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“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre
que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público” (Mateo 6:5)
Introducción:
¿Te gustaría sentarte junto a Dios y estar tan cerca que podrías oírlo respirar?
No habría distancia entre ustedes dos, no habría barreras que te impidiera
acercarte a Él. Podrías quedarte en Su presencia y descansar en Su abrazo.
Todos deseamos experimentar este tipo de relación íntima con nuestro Padre
celestial. Sin embargo, a menudo nos sentimos desconectados. Incluso
podemos sentir que algo bloquea nuestro camino a tener un compañerismo
profundo y personal con Dios.
Una vida de santidad es lo que Dios quiere para nosotros
Según las Escrituras, una vida de santidad puede preparar el camino para una
mayor intimidad en nuestra relación con Dios. El rey David, descrito como un
“hombre conforme al corazón de Dios” (Hechos 13:22), entendió la conexión
entre una vida santa y experimentar la presencia de Dios.
Otros se comparan con los cristianos que los rodean y piensan que están
viviendo bastante bien. Pero Dios no nos llama a “vivir bastante bien”. La
santidad de Dios es nuestro estándar.
Jesús murió para que pudiéramos ser salvos y vivir vidas santas. Si
pertenecemos a Jesús, somos una “nueva creación”, creada para ser como Dios
en verdadera justicia y santidad. La santidad está destinada a bendecirnos y
glorificar a Dios, que es nuestra razón de existir.
5 beneficios de la santidad
1. La santidad promueve la comunión con Dios y nos ayuda a madurar y crecer
espiritualmente (Salmos 15:1-5).
2. La santidad nos hace útiles y eficaces para los propósitos de Dios (2 Timoteo
2:20-26).
3. La santidad hace que las personas que te rodean glorifiquen a Dios (1 Pedro
2:9-12).
¡Estos 5 beneficios son el comienzo de cómo Dios bendice una vida santa!
Dios nos llama a la santidad para que podamos ser liberados de la esclavitud y
las consecuencias de nuestro propio pecado. Dios también sabe que una vida
santa nos libera para tener una comunión más profunda con Él (Salmos 15:1-2).