Está en la página 1de 1

INFANCIAS Y PANTALLAS

Como personas adultas tenemos un rol central: somos quienes debemos acompañar la mirada reflexiva sobre el uso
de las pantallas. Desde nuestro lugar generamos, potenciamos, limitamos, repensamos o determinamos el tipo de
vínculo que tendrán los chicos y las chicas con las pantallas.

En nivel inicial y primer ciclo del nivel primario suelen darse los primeros usos de distintos tipos de plataformas y
dispositivos digitales. Es importante que la reflexión, planificación y elección sobre cómo será ese vínculo se determine
antes y no después de instaladas ciertas prácticas de uso digital.

El vínculo entre los chicos y las chicas y las plataformas tiene bases sólidas que se construyen en estos primeros años.
A partir de los usos y el vínculo con dispositivos se pueden desprender algunos interrogantes: ¿Son usos en soledad o
compartidos? ¿Se brindan las pantallas como medio para tranquilizar desbordes emocionales? ¿Se retoma y reflexiona
sobre lo visto en esas pantallas? ¿Se debate sobre los vínculos, formas o lenguajes que aparecen en los diversos
contenidos que se consumen? ¿Se toman medidas de protección a la privacidad o seguridad? ¿Se limita el tiempo? ¿Se
eligen los contenidos?

Estas preguntas son fundacionales y es clave pensarlas. Una vez que determinados patrones de uso se instalan y
pueden ser difíciles de desandar, sobre todo si son normas construidas por personas adultas de referencia. Un niño o
niña podría preguntarnos ¿Por qué querés que charlemos de esto si jamás lo hicimos?

La reflexión sobre el vínculo entre las infancias y las pantallas debería abordarse tanto desde una mirada cuantitativa
(respecto a las horas frente a las pantallas y plataformas) como desde una mirada cualitativa (la calidad del contenido
que esas pantallas ofrecen). En particular, nuestro rol docente adquiere una gran relevancia para fomentar la capacidad
crítica en el uso que tienen las infancias de las plataformas digitales y del valor que adquiere su atención. En este tramo
les propongo abrir la opción a la pregunta, pensar sobre la reformulación de escenarios digitales, reflexionar sobre el
lugar del docente frente a los desafíos de educar en una era atravesada por internet y el lugar que Internet ocupa en
nuestro día a día.

El desafío es grande y tiene diversas complejidades. Lo primero que tenemos que considerar es la particularidad de
cada niño y cada niña y su trayecto madurativo.

Cada etapa de desarrollo trae consigo una serie de características propias de maduración y autonomía. No podemos
pedirle a una niña de 4 años lo mismo que a un niño de 10 o a una joven de 17. Esto puede parecer una obviedad, pero
a la hora de plasmar nuestras propuestas de enseñanza sería interesante que reflexionemos acerca de si la tecnología
es un fin o es un medio. ¿Nos damos la posibilidad de incluirlas para reflexionar sobre su uso más allá de usarlas para
algún objetivo específico?

Para enriquecer nuestro futuro rol docente, trabajaremos la exposición a pantallas en la infancia, el uso de pantallas
en la educación y nuestra responsabilidad adulta sobre las identidades de estas generaciones.

Actividad: Reflexión personal

Les propongo realizar un registro a modo de diario en el que se detallen todos los usos de plataformas, aplicaciones y
dispositivos y el tiempo que se utilizan en un día típico. Esta opción puede visualizarse desde los propios teléfonos
celulares.

Sugiero plantear una hipótesis previa en relación con el tiempo que creen que utilizan las pantallas para luego
contrastar con el tiempo y los usos que se desprendan del registro realizado.

¿El tiempo fue mayor, igual o menor? ¿Cómo calificarían el uso que realizan? ¿Existe algún patrón de uso/no uso? ¿En
qué momentos del día hay usos más extendidos?

¿Existe superposición de usos de dispositivos, como teléfono celular y computadora al mismo tiempo?

¿Cómo creen que sería este registro si se lo proponemos a los niños y las niñas? ¿Qué recepción habría?

También podría gustarte