Está en la página 1de 2

UNA FAMILIA EXTENDIDA

Versículos Clave: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las


buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,
sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos
10:24-25).

I. Una Familia Especial


Cuando una persona confía en Cristo como su Salvador, pasa a ser miembro de la
familia de Dios. El Espíritu Santo lo coloca en esta familia especial.

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos,


y miembros de la familia de Dios, Efesios 2:19

A. Nos pertenecemos unos a otros


Lo que un creyente hace afecta a otros. “Los unos a los otros” es una frase que surge
continuamente en las páginas del Nuevo Testamento; 68 veces se aplica
directamente a la relación entre creyentes. Por lo menos, 21 veces el Nuevo
Testamento dice a los creyentes “que os améis unos a otros”.

4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no


todos los miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos
un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Romanos 12:4-5

B. Nos necesitamos unos a otros


Las personas son herramientas en las manos de Dios para punzar, afilar, fortalecer
y mejorar a otras personas. Pasan a ser una forma de apoyo, crecimiento y progreso.
Dios quiere usar a otras personas en nuestro desarrollo espiritual.

II. Funciones Específicas


A. Instruirnos unos a otros
No cabe duda de que todo creyente se ha beneficiado de la influencia de un
maestro piadoso. Una de las cosas más cariñosas y de valor eterno que un
creyente puede hacer a favor de otras personas es enseñarles las Escrituras.
La enseñanza se puede llevar a cabo tanto en un ambiente formal como
informal. Necesitamos estar alertas a las oportunidades que tenemos de
enseñarnos unos a otros. Efesios 4:11
B. Hacer discípulos los unos de los otros
Este tipo de instrucción intensa y personal tiene sus raíces bíblicas. Moisés
tuvo a Josué; Elías entrenó a su sucesor, Eliseo; Jesús se concentró
primordialmente en doce hombres; y Pablo enseñó a Timoteo, Tito, Silas y
Tíquico. El discipulado funciona mejor, por lo general, cuando dos personas
interesadas se comprometen a reunirse por algunos meses para estudiar la
Biblia, orar y compartir áreas de responsabilidades. Hechos 20:31
C. Orar unos por otros
Cristo oró por sus hombres y Pablo oró por sus convertidos y discípulos.
Aunque vivamos a una distancia considerable de otros, aun así podemos
tener un gran impacto sobre ellos a través de la oración. Santiago 5:16
D. Confrontarnos unos a otros
Nuestro Señor Jesucristo nos dio un patrón básico a seguir para confrontar a otros
creyentes cuando éstos pequen contra nosotros. Mateo 18:15-20 nos da los pasos a
seguir:

1. confrontación en privado (v. 15) - “Ve y dile” al creyente que ha pecado


contra ti “su falta estando tú y él solos”. Una visita directa y honesta es
la única manera de hacerlo.
2. confrontación con un comité (v. 16) - Si la visita privada fracasa en dar
una solución, entonces lleva contigo uno o dos testigos. Trata de
establecer lo que ha sucedido y lo que se ha dicho. Si se restablece la
comunión, no es necesario proseguir al último paso.
3. confrontación ante la iglesia (vs. 17-20) - Si la comunión no se restaura, el asunto
debe llevarse ante la iglesia. Si el creyente ofensor rechaza el consejo de la iglesia, la
iglesia debe sacarlo de su membresía

E. Soportarnos y perdonarnos unos a otros


Las Escrituras requieren que seamos tolerante y perdonadores. Colosenses 3:13 nos
exhorta: “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere
queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo
vosotros”. Efesios 4:2

F. Alentarnos unos a otros


Nuestro pasaje de memoria nos dice que nos consideremos unos a otros y que nos
exhortemos unos a otros (Hebreos 10:24-25). Pablo aconsejó a los creyentes en
Tesalónica “...animaos unos a otros, y edificaos unos a otros...” (1 Tesalonicenses
5:11). Pedro instruyó a sus lectores al hablar sobre los dones espirituales a “cada
uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10). Debemos usar
nuestros dones para animar y fortalecer a otros creyentes.

APROPIAR LA LECCIÓN
Debemos saber bien quién es Satanás, nuestro enemigo personal. La Biblia nos
instruye a tomarlo en serio, estar alertas a los ataques de él por medio del engaño,
el desaliento y la división. No estamos solos en esta batalla, podemos contar con las
armas sobrenaturales que son la Palabra de Dios, la oración y la armadura de Dios.
Podemos sí salir victoriosos sobre Satanás en el poder del Señor.

También podría gustarte