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Una de las paradojas de nuestro tiempo es que cada vez hay más personas que se
sienten aisladas y solas, independientemente de que vivan rodeadas de gente y tengan
facilidades para comunicarse con los demás.
Esto no está íntimamente relacionado con el concepto de “vivir solo”. Vivir solo creo
que no implica forzosamente padecer aislamiento social ni soledad. Las personas que
viven solas, en algunos casos, pueden gozar de una activa vida familiar y social. Por el
contrario, algunas personas que viven en compañía quizás se sienten muy solas si
tienen malas relaciones con sus allegados.
Este ejemplo último se encuentra relacionado con la soledad irracional, esta puede ser
la más aterradora debido a que tienes familia, amigos, pareja, pero te sientes muy solo
(sin razón aparente).
Puede aparecer en momentos extraños, no la comprendes, pero la sientes. A veces es
fugaz, otras veces permanece, pero nunca llegas a entenderla. Conozco casos de gente
que el día de su cumpleaños, rodeadas de gente que le quiere, que le aprecia y quiere
pasar ese bonito momento con ellos, se preguntan si son importantes, si son visibles
para alguien, a veces incluso llegan a sentirte una carga para quienes están en su vida.
Sueles querer también que te toquen, compañía, no sentirte irracionalmente solo todo
el tiempo, esta sensación de incomunicación te acompaña continuamente, como
respuesta a tus necesidades.
Sin embargo, queremos abarcar algo mucho más preocupante, la denominada soledad
patológica, que se experimenta cuando te sientes solo y aumenta de forma
considerable el riesgo de desarrollar disfunciones biológicas, angustia psicológica y
problemas de conducta social. Tiene en su propia fenomenología preocupaciones que
requieren de un diagnóstico con un manejo oportuno y adecuado.
Una persona enferma de soledad a menudo se siente abatida, discriminada, aislada e
indefensa, con dificultad para interacciones personales y con presencia de sensación
de abandono.
Se encuentra denominada como “epidemia silenciosa”. Genera un dolor que afecta a
la calidad de vida y a la salud, se relacionan con una mayor morbimortalidad y
aumentan el riesgo de un amplio abanico de enfermedades, desde las
cardiovasculares hasta los resfriados comunes.
Esto puede disminuir a la larga las capacidades cognitivas o incluso cambias las
creencias sobre ti mismo o el entorno.
Creo que una buena referencia para entender esto es asociar este término a “lonely”,
que significa sentirse solo, lo cual no es lo mismo que “alone”, que significa estar solo
en un momento determinado.
Es necesario pasar tiempo solo, tener momentos de autorreflexión, de dedicarse
tiempo, de disfrutar de uno mismo, es esto también muy importante, pero sin
sobrepasar las barreras claramente delimitadas, siendo esto último muy común,
acarreando dicho problema.
Considero que todos nos sentimos solos en algún momento determinado, aunque no
se suela hablar de ello, todos pasamos por ello. El problema comienza en cuanto esto
pasa de ser puntual a crónico.
Lo que más nos sorprendería, es que el grupo mayoritario actual más solitario es la
generación Z, nuestra generación, la generación que ya nació con Internet. Además, en
adultos maduros es también muy común (30-40 años) ya que trabajas mucho, debes
mantener una casa, cuentas con la demanda de tus hijos, por lo que no suele dar
tiempo, en muchas ocasiones, de mantener y nutrir amistades. Teniendo también en
cuenta lo complicado que resulta forjar una amistad nueva con esta edad.
Esta soledad es muy particular.
La soledad y el aislamiento nos afectan a todos. Hacen mucho daño, tanto física como
mentalmente, debido que somos seres gregarios, estamos diseñados de forma que
necesitamos estar en manada o en grupo, la conducta social nos ayuda a sobrevivir y a
reproducirnos, asegurando así también el legado genético. Cuando nos aislamos
nuestro cerebro entra el modo de preservación, debido a que aumenta el estrés, entre
otras cosas.
Mentalmente nos pone en una situación muy vulnerable de padecer depresión o
ansiedad, y en el caso de los hombres, incluso supone un factor alto de riesgo de
suicidio. Esto además acarrea problemas físicos; presión alta, subida de cortisol, etc.
Cuanto mayor sea el tiempo que estemos aislados mayores se vuelven las
consecuencias psicológicas y físicas de este y más cuesta posteriormente volver a
habituarse a socializar.
A nivel personal hay que trabajar su autoestima, reconocer que son valiosos,
interaccionar con su familia y amigos, con quien no les juzgue y respete tu forma de
ser y ver la vida.
Si eres familiar de alguien que padece de ella, entiende la soledad como enfermedad,
entiende su duelo, quizás no ha superado algún otro que le está provocando este, no
le juzgues, no le regañes, estos juicios y críticas le hacen más vulnerable. Trabaja la
compasión y la empatía, infórmate sobre el tema, trata de ayudar en la medida en la
que se pueda, acompáñale compasivamente.