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Libro I
Si bien se ha discutido mucho respecto del status del libro primero, una postura
fuerte (y la que estamos utilizando nosotros) es que este libro funciona como una
suerte de introducción al posterior tratamiento. En efecto, el modo en que está escrito
y las formas que llevan adelante los personajes se asemeja a los llamados "diálogos de
juventud" platónicos, o "diálogos aporéticos" (pues su final no cierra con respuestas a
las preguntas elaboradas). Sócrates y sus interlocutores, especialmente Trasímaco,
llevan adelante un fuerte intercambio de cuño erístico en donde se intentan demoler
las distintas definiciones de justicia. Eso lleva a que el libro cierre con una profunda
incertidumbre respecto a qué es la justicia. No obstante, dado que República continúa,
varios intérpretes han sostenido que este libro primero tiene esta forma precisamente
para marcar los límites del método asociado con los diálogos de juventud y, a su vez,
para introducir muy superficialmente cuestiones abordadas después en profundidad.
Libro II
Luego de una continuación del diálogo del primer libro, con Glaucón y Adimanto
como interlocutores (en donde se encuentra el famoso pasaje del anillo de Giges),
entramos en el grueso de República. Sócrates propone lo que se conoce como el
Principio de Paralelismo Estructural: la idea de una similitud entre la estructura del
individuo y la estructura de la sociedad, lo que permite, analizando lo más grande,
acceder a lo más pequeño. Esto lleva a analizar la sociedad en busca de la justicia, y
este análisis comienza en en principio: la fundación de la sociedad (se habla de
'ciudad', pero el término pólis original aquí vale para 'sociedad'). Acaso
sorprendentemente para la versión de manual de Platón, la pólis aparece por
necesidades materiales y a partir de ella se organiza. Aparece aquí el Principio de
Especialización, clave también para el resto de República. Tras analizar el surgimiento
de esta ciudad (llamada "sana") y su irremediable desaparición, Sócrates describe una
ciudad enferma muy parecida a su Atenas contemporánea, y pasa a proponer modos
de "purificar" la ciudad. Esto da lugar a una reflexión sobre los relatos, i.e. , ideología
que es transmitida a los niños en distintas formas (historias, mitos, cuentos, etc.). Este
trabajo viene a cuenta especialmente de lo que se comienza a delinear como la clase
guardiana, que debe proteger a la sociedad de enemigos externos y organizar
virtuosamente a la pólis.
Libro III
El libro III contiene un extenso y detallado recuento de los defectos de los relatos
tradicionales, junto con una reflexión de qué cambios habría que implementar para
obtener una buena crianza. Para este particular pueden recurrir al cuadro anexo en
el artículo titulado "El mito de la Atlántida..." (disponible en la carpeta online). Pasado
ese particular, se debate el modo de vida de los guardianes (ausencia de riquezas,
vida comunitaria, etc.), y se propone un relato para poder convencer a los guardianes
de la necesidad de su modo de vida: el mito de los metales. Esta estrategia pedagógica
pone en relieve el problema de la mentira y su utilidad en pos de una organización
social virtuosa.
Libro IV
El libro IV comienza con un problema recurrente en República: la felicidad de los
gobernantes. Se plantea que los guardianes no serán felices, y Sócrates esboza dos
respuestas: que pese a su vida esforzada serán más felices que todos (respuesta en la
que no se extiende, y que llegará recién en el libro IX), y que no importa la felicidad
de un individuo sino la de la sociedad entera. Esta respuesta termina de explicitar la
visión comunitarista que se sostiene desde el comienzo de República. Tras ello se
realiza una investigación respecto de las virtudes de un individuo y una comunidad, y
ello da paso a una investigación de la estructura anímica, psicológica, o del alma.
Sócrates presenta argumentos para entender que existen tres partes del alma: la
racional, la impulsiva y la apetitiva, cada una con sus funciones e impulsos asociados.
Preguntas
Acá el “razonable” traduce una forma de “kosmios”, palabra relacionada con kosmos
y, por tanto, vinculada con el orden, lo moderado y, v.g. , razonable. Hago la
aclaración porque no tiene vínculo con nociones cercanas a “racional”. En el sentido
dado por Sócrates, justo y ordenado, moderado, razonable, van de la mano.
Otra pregunta sobre el final del libro I. Sobre por qué tiene que ser la justicia la
perfección del alma. ¿Y no podría ser la perfección de otra cosa? Ese último pasaje la
deducción que hace Sócrates no me queda muy claro.
Acá, antes que un razonamiento, hay una serie de presupuestos que son aceptados sin
discusión (esto es habitual en el libro I, se aceptan rápidamente cosas que como
mínimo son discutibles): todo tiene una perfección en relación a una función (érgon)
que le es propia, la justicia sólo es atribuible al alma, y la vida es la función propia del
alma.
Después, no entiendo porque siempre trata a la justicia del mismo modo que a las
técnicas.
El tratamiento de la justicia cómo tékhne h ay que entenderlo en medio del debate con
Trasímaco, esto es, inserto en el intento de destruir la posición del sofista. De hecho,
es llamativo que Trasímaco no impugne la idea de justicia como tékhne. El mismo
Sócrates al finalizar el libro I va a dejar de lado la asociación con la técnica y va a
vincular a la justicia con una perfección.
Sobre el libro II. Me hace ruido la idea de la naturaleza de algo, la esencia, ¿a través de
un pacto creado por los hombres?