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En aquella iglesia, sus primeros miembros que fueron añadidos el día de Pentecostés se sentían fuertemente
unidos por una misma fe, una común esperanza y un amor antes desconocido.
Juntos eran instruidos en la enseñanza de los apóstoles; esto suplía la necesidad intelectual
Se relacionaban y a la vez compartían sus bienes, esto suplía necesidades emocionales y físicas.
La relación con Dios y el sentido de comunidad, suplía todas las necesidades espirituales, emocionales y físicas
de la comunidad.
En la comunidad cristiana ocupaba un lugar muy especial la participación en el culto (partimiento del pan,
oraciones y, muy probablemente, el cántico de salmos e himnos).
En el A. T., también tenemos referencias a estos tiempos en comunidad:
Me alegré con los que me decían: A la casa del Señor iremos (Sal. 122:1).
¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! (Sal. 133:1)
En Heb. 10:25 se nos da una orden: No dejando de congregarnos… ¿Para qué congregarnos?
La visión de la Escritura es que cada creyente guarda una relación íntima con Cristo y los demás creyentes.
Por eso se nos ordena Amarnos unos a otros (Ro 12:10),
Edificarnos unos a otros (1 Ts 5:11),
Animarnos unos a otros (1 Tes 5:11),
Tener preferencia los unos por los otros (Ro 12:10),
Aceptarnos unos a otros (Ro 15:7),
Amonestarnos unos a otros (Ro 15:14),
Saludarnos unos a otros (Ro 16:16),
Servirnos unos a otros (Gá 5:13),
Sobrellevar las cargas los unos con los otros (Gá 6:2),
y Soportarnos unos a otros (Ef 4:21).
Esta interacción que se da en el compañerismo con otros hermanos, es lo que enriquece nuestras vidas y nos
ayuda a avanzar hacia la madurez.
La iglesia de Jerusalén experimentó un crecimiento espectacular porque cada creyente crecía a través de su
dependencia de Dios y su interdependencia con los hermanos.
Un niño espiritual es dependiente.
Un adolescente espiritual quiere ser independiente.
Alguien maduro espiritualmente cultiva la interdependencia.
Conclusión. –
La vida en sí misma es difícil, desgastante y llena de tentaciones… ¿dónde vamos a obtener poder para
perseverar en los caminos de Dios?
Judas 1:20-25: (20) Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,
(21) conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
(22) A algunos que dudan, convencedlos. (23) A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened
misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne. (24) Y a aquel que es poderoso
para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, (25) al único y sabio
Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.