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1. EL ÁTOMO
Entre 1803 y 1808, John Dalton, maestro inglés, propuso una teoría atómica basada en los
siguientes supuestos:
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En 1909, Rutherford inició una línea de investigación utilizando partículas alfa, las cuales
bombardeaba contra una lámina de oro. El resultado fue el siguiente:
La mayor parte de la masa y toda la carga positiva de un átomo está centrada en una región
muy pequeña conocida como núcleo. La mayor parte del átomo es un espacio vacío.
La magnitud de la carga positiva es diferente para los distintos átomos y es
aproximadamente la mitad del peso atómico del elemento.
Fuera del núcleo existen tantos electrones como unidades de carga positiva hay en el
núcleo. El átomo es su conjunto eléctricamente neutro.
Las partículas que se desviaban ligeramente eran las que pasaban cerca de los electrones, las que
se desviaban en mayor medida era porque pasaban cerca del núcleo y las que rebotaban era
porque se aproximaban frontalmente al núcleo.
De acuerdo con este modelo, en el átomo se distinguen dos partes:
El átomo nuclear de Rutherford sugirió la existencia en los núcleos de los átomos de partículas
fundamentales de la materia cargadas positivamente denominadas protones, así como de
partículas fundamentales eléctricamente neutras, los neutrones.
El número de protones en un átomo recibe el nombre de número atómico, Z. El número de
electrones también es igual a Z, ya que el átomo es eléctricamente neutro. El número total de
protones y neutrones se llama número másico, A. La Tabla 1 indica las cargas y masas de
protones, neutrones y electrones.
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Partícula Masa Carga
Electrón 9,109534·10-31 kg -1,602189·10-19 C
Protón 1,672649·10-27 kg 1,602189·10-19 C
Neutrón 1,672649·10-27 kg 0
El electrón se mueve en órbitas circulares alrededor del núcleo con el movimiento descrito
por la física clásica.
El electrón solo tiene un conjunto de órbitas permitidas, llamados estados estacionarios.
Estas órbitas son aquellas en las que ciertas propiedades del electrón tienen determinados
valores. Mientras un electrón permanece en una órbita dada, su energía es constante y no
emite energía, es decir, su energía está cuantizada. La propiedad del electrón que tiene
permitidos solo ciertos valores y que conduce únicamente a un conjunto discreto de órbitas
permitidas se denomina momento angular.
Los valores posibles para el momento angular son n h , donde n es un número entero y h
2π
es la constante de Plank. Así, los números cuánticos van aumentando: n=1 para la primera
órbita, n=2 para la segunda órbita etc.
Un electrón puede pasar solamente de una órbita permitida a otra y en estas transiciones
están implicadas cantidades discretas y fijas de energía (cuantos) absorbidas o emitidas.
El modelo de Bohr permite calcular los radios de las órbitas, la velocidad y la energía de los
electrones en el átomo de hidrógeno, asimismo, también permite comprender los espectros de
emisión de los átomos, que se obtienen cuando los átomos se excitan a los estados excitados
posibles del átomo, relajándose posteriormente a estados de energía más bajos emitiendo fotones
de una frecuencia dada. Así, la cuantización de los estados de energía de los átomos conduce a
los espectros de líneas.
A pesar de los logros del modelo de Bohr, esta teoría tiene ciertas limitaciones, pues no puede
explicar los espectros de emisión de los átomos e iones con más de un electrón, ni tampoco puede
explicar el efecto de los campos magnéticos sobre los espectros de emisión.
Estas limitaciones son las que condujeron al desarrollo de la mecánica cuántica cuyos inicios se
remontan a dos ideas clave, la dualidad onda-partícula y el principio de incertidumbre.
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Louis de Broglie propuso que las partículas pequeñas de materia a veces podían mostrar
propiedades de ondas, como, por ejemplo, la difracción, hecho que fue demostrado en el
caso de los electrones.
Toda partícula en movimiento lleva asociada una onda: λ= h/mv
Principio de incertidumbre:
Niels Bohr y Werner Heisenberg realizaron experimentos hipotéticos para establecer con
qué precisión se puede determinar el comportamiento de las partículas subatómicas. Las
dos variables que se deben medir son la posición de la partícula y el tiempo. Concluyeron
que siempre hay incertidumbres en la medida, de forma que no podemos medir la posición y
el momento simultáneamente y con precisión.
Como ya se ha comentado anteriormente, los electrones en el átomo giran alrededor del núcleo en
unas órbitas de energía determinada llamadas orbitales (s, p, d, f), los cuales se pueden obtener al
determinar los tres números cuánticos de una función de ondas.
Las combinaciones de números cuánticos que conducen a los diferentes orbitales surgen de la
solución de la ecuación de ondas de Schrodinger para el átomo de hidrógeno.
El primer número que ha de fijarse es el número cuántico principal, n, que puede tener solo un
valor entero positivo, distinto de cero.
n
¿
1
,
2
,
3…, 4
Todos los orbitales con el mismo valor de n se encuentran en la misma capa electrónica principal o
nivel principal. Estas capas electrónicas principales se numeran de acuerdo con el valor de n, que
depende de la energía y de la distancia más probable del electrón al núcleo, de forma que cuanto
mayor es el valor de n, mayor es la energía electrónica y más lejos está el electrón del núcleo.
Cada capa recibe como designación una letra (K, L, M, N,O, P).
El segundo número es el número cuántico del momento angular o número cuántico acimutal, l, que
puede ser cero o un número entero positivo, pero no mayor de n-1, donde n es el número cuántico
principal.
l
¿
0
,
1
,
2
,
…
,
n
− ¿ 1
− ¿ l
,
…
,
+ ¿ l
4
Las energías de los orbitales dependen del número cuántico principal, n, por lo que todas las
subcapas dentro de una capa principal tienen la misma energía, así como todos los orbitales dentro
de una subcapa y se dice que los orbitales en el mismo nivel de energía son degenerados.
Los electrones giran sobre sí mismos, habiendo dos posibilidades para este giro, las cuales
requieren de otro número cuántico, el número cuántico espin del electrón, m s. Este número puede
ser +1/2 o -1/2.
De todo esto se deduce que en cada nivel n caben 2n2 electrones.
2. CONFIGURACIÓN ELECTRÓNICA
La distribución de los electrones entre los diferentes orbitales en las capas principales y subcapas
se conoce como configuración electrónica de un átomo, que, como veremos posteriormente,
incluye en gran medida en las propiedades físicas y químicas de los elementos.
Los electrones ocupan los orbitales siguiendo una serie de normas:
3. CONCEPTO DE VALENCIA
La valencia de un elemento es el número de electrones que un átomo de dicho elemento posee en
su último nivel de energía. Otra forma de interpretar este concepto es el número de electrones que
un átomo de un elemento debe ceder o aceptar para completar su último nivel de energía. Estos
electrones son de especial relevancia, pues son los responsables de la formación del enlace
químico y los que hay en juego en las reacciones químicas.
Un átomo puede tener una o más valencias, por eso este concepto ha sido sustituido por el de
número o estado de oxidación, que se distingue de la valencia en que éste tiene en cuenta los
signos positivo o negativo, y que se define como la suma de las cargas positivas y negativas de un
átomo tras haber sido aislado a partir de un compuesto.
Como ya se ha comentado, los electrones se disponen en torno al núcleo atómico en varias capas
y, en concreto, la capa de valencia es la capa del átomo más alejada del núcleo que posee
electrones. El número de valencia es el número de electrones que le faltan o debe ceder un
elemento para completar su último nivel de energía y nos facilita saber la cantidad de enlaces que
este átomo es capaz de formar. Por ejemplo, en el agua, el H actúa con valencia 1, por lo que
puede formar un enlace simple, mientras que el O presenta valencia 2, ya que le faltan dos
electrones para completar su última capa, y podría formar tanto un enlace doble como dos simples,
dándose el último caso en la molécula del agua.
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Los elementos que poseen una valencia son monovalentes, los que poseen 2 divalentes, los que
tienen 3 trivalentes etc. Sin embargo, otros tienen varias valencias en función de su naturaleza,
como el Au, que tiene valencia 1 y 3, es decir, es monotrivalente. Esto se debe a la capacidad que
tiene de promocionar electrones de capas más internas.
A continuación, se muestran las valencias de los elementos químicos de la tabla periódica:
4. L
O
S
ELEMENTOS QUÍMICOS
Ahora que hemos adquirido algunas ideas fundamentales sobre la estructura atómica, podemos
discutir el concepto de elemento químico.
Todos los átomos de un determinado elemento tienen el mismo número atómico, Z, es decir, el
mismo número de protones, y cada elemento tiene un nombre y un símbolo característicos.
Los símbolos químicos son abreviaturas de una o dos letras de su nombre. La primera letra del
símbolo es mayúscula (C, N, Si…).
Actualmente se conocen 118 elementos químicos, 92 obtenidos de forma natural y 26 en
laboratorio.
Para representar la composición de cualquier átomo hay que especificar el número de protones,
neutrones y electrones, lo cual se realiza mediante el siguiente simbolismo:
Este esquema que el átomo es del elemento E y que tiene un número atómico Z y un número
másico A.
Contrariamente a lo que Dalton pensó, ahora se sabe que los átomos de un elemento no tienen
necesariamente la misma masa. Todos los átomos de un elemento tienen el mismo número
atómico, pero pueden tener diferente número másico, es decir, tienen los mismos protones, pero
pueden tener diferente número de neutrones, lo que se conoce como isótopos. En el caso del
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hidrógeno, estos isótopos tienen nombre propio (deuterio, si tiene un neutrón y tritio si tiene dos
neutrones).
La masa atómica del elemento se calcula sumando las masas isotópicas por su correspondiente
abundancia.
Los átomos también pueden perder o ganar electrones, por ejemplo, en el curso de una reacción
química, dando lugar a los denominados iones, que tienen carga neta. Como el electrón tiene carga
negativa, cuando se añaden uno o más electrones a un átomo eléctricamente neutro se forma un
ion cargado negativamente (anión), y si pierde electrones, se produce un ion cargado
positivamente (catión), pero el número de protones se mantiene intacto. La carga d e un ion es
igual al número de protones menos el número de electrones:
Así, los símbolos químicos pueden estar rodeados por cuatro números:
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catódicos. Moseley, conociendo el modelo atómico de Bohr, explicó que, si los electrones con los
que bombardeaba el ánodo tenían la suficiente energía, podían arrancar electrones de los orbitales
internos de los átomos metálicos del ánodo y que los electrones más externos pasarían a ocupar
estos huecos, emitiendo fotones de rayos X cuyas energías son la diferencia de energía entre el
nivel de partida y el nivel donde se quedó el hueco.
Moseley obtuvo fotografías de los espectros de rayos X y asignó frecuencias a las líneas
espectrales, asimismo, fue capaz de establecer una correlación entre las frecuencias de los rayos
X y los números equivalentes a las cargas de los núcleos que correspondían a las posiciones de
los elementos en la tabla periódica de Mendeleev.
Moseley predijo la existencia de otros tres elementos y acabó por asignar todos los números
atómicos disponibles en la tabla periódica. Al ordenar los elementos respecto a sus números
atómicos, se eliminaron las irregularidades de la tabla de mendeleiev basada en las masas
atómicas y se produce una repetición periódica de las propiedades físicas y químicas de los
elementos.
La tabla periódica de Mendeleev estaba formada por 8 grupos, mientras que las tablas periódicas
modernas organizan los elementos en 18 grupos.
En la tabla periódica, los grupos verticales (18), reúnen elementos que tienen propiedades
semejantes, y los periodos horizontales (7), están dispuestos en orden creciente de números
atómicos de izquierda a derecha. Los grupos se numeran en la parte superior y los periodos en el
extremo de la izquierda.
Los primeros dos grupos (bloque s) y los últimos 6 grupos (bloque p), constituyen los elementos de
los grupos principales y por situación intermedia entre ambos bloques, los elementos del bloque d
se llaman elementos de transición. Los elementos del bloque f, denominados elementos de
transición interna, se colocan en la parte inferior de la tabla, ya que, si se incorporasen en el cuerpo
principal de la tabla, ésta sería demasiado ancha. Los 15 elementos que van a continuación del
bario se llaman lantánidos, y los 15 que siguen al radio, actínidos.
En la tabla periódica, cada elemento se ordena colocando su símbolo en el centro de un recuadro
en la tabla. El número atómico del elemento se muestra encima del símbolo y la masa atómica se
muestra debajo de su símbolo.
También es habitual dividir los elementos en dos grandes categorías conocidas como metales y no
metales.
A temperatura ambiente todos los metales son sólidos excepto el mercurio, que es líquido.
Generalmente son maleables y dúctiles, buenos conductores del calor y de la electricidad, tienen
un aspecto lustroso o brillante y puntos de fusión moderados o altos.
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Por otro lado, los no metales tienen propiedades opuestas a los metales, son malos conductores
del calor y la electricidad, algunos son gases a temperatura ambiente (N, O, Cl), otros son sólidos
frágiles (Si, S) y el bromo es líquido.
Examinando la tabla periódica, vemos que la mayoría de los elementos son metales (zona naranja)
y que los no metales (zona azul) están situados al lado derecho de la tabla. Los gases nobles (zona
púrpura) son una clase especial de no metales.
Los metales y no metales se separan a menudo por medio de una línea diagonal escalonada y se
suelen llamar metaloides (zona verde) a varios elementos situados a lo largo de esta diagonal. Los
metaloides son elementos que tienen aspecto de metales y se comportan como ellos en algunos
aspectos, aunque también tienen algunas propiedades no metálicas.
Las configuraciones electrónicas permiten comprender mejor la tabla periódica. Los elementos del
mismo grupo de la tabla tienen la misma configuración electrónica en su capa más externa,
denominada capa de valencia. Asimismo, también tienen el mismo número de electrones de
valencia. Hoy en día se sabe que ésta es la razón por la cual hay una repetición periódica de las
propiedades físicas y químicas de los elementos, pues las configuraciones electrónicas de la capa
de valencia se repiten conforme aumenta Z y muchas de estas propiedades dependen de la
configuración electrónica de esta capa, como veremos a continuación.
La tabla periódica se puede dividir, de esta forma, en cuatro bloques de acuerdo con las subcapas
que se van llenando:
Bloque s: grupos 1 y 2 y helio, se llena el orbital s de número cuántico principal, n, más alto.
Bloque p: grupos 13-18, excepto helio, se llenan los orbitales p del n más alto.
Bloque d: grupos 3-12, se llenan los orbitales d de la capa electrónica n-1, es decir, la
anterior a la más externa.
Bloque f: los lantánidos y actínidos, se llenan los orbitales f de la capa electrónica n-2.
Teniendo en cuenta esto, y que la tabla periódica se organiza de acuerdo con las propiedades
físicas y químicas de los elementos, se puede concluir que hay una estrecha correlación entre las
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posiciones de los elementos y sus configuraciones electrónicas, especialmente las de su capa de
electrones más externa o capa de valencia.
La tabla periódica ayuda a describir y predecir las propiedades de los compuestos químicos y los
productos de las reacciones químicas, así como las probables cargas de los iones monoatómicos
sencillos.
Los átomos de los gases nobles tienen el número máximo de electrones permitido en la capa de
valencia. Estas configuraciones electrónicas son muy estables, proporcionando un alto grado de
inercia química a los gases nobles. Además, es interesante saber que los metales del bloque s y el
Al tienden a perder los electrones necesarios para adquirir configuraciones electrónicas de los
gases nobles, y que los no metales tienden a ganar electrones para alcanzar estas mismas
configuraciones.
Las configuraciones electrónicas de los átomos de los grupos 1 y 2 solo se diferencian de las de
gases nobles del periodo precedente en uno o dos electrones del orbital s de una nueva capa
electrónica, por ejemplo, si a un átomo de potasio se le quita su electrón más externo, se
transforma en el ion positivo K+, con la configuración electrónica del argón.
Aunque los átomos metálicos no pierden electrones espontáneamente, suele haber otros procesos,
como la atracción entre iones positivos y negativos, que ocurren simultáneamente y proporcionan
la energía necesaria para causar la ionización. Un caso especial es el del aluminio, que es el único
metal del bloque p que forma un ion con configuración de gas noble, Al 3+. Esto no ocurre con los
demás elementos del bloque p porque deberían perder 10 electrones d para alcanzar una
configuración de gas noble.
Los átomos de los grupos 17 y 16 son los no metales más activos y tienen uno o dos electrones
menos que el gas noble que está al final de su periodo, por eso, pueden adquirir la configuración
electrónica de estos gases nobles ganando el número adecuado de electrones.
Como se ha visto anteriormente, en el caso de los metales de transición, se llena antes la capa ns
que la capa (n-1)d, aunque los niveles de energía de estas dos subcapas son muy parecidos.
Sabiendo esto, no es sorprendente que la subcapa ns quede vacía cuando los átomos de un metal
de transición se ionizan, aunque pueden perder también electrones d, junto con los s.
Unos pocos átomos de los metales de transición adquieren las configuraciones electrónicas de los
gases nobles al formar cationes, como es el caso del Ti4+ o del Sc3+, aunque esto no sucede para la
mayoría.
Un caso especial lo constituye el hidrógeno, que no tiene un lugar bien definido en la tabla
periódica, lo que se debe a que sus átomos solo tienen un electrón con configuración 1s1. El
hidrógeno se coloca en el grupo 1, aunque se clasifica como no metal.
6. PROPIEDADES PERIÓDICAS
Se denominan propiedades periódicas a aquellas cuya variación se repite dentro de la tabla
periódica.
6.1. Radio atómico
El radio atómico se define en función de la distancia internuclear, es decir, en función de la
distancia entre los núcleos de átomos adyacentes unidos por un enlace químico, mediante
distancias interiónicas en el caso de un enlace iónico y mediante las longitudes de enlace en el
enlace covalente. Esto se debe a que no es posible determinar el radio atómico en átomos
aislados.
Si observamos la tabla periódica, podemos comprobar una tendencia en esta propiedad:
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Dentro de un mismo periodo el radio atómico disminuye al aumentar de grupo.
Dentro de un mismo grupo el radio atómico aumenta al bajar periodos.
Para comprender esta variación son importantes los conceptos de penetración y apantallamiento.
La penetración es una medida de la proximidad al núcleo que puede alcanzar un electrón. Los
electrones s penetran más que los electrones p, y estos a su vez penetran mejor que los electrones
d.
Carácter penetrante: s > p > d > f.
Por otro lado, el apantallamiento refleja cómo bloquean los electrones internos la carga nuclear que
experimenta un electrón externo, es decir, el apantallamiento es el efecto que ejercen los
electrones de las capas internas sobre la fuerza de atracción entre los protones del núcleo y el
electrón considerado.
Pongamos un ejemplo:
Imagínese un proceso hipotético en el que un átomo del 3 er periodo se forma a partir del átomo que
le precede, comenzando por el sodio.
La configuración inicial sería 1s2 2s2 2p6. Supongamos que los electrones internos cancelan
completamente una carga equivalente del núcleo, de forma que los electrones internos protegen o
apantallan a los electrones de la capa externa de la fuerza atractiva completa del núcleo.
Supongamos también que los electrones de la capa externa no se apantallan unos a otros y
definamos la carga nuclear efectiva, Zef, como la carga nuclear verdadera menos la carga que es
apantallada por los electrones internos.
La carga nuclear efectiva, Zef, Z*, que actúa sobre un electrón dado es la carga que actúa
realmente sobre un electrón como consecuencia de la presencia de más electrones internos y su
efecto apantallante (S) sobre la carga total del núcleo, Z:
Z e f
¿
Z
−¿ S
Variación en un grupo:
Cuanto mayor es n, más lejos del núcleo se encuentran los electrones más externos, por lo que se
puede esperar que cuantas más capas electrónicas tenga el átomo, más grande será éste.
Esta tendencia se cumple de manera general, no obstante, es mucho más intensa en los primeros
periodos y se hace más despreciable a mayor número atómico, por ejemplo, en el caso de pasar
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del K al Rb y del Rb al Cs, ya que estos elementos tienen electrones internos tipo d, que apantallan
peor, por lo que la carga nuclear efectiva es un poco mayor de lo esperado.
Variación en un periodo:
En general, los radios atómicos disminuyen de izquierda a derecha a lo largo de un periodo, a
excepción de los elementos de transición.
A lo largo de un periodo, el número atómico aumenta.
En el caso de los elementos de los grupos principales, este aumento va acompañado por la adición
de un electrón en la capa de valencia. Estos electrones, al estar en la misma capa, apenas
apantallan la creciente carga nuclear unos a otros, por lo tanto, la carga nuclear efectiva aumenta
al aumentar el número atómico a lo largo del periodo.
Con los elementos de transición la situación es un poco distinta. En la figura de abajo se muestra
que, con algunas excepciones, los radios atómicos de los elementos de transición tienen a ser
aproximadamente iguales a lo largo del periodo. En los elementos de transición, los electrones
adicionales se sitúan en una capa electrónica interna, contribuyendo al apantallamiento del núcleo
con respecto a los electrones externos, aunque el número de electrones de la capa externa tiende
a permanecer constante. De esta manera, el núcleo atrae a los electrones de la capa externa con
una fuerza aproximadamente igual a lo largo de la serie de transición.
Cuando un átomo metálico pierde uno o más electrones formándose un catión, en el catión
resultante hay un exceso de carga positiva con respecto a la carga negativa de los electrones, por
lo que el núcleo atrae más a los electrones y en consecuencia se cumple que los cationes son más
pequeños que los átomos de los que proceden.
Los radios iónicos de los cationes isoelectrónicos son tanto menores cuanto mayor sea su carga
positiva. Por ejemplo, el catón Na+ es más grande que el catión Mg2+, ya que el catión Mg2+ tiene
una mayor carga nuclear.
Cuando un átomo no metálico gana uno o más electrones, formando un anión, la carga nuclear
permanece constante, pero la carga nuclear efectiva disminuye debido al electrón o electrones
adicionales. La fuerza de atracción sobre los electrones es menor y las repulsiones entre ellos
aumentan, por lo que el tamaño del átomo aumenta.
Los radios iónicos de los aniones isoelectrónicos son tanto mayores cuanto más negativa sea su
carga.
6.2. Energía de ionización
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La energía de ionización, I, es la cantidad de energía que debe absorber un átomo en estado
gaseoso para poder arrancarle un electrón, siendo este electrón el que está más débilmente unido
al núcleo, todo ello en estado fundamental.
La primera energía de ionización es la necesaria para arrancar un electrón de un átomo neutro en
estado gaseoso, la segunda energía de ionización es la necesaria para arrancar un electrón de un
ion con carga +1 en estado gaseoso, y así, sucesivamente.
Las sucesivas energías de ionización son mayores que las precedentes.
En general, cuanto más alejado está un electrón del núcleo, más fácil resulta arrancarlo de éste, y
por eso las energías de ionización disminuyen al aumentar los radios atómicos.
Esta tendencia tiene algunas excepciones, como, por ejemplo, el Al y el S. El aluminio debería
tener una energía de ionización superior al Mg, y el S superior al P, pero esto no es así. Esto ocurre
por el tipo de electrones perdidos. El Mg pierde un electrón 3s y el Al un electrón 3p y hace falta
más energía para arrancar un electrón del orbital de baja energía 3s del Mg que del orbital 3p
semilleno del Al. En el caso del S y del P, es más fácil arrancar el electrón 3p del S porque se
encuentra en un orbital lleno que se ve repelido por el otro. Esto ocurre en general con los
elementos de los grupos 2 y 13 y con los elementos de los grupos 15 y 16.
6.3. Afinidad electrónica
La adición de un electrón a un átomo es un procedo exotérmico, es decir, se libera energía.
La afinidad electrónica, AE, se define como la variación de entalpía, AH, que tiene lugar cuando un
átomo en fase gaseosa gana un electrón, y se relaciona con la tendencia de los átomos neutros a
ganar electrones:
Siendo la entalpía la cantidad de calor que un sistema termodinámico libera o absorbe del entorno
que lo rodea cuando está a una presión constante, entendiendo por sistema termodinámico
cualquier objeto.
También se puede definir como la energía desprendida por un átomo gaseoso y en su estado
fundamental cuando capta un electrón y se transforma en un ion negativo, gaseoso y en su estado
fundamental.
Normalmente se desprende energía, aunque en la formación de algunos iones mononegativos y en
la de todos los policargados se absorbe energía en lugar de desprenderse.
Los átomos más pequeños de la parte derecha de la tabla periódica tienden a tener afinidades
electrónicas negativas y grandes. Las afinidades electrónicas tienden a hacerse menos negativas
según se avanza hacia la parte inferior de un grupo, con la excepción de los elementos del
segundo periodo y grupos 15, 16 y 17 (N, O y F), que no siguen esta pauta. Esto se debe a que en
estos átomos el electrón adicional es fuertemente repelido por parte de los otros electrones del
átomo, por lo que éste no está tan fuertemente unido como cabría esperar.
Los gases nobles no tienen tendencia a ganar un electrón, ya que este tendría que incorporarse en
el orbital s vacío de la siguiente capa electrónica. Tampoco tienen tendencia a ganarlo los
elementos de los grupos 2 y 12 en los que el electrón tendría que incorporarse en la subcapa p de
la capa de valencia, y otros pocos elementos como el Mn, en el que tendría que entrar en la
subcapa p de la capa de valencia o en una subcapa 3d semillena.
Si consideramos la adquisición de un segundo electrón por parte de un átomo no metálico,
encontramos AE positivas, ya que éste segundo electrón se acercaría a un ion negativo y
experimentaría una fuerte repulsión.
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6.4. Electronegatividad y carácter metálico
La electronegatividad es la tendencia de los átomos de los elementos químicos a captar electrones
cuando se combinan químicamente y aumenta en los periodos hacia la derecha y en los grupos
hacia arriba. Cuanto más electronegativo es un elemento, mayor es su energía o potencial de
ionización.
Con el carácter metálico ocurre lo contrario, y se define como la tendencia que tienen los átomos
de los elementos químicos a perder electrones cuando se combinan químicamente.
La tabla periódica también se puede emplear para predecir la variación de las propiedades físicas
de los elementos.
Por ejemplo, en un mismo grupo, los puntos de fusión y de ebullición aumentan hacia abajo.
Las propiedades físicas también varían a lo largo de un periodo, como, por ejemplo, la capacidad
para conducir el calor y la electricidad, que aumenta hacia la izquierda.
Otras propiedades, como es el caso del punto de fusión, aumentan a lo largo de un periodo hasta
llegar a un máximo para después disminuir, así, en el 3er periodo, el sodio tiene el punto de fusión
más bajo, ya que su enlace es metálico (este tipo de enlaces es más fuerte cuanto más electrones
participen en el enlace), el silicio es el elemento con mayor punto de fusión debido a su enlace
covalente y a partir del mismo, los puntos de fusión disminuyen ya que, aunque los enlaces entre
los átomos de estos elementos son fuertes, las fuerzas intermoleculares se van haciendo más
pequeñas a lo largo del periodo y los puntos de fusión disminuyen.
La dureza es otra propiedad que también depende de las fuerzas que se ejercen entre los átomos y
moléculas de un sólido, así, la dureza de los elementos sólidos del 3er periodo varía muy parecido
a como lo hacen los puntos de fusión.
Los elementos de los grupos 1 y 2 tienen propiedades reductoras, es decir, son agentes reductores
y posibilitan una semirreacción de reducción al mismo tiempo que se oxidan y pierden electrones.
A priori se puede pensar que cuanto más baja es la energía de ionización, es decir, cuanto más
baja es la energía para arrancar los electrones de un metal, mejor agente reductor es.
Por otro lado, los halógenos presentan propiedades oxidantes, es decir, son agentes oxidantes que
ganan los electrones que se pierden en una semirreacción de oxidación. Un agente oxidante se
reduce al ganar los electrones.
La afinidad electrónica es la propiedad atómica que se relaciona con la ganancia de electrones y
cabe esperar que un átomo con tendencia fuerte a ganar electrones (un valor negativo grande de la
afinidad electrónica) tome los electrones de átomos con energías de ionización bajas, es decir, de
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metales. Así se entiende por qué los metales activos forman compuestos iónicos con los no
metales activos.
El carácter ácido-base de los óxidos de los elementos también tiene una tendencia periódica.
Algunos óxidos metálicos reaccionan con el agua, obteniéndose el hidróxido del metal:
Un caso especial lo constituye el aluminio. Su óxido puede actuar como ácido o como base, es
decir, es un óxido anfótero
La solubilidad y la fuerza ácida de algunas moléculas dependen de la polaridad de los enlaces, que
a su vez depende de la diferencia de electronegatividades y del tamaño de los átomos.
Si se analiza el comportamiento de los compuestos tipo HnX, a lo largo de un periodo se observa
que el carácter ácido aumenta de izquierda a derecha y en un grupo el carácter ácido aumenta al
descender.
En cuanto a las propiedades magnéticas de los elementos, los átomos o iones diamagnéticos son
aquellos en los que todos los electrones están emparejados y son especies que son débilmente
repelidas por un campo magnético. Por otro lado, los átomos o iones paramagnéticos son aquellos
que tienen electrones desemparejados, los cuales inducen un campo magnético que hace que el
átomo o ion sea atraído por un campo magnético externo.
7. FORMULACIONES BÁSICAS
Explicadas en el cuaderno I de Química General (1º de carrera).
También dispongo de un cuadernillo de nomenclatura orgánica, aunque no creo que sea necesario.
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