquí.
—Si me necesitas, susurra mi nombre —La atrajo hacia él—.
Te escucharé —Su macho, el ser que reconocía como su
pareja, rozó sus labios sobre los de ella.
Ese breve beso no era suficiente para ella, pero tendría que
bastar hasta que estuvieran solos una vez más. Se alejó de él
a regañadientes.
—Ten cuidado.
Agachó su cabeza. Sus ojos brillaban.
Por los dientes de un Paha. La excitó.
Allinen apagó su lujuria por él y corrió hacia el asentamiento.
Era la primera vez que entraba en su comunidad al amanecer.
Los guardias parados alrededor del perímetro, tenían
expresiones desconcertantes en sus rostros.
Ninguno de ellos parloteaba. Miraban fijamente hacia adelante.
Sin embargo, no la notaron, no la detuvieron. Parecían
perdidos en sus propios pensamientos. Se encogió de hombros.
No debían ser seres del amanecer. No había nadie en esta
rotación de planeta.
Los caminos estaban desiertos. Eso era inusual. Muchos de su
clase empezaban los amaneceres con visitas sociales y otras
actividades comunales.
Desde que entró en el asentamiento, no había visto a un solo
ser.
Mientras Allinen daba vuelta esa extraña observación en su
mente, sintió otra presencia. Sus pezones se apretaron y su
coño se mojó. Eso sólo significaba una cosa. Su cyborg se
había reunido con ella.
Tratando de mantenerse encubierta, miró a su alrededor
mientras se movía a través del asentamiento. No lo vio. Debía
estar lo suficientemente lejos para evitar su luz, pero lo
suficientemente cerca para que su cuerpo lo detecte. Doc era
bueno en permanecer oculto.
Su paso se aligeró. Lo correcto de su compañía casi compensó
lo equivocado de su entorno.
Casi.
Los caminos estaban desprovistos de otra vida. El
asentamiento estaba inquietantemente tranquilo. El estómago
de Allinen se inquietó. Se detuvo al llegar a su domicilio.
La puerta estaba cerrada. Buscando consuelo, miró hacia el
camino del este.
Las sombras se movieron.
No estaba sola. Su compañero estaba esperando allí.
Su barbilla se levantó. Podía enfrentar cualquier cosa con él
cerca.
Cuadrando sus hombros, se deslizó a su domicilio.
El pútrido aroma de la enfermedad la golpeó. La cámara estaba
tranquila, demasiado quieta. Lanko había desaparecido de su
puesto cerca de la puerta. Sisko estaba encorvada sobre el
soporte para dormir.
Muy poca luz se emitía de él.
El presentimiento se apoderó del corazón de Allinen.
—Ya debería haber mejorado.
—Debería —Sisko escupió—. Hablas como si supieras de esta
enfermedad. Tú no sabes nada —Su hermana giró la cabeza y
la miró fijamente. Su cara estaba mojada por las lágrimas.
La última vez que Allinen había visto a su hermana llorar fue
cuando tenía 5 ciclos de vida. Sisko se había caído, se había
raspado las rodillas. Su madre había mirado a su hermana con
asco. Una hembra llorando trae la vergüenza sobre su
compañero, les había dicho.
Sisko no había llorado en público desde esa rotación del
planeta.
Pero ahora estaba llorando. No era una buena señal.
Allinen le juntó las manos para que no temblaran.
—Todos los amigos de Vauva están enfermos. Su compañero
está enfermo. Sus hermanos están enfermos —Sisko recitó la
horrible lista de los enfermos—, Han muerto dos bebés —Su
hermana sollozaba—. Dos —Se volvió hacia Vauva, extendió la
mano, alisando el pelo húmedo—. Y mi hija no está mejorando.
Había que hacer algo.
—El curandero...
—El curandero está ocupado con los otros —Los hombros de
su hermana temblaban.
Habían esperado demasiado tiempo para buscar a la hembra.
—Todos tienen la misma enfermedad. Podemos aplicar el
mismo tratamiento a Vauva, curarla nosotros mismos. El
curandero no tiene que verla.
—Yo he hecho eso —La voz de su hermana se elevó—. He
hecho de todo, le he aplicado hierbas en su pecho, mezclé una
variedad de bebidas, la obligué a vomitar, la envolví en paños
de cobertura calentados. Nada ayuda —Su hermana se
desinfló visiblemente—. Mi hija empeora con cada momento
que pasa. Pronto... —Su voz se quebró.
Pronto Vauva estaría muerta.
—No —Allinen se paseaba—. Eso no puede suceder. Tu hija
no es un bebé. Es fuerte. Se recuperará.
—No se ha recuperado —Sisko tiró de las telas de cobertura
hacia arriba, metiéndolas bajo la barbilla de su hija—. Yo...
La puerta se abrió. Lanko entró. Parecía más viejo que su
número de los ciclos solares, su hermoso rostro acanalado con
líneas.
—El compañero de Vauva está muerto —Su anuncio estalló
como una bolsa de lava entre ellos, diezmando los últimos
restos de su esperanza.
Sisko se lamentó.
Lanko atravesó la cámara, abrazando a su compañera.
Allinen apretó sus labios, todos ellos tambaleándose por la
muerte de la pareja de Vauva. La última vez que había visto al
chico, había estado fuerte, sano, casi molesto y lleno de vida,
tirando del pelo de los otros niños, sin tener en cuenta a su
madre que le pedía por favor que dejara de correr por ahí.
Ahora, estaba muerto.
Si podía morir, Vauva podía morir. Su sobrina era un ciclo solar
más joven que su compañero, tuvo más exposición al paquete
médico, al hongo Candida deneb, que su cyborg había
etiquetado como origen de la enfermedad.
Su cyborg.
Su médico cyborg, un ser que había identificado la enfermedad.
Había dicho que buscaría algunas reparaciones en caso de
que su sobrina no se recuperara. Allinen dejó de andar.
—Conozco a alguien que podría ser capaz de curar a Vauva.
—No hay otros curanderos en el asentamiento —La voz de
Sisko estaba aguada.
—No es del asentamiento —Se preparó para su respuesta.
—No expondrás a nuestra hija a otro extraño —Lanko se
enderezó—. Un extraño le hizo esto —hizo señas hacia el
cuerpo de Vauva. La cara de la chica estaba empapada de
sudor. Sus ojos estaban cerrados.
—Este es un extraño diferente —Su argumento era débil.
Allinen se dio cuenta eso. Los de su clase miraban a todos los
forasteros como si fueran iguales—. Doc es un cyborg. Los de
su clase no se enferman. Y es un sanador.
—Si su especie no se enferma, no tendría ninguna experiencia
con lo que nuestra hija tiene —Lanko la miró con ojos de lince.
Allinen no podía, ni quería echarse atrás. La vida de su sobrina
estaba en juego.
—Tiene acceso a la información sobre la enfermedad.
—No —El compañero de su hermana cruzó sus brazos frente a
su pecho.
—Sí —Allinen imitó su postura—. Tu hija no se está
recuperando. Tenemos que hacer algo o morirá —gritó esa
palabra. Simplemente decirlo la devastó—. Doc podría ser
capaz de salvarla. Vale la pena intentarlo, especialmente
porque no tenemos otras ideas.
Lanko la miró fijamente.
Le devolvió la mirada. Estaban hablando de su sobrina.
Lucharía hasta la muerte para salvarla.
—Entonces lo intentamos —Su hermana rompió el punto
muerto.
La mirada de Lanko se dirigió a Sisko. Frunció el ceño.
—Es un forastero, compañera.
—Es un forastero en el que mi hermana confía —Sisko la miró.
Allinen asintió, confirmando esa verdad.
—Le confiaría todo y con todos los que amo. Y Vauva es uno
de esos seres que amo. Moriría antes de hacerle daño.
—Ya la has dañado —La respuesta de su hermana se retorció
como una daga en sus entrañas—, y siempre te odiaré por eso
—Eso lo dijo con certeza. Sisko nunca la perdonaría por haber
expuesto a Vauva al daño. Allinen se ocuparía de esa pérdida
más tarde. Su sobrina era su prioridad en este momento—,
pero te odiaré menos si curas a mi hija —El tono de su
hermana transmitió que no creía que eso fuera posible—. Tu
forastero y tú tendrán su oportunidad.
Sisko no creía que las reparaciones de Doc funcionaran.
Pero Allinen sí lo creía. Tenía fe en su compañero sanador.
—Vete —Sisko agitó las manos—. Tráelo.
—No estoy de acuerdo con esto, compañera —Lanko fue muy
ruidoso con su protesta.
Cualquier argumento que tuviera en contra de aceptar la ayuda
de un extraño podría ser convincente. Allinen dejó el domicilio
antes de que pudiera hacer cambiar de opinión a su hermana.
Tan pronto como salió de la puerta, Doc se adelantó, hacia la
luz.
El macho era imprudentemente valiente.
—Mi sobrina... —No podía decir más.
Y no tenía que hacerlo.
—No se ha recuperado. Escuché su discusión —abrió su
paquete médico, y extrajo un dispositivo portátil—. Este combo
de medicamentos antimicóticos en altas dosis tienen que ser
aplicado. Pero no tengo forma de introducirlos en ella. Tendrás
que mezclar estos medicamentos con hierbas locales.
—Tú tendrás que colocárselo —Se acercó a él—. Te ayudaré.
Su cyborg frunció el ceño.
—El contacto con los extranjeros está prohibido —citó una de
sus reglas.
Eran reglas que ya no le importaban.
—Mi hermana y su pareja ya saben de ti.
—El resto del asentamiento no sabe nada de mí —Su
compañero se encontró con su mirada, sus ojos de un gris
tormentoso—. Y tu hermana y su compañero no tienen pruebas
de mi existencia. Cuando me vean, la tendrán, y cuando esta
enfermedad haya pasado, podrías ser desterrada.
No había razón para preocuparse por ser desterrado a menos
que...
—Dijiste que no te ibas a ir sin mí.
—No me iré sin ti —aplacó sus miedos—. Eres mi hembra, mi
compañera. No me iré sin ti.
—Entonces no importa si me destierran —Se encogió de
hombros—. Me voy. Y aunque no me fuera, me enfrentaría al
destierro para salvar la vida de mi sobrina. Tu eres nuestra
mejor esperanza para curarla —Le agarró las manos con
fuerza—. Creo en ti con todo el corazón.
Su mandíbula se apretó.
—Me esforzaré por ser digno de tu confianza.
Sabía que haría todo lo posible para curar a su sobrina. Ese
era el, el tipo de hombre que estaba experimentando en sí
mismo para reparar un daño percibido, que nadie le pidió que
reparara.
—Mi clase considera que las preguntas son una falta de
respeto —Le recordó a su cyborg mientras caminaba con él
hacia la entrada.
—Me adheriré a tus costumbres —La siguió hasta su domicilio.
Lanko se puso tieso.
Sisko jadeó.
Allinen cerró la puerta y se agarró a la mano de Doc.
—Este es mi compañero —Queriendo que confiaran en él, fue
abierta sobre su relación... aunque no compartiría la
naturaleza temporal de la misma. No lo entenderían—. Su
nombre es Doc —repitió lo que les había dicho antes—. Es un
cyborg. Y es un curandero.
—Es un forastero —Lanko rizó su labio superior—. Los
forasteros no tienen compañeros.
—Soy un cyborg y los de mi clase tienen compañeros —La
mirada de Doc se fijó en la del otro hombre—. Somos
genéticamente compatibles con un solo ser. He vivido cientos
de sus vidas y no había conocido a mi hembra... hasta que
llegué a su planeta —apretó la mano de Allinen—, La hermana
de tu compañera es mi compañera.
Lo miró fijamente. Las bestias no se apareaban
permanentemente. Y era una bestia
¿No era así?
—Mi hija se está muriendo —Sisko les recordó lo que era más
urgente... salvar la vida de Vauva—. No me importa la relación
del curandero con mi hermana.
—La vida de tu hija también es nuestra prioridad —dijo Doc
mientras inspeccionaba la cámara. Su mirada se posó en el
soporte horizontal. Se movió hacia él, incitando a Allinen a que
lo acompañara.
Sería su ayudante. Cualquier cosa que necesitara, se
esforzaría por encontrarla para él.
—Las hierbas ya están separadas. Eso es bueno —La cara de
su cyborg estaba en blanco. Se había metido en su papel de
medico sin emociones—. Escanearemos cada una —tocó las
plantas secas—. Introdúcelas —Las pasó por sus sensores
táctiles—. Necesitamos un par de sustancias más. Los
contenedores de líquido...
—Los tengo —agarró un par de contenedores y se los pasó.
Sumergió las yemas de los dedos en el líquido, dio golpecitos
en la mano.
—Nos falta un compuesto más. Mis bases de datos dicen que
se encuentra comúnmente en.... —miró a la pared—, un poco
de corteza de árbol.
—La recogeré —localizó su daga favorita, la que usaba para
elaborar sus alimentos, y se apresuró a salir, raspando un trozo
de corteza del árbol de su domicilio.
Eso fue probado, y rechazado. Los niveles de toxicidad eran
demasiado bajos. El árbol no tenía suficientes ciclos solares.
Se paseó por el asentamiento, raspando los árboles de los
domicilios de sus vecinos con la punta de su daga hasta que
finalmente encontraron la corteza adecuada. Afortunadamente,
los caminos estaban vacíos. Nadie se dio cuenta de que estaba
robando pedazos de sus casas.
Su cyborg combinó las cortezas en cantidades cuidadosamente
medidas. Allinen le ayudó tanto como pudo.
Lanko se mantenía apoyado contra una pared y lo miraba
fijamente, su mirada nunca se apartó de ellos. Sisko se cernía
sobre su hija, limpiando la frente de la niña, manteniéndola
cubierta con varias capas de tela.
Doc agitó el brebaje que habían elaborado, metió su dedo en él,
lo tocó con sus sensores, la miró fijamente por un momento y
asintió con la cabeza.
—Está listo.
—La matarás con eso —Lanko se alejó de la pared—. No
permitiré que acerques eso a mi hija.
—Lo permitiré —Sisko anuló su decisión—. He usado todas
esas hierbas en nosotros tres en el pasado. Ya antes hemos
bebido eso. Los niños han masticado todos los árboles en
nuestro asentamiento y nunca han muerto por hacer eso. Es
seguro.
—Esta combinación de sustancias… —Allinen le clavó el codo
en el estómago a su cyborg, cortando lo que era sin duda una
de sus cautelosas calificaciones—, es segura.
—Voy a monitorear sus especificaciones —Doc agarró el
dispositivo de portátil con una mano y el contenedor lleno del
brebaje con la otra. Se reposicionaron alrededor del soporte
para dormir, moviéndose como un equipo—. La animaremos a
que beba la mayor cantidad posible del líquido.
—Yo lo haré —Sisko le quitó el contenedor—, y se lo beberá
todo —inclinó el recipiente hacia los labios temblorosos de su
hija. Su hermana había sido optimista. Vauva solo fue capaz de
beber un poco más de la mitad del líquido. El resto se caía por
su barbilla.
Pero Doc dijo que eso debería ser suficiente. Le sacó el
contenedor a la hermana de Allinen.
Esperaron.
Capítulo 13

Su hembra había depositado su confianza en él.


Y le estaba fallando.
Doc estudió el dispositivo de mano por la decimoquinta vez.
Las lecturas no habían cambiado. A pesar de aplicar múltiples
rondas de varios medicamentos antimicóticos, el estado de la
sobrina siguió empeorando.
Había enviado una transmisión a todos los cyborgs del universo,
pidiendo su aportación, buscando una posible reparación, por
muy inusual que sea. Algunos habían transmitido información
que ya tenía. La mujer del Modelo J, la experta, se estaba
aplicando al problema a tiempo completo y aún no había
encontrado una solución.
La sobrina de su hembra no tuvo tiempo de esperar. Su luz
apenas se iluminaba su cara de color. Luchaba por cada
respiración.
Ya le había aplicado un prolongador. Eso había desaparecido.
Estaba débil, demasiado frágil para otra aplicación.
A la chica le quedaba muy poco tiempo.
Tenía que transmitirlo a su hembra.
—Allinen.
Le echó una mirada.
—No —Sus ojos brillaron—. Tiene que haber algo más que
podamos hacer.
La hermana de su mujer, la madre de su paciente, sollozaba,
presionando sus manos en la cara de la chica que estaba
cubierta de Cándida deneb. También estaba infectada. Al igual
que el compañero... en menor medida.
Lanko estaba apoyado en una pared lejana, observando sus
actividades en lo que debía creer que sería una distancia
segura. El macho había puesto a su propia pareja, una
preciosa mujer, al mayor riesgo al negarse a atender a la hija.
Esa no era la manera cibernética de hacer las cosas. Un
macho debía proteger a su pareja. Siempre.
Doc no tenía autoridad para reprender al Khambalian.
—No tenemos más reparaciones para intentarlo —Le dijo a su
mujer esa desafortunada verdad. Lo miró a él y a la chica—. La
amo, haría cualquier cosa, haría cualquier sacrificio para
salvarla —Su mirada regresó a él, la tristeza en sus ojos
dañaba su corazón—. Si le dieras tus nanocibóticos, sería
inmune... como yo. Se repararía.
—No es mi mujer—. No será compatible —Mis nanocibóticos
se desvanecerían rápidamente dentro de ella.
—Dentro de ella —Su hembra se estremeció.
¿Tenía dudas sobre su propuesta de transferencia de sangre?
—La probabilidad de que eso no funcionara era del 74,5698
por ciento.
—No tenemos que intentar eso.
—Si, tenemos que intentarlo —Su hembra enderezó sus
hombros—. Tus nanocibóticos le darán tiempo, y eso es lo que
necesita: tiempo.
Le darían tiempo ¿Cuánto le daría de indulto? No pudo
completar ese cálculo. Había demasiadas variables
desconocidas.
—Otros están trabajando en las reparaciones. Cualquier
retraso podría marcar la diferencia —miró a la hermana de su
mujer, la madre—. Requeriría transferir parte de mí a ella.
La forma de su hembra se endureció a su lado. No estaba
contenta con esa perspectiva.
El padre, ese indigno macho, igualmente perturbado, se
enderezó.
La hermana estaba desesperada. Su amor por su hija era su
principal motivación.
—Si eso va a curar a mi hija, hazlo.
—Podría retrasar un poco la propagación de la enfermedad
—Fue honesto con ella—. Eso... no la curará.
—Hazlo —La respuesta de la hermana no cambió.
Su hembra mordisqueó su labio inferior.
—Querrás estar solo para esto. Nosotros deberíamos irnos.
—No me voy a ir —La hermana agarró la mano de su hija.
—Me quedo —El padre cruzó sus brazos frente a su pecho.
—No quiero que te vayas —Doc le frunció el ceño a su hembra,
incapaz de descifrar su procesamiento—. Te necesito.
Parpadeó una, dos veces.
—Me necesitas.
La necesitaba de muchas maneras. Su polla, incluso bajo estas
serias circunstancias, la tenía dura. Pero la necesitaba
especialmente para el procedimiento de transfusión.
—Tu tipo de sangre coincide con el de tu sobrina —sacó un
dispositivo de transfusión de su paquete médico—. Usaremos
los nanocibóticos que te transmití.
—Le darás mi sangre —Su hembra lo miró fijamente—. No tu...
tu...
Agitó sus manos en su ingle.
De pronto, comprendió. Su hembra creía que le transmitiría sus
nanocibóticos de la misma manera que se los había transmitido
a ella.
—No. Nunca —La idea le repugnaba. La sobrina era una
descendiente, no era su...mujer—. Podría ser capaz de hacer
cualquier sacrificio por tu sobrina —Que ella lo hubiera
contemplado, hablaba de su dedicación a la chica—, pero no
puedo hacer eso —bajó su voz para que sólo su hembra
pudiera oírlo—, moriría antes de transferir cualquier otra cosa
que no sea mi sangre a nadie más que a ti.
Parte de la rigidez se alivió del cuerpo de su hembra. Su cara
se volvió de oro brillante.
—Eso... me habría matado, pero la amo y no vi otra opción.
Y su hembra haría cualquier cosa por los seres que amaba. Su
corazón se apretó. En alguna rotación fututa del planeta,
esperaba ser digno de ese nivel de cuidado.
—Tienes una opción —La agarró de la muñeca y la acercó a
él— Esto te dañará sólo temporalmente.
Preparó la pistola de transfusión para la extracción, la presionó
sobre su brazo, dio unos golpecitos...y disparó. La sangre llenó
el barril.
—Nubes de arriba —La hermana miró hacia otro lado, su luz se
atenuó.
Su fuerte hembra no se acobardó. Se apoyó en él, con la
mirada en su cara.
—No eres hermoso.
—No, no lo soy —Doc era muy consciente de que no se
parecía en nada a los machos Khambalians, con sus delicados
rostros, orejas puntiagudas y su piel dorada y brillante.
—Eres una bestia —Su hembra sonrió—, y eso me gusta.
Su hembra prefería su cara. Levantó su barbilla. Como si así
estuviera un paso más cerca del amor.
Transfirió la sangre de su hembra a su sobrina, y escaneó a la
chica. Por un breve momento, se estabilizó y la esperanza se
desplegó dentro de él.
Entonces los nanocibóticos se desvanecieron.
—La transferencia reparó muy poco daño —dejó la pistola de
transfusión en el suelo.
—Pero reparó parte del daño —Su hembra lo agarró del brazo.
—Reparó una pequeña cantidad de daño —Le concedió ese
punto—. En una cantidad apenas detectable.
—Entonces transferimos más sangre —Allinen cogió la pistola
de transfusión—. Nosotros seguiremos transfiriendo sangre
hasta que sea detectable.
Era poco probable que eso funcionara.
—Mujer...
—Tenemos que intentarlo —Le suplicó.
No tuvo la fuerza para rechazarla.
—Lo intentaremos.
Doc transfirió más sangre de ella a su paciente, tanta como
podía sin poner en riesgo a su hembra.
Lanko dejó el domicilio. La hermana de su hembra se quedó al
lado de la chica, acariciando su cabeza y obligándola a beber
líquidos por la garganta.
Su hembra también sería tan dedicada con su propia
descendencia. Doc se acercó a Allinen y se movió a sus brazos,
descansó su hermoso rostro contra su pecho.
—Mi hija aún está enferma —La hermana les frunció el ceño.
—Allinen tiene que recuperarse de las transfusiones —Doc
miró fijamente a la hembra. No pondría en peligro la vida de su
pareja por ninguna razón—. Un donante muerto no tiene
sangre para dar a nadie.
Los labios de la hermana se torcieron. Pero no dijo nada.
—Se preocupa —Su hembra dijo que sólo para su sistema
auditivo—, y yo también.
Le acarició el pelo, deseando poder reparar ese daño
emocional. En eso no había mucho más que pudiera hacer. No
se había sentido tan inútil desde su primera batalla.
Algunos de esos primeros pacientes, sus hermanos, los
hombres que le importaban, habían muerto debido a su falta de
conocimiento.
La sobrina, un ser amado por su mujer, también podría morir.
Los momentos pasaron. Lanko, ese macho deshonroso,
regresó. Su expresión era sombría.
—Tres de los amigos de Vauva han muerto. Muchos seres
están enfermos.
La hermana sollozó.
—Pero Vauva vive —La obstinada hembra de Doc se aferró a
la esperanza—. Tu hija ha estado enferma más tiempo y sigue
viva. Puede conquistar esto —Se agarró a la pistola de
transfusión. Sus manos temblaban—. Le daré más de mi
sangre—.
—Es demasiado pronto, mi hembra —cubrió sus manos con las
suyas—. Tu recuento de nanocibóticos es demasiado bajo.
—Entonces auméntalo —No había ningún deseo en sus ojos,
sólo agotamiento y determinación—. Transmite tus
nanocibóticos a mí.
Su polla se balanceó contra su armadura corporal, su cuerpo
anticipándose al encuentro. Sus procesadores lo rechazaron.
Emparejarse con su hembra ahora, en su estado actual, podría
dañarla.
—Necesitas descansar.
—Descansaré después de que le des a mi sobrina más de mi
sangre —Su hembra estaba tan débil; que tuvo que apoyarse
en él para mantenerse erguida, sin embargo, su voz había sido
firme. Estaba decidida a hacerlo.
—Eres obstinada —Doc dejó la pistola de transfusión a un lado
y se llevó a su mujer en sus brazos—. Proyecté que eras frágil
cuando te conocí.
La llevó afuera. Nubes grises se asomaban entre las ramas del
tronco hueco del árbol que su hembra utilizaba como domicilio.
El asentamiento estaba desprovisto de vida. El olor de la carne
quemada y el azufre contaminaban el aire.
Esa combinación transmitía que los muertos estaban siendo
eliminados en única manera que tenían los Khambalians, los
estaban cremando en lava.
—Me siento frágil en este momento —Las puntas de los dedos
de su hembra se agitaban contra su armadura—. Quiero
complacerte, pero...
Pero estaba cansada. Rozó sus labios contra los de ella,
saboreando su sabor ácido.
—Estar contigo me complace.
Decidió tomar un camino oscuro para el lugar de su encuentro.
La probabilidad de que alguien los viera era del 12,5742 por
ciento. Los residentes del asentamiento se quedaban en sus
domicilios en un intento inútil de detener la propagación de la
enfermedad.
Pero mostraría su respeto a las hembras y ocultaría su
emparejamiento. La apoyó contra el costado de su domicilio y
se quitó la armadura corporal.
—Eres mi bestia —Sus suaves manos bailaron sobre su
pecho—. Poderoso —rozó con la punta de sus dedos sus
abdominales y sus músculos se ondularon—. Viril —acarició su
eje duro, sus bromas sacaron a relucir su naturaleza salvaje—.
Vivo —Su mirada voló hacia arriba para encontrarse con la
suya—. Y tú seguirás siendo así.
—Tú también te quedarás así —Se aseguraría de eso. Sus
labios chocaron una vez más. Sus piernas se envolvieron
alrededor de su cintura.
Esa acción le dio la oportunidad de sacarle de un manotazo su
ropa, desnudando su coño. Un gruñido de aprobación hizo
vibrar la carne de él contra la de ella.
Se movió, frotando su dura vara sobre su humedad mientras le
abría la boca.
La conexión, siempre presente entre ellos, se fortaleció.
Todo lo demás a su alrededor estaba dañado y muriendo, pero
su conexión estaba completamente funcional, tenía razón. Los
dos encajaban. La respiración de su hembra se volvió irregular.
Luchó por igualar su energía para no dañarla.
No sería posible una cría lenta y tranquila, no en este momento,
no con su nivel de agotamiento. El lado salvaje de él, ahora
totalmente en control, protegería a su compañera.
Doc echó las caderas hacia atrás, encontró su entrada y se
empujó profundamente. Los labios de su hembra se separaron.
Los cubrió, tragándose su grito, amortiguando el sonido de su
placer.
Se aferró a él, su forma cediendo, acogiéndolo, mientras se
dirigía a ella de nuevo una y otra vez. Se perdió en sus brazos.
No había frustración por la falta de reparaciones, ni posibilidad
de fallo. Sólo estaban él y ella, un cyborg y su hembra, una
bestia y su pareja.
Gruñó en la boca de Allinen mientras criaba con ella,
enlazando sus cuerpos, haciéndolos uno. Su pasión aumentó
rápidamente, su coño se estrechó a su alrededor.
Clavó sus uñas en su piel. Ese dolor puso fin a la euforia de su
unión, como su hembra llamaba a la cría.
Se movía cada vez más rápido. La exquisita presión se
construía dentro de él y no intentó luchar contra ella. Su parte
primitiva sintió que su hembra estaba dañada. No le importaba
que el daño fue auto infligido, que su sacrificio fuera para
beneficiar a un ser querido.
Todo lo que sabía era que necesitaba sus nanocibóticos. Su
pequeña humanoide requería de la energía, de la curación, que
sólo podía obtener de él, su pareja.
Era suya. La mantendría a salvo, le daría lo que necesitara.
—Doc —Le chupó el pecho, esa sensación se sintió hasta el
eje—. Mi compañero.
La marca que había dejado en su piel se desvanecería. Sus
nanocibóticos la borrarían.
Pero su propiedad sobre él permanecería.
—Mi bestia —Lo pellizcó.
Doc aulló y se adelantó, golpeando su trasero contra el costado
de su árbol. Una vez que aseguró a su hembra a esa dura
superficie con sus caderas, se soltó, liberando completamente
la parte primitiva de sí mismo.
Su semen se disparó de su polla, el impacto amenazó con freír
sus circuitos. Su mujer inclinó la cabeza hacia atrás y gritó su
rendición.
Sus procesadores estaban demasiado estresados para
silenciarla. Estaban ocupados absorbiendo el placer. Le dio
todo a su hembra, buscando repararla, reclamarla, marcarla
como suya para siempre. Su médico y su bestia se fusionaron
en ese momento, alineados en su misión, convirtiéndose en un
todo.
La dicha se elevó y disminuyó dentro de él, y así la intensidad
disminuyó gradualmente, volviéndose manejable para él.
No para su hembra. Vibraba en sus brazos. Sus gritos se
hicieron más fuertes, subiendo en intensidad por todo el lugar.
Entonces sus sonidos de pasión se detuvieron abruptamente.
Su cuerpo se volvió blando. Sus ojos se cerraron. Se desplomó
contra él. El terror se apoderó de Doc ¿Qué le había hecho a
su preciosa hembra?
Pasó los sensores de sus dedos por encima de su cuerpo. No
había ninguna indicación de daño. Todas sus especificaciones
estaban dentro de los rangos normales.
El éxtasis de su cría debe haber sido demasiado para su
emocionalmente exhausta humanoide. Respiró aliviado.
—Te empujaste demasiado lejos —Doc regañó a su mujer—.
Debería haberte detenido.
Permaneció inconsciente, no respondió.
Se alejó a regañadientes de la cálida suavidad de su cuerpo.
No se despertó. La sostuvo suavemente mientras se vestía con
su chaleco antibalas, y ordenó su ropa.
Sus ojos no se abrieron.
Requería su descanso y él no la privaría de él.
—Duerme —presionó sus labios a su frente—. Te protegeré.
La protegería de todo, incluso de las miradas curiosas. Doc la
acunó en sus brazos y la llevó al domicilio.
—Podíamos oírte —Lanko, ese indigno macho, lo miró con
desprecio.
¿Los Khambalians se reproducían en silencio? La mirada de
Doc volvió al hermoso rostro de su hembra dormida. No debían
experimentar el mismo nivel de satisfacción al que un cyborg
llegaba con su compañero. Era eso, o su clase eran bestias.
Esa era una posibilidad también.
—Mi hija necesita más sangre —La hermana se mantenía
centrada en su hija. No pareció notar el estado inconsciente de
Allinen.
Había cariño entre las dos hermanas. Lo percibía. Pero la
prioridad de Sisko... era su hija. Era lógico. Su estado era más
urgente.
¿O no? El sistema auditivo de Doc detectó la respiración de
sólo cuatro seres en la cámara. Eso significaba...
La temperatura de su cuerpo se desplomó, su agarre sobre su
hembra se estrechó. Llevó a Allinen al soporte para dormir, la
puso al borde del mismo y tocó el cuello de la sobrina. No
había sangre en sus venas. Su piel estaba fría.
Sus especificaciones eran... concluyentes.
Doc abrazó a su mujer contra su pecho.
Su vida había estado rodeada de muerte y tormento. A menudo
había luchado con daños que no había podido desactivar.
Muchas veces, cuando tuvo que ir a la batalla, había
proyectado la probabilidad de su supervivencia como menos de
10.0000 por ciento. Nunca había estado expuesto al nivel de
miedo que experimentaba en este momento. La pérdida que
enfrentaba era impresionante. Su mujer, su futuro, todo, podría
serle arrebatado.
Debido a su ineptitud.
Ese posible destino lo aterrorizaba. El daño emocional que le
causaría a su hembra le causaba aún más agonía. Pero tuvo
que enfrentarse a ambas proyecciones. Tenía que decírselo.
—Allinen —empujó suavemente a su compañera, buscando
despertarla.
—Despierta, Allinen—. El tono de la hermana se elevó, su tono
abrazando el borde de histeria. Lo sabía. Sus instintos se lo
transmitieron. Simplemente no quería aceptar la verdad—. Mi
hija necesita tu sangre.
—Tómala —Su hembra sacó uno de sus brazos.
—Mi hembra.
Algo en su voz le hizo abrir los ojos. Sus miradas se
encontraron.
Doc era consciente del momento en que lo supo. Vio el daño
que le estaba causando con su falta de habilidad para hacer las
reparaciones. Su fuerte e imprudente mujer emocionalmente
dañada, estaba consumiéndose como una nave en mal estado
en el espacio.
—No —susurró esa palabra.
—Sí —No permitió que ninguno de los dos se escondiera de
esa dura realidad.
Lágrimas derramadas de sus grandes y hermosos ojos,
recorrieron sus mejillas.
—No.
Se lanzó sobre él.
Sobre él, el ser que le había causado el daño, que le había
fallado. La abrazó y la sostuvo mientras lloraba en silencio...
Capítulo 14

Su sobrina estaba muerta. Allinen sollozó contra el pecho de su


cyborg. Vauva tenía apenas ocho ciclos solares. Su dulce chica
rebelde no había vivido realmente todavía. Tenía tanto por
delante: aventuras, ceremonias de unión, establecimiento de su
propio domicilio, hijos.
Todo ese potencial se había ido. Su joven sobrina, la niña que
a veces fingía que era suya, estaba muerta.
Y era su culpa.
Eso agudizó el dolor de Allinen. Debería haber sabido que su
sobrina se escabulliría del asentamiento. La chica había dejado
la seguridad de la comunidad varias veces, por su cuenta,
antes de que Allinen descubriera sus actividades. Su negativa
a acompañarla no habría detenido a Vauva.
Especialmente desde que la nave, la nave de su cyborg, había
volado tan cerca de las cimas de los árboles. Había sido tan
rápida, tan brillante; que su sobrina no pudo resistirse a
seguirla. Si esa hubiera sido la nave que Vauva localizó, la
chica habría permanecido a salvo.
Doc y los de su clase no podían propagar ninguna enfermedad.
Su cyborg no había matado a los pahas, aun siendo una
manada de bestias feroces. No le habrían hecho daño a un
niño pequeño. Su sobrina habría regresado de su aventura
ilesa.
En su lugar, Vauva había localizado otra nave, otro forastero.
Pero incluso eso no la habría matado... si le hubiera enseñado
a limpiar los objetos obtenidos de los forasteros antes de
tocarlos con sus propias manos.
Allinen no le había transmitido ese conocimiento porque no
quería que su sobrina manejara esos artículos. Debería haber
sabido que su chica curiosa e imprudente querría tocarlos.
Debería haber entrenado a Vauva en ese proceso. Debería
haberla mantenido a salvo.
Su terrible juicio había matado a la chica, había acabado con la
vida de un ser que ella amaba. También la estaban perdiendo
el resto de los miembros de su familia.
Sisko nunca la perdonaría.
Como Allinen nunca se perdonaría a sí misma.
Miró alrededor del gran cuerpo de su cyborg, necesitando ver,
para verificar una verdad... que ya li sabía.
El rostro de Vauva estaba sereno, con un aspecto más pacífico
de lo que había estado nunca en la vida.
Sus ojos estaban cerrados. Su luz se había apagado
completamente.
El corazón de Allinen, ya destrozado, se fragmentó aún más.
Su visión se volvió borrosa. Las lágrimas caían por su rostro.
Doc le frotó la espalda, le acarició el pelo. Solo su fuerza, y su
calidez, fueron las cosas que la fijaban al presente, a este
mundo.
Porque todo lo demás se sentía irreal. Tres rotaciones de
planetas atrás, su sobrina vibrante e indisciplinada, estaba
discutiendo sobre lo que haría o no haría, quejándose de la
madre que todos sabían que amaba. Ahora, estaba muerta,
toda esa energía apagada. Se había ido. Allinen luchó por
asimilarlo. Casi esperaba que Vauva abriera sus ojos y le dijera
que dejara de mirarla embobada.
—Mi hija necesita sangre —Su hermana estaba en mayor
negación que ella—. La herramienta que usó para transferirla
está en el soporte horizontal.
Doc se puso tieso. Su control sobre ella se volvió feroz.
Allinen no obligó a su cyborg a decírselo a Sisko. Ella misma
respondió:
—No necesitamos la pistola de transfusión —encontró la
mirada de su hermana—. No para Vauva. Ya no.
—No, necesita tu sangre —El tono de Sisko se llenó de
pánico— Tu sangre. Cúrala, Allinen.
—Haría cualquier cosa por Vauva. Ya lo sabes —Allinen se
acercó a su hermana. Su cyborg, su compañero, se movió con
ella. Presionó su gran cuerpo contra el suyo, diciéndole
silenciosamente que estaba ahí para ella, su presencia dándole
el poder para ser el mensajero, para transmitir la brutal
verdad— Pero no hay nada más que hacer —tomó las manos
de su hermana. Sus dedos estaban tan calientes como los de
Allinen estaban fríos—. Mi sobrina, tu hija, se ha ido.
—No —Sisko le arrebató las manos—. No se ha ido —Su
mirada se deslizó de la de Allinen, su hermana no podía mirarla
y rechazaba la verdad—. Mi hija es fuerte. Se recuperará de
esto.
Su sobrina no se estaba recuperando de nada. El dolor perforó
el corazón de Allinen.
—Sisko...
—No —Su hermana le dio la espalda—. No la conoces como
yo.
Sisko extendió su mano temblorosa y le alisó un mechón de
pelo de la cabeza de su hija muerta.
—No eres su madre.
Allinen miró a su hermana, sin saber qué hacer, qué decir.
Sisko llevó los dedos de su hija hacia su cara y los acarició con
su boca.
—Regresará a mí. Tenemos nuestras discusiones, como las
madres y las hijas, y se aleja, pero siempre regresa. Siempre.
Nubes del cielo. Las lágrimas corrían por la cara de Allinen. La
negación de su hermana era insoportable para los presentes.
—Te estoy esperando como siempre lo hago, hija —El sudor se
derramaba por la frente de Sisko—. Cuando te despiertes,
estaré aquí.
Un sollozo se escapó de los labios de Allinen. Era demasiado.
No podía soportar escucharlo. La estaba partiendo en dos. Miró
a Lanko, buscando ayuda.
Los dedos del macho estaban cerrados formando puños
apretados. Sus ojos brillaban con una furia de dolor.
—Váyanse —sacudió la cabeza hacia la puerta—. Has hecho
suficiente daño a mi familia.
La culpó... como debería.
Allinen intentó ponerse de pie. Sus piernas no cooperaron,
cediendo bajo ella. Se cayó. Su cyborg la atrapó antes de que
se golpeara contra el suelo, y la hizo caer en sus brazos. Cargó
hacia fuera del domicilio, sin pronunciar una sola palabra, sin
hacer un solo sonido.
Esperaba que siguiera adelante una vez que atravesaran el
umbral. Era claro que su compañía ya no era deseada... por el
compañero de su hermana, ni por su hermana, ni por nadie.
En cambio, la llevó por un camino oscuro y se apoyó en el
exterior de su domicilio, sosteniéndola cerca de su pecho.
Se agarró a sus hombros, solidificando su conexión física,
usando el contacto para centrarse, para estabilizar sus
emociones turbulentas.
—Ambos me culparán por la muerte de Vauva —Lanko ya lo
había hecho. Sisko, cuando finalmente aceptara la realidad,
también la culparía—. Dudo que mi hermana vuelva a hablarme
—La tristeza amenazaba con vencerla de nuevo—.
Deberíamos irnos.
—Nos quedamos —El tono de Doc no permitía ninguna
discusión—. Tu hermana te necesita. Y no tienes la culpa de la
muerte de tu sobrina —Liberó un pesado suspiro—. Yo soy el
culpable.
Le frunció el ceño.
—Intentaste salvarla.
—Fallé en hacer eso —Se encontró con su mirada y aspiró su
aliento—. Te fallé —Tormento y arrepentimiento y una pizca de
miedo reflejado en sus ojos grises—. Tú... confiaste en mí para
reparar el ser que amabas. Traicioné tu confianza.
—Confié en ti para hacer lo mejor —Allinen le tocó la cara, una
oleada de cariño, de amor, elevándose dentro de ella. Lo
amaba, a su cyborg, a su forastero, a su médico, a su bestia—.
Hiciste lo mejor que pudiste. Ningún curandero podría haber
hecho más.
Bajó su cabeza, empujando sus mejillas en las palmas de sus
manos.
—Si tuviera más conocimiento, más experiencia, podría haber
sido capaz de salvarla.
Lo dudaba.
—Tú contactaste a los mejores expertos y no fueron capaces
de transmitir una cura —Le había dicho que había enviado un
mensaje a todos los de su clase, buscando ayuda—. Si hay
que culpar a alguien por la muerte de Vauva, sería a mí. Yo
conocía su naturaleza curiosa, debería haber sabido que me
desobedecería y dejaría el asentamiento para rastrear a un
extraño.
—El contacto con un extraño... como yo... la mató —Su cyborg
hizo una mueca de dolor.
—No como tú —apoyó su frente contra la de él—. No hay nadie
como tú... compañero.
Sus ojos brillaron.
—Compañero.
Después de una vida de estar sola, había encontrado el ser al
que estaba destinada, y con él a su lado, sobreviviría a su
pérdida.
El dolor que sentía era insoportable. Mientras otra ola de dolor
la golpeaba, se acurrucó contra su cyborg y lloró en silencio.
Comenzó a acariciar sus brazos y a hablarle de su pasado, de
los amigos, de los hermanos que había perdido. Su voz baja y
profunda la tranquilizó. Su compartir le dijo que entendía su
tristeza.
Un grito de dolor desgarró el aire, seguido de otro, y otro. Los
sonidos venían de su domicilio.
—Mi hermana me necesita —Allinen se movió.
—No te necesita, no ahora, todavía no —Su cyborg no la liberó.
—Está de duelo. Debería estar con ella —Como había estado
con su hermana cuando sus padres habían muerto.
—Su pareja está con ella —Doc no la dejo.
Allinen frunció el ceño.
—Pero...
—Te culpaste a ti misma —Su mirada se encontró con la de
ella—. Tu hermana culpa a otros.
Su hermana la culparía a ella... y quizás a él. Allinen se
desplomó contra su cyborg.
—Por eso quería ir. No me necesita, no aceptará hablar
conmigo o verme.
—Te necesitará —Su compañero parecía estar seguro de eso.
Sisko la necesitaría. Esa perspectiva proporcionó a Allinen un
cierto consuelo. Quizá no había perdido a su hermana al mismo
tiempo que a su sobrina.
Quizá le quedaba algo de familia.
Los gritos cesaron. Siguió un tramo de silencio desconcertante.
Un aullido doloroso rompió el silencio. La fuente era masculina.
Debe haber venido de Lanko, pero no era de los que
expresaban sus emociones vocalmente, no así.
Doc se enderezó, abrazando a Allinen más cerca de él.
—Tu hermana te necesita ahora.
El presentimiento la inundó.
—No necesita mi consuelo —esperaba que su suposición fuera
errónea—. Necesitará tu sangre —destruyó esa esperanza al
llevarla al domicilio.
Lanko estaba arrodillado en el suelo de tierra junto al soporte
para dormir. El hombre era meticulosamente pulcro. Era
inquietante verle ensuciar su ropa de esa manera.
El soporte horizontal estaba ahora ocupado por dos seres, su
hija muerta y su compañera. Ambas hembras tenían los ojos
cerrados.
La luz de Sisko era más baja de lo normal. Su cuerpo temblaba.
El estómago de Allinen se retorció.
—Mi hermana también ha caído enferma.
—Tú —Lanko se puso de pie y se dio la vuelta—. Los mataré a
los dos por hacer esto —bajó la cabeza y los embistió.
Allinen se preparó para el dolor.
El puño de su cyborg se disparó, conectado con la cabeza de
Lanko. La carne golpeó contra la carne y el compañero de su
hermana voló a través de la cámara.
La espalda de Lanko golpeó contra una pared. El macho
gimoteó y se deslizó hasta el suelo de tierra.
La boca de Allinen se abrió. Nunca había visto al compañero
de su hermana atacar a nadie. Lanko creía que la lucha estaba
por debajo de él.
Su mirada se elevó y se encontró con la de Doc.
—Eso no es propio de él —Si el macho no estuviera
desplomado contra la pared, habría cuestionado que la
confrontación había sucedido—. Debe haber un poco de la
bestia dentro de cada macho.
—Si esa fuera mi hembra en el soporte para dormir, los seres
verían más que un poco de mi bestia—La voz de su cyborg era
áspera por la emoción—. Cuando recupere la conciencia, le
daré la batalla que requiere —Doc la llevó hacia el soporte para
dormir—. Tu hermana es nuestra prioridad ahora.
—Es nuestra única prioridad —Allinen le dijo—. Tenemos que
salvarla—.
Sintió algunas dudas sobre la realización de esa hazaña
cuando vio la cara de su hermana. Al lado de Vauva, el
parecido de Sisko con su hija era... inconfundible. Una era una
miniatura física de la otra.
Pero no eran el mismo ser. Allinen se recordó a sí misma. No
compartirían el mismo destino.
—Sisko es fuerte, totalmente madura, más terca que todos
nosotros juntos —forzó esa broma—. Y ahora sabemos cómo
frenar la enfermedad.
Su cyborg presionó la boca de la pistola de transfusión contra
su brazo.
—Nosotros sabemos cómo frenarla.
No sabían cómo curarla.
—La repararemos —usó la terminología de su cyborg para
ello— Mi hermana podría odiarme para siempre —Allinen miró
a Doc— Puede que nunca me hable otra vez, pero no la dejaré
morir, compañero. No puedo —Su voz se afino, por el tirón de
terror ante esa perspectiva—. Eso me rompería.
—Tú eres mi hembra. Cambiaría mi vida por la tuya, haría
cualquier cosa para evitar que te dañen —rozó sus labios
contra los de ella—. Otros también están buscando una
reparación. Mientras esperamos, retrasaremos el progreso de
la enfermedad tanto como podamos.
Allinen esperaba que sus esfuerzos combinados fueran
suficientes para salvar a su hermana.

*****

Más y más de su sangre fue transmitida. Entre las


transfusiones, comieron, bebieron y descansaron. Doc usó un
potenciador de energía que había traído consigo para
restaurarse a toda su potencia. Juntos, cuidaron de su
hermana. Sisko estaba aterradoramente quieta, pero... su
respiración se mantuvo profunda.
Sobreviviría.
Lanko recuperó la conciencia. Los miró fijamente durante un
tiempo.
—Sisko podría responder a su toque —Allinen reposicionó su
cuerpo para que pudiera ver la cara de su hermana.
La mirada de Lanko se dirigió a su compañera. Su expresión se
volvió sombría.
—No puedo —Se estremeció.
Allinen frunció el ceño. No había pedido mucho, sólo que
tocara a su pareja.
—Necesita...
—No —Después de pronunciar esa negativa de una sola
palabra, Lanko, el macho que siempre vio como un ideal
Khambalian, los abandonó. Salió corriendo del domicilio como
si tratara de escapar, de huir de la enfermedad, de la muerte y
de todas sus responsabilidades.
La puerta se cerró de golpe detrás de él.
Allinen miró fijamente al compañero de su hermana. Estaba
aturdida, horrorizada, confundida.
—No puede manejar esto.
—He visto a los humanos y a los humanoides funcionar de la
misma manera en la batalla —Doc sacudió la cabeza, su tono
se tornó en desaprobación—. Algunos seres son incapaces de
moverse hacia adelante, así que van hacia atrás. Corren.
Su mirada se desplazó, enlazándose con la de ella.
—Yo no correría —El tono de su macho era solemne, esa
declaración se emitió como un voto—. Los cyborgs hemos sido
probados. Muchas veces. Seguimos adelante o morimos.
Cuanto más le hablaba de su oscuro y doloroso pasado, más
se daba cuenta de lo fuerte que era y lo afortunada que era de
tenerlo como compañero.
—Sé que no huirías —Esperaba que ella tampoco lo hiciera.
—Me quedaría a tu lado —Su cyborg la sujetó por las mejillas
con sus grandes manos—, y lucharía por ti —La liberó—. Ya
sea que me quisieras allí o no.
Le agarró las manos, sujetándolas con fuerza.
—Siempre te querré a mi lado.
Doc miró fijamente a la hermana. Sisko podría morir. Aún no
habían reparado la enfermedad.
—Siempre —Allinen subrayó ese punto—. Y espero que me
repares si me rompo —Y se rompería si su hermana muriera.
Esa pérdida la dividiría en dos.
—Te repararé —Cuando emitió ese segundo voto, la tomó en
sus brazos—. Deberías dormir —apoyó su barbilla en la parte
superior de su cabeza—. Tus niveles de energía son bajos.
Sus niveles de energía no eran bajos. No existían.
Un largo descanso no era posible. Su hermana la necesitaba.
Pero ella podía cerrar los ojos por un momento.
Tan pronto como lo hizo, se sumergió en la oscuridad.
*****

Un portazo la despertó.
—Todos los amigos de mi hija han muerto —Lanko anunció
desgarrado entrando en la cámara, su mirada ligeramente
desenfocada—, Esta enfermedad que nos has traído ha
matado a todos y cada uno de ellos. Un completo ciclo de
sistema solar de seres ha sido borrado.
Por las nubes de arriba. Allinen agarró los brazos de su cyborg,
sosteniéndose de él, su única fuente de estabilidad, de refugio
en un mundo hostil y lleno de tristeza.
—Diez de los hermanos de los amigos ya han muerto —Lanko
se acercó a un lado de su compañera y la miró fijamente.
Líneas profundas estaban talladas en su hermoso rostro.
Parecía más viejo que su número de ciclos solares. Las
pasadas rotaciones de los planetas lo habían envejecido.
—No hay bebés con menos de dos ciclos solares vivos —El
compañero de su hermana expuso el mayor de los horrores—.
Dos de los ancianos han muerto. Casi cada domicilio tiene a
alguien gravemente enfermo —dijo mientras sus hombros
caían—. Esto será el fin de todos nosotros.
Si no encontraban una reparación pronto, sería la última de su
especie. Todos los seres con los que había pasado la mayor
parte de su vida estarían muertos.
Parte de ella quería dejar el asentamiento y el planeta antes de
que eso sucediera, antes de que perdiera a su hermana, al
compañero de su hermana, a todos los que conocía. Si ella se
iba ahora, podría ahorrarse un poco de dolor, podría decirse a
sí misma que se habían recuperado, que estaban sanos y
felices y muy vivos.
Pero no podía abandonar a Sisko, no cuando su hermana más
la necesitaba, no durante lo que podrían ser los últimos
momentos de su hermana. Tenía que ver esto hasta su horrible
final.
Dientes de Paha. Esto la destrozaría.
Miró a su cyborg.
Algo de su desesperanza se debía haber notado. Su barbilla
estaba levantada y su espalda rígida.
—Esta es una enfermedad antigua. Alguien debe tener una
investigación sobre ella a la que aún no hemos accedido. He
contactado con millones de cyborgs. Uno de ellos podría
descubrir la reparación que funcionará con los de tu clase.
Se dio cuenta de que su siempre preciso macho no le asignaba
una probabilidad a ese hecho. Debía ser baja.
Pero no era cero.
—Mientras esperamos que eso suceda, mantenemos viva a
Sisko—.
Doc asintió. Redirigió su atención a Lanko.
—Tu compañera requiere una bebida.
El macho abrió la boca.
—Eso no fue una petición —No le permitiría volver a correr—.
Sisko te necesita y nosotros también. Si vamos a vencer esta
enfermedad, tenemos que trabajar juntos.
—Tú causaste esta enfermedad —Lanko la miró con ojos de
lince—. La muerte de mi hija es por tu culpa. El destino de mi
compañera es...
—Es mi culpa —aceptó esa acusación—. Sé que me odias,
pero no castigues a tu compañera por mis malas acciones.
Sujétale la mano. Demuéstrale que la amas. Dale una razón
para no rendirse.
Porque sospechaba que su hermana no estaba luchando tan
duro como podría. La pérdida de Vauva había extinguido sus
ganas de vivir.
Lanko refunfuñó, pero le alcanzó el recipiente de la bebida.
Doc apretó los dedos de Allinen.
—Me siento honrado de llamarte mi hembra.
Sus labios temblaban. Estaba orgulloso de ser su compañero.
Necesitaba escuchar eso.
Capítulo 15

La misión principal de un cyborg era proteger a su hembra de


todas las amenazas. La misión primaria de un médico era
reparar a sus pacientes.
Doc pronto fallaría ambas misiones... por segunda vez.
La hermana estaba muriendo. Habían retrasado el proceso,
pero sucedería. Todavía no tenían una cura para la
enfermedad, ninguna que él, sus hermanos o los expertos de
las hembras de sus hermanos pudieran descubrir, ninguna que
funcionara para su fisiología única.
El final de la vida de la hermana dañaría emocionalmente a su
hembra.
Severamente. No sabía cómo minimizar su impacto en Allinen.
Esa era otra falla. Presionó sus labios juntos e inyectó a la
hermana con más sangre de su hembra.
Allinen descansó, acurrucada en su regazo, sus delgados
dedos se extendieron sobre el pecho cubierto con su armadura.
Su toque alivió la confusión de su bestia. Su lado mecánico
estaba debilitado, había sido forzado por la inutilidad de la
situación. La parte salvaje de él, sin embargo, no había
intentado tomar el control. Pareció darse cuenta de que al
hacerlo lastimaría a su pareja. Las tareas de las que era
responsable habían disminuido en número. Después de que
Allinen hablara con Lanko, el macho finalmente los estaba
asistiendo. Colocó un cuadrado de tela sobre la cara de la
hermana.
La tela había sido fabricada por seres locales. El macho
obstinado se negó a utilizar los paños de limpieza, más
efectivos, evitando cualquier cosa derivada de un extraño.
El Khambalian continuó ignorándolo. Eso no había cambiado.
Doc percibió la ira y el odio que se desprendía de Lanko.
Su bestia habría reaccionado de la misma manera si su pareja
estuviera acostada en el soporte para dormir.
Doc sería el objetivo de esa rabia. Cuando la hermana muriera,
Lanko tomaría su frustración, y lo atacaría... otra vez, con la
misma ineficacia. El Khambalian era lento y descuidado y...
Tenemos lo que has estado buscando. Una voz robótica y
forzada transmitió ese enigmático mensaje a través de una
transmisión.
Doc trató de rastrear la comunicación, pero no pudo hacerlo. El
remitente tenía habilidades que serían la envidia de muchos
cyborgs.
Encuéntranos en el borde del bosque. Se te enviaron las
coordenadas exactas. No debes transmitir ningún detalle de
nuestro encuentro. Desactivarás tus habilidades de grabación.
No compartirás nuestras identidades con ningún otro ser.
Danos tu promesa.
Los seres sabían que nunca rompería su promesa.
Podría ser una trampa. Los cyborgs tenían enemigos. Mientras
estaba bajo el control de la Alianza Humanoide, habían matado
a miles de millones de seres. La propia Alianza Humanoide
quería recuperar a sus guerreros perdidos.
Podría ser capturado, podría morir.
Pero estos seres también podrían estar tratando de ayudarlo.
Podrían tener la reparación que necesitaba para salvar a la
hermana de su hembra de la muerte, para evitar que la clase
de su hembra se extinguiera.
Su hembra no sufriría un daño emocional adicional.
Doc tenía que correr el riesgo.
No transmitiré, no grabaré, no compartiré sus identidades.
Transmitió su respuesta. Te prometo eso.
Estaremos en el lugar cuando llegues. Los seres misteriosos
cortaron la transmisión.
—Allinen —Doc puso a su mujer en una silla—. Tengo que
dejarte por unos momentos —O podría estar dejándola para
siempre... si esto fuera una trampa—. Ha habido un nuevo
desarrollo.
Su hembra, su pareja, lo miró.
Sus ojos estaban vidriosos de sueño. Su pelo largo estaba
despeinado. Sus mejillas estaban teñidas de un tono de oro
más oscuro que el resto de ella. Era el ser más hermoso que
había visto.
—Podría no ser nada —capturó sus labios partidos, robando un
poco más de su acidez, un beso más.
Podría ser el último.
Su hembra debió haber sentido su inquietud. Se agarró a sus
hombros, sosteniéndose sobre él.
—Iré contigo.
—Necesito que te quedes con tu hermana —La reunión
encubierta podría ser peligrosa. Nunca pondría a su hembra en
peligro—. Si me retraso, transfiere a otra inyección de tu sangre
en ella. Solo una inyección —advirtió—. No más.
Más dañaría a su hembra.
—Una inyección —asintió—. Puedo hacerlo.
—Sé que puedes hacerlo —La besó de nuevo, fuerte, rápido y
fervientemente, con un abrazo que los dejó a ambos sin
aliento—. Ningún médico podría pedir una mejor asistente —
Era inteligente, fuerte, trabajadora—. Ningún macho podría
pedir una mejor compañera.
Doc la abrazó por última vez, incapaz de resistirse a sus labios
exuberantes. Luego se volvió y salió corriendo del domicilio,
dejando a su hembra, su corazón, detrás de él.
Se movió a velocidad de cyborg por el asentamiento. Cuanto
antes se reuniera con los seres desconocidos, antes regresaría
a Allinen.
Si la reunión se hubiera fijado de buena fe.
Desactivó su sistema de grabación, puso en silencio todas las
transmisiones entrantes, silenciando su habilidad para las
comunicaciones salientes.
Doc se acercó a uno de los guardias Khambalian. El perímetro
del asentamiento permanecía seguro, un círculo de luz lo
rodeaba. Si la enfermedad se extendía a su ritmo actual, eso
pronto cambiaría.
Mientras procesaba esa proyección, el macho Khambalian se
derrumbó, cayendo al suelo con un fuerte golpe. La oscuridad
descendió, las sombras se extendieron hacia la izquierda y a la
derecha de su cuerpo.
—Comer. Comer —Ladraron unos Pahas. Se comunicaban con
cruda excitación.
Las criaturas atacaron, una manada de ellos corriendo hacia la
brecha en las defensas del asentamiento. Sus dientes estaban
desnudos. Sus garras estaban extendidas.
—Truth —Doc gritó llamando al modelo D. El macho estaba
más cerca de su posición que Dissent y su mascota.
Los puños de Doc golpearon contra una nariz húmeda. El paha
voló hacia atrás.
Golpeó a otro y a otro y a otro, la bestia que había en él se
levantó. Y también su frustración por su fracaso en salvar a la
sobrina de su hembra, su incapacidad para proteger a su
hembra del daño emocional, todo fue descargado en las
criaturas.
Luchó como no lo había hecho en muchos ciclos solares,
convirtiéndose en un torbellino de venganza.
—Maldición, modelo G —Truth finalmente llegó, deslizándose
hasta pararse a su lado—, puedes pelear cuando pones tus
procesadores en ello.
Doc gruñó y se alejó de la batalla, permitiendo que el guerrero
tomara la posta. Al alejarse de la violencia, su bestia también
se retiró. Sus circuitos se organizaron y su máquina retomó el
mando.
Truth defendió la sección de las sombras, corriendo a la
velocidad de los cyborgs desde un extremo al otro, golpeando
a los pahas mientras se movía.
—¿Por qué no estás transmitiendo? ¿Estás dañado?
Estaba dañado. Gravemente. Pero no estaba transmitiendo
porque había jurado que no lo haría.
—¿Puedes manejar esto, Modelo D? —Los seres con los que
Doc se reuniría lo estaban esperando— ¿O debería contactar
con Dissent también?
—Frag —Truth se rio—. Puedo manejar los pahas. Ve.
Resuelve tu otro problema —Su sonrisa vaciló—. Encuentra
una reparación para la hermana de tu mujer.
Estaba tratando de hacer eso. Doc corrió, dejando el Modelo D
para defender el asentamiento.
Salió corriendo entre los altos árboles, moviéndose tan rápido
como su mecánica se lo permitía, sólo disminuyendo la
velocidad cuando se acercó al punto de encuentro.
Sus sensores de forma de vida detectaron otro ser, un cyborg.
Un cyborg modelo B.
Sus procesadores giraron ¿Cómo podía ser eso?
—Las bases de datos dicen que no hay ninguno de tu modelo
que haya quedado con vida.
—Si mi destino hubiera sido dejado a tu consejo cibernético, no
habría ninguno de mis modelos vivo —El enorme macho salió
al descubierto—. Estaría muerto.
Sus proporciones se asemejaban a la forma de un ser
puramente mecánico. Comparado con sus caderas, sus
hombros eran demasiado anchos para ser humanos. Sus ojos
azules eran demasiado brillantes para ser orgánico. La nariz
del modelo B estaba aplastada contra su cara como si su
construcción hubiera requerido demasiado esfuerzo. Su barbilla
era cuadrada hasta el punto de exagerar.
—Afortunadamente, Cadet entró en acción cuando tu consejo
cibernético no lo hizo, liberándome —La mirada del cyborg
primitivo se encontró con la suya—. Le debo todo a Cadet.
Muchos de nosotros se lo debemos.
—¿Nosotros? —Doc no sabía a quién se refería el Modelo B.
—Nosotros, los dañados, los cyborgs que no pudieron escapar
por su cuenta, los guerreros que tú y tu consejo cibernético
dejaron atrás —La rabia se apoderó de las palabras del macho.
Doc lo miró fijamente.
—Escuché las transmisiones —Había millones de cyborgs. Era
estratégicamente imposible que todos ellos hubieran podido
escapar durante la rebelión masiva—. Asumí que habían
enviado guerreros para liberarte.
—No se envió a nadie para liberarnos —Los labios del modelo
B se torcieron—. Cadet hizo caso omiso de una orden directa
de tu consejo cibernético para recuperarme.
El consejo cibernético vería ese acto rebelde como un peligro
para todos los cyborgs.
La reprimenda por eso sería la muerte.
—Ese Cadet es valiente —Doc también sospechaba que el
guerrero no identificado, a pesar de ser nombrado con una
designación humilde, tenía una tremenda influencia y poder.
Sólo un tonto lo subestimaría.
—Cadet es muy valiente —El modelo B asintió con la cabeza,
sus articulaciones crujiendo mientras la movía—. Cadet
también es generoso —metió la mano dentro de la funda de un
arma, y extrajo un pequeño contenedor—, Se te dará esto —Se
lo entregó a Doc.
Doc había tratado con suficientes sustancias peligrosas para
saber que no debía abrir nada hasta que tuviera más
información.
—¿Qué es?
—Nanohumanicos —El Modelo B lo sorprendió con esa
respuesta—. Puros, inalterados, listos para ser inyectados en el
flujo sanguíneo del huésped. Son pequeñas mierdas agresivas,
como diría Cadet. Se multiplican para llenar cualquier espacio
hospitalario.
Los nanohumanicos era los predecesores de la nanocibóticos.
Fueron diseñados para curar y mejorar a los huéspedes
puramente orgánicos.
Doc estudió el contenedor. Con su capacidad de multiplicarse,
tendría suficiente para salvar a todos los Khambalians que
quedaban vivos.
Y al multiplicarse, quedarían con tantos como al principio.
—La Alianza Humanoide cree que todas las muestras fueron
destruidas —Lo había leído en sus bases de datos mientras
buscaba una reparación—. Si alguien equivocado obtiene esto,
podrían crear un ejército de humanoides modificados—. Eso
podría poner en peligro a todo el universo, incluyendo la Patria
cyborg.
—Nadie equivocado la obtuvo —El tono del modelo B era
seco—. Cadet se aseguró la última muestra que quedaba. Y
ahora se te ha dado un contenedor para que hagas uso de él.
¿Por qué le dieron un contenedor de eso? Doc frunció el ceño.
Era uno de los cyborgs que odiaba porque lo habían dejado
atrás al macho.
—Deberías estar radiante de felicidad, pequeño modelo G, no
fruncir el ceño.
El macho levantó las cejas.
—Claro, muchos de tus hermanos cyborg permanecen
esclavizados, están siendo torturados y asesinados mientras
hablamos. Pero, oye, ahora tienes la reparación que has
estado buscando y eso es todo lo que realmente te importa,
¿no? Los nanohumanicos salvará la vida de la hermana de tu
hembra y tus pequeños humanoides volverán a amarte.
Si la bestia de Doc hubiera tenido el control, habría golpeado el
Modelo B en su cara inhumana. La condescendencia del
hombre era jodidamente irritante. Obviamente odiaba a Doc y a
su misión de salvar a los Khambalians.
Sin embargo, la máquina de Doc estaba a cargo y necesitaba
la ayuda del macho.
—¿Qué pides a cambio de este contenedor de nanohumanicos?
Habría un precio y sería muy alto. Pero mientras no implicara a
su hembra, había un 80,5982 por ciento de probabilidad de que
lo pagara.
No tenía ninguna otra alternativa viable. No aceptar el trato
significaría la muerte de la hermana y fallarle a su hembra por
segunda vez.
Allinen no sabría que podría haber salvado a su amada
hermana.
Pero él lo sabría. Y tendría que vivir con ese conocimiento.
En cada rotación del planeta, cuando mirara a los grandes y
confiados ojos de su hembra, sabría que no lo había intentado
todo. Sabría que le permitió estar emocionalmente dañada.
Eso sería una tortura.
—Todo lo que se te pida —Los ojos del modelo B se
estrecharon— ¿Cuándo Cadet te pida tu apoyo, tú se lo darás?
¿Que era todo? Los labios de Doc se torcieron. Era un pedido
enorme.
El apoyo podría ser para cualquier acción... la explosión de la
Patria, el asesinato de un miembro del consejo cibernético
cuyas órdenes habían ignorado, la destrucción de su especie.
—Soy médico —precedió su respuesta con ese hecho—. No
apoyaré ninguna acción que lleve a la muerte de nuestros
hermanos o de las hembras de nuestros hermanos, incluyendo
la mía propia.
No pondría a su hembra en peligro para salvar a su hermana.
—La violencia no es lo que ninguno de nosotros quiere —La
amplia frente del modelo B quedó surcada por líneas de
preocupación—, y si los seres escuchan la lógica, no será
necesario. Pero algunos seres sólo escuchan el constante
aleteo de sus propios labios. Así que no podemos descartarlo
como una opción —Se encogió de hombros—. Cadet no te
pedirá nada que ponga en peligro a tu mujer, pequeño Modelo
G. Tendrás que conformarte con eso.
El macho no quería transmitir más información. Doc lo leyó en
su robusto rostro.
Preferiría tener más información antes de tomar una decisión,
especialmente una que podría requerir que rompiera otros
votos. Como eso no era posible, evaluó lo poco que sabía.
El misterioso Cadet del modelo B no le pediría que pusiera en
peligro a su hembra.
El macho se había centrado específicamente en Allinen, en la
relación de Doc con ella. Porque todos los cyborgs valoraban a
las hembras. La gran mayoría. El desafiante Cadet no debería
ser una excepción a esa constante.
El Capitán de Doc, tenía una hembra. Al igual que Chuckles.
Había un 75,6984 por ciento de probabilidad de que Cadet del
modelo B también valorara a esas hembras.
Lo que significaba que era poco probable que ese ser no
identificado tuviera como objetivo a la Reckless. Su nave y los
compañeros de la tripulación de Doc estarían a salvo.
Había mujeres que vivían en la Patria. Usando esa misma
lógica, era poco probable que Cadet quisiera hacer estallar
ese planeta. La tripulación a bordo del Reckless estaría a salvo.
Los seres que vivían en la Patria estarían a salvo. La hermana
de su mujer viviría. Su hembra no sufriría ningún daño adicional,
emocional o físico.
La decisión de Doc fue tomada.
—Mientras mi hembra no se dañe al hacerlo, le daré a Cadet
mi apoyo —Doc bajó la cabeza mientras hacía esa promesa.
—Entonces tienes tu reparación —Los ojos del modelo B
brillaban—. Serás un héroe para tus pequeños y bonitos
humanoides.
Doc dudaba de que eso fuera a ser cierto. Los Khambalians no
confiaban en los forasteros, lo culparían por la enfermedad.
Proporcionarles una reparación no cambiaría eso.
—Si no hubiera jurado mantener nuestra conversación en
secreto, contactaría con el consejo para pedirles que envíen
guerreros para recuperar a los que quedaron atrás durante la
rebelión.
—Todavía puedes hacer eso —El macho le dijo, sus ojos
brillando con un toque de respeto—. Reenvíales las
transmisiones que mis hermanos olvidados han enviado, no
nuestra discusión. Pero no provocará ninguna acción. A tu
consejo no le importan los guerreros demasiado anticuados,
demasiado dañados y demasiado restringidos para escapar por
su cuenta.
Doc sospechaba que el modelo B estaba equivocado, pero no
tenía pruebas, ni hechos para justificar sus sentimientos.
—Estoy dañado —La mirada del macho bajó y se elevó.
—No parece que estés dañado.
—El daño no es visible —Levantó la barbilla—. He tratado de
repararlo y he sido incapaz de hacerlo —respondió a lo que
seguramente será la siguiente pregunta—. Será parte de mí
para siempre.
Siempre lucharía contra su bestia, su lado salvaje.
El Modelo B lo estudió.
El silencio se extendió.
—¿Tu hembra acepta tu daño? —preguntó finalmente el macho.
—A mi hembra le gusta mi daño —asintió Doc—, se acercó a
mí por eso.
—Entonces, ¿por qué querrías reparar ese daño? —El Modelo
B sacudió su cabeza—. Debes estar funcionando mal, pequeño
modelo G.
El macho se alejó, desapareciendo una vez más en las
sombras.
¿Por qué querría reparar su daño? Doc miró hacia el
asentamiento.
Su hembra había abrazado a su bestia.
Su mirada se dirigió a las nubes sobre su cabeza. Tanto El
capitán como Chuckles, dos seres que estaba decidido a
reparar, tenían hembras. Esas hembras podrían también haber
aceptado sus daños.
Lo que explicaría por qué ninguno de los dos hombres lo
empujó a encontrar una reparación para ellos.
No necesitaban una.
Como su hembra le había señalado, sus hermanos y él ya no
estaban bajo el control de la Alianza Humanoide. No serían
retirados del servicio, ni eliminados de la manera más dolorosa
posible porque eran diferentes, por ser considerados como
dañados.
Y sus hembras los querían tal como eran. Eran dignos.
Él también era digno.
Especialmente ahora. Doc observó el contenedor de
nanohumanicos. Tenía una reparación para la hermana de su
mujer.
Allinen estaría aliviada y feliz.
Podría decirle las palabras de amor humanoide.
Le gustaría eso más que nada en el universo.
El paso de Doc se aceleró mientras caminaba hacia el
asentamiento.
Capítulo 16

Allinen esperó unos momentos después de que Doc se fuera y


luego dirigió su atención hacia Lanko.
El macho limpiaba la cara de su hermana una vez y otra vez.
Ignoraba cuidadosamente a Allinen y deseaba poder ignorarlo
también, pero la conversación tenía que ocurrir. Un mal olor se
levantaba de su sobrina muerta.
Admitir eso, rompió el corazón de Allinen una vez más, pero no
cambiaba la realidad. Tenían que lidiar con su cadáver.
—Vauva vino de la tierra —Como los árboles que usaban como
domicilio—. Debe ser devuelta a la tierra.
El cuerpo sería bajado en un círculo lleno de lava en el centro
del asentamiento. Su sobrina se convertiría en una con el
planeta una vez más.
—Esperaremos hasta que mi pareja se recupere —La
mandíbula de Lanko tembló.
Su compañera, su hermana, podría no recuperarse. La
enfermedad había sido retrasada por la inyección de los
nanocibóticos, pero seguía progresando, y no tenían ninguna
reparación para ello.
—Tu compañera estará débil —Allinen mantuvo su voz suave,
ocultando su frustración, su dolor, bajo una fachada serena—.
No tendrá la fuerza o la energía para hacer lo que se necesita
para tu hija.
El macho no dijo nada. Unas gotas de sudor le salpicaron la
frente.
—Prepararé el cuerpo de tu hija —Allinen reunió a sus más
queridos paños de cobertura—, pero tienes que llevarla al
círculo.
Tanto Vauva como Sisko querrían que él realizara esa tarea.
Su hermana especialmente, juzgaría duramente a Lanko si
delegara su deber.
También se resentiría con Allinen si completara esa tarea
espiritual. Como Sisko le había señalado numerosas veces en
el pasado, Vauva no era su hija.
—No puedo llevarla al círculo —Lanko no la miró.
—La llevarás al círculo —Le quitó la ropa a su sobrina y limpió
su cuerpo. La forma de Vauva era tan pequeña. Había sido tan
joven. El corazón de Allinen dolió—. No te estaba preguntando.
Te lo estaba diciendo,
Inmediatamente se arrepintió de su tono duro. Ambos estaban
cansados del duelo entre ellos. Lanko había perdido a su hija.
Pronto podría perder a su pareja. No habría ninguna otra mujer
para él, no habría posibilidad de tener más hijos de forma
natural.
Y como hombre, había sido el autoproclamado protector de su
pequeña familia.
Su dolor se vería exacerbado por la culpa.
Allinen envolvió a su sobrina en una tela, comenzando por sus
pequeños pies y siguiendo hacia arriba.
—Sé que estás sufriendo.
—No sabes nada de mi dolor —Lanko la miró fijamente.
—Tienes razón —admitió ese punto—.No sé cómo te sientes...
Había perdido una sobrina, no una hija.
Su dolor era tremendo, casi la ponía de rodillas. El suyo debía
ser peor. Allinen no podía comprender cómo lo soportaba tan
silenciosamente. Estaría llorando.
—Sé que Vauva te necesita ahora mismo —Una lágrima cayó
por su mejilla cuando cubrió la cabeza de la chica y ató la tela,
dejando su hermoso rostro desnudo—. Tu hija necesita que
hagas esta última cosa por ella. Tu. Su padre, el macho que
amaba con toda su joven alma. Nadie más puede tomar tu
lugar.
—No puedo —Mientras decía eso, se movía alrededor de la
cabeza del soporte para dormir, al lado de su hija—. No puedo.
Su largo y delgado cuerpo temblaba cada vez más. El
normalmente frío e indiferente macho, se estaba rompiendo en
pedazos y era desgarrador verlo.
—No puedo despedirme, ni de ella, ni de mi hija —Las lágrimas
corrieron por las mejillas de Lanko—. Es mi bebé —apretando
a su hija muerta en sus brazos, la presionó contra su pecho y
se estremeció—. Mi bebé.
Era demasiado, demasiado doloroso de ver. Allinen dejó
silenciosamente el domicilio, y regresó al camino oscuro.
Su cyborg no estaba allí. No detectó su presencia. Pero estar
en ese lugar, donde ella lo había visto por última vez, la hizo
sentir menos sola. Escondió su cara contra una pared exterior y
lloró, empapando la madera con su pena, pena por Lanko, por
Sisko, por Vauva, por todas las familias que habían perdido a
sus seres queridos, lidiando con la enfermedad y la muerte y la
destrucción de su futuro.
Hasta unas pocas rotaciones de los planetas atrás, se había
sentido desconectada de su especie. Era una de las no
apareadas. Eso había parecido colocar una división entre ella y
los demás.
Esta enfermedad, esta epidemia que estaba barriendo el
asentamiento, había probado que era una mentira, se dijo a sí
misma. Estaba muy conectada con los seres que la rodeaban.
Su pérdida era la suya. El dolor de ellos era su dolor. Su
desesperanza era suya también.
Lloró hasta que no le quedó nada. Sus mejillas se secaron, y
su piel cubierta de sal se tensó... Se apoyó contra la pared y
miró fijamente al espacio, su mente un agujero negro de pena.
El anhelo por un abrazo de su cyborg era dolorosamente
intenso. En su interior, sabía que su calor, su fuerza, su voz,
podría curarla, podría aliviar algo de su dolor.
Pero no estaba cerca y tenía tareas que completar. Se frotó la
cara con las manos. Su hermana la necesitaba.
Cuadrando sus hombros, se obligó a sí misma a volver al
domicilio, a ese sitio de tanto dolor. La única ocupante era su
hermana. Lanko se había ido y el cuerpo de Vauva había
desaparecido.
El espacio dejado en el soporte para dormir, la huella de la
pequeña forma de su sobrina era doloroso de ver. Allinen
cambió los paños de cobertura, limpió la suciedad de las telas
lo mejor que pudo y atendió a su hermana.
La luz de Sisko se había atenuado aún más, como si la pérdida
de la conexión física con el cuerpo de su hija le hubiera robado
sus ganas de luchar.
—No te atrevas a rendirte —Se agarró a las manos de Sisko.
La piel de su hermana estaba antinaturalmente caliente—. Tu
compañero te necesita —Lanko no sobreviviría si algo le
pasaba a su hermana. Los instintos de Allinen le dijeron eso—.
No le va bien por sí mismo. Su pelo es un desastre. Su ropa
está horriblemente sucia —besó los nudillos de su hermana—.
Come muy poco, no ha dormido desde que perdiste el
conocimiento.
Su siempre perfecta hermana estaría horrorizada por el hecho
de que Lanko estuviera en ese estado.
—Yo también te necesito. Desesperadamente —miró a la cara
de Sisko, deseando que se recupere—. Eres mi hermana y te
quiero.
Presionó sus labios contra la frente de su hermana. La piel
estaba aterradoramente húmeda... como lo estaba la piel de
Vauva antes de morir.
—No me importa lo que tengas que hacer para superar esto —
Allinen escondió su miedo con un tono brusco—, Si necesitas
culparme por la enfermedad, por lo que le pasó a Vauva, puedo
soportarlo —Le limpió la cara a su hermana con una tela
limpia— Merezco la culpa. Debí haber cuidado más de cerca a
tu hija.
Frunció el ceño, pensando en todas las cosas que habría
hecho de manera diferente si hubiera sabido lo que pasaría.
—Ódiame —Teniendo los hombros fuertes y el poder curativo
de los nanocibóticos de su cyborg, ella podría lidiar con la ira—.
Grítame. O nunca me hables de nuevo —Ese era más el estilo
de su hermana—. Si castigarme te trae de vuelta a mí,
soportaré cualquier reprimenda que decidas —Le apretó las
manos a Sisko—. Vuelve. Te necesitamos.
No hubo respuesta de su hermana, sólo el sonido de su
respiración entrecortada. Allinen volvió a limpiar la cara de
Sisko e intentó darle algo de beber. Gran parte del líquido cayó
por la barbilla a su hermana.
—Una hembra babeante trae la vergüenza a su pareja —forzó
esa broma. Las reglas de su madre parecían ridículas ahora.
Lanko aceptaría felizmente la baba de la compañera si eso
significaba que vivía. Sospechaba que Doc sentiría lo mismo
por ella.
Se puso a hablarle a su hermana mientras la atendía,
compartiendo historias de su infancia, recuerdos de Vauva, sus
proyectos de un futuro feliz. Cualquier otro resultado sería una
razón para que Sisko no volviera.
—Necesitas beber —Allinen lo intentó de nuevo, pero el líquido
se derramaba entre los labios separados de su hermana, que
estaban agrietados—. Tú...
La puerta se abrió de golpe.
—Lo hice —Lanko cayó de rodillas. Su cuerpo convulsionó
violentamente.
Allinen corrió a su lado.
—Estás enfermo —pasó uno de sus brazos sobre los hombros
y luchó para levantarlo—. Tenemos que llevarte al soporte para
dormir.
—Déjame morir aquí —murmuró desde el piso—. Mi bebé se
ha ido.
Se empujó contra el suelo con sus manos y pies, tratando de
levantarlo. No pudo moverlo.
Sus miembros cedieron, su peso la aplastó. El macho era más
pesado de lo que se veía. Los labios de Allinen se torcieron. No
podría subirlo al soporte para dormir si él no ayudaba.
—Tu compañera está viva —Le dio un codazo en el pecho.
Gruñó y se movió.
—Si vas a actuar como un cobarde y rendirte, al menos hazlo
mientras estás tumbado a su lado. Te necesita.
—Mi compañera —Levantó la cabeza.
—Sí, tu compañera —hizo un gesto al soporte para dormir—.
Te ama y te necesita. No la decepciones —Como lo había
hecho ella misma tantas veces.
—Sisko. Mi amor —Lanko se puso de pie tambaleándose y
Allinen lo sostuvo, mientras sus brazos y piernas se tensaban
por el esfuerzo—. Tengo que verla. Una última vez.
—La verás más de una vez —Sus músculos le dolían cuando lo
volteaba hacia su hermana inconsciente. Se apoyaba más y
más en ella con cada paso, la energía de Lanko rápidamente
desapareciendo. Luchó para mantenerlos a ambos en posición
vertical.
—Así. Hermosa —Lanko cayó hacia adelante. Tomó
demasiado impulso y fue incapaz de detenerlo. Aterrizó encima
de su hermana. El soporte para dormir se hundió bajo el peso
de ambos.
Allinen hizo un gesto de dolor. Lanko no era un macho ligero. A
Sisko le dolería todo el cuerpo cuando abriera los ojos.
—Sí, tu pareja es hermosa —.hizo rodar a Lanko de arriba de
su hermana, sobre su espalda.
—La amo —Mientras cerraba los ojos, extendió la mano y
agarró la de su compañera.
—Sé que la amas —Allinen lo dijo suavemente, le dolía el
corazón—, y ella te ama.
Y pronto los perdería a ambos.
No podía lidiar con esa pena sola.
—Vuelve a mí, Doc —susurró en la cámara demasiado
silenciosa.
El cansancio de arrastrar a Lanko, de atender a su hermana,
de la tristeza, la pena y la devastación, la superó. Sus hombros
se sintieron pesados. Su culo apoyado en el borde del ahora
atestado soporte para dormir.
—Te necesito, compañero. Desesperadamente.
Era demasiado para manejarlo ella sola.

*****
En un momento, estaba sosteniendo las manos de su hermana,
rogándole que recuperara la conciencia, para luchar, para
mejorar, para vivir, y al momento siguiente, estaba en los
brazos de su cyborg, siendo girada a su alrededor como si no
hubiera otra cosa importante en el universo.
—Debo estar soñando —Se aferró a sus hombros, deseando
que fuera realidad, deseando que las muertes y enfermedades
hubieran sido una pesadilla.
—No estás soñando, mi hembra —Doc le sonrió—. Podríamos
tener una reparación para tu hermana —Sus hermosos ojos
grises brillaban de felicidad.
—Podríamos tener una reparación —tomó un momento para
que eso se registrara en su mente afligida y privada de
sueño—. Podríamos tener una reparación.
Lo miró, el impacto de eso se hizo evidente. Una sonrisa le
estiró los labios. Sisko, Lanko, otros podrían vivir. Puede que
no los perdiera.
—¡Vaya! —Allinen levantó las manos.
—¡Sí, vaya!— Doc chocó sus labios contra los de ella, ese
contacto fue demasiado breve para su gusto—. Hay un
85,6923 por ciento de probabilidad de que funcione.
—Eso es suficiente para mí —tomaría esas probabilidades—.
Tenemos esperanza de nuevo.
—Tenemos esperanza de nuevo —giró cada vez más rápido,
llevándola consigo. Su normalmente serio cyborg, estaba
adorablemente alegre y juguetón, su optimismo alimentando al
suyo.
Se aferró a él y se rio, mareada de alivio, mareada de alegría.
El macho que amaba salvaría a la hermana que amaba. No
habría más pérdidas, no más pena.
Su hermana, el compañero de su hermana, y muchos otros,
tendrían un futuro. La enfermedad no sería el fin para los de su
clase. Sobrevivirían.
Su cyborg dejó de girar, pero no la liberó. La sujetó con fuerza
contra su pecho.
Lo miró. Por los dientes de un Paha. Lo amaba.
Bajó su cara, apoyó su frente contra la de ella.
—Hay cosas que tenemos que discutir —Su expresión se
volvió seria—. Si esta reparación funciona, eso cambiará a tu
hermana. Se convertirá en un humanoide modificada. Será más
rápida, más fuerte, se reparará rápidamente. Eso compensará
los efectos de los ciclos solares futuros en su cuerpo.
Allinen comprendió los impactos de esos cambios, habiéndolos
enfrentado cuando se había unido a él.
—Será como yo.
Tendrían eso en común. Y su hermana viviría para siempre,
siempre compartirá el universo con ella.
—Esta enfermedad ya la ha cambiado —Allinen le dijo a su
cyborg. Su hermana no sería la misma después de perder un
hijo. Nubes de arriba. Nunca sería la misma. La muerte de su
sobrina la había alterado. Permanentemente—. Al menos este
cambio será positivo.
—Entonces intentaremos esta reparación —La cabeza de Doc
se inclinó.
Eso no era una pregunta. Su cyborg no le faltaría el respeto
intencionadamente en eso o en cualquier otra cosa. Pero ella
respondió de todos modos.
—Entonces intentaremos esta reparación.
Bajó sus pies al piso de tierra.
—Inyectaremos a tu hermana con una dosis de esto —sacó un
pequeño contenedor de uno de los bolsillos de su chaleco
antibalas...
Miró a su hermana y luego a su compañero. Estaban
acostados uno al lado del otro. Sus manos permanecían unidas.
—Le inyectaremos una dosis a cada uno —Esa era la decisión
correcta, la que Sisko y Lanko elegirían—. La reparación podría
no funcionar. O los resultados podrían ser peores —Doc frunció
el ceño. Su compañero estaba en pleno modo médico,
actuando con cautela, sopesando cada eventualidad,
calculando cada resultado—. Hay un 2.6395 de probabilidad de
que administrar esta reparación los mate instantáneamente.
—Entonces mi hermana y su pareja morirían juntos —El dolor
envolvió su corazón al aceptar eso como una posibilidad—. Lo
querrían así.
Doc dudó y luego asintió con la cabeza, con una expresión
solemne.
—Querría lo mismo.
Su cyborg elegiría morir con ella. Lo miró fijamente. Su
hermana había crecido junto a su compañero. Nunca habían
dejado de tenerse el uno al otro.
—Me has conocido por unas pocas rotaciones de planetas, ya
tenías una vida feliz antes de conocerme.
—Tenía una vida útil —Su macho transfirió una dosis del
brebaje desconocido en lo que parecía ser otro tipo de arma—.
No había experimentado la verdadera felicidad hasta que te
conocí.
Parpadeó de emoción, su tono frío y natural haciendo esa
confesión era conmovedor. No era su bestia imprudente y
temeraria la que pronunciaba esas palabras. Ese era su lado
sanador. Cada declaración había sido cuidadosamente
considerada.
Su cyborg golpeó el cañón del arma con las puntas de los
dedos.
—El tiempo que hace que nos conocemos no es una
información importante para decidir si elijo morir contigo —Su
mirada se encontró con la de ella—. Eres mi compañera,
Allinen. Podría haber pasado un solo instante contigo y me
sentiría de la misma manera.
Estaba de acuerdo. La duración no era relevante.
—No querría vivir sin ti tampoco —Lo amaba, pero no tuvo el
coraje de compartir eso.
Sus ojos brillaban.
—Primero inyectaremos a tu hermana.
Inyectaremos. Lo harían juntos.
Allinen se deslizó entre su cyborg y su hermana, puso sus
manos en las suyas mientras presionaba la pistola de inyección
contra el brazo desnudo de Sisko.
Apretaron el gatillo, juntos. Luego se dirigieron al compañero
de su hermana, y repitieron el proceso con Lanko.
Su hermana y su pareja continuaron respirando, sus pechos
subían y bajaban.
—No murieron —Allinen declaró ese hecho obvio.
—No murieron —Doc cambió la pistola de inyección por un
portátil—. El número de nanohumanicos está aumentando en
su interior —indicó dos conjuntos de números. Se ajustaron
rápidamente hacia arriba.
Los nanohumanicos debe ser la versión Khambalian de los
nanocibóticos. Se inclinó atrás, descansando contra su cyborg
y viendo los números.
La luz que rodeaba a su hermana y a su compañero, se iluminó.
—Está funcionando —Allinen tembló de emoción.
Doc la rodeó con uno de sus brazos, sujetándola a él.
Las pestañas de Lanko se movieron. Su aliento se recuperó.
Sus ojos se abrieron. Eran vidriosos, pero estaba consciente.
Exhaló. La conciencia era buena, muy buena.
El macho giró la cabeza hacia su hermana y su mirada se
aclaró.
—Compañera —Su voz era un graznido, muy diferente de sus
habituales tonos melódicos.
Allinen recuperó un recipiente de bebida, lo sostuvo en los
labios secos de Lanko. Doc ayudó al macho a levantar la
cabeza.
La pareja de su hermana bebía, bebía y bebía, su garganta se
convulsionaba mientras tragaba. Cuando terminó, levantó una
mano temblorosa y dio un codazo arrojando el contenedor lejos
de él.
—Me siento... —enroscó sus dedos y los enderezó una vez
más—, diferente.
—Estuviste muy enfermo —Allinen suavizó su voz—, pero
encontramos una reparación.
Lanko se puso de costado y miró a Sisko.
—Dáselo a mi compañera —Su amor por su hermana brilló en
sus pálidos ojos dorados.
—Le hemos dado la reparación a tu compañera —Doc
compartió esa información—. Ha estado enferma más tiempo,
tardará más en recuperarse.
—Se recuperará —El macho echó un vistazo a su cyborg. Las
líneas de preocupación estaban grabadas alrededor de sus
labios.
Esa era una pregunta. Su cyborg y sus hermanos la habrían
hecho.
—Tu compañera debería recuperarse —Doc asintió.
—Agradezco a los árboles que nos rodean —Si le hubiera
quedado alguna duda sobre la situación de Lanko, o la
devoción a su hermana, su visible alivio la habría borrado—. Te
recuperarás, compañera —acarició con las temblorosas puntas
de los dedos sobre las mejillas de Sisko—. Volverás a mí.
Lanko se acercó a su hermana y presionó su cuerpo contra el
de su compañera. Se sentía como un momento privado, Allinen
no debería estar observando.
—Debe haber cosas que necesitamos hacer —miró a Doc.
Asintió con la cabeza.
—Hay muchas cosas que tenemos que hacer.
Le ayudó a monitorear los nanohumanicos que quedaba en el
extraño contenedor. Se multiplicaron a un ritmo rápido. Si
seguían haciendo eso, sería suficiente para reparar cada ser
del asentamiento.
Cada ser que quedaba vivo.
Cuando Lanko recuperó su fuerza, se dispuso a cuidar de
Sisko, ordenando su pelo, limpiando su cara, colocando gotas
de bebida entre sus labios secos.
Allinen resistió el impulso de ayudarlo. Puede que fuera la
hermana de Sisko, pero Lanko era su compañero. Quería,
necesitaba, atender a la hembra que amaba. Murmuró algo en
el oído de Sisko, acarició su mano.
Los párpados de su hermana se movieron.
—Se movió —Allinen dirigió la mirada hacia Doc.
—Se movió —confirmó ese hecho—. Se está recuperando.
Su hermana se estaba recuperando. Sobreviviría, viviría una
casi interminable vida útil.
La emoción se hinchó dentro de Allinen. Creció, creció y creció
hasta que no pudo contenerla.
—Lo hicimos —Se arrojó a su cyborg.
Doc la atrapó, la levantó hasta que su mirada estuvo a la altura
de la suya.
—Lo hicimos.
Capturó sus labios, besándola con una intensidad que se
correspondía con su alivio. Se agarró a los hombros y arrasó su
boca con el mismo entusiasmo.
Su hermana y la pareja de su hermana vivirían. Su cyborg
estaba con ella. Nadie en el universo era tan feliz como ella.
Allinen echó la cabeza hacia atrás y lo miró, su corazón
rebosaba de emoción.
—Te quiero mucho.
Entonces se dio cuenta de lo que había dicho.
Dientes de Paha. Su sincronización había sido un error.
Había planeado pronunciar esas palabras a su bestia primero...
si es que lo hacía. Su lado salvaje había reaccionado bien a los
arrebatos de emoción.
Su fría y lógica parte médica los descartaría por ser irracionales.
Y esa era la parte de él que la miraba fijamente en este
momento. Sus ojos eran de un gris pálido.
Se preparó para el rechazo.
Capítulo 17

La hermana y su compañero habían sido reparados. Su


hembra no sufriría un daño emocional adicional. Y ella le había
dicho las palabras de amor humanoide.
El calor se extendió por el pecho de Doc.
—Yo también te amo, mi hembra —Se forzó para quedarse
quieto, para no reaccionar físicamente.
Su bestia merodeaba dentro de él. Si la besaba, si
profundizaba su abrazo, él... perdería todo el control y violaría a
su hembra, criaría con ella allí mismo, en ese mismo momento,
delante de sus seres queridos.
Eso la dañaría emocionalmente y nunca haría eso.
Sus pequeños y bonitos ojos humanoides se abrieron de par en
par.
—Debo haberla escuchado mal. Tú estás en tu rol de médico.
No podrías haber dicho lo que pienso que dijiste.
Tenía un sistema auditivo excepcional... para un humanoide.
Había un pequeño 5,6978 por ciento de probabilidad de que lo
hubiera escuchado mal.
Pero repetiría el mensaje tan a menudo como ella necesitara
escucharlo.
—Hay prueba científica de que la emoción amorosa humanoide
existe. Lo he confirmado en mí mismo. Las hormonas y
químicos en mi cerebro orgánico...
—Vauva —La hermana de su hembra se retorció en el soporte
para dormir.
Las confesiones de amor fueron temporalmente dejadas de
lado. Tanto Doc como su mujer se movieron hacia la hermana.
—Has vuelto a nosotros —Los ojos de Allinen brillaban con
lágrimas no derramadas. Ese era un daño feliz. Doc suprimió
su urgencia de repararlo y la agarró de la mano. Escaneó a la
hermana.
—Necesito ver a mi hija —La mujer confundida miró a su
alrededor—. Devuélvemela de donde sea que tengas a Vauva.
Lanko abrazó a su compañera y miró a Allinen expectante.
El macho quería que ella emprendiera una tarea que le
pertenecía. Deseaba que la hembra de Doc fuera la que le diga
a su pareja de la muerte de su hija.
La hermana odiaría al ser que transmitiera ese mensaje.
El labio superior de Doc se frunció.
No permitiría que Allinen se dañara emocionalmente de esa
manera. Enganchó sus brazos alrededor de su hembra, la llevó
de espaldas contra su pecho, protegiendo su pequeño cuerpo
con sus músculos.
—Tu hija está muerta —Le dijo sin rodeos a la hermana,
prefiriendo que lo odiara a él y no a su compañera.
—Mi hija no está muerta, no —La hermana miró a Allinen, su
enfoque permaneciendo en el ser que ella conocía—. Me
trajiste de vuelta. Puedes traerla de vuelta... si quisieras.
No era así como funcionaban los nanohumanicos o los
nanocibóticos.
—La reparación es sólo efectiva en los organismos vivos —No
podría revivir a los muertos.
Otra tecnología podría hacer eso, pero eso tenía efectos
secundarios que no le transmitiría ni a sus peores enemigos.
Se estremeció cuando las imágenes de esos seres pasaron a
través de sus procesadores. Estar muerto era la mejor
alternativa.
—No quieres traer a mi hija de vuelta —La hermana continuó
ignorándolo—. Quieres que Vauva, una niña inocente,
permanezca muerta. Es por eso que trajiste esta enfermedad al
asentamiento. Querías matar a mi hija.
Allinen se estremeció cuando lanzaba esa acusación.
Doc la mantuvo cerca, tratando de protegerla con su cuerpo.
—Tu hija trajo esta enfermedad al asentamiento. Tu hermana y
yo obtuvimos la reparación que te trajo a ti y a tu compañero de
vuelta.
—Siempre me has odiado —Los ojos de la hermana estaban
llenos de dolor agonía y desesperación—. Me envidias porque
yo lo tenía todo y tú no tenías nada, así que decidiste quitarme
un ser que amaba, y me trajiste de vuelta de la muerte para
obligarme a vivir con ese dolor.
Sus dedos se enroscaron en puños apretados. Se inclinó hacia
adelante.
Doc gruñó, enseñando los dientes. Su bestia percibió que la
hermana era una amenaza para su compañera. Enrolló sus
músculos, preparándose para atacar.
—No lo hagas —Allinen presionó una de sus delgadas manos
contra su muslo.
Su toque fue suficiente para detenerlo, era la única fuerza en el
universo que podría haber hecho eso.
Ese era el poder que ella tenía sobre él. Era el único ser al que
su bestia respondía.
—Deja que me odie —Su voz femenina era suave—. Deja que
se desahogue y se enfurezca y me culpe de todo. Le ayudará a
sobrellevar la situación —Su pequeño humanoide soportaría el
dolor si eso disminuyera la agonía de su hermana.
—Te quiero —dijo esas palabras para que sólo ella pudiera
oírlas.
Era fuerte. Para ser digno de ella, también debería ser fuerte.
Los hombros de su hembra estaban rígidos.
—Mataste a mi hija —La hermana aún no había terminado—. Y
viviré con eso. No tengo otra opción. Pero tendrás que vivir con
ello también. Y vivirás con eso sola. Nunca más te hablaré,
nunca me reuniré contigo de nuevo. A partir de este momento,
estás tan muerta para mí como mi querida y dulce Vauva.
Esas palabras dañaron a la mujer de Doc. Su cuerpo tembló.
Le frotó los brazos, el pecho, tratando de calmarla.
La hermana se volvió hacia su pareja.
Lanko había estado en silencio durante su diatriba, no había
dicho nada, no había hecho nada por defender a Allinen, la
hembra que le había devuelto su pareja.
No era un ser honorable.
—Llévame lejos de este domicilio —La hermana le dijo al
Khambalian.
Lanko miró a Doc, a Allinen, como si se disculpara
silenciosamente por su comportamiento. No era suficiente, no
en la opinión de Doc.
El macho Khambalian tomó a su pareja en sus brazos, y se
tambaleó a través de la cámara con ella, saliendo del domicilio.
—Hay un 82,6952 por ciento de probabilidades de que la deje
caer —Doc transmitió tan pronto como la puerta se cerró y
estuvieron solos.
—No debería preocuparme por eso —Allinen se enfrentó a él—
Mi hermana es testaruda. Hará lo que dice, no volverá a
hablarme nunca más.
Reprender a su hembra por algo que no había hecho, era tonto
y cruel, pero había aprendido hacía mucho tiempo que la
tontería y la crueldad estaba en la naturaleza de algunos
humanoides y de muchos humanos.
Su hembra suspiró.
—Perdí a mi hermana dos veces esta rotación del planeta, una
vez cuando casi muere y otra vez, justo ahora, cuando se
recuperó.
Lo miró fijamente. Sus mejillas estaban sorprendentemente
secas.
—No estás llorando —Sus conductos lagrimales debían estar
funcionando mal. Le ahuecó la cara con sus manos y estudió
su barbilla y sus ojos. Estaban teñidos de pigmento rojo, pero
no había signos de daño permanente.
—Ya he llorado todo —Sus hombros se desplomaron.
No sabía que eso era posible para los humanoides. Eso
sugería que tenían cierta cantidad de líquido especialmente
reservado para las lágrimas, sin embargo, cuando había lavado
los restos de su llanto anterior con su lengua, no pudo
determinar nada distinto las lágrimas.
Había mucho que tenía que aprender para asegurarse de que
su hembra permaneciera completamente funcional.
Recuperó un recipiente de su bebida, lo abrió y lo presionó
contra sus labios.
—Bebe.
Levantó las cejas, pero hizo lo que le ordenó.
Cuando terminó, dejó el recipiente a un lado y la estudió de
nuevo.
Sus ojos se mantuvieron claros. Rellenar sus conductos
lagrimales debía requerir más tiempo.
—Tenemos suficientes nanohumanicos para salvar al resto de
los de mi especie —El procesamiento de su hembra se
concentró una vez más en la difícil situación de los otros seres.
A Doc no le importaba el resto de los de su especie. Y no
confiaba en ellos. Habían tratado mal a Allinen, no la habían
valorado como lo haría un ser lógico.
Pero seguiría el ejemplo de su hembra. Si ella quería salvar a
los otros, el haría eso.
—Podría calcular la probabilidad de que el resto de los
Khambalians acepten ser reparado —Podría proporcionar
información adicional para su decisión.
—No hay necesidad de hacer eso —Su hembra sacudió la
cabeza—. Conozco la probabilidad de que acepten nuestra
ayuda, y es del 0,0000 por ciento. Soy una de las no
apareadas. Y tú eres un extraño —Se quedó sin aliento—.
Puede que no escuchen lo que tenemos que decir. Y
ciertamente no aceptarán que se les inyecte ninguna
reparación que tengamos.
La probabilidad de que los de su clase aceptaran su ayuda era
del 3.2569 por ciento, pero aún así, no justificaban los riesgos
involucrados. Era más que probable que los culparan...
severamente... por su supuesto papel en la propagación de la
enfermedad antes que aceptaran su reparación.
No pondría a su hembra en peligro para salvar a seres que no
querían ser salvados.
—Les permitiremos determinar su propio futuro.
Allinen lo miró durante varios latidos.
—Les permitiremos determinar su propio futuro —Su cabeza se
agachó.
No había luchado con él por esa decisión y eso le agradó.
—Como nosotros determinaremos el nuestro —Su pequeño
humanoide cansado invocó una sonrisa.
—Mencionaste que me llevarías contigo cuando dejaras este
planeta. Estoy lista para irme ahora. Dientes de Paha, estoy
lista.
No habían reunido la información genética de todos los
habitantes del asentamiento, pero basado en la rápida
propagación de la enfermedad, todos allí, salvo su hermana y
el compañero, pronto estaría muertos.
Técnicamente, había completado su misión.
—Entonces nos iremos —miró alrededor de la cámara—.
Reúne las posesiones que desees llevarte contigo. También
necesitamos un contenedor con tu bebida y muestras de tu
alimentación.
Se esforzaría por replicar ambos. La bebida, especialmente,
era esencial para que su hembra mantuviera su brillo.
Recogió sus cosas, relatando su historia mientras decidía qué
tomar y qué dejar atrás. La transferencia de información
intensificó su conexión y proporcionó explicaciones para
muchas de sus palabras pasadas y acciones.
Aseguró la muestra de los nanohumanicos. Como el cyborg del
Modelo B había predicho, los nanohumanicos se habían auto-
replicado, llenando el contenedor una vez más.
En las manos equivocadas, esa muestra podría ser
extremadamente peligrosa.
Algo, o alguien, arañó la puerta del domicilio. Su escáner de
formas de vida transmitió que había quince humanoides
parados al otro lado.
—Colócate detrás de mí —Se lo dijo a su hembra—. Podrían
ser hostiles.
Era un forastero. Los de su clase odiaban a los forasteros. La
enfermedad hizo que su situación fuera cada vez más precaria.
Los seres que se enfrentan a la muerte podían tomar medidas
ilógicas.
Doc extrajo un arma de una de sus fundas, abrió la puerta
dejando solo una grieta.
Una mujer se asomó al interior, lo vio. Sus ojos se abrieron de
par en par.
—Por favor, forastero. Mi hijo está enfermo. Debes ayudarlo.
Su pelo estaba húmedo. El sudor brillaba en su piel. La hembra
también estaba enferma, pero su única preocupación era su
descendencia.
Miró por encima del hombro.
Allinen se puso de pie con las manos juntas, su bello rostro
grave.
—Quieren nuestra ayuda. Me equivoqué en eso.
Sus cálculos también habían sido inexactos.
—No podemos decir que no —encontró su mirada. Sus ojos
dorados brillaban con empatía.
—Esa podría haber sido mi hermana... o yo, si no te hubiera
conocido.
Si no hubiera llegado al planeta cuando lo hizo, su hembra
podría haber sido uno de los enfermos. Un escalofrío se asentó
en su cuerpo. Podría haber muerto.
—Te ayudaremos —abrió la puerta de par en par.
—Agradezco a los árboles que nos rodean —El alivio de la
mujer era palpable. Luchó mientras llevaba a sus hijos al
domicilio.
Otras madres y padres esperaban con sus pequeños en brazos.
Se pararon en una línea ordenada, sus expresiones temerosas
pero desesperadas.
Harían cualquier cosa para salvar a los seres que amaban,
incluyendo aceptar una misteriosa reparación de un temido
forastero.
La hembra de Doc extendió un paño de cobertura limpio sobre
el soporte para dormir. Era delgado, no serviría como
protección contra las bacterias y otros organismos.
Simplemente creó la ilusión de un ambiente estéril.
Pero apreciaba sus acciones. Lo procesó como un médico.
—Colócalo aquí —Su hembra acarició la superficie del soporte
para dormir—. Y siéntate a su lado.
La madre siguió sus instrucciones.
—Lanko dijo que lo curaste a él y a su compañera —parloteaba,
mientras su mirada se dirigía de Doc a su hijo y después a
Allinen—. Necesito una cura para mi hijo. Es todo lo que pido.
—La cura cambiará a tu hijo —Su hembra dijo lenta y
cuidadosamente las palabras, asegurándose de que la madre
de su paciente entendiera lo que estaba diciendo.
—La cura lo salvará —La madre reunió a su hijo más cerca de
ella—. Lanko nos habló de los cambios. Habrá un ajuste, lo sé,
y no estaré ...para guiar a mi hijo a través de esto, pero se las
arreglará —Se dobló y presionó sus labios contra la frente
empapada de sudor de su hijo—. Es un buen chico, siempre ha
sido un aprendiz más rápido. Lo superará.
Allinen echó un vistazo a Doc. Una de sus cejas arqueadas.
El destino de la descendencia había sido acordado. Su hembra
estaba buscando para que le guíe en lo que concernía a la
madre.
Ya había tomado esa decisión también.
—Una cura para su hijo es ineficaz si no tiene a nadie que lo
cuide —Doc cargó la pistola de inyección con nanohumanicos.
El pequeño no era un cyborg. No sobreviviría por sí mismo—.
Me gustaría que ambos se beneficien de la cura.
—Ambos nos beneficiaremos de la cura —La madre susurró
esa revelación, en tono suave y maravillado—. Ambos
viviremos —miró a su hijo—. Lo veré...crecer —Los conductos
lagrimales de esa mujer eran completamente funcionales, a
diferencia de los de Allinen.
Doc inyectó primero al hijo y luego a la madre. Mientras lo
hacía, barrió con las yemas de los dedos sobre su piel,
recogiendo su información genética.
—Siento que funciona —exclamó la madre.
Los escaneó. Sus nanohumanicos estaban aumentando.
—Está funcionando.
—Agradezco a los árboles que nos rodean —La hembra lo
abrazó, ese acto impulsivo sorprendió a Doc—. Nos has
salvado —hizo una pausa. La tristeza se reflejó en sus ojos—.
Mi compañero también está mal...
—Envíalo a nosotros —Allinen ayudó a la hembra a ponerse de
pie.
—Es terco —El control de la madre sobre su hijo era más
seguro ya que ella lo llevó hacia la salida.
—Los hombres suelen serlo —La mujer de Doc sonrió a la
mujer que se iba.
—No soy terco —Doc contradijo su declaración.
—No te rendiste en encontrar una reparación para mi especie
—Su hembra sonrió en su dirección y lo miró fijamente,
deslumbrado por su brillo—. Eso es terco, pero en el buen
sentido.
Si valoraba la terquedad, entonces sería terco. Se encogió de
hombros y añadió esa entrada a una base de datos que había
dedicado a su hembra.
Doc entonces llamó al siguiente ser que estaba esperando
fuera del domicilio.
Inyectaron a Khambalian tras Khambalian. Más seres se
unieron a la línea. Los que no podían caminar hasta el domicilio
eran llevados por otros. Todos buscaron una reparación. Todos
estaban dispuestos a dejar de lado su odio y desconfianza
hacia los forasteros a cambio de un futuro.
Allinen calmó a los seres y preparó el soporte para dormir. Doc
repartió la reparación y añadió sus especificaciones a su base
de datos.
Truth y Dissent informaron desde fuera del asentamiento.
Mientras los guardias se recuperaban, menos pahas atacaron.
Truth se quejó de que la reparación estaba destruyendo su
diversión.
Doc estaba feliz de tener menos diversión.
Doscientos setenta Khambalians fueron inyectados, y ahora
era humanoides modificados. Ese número, combinado con sus
nanohumanicos extenderían la vida de la especie de su mujer,
en su forma alterada, sobrevivirían.
Los otros estaban muertos o pronto lo estarían.
Doc transmitió las especificaciones de los seres a capitán ,
junto con el resto de la información que sus hermanos y él
habían reunido, mientras esperaba con su hembra por los
seres que llegaban, para solicitar reparaciones adicionales.
Los momentos pasaron. Nadie más apareció en el domicilio.
Su tarea fue completada. Limpió la pistola de inyección, colocó
el contenedor de los nanohumanicos en una de sus fundas.
—Mi mujer...
—Les daremos un poco más de tiempo —Su frente estaba
surcada por la preocupación líneas—. No he visto a Ystava o
Kuollut o... —mencionó esos nombres.
Había una alta probabilidad de que estuvieran muertos, pero no
dijo nada porque no estaba seguro. Se quedaría tanto tiempo
como su hembra lo deseara.
Se acercó más a él, su mirada pasando de su cara a sus
piernas. La puso en su regazo y soltó un suspiro contento,
descansando su cabeza contra su hombro.
Se sentaron en silencio durante un rato. Se acurrucó contra su
pelo, inhalando el embriagador aroma de ella, saboreando su
suavidad.
—Hoy has salvado a muchos seres —La admiración estaba
envuelta en sus palabras.
Se sentó un poco más derecho.
—Tú también salvaste a esos seres —Había sido una gran
compañera—. Trabajamos bien juntos.
Era perfecta para él en todos los sentidos.
—Me mostraste cómo ayudarte —cubrió sus manos con las de
ella—. No sabía mucho sobre la reparación de los seres.
—Podrías aprender como yo —Les unió los dedos—. Podría
mostrarte más reparaciones —Había entrenado a otros
médicos—. Si quieres que lo haga.
—Me gustaría que lo hicieras —asintió—. Tu cargo te
mantendrá ocupado ¿Tendrás tiempo para enseñarme? —hizo
una pausa—. No quiero faltarte al respeto haciendo esa
pregunta.
—No sentí ninguna falta de respeto —sonrió. Su voluntad de
probar cosas nuevas, nuevas palabras, nuevas costumbres,
era una de las muchas cosas que le gustaban de ella—. Y
siempre tendré tiempo para enseñarte.
Encontrar una reparación para los pies del capitán y la rodilla
de Chuckles ya no era una gran prioridad para él.
—Me enseñarás a reparar seres —Esa perspectiva le dio una
alegría femenina. Lo escuchó en su voz—. Una vez que
aprenda a hacer eso, podemos ser un equipo, y yo podré tener
una ocupación en tu nave.
—Tienes una ocupación en la nave —La sonrisa de Doc se
desvaneció. ¿Se había estado infligiendo un daño emocional
en sí misma por no tener un rol?—. Eres mi mujer y ya somos
un equipo.
—Ahora también seré ayudante de un sanador —Levantó la
barbilla—Es un trabajo importante para mí. Otros me tratarían
con respeto.
Otros la tratarían con respeto porque era suya. Pero reconoció
su necesidad de tener un estatus propio. Había sido una de las
no apareadas, una marginada entre los de su clase.
—Es un papel importante en nuestra nave —Le besó la parte
superior de la cabeza—. Todos respetan a un ayudante de un
sanador —Se aseguraría de que lo hicieran.
—Seré respetada —Sus ojos brillaban de felicidad—. Yo...
La puerta se abrió. Lanko entró en el domicilio.
—Tienes que irte.
Doc bajó a su hembra hasta que sus pies descalzos tocaron el
suelo de tierra y se paró de forma protectora delante de ella.
—Nos vamos.
—Tienes que irte. Ahora —El macho agitó sus manos en la
puerta, sus movimientos agitados—. Algunos de los machos
recuperados han perdido a sus parejas. Te culpan a ti, el
forastero, por esa pérdida, están planeando privarte de tu
compañera también.
Amenazaron a su hembra. Doc gruñó, su bestia se elevó dentro
de él.
Allinen ató sus brazos alrededor de su cintura, su toque lo
calmó, permitiendo su máquina para mantener el control...
apenas.
—Si no fuera por mi compañero, este forastero, habrían muerto
—señaló ese hecho a Lanko.
—No están pensando racionalmente —El macho Khambalian
sacudió la cabeza—. No aquellos que han perdido a sus seres
queridos, no están aplicando la lógica a la situación. Eso
incluye a tu hermana.
—Me odia —La tristeza en la voz de Allinen tiró del corazón de
Doc.
—Odia a todo el mundo, a ti, a mí, a ella misma —Los labios de
Lanko se torcieron—. Tú y yo nunca hemos estado cerca, y
esto puede que no signifique mucho para ti, pero estoy
agradecido por lo que hiciste. Todavía tengo la mujer que amo
por ti y siempre estaré... agradecido por eso.
—Me importa —Allinen admitió eso—. Yo...
Doc percibió seres en los extremos de su rango de vigilancia.
—No tenemos tiempo para hablar —agarró su paquete médico,
así como el segundo paquete que habían llenado, los colgó a
ambos sobre uno de sus hombros—. Seres se están acercando.
Puso en sus brazos a su hembra y corrió hacia delante,
atravesando la puerta. Su primera y única prioridad era alejarla
del peligro.
—Cuida de mi hermana, Lanko —Allinen gritó esa orden sobre
su hombro.
—Siempre la amaré —Su voz bajó.
—Ella también te ama —Doc estaba 100.0000 por ciento
seguro de eso. Cualquiera que realmente conociera a su
hembra, sabía que la amaría—. El dolor afecta la lógica de los
seres.
—Dañó la mía —asintió—, pero tú estuviste ahí para mí. Me
detuviste de hacer algo precipitado.
—Siempre estaré ahí para ti, mi hembra —La acomodó más
alto contra su pecho, moviéndose a velocidad de cyborg
pasando el círculo de guardias.
Sus hermanos se unieron a ellos.
Truth mantuvo el ritmo a su derecha. Había una sonrisa en su
cara. El modelo D nunca estaba serio.
Dissent corría a su izquierda. El Modelo J estaba aún más triste
de lo que normalmente estaba.
Gnaw, su mascota miljoonasuut, había querido acompañar a su
nuevo maestro. Para disuadir a la criatura de seguirlo, Dissent
se había visto obligado a dejar un rastro de luces detrás de él.
La luz de Doc estaba delante de él, acunada en sus brazos.
La presencia de su hembra iluminó ambas partes de él, su
médica y su bestia. Arrojaba un brillo feliz en todo su ser.
Cuando estaba con su pequeño humanoide, no tenía ningún
daño.
Era completamente funcional. Era digno. Y era amado.
Capítulo 18

Allinen balanceaba sus piernas mientras esperaba con su


cyborg y sus hermanos que llegara la nave de transporte. Doc
la sostuvo cerca de su gran pecho.
Estaba agradecida por su fuerte abrazo. Los nervios luchaban
contra la excitación en su interior, y por el momento, cualquiera
de esas emociones podría ganar.
Habiendo soñado con dejar el planeta durante muchos ciclos
solares, iba ahora hacia su próxima aventura.
Había un enorme universo por explorar y no estaría sola
mientras viajaba a través de él. Doc, su compañero, estaría a
su lado.
Tampoco había necesidad de luchar para encontrar habilidades
u objetos para cambiarlos por transporte. Tendría un papel muy
estimado en una gran nave, sería entrenada para ser el
ayudante de su compañero sanador.
Pero era muy consciente de que sabía muy poco sobre el
universo. Había pasado toda su vida en el mismo pequeño
planeta, rodeado por los mismos seres.
Todo lo que experimentara, todo lo que enfrentara sería nuevo.
Eso estaba pasando justo ahora.
Truth, el amigo de su cyborg que sonreía constantemente, le
hablaba con un lenguaje extraño.
No entendía lo que él decía.
—Lo siento —Su cara se calentó—. No conozco ninguna de
esas palabras todavía.
—Suerte para ti —Dissent el amigo de aspecto triste de su
compañero, dijo en un idioma que pudo entender.
—No lo lamentes, pequeña hembra —Truth también cambió a
su lenguaje—. Todos estamos aprendiendo cosas nuevas—.
—Es un privilegio que mi especie tiene ahora —Doc le
explicó— Cuando estábamos bajo el control de la Alianza
Humanoide, nuestros crueles fabricantes, no estábamos
autorizados a aprender nuevas cosas, probar nuevas tareas.
Sólo podíamos seguir sus órdenes.
Eso debe haber herido a su compañero extremadamente
curioso. Le apretó los antebrazos, transmitiendo su simpatía.
—Cometeré errores.
—Eso viene con probar cosas nuevas —Doc se encogió de
hombros, su falta de preocupación alivió algo de su inquietud.
—Es otro privilegio que tenemos ahora... podemos cometer
errores —Truth arrojó una daga en el aire y la atrapó—. La
Alianza Humanoide nos reprendía... severamente, por cualquier
error.
Los crueles fabricantes de los cyborg los desmantelaban, los
mataban. Doc le había explicado eso.
—Ahora también puedes ser diferente —miró la cara de su
cyborg, saboreando la brusquedad, la primacía de su rostro—.
No tienes que ser la visión de perfección de alguien más.
Puedes ser tú mismo.
Su compañero asintió, con los ojos brillantes.
Todos eran diferentes, todos estaban aprendiendo y
cometiendo errores. Al hacer las mismas cosas, siendo
diferente, era uno de ellos.
Ella pertenecía. Una calma cayó sobre Allinen.
—Podría haber cometido un error —Dissent introdujo
calladamente esa confesión en la brecha de la conversación—.
Gnaw y yo formamos un vínculo —Se tocó el pecho—. Dejarlo
atrás causará que su sistema emocional funcione mal.
Allinen sospechaba que el sistema emocional del cyborg era el
que funcionaría mal.
—Ya hablamos de esto, modelo J —Truth clavó su daga en la
vaina ubicada en su armadura corporal—. El Capitán nunca
permitiría a Gnaw en la nave—.
—Entonces debería quedarme aquí —La mandíbula de
Dissent sobresalió—. Debería estar con Gnaw.
No entendía el apego del macho al miljoonasuut. Eran...
criaturas de mal genio y muy violentas. Pero entendía la
pérdida y vio los restos de eso en los ojos del cyborg.
—Los machos Miljoonasuut son padres devotos —transmitió
información que podría no conocer—. Las hembras de
Miljoonasuut, mientras producen su descendencia, van a cavar
un agujero en el suelo durante todo un ciclo solar. Los machos
se quedan de pie, en guardia durante todo ese tiempo,
regurgitando alimento para la hembra.
Los tres cyborgs la miraron. No deben haber sabido esos
hechos sobre las criaturas.
Les estaba enseñando algo nuevo. La barbilla de Allinen se
levantó.
—Cuando la hembra emerja del agujero con su única
descendencia, el macho se hará cargo del cuidado del
pequeño miljoonasuut —Había sido testigo de ese especial
evento... varias veces—. Atenderá, enseñará, y protegerá a su
descendencia durante cinco ciclos solares más. Su vínculo es
muy especial.
—Cuidaría de mi descendencia con la misma diligencia —Doc
la sujetó más fuerte.
Los otros dos cyborgs asintieron con la cabeza.
El corazón de Allinen se apretó. Nunca pensó que tendría un
compañero o descendencia. Ahora, había una posibilidad de
que ella tuviera ambos.
—Si te quedas en el planeta, Gnaw podría no encontrar una
hembra —Se obligó a sí misma a decir para centrarse en la
situación con Dissent y su miljoonasuut—. Gnaw entonces no
podría producir descendencia—. El ciclo natural del
miljoonasuut se vería interrumpido. Tú... podrías privarlo de ese
vínculo, de esa felicidad.
—Nunca dañaría a Gnaw de esa manera —Los labios de
Dissent se aplanaron—. No es un error dejarlo en este planeta
—Se tocó el pecho de nuevo—, aunque se siente como uno.
—Yo también dejo a la hermana que amo en este planeta —Se
encontró con la mirada del macho, permitiendo que su dolor se
mostrara—. Aunque nos daña—tocó su propio pecho—,
tomamos las decisiones correctas para ellos, para nosotros.
Estaba segura de eso.
La cabeza de Dissent se hundió. Sus hombros bajaron. Las
líneas alrededor de su boca se relajaron.
Su preocupación se había disipado.
Pero la suya aumentó. Porque la nave estaba descendiendo.
Era grande y ruidosa y muy, muy brillante.
Un viento antinatural le revolvió mechones de pelo. Se agarró
a los brazos de su cyborg.
Una puerta se abrió. Una cuerda fue lanzada desde ella.
—¡Primero! —Truth saltó hacia la cuerda, agarrándola—. Nos
vemos a bordo de la nave —Se escabulló hacia arriba. Dissent
lo miró, asintió con la cabeza y se subió tras él.
Doc ató su mochila y la de ella al final de la cuerda.
—Te llevaré.
No quería ser llevada a lo largo de toda su aventura.
—No hay necesidad de hacer eso —saltó hacia adelante y
agarró la cuerda.
Era sorprendentemente suave contra su piel y espantosamente
delgada comparada con los árboles a los que estaba
acostumbrada a agarrarse. Sin embargo, soportaba su peso
con facilidad. No se cayó.
—Esto es similar a subir a un árbol —dijo para su propia
tranquilidad y la de él.
La cuerda se balanceaba como las ramas a veces lo hacían
durante las tormentas violentas. Podía trepar por esas
extremidades dobladas y también manejaba la cuerda.
Su progreso fue más lento que el de los otros cyborgs, pero
llegó a la cima sin ningún problema. Doc la siguió de cerca.
Truth y Dissent la ayudaron a subir a la nave. Los tres cyborgs
tiraron de las cuerdas hacia arriba y las puertas se cerraron.
—Eres valiente, mi hembra —Doc la atrajo hacia él. Sus labios
golpearon contra los de ella. Sus ojos brillaban con orgullo.
Sonrió y se acurrucó contra él. La valentía no era la emoción
que ella sentía en este momento. Estaba más nerviosa en la
nave de lo que había estado escalando la cuerda. Eso le había
resultado familiar. Todo lo que la rodeaba ahora, era nuevo.
La cámara que ocupaban era pequeña y brillantemente
iluminada con pequeños soles artificiales.
Los de su clase llevaban su propia iluminación con ellos. No
había necesidad de fabricarla.
El suelo debajo de ella era inquietantemente suave e
incómodamente frío contra sus pies descalzos. Un viento
igualmente frío soplaba en el espacio, la brisa simulada hacía
revolotear su ropa.
El aire a su alrededor se volvió espantosamente delgado. El
aroma del aire se volvió más y más débil, hasta que no hubo
aroma.
Dientes de Paha. Iban a morir.
Se aferró a su cyborg. Era el experto en naves y en volar. Lo
miró para que le transmitiera cómo sobrevivir a este desastre
Sus miradas se encontraron. Sus ojos eran de un gris
tranquilizador. No había ningún indicio de la bestia en su
semblante, ningún tipo de preocupación.
Miró a su alrededor.
Ninguno de los machos había reaccionado a la diferencia en el
aire. Truth se burlaba de Dissent, diciéndole al cyborg serio
que era demasiado lento. Dissent se mantuvo rígidamente
recto y no dijo nada en respuesta.
La perdida del espesor del aire debía ser normal, como su
bebida de mal gusto.
El suelo se inclinó ligeramente bajo sus pies y enroscó los
dedos de los pies, intentando aferrarse a él. Cuando la tierra
hacía eso en su planeta, los Khambalians corrían. Los machos
a su alrededor no se movieron, permaneciendo donde estaban.
—Dime si debo correr —susurró esa petición contra el pecho
de Doc —La falta de información hacía que una situación de
miedo fuera aún más aterradora—. Todo esto es muy diferente
para mí.
No podía separar un suceso normal de una amenaza.
—No hay necesidad de que corras, mi pequeña hembra —Doc
le dio una palmadita en el culo—. No estás en peligro y, si
alguna vez se detectara una amenaza, te protegería.
—Esto debe ser una parte normal de volar —levantó uno de
sus pies, balanceándose en el otro. El suelo estaba congelado.
Doc frunció el ceño a sus pies.
—Te conseguiré unas botas.
La levantó en sus brazos, y sujetándola con una mano, le frotó
los dedos fríos de los pies con la otra.
—Pensé que las naves estarían calientes —saboreó su
tentador calor—, porque están más cerca del sol —Sus labios
temblaban.
—En verdad es, al contrario.
—Tomaré nota de eso —Tenía mucho que aprender.
—¿Nunca has volado en una nave, hembra de Doc? —Truth la
miró con interés.
No hubo ninguna falta de respeto en el tono o la expresión del
macho. Su compañero hacía ese tipo de preguntas. Esa era su
manera.
—Nunca he volado en una nave —admitió su falta de
experiencia—. Antes de conocer a Doc, pensé que las naves
eran domicilios voladores.
—Domicilios voladores no son una descripción inexacta para
las naves —El ceño de su compañero se frunció, surcado con
líneas de pensamiento— Vuelan y tienen las mismas
características que tienen los domicilios.
Las puertas interiores se abrieron, revelando un espacio largo y
estrecho. Doc la liberó, dejándola de pie, y aun sujetándola, se
inclinó con ella y recogió el botiquín y su mochila del suelo. Tiró
los dos paquetes sobre uno de sus enormes hombros, y
avanzó. Llevándola a ella y a todo su equipo.
—Té mostraré las cámaras —Aunque todo eso debía ser una
carga pesada, su andar se mantuvo suave, y sus pasos ligeros.
—Entonces nos separaremos por unos momentos —Se rio
Truth—. Estoy proyectando que la cámara que tu guerrero
planea mostrarte no es el puente.
La cara de Allinen se calentó.
—No sé lo que es un puente.
—Te lo mostraré más tarde —Su compañero la llevó a través
del estrecho pasillo. A mitad de camino, tocó una pared. Otro
juego de puertas se abrió, revelando una cámara más amplia
dominada por un gran soporte para dormir.
Su cyborg la colocó en ese soporte para dormir, y la envolvió
con una tela de cobertura, metiendo la tela bajo sus pies.
Se estremeció, acurrucándose bajo las capas adicionales.
—Esta cámara también está fría —Nunca volvería a estar
caliente.
—No hará frío por mucho tiempo —golpeó una de las paredes.
El viento que soplaba en el espacio se volvió caliente, muy
caliente.
Sostuvo sus dedos contra la brisa fabricada.
—Eso es bueno.
Golpeó la pared otra vez. Los pequeños soles artificiales del
techo se atenuaron.
—Eso también es bueno —aprobó ese cambio.
La cámara ahora se parecía a las que estaba acostumbrada.
Miró alrededor de ella. Había una silla, algunos soportes
horizontales, contenedores, y una entrada a un espacio más
pequeño. Todo era brillante pero no era tan diferente de sus
objetos en su domicilio en Khambalia 5.
Y el espacio se volvió cálido. Se deshizo de la tela de cubierta,
extendió sus piernas.
—Podría acostumbrarme a esto.
—Modificaré los ajustes de nuestra cámara en la Reckless
también —Su cyborg recogió las mochilas del suelo—, y te
conseguiré botas.
—No necesito botas ahora —movió los dedos de los pies.
Su compañero la trajo a esta cámara para unirse a ella. Lo vio
en sus ojos. Sus temores por lo desconocido fueron
reemplazados por la anticipación, los pezones apretados y su
coño mojado.
Golpeó la pared por tercera vez. Se mostraron imágenes
idénticas por todas partes de cada superficie vertical.
Las escenas eran fantásticas. Allinen las miraba fijamente.
—Eso se parece a la parte superior de los árboles —Había
caminos entre ellos—. Ese es el asentamiento —saltó del
soporte para dormir y se acercó a la pared delante de ella—.
Esos son... no sé qué son.
Su cyborg pasó sus dedos por encima de esa parte de la
imagen. Se expandió.
—Esos son seres —Tenían pelo dorado, orejas puntiagudas—.
Son de mi tipo.
Habiendo pasado mucho de su tiempo en los árboles, mirando
hacia abajo, pudo reconocer a muchos de ellos simplemente
por la forma en que caminaban, y por las formas de sus
cabezas.
Retrocedió, sin querer apartar su mirada de las imágenes, y se
sentó en el borde del soporte para dormir. Las escenas se
movían lentamente, más lentamente que cuando la nave había
volado sobre el planeta.
—Estás haciendo esto por mí —Le sonrió, encantada por su
atento regalo. Le estaba dando una última visión de su planeta,
de su especie.
—Todo lo que hago es por ti —El soporte para dormir se
hundió cuando su cyborg se ubicaba a su lado.
Puso su brazo alrededor de ella y vieron las imágenes juntos.
Los mostraba al aventurarse más allá del asentamiento, más
allá del bosque. Las bolsas de lava explotaron. Las manadas
de pahas huían de ellos. La tierra se inclinó hacia abajo hasta
que la nave alcanzó las grandes aguas. El vapor se elevaba a
lo largo de la orilla.
La extensión parecía infinita.
—Esto debe ser lo que los primeros Khambalians vieron
cuando llegaron por primera vez —Estaba viendo esas mismas
escenas, era una exploradora como ellos lo habían sido.
—Habría habido más agua entonces —Doc acarició su lado,
sus caricias haciéndola temblar—. Los flujos de lava están
creando nuevas tierras.
Allinen se volvió hacia él.
—Nunca olvidaré esto —atrapó su cara entre sus manos—.
Gracias.
—Estoy grabando las imágenes —presionó su cara en las
palmas de sus manos—. Puedes mirarlas cuando quieras.
Podía llevar esta vista de su planeta natal mientras viajaban a
través del universo, podía volver a verlo cuando extrañara los
bolsillos de lava, los árboles, los seres que ella amaba.
—Te amo, compañero —Se inclinó hacia adelante y cubrió sus
labios con los suyos, queriendo mostrar su aprecio...
físicamente.
Un estimulante gruñido viajó por su pecho. Así de cerca de la
superficie estaba su bestia. Se abrió a ella, dando la bienvenida
a su sensual asalto. Su lengua enroscándose alrededor de la
suya mientras la llevaba a su boca, su salvaje macho
dominante incluso cuando era la agresora.
Lo empujó hacia atrás. Se reclinó complaciente. Trató de
montar a horcajadas de él. Su ropa se retorció alrededor de sus
piernas. Con un impulso frustrado, se libró de las telas y se
sentó sobre él desnuda.
Su gruñido se hizo más fuerte. Sus besos se endurecieron.
Amasó sus delgadas curvas, moldeándolas y liberándolas.
Toda ella pulsaba al mismo ritmo.
Se balanceaba contra la dura cresta de su armadura corporal.
Ese movimiento se burlaba de sus dos clítoris, haciendo
aumentar su necesidad por él.
—Esto es muy bueno —expresó su aprobación con sus
posiciones. Fuera de la cámara, todo había sido nuevo y
extraño y no estaba segura qué hacer.
Pero sí sabía cómo unirse a él, cómo provocarlos a ambos
hasta que estuvieran salvajes de deseo. Esto era familiar. Esto
era correcto.
Su cyborg también sabía cómo provocarla. Le pellizcó y le tiró
de los pezones haciéndola gemir, el dolor mezclado con el
placer exquisito. Sus ojos se oscurecieron mientras su bestia
se hacía más presente. Su tacto se volvió áspero.
Montó su cuerpo cubierto de ropa, más fuerte, más rápido.
Estaba dominando este encuentro, y él, no duraría mucho más
tiempo. Los músculos de su cyborg se tensaron bajo ella. Sus
dedos se movieron contra sus pechos. Su labio superior se
levantó, dejando al descubierto sus dientes.
Nubes arriba. Era toda una fuerza y quería sentir todo el peso,
todo de él.
—Libera a tu bestia —golpeó su coño contra su polla
constreñida, salpicando sus jugos sobre su armadura corporal,
marcando esa prenda con su olor—. Libéralo, Doc.
—No —Su cyborg era gloriosamente terco, luchando con esa
parte de sí mismo por ella, creyendo que lo prefería civilizado—
Puedo controlar...
—Te necesito, compañero —Se estrelló contra él, la presión
contra sus clítoris se sentía divina—. Huele lo excitada que
estoy.
Respiró profundamente. Sus fosas nasales se abrieron.
—Demasiado.
Su espalda golpeó la superficie del soporte para dormir. El aire
salió de sus pulmones. Jadeó.
Su cyborg se arrancó la armadura corporal, quedando desnudo
antes de que pudiera recuperarse, y haciendo contacto físico
sobre su cuerpo complaciente, presionando su eje contra los
pliegues del coño, su borde contra el clítoris superior.
—Mía —Se frotó contra ella, mojándose la polla. Sus ojos
brillaban con... posesión—. Mi compañera.
—Soy tuya, siempre he sido tuya —Se onduló, tocándolo con
todo el cuerpo. Todo él estaba duro. Era un músculo firme
sobre un marco implacable.
Y eso la excitaba.
—Te amo —Se posicionó en su entrada y se encontró con su
mirada—. Te amo.
—Sí, te amo —Le agarró de los hombros, preparándose para la
totalidad de su unión, la conexión profunda del alma, el vínculo
irrompible que había encontrado con su forastero.
—Amor —La empujó, llenándola como ningún otro macho
podría hacerlo, tocando lo más profundo de ella, su corazón, su
alma.
—Sí —Su columna se inclinó, sus pechos se aplanaron contra
su pecho.
—Amor —Se retiró y se condujo hacia adelante, se retiró y
condujo hacia adelante, otra vez, repitiendo esa palabra, una
afirmación de su devoción.
El futuro consistía en muchas incógnitas. No sabía dónde iban
a viajar, a quiénes conocerían, qué verían. Pero estaría con
Doc, su compañero, su cyborg. Explorarían el universo, juntos.
Envolvió sus piernas alrededor de sus caderas, uniendo sus
tobillos sobre las apretadas mejillas de su culo, y se levantó
para cumplir con cada uno de sus empujes. Sus cuerpos se
unían, un tentador calor que se extendía desde cada punto de
contacto.
Alrededor de ellos, se reproducían imágenes de su planeta. Ya
no era su hogar, pero siempre tendría un lugar en su corazón.
Khambalia 5 siempre sería el sitio donde conoció a su pareja,
donde se dio cuenta de que no le faltaba nada.
No había estado sola. Su macho simplemente no había ido a
por ella todavía. Todavía no la había encontrado.
Ahora, estaba con ella, la estaba extasiando hasta el punto de
una dulce agonía. Sentía como si una fuerza quisiera atarse
alrededor de su pecho y apretarse. Ella jadeó. El sudor se
deslizó por su piel. La luz que brillaba de ella iluminaba su
cuerpo, su rostro.
Los dientes de Paha. Amaba su rostro. Lo amaba todo, hasta el
cuidado con el cual le daba una escalada de lujuria. Sus
paredes internas se cerraron alrededor de su eje.
Su unión se volvió más frenética, menos suave. Se sumergió
en ella con una desesperación frenética. El soporte para dormir
se golpeó contra la pared.
Rebotó sus talones contra su trasero. Tomó represalias,
llenándola de su rigidez y rotando sus caderas, frotando contra
los dos clítoris de ella. Fue demasiado. Se rompió en un millón
de fragmentos, gritando su nombre, apretando su eje.
—Mía —rugió su propiedad sobre ella, empujando más
profundamente.
El esperma caliente hizo estallar su carne sensible. Se revolvía,
bombardeada con el placer, apretándose contra él otra vez.
Eso liberó otra ronda de semen con infusión de nanocibóticos.
Sus gritos se hicieron más fuertes. Su felicidad se intensificó.
Los colores estallaron en su cerebro, más brillantes que los
encontrados en cualquier bolsa de lava.
Golpeó sus palmas contra su pecho. Más chorros de su
esencia fluyeron en ella, cada ronda disminuyendo hasta que
no quedaba nada.
—Te. Amo. A ti —Se estremeció y se derrumbó.
—Yo también te amo, compañero —Su voz fue amortiguada
por el pecho masculino.
Doc gruñó y rodó sobre su espalda, llevándola con él. Se
desparramó sobre su gran cuerpo, su mente girando, sus
brazos y piernas colgando.
Se acostaron, sus cuerpos entrelazados, su respiración
sincronizada. Cuando su fuerza regresó, dobló sus brazos
sobre su pecho, apoyó su barbilla sobre él y miró hacia arriba.
Los ojos de su cyborg eran de un gris sereno, su máquina
volvía a tener el control. Su cara estaba enmarcada por el
intenso brillo detrás de él, una luz que rivaliza con la que se
originaba de ella.
Le tomó varios latidos para darse cuenta de lo que estaba
viendo.
—Ese es el sol.
Era más impresionante de lo que ella había imaginado.
Levantó la cabeza, miró a la pared que tenía delante, que
mostraba la misma imagen.
—Ese es el sol —confirmó su suposición. Allinen sonrió. Estaba
en los brazos del hombre que amaba, el hombre que también
la amaba, y el sol brillaba.
El futuro era casi cegadoramente brillante.

FIN

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