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Platón

Introducción
Platón dice que los hombres deben tener un marco común de acción. Su objetivo va a se llegar al significado de las cosas,
ordenar la acción humana. Cuando el siglo de oro es reemplazado por el régimen de los 30 tiranos, Platón se decepciona
de la política y se aleja para pensar. Su conclusión: todos los estados están mal gobernados. Se llega la justicia a través
de la filosofía, el remedio contra los males es que los filósofos gobiernen. La realidad se entiende por la razón (logos), y
hay que entenderla para criticarla. Así como la naturaleza tiene un orden, la realidad deberá tener uno. Era necesario
buscar reglas, las respuestas en otro ámbito. Se encontrarían las respuestas a la corrupción del ámbito sensible en el
inteligible.

Platón, a diferencia de su maestro Sócrates, escribe Diálogos y alegorías.

La ciudad la organiza en 3 sectores: gobernantes, guerreros y productores. Estas partes representan las partes del alma.

Gobernantes - Parte racional (capacidad de conducir)

Guerreros - Parte Irascible (capacidad, energía, fuerza)

Productores - Parte concuspicible (ciclo vital, satisfacción, instintos, vida biológica)

Sofistas.
Exacerban y profundizan el individualismo y subjetivismo. No hay universalidad, no hay criterio común para actuar.
Consenso basado en el relativismo, todo se determina por la circunstancia.

La ciudad ideal y la justicia


La exposición más completa y sistemática del pensamiento político de Platón se encuentra en la República, diálogo a
cuyo contenido dedicaremos fundamentalmente este capítulo y el siguiente. En más de una ocasión nos hemos referido
ya a esta obra platónica, particularmente a su libro primero y a las primeras páginas del segundo. En efecto, en el primer
libro de la República tiene lugar el enfrentamiento dialéctico de Sócrates con Trasímaco y al retirarse éste de la discusión,
Glaucón se encarga de argumentar a favor de su tesis al comenzar el libro segundo. A este conjunto de argumentaciones
recurríamos al exponer, en la segunda parte, la doctrina sofística del dominio del más fuerte (capítulo tercero).

El protagonista del diálogo es Sócrates, encargado de exponer la doctrina platónica de la justicia, sin duda porque Platón
consideraba estar desarrollando fielmente las enseñanzas socráticas. Por su parte, el gran adversario doctrinal, como en
la mayoría de los diálogos platónicos, es la sofística con su doble afirmación acerca de la justicia: que —contra lo
convencionalmente establecido—la justicia consiste en el dominio del más fuerte y que el que es injusto según los criterios
morales vigentes es más feliz puesto que consigue mayor poder, mayor provecho y mayores placeres que el que somete
su conducta a los dictados de la justicia.

Se trata, pues, de la justicia y de su relación con la felicidad. Ahora bien, la justicia es cualidad (areté) de los estados y
también de los individuos. Es, por tanto, necesario conocer la estructura y naturaleza tanto de los estados como de los
individuos a fin de poder decidir con conocimiento cuándo éstos son justos y en qué consiste verdaderamente la justicia.
A este objetivo se dirige, en definitiva, el diseño platónico de una ciudad ideal, de sus instituciones y funcionamiento.

1. La ciudad y las tres clases sociales


Discurrido ya el primer tercio del libro segundo de la República, el diálogo acerca de la justicia ha llegado a una situación
de bloqueo a la que no parece fácil encontrar una salida. Tras la discusión de Sócrates con Trasímaco (1.1) y tras la
reiteración de las afirmaciones de éste por parte de Glaucón (comienzo del l.II) no es posible ya ningún progreso en la
argumentación, sencillamente porque la cuestión no había sido planteada con la suficiente radicalidad: de nada sirve, en
efecto, continuar insistiendo en la tesis de que el hombre injusto es más feliz o biern por el contrario, en que la injusticia
es fuente de infelicidad si no se define previamente en qué consisten la justicia y la injusticia como cualidades del alma.

¿Qué es la justicia como areté del individuo, del alma individual? Esta es la pregunta que constituye el nuevo punto de
partida para relanzar el diálogo. Platón, sin embargo, no se enfrenta a ella de modo inmediato sino que recomienda la
estrategia de quien ha de leer a distancia algo escrito con letras diminutas y se da cuenta de que eso mismo se halla
escrito también con letras mayores y más legibles. Un hombre en tal situación, señala Sócrates, comenzará por leer el
texto escrito en caracteres mayores para, una vez conocido éste, verificar si lo escrito con letras pequeñas se corresponde
o no con aquél (II, 368D). Algo así ocurre con la justicia, virtud o excelencia tanto del individuo como del estado. La justicia
está escrita en este último con trazos mayores y más visibles:

Por consiguiente, habrá una justicia de mayor tamaño en lo que es de mayor tamaño. Así pues, si os parece bien,
investigaremos primero en los estados qué es la justicia. Después, la estudiaremos en el individuo, tratando de aclarar si
la semejanza de. lo que es mayor se da en la configuración de lo que es más pequeño. (II, 368E-69A)

Conviene, pues, ocuparse en primer lugar de la justicia en el estado. Pero la justicia es, de suyo, una virtud o excelencia
y como tal no puede ser conocida mientras no se conozca adecuadamente aquello de que es excelencia o virtud. Ha de
comenzarse, por consiguiente, por analizar la naturaleza y estructura del estado. Para ello, Sócrates propone «construir»
idealmente una ciudad, una polis, de modo que sea posible asistir al surgimiento sucesivo de los elementos o partes que
la integran. Se tratará, evidentemente, de una sucesión lógica y no de una descripción del modo en que fácticamente se
constituye un estado o ciudad.

1.1. Los productores

La ciudad surge como respuesta a la incapacidad de cada individuo para satisfacer por sí mismo las propias necesidades.
Por consiguiente, para que haya ciudad se necesita, en primer lugar, una pluralidad de individuos que atiendan a las
necesidades más elementales de la vida humana: alimento, vivienda, vestido. Esto da lugar a ciertos oficios u
ocupaciones: labrador, constructor, tejedor, oficios a los que habrá que añadir otros destinados a proporcionar a aquéllos
los materiales y herramientas necesarios (vaqueros, pastores, carpinteros, herreros, etc.) y aún otros más (comerciantes,
intermediarios, navegantes) que faciliten el intercambio de los productos de unos y otros (II,369B-72C).

Sócrates considera que el conjunto de estos oficios es, en líneas generales, suficiente para constituir una sociedad austera
y elemental. Demasiado austera le parece a Adimanto, puesto que en ella no tendría cabida sino la satisfacción. elemental
de las necesidades más elementales. De ahí que éste proponga ampliar el número de los oficios con el fin de promover
un nivel más alto de bienestar y de lujo. Sócrates asiente a esta propuesta (no sin cierta ironía), seguramente porque la
intención de Platón es diseñar una ciudad de complejidad semejante a la de las ciudades griegas de la época. De este
modo, los oficios se multiplican dándose cabida en la ciudad a toda clase de artes y de ocupaciones (preceptores,
cocineros, peluqueros, etc.) (372C-73D).

Todos estos oficios componen la base económica de la ciudad y el conjunto de los individuos que los ejercen forman el
grupo o la clase de los productores, la clase económicamente productiva,

1.2. Los militares

El desarrollo de la ciudad desde el nivel de la mera subsistencia hasta ciertas formas de abundancia y de refinamiento
hace necesario el surgimiento de una nueva clase o grupo social: el dedicado específicamente al mantenimiento de la
convivencia social, a la ampliación del territorio y, en general, a la defensa de éste y de la ciudad frente a las agresiones
exteriores y los desórdenes interiores. Se necesita, pues, un ejército, una fuerza. Glaucón sugiere que, tal vez, las
necesidades de la defensa podrían ser cubiertas por los ciudadanos mismos. Sócrates se opone a ello abogando por un
ejército profesional. Los miembros de este ejército —a los que Platón denomina genéricamente guardianes— habrán de
ser escogidos entre aquellos ciudadanos que posean aptitudes especiales para ello (fuerza, rapidez, valentía, amor a la
verdad) y habrán de ser educados y entrenados cuidadosamente con vistas a la función que deberán desempeñar (373D-
76C).

1.3. Los gobernantes

Tras muchas páginas dedicadas a analizar la educación y el régimen de vida adecuados a los guardianes (todo el resto
del I.II y la mayor parte del I.III) —cuestiones de que nos ocuparemos en el capítulo próximo—, Sócrates señala que aún
queda por establecer un tercer elemento o grupo social en la estructura de la sociedad: los gobernantes. Las tareas de
gobierno han de asignarse específicamente a un grupo reducido de ciudadanos que no podrán ser sino «los mejores de
los guardianes» (III, 412C). De este modo, la clase de los guardianes se desdobla en dos grupos: de una parte, el ejército
cuyos miembros son denominados auxiliares en lo sucesivo y de otra parte,/los gobernantes, pequeño grupo extraído de
aquéllos y que desde este momento son denominados guardianes perfectos. Y al igual que la pertenencia al grupo de los
auxiliares exigía unas cualidades y una educación específicas, también el ingreso en el grupo de los gobernantes exige
las dotes y la educación adecuadas.

De este modo, queda configurada la ciudad en tres clases o grupos sociales —productores, auxiliares, guardianes
perfectos— de acuerdo con los tres tipos de actividades o funciones necesarias para su existencia: economía, defensa,
gobierno.

2. El individuo y las tres partes del alma


Una vez constituido el estado en sus tres grupos sociales y antes de ocuparse del alma individual, Sócrates pasa a analizar
en qué consiste la justicia en aquél, qué disposición es la que hace que una ciudad sea justa. En nuestra exposición
alteraremos, sin embargo, este orden ocupándonos primero de la naturaleza y estructura del alma humana.

La teoría psicológica de Platón es extremadamente compleja y un estudio adecuado de la misma exigiría analizar y
comparar entre sí prácticamente la totalidad de los diálogos. En líneas generales, cabe afirmar que todas las reflexiones
platónicas sobre el alma (sobre su naturaleza e inmortalidad) arrancan de un dualismo radical, que contrapone el alma al
cuerpo. Esta oposición entre el alma y el cuerpo tiene como punto de partida la doctrina socrática a que ya nos hemos
referido en la tercera parte (capítulo quinto) y la doctrina filosófico-religiosa de los pitagóricos. Ambas doctrinas, a su vez,
se fundamentan en la experiencia de los conflictos internos que a menudo desgarran nuestra conciencia. Tal situación de
conflicto se pone de manifiesto en la idea misma (tan radicalmente socrática) del dominio de sí, del autocontrol: en efecto,
la palabra «autocontrol» implica la presencia de dos elementos en el interior de uno mismo, el que controla y el que debe
ser controlado.

Atribuir los deseos, instintos y pasiones al cuerpo resulta, en gran medida, insatisfactorio ya que se trata de
fenómenos psíquicos y no exclusivamente de movimientos corporales. Platón se percató, sin duda alguna, de ello y ya en
la República este conflicto aparece trasladado al alma: es una parte del alma, la razón, la que se enfrenta con otra parte
de ella, con el apetito.

El argumento esgrimido en la República para justificar esta concepción del alma se compone de dos premisas. La primera
premisa no es otra que la experiencia del conflicto interno: ocurre que la misma persona (durante una enfermedad, por
ejemplo) quiere beber agua y no quiere bebería porque comprende que le es perjudicial. La segunda premisa no es sino el
principio de no-contradicción: «nada nos convencerá de que algo, permaneciendo lo mismo, es capaz de sufrir, de ser o
de hacer cosas contrarias a la vez, en la misma parte de sí y respecto de lo mismo» (IV, 436E-37A). De ambas premisas
concluye Sócrates que no es la misma persona (el mismo alma) la que quiere y no quiere a la vez sino dos partes
distintas del alma o psiquismo en el cual tiene lugar tal conflicto (439D).

Pero Platón no se contenta con este dualismo (apetito, razón) sino que a estas dos partes añade una tercera: el ánimo
(thymós). La introducción de este tercer elemento, que representa la decisión y el coraje, no es arbitraria sino que se
funda también en la experiencia interna: cuando se produce la pugna entre el apetito y la razón, hay algo así como una
fuerza interior que a menudo decide el conflicto a favor de la razón y que se encoleriza cuando la razón cede ante las
exigencias del apetito.
Tres son, pues, las partes del alma —razón, ánimo y apetito— de acuerdo con la doctrina de la República. También en
el Fedro se reconoce su estructura tripartita a través del mito que compara el alma con un carro alado compuesto por el
auriga (razón) y dos caballos, blanco el uno (ánimo) y negro e indócil el otro, el que representa el apetito {Fedro, 246A y
ss.). Así expuesta (y así es como Platón la expone en el I.IV de la República), esta doctrina corre el peligro de destruir la
unidad del alma, del psiquismo, aun cuando no falten pasajes en este diálogo que apuntan a la unidad de la misma. Al
reconocer tres partes o elementos en el alma humana, Platón establece un paralelismo perfecto entre ésta y el estado.
Este paralelismo es el que le permite afirmar que la justicia es la misma en la ciudad y en el individuo. La diferencia, como
hemos visto, será meramente de escala: letras grandes en el estado, letras pequeñas en el alma individual.

3. Dos principios del pensamiento platónico


Tanto la descripción del alma y del estado como la consiguiente doctrina de la justicia descansan sobre dos principios que
podemos bautizar, respectivamente, como «Principio de la correlación estructural del estado y del alma» y «Principio de
especialización funcional».

3.1. La correlación estructural entre el alma y el estado

Acabamos de hablar, como usualmente se habla, de paralelismo entre las partes del alma y las partes o clases del estado.
En más de una ocasión, sin embargo, se ha señalado con razón que la palabra «paralelismo» resulta en este caso
inadecuada y engañosa. Tal palabra sugiere, en efecto, la imagen de dos rectas que ni se tocan ni se cruzan y, por tanto,
puede inducir a pensar que entre el estado y el alma no hay interacción alguna, en cuyo caso la identidad estructural entre
ambos resultaría o un postulado platónico arbitrario o el resultado de una mera casualidad.

No es así, sin embargo, a juicio de Platón. El estado no es algo exterior al individuo ni el individuo es algo exterior al
estado por más que aquél afirme su individualidad frente a éste. A lo largo de toda la República es constante la referencia
a la interacción y condicionamiento entre ambos. Así aparece ya desde el momento en que Sócrates se pregunta si el
alma individual posee también las partes del estado anteriormente descritas:

¿No hemos de convenir muy necesariamente que en cada uño de nosotros se dan las
mismas partes y modos de ser que en la ciudad? ¿De dónde, si no, le vendrían a éste?
Sería, en efecto, ridículo pensar que a los estados no les viene de los individuos el carác-
ter, sea el carácter violento que se atribuye a los tracios y a los escitas y, en general, a
los del norte, sea el amor al conocimiento que se nos atribuye muy especialmente a
nosotros, sea el amor al dinero que, se dice, caracteriza a los fenicios y egipcios. (Platón:
IV, 435D-36A)
La afirmación de Sócrates según la cual «hemos de convenir muy necesariamente» que en el alma hay las mismas partes
que en el estado es, sin duda, difícil de analizar. De acuerdo con las razones aducidas en el texto, esta afirmación implica,
por lo pronto, que el estado no es otra cosa que el conjunto de los individuos que lo componen y, por tanto, que aquél
adquiere el carácter y modo de vida de éstos. Y no sólo el carácter sino también el, régimen político. Una vez más hemos
de recordar que los griegos no establecían una distinción precisa entre la sociedad y el estado: la politeia es el conjunto
de los ciudadanos con su forma peculiar de vida pero es también la constitución como expresión de esta forma de vida. En
esto se basa la teoría, platónica de que a cada régimen político corresponde un tipo de carácter en los individuos y que
el tipo de carácter que predomina en los ciudadanos determina el régimen político y es determinado por éste. Los libros
octavo y noveno de la República están dedicados por entero al estudio de esta correlación entre los caracteres
predominantes en la ciudad y los regímenes políticos (timocracia, oligarquía, democracia, tiranía) a través de los cuales
la ciudad se va alejando más y más de la politeia ideal. Y en esta idea se integra —como un caso particular de la misma—
la repetida crítica de Platón contra la democracia: que los demagogos, dominados por el ansia de poder y por un egoísmo
insaciable, y los sofistas que consagran esta forma de vida como ideal de justicia son, en realidad, el correlato natural de
la democracia, de una democracia que deja el gobierno en las manos de una masa dominada igualmente por los instintos
y el egoísmo.

¿De dónde, entonces, la correspondencia estructural entre el estado y el alma? Dos son, según creo, las hipótesis que
básicamente se han manejado al respecto. Según una de ellas, la tripartición del alma se deduce dé algún modo de la
estructura del estado. A favor de esta hipótesis se puede aducir el orden expositivo que se sigue en la República, en
efecto, el diálogo se ocupa en primer lugar de la estructura de la ciudad para pasar después al estudio de la estructura
del alma y la transición de lo uno a lo otro está marcada con las palabras anteriormente citadas sobre la necesidad de
admitir que el alma tiene las mismas partes que el estado. (La premisa no explicitada que permitiría el paso de una
estructura a la otra sería, en cualquier caso, la doctrina pitagórica de los tres modos de vida.) Que la exposición vaya del
estado al alma no es, sin embargo, un argumento de excesivo valor. No puede olvidarse que la República es un diálogo y
que exigencias literarias y didácticas pueden aconsejar que el orden dramático no coincida con el «orden de las razones».

Otros han recurrido a la hipótesis contraria: a pesar del orden expositivo de la República, la división del estado en tres
clases separadas presupone la doctrina de la tripartición del alma. No es, por tanto, la estructura del estado la que se
proyecta sobre el alma sino, al revés, ésta sobre aquélla.

¿Habrá de concluirse, entonces, que la coincidencia de estructura es meramente fortuita? Creo que no. La
coincidencia básica entre las estructuras del estado y del alma individual estaba ya presente en Sócrates, en su afirmación
de que una polis solamente puede ser justa y moderada si en el alma de sus ciudadanos hay justicia y moderación.

La correspondencia básica de las estructuras del estado y del alma —juntamente con la idea de la interacción entre el
modo de ser de los individuos y el modo de gobernarse de los estados— es, por tanto, un tópico que pertenece al acervo
socrático-platónico. Pero tampoco así se explica la tesis platónica de la correspondencia cuando pasamos a una
estructura más compleja: tres clases sociales, tres partes en el alma. Estamos ya ante una elaboración platónica en la
cual lo más intrigante, según creo, no es por qué ha de haber tres partes en el alma sino por qué ha de haber tres clases
distintas y separadas en el estado. Tal vez llegara Platón a esta conclusión influido por la tripartición del alma. (El paso
intermedio sería igualmente la doctrina pitagórica de las tres formas de vida; quizá influyera también el estudio de las
virtudes.) Lo cierto, en todo caso, es que la tripartición del alma no aparece como premisa para deducir la existencia de
tres clases excluyentes entre sí. La premisa auténtica y explícita de esta tesis es el principio de especialización funcional.

3.2. El principio de especialización funcional

Este principio juega, pues, un papel decisivo en la, teoría platónica del estado. Podemos enunciarlo del siguiente
modo: cada individuo y cada clase social han de desempeñar solamente una función, aquélla para la cual estén más
capacitados. Se trata de un principio aparentemente obvio y que no parece plantear problemas. Es, sin embargo, complejo
no sólo por las consecuencias que se derivan de su aplicación sino también por los supuestos en que descansa. En
relación con estos últimos conviene señalar que Platón pretende justificarlo en dos tipos de consideraciones de índole
diversa.

En primer lugar, el principio presenta una vertiente y una justificación de carácter pragmático. La idea general es que con
la especialización y la división del trabajo aumentan la eficacia y el rendimiento. Esta perspectiva pragmática se destaca
con claridad cuando Sócrates aplica el principio a los distintos oficios que constituyen la base económica de la ciudad:

De donde resulta que se hacen más cosas, mejores y con más facilidad cuando cada uno
hace una sola cosa, de acuerdo con sus inclinaciones naturales y en el momento que le
conviene, sin ocuparse de las demás. (II;370C)
Consideraciones de carácter pragmático aparecen igualmente al discutirse no ya la división del trabajo dentro de la clase
dé los productores, sino la especialización de los militares o guardianes como clase distinta y separada de aquélla.
Cuando Glaucón sugiere que la defensa podría correr a cargo de todos los ciudadanos sin necesidad de crear otra
clase social, Sócrates rechaza la sugerencia diciendo:

Hemos convenido, recordarás, que es imposible que uno solo ejerza apropiadamente
muchos oficios. (II, 374A)
Y un poco más adelante:

Por tanto, cuanto más importante es él trabajo de los guardianes, tanto más liberados
habrán de estar de los demás trabajos y tanto mayor habrá de ser su pericia y
dedicación (374D-E)
Las ventajas pragmáticas de la especialización son aducidas repetidamente en diversos momentos del diálogo. No es de
extrañar que esto ocurra ya que Platón, al igual que su maestro Sócrates, no es ajeno en este caso a la concepción
típicamente griega que vincula, en general, lo bueno con lo conveniente y esto con lo útil y provechoso. La especialización
resulta, además, acorde con la concepción griega de la arete como excelencia en el ejercicio de la función
correspondiente.

Principio de especialización:
Un individuo nace con una característica y talentos distintos, esto genera que uno dependa de otro y que encuentre su
autosuficiencia en una sociedad. Ej.: una sinfonía, cada individuo toca un instrumento y la sumatoria crea la sinfonía.

Los individuos deben superponer sus propios intereses, y seguir los de la sociedad. Platón plantea una justicia moralmente
superior que se relaciona más con el “deber ser” que con el “ser”.

Lo justo es que cada individuo desarrolle su capacidad al máximo así va a estar al máximo su talento y el de la sociedad.

La crítica que le hacen es que la unidad social, produce una igualdad, por lo tanto no hay conflicto, y termina siendo una
sociedad estática (ya que todos cumplen su función y no hay conflicto).

3. Orden político:
Los individuos tienen una combinación de 3 características: Templanza, fortaleza y sabiduría. Una combinación de estas
3 forma a un individuo justo.

Al igual que en una sinfonía, en la sociedad hay jerarquía en los roles;

1) Hay hombres en los que prevalece la templanza sobre las demás, estos son los artesanos y labradores.

2) la fortaleza en los guerreros.

3) la sabiduría en los gobernantes (es por esto que platón considera que hay individuos que nacen para gobernar).
Estos poseen una comprensión de la realidad mayor que los otros, son los que mejor distinguen los justo e
injusto.

4. La república.
En la república, Platón establece un modelo de ciudad, en la que considera que los guardianes no deben tener posesiones
ya que estos se los debe proporcionar el estado como reconocimiento de los ciudadanos.

Después aparece la primera ola, que trata acerca del rol de las mujeres en la sociedad. Para Sócrates estas deben
participar de otra manera. No solo en la familia sino por lo que les indica su naturaleza (al igual que los hombres). Esta
también está llamada a despeñar las mismas tareas que el hombre, solo que es siempre inferior. Por lo tanto, hay mujeres
con aptitudes para la música, arte, guerra, y otras que no.

De esta manera considera, que ambos sexos deben tener la misma educación y en el mismo lugar.

Luego, viene la segunda ola de la república; las mujeres y los niños de los guardianes deben ser comunes para todos
estos, para lograr que los ciudadanos sean lo mejor posible hay que juntar a los mejores guerreros con las mejores
mujeres, y que tengan relaciones habituales y poco frecuentes y que a los hijos lo críe el gobierno.

La mejor edad para procrear es:

 En las mujeres desde los 20 a los 40.

 En los hombres de los 30 a los 55.


Los mejores guerreros deben ser reconocidos y premiados con honores y beneficios así todos se esforzarán para ser
mejores.

Platón cree que los griegos deben ser más unidos y que ningún griego debe ser esclavo, si hubiera guerras entre ciudades
griegas, recibirían el nombre de discordia (disputa entre allegados y semejantes). Por eso, en discordia el fin no debe ser
destruir todo, sino tomar los frutos del año y no tomar esclavos, también enterrar a los muertos ya que en algún momento
se reconciliarán y no siempre estarán en guerra.

La tercera ola y ultima, es que en tanto los filósofos no reinen en las ciudades, o en tanto los reyes y ciudadanos no sean
verdadera y seriamente filósofos, los males de la ciudad y los del género humano no cesaran.

Un filósofo es aquel que desea la sabiduría en su totalidad y que tiene afición por toda clase de ciencias y se encuentra
siempre insaciable en materia de enseñanzas. Un verdadero filosofo es aquel que contempla la verdad, y cree que lo bello
existe en si mismo y es capaz de percibirlo, ya sea en algo suyo, o en lo que lo rodea. Estos se elevan hasta el
conocimiento y buscan conocer la esencia de las cosas.

Un alma naturalmente filosófica:

1. Ama a la ciencia con pasión en su totalidad, ya que es la única que puede revelarles algo de la esencia de las
cosas.

2. Siente aversión por la mentira y ama la verdad.

3. Debe: tener buena memoria, facilidad para aprender, grandeza del alma, y ser amigo de la verdad, justicia,
templanza y valor.

El que reconoce las cosas bellas, pero no la belleza en sí, y no es capaz de seguir a quien lo guíe hasta el conocimiento,
son los filodoxos, que creen saber pero en realidad opinan sobre las cosas. Los sofistas, son esta clase de personas,
llevan a la filosofía de manera indigna, ya que se desvían de esta, y buscan ganar discusiones, y cuando no pueden
convencer con la palabra, amenazan con multas, penas de muerte, y privación de derechos.

También están los que no saben nada, es decir los ignorantes.

Un verdadero filosofo debe abandonar el placer corporal y aspirar al placer del alma.

Luego habla de la educación, el considera a la pública como la mejor. Cree que cuando hay una mala educación, un niño
con buena memoria, justo, que busca la verdad, posee grandeza en el alma, etc, sobresale de sus allegados. Por lo tanto,
le van a pedir que gobierne cuando crezca. Si esta persona encima tiene dinero, va a pasar a ser arrogante y soberbio.

Por lo tanto, de niños y adolescentes, deben instruir una educación filosófica y una instrucción a cuidar el cuerpo para
ponerlo después a disposición de la ciudad

Más adelante, una persona debe reforzar los estudios, y ya llegando a la vejez consagrarse al máximo de la filosofía.

El considera la idea del bien como el más elevado de los conocimientos, ya que todas las otras virtudes dependen de
esto. “no sirve de nada tener algo que no sabes si es bueno”.

El hijo del bien es, en el mundo sensible el sol, ya que cumple una tarea parecida al bien en el mundo inteligible, iluminando
los objetos y asi permitiendo mostrar los colores mientras que el bien que ilumina al alma y también permite mostrar la
excelencia de las cosas.

Republica (resumen)
Libro I: análisis de la justicia para Céfalo, Polemarco y Trasímaco
Sócrates, regresando del Pireo se halla con Polemarco, quien lo instiga a ir a su casa. Una vez en casa de Polemarco,
Sócrates se encuentra con Céfalo, padre de Polemarco, al cual lo ve muy viejo. El filósofo hijo de Sofronisco, curioso al
respecto de la vejez,le pregunta por ella y Céfalo la elogia señalando que ésta a amortiguado la intensidad de algunas
pasiones y que la misma vejez es un estadode reposo y de libertadde los sentidos.Muchos no toleran la vejez, dice Céfalo,
pero tolerarla depende del carácter, no de la edad. Sócrates insinúa que las riquezas de Céfalo influyen para que él goce
tranquilamente de la vejez, pero el viejo sofista aclara que la posesión de riquezas ayuda a no engañar involuntariamente
ni a mentir, pudiendo así pagar todas las deudas a los dioses y a los hombres para salir libres y justos del mundo terrenal.

Es en este momento donde empieza el problema de la justicia, si acaso o, posiblemente, no.

Sócrates analizaría la idea de Céfalo acerca de la justicia y diría que, si la justicia consistiese en decir la verdad y dar a
cada uno lo que le corresponde, ¿sería justo devolverle las armas, que me confió un amigo en su sano juicio, habiendo
éste enloquecido? Sócrates diría que toda personaracional convendría en que devolverle las armas a este loco amigo
sería injusto, y mucho más decirle a éste la verdad.

Una vez refutada la idea de que la justicia , Céfalo se dirige al patio para continuar con su sacrificio e interviene en el
diálogo su hijo Polemarco. El joven, interesado en el diálogo, introduce la idea de un poeta (Simónides) sobre la justicia;
, pero Sócrates le explicaría que muchos de los que creemos amigos no lo son, ya que es visto que el enemigo engañe a
una persona haciéndose pasar como amigo. También, agregaría Sócrates, si la justicia fuese hacerle bien a los amigos y
mal a los enemigos ésta sólo serviría en épocas de guerrasy no en épocas de paz, a su vez, expone el filósofo, la justicia
es una perfección humana que no puede, mediante su acción, convertir a los hombres en injustos, porque si una persona
hace "justicia" y crea mal a un enemigo, nos exponemos a volverlo injusto; de modo que la justicia daría origen a la
injusticia.

En conclusión, el hombrejusto no puede hacer mal a otro.

Dada por acabada la ilustración de Sócrates. Trasímaco, que ambicionó intervenir constantemente en la charla pero fue
detenido por los que querían escuchar hasta el final el diálogo, explotó en ira contra Sócrates acusándolo de escapar de
una manera pueril a las preguntas que le hacían los presentes y Sócrates de una manera más calma lo invitó a participar
de la conversación.

Trasímaco alega que la justicia es, Sócrates concordaría en que la justicia es algo conveniente, pero no para el más
fuerte. El vanidoso sofista agregaría que al hombre justo le va peor en todo lugar y circunstancias y, en cambio, el hombre
injusto saca provecho desde cuando se trata de recibir repartos públicos, hasta de no pagar lo debido en las contribuciones
al Estado. Trasímaco indicaría que los que reprochan la injusticia no lo hacen por miedo de cometerla, sino por temor a
sufrirla. Es de este modo asimilable que, para él, la justicia no se practica en beneficio de los demás, sino de uno mismo.
Sócrates contesta que un médico no realiza su técnica de curar a otros porque de ella reciba placer, sino porque de esa
técnica obtiene un salarioy lo mismo sucede con la justicia, el objetivo de ésta es evitar ser gobernados por gente inferior.

"Los buenos no apetecen el gobierno por las riquezas ni por la honra; no quieren ser
llamados asalariados al obtener manifiestamente una retribución en razón de su cargo,
ni ladrones por tomarla ellos ocultamente del gobierno mismo-, tampoco tienen n mira
la honra, porque no son ambiciosos. {…} Ahora bien, el mejor castigo para un hombre
que no se decide a gobernar, es ser gobernado por otro inferior que él, y el temor a ese
castigo determina a los hombres de bien a intervenir en los asuntos públicos, y se
mezclan a ellos, no por interés personal, ni por placer, sino por necesidad". (347 b-d)
Sócrates partiendo de la hipótesis de que la injusticia es más poderosa y fuerte que la justicia, argumenta que la injusticia
misma, practicada en sociedad, no puede prosperar sin cierto resto de justicia como en el caso de una banda de piratas
que se propone como objetivo un fin injusto, llevarlo a cabo dependería de que dentro de esa asociación halla justicia, de
lo contrario habría discordia, desorganización y llevaría al grupoa dividirse entre sí. Sócrates ultimaría este razonamiento
aclarando que los justos se rebelan sabios y mejores aptos de obrar que los injustos, que son incapaces de toda acción
en común y, añadiría que la justicia es sabiduría y virtud, en cambio, la injusticia es un vicio que implica ignorancia. Al
final de la disputa Sócrates, como acostumbraba humildemente, sellaría que sólo ha llegado a la conclusión; de que nada
sabe.

Libros II: introducción a la justicia, censura de los poemas inapropiados


y posibilidad de la guerra con fines necesarios.
Parecía saldada la discusión de lo que no era la justicia, pero Glaucón no aprobaría la retirada de Trasímaco, y narraría
la leyenda del anillo de Giges. Al término de ésta, Glaucón hace una observación desarrollando así la tesis de Trasímaco,
que más tarde Adimanto trataría de confirmarla. El joven Glaucón indicaría que según la experiencia general, la justicia y
la injusticia sólo deberían valorarse de acuerdo con los resultados favorables o desfavorables que proporcionan. Esto
confirmaría lo que desde tiempos pasados Homeroy Hesíodo han escrito; que el injusto logra hacer olvidar sus crímenes
mediante esplendidos sacrificios y oraciones que pueden comprar el perdón y el olvido. Y que la vida del justo es,
efectivamente honorable, pero casi siempre va acompañada de sufrimientos; mientras que el vicio, a pesar de ser
deshonroso, es agradable. El joven inteligente llegaría a la conclusión de que su felicidad radica en practicar la injusticia
y eludir sus posibles consecuencias desagradables, utilizando la astucia o buscando una adecuada asociación que lo
proteja.

Sócrates reacciona ante ello afirmando que demostrará que el hombre justo es feliz, pero su análisis arrancará desde lo
general para desembocar en lo particular, dando ingreso a lo que llamaríamos "El Estado ideal Platónico".

Sócrates nos presentaría un gobierno que sea por sí mismo la encarnación de lo justo, una organización social que se
basa en el principio de especialización por medio de una educación apropiada (en la música y la gimnasia) y por medio
de una división del trabajoacorde a la aptitud que tiene cada individuo (en donde nadie debe hacer varias cosas a la vez).

A medida que la ciudad se hace cada vez más grande, surge la necesidad de la guerra, la cual Platón no la condena, pero
no sólo no la condena, sino insiste en un cuerpo armado de especializados soldados a los que los llama guardianes.
Platón en boca de Sócrates, aclararía que para comenzar a educar a estos soldados es necesario suprimir los poemas
que versen acerca de lo "mala" que es la muertey de lo "humano" que parecen ser los dioses, los cuales, dice Sócrates,
son el bien que nunca engaña y nunca cambia. Sócrates indicaría que los jóvenes tienen mentes frágiles y que no
distinguen lo alegórico de lo verdadero, por lo tanto lo único que hacen estos poetas es corromper sus almas mostrando
a los dioses peleando o haciendo cosas que sólo un humano haría y haciendo que los jóvenes le tengan más miedo a la
muerteque a la esclavitud.

Libros III: estudio de la educación de los guardianes, la analogía del


médico y el juez y la elección de los gobernantes del Estado
Una vez censurado los poemas que versen infamias de los dioses y la muerte, y desterrado a los poetas versátiles que
escriben éstos, es necesario preocuparse acerca de la formación de los guardianes. La educación para Platón únicamente
sería un beneficio de la claseguardiana y no del vulgo, ésta consistiría en formar la mente o el espíritu por razón de la
música, y el cuerpo por razón de la gimnasia. Tanto música (tiene como objeto el amora la belleza) como gimnasia
(educación física del cuerpo), deben ser combinadas cuidadosamente de modo que mucha música no afemine al individuo
o mucha gimnasia no lo convierta en bruto y temerario.

Una vez educado cuidadosamente el guardián en el alma (de acuerdo a la música), se procederá a educarlo en su físico
(de acuerdo a la gimnasia), prohibiendo a éstos embriagarse, perdiendo así el conocimientode sus actos y
proporcionándoles una dieta balanceada.

Platón determinaría que cuando un Estado necesita médicos y jueces para remediar los desórdenes del cuerpo y del alma
de sus habitantes, es una señal de que el Estado carece de fuerza. No obstante es necesario aceptar la medicinaen casos
de necesidad y a jueces para los casos de diferencias entre unos y otros, pero estos puestos deben de estar compuestos
por ancianos dotados de almas virtuosas y buenas, y así no tendrían dificultad para arreglar los conflictos.

Acá es necesario hacer un alto, debido a que el autor nos dice que para los cargos de médico y juez se necesitan ancianos
virtuosos, pero estos hombres son diferentes entre sí. Mientras que un buen médico es aquel que se dedicó desde chico
al artede curar y se familiarizó con las enfermedades, un buen juez es aquel que no se familiarizó con el crimen. Desde
la juventud se tiene que haber mantenido inocente y alejado del vicio, sólo lo tiene que haber estudiado pero como un
vicio ajeno mas no por su propia experiencia, de modo que cuando lo vea le parezca aberrante y la pueda condenar. Es
mediante este razonamiento como el protagonista del libro; Sócrates, llegaría a la conclusión que el hombre virtuoso, y
no el perverso, puede llegar a ser sabio.

Para que este Estado que se está equipando se conserve, es necesario que tenga en él, gobernantes. Los gobernantes
son los ancianos más sabios dentro del grupo de los guardianes, estos ancianos para llegar a sentarse en la cabeza del
Estado deberán de pasar pruebastanto en el placer como en el dolor. Todos los otros guardianes que no pasen estas
difíciles pruebas se convertirán en ayudantes o auxiliares del gobernante o de los gobernantes.

Platón para evitar que un campesinoquiera el poder o para que un guardián, que en su virtud no lo pueda, ostente el
poder, decide que una suerte de fábula ficticia disfrazada en una "mentirapiadosa", conduciría a cada clase a ocuparse
de lo que debe. Esta fábula versaría que dios mezcló bronce y cobreen los campesinos y artesanos, plata en los
guardianes y oroen aquellos a los que les correspondería el mando: los gobernantes. De este modo la seguridaddel
Estado estaría garantizada, ya que ésta depende de que cada uno haga, lo que en naturalezade su metal, pueda hacer,
y que cada uno se mantenga en el puesto que le concierne. Si por ejemplo un campesino, cuya naturaleza es el bronce,
obtuviese el poder, el Estado se arruinaría.

Platón continuando el desarrollode su Estado ideal no sólo establecería la clase de educación que tendría el guardián,
sino también el lugar donde residiría y que limitaciones tendría. Éste conviviría en casas en común donde cualquiera
pudiese entrar y salir cuanto quisiera, el guardián no podría poseer ningún bien, ni siquiera la mujer, la cual serviría como
guardiana desde los 20 hasta los 40 para procrear hijos de los mejores y más hábiles guardianes hombres, las mujeres y
los hijos corresponderían en común evitando toda clase de posesión. Los alimentosserían suministrados por la clase de
los campesinos, artesanos y granjeros, los cuales tendrían el derecho a la familia y a las posesiones, pero no a la
educación (propia de la clase gobernante). Los guardianes no podrían manejar nada que fuese de oro y/o plata, como
vasos, utensilios, etc. (tampoco podrían entrar en casa donde los hubiera), y se les mentiría mediante leyendasy fábulas
ya mencionadas, que, como ellos tienen en sus almas oro y plata, corromperían sus almas al tocar metalesterrenales. Y
de esta manera lograrían salvarse ellos y ser la salvación de la ciudad.

En el caso del Estado, la felicidad estaría adecuada al propio deber. A Platón sólo le interesa el bien en conjunto y no el
egoísmo de las partes, es por ello que la "felicidad" del guardián es un tanto incompatible con la del vulgo, porque su
deber es otro.

Libros IV: las virtudes, el Estado ideal y la justicia


Continuando con respecto a la felicidad de los guardianes, el joven Adimanto no queda convencido de que la vida del
guardián sea dichosa y Platón, en boca de Sócrates, le contestaría que quizás puede ser feliz el guardián o no serlo, pero
de todos modos esto no importa. Al constituirlos en guardianes del Estado, no es su felicidad la que se tiene en cuenta,
sino el bien del Estado. Como se ha dicho anteriormente, para Platón el interés de algunos no merece ninguna
consideración cuando se trata del interés general. Tan pronto como éste se halle asegurado, cada uno gozará, según su
ocupación, de la felicidad que esté naturalmente unida a ella. Lo importante es que cada ciudadano y cada clase se
mantengan en su puesto.

Con respecto a las normas, se fijarían leyes contra la opulencia y la pobreza,contra la extensión de los límites del Estado,
contra las innovaciones en la educación y sobre los hábitos y costumbres de los jóvenes. Más aún, aquí se aclara que
una generación bien formada y educada proporcionaría mejores padres para la próxima. Por lo tanto el autor no presumía
necesario dictar leyes sobre el mercadoy otras disposiciones menores.

A partir de aquí, Sócrates, anuncia que ha quedado fundada la ciudad y si está bien creada debe tener todas las virtudes:
la templanza, el valor, la prudencia y la justicia, ya que la perfección del Estado reside en la práctica de estas cuatro
virtudes:

La Templanza: es la moderación de los sentidos para que no halla extremos, sino un justo medio. Es el disfrute con
mesura y armonía de los bienes materiales. Ésta equivale al autocontrol de las acciones. La templanza se aloja en el
vientre del cuerpo y pertenece a la parte del alma concupiscible, por ello su interés es el deseo. Esta virtud es propia de
la clase productora (campesinos, artesanos, granjeros, etc.).

El Valor: consiste en no ceder ante el enemigo, independientemente de que sea mucha la presión que éste infrinja. El
valor se alberga en el pecho del cuerpo y pertenece a la parte del alma irascible, justamente por esto su interés es el
honor. El valor es propio de la clase guardiana.

La sabiduría: es el grado más alto del conocimientoque conlleva a una conductaprudente en la vida, esto quiere decir;
distinguir el mejor camino a la hora de tomar las decisiones. La sabiduría reside en la cabeza del cuerpo humanoy
pertenece a la parte del alma racional, teniendo como interés nada más que el conocimiento. La virtud de la prudencia es
propia de la clase gobernante, que deben de estar dotados de buen juicio.

La Justicia: esta virtud es el origen de las otras tres virtudes: la templanza, el valor y la prudencia. La justicia consiste en
que cada hombre se ocupe únicamente de los propios asuntos, sin intervenir para nada en los ajenos, quiere decir que
cada uno haga lo que en su virtud tiene que hacer (que los campesinos y artesanos trabajen para la producción, los
guardianes protejan la libertad y seguridad del Estado y los gobernantes gobiernen sabia y prudentemente); de ese modo
se cumple la justicia. La justicia no vendría a ser igualdad, sino una armonía entre lo desigual, ésta es propia de todos los
ciudadanos, es saludy armonía del alma, mientras que la injusticia enfermedad y discordia. La injusticia aparece cuando
no se cumple con las funciones propias de cada hombre.

o Es forzoso aclarar que la templanza es propia de la clase productora, pero la poseen también los guardianes y
gobernantes, en cambio, el valor lo tienen sólo los guardianes y los gobernantes, y éste último posee templanza,
valor y prudencia. La justicia sería propia de todos, siempre y cuando se conserven en sus posiciones.

Una vez asentado el Estado ideal, en el diálogo, Sócrates se dispone a mostrarle a Glaucón los cinco modelosde
organización política y las cinco formas del alma. En esta organización ideal que se fundó:

o Si un hombre es el que se hubiese distinguido entre los guardianes y adquiere el poder, éste modelode gobierno
sería una monarquía.

o Pero si de entre todos esos guardianes no hubiese alguien que se haya destacado considerablemente frente a
los otros, se elegiría a los mejores, éste modelo de gobierno sería una aristocracia.

Para Platón, ambas formas de gobierno son justas, siempre que se sustenten en la educación antes referida y que sus
miembros no se mantengan mucho tiempo en el poder para evitar todos los males que genera la persistencia en el mando.

Libro V: observaciones sobre la educación de la mujer y los hijos y una


analogía entre el filósofo (amante de la episteme) y el filodoxo (amante
de la doxa)
Mientras Sócrates continuaba explicando lo que para él era un buen gobierno (el modelo monárquico o el aristocrático),
Polemarco y Adimanto lo interrumpen con dudas sobre ¿Cómo debería ser la educación de las guardianas?, ¿Cuáles
serían sus deberes? y ¿Cómo ocurriría la procreación de los hijos? Sócrates postergando brevemente su definición sobre
los cinco modelos de organización política, les esclarece que la mujer posee las mismas capacidades que los hombres,
aunque tiene una naturaleza más débil que éste, pero independientemente de ello, nada se opone a que ambos participen
de la educación, la defensa del Estado y el cuidado de los niños.

A los hombres se les tiene que enseñar la música, la gimnasia y el arte de hacer la guerra entre otras cosas, y también
se les tiene que enseñar estas artes a la mujer, ya que así como hay hombres más aptos para defender al Estado que
otros hombres que son por naturaleza inferiores (campesinos), también habrá mujeres más aptas para la medicina o la
música que otras mujeres que carecen de esta suerte de virtud. De esta manera es como el razonamiento de Sócrates lo
llevará a afirmar que "Por lo tanto, también habrá mujeres capaces de ser guardianes y otras que no lo serán."

Con respecto a la segunda pregunta de ¿Cuáles serían los deberes de las guardianas?, éstas tendrían la difícil tarea de
la educación de los niños y la procreación de la mejor raza. Como anteriormente se ha establecido, la mujer no sería un
bien particular, sino un bien común al igual que los niños. Los hijos de los guardianes no sabrían cual sería su padre para
evitar los intereses particulares y así mantener el amor en todo el conjunto de los guardianes. Los infantes serían llevados
a barrios determinados de la ciudad dónde recibirían una educación apropiada impartida por las nodrizas, las cuales
amarían a todos como hijos no teniendo preferencia con ninguno.

La procreación, respondiendo a la tercera interrogante, se la llevaría a cabo por medio de orgías en donde ninguna mujer
u hombre podría negarse a entregar su cuerpo a quién de éste estuviese enamorado.

Las orgías podrían bien ser por medio de sorteos, en los cuales los gobernantes las arreglarían para que los mejores
guardianes hombres tengan relaciones sexualescon una mayor cantidad de mujeres (obviamente entre 20 y 40 años de
edad). Se las realizaría de este modo para que el guardián que no sea muy virtuoso, le eche la culpa a su mala suerte de
no poder fornicar con cuanta mujer quisiese, y no así a los gobernantes.

Todos los infantes que no naciesen por medio de estos procedimientosy sin el consentimiento de los gobernantes, se los
consideraría ilegítimos, bastardos y producto del libertinaje. Además todos los bebes que por alguna razón nacieran
deformes o con algún tipo de desperfecto físico deberían ser asesinados.

En el diálogo, Sócrates establecería la duración que tiene una mujer para ser fecundada, de 20 a 40 años, pero el hombre
también tendría una edad delimitada para poder fertilizar, yacería entre los 25 a 55 años.

Platón establece una semejanza entre un guardián y un perro de caza, el cual siempre mantiene los ojos abiertos, está
alerta, ataca a los enemigos y reconoce a los amigos (sus conciudadanos). Y como perro de caza saldría a combatir con
su hembra con el fin de proteger al Estado. Los hijos más robustos siguiendo el ejemplo de sus padres irían también a la
guerra para auxiliarlos en lo que puedan, para irse así preparando para lo que en un futuro ellos también tendrían que
hacer.[24] En la guerra ningún guardián abandonaría a otro guardián, ya que abría lazos de afinidad por poder ser un
posible hijo, padre o hermano.

Sócrates, una vez que acabó de cumplir con las dudas de sus espectadores, se propuso a continuar con lo que había
quedado frenado entre el final del libro IV y el principio del libro V. Pero en ese Estado ideal que él había construido faltaba
algo; ya se había establecido como sería la educación, quienes serían los productores y los defensores del Estado y las
leyes por las cuales se regiría ese Estado justo. Faltaba establecer con certeza quiénes y cuáles serían las condiciones
del gobernante o de los gobernantes. Estaba claro que éste debía de haber salido de la clase guardiana y tener las tres
virtudes fundamentales para gobernar, también, que el guardián que fuese sentado en la cabeza del Estado, haya tenido
que pasar por pruebas tanto en el deseo como en dolor. Pero no estaba claro quién era este.

Sócrates, advirtiendo que lo que él iba a decir se lo pudiese tomar de mala manera, aduce que es imprescindible dejar
sentado que el guardián que tomaría el poder debería ser un filósofo. Para que el Estado platónico coexista en todas sus
funciones logrando la justicia, es necesario que cada quien haga lo que debe, en su naturaleza, hacer, por lo tanto, el
filósofo debe, por su naturaleza de "conocedor de lo verdaderamente bueno", ser el jefe supremo del Estado anteriormente
edificado.

En el diálogo, Sócrates nos advierte que el gobernante del Estado ideal debería ser un filósofo, pero no alguien que dice
serlo. Es necesario ante esto, saber quién realmente lo es y quién únicamente piensa o señala que lo es.

El verdadero filósofo es aquel amante de la sabiduría que nunca se cansa de conocer y de aprender, el filósofo ansía con
la sabiduría en su totalidad y no en sus partes, éste contempla la inmutable verdad y se aferra al conocimiento (episteme),
mas no se conforma con la opinión (doxa).

Platón distingue el conocimiento en diversos grados:


 La Ignorancia: es la madre de todos los males, ésta carece de ciencia, virtud y de verdad.

o La opinión: se divide en la imaginación y creencia, este grado del conocimiento sería un término medio
entre ignorancia y conocimiento, quiere decir que la opinión no hablaría con la verdad, sino la disfrazaría
con supuestos, por ello es una "opinión" en el sentido mismo de la palabra. La opinión versa sobre las
imágenes, quedándose con lo que es superficial.

 El conocimiento: es ciencia, se divide en entendimiento y razón, ésta última es el grado más alto de conocimiento.
El conocimiento versa sobre la esencia de las cosas y no en las imágenes como sucede en la opinión.

El filósofo anteriormente caracterizado es aquél amante fiel de la sabiduría, pero ese que se decía serlo y no contempla
más que lo superficial de las cosas es un filodoxo, un amante de la opinión. El filodoxo, como todo amante de la opinión,
cuando usa el lenguaje le impregna un doble sentido y así no deja que se conozca la verdad, lo bello, lo justo, sino lo
superficial de las cosas.

Sócrates determinaría que el Estado no se confiaría a ciegos, sino a los que posean ideales claros. Adimanto, entendiendo
el razonamiento de su maestro, le parecería que el filósofo se negaría a ejercer el mando, y Sócrates una vez más pondría
de manifiesto que el peor castigo que tendría ese pensador que no quiere ejercer el mando, sería que fuese mandado por
alguien inferior a él. Aparte de ello, tendría que ser el Estado el que busque al filósofo y no el filósofo el que busque al
Estado, al igual que el enfermo, rico o pobre, busca al médico para sanarse y no el médico al enfermo.

ARISTÓTELES
Contexto: Siglo IV a.C, pensador de la antigua Grecia. Discípulo de Platón. Época de la decadencia de
la polis. Se va dar cuenta de que el mundo esta en constante movimiento en el cual el hombre debe lidiar
con esa realidad contingente para poder realizarse.

Al igual que su maestro, encuentra su eje de legitimidad en la capacidad, pero al establecer, que se debe
buscar al mas capaz de lo conocido, se aleja del idealismo

Introducción
 Tiene una concepción teleológica à todo tiene un fin.

 El fin supremo es la felicidad.

 Toma a la Virtud como la práctica por medio de la cual el hombre como ser autónomo es capaz de elegir en cada
circunstancia.

 Los valores le permiten al hombre orientarse en el mundo.

 La ética se acopla a la política en la medida que la política define en una comunidad lo que debe ser y lo que no.

 Para él la justicia tiene un carácter contextual social y situado, cada Polis define lo que es justo para sí.

 Opina que el Hombre es el mejor de los animales, capaz de guiarse por la virtud y la prudencia, teniendo la
posibilidad de corromper, obedece.

 Piensa que aquél que actúa mal lo hace por interés particular por encima del bien común, por maldad.

 El hombre se vuelve responsable al elegir sus medios de actuar.


 Considera que una comunidad es justa cuando apunta al bien común y que cada Polis se define por su forma de
gobierno, que puede ser tanto recta como desviada.

Para Aristóteles, los individuos son semejantes, y no tienen capacidad para desarrollarse al máximo, sino es en sociedad.;
esto se debe a que puede utilizar el lenguaje.

“Un hombre en soledad esta más cerca de ser una bestia o un dios que un hombre”. A partir del lenguaje, el individuo
comienza a desarrollar la razón. Esta va a jerarquizar a la sociedad, ya que todo individuo está compuesto por 2 partes:

a. El alma: que se relaciona con la parte racional de un hombre

b. El cuerpo: que a veces se guía por instintos y apetitos, es la parte irracional.

En los que predomina la razón, son los que deben ocupar un cargo más alto en la jerarquía social, es decir gobernar.

Toda comunidad tiene como objetivo el bien. La comunidad soberana sobre todas las demás, va a tener como objetivo el
bien supremo. Esta es la comunidad cívica (ciudad).

La primera de las comunidades es la casa, que está constituida naturalmente para la vida diaria. En esta es donde e
encuentra el orden doméstico. Hay 3 tipos de relaciones en este orden:

a. La heril (amo-esclavo): El esclavo lo es, porque está gobernado por la irracionalidad. La poca razón que posee
le permite saber que le conviene tener un amo.

b. La conyugal (marido-mujer): Las mujeres tienen más uso de la razón que un esclavo pero solo su razón les
alcanza para el orden doméstico.

c. La procreadora (padre-hijo): Los hijos todavía no tienen la razón suficiente razón como sus padres, ya que no
tienen edad. Pero con la educación las van a tener. Poseen la potencialidad.

La comunidad perfecta de las casas es la aldea y de esta la ciudad, que surgió como causa de las necesidades de la vida,
pero subsiste por el vivir bien.

Para Aristóteles, el bien común es la forma en la que a través del bien de la sociedad se lleve al bien individual

El hombre es por naturaleza un animal político, ya que la ciudad es un hecho natural. Un ser que no participe es inferior
o superior a este. “la naturaleza no hace nada en vano, y el hombre es el único que tiene palabra”.

El lenguaje sirve para manifestar y diferenciar lo justo de lo injusto, lo bueno de lo malo, etc.

Por naturaleza, el todo es anterior a la parte. Considera que todas las cosas se definen por su función y facultades;
cuando estas cambian, las cosas no son las mismas.

Si cada individuo por separado no es autosuficiente, se encontrarán todos en la misma situación en relación con el todo.
Y al juntarse, se establece el todo.

Teoría de la esclavitud
Hay 2 tipos de instrumentos:

a. Los animados: son posesiones de acción

b. Los inanimados: son posesiones de producción.

Las posesiones son instrumentos para la vida. El esclavo es una posesión animada.
Producción y acción se diferencian porque la vida es acción, y un esclavo es aquel hombre que no se pertenece a si
mismo sino a otro, ya que es una posesión.

Mandar y obedecer son cosas necesarias y convenientes, porque algunas personas están destinadas a mandar y otras a
obedecer por naturaleza. Cuando uno manda y otro obedece hay una obra común.

Los esclavos son aquellos que prevalece la irracionalidad, y su capacidad son los trabajos corporales, por lo tanto están
hechos naturalmente para obedecer.

B. Formas de gobierno

Hay distintos tipos de ciudadanos con distintas funciones, pero todas tienen como fin la seguridad de la comunidad.
Un régimen político es la ordenación de las diversas magistraturas de la ciudad, y especialmente, de la que tiene el
poder soberano.

El fin por el cual se hace la ciudad es la utilidad común, y hay 2 tipos de regímenes, los que tienen como objetivo el bien
común (rectos) y los que atienden al interés particular de los gobernantes (desviados).

Interés común (Rectos) Interés Particular (Desviados)

Monarquía Tiranía

Aristocracia Oligarquía

Politeia (República) Democracia

En el régimen unipersonal entre puras esta la monarquía, y la desviada la tiranía, es decir se busca el beneficio del tirano.

En el que gobiernan unos pocos el puro es la aristocracia, y el desviado la oligarquia, es decir se busca el beneficio de
los ricos.

Y en el gobierno de la mayoría el recto es la republica, y el desviado la democracia, en el que se busca el interés de los
pobres.

En las rectas prevalece la razón, y en un orden político es representar los intereses sociales, el bien común. Con el bien
común se puede lograr satisfacer los intereses individuales.

La Republica es la más adecuada porque gobierna en función a la ley, para todos.

El contenido de las leyes en una constitución indica el grado de racionalidad de una sociedad.

Los ciudadanos no son iguales por la pluralidad de razones que hay en un orden social, y los individuos tampoco lo son
por el distinto grado de razón que hay en una sociedad.

La republica no es aplicable a todos los territorios, pero todos deben tener como meta a una república, ya que esta es
mejor que la monarquía porque al haber más gobernantes, se van a ver más los intereses de la sociedad. El fin último de
la razón es llevar a todos a la participación, y el sumo bien es la felicidad.

Se debe tomar la participación de individuos de la democracia, pero con la búsqueda del bien de la aristocracia. Al haber
pluralidad, va a haber dinámica.

La Justicia en este caso, para Aristóteles será el bien político, lo conveniente para la comunidad, es decir que es una
virtud de la comunidad. Esto supone “igualdad para los iguales y desigualdad para los desiguales” y dependerá de cada
uno de los regímenes que encontramos.
A todo esto, las leyes deben establecerse de acuerdo con el régimen, por lo cual las leyes justas son las que coinciden
con los regímenes rectos y las leyes injustas con los regímenes desviados. Las leyes deben ser soberanas. Conviene
siempre ser gobernado por las mejores leyes porque están exentas de deseo, están exentas del apetito, corresponden a
la octava jerarquía del hombre, en donde radica el “alma racional”. Por esto se dice que la ley es razón sin deseo. En el
régimen injusto gobierna el apetito, y en el justo la divinidad y la inteligencia, la razón como común entre el hombre y Dios.
Se busca con esto lo justo, pues la ley es término medio. El mejor gobierno es el de la ley porque defiende un gobierno
exclusivo de la divinidad y de la inteligencia, en cambio el que defiende el gobierno de un hombre añade también el
elemento animal, el impulso afecto, la pasión.

Existen 5 tipos de Monarquías:

La de los tiempos heroicos (se ejercía con el asentamiento de los súbditos, pero en asuntos determinados: el rey era
genera y juez y dueño soberano de los asuntos de los dioses).

La de los bárbaros (poder despótico y legal basado en la estirpe).

La aisymneteía (tiranía electiva).

La de Laconia (generalato vitalicio basado en la estirpe).

Cuando un solo individuo es soberano de todo, situada en el rango de la administración doméstica, donde no hay
participación deliberativa.

Cabe destacar que para Aristóteles hay una mejor Monarquía que es la que está en relación con un solo individuo. Cuando
resultó que había muchos semejantes en virtud en la ciudad, no se pudo más soportar el gobierno de un solo (monarquía),
y establecieron una constitución ciudadana, donde hay un gran número de semejantes (aristocracia). Ahora bien, después
al hacerse peores, se enriquecían a expensas del tesoro público y por esto surgieron las Oligarquías. De éstas se pasaron
a las Tiranías y de las Democracias, “pues al reducir cada vez más el número por su vergonzosa codicia hicieron más
fuerte a la multitud hasta que se impuso y nació la Democracia”.

Texto: La política
Libro primero

Origen del Estado y de la Sociedad

Todo Estado está conformado por una asociación de familias que tienden a un bien común, y éste bien es el objeto más
importante de esta asociación de tipo política, ya que, como en todas las asociaciones que forma el hombre, sólo hacen
lo que les parece bueno. En las familias las bases de las asociaciones se dan, entre el señor y el esclavo, y ente el esposo
y la mujer, siendo éstas, asociaciones de tipo natural, puesto que la naturaleza ha creado seres para mandar y otros para
obedecer, donde el que está dotado de razón y previsión sea el dueño, y el que por sus facultades corporales sea capaz
de obedecer y cumplir las órdenes, obedezca como esclavo.

La primera asociación se da entre muchas familias, conformando el pueblo, y de la asociación de muchos pueblos, se
forma el Estado que llega a su forma última, cuando es capaz de bastarse absolutamente a sí mismo, es decir, que se
forma por la necesidad de satisfacer las necesidades de la vida. La formación del Estado es un hecho natural, ya que el
hombre es un ser naturalmente sociable, porque no puede bastarse a sí mismo separado del todo como el resto de las
partes, siendo aquél que vive fuera de ésta, un ser superior a la especie, o una bestia. Por todo esto, la naturaleza arrastra
instintivamente al hombre a la asociación política.

La naturaleza le concede al hombre exclusivamente la palabra, mediante la cual, diferencia el bien del mal y lo justo de lo
injusto, siendo esto la principal característica que lo hace distinto de los demás animales. La justicia es una necesidad
social, porque el derecho es la regla de la vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye al
derecho.
Por último, el Estado es siempre anterior a la familia y a cada individuo en particular, porque el todo está siempre por
encima de las partes, y una vez que es destruido éste, ya no hay partes, porque solas carecerían de función alguna.

De la esclavitud

Los elementos de la economía doméstica son los esclavos y los hombres libres, siendo las partes primitivas, el señor y el
esclavo, el hombre y la mujer y por último el padre y los hijos, siendo posible añadir un cuarto elemento que es la llamada
adquisición de la propiedad, ya que sin las cosas de primera necesidad, el hombre no podría vivir.

La propiedad es un elemento de la naturaleza, siendo dentro de ésta, el esclavo, la propiedad viva. Pero el esclavo no es
sólo un esclavo, sino que depende de su señor absolutamente, convirtiéndose en propiedad como instrumento de uso,
pero absolutamente individual, al ser un hombre de otro hombre. "...Si las lanzaderas tejiesen por sí mismas; si el arco
tocase por sí solo la cítara, los empresarios prescindirían de los operarios y los señores de los esclavos..." (pág. 45).

Algunos esclavos lo son por naturaleza, ya que hay seres que desde el momento en que nacen están destinados a
obedecer y otros lo están para mandar, porque ambos elementos, la obediencia y la autoridad, se encuentran en todo
conjunto que aspire a un resultado común, con razón se puede sostener que hay esclavos y hombres libres que lo son
por obra de la naturaleza. El hombre esta formado por un alma que le sirve para mandar, y un cuerpo que le sirve para
obedecer, en los hombres corruptos suele dominar el alma sobre el cuerpo, que es lo contrario a la naturaleza. "...El alma
manda al cuerpo como un dueño a su esclavo, y la razón manda al instinto como un magistrado, como un rey..." (pág.
47).

Si bien hay esclavos que lo son por naturaleza, los vencidos en la guerra también se los reconoce como propiedad del
vencedor, ya que la victoria supone siempre una superioridad en ciertos temas y la virtud tiene derecho, como medio de
acción, a utilizar hasta la violencia.

El saber emplear a los esclavos constituye una ciencia, no por poseerlos, sino porque se sirve de ellos, esta consiste en
saber mandar lo que los esclavos deben hacer, para poder ellos dedicarse a la vida política o a la filosofía. También se
les podrían enseñar ciertas artes como preparar las viandas, ya que algunos servicios son más necesarios que otros

De la adquisición de los bienes

La adquisición de los bienes no se debe confundir con la administración doméstica, ya que una emplea lo que la otra
suministra.

Algunos hombres son nómades, éstos viven en absoluta ociosidad, sin trabajo, y se alimentan de la carne de los animales
que crían, otros viven del pillaje, otros de la pesca, otros cazan las aves y los animales bravíos, pero la mayoría vive del
cultivo de la tierra y de sus frutos, siendo los modos de existencia del hombre: nómade, agricultor, bandolero, cazador o
pescador, pudiendo combinar los diversos modos de vivir como por ejemplo, siendo nómades y salteadores o cultivadores
y cazadores. La naturaleza nada hace en vano, por lo que es de necesidad que haya creado todo esto para el hombre,
hasta la guerra misma es un medio de adquisición de bienes.

La riqueza es la abundancia de los instrumentos sociales, que es natural, y domésticos, que procede del arte y de la
experiencia, a este género se lo llama adquisición de bienes.

El cambio es aplicable a todas las propiedades, si bien en su origen no se extendía mas allá de las cosas necesarias para
la vida, a medida que las relaciones se fueron transformando, se introdujo el uso de la moneda y con ésta nació la venta,
que reveló cómo la circulación de bienes podía ser origen y fuente de ganancias considerables. Por ende, el dinero es el
que parece preocupar al comercio, porque es el elemento y el fin de sus cambios, el interés es dinero producido por el
dinero mismo, siendo de entre todas las adquisiciones, la usura, la más contraria a la naturaleza, que es un modo de
adquisición nacido del dinero, al cual no se le da el destino para el cual fue creado.

Consideración práctica sobre la adquisición de los bienes


Se deben conocer bien a fondo el género, el lugar y los productos que más prometan, también es esencial tener un
conocimiento de la agricultura y las tierras, las cuales es preferible que sean arboladas, se ocupa a su vez de todos los
animales, tanto acuáticos y volátiles, que puedan ofrecer alguna ventaja.

Su elemento principal es el comercio, que se divide en: marítimo, terrestre, y al por menor, entra también en consideración
el préstamo a interés y finalmente, el salario. El último tipo de riqueza es la explotación forestal y minera, que pude ser de
tantas clases como metales se saquen del seno tierra.

Conviene a todos los jefes de Estado, tener conocimiento de tales recursos, puesto que muchos gobiernos tienen la
necesidad, como las familias de enriquecerse; y muchos gobernantes creen que sólo de esta parte de la gobernación
deben ocuparse.

Del poder doméstico

La administración de la familia descansa en tres tipos de poder: el del señor, el del padre y el del esposo, según sobre
quién se gobierne, si sobre el esclavo, los hijos o la mujer. Sobre los dos últimos, se manda como a seres igualmente
libres, aunque sometidos a una autoridad diferente, que es republicana (respecto a la mujer), o regia (respecto de los
hijos), ya que las afecciones y la edad dan a los padres el poder, lo mismo que los reyes, quienes deben ser superior a
sus súbditos por sus facultades naturales, pero sin embargo, ser de la misma raza que ellos.

Una de las cuestiones que se suscitan es la de saber si al esclavo, aparte de actuar como instrumento y servidor, le son
correspondientes algunas virtudes. Evidentemente, es necesario que posea algunas virtudes, aunque muy diversas de
las que le corresponden a la mujer o a los hijos, por esto, el hombre libre manda sobre el esclavo de muy distinta manera
a la que lo hace con los otros, estando éste absolutamente privado de voluntad alguna. El esclavo participa de nuestra
vida, y no debe poseer virtud alguna más de la que le exige su esclavitud.

Libro tres

Del estado y el ciudadano

El Estado es una comunidad, formada por elementos diferentes y el gobierno de ese estado, depende de la organización
impuesta por todos los miembros que lo conforman.

El ser ciudadano no depende del domicilio, ya que esclavos y extranjeros también poseen uno, tampoco proviene del
derecho de entablar una acción jurídica, porque esto pueden hacerlo las personas que no son ciudadanos, la característica
distintiva del ciudadano es que este goza de funciones políticas y judiciales, tanto como juez o magistrado, es decir que
posee libertades políticas. Dentro de la categoría de los ciudadanos, hay una división entre Ciudadanos incompletos: que
son aquellos que aún no han llegado a la edad de inscripción cívica; y Ciudadanos jubilados: que son los ancianos que
ya han sido borrados de la inscripción cívica.

La definición de ciudadano es relativa del lugar donde se la aplique, varía según la forma de gobierno, el caso del que
estamos hablando acá, es el correspondiente a la forma democrática principalmente.

La obra común de todos los ciudadanos es la prosperidad de su estado, sin importar las diferencias de los destinos de
sus actos, así, la virtud del ciudadano se refiere exclusivamente a la relativa al estado, pero como este se encuentra
revestido de diferentes formas (según el tipo de gobierno que adopte), la virtud del ciudadano no puede ser nunca una, al
contrario de la virtud del hombre de bien, que es una y absoluta , entonces, es lícito que la virtud del ciudadano sea distinta
que la del hombre privado.

Teniendo en cuenta la república perfecta, donde cada ciudadano debe llenar las funciones que le han sido confiadas,
supone que cada uno debe tener una función diferente según su función, con lo que no puede existir identidad entre la
virtud cívica, que puede variar según la función que cada uno desempeñe dentro de la república perfecta, y la virtud
privada, que tiene que ser única y puede no encontrarse presente en todos los hombres. El magistrado digno de ejercer
el mando, debe de contar con esta doble virtud, de buen ciudadano y de hombre de bien, por lo que a los hombres
destinados a ejercer el poder, es preciso educarlos de manera especial.

El buen ciudadano debe poseer las virtudes, tanto de mando (la prudencia), como de súbdito (la obediencia), y contener
así la ciencia, la fuerza del mando y la obediencia. Debe saber tanto obedecer, como mandar a los que los obedecen para
que realicen los trabajos, entre éstos se hallan incluidos los artesanos.

En conclusión, el ciudadano es aquel hombre político, que es o puede ser dueño de ocuparse, tanto personal como
colectivamente de los intereses comunes y tiene participación en los asuntos públicos. Las condiciones del ciudadano van
a variar según el tipo de constitución sea aristocrático, en el que el honor de desempeñar las cuestiones públicas esta
reservado a la virtud y a la consideración, los artesanos y obreros no serían ciudadanos dentro de este sistema, mientras
que estarían considerados dentro de la clase ciudadana en algún otro, pero no en la constitución perfecta.

Teoría de los gobiernos y de la soberanía

La constitución es la que determina en todas partes la organización del Estado en relación con las magistraturas,
principalmente la soberana, el soberano es siempre el gobierno, por lo que es la constitución misma.

Se pueden diferenciar dos tipos de constituciones, según el interés que persigan, pueden ser:

Constituciones puras: son las hechas en vistas del interés general, son puras porque practican rigurosamente la justicia

Constituciones impuras: sólo tienen en cuenta el interés personal de los gobernantes, no son más que una corrupción de
las buenas constituciones, están viciadas.

Aristóteles divide las formas de gobierno en puras e impuras, que son las deformaciones de las formas puras, según
persigan el interés de uno o muchos. Así, encuentra dentro de las formas puras de gobierno:

La Monarquía: que es el gobierno de uno sólo.

La Aristocracia: que es el gobierno de una minoría conformada por hombres de bien.

La República: que es el gobierno de la mayoría

Y dentro de las formas impuras, están:

La Tiranía: que es la que tiene como fin el interés personal del monarca.

La Oligarquía: que es la que tiene como fin el bien personal de los ricos.

La Demagogia: que tiene como fin el bien particular de los pobres.

El fin del Estado debe ser siempre, no sólo la existencia material de todos los asociados, sino también su felicidad y su
virtud, siendo ésta última la de primer cuidado dentro del Estado, para que la asociación política no se convierta en una
alianza militar, ni la ley en una mera convención. La ciudad es la asociación del bienestar y de la virtud, para el bien de
las familias y las diversas clases de habitantes, para alcanzar una existencia que se baste a sí misma.

Si dentro de la ciudad hay algún ciudadano, o muchos, que tengan tal superioridad de méritos que los demás ciudadanos
no puedan competir con el suyo, siendo la influencia política de estos individuos, incomparablemente más fuerte, no
pueden ser confundidos en la masa de la ciudad, porque reducirlos a iguales sería cometerles una injuria, ya que podría
decirse que son dioses ente los hombres.

La ley no se ha hecho para seres superiores, sino que ellos mismos son considerados la ley, sería ridículo intentar
someterlos a la constitución. Esto es considerado causa de Ostracismo en otros estados, principalmente en los
democráticos, donde se cuida la igualdad entre todos los ciudadanos, cuidando que ninguno sobrepase en poder al otro,
pero lo que se debe hacer en estos casos es tomar a esto como rey mientras viva.
En todos los casos, es preferible que la soberanía resida en la ley positiva, que en algún ciudadano, ya que el hombre se
corrompe ante el atractivo del instinto y las pasiones del corazón cuando se encuentra en el poder. La ley, en cambio, "es
la inteligencia sin ciegas pasiones".

Justicia según Aristóteles.


El estigarita empieza su pensamiento sobre la ética dando o mencionando dos rasgos del ser humano, 1) teolologico;
todo lo que hace el hombre es dirigido hacía algún fin, 2) rasgo axiológico: todo eso que hace el hombre lo hace en
cuanto se presenta como un bien para el. A partir de aquí se pregunta cual es el fin último de la humanidad y contesta; LA
FELICIDAD (alguien se opone) y la felicidad la entiende como “el ejercicio de las potencialidades en la práctica de la virtud
y la contemplación de la verdad”.

Necesario entonces para lograr la felicidad es la práctica de las virtudes, hay virtudes intelectuales y otras éticas, dice
Aristóteles, para él la justicia es la virtud ética por excelencia, la más importante. Una virtud es el elegir entre dos extremos
viciosos como ejemplo: temeridad - valentía – cobardía, o sea una virtud del hombre es elegir correctamente entre dos
vicios uno carente y otro excesivo.

La justicia es la virtud por excelencia en cuánto la entiende como la práctica de todas las virtudes éticas o sea para con
los demás, en la polis, recuerden que la polis es de suma importancia para los griegos.

Ahora eso es un termino muy amplio de justicia, un termino más restringido dice Aristóteles es aquel habito (por que las
virtudes son hábitos, uno NO es virtuoso por hacer una vez el acto justo) por el cual uno se dispone a hacer lo justo,
querer hacerlo y hacerlo efectivamente.

Dentro de esta acepción como habito, distingue dos tipos de justicia:

1º justicia conmutativa: quiere decir que lo que se da sea igual a lo que se recibe, en una relación de intercambio debe
haber una igualdad entre lo que se da y lo que se recibe. En sentido propio la justicia comercial, precio igual cosa, en un
sentido jurídico que el delito tenga una pena igual. La mediad de igualdad es absoluta 100=100

2º justicia distributiva: esta tiene que ver con el reparto, como impuestos, cargos, beneficios, etc., aquí la medida de
igualdad es proporcional 100=50

Como se ve “lo igual es el justo medio entre dos extremos, lo desigual es un extremo, si lo igual es lo justo lo
desigual es lo injusto”.

La justicia es subjetiva, o sea depende del sujeto, es un habito que consiste en elegir lo justo medio, mientras que lo justo
es objetivo, o sea depende del objeto que se aplica la justicia. Lo justo es independiente de la justicia como calificación
moral, el hombre es justo o injusto (que hace justicia), el precio por la cosa es justo o injusto (es igual o desigual).

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