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Con el tema 6 nos adentramos en el segundo bloque del temario en el que pretendemos

dar respuesta a dos cuestiones fundamentales en química: ¿qué estructura tiene la


materia? ¿qué relación guarda está con sus propiedades macroscópicas?
Partiendo de la teoría atómica de Dalton vamos a profundizar en la descripción de la
estructura interna de los átomos teniendo en cuenta las partículas subatómicas protón,
electrón y neutrón.
Todos los contenidos tratados en este tema los podéis consultar en el libro Química, La
Ciencia Central de TL Brown en las páginas que se indican en la diapositiva.

1
Esta diapositiva es un recordatorio de lo explicado en el tema 1 respecto de las
partículas subatómicas y sus principales características (masa y carga) y de los símbolos
utilizados para representar la composición de un átomo (número de masa y número
atómico).

2
Como ya sabemos del Tema 1, la primera teoría atómica es la de Dalton. Es una teoría
atómica extremadamente sencilla, sin embargo fue capaz de explicar las leyes
fundamentales de las transformaciones químicas.

3
El siguiente modelo atómico fue propuesto por Thomson en 1897. Thomson,
descubridor del electrón, propuso que el átomo fuera una un átomo contiene cargas
puntuales dispersas negativas (los electrones) en una matriz de cargas positivas. Este
modelo se conoce como el modelo de “pudin de pasas”.

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Una propuesta sustancialmente innovadora fue la de Rutherford. Rutherford llevó a cabo
un experimento, conocido como el de la lámina de oro, que demostró que la masa del
átomo (protones + neutrones) está concentrada en su núcleo y que los electrones (con
una masa mucho inferior) giran alrededor del núcleo ocupando un volumen mucho más
grande que el del propio núcleo. Históricamente este modelo se conoce como el modelo
del “átomo vacío”.

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Al comienzo del Siglo XX se descubrieron fenómenos/hechos que no se podían explicar con la
física clásica y con los modelos atómicos conocidos hasta ese momento. Describiremos dos de
ellos: el efecto fotoeléctrico y el espectro de líneas de los elementos.

El efecto fotoeléctrico es el efecto por el que irradiando una superficie metálica con luz se
observa la emisión de electrones sólo en determinadas condiciones.
Einstein explicó este efecto describiendo la luz como un flujo de partículas denominadas fotones
que se caracterizan por tener masa nula y por tener una energía que se calcula exclusivamente a
partir de su frecuencia mediante la expresión que se muestra en la diapositiva: E = h∙; E es la
energía del fotón, h es la constante de Planck y  es la frecuencia del fotón. Recordar que
frecuencia y longitud de onda son inversamente proporcionales, =c/ (c = velocidad de la luz).
Cada metal posee una frecuencia umbral u (o longitud de onda umbral u) de tal forma que si la
frecuencia del fotón es superior a la de la frecuencia umbral (o la longitud de onda del fotón es
inferior a la de la longitud de onda umbral) se produce emisión de electrones, sin importar la
intensidad de la radiación luminosa utilizada.
Si la frecuencia del fotón es inferior a la frecuencia umbral no se observa la emisión de
electrones.
En la diapositiva se muestran los datos para el potasio, elegido como ejemplo, y la situación
irradiando con fotones de tres longitudes de onda diferentes: 700 nm (rojo), 550 nm (verde) y
400 nm (azul). Puesto que la longitud de onda umbral del potasio es 539 nm, con el fotón de 700
nm no se produce la emisión de electrones. En cambio con los fotones de 550 y 400 nm (ambos
con una longitud de onda inferior a la longitud de onda umbral) sí se produce la emisión de
electrones.

Además conviene resaltar que la diferencia de energía entre la energía del fotón utilizado (E =
h∙=h∙c/) y la energía umbral del metal (Eu = h∙u=h∙c/u) es la energía del electrón emitido. Por
tanto con el fotón de 400 nm el electrón emitido tiene mayor velocidad (mayor energía cinética)
que el electrón emitido con el fotón de 550 nm.

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Otro fenómeno que tampoco se podía explicar con la física clásica era el espectro de
línea de los elementos.
En la diapositiva se muestra el espectro de emisión de una luz blanca, que es continuo y
contiene todas las longitudes de onda presente en el espectro visible (del azul al rojo).
En cambio el espectro de emisión del elemento hidrógeno contiene amplias zonas
oscuras en las que no hay emisión y contiene 5 líneas de diferentes colores (diferentes
longitudes de onda).
Conviene destacar que todos los elementos poseen un espectro de líneas único y que
este es característico del elemento.
El espectro de línea tampoco se podía explicar mediante los principios de la física clásica
y los modelos atómicos introducidos hasta Rutherford.

NOTA: en Moodle está disponible el siguiente video explicativo de los espectros de


líneas de diferentes elementos y de su aplicación.
“Una aplicación del espectro de líneas de los elementos: el ensayo a la llama”, en la
sección “Material audio‐visual”.

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El modelo atómico que permitió explicar el espectro de líneas es el propuesto por Bohr.
Este modelo se basa en cuatro postulados:
1: el momento angular orbital (L) de los electrones solo puede asumir valores
cuantizados, es decir, solo están permitidos determinados valores de L. Estos valores son
múltiplos de la constante de Planck, L = n∙ħ, siendo n un número entero que puede
asumir todos los valores de 1 hasta infinito.
De este postulado se desprende que los electrones describen orbitas circulares, cuyo
radio (distancia del electrón al nucleo) aumenta al aumentar n.
2: La energía que pueden asumir los electrones de un átomo es cuantizada es decir no
todos los niveles energéticos están permitidos.
3 y 4: Los electrones pueden pasar de una órbita a otra y el cambio de órbita implica la
emisión o absorción de energía en forma de fotones. La energía del fotón emitido o
absorbido es igual a la diferencia entre la energía de la órbita final y la energía de la
órbita inicial (en valor absoluto).

La energía de las órbitas solo depende del valor de n. Es inversamente proporcional al


cuadrado de n y es negativa. Por tanto el valor máximo de energía (E = 0) se alcanza para
n que tiende a infinito y el valor mínimo de energía se alcanza para n igual a 1. Conviene
resaltar que la energía de las orbitas aumenta al aumentar el radio de la misma.

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Cómo ejemplo, consideremos dos transiciones electrónicas, es decir, dos cambios de
órbita.

En el primer ejemplo el electrón pasa de la órbita n = 4 a la órbita n = 2.


En este caso el átomo desprende una cantidad de energía puesto que el electrón pasa
de una órbita más externa de mayor energía a una órbita más interna de menor energía.
La diferencia de energía (valor absoluto) entre la órbita final (n = 2) y la órbita inicial (n =
4) es la energía del fotón emitido.
En el segundo ejemplo el electrón pasa de la órbita n = 1 a la órbita n = 4. En este caso el
electrón pasa de una órbita más interna a una órbita más externa produciéndose en este
caso una absorción de energía (en forma de fotones) igual a la diferencia entre la energía
de la órbita n = 4 y la energía de la órbita n = 1.

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De acuerdo con el modelo atómico de Bohr las cinco líneas del espectro de línea del
átomo de hidrógeno se observan a las longitudes de onda que se corresponden con las
siguientes transiciones: de n = 3 a n = 2; de n = 4 a n = 2; de n = 5 a n = 2; de n = 6 a n =
2; y de n = 7 a n = 2. Estas transiciones son las que en la diapositiva están indicadas
como serie de Balmer.

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En esta diapositiva se muestra el cálculo de la energía para una transición de una órbita
ni a la orbita n = 2. Teniendo en cuenta que la energía del fotón emitido es E = h∙=h∙c/,
se despeja 1/. Estos valores de  calculados coinciden con los observados
experimentalmente en el espectro de líneas del elemento hidrógeno, confirmando la
bondad del modelo de Bohr.

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En este contexto se fue afirmando un nuevo concepto: la dualidad onda‐partícula.
A escala macroscópica los fenómenos se clasifican de dos maneras distintas: fenómenos
ondulatorios (que se describen mediante la física de las ondas) y fenómenos
corpusculares (que se describen mediante los principios de la mecánica).
A escala microscópica la diferencia entre fenómenos ondulatorios y fenómenos
corpusculares queda difuminada y de hecho la partículas pueden comportarse como
ondas y las ondas pueden comportarse como partículas.

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La ecuación fundamental que define la dualidad onda partícula es la ecuación de De
Broglie. Está ecuación permite calcular la longitud de onda asociada a un objeto de masa
m que se mueve con una velocidad v, siendo h la constante de Planck.

Otro elemento fundamental en relación con la dualidad onda‐partícula es el principio de


incertidumbre de Heisenberg. Este principio establece que el producto de la imprecisión
con la que se determina la posición (Δx) por la imprecisión con la que determinamos la
cantidad de movimiento (Δp=mΔv) no puede ser inferior a h/4. Esto quiere decir que
no se puede determinar con precisión arbitraria la posición y la velocidad de forma
simultánea. Si conocemos con precisión la posición de una partículas (Δx0) no
podemos conocer con precisión su velocidad y al revés si conocemos con precisión la
velocidad de una partículas (Δv0) no podemos conocer su posición.
Todo esto es sorprendente! A escala macroscópica nuestros sentidos nos indican que
podemos determinar con toda la precisión que queramos tanto la posición como la
velocidad de un objeto. El principio de incertidumbre de Heisenberg establece que esto
en realidad no es posible.

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En este contexto vio la luz un nuevo modelo atómico: el modelo cuánto‐mecánico o de
Schrödinger.
El desarrollo de este modelo es complejo por lo tanto nos vamos a limitar a describir los
resultados obtenidos de la resolución de la ecuación de Schrödinger que se muestra en
la diapositiva. Esta ecuación se puede resolver de forma exacta solo para átomos o iones
que contiene un único electrón, es decir, para el átomo de hidrógeno y los llamados
iones hidrogenoides.
La función matemática (de x, y, z) que se obtiene de la resolución de ecuación de
Schrödinger se suele indicar con el símbolo  (psi) y define el orbital.
Según este modelo la energía de los electrones (E) depende de tres números cuánticos:
n, l, ml.

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Vamos a explicar el modelo cuanto‐mecánico para el átomo de hidrógeno (o iones
hidrogenóides) y luego extenderemos el modelo a los átomos multielectrónicos.
n es el número cuántico principal es un número entero que puede asumir todos los
valores de 1 hasta infinito. El número cuántico principal define los niveles energéticos y
en el átomo de hidrógeno la energía de los niveles es inversamente proporcional al
cuadrado de n, tomando valores negativos. De forma similar a lo explicado para el
modelo de Bohr, por esta razón el valor mínimo de energía se alcanza para n = 1 y el
valor más alto se alcanza para n que tiende a infinito (E  0).
Por definición, con n se identifica una capa.

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El número cuántico l (ele) es el numero cuántico azimutal, asume todos los valores de 0
a n–1, es decir para un determinado valor de n se calcula una serie de valores de l que va
de 0 a n–1. El conjunto de valores (n,l) identifica una subcapa.
En la tabla se muestran los valores de l para distintos valores de n (1, 2, 3, 4, …).
De forma alternativa (ver tabla) una subcapa se puede identificar utilizando la letra s en
lugar de l=0, la letra p en lugar de l=1, la letra d en lugar de l=2, y la letra f en lugar de
l=3. De este modo, por ejemplo, la subcapa n = 3, l = 2 se puede indicar con el simbolo
3d.

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Con l se identifica la forma de los orbitales.
Para l = 0 (orbitales s), la forma es esférica. El radio de la esfera aumenta al aumentar n.
La diapositiva muestra también la forma de los orbitales para l = 1 (orbitales p) y para l =
2 (orbitales d).
Por simplicidad no se muestra la forma de los orbitales con l = 4 (orbitales f).

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El diagrama de energía para un átomo de hidrógeno teniendo en cuenta los números
cuánticos n y l (que identifican las subcapas) se muestra en la diapositiva. En el eje
vertical se muestran los valores de n desde 1 hasta 4 (por razones de claridad no se han
incluido todos los valores de n posibles) y en el desarrollo horizontal se muestran las
subcapas (n,l) indicando los valores de l permitidos junto con los símbolos (1s, 2s, 2p,
etc.).

Tal y como muestra el diagrama la energía, una característica del átomo de hidrógeno es
que la energía de las subcapas solo depende de n, sin importar el valor de l. Dicho de
otra forma, las subcapas con el mismo valor de n tienen la misma energía, es decir, las
subcapas están degeneradas.

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El número cuántico magnético ml asume todos los valores enteros entre –l y +l
(incluyendo cero).
El número de valores asumidos por ml indica el número de orientaciones posibles del
orbital. De este modo, para l igual a 0 (orbital s) ml solo asume el valor ml = 0, es decir,
un único valor, por tanto solo es posible una orientación de la esfera que describe el
orbital s.

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Para los orbitales p (l = 1) ml asume los valores ‐1, 0, +1, es decir, tres valores. Por tanto
serán posibles tres orientaciones (ver figura).

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De la misma forma para los orbitales d (l = 2) ml asume los valores ‐2, ‐1, 0, +1, +2, es
decir, cinco valores. Por tanto serán posibles cinco orientaciones (ver figura).
Por el mismo razonamiento tendremos siete orientaciones posibles para los orbitales f (l
= 3).
De forma general, el conjunto de valores (n, l, ml) identifica un orbital.

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Finalmente en esta diapositiva se muestra el diagrama energético completo para un
átomo de hidrógeno (o iones hidrogenoides) que incluye los orbitales. Conviene resaltar
que para un átomo de hidrógeno tanto las subcapas (n,l) como los orbitales (n, l, ml) de
una determinada capa (n) tienen la misma energía, es decir, están degenerados.

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Para el átomo de hidrógeno, la configuración electrónica es una representación del
estado (orbital) en el que se encuentra el electrón. El símbolo utilizado es el de la
subcapa (1s, 2s, 4f, etc.) con un superíndice 1 para indicar que la subcapa en cuestión
contiene 1 electrón.

El electrón se puede encontrar en cualquiera de los orbitales permitidos (permitidos son


todos los orbitales cuyos números cuánticos n, l, ml cumplen con las definiciones dadas).
Por tanto las configuraciones 1s1, 2p1, 3d1 y 4f1 son solo algunas de las infinitas posibles.

Teniendo en cuenta el diagrama de energía de los orbitales, la configuración 1s1 es la de


menor energía e identifica el estado fundamental o basal. Las configuraciones 2p1, 3d1 y
4f1 son de mayor energía por tanto se corresponden con estados excitados.

De forma similar a lo que vimos con el modelo atómico de Bohr, cuando los electrones
pasan de un orbital a otro el átomo absorbe o desprende energía. Por ejemplo si un
electrón pasa del orbital 1s al orbital 3d, el átomo absorbe energía (absorbe fotón)
puesto que el estado final tiene mayor energía que el estado inicial. En cambio si un
electrón pasa del orbital 3d al orbital 2p, el átomo desprende energía (emite fotón)
puesto que el estado final tiene menor energía que el estado inicial.

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Después de haber descrito el modelo atómico cuanto‐mecánico para el átomo de
hidrógeno, nos adentramos en la aplicación del modelo de Schroedinger a los átomos
multielectrónicos, es decir, a los átomos que contienen más de un electrón.

Para los átomos multielectrónicos se utiliza los mismos número cuánticos: n, el número
cuántico principal que asume todos los valores enteros a partir de 1; l (ele), el numero
cuántico azimutal que asume todos los valroes enteros desde 0 hasta n‐1, y ml, el
número cuántico magnético que asume todos los valores enteros desde –l hasta + l
(incluyendo cero).

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En esta diapositiva se muestran los diagramas de energía de los orbitales de un átomo
de hidrógeno (izquierda) y de un átomo multielectrónico (derecha).
La diferencia fundamental es que en un átomo de hidrógeno la energía de una subcapa
solo depende del número cuántico principal n, en cambio en un átomo multielectrónico
la energía de una subcapa depende tanto del número cuántico principal n como del
numero cuántico azimutal l.
Como consecuencia de ello, en un átomo multielectrónico las subcapas s, p, d y f de una
misma capa no tienen la misma energía, es decir, no están degeneradas. Por ejemplo, a
diferencia del átomo de hidrógeno, las subcapas 3s, 3p y 3d de un átomo
multielectrónico tienen diferentes energía a pesar de tener el mismo número cuántico
principal n.
Además en un átomo multielectrónico se producen “cruces” entre capas, es decir,
subcapas de una capa más interna pueden tener energía más alta de una subcapa de
una capa más externa. Como ejemplo, las subcapa 3d de un átomo multielectrónico
tiene mayor energía que la de la subcapa 4s.

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Para escribir la configuración electrónica de un átomo multielectronico es necesario
introducir un nuevo número cuántico, el número cuántico de espín, ms.
ms puede asumir únicamente los valores +1/2 y ‐1/2 y cada uno de ellos describe la
rotación de un electrón sobre sí mismo, en sentido horario o antihorario.

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La configuración electrónica de un átomo multielectrónico describe la distribución de los
electrones en los orbitales disponibles en el átomo. En primer lugar vamos a describir la
configuración electrónica de estado fundamental (de menor energía) y para ellos se
utilizan los principios de aufbau.
Los principios de aufbau indican que:
1) los orbitales se llenan por orden creciente de energía, es decir, los de menor energía
se llenan antes que los de energía más alta;
2) El principio de exclusión de Pauli afirma que en un átomo no pueden existir dos
electrones con el mismo conjunto de número cuánticos n, l, ml, ms, es decir, que en cada
orbital no puede haber más de dos electrones y si hay dos electrones éstos tienen espín
opuesto (uno tendrá ms = +1/2 y el otro ms = ‐1/2).
Consideremos el átomo de boro. Su número atómico Z es 5 por lo que el átomo de boro
posee 5 electrones.
Del diagrama de energía (izquierda) obtenemos que el orden de llenado de los orbitales
es 1s, 2s, 2p, 3s, 3p, 4s, 3d, …
Por lo que teniendo en cuenta el principio de exclusión de Pauli, el orbital 1s está lleno
( 1s2; el superíndice 2 indica que el orbital contiene 2 electrones). El siguiente orbital a
considerar es el orbital 2s, que también está lleno ( 2s2). Finalmente la siguiente
subcapa a considerar es la 2p, que contiene 3 orbitales p degenerados. El quinto y
último electrón del átomo de boro ocupa uno de estos orbitales ( 2p1). Por tanto la
configuración electrónica completa del átomo de boro en su estado fundamental es 1s2
2s2 2p1.
Dada la configuración electrónica completa se puede deducir la configuración
electrónica externa. Para ello se buscan el número cuántico principal más alto (en este
caso 2) y la configuración electrónica externa empieza con el primer término que
contiene este n (en este caso 2s2) y contiene todos los términos sucesivos. Luego la
configuración electrónica externa del átomo de boro es 2s2 2p1.

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Consideremos ahora el átomo de carbono. El número atómico del carbono es 6 por lo
que la configuración electrónica de estado fundamental contiene seis electrones.
Siguiendo el mismo razonamiento que hemos hecho para el átomo de boro, es decir,
orden de llenado (1s, 2s, 2p, ...) y principio de exclusión de Pauli, obtenemos que la
configuración electrónica completa del carbono en su estado fundamental es 1s2 2s2
2p2. La configuración electrónica externa es 2s2 2p2.

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Se puede describir la configuración electrónica también mediante los llamados
diagramas de orbitales. En estos diagramas cada orbital se representa como una caja, y
los electrones como flechas orientadas hacia arriba o hacia abajo según su espín.
Para completar estos diagrama se tiene en cuenta la Regla de Hund: en orbitales
degenerados (con la misma energía) la configuración de mínima energía es la de máxima
multiplicidad de espín, es decir, el mayor número de electrones desapareados (sin
formar un par electrónico) y con el mismo espín. Por tanto el diagrama (A) con dos
electrones 2p desapareados es el de menor energía. El diagrama (B) es posible pero
tiene mayor energía, luego es un estado excitado.

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Para recordar el orden de llenado de los orbitales se puede utilizar el esquema mostrado
a la derecha en la diapositiva. Se escriben los orbitales por filas a partir de n=1, 1s; 2s
2p; 3s 3p, 3d; etc. El orden de llenado se obtiene “recorriendo por diagonales” este
esquema. Así se obtiene que el orden de llenado es: 1s, 2s, 2p, 3s, 3p, 4s, 3d, 4p, 5s, etc.

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Consideremos ahora el átomo de fósforo (P). El número atómico del fósforo es 15 por lo
que la configuración electrónica de estado fundamental contiene 15 electrones.
Siguiendo el orden de llenado y recordando que un orbital puede contener al máximo
dos electrones (Pauli) obtenemos que la configuración electrónica completa del átomo
de fósforo en su estado fundamental es 1s2 2s2 2p6 3s2 3p3 y la configuración electrónica
externa es 3s2 3p3.
Teniendo en cuenta la regla de Hund, el diagrama de orbitales de estado fundamental es
el que se muestra en la diapositivas, con tres electrones desapareados en la subcapa 3p.
Finalmente conviene resaltar que las configuraciones electrónicas de estado excitado de
un átomo se pueden obtener a partir de la de estado fundamental “moviendo”
cualquiera de los electrones (o más de uno) a un orbital de mayor energía. En todo caso
se debe cumplir el principio de exclusión de Pauli.

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En la última parte de este tema vamos a describir las llamadas propiedades periódicas:
1. configuración electrónica externa; 2. carga nuclear efectiva; 3. radio atómico; 4.
energía de ionización; 5. afinidad electrónica.

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El sistema periódico contiene todos los elementos conocidos ordenados según número
atómico creciente. Por simplicidad las series de los lantánidos y la de los actínidos se
representan como dos líneas separadas del resto de elementos, aunque la posición
natural de los lantánidos es en el sexto periodo entre los elementos 56 y 71, y la de los
actínidos es en séptimo periodo entre los elementos 88 y 103.

33
Recordad que los elementos de la tabla periódica se distinguen en metales y no metales.

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Las filas o líneas horizontales se llaman periodos y están numerados de 1 a 7. Las
columnas o líneas horizontales se llaman grupos y están numerados de 1 a 18.

Debemos conocer de memoria los grupos 1, 2, 13, 14, 15, 16, 17 y 18.

Los elementos del grupo 1 se llaman alcalinos, los del grupo 2 alcalino‐térreos, los del
grupo 17 halógenos, los del grupo 18 gases nobles.

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La primera propiedad periódica de las que nos vamos a ocupar es la configuración
electrónica externa. Para los elementos de los grupos principales (grupos 1, 2, 13, 14,
15, 16, 17 y 18) la configuración electrónica externa se puede deducir a partir de la
posición del elemento en la tabla periódica, es decir, conociendo el grupo y el periodo
en el que se encuentra el elemento.

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La diapositiva muestra la configuración electrónica externa para los elementos de los
grupos principales.
El periodo en el que se encuentra el elemento coincide con el número cuántico principal
n de la configuración electrónica externa. Por otra parte el grupo al que pertenece el
elemento define el número de electrones externos.
Por ejemplo, el silicio es un elemento del tercer periodo y del grupo 14. Por ello el
átomo de silicio tiene dos electrones en un orbital s y dos electrones en la subcapa p.
Puesto que el silicio pertence al tercer periodo la configuración electrónica externa es
3s2 3p2.
Otro ejemplo: el átomo de flúor (grupo 17, segundo periodo) tiene configuración
electrónica externa 2s2 2p5.
Tened en cuenta que exclusivamente a efectos de la configuración electrónica externa el
elemento helio se debe considerar como elemento del grupo 2.

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La carga nuclear de un átomo es dada por los protones del núcleo del átomo, por tanto
su valor coincide con el número atómico del elemento.
Consideremos el átomo de litio. Este átomo tiene tres protones (por tanto su carga
nuclear es +3) y tres electrones, 2 en la subcapa 1s (más próximos al núcleo) y 1 en la
subcapa 2s
(más lejos del núcleo). La fuerza de Coulomb de atracción del electrón más externo al
núcleo depende de la carga nuclear (que lo atrae) y de los electrones de la subcapa 1s
(que lo repelen).
Slater demostró que los electrones que se encuentran entre el electrón externo y el
núcleo actúan como una pantalla de la carga nuclear de tal forma que el electrón más
externo está atraído al núcleo exclusivamente por una carga nuclear efectiva (Zef) inferior
a la carga nuclear, cumpliéndose que Zef = Z‐σ. La constante σ se calcula (aunque nunca
realizaremos explicitamente este cálculo) teniendo en cuenta los electrones que
apantallan el núcleo (su número y el orbital en el que se encuentran).

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La carga nuclear efectiva varía tanto en el grupo (descendiendo el el grupo) como en el
periodo (de izquierda a derecha). La variación de interés es la en el periodo. Como
ejemplo, la gráfica muestra la carga nuclear efectiva para los elementos del segundo
periodo poniendo de manifiesto que la carga nuclear efectiva aumenta de izquierda a
derecha en un periodo. Este comportamiento es general, es decir, se observa en para
todos los periodos.

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El radio atómico es otra propiedad periódica.

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El radio atómico tiene un comportamiento periódico tanto en el grupo como en el
periodo. La gráfica enmarcada en rojo muestra el comportamiento descendiendo en un
grupo y pone de manifiesto que el radio atómico aumenta.
La gráfica enmarcada en azul muestra la variación a lo largo de un periodo, de izquierda
a derecha, poniendo de manifiesto que el radio atómico disminuye.
En los grupos principales este comportamiento es totalmente general, es decir, en todos
los grupos (descendiendo) el radio atómico aumenta y en todos los periodos
(moviéndonos de izquierda a derecha) el radio atómico disminuye.
La tabla en la parte inferior de la diapositiva contiene todos los átomos de los grupos
principales y muestra sus radios atómicos confirmando las tendencias generales
mencionadas.

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La primera energía de ionización es la energía necesaria para separar un electrón de un
átomo en fase gas.
El proceso que describe la ionización de un átomo se muestra en la diapositiva.
La energía de ionización siempre es positiva, es decir, el sistema absorbe energía cuando
el electrón se separa del atómo.
La primera energía de ionización siempre disminuye descendiendo en un grupo debido a
la mayor distancia de los electrones externos al núcleo.
Por otra parte la primera energía de ionización aumenta en un periodo, de izquierda a
derecha, debido al aumento de la carga nuclear efectiva.

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En la diapositiva se muestran los procesos que definen la segunda energía de ionización
(EI2), la tercera energía de ionización (EI3) y la energía de ionización enésima (EIn).
En la tabla se muestran los valores de energía de ionización para elementos del tercer
periodo, deduciéndose que la segunda energía de ionización siempre es mayor que la
primera energía ionización, que la tercera energía de ionización siempre es mayor que la
segunda energía de ionización, y así sucesivamente. Además se observa que cuando los
electrones extraídos son electrones de la capa de una capa interna los valores de
energía de ionización son significativamente más altos que lo esperado.

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La afinidad electrónica es la energía del proceso en el que un átomo en fase gas gana un
electrón. La afinidad electrónica puede ser positiva o negativa es decir el sistema puede
absorber energía o perder energía. Lo más frecuente es que la afinidad electrónica sea
negativa.

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El comportamiento de la afinidad electrónica no es muy “periódico”. La tabla muestra
los valores de afinidad electrónica para los elementos de los grupos principales
deduciéndose que para ellos casi siempre la afinidad electrónica es negativa es decir el
sistema libera energía cuando el átomo gana un electrón. Por otra parte la tabla pone de
manifiesto que, de forma general, el valor absoluto de la afinidad electrónica de los
metales es inferior al valor absoluto de la afinidad electrónica de los no metales.

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