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Tipos de violencia

La violencia puede estar presente en cualquier ámbito; sea en el doméstico o en el público, el


lugar de trabajo, la calle, el transporte público, el colegio, etc. Ante esto, todos tenemos la
responsabilidad de romper el silencio y denunciar. Para ello es importante que aprendas a
diferenciar los distintos tipos de violencia que existen para poder identificarlos.
• Física: son todas las agresiones que atentan contra el cuerpo de una persona, ya sea a
través de golpes, lanzamiento de objetos, encierro, sacudidas o estrujones, entre otras
conductas que puedan ocasionar daños físicos.
• Psicológica o emocional: es toda acción u omisión destinada a degradar o controlar las
acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas por medio de
intimidación, manipulación, amenaza, humillación, aislamiento, o cualquier conducta
que implique un perjuicio en la salud psicológica. Este tipo de violencia es de las más
comunes y naturalizadas de la sociedad, por lo que es necesario aprender a reconocerla
y denunciar.
• Sexual: en ella se incluyen todas las relaciones o actos sexuales, físicos o verbales, no
deseados ni aceptados por la otra persona. La violencia sexual puede presentarse
hacia hombres o mujeres utilizando la fuerza o la coacción física, psicológica o cualquier
otro mecanismo que anule o limite la voluntad personal.
• Económica: ocurre cuando se utiliza el dinero como un factor para dominar o establecer
relaciones de poder perjudiciales. Este tipo de violencia se puede manifestar cuando a
la persona se le quita el dinero que gana, se le impide gastarlo en beneficio suyo o de su
familia, o se le niega el dinero para controlar su independencia. Todas estas formas de
violencia son consideradas delito y son sancionadas por la ley.
• De género: son los actos violentos contra una persona debido a su sexo o preferencia
sexual. En muchos casos, son actos que se ejercen contra las mujeres y están
relacionados con el control que algunos hombres creen tener sobre ellas, generalmente,
aprovechándose de condiciones de indefensión, desigualdad y poder. También puede
ocurrir contra hombres que se salen del rol masculino culturalmente aceptado, por
ejemplo, en casos de violencia homofóbica o por conductas consideradas ‘femeninas’,
como llorar o expresar sus sentimientos.
• Violencia intrafamiliar: hace referencia a cualquier forma de abuso (físico, económico,
psicológico o sexual), que tiene lugar en la relación entre los miembros de una familia.
Implica un desequilibrio de poder, y es ejercido desde el más fuerte hacia el más débil
con el fin último de ejercer control sobre la relación. Según las definiciones brindadas,
la violencia no es un fenómeno individual, puesto que se necesitan más de dos personas
para que se lleve a cabo. Con esto, se hace referencia a que a veces en la familia la
interacción violenta se ejecuta entre dos personas; por ejemplo, el esposo y la esposa.
Sin embargo, están implicados otros miembros, los hijos que, si bien no reciben violencia
física o verbal, la ven y la viven

• Violencia autoinfligida: es una de las clases de violencia más estigmatizadas que existen,
ya que en ellas es la propia persona la que se daña a sí misma, algo que es muy difícil de
comprender desde el punto de vista del resto de la gente. En la violencia autoinfligida la
persona se puede realizar cortes en brazos o piernas, se puede humillar públicamente,
se puede golpear la cabeza contra superficies duras de manera repetida, etc.
Es frecuente que las personas que llevan a cabo este tipo de violencia estén pasando
por situaciones altamente estresantes, presenten un trastorno de personalidad (muchas
veces, el Trastorno Límite de la Personalidad) o ambas. También es posible que la
violencia autoinfligida termine desembocando en un suicidio o, mejor dicho, que sea
uno de los síntomas de una dinámica comportamental, cognitiva y emocional que
desemboca en el suicidio. Las heridas que alguien se ha infligido anteriormente no son
en sí mismas la causa de que decida quitarse la vida.
El eterno debate es que hay muchas cosas cuestionables acerca del concepto de
violencia autoinfligida, ya que poner todo el énfasis de la violencia sobre el individuo
puede no ser lo más indicado si su conducta es la consecuencia de la violencia que otros
ejercen contra ella. Es por eso que, cuando hablamos de violencia autoinfligida,
debemos tener en cuenta que detrás de ella pueden existir otros agentes que
desconocemos y que son la causa de este tipo de violencia.

Cómo reconocer que un niño o niña sufre violencia intrafamiliar

Es nuestra responsabilidad como adultos prevenir, reconocer y reaccionar con responsabilidad


ante el maltrato infantil. La palabra «detectar» significa reconocer o identificar la existencia de
una posible situación de maltrato intrafamiliar.

Para realizar el diagnóstico en violencia intrafamiliar es necesario considerar quién es la persona


que pide ayuda, si se trata de un adulto, un adolescente o un(a) niño(a) y si se trata de una
situación explicita o encubierta.

• Fase 1: Se acumula la tensión en las interacciones. Ejemplo: Cambios de ánimo,


reacciona con enojo, insultos y gritos ante cualquier problema o dificultad cotidiana,
culpabilizando a su pareja, como resultado el agresor se siente con derecho a ejercer
más violencia.
• Fase 2: La tensión alcanza su punto máximo. Ejemplo: Descarga de su enojo a través de
golpes y humillaciones a su pareja con subordinación de la víctima.
• Fase 3: Aparecen las conductas de arrepentimiento y afecto. Ejemplo: Se arrepiente, se
disculpa, promete cambiar, la victima confía y perdona y resulta en reconciliación de la
pareja, mientras se prepara un nuevo episodio de violencia.

«Estas tres fases son parte de un ciclo, que se retroalimenta en cada una de ellas, sin principio
ni fin y se necesitará contar con la presencia de un agente externo que rompa con esta
circularidad, por ejemplo: amigo, familiar, profesional, etc.»

Señales:

• Lesiones Inexplicables.– Las caídas y golpes son usuales en las actividades diarias de
niños y niñas. Sin embargo, es importante aprender a reconocer aquellas lesiones que
no tienen alguna explicación, el temor ocasionado en el infante puede ser identificado
con su silencio o una explicación que no coincide.

• Miedo, temor a terceras personas.- Una vez que el acto violento se llevó a cabo, niñas
y niños trataran de evitar a personas que tengan rasgos similares a los de su agresor,
por ese motivo se vuelve importante analizar su comportamiento temeroso frente a una
tercera persona.

• Hostilidad y enojo.- Muchos niños y niñas en su intento de defenderse de actos de


violencia generan una respuesta agresiva, esta es expresada con miembros de su círculo
cercano como padres, hermanos o amigos de la escuela.

La situación es más grave cuando existe un ambiente de violencia familiar, donde miembros de
la familia tienen algún problema de convivencia ya sea por circunstancias particulares o casos
que involucren el consumo de alguna sustancia psicotrópica.

• Aislamiento social y depresión. – El sentimiento de tristeza, miedo, odio y vergüenza


pueden crear un estado de aislamiento, esto con el objetivo de no repetir alguna
situación que desequilibre su estado emocional, quizás esta es la razón por la que
algunos niños y niñas se niegan a compartir con otros niños, jóvenes o adultos.
• Búsqueda de afecto y protección. –Muchos niños y niñas que han atravesado por
alguna situación de violencia emocional buscan un refugio y afecto en otro círculo social,
esto les brinda una sensación de seguridad emocional.
• Bajo desempeño y perdida de habilidades. –La pérdida de confianza puede ser uno de
los efectos de haber atravesado por un acto de violencia emocional. Actividades como
el estudio, el deporte o actividades musicales son categorizadas bajo los parámetros de
hacerlo bien o hacerlo mal, el determinar que una niña o niño es bueno o malo de
acuerdo a su desempeño, puede desequilibrar el estado emocional del infante, llegando
a una errada conclusión, que no es bueno para las matemáticas, para el deporte, o que
simplemente la música no es algo hecho para él o ella.

Lamentablemente, la desigualdad económica tiene una grave afectación en el trato y atención


de niños y niñas. La pobreza índice directamente en el acceso a educación y calidad de vida. El
descuido familiar también representa a otro tipo de violencia, es muy probable que en algún
momento nos encontramos con algún niño o niña desprotegido, sin condiciones adecuadas de
higiene, salud y nutrición.

• Deficiencia en peso y altura. – Niños y niñas que no tienen acceso a una alimentación
sana son directamente afectados en su peso y estatura, una correcta nutrición permite
el desarrollo físico y emocional, padres, madres y cuidadores deben asegurarse que
alimentos como carbohidratos, proteínas y cereales formen parte de una dieta diaria.
• Higiene Deficiente. – La limpieza es otra forma de identificar si un niño o niña está
viviendo violencia, la correcta higiene personal puede ser el resultado de alguna
situación que está viviendo dentro de su entorno familiar y que pone en peligro su
limpieza y salud.
• Inasistencia Escolar. –Muchos niños y niñas que atraviesan por situaciones de violencia
son afectados en su entorno de aprendizaje. Son muchas las situaciones de pobreza y
agresión que obligan a que un infante abandone sus estudios.

El brindar condiciones óptimas para que un niño o niña pueda tener un desarrollo integral es
una tarea de todos.

Cómo crear un ambiente seguro para los niños y niñas

Es nuestra responsabilidad como adultos prevenir, reconocer y reaccionar con responsabilidad


ante el maltrato infantil.

La Comisión para la Protección de los Menores de Argentina, realizó una campaña para explicar
cómo se puede promover el cuidado y protección de los niños desde casa. Con ese objetivo creó
el video titulado “Cuidar nuestros ambientes es cuidar la niñez” (el video está en la diapositiva,
detrás de la imagen que dice ambientes protectores, dura 0:30 segundos) que recrea situaciones
comunes y muestra las características de un ambiente protector y seguro.

El video relata: “Los niños que crecen en ambientes protectores son menos vulnerables a la
violencia, se saben cuidados, escuchados, y desarrollan su autoestima. En ambientes seguros los
niños aprenden a confiar en adultos que los protejan, a comunicarse y pedir ayuda. Un entorno
vivido con alegría y sin miedos en la infancia, ayuda a enfrentar con éxito desafíos y
adversidades. Cuidar nuestros ambientes es cuidar a la niñez”.

El buen trato y el cuidado de los ambientes es esencial para que los niños y adolescentes vayan
adquiriendo naturalmente pautas de cuidado de sí mismos y de los demás. La construcción de
vínculos que posibiliten su crecimiento personal y social es fundamental.

Con esas herramientas los niños crecerán en la autoestima y en pautas de comunicación


asertivas y eficaces, que les sirvan para hacer frente a las distintas situaciones por las que van a
atravesar en su niñez, pero también en la vida adulta. Es decir, no aplica sólo a casos de maltrato,
sino al cuidado integral. El buen trato consiste en proponer una pedagogía preventiva que se
traduzca en gestos, una forma concreta de mirar a la persona y la vida, y el modo de actuar en
ella.

El buen trato se promueve a través del vínculo, en la forma sana y madura como nos
relacionamos, en entornos donde los niños se sientan protegidos. De esa forma, todo clima
positivo protege del efecto dañino de las relaciones tóxicas y de los contextos vulnerables de
abuso. Además, otorgan parámetros que permiten neutralizar el abuso de cualquier índole. La
Comisión para la Protección de los Menores de la Arquidiócesis de Paraná (Argentina) realiza una campaña
en la televisión pública de la provincia de Entre Ríos para explicar cómo se puede promover el cuidado y
protección de los niños y adolescentes desde casa. Con ese objetivo creó el video titulado “Cuidar
nuestros ambientes es cuidar la niñez” que recrea situaciones comunes y muestra las características de
un ambiente protector y seguro.

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