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Parte 1
abstracción de su yaloy
ha transformado entre las manos. Si hacemos
rcas
de uso, abstraemos también los componentes y formas COrPó
mesa o
e hacen de él un valor de uso. Ese producto ya no es una
casa o hilo o cualquier otra cosa útil. Todas sus propiedades sensibles
se han esfumado. Ya tampoco es producto del trabajo del ebanista
o del albañil o del hilandero o de cualquier otro trabajo productivo
determinado. Con el carácter útil de los productos del trabajo se
desvanece el carácter útil de los trabajos representados en ellos y, por
ende, se desvanecen también las diversas formas concretas de esos
trabajos, éstos dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a
trabajo humano indiferenciado, a trabajo abstractamente humano.
Examinemos ahora el residuo de los productos del trabajo. Nada ha
de ellos salvo una misma objetividad espectral, una mera
gelatina de trabajo humano indiferenciado, esto es, de gasto de fuer-
za de trabajo humana sin consideración a la forma en que se gastó la
misma. Esas cosas tan solo nos hacen presente que en su producción
se empleó fuerza humana de trabajo, se acumuló trabajo humano.
En cuanto cristalizaciones de esa sustancia social común a ellas, son
valores.'
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Parte !
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La sustancia del capital
en general, como
despliegue de la diversidad, y por otro lado, de
mo «indiferencia» ante el contenido material.
forma negativa, CO vista, por una
Del mismo modo, si el «trabajo» aparece a primera
arte, como una abstracción «racional», como simple término
nérico utilizado para designar «el más rico desarrollo concre-
to» de las actividades, Marx sin embargo se apresura a retroceder,
subrayando que con esta abstracción la cuestión no es tanto la
del «resultado, conceptual, de una totalidad concreta de trabajo»
como la de su afinidad con una «forma de sociedad» en la que esta
abstracción se hace real y determina así las acciones de los indi-
viduos. En un principio Marx insiste en que con la abstracción
«trabajo» estamos delante de una concepción «muy antigua» y
«válida para todas las formas de sociedad», pero al mismo tiempo
explica que sería una categoría «tan moderna como las relaciones
que engendran esta abstracción simple», de modo que al final esta
categoría seguiría siendo «el producto de relaciones históricas
muy precisas» (las relaciones modernas) y encontraría su «plena
validez solo para estas relaciones y dentro de ellas».
Este razonamiento aporético solo puede ser superado definien-
do la categoría «trabajo» como una abstracción real —y al mismo
tiempo estrictamente histórica, moderna y capitalista—, y aban-
donando completamente la ontología del trabajo. Cuando Marx
afirma despreocupadamente que esta abstracción (probablemente
en el sentido de una mera abstracción nominal) es «muy anti-
gua»,es evidente que tal caracterización no se basa en un análisis
o. p ridad, muchas sociedades históricas, incluidas las
carecen de es gran es civilizaciones», como el antiguo Egipto,
d categoría abstracta que abarque
todas las formas
e activi dad. Incluso en
las socied
j ades en que ese nombre gené-
:
dei Ml reconocible (pero no hay una abstracción real), el
Y munca se 1ef a realidad un campo de actividad muy limitado
general». Cuando a una universalidad social de «la actividad en
la mo dernidad 2 relación con estas sociedades, la lectura de
te un anacronis LOAN en utilizar el término «trabajo», come-
mentable y, en sentido estricto, un error de
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Parte !
categorías Speci.
traducción (esto astambién se aplica a otras
odern que van de la mano de la relación fetich;
camente M ce. 1Sta
basada en la valorización del valor: la política, el Estado, etc). si
ado
bien es cierto que el concepto de la abstracción «trabajo» aplic
a la sociedad moderna es concretamente Originario del área jjp.
gúística indoeuropea, en algún momento tuvo que ser redefinido
por completo,ya que en todos los idiomas de esta área lingúística,
«trabajo» se refería invariablemente a la actividad específica de los
esclavos, subordinados, personas bajo tutela, etc. No se trata, pues,
de un término genérico que subsume conceptualmente diversos
sectores de actividad, sino de una abstracción social en cuanto
forma de excluir a ciertas clases de personas en la sociedad (y en
cierta medida también una abstracción real en este sentido espe-
cificamente premoderno), pero precisamente por esta razón no se
tran de una universalidad social, ni de una categoría de síntesis
social como lo es en la modernidad.
La aporía marxiana es una constante en los análisis de El Capi-
tal al introducir Marx las definiciones de «trabajo abstracto» y
«trabajo concreto». En sentido estricto, el término «trabajo abs-
tracto» es un pleonasmo lógico (como «oscuridad negra»), ya que
el atributo ya está contenido en el propio concepto; el «trabajo» 5
ya una abstracción. Por el contrario, la definición de «trabajo con”
Creto» es una contradicción en términos (algo así como «clarida
ocur) ya to está en contradicción con el concepto
donde hay e PON incluso conceptualmente solo podía el
acción social real)
.
, el «trabajo» en
! sí mis
no puede co
an la verdadera paradoja de la
vamente
(«realment
e»)
finita divers; e-
tamente la relación ad del mundo, invirtiendo comP
lo universal emane de
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La sustancia del capital
*Lbtder Karl, El capital, México D.F., Siglo x0a, 1975, Tomo 1, vol.1 p. 53.
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La sustancia del capital
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Parte!
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Parte 1
el pro
mercancía considerada aisladamente,embargo,
. Sin debido a con
sino en relación sy e
medio social de las mercancías) no a
es un contenido «espectral»,
leza abstracta este contenido
en el resultado que establece la objetividad del valor, sino ya en Ñ
proceso de gasto en sí, esto €s, EN términos prácticos, como deter.
minación del «gasto de nervios, músculos, y cerebro humanos,
separado de su forma material. Puesto que hay una transforma.
ción de la materia natural bajo la determinación a priori esencia]
de que aquí se gastan los cuantos de energía humana abstracta sin
tener en cuenta la forma concreta de su gasto, esta determinación
es en efecto sustancial en el sentido de una sustancia material;
solo que esta sustancia demuestra no ser natural sino social, no
transhistórica sino históricamente específica de la constitución
fetichista moderna.
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