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- Universidad Nacional de Lujan


- Estudiante: Pablo Demarco.
- Carrera: Licenciatura en Historia
- Seminario: Prisiones, penas e instituciones de encierro entre los siglos XIX-XX
- Año: 2022

Cárcel, disciplinamiento y producción capitalista en


Argentina.

Introducción

En la lectura de la bibliografía que hemos analizado a lo largo del seminario,


podemos encontrar autores que sostienen la idea de la prisión como elemento de
disciplinamiento de la fuerza de trabajo, presente de forma temprana en la historia del
capitalismo. Autores como Rusche – Kirchheimer o Melossi-Pavarini, equiparan “la
época de la penalidad moderna con la del modo capitalista de producción” 1, esto no se
replicaría en América Latina.
La llegada de las corrientes criminalísticas- positivistas en la región colisionó con
la mirada “despectiva” de las elites, que todavía consideraban a los castigos “pre-
modernos” como los más aptos para las poblaciones nativas. En palabras de Aguirre, la

1
Garland David, Castigar y asistir. Una historia de las estrategias penales y sociales del siglo XX., Siglo XXI
Editores; Buenos Aires; 2018.
importancia de la penitenciaría como mecanismo de desarrollo de una tecnología moderna,
que incluso sería una herramienta para avanzar hacia sociedades liberales y democráticas,
se presenta de manera exagerada por algunos autores y no ocuparía un lugar central en
las estrategias coercitivas y de disciplinamiento de las elites latinoamericanas.

La pregunta que moviliza este trabajo es ¿Por qué no se desenvolvieron estos


dispositivos modernos de castigo? ¿Qué trabas aparecen en la coyuntura de la región que
impiden el desarrollo de las estructuras e instituciones penales, que podrían ser un
elemento de modernización de una república burguesa incipiente?
“Francisco se esfuerza en no perder la razón.
Sabe
que todo lo que hagan con él, incluso mantenerlo
. incomunicado, responde a una estrategia”
Marcos Aguinis; “La gesta del marrano”

Pena. Producción e institucionalidad del castigo

Desde el análisis marxista Rusche y Kirchheimer relacionan la pena con el modo


de producción o más precisamente, establecen una relación determinante entre las
instituciones de la sociedad y el modo de producción imperante.
Entre los argumentos presentes en el libro “Pena y estructura social” de Rusche y
Kirchheimer, que Garland analiza, encontramos un punto que es interesante destacar: En
un momento determinado las clases dominantes deben lograr disciplinar una masa social
que se mueve desde los circuitos agrarios hacia las ciudades industriales.
Se trata de hombres y mujeres que se rebelan, bajo la nueva racionalidad
capitalista, a disciplinarse y que por lo tanto podrían encontrar en el delito una forma de
vida. Entonces el derecho penal y las sanciones en la etapa de “desarrollo temprano de
la mano de obra de las fábricas y manufacturas” 2, actúan para asegurar que el
2
Garland David, Castigar y asistir. Una historia de las estrategias penales y sociales del siglo XX., Siglo XXI
Editores; Buenos Aires; 2018.
individuo no pueda vivir del crimen. Se trata imponer una idea general, que sostiene
que la vida criminal y las instituciones que la penan son más desfavorables que la vida
en el mundo laboral.
Los autores sostendrán entonces, que en esta relación entre el Mercado laboral y el
sistema penal está “el leitmotiv de la administración penitenciaria”3
Por lo tanto de lo que se trata es de analizar el modo de producción y como las clases
dominantes establecen instituciones que permiten asegurar el dominio desde la lógica
capitalista sobre las clases subalternas.
Con el correr de los años, Garland señala como punto de quiebre la 2da Guerra
Mundial, el marxismo “se aleja cada vez más del enfoque estrecho en los modos de
producción para concentrarse en la investigación de los aportes del poder de la clase
dirigente, en particular cuestiones de poder del Estado, legislación, cultura e
ideología”. Este corrimiento del enfoque podría ser valioso para analizar el desarrollo
del sistema penal en Latinoamérica en el siglo XIX, en donde no hay un modo de
producción puro sino más bien un sistema híbrido, en donde distintas relaciones de
producción se combinan con formas de acumulación y sistemas productivos que
constituyen un fenómeno que requiere categorías y análisis propios.
Es por esto que la idea de trasladar el análisis de Europa a América sería
incorrecto o por lo pronto poco apropiado.
Dentro de los autores marxistas que abordan el tema castigo se distinguen dos
posiciones; por un lado aquellos que consideran al castigo como una institución
supeditada al sistema productivo y otra que considera el castigo como una herramienta
enmarcada en la lucha de clases, es decir, como un instrumento político para asegurar el
poder del sector dominante.
Principio de la significación independiente del castigo
En el análisis de Garland sobre el libro “Pena y estructura social”, aparece la idea de
sentido común que recae sobre el concepto de pena. En este punto los autores señalan que
la pena no puede entenderse como consecuencia del delito. La existencia de la pena
excede la existencia del delito, “Las formas penales deben considerarse como artefactos
sociales que no pueden comprenderse únicamente con una finalidad penitenciaria” 4.
Esta mirada permite liberar a la estructura del castigo de lo que se entendería como su
3
Op.Cit.
4
Garland David, Castigar y asistir. Una historia de las estrategias penales y sociales del siglo XX., Siglo XXI
Editores; Buenos Aires; 2018.
finalidad esencial y verlo como algo más complejo. En palabras de Garland “el castigo,
entonces, debe verse como un fenómeno social con una serie de determinantes y un
significado social que rebasan los requisitos técnicos del control del crimen” 5.
Durkheim desde un posicionamiento en la escuela clásica, también analiza el
castigo como un elemento de control social más que de control del delito. En este punto,
el padre de la sociología moderna, plantea que hay una “normalidad del delito”,
entendido como un nicho siempre a disposición de ser sancionado por las leyes y, que la
presencia de esta “área de maldad sancionada” 6sirve para que el resto de la sociedad
(las gentes honradas) se identifiquen como grupo y se construya una cohesión social por
oposición.
Así la existencia de un área de maldad actuaría como un contra-espejo en donde el
individuo se siente seguro, siempre y cuando sea parte de una sociedad que es sostenida
por una estructura de leyes que defiende una serie de intereses concretos. Esto se ve con
más claridad en las sociedades modernas en donde se desarrolla la Solidaridad Orgánica.
En una sociedad orgánica, el individuo encuentra en el Estado al defensor de intereses
como por ejemplo el de la propiedad privada, y que tiene como forma de recaer sobre el
cuerpo delictivo las sanciones restitutivas.
Si un cierto grado de delito es “bueno” para la sociedad, entonces ¿Es posible pensar
en una producción del delito?
Si analizamos a Foucault sus conclusiones son tajantes, el detenido es un producto
de la prisión. El éxito de la prisión, señala Foucault, es haber producido al delincuente
como sujeto patologizado. Entonces “el circuito de la delincuencia no sería el
subproducto de una prisión que al castigar no lograría corregir; sería el efecto directo
de una penalidad que, para administrar las practicas ilegalistas, introduciría algunas
en un mecanismo de castigo-reproducción del que la prisión formaría uno de los
elementos principales. Pero ¿Por qué y cómo la prisión sería llamada a desempeñar el
trabajo de fabricación de una delincuencia a la cual se supone que combate?”7
En Durkheim y Foucault aparece la idea de una utilidad del delito dentro de
sociedad moderna capitalista. Un delito que requiere ser controlado, sancionado y
racionalizado por instituciones específicas

5
Op.Cit.
6
Melossi, Dario; “La sociología de la desviación de Emile Durkheim”; en: “Controlar el delito”; 2018.
7
Foucault, Michel; “Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión”; Ed. Siglo XXI; Buenos Aires, Argentina; 2006
Volviendo sobre Durkheim, en los conceptos sobre Estado y democracia que el
autor propone encontramos algunos puntos interesantes: En primer lugar plantea que el
Estado moderno actúa como el gran “racionalizador de la conciencia colectiva” y por lo
tanto, es este instrumento de dominación el que señala cuales son o no, los
comportamientos desviados en la sociedad.
De esta forma, no solo recaen sanciones éticas que la propia sociedad aplica sobre los
individuos, sino también sanciones penales.
Kai Erikson, sociólogo estadounidense, señala que el “debate público sobre casos
delictivos o desviaciones célebres es el modo en que la sociedad se cuestiona y evalúa
sus propios límites morales en periodos de crisis”8 .
Erikson da un ejemplo de la década del 50 en EEUU: el macartismo. Aquí vemos como
el Estado actúa para dejar en claro que “la Union Sovietica había pasado a ser un aliado
a convertirse en enemigo”. Este trabajo de reconfiguración de los límites busca volver
“desviado” lo que hasta ese momento no lo era.
En estas líneas, citadas en el trabajo de Melossi, aparece el Estado como el ordenador
de un sistema de conductas, algunas de ellas desviadas y que es necesario reprimir y
otras que dejan de serlo. Es decir: Aparece el Estado como el gran organizador, pero no
cualquier Estado, es el Estado democrático.
Durkheim no señala a la democracia como una mera expresión de la voluntad de las
mayorías, no presenta el tema como una cuestión moral, sino que observa que la
democracia es el mecanismo por el cual se le brinda al Estado la posibilidad de
intensificar la comunicación.
Acá está presente una idea en la cual la transición entre una sociedad basada en la
solidaridad Mecánica y otra basada en la Solidaridad Orgánica será más dinámica,
rápida, menos traumática, con un Estado moderno democrático en donde los sectores
dominantes puedan establecer una comunicación más fluida y por lo tanto hacer efectivo
el control social.
Esta idea de comunicación es fundamental para asegurar la dominación de clase y
su reproducción.
Desde una visión gramnsciana, y teniendo en cuenta este concepto de
comunicación, podríamos identificar una limitación por parte de la clase dominante de

8
Melossi, Dario; “La sociología de la desviación de Emile Durkheim”; en: “Controlar el delito”; 2018.
lograr un control integral de la sociedad mediante la hegemonía, lo que la lleva a sellar
una alianza con clases auxiliares, por un lado, y por el otro a llevar adelante una política
de coerción sobre las clases opositoras. Es decir, el consenso ideológico que pueda
desarrollar la clase Fundamental no alcanza para lograr el control total.

Hasta acá presentamos un repaso de autores. Empezamos con una visión marxista, para
luego recuperar algunas ideas desde la visión clásica de la sociología con Durkheim y
terminamos citando a Gramsci, que nos permite entender al sistema carcelario y la pena
como una institución que actúa para ambos extremos: por un lado porque recae como un
aparato represivo que serviría para formar cuerpos industriosos, y por el otro lado actúa
como una institución que reafirma y permite identificar a las clases auxiliares como un
grupo con valores e intereses que los identifican.

Cárcel y castigo en América Latina.

Una conclusión que queremos destacar, después de hacer un repaso de los autores citados
en la primer parte de este trabajo, es que con el avance de la modernidad y el capitalismo
como sistema ordenador de las relaciones sociales se establece una “institucionalización
del sujeto” a niveles hasta ahora no conocidos. El individuo, independientemente de la
clase social a la que pertenezca, es atravesado por las instituciones del Estado que
controlan cada vez más aspectos de la vida del sujeto. Pero sobre todo, esta
institucionalización de la sociedad civil recae sobre las clases subalternas.
Pensemos en la cárcel como un dispositivo complejo, omnipresente, que atraviesa
al individuo todo el tiempo. A diferencia de la escuela o la fábrica, en donde el tiempo de
relación dispositivo-sujeto esta “pautado” y se extiende por un determinado tiempo, la
cárcel controla incluso los tiempos “libres” del individuo que cumple la pena.

Entonces, si efectivamente hay un avance de la institucionalización de la vida


civil, la Penitenciaria sería un salto cualitativo en este sentido. Vemos el desarrollo del
sistema penitenciario a principios del siglo XIX en EEUU y Europa como un modelo
carcelario “que combinaba un diseño arquitectónico ad doc (inspirado en el panóptico
de Bentham), una rutina altamente regimentada de trabajo e instrucción, un sistema
de vigilancia permanente sobre los detenidos, un tratamiento supuestamente
humanitario y la enseñanza de La religión a los presos”9.
Pero en Latinoamérica el debate y el desarrollo de la estructura carcelaria tienen
otros tiempos. Los debates reformistas llegan por la década del 30 del siglo XIX. Sin
embargo no tienen un impacto importante sobre las elites que dominaban el escenario
político, las prioridades pasan por otro lado. Se trataba de organizar un esquema de
disciplinamiento y de rápida incorporación de brazos a dos actividades fundamentales:
una, reforzar el aparato del incipiente Estado y otra, nutrir de fuerza de trabajo a la
oligarquía agropecuaria.
“Durante la “feliz experiencia” de inicios de 1820, se profundizó el control sobre
la población campesina y la plebe urbana (Garavaglia, 2003, p. 168). Las leyes sobre
vagancia más relevantes fueron tres:
1) El decreto del 19 de abril de 1822 encargaba a la policía que se apoderara de los
vagos, “cualquiera que sea la clase a que pertenezcan”, destinándolos al servicio
militar. Si no podían hacerlo, debían realizar trabajos públicos por un año, por tres si
se los detenía nuevamente y por ocho años la tercera vez, gozando de un salario,
2) La ley de reclutamiento del 17 de diciembre de 1823 penaba la vagancia con el
servicio de las armas por dos años. Autorizaba al ejército a reclutar a “los ociosos sin
ocupación en la labranza u otro ejercicio útil”, así como a los que se hallaran durante
los días laborales en casas de juego, tabernas y carreras, y a los que utilizaran un arma
blanca para herir a otro.
3) La ley del 10 de septiembre de 1824 aumentó a cuatro años la pena, admitiéndose
como prueba sólo los informes verbales de los jueces de paz o de los alcaldes de
10
barrio”

Como vemos en la cita de Barandiarian y como sostiene Aguirre, la prioridad de la


elite no está en desarrollar un sistema carcelario de tinte humanitario, sino en reforzar un
aparato de disciplinamiento y control .A diferencia de lo ocurrido en Europa, en donde el
9
Aguirre, Carlos; “Cárcel y sociedad en América Latina: 1800-1940”; Ed. Eduardo Kingman Garces;;
Quito, Ecuador, 2009
10
Barandiaran, Luciano; “La figura de la vagancia en el Código Rural de Buenos Aires (1856-1870)”; versión
preliminar de este trabajo se presentó en las Jornadas de Historia Económica desarrolladas en Mar del Plata en 2006.
sistema penal fue desde lo rural hacia lo urbano, en Argentina se trató de organizar un
sistema que discipline a la masa rural.

LA CONTINUIDAD Y RUPTURAS CON LOS METODOS COLONIALES


Hay una coincidencia entre algunos autores que señalan la supervivencia de las
prácticas de castigo colonial todavía en el siglo XIX. El encierro como castigo central de
la lógica de una “burguesía humanista”, no reemplazó en las pampas americanas a los
castigos tradicionales, aunque como indicamos el debate ya estaba instalado a partir de
1830. Esto llevó a una disparidad en el avance de un discurso punitivo reformista y una
desigualdad en la constitución de sistemas modernos de castigos.
Podemos hablar incluso de una coexistencia de ambos modelos de disciplinamiento.
“Las realidades tuvieron puntos en común, como fuertes contrastes en las provincias,
donde los castigos corporales y las cárceles coloniales cumplieron funciones durante
largo aliento, conviviendo con la “moderna” Penitenciaria de Bs As” 11. La visión del
autor citado va en línea con las investigaciones y la opinión de Caimari, que señala que
la Penitenciaria de B As “era un escaparate de modernidad punitiva. En 1910 era solo
una de las 65 cárceles de la república, donde se alojaba alrededor del 10 por ciento de
una población de poco más de ocho mil reclusos”12. Es esta situación la que nos permite
hablar de Pantanos punitivos en donde encontramos situaciones disímiles no ya entre
regiones, sino dentro de una misma provincia. Es por esto que los trabajos sobre las
cárceles de la Provincia de Bs As pueden jugar un papel importante para entender los
atrasos y los avances de la corriente reformista-penal.
Tenemos que entender este periodo como una transición, como una etapa en donde
se amalgaman, se mezclan y se entrecruzan no solo discursos, sino también prácticas y
sistemas. En palabras de Caimari, refiriéndose a este “contraste” señala que “la lectura
de estas narrativas desaloja de un golpe los términos “ciencia” y “modernidad” para
instalar un paisaje grisáceo e inmóvil, en el que el cambio estuvo muy concentrado en
puntos aislados”13

11
Belzunces, Gustavo Federico; “Transiciones hacia el encierro. Espacios y prácticas de la prisión en la
historia de la cárcel de Mercedes (1854-1882)”; Revista de Historia de las prisiones n ° 10; Junio 2020.
12
Caimari, Lila ;”Pantanos punitivos: el gris castigo de las grandes mayorías”; en: “Apenas un delincuente: crimen,
castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955”; Buenos Aires; Siglo Veintiuno; 2 ed; 2012.
13
Op.Cit
LA CONTINUIDAD ENTRE LA ELITE OLIGARQUICA Y EL PESO DE LA
TRADICION.

Volvemos a la idea que motiva este trabajo: ¿Por qué la tardanza en el desarrollo de un
sistema penal integral, en donde la Penitenciaria sea la norma y no la excepción?
Sobre este punto Aguirre señala, que la continuidad del modelo de castigos
podemos entenderlo en el marco de una tensión entre las ideas republicanas y liberales
que tienen un importante impacto en América Latina en el periodo de revoluciones
(1810-1825) y las estructuras sociales presentes que eran racistas y discriminatorias. En
palabras de Aguirre: “En nombre de los derechos individuales promovidos por el
liberalismo, las Elites criollas que tomaron el poder del Estado privaron a las
poblaciones indígenas y negras de las pequeñas, pero en modo alguno insignificantes,
ventajas que les ofrecían ciertas normas legales y prácticas sociales proteccionistas
establecidas durante el periodo colonial”14 entre esta tensión es que se discute el
problema del disciplinamiento en la nueva sociedad.
¿Cómo resolver entonces, el problema de construir una institución ligada por un
lado a los preceptos revolucionarios liberales y por otro mantener las distancias de clases,
en que se funda la sociedad latinoamericana?. Aquí es interesante analizar qué
perspectiva filosófica podría contener esta idea contradictoria, que estuvo presente en la
realidad del sistema carcelario durante décadas, hasta que la prisión se “democratizó” y
se transformó en la pena por excelencia para todo ciudadano. Idea esta última (la de
ciudadano) que también va encontrando su forma con el correr del tiempo y empieza a
contener cada vez a más sectores.
Hay en las ideas de Raul Zaffaroni, un giro desde la ideología penal
contractualista hacia una ideología penal Hegeliana. Esta idea podría explicar la
convivencia de una corriente moderna-reformista que tiene su inicio por 1830 y la
continuidad de un sistema de castigo colonial.
Zaffaroni plantea que durante la etapa en que la burguesía le disputa el poder a la
nobleza, la corriente que predomina en el terreno penal es la contractualista. Pero
inmediatamente después de lograr la hegemonía, esta posición ideológica ya no era útil
para una clase social “que debía justificar su posición de poder y privilegio sobre una

Aguirre, Carlos; “Cárcel y sociedad en América Latina: 1800-1940”; Ed. Eduardo Kingman
14

Garces;2009; Quito, Ecuador


mayoría carenciada”15. Zaffaroni ubica este cambio de la base filosófica en el periodo
histórico estudiado. Esto nos permite ver en este “giro organicista” la aparición de un
sistema penal, que justifica que haya penas para unos y penas para otros.
Desde la visión penal hegeliana, “el espíritu de la humanidad en la historia”
atraviesa tres estadios: uno sería el subjetivo, en donde el hombre alcanza la libertad a
partir de tomar consciencia de sí mismo, aquí estamos frente a la tesis. Corresponde un
segundo estadio que es el objetivo, en donde el hombre ya libre decide relacionarse con
otros hombres libres, he aquí la antítesis. Por último el estadio del espíritu absoluto, la
síntesis, en donde el espíritu humano se eleva sobre el mundo. A este estadio pertenecen
la religión y el arte, mientras que el derecho pertenece al estadio objetivo. Siguiendo este
sistema quien no haya alcanzado la libertad, es decir, “quien no había superado la etapa
del espíritu subjetivo, no era candidato a actuar con relevancia política” (…) “Si
quienes no alcanzaron el estadio subjetivo no actúan con relevancia jurídica, no
pueden cometer delitos, y por ende, no pueden ser sometidos a penas”16.
El sistema hegeliano va a sostener una idea de pena retributiva para los hombres
libres, pero para aquellos que no eran parte o estaban “excluidos de la comunidad
jurídica” esta pena retributiva ya no tenía sentido. Esta idea va a llevar a los sectores
dominantes a clasificar a los hombres entre aquellos que “participan de su racionalismo
productivo” y que por lo tanto (si cometiesen delitos) podrían ser penados con garantías y
quienes “no compartían tal racionalismo, a los que solo reservaba medidas
neutralizantes sin límite alguno”.
Este último párrafo, que es un análisis de un jurista reconocido y estudioso del
pensamiento penal, empalma con la idea de Aguirre de que “detrás de la fachada legal
de la república de ciudadanos, lo que existía eran sociedades profundamente
jerárquicas y discriminatorias. La permanencia de la esclavitud y otras formas de
control laboral, racial y social-el peonaje, el tributo indígena, el reclutamiento militar
forzado y las leyes de vagancia, por mencionar solo algunas- contradecían
flagrantemente el sistema de igualdad ante la ley y de ciudanía universal que la
mayoría de constituciones de Hispanoamérica prometían”17

15
Zaffaroni, Eugenio Raúl; “Manual de derecho penal, parte general”; Ed. Ediar; Buenos Aires; 1985.
16
Op. Cit
17
Aguirre, Carlos; “Cárcel y sociedad en América Latina: 1800-1940”; Ed. Eduardo Kingman Garces; Quito,
Ecuador;2009
A modo de conclusión

Podemos afirmar que la ausencia de un sistema penal moderno basado en los


modelos europeos, se debe al lento avance de la organización de un Estado Nacional. La
organización de la nación, sus relaciones sociales, así como los castigos, no logran una
pronta institucionalización, a diferencia de lo que pasa en Europa ya en el siglo XVIII. En
nuestro País el intento de estructurar un sistema de castigo moderno convive con los
métodos “pre-modernos”. Podemos decir entonces que estamos en una etapa inicial de
organización, que no llega a un fin con la Constitución de 1853, sino que deben pasar
todavía una serie de conflictos que permitan consolidar el poder de las elites dominantes
sin fisuras o por lo menos sin fisuras importantes.
Pero los primeros pasos en la estructuración de una institucionalización del
sistema penal, que tiene como hito el año 1877 con la inauguración de las cárceles de San
Nicolás de los Arroyos, Dolores, Mercedes y la avanzada Penitenciaria en Buenos Aires,
son el producto de antecedentes que dejan su huella en estas instituciones modernas.
Tenemos que pensar “a la cárcel de 1877 no como punto de partida sino como punto
de llegada de una larga experiencia que en nuestro espacio podemos registrar desde la
cárcel de 1854”18.

Otro punto interesante por su peso específico, es la conservación de prácticas como


parte de la costumbre. El encarcelamiento en la etapa colonial fue regulado por la
tradición más que por la ley. Estos elementos de la tradición van a ser un obstáculo para
el desarrollo de un sistema ordenado desde la legalidad.
Como ejemplo de esta influencia, destacamos el debate que se suscitó alrededor de
la redacción del Código Rural de la provincia de Bs As. La comisión redactora señala que
“se observa claramente la incidencia de la costumbre, al ser instituidas antiguas
tradiciones (por ejemplo, el derecho de rodeo y de tránsito con animales)”19.

18
Belzunces, Gustavo Federico; “Transiciones hacia el encierro. Espacios y prácticas de la prisión en la
historia de la cárcel de Mercedes (1854-1882)”; Revista de Historia de las prisiones n ° 10; Junio 2020.

19
Barandiaran, Luciano; “La figura de la vagancia en el Código Rural de Buenos Aires (1856-1870)”; versión
preliminar de este trabajo se presentó en las Jornadas de Historia Económica desarrolladas en Mar del Plata en 2006.
Se torna interesante el debate sobre el Código Rural, porque es un primer intento de
reorganizar las relaciones sociales en el espacio productivo-rural post Caseros, que busca
ordenar no solo el aspecto laboral, sino también la fuerza de policía.
Una tercera conclusión que se puede plantear, es la relación del desarrollo
penitenciario a la par del desarrollo capitalista. Hay una nueva etapa del sistema penal
alrededor de 1880, esto coincide con la consolidación de una elite de la mano de Roca
que establece relaciones claras con el epicentro capitalista del momento. Para Aguirre a
principios del siglo XX (podríamos hablar de fines de siglo XIX) es el momento de la
inserción de América Latina a la economía intercontinental, aparece “la era de la
penología científica”.

Es en este periodo histórico, cuyo punto de partida es la batalla de Caseros,


cuando se desenvuelve una tensión entre la necesidad de, lo que indicaba Erikson,
construir un Estado racionalizador de la conciencia colectiva, y una sociedad post
colonial con un enorme peso de tradiciones de castas discriminatorias y clasistas. Para
esto es necesario combatir las costumbres como lógicas organizadoras del espacio
capitalista. Es necesario ahora, una institución que castigue la tomas de tierras, el robo
del ganado cimarrón, la vagancia, etc.
Es preciso que se avance en una institucionalización del poder que hará más
compleja su estructuración. El sistema de disciplinamiento moderno requiere de una
institución especial, independiente de las instituciones políticas, que pueda ejercer el
poder de disciplinar. Hasta ahora (pensemos en Rosas, Alsina, incluso en Urquiza)
justicia y pena estaban relacionadas con el poder político, se hace imperioso desarrollar
otro poder. Se puede considerar que esto se da en el periodo de la presidencia de Mitre,
que como con Roca, es un periodo de salto cualitativo en la organización de la clase
dominante.
En Argentina se arrastran formas coloniales de pena y disciplinamiento, incluso
bajo el desarrollo (inicial) del capitalismo criollo. Pero será la inserción de la economía
regional en el esquema mundial lo que acelerará formas modernas penales, aunque esto
no implique que dejen de existir los resabios pre-modernos.

Se puede afirmar que, hasta casi mediados del siglo XX en donde ese peso
discriminatorio, estigmatizador y tortuoso que antes estaba fuera de las prisiones, ahora
se encuentra casi detrás de los muros que la modernidad erigió.
BIBLIOGRAFIA.
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