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FECHA 07/07/2021 LEEMOS JUNTOS

EXPERIENCIA DE APRENDIZAJE
Huellas que me hacen bien

Leemos
Esta semana tendremos la oportunidad de leer un fragmento de Juvenilia, novela escrita por
el argentino Miguel Cané; y también un fragmento de la novela Corazón, que lleva por título
“Nuestro maestro”. Fue escrita por el italiano Edmundo de Amicis.

NUESTRO MAESTRO
Martes, 18.

Desde esta mañana, también me gusta mi nuevo


maestro.
Durante la entrada, mientras él se instalaba en su sitio,
se asomaban de vez en cuando a la puerta varios de sus
discípulos del año anterior para saludarlo:

—Buenos días, señor Perboni. Buenos días, señor maestro.

Algunos entraban, le tomaban la mano y escapaban. Se veía que lo querían mucho y que habrían
deseado seguir con él. Él les contestaba:

—Buenos días —y les estrechaba la mano, pero sin mirar a ninguno; durante cada saludo se
mantenía serio, con su arruga en la frente, vuelto hacia la ventana, contemplando el tejado de la
casa vecina, y en lugar de alegrarse de aquellos saludos, se adivinaba que le daban pena. Después
nos miraba, uno tras otro, con mucha atención.

Empezó a dictar, paseando entre los bancos, y al ver a un chico que tenía la cara muy enrojecida
y con unos granitos, dejó de dictar, le tomó la barbilla y le preguntó qué tenía, tocándole la
frente para ver si tenía fiebre. En ese momento un chico se puso de pie y empezó a bufonear a
espaldas de él. Se volvió de pronto, como si lo hubiera adivinado, y el muchacho se sentó y esperó
el castigo, con la cabeza baja y encarnado como la grana.

El maestro se acercó a él, le posó la mano sobre la cabeza y le dijo:


—No lo vuelvas a hacer.
No dijo más. Se dirigió a la mesa y acabó de dictar. Cuando concluyó, nos miró unos instantes en
silencio, y con voz lenta y, aunque ronca, agradable, empezó a decir:

—Escuchad: tendremos que pasar juntos un año. Procuremos pasarlo lo mejor posible. Estudiad y
sed buenos. Yo no tengo familia. Vosotros sois mi familia. El año pasado todavía tenía a mi madre:
se me ha muerto. Me he quedado solo. No os tengo más que a vosotros en el mundo; no poseo otro
afecto ni otro pensamiento. Debéis ser mis hijos. Os quiero bien, y debéis pagarme con la misma
moneda. Deseo no castigar a ninguno. Demostrad que tenéis corazón; nuestra escuela será una
familia, y vosotros mi consuelo y mi orgullo. No os pido que lo prometáis de palabra, porque estoy
seguro de que en el fondo de vuestras almas ya lo habéis prometido, y os lo agradezco.
En aquel momento apareció el bedel a dar la hora. Todos abandonamos los bancos, despacio y
silenciosos. El muchacho de las piruetas se aproximó al maestro y le dijo con voz temblorosa:

—¡Perdóneme usted!
El maestro lo besó en la frente y le dijo:
—Bien, bien; anda, hijo mío.

Texto 2:
Juvenilia VIII
Tomó el camino del destierro y llegó a Montevideo, desconocido y sin ningún recurso mecánico de
profesión; lo sabía todo, pero le faltaba un diploma de abogado o de médico para poder subsistir.

—Abrió una clase libre de Física experimental, dándole el atractivo del fenómeno producido en el
acto; aquello llamó un momento la atención.

—Pero se necesitaba un gabinete de física completo y los instrumentos son caros.


—Jacques1 los reemplazaba con una exposición luminosa y por trazados gráficos; fue inútil. La
gente que allí iba quería ver la bala caer al mismo tiempo que la pluma en el aparato de Hood,
sentir en sus manos la corriente de una pila, hacer sonar los instrumentos acústicos y deleitarse
en los cambiantes del espectro, sin importarle un ápice la causa de los fenómenos. Dejaban la
razón en casa y solo llevaban ojos y oídos a la conferencia.
Un momento, Jacques fue retratista, uniéndose a Masoni, un pariente político mío, de cuyos labios
tengo estos detalles. Florecía entonces la daguerrotipia2, que, con razón, pasaba por una
maravilla. Fue en esa época que llegó, en un diario europeo, una noticia muy sucinta sobre la
fotografía, que Niepce3 acababa de inventar, siguiendo las indicaciones de Talbot. Jacques se
puso a la obra inmediatamente y al cabo de un mes de tanteos, pruebas y ensayos, Masoni, que
dirigía el aparato como más práctico, lleno de júbilo mostró a Jacques, que servía de objetivo, sus
propios cuellos blancos, única imagen que la luz caprichosa había dejado en el papel. Pero ni la
fotografía, que más tarde perfeccionaron, ni la daguerrotipia, que le cedía el paso, como el
telégrafo de señales a la electricidad, daban medios de vivir.
Jacques se dirigió a la República Argentina, se hundió en el interior, casóse en Santiago del
Estero, emprendió veinte oficios diferentes, llegando hasta fabricar pan, y por fin tuvo el Colegio
Nacional de Tucumán el honor de contarlo entre sus profesores. Fueron sus discípulos los
doctores Gallo, Uriburu, Nougués y tantos otros hombres distinguidos hoy, que han conservado
por él una veneración profunda, como todos los que hemos gozado de la luz de su espíritu…

XIII
Jacques llegaba indefectiblemente al Colegio a las nueve de la mañana; averiguaba si había
faltado algún profesor y en caso afirmativo, iba a la clase, preguntaba en qué punto del programa
nos encontrábamos, pasaba la mano por su vasta frente como para refrescar la memoria y en
seguida, sin vacilación, con un método admirable, nos daba una explicación de química, de física,
de matemáticas en todas sus divisiones, aritmética, álgebra, geometría descriptiva o analítica,
retórica, historia, literatura, hasta latín! El único curso, de todo aquel extenso programa, que no
le he visto dictar por accidente, era el de inglés, dado por mi buen amigo David Lewis, que nos
hacía leer a Milton y a Pope, a Addison y a todos los buenos prosistas del"Spectator".
Reflexionamos
ACTIVIDAD 01 Responde las preguntas:

1. ¿Qué recuerdos o anécdotas hermosas guardamos de nuestras maestras o nuestros


maestros?

2. ¿Cuáles de nuestras actitudes, proyectos o sueños se han inspirado en palabras,


consejos o actitudes de alguna maestra, maestro u otra persona en nuestra vida?
Expliquemos nuestras respuestas.

ACTIVIDAD 02 Creamos
¡Estamos listas y listos para registrar nuestra experiencia lectora!

Ahora, escribe tus ideas y emociones, y todo lo que experimentaste al disfrutar la lectura del
fragmento de la novela “Corazón” y del fragmento de Juvenilia.
¿Qué tal si nos convertimos en titirilectores y hacemos una función en casa sobre anécdotas o
recuerdos? ¡Manos a la obra!

TITIRILECTORES
Pensemos en cómo y con qué materiales que tengamos en casa podemos hacer nuestros
títeres.

Sobre la base de las respuestas que dimos en “Reflexionamos”, conversemos sobre qué
dirán nuestros personajes, ya sea uno o varios, en nuestra función de títeres.
Invitemos a nuestra función de títeres a nuestra familia y compartamos un momento
artístico en casa.

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