Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Epidemiología
El absceso retroperitoneal es una infección infrecuente, con letalidad hasta del 50% si no se efectúa su drenaje
oportuno. En más del 80% es secundario a un foco de origen digestivo, renal, vertebral o de la musculatura del psoas
y de etiología bacteriana mixta. Hasta el 14% son primarios, por no detectarse un foco de origen al completar el
estudio.
Descripción
El absceso retroperitoneal es una colección purulenta que ocupa dicho espacio anatómico. Constituye una infección
grave que pone en riesgo la vida del paciente si no se procede al drenaje oportuno.
Observaciones
Es infrecuente y se presenta como fiebre de curso insidioso, dolor a la palpación abdominal o lumbar del lado afectado,
clásicamente se describe una triada constituida por fiebre, dolor lumbar y dolor a la flexión del muslo. La forma
insidiosa de presentación dificulta el diagnóstico y aumenta el riesgo de generar complicaciones.
Tratamiento
El tratamiento consiste en la asociación de antimicrobianos más el drenaje de la colección. Aunque la cirugía continúa
siendo la indicación para el tratamiento definitivo en algunos casos. La primera elección actualmente es el drenaje
percutáneo como la aspiración con aguja fina o la inserción de un catéter que permanecerá por un numero variable de
días según el tamaño de la colección y si no es lobulada.
Descripción
El accidente cerebro vascular (ACV) corresponde a una alteración de la irrigación sanguínea del encéfalo, de índole
isquémica (falta de aporte sanguíneo) o hemorrágica, que provoca una abolición temporal o definitiva de las funciones
neurológicas de la zona afectada y da lugar a un cuadro clínico denominado ictus o apoplejía, con pérdida de la
consciencia, parálisis, trastornos del lenguaje, etc.
Las manifestaciones, evolución y secuelas varían de un caso a otro, y se deben a la privación de oxígeno consecuente a
la isquemia (que puede conducir a un infarto cerebral), a la compresión de las estructuras encefálicas por ocupación
o edema, o a la dilaceración del tejido nervioso en caso de un accidente hemorrágico.
El ACV puede tener un origen extracraneal o bien intracraneal y obedece esencialmente a tres mecanismos de
producción:
Trombosis cerebral → Es el ACV más frecuente, consecuente a la formación de un trombo en el interior de un vaso
sanguíneo cerebral, por lo general sobre una placa de ateroma ya existente. Entre los factores predisponen tes
destacan los propios de la aterosclerosis: hipertensión arterial, diabetes, hiperlipidemia, tabaquismo, obesidad y
sedentarismo.
Embolia cerebral → En este caso, la obstrucción del vaso cerebral es causada por un coágulo transportado por el
torrente sanguíneo, generalmente a partir del corazón afectado de valvulopatías o arritmias.
Hemorragia cerebral → La rotura de una arteria y consecuente hemorragia intracraneal se da con mayor frecuencia
en personas hipertensas, y a veces corresponde a una complicación de un aneurisma intracraneal
Se habla de ictus en curso cuando tienen lugar cambios neurológicos progresivos durante un período de 24 a 48 horas
o más. Cuando la persona deja de presentar la progresión de los síntomas y se constituye un deterioro neurológico
más importante, se dice que ha tenido lugar un ictus completo. Otra forma de accidente cerebro vascular es el ataque
isquémico transitorio (AIT), producido por una alteración momentánea del aporte sanguíneo cerebral generalmente
causada por trombos o émbolos pequeños que se disuelven rápidamente. Puede presentarse con signos neurológicos
diversos, como paresias o parálisis transitorias, alteraciones de la sensibilidad, desmayos o vértigo. El cuadro suele
durar de 5 a 30 minutos o algo más, pero nunca supera las 24 horas, con recuperación completa. Alrededor del 30 al
50 % de los pacientes que presentan una AIT sufren un ACV completo en los siguientes cinco años si no se lleva a cabo
tratamiento preventivo.
Existen varios factores que pueden aumentar la probabilidad de sufrir un ACV, ellos se pueden dividir en:
Modificables No modificables
edad, género masculino, antecedente de familiar con hipertensión arterial (HTA), tabaquismo (TBQ), diabetes
esta patología. mellitus (DM), obesidad, sedentarismo, alimentación
alta en sodio, altos niveles de estrés, fibrilación
auricular, hipercolesterolemia, apneas de sueños,
arterias carótidas bloqueadas, uso de pastillas
anticonceptivas.
Observaciones
• Las víctimas de un ictus que muestran una estabilización o mejoría durante las primeras 24 horas tienen buen
pronóstico.
• El signo más visible de un ictus es la parálisis de un lado del cuerpo (hemiplejía), generalmente junto con una
parálisis de los músculos de la cara del lado opuesto. Compruébese que la persona puede tragar y que el ojo
del lado afectado conserva el reflejo de parpadeo. Cuando una mejilla se hincha con cada espiración, ello es
índice de que existe una parálisis de ese lado de la cara.
• Las personas que presentan un accidente cerebral oclusivo (trombosis o embolia), raras veces pierden la
conciencia. Muestran típica mente signos neurológicos focales
• Cuando la causa del accidente cerebro vascular es una hemorragia, la persona afectada con frecuencia
presentará pérdida de consciencia.
• La hemiplejía del lado derecho indica que existe una lesión del lado izquierdo del cerebro. Los síntomas de
este tipo de lesión corresponden a problemas de la expresión y comprensión del lenguaje (afasia, disartria),
empleo de palabras inadecuadas, incapacidad para mirar hacia la derecha y enlentecimiento y trastornos del
movimiento (apraxia).
• La hemiplejía del lado izquierdo indica que existe una lesión del lado derecho del cerebro. Los síntomas de
este tipo de lesión son dificultad de la percepción espacial que pueden causar problemas para conducir una
silla de ruedas e incapacidad de mantenerse en la misma posición mientras el afectado lee o come por sí
mismo, movimientos anormales impulsivos e incapacidad para mirar hacia el extremo izquierdo.
• Un ACV en el lado derecho del cerebro puede producir anosognosia o incapacidad para reconocer el lado
afectado, lo cual conlleva peligro de accidentes.
• Estos síntomas pueden ser muy leves y desaparecer de una forma gradual o bien ser severos y perdurar,
dependiendo de la localización y de la importancia del ACV.
Tratamiento
• Dependerá de la causa, si es isquémico o • Quirúrgico: evacuación de hematoma.
hemorrágico. • Alimentación mediante sonda nasogástrica
• Cateterismo EV para tener un acceso venoso • Sondaje urinario
• Anticoagulantes (p. ej., heparina, warfarina) • Fisioterapia y rehabilitación.
en caso de accidente cerebro vascular • Corrección de factores de riesgo (HTA,
isquémico diabetes, tabaquismo, etc.)
Consideraciones de enfermería
• Monitorizar el estado neurológico de la persona mediante la escala de Glasgow y la reacción pupilar.
• Colóquese a la persona afectada, tanto en la cama como fuera de ella, de tal forma que el lado no afectado esté
dirigido hacia la circulación de la habitación. Los hemipléjicos izquierdos a menudo tienen una supresión del
campo visual izquierdo, lo que significa que tienen dificultad para mirar los objetos que están a la izquierda
del centro del campo visual. En los hemipléjicos derechos suele ocurrir lo contrario.
• Una persona a la que es necesario alimentar no se debe dejar sin atención con una bandeja con comida
caliente. Un movimiento incoordinado de las manos le puede ocasionar quemaduras.
Descripción
Se define histológicamente como un aumento de la glándula prostática. El tamaño de la glándula prostática aumenta y
determina una obstrucción al flujo urinario que origina unos síntomas en el tracto urinario inferior.
Fisiopatología
La hiperplasia benigna de próstata es un diagnóstico histológico, que
incluye proliferación de músculo liso y células epiteliales. A partir de los
30-40 años empiezan a aparecer focos de hiperplasia en el tejido
glandular y fibromuscular. Por encima de la quinta o sexta década de
vida se da una segunda fase de crecimiento. La hiperplasia de la próstata
se da cuando la proliferación celular excede la muerte celular
programada (apoptosis), como resultado de la estimulación del
crecimiento celular, inhibición de la apoptosis o ambas.
En la HBP el aumento de tamaño suele ser a expensas de la zona de
transición de la próstata. Los síntomas están causados por dos
mecanismos:
a) obstrucción «mecánica»
b) obstrucción «dinámica»
En el estadio inicial hay una obstrucción a nivel del cuello vesical y de la
uretra prostática que dificulta la salida de la orina, por lo que se produce
una hipertrofia del músculo detrusor de la vejiga como mecanismo
compensador, siendo la consecuencia una disminución de la capacidad
de reservorio. En este estadio dominan los síntomas obstructivos. En una
segunda fase el detrusor no es capaz de vencer la obstrucción, pudiendo
aparecer retención de orina, aparece hipersensibilidad vesical y se
manifiestan los síntomas irritativos. En la fase más avanzada, la retención de orina es crónica y se pierde la capacidad
contráctil, apareciendo la retención aguda de orina y la incontinencia urinaria secundaria a la micción por
rebosamiento, con riesgo de infecciones e incluso de insuficiencia renal.
En la etiología de la HBP se ven implicados los siguientes factores:
a) la edad avanzada
b) el aumento de los estrógenos y de algunos metabolitos de la
testosterona
c) el aumento de la actividad de la 5-α- reductasa, que es la encargada del paso de testosterona
a dihidrotestosterona (DHT): Se produce un aumento en la tasa de conversión de testosterona a dihidrotestosterona
por la 5-alfarreductasa y la acumulación de dehidrotestosterona produce la proliferación de las células y, por último,
la hipertrofia de la glándula
d) otros factores de crecimiento.
Aylin Campos Abarzúa
A pesar del descenso de los niveles de testosterona en el anciano, el incremento de los receptores para la DHT inducida
por los estrógenos, junto con el aumento de la síntesis de DHT, es suficiente para aumentar el tamaño de la próstata.
Pruebas diagnósticas
La definición de cualquier enfermedad es determinante en su reconocimiento. La HBP no ha podido definirse hasta
ahora de una manera concreta. Los pacientes refieren una gran diversidad de síntomas, que suelen englobarse con el
término prostatismo. La solicitud de tratamiento se produce cuando las molestias afectan a la calidad de vida y es por
esto que el enfoque diagnóstico del paciente debe hacerse desde un planteamiento de coste y eficacia que obvie
pruebas innecesarias y ahorre gastos sanitarios.
Según las recomendaciones aceptadas internacionalmente, la evaluación de todos los pacientes con HPB debe incluir
las siguientes pruebas que nos llevarán a un diagnóstico más seguro:
El diagnóstico diferencial de la HBP debe hacerse con otras enfermedades que causen STUI (síntomas del tracto
urinario inferior).
Para unificar criterios en el estudio de los síntomas del tracto urinario inferior se han elaborado una serie de
cuestionarios, de los cuales el más adecuado es el AUA Symptom Index (Inventario de Síntomas de la Asociación
Americana de Urología), que es idéntico al I-PSS (Baremo Internacional de los Síntomas Prostáticos) que permiten
determinar la severidad sintomática en el momento del diagnóstico y su evolución en el tiempo con o sin tratamiento.
El I-PSS evalúa, en definitiva, síntomas de vaciado incompleto, frecuencia, intermitencia, urgencia, nicturia, debilidad
del chorro miccional y necesidad de forzar la micción.
Observaciones
La HBP se caracteriza clínicamente por un aumento de las ganas de orinar, principalmente de noche. El paciente refiere
grandes esfuerzos a la hora de iniciar la micción y salida de orina con poca fuerza.
Los síntomas se clasifican en obstructivos e irritativos.
Síntomas obstructivos
• Retraso en el inicio de la micción.
• Disminución del calibre y fuerza del chorro.
• Micción intermitente o prolongada.
• Goteo postmiccional.
• Retención urinaria.
• Incontinencia por rebosamiento.
Síntomas irritativos
• Polaquiuria.
• Nicturia.
• Micción imperiosa.
• Incontinencia por urgencia.
• Dolor suprapúbico.
La falta de tratamiento puede originar complicaciones, como la retención aguda de orina, infecciones urinarias, litiasis
vesical o nefropatía obstructiva con insuficiencia renal
Tratamiento
El primer consejo para un paciente con HBP es la adopción de una serie de medidas higiénicas que disminuirán la
congestión pelviana, como evitar el sedentarismo, regular el tránsito intestinal, evitar comidas copiosas, el consumo
de alcohol, estimulantes,
los anticolinérgicos o neurolépticos.
- Tratamiento quirúrgico
La intervención quirúrgica era la forma de tratamiento más extendida y aceptada.
El objetivo era la extirpación completa del tejido hiperplásico, para alivio de los síntomas y reversión de las posibles
complicaciones.
Actualmente se recomienda la intervención quirúrgica, sobre todo en casos de numerosas recidivas en infección,
retención urinaria recurrente, desarrollo de uropatía obstructiva del tracto urinario superior y en hematuria grave.
Dependiendo del volumen de la glándula hiperplásica se han empleado y se emplean técnicas abiertas (en la actualidad
con menos frecuencia) o endoscópicas.
Algunas intervenciones para evitar la cirugía son: prótesis expandible, termoterapia, ablación con láser y utilización
de otras energías (radiofrecuencia y ultrasonidos).
- Tratamiento farmacológico
Consideraciones de enfermería
• Educación en torno a:
- Hidratación, beber líquidos de forma regular todo el día sin ingerir grandes cantidades en poco tiempo
- Orinar siempre que se tenga necesidad y no retener innecesariamente
- Tener paciencia si no puede iniciar la micción
- Evitar el alcohol, ya que produce un efecto irritante en la próstata y aumenta sus síntomas
- Evitar el sedentarismo, lo que permitirá descongestionar el área pélvica
- Procurar mantener un ritmo intestinal diario y evitar el estreñimiento
Descripción
La apendicitis es una inflamación del apéndice
vermiforme, formación tubular semejante a un dedo
terminada en fondo de saco, de pequeño tamaño, que está
acoplada al ciego inmediatamente por debajo de la válvula
ileocecal. Suele deberse a una infección consecuente a la
obstrucción del apéndice debido a la presencia de un
fecalito (masa dura de materia fecal) o cualquier otro
agente (p. ej., adherencias, gusanos (helmintos), cálculos,
cuerpos extraños, hipertrofia de tejido linfoide).
Fisiopatología
La fase inicial que se caracteriza por obstrucción del
lumen apendicular causada por hiperplasia linfoide,
fecalitos, tumores o cuerpos extraños como huesos de
animales pequeños, o semillas); esto favorece la secreción
de moco y el crecimiento bacteriano, generándose
entonces distención luminal y aumento de presión
intraluminal. Posteriormente se produce obstrucción del
flujo linfático y venoso, favoreciendo aún más el
crecimiento bacteriano y desencadenando la producción
de edema. Es importante mencionar que este compromiso
es evolutivo, primero produciendo dolor mediante la
inervación visceral, el cual es un malestar vago, difícil de localizar periumbilical o epigástrico, el cual se observa al
inicio de la enfermedad. Hay progresión de la inflamación y subsecuente irritación del peritoneo parietal con
inervación somática produce la migración clásica del dolor en fosa iliaca derecha, al Punto de McBurney, localizado un
tercio de la distancia desde la espina iliaca anterosuperior y el ombligo.
Observaciones
• Dolor abdominal vago localizado inicialmente en la zona periumbilical o epigástrica que posteriormente se
agudiza y se percibe en el cuadrante inferior derecho o fosa ilíaca derecha. El dolor puede centrarse en el
punto de McBurney (situado a un tercio de la línea que une la espina ilíaca anterosuperior derecha y el
ombligo), donde existe aumento de dolor a la palpación y a la descompresión (signo de Blumberg).
• Náuseas y vómitos, estreñimiento, anorexia y febrícula.
• Sintomatología de perforación del apéndice; dolor abdominal importante, que puede ceder en el momento en
que se produce la perforación, seguido de dolor generalizado intenso, abdomen rígido o en tabla y leucocitosis,
fiebre y síntomas de shock.
Tratamiento
• Descartar otras causas de dolor.
• Si se confirma el diagnóstico, apendicectomía.
• Si existe alguna duda, es mejor recurrir a la cirugía que arriesgarse a que se perfore el apéndice, con la
consiguiente peritonitis.
Consideraciones de enfermería
• Antes de la intervención:
1. Manténgase a la persona con dieta absoluta hasta que se confirme el diagnóstico.
2. Contrólense con regularidad las constantes vitales.
3. Evítese el uso de analgésicos, a fin de no enmascarar el cuadro y dificultar el diagnóstico.
4. Tómense muestras de sangre para analítica.
5. Colóquese una vía intravenosa para la hidratación del paciente.
• La atención posquirúrgica tras una apendicectomía no complicada no difiere de la que se dispensa en
cualquier laparotomía.
• La apendicectomía realizada después de que se perfore el apéndice necesita las siguientes medidas
adicionales:
1. Téngase en cuenta que no siempre se cierra la incisión.
2. Suele dejarse un drenaje. Obsérvese y regístrese el volumen de la supuración.
3. Administración de líquidos EV
4. Colocación de una sonda nasogástrica
Descripción
El cáncer de mama es la neoplasia más frecuente en la mujer, con una especial incidencia entre los 40 y 50 años (el 85
% se presenta
en mujeres cuya edad es superior a los 40 años). Hay diversos tipos de cáncer de mama, si bien el más común es el
adenocarcinoma, originado en las células que constituyen las glándulas y los conductos de la mama, del cual se
presentan distintas variedades. Otro tipo de cáncer de mama menos frecuente es el de Paget (enfermedad de Paget de
la mama), siendo mucho más raro el sarcoma.
El diagnóstico definitivo del cáncer de mama es histopatológico (biopsia de los tejidos sugestivos de lesión maligna).
Puede metastatizar primeramente en los ganglios linfáticos axilares o medianísticos, pulmón y huesos; posterior
mente puede originar
metástasis en el hígado y el cerebro.
Fisiopatología
Las células de los senos normales se convierten en cancerosas debido a cambios (mutaciones) en el ADN. El ADN es el
producto químico de nuestras células que conforma nuestros genes. Los genes tienen las instrucciones sobre cómo
funcionan nuestras células.
Algunas mutaciones en el ADN son hereditarias y pueden aumentar en gran medida el riesgo de ciertos tipos de cáncer.
Las mutaciones causan muchos de los cánceres que son frecuentes en algunas familias, y a menudo causan cáncer
cuando las personas son más jóvenes. Un ADN mutado puede dar lugar a genes mutados. Algunos genes controlan
cuándo crecen nuestras células, cuándo se dividen para formar nuevas células y cuándo mueren. Los cambios en estos
genes pueden causar que las células pierdan su control normal, y están vinculados con el cáncer.
Los protooncogenes son genes que ayudan al crecimiento normal de las células. Cuando un protooncogen experimenta
algún tipo de mutación (cambio), o hay demasiadas copias de él, pasa a ser un gen “malo” que puede quedarse
encendido o activado cuando no debería estarlo. Cuando esto sucede, la célula crece fuera de control y produce más
células que crecen descontroladamente. Esto puede causar cáncer. Este gen anómalo se llama oncogén.
Observaciones
• Se puede palpar una masa sólida, indolora y fija, que con mayor frecuencia se encuentra localizada en el
cuadrante superexterno de la mama. Esta masa puede presentarse acompañada de una secreción procedente
del pezón, así como de retracción, o también de elevación del mismo.
• Con frecuencia se forman hoyuelos en la piel conforme evoluciona la enfermedad, simulando una piel de
naranja.
Distintos tipos de incisiones que pueden realizarse para practicar una mastectomía radical, cuya elección, queda a
criterio del cirujano y depende de la situación del tumor en el interior de la mama.
- Quimioterápico
• Suele administrarse quimioterapia coadyuvante en el postoperatorio, especialmente si se detecta que el
cáncer invadía los ganglios linfáticos.
- Radioterápico
• Implante radiactivo
• La radioterapia externa puede combinarse con la cirugía. Se puede utilizar para disminuir el tamaño de la
masa tumoral antes de la cirugía. En ocasiones es útil para aliviar el dolor en las metástasis muy extendidas.
- Hormonal
• Tamoxifeno por 5 años, 20 mg/día.
Consideraciones de enfermería
• La mamografía es una técnica muy útil para la detección del cáncer de mama, pero no es un método
sustitutivo de la palpación mamaria. Es imprescindible que las mujeres se practiquen la autoexploración
periódica de mama y un reconocimiento médico periódico.
• En la actualidad, las mastectomías radicales ya no se realizan tan a menudo, pues con esta técnica
quirúrgica, en la que se extraen los vasos y los ganglios linfáticos del lado afecto, existe la posibilidad de
Descripción
Es una entidad clínica caracterizada por la inflamación de la pared vesicular que se manifiesta habitualmente por dolor
abdominal, sensibilidad en hipocondrio derecho (HCD) y fiebre.
Fisiopatología
La colecistitis se puede manifestar dentro de un contexto litiásico o alitiásico, siendo la presentación litiásica la más
frecuente.
- Colecistitis Litiásica: Dentro de un contexto de colelitiasis, la obstrucción del bacinete vesicular ocasionada
por un cálculo biliar es el desencadenante principal, llevando en primer lugar, a una contracción intensa y
distensión vesicular, lo cual explica el dolor cólico abdominal característico de este cuadro. Esta obstrucción
genera: edema de la pared vesicular, retención de las secreciones biliares y alteraciones vasculares. El edema
de pared gatilla la liberación de la fosfolipasa, al alterarse las células epiteliales que lo contienen. La fosfolipasa
convierte la lecitina (componente normal de la mucosa) en lisolecitina, que es citotóxica, y produce ácido
araquidónico a partir de los fosfolípidos, lo cual favorece la producción de prostaglandinas (específicamente
las prostaglandinas I2 y E2), desencadenándose el proceso inflamatorio. Las secreciones biliares y los mismos
cálculos también son irritantes, por lo que su acumulación favorece este proceso. Las alteraciones vasculares,
principalmente isquemia, se explican por la compresión del conducto cístico por parte del cálculo, que genera
trombosis de los vasos císticos, y por el aumento de presión intraluminal secundaria a la obstrucción, que
disminuye el flujo sanguíneo de los vasos císticos. La combinación de ambos mecanismos lleva a isquemia,
agravando el cuadro inflamatorio.
-
El síntoma principal de la colecistitis es el dolor abdominal agudo. Se trata de un dolor localizado en el hipocondrio
derecho (HCD), constante, de duración generalmente superior a 5 h, típicamente irradiado a la espalda, y que se
acompaña frecuentemente de náuseas, vómitos y fiebre que oscila entre 37,5 y 39 °C. El examen físico suele mostrar
un área de hipersensibilidad en el hipocondrio derecho y la palpación durante la inspiración profunda, dolor a ese
nivel y cese inspiratorio (signo de Murphy).
En pacientes ancianos, especialmente si son diabéticos, el cuadro clínico puede no ser tan típico e incluso no presentar
dolor abdominal. En tales casos es preciso un elevado índice de sospecha. Algunos signos, como inestabilidad
hemodinámica, fiebre alta, acidosis metabólica o íleo, indican mayor gravedad y debería descartarse la presencia de
colecistitis gangrenosa y/o perforación vesicular.
En los análisis son habituales la leucocitosis con neutrofilia y un incremento de la proteína C reactiva (PCR).
A menudo se observa un incremento leve de la actividad de aminotransferasa y amilasa, normalmente < 3 veces el
límite superior de la normalidad. Hasta en un 20% de los casos, sobre todo en pacientes con colecistitis grave, puede
apreciarse ictericia, con bilirrubina < 4 mg/dl. Ello obedece a inflamación y edema de la vía biliar y/o compresión
directa del colédoco por la vesícula distendida. Concentraciones superiores deben hacer sospechar coledocolitiasis o
síndrome de Mirizzi.
Pruebas de imagen
La técnica de elección para el diagnóstico de la colecistitis es la ecografía abdominal. Su sensibilidad y su especificidad
son del 88 y el 80% respectivamente, y a pesar de que es una técnica dependiente del operador, tiene un valor
predictivo positivo del 92%, por lo que resulta suficiente para confirmar el diagnóstico en la mayoría de los casos.
La radiografía simple de abdomen puede evidenciar litiasis biliar cuando son radiopacas (el 20% de los casos) y gas
intramural/intraluminal en las colecistitis enfisematosas.
La tomografía computarizada abdominal sólo es necesaria cuando el cuadro clínico permite sospechar ciertas
complicaciones locales asociadas a la colecistitis. Tal es el caso de abscesos perivesiculares, perforación vesicular o
colecistitis gangrenosa.
Antibioterapia (ATB).
En la colecistitis, además de la inflamación, en un 50% de los casos se produce una infección secundaria de la bilis.
Ello justifica el empleo de antibióticos. Sólo en los casos leves se podría optar por la observación y el tratamiento con
Aine. Los factores que se debe considerar en el momento de elegir la antibioterapia son: la actividad antimicrobiana
contra los gérmenes más frecuentes, la gravedad de la colecistitis, la presencia de insuficiencia renal o hepática, la
toma previa de ATB por el paciente y las resistencias locales. Se comienza con una pauta empírica a la espera del
resultado de los hemocultivos y/o de los cultivos biliares, siempre que sea posible. Si se reciben cultivos positivos para
algún germen no cubierto, se debe modificar la pauta. En los casos leves-moderados, podría ser suficiente una
cefalosporina de primera o segunda generación, pero en los casos más graves se debe administrar ATB de mayor
espectro. De primera elección serían las cefalosporinas de tercera-cuarta generación combinadas con metronidazol.
Es importante tener en cuenta que el uso inapropiado de ATB de amplio espectro puede incrementar las resistencias
antibióticas.
Tratamiento quirúrgico
La colecistectomía es el tratamiento de elección para la colecistitis ya que, si bien casi el 50% de los casos se podrían
resolver mediante tratamiento médico, un 20% de los pacientes reingresarían por episodios similares.
Descripción
Se conoce como daño hepático crónico una injuria prolongada al hígado que puede deberse a diferentes causas pero
que producen una progresiva fibrosis y distorsión de la arquitectura del hígado por la formación de nódulos
anormales, conocidos como nódulos de regeneración, que en etapas finales se conoce como cirrosis.
Fisiopatología
Hay una gran cantidad de etiologías que pueden culminar en cirrosis ya sea provocando una inflamación hepática
crónica o por colestasis. Las principales causas son:
- Alcoholismo
- Hepatitis virales crónicas (Principalmente por VHC)
- Esteatosis hepática no alcohólica
- Enfermedades metabólicas hepáticas hereditarias (Hemocromatosis, enf. de Wilson, déficit de alfa-1
Antitripsina, fibrosis quística, etc.)
- Hepatitis autoinmune
- Cirrosis biliares (Cirrosis biliar primaria, colangitis esclerosante secundaria, colangiopatía autoinmune)
- Cirrosis cardiaca (Ej.: Falla cardiaca derecha)
- Otras (Medicamentos, infecciones, enfermedades granulomatosas, etc.)
- Cirrosis criptogenicas
- Ascitis
- Peritonitis bacteriana espontanea (PBE)
- Encefalopatía hepática
- Hemorragias variciales
- Síndrome hepatorenal
- Síndrome hepatopulmonar
- Carcinoma hepatocelular
Dentro de los exámenes de laboratorio se debe pedir además de los exámenes de rutina, un recuento de plaquetas,
enzimas hepáticas (AST, ALT) y un INR, ya que estos son los que mejor nos permitirán calcular la probabilidad de que
el paciente presente una cirrosis.
La biopsia hepática representa el Gold Standard para el diagnóstico de la cirrosis, sin embargo no se considera
necesario pedirla si es que los hallazgos clínicos, radiológicos y de laboratorio sugieren fuertemente la presencia de
cirrosis, o bien si es que los resultados de esta no influirán en el manejo del paciente.
Los factores que mejor predicen la presencia de cirrosis en pacientes adultos con enfermedad hepática conocida o con
sospecha de la presencia de esta son los siguientes:
- Presencia de ascitis
- Recuento de plaquetas < 160.000/mm3
- Arañas vasculares
- Score de Bonacini > 7 puntos (calculado en base a recuento de plaquetas, relación ALT/AST y el INR)
Factores asociados con una baja probabilidad de cirrosis:
- Índice Lok < 20 % permite excluir el diagnostico de cirrosis (calculado en base a recuento de plaquetas, AST,
ALT e INR)
- Recuento de plaquetas ≥ 160.000/mm3
- Ausencia de hepatomegalia
Exámenes complementarios:
Debe pedirse también un hemograma con formula y recuento leucocitario para evaluar la presencia de anemia u otras
alteraciones que pueden estar presentes en los pacientes cirróticos como por ejemplo una pancitopenia secundaria al
hiperesplenismo.
Siempre es de importancia estudiar la función renal de estos pacientes, sobre todo aquellos que presenten ascitis
refractaria al tratamiento médico, lo que debe hacer sospechar la presencia de un síndrome hepatorenal.
Se deben medir valores de creatinina plasmática, urea y electrolitos, y además completar los estudios de bioquímica
sanguínea con glucosa en sangre, GGT, fosfatasas alcalinas, bilirrubina total y directa, calcio, proteínas totales y
albumina, que usualmente se encontraran alterados en los pacientes cirróticos.
Orina completa con sedimento urinario en la que se debe explícitamente solicitar niveles de potasio, sodio, urea y
creatinina en orina.
Pruebas de coagulación: El tiempo de protrombina y % de actividad permiten estimar el compromiso de la función
hepática, siendo el % de actividad en conjunto con el INR factores que influyen directamente en el pronóstico del
paciente.
Observaciones
La enfermedad hepática no siempre causa signos y síntomas perceptibles. Si se presentan signos y síntomas de
enfermedad hepática, estos pueden incluir los siguientes:
- Color amarillento en la piel y los ojos (ictericia)
- Hinchazón y dolor abdominal
- Hinchazón en las piernas y en los tobillos
- Picazón en la piel
- Orina de color oscuro
- Color pálido de las heces
- Fatiga crónica
- Náuseas o vómitos
- Pérdida del apetito
- Tendencia a formar moretones con facilidad
Tratamiento
Aylin Campos Abarzua
Para el manejo del paciente cirrótico hay diferentes objetivos generales hacia los que nos debemos enfocar, los
podemos resumir en los siguientes:
Tratamiento farmacológico
• Tratamiento diurético para ascitis no complicada: Usualmente se utiliza espironolactona o furosemida. Las
dosis iniciales dependerán de las cifras de sodio urinario.
- Sodio urinario > 10 mEq/L : Iniciar tratamiento con 100 mg/día de espironolactona y 40 mg/día de
furosemida.
- Sodio urinario < 10 mEq/L : Iniciar con 100 mg/12 Hrs. (200 mg/día) de espironolactona, manteniendo los
40 mg/día de furosemida.
- Ante la falta de respuesta al tratamiento se deben incrementar las dosis. La dosis de espironolactona se
incrementara de 100 en 100 mg, cada 4 días, hasta alcanzar la dosis máxima de 400 mg/día o 100 mg/6 Hrs.
La dosis de furosemida se incrementara de 40 en 40 mg, hasta la dosis máxima de 160 mg/día o 40 mg/6 Hrs.
- Además se debe evitar el uso de AINES, y en caso de aparecer ginecomastia, se reemplazara la espironolactona
por amilorida.
• Antibioterapia sistémica en peritonitis bacteriana espontanea: Se debe administrar vía endovenosa y por 5
días alguno de los siguientes:
- Ceftriaxona 2 gr/ 24 Hrs
- Cefotaxima 2 gr/ 6 Hrs
- Amoxicilina/ácido clavulánico 1 gr/200 mg cada 6 Hrs
- La administración de aminoglicósidos está contraindicada en peritonitis bacterianas espontaneas
- Se puede administrar en forma conjunta, con el fin de prevenir una disfunción circulatoria, albumina humana
en dosis de 1,5 gr/kg el primer día y 1 gr/kg al tercer día[11].
Consideraciones de enfermería
• Evaluar y anotar las características de la piel
• Evaluar estado mental
• Administrar medicamentos prescritos
• Mantenerse atento a las señales de edema cerebral
• Medir circunferencia abdominal al menos 1 vez al día
Aylin Campos Abarzua
• Mantenerse atento a las señales de acidosis metabólica
Descripción
La enfermedad pulmonar obstructiva (EPOC) se define como la neumopatía que cursa con obstrucción del flujo aéreo
permanente y progresivo, normalmente producida por el tabaco y que no está causada por fibrosis quística, asma,
bronquiectasia, bronquitis obliterante u otros
procesos específicos.
La clasificación se fundamenta en la gravedad de la
limitación del flujo aéreo evaluado por el nivel del
volumen espiratorio máximo en el primer segundo
(FEV1) incompletamente reversible, en relación con
la capacidad vital forzada (FVC) que se expresa en
porcentajes: FEV1/ FVC < 70 %.
Este trastorno puede ser consecuencia de las
siguientes alteraciones:
1. Bronquitis crónica: es una inflamación
persistente de los bronquios, con
producción de grandes cantidades de
secreción mucosa, que cursa con tos y
expectoraciones habituales.
2. Enfisema: corresponde a un aumento
persistente de los espacios aéreos
pulmonares distales a los bronquiolos, debido a una progresiva destrucción de las paredes alveolares.
Fisiopatología
La EPOC se caracteriza por la presencia de un proceso inflamatorio crónico que afecta las vías aéreas, el parénquima
y la circulación pulmonar. Existe un incremento de macrófagos, linfocitos T (predominantemente CD8+) y neutrófilos.
Asimismo, las células inflamatorias activadas liberan mediadores capaces de lesionar las estructuras pulmonares y
poner en marcha el proceso inflamatorio. Además de la inflamación, otros dos procesos intervienen: el desequilibrio
de enzimas proteolíticas y antiproteasas en el pulmón y el estrés oxidativo.
La inflamación pulmonar está provocada por la exposición inhalatoria a partículas y gases nocivos. El humo del tabaco
puede inducir inflamación y lesionar directamente el pulmón. Las alteraciones anatomopatológicas características de
la EPOC pueden encontrarse en las vías aéreas centrales y periféricas, el parénquima y la circulación pulmonar.
En las vías aéreas centrales, las células inflamatorias infiltran el epitelio superficial, se observa agrandamiento de las
glándulas secretoras mucosas e incremento del número de células caliciformes. En las vías aéreas periféricas,
pequeños bronquios y bronquiolos con un diámetro inferior a 2 mm, la inflamación crónica conlleva ciclos repetidos
de lesión y reparación con incremento del contenido de colágeno y la formación de tejido cicatricial, que conducen al
estrechamiento de la luz y a la obstrucción permanente de las vías aéreas.
La destrucción del parénquima pulmonar ocasiona la formación de enfisema centrolobulillar, con dilatación y
destrucción de bronquiolos respiratorios, el desequilibrio entre enzimas proteolíticas y antiproteinasas endógenas
también interviene en este proceso, así como el estrés oxidativo secundario al proceso inflamatorio.
La respuesta inflamatoria
pulmonar ante agentes irritantes
depende de la interacción
multifactorial de elementos
individuales, factores nocivos
ambientales y genéticos. Puede
seguir varios caminos en los que
intervienen diferentes
mecanismos, desde la resolución
del proceso inflamatorio hasta la
evolución a una EPOC, pasando
por bronquitis, enfisema con
repercusión sistémica o
detonación de cáncer pulmonar u
de otro tipo.
EMP: micropartículas endoteliales
PAMP: patrones moleculares asociados a patógenos
DAMP: patrones moleculares activados por daño celular
ROS: radicales libres de oxígeno, estrés oxidativo
Tratamiento
• Consejo antitabaco y tratamiento de deshabituación tabáquica, ya que el tabaco es el principal factor de riesgo.
• Fisioterapia respiratoria y drenaje postural
• Administración de medicamentos:
1. Fluidificantes y expectorantes.
2. Broncodilatadores: betaadrenérgicos (p. ej., salbutamol, terbutalina); anticolinérgicos (p. ej., bromuro de
ipratropio).
3. Corticoides (budesonida, beclometasona).
4. Antibióticos.
• La terapia broncodilatadora suele iniciarse por vía inhalatoria, con aplicación de fármacos en aerosol.
• Puede ser necesaria la aspiración endotraqueal para extraer toda acumulación de las secreciones bronquiales.
• Oxigenoterapia. La administración de O2 es un tratamiento que debe ser monitorizado cuidadosamente
mediante exámenes de gases arteriales. En los individuos con enfermedad pulmonar obstructiva crónica que
retengan CO2 se limita el flujo a 1 l/min o incluso menos. Es importante no superar dicho límite, y nunca se
debe dar un flujo superior a 2 l/min sin prescripción médica.
• BIPAP o intubación en casos graves de agudización.
Descripción
La insuficiencia renal es un trastorno en el cual los riñones no pueden eliminar los productos finales del metabolismo
de la sangre ni regular el equilibrio de líquidos, electrolitos y pH de los líquidos extracelulares. La IR puede presentarse
como un trastorno agudo, cuando es de inicio súbito y a menudo puede revertirse si se detecta pronto y se trata de
forma adecuada, y también puede ser crónica cuando el daño en los riñones es irreparable, se desarrolla lento a través
de varios años.
La IRC, es un problema que afecta de forma significativa tanto al paciente como a su familia y sociedad.
Frecuentemente, se asocia a otras enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión y enfermedad del corazón.
Pruebas diagnosticas
El diagnóstico de ERC se establece basado en la presencia de daño renal y la velocidad de filtración glomerular (VFG),
independiente de la etiología.
Se diagnostica IRC cuando se obtiene una VFG < 60 mL/min/1.73 m2 y/o daño renal, definido por alguno de los
siguientes hallazgos:
a. Alteraciones urinarias (albuminuria, microhematuria)
b. Anormalidades estructurales (imágenes)
c. Enfermedad renal probada histológicamente (biopsia renal positiva)
Estos criterios definen IRC independiente de su causa y deben estar presentes por más de 3 meses. Un valor estimado
de VFG inferior a 60 ml/min/1.73 m2, debe ser confirmado con el resultado de un nuevo examen dentro de un plazo
de un mes. Entre los pacientes con ERC confirmada, la etapa de la enfermedad se basa en la severidad de ésta,
determinada por la VFG. La ERC tiende a ser progresiva y la declinación de la función renal, marcador de dicha
progresión, se asocia directamente a un aumento del riesgo cardiovascular y otras complicaciones.
Tratamiento
No farmacológico
Hipertensos, diabéticos y nefrópatas:
a. En toda persona hipertensa y en toda persona diabética: VFG <60 mL/min. en HTA, DM 2 o ambos:
Aylin Campos Abarzúa
i) Modificar el estilo de vida: eliminar el tabaco, tratar la obesidad, reducir la ingesta de sal y alcohol, practicar ejercicio
aeróbico en forma regular
b. En todo pre-hipertenso usar medidas no farmacológicas.
c. En los pacientes hipertensos, hipertensos + diabetes y en todo nefrópata: Control estricto de la presión arterial con
las siguientes metas:
i) < 140/90 en todo hipertenso
ii) < 130/80 en hipertenso diabético
iii) < 125/75 en todo nefrópata
Farmacológico
a) En todo hipertenso en quien fracasen las medidas no farmacológicas usar fármacos según protocolo GES de
Hipertensión Arterial.
b) En todo diabético hipertenso con VFG ≥ 30 mL/min y en todo nefrópata crónico con VFG ≥ 30 mL/min, de
preferencia utilizar inhibidores de enzima convertidora y/o bloqueadores del receptor de angiotensina (IECA/ARA2)
c) En todo diabético pre-hipertenso con VFG ≥ 30 ml/min tratamiento farmacológico, utilizando de preferencia
IECA/ARA2 como monoterapia o asociados a hidroclorotiazida.
d) En todo diabético con microalbuminuria, incluso en presencia de presión arterial normal, usar IECA/ARA2 como
monoterapia o asociado a hidroclorotiazida
e) En todo paciente nefrópata con VFG <60 mL/min por causas distintas a HTA y diabetes, utilizar IECA y ARA2.
f) Además, en todo diabético:
i) Lograr euglicemia: (HbA1c < 7.0)
ii)Tratar la hiperlipidemia: usar estatinas si el colesterol total es igual o supera los 200 mg/dL y/o el colesterol LDL es
igual o supera los 100 mg/dL
iii) Usar aspirina en dosis de antiagregante plaquetario si además de diabetes hay hipertensión arterial y/o
hiperlipidemia.
Sustitución renal
El tratamiento de sustitución de la función renal se establece de acuerdo a:
a)Reducción de la Tasa de Filtración Glomerular antes especificada,
b) Con IRCT confirmada
c) Acceso a Nivel Secundario de Atención o Centros Especializados y podra realizarse según sea la modalidad:
• Hemodiálisis: utiliza para la depuración y ultrafiltración una membrana, capilar, instalada en circuito extracorpóreo.
• Peritoneodiálisis: utiliza para la depuración y ultrafiltración, la membrana peritoneal
• Trasplante: utiliza un órgano proveniente de un sujeto vivo o cadáver , el que se injerta preferentemente a los vasos
ilíacos. En general, todo menor de 15 años se le indicará preferentemente Peritoneodialísis.
En Chile y de acuerdo al actual modelo organizacional, en los adultos, se ofrece mayoritariamente hemodialisis,
excepto en casos de:
• Agotamiento de capital venoso
• Portador de Virus de Hepatitis B
• Ruralidad extrema: mas de dos horas de traslado hacia un centro de diálisis y/o accidentes geográficos que no
permita un acceso oportuno. Estas tres causas mencionadas constituyen indicación de Peritoneodislisis en adultos.
Consideraciones de enfermería
• El profesional de enfermería se encargará en una primera instancia de educar al paciente con los factores de
riesgo para IRC, para que se evite el progreso de la enfermedad.
• Dentro de los cuidados de enfermería en pacientes con IRC que están con HD es establecer un lenguaje común
entre el profesional y el paciente, que permita tener claro el objetivo del tratamiento y saber con exactitud
que problemas puede resolver el profesional de enfermería.
• Se deben determinar los diagnósticos de enfermería comunes en los sujetos sometidos a hemodiálisis, ya que,
ayuda a los profesionales de enfermería en la atención a los pacientes renales crónicos proporcionando
herramientas para la planificación de la asistencia
• La educación que se ofrece a los pacientes con Enfermedad Renal Crónica facilita su participación activa en
las decisiones sobre su propio cuidado para lograr los resultados deseados. Los objetivos educativos deben
Aylin Campos Abarzúa
ser orientados a las necesidades del paciente, con un plan educativo que dé cuenta del estilo de aprendizaje
del paciente y los posibles obstáculos de su proceso educativo. Al educar continuamente a los pacientes sobre
los temas que son importantes para ellos, el personal de enfermería puede ayudar a mejorar los resultados,
crear actitudes positivas en cuanto a su tratamiento, y ser más independientes. el paciente se somete a
cambios en su vida cotidiana por lo tanto, el conocimiento en HD es de gran relevancia para que el paciente
entienda las complicaciones, restricciones alimentarias y de líquidos, uso de medicamentos, etc.
• Es de gran importancia también educar a la familia de nuestro paciente con IRC, ya que, es considerada parte
esencial en la atención del cuidado y es importante en este proceso para generar prácticas de buenos hábitos
que ayuden al paciente en su estilo de vida, tiene el papel de alentar y disminuir las tensiones que se vayan
presentando a lo largo del proceso de la enfermedad, por esta razón el personal de enfermería debe apoyarse
en la familia para la planificación de cuidados con el fin de generar beneficios al paciente.
Descripción
El infarto agudo de miocardio (IAM) corresponde a un área localizada de necrosis celular de la musculatura cardiaca
consecuente a una isquemia prolongada, producida por la oclusión total de una arteria coronaria. La localización del
infarto depende de la arteria obstruida. Se manifiesta con una crisis de dolor de características equiparables a la angina
de pecho, pero más intenso y prolongado y que no se atenúa con la supresión de los factores desencadenantes (si
existen) ni con la medicación vasodilatadora.
Fisiopatología
Los síndromes coronarios agudos (SCA) son una manifestación de la aterosclerosis. Normalmente se precipitan por la
aparición de una trombosis aguda, inducida por la rotura o la erosión de una placa aterosclerótica, con o sin
vasoconstricción concomitante, que produce una reducción súbita y crítica del flujo sanguíneo.
La rotura de la placa expone sustancias aterógenas que pueden producir un trombo extenso en la arteria relacionada
con el infarto. Una red colateral adecuada que impida la necrosis puede dar lugar a episodios asintomáticos de oclusión
coronaria. Los trombos completamente oclusivos producen, de forma característica, una lesión transparietal de la
pared ventricular en el lecho miocárdico irrigado por la arteria coronaria afectada y suelen elevar el segmento ST en
el ECG.
En el complejo proceso de rotura de una placa, se ha demostrado que la inflamación es un elemento fisiopatológico
clave. En casos esporádicos, los SCA pueden tener una etiología no aterosclerótica, como en la arteritis, el traumatismo,
la disección, la tromboembolia, las anomalías congénitas, la adicción a la cocaína y las complicaciones del cateterismo
cardiaco.
Observaciones
• El dolor suele ser intenso, descrito como una sensación de peso y localizado a cualquier nivel por encima de
la cintura, incluida la mandíbula, pudiendo irradiarse a los brazos, así como a los dedos de cualquiera de las
dos manos. No se modifica por la inspiración o la espiración ni se alivia con el cambio de posición.
• Suele existir una importante sensación aprensiva. Las personas con frecuencia preguntan: «¿Me voy a morir?».
• Es habitual la presencia de sudor frío e intenso, junto con palidez cutánea.
• También es frecuente que la persona tenga náuseas y vómitos.
• La congestión pulmonar se manifiesta en forma de estertores e indica la existencia de fallo cardiaco.
• La ingurgitación yugular que se observa cuan do la persona está en un ángulo de 45° es un signo claro de
insuficiencia cardiaca.
Descripción
La IC es un síndrome complejo que resulta de cualquier anormalidad estructural o funcional que compromete el llene
o la eyección ventricular. Puede resultar de alteraciones del pericardio, del miocardio, de los vasos coronarios, de las
válvulas, de los grandes vasos o de ciertas anormalidades metabólicas. Clínicamente se presenta con síntomas y signos
típicos que resultan de las anormalidades mencionadas.
Sin embargo, entre ellos existe una zona gris o grupo intermedio, comprendido entre las FEVI 41 y 49%, que no
tiene una definición muy clara, pero cuyas características en general están más cerca del grupo ICFEP.
Pruebas complementarias
Observaciones
Síntomas y signos de IC:
El lado derecho del corazón recibe sangre del organismo y la bombea a los pulmones. El fallo en el ventrículo
derecho y por tanto el descenso del gasto cardiaco del mismo, supone un aumento de la presión venosa y por
consiguiente la congestión de los tejidos periféricos.
IC izquierda:
El lado izquierdo del corazón recibe sangre de los pulmones y la bombea a todo el cuerpo. Predomina en muchos
pacientes, especialmente en aquellos con insuficiencia cardiaca aguda. Cuando fracasa el corazón izquierdo, la sangre
continúa bombeándose hacia los pulmones con el vigor habitual del corazón derecho, mientras que el izquierdo no
bombea adecuadamente hacia el exterior de los pulmones a la circulación sistémica, por lo que se produce un aumento
de la presión de llenado pulmonar media al desplazarse los grandes volúmenes de sangre desde la circulación
sistémica hacia la circulación pulmonar. Además el incremento de volumen y presión del ventrículo izquierdo, hace
que este se oponga al vaciado de la aurícula izquierda, incrementándose la presión en ella y de forma retrógada la
presión venosa pulmonar. También se produce un aumento de la presión capilar pulmonar, y cuando sus niveles llegan
por encima de un valor aproximadamente igual a la presión coloidal osmótica del plasma (28mmHg), el líquido
comienza a filtrarse hacia los espacios intersticiales y los alveolos pulmonares, provocando el edema de pulmón.
• Tratamiento no farmacológico
Las medidas terapéuticas no farmacológicas constituyen un pilar básico en el tratamiento de la IC. Los dos
aspectos esenciales son el autocuidado del paciente y la adherencia al tratamiento; en ambos casos la
herramienta básica para conseguirlos la proporciona la educación sanitaria. El autocuidado debe contemplar
los siguientes aspectos:
a) Acciones destinadas a mantener la estabilidad física
b) Evitar comportamientos que pudieran empeorar la enfermedad
c) Favorecer el conocimiento e identificación precoz de síntomas o signos de deterioro o descompensación.
Estas medidas, acompañadas de una dieta hipocalórica y restricción hídrica, son muy útiles; sin embargo, la
necesidad de restringir el consumo de líquidos es más controversial. Aunque es muy recomendada, algunos
solo la indican cuando el paciente está hiponatrémico, pero no existen estudios controlados que evalúen este
aspecto; se recomiendan restricciones de líquidos para pacientes hospitalizados con IC grave desde 800 a
1.000 ml al día, y se controla estrictamente cualquier desequilibrio de electrolitos o de la función renal. En el
paciente ambulatorio, la restricciones son entre 1.200 y 1.500 ml al día, para posteriormente liberar el
consumo de líquidos cuando el paciente haya alcanzado su peso «seco»; de ahí en adelante el control del
consumo de líquidos y diuréticos se hace en dependencia del peso diario, de tal forma que si el paciente
aumenta entre 1,5 y 2 kilogramos de peso en 24 horas, significaría retención de líquidos; en estos casos se ha
instruido previamente al paciente para reiniciar la restricción de líquidos y adicionar nuevamente diuréticos.
Además del control diario del peso corporal, también es necesario un plan de ejercicio físico controlado, cese
del tabaquismo, el alcoholismo y el empleo de una dieta hiposódica. La restricción en el consumo de sodio se
ha considerado un componente fundamental en el tratamiento de la IC, incluso en presencia de un adecuado
tratamiento con diuréticos. Las recomendaciones sobre la restricción en el consumo de sodio son de 3 gramos
de sal al día, y de menos de 2 gramos para pacientes con IC grave refractaria al tratamiento.
Estos y otros muchos efectos inciden de forma muy positiva a nivel de la calidad de vida y el pronóstico de los
pacientes con IC.
• Tratamiento quirúrgico
En dependencia de la causa, los enfermos con grave compromiso de la función ventricular pueden beneficiarse
con diferentes estrategias quirúrgicas, como la cirugía valvular, el implante de marcapasos y desfibriladores
automáticos, reconstrucción del ventrículo izquierdo, revascularización miocárdica y trasplante cardíaco,
entre otras. La revascularización es muy beneficiosa en aquellos que presentan evidencia de isquemia.
Consideraciones de enfermería
El objetivo del tratamiento urgente consiste en mejorar el aporte de oxígeno y reducir la congestión mediante el
control y optimización del equilibrio hidroelectrolítico, manteniendo un buen gasto cardiaco, recuperando y
• Posición de Fowler que va a facilitar la expansión pulmonar, además las piernas colgando por el lateral
de la cama originan estancamiento de sangre y disminución del retorno venoso (precarga) Por esto
mismo se desaconseja el Trendelemburg.
• Control de constantes y monitorización cardiaca
• Aliviar la ansiedad, tranquilizarle explicarle todos los procedimientos que se le realizan.
• Obtención de gasometría basal y posterior control de la saturación de oxígeno para valorar si mejora
el intercambio gaseoso y si hay una alteración ácido-básica.
• Oxigenación mediante mascarilla de oxígeno
• Observar si existen signos de alteración respiratoria: disnea, ortopnea y cianosis.
• Vigilar cambios en el estado psíquico: desorientación, confusión, letargo, nerviosismo y angustia.
• Comprobar alteraciones de la integridad de la piel.
• Vigilar la aparición de edemas.
• Proporcionar cuidados de la piel en pacientes con edemas, tales como lavado, cambios posturales
frecuentes, uso de colchón antiescaras, masajes y movilizaciones activas o pasivas.
Diagnóstico
Se debe sospechar una intoxicación en cualquier paciente con un a afectación multisistémica hasta que se
demuestre lo contrario. Un paciente previamente sano con un cuadro súbito raro que no se explica claramente
con el diagnóstico de una patología específica, con una evolución inesperada.
Cualquier agente químico en dosis suficientes puede alterar la homeostasis corporal y producir signos de
patología. Casi la Totalidad de los pacientes intoxicados consultan en el servicio de urgencias, y la el 95% de la
base del diagnóstico se basa en la anamnesis clínica, tener en co nsideración la importancia de los datos
obtenidos mediante esta, y si el paciente se encuentra comprometido de consciencia la base será la interrogación
a familiares del paciente.
Si no se obtuviese suficiente información, debería investigarse el lugar de residencia habitual y donde ha sido
hallado el paciente, en busca de fármacos, drogas de abuso u otras substancias potencialmente tóxicas. Se debe
tratar de determinar la hora exacta de la ingesta del fármaco, su dosis, composición y vía de entrad a (la cual en
alrededor del 80% tiende a ser oral) así como si no se obtiene información de ello revisar si existe una ficha
clínica que pudiese orientarnos.
Examen Físico
La prioridad al enfrentarse a un paciente intoxicado es realizar el ABC, siempre un paciente intoxicado debe ser
enfrentado como un paciente potencialmente fatal. Luego de esto se debe proceder a la valoración neurológica.
Los datos más relevantes en el paciente intoxicado son:
En los siguientes cuadros se pueden observar los principales toxisindromes relacionados a un toxico en
particular en cada sistema.
SÍNTOMAS DIGESTIVOS POSIBLE ETIOLOGÍA
DOLOR Y ULCERAS EN CAVIDAD BUCOFARÍNGEA Sustancias corrosivas, ácidos, fenoles, peróxido de
hidrogeno.
ICTERICIA (SE MANIFIESTA VARIOS DÍAS POST Paracetamol, tetracloruro de carbono, cloratos,
INTOXICACIÓN) compuestos de Arsénico, setas venenosas.
DOLOR ABDOMINAL Y DIARREA Sustancias irritantes, laxantes, colchicina, bicloruro
de mercurio.
SIALORREA Compuestos Organofosforados y carbamatos,
bromuros y yoduros.
Tratamiento
Tratamiento Inicial frente a una intoxicación:
Entregar medidas de soporte
Entregar medidas de soporte: Se debe permeabilizar la vía aérea si el paciente se encuentra con compromiso de
consciencia (intubar en Glasgow menor o igual a 8, apnea o frecuencia respiratoria fuera del intervalo 10rpm -
35rpm). Se debe entregar oxigenoterapia si el paciente está en un cuadro de hipoxemia, antibioterapia a todo
paciente que se encuentre cursando con una infección y fisioterapia respiratoria para eliminar secreciones. Si
el paciente está en Shock este debe tratarse en suma urgencia administrando volumen, por ultimo considerar
hidratación y medidas antishock para mantener una adecuada diuresis.
Medidas de descontaminación:
Lavado Gástrico: En un paciente Glasgow 14-15 se introduce una sonda nasogástrica gruesa y se procede al
lavado con suero fisiológico 10 a 15 ml/kg, se debe aspirar todo el volumen aplicado. Debido a que no
necesariamente se recuperara todo el contenido en algunos casos se recomienda administrar carbón activado y
observar evolución del paciente, cabe destacar que el lavado gástrico no está exento de complicaciones como la
aspiración y solo es efectivo si ha transcurrido menos de una hora desde la ingesta. El lavado gástrico está
absolutamente contraindicado en pacientes con compromiso de conciencia, sospecha de ingesta de un líquido
corrosivo (ácidos o bases fuertes) o de hidrocarburos.
Carbón Activado: Es un adsorbente que disminuye la cantidad de droga disponible para ser absorbida en el
intestino. Puede usarse luego de un lavado gástrico o como primera opción si la ingesta se produjo varias horas
antes. Se administra una dosis de 1 a 2 gramos/kg disueltos en 100 a 200ml de agua o solución glucosada al 5%,
en algunos casos la beben voluntariamente, si no, se administra por sonda nasogástrica.
Tratamiento frente a tóxicos más frecuentes:
Alcohol Etílico (Etanol)
Etilenglicol
Barbitúricos
1. Descontaminación: Si desde la Ingesta no ha pasado una hora hay que considerar lavado gástrico y la
administración de carbón activado.
2. Antídoto: No existe
3. Medidas para acelerar la eliminación: Hemodiálisis frente a síntomas sugerentes de riesgo vital, en la
intoxicación con fenobarbital hay que alcalinizar la orina con infusión de NaHCO3 IV 1 -2 mEq hasta
alcanzar un pH >7,5 y plasma > 7,5. Líquidos hasta conseguir una diuresis de 150 – 250 ml/h.
4. Tratamiento sintomático: Corregir trastornos asociados, tratar la hipotermia si esta está presente.
Benzodiacepinas
1. Descontaminación: Ingesta de dosis elevada y antes de una hora à Consid erar lavado gástrico, carbón
activado no ha demostrado ser eficaz.
2. Antídoto: En Adultos Flumazelino IV 0,1 a 0,2 mg durante 30 seg y se repite según necesidad cada 1 min
(hasta una dosis máxima de 1 mg).
3. Medidas para acelerar la eliminación: No existen
4. Tratamiento sintomático: Corregir trastornos asociados y tratar hipotermia si esta está presente.
Monóxido de Carbono
Paracetamol
Descripción
La obstrucción intestinal se produce cuando existe un cierre parcial o total de la luz de un segmento intestinal y la
consecuente imposibilidad de progresión de su contenido. La estrangulación, con la consiguiente necrosis, tiene lugar
cuando cesa el aporte sanguíneo a un segmento intestinal. La incapacidad para el tránsito normal del contenido
intestinal por parálisis o espasticidad de las paredes intestinales se denomina íleo.
La obstrucción intestinal puede ser aguda o crónica, mecánica o adinámica y simple o estrangulada, así mismo como
se puede producir en el intestino grueso o delgado.
La obstrucción mecánica (dinámica) cuando existe un obstáculo a paso del contenido intestinal y puede producirse
como consecuencia de una amplia variedad de causas, incluidos los tumores (benignos o malignos, en el interior o
adyacentes al tracto intestinal), adherencias, hernias estranguladas, vólvulos (torsión del intestino sobre sí mismo),
introsuspección (entrada de un segmento del intestino en el interior de otro, suele ser más frecuente durante la
infancia), pólipos, impactación de heces y cuerpos extraños. El tratamiento de este tipo de obstrucción intestinal es
quirúrgico.
El íleo paralítico (adinámico) consiste en una ausencia del peristaltismo intestinal normal y puede dar lugar a
obstrucción, no hay una verdadera interrupción del tránsito intestinal. Puede tener lugar en el postoperatorio, tras
una operación de cirugía abdominal; como complicación de una peritonitis o como consecuencia de una enfermedad
aguda, de lesiones en la médula espinal o de embolismo o trombosis de una de las arterias mesentéricas o de sus ramas.
Este tipo de alteración suele solucionarse con trata miento conservador.
- Repercusiones locorregionales
En la circulación parietointestinal se comprimen los vasos y se produce isquemia y necrosis en estados avanzados. El
peristaltismo intestinal en un inicio está aumentado de manera importante, para luego pasar a una parálisis intestinal,
favorecida por la isquemia con hipoxia parietal. Se produce inversión de la flora bacteriana, predominando los
gramnegativos sobre los grampositivos con aumento de la permeabilidad para las bacterias como para las toxinas. El
incremento de la presión intraabdominal produce disnea, hipoxia, hipercapnia, acidosis y shock, además de dificultad
del retorno venoso por compresión de la cava con encharcamiento del territorio esplácnico.
- Repercusiones generales
Sobre el metabolismo hidromineral se produce una alteración con deshidratación y pérdida al tercer espacio, ocurre
de forma más temprana o intensa cuanto más prolongada es la evolución. En el metabolismo proteico existe déficit
por plasmaféresis, alteraciones de la absorción, hemorragias y falta de ingestión oral. Pueden ocurrir úlceras de estrés
acompañadas de un cuadro de shock, consecuencia de la hipovolemia, sepsis o el estado tóxico que presenta el
paciente.
Observaciones
La sintomatología puede variar, dependiendo de si la obstrucción es parcial o total, dinámica o adinámica; de si tiene
lugar en la parte alta del tracto digestivo, o bien si es una obstrucción de la parte baja, y de si existe un compromiso de
aporte sanguíneo en la región afectada. En general, los síntomas de una obstrucción alta en el tracto digestivo aparecen
de un modo más brusco y son más graves.
Tratamiento
El tratamiento debe iniciarse ya durante la fase diagnóstica si existe alteración del estado general, del estado de
hidratación y/o cardiopulmonar.
- Íleo funcional
Iniciamos un tratamiento conservador mediante:
1. Dieta absoluta.
2. Reposición hidroelectrolítica, guiada por ionograma.
3. Colocación de sonda nasogástrica aspirativa si existe dilatación de asas de delgado o vómitos asociados.
4. Control de diuresis: valorar si precisa sondaje vesical.
5. Antibioterapia empírica:
- Cefalosporina con actividad anaerobicida (cefoxitina, cefotaxima).
- Betalactámicos (amoxicilina-clavulánico, piperacilina-tazobactán).
- Quinolonas (cipro o levofloxacino).
En la mayoría de los cuadros debidos a íleo paralítico y obstrucción por bridas este tratamiento será suficiente. Sin
embargo, en las infecciones graves se recomienda:
- Carbapenemes (imipenem, meropenem, ertapenem).
- Clindamicina o metronidazol + aminoglucósido.
- Clindamicina o metronidazol + cefalosporina de 3.ª generación.
- Clindamicina o metronidazol + fluoroquinolona.
- Íleo mecánico
El íleo mecánico simple se trata al inicio de forma conservadora: con descompresión nasogástrica si aparecen vómitos,
reposo digestivo, rehidratación, analgesia y antibioterapia empírica/terapeútica. En casos de impactación fecal, se
procederá a su eliminación de forma manual o bien con enemas de aceite mineral templado.
Consideraciones de enfermería
• Manténgase una aspiración nasogástrica o intestinal suave intermitente.
• Regístrense de forma exhaustiva las entradas y salidas de líquidos. Recuérdese que los vómitos y el drenaje
que procede del tracto digestivo se consideran dos cosas distintas, por lo que se registran por separado. Puede
indicarse un sondaje vesical y medición de diuresis horaria.
• Se deben realizar cuidados de la piel de la persona, ya que puede estar al mismo tiempo deshidratada y en un
estado de toxemia.
• Se necesita una buena higiene bucal.
• Pocas veces se emplean analgésicos, debido a sus efectos colaterales de estreñimiento y porque enmascaran
los síntomas.
• Manténgase a la persona afectada en una posición de Fowler o de semi-Fowler para mitigar el distrés
respiratorio producido por la distensión.
• Contrólese la infusión parenteral. Adminístrense las soluciones indicadas para corregir las alteraciones
electrolíticas y del equilibrio ácido-básico.
Descripción
La inflamación del páncreas se asocia casi siempre con trastornos en el árbol biliar (litiasis biliar) y también puede ser
consecuencia del alcoholismo crónico, traumatismos durante la intervención quirúrgica de órganos vecinos,
determina das infecciones (p. ej., parotiditis), la ingesta de determinados fármacos (p. ej., analgésicos,
antiinflamatorios, tetraciclinas, tiacidas), el hiperparatiroidismo y la hiperlipidemia. Las alteraciones patológicas del
páncreas pueden evolucionar desde un edema intersticial (pancreatitis edematosa) hasta el desarrollo de hemorragias
y necrosis (pancreatitis necrohemorrágica).
El páncreas es un órgano retroperitoneal con funciones exocrinas y endocrinas, la mayor parte de la glándula tiene
funciones exocrinas, el 80% de las células son acinares y sólo el 2% son células de los islotes de Langerhans. Tiene un
peso de 100 gramos y diariamente produce 500 cc de jugo pancreático compuesto por agua, electrolitos y enzimas
digestivas. El páncreas tiene tres funciones fisiológicas generales:
El páncreas exocrino está formado por lobulillos constituidos por células acinares, que secretan enzimas digestivas
hacia un sistema de conductos microscópicos. Estos conductos drenan en el conducto pancreático principal, que se
extiende de izquierda a derecha a todo lo largo de este órgano. El conducto pancreático principal y el conducto biliar
común se unen para constituir el ámpula hepatopancreática, que drena en el duodeno. El esfínter del conducto
pancreático controla el flujo de las secreciones pancreáticas hacia el duodeno.
El páncreas exocrino produce una gran variedad y cantidad de enzimas, entre ellas un grupo muy importante, las
enzimas proteolíticas (tripsina, quimotripsina). Estas enzimas potentes digieren las proteínas de la comida, pero
Aylin Campos Abarzúa
también son capaces de digerir cualquier componente proteico del propio organismo, y del páncreas mismo. Una vez
activas, se encuentran en el espacio intersticial, desencadenan una autodigestión del tejido pancreático, por otra parte,
activan las otras proenzimas inactivas, generando una reacción en cadena, progresiva. Sin embargo, en condiciones
fisiológicas “normales” no ocurre este fenómeno, dado que el páncreas dispone de múltiples sistemas de
AUTOPROTECCIÓN:
Los 2 tipos de enfermedad pancreática son la pancreatitis aguda y la crónica, y el cáncer del páncreas.
Fisiopatología
La generación de la pancreatitis se divide en 3 fases.
1. La primera corresponde a la activación de las proteasas, con consiguiente daño acinar del páncreas e
inflamación localizada.
2. En la segunda fase producto de la inflamación local se produce migración leucocitaria, la cual potencia
la inflamación local, generando liberación de citoquinas locales. Con la generación de las complicaciones
locales, la necrosis y la autolisis del páncreas, se libera bradikinina y sustancias vasoactivas, las cuales,
junto a las citoquinas producidas por los leucocitos, viajan por la circulación portal estimulando a las
células de Kupffer, potenciando la respuesta inflamatoria.
3. Con lo cual se potencia un proceso orgánico, que trae como repercusión un síndrome de respuesta
inflamatoria sistémica y un distress respiratorio. Estas dos complicaciones traen como consecuencia la
descompensación de patologías de base del paciente.
La pancreatitis aguda también se relaciona con hiperlipidemia, hipercalcemia, infecciones (en particular, virales),
traumatismo abdominal y quirúrgico, y medicamentos como los diuréticos tiazídicos.
Observaciones
Las manifestaciones de la pancreatitis aguda pueden variar desde las leves con disfunción orgánica mínima hasta las
graves y que ponen en riesgo la vida. En general, alrededor del 20% de las personas con pancreatitis aguda tiene una
evolución grave. El dolor abdominal es una manifestación cardinal de la enfermedad; suele ubicarse en el epigastrio o
en la región periumbilical, y puede irradiarse a la espalda, el tórax o los flancos. La exploración física genera hallazgos
variables, que incluyen fiebre, taquicardia, hipotensión, hipersensibilidad intensa a la palpación abdominal, dificultad
respiratoria y distensión abdominal. Entre los marcadores reconocidos de la enfermedad grave se encuentran los
valores de laboratorio que cuantifican la respuesta inflamatoria (p. ej., proteína C reactiva), los sistemas de calificación
que valoran la inflamación o el fallo orgánico y los hallazgos en los estudios de imagen. Los hallazgos clínicos como
sed, gasto urinario deficiente, taquicardia progresiva, taquipnea, hipoxemia, agitación, confusión, incremento del
hematócrito y ausencia de mejoría sintomática en el transcurso de 48 h, son signos de alerta de enfermedad grave
inminente. Entre sus complicaciones se citan la respuesta inflamatoria sistémica, el síndrome de dificultad respiratoria
aguda, la necrosis tubular aguda y el fallo orgánico. Un trastorno importante relacionado con la pancreatitis aguda es
la pérdida de un gran volumen de líquido que escapa hacia los espacios retroperitoneal y peripancreático, así como a
la cavidad abdominal.
Puede haber náuseas, vómitos, postración, sudoración profusa. En ataques graves pueden aparecer síntomas de shock.
El estado físico puede hacer que se requiera tomar las constantes vitales cada 15 o 30 minutos durante la fase aguda.
Ictericia, si existe obstrucción del tracto biliar. Las heces pueden ser de coloración pálida, olor fétido y con un alto
contenido en grasas si ha derivado a insuficiencia pancreática crónica.
Tratamiento
La estrategia terapéutica depende de la gravedad del trastorno. Las personas que presentan dolor persistente o
intenso, vómito, deshidratación o signos de pancreatitis aguda grave inminente requieren hospitalización. Las
medidas
terapéuticas se dirigen al alivio del dolor, a «poner en reposo el páncreas» al diferir la alimentación y la hidratación
orales, y a la recuperación del volumen plasmático perdido. Suele administrarse meperidina y no morfina para
aliviar el
dolor, puesto que genera menos espasmos del esfínter del conducto pancreático.
Se establece succión gástrica para manejar la distensión intestinal y prevenir la estimulación adicional para la
secreción de enzimas pancreáticas. Se administran
líquidos y electrolitos intravenosos para restituir los perdidos a partir de la circulación, y combatir la hipotensión y
el shock. Se infunden soluciones coloides intravenosas para restituir el líquido secuestrado en el abdomen y el
espacio retroperitoneal
• Ayuno: en casos leves, hasta 5 días; mientras que en casos graves debe valorarse la desaparición del dolor abdominal
espontáneo y a la palpación, que la concentración de amilasa sea normal y que no existan signos clínicos de
complicaciones mayores. Actualmente se prefiere utilizar la nutrición por vía enteral que la parenteral. Las dietas
enterales recomendadas son las hiperproteicas con bajo contenido en grasas.
• Fluidoterapia: en los casos graves, la sueroterapia forma parte del tratamiento intensivo para conseguir la
estabilización hemodinámica. En los casos leves, la sueroterapia se utiliza como medida de soporte. La persona debe
recibir líquidos de reintroducción de alimentación oral acalóricos a un ritmo de 100 a 300 ml/4 h durante las primeras
24 horas. Si esta pauta es bien tolerada, el segundo día se introducen nutrientes conservando el mismo volumen, para
introducir los alimentos sólidos dentro de los 4 días siguientes. Las calorías totales iniciales deben ser inferiores a 150
kcal por toma y deben ir aumentándose progresivamente hasta llegar a 500-700 kcal por comida.
• Sonda nasogástrica.
• Tratamiento quirúrgico cuando la pancreatitis aguda es de origen biliar, para tratar alguna de las complicaciones o
la necrosis infectada. Puede ser necesario practicar una colecistectomía.
Consideraciones de enfermería
• Es preciso ocuparse de las responsabilidades de enferme ría que se han subrayado más arriba.
• Proporciónense todas las medidas de comodidad, incluidos los cuidados de la espalda, higiene bucal y cuidados de la
piel (si la persona está ictérica, se puede aliviar el prurito lavándola únicamente con agua y utilizando lociones
emolientes).
• La persona se encontrará más cómoda sentada, con el tórax algo flexionado. Durante la fase aguda es necesario hacer
reposo en cama. Se puede necesitar ayuda para los cambios de posición.
Descripción
El pie diabético corresponde al pie de personas diabéticas, las cuales, por la sola existencia de su diabetes, sufren de
alteraciones que las llevan a presentar riesgo de lesiones y amputaciones.
Las lesiones pueden corresponder a hiperqueratosis, deformidades osteoarticulares y otras, para llegar a ulceraciones
activas tanto de la planta como de los bordes
del pie o dorso de ortejos y uñas, incluyendo
área de apoyo del talón en personas
postradas, asociadas o no a infección,
lesiones óseas y alteraciones cutáneas en
vecindad. Se excluyen de la entidad pie
diabético aquellas lesiones ulceradas
originadas en patología venosa (úlceras
varicosas) y las secundarias a traumas con
lesiones en otras áreas del pie o pierna. Las
personas diabéticas pueden presentar una
lesión ulcerada superficial – tipo escara – o
necrosis franca como complicación de
quemaduras o traumas de diversa magnitud.
Ellas deben ser primariamente manejadas
por los médicos a cuya especialidad
corresponda el trauma en cuestión,
correspondiendo la evaluación como pie
diabético sólo en caso de una evolución
tórpida inhabitual para el tipo específico de
lesión, o bien si existen evidencias de enfermedad isquémica vascular.
Fisiopatología
• Diabetes mellitus tipo 2:
La diabetes tipo 2 se asocia con una falta de adaptación al incremento en la demanda de insulina, además de
pérdida de la masa celular por la glucotoxicidad. Sin embargo, el receptor a insulina presenta alteraciones en
su función. Cuando la insulina se une a su receptor en células del músculo, inicia las vías de señalización
complejas que permiten la translocación del transportador GLUT4 localizado en vesículas hacia la membrana
plasmática para llevar a cabo su función de transportar la glucosa de la sangre al interior de la célula. La
señalización del receptor termina cuando es fosforilado en los residuos de serina/treonina en la región
intracelular para su desensibilización, y finalmente esto permite la internalización del receptor. Los niveles
elevados de azúcar en sangre pueden dañar los vasos sanguíneos que llevan el suministro a los nervios
periféricos, lo que los irrita y daña en el proceso.
• Pie diabético
Los factores de riesgo reconocidos para sufrir lesiones en los pies son:
• La neuropatía diabética, que se define como la presencia de síntomas o signos de disfunción del sistema
nervioso periférico en el paciente diabético, una vez excluidas otras causas. Es una de las complicaciones
microvasculares más frecuentes en la población diabética, aumenta su prevalencia y gravedad conforme se
incrementa el tiempo de evolución de la diabetes, la edad, la hiperglucemia y su duración. Constituye el
factor de riesgo más importante asociado a la presencia de úlceras en los pies. Afecta a fibras nerviosas
sensitivas, motoras y autonómicas del sistema nervioso periférico. De comienzo predominantemente distal
y lento, es asintomática en más del 85% de los casos.
En cuanto a la afectación de las fibras sensitivas, la pérdida o la disminución de la sensibilidad térmica,
algésica, vibratoria y propioceptiva propicia la aparición de lesiones inducidas por una manipulación
inadecuada de los pies, por el uso de calzado inapropiado y por hábitos higiénicos peligrosos. Esta iatrogenia
pasa desapercibida y se mantiene en el tiempo debido a la pérdida del reflejo defensivo doloroso. El primer
síntoma suele ser una úlcera en la mayoría de los casos. Por otro lado, las fibras motoras son las encargadas
de mantener de forma correcta la posición de las articulaciones del pie, lo que permite una distribución
adecuada de las presiones. Cuando estas se alteran, se puede producir una atrofia muscular que induce
deformidad ósea y modifica la biomecánica de la marcha y la redistribución de las presiones. La formación de
callos en los puntos anómalos de presión, junto con un adelgazamiento de la cabeza metatarsiana, incrementa
la presión plantar y, por último, induce el desarrollo de la úlcera. La pérdida de las fibras autonómicas produce
una alteración en la regulación del flujo sanguíneo y una disminución de la sudoración; como consecuencia, la
piel está seca y aparecen fisuras.
Pruebas diagnosticas
• Enfermedad vascular periférica:
Una aproximación inicial debe hacerse comprobando los pulsos de ambas extremidades, la temperatura, hidratación,
estado de piel y anejos, coloración, tono muscular y movilidad de los dedos. Existen una serie de pruebas que podemos
emplear en el diagnóstico:
- Ausencia de pulsos periféricos
La palpación de pulsos periféricos es una buena aproximación al estado vascular del paciente y la ausencia de
pulsos pedios y tibiales posteriores sugieren fuertemente la presencia de enfermedad arterial periférica
(EAP).
• Para realizar esta prueba, se debe colocar el manguito de presión en el tobillo y, con el transductor doppler,
se debe buscar la señal arterial tanto pedia como tibial posterior
• A continuación, se debe aumentar la presión del manguito, al menos 20 mmHg por encima de la presión
arterial sistólica en el brazo, hasta que desaparezca esta señal.
• A medida que se va soltando la presión del manguito, se oirá nuevamente el sonido el cual corresponderá a
la presión sistólica a medir.
• Este procedimiento se debe realizar dos veces tanto para arteria pedia como tibial posterior.
• Se debe entonces medir la presión sistólica en las arterias tibiales posterior y pedia de la pierna afectada
(el valor que usaremos para la medición corresponde a la presión arterial sistólica más alta entre ambas).
• Posteriormente, se obtiene la presión sistólica de la arteria braquial de ambos brazos (utilizando el valor
más alto entre ambas).
• Es así como el ITB corresponde al cociente entre la presión sistólica del tobillo afectado dividido por la
presión sistólica del brazo.
• Un ITB < 0.9 sugiere la existencia de enfermedad arterial, mientras que cifras mayores a 1,3 sugiere arterias
poco compresibles por la presencia de calcificación en ellas.
• En estos casos el diagnóstico de EAP utilizando esta técnica es poco confiable y se debe recurrir a otras
alternativas. Esto ocurre en aproximadamente el 30% de los pacientes diabéticos.
• Esta medida (ITB < 0.9) ha sido relacionada a mayor riesgo de ulceración y peor pronóstico en la evolución
de esta tanto para curación de la ulcera como riesgo de amputación.
• Neuropatía diabética:
En el examen neurológico, vamos a valorar cinco variables en las extremidades de nuestros pacientes diabéticos:
- Test de sensación de presión de contacto con monofilamento
El monofilamento es un instrumento médico
compuesto por un filamento de nylon unido a un
mango que al doblarse aplica una presión
constante de 10 gramos, que actúa
independientemente de la fuerza que el
examinador aplique sobre la zona a evaluar. Es
una prueba de bajo costo y simple que permite
medir la sensibilidad táctil en una zona
determinada. Se utiliza para el diagnóstico
precoz de NPD sensitiva. Se recomienda
siempre realizar esta prueba sumada con una de
las otras opciones tales como Diapasón o prueba
de sensación de temperatura.
Técnica:
1. Explicar al paciente en qué consiste el
procedimiento.
2. Aplicar el monofilamento en el antebrazo del
paciente para que sepa qué esperar.
3. Pedir al paciente que responda “Sí” cuando
sienta que se le está tocando el pie con el
monofilamento (No preguntar: ¿Sintió eso?).
4. Solicitar que cierre los ojos y proceder con el
examen.
5. Aplicar el monofilamento de manera
perpendicular a la piel, presionando hasta que
éste se curve. Mantener uno a dos segundos y retirar.
6. Aplicar en los 4 puntos principales de cada pie: pulpejo del 1er dedo del pie, base del 1er, 3er y 5º metatarso. En
caso de presentar hiperqueratosis en alguno de los puntos principales, utilizar puntos alternativos (señalados en
blanco).
Interpretación:
Normal: paciente responde “Sí” al total de los 8 puntos (4 puntos por pie).
Anormal: paciente responde al menos un “No” del total de 8 puntos (4 puntos por pie)
Interpretación:
Normal: siente la diferencia entre temperatura ambiente y sensación de frío.
Débil o pérdida de sensación: existe dificultad en sentir la diferencia, se demora en contestar.
Observaciones
• Enfermedad vascular periférica
- Claudicación intermitente: debe diferenciarse del dolor producido por el movimiento en la artritis o
compromiso neuromuscular.
- Dolor en reposo: generalmente nocturno.
- Piel fría, atrófica y brillante, que va seguida de una pérdida de vello en el dorso del pie.
- Enlentecimiento en el crecimiento de la uña, engrosándose, y complicándose a menudo con infecciones.
- Atrofia del tejido subcutáneo, que se produce gradualmente, desarrollando ulceración e incluso gangrena.
- Miembro pálido en elevación, con rubor en declive
• Neuropatía diabética
b) Neuropatía motora:
- Denervación de la musculatura de los pies, con debilidad y atrofia de la musculatura intrínseca del pie.
- Modificación en la disposición de los huesos, con deformación de los dedos: en martillo, en gatillo.
- Alteración en la distribución del peso, cambiando la forma y la marcha. Aparece un pie corto, ancho, con
tendencia a la eversión y rotación externa, con desplazamiento y adelgazamiento de la almohadilla adiposa.
Finalmente se aplana el arco longitudinal, dando aspecto de pie zambo, en balancín o péndulo.
c) Neuropatía autónoma:
- Disminución de la sudoración en unas áreas, con aumento paradójico en otras.
- Xerosis local y descamación, con la aparición de fisuración y grietas.
- Gran variabilidad térmica en los pies, con vasodilatación, edema y atrofia. El aumento del flujo sanguíneo
produce aumento en la temperatura y venas prominentes en el dorso del pie en posición supina.
Tratamiento
El objetivo principal del manejo integral del paciente con UPD es la cicatrización de la úlcera, prevenir la recidiva y
evitar la amputación. Los principales focos y componentes esenciales del tratamiento de la UPD son:
1. Tratar los procesos patológicos subyacentes: isquemia grave, control metabólico y manejo de factores de
riesgo tales como hipertensión, dislipidemia y tabaquismo, así como también tratar deficiencias nutricionales
específicas.
2. Garantizar irrigación sanguínea adecuada: se debe evaluar y descartar EAP, realizar examen clínico para su
evaluación y descarte.
3. Manejo local de la úlcera donde se incluye curación avanzada (CA), lo cual implica desbridamiento del tejido
necrótico o esfacelado, limpieza y protección de la piel, disminución de la carga bacteriana en la lesión, manejo de
infección, equilibrio de la humedad (selección del apósito correcto), protección de los bordes epiteliales.
Escala de Wagner
Aspecto
• Eritematoso: Aspecto rosado brillante, frágil, sin pérdida de la integridad cutánea
• Enrojecido: Aspecto rojo, vascularizado y frágil con pérdida de la epidermis
• Amarillo pálido: Tejido de color blanco o amarillo pálido, fácil de recortar, húmedo
• Necrótico grisáceo: Presencia de tejido muerto, de color gris opaco, de consistencia semi-blanda, con
humedad escasa. A veces cuesta recortarlo
• Necrótico negruzco Tejido muerto, de color negro opaco, duro, seco, muy difícil de recortar
Mayor extensión
Para medir la úlcera de pie diabético se puede usar una plantilla cuadriculada de acetato o una regla flexible, las que
deberán limpiarse previamente con alcohol, si no están estériles antes de su uso. La medición se efectúa de borde a
borde de la úlcera en el eje de mayor extensión. Si la extensión es mayor a 10 centímetros se aplicará el máximo
puntaje. En caso de coexistir dos úlceras separadas por más de tres centimetros, se miden independientemente.
Profundidad
En las úlceras cavitadas puede haber compromiso muscular, de tendones u óseo, a veces de difícil acceso, a las que se
les asignará el máximo puntaje. Si la úlcera tiene tejido necrótico o esfacelado, se debe debridar antes de evaluar la
profundidad. Si esto no es posible, se le asignará el máximo puntaje. Para la medición se utiliza un hisopo para toma
de cultivo, colocándolo en el punto más profundo y midiendo hasta el plano perpendicular de la piel
Exudado cantidad
• Ausente: el apósito primario está seco al retirarlo.
• Escaso: el apósito primario está 50% humedecido.
• Moderado: el apósito primario está 100% humedecido.
• Abundante: el apósito primario está totalmente húmedo, traspasando el exudado al apósito secundario en
un 50% a 75%.
• Muy abundante: tanto el apósito primario como el secundario están empapados, llegando a la maceración
de los bordes de la úlcera.
Tejido de granulación
Es tejido conectivo, rojizo, húmedo y frágil que presenta la úlcera en la fase proliferativa de la curación. Al igual que el
anterior, se mide en porcentaje. El mayor puntaje se asigna a la úlcera con < 25% de tejido granulatorio.
La suma de los porcentajes de tejido esfacelado o necrótico y de granulación debe ser el 100% del tejido
Edema
• Ausente: no hay líquido subyacente alrededor de la úlcera. Se mide a través de la presión dactilar.
• Edema +: al presionar con la yema del dedo índice alrededor de la úlcera, la piel se hunde levemente.
• Edema ++: el 50% del pie está edematoso.
• Edema +++: el 100% del pie está edematoso
• Edema ++++: el pie está totalmente edematoso, afectando también la pierna.
Dolor
Piel circundante
La piel cercana a la úlcera puede sufrir alteraciones de la integridad cutánea por efectos mecánicos o relacionados con
el proceso inflamatorio, las que pueden extender la lesión o dejar secuelas.
• Piel sana: Piel indemne
• Piel descamada: Exfoliación de células queratinizadas de tamaño variable, color plateado, blanco o tostado
que indica sequedad de la piel y propensión a grietas y fisuras.
• Piel eritematosa La piel se observa enrojecida, irritada. Si se acompaña de calor local puede ser signo de
infección.
• Piel macerada Se produce al estar en contacto con el medio húmedo. La piel se observa blanca, húmeda, con
epidermis que se elimina espontáneamente.
• Piel gangrenada Piel inflamada, con calor local, enrojecida y a veces de color oscuro (morado o café), frágil
y dolorosa, que puede presentar crépitos a la palpación.
Consideraciones de enfermería
• Educación en torno a:
Aylin Campos Abarzua
- Revisar sus pies todos los días, usando un espejo para las plantas
- Lavar diariamente con agua templada y séquelos con cuidado
- Aplicar crema hidratante, pero no entre los dedos
- Cortar las uñas rectas, nunca más cortas que el dedo
- Usar zapatos cómodos y de piel, adaptados al pie
- Inspeccionar los zapatos por dentro antes de ponerlos
- Evitar el calor y el frío intensos
- No usar sustancias irritantes en los pies (antiverrugas...)
- No caminar descalzo
- Revisión regular por el médico, consultando cualquier herida
Descripción
La mayor parte de las infecciones del tracto urinario
son ascendentes, es decir, provocadas por gérmenes que penetran a través de la uretra, aunque algunas se propagan
por vía sanguínea o linfática. Estas infecciones se presentan con más frecuencia en las mujeres que en los varones,
debido a que la uretra es más corta y está más expuesta a contaminación en las mujeres.
La Infección Urinaria se define como la colonización y multiplicación de microorganismos, habitualmente bacterias
en el aparato urinario, se incluye desde la uretra hasta los riñones y la próstata.
1. Pielonefritis: inflamación del riñón y de la pelvis renal como resultado de la invasión bacteriana.
2. Cistitis: infección bacteriana de la vejiga urinaria.
3. Uretritis: inflamación de la uretra.
4. Prostatitis: inflamación de la próstata.
5. Bacteriuria significativa: el número de unidades formadores de colonia en la orina es > 105; y se expresa
como UFC/ml.
6. Bacteriuria asintomática: la presencia de una bacteriuria significativa sin síntomas urinarios.
• ITU alta:
Pielonefritis aguda
• ITU baja:
Cistitis, uretritis, prostatitis.
Pielonefritis
La pielonefritis es una infección piógena aguda o crónica de uno o ambos riñones (pelvis renal y tejido intersticial del
riñón) que suele producir se por vía ascendente, aunque a veces la llega da de los gérmenes responsables tiene lugar
por vía hematógena. Suele asociarse con infecciones de las vías urinarias bajas (cistitis) y con obstrucción de las vías
urinarias y estasis de la orina, condición favorable para el desarrollo microbiano. Si no se trata, la pielonefritis aguda
- Pielonefritis Aguda
Se destacan microfocos purulentos o supurados, corticales o medulares o en ambas localizaciones, que pueden
extenderse al tejido de la celda renal y desarrollar abscesos perirrenales. En la médula los focos son alargados o
radiados, dirigidos a los vértices de las papilas renales. En autopsias la pielonefritis aguda se observa asociada a
obstrucción de la vía urinaria y a pioemias.
- Pielonefritis Crónica
Es una inflamación predominantemente intersticial con destrucción del tejido renal y signos de organización, con
fibrosis, retracción, deformación pielocalicilar y depresiones corticales irregulares. En un comienzo existe infiltración
celular linfoplasmocitaria, luego se producen glomeruloesclerosis, atrofia de túbulos con material coloideo (cilindros
hialinos) y esclerosis vascular. Se encuentra en aproximadamente 1% de las autopsias.
Fisiopatología
- Factores predisponentes. En la patogenia de las pielonefritis son importantes los factores predisponentes. En
riñones con sistema pielocalicial y vía urinaria normales, las bacterias, uretritis y cistitis no ocasionan inflamación
renal.
1. Reflujo.
Se produce cuando la orina vesical ingresa de nuevo al lumen ureteral, de manera que la válvula vésico-ureteral es
sobrepasada en sentido ascendente. Puede ser de diferente magnitud según el grado de la deformación de la vía
urinaria. Causa del reflujo es la estasia urinaria, que a su vez puede deberse a malformaciones o lesiones obstructivas
adquiridas.
2. Obstrucciones.
Se deben a malformaciones o a lesiones adquiridas, ya sean estas últimas intrínsecas, como litiasis o tumores, o
extrínsecas, como cicatrices, hiperplasia nodular de la próstata o tumores.
3. Factores metabólicos.
Son importantes principalmente en la diabetes mellitus, gota y en el mieloma.
4. Inmunodepresión.
Ocurre en el SIDA y en tratamientos con drogas inmunosupresoras. En estos casos son frecuentes las infecciones por
hongos (cándida, toluropsis glabrata, criptococo, aspergilo, mucor, histoplasma, blastomyces, nocardia, actinomyces).
5. Factores quirúrgicos.
Diversos tipos de intervenciones quirúrgicas de la vía urinaria, riñones y órganos vecinos predisponen a infecciones
urinarias, asimismo la introducción de sondas en la vía urinaria.
Vías de propagación a los riñones. Las vías por las que los agentes infecciosos pueden alcanzar los riñones son:
1) La ascendente, que es la más común y en que tiene gran importancia el reflujo vésico-ureteral.
2) Hematógena, como se da en pioemias.
3) Linfática, desde el intestino y vejiga urinaria.
4) Directa o por continuidad. Esta última es poco frecuente, se da en traumatismos con heridas
penetrantes y en procedimientos quirúrgicos.
Los gérmenes patógenos que participan en la primera infección de la vía urinaria generalmente pertenecen al grupo
coliforme: Escherichia coli, menos frecuentemente se trata de Enterobacter, Klebsiella, Pseudomona, Proteus. En
Aylin Campos Abarzúa
cambio, en las infecciones recurrentes o en las pielonefritis crónicas los más frecuentes son el Proteus, enterococo,
Pseudomona, estáfilococo, colibacilos, y entre los hongos, los del género Candida.
1. Curación con cicatriz. Cuando las cicatrices son grandes pueden comprometer la función renal, favorecer nuevas
infecciones y complicarse de hipertensión arterial o litiasis.
1. Curación con cicatrices de extensión variable. Cuando son muy grandes, se produce el riñón retraído pielonefrítico.
Las cicatrices pueden tener las mismas complicaciones que las de la pielonefritis aguda.
Observaciones
El cuadro clínico es característico. Las pacientes presentan fiebre, calofríos, dolor lumbar en el flanco, con puño
percusión positiva (ángulo costovertebral). Existe dolor cólico abdominal acompañado de náuseas y vómitos, y
frecuentemente asociado a un síndrome urinario bajo con disuria, polaquiruria y nicturia.
En el laboratorio:
• Microhematuria
• Piuria
• Bacteriuria
• Urocultivo positivo (se aceptan como significativas bacteriurias de 100 UFC/ ml de un germen uropatógeno)
• Leucitosis con desviación izquierda
• Prot c elevada
• VHS elevada
• Bacteremia (30%)
Tratamiento
• Reposo en cama en la fase aguda.
• Antibioticoterapia específica, según resultado del antibiograma.
• Ingesta abundante de líquidos si la situación renal lo permite.
• Corrección de la causa de la obstrucción urinaria.
• En la pielonefritis crónica:
1. Mantenimiento de una dosis baja de antibióticos.
2. Control de la hipertensión.
3. Diálisis, si está indicada.
• Si la enfermedad está muy avanzada y existen lesiones irreversibles y extensas puede ser precisa la
extirpación del riñón (nefrectomía).
Consideraciones de enfermería
• Los cuidados de enfermería deben orientarse en el sentido de aliviar los síntomas.
Descripción
La presencia de un trombo, habitualmente compuesto por fibrina, plaquetas y hematíes, y la respuesta inflamatoria
que le acompaña, es lo que se conoce como trombosis venosa o tromboflebitis. Habitualmente el trombo es lisado en
otros menores que se disuelven espontáneamente en el torrente sanguíneo, produciéndose una recanalización y
reendotelización de la vena, con el restablecimiento del flujo en unos 10 días. En el caso de trombos de gran tamaño
se produce una destrucción permanente de las válvulas venosas, con lo que aparecerá el síndrome postrombótico y la
insuficiencia venosa crónica.
Fisiopatología
La fisiopatología de la TVP se resume mediante la tríada de Virchow: estasis sanguínea, daño endotelial e
hipercoagulabilidad. Estas tres circunstancias, aisladas o en asociación, intervienen en el desarrollo de un trombo.
Generales Fármacos
- Edad > 40 años - Anticonceptivos orales
- Inmovilización prolongada: incidencia del 13% - Terapia hormonal sustitutiva
si es > 8 días - Tamoxifeno
- TVP o embolias pulmonares previas - Quimioterapia
- Insuficiencia venosa crónica
- Embarazo, postparto
- Traumatismos
- Obesidad
- Viajes prolongados
Asociados a cirugía Situaciones médicas
- Cirugía ortopédica - Neoplasias
- Cirugía mayor (abdominal, neuroquirúrgica o - IAM
pélvica) - ICC
- Portadores de vía venosa central - Ictus isquémico
- Sd. Nefrótico
- EPOC
- Quemaduras
- Hemoglobinuria paroxística nocturna
Alteraciones congénitas o adquiridas que produzcan hipercoagulabilidad
- Mutaciones en el factor V de Leiden
- Deficiencia congénita de proteína C, proteína S y antitrombina III
- Presencia de anticuerpos antifosfolípido
Pruebas diagnósticas
• Dímero D: Es un producto de la degradación de la fibrina, y se halla en la circulación
sanguínea tras la lisis de la misma. En la TVP, el dímero D, determinado mediante la técnica de
enzimoinmunoanálisis (ELISA), tiene un valor predictivo positivo del 44% y un valor predictivo negativo del
98%. Pacientes con bajo riesgo de TVP según el modelo de Wells, y un resultado negativo del dímero D
determinado por técnicas de ELISA, presentan un valor predictivo negativo suficientemente alto para
descartar la TVP sin necesidad de recurrir a técnicas de imagen. Un dímero D elevado es insuficiente por sí
mismo para el diagnóstico de la tromboembolia venosa, ya que puede estar elevado en pacientes
hospitalizados, sobre todo ancianos, cirugía reciente, neoplasias y durante el segundo y tercer trimestres del
embarazo.
• Ecografía Doppler: Es la prueba de imagen de elección para el diagnóstico de la trombosis venosa. Permite
ver las venas del sistema profundo y la respuesta de éstas a la compresión por la sonda (la falta de
compresibilidad de la vena es el criterio diagnóstico de trombosis). Aporta información sobre el flujo
sanguíneo y sobre otras estructuras de la pierna. En la eco-Doppler convencional, las señales de ultrasonidos
son traducidas a imágenes presentadas en una escala de grises, mientras que en la eco-Doppler color la señal
Doppler obtenida es traducida a imágenes usando una escala de colores.
• Flebografía: Aunque se considera la técnica de referencia para el diagnóstico de la TVP, ha sido desplazada
por la eco-Doppler debido a las reacciones adversas que puede producir (alergia al material de contraste,
necrosis cutánea y, en un 3-15% de los casos, exacerbación del cuadro o una nueva trombosis venosa).
• Venografía magnética nuclear: Presenta niveles de concordancia diagnósticos con la flebografía, con una
sensibilidad del 100% y una especificidad del 96%. No obstante, y debido a su elevado coste, su empleo queda
limitado a los casos en los que no se alcanza el diagnóstico por medio de pruebas no invasivas.
Observaciones
La mayoría de las TVP distales suelen ser asintomáticas. Los principales síntomas y signos son:
• Dolor
• Edema blando y con fóvea al principio del proceso
• Calor local
• Cambios en el color de la piel: cianosis y eritema
• Circulación colateral: dilatación de venas superficiales
• Cordon venoso palpable
• Signo de Homans: presencia de dolor en la parte alta de la pantorrilla al realizar la dorsiflexión del tobillo
con la rodilla flexionada en un ángulo de 30°
Las manifestaciones clínicas, por su baja sensibilidad y especificidad, son de escasa utilidad en el diagnóstico. Éste no
debe ser afirmado ni excluido basándose sólo en la presentación clínica. Sin embargo, una anamnesis detallada
posibilita la identificación de factores de riesgo que, añadidos a determinados hallazgos clínicos, permiten desarrollar
modelos de predicción de presentar TVP.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento en la TVP es prevenir y tratar las posibles complicaciones, como son la extensión del
coágulo, la embolia pulmonar aguda, disminuir el riesgo de trombosis recurrente y de complicaciones tardías como el
síndrome postrombótico y la insuficiencia venosa crónica.
El tratamiento de elección es la anticoagulación, mediante HBPM a dosis terapéutica, el pentasacárido fondaparinux y
la heparina no fraccionada (HNF); seguidos de anticoagulación oral con acecumarol o warfarina durante al menos 3
meses.
• Inicio del tratamiento anticoagulante: Ante un paciente con sospecha de TVP debe iniciarse el tratamiento
con HBPM hasta que el diagnóstico sea excluido por pruebas de imagen. Las HBPM son más eficaces que la
HNF en el tratamiento inicial de la TVP, sobre todo por la reducción de la mortalidad y la disminución del
riesgo de hemorragia. Las características de las HBPM permiten que el tratamiento anticoagulante de la TVP
se inicie de forma ambulatoria. El tratamiento extrahospitalario debe reservarse para pacientes con
estabilidad hemodinámica; bajo riesgo a priori de complicaciones hemorrágicas, ausencia de insuficiencia
renal grave y existencia de una estructura sanitaria que permita la correcta administración de la HBPM,
monitorización de la terapia anticoagulante, así como seguimiento del tratamiento y de las posibles
complicaciones hemorrágicas.
• Mantenimiento del tratamiento anticoagulante: La terapia anticoagulante de mantenimiento ha de
realizarse con anticoagulantes orales (acenocumarol o warfarina). Su administración ha de comenzar en el
primer día del tratamiento, tras la dosis de carga de HBPM o HNF. Dado que los anticoagulantes orales tardan
al menos 72 h en actuar, se debe mantener durante al menos 5 o 6 días el solapamiento entre HNF/HBPM. La
duración del tratamiento ha de ser de al menos 3 meses, en pacientes con factores de riesgo reversibles; de 6
meses en pacientes con TVP idiopática, e indefinida en pacientes con dos o más episodios de trombosis venosa
(TVP recurrente).
• Medias de compresión: Las medias de compresión fuerte (30 mmHg) deben utilizarse de forma sistemática
para prevenir la incidencia del síndrome postrombótico. Han de comenzar a usarse antes del primer mes y
mantenerlas un mínimo de 1 año.
Consideraciones de enfermería
• Movilización y ejercicios de miembros inferiores: la inmovilización aumenta 10 veces el riesgo de TVP. En
pacientes inmovilizados se recomiendan los ejercicios por la disminución de la venostasis
• Hidratación: una deficiente hidratación favorece un aumento de hemoconcentración y, por tanto, la viscosidad
sanguínea.
• Medias de compresión elástica graduada: reducen la dilatación venosa y favorecen el flujo de retorno. El grado
óptimo de presión es de 18 mmHg a nivel del tobillo (grado de recomendación
• Compresión neumática intermitente: dispositivos que comprimen la pierna y/o el muslo a una presión de 35-
40 mmHg durante 10 s/min y favorecen la fibrinólisis. Se deben evitar en pacientes con riesgo de necrosis
cutánea isquémica y con neuropatía periférica.
• Reposo en cama, elevación de la extremidad afectada.
• Promover la deambulación en vez de permanecer parado o sentado por mucho tiempo.
• Control del dolor mediante analgésicos.
• Medir el diámetro del miembro afectado a diario.
• Vigilar pulsos periféricos
• Vigilar temperatura de miembro afectado.
• Vigilar movilidad y sensibilidad de miembro.
• Vigilar el color de la piel del miembro afectado.