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SP005 Anexo Esp
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Índice
Bibliografía
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Políticas sociales
en personas mayores
Objetivos
► La protección social de las personas mayores ha cobrado gran relevancia en los últimos
tiempos debido al envejecimiento poblacional, la longevidad individual, los cambios en la
conformación del mercado laboral y de las familias, lo que implica la necesidad de ajustar las
políticas sociales a esta nueva realidad demográfica y económica.
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► La vulnerabilidad asociada a las personas mayores se relaciona no solo con la edad, sino
también con las trayectorias vitales propias de cada persona, ya que la posición social que se
tiene en esta etapa estará determinada por los comportamientos, decisiones y situación
económica de las etapas anteriores.
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Políticas sociales en personas mayores
La protección social se basa en el concepto de la vulnerabilidad que tienen las personas de caer en
la pobreza, aunque su foco histórico de desarrollo fue el trabajador y su familia, en momentos en
que las sociedades vivían el desarrollo capitalista y la cuestión social, y cuando las personas
mayores constituían una pequeña proporción de la población. Actualmente, las transformaciones
que se han producido en la sociedad han generado nuevos escenarios de exclusión, dentro de los
cuales las personas mayores constituyen un grupo vulnerable. Además, una importante proporción
de esta población pertenece también a otros grupos considerados vulnerables, ya que son personas
que viven en situación de pobreza, presentan discapacidades o son mujeres, entre otras.
Naciones Unidas señala que la pobreza es una amenaza mayor al bienestar de las personas
mayores. El envejecimiento constituye un riesgo de volverse pobre o permanecer en la pobreza, ya
que las personas reducen o suspenden sus ingresos derivados del trabajo debido al retiro o a que
las oportunidades laborales que se presentan son de menores retribuciones. En países sin una
adecuada protección social, los ahorros o activos con los que esta población cuenta no serán
suficientes para garantizar la seguridad económica [3].
Los estudios sobre pobreza en las personas mayores aún son escasos o limitados a ciertos países o
regiones. La incidencia de pobreza en personas de 60 años y más varía de 2 o 3% en países como
Holanda o República Checa a 34% en Australia, 50% en Corea del Sur y 80% en Zambia, aunque los
datos disponibles son de distintos períodos y difícilmente comparables. Lo que sí está claro es que,
en la mayoría de los países, el riesgo de empobrecimiento aumenta con la edad, incluso dentro del
grupo de personas mayores. Así, por ejemplo, en los países de la OCDE, el nivel de pobreza es tres
veces más alto entre personas sobre los 75 años comparados con aquellos entre 66 y 75 [3].
2
En la figura 1 se observa la incidencia de pobreza en personas mayores reportada para distintos
países de América Latina entre los años 2001 y 2003. El gráfico da cuenta de la heterogeneidad
existente también dentro de esta región.
Así, los factores que influyen en la seguridad económica de las personas mayores son el ciclo vital
individual y familiar, la biografía personal, las características del sistema de protección social y las
biografía generacionales [6].
El ciclo vital corresponde a las distintas etapas por las que el ser humano pasa a lo largo de su
vida. De forma individual, las personas mayores están mayoritariamente en la etapa de retiro de la
vida activa, con hijos que ya tienen conformada su propia familia. Este ciclo individual se
correlaciona con el que vive la familia, con hijos en edad productiva que a su vez tienen sus
propios hijos. Esta configuración determina las características de quienes asumen las tareas de
cuidados, la sea de los hijos hacia sus padres mayores o de estos hacia sus nietos. Existe una
interdependencia generacional con una reciprocidad en cuanto a cuidados y solidaridad
económica que se manifiesta en la familia, pero luego también se ve reflejada a nivel social [7].
3
Políticas sociales en personas mayores
De esta forma, las fuentes formales de ingresos para la personas mayores pueden provenir de los
ingresos por pensiones o jubilación (seguridad social) o de mantenerse activos (ingresos por
trabajo). En la figura 2 se observa las fuentes de ingreso de los adultos mayores en distintos
países de América Latina. Se aprecia el importante porcentaje de personas sin ingresos cuyo
sustento lo constituyen las ayudas familiares.
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1.1.2. Personas mayores y género
La mayor parte de las personas mayores son mujeres y esta proporción aumenta a su vez a
mayores edades. Globalmente, las mujeres viven más que los hombres existiendo una razón de
85 hombres por cada 100 mujeres en el grupo de 60 años y más, lo que disminuye a 62 hombres
por cada 100 mujeres en el grupo de 80 años y más [8].
Las mujeres, por lo tanto, tienen un mayor riesgo de enviudar, de vivir solas, o de vivir en
condiciones de discapacidad o dependencia. También son más vulnerables a vivir en la pobreza y
a sufrir discriminación. Por otra parte, las mujeres tienden a construir redes sociales más fuertes
que los hombres, a estar más ligadas a la familia y muchas veces cumplen la función de
cuidadoras de niños o enfermos [8].
Las mujeres mayores tienen más riesgo de empobrecerse que los hombres mayores. Esto se debe
en parte a la estructura que adoptan los países en temas de pensiones, pero también a la menor
participación femenina en el trabajo remunerado en las edades productivas, la mayor presencia
de trabajo independiente o informal y las frecuentes interrupciones de la participación laboral
debido a su dedicación al cuidado de la familia, todo lo cual tiene por consecuencia pensiones
menores que las de los hombres. En muchos países, aún el único ingreso de una mujer mayor es
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Las mujeres mayores enfrentan una doble discriminación por edad y género. Muchas tienen un
bajo nivel educacional debido al poco acceso a la escolarización cuando eran niñas, e incluso en
algunos países se les niega el derecho a propiedad o herencia o se les acusa de brujería [8].
Por lo tanto, las políticas públicas generadas para la protección social de las personas mayores
deben contemplar estar diferencias de género.
Las limitaciones de la funcionalidad aumentan en las personas mayores, existiendo una relación
directa entre edad y dependencia, y aumentando en aquellas personas mayores de 80 años. Debido
a que cada vez hay más personas que superan los 80 años, ciertas patologías se irán haciendo cada
vez más prevalentes, las cuales a su vez producen estados de dependencia de las personas [9].
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Políticas sociales en personas mayores
Este escenario lleva a diseñar políticas públicas de protección social que estén acordes a las
necesidades diferenciales de las personas mayores, como políticas de salud que estimulen y
protejan la funcionalidad y el apoyo a personas con dependencia y a sus cuidadores, políticas que
estén dirigidas a la integración y participación de las personas mayores en distintos ámbitos de la
sociedad y políticas que mejoren el bienestar subjetivo de las personas mayores [11].
En la figura 3 se observa el proceso de pérdida de capacidad funcional, que muestra las etapas por
las que pasa un individuo hasta caer en situación de dependencia. Se observa también que existe
factores sociodemográficos y de estilos de vida que dan cuenta de la aparición de patologías y
deficiencias, y recursos individuales y extra individuales que se relacionan con evitar el paso a la
siguiente etapa, todos estos son aspectos a considerar en la elaboración de políticas públicas para
evitar la dependencia.
El enfoque actual para la protección social en general, y para las personas mayores en particular
corresponde al enfoque de derechos, el cual busca proteger los derechos humanos de todas las
personas sin perder de vista sus especificidades. Siendo las personas mayores un grupo
históricamente excluido y discriminado en las sociedades occidentales, se requiere de la
implementación de mecanismos que permitan que sean tratados en base a la igualdad y respeto
de su dignidad [13].
6
El reconocimiento de las personas mayores como sujetos de derecho, implica un reconocimiento
que evite el menosprecio y una serie de acciones redistributivas y de justifica social que permita a
este grupo transitar por procesos de emancipación y lucha política por la forma de entender a las
personas mayores en la sociedad [13]. De hecho, la terminología “personas mayores” remarca
esta característica de sujetos de derecho alejándose de la concepción de objetos de políticas
asistenciales. Se busca, entonces, promover, proteger y asegurar el pleno goce de los derechos
humanos, desarrollando el respecto a su dignidad en igualdad de condiciones [2].
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los objetivos de la protección social en general
son [14]:
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• Garantizar un bienestar mínimo mediante el acceso a bienes y servicios que protejan de las
contingencias.
• Adoptar estrategias y políticas que promuevan una seguridad económica activa ante los
riesgos.
• Potenciar oportunidades y realización de potenciales personales y sociales para reducir la
pobreza y propiciar el desarrollo sostenible.
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Políticas sociales en personas mayores
Plan de Acción sobre la Salud de las Se insta a los Estados Miembros de la OPS
Personas Mayores, incluido el y a los organismos de cooperación
2009 envejecimiento activo y saludable, internacional a que se centren en mejorar
convocado por la Organización las políticas públicas que afectan la salud de
Panamericana de la Salud. las personas mayores.
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1.4.1. El Consenso de Montevideo
El Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo corresponde a una reunión regional para
América Latina y El Caribe celebrada el año 2013 que buscaba examinar los progresos de la
región después de 20 años de la Conferencia Internacional de El Cairo. En la tabla 2 se observan
los acuerdos de esta reunión en cuanto a protección social y envejecimiento.
Tabla 2. Acuerdos del Consenso de Montevideo sobre protección social y envejecimiento [15].
Formular políticas con perspectiva de género que aseguren un envejecimiento de calidad, tanto para las
1
personas que viven en las ciudades como en el campo y la selva.
Formular y ejecutar políticas, planes, y programas públicos -a todos los niveles político administrativos-
2 para que consideren la evolución de la estructura por edades, en particular el envejecimiento de la
población, y las oportunidades y desafíos asociados a esta evolución en el mediano y largo plazo.
Desarrollar políticas a todo nivel (nacional, federal y local) tendientes a garantizar la calidad de vida, el
desarrollo de las potencialidades y la participación plena de las personas mayores, atendiendo a las
necesidades de estímulos (intelectuales, afectivos y físicos) y contemplando la diferente situación de
3
hombres y mujeres, con especial énfasis a los grupos más susceptibles de discriminación (personas
mayores con discapacidad, carentes de recursos económicos y/o cobertura previsional y personas
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Políticas sociales en personas mayores
Incluir el cuidado en los sistemas de protección social, mediante prestaciones, servicios socio sanitarios
y beneficios económicos que maximicen la autonomía, en particular de las personas mayores, y
14
garanticen los derechos, la dignidad y el bienestar de las familias y las personas mayores, incluyendo el
derecho a una muerte digna y bien atendida, sin ningún tipo de discriminación ni violencia.
Ampliar los sistemas de protección y seguridad social, con perspectiva de género, incorporando a las
15 mujeres que han dedicado sus vidas al trabajo productivo, trabajadoras domésticas, mujeres rurales y
trabajadoras informales.
Los derechos humanos para las personas mayores que están especificados en la Convención se
dividen en [13] [16]:
• Derechos emergentes: son nuevos derechos o que están parcialmente presentes en normas
internacionales. Por ejemplo, el derecho a la vida y la dignidad en la vejez, el derecho a la
independencia y autonomía, y el derecho a los cuidados de largo plazo.
• Derechos vigentes: son derechos ya contemplados en normas internacionales, pero
requieren adaptaciones o ampliaciones. Por ejemplo, el derecho a la igualdad y no
discriminación, el consentimiento informado en salud y la vida sin violencia.
• Derechos extendidos: son aquellos que están dirigidos específicamente a estos grupos que
antes habían estado excluidos, como son el derecho a accesibilidad y movilidad de las
personas o aquellos relacionados con situaciones de riesgo o emergencias humanitarias.
En la figura 4 se esquematizan la triple dimensión de los derechos humanos para las personas
mayores reconocidos en la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de las
Personas Mayores.
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Figura 4. Derechos humanos para las personas mayores [17].
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Las políticas publicas relacionadas con el envejecimiento debe abordar las diversas áreas
relacionadas con la vida de las personas mayores, enfocándose en proteger la salud funcional,
mejorar la integración y participación e incrementar el bienestar subjetivo de esta población. Para
abordar estas problemáticas, los países han creado una institucionalidad acorde que permiten
asumir la rectoría del conjunto de programas y políticas que se llevan a cabo en distintos sectores
de la sociedad, de modo de coordinar acciones y dar un marco integral y multisectorial [19].
11
Políticas sociales en personas mayores
Está centrado en una visión biomédica que pone énfasis en las acciones individuales que realizan
las personas para mantener su condición de salud [10].
El envejecimiento activo, como concepto, fue propuesto por la Organización Mundial de Salud
(OMS) en un intento de ir más allá de lo biomédico y considerar el rol del entorno próximo y no tan
próximo de las personas mayores en la forma de envejecer. Está orientado hacia las
oportunidades en salud, participación y seguridad social y puede ser aplicado a la persona
individual como a la sociedad [10].
Para abordar le envejecimiento activo, es necesario referirse al curso de vida, ya que mantener la
12
De esta forma, algunos de los propósitos de las políticas de envejecimiento activo son [20]:
El envejecimiento activo depende de una variedad de factores que rodean al individuo, su familia y
la sociedad en la que vive. Entender estos factores permite diseñar las políticas públicas para
hacer frente a los desafíos. Obviamente, estos determinantes están presentes en todas las
edades e interactúan entre sí mediante mecanismos aún no bien conocidos. En la figura 6 se
esquematizan los determinantes asociados al envejecimiento activo, y se aprecia que la cultura y
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Gender (género); Culture (cultura); Economic determinants (determinantes económicos); Health and social
services (servicios sociales y sanitarios); Behavioural determinants (determinantes relacionados al
comportamiento); Personal determinants (determinantes personales); Physical enviroment (ambiente
físico); social determinants (determinantes sociales); Active ageing (envejecimiento activo).
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Políticas sociales en personas mayores
Para lo determinantes relacionados con los servicios sociales y de atención de salud, la variedad
de servicios existentes debe integrarse y tomar nuevas perspectivas para apoyar el envejecimiento
activo. El enfoque de curso de vida acá en fundamental, con énfasis en la promoción de salud y
Uno de los servicios específicos que se hacen necesarios en esta población son los cuidados de
largo plazo, los cuales pueden ser ofrecidos de forma informal por familiares o cercanos a la
persona mayor, o por servicios profesionales que ofrecen cuidados domiciliarios, servicios de
rehabilitación y cuidados paliativos. Los servicios de salud mental también pueden estar incluidos
en estos cuidados [20]. Ejemplos de cuidado de largo plazo son los centros de día, los programas
de cuidados domiciliarios y los establecimientos de larga estadía para adultos mayores (ELEAM).
En la tabla 3 se observan ejemplos de políticas y programas relacionados a los cuidados de largo
plazo para personas mayores en distintos países.
Tabla 3. Ejemplos de políticas y programas de cuidados de largo plazo para personas mayores.
Países del cono sur. Elaboración propia adaptado de [19].
14
País Nombre del programa Descripción
En relación al ambiente físico, un ambiente amigable con las personas mayores puede hacer una
gran diferencia. La iluminación de las calles, el estado de las veredas o la disponibilidad de
bancas para sentarse puede determinar que las personas mayores salgan fuera de su hogar, así
como también la disponibilidad de servicios de transporte. Por otra parte, una vivienda adecuada
y segura cercana a las familias, servicios y medios de transporte previene el aislamiento. Otros
factores importantes son mecanismos que adapten los ambientes para evitar las caídas que son
una principal fuente de injurias en esta población, y asegurar el acceso a agua limpia, aire limpio y
comida segura [20].
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Políticas sociales en personas mayores
Finalmente, los determinantes sociales se refieren a factores como el apoyo social, las
oportunidades de educación y aprendizaje, la paz y la protección de la violencia y el abuso. Las
políticas y programas para evitar el aislamiento social con acceso a espacios de recreación y
esparcimiento social buscan enfrentar estos factores [20]. Un ejemplo es el programa de turismo
social para el adulto mayor en Chile o programas para fortalecer la participación social y la
formación de liderazgos.
Uno de los elementos clave del sistema de protección social para las personas mayores son las
pensiones. Quienes participaron de la contribución al sistema de pensiones en su etapa
productiva comenzarán a utilizarlo en esta etapa del ciclo vital, en cambio, quienes no cuentan
con esta protección se irán haciendo dependientes económicamente. Entonces, el objetivo de un
buen sistema de protección social será, por un lado, garantizar mínimos sociales que permitan a
las personas mayores llevar una vida digna, y al mismo tiempo, garantizar la sustitución de
ingresos ante la contingencia “vejez”, con una buena cobertura, sostenibilidad y suficiencia [21].
Las pensiones son la forma de protección social más extendida en el mundo, ya que un 77,5% de
la población con edad por encima de la edad de jubilación cuentan con algún tipo de pensión de
vejez, aunque aún existen diferencias relevantes entre regiones, entre zonas urbanas y rurales y
entre hombres y mujeres. A nivel mundial, el gasto medio en pensiones corresponde al 7% del
Producto Interno Bruto (PIB) de los países [22].
Las formas en que se establecen los sistemas de pensiones son variadas y en permanente
discusión, existiendo distintas configuraciones desde los regímenes asistencialistas hasta
regímenes universales. La figura 7 esquematiza los objetivos de las pensiones desde el punto de
16
vista individual y colectivo para todos estos tipos de arreglos institucionales. Desde la perspectiva
del individuo, las pensiones funcionan como un seguro para la vejez, permitiendo mantener
ingresos para el consumo de bienes y servicios que cubran las necesidades particulares; desde el
punto de vista social, las pensiones permiten evitar la pobreza y generar redistribución de ingresos
en la sociedad.
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Políticas sociales en personas mayores
reparto el estado garantiza una renta mensual a los pensionados que se financia con las
contribuciones de los trabajadores activos. En cambio, en los sistema de ahorro y capitalización
las personas acumulan un capital en forma individual a través del pago de la cotización y
sumando las ganancias obtenidas por la rentabilidad financiera, capital con el cual se financiará
su pensión futura. Este ahorro individual puede ser obligatorio o voluntario [23]. Entre estos dos
tipos de sistema van a existir también sistemas mixtos con distintas combinaciones.
Los países han desarrollado distintos modelos de pensiones que combinan las formas de
contribución, ahorro y gestión financiera, pudiendo a su vez ser administrados por el Estado o por
organismos privados [23]:
• El modelo de pensión universal asume las pensiones como un derecho social para todos,
por lo que es un sistema no contributivo que se financia mediante impuesto generales y
administrado por el Estado. Requiere de un sistema de impuestos alto y adecuado.
• El modelo de reparto público es aquel que usa las contribuciones de los trabajadores
actuales, a veces también contribuciones de empleadores y del Estado, para financiar
En la tabla 4 se muestran los distintos modelos de sistemas de pensiones con sus componentes y
riesgos. Se observa que los modelos de pensión universal y reparto público tienen un riesgo alto
en relación al envejecimiento poblacional, en cambio el sistema de capitalización individual tiene
un bajo riesgo en este aspecto. Sin embargo, la capitalización individual tiene una baja cobertura
y baja suficiencia de ingresos, por lo que no cumple con dos de los principales elementos de un
sistema de seguridad social. En cuanto al sistema multipilar, como combina distintos tipos de
financiamiento y distribución, la cobertura y suficiencia es media y el riesgo demográfico y de alza
de impuestos también es medio.
18
Tabla 4. Modelos de sistemas de pensiones [23].
No contributivo
Reparto
Ahorro y
capitalización
Beneficios
definidos
Contribuciones
definidas
Administración
pública
Administración
privada
(regulada)
Cobertura
Alta cobertura Alta cobertura Media cobertura Baja cobertura Media cobertura
adecuada
Suficiencia Suficiencia alta Suficiencia media Suficiencia media Suficiencia baja Suficiencia media
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Sostenibilidad Riesgo alto alza Riesgo alto alza Riesgo medio alza Riesgo bajo alza Riesgo medio alza
financiera impuestos cotizaciones cotizaciones impuestos cotizaciones
Cambio
Riesgo alto Riesgo alto Riesgo medio Riesgo bajo Riesgo medio
estructura
demográfico demográfico demográfico demográfico demográfico
demográfica
Las reformas a los sistemas de pensiones de los países se dan en un contexto mundial donde, en
primer lugar, se revaloriza el objetivo de esta forma de seguridad social, en el sentido de la
protección de la vulnerabilidad de las personas mayores, por lo que necesariamente la cobertura
es importante; en segundo lugar, ante la necesidad de enfrentar los cambios demográficos de la
sociedad y la consiguiente sostenibilidad financiera requerida; y finalmente debido a la mayor
conciencia de los riesgos a los que se enfrentan los distintos modelos [24].
Es así como, aunque en algún momento los sistemas de capitalización individual fueron
prometedores, el no cumplimiento de las expectativas debido a la informalidad laboral o al aumento
de los trabajadores por cuenta propia, las crisis financieras y otros factores hicieron que muchos
países revirtieran reformas que iban en esta línea, a lo que se sumó la propuesta de los pisos de
protección social establecidos por la OIT. Con respecto al envejecimiento poblacional y la longevidad,
ya es claro que existen tres formas de enfrentar el tema de las pensiones en este contexto de
cambio demográfico: aumentando las cotizaciones, reduciendo las prestaciones o retrasando la
edad de jubilación, de las cuales las dos primeras trasladan el problema a las generaciones futuras,
lo que significa que generar políticas de incentivo para la jubilación tardía y para mantener el
mercado del trabajo de personas de más edad es fundamental para los próximos períodos [24].
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Políticas sociales en personas mayores
Los regímenes de pensiones dividen sus componentes en los llamados pilares. El pilar cero
corresponde a transferencias monetarias universales o focalizada destinadas a aliviar la pobreza.
Su importancia ha venido aumentando en las últimas décadas con pocas modificaciones de sus
características. El primer pilar corresponde al pilar público obligatorio de reparto y con
prestaciones definidas, el cual sí ha venido sufriendo modificaciones para alcanzar sostenibilidad,
en especial instalando el modelo de cotizaciones nocionales definidas, que siendo cuentas
virtuales individuales permiten que los trabajadores sepan cuánto será su jubilación a futuro y
puedan complementarlas con ahorro voluntario, aunque se mantiene siendo un régimen de
reparto. El segundo pilar es la cotización obligatoria de capitalización individual, implementado
por primera vez en Chile en 1981, aunque los demás países le han introducido modificaciones
para salvaguardar las problemáticas que ha presentado, como los altos costos administrativos y
de comercialización o fallas de mercado. En cuanto al tercer pilar, este corresponde a la
capitalización individual voluntaria, los que requieren de la motivación de los trabajadores para el
ahorro, y que algunos países han incentivado con contribuciones ex ante, es decir, aportes previos
a la edad de jubilación para que sean ahorrados en estas cuentas [24].
Si bien las reformas que se han estado implementando contribuyen a reducir la pobreza y facilitar
el consumo, aún son insuficientes para lograr cobertura, sostenibilidad y solidez del sistema. Los
sistemas bismarkianos con cotización obligatoria son en la práctica un impuesto al trabajo formal
La mayor esperanza de vida y la longevidad de cada individuo requiere considerar que estos años
adicionales sean vividos con un buen estado de salud. Si bien el envejecimiento no es sinónimo
de enfermedad, en la actualidad el envejecimiento saludable no se observa tan frecuentemente
como se esperaría. El consumo de servicios sanitarios de una persona de 65 y más años resulta
varias veces superior al del resto de la población y se ha estimado que el 31,3% de las
enfermedades están directamente vinculadas al envejecimiento [25].
Los adultos mayores tienden a presentar más enfermedades crónicas y multimorbilidad, lo que
aumenta la demanda por atención sanitaria y los costos. Un importante porcentaje presenta
distintos grados de dependencia, junto con mayores grados de fragilidad y prevalencia de
demencia, lo que presiona a los sistemas sanitarios a instalar sistemas de cuidados a largo plazo.
Se ha calculado que la esperanza de vida en buena salud solo corresponde al 50% del total
esperanza de vida, aunque esta sería mayor en países desarrollados [26]. En la figura 8 se
observa la esperanza de vida a los 65 años en España.
20
Figura 8. Esperanza de vida a los 65 años. España 2018 [26].
La protección de salud para las personas mayores está imbricada con la protección económica y
las políticas desarrolladas para el envejecimiento activo. También se debe tener en cuenta que
tener personas mayores saludables requiere de intervenciones pensadas en todo el curso de vida.
Comprendiendo esto, existen políticas públicas de protección de salud que son más específicas,
aunque no exclusivas, para esta población, como son el enfrentamiento de la pérdida de
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Los cuidados de larga estadía han sido definidos por la OMS como aquellas actividades llevadas a
cabo por cuidadores informales o profesionales para que las personas con pérdida permanente e
importante de su capacidad intrínseca puedan mantener la mejor calidad de vida posible. La OMS
incluye en su definición consideraciones a las preferencias individuales, la mantención del máximo
posible de independencia, autonomía, participación, realización personal y dignidad humana [26].
En el mundo, 200 millones de personas mayores requerían cuidados de largo plazo el 2015 y se
prevé que este número aumentará a 300 millones para el 2030 [26].
A pesar de los cambios sociales, actualmente siguen siendo las familias, y en especial las mujeres
dentro de esas familias, las que asumen los cuidados de las personas mayores, lo constituye un
tema relevante para discutir en cuanto a equidad de género y justicia social y en el que aún se
requieren una mayor promoción del compromiso público y comunitario. La organización social de
los cuidados de las personas mayores favorece tanto al que es cuidado como a la persona que
cuida y el concepto de democratización de los cuidados se comienza a asumir tanto dentro de los
ámbitos académicos como políticos [27].
Democratizar el cuidado según la propuesta de Ezquerra y Mancilla (2018) requiere del esfuerzo y
avance paralelo en los siguientes ejes [27]:
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Políticas sociales en personas mayores
• Repartir los cuidados entre hombres y mujeres para eliminar la división sexual de trabajo.
• Tener en cuenta los derechos y las demandas de las personas receptoras de los cuidados.
Con respecto a la forma en que el Estado se hace cargo de las personas en situación de
dependencia, se pueden distinguir cuatro lógicas relacionadas con diferencias culturales y
políticas de los Estados de Bienestar: una lógica burocrática en la que los cuidados de centran en
servicios públicos como proveedores de cuidados; una lógica profesional donde la estructura de
cuidados se centra en personas que se han profesionalizado para ejercer este rol; una lógica de
mercado donde existen empresas proveedores y clientes; y una lógica familiar donde los cuidados
radican en las relaciones familiares y en especial en las mujeres de las familias. Esta última lógica
es la más relevante en América Latina, lo que sumado a la ausencia de políticas públicas de
cuidado ha impactado en la desigualdad social y de género luego de una mayor incorporación de
las mujeres al trabajo remunerado. [28].
Complementando lo anterior, el rol del Estado en las políticas de cuidados puede ser asumido
como un rol subsidiario, en el que el Estado atiende las demandas de un grupo específico, por
ejemplo, de mujeres trabajadoras, subsidiando servicios de cuidado o redes comunitarias. En este
tipo de visión, el rol de los cuidados se sigue asumiendo como de responsabilidad de las
familiares mujeres. Otra forma de concebir el rol del Estado sería como garante de derechos,
Desde el punto de vista de las estrategias, las políticas de cuidado pueden ser clasificadas en tres
tipos [29]:
• Políticas secuenciales: las que alternan tiempo de vida familiar y laboral reduciendo los
choques entre ambas actividades. Por ejemplo, aquellas políticas que protegen seguridad
de ingresos en los tiempos destinados al cuidado, como son las licencias por maternidad.
• Políticas derivativas: que des-familiarizan las tareas de cuidado al mercado o servicios
públicos. Por ejemplo, contratación de cuidadores profesionales o políticas de cuidados a
domicilio.
• Políticas de reorganización de roles: que promueven cambios culturales entre mujeres y
hombres y transformaciones del mercado laboral.
La necesidad de cuidados de largo plazo de las personas mayores se relaciona con un varios
elementos y no solo con el aumento de los niveles de dependencia. Es fundamental también
considerar los cambios sociales y familiares que se han producido en la sociedad, el aumento del
empleo femenino y las mayores exigencias de cuidado. La figura 9 esquematiza estos factores
relacionados a los cuidados de larga duración para personas mayores.
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Figura 9. Factores asociados a la necesidad de cuidados de larga duración [26].
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Existen varias formas de abordar los cuidados de las personas mayores dependientes en el contexto
del desarrollo de políticas públicas y con distribución de las responsabilidades entre Estado,
mercado y familia diferenciales. El establecimientos de seguros estatales para cubrir riesgos
financieros ante necesidades de cuidados, sistemas estatales de protección y atención de personas
en situación de dependencia o establecimiento de redes público privadas para la atención de esta
población son ejemplos establecidos en países como Japón, Alemania o España [30].
En general, los servicios que se proponen tienden a incentivar la mantención de la persona mayor
en su hogar, ya sea a través de aportes económicos para cuidados a domicilio, asistencia a
centros de cuidados diurnos o nocturnos, cuidados a domicilio o servicios de tele asistencia.
Por otra parte, también se ha establecido la importancia que tiene el cuidado del cuidador, esto
es, de la persona generalmente familiar que asume el cuidado informal de la persona mayor
dependiente. El apoyo a cuidadores principales comienza con el propio apoyo a la persona
dependiente alivianando la carga del cuidado, como programas de alimentación a domicilio o los
centros diurnos o de estancias temporales, pero también programas de formación, asistencias
monetarias, grupos de apoyo o vacaciones para el cuidador.
23
Figura 10. Intervenciones en el cuidado de personas mayores [31].
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Políticas sociales en personas mayores
4.1.2. Establecimientos de larga estadía
Los cuidados formales de larga duración, aún en países europeos con una historia más larga de
protección social para las personas mayores, siguen siendo caros y asumidos mayormente por la
persona o su familia. Cuando las necesidades de atención de complejizan más allá de lo que las
familias o los cuidados domiciliarios pueden asumir, las personas se trasladan residencias
especializadas en estos cuidados, llamadas habitualmente residencias para personas mayores.
Existen factores identificados como de mayor riesgo para que las personas mayores deban
trasladarse a residencias de larga estadía, la mayoría de ellos relacionados con la propia persona,
como son la disminución del estado funcional o cognitivo, la edad avanzada, y las alteraciones
neuro - psiquiátricas o de la conducta. Como factores externos se mencionan la falta de apoyo en
la asistencia a las necesidades de la vida diaria o la capacidad del cuidador para seguir ofreciendo
los cuidados necesarios [26].
La demencia es una de los factores que mayormente dificultan la permanencia de las personas en
sus domicilios. Los estudios han identificado que la institucionalización aumenta 20% después del
primer año del diagnóstico de la demencia y 50% después de 5 años.
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Otros factores relacionados a la institucionalización son la edad más avanzada de las personas, el
nivel educativo más alto del cuidador, el mayor uso de servicios de salud y la mayor carga del
cuidador.
Figura 11. Distribución de personas mayores que viven en residencias en España 2011 -2019 [26].
Se distinguen dos modelos de atención en las residencias para personas mayores. El modelo
tradicional tiene una carácter más bien hospitalario, con una visión biomédica de la atención y
organizado mediante protocolización de las tareas asistenciales. Este modelo restringe la libertad
de las personas, viéndolas como sujetos pasivos de la atención. En cambio, los modelos de
atención llamados “centrados en la persona” que están en pleno desarrollo, toman en cuenta las
25
Políticas sociales en personas mayores
necesidades de las propias personas mayores ampliándose a una mayor integralidad. Ejemplo de
estos modelos es el modelo housing que busca desarrollar una serie de servicios con la persona
manteniéndose en su hogar o, una vez requerido, que el lugar donde se vive sea lo más parecido
al hogar [26].
Finalmente, una preocupación importante a la hora de pensar en la calidad de los cuidados, son
los propios profesionales que brindan este cuidado en las residencias. Son varios los factores que
influyen en su desempeño, los que tienen que ver con temas de satisfacción personal y con
disminución del estrés laboral. En la figura 12 se esquematizan estos factores, dando importancia
al empoderamiento, las condiciones de trabajo y la formación, entre otros.
Figura 12. Factores relacionados con los profesionales que influyen en la calidad de los cuidados [26].
La atención de salud de las personas mayores, si bien normalmente se realiza bajo procesos y
actividades comunes con el resto de las etapas del ciclo vital, requiere de consideraciones y
adaptaciones para responder a las necesidades especificas de esta población. Existen diversos
modelos que pueden actuar como marco para diseñar programas y políticas para las personas
mayores, como son el modelo de valoración geriátrica integral, el modelo de longevidad y el
modelo integral centrado en la persona o modelo sociosanitario [10].
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Una de las estrategias actuales utilizadas por los sistemas de salud para ofrecer atención a las
personas mayores es el manejo de la cronicidad en el contexto de multimorbilidad, la cual
estratifica a la persona en relación a la cantidad de patologías crónicas que tenga en diversos
niveles de riesgo para realizar una atención integrada y adaptada a las necesidades. Por otra
parte, existen diversos programas de salud que se desarrollan para personas mayores en los
establecimientos de atención como, por ejemplo, programas de vacunación especiales,
programas de salud bucal, programas de alimentación complementaria, programas de atención
domiciliaria para personas dependientes, ayudas técnicas, entre otras [10].
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Políticas sociales en personas mayores
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