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Quijano - Estetica e Utopia
Quijano - Estetica e Utopia
reconocemos corno imaginario de la sociedad, Por esa misma ruta, dos cuestiones vienen
donde lo estético tiene su reino. Eso sólo ya a nuestro encuentro. Primero, si utopía y es-
sería muy importante. Pero lo que está en jue- tética están hechas de la misma materia, ¿no
go, ante todo, es que hay un sentido estético en será también que la estética tiene naturaleza
toda utopía, sin el cual no sería posible tensar utópica? Segundo, ¿en qué consiste esa común
las antenas del imaginario de la sociedad hacia materia y de dónde procede?
otro sentido histórico. Las dos cuestiones llevan, o parece que lle-
En términos coloquiales podría decirse que van, a una misma solución. La utopía, toda
se parte a la búsqueda de otra sociedad, de utopía, es engendrada como búsqueda de
otra historia, de otro sentido (esto es, de otra liberación de una sociedad respecto de un
racionalidad), no únicamente porque se su- orden presente y de su específica perspecti-
fre materialmente el orden vigente, sino ante va de racionalidad. La utopía proyecta una
todo porque disgusta. Toda utopía de subver- alternativa de liberación en ambas dimensio-
sión del poder implica también, por eso, una nes. Implica, de ese modo, una subversión
subversión estética. Tiene carácter estético. del mundo, en su materialidad tanto como en
Eso establece una radical diferencia con las su subjetividad. De su lado, toda rebelión es-
expectativas de todos aquellos que admiten o tética implica igualmente una subversión del
apoyan la plena legitimidad del orden vigente, imaginario del mundo, una liberación de ese
de su particular racionalidad, aún si son sus imaginario respecto de los patrones que lo
víctimas materiales, y cuya lucha no implica, estructuran y al mismo tiempo lo aprisionan.
ni lleva, a otra meta que la de cambiar de lugar Toda estética nueva tiene, en consecuencia,
y de papel dentro del mismo orden. No basta, carácter utópico.
en ese sentido, luchar contra los explotadores. Empero, si toda utopía tiene carácter esté-
Dentro de ese sólo marco, la utopía no está tico, no toda estética tiene carácter utópico.
necesariamente colocada. Para que ella esté Ese rasgo se encuentra solamente en una es-
presente, se requiere la lucha contra la explo- tética subversiva. Por eso, si bien toda utopía
tación, contra toda forma de explotación. Se es constituida con materia estética y aparece
requiere la lucha contra la dominación, contra primero en el reino de lo estético, no toda es-
toda forma de dominación. tética aparece primero en el reino de la uto-
Estética de la utopía 735
directo de toda autoridad. Eran sólo “grandes etnias, razas, castas, géneros, etc.) que for-
relatos”, desdeñables quimeras. Un pragmatis- man la vasta familia del poder, apenas son hoy
mo sin atenuantes se extiende como la arro- vislumbrables, y aquí no cabría debatir sobre
lladora ideología que proclama el fin de todas eso. Pero pocos, sin duda, arriesgarían en se-
las (otras) ideologías, para cantar la muerte de rio esperar que el poder vigente, el del capi-
toda esperanza de subversión de este orden. tal, consiguiera atravesar inmune e impune el
Inclusive, no faltan intonsos para creer que no tiempo que viene.
es solamente este período, sino toda la Histo- En el actual debate sobre la crisis de la mo-
ria, la que llega a término (Fukuyama, 1989) dernidad, no está en cuestión solamente la ra-
y comienza el eterno reinado del capital y del cionalidad de las propuestas antagonistas del
orden liberal. Pareciera haber muerto, en ver- poder, como sostiene la mayoría de los críti-
dad, toda utopía, enterrada bajo los escombros cos de la modernidad, ni es seguro que podrá
de todos los muros del “socialismo realmente desalojárselas definitivamente en beneficio del
existente” o encerrada en la weberiana jaula de dominio eterno de los elementos instrumenta-
hierro de la razón instrumental. lizables de la racionalidad moderna, para los
E pure si muove. El mundo es ya nuevo, en fines del poder. Más profundamente están en
muchos sentidos. Y, sobre todo, entraña ya vi- juego los fundamentos mismos del paradigma
sibles y activas opciones de sentido histórico. cognitivo que permite tal instrumentalización:
Es decir, el tiempo que viene no será una mera la separación dicotómica sujeto-objeto; la li-
prolongación del pasado, como sueña ahora el nealidad secuencial entre causa-efecto; la ex-
milenarismo capitalista, sino un tiempo históri- terioridad e incomunicación entre los objetos;
camente nuevo. la identidad ontológica de los objetos, para
Señalaré algunos de los trazos decisivos de señalar algunas de las dimensiones centrales
esa novedad. Para comenzar, por primera vez del problema. Es decir, todo aquello contenido
vivimos en un mundo global, literalmente, que en la imagen de la separación entre el árbol de
cubre el globo terráqueo. Las consecuencias la vida y el árbol del conocimiento, en donde
y las implicaciones de tal hecho sobre todos comienza el proceso de desencantamiento del
los fenómenos y sobre todas las categorías mundo. Las estructuras del universo intersub-
referidas a ellos (naciones, Estados, clases, jetivo que sostienen el dominio eurocentrista
738 Aníbal Quijano - Cuestiones y Horizontes
mundo andino o de América Latina, sino de nario cuyos nuevos datos pugnan por hacerse
todo el mundo histórico constituido en la do- presentes, salir de prisiones previas, cobrar
minación colonial. Pero, quizás, termine apre- formas, ser imágenes y sistemas de imágenes.
tando también a los propios dominadores. En Pero todo ello sólo puede ir constituyéndose
sus propias sedes. plenamente en la medida en que en el conjunto
Si se observan las tendencias con las que de la existencia social se procese, en el mismo
emerge la próxima acumulación mundial, no movimiento, la necesidad, como sentimiento y
sólo son visibles los ejes productivos, la tec- como interés, de búsqueda y de lucha por ra-
nología o la posible distribución espacial del cionalidades alternativas a las del poder actual,
control de esa estructura. También puede ser de su orden, de su mundo, en suma. La estética
planteada la cuestión de los límites de mercan- posible no puede constituirse sino como estéti-
tilización de la fuerza de trabajo, más allá del ca de la utopía.
problema del empleo-desempleo-subempleo Y de eso se trata. Aunque la polvareda que la
dentro del capital. Y como una de las opciones caída de los muros levanta no deje verlo y el es-
posibles del trabajo y de los trabajadores, fren- trépito de la fanfarria capitalista no deje oírlo,
te a esos límites, la extensión de las relaciones ahora ingresa un nuevo momento de una lucha
de reciprocidad en el control de los recursos, todo el tiempo inconclusa y de una esperanza
de producción, de distribución, como ya está que no cesa de desafiar a la muerte: el reempla-
ocurriendo y no solamente en América Latina. zo de la autoridad por la libertad y de la moral
Los conflictos dentro del poder y contra él, en del interés por la moral de la solidaridad.
adelante, no podrán permanecer solamente Esa esperanza es muy antigua y al mismo
dentro de las relaciones salario-capital. tiempo nueva. Fue, en el umbral del nuevo pe-
riodo, reconstituida en la vasta onda revolucio-
naria que surcó el planeta del capital en la dé-
Tiempo de utopía cada de los sesenta y cuyo epicentro fue mayo
de 1968, en París. La idea de la democracia di-
No es muy grande el riesgo, frente a tales cues- recta –control directo de la autoridad, solida-
tiones, de sugerir que estamos inmersos tam- ridad colectiva y libertad individual– pudo ser
bién en un proceso de reconstitución del imagi- reencontrada y restaurada a partir de enton-
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ces. Esa fue la señal precisa del agotamiento de origen colonial, encerradas en el laberin-
de todo el periodo histórico que ahora termina to de una indecisa identidad, casi siempre es
de cerrarse, de la llegada de una nueva utopía aquello que los dominados hablan, sueñan o
de lucha contra la alienación. aman; sus modos de relación con las formas,
La utopía del tiempo que llega está ahora en- con el color, con el sonido; con su cuerpo y
tre nosotros. Más bruñida y precisa cuanto más con el mundo; todo aquello que hacen u omiten
completo es el derrumbe del edificio del “so- para satisfacerse o realizarse sin el permiso o
cialismo realmente existente”. Más imperiosa el recurso a los dominantes; sus maneras de li-
cuanto más completa la victoria del capitalis- berarse de los patrones de olvido o de memoria
mo privado y más global su dominio. que se les impone como cerrojo en la jaula de la
dominación. Y, por sobre todo, el esplendor de
la fiesta contra la razón instrumental.
América Latina: la fiesta La dominación impone a sus víctimas la imi-
del origen tación y luego la afrenta; empuja a la simulación
y la condena; produce la hibridez y la deshonra.
América Latina ingresa a este horizonte como el La cultura criollo-oligárquica fue el duradero
más apto territorio para la historia de ese tiem- modo de esa imposición, en el período anterior
po que llega. Quizás no sea simple coincidencia, a la globalización capitalista. Pero la hegemonía
después de todo, que sea aquí donde el debate de esa cultura está en escombros, van disolvién-
sobre estética y sociedad sea hoy no solamente dose sus postreras imágenes, su estética de la
más intenso, sino, sobre todo, más profundo y imitación, de la limitación, de la simulación, de
rico (Acha, Lauer, Canclini, entre otros) que en la hibridez, mientras se hace más viva y más fuer-
cualquier otra parte. Porque en América Latina te la presencia de los dominados en la reconsti-
la utopía de la liberación social, así como la de tución del universo intersubjetivo en América
identidad, no pueden ser resueltas la una sin la Latina. Lo indio y lo negro llevan a recrear todas
otra, aquí, más que en lugar alguno de este mun- las formas, todos los ritmos, todas las venas de
do, será requerida una estética de la utopía. relación con el universo, a una recepción propia
Lo que la cultura de los dominantes deshon- de lo que viene de la globalización y de toda la
ra, impide u oculta, sobre todo en las culturas novedad del mundo. Hay un efectivo proceso de
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