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Quisiera darles la bienvenida a todos ustedes y espero que esta noche puedan
salir de esta catequesis convencidos de que la Iglesia es su madre, que os acoge con el
amor que Cristo le ha entregado.
Deseo, esta noche, hablaros sobre la Iglesia, qué es y cuál es su misión. Tenemos
muchas veces ideas erróneas de lo que es la Iglesia y una imagen un poco distorsionada
de aquello que realiza en el mundo. Para ello quisiera remontarme a Jesucristo, quien ha
fundado la Iglesia, e incluso mucho antes, quisiera ir a nuestros hermanos mayores en la
fe, el pueblo judío, y así comprender la razón de la Iglesia y por qué es estupendo que
hoy, en esta noche, estés tú presente aquí dentro de ella.
Dios entre todas las naciones de la tierra ha elegido a un solo pueblo, al pueblo
de Israel. Un pueblo insignificante, es más, en realidad eran tan sólo un puñado de
esclavos que vivían oprimidos en Egipto bajo el dominio del Faraón. Estamos hablando
de hace unos mil doscientos años antes de Jesucristo. Muy bien, pues a estos esclavos
Dios los elige para que sean Su pueblo, el pueblo de Su heredad, de Su propiedad. Hace
cosas increíbles con ellos sacándolos de la esclavitud, abriéndoles el mar para que
pasaran a través de él, los condujo durante cuarenta años por el desierto y les dio una
tierra riquísima para que la tomaran en posesión. Dios continuamente está cercano a su
pueblo y le asiste en todo momento, le libra de todos sus enemigos que siempre son más
fuertes y numerosos que él y no se aparta de su lado. Además hace con ellos una
alianza, un juramento: que esta elección es eterna, que Dios estará con ellos para
siempre.
Esta conciencia que el pueblo de Israel tiene de que todo el mundo está llamado
a esta salvación, a formar parte del pueblo elegido, a experimentar el poder de Dios en
su vida lo podemos encontrar en toda la Biblia. Hay muchísimos ejemplos de ello. Por
ejemplo el libro de Rut. Si tú tomas la Biblia y vas al libro de Rut encontrarás la historia
de esta mujer que es extranjera y que llega a formar parte del pueblo de Israel. Y todo
esto ¿para qué te lo cuento? Pues porque veremos que también tú has sido llamado, si tú
quieres, a formar parte del pueblo elegido. Que no importa de dónde vengas, cuál sea tu
situación actual, qué es lo que haya ocurrido en tu vida. Que tú también puedes
experimentar el poder de Dios en tu vida y que aquello con lo que tú no puedes, si te
acoges a Dios, él lo hará.
Entonces, como les decía, aparece este personaje de Rut en la Biblia, que es una
mujer de un pueblo que se llama Moab, un pueblo pagano que no ha sido elegido como
Israel. ¡Y te puedo decir más! Si vamos a la Biblia y buscamos el origen de este pueblo
de Moab descubriremos que nace de un incesto de dos hermanas que emborrachan a su
padre y se acuestan con él para tener descendencia. Pues bien, de una de estas dos
hermanas nace el pueblo de Moab. Es decir, los moabitas son un pueblo con un origen
horrible, que además se han caracterizado por ser siempre enemigos del pueblo de
Israel. Y, sin embargo, vamos a ver cómo Rut, una moabita, llega a formar parte del
pueblo elegido.
Noemí, una mujer del pueblo de Israel, junto a su marido y a sus dos hijos parten
de la ciudad de Belén y se van a vivir a Moab por necesidad ya que en su tierra se pasa
hambre. Allí sus dos hijos se casan con dos mujeres de Moab, una de ellas es Rut. Al
paso del tiempo a Noemí se le mueren su esposo y sus dos hijos y Noemí decide volver
a su ciudad de Belén. Las dos nueras le acompañan pero al final una se vuelve a Moab y
Rut decide quedarse con su suegra Noemí. Rut comienza a trabajar en la ciudad de
Belén en los campos de un hombre llamado Booz y después accede a casarse con él para
darle descendencia a Noemí. Y efectivamente Rut tendrá un hijo que se llamará Obed,
que será el abuelo del rey David, de donde vendrá genealógicamente más tarde
Jesucristo.