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Fragmento de: Salinas, F. (2023).

Ser Persona, Ser Pareja, Ser Familia: Manual


práctico de psicología aplicada a la vida diaria. Clínica para la Familia.

Sentirnos solos no depende de alguien más


Existen diferentes maneras de ver la soledad. Tal vez la más intuitiva es la
soledad exterior, objetiva o social, que se refiere simplemente a la ausencia de
compañía o el “estar solo”, sin embargo, muchas veces el problema no es estar
solo sino sentirse solo, donde aun con personas alrededor nuestro, sentimos una
sensación de vacío y el deseo de compartir con alguien especial para nosotros. A
este sentimiento en psicología le llamamos soledad interior, subjetiva, emocional o
la verdadera soledad (Cardona Jiménez, Villamil Gallego, Henao Villa y Quintero
Echeverri, 2013).
Este sentimiento puede surgir en situaciones donde percibimos que las relaciones
que tenemos con los demás no son tan profundas como quisiéramos, o tenemos
la sensación de que contamos con poco apoyo económico, afectivo o de ayuda
directa (Salazar Villanea y Castro Gómez, 2019). Es decir, el sentimiento de la
soledad NO depende de si tenemos o no relaciones sociales, sino de si esas
relaciones son profundas, cercanas y significativas frente a las cuales nos
sentimos seguros (Fernández, Muratori y Zubieta, 2013).
Por lo tanto, la soledad tiene que ver más con lo que sentimos dentro que con
quien se nos acerca desde afuera, lo que nos lleva a cuestionarnos por un lado en
qué tan satisfechos nos sentimos con las relaciones sociales que tenemos
actualmente y, por otro lado, qué tan cómodos o incómodos nos sentimos con
nosotros mismos. A continuación, te quiero compartir una serie de
recomendaciones para que te puedas hacer cargo del sentimiento de soledad de
la manera más sana posible:

1. Analiza qué te puede estar informando tu soledad


Sentirnos solos también puede ser un signo de alarma, donde
nuestras emociones nos informan la necesidad de fortalecer las
relaciones sociales, ya sea en cantidad o calidad (Montero, López, y
Sánchez-Sosa, 2001). Así como un automóvil enciende una señal
cuando le falta una acción de mantenimiento, la soledad como
sentimiento puede ser un indicador que nos dice: “no descuides tus
amistades” o “ten relaciones más profundas y menos superficiales”.

2. Diferencia entre amor y dependencia


En ocasiones el sentimiento de soledad no se debe a la ausencia de
relaciones sociales profundas sino a la forma en que nos
relacionamos con las personas y establecemos relaciones cercanas.

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Es decir, a veces la soledad más intensa la podemos experimentar
cuando nos entregamos tanto a una relación que termina
generando más angustia cuando esa persona se aleja o no
responde a nuestras expectativas.

En ese caso, nos estamos relacionando más desde la dependencia


que desde el amor. Por eso, es importante que puedas cuestionarte
sobre qué tanto estás apoyándote en los demás para considerarte
una persona valiosa, importante, digna de amor o suficiente.

Eso no quiere decir que optemos por conclusiones como “no me


tiene que importar o afectar lo que digan los demás”, como seres
humanos somos una especie gregaria (conformamos familias, grupos
y comunidades) y es normal e incluso sano que tengamos en cuenta
a los demás, pero también es importante que de la misma manera
nos consideremos a nosotros mismos. Busca que el amar y compartir
con otros sea una cuestión de disfrutar de compañía y no de exigirle
a los demás que te hagan sentir bien. En la sección de “ser pareja”,
profundizaremos más sobre el amor y su diferencia con la
dependencia.

3. Encuentra y disfruta el equilibrio


Si bien el sentimiento de soledad nos puede avisar cuando
realmente tenemos descuidadas nuestras relaciones sociales,
también si nos llenamos de interacciones sociales y anulamos los
espacios privados o personales terminamos generando malestar en
nosotros. Son importantes las relaciones, pero también son
importantes los espacios para actividades personales. La soledad
también puede ser fuente de creatividad, fortaleza y
autoconocimiento (Cardona Jiménez, Villamil Gallego, Henao Villa y
Quintero Echeverri, 2013). Procura tener un tiempo para estar contigo
mismo y disfrutar de tu soledad, sin caer en extremos.

4. Fortalece tus habilidades sociales


En ocasiones, terminamos aislándonos socialmente porque las
interacciones sociales pueden llegar a ser una actividad agotadora,
y aunque a muchas personas les sea fácil socializar o incluso pueda
ser una actividad relajante, para otras personas puede significar una

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carga o un riesgo inminente de generar conflicto o una mala
impresión. En este caso, conviene entrenar nuestras habilidades
sociales, es decir, fortalecer nuestra destreza para iniciar, mantener y
cerrar conversaciones, además de saber participar en
conversaciones tanto superficiales como profundas. Entre más hábil
seas para socializar, más se va a convertir en una actividad relajante
en lugar de una carga exigente.

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